Por las importantes repercusiones que tuvo su contribución al
trabajo social individualizado, merece una especial atención su precursora; Mary Ellen Richmond, que nació en Belleville, Illinois (Estados Unidos). En 1889 ingresó como tesorera asistente en la C.O.S, de Baltimore, y en 1899 pasó a ocupar el cargo de secretaria general y, finalmente, en el año 1909 se convirtió en directora del departamento de la Organización de la Caridad de la Fundación Russell Sage, en Nueva York. En el año 1918 ocupó la cátedra de trabajo social individualizado cuando la Escuela de Filantropía pasó a llamarse Escuela de Trabajo Social. Sin tener ninguna titulación académica, pero siendo desde pequeña una gran lectora, tuvo múltiples influencias procedentes de las ciencias sociales y de las humanidades (sociología, pedagogía, psicología aplicada, y teología), pero, sobre todo, la ciencia que más le influyó fue la medicina porque le sirvió para construir posteriormente su método de trabajo social individualizado. El contexto en el que desarrolló su obra se caracterizó por la preocupación de sentar las bases del conocimiento científico, frente al denominado conocimiento vulgar, planteando que a cada problema social le correspondía una causa que debería ser tratada sin ceñirse exclusivamente en los efectos de los problemas individuales, sino abordándolos desde las causas que los generaban. A lo largo de su trayectoria profesional publicó varios libros con una importante base científica, que fueron y siguen siendo, una referencia en el mundo del trabajo social sobre la metodología en la atención a las personas más necesitadas. En el año1907, publicó El buen vecino en la ciudad moderna, destacando las contribuciones de los voluntarios. En 1917, publicó Diagnóstico Social una obra emblemática basada en sus amplios conocimientos sobre diversos aspectos sociales, estableciendo una teoría y un método, el “casework” o “trabajo social con casos”, que durante muchos años fue el principal punto de referencia de la profesión, que se apoyó en más de 17 años de investigación y de experiencia directa de campo. En el año 1922 publicó ¿Qué es el trabajo social de casos? Su método se basaba en la atención individual con el objetivo de desarrollar en el usuario su personalidad como medio para alcanzar la autosuficiencia y una participación más activa en los esfuerzos encaminados al logro de las metas fi jadas por la propia persona, admitiendo la interdependencia de la familia y la influencia que ejercía el entorno social como factor importante del estado en el que se encontraba la persona. Las ideas de Mary Richmond sobre el trabajo social de casos se basaron en la teoría social, pero con un gran componente psicológico. Creía que los problemas sociales debían ser considerados en un orden continuo. En primer lugar, analizando a la persona y, a continuación, a los más cercanos a sus vínculos sociales: la familia más próxima, la escuela, la iglesia y el trabajo y, por último la comunidad y el gobierno que dictaba las normas para que la persona / familia hicieran los ajustes necesarios para mejorar su situación. Su modelo se basaba en el análisis detallado de los hechos, como la búsqueda de la causalidad de los problemas. Si no se encontraba la causa no era posible establecer procesos de ayuda con resultados eficaces. El modelo era la consecuencia de la aplicación de la física matemática, en la que el universo se consideraba que era dirigido por leyes matemáticas, influyendo en las ideas científicas del siglo XIX. Todo efecto estaba relacionado con una causa, toda enfermedad tenía una causa, todo problema social, o toda enfermedad social, tenía un causa y, a través de un rigurosa recogida de datos, se podía descubrir el origen de los diferentes problemas sociales y en consecuencia, proponer remedios o medidas preventivas (Germain, 1970). En su metodología, la relación del trabajador social con la persona era una relación de ayuda que requería tiempo, dedicación, e implicación para conocer las causas de sus dificultades y el conocimiento de su entramado social, dando importancia a sus capacidades y a los aspectos positivos que contribuirían a la solución de sus problemas, sin olvidar la dimensión investigadora y de denuncia. Seleccionando y aplicando algunos sistemas operativos en las leyes de la medicina, elaboró un esquema de resolución de problemas: estudio de los hechos de la situación de la persona, diagnóstico de la naturaleza del problema y, siguiendo la dirección indicada por el diagnóstico, planificación y ejecución del tratamiento.
En el diagnóstico de la situación de la persona, debería evitarse
centrarse únicamente en las carencias económicas, recabando de forma global información de distintas fuentes y, posteriormente, tratar de interpretar los datos obtenidos, estableciendo un plan de intervención dentro del tejido social en el que estaba inmersa la persona.
