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HORA DECISIVA PARA

TODAS LAS NACIONES


Declaración de la Comunidad Internacional Bahá‟í
con motivo del 50 aniversario de Naciones Unidas

Octubre 1995

EDITORIAL BAHÁ'Í DE ESPAÑA


Título original en inglés:
Turning Point for All Nations - A statement of the Bahá'í International Community on the occasion of the 50th anniversary of the United Nations

© Asamblea Espiritual Nacional


de los Bahá‟ís de España

Editorial Bahá‟í de España


Bonaventura Castellet, 17
08222 TERRASSA (Barcelona)

Portada: Eva Celdrán Esteban

Primera edición: 1995

Depósito Legal: B-39.363-1995

Impreso en los Talleres Gráficos de la M.C.E. Horeb,


E.R. nº 265 S.G. - Polígono Industrial Can Trias,
c/Ramón Llull, s/n - 08232 VILADECAVALLS (Barcelona)

Printed in Spain - Impreso en España


ÍNDICE
I. VISIÓN DE CONJUNTO: INVITACIÓN A REFLEXIONAR ......................................... 5

II. RECONOCER EL CONTEXTO HISTÓRICO:


LLAMAMIENTO A LOS DIRIGENTES DEL MUNDO ............................................... 8

III. DEFINIR EL COMETIDO DE NACIONES UNIDAS DENTRO


DEL NUEVO ORDEN INTERNACIONAL ............................................................ 10
A. Resucitar la Asamblea General ......................................................................................12
1. Elevar los requisitos mínimos de ingreso. .................................................................12
2. Nombramiento de una Comisión para la fijación de
fronteras y límites..........................................................................................................13
3. Búsqueda de un nuevo ordenamiento financiero ....................................................13
4. Compromiso con la adopción de un sistema común de
escritura y lenguaje ........................................................................................................13
5. Investigar la posibilidad de una moneda internacional ...........................................14
B. Desarrollar una función ejecutiva apreciable ................................................................14
1. Restricciones al ejercicio del veto ...............................................................................15
2. Institucionalización de dispositivos militares especiales .........................................15
3. Aplicación de la noción de seguridad colectiva a otros
problemas que afectan al patrimonio común de la humanidad.............................15
4. Conservar las instituciones exitosas de la ONU con funciones
ejecutivas independientes.............................................................................................16
C. Un tribunal mundial reforzado .......................................................................................16
1. Ampliación de la jurisdicción del Tribunal ...............................................................17
2. Coordinación de los Tribunales temáticos ................................................................17

IV. LIBERAR EL POTENCIAL DE LA PERSONA:


RETO FUNDAMENTAL DEL ORDEN INTERNACIONAL EMERGENTE .............. 17
A. Promover el Desarrollo Económico ..............................................................................18
1. Lanzar una campaña decisiva para cumplir la Agenda 21 ......................................19
B. Proteger los derechos humanos ......................................................................................20
1. Afianzar los dispositivos de Naciones Unidas para la
supervisión, ejecución y seguimiento .........................................................................21
2. Alentar la ratificación universal de los convenios internacionales
sobre derechos humanos .............................................................................................21
3. Garantizar el respeto de los órganos de supervisión de Naciones
Unidas relacionados con los derechos humanos .....................................................22
C. Mejorar la condición de la mujer ....................................................................................22
1. Aumentar la participación de la mujer en las delegaciones de
los estados miembros ...................................................................................................23
2. Animar a la ratificación universal de los convenios internacionales
que protegen los derechos de la mujer y mejoran su condición
jurídica y social ..............................................................................................................24
3. Planificación del cumplimiento de la Plataforma de Acción de Pekín .................24
D. Acentuar el desarrollo moral...........................................................................................24
1. Promover el desarrollo de currículos para la educación moral
en las escuelas ................................................................................................................25

V. HORA DECISIVA PARA TODAS LAS NACIONES:


LLAMAMIENTO A LOS DIRIGENTES MUNDIALES .............................................. 25

Referencias .........................................................................................................................................27
HORA DECISIVA PARA TODAS
LAS NACIONES
Declaración de la Comunidad Internacional Bahá‟í con motivo del Quincuagésimo Aniversario de
Naciones Unidas.

«La unificación de la humanidad es el sello distintivo de la etapa a que ahora se acerca la sociedad. La unidad
de la familia, de la tribu, de la ciudad estado y de la nación han sido acometidas sucesivamente hasta ser del todo
logradas. Y ahora es la unidad mundial la meta por la que brega una humanidad hostigada. El proceso de
construcción de naciones ha tocado a su fin. La anarquía inherente a la soberanía del estado roza ya su apogeo. Un
mundo en pos de su mayoría de edad debe abandonar ese fetiche, reconocer la unidad e integridad de las relaciones
humanas, así como establecer de una vez por todas la maquinaria que mejor encarne este principio fundamental de
su vida.»

Shoghi Effendi, 1936

I
VISIÓN DE CONJUNTO:
INVITACIÓN A REFLEXIONAR
El siglo XX, uno de los períodos más tumultuosos de la historia, ha estado marcado por
numerosas convulsiones, revoluciones y desviaciones radicales respecto del pasado. Hemos asistido al
colapso del sistema colonial y de los grandes imperios del siglo diecinueve, y hemos sido testigos del
auge y caída de los desastrosos experimentos del totalitarismo, fascismo y comunismo. El efecto
arrasador de algunas de estas convulsiones no ha podido ser mayor: las víctimas humanas se cuentan
por millones, han desaparecido viejas tradiciones y estilos de vida, e instituciones consagradas por el
tiempo han dejado de ser.

Otros movimientos y tendencias han tenido un cariz más claramente positivo. Los
descubrimientos científicos y las aportaciones al conocimiento social han dado pie a muchas
transformaciones socioeconómicas y culturales de signo progresivo. El camino ha quedado expedito
para nuevas definiciones de derechos humanos y afirmaciones de la dignidad de la persona, para
oportunidades más amplias de realización individual y colectiva, y para nuevas vías de avance de la
conciencia y conocimiento humanos.

Estos dos procesos, colapso de viejas instituciones y florecimiento de nuevas formas de pensar,
son prueba de una tendencia única que ha cobrado ímpetu durante los últimos cien años: la tendencia
hacia mayores niveles de interdependencia e integración de la humanidad.

Dicha tendencia se observa en una amplia gama de fenómenos, desde la fusión de los mercados
financieros (a su vez reflejo de la dependencia que la humanidad tiene de fuentes, diversas e
interdependientes, de energía, alimentos, materias primas, tecnología y conocimientos) hasta la
construcción de sistemas de comunicación y transporte mundiales. Se ve reflejada en la idea científica
de una biosfera terrestre interconectada, idea que a su vez hace urgente la necesidad de coordinación
global. Queda manifiesta, si bien de modo destructivo, en la capacidad de los modernos sistemas de
armamentos, y ello al punto de que con su potencia, gradualmente desarrollada, hoy le es posible a un
puñado de hombres poner fin a la propia civilización. Es la conciencia universal de esta tendencia -
tanto en su expresión constructiva como destructiva- lo que confiere tal patetismo a la ya familiar
fotografía de una tierra cuya esfera resalta como un torbellino blanquiazul frente a un espacio negro e
infinito, una imagen que cristaliza la conciencia misma de que somos un solo pueblo, rico en
diversidad, habitantes de una patria común.

Dicha tendencia se refleja igualmente en los esfuerzos con que las naciones procuran forjar un
sistema político mundial que garantice la paz, la justicia y la prosperidad para toda la humanidad. En
este siglo ha habido dos grandes intentos de crear un nuevo orden internacional. Ambos aspiraban a
dar cuenta de la interdependencia global, solo que manteniendo intacto un sistema que antepone la
soberanía del estado. Desde la perspectiva de este final de siglo, la Liga de las Naciones, expresión
novedosísima del concepto de seguridad colectiva, constituyó un paso decisivo hacia el orden mundial.

El segundo intento, surgido tras el cataclismo de la Segunda Guerra Mundial y fundado en la Carta
redactada principalmente por los vencedores, ha servido durante los últimos 50 años como un foro de
último recurso, una institución única que se alza como noble símbolo de los intereses colectivos de la
humanidad en su conjunto.

Como organización internacional, Naciones Unidas ha demostrado que la humanidad posee


capacidad de acción concertada en sanidad, agricultura, educación, protección medioambiental y
bienestar de la infancia. Ha afianzado el deseo moral colectivo de construir un futuro mejor, como lo
evidencia la amplia adopción de los Convenios internacionales sobre derechos humanos. Ha puesto de
manifiesto lo arraigado de la compasión humana, como lo demuestra la dedicación de recursos
financieros y humanos a la ayuda de pueblos en crisis. Y ya en los dominios capitales de la construcción
y sostenimiento de la paz, Naciones Unidas ha abierto audazmente el camino que lleva a un futuro sin
guerras.1

Sin embargo, en su conjunto las metas planteadas en la Carta de Naciones Unidas se han revelado
escurridizas. A pesar de las grandes esperanzas que abrigaban sus fundadores, el establecimiento hace
50 años de Naciones Unidas no ha inaugurado una era de paz y prosperidad para todos.2

Aunque Naciones Unidas ha desempeñado un papel innegable al impedir una tercera guerra
mundial, el último lustro ha estado repleto de numerosos conflictos regionales, nacionales y locales que
han segado millones de vidas. Tan pronto como la mejora de relaciones entre las superpotencias ha
puesto en evidencia la motivación ideológica que alentaba semejantes conflictos, enseguida se han
reavivado las brasas de los odios étnicos y sectarios, hoy nueva fuente de conflagración. Por añadidura,
aunque el fin de la Guerra Fría ha reducido la amenaza de una guerra global y última, siguen en pie
tecnologías y medios -y en cierta medida las pasiones subyacentes- capaces de destruir el planeta.
Asimismo persisten graves problemas en cuestiones sociales. A pesar de que se ha alcanzado
mayores grados de consenso en programas globales de sanidad, desarrollo sostenible y derechos
humanos, en muchas áreas la situación sobre el terreno no ha hecho más que empeorar. La extensión
alarmante del racismo y fanatismo religioso, el crecimiento canceroso del materialismo, el aumento
epidémico de los delitos y del crimen organizado, el recrudecimiento de la violencia sin sentido, la
disparidad creciente entre ricos y pobres, las desigualdades continuas que padecen las mujeres, el daño
intergeneracional causado por la quiebra profunda de los lazos familiares, los excesos inmorales del
capitalismo desenfrenado y el crecimiento de la corrupción política; todo ello da fe de lo dicho. Por lo
menos mil millones de personas viven en extrema pobreza y un tercio de la población humana es
analfabeta.3
A medida que los dos procesos de quiebra y renovación conducen al mundo a cierto apogeo, el 50
aniversario de Naciones Unidas ofrece una ocasión oportuna para detenerse a pensar en cómo ha de
afrontar la humanidad el futuro. En efecto, recientemente ha surgido un amplio muestrario de
sugerencias para reforzar Naciones Unidas y mejorar la respuesta coordinada de las naciones a los retos
mencionados.

Las propuestas encajan en tres categorías. Una de ellas se refiere principalmente a los problemas
burocráticos, administrativos y financieros del sistema de Naciones Unidas. Otra abarca las propuestas
que sugieren la remodelación de cuerpos como el Consejo Económico y Social, el Consejo Fiduciario y
las instituciones de los acuerdos de Bretton Woods. Una tercera categoría propone que se acometan
cambios en la estructura política de Naciones Unidas y solicita, por ejemplo, la ampliación del Consejo
de Seguridad o un nuevo examen de la propia Carta de Naciones Unidas.4

La mayoría de estos trabajos son constructivos; algunos de ellos incluso provocativos. Entre ellos,
uno de los más equilibrados y serios es el informe de la Comisión sobre Gobernación Global, titulado
Our Global Neighborhood, en el que se aboga por la adopción de nuevos valores y reformas estructurales
dentro del sistema de Naciones Unidas.5

Deseando contribuir en este espíritu a la discusión y consulta permanentes sobre asunto de tanta
trascendencia, la Comunidad Internacional Bahá‟í se siente animada a compartir sus puntos de vista.
Nuestra perspectiva se funda en tres propuestas iniciales.

En primer lugar, las discusiones sobre el futuro de Naciones Unidas deben situarse en el contexto
más amplio de la evolución y destino del orden internacional. Naciones Unidas ha evolucionado al par
que otras grandes instituciones del siglo XX. Al tomar la realidad en su conjunto, estas instituciones
han de definir -definiéndose de paso a sí mismas- la evolución del orden internacional. Por tanto, la
misión, cometido, principios operativos e incluso actividades de Naciones Unidas deberían examinarse
sólo a la luz de cómo encajan dentro de la función más amplia del orden internacional.

En segundo lugar, puesto que el cuerpo de la humanidad es uno e indivisible, cada miembro del
género humano nace al mundo como fideicomiso del conjunto. Esta relación entre lo individual y lo
colectivo constituye el cimiento moral de la mayoría de los derechos humanos que los instrumentos de
Naciones Unidas procuran definir. También sirve para perfilar el cometido prioritario del orden
internacional como impulsor y garante de los derechos de la persona.

