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Manejo de los miedos comunes, en la infancia

Ya hemos hablado sobre los miedos, lo que son, su función y cómo se


presentan en cada etapa del desarrollo del niño en el tema "Miedos en la
infancia", ahora te presentamos algunas estrategias para manejar los miedos
comunes de la infancia.
Cuando no estamos frente a un miedo patológico, se puede apoyar con
facilidad al niño desde casa.
Recordemos que cuando los niños son pequeños, les es difícil expresar sus
emociones, por lo que la manera en que lo manifiestan puede variar de un niño
a otro, algunos llorarán, otros temblaran, otros simplemente se negaran a hacer
algo o entrar a algún lugar y algunos simplemente lo expresarán, pero sea cual
sea la manera en que se expresen, este sentimiento será legítimo y por lo tanto
debe ser respetado.
1. Lo primero es permitir que el niño hable sobre su miedo, por muy ridículo
que nos pueda parecer lo debemos escuchar si juzgarlo, esto lo ayudará a
desahogarse.
2. Es bueno que como padres le platiquemos los miedos que nosotros hemos
enfrentado desde pequeños, para que entienda que lo que le pasa es algo
natural que se puede superar.
3. Cuando notamos que el niño tiene miedo debemos mostrarle nuestro amor y
protección, para brindarle seguridad. Dando una palmada en la espalda,
tomando su mano y expresándole que estamos con él y que lo que siente está
bien.
4. Después debemos acompañarlo a descubrir que no hay nada que temer.
(Por ejemplo recorrer una habitación de arriba a bajo, con el objetivo de
descubrir que no hay monstruos, mover los objetos o cosas que puedan
aparentar ser algo más)
5. Si al revisar encontramos que algún espacio u objeto puede verse como un
monstruo o un espacio que provoque la impresión de profundidad, explicarle lo
qué pasa y si no funciona, mover el objeto o tapar esos espacios que den la
perspectiva de qué hay algo más o desconocido en su interior.
6. También le podemos dar una pequeña linterna para que alumbre hacia esos
espacios, siempre que sienta que hay algo más.
7. Utilizar recursos como videos y cuentos para que el niño aprenda sobre esta
emoción y descubra qué hay muchas historias parecidas a la suya, pero que
siempre terminan bien.
8. Dibujar sus miedos, para poder expresarse mejor.
9. Evitar estímulos que puedan ser la causa de miedos y pesadillas, como
películas, videojuegos o exposición a eventos cargados de violencia.
10. Técnica del “COME MIEDOS”

Miedos y fobias en la infancia


Los miedos o temores son emociones caracterizadas por una intensa sensación,
habitualmente desagradable, provocada por la percepción de un peligro, real o
supuesto, presente, futuro o incluso pasado. Se derivan de la aversión natural al
riesgo o a la amenaza, y se manifiestan en todos los animales, lo que incluye al
hombre.

Los miedos son fenómenos muy comunes a lo largo del desarrollo del niño.
Suelen aparecer coincidiendo con períodos de edad determinados, siendo estos
temores, en general, pasajeros y de poca intensidad, remitiendo
espontáneamente a medida que el niño madura y se desarrolla. Son conocidos
como “miedos evolutivos”.

Las fobias y la ansiedad son miedos de gran intensidad, irracionales y


especialmente desproporcionados al riesgo de la situación u objeto temido que,
generalmente, no suponen una amenaza real (oscuridad, pequeños animales,
etc.). Pueden originar una reacción de ansiedad y repercutir negativamente a
nivel personal y familiar.

Miedos y temores más frecuentes en los niños


1) Miedo a la oscuridad: aparece en uno de cada tres niños hacia los 2 años y
disminuye a los 8-9. Puede incluir ingredientes de otros temores, como miedo a
la separación, a seres imaginarios y peligrosos, ladrones, ruidos y al abandono.
Se le puede ayudar acompañándolo hasta que consiga dormirse, manteniendo
alguna luz encendida que reduzca progresivamente la intensidad o dejando un
pequeño piloto. Se ha de intentar que el ambiente para dormir sea lo más
agradable posible. Conviene establecer rutinas previas al acostarse, ya que
estos rituales le tranquilizarán, ayudándole a conseguir un sueño saludable. Se
recomienda evitar la activación excesiva antes de que se vaya a dormir. Se le
puede hacer compañía durante unos minutos, hablando de lo ocurrido en el día,
leyendo un cuento o cantando una canción en un tono de voz lo más monótono
posible para que induzca el sueño. Luego se le arropa y despide siempre de la
misma forma. Si precisa, puede repetirse la maniobra, hasta que entienda que
seguirá en su cama y que no le va a pasar nada.

