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Segundas Jornadas de Relaciones Internacionales de FLACSO

“Poderes emergentes: ¿Hacia nuevas formas de concertación


internacional?”

20 y 21 de septiembre de 2010

Título: ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE UNA INTEGRACIÓN REGIONAL SUB-


ÓPTIMA (O TRISTE)

Abstract: El presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis crítico de los
supuestos básicos de la integración regional que, en los últimos 20 años, han quedado
identificados a través de los postulados de la Teoría del Nuevo Regionalismo. Con este fin,
en primer lugar, se lleva cabo una identificación de los principales conceptos y definiciones
habitualmente utilizados en la bibliografía de la integración económica, los cuales son
sometidos a una reflexión acerca de la efectividad de este constructo teórico, a la hora de
intentar aplicarlos frente a la diversidad de procesos de integración regional existentes. En
segundo lugar, con el objeto de poder discutir los distintos postulados, se realiza un estudio
de casos de países que no solo no lograron ajustarse a ninguno de los fundamentos de esta
matriz conceptual, sino que por el contrario, por distintos motivos que serán expuestos en el
propio análisis, decidieron abandonar sus respectivos acuerdos de integración regional
(Chile ’73, Groenlandia ’85, Venezuela ’06 y Bolivia ’10). De este modo, la reflexión
propuesta mediante el análisis de los que pueden ser denominados contra-ejemplos,
persiguen el objetivo de generar una reflexión acerca de la efectividad e inmutabilidad de
dichos los postulados y, por sobre todas las cosas, evidenciar la inadecuada pretensión de
universalidad que suele existir detrás de su planteamiento teórico.

Autor: Lic. Gabriel WOLF

Email: gwolf@uade.edu.ar

Palabras Claves: Integración Regional, Matriz teórica, Regionalismo Abierto;


Mercosur; Unión Europea; Creación y Desvío de Comercio, Beneficios Estáticos y
Dinámicos de la Integración; Estadios de la Integración Regional; cesión de soberanía;
Supranacionalidad
Introducción

El fenómeno de la ampliación de la agenda de la integración regional1, que se ha venido


produciendo en los últimos años, en América Latina, especialmente en el Mercosur, ha
dado lugar a la elaboración de una importante cantidad de investigaciones que intentan dar
cuenta esta nueva circunstancia de incorporación de problemáticas relacionadas con temas
sociales, políticos, productivos y culturales, bajo la órbita regional. Esta situación
representa un importante avance por parte de la disciplina de estudio del regionalismo, ya
que hasta hace poco tiempo atrás, el abordaje realizado sobre esta temática había quedado
reducido, casi exclusivamente, a la modalidad de integración eminentemente económica y
comercial.

Al respecto, pueden identificarse dos modalidades de abordar esta nueva agenda de la


integración: la primera, es aquella analiza el nuevo tema de agenda que ha sido incorporado
en determinado bloque regional, brindando detalles de su evolución, así como de las
políticas regionales que permiten su implementación efectiva. En este caso, los estudios no
suelen explicitar ninguna adscripción teórica sobre el fenómeno de la integración regional.
El segundo enfoque, genera un abordaje de este proceso de apertura temática como un
avance en el proceso de integración; aunque este fenómeno es entendido como parte del
camino que deben transitar los países miembros de un bloque regional para poder continuar
avanzando en los distintos niveles de integración económica2 propuesto por la Teoría del
Nuevo Regionalismo3.
1
En el presente trabajo, haremos uso del concepto de Integración Regional según la definición propuesta por William
Wallace (1990), la cual es planteada en términos de un proceso de cooperación intensa y prolongada entre actores de una
misma región sobre cualquier ámbito material, si bien es cierto que se produce particularmente en las relaciones
económicas y, con menor frecuencia, en las relaciones políticas y sociales. William Wallace (1990). The Dynamics of
European Integration, Londres; Pinter, pág. 9.
2
Un ejemplo, en este sentido, es la explicación dada a la inclusión del tema de la infraestructura y la logística, en la
agenda de la integración, como un paso necesario para poder seguir profundizando la integración comercial. Desde esta
perspectiva, a partir de los logros alcanzados en la integración económica, que habrían generado importantes caídas en los
costos de los productos regionales, mediante el establecimiento de Zonas de Libre Comercio y Uniones Aduaneras, en la
actualidad, para continuar con el proceso de integración comercial, sería imprescindible avanzar en una mayor integración
en infraestructura y logística, a los fines de poder ganar mayor competitividad en la producción.

3
Valgan como ejemplo de este segundo enfoque las propias palabras del ex Secretario Ejecutivo de la CEPAL, José Luis
Machinea: (…) “En la coyuntura actual, hay dos aspectos que diferencian el reto de la integración económica con
En este sentido, si bien la incorporación de temas más ligados al desarrollo de nuestros
países, en la órbita de la integración, aparece como un hecho verdaderamente alentador, al
mismo tiempo, resulta necesario abordar esta nueva circunstancia, a partir de la realización
de un replanteo estructural de los postulados de la disciplina de la integración, que percibe a
este fenómeno como un hecho basado en ciertos postulados universales y, por sobre todas
las cosas, excluyentes. De este modo, una reflexión de estas características permitiría
generar un espacio para la elaboración de nuevas categorías de análisis más adecuadas, que
puedan dar cuenta de los profundos cambios producidos, en los últimos años, en el ámbito
interno de algunos procesos de integración, sin tener que acudir obligadamente a los
fundamentos del regionalismo comercial y de mercado.

Justamente, esta cosmovisión paradigmática de la integración, que puede ser identificada


como la Teoría del Nuevo Regionalismo, es la alternativa que indudablemente ha logrado
imponerse como paradigma oficial de la integración, lo cual ha dado lugar, a lo largo de las
últimas dos décadas, a la constitución de una matriz teórico-conceptual muy específica,
sobre la que suelen realizarse gran parte de las investigaciones acerca de los distintos
procesos de integración existentes en el mundo, y que por lo tanto puede decirse que se han
establecido como parte del conocimiento básico de esta materia.

Sin embargo, es bien sabido que los principales postulados teóricos propuestos por el

cohesión social en América Latina y de la experiencia europea, a saber: nuestros magros niveles de desarrollo en
comparación con el de nuestros actuales y principales socios comerciales (por ejemplo Estados Unidos y Canadá) y
nuestros altos niveles de desigualdad y bajas cargas tributarias. De este modo, abordar simultáneamente los múltiples
objetivos de la nueva etapa de desarrollo de nuestra región supone lo siguiente: hacerse cargo de las asimetrías de la
integración regional, resolver los problemas de la globalización y superar las grandes desigualdades sociales. Sin
embargo, no basta con lograr un buen desempeño macroeconómico y aplicar políticas macroeconómicas de incremento
de la capacidad de adaptación laboral, protección social y educación y capacitación. Es preciso mejorar los factores de
competitividad de los diferentes agentes para que se beneficien cada vez más de la integración a un mundo competitivo.
También deberán incluir el mejoramiento de la infraestructura, mediante viviendas dignas, carreteras, almacenaje,
refrigeración, telecomunicaciones, regadíos, puertos, aeropuertos, entre otras cosas.” Tampoco, “se puede dejar de
lado el tema de la gobernabilidad, en el marco del cual deben realizarse estos esfuerzos. La instrumentación de políticas
de cohesión social requiere la participación ciudadana en los aspectos de interés colectivo, especialmente dentro de un
proceso de mejora de las instituciones sociales. Durante una década se lograron importantes avances en la
institucionalidad económica. Del mismo modo, es necesario ahora mejorar la institucionalidad social (…)

Este mismo paradigma de la integración regional como parte del desarrollo con igualdad también puede ser encontrado
en el informe de Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, denominado ‘Panorama de la inserción internacional
de América Latina y el Caribe 2009-2010: Crisis originada en el mundo desarrollado y recuperación impulsada por las
economías emergentes’, presentado a comienzos de septiembre de 2010.
Regionalismo Abierto han sido construidos, en su mayoría, a partir de un análisis deductivo
de único caso experimental: la Unión Europea (UE), el cual es utilizado como paradigma
ideal y propuesto como modelo a seguir. Esta circunstancia provoca un fenómeno bastante
singular en el ámbito de la investigación: cuando se intenta llevar a cabo un estudio sobre
un proceso de integración regional particular y se lo intenta contrastar con los postulados
teóricos de la integración, inevitablemente, los resultados obtenidos, en todos los casos,
resultan ser de carácter sub-óptimo. Esto es, en ningún caso, los elementos propios del
bloque regional en estudio se ajustan a los criterios establecidos por la teoría. Y, de este
modo, esta situación da lugar a que cada experiencia regional que es sometida a estudio, a
la luz de esta matriz, deba hacerse acreedor de adjetivos tales como ‘imperfecto’, ‘débil’ o
‘incompleto.

Asimismo, si se tiene en cuenta que el proceso de construcción de experiencias


regionales, en las últimas décadas, cada una con distinta suerte, ha resultado
verdaderamente fructífero, dando lugar a una pléyade de modalidades y características
propias de cada acuerdo, aparece como necesario realizar un análisis de los que son
considerados como los principales elementos constitutivos de esta matriz conceptual
paradigmática, de modo de poder evaluar su utilidad y efectividad a la hora de aplicarlos
sobre los múltiples procesos de integración existentes en el mundo. Esto cobra especial
importancia, a la luz de poder avanzar en el principal objetivo de las ciencias sociales, y en
particular, en el ámbito de la disciplina de la integración regional, de poder establecer
herramientas conceptúales y categorías de análisis que permitan explicar y comprender el
fenómeno de la integración regional, así como su evolución a través del tiempo, a partir de
postulados que sean realmente efectivos a los fines de analizar un proceso de integración
particular.

Sin embargo, si la matriz conceptual de la cual parte, en la actualidad, la teoría de la


integración, en todos los casos, salvo en aquel que fue utilizado como base experimental, da
como resultado situaciones sub-óptimas que no solo no permiten comprender el objeto de
estudio, en si, sino que, por el contrario, redunda en una catarata de críticas negativas, hacia
el mismo, podría ser que la teoría de la integración se encuentre frente al desafío de
repensar sus bases teóricas y supuestos, teniendo la gran oportunidad de poder buscar
herramientas metodológicas y conceptuales que permitan una comprensión efectiva del
objeto de estudio: los procesos de integración regional.

De este modo, el presente trabajo tiene como objetivo principal analizar los supuestos
básicos de esta matriz conceptual, a través de la identificación de los principales conceptos
y definiciones habitualmente utilizados en la bibliografía de la integración económica, sean
estos investigaciones, libros de textos o incluso programas de estudio de las Universidades,
con el fin de poder generar una reflexión acerca de la efectividad de este constructo teórico,
a la hora de analizar la diversidad de procesos de integración regional existentes. En este
sentido, esta investigación, en primer lugar, genera un análisis crítico acerca de la utilidad
de los que suelen ser denominados ‘conceptos básicos de la integración regional’ tales
como ‘Creación y Desvío de Comercio’, ‘Beneficios Estáticos y Dinámicos de la
Integración’, ‘los 5 estadios de la Integración Regional’, ‘la cesión de soberanía de los
Estados’ y ‘la Supranacionalidad’, a la luz de casos específicos de integración regional. En
segundo lugar, con el fin de poder discutir los distintos postulados, se realiza un estudio de
casos de países que no solo no lograron ajustarse a ninguno de los fundamentos de esta
matriz conceptual, sino que por el contrario, por distintos motivos que serán expuestos en el
propio análisis, decidieron abandonar sus respectivos acuerdos de integración regional
(Chile ’73, Groenlandia ’85, Venezuela ’06 y Bolivia ’10). De este modo, la reflexión
propuesta mediante el análisis de los que pueden ser denominados contra-ejemplos,
persiguen el objetivo de generar una reflexión acerca de la efectividad e inmutabilidad de
dichos los postulados y, por sobre todas las cosas, evidenciar la inadecuada pretensión de
universalidad que suele existir detrás de su planteamiento teórico.

La matriz conceptual de la Integración Regional

Los principales postulados teóricos planteados por la teoría de la integración regional


pueden ser identificados a través de los que hemos denominado una ‘matriz conceptual’,
compuesta por algunos elementos fundamentales, tales como categorías de análisis y
definiciones sobre las que suele sustentarse teóricamente la Teoría de la Integración, según
la perspectiva del Regionalismo Abierto4, como disciplina de estudio. Cabe destacar que la
misma ha sido elaborada a partir de la identificación de los principales puntos
fundamentales que suelen ser mencionados por la bibliografía de la integración, trabajos de
investigación5 y programas universitarios y de posgrado de materias relacionadas con la
Integración Regional, Procesos Regionales y MERCOSUR.6

De este modo, esta matriz pareciera estar atravesada por dos postulados fundamentales
que van a acompañar a todas las categorías de análisis y definiciones, y que no
necesariamente suelen ser explicitados en la bibliografía sobre la integración regional, a la
hora de plantear dicha matriz. El primero de estos postulados es la concepción del
fenómeno de la integración regional como un proceso de ascensión ideal en el cual,
mediante el cumplimiento de determinados requisitos, se obtiene una serie de resultados
4
Una formulación detallada de una estrategia de “regionalismo abierto” orientada a la mejora de la inserción internacional
y desarrollo de la región fue planteada por CEPAL en 1994, en el marco de la propuesta más amplia de “transformación
productiva con equidad”. El regionalismo abierto era entonces definido como el “proceso que surge al conciliar (...) la
interdependencia nacida de acuerdos especiales de carácter preferencial y aquella
impulsada básicamente por las señales del mercado resultantes de la liberalización comercial en
general. Lo que se persigue con el regionalismo abierto es que las políticas explícitas de integración sean compatibles con
las políticas tendientes a elevar la competitividad internacional, y que las complementen”. CEPAL 1994).