En tercer lugar, las discusiones sobre el futuro del orden internacional deben contar con la
participación y entusiasmo de la humanidad. Semejante discusión reviste tal importancia que no puede
confinarse a los dirigentes (sean éstos dirigentes de los gobiernos, de la comunidad académica, de la
religión o de organizaciones de la sociedad civil). Antes bien, este diálogo debe atraer a las mujeres y
hombres de a pie. Una participación mayor hará que el proceso se refuerce a sí mismo al crear
conciencia de ciudadanía mundial y al aumentar los apoyos a un orden internacional ampliado.

II
RECONOCER EL CONTEXTO HISTÓRICO:
LLAMAMIENTO A LOS DIRIGENTES DEL MUNDO
La Comunidad Internacional Bahá‟í considera que la actual confusión mundial y el estado
calamitoso de los asuntos humanos constituyen una fase natural dentro de un proceso orgánico que
apunta irresistiblemente hacia la unificación del género humano en un orden social único, sin más
fronteras que los confines del planeta.

El género humano, en tanto unidad orgánica diferenciada, ha discurrido a través de fases


evolutivas análogas a los estadios de infancia y niñez, y ahora se aproxima al término de una turbulenta
adolescencia que ha de dar paso a su tan esperada mayoría de edad.6 El proceso de integración global -
hoy toda una realidad en el mundo de los negocios, las finanzas y las comunicaciones- comienza a
cobrar forma en el terreno político.

Históricamente, este proceso se ha visto acelerado por una serie de acontecimientos repentinos y
catastróficos. La destrucción causada por la primera y segunda guerra mundiales dio nacimiento,
respectivamente, a la Liga de las Naciones y a Naciones Unidas. Si los futuros logros se han de alcanzar
al cabo de horrores igualmente inimaginables, o si bien han de ser resultado de un gran esfuerzo de
voluntad consultiva, tal es la elección que tienen ante sí todos los habitantes del planeta. No tomar
medidas decisivas sería una grave irresponsabilidad.

Dado que actualmente la soberanía reside en la nación-estado, la tarea de fijar la estructura exacta
del incipiente orden internacional constituye una obligación que descansa en los jefes de estado y sus
gobiernos. Instamos a los dirigentes de toda condición a que asuman un papel activo en el apoyo a una
convocatoria de los dirigentes mundiales a efectuarse antes de terminar el siglo y destinada a examinar
las formas en que podría redefinirse y reestructurarse el orden internacional para hacer frente a los
retos mundiales. Tal y como se ha sugerido, esta reunión puede denominarse Cumbre Mundial sobre la
Gobernación Mundial.7

La Cumbre propuesta podría basarse en la experiencia adquirida en la serie de exitosas


conferencias de Naciones Unidas que comenzaron a principios de los años noventa. Estas
conferencias, entre las que figuran la Cumbre Mundial de la Infancia celebrada en 1990, la Cumbre de
la Tierra (1992), la Conferencia Mundial sobre Derechos Humanos (1993), la Conferencia Internacional
sobre Población y Desarrollo (1994), la Cumbre Mundial para el Desarrollo Social (1995) y la Cuarta
Conferencia Mundial sobre la Mujer (1995), han establecido una nueva metodología para la discusión
de temas críticos de alcance mundial.

Una de las claves que explican el éxito de estas deliberaciones está en la gran participación de las
organizaciones de la sociedad civil. Las laboriosas negociaciones de las delegaciones gubernamentales
relativas a cambios de las estructuras políticas, sociales y económicas mundiales se han visto informadas
y remodeladas por la presencia vigorosa de estas organizaciones, las cuales tienden a reflejar las
necesidades y preocupaciones de la gente común. Es también significativo que en cada ocasión la
reunión de los dirigentes mundiales, en presencia de la sociedad civil y de los medios de información
internacionales, ha dado un sello de legitimidad y consenso a los procesos mismos de la conferencia.

En preparación de la Cumbre propuesta, los dirigentes mundiales harán bien en atender a estas
lecciones, extender su ámbito tanto como sea posible y ganarse la buena voluntad y apoyo de los
pueblos del mundo.

Hay quienes temen que las instituciones políticas internacionales degeneren inevitablemente en
centralismo excesivo y acaben formando un nivel injustificado de burocracia. Es necesario, pues,
afirmar de manera expresa y rotunda que toda nueva estructura de gobernación mundial debe, por
principio y conveniencia práctica, asegurar que la responsabilidad decisoria se mantenga en los niveles
pertinentes.8
Dar con el equilibrio adecuado puede no siempre resultar fácil. Por un lado, sólo las propias
personas pueden lograr un desarrollo y progreso auténticos, y ello cuando responden individual o
colectivamente a las preocupaciones y necesidades específicas de su lugar y tiempo. Cabe argumentar
que la descentralización de la gobernación es la condición sine qua non del desarrollo.9 Por otro lado, es
claro que el orden internacional requiere cierto grado de coordinación y dirección global.

Por tanto, de acuerdo con los principios de descentralización arriba descritos, las instituciones
internacionales deberían contar con autoridad para actuar sólo en cuestiones de incumbencia
internacional, siempre que los estados no puedan actuar de propia iniciativa o bien intervenir para
garantizar los derechos de los pueblos y estados miembros. Todas las demás materias deberían
reservarse a las instituciones locales y nacionales.10

Además, al concebir una determinada estructura para el futuro orden internacional, los dirigentes
deberían examinar una amplia gama de enfoques sobre la gobernación. Más que adoptar un solo
modelo de entre las formas reconocidas de gobierno, la solución puede muy bien encarnar, reconciliar y
asimilar dentro de su estructura los elementos saludables presentes en cada uno de ellos.

Por ejemplo, el sistema federal es uno de los modelos de gobierno que han resistido al tiempo y
que puede dar cabida a la diversidad mundial dentro de un marco unificado. El federalismo ha
demostrado ser efectivo en la descentralización de autoridad y toma de decisiones en estados grandes,
complejos y heterogéneos, sin por ello dejar de mantener cierta unidad y estabilidad generales. Otro
modelo digno de examen es la Commonwealth, la cual a nivel mundial colocaría el interés del conjunto
por encima del interés de toda nación considerada por separado.

Debe prestarse singular atención al diseñar la arquitectura del orden internacional, de modo que
con el paso del tiempo no degenere en ninguna forma de despotismo, oligarquía o demagogia
corruptoras de la vida y de la maquinaria de las instituciones políticas.

En 1955, durante la revisión correspondiente al primer decenio de la Carta de Naciones Unidas, la


Comunidad Internacional Bahá‟í hizo llegar a dicha organización una declaración fundada en las ideas
que expresara Bahá‟u‟lláh hacía casi un siglo. «El concepto bahá‟í de orden mundial se define como
sigue: Un Super-Estado Mundial a favor del cual todas las naciones del mundo habrán renunciado a
toda pretensión de hacer la guerra, a ciertos derechos de gravar impuestos, y a todos los derechos de
posesión de armamentos, excepto los que se requieran para el mantenimiento del orden interno en sus
respectivos dominios. Ese Estado habrá de incluir un Ejecutivo Internacional con capacidad para hacer
cumplir su autoridad suprema e indiscutible sobre cualquier miembro recalcitrante de la Comunidad; un
Parlamento Mundial cuyos miembros sean elegidos por los pueblos de los países respectivos y cuya
elección haya sido confirmada por sus gobiernos; un Tribunal Supremo cuyo veredicto tenga efectos
vinculantes incluso cuando las partes no hayan sometido voluntariamente el caso a su consideración».11

Si bien creemos que esta formulación de un gobierno mundial constituye la salvaguardia última y el
destino inevitable de la humanidad, reconocemos que representa una visión a largo plazo de la sociedad
mundial. Dada la naturaleza del actual estado de cosas, el mundo requiere estrategias valientes y
prácticas, que no se limiten a inspirar visiones de futuro. No obstante, el hecho de centrar la atención
en un concepto convincente permite que del pantano de doctrinas y puntos de vista contradictorios
surja una orientación clara y congruente para un cambio evolutivo.
III
DEFINIR EL COMETIDO DE NACIONES UNIDAS
DENTRO DEL ORDEN INTERNACIONAL

La organización de Naciones Unidas ha sido la pieza clave del sistema internacional creado por los
vencedores de la Segunda Guerra Mundial. Durante las prolongadas décadas de conflicto ideológico
entre el Este y el Oeste, sirvió como foro de diálogo internacional. Con el paso de los años, sus
actividades han ido ampliándose hasta incluir no sólo la fijación de criterios internacionales y la
promoción del desarrollo social y económico, sino también el mantenimiento de operaciones de paz en
varios continentes.
Durante este mismo período la realidad política de nuestro mundo ha experimentado una
transformación enorme. Al formarse Naciones Unidas había cerca de cincuenta estados
independientes. Dicho número ha crecido hasta superar los 185. Al término de la Segunda Guerra
Mundial los gobiernos eran los principales actores del escenario mundial. Hoy día, el influjo creciente
de las organizaciones de la sociedad civil y de las corporaciones multinacionales ha creado un paisaje
político más intrincado.

A pesar de la mayor complejidad de su misión, el sistema de Naciones Unidas conserva


aproximadamente la misma estructura que en su día sirvió para alumbrar una nueva organización
internacional. No es de sorprender, pues, que la ocasión del 50 aniversario haya reabierto el diálogo
sobre su capacidad para afrontar las realidades políticas del siglo XXI. Desgraciadamente, en este
diálogo ha habido un número mayor de críticas que de elogios.

La mayoría de las críticas de que son objeto las operaciones de Naciones Unidas se fundan en
comparaciones con las actividades de organizaciones destacadas del sector privado, o bien en cálculos
basados en expectativas iniciales exageradas. El que algunas comparaciones específicas sean útiles para
incentivar la eficiencia no impide que las comparaciones de orden genérico se demuestren, en lo
esencial, injustas. La Organización de Naciones Unidas no sólo carece de una autoridad nítida, sino
también de los recursos de que precisa para ser efectiva en una mayoría de casos. De hecho, criticar el
fracaso de Naciones Unidas es tanto como una acusación contra los propios estados miembros.

Juzgada al margen de la realidad en que opera, la organización de Naciones Unidas siempre será
una institución ineficaz e ineficiente. Sin embargo, si se la ve como a una pieza dentro del proceso más
amplio de desarrollo de los sistemas del orden internacional, la luz clara del análisis debería dejar de
proyectarse sobre los fracasos y flaquezas de ésta para pasar a reflejar sus logros y triunfos. Desde una
perspectiva evolutiva, las experiencias tempranas de Naciones Unidas nos suministran un rico surtido
de enseñanzas sobre su futuro cometido en el concierto internacional.

Una perspectiva evolutiva comporta la capacidad de ver trazado el curso de una institución dentro
de un gran horizonte temporal, y ello supone: percibir su potencial inherente para el desarrollo,
identificar los principios fundamentales que presiden su crecimiento, formular estrategias de gran
impacto que sean ejecutables a corto plazo, e incluso la previsión de discontinuidades en la trayectoria.

Desde esta perspectiva, el estudio de Naciones Unidas pone al descubierto buenas oportunidades
para reforzar el sistema actual sin necesidad de emprender una reestructuración completa de las
instituciones principales o de someter sus procesos básicos a una remodelación intensa. De hecho,
nuestro criterio es que ninguna propuesta de reforma de Naciones Unidas producirá grandes resultados
a menos que, por un lado, sus recomendaciones sean congruentes internamente, y, por otro, describan
una senda evolutiva que conduzca a que Naciones Unidas desempeñe un papel destacado en el orden
internacional del futuro.

Creemos que el conjunto aquí descrito de recomendaciones satisface estas condiciones y que su
adopción representaría un paso significativo y comedido hacia la construcción de un orden mundial
más justo.12
A. RESUCITAR LA ASAMBLEA GENERAL
El imperio de la ley es la base de todo sistema de gobierno, y la institución primaria encargada de
promulgar las leyes es el poder legislativo. Hasta la fecha los poderes legislativos locales y nacionales
han gozado del respeto general; no así los cuerpos de orden regional e internacional, los cuales son
vistos con temor y sospecha.

La propia Asamblea General de Naciones Unidas ha sido objeto de acusaciones de ineficacia.


Aunque algunas de ellas carecen de fundamento, hay al menos dos deficiencias que amortiguan la
capacidad efectiva de la Asamblea General.

Primero, la estructura actual concede un peso indebido a la soberanía nacional, de donde resulta la
curiosa mezcla de anarquía y conservadurismo hoy presentes. En una organización reformada de
Naciones Unidas, la rama legislativa y el reparto de votos deberán representar de forma más exacta a las
gentes del mundo así como a las naciones-estado.13

Segundo, en la actualidad las resoluciones de la Asamblea General no son vinculantes, salvo que
sean ratificadas separadamente por cada estado miembro. Si el sistema actual, que coloca la soberanía
del estado por encima de todo interés, ha de abrir paso a un sistema que sirva a los intereses de una
sola humanidad, las resoluciones de la Asamblea General deben -dentro de un número limitado de
temas- adquirir gradualmente el carácter de ley y contar con capacidad ejecutoria y sancionadora.

Estas dos deficiencias guardan estrecha relación, máxime teniendo en cuenta que la mayoría de las
gentes del mundo, temerosas y suspicaces respecto de un gobierno mundial, difícilmente van a estar
dispuestas a someterse a una institución internacional que no sea ella misma más auténticamente
representativa.14

No obstante, a corto plazo, hay cinco medidas prácticas que reforzarían la Asamblea General,
mejorarían su reputación y la orientarían en una dirección de largo plazo.

