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NIVEL 1
FUNDAMENTOS DOCTRINALES
TEMA: El pecado
1. ¿ Que es el pecado?
El pecado es cualquier acción, sentimiento o pensamiento que vaya en contra de
las normas de Dios (1 Juan 3:4; 5:17). La Biblia dice que pecar puede ser hacer
algo malo o injusto a los ojos de Dios, o no hacer lo que es correcto (Santiago
4:17).
En los idiomas originales de la Biblia, las palabras que se traducen como “pecado”
significan fallar el tiro, o no alcanzar el objetivo. Por ejemplo, la Biblia habla de un
grupo de soldados del antiguo Israel que eran tan hábiles con la honda que eran
capaces de acertar “sin fallar el tiro” al lanzar una piedra. Si se tradujera
literalmente esta expresión, diría: “no pecaban” (Jueces 20:16, Nueva Biblia
Española). Por tanto, pecar es no alcanzar el objetivo de cumplir con las normas
perfectas de Dios.
2. ¿La muerte es fruto del pecado¡? ¿que enseña romanos 5:12?
Para entender este texto describiré dos escenarios que ilustran bien estas
consecuencias.
Si un hombre roba, ese pecado no solo afecta al ladrón, sino también en un
sentido muy real a los hijos, porque si ese hombre es encontrado y juzgado, ya no
podrá estar por su familia. Además, si robar es el estilo de vida de esa persona,
hay una gran probabilidad que los hijos también sean inclinados y movidos a lo
mismo.
Otro ejemplo: digamos que un padre de familia es un alcohólico. Tarde o
temprano, su adicción al alcohol le puede acarrear consecuencias para él y los
suyos. Por ejemplo, si el borracho hace cosas indecentes, o pierde su trabajo, o
entra en pleito con otros, o se enferma, eso tendrá consecuencias terribles para
los miembros de su familia. Es en ese sentido que la maldad de un padre afecto a
los hijos. Y eso sin considerar que un hijo puede crecer predispuesto al alcohol y
hasta volverse él mismo un alcohólico pues eso es lo que vio como un patrón
normal de conducta.
El hecho de que Dios visite la maldad de los padres sobre los hijos es más bien un
principio de consecuencias y no necesariamente una sentencia absoluta que deja
a los hijos sin posibilidad de redimirse. Tampoco debe entenderse cómo una
maldición generacional o una atadura espiritual de la que debamos librarnos.
Ésta es la necesaria conclusión que también está descrita en el mismo
Pentateuco. Porque en el libro de Deuteronomio, se nos dice que “Los padres no
morirán por sus hijos, ni los hijos morirán por sus padres; cada uno morirá por su
propio pecado” (Dt. 24:16). Presta atención: “cada uno morirá por su pecado”.
Es decir, en el Antiguo Testamento ya estaba establecido el principio de la
responsabilidad individual, descartando toda noción de maldición o atadura
generacional. En otras palabras, ningún hijo pagará por los pecados de los padres,
sino que cada uno pagará las consecuencias de sus propios pecados. Y aunque
nuestros hijos pueden ser afectados por nuestras decisiones, o se pueda padecer
la misma enfermedad de un antepasado, como la ciencia lo ha probado, no
debemos interpretarlo como que una fuerza espiritual está detrás. Una vez más,
las consecuencias que sufrimos no deben ser entendidas como maldiciones
generacionales.