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11 | 2012
Entre Dieu et le Siècle. Religion, politique et société à l’époque contemporaine
Politiques du religieux et religions politiques
Résumés
Français English Español
Cet article analyse l'image de Jésus de Nazareth que produit le socialisme espagnol entre la fin du
XIXe et le début du XXe siècles, dans des journaux tels que El Socialista et La Lucha de Clases et
différents ouvrages de référence. Jusque dans les années trente, le socialisme a présenté la figure de
Jésus comme un antécédent du socialisme. C’est pour cette raison qu’elle est devenue un élément
central dans le conflit normatif entre le catholicisme et la laïcité.
This article will explore the image of Jesus of Nazareth in Spanish socialism in the late nineteenth
and early twentieth centuries, through its publications (El Socialista or La Lucha de Clases) and
books. Until the thirties, socialism discussed this religious figure as an antecedent of socialism. For
this reason, the image of Jesus became a central element of the anticlericals complaints within the
normative conflict between catholicism and laicism.
Este artículo analiza la imagen de Jesús de Nazaret en el socialismo español entre finales de siglo
XIX e inicios del XX, a través de sus publicaciones (El Socialista o La Lucha de Clases) y libros.
Hasta la década de los treinta, el socialismo debatió sobre este personaje religioso como antecedente
del socialismo. Por eso mismo, la imagen de Jesús se convirtió en un elemento central de las
denuncias anticlericales dentro del conflicto normativo entre catolicismo y laicismo.
Entrées d’index
Mots-clés : anticléricalisme, Espagne, Jésus de Nazareth, presse, socialisme, XIXe siècle, XXe
siècle
Keywords : anti-clericalism, Jesus of Nazareth, nineteenth century, press, socialism, Spain,
twentieth century
Palabras claves : anticlericalismo, España, Jesús de Nazaret, prensa, siglo XIX, siglo XX,
socialismo
Texte intégral
1 En 2001, José Luis Rodríguez Zapatero – por aquel entonces secretario general del
Partido Socialista Obrero Español – prologaba un libro que, bajo el título de Tender
puentes, trataba de establecer algunas reflexiones sobre las intrincadas relaciones entre el
mundo cristiano y el PSOE1. En la aportación de quien llegaría a ser presidente del
Gobierno español (2004-2011), se señalaba que, aunque lo habitual fuese plantear la
cuestión de la vinculación entre socialismo y cristianismo como un juego de espejos
contrapuestos, existía «una historia común» que permitía poder hablar de «lo cristiano
socialista», que además formaba parte de la identidad del partido2. Para ello, recogía la
historia de Vitorino Martín, un odontólogo católico que en la Segunda República había
intentado afiliarse al PSOE en la localidad vizcaína de Sestao. Solo el mandato de la
Comisión Ejecutiva Nacional permitió a Martín pertenecer al partido ante las constantes
trabas impuestas local y regionalmente, porque este hombre era un católico de «comunión
diaria» y activo miembro del Patronato religioso del municipio, para terminar siendo
asesinado en la guerra civil por las tropas franquistas.
2 Este ejemplo pone de manifiesto que los lazos establecidos entre el socialismo español y
el cristianismo – o, mejor para nuestro estudio de caso, el catolicismo – fueron conflictivos
y, en muchos casos, opuestos. Por tanto, este artículo tiene como objetivo principal
analizar cuál fue la posición de la figura de Jesús de Nazaret en el discurso socialista
español entre finales de siglo XIX e inicios del XX. Jesús se convirtió en un personaje y en
una imagen recurrente, pero también discutida, entre los militantes del partido hasta, al
menos, la década de los treinta. Y, por ello, no fue extraño encontrar interesantes
referencias en la prensa socialista a la idea de un Jesús como precedente necesario del
socialismo, del que la Iglesia se alejaba constantemente al cooperar con la explotación del
capitalismo. En definitiva, el «no es la religión de Cristo» que encabeza este texto fue una
fórmula utilizada conscientemente en el enfrentamiento entre clericalismo y
anticlericalismo para remarcar la pretendida incoherencia del antisocialismo eclesiástico.
Así que, probablemente, lo primero que debamos establecer es si fue posible ser católico y
socialista en la España de entresiglos.
¿Católico y socialista ?