El “casework”, necesita reconocer que las personas son
interdependientes y diferentes, por ello sería necesario crear un vínculo que desembocara en una información profunda del caso, facilitando una relación individualizada que permitiera conocer a la persona en su contexto y reconocer que el trabajo social no solo produce cambios en una dirección, sino que afecta también al propio profesional (Vázquez, 2011).
Las primeras consecuencias que entrañaron estas teorías, fueron
la exigencia de que los trabajadores sociales obtuvieran una información más detallada de los usuarios con el fin de comprender la personalidad, las motivaciones y sus necesidades emocionales, requiriendo la adquisición de más conocimientos y destrezas de los que poseían hasta aquellos momentos. Por esta razón, a partir de la primera guerra mundial las agencias sociales dedicadas a la familia y a los niños huérfanos empezaron a contratar trabajadores sociales preparados profesionalmente para ayudar a las personas con desajustes sociales (Cormack, 1945). 6. Amy Gordon Hamilton (1892-1967) Fue profesora de la Escuela de Trabajo Social de Nueva York, recibiendo en su formación una importante influencia de Mary Richmond, con la que colaboró en la C.O.S, pero su formación estaba cercana a la corriente psicoanalítica de Sigmund Freud (1856-1939), que consideraba que los conflictos personales afectaban al desarrollo de la personalidad. Entre sus obras más importantes destacan “Teoría y práctica del trabajo social de casos”, que publicó en el año 1940, donde identificaba como objeto del trabajo social “los estados de dependencia, ansiedades y privaciones de la persona, tanto en sus aspectos prácticos como íntimos”. Para Hamilton (1946), todos los casos sociales incluyen a una persona, la situación que sufre, una realidad objetiva y el significado que esa realidad tiene para la persona que la experimenta. De ahí que se hable por primera vez del caso psicosocial. El caso social, según Hamilton (1946), se compone de factores internos del sujeto (personalidad, emociones, pensamientos, etc.) y externos (los relativos al medio ambiente), estudiándolo en su relación con sus experiencias sociales, así como con sus sentimientos sobre esas experiencias. Definió el trabajo de casos, como la búsqueda de las capacidades individuales que pueden ofrecer a la persona una vida confortable, llena de satisfacciones, desde el punto de vista económico y personal. La metodología para el caso social individual la describe a través de los siguientes pasos: estudio, diagnóstico o valoración y finalmente, tratamiento. Sustituyó el término “investigación”, por “estudio”, constituyéndose como un proceso psicosocial, en el que el usuario debería ser el primer informante, pero se deberían considerar también otras fuentes fi dedignas como la familia, vecinos, maestros... Entre los instrumentos y técnicas que describe en el proceso del estudio se podría destacar la recogida de datos, que habría que obtenerse de la persona necesitada para la comprensión de su situación, por ejemplo, saber qué ha hecho la persona y qué necesita para resolver su problema; conocer el origen y los factores que influyeron en la dificultad, el modo en cómo el usuario manejó su pasado para conocer su capacidad de hacer frente a la situación; y, finalmente, conocer a las personas que intervienen directa o indirectamente en el problema.
El factor esencial en el estudio de caso, según Hamilton (1946), es
el conocimiento de la afectación de la persona por su medio y la repercusión que tiene también el problema en su medio cultural, analizando asimismo los factores socioeconómicos y psico- culturales en relación con la persona y su familia. Para llegar a una buena compresión del estudio, resalta la importancia de la técnica de la entrevista, porque se convierte en uno de los mejores medios para observar el comportamiento y las reacciones de la persona. El diagnóstico es el pensamiento dirigido a la naturaleza del problema y sus causas. Según Hamilton (1946), existen tres niveles en el diagnóstico social:
• Diagnóstico descriptivo, en el que se hace una síntesis descriptiva
de la situación psicosocial del sistema y del problema que representa. • Diagnóstico causal, en el que se intenta establecer una posible relación causa efecto que tiene o ha tenido incidencias en el problema actual. • Diagnóstico evaluativo, en el que se ponderan los elementos y recursos personales, familiares y sociales, que pueden utilizarse para introducir mejoras, como aquellos que podrían influir negativamente para descartarlos.
