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Los miedos son fenómenos muy comunes a lo largo del desarrollo del niño.
Suelen aparecer coincidiendo con períodos de edad determinados, siendo estos
temores, en general, pasajeros y de poca intensidad, remitiendo
espontáneamente a medida que el niño madura y se desarrolla. Son conocidos
como “miedos evolutivos”.
Consejos generales
La mayor parte de los miedos y temores infantiles desaparecen por sí solos sin
necesidad de tratamiento, a medida que el niño va madurando y aprendiendo
estrategias para afrontar las situaciones temidas. Es conveniente ayudarle a
superar sus temores, evitaar la sobreprotección y fomentar que sea el niño quien
solucione las dificultades con ayuda, pero sin que se encuentre siempre los
problemas resueltos.
Hay que tener en cuenta que a veces el miedo se perpetúa por las ventajas que,
sin proponérselo inicialmente, se obtienen con ello. Por un lado, los padres
suelen adoptar una actitud comprensiva y tolerante, proporcionando al niño más
caprichos o ventajas y, por otro, le pueden descargar de obligaciones, deberes
o responsabilidades. Se debe valorar realmente si es conveniente realizar ciertas
concesiones (dejarle pasar a la cama de los padres cuando haya miedos
nocturnos, dejarle en casa sin ir al colegio, etc.).
El recurso al miedo para controlar el comportamiento infantil es una práctica
educativa inadecuada. El “si no eres bueno, llamo al coco” o “si no tomas el
jarabe, te llevaremos al hospital para que te pinchen” resuelven las situaciones
de forma momentánea, pero pueden generar problemas a largo plazo. Es mejor
educar positivamente, empleando elogios e incentivos, en lugar de amenazas y
coacciones.
El niño con miedo puede emplear estrategias para escapar o evitar las
situaciones temidas (como fingir dolor de barriga para no ir al colegio, llorar
cuando queda solo). Si esto sucede hay que evitar entrar en riñas o discusiones.
Es preferible la indiferencia, tener paciencia y fingir que no se oyen las quejas ni
las rabietas, celebrando por el contrario cualquier acción positiva del niño, por
insignificante que sea, dirigida a superar el miedo
Es conveniente entrenar al niño en la valentía, animándole a que se enfrente
poco a poco a las situaciones que le provoquen temor, resaltando sus
comportamientos valerosos con ayudas verbales (¡bien!, ¡ánimo!, etc.) que
resultan más potentes si se acompañan de contacto físico (chocar palmas,
palmada en la espalda, etc.).
La imitación tiene mucho que ver en la adquisición de miedos infantiles, por lo
que es importante mantener la compostura y disimular los propios temores en
presencia del niño.
Las sensaciones de seguridad suscitadas por la compañía de los padres
contrarrestan el miedo. Se aconseja restas importancia a las manifestaciones
normales de temor del niño e intentar conservar la calma en momentos de estrés,
de lo contrario se obtendrá el resultado opuesto y el niño se alterará más.
Ante situaciones novedosas, realice cambios de forma gradual, tanto en tiempos
como en intensidad, para que se vaya acostumbrando (por ejemplo: visitar con
él la guardería antes del primer día del curso) y prepárele para acontecimientos
difíciles (enfermedades, cambios en la familia...).
Un mecanismo de adquisición del miedo es la observación de experiencias
atemorizantes. Hay que seleccionar películas, lecturas, relatos y espectáculos
apropiados para su edad, cuidando que no vea filmes de terror o de violencia
indiscriminada. Es útil en ocasiones recurrir al juego y al humor en circunstancias
de temor.
Si con estos consejos generales no es suficiente y el miedo es intenso,
persistente y tiene repercusión negativa en el niño y su entorno, será entonces
conveniente buscar ayuda profesional.
