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20 y 21 de septiembre de 2010
Abstract: El presente trabajo tiene como objetivo realizar un análisis crítico de los
supuestos básicos de la integración regional que, en los últimos 20 años, han quedado
identificados a través de los postulados de la Teoría del Nuevo Regionalismo. Con este fin,
en primer lugar, se lleva cabo una identificación de los principales conceptos y definiciones
habitualmente utilizados en la bibliografía de la integración económica, los cuales son
sometidos a una reflexión acerca de la efectividad de este constructo teórico, a la hora de
intentar aplicarlos frente a la diversidad de procesos de integración regional existentes. En
segundo lugar, con el objeto de poder discutir los distintos postulados, se realiza un estudio
de casos de países que no solo no lograron ajustarse a ninguno de los fundamentos de esta
matriz conceptual, sino que por el contrario, por distintos motivos que serán expuestos en el
propio análisis, decidieron abandonar sus respectivos acuerdos de integración regional
(Chile ’73, Groenlandia ’85, Venezuela ’06 y Bolivia ’10). De este modo, la reflexión
propuesta mediante el análisis de los que pueden ser denominados contra-ejemplos,
persiguen el objetivo de generar una reflexión acerca de la efectividad e inmutabilidad de
dichos los postulados y, por sobre todas las cosas, evidenciar la inadecuada pretensión de
universalidad que suele existir detrás de su planteamiento teórico.
Email: gwolf@uade.edu.ar
3
Valgan como ejemplo de este segundo enfoque las propias palabras del ex Secretario Ejecutivo de la CEPAL, José Luis
Machinea: (…) “En la coyuntura actual, hay dos aspectos que diferencian el reto de la integración económica con
En este sentido, si bien la incorporación de temas más ligados al desarrollo de nuestros
países, en la órbita de la integración, aparece como un hecho verdaderamente alentador, al
mismo tiempo, resulta necesario abordar esta nueva circunstancia, a partir de la realización
de un replanteo estructural de los postulados de la disciplina de la integración, que percibe a
este fenómeno como un hecho basado en ciertos postulados universales y, por sobre todas
las cosas, excluyentes. De este modo, una reflexión de estas características permitiría
generar un espacio para la elaboración de nuevas categorías de análisis más adecuadas, que
puedan dar cuenta de los profundos cambios producidos, en los últimos años, en el ámbito
interno de algunos procesos de integración, sin tener que acudir obligadamente a los
fundamentos del regionalismo comercial y de mercado.
Sin embargo, es bien sabido que los principales postulados teóricos propuestos por el
cohesión social en América Latina y de la experiencia europea, a saber: nuestros magros niveles de desarrollo en
comparación con el de nuestros actuales y principales socios comerciales (por ejemplo Estados Unidos y Canadá) y
nuestros altos niveles de desigualdad y bajas cargas tributarias. De este modo, abordar simultáneamente los múltiples
objetivos de la nueva etapa de desarrollo de nuestra región supone lo siguiente: hacerse cargo de las asimetrías de la
integración regional, resolver los problemas de la globalización y superar las grandes desigualdades sociales. Sin
embargo, no basta con lograr un buen desempeño macroeconómico y aplicar políticas macroeconómicas de incremento
de la capacidad de adaptación laboral, protección social y educación y capacitación. Es preciso mejorar los factores de
competitividad de los diferentes agentes para que se beneficien cada vez más de la integración a un mundo competitivo.
También deberán incluir el mejoramiento de la infraestructura, mediante viviendas dignas, carreteras, almacenaje,
refrigeración, telecomunicaciones, regadíos, puertos, aeropuertos, entre otras cosas.” Tampoco, “se puede dejar de
lado el tema de la gobernabilidad, en el marco del cual deben realizarse estos esfuerzos. La instrumentación de políticas
de cohesión social requiere la participación ciudadana en los aspectos de interés colectivo, especialmente dentro de un
proceso de mejora de las instituciones sociales. Durante una década se lograron importantes avances en la
institucionalidad económica. Del mismo modo, es necesario ahora mejorar la institucionalidad social (…)
Este mismo paradigma de la integración regional como parte del desarrollo con igualdad también puede ser encontrado
en el informe de Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, denominado ‘Panorama de la inserción internacional
de América Latina y el Caribe 2009-2010: Crisis originada en el mundo desarrollado y recuperación impulsada por las
economías emergentes’, presentado a comienzos de septiembre de 2010.
Regionalismo Abierto han sido construidos, en su mayoría, a partir de un análisis deductivo
de único caso experimental: la Unión Europea (UE), el cual es utilizado como paradigma
ideal y propuesto como modelo a seguir. Esta circunstancia provoca un fenómeno bastante
singular en el ámbito de la investigación: cuando se intenta llevar a cabo un estudio sobre
un proceso de integración regional particular y se lo intenta contrastar con los postulados
teóricos de la integración, inevitablemente, los resultados obtenidos, en todos los casos,
resultan ser de carácter sub-óptimo. Esto es, en ningún caso, los elementos propios del
bloque regional en estudio se ajustan a los criterios establecidos por la teoría. Y, de este
modo, esta situación da lugar a que cada experiencia regional que es sometida a estudio, a
la luz de esta matriz, deba hacerse acreedor de adjetivos tales como ‘imperfecto’, ‘débil’ o
‘incompleto.
De este modo, el presente trabajo tiene como objetivo principal analizar los supuestos
básicos de esta matriz conceptual, a través de la identificación de los principales conceptos
y definiciones habitualmente utilizados en la bibliografía de la integración económica, sean
estos investigaciones, libros de textos o incluso programas de estudio de las Universidades,
con el fin de poder generar una reflexión acerca de la efectividad de este constructo teórico,
a la hora de analizar la diversidad de procesos de integración regional existentes. En este
sentido, esta investigación, en primer lugar, genera un análisis crítico acerca de la utilidad
de los que suelen ser denominados ‘conceptos básicos de la integración regional’ tales
como ‘Creación y Desvío de Comercio’, ‘Beneficios Estáticos y Dinámicos de la
Integración’, ‘los 5 estadios de la Integración Regional’, ‘la cesión de soberanía de los
Estados’ y ‘la Supranacionalidad’, a la luz de casos específicos de integración regional. En
segundo lugar, con el fin de poder discutir los distintos postulados, se realiza un estudio de
casos de países que no solo no lograron ajustarse a ninguno de los fundamentos de esta
matriz conceptual, sino que por el contrario, por distintos motivos que serán expuestos en el
propio análisis, decidieron abandonar sus respectivos acuerdos de integración regional
(Chile ’73, Groenlandia ’85, Venezuela ’06 y Bolivia ’10). De este modo, la reflexión
propuesta mediante el análisis de los que pueden ser denominados contra-ejemplos,
persiguen el objetivo de generar una reflexión acerca de la efectividad e inmutabilidad de
dichos los postulados y, por sobre todas las cosas, evidenciar la inadecuada pretensión de
universalidad que suele existir detrás de su planteamiento teórico.
De este modo, esta matriz pareciera estar atravesada por dos postulados fundamentales
que van a acompañar a todas las categorías de análisis y definiciones, y que no
necesariamente suelen ser explicitados en la bibliografía sobre la integración regional, a la
hora de plantear dicha matriz. El primero de estos postulados es la concepción del
fenómeno de la integración regional como un proceso de ascensión ideal en el cual,
mediante el cumplimiento de determinados requisitos, se obtiene una serie de resultados
4
Una formulación detallada de una estrategia de “regionalismo abierto” orientada a la mejora de la inserción internacional
y desarrollo de la región fue planteada por CEPAL en 1994, en el marco de la propuesta más amplia de “transformación
productiva con equidad”. El regionalismo abierto era entonces definido como el “proceso que surge al conciliar (...) la
interdependencia nacida de acuerdos especiales de carácter preferencial y aquella
impulsada básicamente por las señales del mercado resultantes de la liberalización comercial en
general. Lo que se persigue con el regionalismo abierto es que las políticas explícitas de integración sean compatibles con
las políticas tendientes a elevar la competitividad internacional, y que las complementen”. CEPAL 1994).
Este aspecto es apuntado explícitamente en otra definición de la CEPAL: “un proceso de creciente interdependencia
económica a nivel regional, impulsado tanto por acuerdos preferenciales de integración como por otras políticas (...) con
el objeto de aumentar la competitividad de los países de la región y de constituir, en lo posible, un cimiento para una
economía internacional más abierta y transparente. Con todo, de no producirse ese escenario óptimo, el regionalismo
abierto de todas maneras cumpliría una función importante, en este caso de mecanismo de defensa de los efectos de
eventuales presiones proteccionistas en mercados extrarregionales”. En: El regionalismo abierto en América Latina y el
Caribe. La integración económica al servicio de la transformación productiva con equidad, Santiago de Chile: CEPAL,
1994, pár. 20.
Como señala Robson (1998), en el “regionalismo abierto” siguen vigentes los objetivos clásicos de la integración
económica, definidos en términos de efectos estáticos —ganancias de bienestar derivadas de la creación de comercio, la
mayor eficiencia derivada de la reestructuración productiva—,pero ya no son el objetivo principal. Se trataría, también,
de alentar los efectos dinámicos derivados de la eliminación de costes de transacción y de otros costes administrativos.
