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5. Mary Ellen Richmond (1861-1928) 5.

Mary Ellen Richmond


(1861-1928)

Por las importantes repercusiones que tuvo su contribución al


trabajo social individualizado, merece una especial atención su
precursora; Mary Ellen Richmond, que nació en Belleville, Illinois
(Estados Unidos). En 1889 ingresó como tesorera asistente en la
C.O.S, de Baltimore, y en 1899 pasó a ocupar el cargo de
secretaria general y, finalmente, en el año 1909 se convirtió en
directora del departamento de la Organización de la Caridad de la
Fundación Russell Sage, en Nueva York. En el año 1918 ocupó la
cátedra de trabajo social individualizado cuando la Escuela de
Filantropía pasó a llamarse Escuela de Trabajo Social.
Sin tener ninguna titulación académica, pero siendo desde
pequeña una gran lectora, tuvo múltiples influencias procedentes
de las ciencias sociales y de las humanidades (sociología,
pedagogía, psicología aplicada, y teología), pero, sobre todo, la
ciencia que más le influyó fue la medicina porque le sirvió para
construir posteriormente su método de trabajo social
individualizado.
El contexto en el que desarrolló su obra se caracterizó por la
preocupación de sentar las bases del conocimiento científico,
frente al denominado conocimiento vulgar, planteando que a cada
problema social le correspondía una causa que debería ser tratada
sin ceñirse exclusivamente en los efectos de los problemas
individuales, sino abordándolos desde las causas que los
generaban.
A lo largo de su trayectoria profesional publicó varios libros con una
importante base científica, que fueron y siguen siendo, una
referencia en el mundo del trabajo social sobre la metodología en
la atención a las personas más necesitadas.
En el año1907, publicó El buen vecino en la ciudad moderna,
destacando las contribuciones de los voluntarios. En 1917, publicó
Diagnóstico Social una obra emblemática basada en sus amplios
conocimientos sobre diversos aspectos sociales, estableciendo
una teoría y un método, el “casework” o “trabajo social con casos”,
que durante muchos años fue el principal punto de referencia de la
profesión, que se apoyó en más de 17 años de investigación y de
experiencia directa de campo.
En el año 1922 publicó ¿Qué es el trabajo social de casos? Su
método se basaba en la atención individual con el objetivo de
desarrollar en el usuario su personalidad como medio para
alcanzar la autosuficiencia y una participación más activa en los
esfuerzos encaminados al logro de las metas fi jadas por la propia
persona, admitiendo la interdependencia de la familia y la influencia
que ejercía el entorno social como factor importante del estado en
el que se encontraba la persona.
Las ideas de Mary Richmond sobre el trabajo social de casos se
basaron en la teoría social, pero con un gran componente
psicológico. Creía que los problemas sociales debían ser
considerados en un orden continuo. En primer lugar, analizando a
la persona y, a continuación, a los más cercanos a sus vínculos
sociales: la familia más próxima, la escuela, la iglesia y el trabajo
y, por último la comunidad y el gobierno que dictaba las normas
para que la persona / familia hicieran los ajustes necesarios para
mejorar su situación.
Su modelo se basaba en el análisis detallado de los hechos, como
la búsqueda de la causalidad de los problemas. Si no se
encontraba la causa no era posible establecer procesos de ayuda
con resultados eficaces. El modelo era la consecuencia de la
aplicación de la física matemática, en la que el universo se
consideraba que era dirigido por leyes matemáticas, influyendo en
las ideas científicas del siglo XIX.
Todo efecto estaba relacionado con una causa, toda enfermedad
tenía una causa, todo problema social, o toda enfermedad social,
tenía un causa y, a través de un rigurosa recogida de datos, se
podía descubrir el origen de los diferentes problemas sociales y en
consecuencia, proponer remedios o medidas preventivas
(Germain, 1970).
En su metodología, la relación del trabajador social con la persona
era una relación de ayuda que requería tiempo, dedicación, e
implicación para conocer las causas de sus dificultades y el
conocimiento de su entramado social, dando importancia a sus
capacidades y a los aspectos positivos que contribuirían a la
solución de sus problemas, sin olvidar la dimensión investigadora
y de denuncia.
Seleccionando y aplicando algunos sistemas operativos en las
leyes de la medicina, elaboró un esquema de resolución de
problemas: estudio de los hechos de la situación de la persona,
diagnóstico de la naturaleza del problema y, siguiendo la dirección
indicada por el diagnóstico, planificación y ejecución del
tratamiento.

