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PRIMER CONGRESO NACIONAL DE

ESCENOGRAFÍA
TANDIL – 13 AL 16 DE NOVIEMBRE DE 2013

Facultad de Arte – Universidad Nacional del Centro de la


Provincia de Buenos Aires
Instituto de Estudios Escenográficos en Artes Escénicas y
Audiovisuales

Título de la ponencia: UN CRUCE ENTRE EL TEATRO DE PAPEL Y LA OBRA DE


FEDERICO GARCIA LORCA

Nombre y apellido del autor: Mag. Guillermo A. Dillon.

Pertenencia institucional: Magíster en Psicología de la Música, Docente e


investigador de la Facultad de Arte de la UNCPBA. Obtuvo la Beca UNESCO-
Aschberg para artistas 2006. Es director del grupo de títeres “Los
Engañapichanga”.

Dirección de e-mail: gdillon@arte.unicen.edu.ar

Resúmen

Relatamos la experiencia de recuperación para la escena contemporánea de


reproducciones de escenografías españolas de principios del siglo XX. Se trata de
miniaturas que proceden de una edición original de “El Teatro de los Niños”, publicado
por la editorial catalana Seix Barral entre 1915 y 1950.

Estos teatros en escala, creados por Carlos Barral i Nualart, se fabricaron con
10 modelos diferentes de proscenios, acompañados de 23 obras teatrales que incluían
libretos, personajes y telones escenográficos. Su sistema de armado permitía sumar
varios telones troquelados con zonas translucidas de papel vegetal de colores que,
debidamente iluminadas, producían efectos de ambiente y profundidad espacial
inéditos en los teatros de juguete de esa época.

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Los teatros de papel, como práctica teatral doméstica, fueron el germen
creativo declarado de autores como Oscar Wilde, Jane Austin, Charles Dickens, Hans
Christian Andersen, Lewis Carroll, Charlie Chaplin, Orson Welles y Edward Gordon
Craig, entre otros.

El grupo de títeres “Los Engañapichanga”, bajo la supervisión del escenógrafo


Ernesto Parise, adaptó esos telones a la escala del teatro de guignol en su puesta de
la obra “La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón” de Federico García
Lorca. Esta obra, basada en un cuento popular, fue estrenada por el mismo autor
andaluz en la sala de su casa junto al músico Manuel de Falla en 1923.

Observamos un cruce entre el rito teatral social y el doméstico como un


atravesamiento común en la génesis del texto de Lorca y las escenografías de papel,
que se intentó potenciar al unirlas en la puesta en escena que las recupera y las pone
en circulación, produciendo nuevas significaciones en el campo cultural actual.

Introducción

Esta comunicación es producto de las indagaciones del grupo “IPROCAE”


(investigación de procesos creativos en Artes Escénicas) en el que abordamos el
estudio de procesos creativos, optando metodológicamente por el análisis implicado
de las propias producciones artísticas de sus miembros.

Restituímos al campo analítico aspectos que ocupaban un lugar de resto o


residuo anecdótico de las producciones teatrales, lo que no puede leerse directamente
en la representación, dando cuenta de los saberes acumulados y entrelazados de
todos los artistas que intervienen en las diferentes etapas de creación de un
espectáculo.

El proceso de creación del primer espectáculo del grupo de teatro de títeres


“Los Engañapichanga” (el cual dirijo) comenzó con una investigación sobre los teatros
de papel, que derivó en un tránsito por las fronteras del fenómeno teatral desplegado
en espacios domésticos, a medio camino entre el juego, las tradiciones familiares y
teatrales. Culminado este proceso, logramos estrenar nuestra versión de la obra de
Federico García Lorca “La niña que riega la albahaca y el príncipe preguntón”.

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La particularidad de este proceso creativo, que compartimos en este espacio
de reflexión sobre la escenografía, reside en que el espectáculo fue generado en torno
a la concepción escenográfica.

De un modo contrapuesto a las prácticas teatrales habituales, primero


contamos con la propuesta escenográfica y posteriormente incorporamos el texto y la
puesta en escena que consideramos adecuada al discurso visual-espacial.