Ello exige modalidades de integración más profundas, que cubran la liberalización de los servicios y los capitales, la
supresión de las barreras no arancelarias, y la eliminación, aunque fuera parcial, de barreras físicas, fiscales, y de otra
índole, que obstaculizan la competencia y la libre circulación efectiva, ya que tienen importantes efectos en términos de
costes y, por ende, en la competitividad (Burki et al., 1998: 3-11; Banco Interamericano de Desarrollo 2002: 3).
5
Sanahuja, José Antonio (1998), Durán, Jose y Maldonado, Raúl (2005). Salvatore Dominick, (1995); Ellsworth, J. Clark
Leith (1978); Krugman, Paul, (1988); Moneta, C. y Quenan C, (1993); Bouzas Roberto, (1997); Agudelo, Hugo, (1997);
De Melo, Jaime y Panagariya, Irving (1992); Ibáñez, Josep (1999); Ikenberry, G. John (1998); Rosenthal, Gert (1994).
6
Han sido analizados los programas y sus correspondientes bibliografías desde las siguientes universidades argentinas:
UB. UADE, UBA; UCA; Universidad Di Tella, FLACSO y San Andrés.
beneficiosos específicos. De este modo, el gran interrogante de integrarse o no integrarse
queda supeditado a una mera elección por parte de los países; ya que al parecer el camino
ascendente de la integración está plenamente pautado, así como también lo estarían sus
beneficios. Algo así como una causalidad asegurada e inexpugnable.
7
Efectos o incentivos tradicionales dinámicos: Los principales efectos de esta clase son los siguientes: a) Competencia y
escala. Estos efectos permiten reducir el costo de la producción, en especial la industrial, entre los miembros a través de
ventajas comparativas regionales, economías de escala e incremento de la diversidad para los consumidores; b) Mejora en
los términos del intercambio. La firma de un AIR puede mejorar los términos del intercambio de los países miembros,
básicamente a través de una caída del precio de exportación de los países no miembro inducido por la mayor competencia
dentro del AIR y c) Atracción de Inversión Extranjera Directa (IED). La formación de un AIR puede provocar un
incremento del flujo de IED, tanto desde los países miembros como de los no miembros, en la búsqueda por aprovechar el
mercado ampliado.
El elemento sustancial que cubre la totalidad de la primera categoría de beneficios es el
propuesto por el economista Jacob Viner, en 1950, quien lleva a cabo un estudio sobre los
posibles beneficios de la conformación de una Unión Aduanera entre dos o más países. A
partir de dicho estudio, Viner desarrolló el popular concepto de Creación y Desvío de
Comercio8.
Es preciso destacar que, además de esta categoría propuesta por Viner, existen otros
autores que analizan el fenómeno de la creación y desvío de comercio, tales como Meade
(1962), Cooper y Massel 1965); Corden (1972), Kokko, Mattha; Gustavsson Tingval
(2007)9 que, de algún modo critican o modifican los supuestos de Viner, desde una visión
económica, que aquí no viene al caso entrar en detalle. Sin embargo, si bien es posible
entender el modelo económico en el cual se sustenta, podría decirse que el tan popular
concepto, siempre presente en la bibliografía de la integración, suele ser planteado un como
beneficio resultante de la conformación de un bloque regional, sobre el cual cada proceso
En los últimos quince años, surgieron nuevas categorizaciones sobre la temática que dieron lugar a la identificación de
incentivos de la integración regional que son conocidos como Efectos no tradicionales: Estos fueron desarrollados
principalmente por Fernández (1998), quien observó que la formación de AIRs (especialmente en los noventa) no podía
ser explicada en su totalidad por los efectos o incentivos tradicionales. Esta circunstancia llevó a esa autora a presentar los
siguientes incentivos: 1) Fortalecimiento de las reformas internas. La firma de un AIR puede apuntalar y dar mayor
seguridad a las políticas internas implementadas por los países. Cualquier reversión de las políticas internas sería más
difícil de llevar a cabo en el marco de un AIR; 2) Políticos: Un gobierno puede pensar que el que lo suceda no tendrá los
mismos objetivos. La firma de un AIR pone límites al accionar del gobierno que lo firma, pero también al del gobierno
que lo sucede; 3) Disminución de los conflictos entre países. Ejemplo: posible guerra entre Alemania y Francia en los
albores de la conformación de la Unión Europea; 4) Consolidación de gobiernos democráticos; 5) Incremento del poder de
negociación. El tratar de aumentar su poder de negociación con respecto a terceros países es una razón que lleva a algunos
países a firmar un AIR, ya que los países unidos tendrían un mayor poder de negociación que separados; 6) Garantía del
acceso al mercado. Otra forma en la que un AIR puede contribuir a aumentar el bienestar de sus miembros es proveyendo
a alguno de ellos un seguro sobre algún posible acontecimiento futuro. Esto explicaría por qué en algunos acuerdos entre
países de diferente tamaño, el más chico ingresa en situaciones desfavorables.
8
Según esta formulación, estaríamos frente a la Creación de Comercio cuando a partir de la conformación de un Acuerdo
Regional, un país deja de producir un producto para comenzar a importarlo de un país socio que lo fabrica a un menor
costo, mientras que existiría Desvío de Comercio, cuando, a partir de la formación de un Acuerdo Regional, un país
miembro deja de importar un producto desde un país que no se incorporó al Acuerdo regional, para pasar a importarlo de
un país socio que lo fabrica a un costo mayor que el país no miembro. Boletín informativo de la Comisión Nacional de
Comercio Exterior (CNCE), Nº 59; año 12; enero - febrero 2007.
9
Estos autores sostienen que el concepto estático de desvío de comercio no se adecua al análisis de la integración
moderna, que tiene como objetivo elevar la ventaja comparativa de los productores regionales mediante la promoción de
las economías de escala y la competencia. De lograrse, “esta integración reducirá la participación de mercado de los
productores externos; sin embargo, sin embargo esto no constituye una desviación de comercio, ya que no se trata de
productores externos más eficientes reemplazados por productores internos menos eficientes”, sino que, la integración
moderna, “al ser un proceso dinámico en el que los países se relacionan con el crecimiento más que con la asignación de
estática de recursos”. Kokko, Ari; Mathä, Thomas; Gustavsson Tingvall; Patrik (2007). Integración regional y desviación
del comercio en Europa. Revista Integración &Comercio N°26; Enero-Junio.
de integración debería basar su decisión de integrarse o no. Integrarse, en el caso de generar
creación de comercio, y no hacerlo, en el caso de generar desvío de comercio.
Al respecto, en primer lugar, debería notarse que las categorías en cuestión han sido
elaboradas con el fin de analizar cuáles son los efectos hacia la eventual generación de
mayor o menor bienestar hacia el Sistema Económico Internacional, en su conjunto, y no
como un beneficio direccionado hacia el proceso de integración bajo análisis; hecho que no
suele ser mencionado en la bibliografía, sino que es presentado como parte de uno de los
beneficios de la integración. Asimismo, siguiendo el argumento del punto anterior, y
siempre desde la perspectiva de la integración regional, ningún conjunto de países debería
tener en cuenta este criterio a la hora de definir el establecimiento de un Acuerdo Regional,
ya que siguiendo el planteo del modelo económico de Viner: suponiendo que los análisis
estadísticos de un bloque regional, determinaran que su conformación efectivamente ha
generado desvío de comercio, debe tenerse en cuenta que el país A, miembro del bloque
recién conformado, que haya dejado de comprarle al productor internacional más eficiente
(el país C), con el fin de empezar a importar ese producto desde otro miembro del bloque
recién creado (el país B), que es un productor menos eficiente que C, de todos modos,
puede decirse que ambos países miembros del bloque (país A y B) se han visto
beneficiados por la creación del mismo, ya que, a partir de ahora, el país A que
originalmente produce ese producto a un precio superior al país B y, por supuesto, que el
país C, luego de la conformación del bloque empezará a importar del país B, sin aranceles,
a un precio más bajo de lo que solía hacerlo desde el país C; incluso, aunque este último sea
el productor internacional más eficiente. De este modo, se podría concluir que el reemplazo
de un productor más eficiente por uno menos eficiente, como consecuencia de la creación
del bloque comercial, no resulta una variable a tener en cuenta por parte de los dos países
miembros, ya que tanto sea en situación de creación o de desvío de comercio, ambos países
habrán sido beneficiados por la generación de un bloque regional, en dos aspectos: En
primer lugar, ambos países han generado un aumento en el comercio intra-regional,
mientras que, en segundo lugar, los consumidores del país A, como consecuencia de la
eliminación de aranceles a ese producto, deberán pagar un precio inferior que el pagado
antes de la creación del bloque.
Para ampliar este concepto, puede ser interesante hacer un breve repaso de los distintos
estudios económicos que han analizado, en detalle, los efectos de creación y desvío de
comercio en bloques regionales concretos. En el caso específico del Mercosur, se puede
señalar el trabajo de Yeats (1997; 1998) quien llevó a cabo un estudio económico sobre el
desarrollo de los flujos comerciales llevados cabo entre los países de ese proceso de
integración, durante los primeros años de funcionamiento. Según Nagarajan (1998), el
trabajo realizado por Yeats “utilizó un índice de orientación regional para analizar si los
productos individuales (producidos localmente) son más o menos aptos para ser
comerciados con los países socios, en comparación con el resto del mundo.” De este modo,
“su propósito fue analizar si se podían considerar a los países socios como productores
relativamente eficientes de aquellos bienes que se comerciaban con más intensidad dentro
del acuerdo, una vez llevada a cabo la integración.”10
Al respecto, Yeats concluye que “gran parte del incremento del comercio entre los países
miembros estaba basado en productos que no habían sido exportados con éxito a otros
países.” De modo que gran parte del incremento del comercio entre lo países del Mercosur
se efectuaba con productos ‘equivocados’ –un resultado de los efectos del desvío de
comercio del acuerdo”. Concretamente, “Yeats encontró que gran parte del incremento de
los flujos de comercio intra-regional era de bienes que el describió como capital intensivos.
