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Recomienda no hablar de temas espinosos en las reuniones familiares de estas fiestas y cultivar la empatía hacia la suegra.
¿Qué podemos hacer cuando intuimos que una comida de Navidad será conflictiva?
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Información publicada en la página 72 de la sección de Opinión de la edición impresa del día 24 de diciembre de 2008 VER ARCHIVO (.PDF)
--A padres y madres, yo les recomiendo que se hagan tres preguntas: en primer lugar, cómo les gustaría que sus hijos recordaran
las Navidades vividas en familia.
--Qué recuerdo les gustaría que sus hijos conservaran de ellos en relación con estas fiestas.
--¿Y la tercera?
--Cómo contribuirán esta Navidad a hacer posible que esta visión se haga realidad.
--Es bueno aprovechar los aprendizajes de Navidades anteriores y saber en qué temas podemos profundizar y cuáles conviene
desviar porque son susceptibles de controversia.
--Se trata de hablar de los temas que generan más conexión entre los comensales y no entrar en polémica.
--Porque alguien se enfadará y quizá pierda los papeles. Y la Navidad, a mi entender, no es época para discutir en la mesa; ya
habrá otros momentos. En las comidas de Navidad, habla en positivo de los temas que te hagan sentir bien y sé asertivo.
--Nos puede caer mal por diferentes razones: porque es pesimista, le pone peros a todo o lo critica todo, pero se trata de entender el
motivo que la impulsa a actuar a su manera. En algunos momentos, personas que nos resultan desagradables, en realidad tienen
necesidad de reafirmarse. Tenemos que entender que, desde su forma de ser, lo que hacen y dicen es normal. Para comprenderlos
es necesaria una competencia emocional llamada empatía.
--Ponerse en el lugar del otro pero no desde mí, como si yo estuviese en su lugar, sino como si yo fuera él o ella. Si somos capaces
de empatizar bien con la persona, comprendiendo sus creencias y su forma de razonar, acabaremos comprendiendo por qué hacen
lo que hacen y dicen lo que dicen.
--Exacto. En el momento que vemos que es algo suyo, que su mal humor no tiene nada que ver con nosotros, dejamos de vivirlo
como un ataque personal y nos relajamos. Y cuando al otro le decimos, con la mirada, "está bien cómo eres", el otro lo percibe. Se
trata de hacerle sentir aceptado y no un bicho raro, diga lo que diga y se comporte como se comporte. A nadie le gusta sentirse un
bicho raro.
--La persona asertiva es capaz, incluso, de enfadarse amorosamente. La asertividad nos permite expresarnos de una forma directa,
honesta y respetuosa. Se trata de demostrar que nos respetamos a nosotros mismos y a los demás. Yo tengo derecho a ser
respetado y tengo el deber de respetar a los demás.
--Pero la persona tiene que querer ser asertiva. La asertividad no deja de ser un aprendizaje de habilidades de comunicación.
Supone un punto de equilibrio entre la firmeza y la amabilidad.
--Se trata de ser auténtico, pero no de cualquier manera. Para ser sincero, no hay que ser cruel. Uno puede ser sincero y decir las
cosas con delicadeza. Pero la asertividad no es la mejor opción ni en cualquier momento ni con cualquier persona: hay que discernir
en qué momento toca ser asertivo, y cuándo es mejor que no.
--La excesiva confianza nos puede llevar a tener que marcar límites a un comensal.
--¿Cómo?
--Actuando de forma asertiva y diciéndole a aquella persona que ese no es el tema para tratar en este momento.
--Sí. Es necesario tener el coraje de saber parar a tiempo determinadas conversaciones espinosas. Por ejemplo, si yo sé que mi
pareja, si habla de política, acabará discutiéndose con otro comensal, tengo que decirle cómo me he sentido otras veces y
expresarle claramente qué conducta espero de él o de ella.
--Quizá sí, pero bienvenidos sean. Gracias a la Navidad nos reunimos, nos sentamos en la misma mesa, y charlamos con tiempo y
de forma distendida.
--Suele suceder. En general, aquello que das desde la honestidad, te regresa de vuelta.