1. Elevar los requisitos mínimos de ingreso


Los requisitos mínimos de conducta que deben cumplir los estados miembros para con sus
pueblos están suficientemente bien establecidos en la Declaración Universal de Derechos Humanos y
convenios internacionales posteriores, a los que colectivamente suele hacerse referencia bajo la
denominación Ley Internacional de Derechos Humanos.

Un estado miembro que no esté férreamente comprometido a celebrar elecciones regulares y


periódicas por medio del sufragio universal y secreto, así como a garantizar la libertad de expresión y
demás derechos humanos, es un obstáculo que coarta la participación activa e inteligente de la gran
mayoría de su población en los asuntos que conciernen a sus propias comunidades.

Proponemos que los estados miembros que violen dichos requisitos se hagan cargo de las
consecuencias. De modo similar, las naciones que aspiren a ser reconocidas verán denegada su entrada
hasta tanto no acepten abiertamente dichos requisitos o bien realicen esfuerzos significativos en la
dirección deseada.
2. Nombramiento de una Comisión para la fijación
de fronteras y límites
Los irredentismos pendientes continúan siendo una causa fundamental de guerra y conflictos,
hecho que encarece la necesidad imperiosa de lograr acuerdos generales sobre las fronteras nacionales.
Tales tratados sólo pueden lograrse tras sopesar tanto el modo arbitrario con que muchas naciones-
estado fueron originalmente definidas como las reclamaciones que naciones y grupos étnicos tengan
pendientes.

Antes que relegar esas pretensiones al Tribunal Mundial, creemos que sería preferible establecer
una Comisión Internacional que investigue todas las reclamaciones que afecten a las fronteras
internacionales, y que tras un examen cuidadoso formule sus recomendaciones.15 Los resultados
servirían como un sistema de alerta temprana frente a tensiones entre grupos civiles y étnicos; además,
permitiría valorar las amenazas en situaciones en que la diplomacia preventiva y temprana sea
recomendable.

A largo plazo, para establecer una auténtica comunidad de naciones va a hacer falta que todas las
disputas fronterizas queden definitivamente resueltas. Las indagaciones llevadas a cabo cumplirían este
propósito.

3. Búsqueda de un nuevo ordenamiento financiero


Provocado fundamentalmente por la indisposición de algunos estados miembros remisos a
efectuar sus contribuciones generales dentro de plazo, complicado por la falta de una autoridad que
exija la percepción de intereses por demora, y agravado por las deficiencias burocráticas detectadas en
parte de sus operaciones, el déficit anual fuerza a Naciones Unidas a vivir con una mentalidad de
gestión de crisis.

Los pagos voluntarios de los estados miembros nunca podrán ser una fuente fiable con la que
financiar una institución internacional. Va a hacer falta arbitrar métodos serios de generación de
recursos que permitan el funcionamiento sin tropiezos de Naciones Unidas. En este sentido
proponemos que se nombre de forma inmediata una Comisión Especial encargada de la búsqueda
rigurosa de soluciones.

Al estudiar las opciones la Comisión debería tener presente ciertos principios fundamentales.
Primero, no debe haber contribuciones sin representación. Segundo, en aras de la justicia y equidad, las
contribuciones deberán ser graduadas. Tercero, no debería pasarse por alto la potenciación de
mecanismos que estimulen contribuciones voluntarias por parte de comunidades y particulares.16

4. Compromiso con la adopción de un sistema común


de escritura y lenguaje
La organización de Naciones Unidas, que actualmente emplea seis idiomas oficiales, obtendrá gran
provecho si en todos sus foros adopta como lenguaje auxiliar uno de los idiomas ya existentes o bien
uno creado al efecto. Esta medida ha sido promovida desde hace tiempo por numerosos grupos, desde
los esperantistas a la propia Comunidad Internacional Bahá‟í.17 Aparte del consiguiente ahorro de
caudales y de la simplificación de procedimientos burocráticos, la medida en sí ha de contribuir
grandemente a promover el espíritu de unidad.
Proponemos el nombramiento de una Comisión de alto nivel formada por miembros provenientes
de distintas regiones y campos de conocimiento (entre ellos la lingüística, la economía, las ciencias
sociales, la educación y los medios de difusión), cuyo cometido sea iniciar el estudio detenido de cuanto
entrañe la adopción de un idioma internacional auxiliar y de un sistema común de escritura.
Prevemos que a su debido tiempo el mundo habrá de adoptar, por acuerdo universal, un solo
idioma auxiliar y sistema de escritura que habrán de enseñarse en las escuelas del mundo como lenguaje
complementario del idioma o idiomas de cada país. El objetivo ha de consistir en facilitar la transición
hacia una sociedad mundial por medio de la mejora de las comunicaciones entre las naciones, la
reducción de los costos administrativos de los negocios, de los gobiernos y de otros actores de esta
empresa mundial, y la promoción en general de relaciones más cordiales entre todos los miembros de la
familia humana.18

Esta propuesta debe entenderse en su sentido estricto. No pretende en modo alguno menoscabar
ninguno de los idiomas y culturas existentes.

5. Investigar la posibilidad de una moneda internacional


Resulta evidente la necesidad de promover la adopción de una moneda mundial como elemento
vital para la integración en una economía global. Entre otros beneficios que le son atribuibles, los
economistas creen que una moneda única reduciría la especulación improductiva y las fluctuaciones
impredecibles del mercado, promovería la nivelación mundial de ingresos y precios, lo que redundaría
en un significativo ahorro.19

La mera posibilidad de ahorros no moverá a la acción a menos que se aporte un aparato de


pruebas contundentes que disipen las dudas y preocupaciones de los escépticos, todo ello acompañado
de un plan fiable de ejecución. Proponemos el nombramiento de una Comisión, compuesta por los
más destacados dirigentes gubernamentales, académicos y profesionales, para que comience a estudiar
los beneficios económicos y costos políticos que aparejaría la creación de una moneda única, así como
las hipótesis de futuro que habría de contemplarse en la ejecución de un plan efectivo.

B. DESARROLLAR UNA FUNCIÓN EJECUTIVA APRECIABLE


A nivel internacional no hay función ejecutiva que revista mayor importancia que la puesta en
vigor de un pacto de seguridad colectiva.20

La seguridad colectiva conlleva un convenio vinculante entre naciones para actuar en concierto
contra las amenazas al conjunto. La efectividad del convenio depende del grado en que los miembros
se comprometan con el bien común, incluso si lo que lo motiva es un sentido esclarecido del interés
propio.

Dentro de Naciones Unidas el papel ejecutivo corresponde fundamentalmente al Consejo de


Seguridad, institución que comparte otras funciones ejecutivas con la Secretaría General. Ambas
instancias tienen serias dificultades para cumplir sus mandatos. El Consejo de Seguridad carece de
capacidad para tomar medidas decisivas, y la Secretaría General se ve acuciada por las complejas
demandas de los estados miembros.

A corto plazo, cabe adoptar cuatro medidas que afianzarán la función ejecutiva dentro de
Naciones Unidas.
1. Restricciones al ejercicio del veto
La intención original de la Carta de Naciones Unidas al otorgar el derecho de veto a los cinco
Miembros Permanentes no era sino la de impedir que el Consejo de Seguridad autorizara medidas
militares contra alguno de sus Miembros Permanentes, o bien solicitara el empleo de fuerzas contra la
propia voluntad.21 Sin embargo, con el comienzo de la Guerra Fría, el derecho de veto ha sido ejercido
reiteradamente por motivos de seguridad regional o nacional.
En su representación de 1955 para la reforma de la ONU, la Comunidad Internacional Bahá‟í
abogó por la eliminación gradual de los conceptos de «miembro permanente» y «derecho de veto»,
paralelamente al aumento de la confianza en el Consejo de Seguridad. Hoy, cuarenta años después,
reafirmamos nuestra postura. Sin embargo, proponemos además que, como paso de transición y
atendiendo a la intención de la Carta, se adopten medidas para limitar el ejercicio del derecho de veto.

2. Institucionalización de dispositivos militares especiales


A fin de apoyar las operaciones de mantenimiento de paz de Naciones Unidas y reforzar la
credibilidad de las resoluciones del Consejo de Seguridad, debe crearse una Fuerza Internacional. 22 Su
lealtad a la ONU y su independencia respecto de consideraciones nacionales deben quedar
garantizadas. El control y mando de una Fuerza semejante, plenamente dotada, debería residir en el
Secretario General, sometido a la autoridad del Consejo de Seguridad. Corresponderá a la Asamblea
General la determinación de sus finanzas. En la formación de dicha Fuerza el Secretario General
seleccionará personal competente de todas las regiones del mundo.

De hacerse así, esta Fuerza Internacional logrará crear cierto sentido de seguridad e impulsar
nuevos pasos hacia el desarme mundial, lo que por tanto justificará la firme prohibición de todas las
armas de destrucción masiva.23 Con ello, y de conformidad con el principio de seguridad colectiva, se
comprenderá gradualmente que los estados sólo precisan el armamento justo para su propia defensa y
mantenimiento del orden interno.

Como paso inmediato para el establecimiento de la Fuerza mencionada, el presente sistema de


dispositivos militares especiales debería institucionalizarse y constituirse en núcleos regionales de
fuerzas de intervención rápida para casos de crisis.

3. Aplicación de la noción de seguridad colectiva a otros problemas que afectan al


patrimonio común de la humanidad
Aunque en su origen el concepto de seguridad colectiva se explica en un contexto de amenaza
militar, hay quienes afirman que ahora puede ampliarse a toda clase de amenazas que, aunque revistan
apariencia local, son en realidad resultado de la compleja fractura del orden internacional actual. Estas
amenazas incluyen, entre otras, el narcotráfico internacional, la seguridad en los alimentos, y el
surgimiento de nuevas pandemias.24

Creemos que este asunto debería incluirse en el orden del día de la Cumbre propuesta. Sin
embargo, es improbable que una formulación extensiva del principio de seguridad colectiva evite la
causa de la agresión militar.
4. Conservar las instituciones exitosas de la ONU con funciones ejecutivas
independientes
Algunas de las organizaciones más independientes dentro de la familia de Naciones Unidas, tales
como el Fondo Internacional de Emergencia para la Infancia, la Organización Internacional de la
Aviación Civil, la Unión Postal Universal, la Unión Internacional de Telégrafos y Telecomunicaciones,
la Organización Internacional del Trabajo o la Organización Mundial de la Salud, han logrado éxitos
notables en áreas limitadas, pero importantes, de interés internacional.

En general, estas organizaciones poseen ya sus propias funciones ejecutivas. Su independencia


debe mantenerse y reforzarse como parte del ejecutivo internacional.25
C. UN TRIBUNAL MUNDIAL REFORZADO
En cualquier sistema de gobierno hace falta contar con una función judicial sólida para moderar
los poderes de las otras ramas, así como para enunciar, promulgar, proteger y administrar justicia. La
tendencia a crear sociedades justas ha sido una de las fuerzas más fundamentales de la historia, 26 y no
cabe duda de que ninguna civilización podrá arraigar por largo tiempo si no es asentándose en el
principio de la justicia.

La justicia es ese poder capaz de transformar la conciencia emergente de la unidad de la


humanidad en voluntad colectiva sobre la que erigir confiadamente las estructuras globales de vida
comunitaria que el empeño precisa. Una época en la que las gentes del mundo disfrutan de mayor
acceso a información e ideas de toda suerte, corroborará que la justicia se reafirma como el principio
rector de toda organización social fructífera.

En el plano individual, la justicia es esa facultad del alma que permite a la persona distinguir la
verdad de la falsedad. A los ojos de Dios -asevera Bahá‟u‟lláh- la justicia es «la más amada de todas las
cosas», pues faculta a cada ser humano para ver con sus propios ojos antes que con los ojos de los
demás, conocer con su propio entendimiento antes que con el de su vecino o grupo.

En el plano social, la preocupación por la justicia es el rasero indispensable en toda toma colectiva
de decisiones, pues ella constituye el único instrumento mediante el cual se logra la unidad de
pensamiento y acción. Lejos de impulsar el espíritu punitivo que a menudo se agazapó bajo su nombre
en épocas pasadas, la justicia es la expresión práctica de la convicción de que en aras del progreso
humano los intereses de la persona y los de la sociedad se entrelazan inextricablemente. En la medida
en que la justicia se convierte en preocupación rectora de la interacción humana, cobra impulso un
clima consultivo en el que cabe examinar desapasionadamente las opciones y seleccionar los cauces de
acción pertinentes. En tal clima las tendencias, siempre presentes, hacia la manipulación y el partidismo
tienen muchas menos posibilidades de desviar el proceso decisorio.

Una concepción semejante de la justicia se ha de ver reforzada por el reconocimiento de que en un


mundo interdependiente los intereses de la persona y de la sociedad se encuentran unidos
inextricablemente. En este contexto, la justicia es el hilo conductor que debe enhebrarse cuando se
planea toda clase de interacción, sea en la familia, el vecindario o a nivel global.