A lo largo de su carrera académica, mostró una constante
evolución de su pensamiento (desde la práctica a la teoría, para volver a reconvertirla en teoría). Se podría decir que “la persona, su situación y el conocimiento de sus problemas”, son los puntos básicos de su teoría, además de entender que la integración del conocimiento científico y los valores sociales eran fundamentales para la práctica profesional. 7. Charlotte Towle (1896-1966) Dirigió el Departamento de Ayuda a Menores en Philadelphia, para pasar posteriormente a hacerse cargo de la Dirección del Menor en la ciudad de Nueva York. Posteriormente fue profesora en la Facultad de Servicios Sociales en la Universidad de Chicago, hasta su retiro. Aunque sus aportaciones metodológicas al trabajo social individualizado fueron limitadas, su esfuerzo se concentró en el desarrollo de un plan de estudios para que los trabajadores sociales contaran con más conocimientos sobre el comportamiento, estudiando las secuencias humanas del crecimiento y evolución de la persona. A través del uso de sus libros, la Asociación Americana de Escuelas de Trabajo Social y la Asociación Americana de Psiquiatría, definió un plan de estudios sobre el trabajo social de casos que se implantó en la mayoría de las Facultades de Trabajo Social. Su convicción y liderazgo en la integración del uso de la psicología y la psiquiatría en todos los ámbitos del plan de estudios de asistencia social individual revolucionaron la disciplina. A lo largo de su vida académica, escribió numerosos artículos y libros; “Registro de casos sociales clínicos: notas para el debate” (1941), “Necesidades humanas comunes” (1941), pero el libro más importante y controvertido fue “El trabajo social y las necesidades humanas básicas”, publicado en el año 1945, siendo una fuente de controversia después de su publicación, porque los sectores más críticos la acusaron de tener “contenidos socialistas”, destruyéndose las planchas de impresión y, solo a través de la intervención de la Asociación Americana de Trabajadores Sociales, es que se produce entre el comportamiento humano y la administración de los programas de bienestar social. En el análisis de la situación, los trabajadores sociales deberían tener en cuenta las necesidades psicológicas, las fuerzas sociales, la experiencia de la práctica, además de la relación del interior del hombre y su entorno social como uno de los requisitos básicos en el estudio del caso. El trabajo social de casos lo definió como: “el propósito de hacer posible que un individuo obtuviera una vida más productiva de acuerdo con sus potencialidades”. Pensaba “que en las desigualdades, había que ser desigual”, reconociendo con esta frase que las múltiples carencias de la pobreza había que buscarlas en la sociedad, en los problemas psiquiátricos y en las enfermedades del cuerpo. “En sociedades signadas por intereses antagónicos de grupo, etnia o clase, los grupos familia res en desventaja siempre se ven enfrentados a un ambiente hostil, de condiciones adversas y amenazas a su integridad al no tener acceso a los bienes y servicios necesarios para su bienestar”. Así, el bienestar de la organización familiar está subordinado a la participación de sus miembros en la estructura económica social, “si las necesidades básicas del adulto hubieran sido adecuadamente satisfechas en infancia, niñez y adolescencia, tendría ambiciones que sobrepasarían la sobrevivencia, desearía conseguir sus aspiraciones, participaría activamente en la vida de su grupo social y contribuiría al bienestar de los demás. Si las circunstancias limitan sus relaciones y aspiraciones, experimentará una privación psicosocial semejante a la física” (Towle, 1945: 62- 63).
Siguiendo esta línea, en el libro se analiza la tipología de las
personas en función de su origen y características de sus necesidades. Así, la infancia con desventajas, adolescentes mal socializados con tensiones familiares, adultos en crisis, familias problemáticas, ancianos, discapacitados..., deberían tenerse en cuenta en el momento de formular programas y acciones públicas dirigidas al bienestar social, porque ellos serían los principales actores al conocer sus dificultades y sus debilidades.
En su filosofía, no hay promoción de la persona sin su participación
activa, racional y responsable en la vida individual y social, porque, según Towle, (1945) es la base donde radican sus cambios. Sin embargo, se producen procesos regresivos cuando el cambio ha sido impuesto y desaparece quien lo impuso. La participación debería ser la expresión organizada de las necesidades socialmente determinadas por la comunidad, y resueltas a través de los programas sociales.
Su organización representativa debería ser el vehículo de la
reivindicación, concretándose su participación democrática en el ejercicio de su poder colectivo y en la toma de decisiones individuales. Por ello, el trabajador social con casos debería influir en las cualidades y en las posibilidades de la persona a través de un proceso educativo en el que la persona pudiera sentirse participe de su propio cambio, con el apoyo de los programas sociales.
