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¿Cómo soy y cómo me gustaría ser? Este es el gran interrogante al cual el niño a
partir de los 12 años, aproximadamente, empieza a buscar una respuesta.
Los padres comienzan a observar un montón de motivos para entrar en conflicto con
sus hijos, pero antes de liarla es necesario que tengamos en cuenta dos aspectos:
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2. En segundo lugar, conviene tener claro que los adolescentes, al igual que en
etapas anteriores, siguen necesitando reglas. A pesar de los gritos y
amenazas, los adolescentes son personas que no saben dónde están ni a
dónde van y, aunque les “moleste” la presencia de los padres, necesitan de ella
para sentirse seguros. La atracción por el riesgo, en momentos les asusta, se
debaten entre lo correcto y lo incorrecto; además, tienen que empezar a tomar
decisiones que van a determinar su futuro y su identidad personal (trabajo,
estudio, qué estudio…).
Por una parte, esto les gusta y les da una sensación de libertad, pero por
otra les asusta y necesitan que alguien les oriente, les diga qué es lo que
más le conviene y por qué. En pocos casos, el adolescente va a expresar esta
inquietud a sus padres de forma tranquila (debe ser él porque su vida es suya);
bien al contrario, lo que va a hacer es provocarlos para que ellos tomen la
decisión por él y le orienten.
Vamos a ver cómo ayudar a reflexionar, cómo orientar al adolescente sin caer en la
imposición ni morir en el intento.
Si vas a elogiarlo, será bueno que esté con su grupo u otras personas
significativas.
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Si ha comenzado una discusión y ves que se te escapa de las manos o que no
es el momento apropiado utiliza frases como “si no te importa podemos seguir
discutiendo esto en… más tarde”.
3. EMPATIZA.
Empalizar significa ponerse en el lugar del otro y hacerle saber que le hemos
entendido, para ello, además de escuchar tal y como hemos indicado, iniciaremos la
conversación con el adolescente haciendo un breve resumen, utilizando las
palabras del adolescente, de lo que éste acaba de decir. Se utilizarán frases del
tipo: “si no te he entendido mal…”, “entonces lo que me quieres decir es…” y frases en
las de muestre que es consciente de cómo se siente: “pienso que estas enfadado!
Preocupado! Triste! “ entiendo lo que sientes”, ”noto que…”.
Després d’empatitzar:
Valorarem tot allò de positiu que ha dit l’adolescent: ”M’ha agradat…” “Estic
d’acord amb tú quan dius…”.
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Mostrem els nostres sentiments: “Em preocupa…”. “M’espanta…”. “Estic
trist…”.
En lloc de dir: “Sempre fas el que vols (arribar tard)”, digues: “He estat tota aquesta
estona molt preocupat perquè has arribat una hora tard. La propera vegada, així que
arribi l’hora acordada, truca’m i avisa’m”.
Per expressar el que pensem i el que sentim també convé evitar les negacions i les
preguntes.
En lloc de dir: “Com tornaràs a casa?”, digues: “M’agradaria saber si ja has pensat
com tornar a casa”.
En lloc de dir: “Per què has arribat tan tard?”, digues: “Estava preocupat per tu perquè
pensava que arribaries a casa a les cinc”.
Con los adolescentes, en lugar de imponer hay que llegar acuerdos, parciales, si
les imponemos probablemente nos desafiarán. Por otra parte, negociar, implica
reflexionar, admitir errores, reconocer la parte de razón del otro… Negociar es ofrecer
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un ejemplo positivo al adolescente sobre cómo resolver los problemas ya sean fuera o
dentro de casa.
Para ello es necesario ofrecer varias soluciones, dejando que sean ellos los que
decidan y adquieran el compromiso, la responsabilidad de cumplir, y mostrarle que
confiamos en que harán lo más correcto.
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Frase 1: Juan, no me gusta la forma en que se distribuye aquí el
trabajo.
Frase 2: Quiero que cambie la situación para que sea más justa.
Creo que sería justo que pudiera contar con que tú te vas a encargar
todas las semanas del salón, y eso es lo que voy a hacer.
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Pedro, ¿querrás por favor limpiar el salón?