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PREDETERMINACION (DINAMICA)

La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

Para encontrar la solución exacta de las ecuaciones de la cosmología relativista


que utilizó, Einstein (1879-1955) se guio por consideraciones físicas. Otros matemáticos
o físicos con especiales sensibilidades y habilidades matemáticas, no siguieron semejante
senda, hallando muy pronto nuevas soluciones exactas –que implícitamente
representaban otros modelos de universo– recurriendo únicamente a técnicas matemáticas
para tratar las complejas (un sistema de diez ecuaciones no lineales en derivadas
parciales) ecuaciones de la cosmología relativista. Así, Alexander Friedmann (1888-
1925), Howard Robertson (1903-1961) y Arthur Walker (n. 1909) encontraron soluciones
que implicaban modelos de universo en expansión. De hecho, hubo otro científico que
obtuvo un resultado similar: el sacerdote católico belga Georges Lemaître (1894-1966),
pero éste debe ser mencionado por separado ya que al igual que había hecho Einstein con
su modelo estático, Lemaître (1927) se basó en consideraciones físicas para defender la
idea de una posible, real, expansión del Universo.

Como lo expresó Majid en su libro Espacio-tiempo cuántico y realidad física:


“Está iniciándose un nuevo Renacimiento centrado en nuestra comprensión del espacio y
el tiempo’’. Parece claro que la Ciencia necesita ayuda de la Filosofía, y que es
indispensable en este punto identificar y analizar los supuestos que subyacen a las teorías
dominantes actuales. Las viejas preguntas deben ser revisitadas con ojos nuevos: ¿Cuál
es la naturaleza del espacio y el tiempo? ¿Son continuos o discretos? (y esta pregunta no
tiene por qué tener la misma respuesta para ambos). ¿Son independientes de la
consciencia? ¿Tienen sentido el espacio vacío o el tiempo sin cambio? ¿Cómo interactúan
con la materia? La Filosofía ha reflexionado sobre estos problemas durante siglos.
Revisar sus conclusiones nos puede proporcionar un buen punto de partida.

No es sorprendente que encontremos en Grecia los dos primeros ejemplos bien


conocidos de filósofos del tiempo. Heráclito defendía que todo a nuestro alrededor se
encontraba en un estado de constante fluir, que el cambio era lo único que permanecía.
En la posición contraria, para Parménides, el cambio era una ilusión, ya que para él era
lógicamente imposible. Einstein se sintió inspirado por las leyes de Maxwell -que
determinan la velocidad de la luz sin especificar con respecto a qué referencia- a postular
que era la misma para todas. De hecho, todos los experimentos que habían intentado
medir diferencias en la velocidad de la luz debidas a movimientos relativos con respecto
al éter (como el experimento de Michelson-Morley) habían fracasado. Desde este punto
de partida derivó un nuevo paradigma en el que todas las leyes de la Física son idénticas
e independientes del observador.
PREDETERMINACION (DINAMICA)

La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

Por un lado, la combinación de la dinámica no lineal de Poincaré y el principio de


incertidumbre de Heisenberg nos lleva a una imagen del mundo donde la realidad está,
en muchos sentidos, indeterminada. Por otro lado, los teoremas de Gödel nos revelan la
existencia de teoremas matemáticos que, siendo ciertos, no pueden ser demostrados. Se
concluye que el diseño externo (inteligente) y el azar no son demostrables. La ciencia
puede sugerir la existencia de diseño, pero no puede demostrarlo. Tampoco puede
demostrar su ausencia. Y las cuestiones sobre finalidad deben quedar fuera del debate
científico.