El profesional debería impulsarle en su lucha encaminada para
alcanzar su verdadero lugar en la sociedad (Towle, 1945: 85-86). La hipótesis que manejó la autora en sus escritos, “es que no puede existir desarrollo personal, sin desarrollo social”, por lo que habría que impulsar las medidas políticas y económico-sociales necesarias para ampliar las perspectivas de superación y perfeccionamiento de la persona como ser individual. 8. Florence Hollis (1907- 1987)
Fue profesora de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad
de Columbia. Ocupó el puesto de secretaria general en el Instituto de Familia en Cleveland. Tuvo un gran interés por la enseñanza y la investigación sobre los factores sociales y psicológicos que inciden en las dificultades maritales. Logró trasladar su experiencia práctica a sus teorías psicosociales, poniendo el énfasis en el apoyo a los patrones sanos de crecimiento y desarrollo, como en su aplicación al trabajo social de casos. A lo largo de su vida profesional realizó grandes aportaciones a través de numerosos artículos y libros, entre los que se podrían destacar: “Casos sociales en la práctica” (1939), donde recogía seis casos, describiendo la situación de las personas afectadas por una serie de circunstancias personales: separación, divorcio, problemas familiares o discapacidades “La mujer en el matrimonio” (1949), o “Caso social: Una terapia psicosocial” (1969), donde muestra la estructura teórica, los procedimientos, el diagnóstico y la programación del trabajo social de casos.
En su filosofía sobre el trabajo social con casos existen dos formas
significativas de enfrentarse a los problemas; la primera a través del sostén económico, emocional o moral de la persona, para mejorar su funcionamiento personal y, en segundo lugar, a través del desarrollo de la percepción propia, tratando de mejorar la dirección de su conducta mediante una mejor y más completa comprensión de sus maneras de reaccionar. Ambas formas establecen una relación entre el “yo”, y sus funciones que intentan dirigir la energía vital de la persona hacia la satisfacción de sus necesidades, el logro de sus metas, a conocerse a sí misma en relación con los demás, y a defenderse o protegerse para mantener el equilibrio emocional que deberían determinar el progreso o el cambio para conseguir la adaptación a su medio ambiente.
La capacidad de adaptación de una persona mediante el “yo”, le
permite armonizar sus deseos con las realidades de su situación, cambiar su conducta cuando sea necesaria, o alterar sus circunstancias sociales. Mediante el proceso de adaptación del “yo”, madura y desarrolla destrezas resultantes de las experiencias de aprendizaje a través del proceso de solucionar sus problemas.
Siguiendo su línea de pensamiento, para entender y ayudar
eficazmente a la persona, hay que visualizarla en el contexto de sus interrelaciones con el medio. Casi todos los casos tienen características internas y externas, donde se incluye una persona o una familia y su situación. También se analiza la realidad objetiva y el significado que tiene para quien la experimenta. Por lo tanto, el trabajador social debe reconocer y entender el “mundo externo”, que puede ser la familia, el grupo social, el laboral, el del estudio, o cualquier otro contexto donde la persona forme parte.
El tratamiento dependía de la comprensión que tuviera la persona
sobre sí misma, de sus factores sociales y de las personas significativas en su situación social. La intervención del trabajador social debería ir dirigida a que el usuario entendiera e interiorizará estos tres elementos, con el fi n de producir cambios de funcionamiento significativo en su comportamiento. La técnica más importante para lograr estos objetivos debería ser la relación casework, basada en la aceptación y el respeto por el otro, llevándose a cabo la relación en un ambiente de tranquilidad y sosiego (Hollis y Woods, 1981).