2) Miedo a la separación: el miedo a la separación de las personas con las que


el niño está afectivamente unido es uno de los temores más consolidados en la
especie humana. Aparece cuando está alejado de las personas de referencia a
las que está vinculado, especialmente de la madre. Lo normal es que este temor
vaya remitiendo a partir de los 6 años, aunque en un pequeño porcentaje se
mantiene, evolucionando hacia un trastorno llamado “ansiedad de separación”.
Para evitar este problema es fundamental favorecer desde un principio las
conductas de autonomía del niño (evitar la sobreprotección, reforzar la
independencia del niño...). Se pueden realizar separaciones breves en un
principio y hacerlas cada vez más prolongadas, felicitando y recompensando los
logros conseguidos por el niño. Delegar los cuidados en otros familiares y
procurar que otras personas se relacionen estrechamente con él (como dejarle
a dormir en casa de un amigo, etc.).
3) Miedos escolares: se incluyen miedos específicos a elementos o situaciones
concretas del entorno escolar (asignaturas concretas, repetir curso, el comedor,
etc.), al hecho de estar separado de los padres o a las actividades sociales que
se desarrollen en la escuela (hablar en clase, relaciones conflictivas con
compañeros, etc.). Este tipo de miedos, al contrario que los otros que disminuyen
con el paso de los años, se acrecientan con la edad. Precisan de una actitud
firme de los padres y la colaboración del profesorado. Se han de evitar ausencias
escolares prolongadas, ya que cada día que transcurra sin ir al colegio más se
complica el retorno a clase.
4) Miedos médicos: incluyen miedos al dolor físico, a los procedimientos médicos
y al contexto sanitario (medicaciones, inyecciones y vacunas, sangre, batas y
profesionales, especialmente los dentistas).
Las experiencias positivas en las consultas funcionan como un colchón que
amortigua el efecto de daños posteriores. La actitud serena de los padres y la
relación positiva con el personal sanitario también son factores protectores.

Consejos generales
La mayor parte de los miedos y temores infantiles desaparecen por sí solos sin
necesidad de tratamiento, a medida que el niño va madurando y aprendiendo
estrategias para afrontar las situaciones temidas. Es conveniente ayudarle a
superar sus temores, evitaar la sobreprotección y fomentar que sea el niño quien
solucione las dificultades con ayuda, pero sin que se encuentre siempre los
problemas resueltos.
Hay que tener en cuenta que a veces el miedo se perpetúa por las ventajas que,
sin proponérselo inicialmente, se obtienen con ello. Por un lado, los padres
suelen adoptar una actitud comprensiva y tolerante, proporcionando al niño más
caprichos o ventajas y, por otro, le pueden descargar de obligaciones, deberes
o responsabilidades. Se debe valorar realmente si es conveniente realizar ciertas
concesiones (dejarle pasar a la cama de los padres cuando haya miedos
nocturnos, dejarle en casa sin ir al colegio, etc.).
El recurso al miedo para controlar el comportamiento infantil es una práctica
educativa inadecuada. El “si no eres bueno, llamo al coco” o “si no tomas el
jarabe, te llevaremos al hospital para que te pinchen” resuelven las situaciones
de forma momentánea, pero pueden generar problemas a largo plazo. Es mejor
educar positivamente, empleando elogios e incentivos, en lugar de amenazas y
coacciones.
El niño con miedo puede emplear estrategias para escapar o evitar las
situaciones temidas (como fingir dolor de barriga para no ir al colegio, llorar
cuando queda solo). Si esto sucede hay que evitar entrar en riñas o discusiones.
Es preferible la indiferencia, tener paciencia y fingir que no se oyen las quejas ni
las rabietas, celebrando por el contrario cualquier acción positiva del niño, por
insignificante que sea, dirigida a superar el miedo
Es conveniente entrenar al niño en la valentía, animándole a que se enfrente
poco a poco a las situaciones que le provoquen temor, resaltando sus
comportamientos valerosos con ayudas verbales (¡bien!, ¡ánimo!, etc.) que
resultan más potentes si se acompañan de contacto físico (chocar palmas,
palmada en la espalda, etc.).
La imitación tiene mucho que ver en la adquisición de miedos infantiles, por lo
que es importante mantener la compostura y disimular los propios temores en
presencia del niño.
Las sensaciones de seguridad suscitadas por la compañía de los padres
contrarrestan el miedo. Se aconseja restas importancia a las manifestaciones
normales de temor del niño e intentar conservar la calma en momentos de estrés,
de lo contrario se obtendrá el resultado opuesto y el niño se alterará más.
Ante situaciones novedosas, realice cambios de forma gradual, tanto en tiempos
como en intensidad, para que se vaya acostumbrando (por ejemplo: visitar con
él la guardería antes del primer día del curso) y prepárele para acontecimientos
difíciles (enfermedades, cambios en la familia...).
Un mecanismo de adquisición del miedo es la observación de experiencias
atemorizantes. Hay que seleccionar películas, lecturas, relatos y espectáculos
apropiados para su edad, cuidando que no vea filmes de terror o de violencia
indiscriminada. Es útil en ocasiones recurrir al juego y al humor en circunstancias
de temor.
Si con estos consejos generales no es suficiente y el miedo es intenso,
persistente y tiene repercusión negativa en el niño y su entorno, será entonces
conveniente buscar ayuda profesional.

