Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
Más adelante añade que ese amor excede a todo conocimiento (v.
19). Estoy convencido de que Pablo indica que aunque sea necesario
captar todas las ramificaciones de ese amor perfecto en todos los
órdenes, es inconmensurable; jamás podremos asimilar todas sus
implicaciones.
Pero hay más. No sólo debo amar a Dios, sino que debo amarme a
mí mismo: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (Marcos 12:31).
Algunos dicen: "Eso refleja un espíritu altivo y egoísta", pero el
mundo ha corrompido el concepto del amor propio y lo ha
convertido en un lema: "Si yo no me preocupo por mí mismo,
¿quién lo hará?" La Biblia no enseña eso, sino un amor sano y limpio
debido a que somos la obra maestra del Creador y dignos de ser
amados.
¿Sabe usted cómo puede decir alguien si en verdad se ama como
Dios lo prescribe?
Quizá este sea el más difícil de los tres mandatos. En Juan 14, 15, 16
y 17 el Señor Jesús enfatizó que debemos amar a los demás pues así
el mundo se convencerá de que somos cristianos. Cierto que
algunos parecen ser más dignos de ser amados que otros, pero el
amor no es una emoción, es una decisión.
Pero la decisión de hacer algo por los demás puede ser firme, a
pesar de nuestros sentimientos. Cuando suena el despertador en
una mañana fría y lluviosa, nos alistamos para ir a trabajar, nos guste
o no nos guste. Por medio de un acto de nuestra voluntad hacemos
a un lado las cobijas y ponemos los pies en el suelo. Con frecuencia
amar a otros demanda el mismo tipo de disciplina y determinación.