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UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL Filosofía

FACULTAD DE ARQUITECTURA, DISEÑO Y URBANISMO Esteban Ponce

Universidad Nacional del Litoral

Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo

Filosofía

Trabajo Practico N°2

“Modernidad I, Hume”
“Investigaciones filosóficas y Genio, Diderot”

Docente: Esteban Ponce

Alumnos: Candela Rodríguez Heinzen, Camila Pérez


Ovalle, Jimena Nocetti y Milton Alceiba
Comisión N°4

2019
UNIVERSIDAD NACIONAL DEL LITORAL Filosofía
FACULTAD DE ARQUITECTURA, DISEÑO Y URBANISMO Esteban Ponce

Consignas sobre Hume:

2 - Hay un sentido común que se contrapone al relativismo en estética y que Hume explica
siguiendo los juicios sobre el escritor Milton. Comente el pasaje y considere su importancia para
el texto.

En este pasaje Hume nos comenta que por naturaleza tendemos a buscar una norma del gusto
o una regla que reúna los diversos sentimientos de los hombres, o que confirme un sentimiento
y condene otro. Pero existe una concepción filosófica: “el relativismo” que se opone a la
posibilidad de obtener una norma del gusto, ya que sostiene que entre un millón de
sentimientos que puedan tener distintos hombres sobre una misma cuestión, no es posible
definir cuál de ellos está en lo correcto y, por el contrario, cuáles no. Que los sentimientos son
relativos a cada individuo y que resulta inviable llegar a un acuerdo común.

Sin embargo Hume considera que todo sentimiento es correcto porque el sentimiento no tiene
referencia a nada fuera de sí, y que es siempre real en tanto un hombre sea consciente de él.
Ningún sentimiento representa lo que realmente hay en el objeto. Los sentimientos demuestran
una cierta conformidad o relación entre el objeto y las facultades de la mente. Y si esta
conformidad no existiera, el sentimiento nunca podría haber existido. Pone de manifiesto el
ejemplo de la belleza y dice que no es una cualidad de las cosas mismas, sino que existe solo en
la mente que las contempla, y cada mente percibe una belleza diferente. A modo de
comparación dice que no todas las determinaciones del entendimiento son correctas, porque
tienen referencia a algo fuera de sí, a saber, una cuestión de hecho, y no siempre se ajustan a
ese modelo. Y que en un millón de opiniones distintas que puedan mantener diferentes hombres
sobre una misma cuestión, hay solo una que será exacta y verdadera, la única dificultad reside
en averiguarla y determinarla. Cada individuo debería conformarse con sus propios sentimientos
sin pretender regular los de los otros. El dicho popular ha establecido con toda razón que es
inútil discutir sobre gustos.

Hume propone el sentido común como forma de estar de acuerdo y emitir la misma decisión
sobre un tema. A modo de ejemplo plantea que si alguien afirma que existe una igualdad de
ingenio y elegancia entre Ogilby y Milton, o entre Bunyan y Addison, pensaríamos que este
individuo defiende una extravagancia no menor que si sostuviese que un estanque es tan
extenso como el océano. Aunque puedan encontrarse personas que prefieran a los primeros
autores, nadie presta atención a tales gustos, y sin ningún escrúpulo mantenemos que esos
presuntos críticos son absurdos y ridículos. El principio de la igualdad natural de gustos se olvida
entonces totalmente, y aunque lo admitamos en alguna ocasión, cuando los objetos semejan
ser casi idénticos, sin embargo nos parece una extravagante paradoja, o más bien un absurdo
palpable, cuando se comparan objetos muy desproporcionados.

De este modo Hume nos manifiesta que mediante el sentido común se podría encontrar una
norma del gusto. El principio de igualdad natural del gusto se hace presente, con mayor fuerza
cuando se comparan objetos muy diferentes o desproporcionados, debido a que al no tener
muchas cosas en común, al momento de compararlos respecto a un cuestión en particular,
resultará evidente cual será la decisión unánime. Por el contrario cuando se analizan objetos
semejantes o casi idénticos este principio se olvida totalmente, ya que a la hora de decidir o
comparar ambas cuestiones se pondrán en juegos los sentimientos y no la razón.
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4- Para poder admirar la belleza, se requiere la concurrencia de ciertas circunstancias favorables.