Los miedos infantiles. Miedos en los niños


Si tu hijo sufre por algún miedo es muy importante transmitirle tranquilidad,
seguridad, confianza, y ayudarle a superarlos con mucho cariño y comprensión.
De una forma general, los miedos suelen aparecer en edades comprendidas
entre los 3 y los 6 años, cuando el niño aún no entiende el mundo que le rodea
y no es capaz de separar lo real de lo imaginario.

Cuándo aparece el miedo en los niños

Algunos miedos llegan a ser perjudiciales para el desarrollo del niño, sin
embargo hay otros que le enseñan a ser mas precavido y cuidadoso. Según
algunos investigadores, los miedos aparecen y desaparecen, cambian a
medida que el niño va creciendo y sea capaz de superarlos cuando reconoce
poco a poco la realidad. Se debe tener en cuenta que no se puede acabar con
todos los miedos porque estos también permiten al niño entender el mundo.

Muchos de estos miedos se ven inducidos por el ambiente externo y otros


están fundados en experiencias negativas en casa o fuera de ella. Estos
últimos pueden servir a los padres como alarma para identificar situaciones de
maltrato o abuso a su hijo.
Uno de los miedos infantiles más habituales es el miedo al abandono a
quedarse solos en general, reflejado en los primeros días de escuela o en la
separación de los padres. También son frecuentes los temores a las personas
extrañas, a objetos raros, a los ruidos fuertes, a la muerte o a la oscuridad.

Lo que no debes hacer cuando tu hijo sienta miedo


Es tan importante saber lo qué hacer cuando los niños sienten miedo como lo
que no se debe hacer. Para que los niños superen sus miedos, la actitud de los
padres es esencial. Corresponde a los padres respetar, comprender y buscar
entender los miedos de sus pequeños.
Cuando tu hijo sienta miedo no te burles ni lo ignores

