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MEDIOS NARRATIVOS

PARA
FINES TERAPEUTICOS

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Aspectos contextuales
Michael White
Nacido en 1948 y criado en el sur de Australia, donde realizó sus estudios de trabajo
social y consiguió su primer trabajo dentro de los servicios de psiquiatría del Adelaide
Children’s Hospital, Michael White es conocido por ser el fundador de la terapia narrativa.
Creó el Dulwich Centre y el Adelaide Narrative Therapy en 1983 y 2008 (meses antes de
su muerte) respectivamente, centros destinados a investigar y explorar acercad de la
terapia narrativa así como a ofrecer formación y terapia familiar. Michael White trabajó
durante años como terapeuta de familia atendiendo a personas con problemáticas
diversas: esquizofrenia, violencia de género, anorexia/bulimia y traumas. A lo largo de su
carrera profesional escribió varios artículos y libros sobre la terapia narrativa, como por
ejemplo Narrative Therapy with Children and their Families (M. White, A. Morgan, 2006) y
Maps of Narrative Practice (2007).
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David Epson
De origen canadiense, David Epson (1944) abandona Canadá para terminar sus estudios
de Sociología y Antropología en Nueva Zelanda y seguir estudiando diferentes cursos de
postgrado. David Epson es Doctor en Literatura por la Universidad John F. Kennedy en
EEUU y profesor de la misma, así como co-director del Centro de Terapia Familiar de
Auckland en Nueva Zelanda. Desarrolló, junto a Michael White, el modelo de Terapia
Narrativa. Cuenta con varias publicaciones, entre ellas Experience, Contradiction,
Narrative and Imagination: Selected papers of David Epson & Mihael White, 1989-1991 y

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Carmen Berná
Playful approaches to serious problems: narrative therapy with children and their families
(J. Freeman, D. Lobovits, D. Epson, 1997).
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Medios narrativos para fines terapéuticos fue escrito y publicado en el año 93 por lo
autores presentados, ambos precursores de la terapia narrativa. Con este libro los autores
nos acercan e introducen en la técnica de la “externalización del problema” y en los
posibles usos de la palabra escrita aplicada en contextos terapéuticos, herramientas de la
terapia narrativa como forma alternativa de intervención y facilitadora de nuevas
redescripciones y significados para que las familias superen sus problemas.
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Aspectos de contenido
Los capítulos que componen este libro son cuatro: “Relato, conocimiento y poder”, La
externalización del problema”, “Una terapia relatada” y “Contradocumentos”. Desde mi
punto de vista, el ritmo del libro va in crescendo para luego caer con un suave fundido y
apagarse en el último capítulo.
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Personalmente me ha costado despegar con el primer capítulo, “Relato, conocimiento y
poder”, capítulo en el que Michael White nos habla del debate sobre el poder (si
realmente existe y es ejercido para oprimir a otros o si en realidad no existe y es
construido en el lenguaje) y expone algunas de las ideas de Michel Foucault (como que
poder y conocimiento son inseparables).
M. White diferencia tres categorías de las que se extraen diferentes analogías (mapas o
marcos interpretativos) para interpretar los hechos: analogías basadas en las ciencias
físicas positivistas, en las ciencias biológicas y las extraídas de las ciencias sociales
donde encontramos las analogías de la Teoría del juego, Drama, Proceso Ritual y Texto
(por la que los autores se inclinan).
M. White relaciona en este capítulo la analogía del texto y la terapia, en tanto en cuando
aceptamos el supuesto de que las personas acuden a terapia aquejadas de un problema
cuando las narraciones que relatan su experiencia (o las que son relatadas por otros), no
representan totalmente sus vivencias. Para los autores, un resultado deseable de la
terapia sería el de encontrar o generar relatos más acordes a las vivencias de esas
personas, con nuevos significados y posibilidades.
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Carmen Berná
El segundo capítulo, “La externalización del problema”, se centra en explicar la técnica
que le da nombre. Dicha técnica parte del supuesto de que las personas que acuden a
terapia presentan una descripción de sus vidas y relaciones saturada por el problema.
Estos relatos dominantes harto conocidos por las personas que los representan, oprimen
e impiden crear nuevos significados y descubrir otras perspectivas. En este contexto de
intervención no son la persona ni la relación las que conforman el problema, si no que,
aunque parezca redundante, el problema es el problema. Y es bajo este supuesto
liberador que se cosifica el problema y se le otorga un espacio, un nombre, hasta una
“vida” separada pero aún ligada a la familia. Es esta relación entre el individuo y el
problema la que constituye el verdadero problema.
La externalización permite una descripción de la persona y de sus relaciones al margen
del problema, creando así historias alternativas. Esto se logra a través de preguntas que
ayudan a los miembros de la familia a describir, por un lado, la influencia del problema
sobre sus vidas y relaciones y, por otro, a describir la influencia de ellos mismos sobre la
vida del problema. Este tipo de preguntas son llamadas “preguntas de influencia relativa”
y se realizan durante el proceso de entrevista.
Al realizar este tipo de preguntas es posible recuperar aspectos antes ignorados pero
cruciales, son los llamados “acontecimientos extraordinarios” (situaciones en las que la
persona no cede a las exigencias del problema, entrando de esta forma en contradicción
con el relato dominante) que entraran a formar parte de una historia alternativa de la
persona, de un “relato extraordinario”.
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M. White empezó a usar esta técnica en familias en las familias que acudían a terapia por
problemas identificados en los hijos, sin embargo, como señalan en el capítulo tiene una
amplia aplicabilidad. Algunas intervenciones descritas en este capítulo son de encopresis,
rabietas, relación con adolescentes, miedos e inseguridades, esquizofrenia y relaciones
de pareja (autocontrol de la agresividad). Los autores también dan pistas sobre como
podría usarse la externalización del problema en casos de abuso sexual y violencia.
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En el tercer capítulo, “Una terapia relatada”, los autores empiezan estableciendo
algunas diferencias entre el funcionamiento del pensamiento lógico-científico y del
pensamiento narrativo en base a:
- La experiencia