¿En qué consisten estas circunstancias? ¿Qué provocaría su ausencia o perturbación?

Las reglas generales del arte se encuentran solo en la experiencia y en la observación de los
sentimientos comunes de la naturaleza humana, siendo que los sentimientos de los hombres no
siempre se adecuan a estas reglas. Estas emociones de la mente requieren de la concurrencia
de muchas circunstancias favorables para hacerlas desempeñar su función con facilidad y
exactitud, de acuerdo con sus principios generales establecidos. El menor impedimento exterior
o el menor desorden interno, perturban su movimiento y alteran el funcionamiento de toda
maquinaria. Estas circunstancias se pueden resumir en: serenidad mental del ánimo para
contemplar la belleza, ciertos recuerdos, una atención apropiada del objeto.

Hume fija cinco condiciones idóneas para la posibilidad del juicio crítico:

Delicadeza del gusto: Aunque hemos de admitir que la belleza y la deformidad no son cualidades
de los objetos, también debemos reconocer la existencia de ciertas cualidades de dichos objetos
que por naturaleza son apropiadas para producir los sentimientos anteriores. A menudo estas
cualidades se hallan en pequeño grado o confundidas entre sí, entonces para que el gusto sea
afectado por ellas, la persona ha de contar con una sutileza y exactitud en los órganos de sus
sentidos. Hume recurre a la historia del Quijote para ejemplificarlo.

La práctica: Nada contribuye con más fuerza a mejorar la delicadeza que la práctica de un arte
particular y la frecuente contemplación de una clase particular de belleza. La misma habilidad y
destreza que da la práctica para la ejecución de cualquier obra, se adquiere también por
idénticos medios para juzgarla.

La comparación: La práctica conlleva la comparación de las diferentes clases de belleza que se


presentan contribuyendo también a mejorar las condiciones del juicio crítico.

Libertad de Prejuicios: El crítico ha de ser ajeno a todo prejuicio, nada debe influir en él, salvo el
objeto en cuestión. En este sentido, el crítico ha de situarse en el punto de vista que la obra en
cuestión requiera, para no descontextualizarla.

Buen sentido: Controlar el influjo de los prejuicios que debilitan la solidez del juicio. En esta
medida, se halla vinculado con la razón.

El hombre posee una estructura original en virtud de la cual ciertas cosas nos agradan o nos
disgustan. Si faltara cualquiera de estas circunstancias, nuestra experiencia sería engañosa,
seríamos incapaces de juzgar la belleza con alcance universal. La relación que la naturaleza ha
puesto entre la forma y el sentimiento, será más oscura y requerirá mayor minuciosidad al
rastrearla y descubrirla. Es por eso que se debe escoger con cuidado el tiempo y lugar apropiado,
y poner a la imaginación en una situación y disposición adecuada.

Las cosas bellas producen placer, pero este no está garantizado por la presencia de la belleza,
para ello hace falta serenidad mental o delicadeza de imaginación. Sin embargo, esta serenidad
no es suficiente, también se necesita una delicadeza de los sentidos que habilite a “captar
cualidades” de las cosas, que producen ciertos sentimientos. La belleza es accesible solo a quien
tiene la perfección de los sentidos, sin embargo, todo hombre aspira a una perfección del gusto.
La perfección del sentido o placer, es una cualidad deseable y esta puede incrementarse y
desarrollarse, solo por medio de la práctica, manteniendo equilibrados los prejuicios con el buen
sentido y así conservar el buen gusto.
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Consignas sobre Diderot:

5) Comente tres de las doce fuentes de discrepancia entre los juicios de belleza y ejemplifique.