Este aspecto es apuntado explícitamente en otra definición de la CEPAL: “un proceso de creciente interdependencia
económica a nivel regional, impulsado tanto por acuerdos preferenciales de integración como por otras políticas (...) con
el objeto de aumentar la competitividad de los países de la región y de constituir, en lo posible, un cimiento para una
economía internacional más abierta y transparente. Con todo, de no producirse ese escenario óptimo, el regionalismo
abierto de todas maneras cumpliría una función importante, en este caso de mecanismo de defensa de los efectos de
eventuales presiones proteccionistas en mercados extrarregionales”. En: El regionalismo abierto en América Latina y el
Caribe. La integración económica al servicio de la transformación productiva con equidad, Santiago de Chile: CEPAL,
1994, pár. 20.
Como señala Robson (1998), en el “regionalismo abierto” siguen vigentes los objetivos clásicos de la integración
económica, definidos en términos de efectos estáticos —ganancias de bienestar derivadas de la creación de comercio, la
mayor eficiencia derivada de la reestructuración productiva—,pero ya no son el objetivo principal. Se trataría, también,
de alentar los efectos dinámicos derivados de la eliminación de costes de transacción y de otros costes administrativos.
Ello exige modalidades de integración más profundas, que cubran la liberalización de los servicios y los capitales, la
supresión de las barreras no arancelarias, y la eliminación, aunque fuera parcial, de barreras físicas, fiscales, y de otra
índole, que obstaculizan la competencia y la libre circulación efectiva, ya que tienen importantes efectos en términos de
costes y, por ende, en la competitividad (Burki et al., 1998: 3-11; Banco Interamericano de Desarrollo 2002: 3).

5
Sanahuja, José Antonio (1998), Durán, Jose y Maldonado, Raúl (2005). Salvatore Dominick, (1995); Ellsworth, J. Clark
Leith (1978); Krugman, Paul, (1988); Moneta, C. y Quenan C, (1993); Bouzas Roberto, (1997); Agudelo, Hugo, (1997);
De Melo, Jaime y Panagariya, Irving (1992); Ibáñez, Josep (1999); Ikenberry, G. John (1998); Rosenthal, Gert (1994).
6
Han sido analizados los programas y sus correspondientes bibliografías desde las siguientes universidades argentinas:
UB. UADE, UBA; UCA; Universidad Di Tella, FLACSO y San Andrés.
beneficiosos específicos. De este modo, el gran interrogante de integrarse o no integrarse
queda supeditado a una mera elección por parte de los países; ya que al parecer el camino
ascendente de la integración está plenamente pautado, así como también lo estarían sus
beneficios. Algo así como una causalidad asegurada e inexpugnable.

El segundo elemento fundamental de esta matriz es la aparente irreversibilidad del


proceso. Al respecto, el andamiaje teórico conceptual suele hacer mención de los pasos
necesarios para lograr alcanzar los beneficios de la integración, pero ni en la literatura ni en
el propio marco conceptual se hace referencia a la posibilidad de que un país determinado
decida apartarse del camino de la integración. Esta posibilidad es, de algún modo,
descartada a través del criterio de que a medida que se va ascendiendo en los distintos
estamentos de la integración económica, los costos de salida serían cada vez mayores que
los propios beneficios provistos por la integración. A partir de lo cual, la integración
regional quedaría definitivamente establecida sobre una modalidad de ascenso de carácter
irreversible.

La integración regional como proceso de ascensión ideal

El primer término de esta matriz que, indefectiblemente, aparece cuando se aborda


cualquier bibliografía sobre esta disciplina o, incluso, la primera referencia que suele
hacerse sobre la misma, tanto en los programas universitarios como en lo propios claustros
de enseñanza de esta materia de estudio, es el concepto de beneficios de la integración
económica, los cuales son planteados en tres categorías: a) Los Efectos Tradicionales
Estáticos de la Integración, b) Efectos o incentivos tradicionales dinámicos y c) Efectos no
tradicionales7.

7
Efectos o incentivos tradicionales dinámicos: Los principales efectos de esta clase son los siguientes: a) Competencia y
escala. Estos efectos permiten reducir el costo de la producción, en especial la industrial, entre los miembros a través de
ventajas comparativas regionales, economías de escala e incremento de la diversidad para los consumidores; b) Mejora en
los términos del intercambio. La firma de un AIR puede mejorar los términos del intercambio de los países miembros,
básicamente a través de una caída del precio de exportación de los países no miembro inducido por la mayor competencia
dentro del AIR y c) Atracción de Inversión Extranjera Directa (IED). La formación de un AIR puede provocar un
incremento del flujo de IED, tanto desde los países miembros como de los no miembros, en la búsqueda por aprovechar el
mercado ampliado.
El elemento sustancial que cubre la totalidad de la primera categoría de beneficios es el
propuesto por el economista Jacob Viner, en 1950, quien lleva a cabo un estudio sobre los
posibles beneficios de la conformación de una Unión Aduanera entre dos o más países. A
partir de dicho estudio, Viner desarrolló el popular concepto de Creación y Desvío de
Comercio8.

Es preciso destacar que, además de esta categoría propuesta por Viner, existen otros
autores que analizan el fenómeno de la creación y desvío de comercio, tales como Meade
(1962), Cooper y Massel 1965); Corden (1972), Kokko, Mattha; Gustavsson Tingval
(2007)9 que, de algún modo critican o modifican los supuestos de Viner, desde una visión
económica, que aquí no viene al caso entrar en detalle. Sin embargo, si bien es posible
entender el modelo económico en el cual se sustenta, podría decirse que el tan popular
concepto, siempre presente en la bibliografía de la integración, suele ser planteado un como
beneficio resultante de la conformación de un bloque regional, sobre el cual cada proceso
En los últimos quince años, surgieron nuevas categorizaciones sobre la temática que dieron lugar a la identificación de
incentivos de la integración regional que son conocidos como Efectos no tradicionales: Estos fueron desarrollados
principalmente por Fernández (1998), quien observó que la formación de AIRs (especialmente en los noventa) no podía
ser explicada en su totalidad por los efectos o incentivos tradicionales. Esta circunstancia llevó a esa autora a presentar los
siguientes incentivos: 1) Fortalecimiento de las reformas internas. La firma de un AIR puede apuntalar y dar mayor
seguridad a las políticas internas implementadas por los países. Cualquier reversión de las políticas internas sería más
difícil de llevar a cabo en el marco de un AIR; 2) Políticos: Un gobierno puede pensar que el que lo suceda no tendrá los
mismos objetivos. La firma de un AIR pone límites al accionar del gobierno que lo firma, pero también al del gobierno
que lo sucede; 3) Disminución de los conflictos entre países. Ejemplo: posible guerra entre Alemania y Francia en los
albores de la conformación de la Unión Europea; 4) Consolidación de gobiernos democráticos; 5) Incremento del poder de
negociación. El tratar de aumentar su poder de negociación con respecto a terceros países es una razón que lleva a algunos
países a firmar un AIR, ya que los países unidos tendrían un mayor poder de negociación que separados; 6) Garantía del
acceso al mercado. Otra forma en la que un AIR puede contribuir a aumentar el bienestar de sus miembros es proveyendo
a alguno de ellos un seguro sobre algún posible acontecimiento futuro. Esto explicaría por qué en algunos acuerdos entre
países de diferente tamaño, el más chico ingresa en situaciones desfavorables.

8
Según esta formulación, estaríamos frente a la Creación de Comercio cuando a partir de la conformación de un Acuerdo
Regional, un país deja de producir un producto para comenzar a importarlo de un país socio que lo fabrica a un menor
costo, mientras que existiría Desvío de Comercio, cuando, a partir de la formación de un Acuerdo Regional, un país
miembro deja de importar un producto desde un país que no se incorporó al Acuerdo regional, para pasar a importarlo de
un país socio que lo fabrica a un costo mayor que el país no miembro. Boletín informativo de la Comisión Nacional de
Comercio Exterior (CNCE), Nº 59; año 12; enero - febrero 2007.
9
Estos autores sostienen que el concepto estático de desvío de comercio no se adecua al análisis de la integración
moderna, que tiene como objetivo elevar la ventaja comparativa de los productores regionales mediante la promoción de
las economías de escala y la competencia. De lograrse, “esta integración reducirá la participación de mercado de los
productores externos; sin embargo, sin embargo esto no constituye una desviación de comercio, ya que no se trata de
productores externos más eficientes reemplazados por productores internos menos eficientes”, sino que, la integración
moderna, “al ser un proceso dinámico en el que los países se relacionan con el crecimiento más que con la asignación de
estática de recursos”. Kokko, Ari; Mathä, Thomas; Gustavsson Tingvall; Patrik (2007). Integración regional y desviación
del comercio en Europa. Revista Integración &Comercio N°26; Enero-Junio.
de integración debería basar su decisión de integrarse o no. Integrarse, en el caso de generar
creación de comercio, y no hacerlo, en el caso de generar desvío de comercio.

Al respecto, en primer lugar, debería notarse que las categorías en cuestión han sido
elaboradas con el fin de analizar cuáles son los efectos hacia la eventual generación de
mayor o menor bienestar hacia el Sistema Económico Internacional, en su conjunto, y no
como un beneficio direccionado hacia el proceso de integración bajo análisis; hecho que no
suele ser mencionado en la bibliografía, sino que es presentado como parte de uno de los
beneficios de la integración. Asimismo, siguiendo el argumento del punto anterior, y
siempre desde la perspectiva de la integración regional, ningún conjunto de países debería
tener en cuenta este criterio a la hora de definir el establecimiento de un Acuerdo Regional,
ya que siguiendo el planteo del modelo económico de Viner: suponiendo que los análisis
estadísticos de un bloque regional, determinaran que su conformación efectivamente ha
generado desvío de comercio, debe tenerse en cuenta que el país A, miembro del bloque
recién conformado, que haya dejado de comprarle al productor internacional más eficiente
(el país C), con el fin de empezar a importar ese producto desde otro miembro del bloque
recién creado (el país B), que es un productor menos eficiente que C, de todos modos,
puede decirse que ambos países miembros del bloque (país A y B) se han visto
beneficiados por la creación del mismo, ya que, a partir de ahora, el país A que
originalmente produce ese producto a un precio superior al país B y, por supuesto, que el
país C, luego de la conformación del bloque empezará a importar del país B, sin aranceles,
a un precio más bajo de lo que solía hacerlo desde el país C; incluso, aunque este último sea
el productor internacional más eficiente. De este modo, se podría concluir que el reemplazo
de un productor más eficiente por uno menos eficiente, como consecuencia de la creación
del bloque comercial, no resulta una variable a tener en cuenta por parte de los dos países
miembros, ya que tanto sea en situación de creación o de desvío de comercio, ambos países
habrán sido beneficiados por la generación de un bloque regional, en dos aspectos: En
primer lugar, ambos países han generado un aumento en el comercio intra-regional,
mientras que, en segundo lugar, los consumidores del país A, como consecuencia de la
eliminación de aranceles a ese producto, deberán pagar un precio inferior que el pagado
antes de la creación del bloque.
Para ampliar este concepto, puede ser interesante hacer un breve repaso de los distintos
estudios económicos que han analizado, en detalle, los efectos de creación y desvío de
comercio en bloques regionales concretos. En el caso específico del Mercosur, se puede
señalar el trabajo de Yeats (1997; 1998) quien llevó a cabo un estudio económico sobre el
desarrollo de los flujos comerciales llevados cabo entre los países de ese proceso de
integración, durante los primeros años de funcionamiento. Según Nagarajan (1998), el
trabajo realizado por Yeats “utilizó un índice de orientación regional para analizar si los
productos individuales (producidos localmente) son más o menos aptos para ser
comerciados con los países socios, en comparación con el resto del mundo.” De este modo,
“su propósito fue analizar si se podían considerar a los países socios como productores
relativamente eficientes de aquellos bienes que se comerciaban con más intensidad dentro
del acuerdo, una vez llevada a cabo la integración.”10

Al respecto, Yeats concluye que “gran parte del incremento del comercio entre los países
miembros estaba basado en productos que no habían sido exportados con éxito a otros
países.” De modo que gran parte del incremento del comercio entre lo países del Mercosur
se efectuaba con productos ‘equivocados’ –un resultado de los efectos del desvío de
comercio del acuerdo”. Concretamente, “Yeats encontró que gran parte del incremento de
los flujos de comercio intra-regional era de bienes que el describió como capital intensivos.
La supuesta ventaja comparativa debía encontrarse en los bienes trabajo intensivos, de
modo que el hecho de que los bienes capital intensivos tengan gran importancia entre el
comercio entre ellos es motivo de preocupación.”11

Por otra parte, en el caso de la Unión Europea, de acuerdo con el artículo “Integración
Regional y Desviación del comercio en Europa (Kokko, Mattha; Gustavsson Tingval;
2007)12 se puede decir que, a partir de la utilización del mismo modelo de cálculo realizado
por Yeats, “existen indicios de una desviación de comercio en el caso de la primera etapa