La supuesta ventaja comparativa debía encontrarse en los bienes trabajo intensivos, de
modo que el hecho de que los bienes capital intensivos tengan gran importancia entre el
comercio entre ellos es motivo de preocupación.”11
Por otra parte, en el caso de la Unión Europea, de acuerdo con el artículo “Integración
Regional y Desviación del comercio en Europa (Kokko, Mattha; Gustavsson Tingval;
2007)12 se puede decir que, a partir de la utilización del mismo modelo de cálculo realizado
por Yeats, “existen indicios de una desviación de comercio en el caso de la primera etapa
10
Nagarajan, Nigel (1998). La evidencia sobre el desvío de comercio en el Mercosur. Revista Integración &Comercio
N°6; septiembre-diciembre.
11
Ídem anterior.
12
Kokko, Ari; Mathä, Thomas ; Gustavsson Tingvall; Patrik (2007). Integración regional y desviación del comercio en
Europa. Revista Integración &Comercio N°26; Enero-Junio.
de la integración europea (1962-1973), cuando se incrementó el comercio intrarregional en
las industrias con ventajas comparativas débiles, pero no hay indicios de desvío de
comercio en el caso de los períodos siguientes. El motivo más importante es que la
integración regional coincidió con reducciones en las barreras comerciales externas, con lo
que el acceso al mercado mejoró también para los productores externos, al mismo tiempo,
la integración promovió el crecimiento económico y la demanda de importaciones, lo cual
resultó beneficioso para los productores externos.”13
De este modo, si bien está claro que el modelo de Viner, en todo momento, explicita
claramente que la categoría formulada evalúa las consecuencias de la conformación de un
acuerdo regional respecto al bienestar del sistema internacional, y no hacia el interior del
bloque, este concepto es habitualmente utilizado en la bibliografía, -y convertido como eje
fundamental de la matriz teórica de la disciplina- como uno de los beneficios propios de la
integración regional, llevando a cabo lo que podríamos denominar un ‘estiramiento’
teórico, al intentar justificar determinadas políticas comerciales con modelos teóricos que,
13
Ídem anterior.
en realidad, fueron elaborados para explicar otros fenómenos.
Vale aclarar que el presente apartado está bien lejos de pretender cuestionar el modelo de
análisis de Viner, sino que, siguiendo el objetivo de este trabajo, persigue relevar los
principales principios que se han ido construyendo como principios fundamentales de la
disciplina, con el fin de analizar la modalidad de recepción y reproducción de ciertos
postulados, en el ámbito académico, que son presentados a través de una modalidad
acrítica, sin evaluarse sus fundamentos teóricos, y por sobre todas las cosas, su utilidad
práctica, a la hora de ser aplicados al ámbito regional. El caso de la utilización de la
categoría recién expuesta es un ejemplo en el intento de generar una cierta legitimación de
la teoría de la integración regional, a partir del establecimiento de una matriz conceptual,
pero que no necesariamente es de aplicación efectiva y de interés, a la hora de explicar los
múltiples procesos de integración regional.
14
Chudnovsky, Daniel; López, Andrés (2000). La inversión extranjera directa (IED) en el Mercosur. Fórum Regional; Montevideo: Red
Mercosur.
un importante cantidad de casos en los cuales, los supuestos beneficios de la integración, no
llegaron a materializarse.
En este sentido, a modo de ejemplo podemos tener en cuenta los casos de Acuerdos de
Libre Comercio firmados entre EE.UU. y Chile, y EE.UU. con Australia, que entraron en
vigencia en 2004 y 2005, respectivamente citados por Berlinski y Stancanelli (2010).
Al respecto, ambos autores señalan que el acuerdo EE.UU. con Australia produjo fuertes
controversias en este último país respecto a sus potenciales beneficios, lo cual dio lugar a
una importante discusión en el ámbito del Parlamento, en el sector empresarial y en
ámbitos académicos, ya que “aquellos que se expresaron a favor del acuerdo argumentaron
que el mismo le permitiría a Australia competir en un pie de igualdad con México y
Canadá, y evitar el desplazamiento de las exportaciones australianas por la competencia de
otros países que también suscribieron acuerdos con los EE.UU. Otro punto señalado fue
que el acuerdo estimularía las inversiones extranjeras en el país, por la confiabilidad que
significaba la armonización de disciplinas15 con la primera economía del mundo.”16 Por otra
parte, “los detractores del acuerdo replicaron señalando que se trataba de un acuerdo parcial
que dejaba de lado aquellos productos agrícolas donde Australia era más competitiva, como
el azúcar, las carnes vacunas y los lácteos, en el primer caso, por simple exclusión, y en los
15
Cabe destacar que el Acuerdo entre Australia y EE.UU. fue el primer tratado comprensivo que involucraba
bienes, servicios, propiedad intelectual e inversiones que Norteamérica negociaba con un país de la OECD, no
perteneciente al NAFTA.
16
Berlinski, Julio; Stancanelli, Néstor (Editores) (2010). Los acuerdos comerciales. Reflexiones desde un
enfoque argentino. CARI-CEI; Editorial Siglo XXI.
otros dos restantes por concesiones mínimas y plazos excesivamente largos de apertura del
mercado. Respecto a la industria manufacturera, indicaron que las ventajas que el acuerdo
brindaba a Australia eran poco significativas, dada la alta proporción de aranceles NMF
cero o de nivel muy reducido en los Estados Unidos y la alta protección que subsistía para
textiles, calzado, indumentaria y la prohibición para importar embarcaciones de transporte
de carga y pasajeros donde Australia es competitiva.”
Continuando con el análisis, Berlinski y Stancanelli (2010) indican que para el período
2005-2008, el AUSFTA evidencia que las exportaciones australianas de bienes hacia los
Estados Unidos crecieron sustancialmente menos en valor absoluto que las importaciones
desde ese país. A la vez, tanto las exportaciones como las importaciones bilaterales
aumentaron en menor medida que las dirigidas y provenientes del resto del mundo,
respectivamente. El déficit del intercambio con los Estados Unidos aumentó de 8,9 a 13 mil
millones de dólares, mientras que el déficit global disminuyó de 12.9 a 4,5 miles de
millones de dólares. El intercambio de servicios entre los dos países, conforme a las últimas
estadísticas disponibles del Bureau of Economic Analysis de los Estados Unidos, aumentó
de 12,3 a 16,3 miles de millones de dólares, entre 2005 y 2007, con un crecimiento del
32,5%. El déficit para Australia pasó de 2,9 a 4,5 millones de dólares con una variación
del55, 2%. Los rubros de exportación más importantes para ese país fueron los de viajes y
turismo y otros servicios empresariales. En el caso de los Estados Unidos, las utilidades,
regalías y derechos de propiedad intelectual asumieron la mayor significación.”17
17
Ídem anterior.
Este principio queda plasmado en la bibliografía de la disciplina, en primer lugar, a
partir del esquema de los estadios de la integración propuesto por Balassa (1964), el cual
plantea la existencia de cinco grados de integración: Área de Preferencias Arancelarias,
Zona de Libre Comercio, Unión Aduanera, Mercado Común y Unión Económica y
Monetaria18. Asimismo, de acuerdo a las teorías neo-funcionalistas19, de la cual la matriz de
la Teoría del Nuevo Regionalismo ha obtenido un importante número de postulados, señala
que a medida que aumenta la intensidad de las relaciones socioeconómicas, esto es a través
del ascenso de un estadio a otro -según el esquema de Balassa- se hace necesaria por parte
de los Estados Miembros, una mayor cesión de soberanía y, al mismo tiempo, el
otorgamiento “de poderes de decisión a favor de las instituciones regionales, depositarias
entonces de forma exclusiva o compartida de algunas parcelas de soberanía anteriormente
propias de los Estados miembros.”20
Sin embargo, como fue mencionado al comienzo de este trabajo, es bien sabido que la
teoría de la integración regional se ha ido construyendo a la luz de la propia experiencia de
la Unión Europea (UE). Es aquí que sus ejemplos explicativos, por ejemplo, la existencia
de los cinco estadios de integración, así como de sus beneficios ascendentes, tienen como
único fundamento empírico la propia experiencia europea, que ha logrado convertirse en
una Unión Económica y Monetaria, a partir del Tratado de Maastricht (1991), salvo en los
casos de Inglaterra, Dinamarca y Suecia que no aceptaron ingresar en la zona euro,
participando únicamente como miembro de la instancia del Mercado Común21.
18
Balassa, Bela (1964). Teoría de la integración económica. México; Biblioteca Uteha de Economía.
19
Haas, Ernst B. (1958). The Uniting of Europe: Politial, Social and Economic Forces, 1950-57. Stanford University
Press.
20
Ibáñez, Josep (2000). El nuevo regionalismo latinoamericano en los años noventa. Revista Electrónica de Estudios
Internacionales.