En el actual sistema de Naciones Unidas podemos ver los cimientos de un Tribunal Mundial.
Establecido en 1945 como máximo órgano judicial de Naciones Unidas, la Corte Internacional de
Justicia se caracteriza por numerosos rasgos positivos. Por ejemplo, el sistema actual de selección de
jueces procura crear un plantel judicial representativo de la variedad de pueblos, regiones y sistemas
jurídicos.27

La principal carencia de que adolece el Tribunal reside en la falta de competencias para emitir
decisiones legalmente vinculantes, excepto en los casos en que los estados hayan decidido por
adelantado someterse a ellas. Sin esta jurisdicción el Tribunal carece de fuerza para administrar justicia.28
A su debido tiempo las decisiones del Tribunal Mundial deberán ser vinculantes y aplicables a todos los
estados. A corto plazo, no obstante, el Tribunal Mundial es susceptible de reforzarse mediante dos
medidas más.

1. Ampliación de la jurisdicción del Tribunal


Actualmente la jurisdicción del Tribunal está limitada a contadas categorías de casos, y sólo las
naciones poseen capacidad de presentar sus demandas. Proponemos que, además de las naciones
miembros, se conceda el derecho de interponer demandas ante el Tribunal a otros órganos de
Naciones Unidas.

2. Coordinación de los Tribunales temáticos


El Tribunal Mundial debería actuar como organización que presta cobertura a los tribunales
temáticos nuevos y ya existentes que arbitran y entienden sobre casos internacionales dentro de
dominios temáticos concretos.

Los componentes más tempranos de este sistema unificado pueden encontrarse en los tribunales
especializados de los tribunales de arbitraje en asuntos de comercio y transporte, así como en las
propuestas de cuerpos como el Tribunal Internacional de lo Criminal y la Cámara de Asuntos
Medioambientales. Otras áreas temáticas que admitirían tratamiento bajo tal sistema incluyen los
tribunales internacionales para el terrorismo internacional y el tráfico de estupefacientes.

IV
LIBERAR EL POTENCIAL DE LA PERSONA: RETO
FUNDAMENTAL DEL ORDEN INTERNACIONAL EMERGENTE

El objetivo primordial de las instituciones de gobierno, sea cual sea su esfera, es el avance de la
civilización humana. Sin la participación inspirada e inteligente del conjunto de la humanidad en la vida
y asuntos de la comunidad, tamaño objetivo no es fácil de cumplir.

Dado su empeño en la creación de instituciones y de una comunidad de naciones, históricamente


los cuerpos internacionales han permanecido alejados de las mentes y corazones de las gentes. Al estar
separada del plano internacional por varios estratos de gobierno y confundida por el tratamiento
informativo que le brindan los medios de difusión, la gran mayoría de la población no ha desarrollado
ningún tipo de afinidad con instituciones como Naciones Unidas. Sólo las personas que poseen algún
tipo de acceso a la esfera internacional mediante canales como son las organizaciones de la sociedad
civil parecen capaces de identificarse con estas instituciones.

Paradójicamente, las instituciones internacionales no pueden convertirse en un nivel de gobierno


efectivo y maduro y cumplir su cometido principal, que es hacer progresar la civilización, si no
reconocen y nutren su relación de dependencia mutua respecto de las gentes del mundo. Un
reconocimiento como éste movilizaría un ciclo de confianza y apoyos que acelerarían la transición al
nuevo orden mundial.

Las tareas inherentes al desarrollo de una sociedad global requieren capacidades de una categoría
muy por encima de lo hasta ahora logrado por la especie humana. Alcanzar esas alturas va a exigir que
las personas particulares disfruten de una accesibilidad al conocimiento enormemente mayor. Las
instituciones conseguirán hacer aflorar y encauzar las potencialidades latentes en la conciencia de los
pueblos del mundo en la medida en que el ejercicio de la autoridad sea templado por el deber de
hacerse acreedoras a la confianza, respeto y respaldo sinceros de las personas cuyos actos pretenden
gobernar, y de consultar abiertamente y en el mayor grado posible con todos los que se vean afectados
en sus intereses.
A su vez, las personas fiadoras y respetuosas de estas instituciones exigirán que los gobiernos
nacionales redoblen los apoyos políticos y económicos que brindan al orden internacional. Por su
parte, gracias a su mayor influencia y poder, las instituciones internacionales estarán a su vez en mejores
condiciones de establecer un nuevo orden mundial legítimo y efectivo.

Junto con las medidas estructurales de refuerzo, Naciones Unidas necesita adoptar iniciativas que
liberen el poder latente que hay en todas las personas y que ha de permitirles participar en este proceso
cautivador. A este fin merecen atención especial ciertos temas capaces de acelerar el avance personal y
social. De entre ellos, la promoción del desarrollo económico, la protección de los derechos humanos,
el avance de la condición de la mujer y el énfasis en el desarrollo moral constituyen cuatro prioridades
tan estrechamente entrelazadas con el progreso de la civilización que deben destacarse en el orden del
día de Naciones Unidas.

A. PROMOVER EL DESARROLLO ECONÓMICO


Las estrategias económicas empleadas durante los últimos cincuenta años por Naciones Unidas, el
Banco Mundial y cierto número de gobiernos, por muy sinceramente que fuesen concebidas y
ejecutadas, no han estado a la altura de las aspiraciones. En gran parte del mundo la brecha entre
pudientes y menesterosos va en aumento y mantiene la disparidad en los niveles de ingresos. Los
problemas sociales no han remitido. A decir verdad, la delincuencia y las enfermedades no sólo están
en alza, sino que se están convirtiendo en un fenómeno endémico y más difícil de combatir.

Estos fracasos son debidos a ciertos factores como, por ejemplo, demasiada atención a proyectos
de gran escala y con exceso de centralización burocrática; las condiciones de comercio internacional
injustas; la extensión de una corrupción extendida a la que se ha permitido prosperar en todo el
sistema; la exclusión de las mujeres de todos los niveles decisorios; la incapacidad general de garantizar
que los recursos lleguen a los pobres; y la desviación de los recursos del desarrollo hacia la compra de
material militar pesado.
Un examen desapasionado de todos estos factores revela una falla sistemática y principalísima en el
paradigma actual del desarrollo económico: las necesidades materiales son atendidas sin tener en cuenta
los factores espirituales y su poder de motivación.

El desarrollo no debería confundirse con la creación de una sociedad de consumo insostenible. La


verdadera prosperidad abarca el bienestar espiritual y material. Alimento, bebida, vivienda y cierto
grado de comodidad material son esenciales; pero los seres humanos no pueden ni jamás podrán
encontrar su realización en la satisfacción de estas necesidades. Como tampoco cabe alcanzar el
contento en logros materiales algo más intangibles como son el reconocimiento social y el poder
político. En última instancia, ni siquiera los logros intelectuales procuran satisfacción a nuestras
necesidades más profundas.

Es la sed de algo más, algo que nos trasciende, lo que hace justamente comprensible la realidad del
espíritu humano. Si bien el lado espiritual de nuestra naturaleza se ve oscurecido en la batalla diaria en
pos de bienes materiales, nuestra necesidad de trascendencia no puede ser descuidada. Un paradigma
de desarrollo sostenible debe, pues, atender tanto a las aspiraciones espirituales de los seres humanos
como a sus necesidades y deseos materiales.

El desarrollo económico tiene en la educación su mejor inversión. «El hombre es el Talismán


supremo. Sin embargo, la falta de una educación adecuada lo ha privado de aquello que inherentemente
posee», escribe Bahá‟u‟lláh. «Considerad al hombre como a una mina, rica en gemas de valor
inestimable. Sólo la educación puede hacerle revelar sus tesoros y permitir que la humanidad se
beneficie con ello».29 La educación significa más que un proceso por el que se domina una parcela
reducida de conocimiento o se aprende un conjunto de destrezas para la vida. A decir verdad, la
educación, que debería ser un imperativo del desarrollo, debe asimismo enseñar los procesos de
adquisición de conocimiento, cultivar los poderes del intelecto y raciocinio, e infundir en el estudiante
cualidades morales indispensables.

Ver la educación de acuerdo con este enfoque mundial permite que las personas contribuyan a la
creación de riqueza y alienta su justa distribución.30

La riqueza auténtica se crea cuando el trabajo es emprendido no ya como medio para ganarse la
vida sino también para contribuir a la sociedad. Sostenemos que un trabajo con sentido es una
necesidad fundamental del alma humana, tan importante para el desarrollo cabal de la persona como
puedan serlo para el cuerpo un alimento nutritivo, el agua limpia y el aire fresco.

Debido a la naturaleza espiritualmente nociva de la dependencia, a largo plazo los proyectos que
centran su sola atención en la redistribución de riqueza están condenados al fracaso. La distribución de
la riqueza debe realizarse de una manera equitativa y eficaz. Es más, debe integrarse íntimamente en el
proceso de creación de riqueza.

Con miras a promover un desarrollo más efectivo dirigimos a Naciones Unidas la recomendación
siguiente.

1. Lanzar una campaña decisiva para cumplir la Agenda 21


El plan de acción formulado por la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo incorporó una gran variedad de puntos de vista de la sociedad civil, así como un conjunto
de principios no muy diferentes de los que se articulan en esta declaración. Desgraciadamente, poco es
lo que se ha hecho por parte de los estados miembros para ejecutar las medidas que describía el plan.

Para cumplir satisfactoriamente los objetivos de la Agenda 21 va a hacer falta un esfuerzo mayor,
de diferente naturaleza pero comparable en escala y nivel de compromiso al que suscitó el Plan
Marshall en la renovación de la Europa de la postguerra. En este caso, son las instituciones de Bretton
Woods las llamadas a montar una campaña decisiva que dé curso a los esfuerzos de las naciones. Un
mandato de esta naturaleza sólo puede extraerse de una conferencia similar a las primeras reuniones de
Bretton Woods, ocurridas hace cincuenta años, y dedicada a realizar un examen en profundidad de
dichas instituciones. Su fin será poner a disposición de las gentes del mundo recursos suficientes para la
ejecución de sus iniciativas locales. Por otro lado, la conferencia también podrá ampliar su orden del día
para atender a cuestiones de gran calado que afectan a la seguridad económica mundial, lo cual supone
redefinir las actuales instituciones o bien crear nuevas estructuras.31

De prosperar, estos nuevos mecanismos podrían ampliarse a la coordinación de las medidas


identificadas en la Cumbre Social recientemente celebrada.

B. PROTEGER LOS DERECHOS HUMANOS


Desde la fundación, hace cincuenta años, de Naciones Unidas se ha ido asentando el criterio según
el cual los derechos humanos deben ser reconocidos y protegidos para que la paz, el progreso social y la
prosperidad económica logren establecerse.

La base para el acuerdo internacional sobre la naturaleza de los derechos humanos la suministra la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, documento capital adoptado por Naciones Unidas
en 1948 y desarrollado en dos convenios internacionales: el Convenio Internacional de Derechos
Políticos y Civiles, y el Convenio Internacional de Derechos Sociales, Económicos y Culturales.
Además, existen otros 75 convenios y declaraciones que identifican y promueven los derechos de la
mujer y la infancia, el derecho a la libertad de culto, y el derecho al desarrollo, por mencionar sólo unos
pocos.

El régimen actual de derechos humanos de Naciones Unidas adolece de dos grandes defectos:
posee escasos medios para su vigilancia y puesta en vigor, y hace escaso hincapié en las
responsabilidades que acompañan a todos los derechos.

A nivel internacional, la puesta en vigor requiere un tratamiento similar al que merezca una
agresión militar bajo un sistema de seguridad colectiva. La violación de los derechos humanos que
ocurra en un estado debe ser objeto de la preocupación de todos. Los mecanismos para hacer obligado
su cumplimiento deben merecer la respuesta unánime de toda la comunidad internacional. El cuándo y
cómo de la intervención protectora se presenta más problemático. En todo caso, la puesta en vigor
requerirá un alto grado de consenso sobre lo que constituye una violación flagrante y deliberada.
Durante el proceso que precedió a la Conferencia Mundial de Derechos Humanos de 1993 se
dieron algunos pasos importantes hacia dicho consenso al afirmar -inequívocamente- que los derechos
humanos son universales, indivisibles e interdependientes, lo que cierra el ya largo debate sobre la
importancia relativa de los derechos civiles y políticos frente a los derechos sociales, económicos y
culturales.32 Las resoluciones de la Conferencia confirmaron igualmente que los derechos humanos
deben aplicarse prescindiendo de las diferencias de origen racial, étnico, religioso o nacional. Las
resoluciones se refieren a la igualdad de la mujer y el hombre, e incluyen los mismos derechos para las
personas de todo el mundo a la libertad de investigación, información y práctica religiosa; también
abarcan el derecho de toda persona a satisfacer necesidades elementales como alimento, vivienda y
atención sanitaria.33 Pero más allá de llegar a un consenso y de reforzar la aplicación de los derechos
humanos, es importante comprender mejor que cada derecho lleva aneja su responsabilidad.

Por ejemplo, el derecho a ser reconocido como persona ante la ley lleva implícito la
responsabilidad de acatarla (y de hacer que tanto las leyes como el sistema legal sean más justos). Del
mismo modo, en el dominio socioeconómico, el derecho a contraer matrimonio comporta la
responsabilidad de apoyar la unidad familiar, educar a los hijos y tratar a todos los miembros de la
familia con respeto.34 El derecho al trabajo no puede divorciarse de la responsabilidad de realizar los
deberes propios con la mayor destreza. En el sentido más amplio, la noción de derechos humanos
«universales» presupone la responsabilidad de la humanidad como conjunto.