Algunos miedos llegan a ser perjudiciales para el desarrollo del niño, sin
embargo hay otros que le enseñan a ser mas precavido y cuidadoso. Según
algunos investigadores, los miedos aparecen y desaparecen, cambian a
medida que el niño va creciendo y sea capaz de superarlos cuando reconoce
poco a poco la realidad. Se debe tener en cuenta que no se puede acabar con
todos los miedos porque estos también permiten al niño entender el mundo.
Los miedos infantiles son inevitables pero si el niño cuenta con el apoyo y la
paciencia de sus padres, el miedo sólo será una palabra de 5 letras. Es necesario
que el niño sienta confianza en alguien sí controlables si el niño cuenta con la
confianza y la ayuda de sus padres y cuidadores.
Sigue algunos 9 consejos y recomendaciones para que los niños superen los
miedos con la ayuda y la orientación de los padres:
1 - No asuste a tu hijo con historias de ogros, de fantasmas, de brujas, etc.,
principalmente antes de acostarle. Tienes que decirle que estos personajes
solamente existen en los cuentos y películas...
2 - No te rías de los temores que tu hijo expresa. Si ridiculizas o burlas de su
miedo disminuirá su confianza. Frases como No seas tonto, niños como tu no
deben tener miedo de eso, o No tienes vergüenza de tener estos miedos..., no
contribuirán para disminuir el temor que él siente. Al revés, le desanimará a
compartir sus temores contigo.
3 - No transmita más miedo a tu hijo del que ya tiene. Él necesita tener su
seguridad y confianza. No ignore sus miedos. No le mienta, por ejemplo,
diciéndole que una inyección no le dolerá o algo parecido. Si mientes sobre una
situación de miedo le producirá más temor. Ayúdale a prepararse para
enfrentar la situación con la verdad y con honestidad. Si tu hijo tiene miedo de
irse al colegio, oiga sus razones, llévalo de visita a la escuela, enséñale su
clase y habla sobre lo mucho que irá aprender allí.
4 - No obligues a tu hijo a pasar situaciones que él teme. Los miedos no se
superan enfrentándose a la situación de una vez por todas. En lugar de ayudar,
algunas veces esto intensifica el miedo. Tu hijo tiene el derecho de
acostumbrarse poco a poco a situación que él teme. No le obligues ver una
película de la cual él tiene miedo, o que acaricie a un perro que no le gusta, o
que se monte en una montaña rusa cuando vayan a un parque de atracciones.
5 - No transmita sus temores personales hacia tu hijo. Si tienes miedo a las
arañas, tu hijo puede sentirlo. La forma en que enfrentas tus propios miedos le
da a tu niño el patrón a seguir para enfrentar situaciones similares. El miedo
también se aprende.
6 - No le llames de cobarde o infantil a tu hijo si se muestra temeroso ante
cualquier situación. No le ridiculices. Eso no le ayudará en absoluto. Le hará
sentirse inseguro, necesitado de cariño, solitario y sin comprensión.
7 - No le obligues a afrontar su miedo en solitario. Este es un tremendo error.
Nunca obligues a tu hijo a entrar a oscuras en su habitación si no quiere
hacerlo. Provocarás un aumento de su ansiedad y contribuirás a alargar ese
miedo e incluso a perpetuarlo. Además, el sentimiento de no ser capaz de
afrontar la situación no le dejará sentirse orgulloso de sí mismo.
8 - No le des demasiada importancia. Si cada vez que veas un perro te
interpones entre tu hijo y el animal e insistes en que tu le defenderás, el niño
acabará pensando que todos los perros son realmente peligrosos y no podrá
superar su miedo.
9 - No ignores los miedos de tu hijo. Si así lo haces, el niño se sentirá perdido y
solo. No encontrará la forma de enfrentarse al problema y percibirá por tu parte
desinterés y falta de cariño y de atención.
Los miedos no son motivo de grandes preocupaciones, pero si son tan intensos
y persistentes que repercuten negativamente en el desarrollo del niño, en su
vida cotidiana o en sus estudios, y la familia, a pesar de sus esfuerzos, no sabe
cómo manejar la situación, sería conveniente visitar a un profesional.