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Kripke, S. (1971). Identidad y necesidad. En L. Valdés (Ed.

) (2005) La búsqueda del


significado. Madrid: Tecnos.

Pregunta inicial: ¿Son posibles los enunciados contingentes de identidad?

Argumento lógico en contra de aquella posibilidad (demuestra a su vez necesidad en los


enunciados de identidad):

1) Si x es igual a y, entonces si x tiene cierta propiedad, también la tiene y.

2) Supuesto indiscutido: cualquier objeto es necesariamente idéntico a sí mismo, vale


decir, es necesario que “x” es igual a “x”. Insistimos: es necesario que “x” sea igual a “x”,
y aquí hemos determinado a esta necesidad como una propiedad necesaria de x la de ser
igual a sí misma.

3) Entonces, si “x” es igual a “y”, necesariamente “x” es igual a “y” (no


contingentemente), por 1) propiedad de “x” compartida por y, y 2) necesidad de que si
“y” es igual a “x”, entonces es igual a “x”.

 Ocurre entonces que un enunciado de identidad, si es verdadero, es


necesariamente verdadero.

Paradoja: de acuerdo con Wiggins, “existen indudablemente enunciados de identidad


contingentes”, lo cual nos sitúa conflictivamente frente a lo demostrado lógicamente.

Casos de enunciados contingentes de identidad:

 Descripciones definidas (p. 124): el primer director general de Correos de USA


es idéntico al inventor de los lentes bifocales (esto fue resuelto por Russell).

 Nombres propios (p. 126): en los casos en los que “x” y “y” están por nombres propios (más
la creencia de que los nombres propios contienen elementos descriptivos, y con la
posibilidad de que hayamos etiquetado mal las cosas debido a información
errónea). La respuesta a esto es que los nombres propios son designadores rígidos

 Identificaciones teóricas: “agua = H2O”, “el calor = es el movimiento de la moléculas”, “un


estado mental = un estado físico”, que son resultado de investigación empírica
(a posteriori). La respuesta a esto es distinguir entre necesidad y aprioridad

I. Tesis kripkeana: los enunciados de identidad son siempre necesarios y no


contingentes. Esto se da tanto en el caso de los nombres como en el de las
identificaciones teóricas (pp. 130-131).

 Para explicar esta tesis, Kripke desarrolla una distinción entre:


 Designador rigido: corresponde a un término que designa al mismo objeto en
todos los mundos posibles (p. 131); el objeto referido no tiene que existir
necesariamente (p. 132)

 Designador no rígido: lo contrario a un designador rígido (“el inventor de los


lentes bifocales”)

 Tras desarrollar su semántica de mundo posibles para argüir la diferencia entre


ambos tipos de designadores, Kripke señala que los nombres propios (Nixon, p.
ej.) corresponden a designadores rígidos; su identidad no implica existencia
necesaria en todos los mundos posibles. Cuando hablamos de que a Nixon le
pudo haber pasado tal y tal cosa, hablamos de él y construimos una situación
contra-fáctica en torno a él; esto responde a nuestra intuición de que Richard
Nixon no pudo ser alguien más del que de hecho fue (p. 136)

II. Desde aquí, se desarrolla una sección que cuestiona la equivalencia con que
ciertos filósofos hacen uso de las nociones de aprioricidad y necesidad.
Kripke, desde luego, realiza una distinción (p. 136):

(i) Un enunciado necesario es aquel que es verdadero y que, además, no podría


haber sido de otra manera. La rama filosófica que le compete es la metafísica. Algo
que, por el contrario, es contingentemente verdadero es tal que, si bien es el caso,
podría haber sido de otra manera

(ii) Una verdad a priori es tal que puede conocerse como verdadera con
independencia de la experiencia. Su campo filosófico es la epistemología.

Por (i) y (ii), ninguna de las dos clases de enunciados está contenida en la otra.

 ¿Todo lo que es necesario es cognoscible a priori, o conocido a priori? (p. 137).

Casos:

 Conjetura de Goldbach: ciertamente, no conocemos a priori que todo número par


sea la suma de dos primos; la cuestión principal es que no es trivial que solo
porque un enunciado sea necesario pueda ser conocido a priori

 Problema del esencialismo (p. 138): en el ejemplo del atril, ¿cuáles son sus
propiedades esenciales, aparte de su identidad consigo mismo? Según los
defensores del esencialismo, el atril de madera no podría haber sido hecho de
hielo; no sería el mismo; “este atril está hecho de madera” es una verdad necesaria
pero a posteriori

 La noción de propiedades esenciales puede mantenerse siempre y cuando se


distingan las nociones de verdad a priori y verdad necesaria (p. 140).

III. Tras desarrollar la distinción en (III):


 El enunciado de identidad “Hesperus es Phosphorus” (desde ahora, “H es P”) es
conocido a posteriori. ¿Cómo decimos que esto no implica que no sea necesario?

 “Si los nombres son designadores rígidos, entonces no puede haber dudas acerca
de si las identidades son necesarias, porque “a” y “b” serán designadores rígidos
de un cierto hombre o cosa x”  “No podría uno tener una situación en la cual
Hesperus no hubiese sido Phosphurus” (p. 141)

 Refutación de lo anterior:
- “H es P” expresan la afirmación metalingüística de que los nombres refieren al
mismo objeto
- “H es P” no lo sabemos a priori; y decir que se pueden imaginar circunstancias
en las que Hesperus no habría sido Phosphorus

 Tales ejemplos no constituye un fundamento para pensar que los enunciados


de identidad son contingentes: se malinterpreta la relación entre un nombre
y una descripción usada para fijar su referencia, esto es, considerarlos como si
fuesen sinónimos (p. 143).

 Esta respuesta al problema parece suponer que usamos una descripción para fijar
la referencia de un término. Pero incluso si esto fuera así, claramente la
descripción no es sinónima con el término. Y en todo caso, es improbable que éste
sea el mecanismo usual para fijar la referencia de un término.

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