Los miedos infantiles son inevitables pero si el niño cuenta con el apoyo y la
paciencia de sus padres, el miedo sólo será una palabra de 5 letras. Es necesario
que el niño sienta confianza en alguien sí controlables si el niño cuenta con la
confianza y la ayuda de sus padres y cuidadores.
Sigue algunos 9 consejos y recomendaciones para que los niños superen los
miedos con la ayuda y la orientación de los padres:
1 - No asuste a tu hijo con historias de ogros, de fantasmas, de brujas, etc.,
principalmente antes de acostarle. Tienes que decirle que estos personajes
solamente existen en los cuentos y películas...
2 - No te rías de los temores que tu hijo expresa. Si ridiculizas o burlas de su
miedo disminuirá su confianza. Frases como No seas tonto, niños como tu no
deben tener miedo de eso, o No tienes vergüenza de tener estos miedos..., no
contribuirán para disminuir el temor que él siente. Al revés, le desanimará a
compartir sus temores contigo.
3 - No transmita más miedo a tu hijo del que ya tiene. Él necesita tener su
seguridad y confianza. No ignore sus miedos. No le mienta, por ejemplo,
diciéndole que una inyección no le dolerá o algo parecido. Si mientes sobre una
situación de miedo le producirá más temor. Ayúdale a prepararse para
enfrentar la situación con la verdad y con honestidad. Si tu hijo tiene miedo de
irse al colegio, oiga sus razones, llévalo de visita a la escuela, enséñale su
clase y habla sobre lo mucho que irá aprender allí.
4 - No obligues a tu hijo a pasar situaciones que él teme. Los miedos no se
superan enfrentándose a la situación de una vez por todas. En lugar de ayudar,
algunas veces esto intensifica el miedo. Tu hijo tiene el derecho de
acostumbrarse poco a poco a situación que él teme. No le obligues ver una
película de la cual él tiene miedo, o que acaricie a un perro que no le gusta, o
que se monte en una montaña rusa cuando vayan a un parque de atracciones.
5 - No transmita sus temores personales hacia tu hijo. Si tienes miedo a las
arañas, tu hijo puede sentirlo. La forma en que enfrentas tus propios miedos le
da a tu niño el patrón a seguir para enfrentar situaciones similares. El miedo
también se aprende.
6 - No le llames de cobarde o infantil a tu hijo si se muestra temeroso ante
cualquier situación. No le ridiculices. Eso no le ayudará en absoluto. Le hará
sentirse inseguro, necesitado de cariño, solitario y sin comprensión.
7 - No le obligues a afrontar su miedo en solitario. Este es un tremendo error.
Nunca obligues a tu hijo a entrar a oscuras en su habitación si no quiere
hacerlo. Provocarás un aumento de su ansiedad y contribuirás a alargar ese
miedo e incluso a perpetuarlo. Además, el sentimiento de no ser capaz de
afrontar la situación no le dejará sentirse orgulloso de sí mismo.
8 - No le des demasiada importancia. Si cada vez que veas un perro te
interpones entre tu hijo y el animal e insistes en que tu le defenderás, el niño
acabará pensando que todos los perros son realmente peligrosos y no podrá
superar su miedo.
9 - No ignores los miedos de tu hijo. Si así lo haces, el niño se sentirá perdido y
solo. No encontrará la forma de enfrentarse al problema y percibirá por tu parte
desinterés y falta de cariño y de atención.

5 cosas que debes hacer cuando tu hijo tiene miedo


Cuando el niño siente miedo a algo, a alguien o a alguna situación o
circunstancia, los padres pueden seguir estos 5 consejos:
1. Entender y ponerse en el lugar del niño. Explicarle que el miedo es normal
en ciertas situaciones. Hablar con el niño sobre el por qué él siente miedo y
darle razones para entender que sus miedos no tienen fundamento.
2. Ofrecer apoyo y comprensión. Demuestra a tu hijo que puedes ayudarle a
perder el miedo a algo en concreto.
3. Ayudar al niño a analizar racionalmente que él está fuera de peligro.
4. Enseñar al niño a calmarse utilizando técnica de respiración.
5. Afrontar los miedos de tu hijo junto a él. Si el niño tiene miedo a perros, por
ejemplo, no cambie de acera cuando os encontréis con algún perro. Actúe con
naturalidad que poco a poco tu hijo se dará cuenta de que su miedo no tiene
sentido.
Por qué tienen miedo los niños
Temer a los extraños, a separarse de sus padres, a la oscuridad, al colegio...
son miedos evolutivos. Son temores comunes a casi todos los niños, la
mayoría pasajeros, de poca intensidad y propios de una etapa evolutiva
concreta. Están asociados a las distintas fases del desarrollo y van variando a
medida que evolucionan las características cognitivas, sociales o emocionales
de los niños.