Todo comenzó con la recuperación de una colección de reproducciones de


escenografías españolas de principios del siglo XX, encontrada en medio de libros y
otros papeles de herencia familiar.

El teatro de los niños

Se trata de miniaturas que proceden de una edición original de “El Teatro de


los Niños”, publicado por la editorial catalana Seix Barral entre 1915 y 1950.

Estos teatros en escala, creados por Carlos Barral i Nualart, se fabricaron con
10 modelos diferentes de proscenios, acompañados de 23 obras teatrales que incluían
libretos, personajes y telones escenográficos. Su sistema de armado permitía sumar
varios telones troquelados en un mismo acto, además contaba con zonas translucidas
de papel vegetal de colores que, debidamente iluminadas, producían efectos de
ambiente y profundidad espacial inéditos en los teatros de juguete de esa época.

El “Teatro de los niños” es considerada la colección de mayor valor artístico


dentro del movimiento de teatros de papel europeo, tradición que comenzó en la
Inglaterra victoriana como estampas de recuerdo y publicidad que acompañaban los
programas de mano de las obras de teatro.

Los primeros teatros de juguete impresos en Inglaterra (Toy theater) datan de


1808 y los mas difundidos en Inglaterra son los creados por Benjamin Pollock en 1876,
en su tienda que funciona actualmente en Covent Garden como museo de dedicado a
los Toy Theaters.

En el siglo XIX esta práctica teatral doméstica fue desarrollada por toda
Europa, Aunque se destacaron las ediciones alemanas y francesas. Estas últimas
lograron su máxima difusión a través de las estampas de “L´imagerie d´Épinal”
creadas por Charles Pellerin, que se editaron desde 1796 hasta 1906.

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Los teatros franceses fueron la influencia directa (casi copia) de las ediciones
catalanas, con las ediciones de Paluzie y la citada de Seix Barral.

Rescatamos para el campo de la cultura que los teatros de papel, como


práctica teatral doméstica, fueron el germen creativo declarado de autores como Oscar
Wilde, Jane Austin, Chesterton, Charles Dickens, Hans Christian Andersen, Lewis
Carroll, Charlie Chaplin, Orson Welles, Edward Gordon Craig y Jacinto Benavente
entre otros.

Los títeres itinerantes argentinos

En el marco de una mirada restrospectiva sobre el arte de los títeres en


Argentina, resulta crucial la llegada en 1933 de Federico García Lorca a Buenos Aires
y su función de títeres en el Teatro Avenida.

El 26 de Marzo de 1934, después del reestreno de Bodas de Sangre en el


Teatro Avenida, Federico Garcia Lorca montó en la trastienda del teatro un retablo
para muñecos de guante con la ayuda de los actores de la compañía de Lola
Membrives.

Julio Viale Paz escribió sobre es jornada:”…si todas sus actividades


merecieron el elogio sin retaceos (…) ninguna de ellas ofreció mas deleite y gozo que
la representación privada que brindó en el Avenida para críticos y amigos, a la cual
tuve oportunidad de asistir. En su escenario se había levantado un tinglado pequeño
para los títeres de cachiporra que iban a a animar algunas de las comedias
lorquianas… El poeta sólo había traído un muñeco, Cristóbal (…) y le pidió a los
pintores Jorge Larco y Ernesto Arancibia que con premura le preparasen los tres o
cuatro que exigía la farsa… la contada concurrencia se divirtió grandemente y
descubrió en García Lorca a un titiritero Genial” (citado en Medina,1999 : 127).

La actitud de Lorca era reflejo de la atracción que generaron los títeres en las
vanguardias españolas de los años 20 y 30, en reacción al teatro burgués establecido.
Artistas como Valle Inclán, Rafael Alberti y Manuel de Falla también incluyeron
fantoches animados en sus creaciones.