3 A primera vista, hasta para el observador más informado parece evidente que ser
católico practicante y socialista no era la autoidentificación personal más lógica y
razonable. La Iglesia católica, a través de su jerarquía y de los religiosos, estableció desde
mediados del siglo XIX un discurso frontal ante el socialismo. En España, por ejemplo,
Enrique Pla y Deniel aseguraba en una carta pastoral elaborada en su periodo como obispo
de Ávila que el socialismo «era una herejía y una secta que niega la espiritualidad e
inmortalidad del alma, la existencia de Dios, la familia la patria y la propiedad»3. Esta era
la opinión generalizada en los ambientes católicos, refrendada en artículos de prensa y
obras de propaganda y en la política cotidiana municipal, además de ser sancionada por
los diversos papas de la época. Porque no hay que olvidar que León XIII tampoco se quedó
corto en la condena de este «nuevo error» en su encíclica Quod apostolici muneris, que
aseguraba :
4 Por su parte, y desde la orilla anticlerical, los socialistas españoles devolvían a la Iglesia
una contra-imagen negativa, construida a través de múltiples denuncias y acusaciones
sobre la hipocresía de sus comportamientos. Así podemos leer en el Catecismo de la
doctrina socialista, elaborado por Felipe Carretero, uno de los principales líderes del
movimiento en Vizcaya, y altamente divulgado en los años veinte en los diversos ámbitos
de militancia socialista :
[dentro del sindicato] el religioso sostiene una [moral], el ateo otra, el individualista
otra, y el comunista otra y, todas ellas totalmente opuestas, puede sin embargo, por la
misma razón de sus existencia, fundamentar la moral del Sindicato sobre la base que
todo el mundo trabaje.16
Jesús, el Rojo
12 A nivel internacional, el periodo de crisis entre 1880 y 1914, según confirma el
especialista Hans Hinterhäuser, reforzó un sentimiento de decadencia que terminó por
revitalizar la figura de Cristo, como «patrimonio común de toda la literatura europea de
Fin de siglo»17. Las novelas aportaban personajes que podían relacionarse con el propio
Jesús, en un intento de introducir la figura del Salvador y Redentor dentro de la propia
crisis personal que vivieron los intelectuales de la época, como en el caso español el propio
Miguel de Unamuno. La novela Jesús en la fábrica de Ramón Sánchez Díaz, un cántabro
asentado en Bilbao, defendió un socialismo conservador y utópico a través de un personaje
de carácter mesiánico. El ideal de justicia era el pilar de una obra que concluía con una
escena final que se asemejaba a la última cena cristiana :
los obreros, viendo que Jesús se alzaba y que temblaban sus labios, callaron
solemnemente y abrieron todos el cáliz de su corazón para recibir la miel de un amor
esperado : – ¡Hermanos míos, hermanos míos… !18
algunos han calificado a Jesús de socialista ; pero nada más lejos de esta apreciación.
Sin embargo, era un hombre que rebasó su época. […] Las prácticas comunistas de
sus propósitos se movían en círculo bien estrecho y limitado de interés de secta
meramente. Y aun este sacrificio no es más que la esperanza de la compensación, de
la dicha en el reino futuro. […] Su pensamiento es la proyección ideal, el sueño de un
mundo en que no existan las injusticias ni las diferencias ; pero lo cree irrealizable en
la vida terrestre.26
16 Como puede comprenderse por lo citado hasta aquí, pronto este texto fue respondido
pocos días después en el propio espacio de la publicación socialista. Otro militante
socialista, Joaquín Mencos, contradecía la opinión de Civera :
si la Iglesia católica ordena a sus fieles que dediquen el descanso del domingo a los
oficios del culto religioso…, la comunión socialista debe pedir que el descanso, la
huelga pacífica del 1º de Mayo, se dedique a un culto también, culto a los ideales de
emancipación social.31
20 Pero no solamente fue Unamuno. Fernando de los Ríos, que fue uno de los pocos
intelectuales socialistas que intentó conjugar socialismo y cristianismo, se expresaba en las
mismas páginas en términos parecidos :
Y el Primero de Mayo es, a partir de 1890, el día en que los soldados de la nueva fe
levantan a un tiempo su cara para escudriñar en el futuro, discernir el ideal que les
polariza y enderezar el sendero que les orienta hacia él, día de esperanza en el reino a
venir, según unos ; en el reino que se está formando bajo nuestros pies y con los
dolores y amores de todos, según otros. [Y de los Ríos continuaba su artículo
haciendo profesión de su fe] ¡Cuántas y profundas analogías tiene el actual
movimiento obrero con el primitivo movimiento cristiano ! […] Años de persecución
sañuda, de martirios frecuentes, de befa y escarnio que aún no han terminado ; ¡es la
edad heroica de todo ideal que pugna por cambiar el centro de gravedad de la
Historia !32
21 Y es que Fernando de los Ríos fue uno de los socialistas que se declararon cristianos, si
bien «erasmista» – tal y como había comentado en su exilio estadounidense a los
miembros de la aduana, según explicó su hija –, y todo su pensamiento se ve enmarcado
por una profunda preocupación religiosa33. De hecho, defendía que la religiosidad se
relacionaba con el ansia de libertad, lo que le alejaba de los planteamientos materialistas
al uso en la época dentro del PSOE. Sin embargo, su posición fue muy minoritaria dentro
del partido (quizá el único nombre al que se le pueda unir es el catedrático de literatura
Andrés Ovejero), que nunca supo atraer a sus filas a los católicos practicantes e, incluso,
las tesis de Fernando de los Ríos nunca fueron aceptadas por la directiva socialista.