10
Nagarajan, Nigel (1998). La evidencia sobre el desvío de comercio en el Mercosur. Revista Integración &Comercio
N°6; septiembre-diciembre.
11
Ídem anterior.
12
Kokko, Ari; Mathä, Thomas ; Gustavsson Tingvall; Patrik (2007). Integración regional y desviación del comercio en
Europa. Revista Integración &Comercio N°26; Enero-Junio.
de la integración europea (1962-1973), cuando se incrementó el comercio intrarregional en
las industrias con ventajas comparativas débiles, pero no hay indicios de desvío de
comercio en el caso de los períodos siguientes. El motivo más importante es que la
integración regional coincidió con reducciones en las barreras comerciales externas, con lo
que el acceso al mercado mejoró también para los productores externos, al mismo tiempo,
la integración promovió el crecimiento económico y la demanda de importaciones, lo cual
resultó beneficioso para los productores externos.”13

Si alguien pretendiera, desde la disciplina de la integración regional, realizar una


evaluación de los beneficios comerciales obtenidos a partir de la conformación de un
bloque regional determinado, supeditándolo a las variables de creación y desvío de
comercio, y se encontrara con las investigaciones de Yeats, sobre el Mercosur, o la de
Kokko, Mattha; Gustavsson Tingval, sobre el primer período de la UE, debería decir, sin
lugar a duda que, según estos postulados, el bienestar en el sistema internacional se vio
desfavorecido, por lo que incluso debería recomendar no continuar avanzando con dicho
proceso de integración, ya que, al parecer, no sería favorable al postulado del Libre
comercio. Sin embargo, ambos trabajos mencionados manifiestan que como consecuencia
de la conformación del bloque regional en cuestión, el comercio entre los países miembros
de cada proceso aumentó, por lo que sería descabellado recomendar la desactivación del
proceso regional en base al criterio de creación y desvío de comercio, ya que es evidente
que los países miembros se han visto doblemente favorecidos: por el aumento del comercio
intra-regional y por la reducción de precios, producto de la eliminación de aranceles.

De este modo, si bien está claro que el modelo de Viner, en todo momento, explicita
claramente que la categoría formulada evalúa las consecuencias de la conformación de un
acuerdo regional respecto al bienestar del sistema internacional, y no hacia el interior del
bloque, este concepto es habitualmente utilizado en la bibliografía, -y convertido como eje
fundamental de la matriz teórica de la disciplina- como uno de los beneficios propios de la
integración regional, llevando a cabo lo que podríamos denominar un ‘estiramiento’
teórico, al intentar justificar determinadas políticas comerciales con modelos teóricos que,

13
Ídem anterior.
en realidad, fueron elaborados para explicar otros fenómenos.

Vale aclarar que el presente apartado está bien lejos de pretender cuestionar el modelo de
análisis de Viner, sino que, siguiendo el objetivo de este trabajo, persigue relevar los
principales principios que se han ido construyendo como principios fundamentales de la
disciplina, con el fin de analizar la modalidad de recepción y reproducción de ciertos
postulados, en el ámbito académico, que son presentados a través de una modalidad
acrítica, sin evaluarse sus fundamentos teóricos, y por sobre todas las cosas, su utilidad
práctica, a la hora de ser aplicados al ámbito regional. El caso de la utilización de la
categoría recién expuesta es un ejemplo en el intento de generar una cierta legitimación de
la teoría de la integración regional, a partir del establecimiento de una matriz conceptual,
pero que no necesariamente es de aplicación efectiva y de interés, a la hora de explicar los
múltiples procesos de integración regional.

Un segundo postulado planteado por la matriz conceptual en análisis es aquel


relacionado con los denominados beneficios tradicionales dinámicos: Competencia y
escala, b) Mejora en los términos del intercambio y c) Atracción de Inversión Extranjera
Directa (IED) y que sin duda han sido unos de los principales motores teóricos que han
dado lugar al spaghetti bowl de los años ‘90; generado a partir de la firma de una
importante cantidad de acuerdos de libre comercio entre países de distintos lugares del
mundo. De este modo, ha sido alrededor de estos supuestos económicos lo que, en gran
medida, le han permitido a la matriz conceptual de los nuevos regionalismos legitimarse
tanto discursiva como teóricamente. Permitiendo, de alguna manera, una universalización
de estos postulados; convirtiéndose automáticamente en uno de los principales argumentos
teóricos de la disciplina de la integración. Y si bien es cierto que existe suficiente evidencia
empírica que permitirían justificar estos supuestos, a partir de un fuerte aumento de las tres
variables económicas mencionadas, por ejemplo en los ya citados casos del Mercosur y la
Unión Europea, donde se produjo tanto un aumento del comercio intra-regional como un
importante flujo de inversiones extranjeras14, al mismo tiempo, también se han presentado

14
Chudnovsky, Daniel; López, Andrés (2000). La inversión extranjera directa (IED) en el Mercosur. Fórum Regional; Montevideo: Red
Mercosur.
un importante cantidad de casos en los cuales, los supuestos beneficios de la integración, no
llegaron a materializarse.

Si bien esta temática merece un análisis exhaustivo, a partir de la realización de un


estudio de múltiples variables económicas en un número relevante de casos de acuerdos de
integración, que exceden los objetivos de este trabajo, es posible mencionar algunos
ejemplos donde dichos resultados positivos no se han materializado. Lo cual, al menos,
permite formular algunos interrogantes acerca de la ‘universalidad’ de dichos postulados, y
en especial brindar mayores elementos fácticos a la hora de analizar de repensar el nivel de
representatividad ‘científica’ existente en los elementos que constituyen el constructo
teórico relativo a la disciplina de la integración regional.

En este sentido, a modo de ejemplo podemos tener en cuenta los casos de Acuerdos de
Libre Comercio firmados entre EE.UU. y Chile, y EE.UU. con Australia, que entraron en
vigencia en 2004 y 2005, respectivamente citados por Berlinski y Stancanelli (2010).

Al respecto, ambos autores señalan que el acuerdo EE.UU. con Australia produjo fuertes
controversias en este último país respecto a sus potenciales beneficios, lo cual dio lugar a
una importante discusión en el ámbito del Parlamento, en el sector empresarial y en
ámbitos académicos, ya que “aquellos que se expresaron a favor del acuerdo argumentaron
que el mismo le permitiría a Australia competir en un pie de igualdad con México y
Canadá, y evitar el desplazamiento de las exportaciones australianas por la competencia de
otros países que también suscribieron acuerdos con los EE.UU. Otro punto señalado fue
que el acuerdo estimularía las inversiones extranjeras en el país, por la confiabilidad que
significaba la armonización de disciplinas15 con la primera economía del mundo.”16 Por otra
parte, “los detractores del acuerdo replicaron señalando que se trataba de un acuerdo parcial
que dejaba de lado aquellos productos agrícolas donde Australia era más competitiva, como
el azúcar, las carnes vacunas y los lácteos, en el primer caso, por simple exclusión, y en los

15
Cabe destacar que el Acuerdo entre Australia y EE.UU. fue el primer tratado comprensivo que involucraba
bienes, servicios, propiedad intelectual e inversiones que Norteamérica negociaba con un país de la OECD, no
perteneciente al NAFTA.
16
Berlinski, Julio; Stancanelli, Néstor (Editores) (2010). Los acuerdos comerciales. Reflexiones desde un
enfoque argentino. CARI-CEI; Editorial Siglo XXI.
otros dos restantes por concesiones mínimas y plazos excesivamente largos de apertura del
mercado. Respecto a la industria manufacturera, indicaron que las ventajas que el acuerdo
brindaba a Australia eran poco significativas, dada la alta proporción de aranceles NMF
cero o de nivel muy reducido en los Estados Unidos y la alta protección que subsistía para
textiles, calzado, indumentaria y la prohibición para importar embarcaciones de transporte
de carga y pasajeros donde Australia es competitiva.”

Continuando con el análisis, Berlinski y Stancanelli (2010) indican que para el período
2005-2008, el AUSFTA evidencia que las exportaciones australianas de bienes hacia los
Estados Unidos crecieron sustancialmente menos en valor absoluto que las importaciones
desde ese país. A la vez, tanto las exportaciones como las importaciones bilaterales
aumentaron en menor medida que las dirigidas y provenientes del resto del mundo,
respectivamente. El déficit del intercambio con los Estados Unidos aumentó de 8,9 a 13 mil
millones de dólares, mientras que el déficit global disminuyó de 12.9 a 4,5 miles de
millones de dólares. El intercambio de servicios entre los dos países, conforme a las últimas
estadísticas disponibles del Bureau of Economic Analysis de los Estados Unidos, aumentó
de 12,3 a 16,3 miles de millones de dólares, entre 2005 y 2007, con un crecimiento del
32,5%. El déficit para Australia pasó de 2,9 a 4,5 millones de dólares con una variación
del55, 2%. Los rubros de exportación más importantes para ese país fueron los de viajes y
turismo y otros servicios empresariales. En el caso de los Estados Unidos, las utilidades,
regalías y derechos de propiedad intelectual asumieron la mayor significación.”17

El tercer postulado de la matriz de la integración regional y, tal vez, el que más ha


logrado arraigarse en el ámbito académico, es aquel que observa al fenómeno de la
integración regional como un proceso de ascensión ideal, a partir del cual mediante el solo
cumplimiento de determinados requisitos y el consecuente avance en los diversos estadios
de integración, se irán generando múltiples efectos positivos sobre los países miembros del
bloque. Planteándose una especie de fórmula automática: a mayor ascenso en los estadios
de integración, mayores los beneficios que podrán obtener aquellos países.

17
Ídem anterior.
Este principio queda plasmado en la bibliografía de la disciplina, en primer lugar, a
partir del esquema de los estadios de la integración propuesto por Balassa (1964), el cual
plantea la existencia de cinco grados de integración: Área de Preferencias Arancelarias,
Zona de Libre Comercio, Unión Aduanera, Mercado Común y Unión Económica y
Monetaria18. Asimismo, de acuerdo a las teorías neo-funcionalistas19, de la cual la matriz de
la Teoría del Nuevo Regionalismo ha obtenido un importante número de postulados, señala
que a medida que aumenta la intensidad de las relaciones socioeconómicas, esto es a través
del ascenso de un estadio a otro -según el esquema de Balassa- se hace necesaria por parte
de los Estados Miembros, una mayor cesión de soberanía y, al mismo tiempo, el
otorgamiento “de poderes de decisión a favor de las instituciones regionales, depositarias
entonces de forma exclusiva o compartida de algunas parcelas de soberanía anteriormente
propias de los Estados miembros.”20

A partir de esto, se puede asegurar que la modalidad de integración, en principio,


satisfactoria y paradigmática, es aquella que tiene por objetivo ascender en la escalera de la
integración económica, mediante la generación de políticas comunes. Asimismo, este
ascenso en términos ideales debería generar los ya mencionados beneficios estáticos
dinámicos y los no tradicionales.

Sin embargo, como fue mencionado al comienzo de este trabajo, es bien sabido que la
teoría de la integración regional se ha ido construyendo a la luz de la propia experiencia de
la Unión Europea (UE). Es aquí que sus ejemplos explicativos, por ejemplo, la existencia
de los cinco estadios de integración, así como de sus beneficios ascendentes, tienen como
único fundamento empírico la propia experiencia europea, que ha logrado convertirse en
una Unión Económica y Monetaria, a partir del Tratado de Maastricht (1991), salvo en los
casos de Inglaterra, Dinamarca y Suecia que no aceptaron ingresar en la zona euro,
participando únicamente como miembro de la instancia del Mercado Común21.
18
Balassa, Bela (1964). Teoría de la integración económica. México; Biblioteca Uteha de Economía.
19
Haas, Ernst B. (1958). The Uniting of Europe: Politial, Social and Economic Forces, 1950-57. Stanford University
Press.
20
Ibáñez, Josep (2000). El nuevo regionalismo latinoamericano en los años noventa. Revista Electrónica de Estudios
Internacionales.
En: http://www.reei.org/reei1/Ibanezag.reei.PDF
21
Noruega optó por permanecer fuera de la Unión Europea durante un referéndum, en 1972, y nuevamente, en 1994 Sin
embargo, este país junto con Islandia y Liechtenstein, participan en el mercado único de la UE a través del acuerdo del
Esta circunstancia va a dar lugar a la generación de una multiplicidad de supuestos
teóricos sobre la disciplina, como son los ya mencionados efectos tradicionales estáticos,
tradicionales dinámicos y no tradicionales, que fueron siendo postulados deductivamente a
medida de los resultados europeos y, por supuesto, del avance de la teoría económica
internacional, que de algún modo, fue generando una cierta justificación de estos supuestos.
Sin embargo, la conformación de un constructo teórico, que tiene como única
comprobación empírica un único caso, impide la posibilidad de comprender otros procesos
de integración, que hayan podido surgir en otro contexto histórico, económico, político y
social.