En el diagnóstico de la situación de la persona, debería evitarse


centrarse únicamente en las carencias económicas, recabando de
forma global información de distintas fuentes y, posteriormente,
tratar de interpretar los datos obtenidos, estableciendo un plan de
intervención dentro del tejido social en el que estaba inmersa la
persona.

El “casework”, necesita reconocer que las personas son


interdependientes y diferentes, por ello sería necesario crear un
vínculo que desembocara en una información profunda del caso,
facilitando una relación individualizada que permitiera conocer a la
persona en su contexto y reconocer que el trabajo social no solo
produce cambios en una dirección, sino que afecta también al
propio profesional (Vázquez, 2011).

Las primeras consecuencias que entrañaron estas teorías, fueron


la exigencia de que los trabajadores sociales obtuvieran una
información más detallada de los usuarios con el fin de comprender
la personalidad, las motivaciones y sus necesidades emocionales,
requiriendo la adquisición de más conocimientos y destrezas de los
que poseían hasta aquellos momentos. Por esta razón, a partir de
la primera guerra mundial las agencias sociales dedicadas a la
familia y a los niños huérfanos empezaron a contratar trabajadores
sociales preparados profesionalmente para ayudar a las personas
con desajustes sociales (Cormack, 1945).
6. Amy Gordon Hamilton (1892-1967)
Fue profesora de la Escuela de Trabajo Social de Nueva York,
recibiendo en su formación una importante influencia de Mary
Richmond, con la que colaboró en la C.O.S, pero su formación
estaba cercana a la corriente psicoanalítica de Sigmund Freud
(1856-1939), que consideraba que los conflictos personales
afectaban al desarrollo de la personalidad.
Entre sus obras más importantes destacan “Teoría y práctica del
trabajo social de casos”, que publicó en el año 1940, donde
identificaba como objeto del trabajo social “los estados de
dependencia, ansiedades y privaciones de la persona, tanto en sus
aspectos prácticos como íntimos”. Para Hamilton (1946), todos los
casos sociales incluyen a una persona, la situación que sufre, una
realidad objetiva y el significado que esa realidad tiene para la
persona que la experimenta.
De ahí que se hable por primera vez del caso psicosocial.
El caso social, según Hamilton (1946), se compone de factores
internos del sujeto (personalidad, emociones, pensamientos, etc.)
y externos (los relativos al medio ambiente), estudiándolo en su
relación con sus experiencias sociales, así como con sus
sentimientos sobre esas experiencias. Definió el trabajo de casos,
como la búsqueda de las capacidades individuales que pueden
ofrecer a la persona una vida confortable, llena de satisfacciones,
desde el punto de vista económico y personal.
La metodología para el caso social individual la describe a través
de los siguientes pasos: estudio, diagnóstico o valoración y
finalmente, tratamiento. Sustituyó el término “investigación”, por
“estudio”, constituyéndose como un proceso psicosocial, en el que
el usuario debería ser el primer informante, pero se deberían
considerar también otras fuentes fi dedignas como la familia,
vecinos, maestros...
Entre los instrumentos y técnicas que describe en el proceso del
estudio se podría destacar la recogida de datos, que habría que
obtenerse de la persona necesitada para la comprensión de su
situación, por ejemplo, saber qué ha hecho la persona y qué
necesita para resolver su problema; conocer el origen y los factores
que influyeron en la dificultad, el modo en cómo el usuario manejó
su pasado para conocer su capacidad de hacer frente a la
situación; y, finalmente, conocer a las personas que intervienen
directa o indirectamente en el problema.