Ahora bien, cada uno, en función de sus características personales y de sus


experiencias, vivenciará dichos miedos de forma diferente o en distintos
momentos que otros, o incluso no experimentará nunca un temor determinado.
No reaccionará de la misma manera un niño que ha sido agredido por un perro
que otro cuyas experiencias con animales han sido positivas.

Frecuentemente, los padres recurren al miedo para proteger a sus hijos de


situaciones peligrosas (enchufes, animales, tráfico), pero también, les meten el
miedo en el cuerpo innecesariamente para controlar su conducta. Es una
práctica educativa que, aunque consiga que el niño obedezca en ese momento,
puede originar a la larga problemas más serios.
La reacción del niño ante el miedo
Cuando son bebés pueden reaccionar con sobresalto o llanto; más tarde,
además de llorar, intentan evitar a toda costa la fuente que les causa el temor,
buscan la compañía de un adulto que los proteja.

A veces, simplemente, experimentan algún cambio en su conducta habitual,


por ejemplo, pueden manifestar alguna regresión en sus hábitos, volviéndose a
hacer pis en la cama o a chuparse el dedo cuando ya habían dejado de
hacerlo.

Los miedos no son motivo de grandes preocupaciones, pero si son tan intensos
y persistentes que repercuten negativamente en el desarrollo del niño, en su
vida cotidiana o en sus estudios, y la familia, a pesar de sus esfuerzos, no sabe
cómo manejar la situación, sería conveniente visitar a un profesional.

Cómo ayudar al niño a superar el miedo


· Primero, identificar lo que produce miedo.
· Hablar sobre las cosas que le causan temor, que se sienta escuchado.
· Tener un talante comprensivo. Procurar que no se sienta avergonzado ni
regañado.
· Transmitirle seguridad y confianza, siempre con un tono relajado.
· Alentarle a que se enfrente a sus temores de forma gradual, aunque al
principio sea con nuestra ayuda, sin forzarlos y elogiando sus conductas
valerosas.
· Fomentar su autoestima y autonomía.
· Enseñarle maneras de contrarrestar la ansiedad: escuchar música, relajarse,
o actividades que le mantengan ocupado (contar fichas, enumerar comidas
favoritas).
· Concederle algún poder sobre la situación (encender una pequeña luz, tener
una pequeña mascota).
· Predicar con el ejemplo, de forma que tenga en nosotros un modelo adecuado
de superación.
· Ofrecer al niño una visión positiva del mundo. Hay que enseñarle a no
preocuparse excesivamente por las cosas y a encontrar soluciones a los
problemas que le surjan.
· Mucho humor. Un buen antídoto contra el miedo es transformar aspectos
aterradores en características graciosas mediante dibujos y bromas.

Qué no hacer si el niño tiene miedo


· No se debe ignorar el miedo. Frases del tipo “ no te asustes, no tienes
motivo” o “ tienes que ser valiente” le hacen sentirse incomprendido y solo
ante el peligro, ya que si sus padres niegan su miedo, seguramente no le van a
poder ayudar a superarlo.
· Tampoco hay que reaccionar de forma exagerada. El niño puede ver en ello
más atención y concesiones de las normales, que le libran de tareas y
obligaciones, reforzando accidentalmente los temores.
· No burlarnos del niño, ni regañarle. La ridiculización no le hace menos
miedoso, solo merma la confianza en sí mismo y hace que trate de ocultar su
miedo.
· No evitarle los objetos y hechos que teme, ya que así supera
momentáneamente el miedo, pero no le ayuda a vencerlo definitivamente.
· Permitir al niño dormir en la cama con los padres debe ser algo muy
excepcional, como motivo de fiesta, pero nunca como medio para solucionar el
problema.
· No mentir al niño. La información sobre un hecho que le sobrepasa (por
ejemplo, vacunarse) le puede ayudar a controlarlo. Simplemente hay que
explicarle las cosas de manera sencilla para que las pueda entender.
· Si son niños especialmente temerosos, evitar las historias de ogros,
fantasmas o brujas, o actividades que puedan asustarlos (películas de miedo,
sustos...), sobre todo antes de irse a dormir.
· No transmitirles nuestros temores personales.

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