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TEMA 7.

EL TEATRO DE 1939 A
1975. ANTONIO BUERO VALLEJO
• Género condicionado (por lo comercial y lo ideológico). Esto se agrava tras la G.C.,
pues se introduce una mayor presión ideológica. Se puede hablar de:

• Teatro visible: prosperan los autores que buscan solo divertir, con un teatro
intrascendente y conformista.
• Teatro soterrado: busca renovación, y quiere responder a nuevas exigencias
sociales o estéticas, pero queda completamente relegado a minorías. Apenas se
representó

AÑOS 40 AÑOS 50 AÑOS 60


Alta comedia / Teatro cómico Teatro social-realista Teatro experimental
Teatro inconformista
AÑOS 40
Tres tipos:

• Alta comedia, comedia de salón (en la línea de Benavente): valores


tradicionales, crítica amable, diálogos cuidados y sin innovación escénica.
José María Pemán, Luca de Tena o Edgar Neville

• Teatro cómico: algunas obras de poco valor, pero también el interesante


camino que muchos consideran precedente del teatro del absurdo y que va
de Jardiel Poncela (Cuatro corazones con freno y marcha atrás o Eloísa está
debajo de un almendro, hasta Miguel Mihura, con Tres sombreros de copa.

• Teatro inconformista: al principio, existencialista. Destacan Historia de una


escalera, de Buero Vallejo y Escuadra hacia la muerte, de Alfonso Sastre.
Abren el camino para el teatro realista.
Se consolida el teatro social-realista, que se
extiende hasta mediados de los 60. En él,
AÑOS 50: TEATRO REALISTA participan los autores de la llamada "generación
realista", a la que pertenecen dramaturgos como
Lauro Olmo, Rodríguez Méndez o Carlos Muñiz.

• Quieren testimoniar y denunciar la realidad


española para impulsar un cambio social y
político.
• La temática se centra en los problemas de la
clase trabajadora (injusticia social, explotación
de los trabajadores, falta de libertad, etc.)
• Los personajes se presentan como víctimas.
• Forma estética cercana al realismo naturalista
o al expresionismo (influencia de Valle Inclán,
elementos relacionados con la tragedia
grotesca de Arniches, el teatro popular de
Lorca y el sainete)
• Lenguaje directo y provocador, con
frecuentes elementos coloquiales e incluso
vulgares.
AÑOS 60: TEATRO Nuevo tipo de público, joven y
EXPERIMENTAL universitario. La censura relaja su control.
El teatro comercial sigue dominando y
continúa también el teatro social.

A mediados de la década aparecen


algunos intentos de renovación en dos
frentes:
• Teatro como un "espectáculo total”
(escenario, luces, música, efectos
especiales, caracterización, etc.). El que
el espectador toma parte activa (ruptura
de la cuarta pared). Siguen con la crítica
social y política y para salvar la censura
usan la parábola o la farsa. J. M. Bellido
y José Ruibal.
Los "grupos de teatro independiente",
que actúan fuera de los circuitos
comerciales. Su máximo desarrollo
viene después de los años setenta con
grupos como Teatro Experimental
Independiente, Tábano, Els Joglars,
etc. Su enfoque crítico va más allá de
lo político y lo social, trasladan el
escenario al patio de butacas, son
esenciales en sus representaciones la
expresión corporal, la danza y la
música, hacen uso de la
improvisación...

Además, destacan otros autores como Fernando Arrabal, Francisco Nieva


o Antonio Gala.
ANTONIO BUERO
VALLEJO (1916-2000)

Ha sido el gran autor trágico de nuestro


teatro contemporáneo. Su trayectoria resume
los pasos que ha seguido el teatro español
desde los años 40, con sus preocupaciones
existenciales, sociales y estéticas.
Su éxito, además, es singular, dada la
naturaleza sombría, inquietante e
inconformista de su teatro.
Sin embargo, Buero se ha mantenido
siempre fiel a su idea del teatro, cosechando
éxitos notables
Buero Vallejo es un trágico, que asume la tragedia desde una
doble función:

• Por un lado, inquietar, mediante el planteamiento de


problemas pero sin aportar soluciones (final abierto para que
el espectador reflexione y aporte sus soluciones).

• Por otro lado, curar, pues sus obras encierran la necesidad


de una superación personal y colectiva, impulsándonos a
luchar contra todas las fuerzas morales o sociales que se
oponen al desarrollo de la dignidad humana.
TEMAS: sus obras giran en torno al anhelo de realización humana
y a sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la felicidad, de la
verdad, de la libertad, se ve obstaculizada por el mundo en que el
hombre vive.

Esa temática la enfoca en dos planos: el existencial, medita sobre


el sentido de la vida, la condición humana, las ilusiones y fracasos
del ser humano... y por otro lado, el social y político, denunciando
injusticias y opresión, para los que practicó el “posibilismo”,
denunciar indirectamente, situando sus obras en épocas pasadas
o escenarios imprecisos.
Primera época (hasta finales de los 50): predomina el enfoque existencial
y, formalmente, el respeto a las unidades dramáticas (acción, tiempo y
espacio). Se observan técnicas modernas en el uso del espacio escénico
(Historia de una escalera) o de la luminotecnia (En la ardiente oscuridad).

Segunda época (hasta finales de los 70): se acentúa la intención de crítica


social. El subgénero preferido es el drama histórico, con un tema central:
el destino del pueblo en una sociedad injusta. Destacan Un soñador para el
pueblo, sobre Esquilache, o Las Meninas, sobre Velázquez (uso del
posibilismo).
A esta época pertenece El tragaluz, con
rasgos tomados del teatro épico brechtiano
(narradores que sirven de intermediarios
entre la historia y los espectadores). La obra
se sitúa en el futuro y en ella, dos
“investigadores” proponen al espectador un
experimento: volver a una época pasada (el
siglo XX), para estudiar el drama de una
familia cuyos miembros sufrieron una guerra
civil y quedaron marcados por las secuelas
que el conflicto les dejó
Tercera época (desde los años setenta):
las preocupaciones existenciales y
sociales, se hacen más explícitas y
aumenta la experimentación formal.
Destacan los efectos de inmersión
(hacen que el espectador vea la historia
desde el punto de vista de un
personaje) y los llamados “signos de
indicio” para orientar al espectador en
la interpretación de la obra.
Aquí se incluyen El sueño de la razón o
La Fundación, una de sus mejores
obras

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