22 Eso sí, también hubo intentos de sacralizaciones que intentaban escapar del laberinto de
la simbología cristiana. Constantino Turiel, un socialista de la cuenca minera, recordaba
en su autobiografía que Jaime Vera, uno de los miembros del grupo fundacional del PSOE,
había comentado ante una delegación de jóvenes militantes que el socialismo era «una
nueva religión con nuevas costumbres, y por eso se desentiende de todas las demás
conocidas, porque todas ellas, en su ya larga historia, no han logrado la redención
humana»34. Con todo, la teoría y la práctica no pudieron tener recorridos convergentes.
Notes
1 Jáuregui, Ramón y García de Andoin, Carlos (eds.), Tender puentes. PSOE y mundo cristiano,
Bilbao, Desclée de Brouwer, 2001.
2 Ibid., p. 12.
3 Pla y Deniel, Enrique, El legítimo obrerismo y la herejía socialista, Ávila, Imprenta Católica de
Sigirano Díaz, 1924, p. 17.
4 Quodapostolicimuneris. Carta encíclica de S.S. León XIII sobre el socialismo, el comunismo y el
nihilismo, 28 de diciembre de 1878 [consultable en italiano en
http://www.vatican.va/holy_father/leo_xiii/encyclicals/documents/hf_l-
xiii_enc_28121878_quod-apostolici-muneris_it.html] : « Comprendete facilmente, Venerabili
Fratelli, che Noi parliamo della setta di coloro che con nomi diversi e quasi barbari si chiamano
Socialisti, Comunisti e Nichilisti, e che sparsi per tutto il mondo, e tra sé legati con vincoli d’iniqua
cospirazione, ormai non ricercano più l’impunità dalle tenebre di occulte conventicole, ma
apertamente e con sicurezza usciti alla luce del giorno si sforzano di realizzare il disegno, già da
lungo tempo concepito, di scuotere le fondamenta dello stesso consorzio civile. Costoro sono quelli
che, secondo le Scritture divine, contaminano la carne, disprezzano l’autorità, bestemmiano la
maestà ».
5 Carretero, Felipe, Catecismo de la doctrina socialista, Bilbao, s.e., 1906, p. 18.
6 El Noticiero Bilbaíno, 24-XII-1906.
7 Carta de José Aldaco a Miguel de Unamuno, fechada el 3-IV-1899 y recogida en Gómez Molleda,
María Dolores, El socialismo español y los intelectuales : cartas de líderes del movimiento obrero a
Miguel de Unamuno, Salamanca, Universidad de Salamanca, 1980, p. 272.
8 Turiel, Constantino, Recuerdos de mi vida y las luchas mineras, Gallarta, Ediciones Beta III
Milenio/ Museo Minero de Gallarta, 2001, p. 110.
9 Acción Socialista, 20-VI-1915 (citado en Díaz-Salazar, Rafael, La izquierda y el cristianismo,
Madrid, Taurus, 1998, p. 104).
10 Cueva Merino, Julio de la, Clericales y anticlericales. El conflicto entre confesionalidad y
secularización en Cantabria (1875-1923), Santander, Universidad de Cantabria/ Asamblea Regional
de Cantabria, Santander, 1994, p. 170.