A partir de esto, al momento de querer generar una aplicación de dicha matriz conceptual
a un determinado bloque regional y, eventualmente, intentar comprenderlo, se presenta la
siguiente circunstancia. Por un lado, no existen argumentos empíricos que justifiquen los
beneficios potenciales de seguir dicha escala de integración, y contrariamente sí existe una
multiplicidad de ejemplos que, por distintos motivos, no han ascendido en dicha escalera de
beneficios. Justamente, resulta llamativo que, si la teoría es definitivamente efectiva, por
qué ningún otro proceso regional ha alcanzado el máximo nivel de beneficios. Y sí se da el
caso, en una multiplicidad de ejemplos de países que: a) no se han integrado, b) que se han
detenido en un nivel de integración determinado, c) que se han integrado y han abandonado
el bloque regional al que pertenecían (tal como se presenta en un capítulo posterior); d)
casos, como el africano que a pesar de haber intentado utilizar las herramientas de la
integración regional, dadas las propias falencias y dificultades del caso, no han redundado
en ningún efecto positivo. A partir de lo cual solo podría concluirse que si no se realiza una
lectura del contexto económico, político, social y cultural del proceso, aunque el objetivo
del mismo sea, pura y exclusivamente, de carácter económico y comercial, es imposible
poder realizar un análisis sobre la viabilidad, conveniencia y, por ende, de los beneficios de
la integración, en un caso determinado. Y menos aún poder vislumbrar sus consecuencias
sobre los países.

Área Económica Europea. Esta posibilidad le otorga a los países signatarios el derecho a ser consultados por la Comisión
durante la formulación de legislación comunitaria, pero no el derecho a participar en la toma de decisiones.
Una vez más, aquí no se pretende cuestionar las bases teóricas del modelo de Balassa,
sino su pretensión de universalidad, que de algún modo incentivaría a todos los países por
igual a subirse al camino de la integración económica, en eso términos, cuando según lo
explicitado, no hay otras experiencia, sin incluir a la UE, que puedan dar testimonio de la
certeza de los resultados.

Por otro lado, el hecho de que la matriz conceptual de la teoría de la integración haya sido
construida a partir de un único caso, inevitablemente genera la necesidad de utilizar a ese
ejemplo, la UE, como modelo, de modo que la referencia a ese caso es permanente y de
algún modo inevitable. Esto, a su vez, va a generar que cualquier proceso que sea
contrastado con la teoría, y por ende, con el caso de la UE, da como resultante un proceso
de integración de características sub-óptimas; lo que va a retratarse en un importante
número de adjetivos, respecto al caso en estudio que sea, tales como ‘imperfecto’, ‘débil’ o
incompleto. Esto, a todas luces, no permite explicar el proceso en cuestión ni sacar
conclusiones efectivas sobre el propio proceso, de modo que la utilización de dichas
categorías teóricas termina convirtiéndose en una modalidad auto-frustrante desde un
comienzo.

Un ejemplo habitual, en este sentido, es la necesidad de aclarar, que el Mercosur se trata


de una Unión Aduanera ‘Imperfecta’, cuando -según nuestro planteo- debería ser
identificada como una Unión Aduanera que simplemente ha establecido ciertas excepciones
en su Arancel Externo Común, en particular, en los sectores de Bienes de Capital y
Telecomunicaciones; y que recién en agosto de 2010 se puso de acuerdo en la elaboración
de un Código Aduanero Común del Mercosur, que entrará en vigencia a partir del 1 de
enero de 2012. Asimismo, los argumentos provenientes de la bibliografía de la integración
justifican esta ‘des-calificación’ al analizar el grado de cumplimiento de sus objetivos,
establecidos en sus acuerdos constitutivos, en este caso, Tratado de Asunción (1991) y
Ouro Preto (1994). Y al existir ciertos ‘incumplimientos’ de los objetivos expresados en
aquella oportunidad, por ejemplo, en la ausencia de una Unión Aduanera ‘perfecta’, tal
como lo señala la teoría, el proceso en cuestión es visto como débil o incompleto. Este
argumento puede ser sintetizado en la siguiente frase: (Con relación al Mercosur) ”hoy
podríamos decir que nos encontramos frente a una unión aduanera imperfecta y a una zona
de libre comercio incompleta. Estas dos notas que son mencionadas por la casi totalidad de
los responsables gubernamentales, académicos relacionados con el tema de la integración y
demás actores que gravitan en torno a ella, lo único que hace es describir la más estricta
realidad.”22

Esta circunstancia nos permite evidenciar un punto que resulta bien característico, de la
matriz que estamos analizando, y es que, finalmente, el proceso de integración que pueden
llevar a cabo dos países con el objetivo de poder identificar problemas comunes e intentar
buscar soluciones compartidas a los mismos, deja de ser percibido como un medio para la
consecución de estos objetivos, sino que, por el contrario, queda convertido en un fin en si
mismo. Esta situación por un lado, aleja a la disciplina de la integración regional de ser un
área científica de estudio (el término ‘científico’ debe ser entendido en un sentido amplio,
como una metodologización rigurosa y esquemática de un campo de conocimiento
determinado) que persiga el objetivo de sistematizar y brindar explicaciones sobre este
campo, convirtiéndose en una exégesis dogmática que nada tiene que ver con la propia
realidad de los objetos de estudio. Por el contrario, este paradigma pareciera pretender
ajustar la propia realidad de cada bloque regional a ciertos modelos ideales, basados en
intereses del mercado internacional, que solo funcionan en la matrices econométricas, pero
que carecen de valor explicativo para los propios procesos de integración. Por otro lado,
esta concepción de la integración regional como fin -y no como medio- impide incorporar
al análisis los posibles cambios que pudieran llegar a producirse en el contexto regional o
internacional, o en las circunstancias o intereses que permitieron llevar a cabo el proceso de
integración. Sino que únicamente parece estar preocupada en el cumplimiento impoluto de
lo escrito en el papel. Esta visión legalista de la integración pareciera estar fundada en la
máxima adjudicada a Fernando I de Habsburgo, y utilizada por Kant en La Paz Perpetua
que menta: “Fiat justicia, pereat mundus”. Esto es, Hágase justicia, aunque (en
consecuencia) el mundo perezca.

22
Sabsay, Daniel Alberto. Integración y Supranacionalidad sin Considerar los Desarrollos Europeos Recientes, Bases
Constitucionales y Límites. La Experiencia del Mercosur. Presentación del Dr. Daniel A. Sabsay en el Simposio "Process
of European and Global Constitutionalization", llevado a cabo en Berlín el 15 de mayo de 1999, en ocasión del 50º
Aniversario de la Constitución alemana.
Este supuesto de ascensión indefectible adoptado por la teoría de la integración, resulta
ser un elemento sustancial que permite destacar aún más la caracterización de
‘inevitabilidad’ que hemos venido identificando, respecto a la matriz, en cuestión.
Asimismo, este criterio -como veremos a continuación- logra convertirse en uno de los
requisitos fundamentales en el camino de ascenso hacia la integración regional ideal,
plasmado en un principio de irreversibilidad.

Irreversibilidad

La instauración en el escenario internacional del fenómeno conocido como globalización,


caracterizado, entre otras cosas, por la constitución de un sistema económico, comercial y
financiero, que tiene al Libre Mercado como principal supuesto, ha venido percibiendo a la
integración económica regional, y al ascenso en la escala de Balassa, como un proceso que
indefectiblemente implica una reducción de los niveles de soberanía de los Estados.

Según estos supuestos, esta pérdida de soberanía por parte del estado quedaría
evidenciada en el momento en el cual los países llevan a cabo la suscripción de un tratado
de constitución de un determinado bloque regional, ya que implicaría una pérdida de
potestad en la aplicación de una política arancelaria y comercial nacional.

En este sentido, gran parte de la literatura referida al estudio de los procesos de


integración económica coinciden en percibir al Estado como el único actor, en el territorio
nacional, que “regula las actividades económicas, políticas, sociales y culturales,
proporcionando seguridad y previsibilidad a dichas relaciones sociales (García Pelayo,
1992)23.

Esta caracterización del Estado, con la cual es difícil no coincidir, conlleva la idea de que
la regulación de estas actividades sociales implica, indefectiblemente, identificar al Estado,

23
García Pelayo, M. (1992). Las transformaciones del Estado contemporáneo, Madrid.
en términos de detención de soberanía, como el único proveedor y regulador de estas
actividades sociales que, a los efectos de brindar claridad conceptual, vamos a denominar
políticas públicas. Lo cual estaría dando la pauta que el rol fundamental previsto para el
Estado es, justamente, ser el proveedor soberano de las funciones sociales mencionadas.

Asimismo, en coincidencia con lo manifestado por Hinojosa Martínez (2004) es posible


afirmar que la soberanía estatal quedaría concebida como un “conjunto de funciones”, a
partir de lo cual es factible pensar que “el Estado social y democrático de derecho expande
el concepto de soberanía al multiplicar el número de funciones asignadas al Estado”24.

De este modo, al introducirse el análisis de la soberanía del Estado en el contexto de la


globalización y “en la medida en que ha desaparecido una parte sustancial de los obstáculos
para la circulación transnacional de mercancías y capitales, que los medios de
comunicación y transporte han reducido las distancias y que la información ha empezado a
circular en tiempo real a lo largo de todo el planeta, se difuminan las fronteras entre los
Estados”. Ante lo cual, “desde una perspectiva económica, esta situación se traduce, por
parte de los gobiernos, en la progresiva pérdida de la capacidad de dirección de su
economía, y en la imposibilidad de controlar la actividad de los grandes grupos industriales
y financieros de carácter multinacional, ya que son los «mercados» los que imponen las
opciones de política económica y, por tanto, los que diseñan el modelo de sociedad”25.

Partiendo desde este criterio de funcionalidad del Estado, incluso, es posible señalar
como un elemento verdaderamente representativo del actual contexto de liberalización
comercial y financiero, el profundo nivel de vulnerabilidad en que han quedado los Estados
respecto a los que pueden han sido identificado como nuevos actores del sistema
internacional, tales como el capital internacional, que engloba a una pléyade de grupos
inversores financieros, Hedges Funds y demás corporaciones internacionales, así como las
empresas transnacionales, que a partir del fenomenal volumen que adquieren sus
transacciones financieras, diariamente, sumado a las políticas de liberalización llevadas a

24
Hinojosa Martínez, Luis Miguel (2004). Globalización y Soberanía de los Estados. Ponencia presentada en la I Jornadas
de diálogo euro-marroquí, Universidad de Tánger, Marruecos, 25 y 26 de noviembre.
25
Ídem anterior.
cabo por los propios Estados, durante la década de los ’90, han dejado a los países en un
profundo nivel de vulnerabilidad.26

Y si bien, la manifestación más palpable del proceso de globalización se produce en el


ámbito económico, no es éste el único terreno en el que la falta de exclusividad por parte
del Estado en la regulación de políticas públicas resulta evidente. En este sentido, y
manteniendo siempre el criterio propuesto de la soberanía definida como funcionalidad
exclusiva del Estado, puede concluirse que existen muchas otras áreas donde la soberanía
del Estado se ha visto erosionada.

Al respecto, Salah identifica cuatro ámbitos estatales en los que, como consecuencia de la
globalización, se evidenciaría una importante reducción o pérdida en la intervención del
Estado, estos son: el control de los flujos monetarios y financieros, los problemas
medioambientales, el control de la información, y el control de las empresas
multinacionales. Por ejemplo, “la libre circulación de capitales entre los principales
mercados financieros del planeta, y las mayores facilidades de las que disfrutan las
personas para cruzar las fronteras, facilitan la elusión de los controles administrativos o
policiales establecidos por las autoridades públicas son un claro retrato de esta realidad.27

Una consecuencia, casi inevitable, que surge como consecuencia del supuesto de la
pérdida de soberanía por parte de los Estados, en los términos propuestos inicialmente, es el
surgimiento del ámbito regional o internacional como una alternativa funcional para la
provisión funcional de políticas, en este caso, armonizadas a través de organizaciones
internacionales o mediante tratados u órganos regionales pertenecientes a un determinado
acuerdo regional, según sea el caso, situación que, una vez más, es percibida como una
profundización de la pérdida de control soberano de los Estados sobre las muchas funciones
que solían ser se consideradas como atributos esenciales de la soberanía estatal.

26
Wolf, Gabriel (2010). Estado Crisis Financieras y Vulnerabilidad Local. Centro Argentino de Estudios Internacionales
(CAEI).
27
Hinojosa Martínez, Luis Miguel (2004). Globalización y Soberanía de los Estados. Ponencia presentada en la I Jornadas
de diálogo euro-marroquí, Universidad de Tánger, Marruecos, 25 y 26 de noviembre.
La soberanía como la capacidad de tomar decisiones autónomas

Sin embargo, si se realiza el ejercicio de abandonar, por un momento, esta definición


indefectiblemente reduccionista, que arrincona a la concepción de la soberanía del Estado
en un mera actividad funcional, e incluso al propio rol estatal que queda remitido a la única
provisión de políticas públicas, y se reintroducen algunos elementos constitutivos de la
soberanía de los Estados, que -según nuestro criterio, nunca deberían haber sido excluidos
de la definición de Soberanía- se podría llegar a un replanteo de los supuestos de la pérdida
de soberanía por parte de los Estados como consecuencia de la conformación de bloques
regionales.