En última instancia, si bien depende de la persona el cumplir con su responsabilidad en cada una
de estas esferas, corresponde a las instituciones internacionales proteger el derecho humano
correspondiente. Proponemos las tres medidas siguientes para su aplicación inmediata.

1. Afianzar los dispositivos de Naciones Unidas para la supervisión, ejecución y


seguimiento
Los dispositivos de Naciones Unidas para la supervisión, ejecución y seguimiento de cómo
cumplen los gobiernos los convenios internacionales son insuficientes. El Centro para los Derechos
Humanos cuenta con un plantel profesional muy reducido y dedicado a respaldar la verificación del
cumplimiento que hacen los países de todos los convenios ratificados.
Creemos que los recursos asignados a este Centro deben registrar un aumento espectacular, si es
que ha de cumplir sus tareas como corresponde.

2. Alentar la ratificación universal de los convenios internacionales sobre derechos


humanos
Puesto que la ratificación de convenios de derechos humanos comporta obligaciones por parte de
los estados miembros, aunque no sea posible hacerlas cumplir, el Secretario General y todos los
cuerpos de Naciones Unidas deben aprovechar cualquier oportunidad de alentar a los estados
miembros a actuar sobre este asunto. De hecho, una de las metas ejemplares que la Asamblea General
podría fijarse consiste en la adopción de un calendario exigente para la ratificación universal.
3. Garantizar el respeto de los órganos de supervisión de Naciones Unidas
relacionados con los derechos humanos
Puesto que por naturaleza el mandato de los organismos que vigilan la situación de los derechos
humanos reviste gravísima importancia, Naciones Unidas debe ser especialmente consciente de la
percepción pública que crean la estructura y procesos de tales organismos, e igual de decidida al
resolver situaciones comprometidas.

Creemos que durante el proceso de nominación sería prudente explorar los títulos de los estados
miembros que están en posiciones visibles y excluir de la elección de candidatos a la Comisión de
Derechos Humanos y otros organismos de supervisión, cualquier estado miembro que no haya
ratificado los convenios internacionales. Aunque los estados miembros podrían participar plenamente
en las deliberaciones, la medida sugerida protegería a Naciones Unidas frente a situaciones
potencialmente embarazosas y comprometedoras.

Creemos, asimismo, que la norma admite una sola excepción. En efecto, no debería descartarse la
elección de los estados miembros aspirantes a puestos visibles que, no siendo objeto de investigación
por parte de Naciones Unidas, posean constituciones que amparan suficientemente los derechos
humanos fundamentales, y que no hayan podido completar el proceso de ratificación por razones de
política interna.

Finalmente, parece prudente que sean descalificados de la elección a puestos en conferencias y


otras reuniones de la Comisión de Derechos Humanos los estados miembros que, habiendo ratificado
las convenciones internacionales, sean objeto de investigación por violaciones graves de derechos
humanos. Esta medida impedirá la idea extendida según la cual las reuniones son una farsa.

C. MEJORAR LA CONDICIÓN DE LA MUJER


La creación de una civilización mundial pacífica y sostenible sería imposible sin el concurso pleno
de la mujer en todas las parcelas del quehacer humano.35 El que esta proposición logre cada vez mayor
respaldo no impide que haya una diferencia acusada entre el asentimiento racional y su cumplimiento.

Es hora de que las instituciones del mundo, compuestas sobre todo por hombres, hagan valer su
influencia para promover la incorporación sistemática de mujeres, no por condescendencia o supuesto
autosacrificio, sino como un acto motivado por la creencia de que la contribución de la mujer es
requisito para que avance la sociedad.36 Sólo conforme la contribución de la mujer sea valorada se la
buscará e incorporará al tejido social. El resultado será una civilización más pacífica, equilibrada, justa y
próspera.37

Las diferencias biológicas obvias entre los sexos no tienen por qué ser causa de desigualdad o
desunión. Antes bien, son un aspecto de la complementariedad. Si el papel de la mujer como madre
fuera valorado adecuadamente, su trabajo en la crianza y educación de los hijos sería respetado y
gratificado en consecuencia. También debería reconocerse que el papel en la crianza de los hijos no
merma la capacidad de liderazgo, ni rebaja la capacidad intelectual, científica o creativa. Si acaso lo
contrario, bien puede ser un realce.
Creemos que el progreso en algunos frentes vitales tendría una repercusión formidable en el
avance de la mujer. Compartimos las siguientes perspectivas que sirven de base y preludio a las
recomendaciones que damos a renglón seguido.

Primero y por encima de todo, la violencia contra la mujer y las niñas, uno de los abusos más
extendidos y flagrantes de los derechos humanos, debe ser erradicada. La violencia ha sido una dura
realidad para muchas mujeres de todo el mundo, al margen de raza, clase o educación. En numerosas
sociedades, la creencia tradicional según la cual las mujeres son inferiores o suponen una carga las
convierte en blancos cómodos de la ira y frustración. Incluso la aplicación de fuertes medidas legales y
dispositivos para su cumplimiento carecerá de efectos importantes si no vienen respaldadas por una
transformación de las actitudes masculinas. Las mujeres no van a sentirse seguras hasta que no se
implante una nueva conciencia social que considere vergonzosa la mera expresión de condescendencia
hacia ellas, ya no se diga de violencia física.

Segundo, la familia continúa siendo el pilar de la sociedad. La conducta que en ella se observa y
aprende se ve proyectada a todos los demás niveles de interacción social. Por tanto, los miembros de la
institución familiar deben ser transformados de modo que se interiorice el principio de igualdad entre el
hombre y la mujer. Por otra parte, si los vínculos de amor y unidad logran reforzar las relaciones
familiares, las consecuencias trascenderán los límites de ésta y afectarán al conjunto de la sociedad.

Tercero, aunque la meta global de toda sociedad debe ser la educación de todos sus miembros, en
esta etapa de la historia humana la mayor necesidad radica en la educación de las niñas. 38 Estudios
llevados a cabo durante más de veinte años han demostrado fehacientemente que de todas las formas
de inversión posibles es la educación de las niñas la que arroja mayores dividendos medidos en forma
de desarrollo social, eliminación de pobreza y progreso comunitario.39

Cuarto, el diálogo global sobre el papel del hombre y la mujer debe promover el reconocimiento
de la complementariedad intrínseca de los dos géneros. Pues las diferencias entre ellos son la
afirmación natural de la misma necesidad de que hombres y mujeres trabajen a una para que,
madurando sus capacidades, impulsen la civilización y perpetúen la especie. Tales diferencias son
inherentes al carácter interactivo de su común humanidad. El diálogo requiere que se consideren las
fuerzas históricas que han conducido a la opresión de la mujer y examinen las nuevas realidades
sociales, políticas y espirituales que están transformando nuestra civilización.

Como punto de partida de este diálogo ofrecemos la siguiente analogía extraída de los Escritos
Bahá‟ís: «El mundo de la humanidad posee dos alas: una es la mujer, y la otra el hombre. Hasta que las
dos alas no estén igualmente desarrolladas el ave no podrá volar. Si una de las alas permanece débil, el
vuelo será imposible.»40 Proponemos además las tres medidas siguientes:
1. Aumentar la participación de la mujer en las delegaciones de los estados miembros
Recomendamos que los estados miembros sean alentados a nombrar mayor número de mujeres
como embajadoras o en puestos diplomáticos semejantes.
2. Animar a la ratificación universal de los convenios internacionales que protegen los
derechos de la mujer
y mejoran su condición jurídica y social
Al igual que ocurre con los convenios de derechos humanos, el Secretario General y todos los
cuerpos de Naciones Unidas deberían aprovechar toda ocasión para animar a los estados miembros a
que den pasos hacia la ratificación de los convenios y protocolos que protegen los derechos de la mujer
y persiguen su mejora.

3. Planificación del cumplimiento de la Plataforma


de Acción de Pekín
La declaración de Estrategias de Futuro adoptadas en la conferencia de Nairobi fue
tremendamente audaz e imaginativa; su cumplimiento, sin embargo, ha sido bastante ineficaz.41
Creemos que debe aprenderse la lección de esta experiencia desgraciada y que corresponde adoptar
planes para garantizar que no corra idéntica suerte la Plataforma de Acción que resulte de la
conferencia de Pekín.

Proponemos que se establezca un sistema de supervisión con el fin de preparar informes sobre
estatus que den cuenta del cumplimiento de las medidas adoptadas, que contengan representaciones
anuales dirigidas a la Asamblea General, y en los que se reflejen los veinte países que mejor y peor las
cumplen.

D. ACENTUAR EL DESARROLLO MORAL


El proceso por el que los seres humanos se integran en grupos cada vez más grandes, aunque
influido por la cultura y la geografía, ha sido impulsado fundamentalmente por la religión, el factor más
potente para el cambio de la conducta y actitudes humanas. Ahora bien, por religión queremos
significar la base esencial y la realidad de la religión, no los dogmas e imitaciones ciegas que de forma
gradual han ido incrustándose en ella y que han sido causa de su declive y desaparición.

En palabras de „Abdu‟l-Bahá: «La civilización material es como el cuerpo. Por muy grácil, elegante
y hermoso que sea, está muerto. La civilización divina es como el espíritu, y el cuerpo recibe su vida del
espíritu... Sin el espíritu el mundo de la humanidad carece de vida».42

La idea de promover valores morales específicos puede resultar controvertida, sobre todo en esta
época de relativismo humanista. No obstante, creemos firmemente que existe un conjunto común de
valores cuyo reconocimiento se ha visto oscurecido por quienes por razones políticas exageran
diferencias menores propias de las prácticas religiosas o culturales.43 Estas virtudes esenciales,
enseñadas por todas las comunidades espirituales, constituyen el eje del desarrollo moral.

Al reflexionar sobre los aspectos comunes inherentes a todos los grandes sistemas religiosos y
morales del mundo, se pone de manifiesto que cada uno propugna la unidad, la colaboración y la
armonía entre las gentes, establece pautas de comportamiento responsable y apoya el desarrollo de
virtudes, que son la base de interacciones ajustadas a principio y hechas posibles por la confianza
mutua.44
1. Promover el desarrollo de currículos para la educación
moral en las escuelas
Abogamos por la realización de una campaña que promueva el desarrollo moral. Expresado
llanamente, la campaña deberá apoyar y animar a que las comunidades locales de todo el mundo
incorporen la dimensión moral a sus iniciativas de educación infantil. Para ello quizá sea menester
celebrar conferencias, publicar materiales adecuados y acometer muchas otras actividades de apoyo,
todas las cuales constituyen una sólida inversión para la generación que viene.

Unos pocos y sencillos preceptos darían comienzo a la campaña de desarrollo moral. Por ejemplo:
rectitud de conducta, honradez y honestidad son los ejes de la estabilidad y progreso; el altruismo debe
guiar todo esfuerzo humano, a tal punto que la sinceridad y respeto hacia los derechos de los demás se
conviertan en parte integral de la conducta personal; el servicio a la humanidad es la verdadera fuente
de felicidad, honor y sentido de la vida.

Creemos también que la campaña prosperará sólo en la medida en que se aproveche también la
fuerza de la religión. La doctrina de la separación entre iglesia y estado no debería utilizarse como
escudo para cerrar el paso a su saludable influencia. En concreto, las comunidades religiosas deberán
sumarse a esta empresa en calidad de compañeras de trabajo.

Según vaya avanzando, la campaña deberá acelerar un proceso de potenciación individual que
transforme el modo como las gentes, sea cual sea su clase, posición social, origen étnico, racial o
religioso, interactúan en sociedad.

V
HORA DECISIVA PARA TODAS LAS NACIONES:
LLAMAMIENTO A LOS DIRIGENTES MUNDIALES
Hemos llegado a una hora decisiva en el desarrollo de las naciones.

«La unificación de la humanidad es el sello distintivo de la etapa a que ahora se acerca la sociedad. La unidad de la
familia, de la tribu, de la ciudad estado y de la nación han sido acometidas sucesivamente hasta ser del todo logradas. Y
ahora es la unidad mundial la meta por la que brega una humanidad hostigada. El proceso de construcción de naciones
ha tocado a su fin. La anarquía inherente a la soberanía del estado roza ya su apogeo. Un mundo en pos de su mayoría
de edad debe abandonar ese fetiche, reconocer la unidad e integridad de las relaciones humanas, así como establecer de una
vez por todas la maquinaria que mejor encarne este principio fundamental de su vida».45

Hace un siglo Bahá‟u‟lláh enseñó que no hay más que un solo Dios, que no hay más que un solo
género humano, y que todas las religiones del mundo representan etapas en la revelación de la voluntad
y el propósito de Dios para con la humanidad. Bahá‟u‟lláh anunció la llegada de una época, predicha en
todas las Escrituras del mundo, cuando la humanidad presenciaría por fin la unificación de todos los
pueblos en una sociedad pacífica e integrada.
Dijo que el destino humano no reposa meramente en la creación de una sociedad próspera en lo
material, sino también en la construcción de una civilización mundial donde las personas sean alentadas
a actuar como seres morales que comprenden su propia naturaleza y son capaces de progresar hacia un
grado de realización como ningún bienestar material puede procurar por sí solo.

