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circunstancias fisiológicas) cuentan ya a esa edad con una correcta organización

lateral, imprescindible para conseguir con éxito y disfrutando el aprendizaje de la


lectoescritura y las matemáticas.

Algunos de los pacientes que acuden a nuestra consulta por presentar problemas de
aprendizaje instrumental carecen de los requisitos básicos neurofuncionales para el
aprendizaje.
Algunos acuden para realizar un diagnóstico de lateralidad por si la causa de sus
dificultades pudiera encontrarse en su organización lateral y, con frecuencia, nos
encontramos que son niños que están aún en etapas prelaterales y, por tanto, en “teoría”
no estarían en condiciones de acceder con éxito al aprendizaje instrumental. Y decimos
en “teoría” porque la realidad es que nuestro sistema educativo no contempla estos
aspectos y se guía más por la edad cronológica que por la madurativa.
Lo ideal sería actuar de manera preventiva, trabajando y dando mucha más importancia
a las primeras etapas del desarrollo neurosensopsicmotriz (ver libro “cer0atr3s EL
DESARROLLO NEURO-SENSO-PSICOMOTRIZ DE LOS 3 PRIMEROS AÑOS
DE VIDA” y "Atlas visual del desarrollo del bebé. Evolución del cerebro de los 0 a
los 18 meses").
Ya muchos padres conocen la importancia del gateo, por ejemplo. Consideramos la etapa
de gateo fundamental en el desarrollo, porque es entre el final de la etapa de arrastrado
contralateral y el inicio del gateo cuando empiezan a madurar las conexiones responsables
de la visión binocular y la escucha estereoaural. Pero no se trata de gatear de cualquier
manera, es necesario hacerlo correctamente y de ahí la importancia de valorar si un gateo
es correcto o anómalo, si es simétrico o no, si anula o no alguna extremidad, etc...Algunos
niños sustituyen el gateo por el “conejeo”, que consideramos absolutamente anómalo.

También aconsejaríamos una valoración preventiva antes de iniciar la escolaridad, a


los 3 años, porque si bien el nivel de “exigencia académica” en estas edades no es lo
prioritario, hay niños que ya empiezan a presentar dificultades de integración y de
participación, porque presentan dificultades de motricidad protopática (gruesa) y se
retraen a la hora de participar en los juegos, en el patio, etc... Son niños que presentan
torpeza motriz, dificultades para correr, saltar, subir y bajar escaleras, etc...

Y, por último, consideraríamos casi imprescindible una valoración de la organización


lateral del niño antes de iniciar “en serio” el proceso de aprendizaje de la lecto-
escritura y las matemáticas. En líneas generales y para dar una referencia
cronológica, se debería hacer sobre los 5 años.
Se podría considerar fisiológica incluso una falta de definición hasta poco antes de los 5
años, pero, a esa edad y más teniendo en cuenta las exigencias de nuestro sistema
educativo, los niños deberían estar ya correctamente lateralizados.
De ahí, la importancia de actuar de forma preventiva: Si detectamos cualquier problema
a edades tempranas, si no esperamos infructuosamente a que el niño madure (muchas
veces no sólo es un problema de madurez) evitaremos que a los 8 años se haya instaurado
un cuadro de fracaso escolar.

Así, volviendo al título del artículo, ¿es la prevención garantía de éxito escolar?
Evidentemente, no se puede afirmar rotundamente que sí ni que lo sea en todos los casos,
puesto que hay otros muchos factores implicados: Familiares, culturales, sociales,
emocionales, pedagógicos, etc..., pero lo que sí podemos afirmar es que un niño que
acceda a los aprendizajes contando con esos REQUISITOS

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