En este sentido, la 10º edición del Diccionario de Ciencia Política de Bobbio, Matteucci y
Pasquino (1997) describe a la Soberanía como un “concepto político-jurídico que sirve para
indicar el poder de mando, en última instancia, en una sociedad política y, por consiguiente,
para diferenciar a ésta de las otras asociaciones humanas, en cuya organización no existe tal
poder supremo, exclusivo y no derivado. Por lo tanto, tal concepto está estrechamente
vinculado al poder político: en efecto, la soberanía pretende ser una racionalización jurídica
del poder, en el sentido de transformar la fuerza en poder legítimo, el poder de hecho en
poder de derecho.”28

Está claro que la definición hace una clara referencia al Estado como único soberano,
dentro del territorio nacional, en términos de, no solo tener la legitimidad de ejercer el uso
de la fuerza y del Derecho, sino en cuanto a la capacidad de poder llevar a cabo una
decisión, en última instancia. La preeminencia del ejercicio del poder de la última instancia
decisional ha sido bien estudiada por Carl Schmitt, quien identificaba este poder con la
capacidad de quien estuviera a cargo del gobierno de ese Estado de declarar el estado de
excepción, pudiendo reducir, a partir de este, ciertos derechos constitucionales, en
circunstancias determinadas.29

28
Bobbio, N; Matteucci, Nicola; Pasquino Gianfranco (1997). Diccionario de Ciencia Política, 10º edición. Siglo XXI
Editores; pág. 1483.
29
Schmitt, Carl (1921)). La Dictadura.
Cabe destacar que la necesidad de incorporar al análisis, en cuestión, algunos de los
elementos fundamentales de la soberanía del Estado, que al parecer han quedado fuera de la
conceptualización hecha por la Teoría de la Integración Económica Regional, no implica
dejar de lado aquella concepción funcional del Estado, como proveedor y regulador de
políticas públicas, sino que, por el contrario, el objetivo es justamente poder alcanzar una
definición más completa que permita comprender las actuales circunstancias relacionadas
con los procesos de integración regional y la soberanía de los Estados, desde una
perspectiva más amplia, evitando caer en ‘olvidos’ u omisiones a la hora de establecer o
seleccionar definiciones teóricas.

En este sentido, si nos remitiéramos a la estricta aplicación de la definición funcional de


la soberanía de los Estados, también sería posible descubrir un variado espectro de
circunstancias en las cuales el Estado estaría cediendo soberanía. Al respecto, se podría
mencionar la adhesión de un país a la Organización Mundial del Comercio (OMC), que lo
compromete a cierto cumplimiento de disciplinas principios y normas relacionadas con el
comercio internacional, la aplicación de normas o estándares internacionales y, por
supuesto, la constitución de un determinado bloque regional.

Sin embargo, si se deja de lado esta definición acotada de soberanía, y se da lugar a


aquella más comprensiva, en la cual la soberanía estatal está determinada a partir de la
potestad de la toma de decisión en última instancia, en su ámbito territorial, de ningún
modo podría argumentarse la cesión de soberanía, en ninguno de los casos planteados.
Justamente, en los tres casos recién citados, la decisión de aceptar determinada modalidad
de comportamiento, por parte de los Estados, es realizada voluntariamente en pleno uso de
su potestad nacional. Y de ninguna manera puede afirmarse que la utilización de una buena
práctica o un standard, sea este económico, político, sanitaria, y/o técnico implica una
pérdida en la soberanía del Estado, más bien podría decirse que lo ratifica al tener los
recursos ‘soberanos’ de poder llevar a cabo dicha incorporación normativa.

Asimismo, desde esta perspectiva clásica de la soberanía, como ‘capacidad de tomar la


última decisión en su propio territorio’ permite replantear la supuesta pérdida de soberanía,
por parte de los Estados, frente al mercado de capitales internacionales o frente a empresas
transnacionales, ya que dado el caso, cualquier Estado tiene la potestad de tomar la decisión
de cerrar su economía, de declararse en default (como fue el caso argentino, en 2002) o
hasta dado el caso expropiar las posesiones de dichas empresas. Todas estas acciones
podrían ser llevadas a cabo autónomamente por cualquier Estado. Por supuesto que, al
momento de tomar este tipo de decisiones soberanas, el Estado seguramente deberá
enfrentar un sin número de costos económicos, políticos y de prestigio frente al resto de los
países, que podrían provocar desde el retiro de inversiones extranjeras, la reducción o
pérdida de mercados internacionales para sus productos, y seguramente una multiplicidad
de críticas y planteos en organismos internacionales, además de la consabida pérdida de
credibilidad por parte del concierto internacional de países. Pero en ningún momento la
soberanía del Estado habrá quedado disminuida.

Del mismo modo, si se tiene en cuenta el tradicional concepto propuesto por la teoría de
las relaciones internacionales que describe al sistema internacional como un orden
anárquico, esto es, sin la existencia de un poder de policía internacional legitimo, en última
ratio, la multiplicidad de diferendos jurídicos provenientes de las organizaciones
internacionales: Órgano de Solución de Diferencias de la OMC y demás ámbitos
internacionales y regionales, en ningún caso podrán forzar de facto al cumplimiento de
dichos compromisos realizados previamente por el Estado en cuestión. A lo sumo podrá
generar recomendaciones al gobierno nacional de ese país a restablecer la conformidad de
las reglas establecidas en determinado acuerdo. Situación que como bien sabemos, no
necesariamente suele ser tenida en cuenta por los países. Valga de ejemplo, en este sentido,
la cantidad de ‘recomendaciones’ realizadas por el Òrganos de Solución de Diferencias de
la OMC que no son tenidas en cuenta por los países.

Por otra parte, de más está decir que, en algunas de las circunstancias mencionadas
anteriormente, dicho Estado podría arriesgarse a perder prestigio en el Sistema
Internacional o eventualmente quedar ‘fuera’ del mercado comercial y financiero; en el
caso de un incumplimiento en el pago de la deuda soberana. Sin embargo, al mismo tiempo,
también debe notarse que a lo largo de la historia han existido múltiples ocasiones donde
algún país determinado quedó, de todos modos, fuera del mentado sistema económico,
político o financiero, por ejemplo Chile, en 1973, o Cuba, a partir del establecimiento de la
Ley Helms-Burton, sin que necesariamente existiera algún tipo de incumplimiento de
acuerdos internacionales.

Así, las circunstancias recién descriptas permiten sustentar el argumento de plantear que
la firma de acuerdos regionales, o la aplicación de estándares internacionales donde se
comprometa el cumplimiento del Estado de ciertas pautas de comportamiento económicas,
financieras, técnicas o políticas, en ningún caso, puede hablarse de una pérdida de
soberanía del Estado en términos de autonomía relativa en la toma de decisión, y sí en los
términos de una sesión parcial de competencias funcionales, que lleva a la aceptación de
determinadas pautas o normas compartidas con otros países o regladas por determinados
organizaciones internacionales o regionales.

Supranacionalidad

Como se manifestó en un comienzo del trabajo existe un tercer fundamental que es


explicitado por la matriz paradigmática de la Integración Regional, y es el que está
directamente relacionado con el establecimiento de “políticas comunes” regionales, a través
de la generación de un marco supranacional. Esta circunstancia suele ser planteada por la
bibliografía como uno de los pasos obligados que debe seguir un proceso de integración
para poder avanzar en el camino hacia la integración. Este planteo, una vez más, convierte a
la mayoría de los procesos de integración regional existentes en casos sub-óptimos, ya que
de la totalidad de bloque regionales existente, en la actualidad, solo unos pocos, aplican una
modalidad de integración de carácter supranacional. Primando aquellos que han adoptado la
modalidad conocida como intergubernamental; tal es el caso del Mercosur, ASEAN y
NAFTA, entre otros.

La posibilidad de establecer una entidad supranacional, por sobre la soberanía de los


países, es una idea que tiene sus primeros arraigos en el texto La Paz Perpetua de Immanuel
Kant, quien la planteaba como una modalidad para asegurar la convivencia universal.
Mientras que, en términos históricos, el término supranacional se empleó por primera vez
en el Tratado de París (1951), al crear la Comunidad Europea del Carbón y del Acero
(CECA) y posteriormente en los Tratados de Roma (1957), fundacionales de la Comunidad
de la Energía Atómica (EURATOM) y del Mercado Común Europeo, en los que se
indicaba la cualidad de los acuerdos y organismos de integración económica: transferencia
a las instituciones de la organización a las que se les confieren un poder normativo apto
para producir efectos jurídicos vinculantes en el orden interno de los Estados miembros,
incluso con un rango superior al de sus leyes30.

A partir de esta situación, cada uno de los estados miembros de la Unión Europea han
adherido, voluntariamente, a un modelo integrado de organizaciones internacionales
compuesto por las Comunidades europeas, que los liga mediante un orden jurídico
comunitario autónomo que prima por sobre el derecho interno de los Estados. Por lo que las
decisiones comunitarias, luego de un largo recorrido a nivel de los derechos
constitucionales de sus Estados miembros, tienen una aplicación directa en el interior de los
mismos. Cabe destacar que dichas decisiones sólo pueden versar sobre las materias
acordadas en los instrumentos que dan sustento a la comunidad y que, en definitiva, esas
delegaciones de soberanía son el producto de la voluntad de aquellos mismos que se
pronuncian de manera concomitante, a favor de una merma de los atributos propios, al
menos del concepto tradicional de soberanía estatal. A partir de los caracteres mencionados
se forja una estructura orgánica cuyas decisiones son tomadas por mayoría (Berranger.
1995).

Para poder comprender los motivos que dieron origen a la aplicación de una entidad
supranacional, en el caso europeo, es imprescindible remitirse a la tensión permanente y a
la cantidad de conflictos bélicos registrados, a lo largo de la historia, entre Alemania y
Francia, con mayor preponderancia en las dos Guerras Mundiales. En este sentido, la
implementación de un criterio inicial de supranacionalidad, mediante la creación de la Alta

30
Delgado Rojas, Jaime (2009). Construcciones supranacionales e integración regional latinoamericana. San José, Costa
Rica, Editorial UCR.
Autoridad del Acero y el Carbón, tuvo el objeto de establecer una regulación, ajena al
control de los Estados, sobre los recursos básicos utilizados para la construcción de
armamento: acero y carbón. Esto aparecía como la única modalidad efectiva que permitiera
brindar cierta estabilidad regional; que venía de padecer la catástrofe humana más grande
de la historia. De este modo, la aplicación del criterio de supranacionalidad, en Europa,
debe ser comprendida como una alternativa de supervivencia, para un contexto histórico y
político determinado31.

Y si bien la implementación satisfactoria de la supranacionalidad, en Europa, va a servir


como antecedente para su recomendación en otros procesos de integración, las
argumentaciones provistas por la Teoría de la Integración Económica para su
establecimiento como postulado, va a estar bien lejos de los motivos histórico-políticos
recién mencionados respecto al caso europeo. Por el contrario, los fundamentos de los
beneficios de la modalidad de la integración de características supranacionales van a estar
ligados más a una justificación económica que política.

Concretamente, la conformación de un proceso de integración regional, mediante la


modalidad supranacional, según el Regionalismo Abierto, va a permitir que una vez que los
Estados miembros de un bloque regional tomen la decisión de generar un área de
integración económica, en cualquiera de sus niveles (zona de libre comercio, unión
aduanera o mercado común), logren alcanzar uno de los principales objetivos manifestados
por la teoría económica clásica, que es el establecimiento de un mercado completamente
libre de la intervención de los Estados, que son vistos como imperfecciones y restricciones,
al libre comercio. De este modo, la creación de una entidad autónoma de los Estados, en
principio, podría impedir cualquier tipo de modificación de las medidas económicas que
implica la conformación de un acuerdo regional; reduciendo los niveles de incertidumbre,
en este sentido, a un mínimo deseable por el mercado. Esta situación definitivamente posee
un fuerte aire de familia con el postulado de la matriz del Regionalismo Abierto, que hemos
denominado irreversibilidad. Y justamente el criterio de supranacionalidad pareciera seguir
31
Incluso, las potenciales bondades de su implementación, en aquel momento, fueron cuestionadas por múltiples autores
europeos, pertenecientes al funcionalismo, que criticaban fuertemente la visión liberal, que apoyaba la creación de una
modalidad de integración regional basada en el criterio de supranacionalidad. Por lo que tampoco puede ser planteada
como una verdad inexpugnable,
ese camino.

Como muestra de esto, es suficiente hacer un repaso de los ‘beneficios no tradicionales’


de la integración principalmente identificados por Fernández (1998), que señalan como
algunos de sus efectos positivos. El fortalecimiento de las reformas internas: La firma de un
AIR puede apuntalar y dar mayor seguridad a las políticas internas implementadas por los
países, ya que cualquier reversión de las políticas internas sería más difícil de llevar a cabo
en el marco de un AIR. Asimismo, con el fin de evitar que un gobierno, en el futuro, pueda
no compartir los objetivos de liberalización del comercio, la firma de un acuerdo regional
pone límites al accionar del gobierno que lo suscribe, así como también a aquel que lo
suceda en el futuro.

Al mismo tiempo, esta argumentación, que visualiza a los gobiernos como potenciales
generadores de incertidumbre, permite entender el alud de críticas que reciben los procesos
regionales que poseen una modalidad intergubernamental, ya que son percibidos por el
mercado como riesgoso en cuanto al cumplimiento de las reformas económicas que implica
un acuerdo regional de esas características. Justamente, esto es lo que, desde este enfoque,
permitiría evidenciar a las instituciones regionales de carácter intergubernamental como
débiles y por sobre todas las cosas frágiles; lo cual en la terminología del mercado podría
ser interpretado como inciertas.