Bahá‟u‟lláh fue de los primeros en emplear la expresión «nuevo orden mundial» para describir los
cambios trascendentales de la vida mundial política, social y religiosa. «Las señales de caos y
convulsiones inminentes pueden discernirse ahora, por cuanto el Orden imperante ha demostrado ser
lamentablemente defectuoso», escribió. «Pronto el orden actual será enrollado y uno nuevo extendido
en su lugar».46

A este objeto, Bahá‟u‟lláh advirtió a los dirigentes y miembros de la sociedad: «Que nadie se gloríe
de que ama a su propio país, sino más bien de que ama al mundo entero. La tierra es un solo país y la
humanidad sus ciudadanos».47

Por encima de todo, los dirigentes que piensen en la próxima generación deben estar motivados
por un deseo sincero de servir a la comunidad entera y deben comprender que el liderazgo es una
responsabilidad, no un camino hacia el privilegio. Por largo tiempo la jefatura ha sido entendida, tanto
por los dirigentes como por los seguidores, como un ejercicio de dominio sobre los demás.
Ciertamente, la época actual exige una nueva definición del liderazgo y un nuevo tipo de dirigentes.48

Esto es cierto especialmente en el terreno político. Para establecer cierto sentido de confianza,
ganarse el respeto e inculcar una afinidad profunda en los corazones de las gentes de todo el mundo
hacia las instituciones del orden internacional, los dirigentes tendrán que hacer examen de sus propios
actos.

Ayudados por un historial y una integridad personal intachables, deben restaurar el respeto y
confianza en el gobierno. Cuando buscan dar con la verdad de una situación deben encarnar las
características de la honradez, humildad y sinceridad de propósito. Deben comprometerse y dejarse
guiar de los principios, y ello supone actuar con arreglo a los más altos intereses que a largo plazo
abrigue el conjunto de la humanidad.

«Que vuestra visión abarque al mundo, antes que confinarla a vosotros mismos», escribe
Bahá‟u‟lláh. «No os ocupéis en vuestros intereses; que vuestros pensamientos se fijen en lo que ha de
rehabilitar el destino de la humanidad y santificar el alma y corazón de los hombres».49
REFERENCIAS
1.- Boutros-Ghali, Boutros 1992. An agenda for Peace [Un Programa de Paz]: Peace-making and Peace Keeping. Report
of the Secretary-General Pursuant to the Statement Adopted by the Summit Meeting of the Security Council, 31 de
enero, Nueva York, Naciones Unidas.

2.- A buen seguro el preámbulo de la Carta de Naciones Unidas figura entre los pasajes más inspirados de la historia de
la gobernación:
“NOSOTROS, LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS
resueltos
a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, que dos veces durante nuestra vida ha infligido a la
humanidad sufrimientos
indecibles
a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, en la
igualdad de derechos de hombres y mujeres y de las naciones grandes y pequeñas;
a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligaciones emanadas de los
tratados y de otras fuentes del derecho internacional;
a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de libertad.
Y con tales finalidades
a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos, a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de
la paz y la seguridad internacionales;
a asegurar, mediante la aceptación de principios y la adopción de métodos, que no se usará la fuerza armada sino
en servicio del interés común, y
a emplear un mecanismo internacional para promover el progreso económico y social de todos los pueblos,
HEMOS DECIDIDO AUNAR NUESTROS ESFUERZOS PARA REALIZAR ESTOS DESIGNIOS.
Por tanto, nuestros respectivos Gobiernos, por medio de representantes reunidos en la ciudad de San Francisco
que han exhibido sus plenos poderes, en la presente Carta de las Naciones Unidas, y por este acto establecen una
organización internacional que se denominará las Naciones Unidas”.
Carta de Naciones Unidas, versión castellana aparecida en Roberto Mesa (comp.), La sociedad internacional contemporánea,
Documentos básicos, vol.1, Madrid, Taurus, 1982, pp.83-84.

3.- El Banco Mundial. 1994. World Development Report. (Oxford: Oxford University Press.), pp.162-163

4.- Existe cierto número de propuestas que argumentan la necesidad de reformas dentro del sistema de Naciones Unidas
en áreas temáticas especiales. El informe Our Common Future, de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el
Desarrollo, sugiere por ejemplo, cierto número de cambios, como la creación de una «Junta para el Desarrollo
Sostenible», que coordinaría las actividades de Naciones Unidas destinadas a promover el desarrollo y a proteger al
mismo tiempo el medio ambiente.
Comisión Mundial para el Medio Ambiente y el Desarrollo, Our Common Future. (Oxford: Oxford University Press,
1987.)
Del mismo modo, el informe de la Comisión Brandt, Common Crisis North-South: Co-operation for World Recovery”,
ofrece sugerencias de reformas en la esfera vital de las finanzas, comercio y energía, que tanto afectan a los
desequilibrios entre Norte y Sur.
Comisión Brandt, Common Crisis North-South: Co-operation for World Recovery. (Londres: Pan Books, 1983.)
El repertorio de obras que proponen amplios cambios dentro de Naciones Unidas es asimismo voluminoso y no
deja de aumentar, especialmente en anticipación del quincuagésimo aniversario de Naciones Unidas. Las primeras
grandes valoraciones críticas de Naciones Unidas comenzaron en los años 50, adelantándose al décimo aniversario de la
Carta. En este sentido la publicación en 1958 de World Peace through World Law a cargo de Louis B. Sohn y Grenville
Clark, que contiene una de las propuestas más sólidas para la eliminación del derecho de veto, debe considerarse un
hito.
Grenville Clark, y Louis B. Sohn, World Peace Through World Law. (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1966.)
Algunas propuestas más recientes oscilan desde la Iniciativa de Estocolmo, que ofrece una visión generalista de lo
que podría hacerse para reforzar Naciones Unidas, a la obra de Harold Stassen, United Nations: a Working Paper for
Restructuring, que ofrece una propuesta artículo por artículo con una nueva redacción de la Carta de Naciones Unidas. El
último libro de Benjamin Ferencz, New Legal Foundations for Global Survival, ofrece una serie de sugerencias reformistas,
de corte legal y práctico, inspiradas en la premisa de que las naciones, pueblos y personas deben ser libres de seguir sus
designios como vean apropiado, siempre que ello no trabe ni destruya los derechos fundamentales de los demás a vivir
en paz y con dignidad.
The Stockolm Initiative on Global Security and Governance 1991. Common Responsibility in the 1990’s. (Estocolmo: Prime
Minister‟s Office, Estocolmo, Suecia.)
Harold Stassen, United Nations: A Working Paper for Restructuring. (Minneapolis: Learner Publications Company, 1994.)
Benjamin Ferencz, New Legal Foundations for Global Survival (Nueva York: Oxford University Press, 1995.)

5.- The Commission on Global Governance, Our Global Neighborhood (Nueva York: Oxford University Press, 1995.)

6.- Muchos pensadores han reconocido la realidad de la unidad, conscientes de sus repercusiones para el desarrollo de la
sociedad. Entre ellos figura el paleontólogo Richard Leaky: «Somos una especie, un pueblo. Cada individuo de esta tierra
es un miembro de la especie «homo sapiens, sapiens», y las variaciones geográficas que vemos entre los pueblos son
simples matices biológicos sobre un mismo tema de fondo. La capacidad humana para hacer cultura permite su
elaboración por vías diferenciadas y atrayentes. Las diferencias entre culturas, a veces hondas, no deberían ser vistas
como divisiones entre pueblos. Antes bien, las culturas debieran interpretarse como lo que son en verdad: la declaración
última de pertenencia a la especie humana».
Richard E. Leakey, y Rodger Lewin, Origins: What New Discoveries Reveal about the Emergence of our Species and its Possible
Future. (Nueva York: Dutton, 1977.)
En términos generales, los escritos de Shoghi Effendi ofrecen una exposición extensa y completa sobre el concepto de
la unidad de la humanidad. Un resumen breve del concepto, tal como lo ven los bahá‟ís, puede encontrarse en The World
Order of Bahá’u’lláh (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1938.) pp.42-43.

7.- No somos los únicos en formular esta propuesta. La Comisión sobre Gobernación Global escribe en Our Global
Neighborhood: «Nuestra recomendación es que la Asamblea General se avenga a celebrar en 1998 una Conferencia
Mundial sobre Gobernación, cuyas decisiones se ratificarían y entrarían en vigor antes del año 2000».
The Report of the Commission on Global Governance, Our Global Neighborhood (Nueva York: Oxford University Press.
1955.) p.351.

8.- Dos máximas de uso muy extendido ilustran este principio: «Lo pequeño es hermoso», una máxima acuñada a
principios de los años setenta como pauta económica, que vale igualmente para la gobernación. Schumacher explica: «En
los asuntos humanos siempre parece existir la necesidad simultánea de dos cosas que, a primera vista, resultan
incompatibles y mutuamente excluyentes: libertad y orden. Necesitamos la libertad de un grandísimo número de
unidades autónomas, y, al mismo tiempo, el orden de la unidad y coordinación a gran escala, posiblemente a una escala
global».
Schumacher, E.F., Small is Beautiful: Economics as if People Mattered (Nueva York: Harper and Row, 1973.) p.65 [versión
castellana Lo pequeño es hermoso, Madrid, Hermann Blume, 1984].
“Piensa global, actúa local”, es un eslogan promovido por los activistas de la ecología y desarrollo comunitario que
resume la perspectiva según la cual la necesidad de coordinación global debe equilibrarse cuidadosamente a tenor de la
necesidad de autonomía local y nacional.

9.- «Lejos de tender a la subversión de los cimientos de la sociedad actual, [un sistema de gobernación mundial] trata de
ampliar su base, de amoldar sus instituciones en consonancia con las necesidades de un mundo en constante cambio.
No está reñido con compromisos legítimos ni socava lealtades fundamentales. Su propósito no es ni sofocar en el
corazón del hombre la llama de un sano e inteligente patriotismo, ni abolir el sistema de autonomía nacional, tan esencial
cuando se procura evitar los males de un excesivo centralismo. No desatiende ni intenta suprimir la diversidad de
orígenes étnicos, de climas, de historia, de idioma y de tradición, de pensamiento y de costumbres que distinguen a los
pueblos y naciones del mundo. Insta a una lealtad más amplia, a un anhelo mayor que cualquiera de los que haya sentido
la especie humana. Insiste en la subordinación de móviles e intereses nacionales a las imperativas aspiraciones de un
mundo unificado. Por una parte, repudia el centralismo excesivo; y por otra, rechaza todo intento de uniformidad».
Shoghi Effendi, The World Order of Bahá’u’lláh, (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1974.) pp.41-42.

10. En los años treinta, Shoghi Effendi, quien por entonces era cabeza visible de la comunidad mundial bahá‟í, esbozó
algunas de las funciones y responsabilidades de un poder legislativo mundial. Entre otras cosas escribía: «Un poder
legislativo mundial, cuyos miembros, en su calidad de fideicomisarios de la humanidad entera... pondrán en vigor las
leyes precisas para regular su vida, satisfacer las necesidades y ajustar las relaciones de todas las razas y pueblos».
Shoghi Effendi, The World Order of Bahá’u’lláh (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1974.) p.203.
Este punto de vista es compartido por estudiosos como Jan Tinbergen, ganador en 1969 del Premio Nobel de
Economía, quien afirmó: “Los problemas de la humanidad ya no pueden resolverse a base de gobiernos nacionales. Lo
que hace falta es un Gobierno Mundial. Y éste puede conseguirse si se refuerza el sistema de Naciones Unidas”.
United Nations Development Programme (UNDP). Human Development Report 1994. Global Governance for the 21st
Century. (Nueva York: Oxford University Press.) p.88.

11. Bahá‟í International Community. Proposals to the United Nations for Charter Revision. 23 de mayo de 1955.

12. A través de Sus escritos Bahá‟u‟lláh utiliza de manera congruente los términos “orden”, “orden mundial” y “nuevo
orden mundial” para describir los cambios continuos y trascendentales que están ocurriendo en la vida política, social y
religiosa del mundo. Hacia finales de los años sesenta del siglo pasado, escribió: “El equilibrio del mundo ha sido
trastornado por la vibrante influencia de este grandioso, este nuevo Orden Mundial. La vida ordenada de la humanidad
ha sido revolucionada por obra de este único y maravilloso Sistema, nada semejante al cual ojos mortales jamás han
presenciado”.
Bahá‟u‟lláh, The Kitáb-i-Aqdas. Traducido por Shoghi Effendi y un Comité del Centro Mundial Bahá‟í. (Haifa: Centro
Mundial Bahá‟í, 1992.)

13. „Abdu‟l-Bahá, El secreto de la civilización divina, Buenos Aires, EBILA, 1986, pp.29-30.

14. United Nations Research Institute for Social Development (UNRISD), States of Disarray: The social effects of globalization
(Londres: KPC Group.1995.) pp.106-109.