Tras la propuesta del llamado "diseño inteligente" como posible programa


científico que aspiraría a demostrar la existencia de finalidad en la evolución biológica
[Dembski, 2006]. En esta polémica, con frecuencia innecesariamente agria, se
contraponen el azar combinado con la selección natural por un lado y el diseño inteligente
por otro lado, como posibles mecanismos motores del progreso de las especies. El azar
es sin duda un concepto esencial para trabajar en diversas disciplinas científicas, no solo
en biología de la evolución sino en física cuántica y física estadística. Sin embargo, resulta
sorprendente que, dentro de la polémica antes mencionada, apenas se haya reparado en
que, dentro del ámbito de las matemáticas, el azar no es demostrable.

las características universales de la ciencia contemporánea permiten que otra


persona cualquiera, como quien escribe estos textos, pueda imaginar y completar aquello
que esa secuencia de imágenes intenta narrar. No he introducido modificaciones en el
orden de las fotografías, procurando respetar la línea argumental que de ellas se deduce.
En un solo caso he citado una diapositiva en un orden diferente, para lograr continuidad
y claridad en el texto; las diferencias que esto introduce son didácticas y no afectan al
contenido concreto, que espero haber respetado. Cualquier diferencia, error u omisión
respecto del contenido de las conferencias, por supuesto, se debe a mi única
responsabilidad y pido anticipadamente disculpas por ello.

A mi entender hay tres diapositivas donde se fija la línea argumental. La primera,


presenta el tema de la conferencia bajo el único titulo de "El origen del universo", aunque
luego en su desarrollo tendrá dos enfoques netamente diferenciados, uno puramente
científico y el otro bajo la perspectiva de la fe. Luego la diapositiva número 22 está vacía
y Carlos la denomina "de transición". Por fin la última, cierra la conferencia con la frase
"El fin del universo". Nuevamente sin aclarar si es según la fe o según la ciencia, lo que
también sugiere el planteamiento de un final común para ambas concepciones que, sin
embargo, la diapositiva de transición intenta separar netamente.
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La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

No es extraño que un científico, un físico católico, tenga esta forma de pensar.


Como científico, la búsqueda coherente de la verdad le impide tomar cualquier atajo que
se aparte del camino que le proporcionan los fundamentos y la metodología de la ciencia.
Pero como católico, sabe muy bien por la fe, que detrás de esa verdad empírica estará
siempre Dios presente y que nunca lograremos en esta vida alcanzar la Verdad en
plenitud. Esta dualidad, genera una tensión de superación y búsqueda permanente y nos
hace ver el pensamiento científico como algo incompleto y en elaboración continua. Cada
realidad escrutada, nos remite siempre a planos superiores del pensamiento con el
convencimiento de que Dios está detrás de ella, y que es nuestra obligación analizar bajo
qué forma se nos presenta. Creo suponer que por esta razón Carlos no ha mezclado los
discursos y los ha separado con una diapositiva sin contenido, neutra. Separa así dos
discursos, manteniendo gran respeto y coherencia en cada uno de ellos, pero
simultáneamente, preservando toda su identidad. Muchas veces la humanidad ha
intentado mezclar las cosas o eliminar uno de los enfoques y normalmente, el resultado
nunca ha sido demasiado bueno.

Hace ocho siglos Santo Tomás de Aquino nos decía por una parte, que no hay
nada en nuestra mente que no haya pasado primero por los sentidos, lo que parece una
adhesión completa al primer discurso, pero mantiene simultáneamente un discurso dual,
una doble fuente en el plano del conocimiento al tratar la revelación. Esta postura fue
confirmada en numerosas ocasiones y se mantiene viva en la Iglesia hasta la fecha. Como
católico, también comparto esta perspectiva y por lo tanto, tampoco me gusta mezclar.

Antes de terminar, Carlos presenta una antigua y famosa fotografía tomada en


1933, en la que aparecen juntos tres científicos famosos: Robert Millikan, George
Lemaître (creador del modelo del Big-Bang) y Albert Einstein. Como el segundo es un
sacerdote, se ha considerado significativa su presencia junto a Einstein y en ocasiones, se
la suele presentar como un ejemplo del diálogo entre ciencia y fe. Debemos señalar que
esto es sólo parcialmente cierto.