Por ejemplo, en el caso del Mercosur, resulta habitual leer críticas de estas características:
“Una de las razones de la ausencia de ‘políticas regionales comunes’ es precisamente
carecer de un marco supranacional, ya que no se cuenta con esos mecanismos debido a la
resistencia de los países, en algunos casos abierta y en otros más silenciosa. Este aspecto
central no ha recibido la atención adecuada, tanto desde los sectores convencionales como
desde muchos analistas progresistas.”32

Asimismo, una posible consecuencia del reciente análisis, es la necesidad de la Teoría del
Nuevo Regionalismo de insistir con el concepto de cesión de soberanía funcional, ya que

32
Fuente: http://www.choike.org/nuevo/informes/2202.html
mediante esta argumentación, los Estados perderían la capacidad de establecer cambios en
sus políticas económicas. Ante lo cual, lo que en un principio aparecía como una
descripción de un fenómeno basado en la interdependencia económica y política entre los
Estados y los actores internacionales, propios de un contexto de globalización, aparece
como una estrategia discursiva para convencer a los Estados a deshacerse de su potestad de
determinar su política económica y comercial, en manos de una autoridad regional
autónoma, fuera del alcance de los Estados; otorgando al proceso de integración una
evidente modalidad irreversible, a favor de los actores del mercado.

Como ejemplo de esta idea se puede citar a Mitrany (1965) quien asegura que “la creación
de políticas internacionales debe entenderse como un esfuerzo por despolitizar algunos
temas importantes con el fin de aportar soluciones racionales. Los antagonismos políticos
podrían, gracias las organizaciones internacionales, ser reemplazados por una cooperación
para solucionar problemas específicos y prácticos de la vida internacional de manera eficaz
y eficiente. El criterio político esta reemplazado por el criterio de la eficacia y de la
productividad.”33

Al mismo tiempo, también puede concluirse que la permanente utilización de la Unión


Europea como modelo satisfactorio de supranacionalidad, lejos está de tener en cuenta los
motivos histórico-políticos que dieron lugar a la conformación de una modalidad
supranacionalidad de la integración. Sino que esa referencia es mero intento de legitimar el
temor del mercado respecto al accionar soberano de los Estados, respecto al
establecimiento de su política comercial. En este sentido, la disciplina de la integración
regional pareciera estar contribuyendo, en gran medida, alcanzar estos objetivos, a través de
la permanente reproducción de estos principios ‘universales’.

Casos de des-integración: Países que abandonaron sus bloques o acuerdos regionales

Más allá de las argumentaciones teóricas o terminológicas que puedan darse sobre la
33
Mitrany, David (1965). “The Prospects of Integration: Federal or Functional”. Documento electrónico.
supuesta modalidad irreversible postulada por la matriz de la teoría de la integración, a
continuación se estudian una serie de casos de países que, por distintos motivos, han
tomado la decisión de salirse de sus respectivos bloques o acuerdos regionales,
abandonando la escalera de la integración de Balassa, lo cual además implica dejar de lado
los supuestos Beneficios indefectibles planteados por la Teoría de la Integración. De este
modo, a partir del abordaje de los casos de Chile (1976), Groenlandia (1985), Venezuela
(2006) y Bolivia (2010) se pretende aportar evidencia en contra del supuesto de
irreversibilidad planteado por la matriz del Nuevo Regionalismo, así como demostrar que,
siguiendo la definición de soberanía tradicional aquí citado, el hecho de que un país ingrese
a alguno de los niveles de integración citados por Balassa, no implica ninguna pérdida de
soberanía, justamente, a través de la presentación de situaciones en los cuales los gobiernos,
haciendo uso de su soberanía, decidieron salir de sus respectivos procesos de integración
regional. Al mismo tiempo, los casos en estudio permiten desterrar el postulado con el que
se suele justificar la permanencia de los países dentro de un acuerdo regional. Este es que
los costos de abandonar dicho proceso de integración serían tan elevados, en comparación
con los beneficios, que a los países les resulta más satisfactorio permanecer dentro del
bloque.

Por otra parte, vale la pena adelantar el que consideramos como uno de los principales
elementos que han surgido del presente análisis, y es que, justamente en contra de lo que se
podía llegar a predecir respecto a los elevados costos políticos, económicos, y por sobre
todas las cosas, en términos de prestigio regional, que podría implicar que un miembro
abandone el bloque regional al cual pertenecía, los resultados de los cuatro casos aquí
estudiados indican que, en las cuatro situaciones, los países lograron llegar a un acuerdo,
que podría ser denominado amistoso, respecto a la modalidad de esa salida. Y más
llamativo aún, la evidencia empírica pareciera demostrar que, con posterioridad al
abandono del acuerdo, los países ‘salientes’ volvieron a suscribir acuerdos comerciales y
políticos con algunos o con todos los países miembros del bloque al que pertenecía, aunque
en esa oportunidad en términos más convenientes para el país que dejó el bloque. Este
hecho evidentemente puede ser calificado como la obtención, por parte del país, de un nivel
de costos más bajos que el existente hasta el momento en el que pertenecía al acuerdo
regional y que su salida no parece haber registrado costos elevados, en términos de
prestigio, tal como lo supone la teoría.

El primer caso que tendremos en cuenta en nuestro análisis, es el de Groenlandia, que,


de alguna manera, puede resultar el más paradigmático de todos en términos de evidencia
empírica, ya que justamente corresponde a un país que integró el proceso de integración
regional que, como se ha mencionado a lo largo del presente trabajo, es sobre el cual la
disciplina de la integración regional ha hecho especial énfasis, a la hora de establecer un
modelo teórico en este campo de estudio. A esta altura, está claro que hablamos de la Unión
Europea.

La isla de Groenlandia fue una colonia danesa hasta el año 1953, cuando fue declarado
‘territorio danés’. Sin embargo, a partir de la obtención de un Estatuto de Autonomía
propio, denominado Greenland Home rule Act. N° 577 del 29 de Noviembre de 1978, y
que entró en vigor a partir del 1 de mayo de 1979, empezó a ser considerado como un
‘Territorio Autónomo’ perteneciente al Reino de Dinamarca, lo cual que le otorgó ciertas
potestades políticas y económicas. Al mismo tiempo, en 2008, estas potestades aumentaron
aún más, ya que este ‘Territorio Autónomo’ aprobó la ampliación de aquel Estatuto,
mediante un referéndum sobre su autogobierno, otorgándole mayores recursos económicos,
el control de sus recursos petrolíferos y la posibilidad de acogerse al Derecho de
Autodeterminación explicitado en la Carta de las Naciones Unidas. Sin embargo, a pesar de
esto, Groenlandia seguiría perteneciendo al Reino de Dinamarca hasta el año 2021, cuando
proclamaría su independencia completa de Dinamarca para conformar un nuevo estado
independiente34.

Como consecuencia del primer estatuto de autonomía, de 1978, junto a la subida al poder
del partido SIUMUT, contrario a la CEE, que en sus primeras elecciones de gobierno
obtuvo 13 de los 21 escaños en el Parlamento groenlandés, se acordó la celebración de un
Referéndum Popular consultivo, entre sus 50 mil ciudadanos, para determinar la

34
Groenlandia dice 'sí' a su independencia de Dinamarca. Diario El País, 26 de noviembre de 2008. Ver
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Groenlandia/dice/independencia/Dinamarca/elpepuint/20081126elpepuint_6/
Tes
continuidad o no de ese Territorio Autónomo como miembro de la Comunidad Europea.

El Referéndum, que tuvo lugar el 23 de febrero de 1982, dio como resultado que una
mayoría, compuesta por un 52% de los votos, se manifestara a favor de la salida de
Groenlandia de la CEE, frente a un 46,1% de votos a favor de su permanencia.
Concretamente, la isla dejó de pertenecer a la Comunidad Europea a partir del 1 de enero
de 1985. Al parecer, “los groenlandeses descontentos con la política comunitaria practicada
en su territorio y deseosos de auto-controlar sus economías, manifestaron su voluntad de
abrir sus puertas al continente americano y estrechar sus relaciones con los pueblos
esquimales que habitan esas tierras. Pero, de ningún modo, su retirada de la CEE ha sido
interpretada como una ruptura con el continente europeo. En este sentido, según
declaraciones del primer ministro del gobierno local y jefe del partido mayoritario en el
poder (SIUMUT), la retirada de Groenlandia de la Comunidad no significa un «Adiós a
Europa»»”35

Cabe destacar que en el momento en que Dinamarca, luego de un referéndum doméstico,


decidió ingresar como miembro a la Comunidad Económica Europea (CEE), en 1972, los
groenlandeses, con un 70% de votos en contra, tuvieron que ajustarse a la decisión danesa.
En aquella oportunidad, los argumentos de los daneses al aprobar dicha adhesión estuvieron
relacionados con los beneficios que ese ingreso representaría para la industria y la
agricultura. Sin embargo, para Groenlandia, aquella adhesión representó que sus aguas
territoriales se convirtieran en una parte de las aguas de la Comunidad Europea, de manera
que no se podría impedir a los barcos extranjeros la pesca alrededor de Groenlandia.

El primer elemento que sale a la luz de esta situación es que se trata del primer caso en el
que un miembro abandona ese bloque, y que como manifestamos anteriormente, es
justamente el principal modelo de integración regional, lo cual no resulta un hecho menor.
Al mismo tiempo, un hecho que debe ser destacado, sobre esta circunstancia, es que, si bien
los Tratados de París y de Roma -constitutivos de las tres Comunidades- no preveían en sus
textos la retirada de uno de sus miembros, (aunque esta problemática fue resuelta a partir de
35
Asín Cabrera, M. Asunción (1982). Groenlandia: El Resultado de un Referéndum. Revista de Instituciones Europeas.
Vol 9, Núm. 3, Septiembre-Diciembre.
la aprobación del Tratado de Lisboa, en diciembre de 2009, donde se incluye una cláusula
de salida, en particular pensando en el futuro de las Antillas Holandesas y Aruba, con
respecto a su actual relación de dependencia de aquel país), la actitud de 'la Comunidad
Europea, fue la de aceptar directamente la decisión de Groenlandia, sin detenerse en las
distinciones jurídico formales al considerarlo como simple acto interno de un Estado
miembro. Al respecto, siguiendo lo indicado por bibliografía de la época36, puede
asegurarse que la Comunidad Europea respeto la decisión del pueblo groenlandés: “La
puerta está abierta si Groenlandia decide salirse de la Comunidad Europea. La Comisión
(Europea) no tratará de forzar a Groenlandia a permanecer en la misma si su pueblo
considera que es mejor marcharse. Es éste una decisión que Groenlandia ha de tomar por si
misma.”37

Al mismo tiempo, “si bien es cierto que, conforme indica el profesor del Instituto de
Desarrollo Económico de Berlín, Stefan A. Musto, desde el punto de visto económico y
sociológico este hecho no produce una distorsión muy importante a los intereses de la
Comunidad se trata en definitiva de un territorio con un bajo índice poblacional, alejado del
continente europeo y con una cultura propia cuya retirada de la CEE, traerá consigo unas
repercusiones menores a las que traería, por ejemplo, la retirada de cualquier otro territorio
eminentemente europeo que contara con una población importante. Las argumentaciones
anteriores no obstan a que destaquemos la transcendencia que desde el punto de vista
jurídico internacional esta decisión trae consigo. Está claro que este hecho sienta un
precedente de cara al futuro. De aquí que la negociación sobre el nuevo «status» de
Groenlandia despierte un especial interés.”38

Por otra parte, tal como lo expresa Asín Cabrera (1982) “la Comunidad Europea no es una
organización internacional estática, sino todo lo contrario. Si hacemos un recorrido
histórico, observamos que si bien sus principios constitucionales apenas se han alterado, no
por ello se puede decir que no ha evolucionado, ignorando los principios rectores de la

36
DALSAGER, Paul: Groenlandia y la CEE. Comunidad Europea, núm. 4/82.
37
Ídem anterior.
38
Asín Cabrera, M. Asunción (1982). Groenlandia: El Resultado de un Referéndum. Revista de Instituciones Europeas.
Vol 9, Núm. 3, Septiembre-Diciembre.
Comunidad internacional actual. Entre estos principios, hay dos que están en íntima
conexión con la situación actual dé Groenlandia: El Derecho a la libre autodeterminación
de los pueblos y el Derecho de los pueblos a disponer de sus recursos naturales. Ambos
principios están reflejados con mayor o menor intensidad en el Estatuto de Autonomía de
Groenlandia. De aquí que, el reciente referéndum no sea sino el punto de partida del
ejercicio de tales derechos”.

Sin embargo, si se realizara un análisis del retiro de Groenlandia de la CEE, según los
postulados actuales de la Teoría del Nuevo Regionalismo, definitivamente nos
encontraríamos frente a una encrucijada, ya que, por un lado, al parecer, la mayoría de la
población de ese territorio autónomo no encontró ninguno de los beneficios postulados,
acerca de pertenecer a ese bloque comercial, sino que, por el contrario, sus ciudadanos
realizaron una lectura opuesta y llegaron a la conclusión de que los costos relacionados con
la obligación de tener una política común con el resto de los miembros, de modo que los
costos de integrarse eran mucho mayores que los beneficios postulados. Algo similar podría
manifestarse respecto al hecho de que, a pesar de que la CEE, en 1991, decidió avanzar en
los siguientes estadios de la integración, hasta llegar a convertirse en una Unión Económica
y Monetaria, en ningún caso, Groenlandia decidió re-incorporarse al bloque regional, e
incluso, ser partícipe de los distintos beneficios correspondientes a los grados superiores de
la integración.

