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Sí. a primera vista parece que eso no tiene mucho sentido, pero vamos por partes. En primer
lugar conviene aclarar que si ponemos la comida en la oreja no potenciaremos el sabor de la
misma. La cuestión es que una de las funciones de las orejas es justamente transmitir las
señales gustativas cerebro, y esto es posible gracias a un nervio conocido como la cuerda del
tímpano.Este nervio traspasa la región central de la oreja conectando la lengua y el cerebro.
Por eso, la oreja puede afectar potencialmente la forma en que sentimos el sabor de los
alimentos que comemos y por este motivo algunas enfermedad o cirugías en las orejas
pueden afectar el paladar.
3 – El oído no descansa nunca Cuando dormimos, los oídos siguen activos y escuchan todo
todos los sonidos que nos rodean. Sin embargo, el cerebro apaga la mayoría de los
receptores de sonidos para que podamos dormir tranquilos y solamente despertarnos si se
produce un ruido distinto a los ruidos constantes que estamos acostumbrados. Se trata de un
mecanismo de defensa natural que nos permite estar alerta aun estando dormidos.
8 – La piel del oído se renueva siempre El cambio de piel en la región del oído ocurre
frecuentemente – cada año se pierde y se gana poco más de 3 cm de piel. Si sólo ganáramos
y no perdiéramos piel, al cabo de 20 años tendríamos 60 cm de piel extra colgando de cada
oreja.
9 – Las orejas no paran de crecer Es curioso pero tanto la nariz como las orejas nunca dejan
de crecer. Las orejas ayudan a captar las ondas sonoras para estas sean enviadas al tímpano,
así que como es sabido, a medida que envejecemos perdemos capacidad auditiva de modo
que tener orejas más grandes en la vejez nos ayuda a captar más ondas sonoras y así
escuchar mejor. La naturaleza es sabia.