Para comenzar, aunque uno era sacerdote y ambos creían en Dios, en la relación
que tenían, ambos actuaban como científicos. Según algunos testigos, es sabido que se
respetaron profundamente y se comprendieron muy bien. Sin embargo, sin abandonar
ninguno la perspectiva científica, no lograron entenderse hasta el grado de compartir sus
teorías sobre el universo físico, a pesar de cultivar la misma disciplina científica.
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La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

creemos que el llamado diálogo entre ciencia y fe no debe someterse a


simplificaciones que lo menoscaben. Se trata de una tarea sumamente compleja en la que
no se deben emplear argumentaciones sin pruebas fehacientes, expuestas al más alto nivel
posible. Cuando faltan las evidencias experimentales, un diálogo de buena voluntad, aún
manteniéndose dentro de una perspectiva puramente científica, solo permite la exposición
respetuosa de cada punto de vista. Recordemos que detrás de muchos de los más grandes
avances científicos hubo personas religiosas como Copérnico, Newton, Lemaître y el
mismo Galileo, que no mezclaron su fe en sus realizaciones como científicos. También
hubo y los hay, científicos de otras religiones y ateos, y cada uno expone la verdad
científica desde su propia perspectiva.

No debe extrañar entonces que en el denominado "diálogo entre ciencia y fe",


puedan existir opiniones distintas y discordantes. Muchas opiniones son sencillamente
eso, opiniones, que para colmo de males en nuestra sociedad actual, suelen difundirse
vulgarizadas en los medios de comunicación masivos. La mayor parte de los más sonados
desencuentros, no pasa del nivel de discusiones estériles entre personas que no pueden
confrontar evidencias y a las que les gusta opinar sobre cualquier ámbito de la ciencia, de
la fe o de ambas. Cuando hay una demostración experimental, se acaban las disonancias.

Estas descripciones teóricas en ningún caso pueden ser consideradas como


científicas, ni siquiera aquellas que contienen aciertos descriptivos. No son científicas
porque faltan varios de los elementos que hoy consideramos básicos para formar ese
discurso. De cualquier manera, le proporcionaron al hombre una visión de conjunto sobre
lo que observaba y enalgunos fenómenos claramente recurrentes, le permitieron incluso
predecir futuras consecuencias, un objetivo básico de la ciencia actual.No es el caso
desarrollar aquí una historia detallada de esos pasos iniciales.

Las primeras interpretaciones que analizaban las regularidades observadas


considerando las "esferas celestes" (homocéntricas) pensadas para ubicar las estrellas
"fijas", y la inclusión de los epiciclos y deferentes para explicar los movimientos
planetarios, fueron un avance importante en la construcción de una primitiva "ciencia de
la totalidad" o "cosmología". Estas cosmologías primitivas se desarrollaron y progresaron
en verdaderas escuelas de pensamiento que hoy se recuerdan junto a los nombres de
Hiparco, Apolonio, Aristóteles o Claudio Ptolomeo.

La consideración rigurosamente científica del origen del universo es un


problema relativamente nuevo. Sin embargo, su incorporación al pensamiento humano
puede considerarse como muy antigua.
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La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

En 1905, Albert Einstein (1879-1955) presentó su teoría de la Relatividad Especial


(o restringida), cuya simiente ya venía madurando dentro de la física, fundamentalmente
con los trabajos de Georges FitzGerald (1851-1901) y Heindrik Lorentz (1853-1928) y
los análisis sobre el resultado negativo del experimento de Michelson-Morley. Estos dos
científicos llegaron independientemente y en el orden citado, a las conclusiones sobre la
contracción del espacio, la constancia de la velocidad de luz en el vacío y la dilatación
del tiempo. Lorentz, además, obtiene una ley sobre el aumento de la masa con la
velocidad. Efectos que son muy notorios a velocidades cercanas a la de la luz, y que
recibirán posteriormente su explicación integrados en el marco de la teoría de la
relatividad especial. Sin embargo, ambos se quedaron ante las puertas de la teoría de la
relatividad.