Primera fuente de discrepancia de juicios: “lo bello es el resultado de las relaciones percibidas”
es indudable que “según se tenga más o menos conocimiento, experiencia, costumbre de juzgar,
de meditar, de ver, más amplitud natural en la inteligencia, se dice que un objeto es pobre o
rico, confuso o completo, mezquino o recargado”. Como dice Diderot, muchas veces “el artista
se ve obligado a emplear más relaciones de las que la mayor parte de la gente puede captar” y
en las que sólo los que se dedican a ese mismo arte, los expertos, podrían llegar a conocer el
mérito de esa creación”.

Segunda fuente de discrepancia de los juicios: “Entre las relaciones podemos distinguir infinidad
de clases: las hay que se fortalecen, se debilitan y se moderan mutuamente” Por tanto, podría
haber diferencias en los juicios sobre la belleza de un objeto dependiendo de si quien lo
contempla capta todas las relaciones o si solo capta una parte de esas relaciones.

Cuarta fuente de discrepancia de juicios: la diversidad existente “de talentos y conocimiento”,


que nos impele a que todo lo relacionemos con nuestros propios conocimientos. Así, por
ejemplo, “el pintor que se dedica a buscar efectos de luz, tonos, claroscuros, formas relativas a
su arte, ignorará todos los caracteres que el floricultor admira, e incluso puede tomar como
modelo la flor que el curioso desprecia”.

Undécima fuente de discrepancia de juicios: tendría su causa en el hecho de que a veces


inferimos “la perfección de la obra sólo por causa del nombre del autor” y en las que lo único
que hacemos es admirarla, por lo tanto, como cuando decimos “Este cuadro es de Rafael y eso
basta”. Algo que, evidentemente, sería inaceptable como fundamento del juicio estético.

6) Describa las características principales del genio y comente su proceso de creación.

El genio es quien percibe las relaciones entre las cosas. La manera en que recordamos las cosas
depende de cómo las recibimos. El hombre recibe las ideas de todos los seres con sensaciones,
la mayoría experimenta sensaciones fuertes por la impresión de los objetos que tiene mayor
relación con sus necesidades, gustos, etc. Todo lo que es ajeno a sus pasiones, o no lo perciben,
o solo lo ven un momento sin sentirlo y será olvidado para siempre.

El genio tiene una “fisiología” afortunada que le permite percibir más y mejor las relaciones
entre las cosas aparentemente sin conexión, pero, no obstante, todas necesarias para la
producción general de los fenómenos. La percepción es el resultado del encuentro de los
fenómenos con una disposición particular. Por ello también es relevante el modo en que el genio
ha constituido estas capacidades y, por ello, su educación. Se suma la fisiología y la educación
en la percepción y así se enriquece el objeto percibido.

Sin embargo, Diderot afirma que, sin un entorno social favorable, el genio no se desarrolla. De
ahí, afirma, que haya épocas más fructíferas que otras a la hora de “producir” genios, como nos
demuestran las edades de oro por las que ha pasado nuestra civilización. Pero para Diderot
genio es el genio en acción, en movimiento. Un ente capaz de ordenar la heterogeneidad que
reina en la naturaleza. Al genio todo le llama la atención, y cuando no está entregado a sus
pensamientos ni dominado por el entusiasmo, estudia, por así decirlo, sin darse cuenta; por las
impresiones que los objetos hacen en él, se ve obligado a enriquecerse sin cesar con
conocimientos. El movimiento que es su estado natural en la mayoría de los casos, provoca
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tempestades, y el genio, más que seguir libremente reflexiones tranquilas es arrastrado por un
torrente de ideas

De este modo puede ser genio un artista tanto como un científico. El genio tiene como meta
ordenar la heterogeneidad de lo que se presenta en el campo de los fenómenos. Por
ello, el genio es inquieto, infeliz, necesita viajar, moverse, comprender, sólo así puede gozar,
pero así también sufre. El genio no es feliz, ni puede serlo como los seres mediocres, ya que
conoce demasiado para ser dichoso en un mundo inarmónico. Es por ello también que se refugia
en el arte, que es superior a la realidad. El genio es capaz de violar las reglas de la creación,
incluso de la gramática, en favor de su percepción particular: “no conmueve blandamente,
no agrada sin sorprender, sorprende hasta por sus defectos”.

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