15. Existen numerosas vías por las que una Comisión semejante, o incluso el propio Poder Legislativo Mundial, podría
acometer la delimitación de fronteras justas para todas las naciones. Por abrumadora que parezca la tarea, ésta reviste
gran importancia para el proceso de construcción de un nuevo orden. „Abdu‟l-Bahá escribe: “La verdadera civilización
desplegará su estandarte en el mismísimo corazón del mundo cuando cierto número de sus distinguidos y magnánimos
soberanos -ejemplos brillantes de devoción y denuedo- se levanten por el bien y la felicidad de toda la humanidad, con
firme resolución y clara visión, con miras a establecer la Causa de la Paz Universal. Deberán hacer de la Causa de la Paz
el objeto de una consulta general, y procurar por todos los medios a su alcance establecer la Unión de las naciones del
mundo. Deberán concluir un tratado vinculante y establecer un convenio cuyas disposiciones sean sólidas, inviolables y
definitivas. Deberán promulgarlo ante todo el mundo y recabar para él la sanción de todo el género humano. Esta
empresa, noble y suprema -verdadera fuente de paz y bienestar para el mundo entero- deberá ser considerada sagrada
por la totalidad de cuantos habitan la tierra. Todas las fuerzas de la humanidad habrán de movilizarse para asegurar la
estabilidad y permanencia de este Más Grande Convenio. En este Pacto universal los límites y fronteras de cada nación
quedarán fijados claramente, los principios fundamentales de las relaciones entre los gobiernos serán definitivamente
establecidos, y todos los acuerdos y obligaciones internacionales quedarán estipulados. Asimismo, el arsenal de cada
gobierno habrá de ser estrictamente limitado, pues si se consintiera el aumento de las fuerzas y preparativos de guerra de
cualquier nación, ello levantaría las sospechas de los demás. El principio fundamental sobre el que reposa este Pacto
solemne deberá ser fijado de modo tal que si en lo sucesivo un gobierno violase cualquiera de sus disposiciones, todos
los demás gobiernos de la tierra deberían alzarse para reducirlo a completa sumisión; más aún, el conjunto de toda la
humanidad debería decidir, con todas las fuerzas a su disposición, aniquilar tal gobierno. De aplicarse éste el más grande
de los remedios al cuerpo enfermo del mundo, a buen seguro se repondrá de sus males y permanecerá eternamente
seguro y a salvo”.
„Abdu‟l-Bahá, The Secret of Divine Civilization, Trans. Marzieh Gail. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1957.) pp.64-
65.

16. Según un artículo recientemente publicado en The New York Times, en los Estados Unidos las donaciones caritativas
aumentaron un 3.6 %, totalizando 130.000 millones de dólares.
Karen W. Arenson, “Charitable Giving Rose 3.6 % in 1994, Philanthropy Trust Says”, The New York Times, jueves 25 de
mayo de 1995, sec. A, p.22.

17. “En cuanto a todo el asunto del Idioma Internacional () Nosotros, en tanto bahá‟ís, ansiamos ver que se adopta sin
demora un idioma internacional auxiliar; no abanderamos la candidatura de ningún idioma. Si los gobiernos del mundo
acuerdan elegir un idioma existente para su uso internacional, u otro construido al efecto, de buen grado le
extenderemos nuestro apoyo, pues deseamos ver cómo cuanto antes se adopta este paso en la unificación del género
humano”.
Shoghi Effendi, Directives from the Guardian (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust.) p.39.
Al formular esta propuesta deseamos llamar la atención sobre el término “auxiliar”. Las enseñanzas bahá‟ís valoran y
promueven la diversidad cultural, no la uniformidad. En este momento histórico no contemplamos la posibilidad de
imponer un idioma mundial. Antes bien, imaginamos que los pueblos y naciones han de mantener sus idiomas locales y
nacionales, al propio tiempo que son alentados a adquirir el idioma universal. Ciertamente tal idioma universal acabará
enseñándose como disciplina obligatoria en todas las escuelas del mundo. Pero ello no debería en modo alguno ir en
detrimento de las legítimas expresiones lingüísticas locales y nacionales, o de la diversidad cultural.

18. “Se aproxima el día cuando todos los pueblos del mundo habrán adoptado un idioma universal y un sistema común
de escritura”, escribió Bahá‟u‟lláh a fines del siglo pasado. “Cuando esto haya sido logrado, cualquiera que sea la ciudad
a la que un hombre viaje, será como si entrara en su propio hogar”.
Shoghi Effendi, trad. Gleanings from the Writings of Bahá’u’lláh. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1983.) p.250.

19. En una “aportación especial” al Informe de Desarrollo Humano de 1994, James Tobin, ganador del Premio Nobel
de Economía de 1981, apunta que una “moneda única y permanente” eliminaría gran parte si es que no todas las
turbulencias relacionadas con el impresionante cúmulo de especulación que hay en los mercados mundiales. Tras hacer
notar que tal moneda única mundial está aún muy lejos de ser realidad, propone como medida provisional un “impuesto
internacional uniforme” para las transacciones cambiarias puntuales.
United Nations Development Programme (UNDP). Human Development Report 1994. A Tax on International Currency
Transactions. (Nueva York: Oxford University Press.) p.70.

20. El principio de la seguridad colectiva fue planteado por Bahá‟u‟lláh hace ya un siglo en sus cartas dirigidas a los reyes
y gobernantes del mundo: “Sed unidos, oh reyes de la tierra, pues en gracia a ello se apaciguará la tempestad de
discordias que hay entre vosotros, y vuestros pueblos hallarán descanso, ojalá que fueseis de los que entienden. Si alguno
de vosotros tomara las armas contra otro, alzaros todos contra él, pues ello no es sino justicia manifiesta”.
Shoghi Effendi, trad. Gleanings from the Writings of Bahá’u’lláh. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1976.) p.254.

21. El informe del Independent Working Group on the Future of the United Nations. The United Nations in its Second
Half-Century. (Yale University Press Service, 1995.) p.16.

22. Glenview Foundation, The Stassen Draft Charter for a New United Nations to Emerge from the Original, to Serve World Peace
and Progress for the Next Forty Years. (Philadelphia: Glenview Foundation. 1985.)
Grenville Clark y Louis B. Sohn, World Peace Trough World Law. (Cambridge, Mas.: Harvard University Press, 1966.)
Keith Hindell, “Reform of the United Nations?”, en The World Today: Journal of the Royal Institute of International Affairs.
(Reino Unido, Feb. 1992.) Vol. 48, No. 2, pp.30-33.
John Logue, “New World Order Means Reformed U.N.”, World Federalist News, julio 1992.
Benjamin B. Ferencz y Ken Keyes Jr., Planethood: The Key to Your Future. (Coos Bay, Oregon: Love Line Books. 1991.)
Boutros-Ghali, Boutros. 1992. An agenda for Peace: Peace-making and Peace-Keeping. Report of the Secretary-General
Pursuant to the Statement Adopted by the Summit Meeting of the Security Council, 31 de enero, Nueva York, Naciones
Unidas.

23. Lo cual no significa que la prohibición de estos armamentos deba aguardar al desarrollo completo y despliegue de tal
Fuerza. Apoyamos sin reservas los pasos que actualmente vienen dándose para renovar el Tratado de No Proliferación
de Armas Nucleares, así como para establecer una prohibición firme y exhaustiva de las pruebas nucleares, y cuantos
esfuerzos vayan encaminados a eliminar las armas nucleares, químicas o biológicas. Igualmente, deben realizarse
mayores esfuerzos para restringir el empleo de armas convencionales tales como minas, responsables de muertes
indiscriminadas.

24. Mahbub ul Haq, 1994. Consejero Jefe del Administrador de UNDP, Jefe de Equipo del Grupo que prepara los
Informes de Desarrollo Humano del UNDP, entidad que en los últimos años ha aportado nuevos puntos de vista en
torno a la teoría y práctica del desarrollo y un nuevo concepto sobre la seguridad humana.

25. Erskine Childers, ed. Challenges to the United Nations: Building a Safer World. (Nueva York: St. Martin‟s Press. 1994.)
pp.21-25.

26. John Huddleston, The Search for a Just Society. (Kidlington, Oxford: George Ronald. 1989.)

27. Hace 75 años „Abdu‟l-Bahá ofreció las siguientes sugerencias para el futuro tribunal mundial: “... las asambleas
nacionales de cada país o nación -es decir, los parlamentos- deberán elegir dos o tres personas de entre lo más selecto de
esa nación, personas que estén bien versadas sobre leyes internacionales y relaciones entre gobiernos, y sean conscientes
de las necesidades esenciales del mundo de la humanidad en este día. El número de representantes debería ser
proporcional al número de habitantes de cada país. La elección de estas almas escogidas por la asamblea nacional, esto
es, el parlamento, debe ser confirmada por la cámara alta, el congreso y el gabinete, así como también por el presidente o
monarca, de manera que estas personas sean las elegidas de toda la nación y del gobierno. El Tribunal Supremo se
compondrá de estas personas, por lo que toda la humanidad tendrá una participación en él, ya que cada uno de estos
delegados representará plenamente a su nación. Cuando, ya sea por unanimidad o por mayoría, emita un fallo el
Tribunal Supremo sobre cualquier asunto internacional, no habrá pretexto alguno para el demandante ni fundamento
para la impugnación del acusado. En caso de que alguno de los gobiernos o naciones se muestre negligente o dilatorio
en la ejecución de la irrefutable decisión del Tribunal Supremo, el resto de las naciones se levantarán en contra, ya que
todos los gobiernos y naciones del mundo son los que sostienen a este Tribunal Supremo. Considerad qué cimientos tan
firmes son éstos. Sin embargo, mediante una Liga limitada y condicionada, el propósito no se cumplirá como debería”.
Selections from the Writings of ‘Abdu’l-Bahá. Recopilado por el Departamento de Investigación de la Casa Universal de
Justicia. Traducido por un Comité del Centro Mundial Bahá‟í y Marzieh Gail. (Gran Bretaña: W & J. Mackay Ltd. 1978.)
pp.306-307.

28. Actualmente la jurisdicción del Tribunal se limita a: 1) los casos en que las partes se remitan a él por acuerdo especial
conjunto, 2) los asuntos relativos a tratados o convenios en vigor que prevean posibles remisiones al Tribunal, y 3)
determinadas categorías de disputas entre estados para los que éstos hayan reconocido la jurisdicción vinculante del
Tribunal. Europa World Year Book 1994. Vol. I. International Court of Justice, p.22.

29. Shoghi Effendi, Trad. Gleanings from the Writings of Bahá’u’lláh. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1983.) p.260.
“El requisito primordial y más urgente es el fomento de la educación. Resulta inconcebible pensar que haya nación
capaz de lograr la prosperidad y el triunfo sin que se promueva este asunto fundamental y principalísimo. La ignorancia
es la razón principal de la decadencia y caída de los pueblos. Hoy día la masa de la población está desinformada incluso
de los asuntos ordinarios; menos aún comprende la esencia de las necesidades y problemas complejos de la hora”.
„Abdu'l-Bahá, (The Secret of Divine Civilization. Trad. Marzieh Gail (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1957), p.109.
“Esta misma diferencia se aprecia en los animales; algunos están domesticados e instruidos, otros quedan en estado
salvaje. Se comprueba claramente que el mundo de la naturaleza es imperfecto, en tanto que el mundo de la educación
es perfecto. Es decir, mediante la cultura y la formación el hombre es rescatado de las exigencias de la naturaleza; por
tanto la educación es necesaria y obligatoria. Pero ésta es de varias clases. Existe una formación y desarrollo del cuerpo
físico que aporta crecimiento y fortaleza. Existe la educación intelectual o formación de la mente, a cuyo fin se fundan
escuelas y colegios. La tercera clase de educación es la del espíritu. Mediante el aliento del Espíritu Santo el hombre es
elevado al mundo de la moralidad e iluminado mediante las luces de los dones divinos. El mundo moral sólo se alcanza
merced a las efulgencias del Sol de la Realidad y la vida vivificante del espíritu divino”.
„Abdu‟l-Bahá, charla pronunciada en St. Paul el 20 de septiembre de 1912. The Promulgation of Universal Peace, pp.329-330.

30. Los gobiernos y sus copartícipes deben tener presente que la igualdad material no es realizable ni deseable. La
igualdad absoluta es una quimera. No obstante, en varios puntos del recorrido ha de haber necesidad de efectuar la
redistribución de la riqueza mundial. Cada vez se hace más evidente que un capitalismo desenfrenado tampoco contiene
la respuesta. Cierta regulación y redistribución es necesaria para promover la justicia material. En este sentido, un
impuesto sobre la renta constituye en principio una de las formas más justas y equitativas de lograrlo. También debe
reservarse cierto papel al reparto voluntario de la propia riqueza (tanto a nivel individual como institucional). Sin
embargo, la igualdad de oportunidades para el progreso y avance económico debe formar parte del tejido del nuevo
orden. En última instancia, la forma más importante de regular cualquier sistema económico es la regulación moral que
comienza en los corazones y mentes de las personas.

31. El establecimiento del Global Environment Facility (GEF, Centro Global Medioambiental) representa un paso
loable en la dirección correcta, y a largo plazo puede resultar provechoso como uno de los instrumentos que sirvan de
financiación al Programa 21, a condición de que se redefina su mandato y se amplíe su escala de actividades.

32. Conferencia Mundial de Derechos Humanos. Declaración de Viena y Programa de Acción. 14-25 de junio de 1993.
Viena, Austria.