Es Albert Einstein quien introduce en esa teoría las ideas sumamente novedosas
sobre el espacio y el tiempo: un espacio que se contrae y un tiempo que se dilata cuando
la velocidad aumenta. En esencia la teoría se refiere a la comparación entre las medidas
realizadas en diferentes sistemas llamados inerciales, que se mueven con movimiento
rectilíneo uniforme unos respecto de otros. Hasta entonces se consideraban válidas las
conclusiones que se derivan de la relatividad de Galileo y de Newton. En ellas no se
distingue entre un sistema en reposo y otro que se mueve con velocidad uniforme. Si no
existe una fuerza externa, el sistema en ambos casos permanecerá indefinidamente en el
estado en que se encuentra.

Einstein muestra, sin embargo, que observar desde un sistema de referencia en


movimiento produce efectos novedosos. En particular, cuando se considera la
propagación de ondas electromagnéticas como la luz, las ondas de radio o los rayos X en
contra de la intuición, distintos observadores medirán la misma velocidad de propagación,
aunque estén en movimiento.

Por otro lado, los teoremas de Gödel nos revelan la existencia de teoremas
matemáticos que, siendo ciertos, no pueden ser demostrados. Se concluye que el diseño
externo (inteligente) y el azar no son demostrables. La ciencia puede sugerir la existencia
de diseño, pero no puede demostrarlo. Tampoco puede demostrar su ausencia. Y las
cuestiones sobre finalidad deben quedar fuera del debate científico.
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La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

ya no es posible concebir un universo como el de Newton, situado en un espacio


infinito. La aceleración de la gravedad es una aceleración más y los problemas que
produce su consideración en un espacio Euclídeo, isótropo y homogéneo, son transferidos
ahora a las propiedades del espacio. La presencia de materia, cuya propiedad llamada
masa es la causa de la atracción gravitatoria, en esta nueva concepción tiene un nuevo
papel: "curva el espacio". Es un espacio curvado quien causa la atracción de otras masas
cercanas y lejanas (esta curvatura se puede imaginar como la que produciría una persona
de gran peso parada sobre un colchón elástico que se deforma por esa presencia y atrae
hacia sí a otras personas o cuerpos cercanos).

Casi 2000 años tardó la humanidad hasta que Newton, para describir el
movimiento, pudo incorporar la idea de Euclides de un espacio isótropo y homogéneo.
En menos de doscientos años, esa idea quedó reducida a un caso límite de un espacio más
general (geometrías de Riemann y Lobachevsky). Nuevamente, la teoría anterior queda
absorbida como caso límite. Por ejemplo, la suma de los ángulos interiores de un triángulo
en la geometría de Euclides vale siempre 180º. En un espacio curvo ya no es así. Esa
suma será mayor, pero siempre, cuando la curvatura es muy pequeña, el espacio podrá
considerarse plano y recuperar su validez la geometría clásica. Esta absorción de las
teorías precedentes en la nueva, es una constante dentro de la ciencia moderna. Las teorías
anteriores son consideradas como lecturas válidas del mundo real, a su vez, las nuevas
podrían ser absorbidas en el futuro, dentro de otra teoría más general. Pero en todos los
casos, las precedentes conservan su validez dentro de su aproximación.

Nos da trabajo imaginar un espacio curvo. Aunque estamos dentro de él y


contribuímos a su curvatura, a nuestra escala no nos resulta evidente y por ello, escapa a
nuestro "sentido común". Considerando el espacio como lo hace esta teoría, no es posible
distinguir mediante un experimento una aceleración, de la curvatura del espacio o
"gravedad". Un campo gravitatorio homogéneo es completamente equivalente a un
sistema de referencia acelerado. Esta es el llamado "Principio de Equivalencia" y en este
espacio, las leyes de la física son las mismas bajo atracción gravitatoria que bajo
aceleración.

