Sunteți pe pagina 1din 3

DIOS Y EL MAL

El ser humano de todos los tiempos no ha cesado de hacerse


preguntas frente a la cuestión del mal, debido a los desastre naturales,
las guerras, el hambre que azota muchas poblaciones, las
enfermedades, las injusticias, los sufrimientos de todo tipo, y un sinfín
de males que se pueden ver en la cotidianidad del día, sobre todo en
nuestra realidad venezolana.
Además de esto, el ser humano se hace otras preguntas, tales
como: si Dios Padre todopoderoso, creador del mundo ordenado y
bueno, tiene cuidado de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal? 1,
¿por qué Dios no creó un mundo tan perfecto que en él no pudiera
existir el mal?2
Estas pregunta son solo dos, de tantas otras que se puede hacer
la gente, que además, exigen una respuesta que es difícil de dar y que
no puede ser breve; exigen una respuesta que tenga presente la
diversidad de formas en las que el mal se hace presente en el mundo.
Teniendo en cuenta que algunas de estas formas de mal pueden ser
atribuidas al ser humano y a su mala forma de gestionar o el mal uso
de su libertad3, otras no se le pueden atribuir al hombre (como los
desastre naturales).
Siguiendo las consideraciones anteriores, podría llegarse a decir
dos cosas: hacer responsable a Dios del mal o negar su existencia. En
cuanto a la primera, Bertrand Russell hace responsable a Dios de mal
cuando dice: “el mundo, según se nos dice, fue creado por un dios que
es a la vez bueno y omnipotente. Antes de crear el mundo, previó el
dolor y la miseria que iba a contener, por lo tanto, es responsable de
ello”4 y esto no es posible, porque Dios al ser bueno y omnipotente, no
pudo haber puesto el mal en el mundo, porque Él es el bien supremo.
Por otra parte y en cuanto a negar la existencia de Dios,
considerando que éste argumento fuese cierto, la existencia del ser

1
Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 309.
2
Ibíd., 310.
3
El tema de la libertad se desarrolla en el otro ensayo, sobre Dios y la libertad
humana, allí se profundiza sobre dicho término.
4
RUSSELL, Bertrand. Por qué no soy cristiano, p.39.
humano sería un accidente cósmico, sin sentido y sin ningún valor más
allá que un producto la materia y el azar. De ser así, ¿cómo se
fundamentarían los valores morales?, ¿cómo se afirmaría que algo está
mal?, ¿qué regiría el bien o el mal? Pero, se comprende entonces, que
el ser humano tiene un valor por sí mismo, orientado por su voluntad
y su libertad; por ende en la ausencia de Dios, nuestro valor carecerá
de sentido, por lo que nuestros principios sociales son meras
construcciones que difieren incluso de persona a persona. Lo que es
bueno para uno, podría ser malo para otro y siendo así los conceptos
de bien y mal carecerían de objetividad, así como dijo el novelista ruso
Fyodor Dostoyevsky: “Si Dios no existe, todo es permitido”.
Es importante resaltar, que en el fondo, la mayoría o casi todos,
reconocen que a través de su experiencia moral, que el mal existe y es
todo aquello que no debe ser5, sin embargo, si hay algo que no debe
ser, entonces tendría que haber un estándar de lo que debe ser, es
decir, aunque parezca irónico, el mal solo puede existir si Dios existe,
siendo Él el ejemplo máximo del bien, el bien en sí mismo.
Finalmente, se puede decir que Dios ha hecho al hombre a su
imagen y semejanza, dotado de voluntad e inteligencia, es decir, el ser
humano ha sido creado con la capacidad del hacer el auténtico bien
moral, en semejanza a Dios, que es bueno. Sin embargo, la libertad de
hacer el bien también tiene su contraparte. Por tanto, el origen del mal
moral es el mal uso de la libertad humana. En esencia, Dios permite el
mal, aunque no lo desea, porque quiere una relación con nosotros.
Es importante recordar que Dios siempre extrae bienes de los
males y, por sobre todo, siempre hará brillar su justicia. El mismo
Catecismo de la Iglesia Católica afirma que “La fe en Dios Padre
Todopoderoso puede ser puesta a prueba por la experiencia del mal y
del sufrimiento”6. Es decir, Dios permite el mal, sí, pero su fin siempre
será un bien mayor.

5
Cfr. 1 Juan 3, 4.
6
Catecismo de la Iglesia Católica, 272.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

BIBLIA DE JERUSALÉN LATINOAMERICANA. (Desclée de


Brouwer: Bilbao, 2007)
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA. (Ediciones Trípode:
Caracas: 1998)
GARCÍA NINET, Antonio. ¿Son compatibles la existencia de Dios
y la existencia del mal? [Consultado en línea: 25/06/2019] [Disponible:
https://laicismo.org/son-compatibles-la-existencia-de-dios-y-la-
existencia-del-mal/]
RUSSELL, Bertrand. Por qué no soy cristiano, (Edhasa: Barcelona,
1979)
TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar el mal. De la ponerología
a la teodicea. (Trotta: Madrid, 2011)

S-ar putea să vă placă și