En: http://www.reei.org/reei1/Ibanezag.reei.PDF
21
Noruega optó por permanecer fuera de la Unión Europea durante un referéndum, en 1972, y nuevamente, en 1994 Sin
embargo, este país junto con Islandia y Liechtenstein, participan en el mercado único de la UE a través del acuerdo del
Esta circunstancia va a dar lugar a la generación de una multiplicidad de supuestos
teóricos sobre la disciplina, como son los ya mencionados efectos tradicionales estáticos,
tradicionales dinámicos y no tradicionales, que fueron siendo postulados deductivamente a
medida de los resultados europeos y, por supuesto, del avance de la teoría económica
internacional, que de algún modo, fue generando una cierta justificación de estos supuestos.
Sin embargo, la conformación de un constructo teórico, que tiene como única
comprobación empírica un único caso, impide la posibilidad de comprender otros procesos
de integración, que hayan podido surgir en otro contexto histórico, económico, político y
social.
A partir de esto, al momento de querer generar una aplicación de dicha matriz conceptual
a un determinado bloque regional y, eventualmente, intentar comprenderlo, se presenta la
siguiente circunstancia. Por un lado, no existen argumentos empíricos que justifiquen los
beneficios potenciales de seguir dicha escala de integración, y contrariamente sí existe una
multiplicidad de ejemplos que, por distintos motivos, no han ascendido en dicha escalera de
beneficios. Justamente, resulta llamativo que, si la teoría es definitivamente efectiva, por
qué ningún otro proceso regional ha alcanzado el máximo nivel de beneficios. Y sí se da el
caso, en una multiplicidad de ejemplos de países que: a) no se han integrado, b) que se han
detenido en un nivel de integración determinado, c) que se han integrado y han abandonado
el bloque regional al que pertenecían (tal como se presenta en un capítulo posterior); d)
casos, como el africano que a pesar de haber intentado utilizar las herramientas de la
integración regional, dadas las propias falencias y dificultades del caso, no han redundado
en ningún efecto positivo. A partir de lo cual solo podría concluirse que si no se realiza una
lectura del contexto económico, político, social y cultural del proceso, aunque el objetivo
del mismo sea, pura y exclusivamente, de carácter económico y comercial, es imposible
poder realizar un análisis sobre la viabilidad, conveniencia y, por ende, de los beneficios de
la integración, en un caso determinado. Y menos aún poder vislumbrar sus consecuencias
sobre los países.
Área Económica Europea. Esta posibilidad le otorga a los países signatarios el derecho a ser consultados por la Comisión
durante la formulación de legislación comunitaria, pero no el derecho a participar en la toma de decisiones.
Una vez más, aquí no se pretende cuestionar las bases teóricas del modelo de Balassa,
sino su pretensión de universalidad, que de algún modo incentivaría a todos los países por
igual a subirse al camino de la integración económica, en eso términos, cuando según lo
explicitado, no hay otras experiencia, sin incluir a la UE, que puedan dar testimonio de la
certeza de los resultados.
Por otro lado, el hecho de que la matriz conceptual de la teoría de la integración haya sido
construida a partir de un único caso, inevitablemente genera la necesidad de utilizar a ese
ejemplo, la UE, como modelo, de modo que la referencia a ese caso es permanente y de
algún modo inevitable. Esto, a su vez, va a generar que cualquier proceso que sea
contrastado con la teoría, y por ende, con el caso de la UE, da como resultante un proceso
de integración de características sub-óptimas; lo que va a retratarse en un importante
número de adjetivos, respecto al caso en estudio que sea, tales como ‘imperfecto’, ‘débil’ o
incompleto. Esto, a todas luces, no permite explicar el proceso en cuestión ni sacar
conclusiones efectivas sobre el propio proceso, de modo que la utilización de dichas
categorías teóricas termina convirtiéndose en una modalidad auto-frustrante desde un
comienzo.
Esta circunstancia nos permite evidenciar un punto que resulta bien característico, de la
matriz que estamos analizando, y es que, finalmente, el proceso de integración que pueden
llevar a cabo dos países con el objetivo de poder identificar problemas comunes e intentar
buscar soluciones compartidas a los mismos, deja de ser percibido como un medio para la
consecución de estos objetivos, sino que, por el contrario, queda convertido en un fin en si
mismo. Esta situación por un lado, aleja a la disciplina de la integración regional de ser un
área científica de estudio (el término ‘científico’ debe ser entendido en un sentido amplio,
como una metodologización rigurosa y esquemática de un campo de conocimiento
determinado) que persiga el objetivo de sistematizar y brindar explicaciones sobre este
campo, convirtiéndose en una exégesis dogmática que nada tiene que ver con la propia
realidad de los objetos de estudio. Por el contrario, este paradigma pareciera pretender
ajustar la propia realidad de cada bloque regional a ciertos modelos ideales, basados en
intereses del mercado internacional, que solo funcionan en la matrices econométricas, pero
que carecen de valor explicativo para los propios procesos de integración. Por otro lado,
esta concepción de la integración regional como fin -y no como medio- impide incorporar
al análisis los posibles cambios que pudieran llegar a producirse en el contexto regional o
internacional, o en las circunstancias o intereses que permitieron llevar a cabo el proceso de
integración. Sino que únicamente parece estar preocupada en el cumplimiento impoluto de
lo escrito en el papel. Esta visión legalista de la integración pareciera estar fundada en la
máxima adjudicada a Fernando I de Habsburgo, y utilizada por Kant en La Paz Perpetua
que menta: “Fiat justicia, pereat mundus”. Esto es, Hágase justicia, aunque (en
consecuencia) el mundo perezca.
22
Sabsay, Daniel Alberto. Integración y Supranacionalidad sin Considerar los Desarrollos Europeos Recientes, Bases
Constitucionales y Límites. La Experiencia del Mercosur. Presentación del Dr. Daniel A. Sabsay en el Simposio "Process
of European and Global Constitutionalization", llevado a cabo en Berlín el 15 de mayo de 1999, en ocasión del 50º
Aniversario de la Constitución alemana.
Este supuesto de ascensión indefectible adoptado por la teoría de la integración, resulta
ser un elemento sustancial que permite destacar aún más la caracterización de
‘inevitabilidad’ que hemos venido identificando, respecto a la matriz, en cuestión.
Asimismo, este criterio -como veremos a continuación- logra convertirse en uno de los
requisitos fundamentales en el camino de ascenso hacia la integración regional ideal,
plasmado en un principio de irreversibilidad.
Irreversibilidad
Según estos supuestos, esta pérdida de soberanía por parte del estado quedaría
evidenciada en el momento en el cual los países llevan a cabo la suscripción de un tratado
de constitución de un determinado bloque regional, ya que implicaría una pérdida de
potestad en la aplicación de una política arancelaria y comercial nacional.
Esta caracterización del Estado, con la cual es difícil no coincidir, conlleva la idea de que
la regulación de estas actividades sociales implica, indefectiblemente, identificar al Estado,
23
García Pelayo, M. (1992). Las transformaciones del Estado contemporáneo, Madrid.
en términos de detención de soberanía, como el único proveedor y regulador de estas
actividades sociales que, a los efectos de brindar claridad conceptual, vamos a denominar
políticas públicas. Lo cual estaría dando la pauta que el rol fundamental previsto para el
Estado es, justamente, ser el proveedor soberano de las funciones sociales mencionadas.
Partiendo desde este criterio de funcionalidad del Estado, incluso, es posible señalar
como un elemento verdaderamente representativo del actual contexto de liberalización
comercial y financiero, el profundo nivel de vulnerabilidad en que han quedado los Estados
respecto a los que pueden han sido identificado como nuevos actores del sistema
internacional, tales como el capital internacional, que engloba a una pléyade de grupos
inversores financieros, Hedges Funds y demás corporaciones internacionales, así como las
empresas transnacionales, que a partir del fenomenal volumen que adquieren sus
transacciones financieras, diariamente, sumado a las políticas de liberalización llevadas a
24
Hinojosa Martínez, Luis Miguel (2004). Globalización y Soberanía de los Estados. Ponencia presentada en la I Jornadas
de diálogo euro-marroquí, Universidad de Tánger, Marruecos, 25 y 26 de noviembre.
25
Ídem anterior.
cabo por los propios Estados, durante la década de los ’90, han dejado a los países en un
profundo nivel de vulnerabilidad.26
Al respecto, Salah identifica cuatro ámbitos estatales en los que, como consecuencia de la
globalización, se evidenciaría una importante reducción o pérdida en la intervención del
Estado, estos son: el control de los flujos monetarios y financieros, los problemas
medioambientales, el control de la información, y el control de las empresas
multinacionales. Por ejemplo, “la libre circulación de capitales entre los principales
mercados financieros del planeta, y las mayores facilidades de las que disfrutan las
personas para cruzar las fronteras, facilitan la elusión de los controles administrativos o
policiales establecidos por las autoridades públicas son un claro retrato de esta realidad.27
Una consecuencia, casi inevitable, que surge como consecuencia del supuesto de la
pérdida de soberanía por parte de los Estados, en los términos propuestos inicialmente, es el
surgimiento del ámbito regional o internacional como una alternativa funcional para la
provisión funcional de políticas, en este caso, armonizadas a través de organizaciones
internacionales o mediante tratados u órganos regionales pertenecientes a un determinado
acuerdo regional, según sea el caso, situación que, una vez más, es percibida como una
profundización de la pérdida de control soberano de los Estados sobre las muchas funciones
que solían ser se consideradas como atributos esenciales de la soberanía estatal.
26
Wolf, Gabriel (2010). Estado Crisis Financieras y Vulnerabilidad Local. Centro Argentino de Estudios Internacionales
(CAEI).