El factor esencial en el estudio de caso, según Hamilton (1946), es


el conocimiento de la afectación de la persona por su medio y la
repercusión que tiene también el problema en su medio cultural,
analizando asimismo los factores socioeconómicos y psico-
culturales en relación con la persona y su familia.
Para llegar a una buena compresión del estudio, resalta la
importancia de la técnica de la entrevista, porque se convierte en
uno de los mejores medios para observar el comportamiento y las
reacciones de la persona. El diagnóstico es el pensamiento dirigido
a la naturaleza del problema y sus causas.
Según Hamilton (1946), existen tres niveles en el diagnóstico
social:

• Diagnóstico descriptivo, en el que se hace una síntesis descriptiva


de la situación psicosocial del sistema y del problema que
representa.
• Diagnóstico causal, en el que se intenta establecer una posible
relación causa efecto que tiene o ha tenido incidencias en el
problema actual.
• Diagnóstico evaluativo, en el que se ponderan los elementos y
recursos personales, familiares y sociales, que pueden utilizarse
para introducir mejoras, como aquellos que podrían influir
negativamente para descartarlos.

A lo largo de su carrera académica, mostró una constante


evolución de su pensamiento (desde la práctica a la teoría, para
volver a reconvertirla en teoría). Se podría decir que “la persona,
su situación y el conocimiento de sus problemas”, son los puntos
básicos de su teoría, además de entender que la integración del
conocimiento científico y los valores sociales eran fundamentales
para la práctica profesional.
7. Charlotte Towle (1896-1966)
Dirigió el Departamento de Ayuda a Menores en Philadelphia, para
pasar posteriormente a hacerse cargo de la Dirección del Menor en
la ciudad de Nueva York.
Posteriormente fue profesora en la Facultad de Servicios Sociales
en la Universidad de Chicago, hasta su retiro. Aunque sus
aportaciones metodológicas al trabajo social individualizado fueron
limitadas, su esfuerzo se concentró en el desarrollo de un plan de
estudios para que los trabajadores sociales contaran con más
conocimientos sobre el comportamiento, estudiando las
secuencias humanas del crecimiento y evolución de la persona.
A través del uso de sus libros, la Asociación Americana de
Escuelas de Trabajo Social y la Asociación Americana de
Psiquiatría, definió un plan de estudios sobre el trabajo social de
casos que se implantó en la mayoría de las Facultades de Trabajo
Social.
Su convicción y liderazgo en la integración del uso de la psicología
y la psiquiatría en todos los ámbitos del plan de estudios de
asistencia social individual revolucionaron la disciplina.
A lo largo de su vida académica, escribió numerosos artículos y
libros; “Registro de casos sociales clínicos: notas para el debate”
(1941), “Necesidades humanas comunes” (1941), pero el libro más
importante y controvertido fue “El trabajo social y las necesidades
humanas básicas”, publicado en el año 1945, siendo una fuente de
controversia después de su publicación, porque los sectores más
críticos la acusaron de tener “contenidos socialistas”,
destruyéndose las planchas de impresión y, solo a través de la
intervención de la Asociación Americana de Trabajadores
Sociales, es que se produce entre el comportamiento humano y la
administración de los programas de bienestar social. En el análisis
de la situación, los trabajadores sociales deberían tener en cuenta
las necesidades psicológicas, las fuerzas sociales, la experiencia
de la práctica, además de la relación del interior del hombre y su
entorno social como uno de los requisitos básicos en el estudio del
caso. El trabajo social de casos lo definió como:
“el propósito de hacer posible que un individuo obtuviera una vida
más productiva de acuerdo con sus potencialidades”. Pensaba
“que en las desigualdades, había que ser desigual”, reconociendo
con esta frase que las múltiples carencias de la pobreza había que
buscarlas en la sociedad, en los problemas psiquiátricos y en las
enfermedades del cuerpo. “En sociedades signadas por intereses
antagónicos de grupo, etnia o clase, los grupos familia res en
desventaja siempre se ven enfrentados a un ambiente hostil, de
condiciones adversas y amenazas a su integridad al no tener
acceso a los bienes y servicios necesarios para su bienestar”. Así,
el bienestar de la organización familiar está subordinado a la
participación de sus miembros en la estructura económica social,
“si las necesidades básicas del adulto hubieran sido
adecuadamente satisfechas en infancia, niñez y adolescencia,
tendría ambiciones que sobrepasarían la sobrevivencia, desearía
conseguir sus aspiraciones, participaría activamente en la vida de
su grupo social y contribuiría al bienestar de los demás. Si las
circunstancias limitan sus relaciones y aspiraciones, experimentará
una privación psicosocial semejante a la física” (Towle, 1945: 62-
63).