Sus teorías se desarrollaron a través de dos métodos
fundamentales: El método directo cuando se dirige a la persona. El trabajador social considera como herramienta fundamental para el tratamiento la relación de ayuda, estableciendo relaciones personales a través del interés mostrado por sus problemas, la aceptación, el compromiso y la influencia indirecta. El profesional solo debería hacer uso de su autoridad cuando la persona tuviera limitaciones personales para elegir el camino más directo, estableciendo como la vía más importante en la toma de conciencia de su problemática la discusión reflexiva de su situación. El método indirecto incluye actividades con las personas allegadas, los grupos significativos y las realidades del asistido para contribuir a la solución de sus problemas, que podría realizarse a través de ayudas materiales que no deberían menoscabar la dignidad de la persona, además de realizar actividades en su medio ambiente con el propósito de promover cambios favorables en la situación. En su enfoque, Hollis (1969) quería demostrar que los trabajadores sociales tenían un rol autónomo, que la terapia psicosocial era más importante que la psicoterapia, utilizando el concepto de Hamilton (1946) persona – situación, donde la persona tratada debía ser analizada en el contexto de sus interacciones con el medio. Las características principales en la que se asienta su posición, serían las siguientes: – El tratamiento parte de las necesidades del usuario. – Utiliza el concepto de dilema social para describir lo que considera que es una necesidad. – Existe una discrepancia o una des-adaptación en la relación entre el individuo y quienes lo rodean o entre él, la familia y los recursos comunitarios. – Los problemas que surgen pueden depender del mal funcionamiento del individuo, de factores del medio o de ambas cosas. – El diagnóstico y tratamiento deben orientarse a los dos campos y, sobre todo, a la relación entre ellos. – Su posición se basa en la perspectiva del funcionamiento social y en la teoría de la personalidad de Freud. Entre los aspectos fundamentales de su teoría se podrían destacar: – La importancia del contenido y del proceso de estudio psicosocial. – La trascendencia del diagnóstico. – La valoración de la personalidad como dato central. – Encontrar en la persona los recursos que le permitan salir de la situación. – Reciprocidad: la persona es un sujeto activo dentro del proceso de comprensión y solución del problema. – El análisis del pasado no representa un aspecto relevante, solo se usa para cuestiones específicas. 9. Helen Harris Perlman (1905- 2004) Fue profesora de trabajo social en la Universidad de Chicago. Por su importante contribución académica, en al año 1966, se creó una cátedra con su nombre en la Escuela de Administración de Servicios Sociales. Sus aportaciones intelectuales provienen de su experiencia como instructora clínica en la Universidad de Columbia y en la Oficina de Orientación Infantil. Sus prácticas de trabajo y su orientación psicoanalítica le facilitaron una gran variedad de perspectivas sobre el trabajo social individualizado, desarrollando un interesante marco conceptual.
Entre los numerosos artículos y libros que escribió a lo largo de su
vida, se podrían destacar: El proceso de resolución de problemas (1957), ¿Qué es un trabajador social? (1971), o el libro que más influencia ha tenido en la profesión; Trabajo social individualizado (1965), donde los trabajadores sociales, a partir de esta publicación, pudieron contar con un marco de referencia que no se quedaba solamente en las teorías de Mary Richmond, que se centraban solo en el problema, y no en el usuario, quedándose desprovisto el trabajador social de medios para inducir a la persona a la solución de sus dificultades. Harris, fue más allá al entender que el trabajo social individualizado consiste en una transacción progresiva entre el trabajador social y la persona objeto de intervención, con el objetivo de influir sobre el sujeto, fomentando su eficacia para afrontar sus problemas; definiendo el trabajo social individualizado como, un proceso empleado por algunas instituciones consagradas a fomentar el bienestar público para ayudar al individuo a afrontar con mayor eficacia su ajuste social al medio. Por ello, el profesional del casework, debería captar la naturaleza de la persona, la naturaleza del problema que plantea y la naturaleza del lugar (centro de servicios sociales), donde encontraría los medios para resolverlo. Implementó un método de resolución de problemas integrando el modelo psicosocial y el funcional, profundizando en su estudio sobre la psicología del yo como una vía para que la persona se encontrara consigo misma, pudiera resolver sus dificultades y lograra adaptarse de manera equilibrada a la sociedad que le rodeaba. Las personas no deberían ser consideradas como enfermas sociales, sino como personas que necesitan ayuda por falta de motivación, de capacidades, o por falta de posibilidades para enfrentarse a sus problemas, donde la labor del trabajador social debería centrarse en estimular sus motivaciones y sus capacidades afectivas, cognitivas y activas, con el objetivo de que pudieran superar las dificultades que se encontraran en su vida cotidiana.
En su visión psicosocial, supo potenciar el yo, además de
desarrollar por medio del ego las habilidades para mejorar la adaptación al medio, conociendo que el contexto cambia continuamente y que la persona forma parte del mismo, debiendo estar dispuesta a analizar y comprender su contexto con el apoyo del trabajador social, como medio de aprendizaje recíproco, que ayudara al avance del proceso de resolución de los problemas.
Para Harris, (1970), la estructura metodológica para llevar adelante
su teoría está definida por los siguientes pasos: 1. Estudio: (encuesta, investigación). Es la recolección de datos referidos a la conducta personal del usuario. 2. Diagnóstico: Es la interpretación del estudio experimental, lográndose desde su visión el conocimiento de las características personales, la comprensión de la individualidad, los peligros de las influencias del medio social, así como los recursos necesarios para su intervención. 3. Tratamiento: Identificación de los pasos a seguir para solucionar el problema individual.
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