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En 1912 Freud retoma la tesis de Darwin: "una horda gobernada despóticamente por un macho

fuerte" como forma primordial de la humanidad, intenta demostrar que la horda ha heredado

rasgos indelebles, específicamente el desarrollo del totemismo (que encierra el principio de

religión, eticidad y estratificación social). El totemismo se relaciona con "el violento asesinato

del jefe y la trasformación de la horda paterna en una comunidad de hermanos". Aunque Freud

la limita a una entre muchas teorías primigenias la establece como hipótesis válida para

generar inteligibilidad en nuevos ámbitos.

La imagen de Darwin (individuo fuerte liderando congéneres iguales) recurre en las masas

humanas. Las masas humanas vuelven a mostrarnos la imagen familiar del individuo

hiperfuerte en medio de una cuadrilla de

compañeros iguales, esa misma imagen contenida en nuestra representación de la horda

primordial. La psicología de las masas (sus características son: atrofia de la personalidad

individual consciente, la orientación de pensamientos y sentimientos en las mismas

direcciones, el predominio de la afectividad y de lo anímico inconsciente, la tendencia a la

ejecución inmediata de los propósitos que van surgiendo) es consistente con (116) la regresión

a "una actividad anímica primitiva" que corresponde a la horda primitiva.

Así la masa es renacimiento de la horda primordial. De la forma en que el hombre primordial

existe virtualmente en cada individuo, la horda primordial se reconstituye a partir de cualquier

conjunto de seres humanos. La horda persiste tanto como aquél grupo de individuos se vea

gobernado por la formación de masa. Freud infiere de esto que "la psicología de la masa es la

psicología más antigua del ser humano" y afirma (provisionalmente) que la psicología individual

devino después y parcialmente de la de masa.


A continuación Freud revierte el último planteamiento. Afirma que la individual es tan antigua

como la psicología de masa, estas dos corresponden en la horda con la psicología del grupo y

"la del padre, jefe, conductor". El padre era libre, sus actos independientes y su voluntad no

requería refrendo. La última inferencia con respecto al jefe de horda es un yo menos sujeto por

el libido y nada propenso a dar de sí a los otros y los objetos (117).

Freud encuentra al superhombre de Nietzsche en el pasado y no a futuro. El jefe conductor no

tiene que amar, es señorial, narcisista, seguro de sí mismo y autónomo. Por la capacidad de

restringir al narcisismo el amor se ha vuelto un factor de cultura.

"El padre primordial de la horda" no es aún inmortal (por divinización), por ello el hijo que lo

sustituye tiene que pasar de individuo-masa a individuo. Según Freud la transición de

psicología de masa a individual ocurre así: el padre impide a los hijos la satisfacción sexual

directa, obligándolos a la abstinencia y a lazos afectivos entre si mismos (y el padre). En el

análisis Freudiano los celos sexuales e intolerancia son "causa de la psicología de la masa". Al

sucesor del padre se le desbloquea la satisfacción sexual y al mismo tiempo queda libre de la

psicología de masa

Para Freud es revelador el nexo entre "la horda primordial con la institución a través de la cual

se mantiene cohesionada a una masa

artificial", esto es para el ejercito e iglesia la ilusión de que el "conductor ama a todos los

individuos (118) por igual y justicieramente". En esta operación Freud ve la "adaptación

{Umarbeiíung} idealista" del modelo imperante en la horda. En ella los hijos se saben
perseguidos y temen al padre primordial en igual medida. La siguiente forma social, "el clan

totémico, tiene por premisa esta transformación sobre la cual se erigen todos los deberes

sociales". La fuerza inquebrantable de la familia en cuanto "formación de masa natural" es

porque el amor idéntico del padre puede suceder en ella.

Otras respuestas que Freud aun espera de su indagación en la masa primordial son las

cuestiones de sugestión e hipnosis. Para Freud la ominosidad inherente a la hipnosis implica

"algo antiguo y familiar que cayó bajo la represión". Freud reconstruye la operación hipnótica:

primero el hipnotizador afirma tener poder que arroba al sujeto de voluntad (quien lo cree, dicho

poder corresponde al <<mana>> que los primitivos consideraban tabú y es irradiado por rey y

cacique), y al exhortar al sujeto a mirarlo el hipnotizador manifiesta ese poder. Hay un paralelo

entre esto y la peligrosidad de la mirada de cacique y divinidad. Se cita el caso de Moisés y el

intermediario primitivo que portan parte del mana y lo transmiten en la mirada.

Las alternativas a este método hipnótico causan confusión y dan lugar a "teorías fisiológicas

insuficientes". Se trata de fijar los sentidos en objetos o sonidos particulares, para Freud se

trata solo de un desvío (119) de la atención para que el sujeto la enfoque inconscientemente en

el hipnotizador, así "se

entrega a la actitud del rapport, de la transferencia, con el hipnotizador". Freud homologa las

formas hipnóticas indirectas con las formas en que los chistes impiden "ciertas distribuciones

de la energía psíquica" que de otra manera entorpecen la inmersión inconsciente. En ese

sentido logran lo mismo que "la mirada fija y el pase de manos".


Para Freud, Ferenczi [1909] acierta en que en la hipnosis el hipnotizador sustituye a los padres.

No así en la premisa de que las sugerencias hipnóticas (suave o amenazadora) corresponden

a madre y padre (120). Freud solamente ve en la sugerencia hipnótica la mencionada pérdida

de interés en el mundo y el paralelo que esto construye entre sueño e hipnosis.

Sea cual sea el proceso hace resurgir en el sujeto una "herencia arcaica que había transigido

{entgegenkommen)" con los padres y que ha reanimado antes con el padre en lo individual, "la

representación de una personalidad muy poderosa y peligrosa, ante la cual sólo pudo

adoptarse una actitud pasiva-masoquista y resignar la propia voluntad, y pareció una osada

empresa estar a solas con ella, «sostenerle la mirada»". Solo así se recrea en Freud la antigua

relación de un miembro de la horda con el padre de la misma. Se sabe "por otras reacciones"

que cada individuo conserva una capacidad variable de recrear esa antigüedad. Por otro lado,

saber que la hipnosis es juego y recreación de aquello puede resguardar de "consecuencias

demasiado serias de la cancelación hipnótica de la voluntad".

Para Freud lo "ominoso y compulsivo de la formación de masa" evidente en los "fenómenos

sugestivos" lleva de vuelta a la horda. El conductor es el padre y la masa quiere el gobierno de

"un poder irrestricto". Según Le Bon, "sed de sometimiento". El padre primordial es para la

masa sustituto del ideal del yo. Freud define la hipnosis como "una masa de dos", a la

sugestión como convencimiento basado en la ligazón erótica, no la percepción o el

pensamiento (121).

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