Siguiendo esta línea, en el libro se analiza la tipología de las


personas en función de su origen y características de sus
necesidades. Así, la infancia con desventajas, adolescentes mal
socializados con tensiones familiares, adultos en crisis, familias
problemáticas, ancianos, discapacitados..., deberían tenerse en
cuenta en el momento de formular programas y acciones públicas
dirigidas al bienestar social, porque ellos serían los principales
actores al conocer sus dificultades y sus debilidades.

En su filosofía, no hay promoción de la persona sin su participación


activa, racional y responsable en la vida individual y social, porque,
según Towle, (1945) es la base donde radican sus cambios. Sin
embargo, se producen procesos regresivos cuando el cambio ha
sido impuesto y desaparece quien lo impuso. La participación
debería ser la expresión organizada de las necesidades
socialmente determinadas por la comunidad, y resueltas a través
de los programas sociales.

Su organización representativa debería ser el vehículo de la


reivindicación, concretándose su participación democrática en el
ejercicio de su poder colectivo y en la toma de decisiones
individuales. Por ello, el trabajador social con casos debería influir
en las cualidades y en las posibilidades de la persona a través de
un proceso educativo en el que la persona pudiera sentirse
participe de su propio cambio, con el apoyo de los programas
sociales.

El profesional debería impulsarle en su lucha encaminada para


alcanzar su verdadero lugar en la sociedad (Towle, 1945: 85-86).
La hipótesis que manejó la autora en sus escritos, “es que no
puede existir desarrollo personal, sin desarrollo social”, por lo que
habría que impulsar las medidas políticas y económico-sociales
necesarias para ampliar las perspectivas de superación y
perfeccionamiento de la persona como ser individual.
8. Florence Hollis (1907- 1987)

Fue profesora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad


de Columbia. Ocupó el puesto de secretaria general en el Instituto
de Familia en Cleveland. Tuvo un gran interés por la enseñanza y
la investigación sobre los factores sociales y psicológicos que
inciden en las dificultades maritales. Logró trasladar su experiencia
práctica a sus teorías psicosociales, poniendo el énfasis en el
apoyo a los patrones sanos de crecimiento y desarrollo, como en
su aplicación al trabajo social de casos.
A lo largo de su vida profesional realizó grandes aportaciones a
través de numerosos artículos y libros, entre los que se podrían
destacar: “Casos sociales en la práctica” (1939), donde recogía
seis casos, describiendo la situación de las personas afectadas por
una serie de circunstancias personales: separación, divorcio,
problemas familiares o discapacidades “La mujer en el matrimonio”
(1949), o “Caso social: Una terapia psicosocial” (1969), donde
muestra la estructura teórica, los procedimientos, el diagnóstico y
la programación del trabajo social de casos.