33. Un tratamiento más amplio de este concepto puede encontrarse en The Prosperity of Humankind, declaración de la
Comunidad Internacional Bahá‟í, Oficina de Información Pública, publicada en febrero de 1995 [la versión castellana
apareció en la misma fecha bajo el título Prosperidad mundial]: "La actividad más íntimamente ligada a la conciencia, en
tanto capacidad distintiva de la naturaleza humana, es la exploración de la realidad que la persona realiza por sí misma.
La libertad de investigar el propósito de la existencia, así como la libertad de desarrollar los dones de la naturaleza
humana que lo hacen alcanzable, requiere protección. Es menester que las personas sean libres para conocer. Que tal
libertad sea objeto de abusos y que éstos se vean crudamente alentados por ciertos rasgos de la sociedad
contemporánea, no rebaja en modo alguno la validez del impulso mismo.
Es este impulso característico de la conciencia humana el que sustancia el imperativo moral que lleva a enunciar
muchos de los derechos que consagran la Declaración Universal y los Convenios relacionados. La educación universal,
la libertad de movimiento, el acceso a la información, y la oportunidad de participar en la vida política son todos
aspectos de su operación que requieren las garantías explícitas por parte de la comunidad internacional. Lo mismo vale
decir de la libertad de pensamiento y creencias -incluyendo la libertad religiosa-, y del derecho a tener opiniones y a
expresarlas debidamente.
Puesto que el cuerpo de la humanidad es uno e indivisible, cada miembro de la especie nace al mundo como fianza
del conjunto. Este fideicomiso constituye el cimiento moral de la mayoría de los otros derechos -principalmente los
sociales y económicos- que los instrumentos de Naciones Unidas tratan de definir de modo semejante. La seguridad de
la familia y del hogar, la propiedad y el derecho a la intimidad están todos implícitos en tal fideicomiso. Las obligaciones
por parte de la comunidad se extienden a la provisión de empleo, atención a la salud mental y física, salarios justos,
descanso y recreo, y a toda una legión de otras expectativas razonables que albergan los miembros de la sociedad.
El principio del fideicomiso colectivo origina, asimismo, el derecho de toda persona a esperar que las condiciones
culturales esenciales para su identidad gocen de la protección del derecho nacional e internacional. De forma análoga al
papel que desempeña el caudal genético en la vida biológica de la humanidad y en su entorno, la inmensa riqueza de
diversidad cultural lograda en el curso de milenios resulta vital para el desarrollo social y económico de una especie
humana en trance de llegar a su mayoría de edad. Representa un patrimonio al que debe dejarse fructificar en forma de
una civilización global. Por un lado, las expresiones culturales necesitan amparo frente a las asfixiantes influencias
materialistas. Por otro lado, las culturas deben desarrollar la capacidad de actuar recíprocamente de acuerdo con las
pautas siempre cambiantes de la civilización, y desembarazadas de la manipulación con fines políticos partidistas”.
Comunidad Internacional Bahá‟í. Oficina de Información Pública, Prosperidad mundial (Haifa: Centro Mundial Bahá‟í.
1995.)

34. El respeto de los derechos humanos debe comenzar por la familia: “Compárese las naciones del mundo a los
miembros de una familia. Una familia es una nación en miniatura. Simplemente amplíese el círculo de la casa, y se
obtiene la nación. Amplíese el círculo de las naciones, y se obtiene a toda la humanidad. Las condiciones que rodean a la
familia, rodean a la nación. Los acontecimientos que ocurren en la familia son acontecimientos en la vida de la nación.
¿Contribuirá al progreso y avance de la familia el surgimiento de disensiones entre sus integrantes, el que todos pugnen
entre sí, se entreguen al pillaje, celosos y vengativos del daño causado, y busquen su provecho egoísta? Al contrario, ello
originaría la aniquilación del progreso. Del mismo modo ocurre en la gran familia de naciones; pues las naciones no son
sino la suma de las familias. Por consiguiente, tal y como la contienda y las disensiones destruyen la familia y coartan su
progreso, del mismo modo se destruyen las naciones y su progreso es atajado”.
„Abdu‟l-Bahá, The Promulgation of Universal Peace: Talks Delivered by ‘Abdu’l-Bahá during His Visit to the United States and
Canada in 1912. Comp. Howard MacNutt. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1982.) p.157.

35. “Cuando la humanidad toda haya recibido las mismas oportunidades educativas y se haya conseguido la igualdad del
hombre y la mujer, los cimientos de la guerra quedarán completamente eliminados. Sin la igualdad tal cosa será
imposible, pues todas las diferencias y distinciones llevan a la lucha y a la discordia. La igualdad entre el hombre y la
mujer conduce a la abolición de la guerra, debido a que las mujeres nunca estarán dispuestas a sancionarla. Las madres
no entregarán sus hijos como sacrificio en los campos de batalla tras haber pasado veinte años de ansiedades y amorosa
entrega para criarlos desde la infancia, no importa cuál sea la causa que se les llame a defender. Al obtener la igualdad de
derechos, no cabe duda de que la guerra entre los hombres cesará por completo”.
„Abdu‟l-Bahá, The Promulgation of Universal Peace. Comp. Howard MacNutt. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1982.)
pp.174-175.

36. “Y sépase, una vez más, que hasta que el hombre y la mujer reconozcan y lleven a cabo la igualdad, no será posible
el progreso social y político aquí o en cualquier otra parte. Pues el mundo de la humanidad consta de dos partes o
miembros: uno es la mujer; el otro es el hombre. Hasta tanto estos dos miembros no sean iguales en fortaleza, no podrá
ser establecida la unidad de la humanidad, ni la dicha y felicidad del género humano serán realidad. Dios mediante, así
será”. De una charla pronunciada por „Abdu‟l-Bahá ante la Federación de Clubes de Mujeres, Chicago, Illinois, 2 de
mayo de 1912.
„Abdu‟l-Bahá, The Promulgation of Universal Peace. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1982.) p.77.

37. “El mundo del pasado ha sido gobernado por la fuerza, y el hombre ha dominado a la mujer debido a sus
cualidades más potentes y agresivas, tanto físicas como mentales. Pero el equilibrio está variando, la fuerza está
perdiendo su dominio, y la viveza mental, la intuición y las cualidades espirituales de amor y servicio, en las que la mujer
es fuerte, están ganando en poder. En adelante tendremos una época menos masculina y más influida con ideales
femeninos o, para explicarnos más exactamente, será una época en la que los elementos masculinos y los femeninos de
la civilización estarán más equilibrados”.
„Abdu‟l-Bahá, citado por John E. Esslemont, 37. Bahá’u’lláh y la nueva era, Terrassa, Editorial Bahá‟í de España, 1976,
p.178.

38. En cuanto al acceso a la educación, el principio según el cual las mujeres y las hijas deberían recibir prioridad sobre
hombres e hijos ha sido un principio tradicional de las enseñanzas bahá‟ís. En 1912 manifestaba „Abdu‟l-Bahá en una
alocución: “Al proclamar la unidad de la humanidad [Bahá‟u‟lláh] enseñó que hombres y mujeres son iguales a los ojos
de Dios y que no cabe hacer distinción entre ellos. La única diferencia se debe ahora a la falta de educación y formación.
Si las mujeres recibieran igualdad de oportunidades educativas, las diferencias y estimación de inferioridad
desaparecerían... Más aún, la educación de las mujeres reviste mayor importancia que la de los hombres, pues son ellas
las madres de la especie, y las madres llevan la crianza de los hijos. Los primeros educadores de los hijos son las madres.
Por consiguiente, deben ser formadas cumplidamente a fin de que eduquen a sus hijos e hijas. Hay muchas
disposiciones en las palabras de Bahá‟u‟lláh sobre este particular.
Bahá‟u‟lláh promulgó la adopción del mismo sistema de educación para hombres y mujeres. Las hijas y los hijos
deben seguir el mismo plan de estudios, con lo que se promoverá la unidad de los géneros”.
„Abdu‟l-Bahá, The Promulgation of Universal Peace. Comp. Howard MacNutt. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1982.)
pp.174-175.

39. Lawrence H. Summers, Vicepresidente y Jefe del Área Económica del Banco Mundial, Investing in All the People. 1992.
También, USAID. 1989. Technical Reports in Gender and Development. Making the Case for the Gender Variable: Women and the
Wealth and Well-being of Nations. Office of Women in Development.

40. Selections from the Writings of ‘Abdu’l-Bahá. Recopilación a cargo del Departamento de Investigación de la Casa
Universal de Justicia. Traducido por un Comité del Centro Mundial Bahá‟í y Marzieh Gail. (Gran Bretaña: W & J.
Mackay Ltd. 1978.) p.302.

41. Las Estrategias de Futuro de Nairobi para el Avance de la Mujer. Según fueron adoptadas por la Conferencia
Mundial para Revisar y Valorar las Realizaciones de Naciones Unidas durante el Decenio de la Mujer: Igualdad,
Desarrollo y Paz, Nairobi, Kenia, 15-26 de julio de 1985.

42. Selections from the Writings of ‘Abdu’l-Bahá. Recopilación a cargo del Departamento de Investigación de la Casa
Universal de Justicia. Traducido por un Comité del Centro Mundial Bahá‟í y Marzieh Gail. (Gran Bretaña: W & J
Mackay Ltd. 1978.) p.303.

43. La declaración interreligiosa titulada “Hacia una Ética Global”, resultado de una asamblea de destacadas figuras
religiosas y espirituales de casi todas las grandes religiones y movimientos espirituales durante el Parlamento de las
Religiones del Mundo, celebrado en Chicago en 1993, sugiere que en este dominio es ciertamente posible que las
religiones encuentren mucho terreno en común. La declaración asevera: “Afirmamos que las enseñanzas de las religiones
contienen un patrimonio común de valores radicales que constituyen la base de una ética mundial... Ya hay criterios
ancestrales del comportamiento humano que pueden hallarse en las enseñanzas de las religiones del mundo y que son la
condición de un orden mundial duradero” [versión castellana en Hans Küng y Karl-Josef Kuschel (eds), Hacia una ética
mundial, Declaración del Parlamento de las Religiones del Mundo, Madrid, Trotta, 1994, p.16].

44. La Regla de Oro, la enseñanza según la cual deberíamos tratar a los demás como quisiéramos que se nos tratase, es
un principio ético que encontramos repetido de forma variada en todas las grandes religiones:
Budismo: “No dañes a los demás de un modo que tú mismo hallarías dañino”. Udana-Varqa, 5:18.
Zoroastrismo: “Sólo es buena la naturaleza que no causa a otro cualquier cosa que no sea buena para sí misma”.
Dadistan-i-Dinik, 94:5.
Judaísmo: “Lo que te sea aborrecible, no se lo hagas a tus semejantes. Ésta es la Ley toda; todo lo demás es
comentario”. El Talmud, Shabbat, 31a.
Hinduismo: “Esta es la suma de toda verdadera rectitud: trata a los demás como te gustaría ser tratado. No hagas
nada a tu vecino que no quisieras que te hiciese después a ti”. Mahabharata.
Cristianismo: “Tal y como quisieras que obraran contigo, obra tú con ellos”. Lucas 6:31.
Islam: “Nadie de vosotros es creyente hasta que desea para su hermano lo que desea para sí”. Sunnah.
Taoísmo: El buen hombre “debería compadecerse de las malas inclinaciones de los demás: mirar sus ganancias
como si fueran propias, y las pérdidas de igual forma”. Thai-Shang.
Confucianismo: “Ciertamente es la máxima de la bondad: Haz a los demás lo que quisieras que te hicieran a ti”.
Analectas, XV, 23.
Fe Bahá’í: “No debería desear para otros lo que no desea para sí mismo, ni prometer lo que no ha de cumplir”.
Pasajes.
45. Shoghi Effendi, The World Order of Bahá’u’lláh. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1938.) p.202.

46. Bahá‟u‟lláh, La proclamación de Bahá’u’lláh, Terrassa, Editorial Bahá‟í de España, 1994, p.124.

47. Bahá‟u‟lláh, Tablets of Bahá’u’lláh. Recopilación a cargo del Departamento de Investigación de la Casa Universal de
Justicia. Traducido por Habib Taherzadeh, asistido por un Comité del Centro Mundial Bahá‟í. (Haifa: Centro Mundial
Bahá‟í. 1982.) p.167.

48. La Comisión sobre la Gobernación Global escribe: “En vísperas del nuevo siglo nos preocupa que, necesitando el
mundo respuestas esclarecidas a los nuevos desafíos, exista un vacío de liderazgo en toda una amplia gama de asuntos
humanos. A nivel nacional, regional e internacional, dentro de las comunidades y de las organizaciones internacionales,
en los gobiernos y en las organizaciones no gubernamentales, el mundo necesita un liderazgo fiable y sostenido.
Necesita un tipo de liderazgo que sea proactivo, no simplemente reactivo; que esté inspirado, no que sea
simplemente funcional; que mire a largo plazo y a las generaciones futuras en cuyo beneficio se halla confiado el
presente. Necesita dirigentes fortalecidos por su visión, sostenidos por la ética y confirmados públicamente por una
valentía que mira más allá de los siguientes comicios.
No se trata de un liderazgo confinado entre las cuatro paredes de casa. Debe alcanzar más allá del país, la raza, la
religión, el idioma o el estilo de vida. Debe abarcar un electorado humano más amplio, estar imbuido de atención hacia
los demás y del sentido de la responsabilidad hacia el vecindario global”.
Informe de la Comisión sobre la Gobernación Global, Our Global Neighborhood. (Nueva York: Oxford University Press.
1995.) p.353.

49. Gleanings from the Writings of Bahá’u’lláh. Traducido por Shoghi Effendi. (Wilmette, Ill.: Bahá‟í Publishing Trust. 1976.)
pp.93-94.

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