27
Hinojosa Martínez, Luis Miguel (2004). Globalización y Soberanía de los Estados. Ponencia presentada en la I Jornadas
de diálogo euro-marroquí, Universidad de Tánger, Marruecos, 25 y 26 de noviembre.
La soberanía como la capacidad de tomar decisiones autónomas
En este sentido, la 10º edición del Diccionario de Ciencia Política de Bobbio, Matteucci y
Pasquino (1997) describe a la Soberanía como un “concepto político-jurídico que sirve para
indicar el poder de mando, en última instancia, en una sociedad política y, por consiguiente,
para diferenciar a ésta de las otras asociaciones humanas, en cuya organización no existe tal
poder supremo, exclusivo y no derivado. Por lo tanto, tal concepto está estrechamente
vinculado al poder político: en efecto, la soberanía pretende ser una racionalización jurídica
del poder, en el sentido de transformar la fuerza en poder legítimo, el poder de hecho en
poder de derecho.”28
Está claro que la definición hace una clara referencia al Estado como único soberano,
dentro del territorio nacional, en términos de, no solo tener la legitimidad de ejercer el uso
de la fuerza y del Derecho, sino en cuanto a la capacidad de poder llevar a cabo una
decisión, en última instancia. La preeminencia del ejercicio del poder de la última instancia
decisional ha sido bien estudiada por Carl Schmitt, quien identificaba este poder con la
capacidad de quien estuviera a cargo del gobierno de ese Estado de declarar el estado de
excepción, pudiendo reducir, a partir de este, ciertos derechos constitucionales, en
circunstancias determinadas.29
28
Bobbio, N; Matteucci, Nicola; Pasquino Gianfranco (1997). Diccionario de Ciencia Política, 10º edición. Siglo XXI
Editores; pág. 1483.
29
Schmitt, Carl (1921)). La Dictadura.
Cabe destacar que la necesidad de incorporar al análisis, en cuestión, algunos de los
elementos fundamentales de la soberanía del Estado, que al parecer han quedado fuera de la
conceptualización hecha por la Teoría de la Integración Económica Regional, no implica
dejar de lado aquella concepción funcional del Estado, como proveedor y regulador de
políticas públicas, sino que, por el contrario, el objetivo es justamente poder alcanzar una
definición más completa que permita comprender las actuales circunstancias relacionadas
con los procesos de integración regional y la soberanía de los Estados, desde una
perspectiva más amplia, evitando caer en ‘olvidos’ u omisiones a la hora de establecer o
seleccionar definiciones teóricas.
Del mismo modo, si se tiene en cuenta el tradicional concepto propuesto por la teoría de
las relaciones internacionales que describe al sistema internacional como un orden
anárquico, esto es, sin la existencia de un poder de policía internacional legitimo, en última
ratio, la multiplicidad de diferendos jurídicos provenientes de las organizaciones
internacionales: Órgano de Solución de Diferencias de la OMC y demás ámbitos
internacionales y regionales, en ningún caso podrán forzar de facto al cumplimiento de
dichos compromisos realizados previamente por el Estado en cuestión. A lo sumo podrá
generar recomendaciones al gobierno nacional de ese país a restablecer la conformidad de
las reglas establecidas en determinado acuerdo. Situación que como bien sabemos, no
necesariamente suele ser tenida en cuenta por los países. Valga de ejemplo, en este sentido,
la cantidad de ‘recomendaciones’ realizadas por el Òrganos de Solución de Diferencias de
la OMC que no son tenidas en cuenta por los países.
Por otra parte, de más está decir que, en algunas de las circunstancias mencionadas
anteriormente, dicho Estado podría arriesgarse a perder prestigio en el Sistema
Internacional o eventualmente quedar ‘fuera’ del mercado comercial y financiero; en el
caso de un incumplimiento en el pago de la deuda soberana. Sin embargo, al mismo tiempo,
también debe notarse que a lo largo de la historia han existido múltiples ocasiones donde
algún país determinado quedó, de todos modos, fuera del mentado sistema económico,
político o financiero, por ejemplo Chile, en 1973, o Cuba, a partir del establecimiento de la
Ley Helms-Burton, sin que necesariamente existiera algún tipo de incumplimiento de
acuerdos internacionales.
Así, las circunstancias recién descriptas permiten sustentar el argumento de plantear que
la firma de acuerdos regionales, o la aplicación de estándares internacionales donde se
comprometa el cumplimiento del Estado de ciertas pautas de comportamiento económicas,
financieras, técnicas o políticas, en ningún caso, puede hablarse de una pérdida de
soberanía del Estado en términos de autonomía relativa en la toma de decisión, y sí en los
términos de una sesión parcial de competencias funcionales, que lleva a la aceptación de
determinadas pautas o normas compartidas con otros países o regladas por determinados
organizaciones internacionales o regionales.
Supranacionalidad
A partir de esta situación, cada uno de los estados miembros de la Unión Europea han
adherido, voluntariamente, a un modelo integrado de organizaciones internacionales
compuesto por las Comunidades europeas, que los liga mediante un orden jurídico
comunitario autónomo que prima por sobre el derecho interno de los Estados. Por lo que las
decisiones comunitarias, luego de un largo recorrido a nivel de los derechos
constitucionales de sus Estados miembros, tienen una aplicación directa en el interior de los
mismos. Cabe destacar que dichas decisiones sólo pueden versar sobre las materias
acordadas en los instrumentos que dan sustento a la comunidad y que, en definitiva, esas
delegaciones de soberanía son el producto de la voluntad de aquellos mismos que se
pronuncian de manera concomitante, a favor de una merma de los atributos propios, al
menos del concepto tradicional de soberanía estatal. A partir de los caracteres mencionados
se forja una estructura orgánica cuyas decisiones son tomadas por mayoría (Berranger.
1995).
Para poder comprender los motivos que dieron origen a la aplicación de una entidad
supranacional, en el caso europeo, es imprescindible remitirse a la tensión permanente y a
la cantidad de conflictos bélicos registrados, a lo largo de la historia, entre Alemania y
Francia, con mayor preponderancia en las dos Guerras Mundiales. En este sentido, la
implementación de un criterio inicial de supranacionalidad, mediante la creación de la Alta
30
Delgado Rojas, Jaime (2009). Construcciones supranacionales e integración regional latinoamericana. San José, Costa
Rica, Editorial UCR.
Autoridad del Acero y el Carbón, tuvo el objeto de establecer una regulación, ajena al
control de los Estados, sobre los recursos básicos utilizados para la construcción de
armamento: acero y carbón. Esto aparecía como la única modalidad efectiva que permitiera
brindar cierta estabilidad regional; que venía de padecer la catástrofe humana más grande
de la historia. De este modo, la aplicación del criterio de supranacionalidad, en Europa,
debe ser comprendida como una alternativa de supervivencia, para un contexto histórico y
político determinado31.
Al mismo tiempo, esta argumentación, que visualiza a los gobiernos como potenciales
generadores de incertidumbre, permite entender el alud de críticas que reciben los procesos
regionales que poseen una modalidad intergubernamental, ya que son percibidos por el
mercado como riesgoso en cuanto al cumplimiento de las reformas económicas que implica
un acuerdo regional de esas características. Justamente, esto es lo que, desde este enfoque,
permitiría evidenciar a las instituciones regionales de carácter intergubernamental como
débiles y por sobre todas las cosas frágiles; lo cual en la terminología del mercado podría
ser interpretado como inciertas.
Por ejemplo, en el caso del Mercosur, resulta habitual leer críticas de estas características:
“Una de las razones de la ausencia de ‘políticas regionales comunes’ es precisamente
carecer de un marco supranacional, ya que no se cuenta con esos mecanismos debido a la
resistencia de los países, en algunos casos abierta y en otros más silenciosa. Este aspecto
central no ha recibido la atención adecuada, tanto desde los sectores convencionales como
desde muchos analistas progresistas.”32
Asimismo, una posible consecuencia del reciente análisis, es la necesidad de la Teoría del
Nuevo Regionalismo de insistir con el concepto de cesión de soberanía funcional, ya que
32
Fuente: http://www.choike.org/nuevo/informes/2202.html
mediante esta argumentación, los Estados perderían la capacidad de establecer cambios en
sus políticas económicas. Ante lo cual, lo que en un principio aparecía como una
descripción de un fenómeno basado en la interdependencia económica y política entre los
Estados y los actores internacionales, propios de un contexto de globalización, aparece
como una estrategia discursiva para convencer a los Estados a deshacerse de su potestad de
determinar su política económica y comercial, en manos de una autoridad regional
autónoma, fuera del alcance de los Estados; otorgando al proceso de integración una
evidente modalidad irreversible, a favor de los actores del mercado.