el mismo Einstein completa su descripción incluyendo los sistemas de referencia


acelerados, o sistemas "no inerciales". Este nuevo avance teórico se conoce como "Teoría
de la Relatividad General" y de hecho, es una teoría sobre la gravitación. Una teoría
mucho más compleja y que a diferencia de la anterior, más limitada, tiene pocas
situaciones en las que puede ser comprobada.
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partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
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la teoría de la relatividad es tan nombrada y comentada como escasamente


comprendida. Pero con ella, Einstein explica en primer lugar un fenómeno de muy
pequeña amplitud y conocido desde tiempos antiguos: el exceso respecto de la teoría
clásica en el movimiento de precesión del perihelio de Mercurio, el planeta más cercano
al sol. El tema suena extraño, pero los astrónomos conocían su valor perfectamente
(Leverrier en 1840 lo explicaba imaginando la existencia de un planeta más cercano al
sol, que por supuesto, jamás fue observado). El valor de este efecto es aproximadamente
de un grado cada 10.000 años, es decir 0,01º cada siglo. Un gran acierto para una teoría
nueva, que debe remontar el enorme prestigio de Newton.

La teoría predecía otros fenómenos que no tardaron en ser comprobados. Por


ejemplo, el valor de la desviación que se produce en un haz de luz al pasar cerca de una
estrella de gran masa, una medición que realizó W. S. Adams por sugerencia de Arthur
Eddington en 1919. Esta verificación tuvo una gran difusión y significó para Einstein una
enorme fama y un éxito resonante. Otra predicción de la teoría es la dependencia de la
frecuencia de los movimientos periódicos de un reloj atómico con la gravedad. En la
actualidad, todos los sistemas GPS son corregidos por este efecto.

Luego de comprobadas estas predicciones, la confianza sobre la exactitud de la


teoría general de la relatividad era tan grande, que obligaba a incluirla en cualquier
modelo cosmológico, ya que la gravitación es una componente esencial. El mismo
Einstein, en 1916, planteó un modelo de universo en el cual incluía una distribución de
masa isótropa y homogénea (considerada a gran escala), hipótesis que denominó
"Principio Cosmológico".

Al plantear su modelo, como la atracción gravitatoria tiene siempre el mismo


signo (atractivo), Einstein se da cuenta que en algún momento se producirá el colapso del
universo por causa de la gravedad. Ese efecto debía ser balanceado de alguna manera en
las ecuaciones para evitarlo. Como los grandes científicos hasta ese momento, Einstein
creía en la existencia de un universo estacionario y para lograrlo incluye en sus ecuaciones
un término adecuado para que produjera el efecto contrario, es decir, un término
repulsivo. Denominó a ese término "constante cosmológica" y ajustó su valor
exactamente para obtener un universo estable. Cuando luego de algunos años se
comprobó astronómicamente la expansión del universo, el propio Einstein consideró que
introducir la constante cosmológica había sido "el mayor error de su vida". Pero como se
verá más adelante, en la actualidad ya no se considera un error.
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partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

Pronto comenzaron a aparecer modelos dinámicos del universo,


fundamentalmente por parte de matemáticos. Willem de Sitter, que aparentemente fue el
primero en interesarse seriamente en la teoría de la relatividad y le dio gran difusión en
Inglaterra, no estaba de acuerdo con la concepción de Einstein del universo. Para Einstein,
el universo es estático y en la nueva geometría introducida, su curvatura debería ser
constante. De Sitter en 1917 plantea por primera vez, que la curvatura debe crecer, aunque
cada vez menos, y que por lo tanto, el universo debería expandirse como lo hace una
pompa de jabón. Al menos en la teoría, parece ser ésta la primera sugerencia sobre un
universo dinámico y en expansión. Siempre dentro del plano teórico, en 1922 y 1924,
Alexander Friedmann publicaba dos artículos considerando soluciones dinámicas a las
ecuaciones de Einstein. En efecto, si se abandona la hipótesis de un universo estático, el
problema cosmológico relativista conduce a infinitas soluciones en las cuales el espacio
varía en función del tiempo. Por lo tanto, surgen muchas posibilidades para considerar un
universo en evolución y la literatura científica se enriqueció notablemente con estas
consideraciones. Descrito con trazos muy gruesos y según estas ecuaciones, el universo
puede tomar una entre tres alternativas posibles: un universo cerrado, un universo abierto
o un universo "plano". Un universo cerrado tendrá un radio de curvatura que se
comportará de forma oscilatoria con sucesivas expansiones y contracciones en el espacio.
La expansión del universo progresa hasta un punto en el cual la gravedad comienza a
imponerse y causará su retracción, o bien crecerá hasta alcanzar una dimensión constante,
como en el caso previsto por Einstein. Si el universo es abierto, estará en expansión
permanente, expansión que además, puede ser acelerada o no.

