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Nombres propios (p. 126): en los casos en los que “x” y “y” están por nombres propios (más
la creencia de que los nombres propios contienen elementos descriptivos, y con la
posibilidad de que hayamos etiquetado mal las cosas debido a información
errónea). La respuesta a esto es que los nombres propios son designadores rígidos
II. Desde aquí, se desarrolla una sección que cuestiona la equivalencia con que
ciertos filósofos hacen uso de las nociones de aprioricidad y necesidad.
Kripke, desde luego, realiza una distinción (p. 136):
(ii) Una verdad a priori es tal que puede conocerse como verdadera con
independencia de la experiencia. Su campo filosófico es la epistemología.
Por (i) y (ii), ninguna de las dos clases de enunciados está contenida en la otra.
Casos:
Problema del esencialismo (p. 138): en el ejemplo del atril, ¿cuáles son sus
propiedades esenciales, aparte de su identidad consigo mismo? Según los
defensores del esencialismo, el atril de madera no podría haber sido hecho de
hielo; no sería el mismo; “este atril está hecho de madera” es una verdad necesaria
pero a posteriori
“Si los nombres son designadores rígidos, entonces no puede haber dudas acerca
de si las identidades son necesarias, porque “a” y “b” serán designadores rígidos
de un cierto hombre o cosa x” “No podría uno tener una situación en la cual
Hesperus no hubiese sido Phosphurus” (p. 141)
Refutación de lo anterior:
- “H es P” expresan la afirmación metalingüística de que los nombres refieren al
mismo objeto
- “H es P” no lo sabemos a priori; y decir que se pueden imaginar circunstancias
en las que Hesperus no habría sido Phosphorus
Esta respuesta al problema parece suponer que usamos una descripción para fijar
la referencia de un término. Pero incluso si esto fuera así, claramente la
descripción no es sinónima con el término. Y en todo caso, es improbable que éste
sea el mecanismo usual para fijar la referencia de un término.