Como ejemplo de esta idea se puede citar a Mitrany (1965) quien asegura que “la creación
de políticas internacionales debe entenderse como un esfuerzo por despolitizar algunos
temas importantes con el fin de aportar soluciones racionales. Los antagonismos políticos
podrían, gracias las organizaciones internacionales, ser reemplazados por una cooperación
para solucionar problemas específicos y prácticos de la vida internacional de manera eficaz
y eficiente. El criterio político esta reemplazado por el criterio de la eficacia y de la
productividad.”33
Más allá de las argumentaciones teóricas o terminológicas que puedan darse sobre la
33
Mitrany, David (1965). “The Prospects of Integration: Federal or Functional”. Documento electrónico.
supuesta modalidad irreversible postulada por la matriz de la teoría de la integración, a
continuación se estudian una serie de casos de países que, por distintos motivos, han
tomado la decisión de salirse de sus respectivos bloques o acuerdos regionales,
abandonando la escalera de la integración de Balassa, lo cual además implica dejar de lado
los supuestos Beneficios indefectibles planteados por la Teoría de la Integración. De este
modo, a partir del abordaje de los casos de Chile (1976), Groenlandia (1985), Venezuela
(2006) y Bolivia (2010) se pretende aportar evidencia en contra del supuesto de
irreversibilidad planteado por la matriz del Nuevo Regionalismo, así como demostrar que,
siguiendo la definición de soberanía tradicional aquí citado, el hecho de que un país ingrese
a alguno de los niveles de integración citados por Balassa, no implica ninguna pérdida de
soberanía, justamente, a través de la presentación de situaciones en los cuales los gobiernos,
haciendo uso de su soberanía, decidieron salir de sus respectivos procesos de integración
regional. Al mismo tiempo, los casos en estudio permiten desterrar el postulado con el que
se suele justificar la permanencia de los países dentro de un acuerdo regional. Este es que
los costos de abandonar dicho proceso de integración serían tan elevados, en comparación
con los beneficios, que a los países les resulta más satisfactorio permanecer dentro del
bloque.
Por otra parte, vale la pena adelantar el que consideramos como uno de los principales
elementos que han surgido del presente análisis, y es que, justamente en contra de lo que se
podía llegar a predecir respecto a los elevados costos políticos, económicos, y por sobre
todas las cosas, en términos de prestigio regional, que podría implicar que un miembro
abandone el bloque regional al cual pertenecía, los resultados de los cuatro casos aquí
estudiados indican que, en las cuatro situaciones, los países lograron llegar a un acuerdo,
que podría ser denominado amistoso, respecto a la modalidad de esa salida. Y más
llamativo aún, la evidencia empírica pareciera demostrar que, con posterioridad al
abandono del acuerdo, los países ‘salientes’ volvieron a suscribir acuerdos comerciales y
políticos con algunos o con todos los países miembros del bloque al que pertenecía, aunque
en esa oportunidad en términos más convenientes para el país que dejó el bloque. Este
hecho evidentemente puede ser calificado como la obtención, por parte del país, de un nivel
de costos más bajos que el existente hasta el momento en el que pertenecía al acuerdo
regional y que su salida no parece haber registrado costos elevados, en términos de
prestigio, tal como lo supone la teoría.
La isla de Groenlandia fue una colonia danesa hasta el año 1953, cuando fue declarado
‘territorio danés’. Sin embargo, a partir de la obtención de un Estatuto de Autonomía
propio, denominado Greenland Home rule Act. N° 577 del 29 de Noviembre de 1978, y
que entró en vigor a partir del 1 de mayo de 1979, empezó a ser considerado como un
‘Territorio Autónomo’ perteneciente al Reino de Dinamarca, lo cual que le otorgó ciertas
potestades políticas y económicas. Al mismo tiempo, en 2008, estas potestades aumentaron
aún más, ya que este ‘Territorio Autónomo’ aprobó la ampliación de aquel Estatuto,
mediante un referéndum sobre su autogobierno, otorgándole mayores recursos económicos,
el control de sus recursos petrolíferos y la posibilidad de acogerse al Derecho de
Autodeterminación explicitado en la Carta de las Naciones Unidas. Sin embargo, a pesar de
esto, Groenlandia seguiría perteneciendo al Reino de Dinamarca hasta el año 2021, cuando
proclamaría su independencia completa de Dinamarca para conformar un nuevo estado
independiente34.
Como consecuencia del primer estatuto de autonomía, de 1978, junto a la subida al poder
del partido SIUMUT, contrario a la CEE, que en sus primeras elecciones de gobierno
obtuvo 13 de los 21 escaños en el Parlamento groenlandés, se acordó la celebración de un
Referéndum Popular consultivo, entre sus 50 mil ciudadanos, para determinar la
34
Groenlandia dice 'sí' a su independencia de Dinamarca. Diario El País, 26 de noviembre de 2008. Ver
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Groenlandia/dice/independencia/Dinamarca/elpepuint/20081126elpepuint_6/
Tes
continuidad o no de ese Territorio Autónomo como miembro de la Comunidad Europea.
El Referéndum, que tuvo lugar el 23 de febrero de 1982, dio como resultado que una
mayoría, compuesta por un 52% de los votos, se manifestara a favor de la salida de
Groenlandia de la CEE, frente a un 46,1% de votos a favor de su permanencia.
Concretamente, la isla dejó de pertenecer a la Comunidad Europea a partir del 1 de enero
de 1985. Al parecer, “los groenlandeses descontentos con la política comunitaria practicada
en su territorio y deseosos de auto-controlar sus economías, manifestaron su voluntad de
abrir sus puertas al continente americano y estrechar sus relaciones con los pueblos
esquimales que habitan esas tierras. Pero, de ningún modo, su retirada de la CEE ha sido
interpretada como una ruptura con el continente europeo. En este sentido, según
declaraciones del primer ministro del gobierno local y jefe del partido mayoritario en el
poder (SIUMUT), la retirada de Groenlandia de la Comunidad no significa un «Adiós a
Europa»»”35
El primer elemento que sale a la luz de esta situación es que se trata del primer caso en el
que un miembro abandona ese bloque, y que como manifestamos anteriormente, es
justamente el principal modelo de integración regional, lo cual no resulta un hecho menor.
Al mismo tiempo, un hecho que debe ser destacado, sobre esta circunstancia, es que, si bien
los Tratados de París y de Roma -constitutivos de las tres Comunidades- no preveían en sus
textos la retirada de uno de sus miembros, (aunque esta problemática fue resuelta a partir de
35
Asín Cabrera, M. Asunción (1982). Groenlandia: El Resultado de un Referéndum. Revista de Instituciones Europeas.
Vol 9, Núm. 3, Septiembre-Diciembre.
la aprobación del Tratado de Lisboa, en diciembre de 2009, donde se incluye una cláusula
de salida, en particular pensando en el futuro de las Antillas Holandesas y Aruba, con
respecto a su actual relación de dependencia de aquel país), la actitud de 'la Comunidad
Europea, fue la de aceptar directamente la decisión de Groenlandia, sin detenerse en las
distinciones jurídico formales al considerarlo como simple acto interno de un Estado
miembro. Al respecto, siguiendo lo indicado por bibliografía de la época36, puede
asegurarse que la Comunidad Europea respeto la decisión del pueblo groenlandés: “La
puerta está abierta si Groenlandia decide salirse de la Comunidad Europea. La Comisión
(Europea) no tratará de forzar a Groenlandia a permanecer en la misma si su pueblo
considera que es mejor marcharse. Es éste una decisión que Groenlandia ha de tomar por si
misma.”37
Al mismo tiempo, “si bien es cierto que, conforme indica el profesor del Instituto de
Desarrollo Económico de Berlín, Stefan A. Musto, desde el punto de visto económico y
sociológico este hecho no produce una distorsión muy importante a los intereses de la
Comunidad se trata en definitiva de un territorio con un bajo índice poblacional, alejado del
continente europeo y con una cultura propia cuya retirada de la CEE, traerá consigo unas
repercusiones menores a las que traería, por ejemplo, la retirada de cualquier otro territorio
eminentemente europeo que contara con una población importante. Las argumentaciones
anteriores no obstan a que destaquemos la transcendencia que desde el punto de vista
jurídico internacional esta decisión trae consigo. Está claro que este hecho sienta un
precedente de cara al futuro. De aquí que la negociación sobre el nuevo «status» de
Groenlandia despierte un especial interés.”38
Por otra parte, tal como lo expresa Asín Cabrera (1982) “la Comunidad Europea no es una
organización internacional estática, sino todo lo contrario. Si hacemos un recorrido
histórico, observamos que si bien sus principios constitucionales apenas se han alterado, no
por ello se puede decir que no ha evolucionado, ignorando los principios rectores de la
36
DALSAGER, Paul: Groenlandia y la CEE. Comunidad Europea, núm. 4/82.
37
Ídem anterior.
38
Asín Cabrera, M. Asunción (1982). Groenlandia: El Resultado de un Referéndum. Revista de Instituciones Europeas.
Vol 9, Núm. 3, Septiembre-Diciembre.
Comunidad internacional actual. Entre estos principios, hay dos que están en íntima
conexión con la situación actual dé Groenlandia: El Derecho a la libre autodeterminación
de los pueblos y el Derecho de los pueblos a disponer de sus recursos naturales. Ambos
principios están reflejados con mayor o menor intensidad en el Estatuto de Autonomía de
Groenlandia. De aquí que, el reciente referéndum no sea sino el punto de partida del
ejercicio de tales derechos”.
Sin embargo, si se realizara un análisis del retiro de Groenlandia de la CEE, según los
postulados actuales de la Teoría del Nuevo Regionalismo, definitivamente nos
encontraríamos frente a una encrucijada, ya que, por un lado, al parecer, la mayoría de la
población de ese territorio autónomo no encontró ninguno de los beneficios postulados,
acerca de pertenecer a ese bloque comercial, sino que, por el contrario, sus ciudadanos
realizaron una lectura opuesta y llegaron a la conclusión de que los costos relacionados con
la obligación de tener una política común con el resto de los miembros, de modo que los
costos de integrarse eran mucho mayores que los beneficios postulados. Algo similar podría
manifestarse respecto al hecho de que, a pesar de que la CEE, en 1991, decidió avanzar en
los siguientes estadios de la integración, hasta llegar a convertirse en una Unión Económica
y Monetaria, en ningún caso, Groenlandia decidió re-incorporarse al bloque regional, e
incluso, ser partícipe de los distintos beneficios correspondientes a los grados superiores de
la integración.