En los tres casos teóricos citados, cabe señalar una singularidad en el origen del
tiempo. Considerando el flujo del tiempo hacia atrás, el universo actualmente en
expansión, debió partir de una altísima densidad de masa y energía concentrada en un
solo punto. Con esta idea, por primera vez, la ciencia comienza a considerar con su
método el problema de la existencia de un "origen" para el universo; un problema que ya
tenía una larga tradición en el pensamiento teológico y filosófico. Es de notar también,
que ese origen coincide con el del tiempo y del espacio, que dejan de ser separables. No
debe extrañar entonces que en el denominado "diálogo entre ciencia y fe", puedan existir
opiniones distintas y discordantes. Muchas opiniones son sencillamente eso, opiniones,
que para colmo de males en nuestra sociedad actual, suelen difundirse vulgarizadas en los
medios de comunicación masivos. La mayor parte de los más sonados desencuentros, no
pasa del nivel de discusiones estériles entre personas que no pueden confrontar evidencias
y a las que les gusta opinar sobre cualquier ámbito de la ciencia, de la fe o de ambas.
Cuando hay una demostración experimental, se acaban las disonancias.
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La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

Aunque no se han producido últimamente en la física revoluciones como las que


tuvieron lugar durante el primer cuarto del siglo XX, las semillas plantadas entonces han
continuado germinando y necesitando de nuevos desarrollos. De algunos de estos
desarrollos se ocupa este artículo; a la cabeza de ellos, los descubrimientos del bosón de
Higgs y de la radiación gravitacional. Al ahondar en ellos se hace patente la necesidad de
tratar también otros apartados, en los que la física muestra su unidad con la astrofísica y
la cosmología: materia oscura, agujeros negros y multiuniversos. Se repasa, asimismo, la
situación en la teoría de cuerdas y en la supersimetría, así como en el entrelazamiento
cuántico, con las aplicaciones de este a las comunicaciones seguras (criptografía
cuántica), para terminar con la presencia e importancia de la física en un mundo
científicamente interdisciplinar.

La física es considerada como la reina de las ciencias del siglo XX, y lo es con
justicia pues durante esa centuria se produjeron dos revoluciones que modificaron
drásticamente sus fundamentos e introdujeron cambios socioeconómicos profundos: la de
las teorías especial y general de la relatividad (Albert Einstein 1905, 1915) y la de la física
cuántica, a la que, al contrario que en el caso de la relatividad, no es posible asignar un
único progenitor, al ser el esfuerzo mancomunado de un extenso conjunto de científicos.
Ahora bien, sabemos que las revoluciones —ya sean en ciencia, en política o en
costumbres— poseen efectos de largo alcance, que aunque seguramente no serán tan
radicales como los que propiciaron las rupturas iniciales, conducen más tarde a
desarrollos, a descubrimientos o maneras de entender la realidad, antes insospechadas.