En su filosofía sobre el trabajo social con casos existen dos formas


significativas de enfrentarse a los problemas; la primera a través
del sostén económico, emocional o moral de la persona, para
mejorar su funcionamiento personal y, en segundo lugar, a través
del desarrollo de la percepción propia, tratando de mejorar la
dirección de su conducta mediante una mejor y más completa
comprensión de sus maneras de reaccionar. Ambas formas
establecen una relación entre el “yo”, y sus funciones que intentan
dirigir la energía vital de la persona hacia la satisfacción de sus
necesidades, el logro de sus metas, a conocerse a sí misma en
relación con los demás, y a defenderse o protegerse para mantener
el equilibrio emocional que deberían determinar el progreso o el
cambio para conseguir la adaptación a su medio ambiente.

La capacidad de adaptación de una persona mediante el “yo”, le


permite armonizar sus deseos con las realidades de su situación,
cambiar su conducta cuando sea necesaria, o alterar sus
circunstancias sociales. Mediante el proceso de adaptación del
“yo”, madura y desarrolla destrezas resultantes de las experiencias
de aprendizaje a través del proceso de solucionar sus problemas.

Siguiendo su línea de pensamiento, para entender y ayudar


eficazmente a la persona, hay que visualizarla en el contexto de
sus interrelaciones con el medio. Casi todos los casos tienen
características internas y externas, donde se incluye una persona
o una familia y su situación. También se analiza la realidad objetiva
y el significado que tiene para quien la experimenta. Por lo tanto, el
trabajador social debe reconocer y entender el “mundo externo”,
que puede ser la familia, el grupo social, el laboral, el del estudio,
o cualquier otro contexto donde la persona forme parte.

El tratamiento dependía de la comprensión que tuviera la persona


sobre sí misma, de sus factores sociales y de las personas
significativas en su situación social.
La intervención del trabajador social debería ir dirigida a que el
usuario entendiera e interiorizará estos tres elementos, con el fi n
de producir cambios de funcionamiento significativo en su
comportamiento. La técnica más importante para lograr estos
objetivos debería ser la relación casework, basada en la aceptación
y el respeto por el otro, llevándose a cabo la relación en un
ambiente de tranquilidad y sosiego (Hollis y Woods, 1981).

Sus teorías se desarrollaron a través de dos métodos


fundamentales: El método directo cuando se dirige a la persona. El
trabajador social considera como herramienta fundamental para el
tratamiento la relación de ayuda, estableciendo relaciones
personales a través del interés mostrado por sus problemas, la
aceptación, el compromiso y la influencia indirecta. El profesional
solo debería hacer uso de su autoridad cuando la persona tuviera
limitaciones personales para elegir el camino más directo,
estableciendo como la vía más importante en la toma de conciencia
de su problemática la discusión reflexiva de su situación.
El método indirecto incluye actividades con las personas allegadas,
los grupos significativos y las realidades del asistido para contribuir
a la solución de sus problemas, que podría realizarse a través de
ayudas materiales que no deberían menoscabar la dignidad de la
persona, además de realizar actividades en su medio ambiente con
el propósito de promover cambios favorables en la situación.
En su enfoque, Hollis (1969) quería demostrar que los trabajadores
sociales tenían un rol autónomo, que la terapia psicosocial era más
importante que la psicoterapia, utilizando el concepto de Hamilton
(1946) persona – situación, donde la persona tratada debía ser
analizada en el contexto de sus interacciones con el medio. Las
características principales en la que se asienta su posición, serían
las siguientes:
– El tratamiento parte de las necesidades del usuario.
– Utiliza el concepto de dilema social para describir lo que
considera que es una necesidad.
– Existe una discrepancia o una des-adaptación en la relación entre
el individuo y quienes lo rodean o entre él, la familia y los recursos
comunitarios.
– Los problemas que surgen pueden depender del mal
funcionamiento del individuo, de factores del medio o de ambas
cosas.
– El diagnóstico y tratamiento deben orientarse a los dos campos
y, sobre todo, a la relación entre ellos.
– Su posición se basa en la perspectiva del funcionamiento social
y en la teoría de la personalidad de Freud.
Entre los aspectos fundamentales de su teoría se podrían destacar:
– La importancia del contenido y del proceso de estudio
psicosocial.
– La trascendencia del diagnóstico.
– La valoración de la personalidad como dato central.
– Encontrar en la persona los recursos que le permitan salir de la
situación.
– Reciprocidad: la persona es un sujeto activo dentro del proceso
de comprensión y solución del problema.
– El análisis del pasado no representa un aspecto relevante, solo
se usa para cuestiones específicas.
9. Helen Harris Perlman (1905- 2004)
Fue profesora de trabajo social en la Universidad de Chicago. Por
su importante contribución académica, en al año 1966, se creó una
cátedra con su nombre en la Escuela de Administración de
Servicios Sociales. Sus aportaciones intelectuales provienen de su
experiencia como instructora clínica en la Universidad de Columbia
y en la Oficina de Orientación Infantil. Sus prácticas de trabajo y su
orientación psicoanalítica le facilitaron una gran variedad de
perspectivas sobre el trabajo social individualizado, desarrollando
un interesante marco conceptual.