De este modo, este caso pareciera brindar evidencia de que la integración regional está
lejos de cumplir con los postulados establecidos por la matriz del Regionalismo Abierto
que plantean una ascensión inevitable, una modalidad irreversible y una supuesta cesión de
soberanía, ya que, en este último punto, el pueblo groenlandés haciendo uso de su potestad
soberana definió abandonar la CEE, incluso, ante la inexistencia de una cláusula formal de
salida; y por sobre todas las cosas, frente a una estructura jurídica de carácter
supranacional. Al mismo tiempo, también pareciera demostrar que de ninguna manera la
integración regional representa una alternativa beneficiosa, de carácter universal, para
cualquier economía.
Aunque, sin duda, el elemento más llamativo de este caso en estudio es el hecho que, por
el contrario de lo que se podría suponer, el retiro de Groenlandia de la CEE, lejos de haber
representado un costo político y económico elevado, dicha decisión soberana fue aceptada,
en tan buenos términos, por parte de los órganos del bloque regional, respetando sus
derechos legítimos, que esa salida dio lugar al establecimiento de un Régimen de
Asociación, previsto en la Parte IV del Tratado CEE para los Países y Territorios de
Ultramar, mediante la suscripción de un Convenio, con la Comunidad Europea,
denominado OLT, que le asegura a Groenlandia poder seguir vendiendo sus productos
derivados de la pesca a la Comunidad, al mismo tiempo que se sigue beneficiando de la
ayuda financiera otorgada por el Fondo de Desarrollo para estos Países y Territorios. Al
mismo tiempo, se firmó un acuerdo de pesca de diez años entre Groenlandia y la Unión
Europea que aseguraba a la UE el acceso continuado a los bancos de pesca groenlandeses
por una cuota anual de varios cientos de millones de coronas.39
Por otra parte, si se tiene en cuenta que los países de la Unión Europea compran
alrededor del 80% de las exportaciones de Groenlandia, en ningún caso se podría decir que
la salida del bloque regional le implicó a la isla costos económicos, políticos o de prestigio,
sino que por el contrario dicha salida pareciera haber satisfecho las necesidades de
Groenlandia, generándole más beneficios estar fuera del acuerdo regional que permanecer
dentro del mismo. Lo cual, de alguna manera, parece estar en contra de lo postulado por la
matriz en cuestión.
El segundo caso al que haremos referencia es relacionado con la salida de Chile del Pacto
Andino, ocurrida en 1976. Un elemento que diferencia a este caso de los otros, analizados
en este trabajo, es que este bloque regional, en sus inicios, fue conformado bajo un marco
teórico completamente distinto al que está siendo analizado en nuestra investigación. En
este sentido, el Pacto Andino fue creado como una modalidad integracionista sustentada
por el pensamiento cepalino conocido como Viejo Regionalismo o Regionalismo Cerrado,
con fundamentos y objetivos basados en el desarrollo regional, a partir de una promoción
39
Asín Cabrera, M. Asunción: Los Regímenes Insulares especiales en la CEE. Curso de la Universidad Internacional
Menéndez y Pelayo sobre el Régimen económico fiscal del Archipiélago canario ante el Ingreso de España en la
Comunidad Europea. Tenerife, 1982 (en prensa].
del modelo de sustitución de importaciones. Sin embargo, creemos que esta diferencia no
impide su utilización como caso de estudio, sino que por el contrario, en primer lugar,
permite destacar las limitaciones de la matriz del Nuevo Regionalismo, que plantea una
única cosmovisión de la integración regional, ya que manifiesta la existencia de otras
modalidades de integración. En segundo lugar, como se verá a continuación, la salida de
Chile de ese bloque regional se produjo a partir de un cambio súbito en las circunstancias
del país, generado por el Golpe Militar llevado a cabo por Pinochet, el 11 de septiembre de
1973, que generó una profunda modificación en la percepción acerca de la ecuación costos-
beneficio, respecto a la conveniencia de pertenecer a ese proceso de integración.
Justamente, como se expuso anteriormente, estos elementos no suelen ser admitidos en la
matriz conceptual del Regionalismo Abierto. Lo más paradójico de esto, es que dicho
cambio de escenario, en esta oportunidad, tuvo como objetivo implementar un modelo
económico aperturista de características similares a las propuestas por dicha matriz. De
modo que este caso también permitiría legitimar el hecho de que ante determinados
cambios producidos en la mencionada ecuación, es factible abandonar un bloque regional,
en este caso particular, para adoptar un programa económico basado en la liberalización del
comercio y los aranceles.
Este país ingresó como miembro fundador del Pacto Andino, el 26 de mayo de 1969, al
suscribir el Acuerdo de Cartagena. Cabe destacar que, entre sus objetivos iniciales, el Pacto
Andino no sólo pretendía liberalizar el comercio, con el fin de conformar un mercado
interregional de manufacturas, sino que también tenía como fin armonizar las políticas
económicas de los países miembros y la programación sectorial conjunta. Ambos objetivos
fueron plasmados en la Decisión N°24 del Acuerdo de Cartagena, denominada: "Régimen
Común de Tratamiento a los Capitales Extranjeros y sobre Marcas, Patentes, Licencias y
Regalías". Concretamente, esta normativa regulaba los siguientes puntos: a) que los
beneficios de la ampliación del mercado fuera exclusivamente para los capitales regionales;
b) limitar a un máximo lo que podían ofrecer los países a las inversiones extranjeras; c)
prohibir la venta de empresas al capital extranjero; d) restringir el ingreso a la inversión
extranjera, el cual podía entrar al país exclusivamente para crear nuevas empresas; e)
limitar -con algunas excepciones- el retiro de utilidades del país, que no podía superar el
14% de la inversión extranjera directa y f) prohibir que las empresas extranjeras
desarrollaran actividades en algunos rubros, especialmente en la prestación de servicios.
Esta decisión pretendía que los países no compitiesen entre ellos en la atracción a la
inversión extranjera más allá de lo prudente. Por eso limitaba lo que cada país podía
ofrecer, el retiro de utilidades estaba limitado a un máximo y los capitales sólo podían salir
del país por venta de la empresa o por la liquidación de ella. De este modo, la Decisión 24
se puso en vigencia en Chile por el Decreto N°482, de 25 de junio de 1971, luego de una
larga de serie de traspiés jurídicos40.
Esta situación generó en el seno del Pacto Andino, durante los meses posteriores al
Golpe, un fuerte clima de cuestionamiento hacia Chile, en particular, en lo relacionado con
los principios básicos de la Decisión 24 y con los compromisos asumidos sobre el arancel
externo común, hacia terceros países. Esta tensión, entre los países miembros, finalmente,
concluyó con la salida de Chile del bloque regional el 30 de octubre de 1976. Al respecto,
algunos autores sugieren que “su marginación habría sido alentada por intereses
internacionales que ofrecieron ayudas a Chile, a cambio de que el país se retirara del
mismo.”41
40
Este decreto tiene su historia jurídica; fue rechazado por la Contraloría General de la República, por Resolución del 28
de junio de 1971; para la Contraloría era ilegal ya que modificaba disposiciones tributarias establecidas por ley, por eso
negó su registro y toma de razón. De este modo, el Gobierno tomó la decisión de darle valor legal mediante un decreto de
insistencia, en lugar de propiciar una ley, la que hubiera sido de fácil promulgación, con amplio apoyo político. El Decreto
de Insistencia N° 488, de 29 de junio de 1971, firmado por todos los ministros de Estado, ordenó al Contralor registrar y
publicar el Decreto 482.
41
Cabe destacar que, no obstante su retiro, en 1976, el país permaneció participando de
algunos de sus convenios con los países del Pacto Andino. De este modo, el país ha seguido
ligado al mismo a través de acuerdos específicos como, por ejemplo, el Convenio Hipólito
Unanue, de 1971, adscrito a la CAN por la Decisión Nº 445, aprobada por el Consejo
Andino de Ministros de Relaciones Exteriores el 10 de agosto de 1998. Dicho Convenio, es
la institución del Sistema Andino de Integración cuyo objetivo es coordinar y apoyar los
esfuerzos que realizan los países miembros, individual o colectivamente, para el
mejoramiento de la salud de sus pueblos, coordinando y promoviendo acciones destinadas a
mejorar el nivel de salud de sus países miembros. Asimismo, Chile también participa de la
Comunidad Andina de Fomento (CAF), una institución financiera internacional y en el
Convenio Simón Rodríguez, el cual acuerda conceder una atención prioritaria a la
armonización de normas jurídicas laborales y de seguridad social, a la formación
profesional y a la participación de empleadores y trabajadores en el desarrollo de la
integración subregional.
En este sentido, cabe destacar que, en noviembre de 2006, Colombia y Estados Unidos
firmaron un Tratado de Libre Comercio (TLC) que tiene como objetivos la eliminación de
obstáculos al intercambio comercial, consolidación del acceso a bienes y servicios y
favorecer la captación de inversión privada. Este aún no se encuentra en vigor por la falta
de aprobación del Congreso Norteamericano. En 2007, Perú suscribió un TLC con EE.UU.
y, en mayo de 2010, Colombia hizo lo propio con la Unión Europea.