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Carmen Berná
En el pensamiento lógico-científico predominan las clasificaciones y diagnósticos
(etiquetas, clases, tipologías...), borrando la experiencia personal, mientras que en
el narrativo la importancia recae en las particularidades de la experiencia vivida.
- El tiempo
Las leyes creadas a partir del pensamiento lógico-científico son atemporales, son
“verdades” construidas para mantenerse en cualquier tiempo. En cuanto al modo
narrativo, los relatos existen según se suceden los acontecimientos en el tiempo
(una historia se compone de varias partes que van en función del desarrollo
temporal de los hechos, es el eje temporal sobre el que la narración se desliza).
- El lenguaje
Por un lado nos encontramos con el uso unívoco de las palabras, la preferencia por
un lenguaje técnico y las descripciones cuantitativas. Esto hace que dicho uso del
lenguaje conduzca a un único significado. Por otro lado, en el pensamiento
narrativo se hace un uso “abierto” del lenguaje a las interpretaciones ya que la
experiencia es compleja, no una, y es también subjetiva.
- La agencia personal
El individuo pasivo del pensamiento lógico-científico frente a la persona
protagonista en el narrativo.
- La posición del observador
Este queda al margen del objeto sobre el que ha de intervenirse para garantizar la
“objetividad” o bien, en el caso del modo narrativo, el observador/narrador participa
de la historia.
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En la segunda parte de este capítulo D. Epson y M. White ejemplifican los diferentes tipos
de carta que se emplean en la terapia narrativa:
- Cartas de invitación (cuando un miembro de la familia se muestra reticente a venir
a terapia).
- Cartas de despido (para relevar a un miembro de la familia de un rol o funciones,
por ejemplo, a un hijo “padre” de su madre).
- Cartas de predicción (con destinatario y fecha de apertura tienen el objetivo de
ser un ejercicio para el terapeuta o convertirse en profecía autocumplida: la
persona suele abrirla en seguida y, contando con ello, el terapeuta pretende
marcar el camino que ha de seguir).

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Carmen Berná
- Cartas de contraderivación (para derivar a un miembro de la familia a un servicio
ficticio como reconocimiento tras haber superado una dificultad).
- Cartas de recomendación (para, por ejemplo, reconocer el desempeño de un rol o
para dar instrucciones).
- Cartas para ocasiones especiales
- Cartas breves (principalmente dirigidas a personas aisladas socialmente, las hay
sobre reflexiones del terapeuta tras la sesión, cartas para solicitar información,
para comunicarse con algún miembro de la familia que no desea acudir a terapia,
para reunir público y anunciar los cambios, para investigar la influencia de la
persona o la familia sobre la vida del problema, etc.)
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Los autores también emplean las cartas como una terapia relatada en la que hay una
historia dominante, eje conductor, que avanza en el tiempo y posibilita relatos alternativos.
En una terapia relatada las cartas recogen el proceso terapéutico y son compartidas por
todas las personas que participan.
Otra herramienta que D. Epson comparte en este capítulo es la de pedir a la gente que
ponga por escrito su propia historia y, que de esta forma, pueda ser compartida. Se
pueden emplear diferentes soportes y variantes pero el relato ha de ajustarse a una
historia de éxitos.
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El cuarto y último capítulo, “Contradocumentos”, nos deja la reflexión acerca de la
importancia que tienen los documentos acreditativos en cuanto que parecen dar
reconocimiento y elevar el status de quien lo recibe. En el caso que nos atañe, se
conceden al final de una terapia para acreditar un nuevo relato. Para concluir el capítulo
aparecen varios ejemplos de certificados y diplomas.
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Aspectos formales del libro y valoración personal
El lenguaje del libro es en general accesible. En los capítulos 2, 3 y 4 los autores dan
muchos ejemplos para ilustrar tanto la técnica de la externalización del problema como el
uso de las cartas y documentos en terapia. En concreto los capítulos 3 y 4 son en su
mayoría cartas y son, en mi opinión, la parte “más atractiva”, emocionante y amena del
libro: da gusto leerlas y ver como se convierten en un medio y herramienta para la terapia.
El segundo capítulo, “la externalización del problema”, que también cuenta con varios

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Carmen Berná
ejemplos, detalla el proceso de esta técnica. Para mi es como el “verdadero” primer
capítulo. También he de decir que en ocasiones me ha parecido un tanto redundante. Y
dejo para el final el primer capítulo que, lo confieso, es el más denso (los autores te
advierten en la primera o segunda página y dan permiso para saltártelo y, si acaso, volver
a él más tarde: buen consejo).
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