De este modo, este caso pareciera brindar evidencia de que la integración regional está
lejos de cumplir con los postulados establecidos por la matriz del Regionalismo Abierto
que plantean una ascensión inevitable, una modalidad irreversible y una supuesta cesión de
soberanía, ya que, en este último punto, el pueblo groenlandés haciendo uso de su potestad
soberana definió abandonar la CEE, incluso, ante la inexistencia de una cláusula formal de
salida; y por sobre todas las cosas, frente a una estructura jurídica de carácter
supranacional. Al mismo tiempo, también pareciera demostrar que de ninguna manera la
integración regional representa una alternativa beneficiosa, de carácter universal, para
cualquier economía.
Aunque, sin duda, el elemento más llamativo de este caso en estudio es el hecho que, por
el contrario de lo que se podría suponer, el retiro de Groenlandia de la CEE, lejos de haber
representado un costo político y económico elevado, dicha decisión soberana fue aceptada,
en tan buenos términos, por parte de los órganos del bloque regional, respetando sus
derechos legítimos, que esa salida dio lugar al establecimiento de un Régimen de
Asociación, previsto en la Parte IV del Tratado CEE para los Países y Territorios de
Ultramar, mediante la suscripción de un Convenio, con la Comunidad Europea,
denominado OLT, que le asegura a Groenlandia poder seguir vendiendo sus productos
derivados de la pesca a la Comunidad, al mismo tiempo que se sigue beneficiando de la
ayuda financiera otorgada por el Fondo de Desarrollo para estos Países y Territorios. Al
mismo tiempo, se firmó un acuerdo de pesca de diez años entre Groenlandia y la Unión
Europea que aseguraba a la UE el acceso continuado a los bancos de pesca groenlandeses
por una cuota anual de varios cientos de millones de coronas.39

Por otra parte, si se tiene en cuenta que los países de la Unión Europea compran
alrededor del 80% de las exportaciones de Groenlandia, en ningún caso se podría decir que
la salida del bloque regional le implicó a la isla costos económicos, políticos o de prestigio,
sino que por el contrario dicha salida pareciera haber satisfecho las necesidades de
Groenlandia, generándole más beneficios estar fuera del acuerdo regional que permanecer
dentro del mismo. Lo cual, de alguna manera, parece estar en contra de lo postulado por la
matriz en cuestión.

El segundo caso al que haremos referencia es relacionado con la salida de Chile del Pacto
Andino, ocurrida en 1976. Un elemento que diferencia a este caso de los otros, analizados
en este trabajo, es que este bloque regional, en sus inicios, fue conformado bajo un marco
teórico completamente distinto al que está siendo analizado en nuestra investigación. En
este sentido, el Pacto Andino fue creado como una modalidad integracionista sustentada
por el pensamiento cepalino conocido como Viejo Regionalismo o Regionalismo Cerrado,
con fundamentos y objetivos basados en el desarrollo regional, a partir de una promoción
39
Asín Cabrera, M. Asunción: Los Regímenes Insulares especiales en la CEE. Curso de la Universidad Internacional
Menéndez y Pelayo sobre el Régimen económico fiscal del Archipiélago canario ante el Ingreso de España en la
Comunidad Europea. Tenerife, 1982 (en prensa].
del modelo de sustitución de importaciones. Sin embargo, creemos que esta diferencia no
impide su utilización como caso de estudio, sino que por el contrario, en primer lugar,
permite destacar las limitaciones de la matriz del Nuevo Regionalismo, que plantea una
única cosmovisión de la integración regional, ya que manifiesta la existencia de otras
modalidades de integración. En segundo lugar, como se verá a continuación, la salida de
Chile de ese bloque regional se produjo a partir de un cambio súbito en las circunstancias
del país, generado por el Golpe Militar llevado a cabo por Pinochet, el 11 de septiembre de
1973, que generó una profunda modificación en la percepción acerca de la ecuación costos-
beneficio, respecto a la conveniencia de pertenecer a ese proceso de integración.
Justamente, como se expuso anteriormente, estos elementos no suelen ser admitidos en la
matriz conceptual del Regionalismo Abierto. Lo más paradójico de esto, es que dicho
cambio de escenario, en esta oportunidad, tuvo como objetivo implementar un modelo
económico aperturista de características similares a las propuestas por dicha matriz. De
modo que este caso también permitiría legitimar el hecho de que ante determinados
cambios producidos en la mencionada ecuación, es factible abandonar un bloque regional,
en este caso particular, para adoptar un programa económico basado en la liberalización del
comercio y los aranceles.

Este país ingresó como miembro fundador del Pacto Andino, el 26 de mayo de 1969, al
suscribir el Acuerdo de Cartagena. Cabe destacar que, entre sus objetivos iniciales, el Pacto
Andino no sólo pretendía liberalizar el comercio, con el fin de conformar un mercado
interregional de manufacturas, sino que también tenía como fin armonizar las políticas
económicas de los países miembros y la programación sectorial conjunta. Ambos objetivos
fueron plasmados en la Decisión N°24 del Acuerdo de Cartagena, denominada: "Régimen
Común de Tratamiento a los Capitales Extranjeros y sobre Marcas, Patentes, Licencias y
Regalías". Concretamente, esta normativa regulaba los siguientes puntos: a) que los
beneficios de la ampliación del mercado fuera exclusivamente para los capitales regionales;
b) limitar a un máximo lo que podían ofrecer los países a las inversiones extranjeras; c)
prohibir la venta de empresas al capital extranjero; d) restringir el ingreso a la inversión
extranjera, el cual podía entrar al país exclusivamente para crear nuevas empresas; e)
limitar -con algunas excepciones- el retiro de utilidades del país, que no podía superar el
14% de la inversión extranjera directa y f) prohibir que las empresas extranjeras
desarrollaran actividades en algunos rubros, especialmente en la prestación de servicios.

Esta decisión pretendía que los países no compitiesen entre ellos en la atracción a la
inversión extranjera más allá de lo prudente. Por eso limitaba lo que cada país podía
ofrecer, el retiro de utilidades estaba limitado a un máximo y los capitales sólo podían salir
del país por venta de la empresa o por la liquidación de ella. De este modo, la Decisión 24
se puso en vigencia en Chile por el Decreto N°482, de 25 de junio de 1971, luego de una
larga de serie de traspiés jurídicos40.

Sin embargo, como consecuencia del Golpe Militar producido el 11 de septiembre de


1973, mediante el cual se derrocó al presidente Salvador Allende, y la posterior aplicación
de un ‘nuevo modelo económico neoliberal’ que, entre otras cosas, estaba basado en la
implementación de una política comercial y económica aperturista, una liberalización
económica unilateral, contemplada en la disminución de aranceles, y en la promoción de
incentivos fiscales a la inversión extranjera, generó un importante número de
incompatibilidades con las bases del proceso de integración del cual Chile era miembro
pleno.

Esta situación generó en el seno del Pacto Andino, durante los meses posteriores al
Golpe, un fuerte clima de cuestionamiento hacia Chile, en particular, en lo relacionado con
los principios básicos de la Decisión 24 y con los compromisos asumidos sobre el arancel
externo común, hacia terceros países. Esta tensión, entre los países miembros, finalmente,
concluyó con la salida de Chile del bloque regional el 30 de octubre de 1976. Al respecto,
algunos autores sugieren que “su marginación habría sido alentada por intereses
internacionales que ofrecieron ayudas a Chile, a cambio de que el país se retirara del
mismo.”41

40
Este decreto tiene su historia jurídica; fue rechazado por la Contraloría General de la República, por Resolución del 28
de junio de 1971; para la Contraloría era ilegal ya que modificaba disposiciones tributarias establecidas por ley, por eso
negó su registro y toma de razón. De este modo, el Gobierno tomó la decisión de darle valor legal mediante un decreto de
insistencia, en lugar de propiciar una ley, la que hubiera sido de fácil promulgación, con amplio apoyo político. El Decreto
de Insistencia N° 488, de 29 de junio de 1971, firmado por todos los ministros de Estado, ordenó al Contralor registrar y
publicar el Decreto 482.
41
Cabe destacar que, no obstante su retiro, en 1976, el país permaneció participando de
algunos de sus convenios con los países del Pacto Andino. De este modo, el país ha seguido
ligado al mismo a través de acuerdos específicos como, por ejemplo, el Convenio Hipólito
Unanue, de 1971, adscrito a la CAN por la Decisión Nº 445, aprobada por el Consejo
Andino de Ministros de Relaciones Exteriores el 10 de agosto de 1998. Dicho Convenio, es
la institución del Sistema Andino de Integración cuyo objetivo es coordinar y apoyar los
esfuerzos que realizan los países miembros, individual o colectivamente, para el
mejoramiento de la salud de sus pueblos, coordinando y promoviendo acciones destinadas a
mejorar el nivel de salud de sus países miembros. Asimismo, Chile también participa de la
Comunidad Andina de Fomento (CAF), una institución financiera internacional y en el
Convenio Simón Rodríguez, el cual acuerda conceder una atención prioritaria a la
armonización de normas jurídicas laborales y de seguridad social, a la formación
profesional y a la participación de empleadores y trabajadores en el desarrollo de la
integración subregional.

Ya en épocas más cercanas, mediante la decisión Nº 645 de la Comunidad Andina, del


26 de septiembre de 2006, se aprobó el otorgamiento de la condición de País Miembro
Asociado de la CAN. En virtud de lo anterior Chile, por una parte, y los Países Miembros
de la Comunidad Andina, por otra, acordaron conformarán una Comisión Mixta con el
objeto de que en el plazo de ciento ochenta (180) días contados a partir de su instalación,
examine los órganos, mecanismos y medidas del Acuerdo de Cartagena en los que
participaría la República de Chile y defina los alcances de la asociación.

El tercer caso en estudio es el referido a la salida Venezuela de la Comunidad Andina de


Naciones (CAN) producido, en 2006. Este caso posee la particularidad de haber ocurrido
hace pocos años, de modo que permite un estudio más detallado, así como una comprensión
más profunda sobre el mismo.

El 22 de abril de 2006 Venezuela comunicó su intención de denunciar el Acuerdo de


Cartagena a la Comisión de la Comunidad Andina. A partir de esa fecha, Venezuela dejó de
ser parte de ese bloque regional, luego de 33 años. En principio, los motivos dados por
Venezuela para llevar a cabo la salida del bloque están relacionados con el hecho de que
Colombia y Perú decidieron negociar sus tratados de libre comercio con EE.UU. de forma
separada, es decir, fuera de la CAN. Y si bien, la toma de decisiones en la CAN es realizada
por mayoría, a partir de la Decisión N°598 de la CAN de 2004, “por respeto a la soberanía
de los países miembros de la CAN”, se le otorgó a los países miembros, un permiso para
llevar a cabo negociaciones comerciales con terceros países. Esta situación implicaba un
fuerte cambio con lo estipulado por la normativa de la CAN, que obligaba a los países
miembros a realizar cualquier tipo de negociaciones comerciales de un modo conjunto. Por
supuesto que la lectura de los verdaderos motivos de dicha salida merece un tratamiento in
extenso, que exceden los objetivos del presente trabajo, aunque los factores políticos y el
relacionamiento de estos países con EE.UU. deberían formar parte del mismo.

En este sentido, cabe destacar que, en noviembre de 2006, Colombia y Estados Unidos
firmaron un Tratado de Libre Comercio (TLC) que tiene como objetivos la eliminación de
obstáculos al intercambio comercial, consolidación del acceso a bienes y servicios y
favorecer la captación de inversión privada. Este aún no se encuentra en vigor por la falta
de aprobación del Congreso Norteamericano. En 2007, Perú suscribió un TLC con EE.UU.
y, en mayo de 2010, Colombia hizo lo propio con la Unión Europea.

Luego de que Venezuela denunciara formalmente este Acuerdo, a través de una


notificación formal, a la Comisión de la Comunidad Andina, indicando su voluntad de
retirarse del proceso de integración, cesaron para éste país los derechos y obligaciones 42
derivados de su condición de País Miembro, conforme a lo establecido en el artículo 135
del Acuerdo de Cartagena, con la excepción de aquellos beneficios que hubieran sido
otorgados a otros Estados, relacionados con la liberación arancelaria de la región, los cuales

42
Los principales documentos que forman parte de la normativa comunitaria, y que regulan la actividad entre los
miembros de la CAN, todo ello de conformidad con lo establecido en el artículo 1 del Tratado de Creación del Tribunal de
Justicia Andino, son:
a) El Acuerdo de Cartagena, sus Protocolos e instrumentos adicionales;
b)El presente Tratado y sus Protocolos Modificatorios;
c)Las Decisiones del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores y la Comisión de la Comunidad Andina;
d Las Resoluciones de la Secretaría General de la Comunidad Andina; y
e)Los Convenios de Complementación Industrial y otros que adopten los Países Miembros entre sí y en el marco del
proceso de integración Subregional andina.
tienen una vigencia de cinco años a partir de la denuncia. 43 Una de las consecuencias que se
produjeron a partir de la denuncia del Acuerdo de Cartagena es la conformación de unas
Rondas de Trabajo que dieron lugar a un “Protocolo de Salida” para Venezuela, en el que
se establecieron los términos bajo los cuales esto se llevaría a cabo ese proceso.