Ulteriormente el teatro de títeres en la argentina se popularizó de la mano,


literalmente, de los titiriteros transhumantes que viajaban de pueblo en pueblo,

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realizando sus funciones principalmente en escuelas, acompañando el movimiento de
la escuela nueva que floreció en nuestro país en los años 60, que revalorizó el juego y
la expresión artística en el campo pedagógico. Sin duda es Javier Villafañe el mentor y
figura mítica de esta transmisión cultural.

Las características de este teatro itinerante, indicaron al títere de guante como


técnica de manipulación preferida. Lo que posibilitaba que un solo desplegara varios
personajes, en una animación integral de los personajes, con la única condición de
presentarlos de a dos por vez.

Los dispositivos escénicos se adaptaron a este formato, unipersonal (a lo sumo


dúo) y portátil, en los que la escenografía quedaba relegada generalmente a fondos
pintados u objetos colocados en el proscenio. Cabe acotar que la manipulación desde
abajo propia de los títeres de guante hace que las escenografías deban colgarse o
situarse en las zonas perimetrales, para dejar libre la circulación de los muñecos y los
manipuladores.

La niña que riega la albahaca

El grupo de títeres “Los Engañapichanga”, bajo la supervisión del escenógrafo


Ernesto Parise, adaptó alguno de los telones de la colección de Seix Barrall a la escala
del teatro de guignol en su puesta de la obra “La niña que riega la albahaca y el
príncipe preguntón” de Federico García Lorca. Esta obra, basada en un cuento
popular, fue estrenada por el mismo autor andaluz en la sala de su casa junto al
músico Manuel de Falla el 6 de enero de 1923. El texto nunca fue editado por
Federico, pero fue reconstruido por sus hermanos y otros asistentes a dicha velada
familiar.

La puesta en escena no se transformó básicamente desde su estreno, pero si


la estructura del retablo, procurando mayor portabilidad. La parrilla original con sus
contrapesos de arena (que demandaba una hora de armado), se redujo a un retablo
de aluminio con las escenografías colgantes y con un sistema manual de intercambio
de las escenografías. Formato mucho más adaptable a las características de una
compañía de títeres itinerante, que realiza funciones tanto en teatros tradicionales
como en espacios no convencionales.

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Los imágenes enteladas y caladas se transportan enrolladas y todavía se
mantienen en condiciones después de algo mas de 300 representaciones desde su
estreno hace 15 años, durante los cuales hemos recorrido casi toda la provincia de
Buenos Aires, CABA, Santa Fé, Chubut, Puerto Madryn, Bariloche, Córdoba, Viedma,
Cipolleti, entre otras ciudades.

Concluyendo

Hemos puesto en vinculación dos universos que fueron revelando muchos mas
aspectos en común de los que vislumbramos en un principio.

Observamos un cruce entre el rito teatral social y el doméstico como un


atravesamiento común en la génesis del texto de Lorca y las escenografías de papel,
que se intentó potenciar al unirlas en la puesta en escena que las recupera y las pone
en circulación, produciendo nuevas significaciones en el campo cultural actual.

Consideramos cumplido uno de los objetivos primordiales de esta propuesta


escénica, la recuperación activa de este formato teatral visual en extinción y su
vinculación con un público que hace sus primeras armas como espectadores,
proponiendo la vigencia de “El teatro de los niños” casi 100 años después. Como
testimonio de ello recibimos las expresiones de asombro de los espectadores ante los
amaneceres que se despliegan en la escena, así como ante la aparición del misterioso
castillo del “príncipe preguntón”.

El grupo tiene proyectado, además, realizar puestas de teatro íntimo en las que
los teatros de papel de la colección puedan ser utilizados en su dimensión original,
conjuntamente con una exposición de las 12 ediciones originales de las escenografías
de Seix Barral con las que cuenta la compañía.

Referencias Bibliográficas

Flores Contreras, L. (2009) “Breve historia de los teatros de papel”, en Revista


Educación y Biblioteca, -Año N°21, N° 173. Pags. 54 a 59.

Medina, P. (1999) “Lorca un Andaluz en Buenos Aires 1933 – 1934”. Manrique Zago y
Leon Goldstein, USA.

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