Entre los numerosos artículos y libros que escribió a lo largo de su


vida, se podrían destacar: El proceso de resolución de problemas
(1957), ¿Qué es un trabajador social? (1971), o el libro que más
influencia ha tenido en la profesión; Trabajo social individualizado
(1965), donde los trabajadores sociales, a partir de esta
publicación, pudieron contar con un marco de referencia que no se
quedaba solamente en las teorías de Mary Richmond, que se
centraban solo en el problema, y no en el usuario, quedándose
desprovisto el trabajador social de medios para inducir a la persona
a la solución de sus dificultades. Harris, fue más allá al entender
que el trabajo social individualizado consiste en una transacción
progresiva entre el trabajador social y la persona objeto de
intervención, con el objetivo de influir sobre el sujeto, fomentando
su eficacia para afrontar sus problemas; definiendo el trabajo social
individualizado como, un proceso empleado por algunas
instituciones consagradas a fomentar el bienestar público para
ayudar al individuo a afrontar con mayor eficacia su ajuste social al
medio.
Por ello, el profesional del casework, debería captar la naturaleza
de la persona, la naturaleza del problema que plantea y la
naturaleza del lugar (centro de servicios sociales), donde
encontraría los medios para resolverlo. Implementó un método de
resolución de problemas integrando el modelo psicosocial
y el funcional, profundizando en su estudio sobre la psicología del
yo como una vía para que la persona se encontrara consigo misma,
pudiera resolver sus dificultades y lograra adaptarse de manera
equilibrada a la sociedad que le rodeaba.
Las personas no deberían ser consideradas como enfermas
sociales, sino como personas que necesitan ayuda por falta de
motivación, de capacidades, o por falta de posibilidades para
enfrentarse a sus problemas, donde la labor del trabajador social
debería centrarse en estimular sus motivaciones y sus capacidades
afectivas, cognitivas y activas, con el objetivo de que pudieran
superar las dificultades que se encontraran en su vida cotidiana.

En su visión psicosocial, supo potenciar el yo, además de


desarrollar por medio del ego las habilidades para mejorar la
adaptación al medio, conociendo que el contexto cambia
continuamente y que la persona forma parte del mismo, debiendo
estar dispuesta a analizar y comprender su contexto con el apoyo
del trabajador social, como medio de aprendizaje recíproco, que
ayudara al avance del proceso de resolución de los problemas.

Para Harris, (1970), la estructura metodológica para llevar adelante


su teoría está definida por los siguientes pasos:
1. Estudio: (encuesta, investigación). Es la recolección de datos
referidos a la conducta personal del usuario.
2. Diagnóstico: Es la interpretación del estudio experimental,
lográndose desde su visión el conocimiento de las características
personales, la comprensión de la individualidad, los peligros de las
influencias del medio social, así como los recursos necesarios para
su intervención.
3. Tratamiento: Identificación de los pasos a seguir para solucionar
el problema individual.

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