En este Acuerdo de Entendimiento, firmado el 9 de agosto de 2006, se decidió dar plena


aplicación a las ventajas otorgadas de conformidad con el Programa de Liberación
Arancelario y la creación de un nuevo Grupo de Trabajo que se encargara de determinar
“las normas transitorias aplicables al programa de liberación de bienes, en materia de
medidas de salvaguardia, solución de controversias, medidas sanitarias y fitosanitarias, y
obstáculos técnicos al comercio (…).”44 De este modo, según lo acordado en dicho
Protocolo, "Venezuela sólo deberá mantener la normativa indispensable para cumplir con el
Programa de Liberación de la Subregión: reglas de origen, el mecanismo de solución de
controversias, las normas sanitarias y fitosanitarias, los obstáculos técnicos al comercio y
medidas de salvaguarda. Al mismo tiempo, se acordó que Venezuela seguirá teniendo una
participación en el Sistema Andino, aunque bajo una modalidad extracomunitaria, en los
siguientes ámbitos: el Convenio Andrés Bello, el Convenio Hipólito Unanue, la
Corporación Andina de Fomento y el Fondo Latinoamericano de Reservas."45

Por otra parte, una problemática que se planteó a partir de la denuncia del Acuerdo es qué
sucedería con la vigencia de las normas que fueron sancionadas o dictadas por órganos de
la Comunidad Andina, de carácter supranacional, teniendo en cuenta la cesión de
competencias realizada por Venezuela, en virtud del artículo 153 de su Constitución de
1999, que determinaba que dichas regulaciones se convertían automáticamente en normas
de derecho interno, integrándose al ordenamiento jurídico nacional.

43
García Muller, Rafael (2008). Consecuencias Jurídicas de la Denuncia del Acuerdo de Cartagena. Trabajo de
Investigación Final, Facultad de Estudios Jurídicos y Políticos, Universidad Metropolitana, Enero.
44
Decisión N°641 de la Comisión de la Comunidad Andina.
45
SAINZ BORGO, Juan Carlos. La salida de Venezuela de la Comunidad Andina. Politeia. [online]. jun. 2007, vol.30,
no.38 [citado 07 Septiembre 2010], p.127-150. Disponible en
http://www2.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0303-97572007000100005&lng=es&nrm=iso>
Para alcanzar una conclusión razonable sobre este particular, vale la pena tener en cuenta
la opinión de autores como Felipe Paolillo (1999)46 quien realiza una clasificación de las
normas de la Comunidad Andina a partir de la fuente de dónde emanan las mismas: i)
Tratados o Convenios suscritos por cada uno de los Estados Miembros (Derecho
originario), y ii) Decisiones o Resoluciones que emanan de las Instituciones de la
Comunidad Andina. (Derecho derivado).

Al respecto, a partir de la denuncia del Acuerdo de Cartagena, las normas de “Derecho


originario” de la Comunidad Andina, -al haber sido elaboradas y ratificadas por los propios
Estados, han perdido vigencia dentro del ordenamiento jurídico venezolano. En el caso del
Derecho derivado, si bien en la actualidad existe en la Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia de Venezuela un recurso de interpretación del artículo 153 de la
Constitución, interpuesto por la Asociación Venezolana de Exportadores (AVEX),
mediante la cual se pretende conseguir un pronunciamiento por parte de este órgano que
aclare un poco más el panorama con respecto a la situación planteada, en principio, y según
lo estipulado por el artículo 153, las normas elaboradas por los órganos de la Comunidad
Andina se deberían seguir aplicando, hasta que no se deroguen o se sancionen nuevas
disposiciones legales. Concretamente, el artículo 153 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, expresa que: Las normas que se adopten en el marco de los
acuerdos de integración serán consideradas parte integrante del ordenamiento legal
vigente y de aplicación directa y preferente a la legislación interna.

Por otra parte, de un modo similar a lo ocurrido en los casos de Groenlandia y Chile,
cuando faltan algunos pocos meses para finalizar el plazo de cinco años, pautados por el
Protocolo de Salida entre Venezuela y la CAN, Colombia y aquel país han anunciado, en
agosto de 2010, el relanzamiento de sus relaciones bilaterales. Esta circunstancia se dio en
un momento en el cual se intentaron superar los conflictos políticos, de los últimos meses,
producidos entre el presidente saliente Álvaro Uribe y el presidente venezolano Hugo
46
Según lo expresado por Felipe Paolillo (1999) c.p. Marcel Tangerife (2001): “Tal principio de jerarquización se
desprende del propio artículo primero del Tratado de Creación del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina, del cual
es fácil deducir una relación de subordinación entre el “derecho originario” constituido por el Acuerdo de Cartagena, sus
Protocolos e Instrumentos Adicionales y el Tratado del Tribunal, frente al “derecho derivado” contenido en las Decisiones
de la Comisión y las Resoluciones de la Junta. (p.159).
Chávez, mediante la elaboración de sendos acuerdos firmados por el flamante presidente de
Colombia, Juan Manuel Santos, y el presidente de Venezuela. De este modo, los sectores
empresarios colombianos sugirieron la posibilidad de firmar algún tipo de acuerdo
comercial entre ambas partes para mantener las preferencias arancelarias existentes hasta la
actualidad, pero que quedarán sin efectos, a partir del 1 de abril de 2011. Ese acuerdo
bilateral debería regir el intercambio binacional luego del retiro venezolano de la CAN, en
abril de 2011.

Asimismo, Venezuela y Colombia se encuentran estudiando un acuerdo de


complementariedad económica que podría firmarse en abril de 2011, que regiría el
intercambio binacional luego del retiro venezolano de la Comunidad Andina de Naciones
(CAN), proceso que culminará en abril de 2011, y del Grupo de los Tres, que Colombia,
México y Venezuela formaron hace dos décadas. "Vamos a comenzar a hacer los planes de
las nuevas relaciones comerciales (..) y el trabajo para un acuerdo de tipo comercial de
complementación económica con vistas a abril del 2011"47.

El último caso que presentamos en este análisis es el referido a la denuncia presentada por
Bolivia, después de 16 años de vigencia, del Tratado de Libre Comercio (TLC) que ese país
tenía con México.

La denuncia fue realizada por el Gobierno de Bolivia, el 7 de diciembre de 2009, en


virtud de que los capítulos relacionados con inversión, servicios, propiedad intelectual y
compras de Gobierno fueron identificados por ese país como temas incompatibles con la
nueva Constitución Política, que entró en vigor, en Bolivia, en febrero de 2009" 48, y que
establece nuevas reglas para inversiones extranjeras. A partir de esto, y siguiendo con el
procedimiento de denuncia estipulado por dicho Tratado, la misma surtiría efecto recién
180 días después de realizada la misma, concretamente, el 7 de junio de 2010. Asimismo,
ese día el Gobierno mexicano publicó en el Diario Oficial, un decreto mediante el cual se
elimina el Tratado, firmado el 10 de septiembre de 1994 y puesto en marcha el primer día

47
http://elespectador.com.co/economia/articulo-219463-venezuela-y-colombia-estudiaran-acuerdo-comercial-bilateral
48
http://www.cnnexpansion.com/economia/2010/06/04/tlc-mexico-bolivia-comercio-cnnexpansion
del siguiente año. En consecuencia, a partir de esta denuncia Bolivia dejará de amparar a
los empresarios de ambas naciones, en aquellos temas relacionados con inversiones
extranjeras.

Sin embargo, tal vez lo más paradigmático, en términos del análisis que se realiza en el
presente trabajo es que dicha denuncia, lejos de generar un conflicto económico o político
entre las partes, una vez presentada la denuncia del TLC, ambos países suscribieron un
Acuerdo de Complementación Económica (ACE), que entró en vigor el 7 de junio de 2010,
y que sustituye al anterior Tratado. Aunque en este caso, a diferencia del anterior, este
acuerdo no contempla un mecanismo de arbitraje directo que dé protección a los inversores
inversionistas ante posibles violaciones jurídicas49. De este modo, este caso contribuye una
vez más a evidenciar que, por el contrario de lo postulado por la matriz teórica, el hecho de
que un país decida abandonar un bloque o, en este caso, un acuerdo regional, de ninguna
manera eso implica que los costos de salir vayan a ser mayores que los beneficios de
quedarse. Justamente, la denuncia del TLC de parte de Bolivia se produjo porque, a partir
del cambio de circunstancias producidas con la aprobación de una nueva Constitución, la
ecuación costo-beneficio para Bolivia se tornó inconveniente, ya que debía ponerse
conforme a derecho.

Un segundo elemento que vale la pena destacar respecto a todos los casos estudiados,
en contra del supuesto de irreversibilidad planteado por la matriz del Nuevo Regionalismo,
es que el hecho de que un país ingrese a alguno de los niveles de integración citados por
Balassa, no implica ninguna pérdida de soberanía, justamente, ya que como se evidencia en
las cuatro situaciones, los gobiernos, haciendo uso de su soberanía, decidieron salir de sus
respectivos procesos de integración regional. Al mismo tiempo, los cuatro casos permiten
descalificar el postulado con el que se suele justificar la permanencia de los países dentro
de un acuerdo regional: que los costos de abandonar dicho proceso de integración serían tan
elevados, en comparación con los beneficios, que los países deciden quedarse dentro del
bloque.

Por otra parte, y como se mencionó recientemente, en contra de lo que se podía llegar a

49
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2010/06/04/renuncia-boliviana-a-tlc-con-mexico-pactan-nuevo-acuerdo
predecir respecto a los elevados costos políticos, económicos, y por sobre todas las cosas,
en términos de prestigio regional, que podría implicar dejar de ser miembro de un bloque
regional al cual se pertenecía, los resultados de los cuatro casos aquí estudiados
demostraron que, luego de la salida del bloque, los países lograron llegar a un acuerdo, que
podría ser denominado amistoso, respecto a la modalidad de esa salida, pero más llamativo
aún, la evidencia empírica pareciera demostrar que, con posterioridad al abandono del
acuerdo, los países ‘salientes’ volvieron a suscribir acuerdos comerciales y políticos con
algunos o con todos los países miembros del bloque al que pertenecía, aunque en esa
oportunidad en términos más convenientes para el país que dejó el bloque. Este hecho
evidentemente puede ser calificado como la obtención, por parte del país, de un nivel de
costos más bajos que el existente hasta el momento en el que pertenecía al acuerdo regional
y que su salida no parece haber registrado costos elevados, en términos de prestigio, al
menos bastante inferiores al estipulado por la teoría.

Conclusiones

Si se tiene en cuenta que el proceso de construcción de experiencias regionales, en las


últimas décadas, ha resultado verdaderamente fructífero, dando lugar a una importante
cantidad y diversidad de acuerdos regionales, y habiéndose constatado, a lo largo del
presente trabajo, la existencia de una serie de elementos, pertenecientes a la que hemos
denominado ‘matriz conceptual paradigmática del regionalismo’, que resultan inadecuados
para avanzar en el principal objetivo de la disciplina de la integración regional (establecer
herramientas conceptúales y categorías de análisis que permitan explicar y comprender el
fenómeno de la integración regional a través del tiempo), es tarea de futuras investigaciones
generar un nuevo marco teórico efectivo que le permita a nuestra disciplina brindar una
mejor comprensión de los múltiples procesos de integración que están en permanente
evolución.

De este modo, nuestro más profundo desafío como investigadores es poder llevar a cabo
una reflexión integral de las bases teóricas y de los supuestos, proveyendo de herramientas
metodológicas y conceptuales que permitan brindar una explicación más adecuada a los
nuevos fenómenos y transformaciones, que han empezado a presentarse, en los últimos
años, alrededor de los diversos procesos de integración regional; de modo de poder superar,
definitivamente, la des-calificación de ‘sub-óptima’ que suelen recibir la mayoría de los
procesos de integración, y que no solo no permite contribuir a mejorar nuestro
entendimiento acerca de los procesos en cuestión, ni sacar conclusiones efectivas sobre los
mismos, sino que la utilización de dichas categorías termina convirtiéndose en una
modalidad definitivamente auto-frustrante.

Esta circunstancia debería poder llevarnos por un camino de investigación que permita
entender a la integración regional como una modalidad propia de los países, basada en la
búsqueda conjunta de problemas comunes y de soluciones compartidas, que pueda ser
percibida como un medio para la consecución de objetivos compartidos, dejando de lado la
concepción de este fenómeno como una serie de postulados universales y excluyentes.
Por el contrario, una reflexión de estas características debería poder permitir la generación
de un marco teórico más afín a los intereses de cada bloque regional, que pueda dar cuenta
de la propia evolución propia de cada uno de los procesos de integración, sin tener que
acudir obligadamente a los fundamentos del mercado.

Asimismo, esta concepción de la integración regional como medio -y no como fin-


debería permitir incorporar al análisis a los múltiples cambios que se vayan produciendo en
el contexto regional o internacional, o incluso en aquellas circunstancias e intereses que han
permitido la creación de cada proceso de integración, en particular. Por último, este cambio
de paradigma debería poder dar lugar a la conformación de una disciplina de estudio
destinada a sistematizar y brindar explicaciones sobre estos fenómenos, en lugar de
convertirse en exégesis dogmáticas que pretenden ajustar a la propia realidad de cada
bloque regional a ciertos modelos ideales, basados en intereses del mercado internacional,
que solo funcionan en la matrices econométricas, pero que carecen de valor explicativo
para los propios procesos de integración.
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