42
Los principales documentos que forman parte de la normativa comunitaria, y que regulan la actividad entre los
miembros de la CAN, todo ello de conformidad con lo establecido en el artículo 1 del Tratado de Creación del Tribunal de
Justicia Andino, son:
a) El Acuerdo de Cartagena, sus Protocolos e instrumentos adicionales;
b)El presente Tratado y sus Protocolos Modificatorios;
c)Las Decisiones del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores y la Comisión de la Comunidad Andina;
d Las Resoluciones de la Secretaría General de la Comunidad Andina; y
e)Los Convenios de Complementación Industrial y otros que adopten los Países Miembros entre sí y en el marco del
proceso de integración Subregional andina.
tienen una vigencia de cinco años a partir de la denuncia. 43 Una de las consecuencias que se
produjeron a partir de la denuncia del Acuerdo de Cartagena es la conformación de unas
Rondas de Trabajo que dieron lugar a un “Protocolo de Salida” para Venezuela, en el que
se establecieron los términos bajo los cuales esto se llevaría a cabo ese proceso.
Por otra parte, una problemática que se planteó a partir de la denuncia del Acuerdo es qué
sucedería con la vigencia de las normas que fueron sancionadas o dictadas por órganos de
la Comunidad Andina, de carácter supranacional, teniendo en cuenta la cesión de
competencias realizada por Venezuela, en virtud del artículo 153 de su Constitución de
1999, que determinaba que dichas regulaciones se convertían automáticamente en normas
de derecho interno, integrándose al ordenamiento jurídico nacional.
43
García Muller, Rafael (2008). Consecuencias Jurídicas de la Denuncia del Acuerdo de Cartagena. Trabajo de
Investigación Final, Facultad de Estudios Jurídicos y Políticos, Universidad Metropolitana, Enero.
44
Decisión N°641 de la Comisión de la Comunidad Andina.
45
SAINZ BORGO, Juan Carlos. La salida de Venezuela de la Comunidad Andina. Politeia. [online]. jun. 2007, vol.30,
no.38 [citado 07 Septiembre 2010], p.127-150. Disponible en
http://www2.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0303-97572007000100005&lng=es&nrm=iso>
Para alcanzar una conclusión razonable sobre este particular, vale la pena tener en cuenta
la opinión de autores como Felipe Paolillo (1999)46 quien realiza una clasificación de las
normas de la Comunidad Andina a partir de la fuente de dónde emanan las mismas: i)
Tratados o Convenios suscritos por cada uno de los Estados Miembros (Derecho
originario), y ii) Decisiones o Resoluciones que emanan de las Instituciones de la
Comunidad Andina. (Derecho derivado).
Por otra parte, de un modo similar a lo ocurrido en los casos de Groenlandia y Chile,
cuando faltan algunos pocos meses para finalizar el plazo de cinco años, pautados por el
Protocolo de Salida entre Venezuela y la CAN, Colombia y aquel país han anunciado, en
agosto de 2010, el relanzamiento de sus relaciones bilaterales. Esta circunstancia se dio en
un momento en el cual se intentaron superar los conflictos políticos, de los últimos meses,
producidos entre el presidente saliente Álvaro Uribe y el presidente venezolano Hugo
46
Según lo expresado por Felipe Paolillo (1999) c.p. Marcel Tangerife (2001): “Tal principio de jerarquización se
desprende del propio artículo primero del Tratado de Creación del Tribunal de Justicia de la Comunidad Andina, del cual
es fácil deducir una relación de subordinación entre el “derecho originario” constituido por el Acuerdo de Cartagena, sus
Protocolos e Instrumentos Adicionales y el Tratado del Tribunal, frente al “derecho derivado” contenido en las Decisiones
de la Comisión y las Resoluciones de la Junta. (p.159).
Chávez, mediante la elaboración de sendos acuerdos firmados por el flamante presidente de
Colombia, Juan Manuel Santos, y el presidente de Venezuela. De este modo, los sectores
empresarios colombianos sugirieron la posibilidad de firmar algún tipo de acuerdo
comercial entre ambas partes para mantener las preferencias arancelarias existentes hasta la
actualidad, pero que quedarán sin efectos, a partir del 1 de abril de 2011. Ese acuerdo
bilateral debería regir el intercambio binacional luego del retiro venezolano de la CAN, en
abril de 2011.
El último caso que presentamos en este análisis es el referido a la denuncia presentada por
Bolivia, después de 16 años de vigencia, del Tratado de Libre Comercio (TLC) que ese país
tenía con México.
47
http://elespectador.com.co/economia/articulo-219463-venezuela-y-colombia-estudiaran-acuerdo-comercial-bilateral
48
http://www.cnnexpansion.com/economia/2010/06/04/tlc-mexico-bolivia-comercio-cnnexpansion
del siguiente año. En consecuencia, a partir de esta denuncia Bolivia dejará de amparar a
los empresarios de ambas naciones, en aquellos temas relacionados con inversiones
extranjeras.
Sin embargo, tal vez lo más paradigmático, en términos del análisis que se realiza en el
presente trabajo es que dicha denuncia, lejos de generar un conflicto económico o político
entre las partes, una vez presentada la denuncia del TLC, ambos países suscribieron un
Acuerdo de Complementación Económica (ACE), que entró en vigor el 7 de junio de 2010,
y que sustituye al anterior Tratado. Aunque en este caso, a diferencia del anterior, este
acuerdo no contempla un mecanismo de arbitraje directo que dé protección a los inversores
inversionistas ante posibles violaciones jurídicas49. De este modo, este caso contribuye una
vez más a evidenciar que, por el contrario de lo postulado por la matriz teórica, el hecho de
que un país decida abandonar un bloque o, en este caso, un acuerdo regional, de ninguna
manera eso implica que los costos de salir vayan a ser mayores que los beneficios de
quedarse. Justamente, la denuncia del TLC de parte de Bolivia se produjo porque, a partir
del cambio de circunstancias producidas con la aprobación de una nueva Constitución, la
ecuación costo-beneficio para Bolivia se tornó inconveniente, ya que debía ponerse
conforme a derecho.
Un segundo elemento que vale la pena destacar respecto a todos los casos estudiados,
en contra del supuesto de irreversibilidad planteado por la matriz del Nuevo Regionalismo,
es que el hecho de que un país ingrese a alguno de los niveles de integración citados por
Balassa, no implica ninguna pérdida de soberanía, justamente, ya que como se evidencia en
las cuatro situaciones, los gobiernos, haciendo uso de su soberanía, decidieron salir de sus
respectivos procesos de integración regional. Al mismo tiempo, los cuatro casos permiten
descalificar el postulado con el que se suele justificar la permanencia de los países dentro
de un acuerdo regional: que los costos de abandonar dicho proceso de integración serían tan
elevados, en comparación con los beneficios, que los países deciden quedarse dentro del
bloque.
Por otra parte, y como se mencionó recientemente, en contra de lo que se podía llegar a
49
http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2010/06/04/renuncia-boliviana-a-tlc-con-mexico-pactan-nuevo-acuerdo
predecir respecto a los elevados costos políticos, económicos, y por sobre todas las cosas,
en términos de prestigio regional, que podría implicar dejar de ser miembro de un bloque
regional al cual se pertenecía, los resultados de los cuatro casos aquí estudiados
demostraron que, luego de la salida del bloque, los países lograron llegar a un acuerdo, que
podría ser denominado amistoso, respecto a la modalidad de esa salida, pero más llamativo
aún, la evidencia empírica pareciera demostrar que, con posterioridad al abandono del
acuerdo, los países ‘salientes’ volvieron a suscribir acuerdos comerciales y políticos con
algunos o con todos los países miembros del bloque al que pertenecía, aunque en esa
oportunidad en términos más convenientes para el país que dejó el bloque. Este hecho
evidentemente puede ser calificado como la obtención, por parte del país, de un nivel de
costos más bajos que el existente hasta el momento en el que pertenecía al acuerdo regional
y que su salida no parece haber registrado costos elevados, en términos de prestigio, al
menos bastante inferiores al estipulado por la teoría.
Conclusiones
De este modo, nuestro más profundo desafío como investigadores es poder llevar a cabo
una reflexión integral de las bases teóricas y de los supuestos, proveyendo de herramientas
metodológicas y conceptuales que permitan brindar una explicación más adecuada a los
nuevos fenómenos y transformaciones, que han empezado a presentarse, en los últimos
años, alrededor de los diversos procesos de integración regional; de modo de poder superar,
definitivamente, la des-calificación de ‘sub-óptima’ que suelen recibir la mayoría de los
procesos de integración, y que no solo no permite contribuir a mejorar nuestro
entendimiento acerca de los procesos en cuestión, ni sacar conclusiones efectivas sobre los
mismos, sino que la utilización de dichas categorías termina convirtiéndose en una
modalidad definitivamente auto-frustrante.
Esta circunstancia debería poder llevarnos por un camino de investigación que permita
entender a la integración regional como una modalidad propia de los países, basada en la
búsqueda conjunta de problemas comunes y de soluciones compartidas, que pueda ser
percibida como un medio para la consecución de objetivos compartidos, dejando de lado la
concepción de este fenómeno como una serie de postulados universales y excluyentes.
Por el contrario, una reflexión de estas características debería poder permitir la generación
de un marco teórico más afín a los intereses de cada bloque regional, que pueda dar cuenta
de la propia evolución propia de cada uno de los procesos de integración, sin tener que
acudir obligadamente a los fundamentos del mercado.
• Haas, Ernst B. (1958). The Uniting of Europe: Politial, Social and Economic
Forces, 1950-57. Stanford University Press.