Así sucedió con la física una vez que se completasen las nuevas teorías básicas,
que en el caso de la física cuántica quiere decir la mecánica cuántica (Werner Heisenberg,
1925; Paul Dirac, 1925 y Erwin Schrödinger, 1926). En el mundo einsteiniano surgió
enseguida la cosmología relativista, que pudo acoger bien en su seno, como uno de los
modelos de universo posibles, el descubrimiento experimental de la expansión del
Universo (Edwin Hubble, 1929). Fue, sin embargo, en el contexto de la física cuántica
donde las «consecuencias-aplicaciones» resultaron más prolíficas; fueron, de hecho,
tantas que se puede decir, sin exagerar, que cambiaron el mundo. Los ejemplos en este
sentido son demasiados para enumerarlos aquí; baste, sin embargo, mencionar algunos:
la construcción de una electrodinámica cuántica (c. 1949), la invención del transistor
(1947) —al que bien se puede denominar «el átomo de la globalización y de la sociedad
digital»—, el desarrollo de la física de partículas elementales (posteriormente
denominada «de altas energías»), de la astrofísica, de la física nuclear y del estado sólido
(o «de la materia condensada»).
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La física clásica sostenía que el futuro del universo se podía predecir a


partir del conocimiento del estado presente ¿hasta qué punto el conocimiento
presente nos proporciona conocimiento del futuro?

La ciencia no puede ofrecer una explicación completa de la realidad debido a la


existencia de límites fundamentales en el conocimiento que puede proporcionar. Algunos
de esos límites son internos en el sentido de que hacen referencia a conceptos que
pertenecen al dominio de la ciencia pero que están fuera del alcance de la ciencia. Chaitin
ha demostrado, inspirándose en los trabajos de Gödel y Turing, que el carácter aleatorio
de una secuencia matemática no puede ser demostrado (es "indecidible"). Reflexiono aquí
sobre las consecuencias de la indeterminación del futuro y la indecidibilidad del azar.
Concluyo que la cuestión de la presencia o ausencia de finalidad en la naturaleza queda
fundamentalmente fuera del alcance del método científico. Tras la propuesta del llamado
"diseño inteligente" como posible programa científico que aspiraría a demostrar la
existencia de finalidad en la evolución biológica [Dembski, 2006]. En esta polémica, con
frecuencia innecesariamente agria, se contraponen el azar combinado con la selección
natural por un lado y el diseño inteligente por otro lado, como posibles mecanismos
motores del progreso de las especies. El azar es sin duda un concepto esencial para
trabajar en diversas disciplinas científicas, no solo en biología de la evolución sino en
física cuántica y física estadística. Sin embargo, resulta sorprendente que, dentro de la
polémica antes mencionada, apenas se haya reparado en que, dentro del ámbito de las
matemáticas, el azar no es demostrable. Por un lado, la combinación de la dinámica no
lineal de Poincaré y el principio de incertidumbre de Heisenberg nos lleva a una imagen
del mundo donde la realidad está, en muchos sentidos, indeterminada. Por otro lado, los
teoremas de Gödel nos revelan la existencia de teoremas matemáticos que, siendo ciertos,
no pueden ser demostrados. Se concluye que el diseño externo (inteligente) y el azar no
son demostrables. La ciencia puede sugerir la existencia de diseño, pero no puede
demostrarlo. Tampoco puede demostrar su ausencia. Y las cuestiones sobre finalidad
deben quedar fuera del debate científico. Su naturaleza última está fuera del alcance de
la ciencia y, sin embargo, toda la física se basa en ellos. Han evolucionado con la ciencia:
el espacio y tiempo absolutos fueron esenciales para el desarrollo de la mecánica
Newtoniana; un espacio-tiempo que depende del observador y que se ve deformado por
la materia es el núcleo de la revolución traída por la Relatividad General. Precisamente
la Relatividad General, junto con la Teoría Cuántica de Campos (QFT) plantea un
espinoso enigma a la ciencia actual, al no haberse encontrado ninguna teoría que las
unifique. Pese a décadas de esfuerzo en varias líneas de investigación prometedoras
(como las Supercuerdas), el proceso de unificación iniciado con las leyes de Maxwell no
ha podido aún incluir con éxito a la Gravedad junto con las otras fuerzas. Es posible que
la próxima revolución científica llegue con un cambio de paradigma que reconcilie las
dos teorías enfrentadas con una nueva manera de comprender el espacio y el tiempo.

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