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Educación sexual

¿Por qué? y ¿para qué?

Hablar de sexo hoy en día parece lo más normal del mundo; sin
embargo y a pesar de la apertura que se le ha dado en nuestra
sociedad, aún persiste una gran ignorancia sobre el tema.

Muchas personas piensan que la educación sexual consiste


únicamente en informar al niño sobre el origen de un ser humano,
de cómo se desarrolla en el vientre y se lleva a cabo el
nacimiento; así como explicar especialmente a las niñas lo que es
la menstruación y los cuidados que requiere. Fuera de esto la
mayoría de los adultos tienen sentimientos de culpa, conflicto y
duda sexual para abordar de forma franca y abierta la sexualidad
de los niños y jóvenes; más preocupante aún es la de ellos
mismos, ya que dan al sexo una cualidad mágica, irreal y generan
con esto, angustia y preocupación en el adolescente llevándolo, a
menudo, a buscar información en fuentes poco confiables para
satisfacer su curiosidad normal.

Los adultos dan al sexo una cualidad mágica, irreal; generando así
angustia y preocupación en el adolescente.

Lo anterior nos lleva a reconocer que la educación sexual es una


de las vías más importantes para ayudar sobre todo a los jóvenes
a romper el ciclo de ignorancia y de culpa en su vida sexual.

Para lograr esto se pueden considerar los siguientes aspectos:


1. Es importante recordar que la sexualidad se va modelando
por factores externos; por ejemplo, en la familia donde se
aprende qué es lo bueno, lo malo, lo socialmente aceptable,
los papeles sexuales, etc.; en la escuela, el grupo de amigos,
la religión, medios de comunicación, entre otros. Por lo
tanto, se puede influir sobre algunos de éstos para
modificarlos y así lograr que ésta sea vivida con más
naturalidad y menor presión.

2. Obtener información certera y objetiva sobre aspectos


funcionales (biológicos) y psicológicos sobre el sexo.

3. Algunos aspectos significativos de la educación sexual son


enseñados de forma inconsciente; es decir, aunque los
progenitores no hablen de sexo frente a sus hijos, éstos
descubren sus actitudes de tensión o naturalidad mediante
la comunicación silenciosa; por lo tanto, es importante
procurar liberarse de prejuicios, inhibiciones o conflictos, ya
que el entrenamiento sexual del individuo se da desde el
nacimiento.

4. Es importante que el joven aprenda a vivir su sexualidad en


forma completa unificando los criterios de libertad,
responsabilidad, respeto y placer.

5. Crear conciencia de los obstáculos a los que se puede


enfrentar el adolescente como son los tabúes, mitos y
falacias presentes en la sexualidad, llevándolo a la reflexión
cuidadosa y objetiva, para ayudarlo a establecer actitudes y
valores sanos.

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