11 Ibárruri, Dolores, El único camino, Madrid, Castalia, 1992.
12 Echevarría, Toribio, Viaje por el país de los recuerdos, Donostia-San Sebastián, Sociedad
Guipuzcoana de Ediciones y Publicaciones, 1990 [1968], p. 102.
13 Echevarría, Toribio, El Hijo del Hombre. Vida pública de Jesús de Nazaret según los evangelios,
Mexico, s.e., 1966.
14 Martínez Barrera, José María, Miguel de Unamuno y el protestantismo Liberal Alemán, Caracas,
s.e., 1982, p. 280 explica que esa relación no fue « decisiva y determinante en la trayectoria religiosa
de Unamuno » y, por su parte, Benítez, Hernán, El drama religioso de Unamuno (y cartas a J.
Ilundain), Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires, 1949, p. 15 se refiere al « deslumbramiento
protestante ».
15 Andrés Gallego, José, « La Iglesia y la cuestión social : Replanteamiento », en AA. VV., Estudios
Históricos sobre la Iglesia española contemporánea, San Lorenzo del Escorial, 1979, pp. 101-104.
16 Solidaridad Obrera, 22-IX-1922.
17 Hinterhäuser, Hans, Fin de siglo. Figuras y Mitos, Madrid, Taurus, 1998 [1997], p. 16. También
puede verse Burrow, John, La crisis de la razón : el pensamiento europeo (1848-1914), Barcelona,
Crítica, 2001 [2000].
18 Sánchez Díaz, Rafael, Jesús en la fábrica, Madrid, Prieto y Cía., 1911, p. 301.
19 Fillion, Louis-Claude, La existencia histórica de Jesús y el racionalismo contemporáneo,
Madrid, Centro de Publicaciones Católicas, 1911.
20 Echevarría, Toribio, Viaje por el…, op. cit., p. 177.
21 Una primera aproximación fue elaborada por Arbeloa, Víctor Manuel, « Jesús visto por socialista
anticlericales españoles », en Jáuregui, Ramón y García de Andoin, Carlos (eds.), Tender puentes.
PSOE y mundo cristiano, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2001, pp. 119-126.
22 El Liberal, 24-III-1921.
23 Los entrecomillados recogidos en este párrafo han sido recogidos de La Lucha de Clases, 29-XI-
1897 ; Ibid., 15-VII-1899 y Ibid., 7-X-1894.
24 El Liberal, 15-XII-1920.
25 Álvarez Junco, José, « El anticlericalismo en el movimiento obrero », Jackson, Gabriel et alii.,
Octubre 1934, Madrid, Siglo XXI, 1985, p. 292.
26 El Socialista, 22-IV-1927. Sobre Civera Ruiz Pérez, « Masonería y posibilismo libertario : La
actividad masónica de Marín Civera », en Ferrer Benimeli, José Antonio (coord.), La masonería en
Madrid y en España del siglo XVIII al XXI : tomo II, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2004,
pp. 1005-1021.
27 El Socialista, 4-V-1927.
28 Ibid., 3-VI-1927.
29 Zugazagoitia, Julián, El asalto, Viamonte, Madrid, 2004 [1930]. En todo caso en esta obra, se
utiliza el simbolismo religioso católico para subvertirlo.
30 El Liberal, 31-III-1921.
31 El Socialista, 1-V-1907.
32 El Socialista, 12-V-1924.
33 Lo de lo erasmista lo explica Peces-Barba, Gregorio, « Religión y Estado en Fernando de los
Ríos », en Jáuregui, Ramón y García de Andoin, Carlos (eds.), Tender puentes. PSOE y mundo
cristiano, Bilbao, Desclée de Brouwer, 2001, pp. 93-94. Sobre Fernando de los Ríos. Zapatero,
Virgilio, Fernando de los Ríos : biografía intelectual, Valencia, PreTextos, 1999.
34 Turiel, Constantino, Recuerdos de mi…, op. cit., p. 110.
35 El entrecomillado en La Lucha de Clases, 7-III-1896 y la colaboración con los explotadores en
Ibid., 25-XII-1899.
36 Burleigh, Michael, Poder terrenal. Religión y política en Europa : de la Revolución francesa a la
Primera Guerra Mundial, Madrid, Taurus, 2005, p. 292.
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