Intervención cognitivo-conductual en un caso de déficit en Habilidades

Sociales

Erika Patricia Fernández Mascheroni

Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”

Resumen

Se presenta la intervención en el caso de una mujer de 41 años de edad, que presenta déficit
en habilidades sociales. El objetivo fue realizar un análisis funcional, como la herramienta a
elección para determinar el plan de tratamiento. Se llevó a cabo un plan de intervención
cognitivo-conductual, que incluyó un proceso de psicoeducación, técnicas de reestructuración
cognitiva, Terapia Racional Emotiva Conductual, entrenamiento en habilidades sociales y
respiración abdominal. La evaluación se realizó mediante una entrevista, auto-registro y los
siguientes instrumentos: Inventario de Asertividad de Rathus (Rathus, 1973; Caballo, 1987),
Escala de Actitudes y Creencias (ABI, Burgess, 1990), versión de Lega et al.), Cuestionario
de Creencias Irracionales de Ellis, Inventario de pensamientos automáticos (Ruiz y Luján,
1991), y el Inventario de Ansiedad de Burns (1999).

Palabras clave: Asertividad, análisis funcional, intervención cognitivo-conductual.

Abstract

The intervention is presented in the case of a 41-year-old woman who has a deficit in social
skills. The objective was to perform a functional analysis, as the tool of choice to determine
the treatment plan. A cognitive-behavioral intervention plan was carried out, which included a
process of psychoeducation, cognitive restructuring techniques, Rational Emotive Behavior
Therapy, training in social skills and abdominal breathing. The evaluation was carried out
through an interview, self-registration and the following instruments: Inventory of
Assertiveness of Rathus (Rathus, 1973; Caballo, 1987), Scale of Attitudes and Beliefs (ABI,
Burgess, 1990), version by Lega et al. ), Ellis Irrational Beliefs Questionnaire, Inventory of
Automatic Thoughts (Ruiz and Luján, 1991), and the Burns Anxiety Inventory (1999).

Keywords: Assertiveness, functional analysis, cognitive-behavioral intervention.

generalmente resuelve los problemas

La conducta socialmente habilidosa es
inmediatos de la situación mientras
ese conjunto de conductas emitidas por un
minimiza la probabilidad de futuros
individuo en un contexto interpersonal que
problemas (Caballo, 1986).
expresa los sentimientos, actitudes, deseos,
Lazarus (1973) fue uno de los primeros
opiniones o derechos de ese individuo de un
en establecer, desde una posición de
modo adecuado a la situación, respetando
practica clínica, las principales clases de
esas conductas en los demás, y que
respuesta o dimensiones conductuales que

1
abarcaban las habilidades sociales. Eran
cuatro: la capacidad de decir no, la
capacidad de pedir favores y hacer
peticiones, la capacidad de expresar
sentimientos positivos y negativos y la
capacidad de iniciar, mantener y terminar
conversaciones (citado por Caballo, 1997, p.
8). Posteriormente, las clases de respuesta
propuestas, han rondado alrededor de estos
cuatro estilos de respuesta. Las dimensiones
conductuales más aceptadas por la
comunidad científica han sido las
siguientes: hacer/aceptar cumplidos, hacer/
rechazar peticiones, expresar amor, agrado y
afecto, iniciar y mantener conversaciones,
defender los propios derechos, expresar
opiniones personales, incluido el
desacuerdo, la expresión justificada de
molestia, desagrado o enfado, petición de
cambio de conducta del otro, disculparse o
admitir ignorancia y hacer/afrontar críticas
(Caballo, 1997). “Este tipo de conductas
han de ser llevadas a cabo por las personas
(donde intervendrán todas las variables
personas) en un entorno particular (donde
se deberán tener en cuenta las variables de
la situación)” (Caballo, 1997, p. 9).
Para llevar a cabo una evaluación
pertinente de las habilidades sociales, el
análisis funcional, ha sido la herramienta a
elección para determinar planes de
tratamientos eficaces, eficientes y efectivos.
“La importancia de la relación entre la
conducta y sus consecuencias y los patrones
únicos que pueden provenir de determinadas
clases de relaciones exige una búsqueda
cuidadosa de las consecuencias que
mantienen las conductas no deseables, así
como de las conductas deseables que
podrían ser reforzadas” (Caballo, 1997, p.
114). La conducta deseada puede no
presentarse en una situación determinada,
esto puede ser explicado, teniendo en
cuenta, los principios del aprendizaje,
incluyendo la falta de reforzamiento, el
castigo del comportamiento o un fracaso
para llevar a cabo la conducta. Las
consecuencias pueden incluir las reacciones
interpersonales, las emociones, el contexto,
las variables fisiológicas y las creencias
(Caballo, 1997). En el presente estudio de
caso único, se relata el caso de una mujer de
41 años, que presenta un déficit en
habilidades sociales. El objetivo del trabajo
es realizar un Análisis Funcional, elaborar
un plan de tratamiento cognitivo-conductual
con el propósito de aumentar el repertorio
de conductas socialmente habilidosas y
reducir excitación fisiológica.
2
Descripción del caso
Identificación de la consultante
La consultante es una mujer de 41 años
de edad, a la que llamaremos María, casada,
con un hijo. Es licenciada en Psicología
Clínica y trabaja en el Ministerio de Salud.
Pertenece a una familia estructurada de
nivel sociocultural medio. En la actualidad
vive con su marido y su hijo de 10 años.
María presenta un déficit en conductas
socialmente habilidosas.
Motivo de consulta
Su motivo de consulta y, por tanto, el
objetivo de evaluación y tratamiento, se
refiere al déficit en habilidades sociales,
específicamente dificultades para hacer/
rechazar peticiones, expresar opiniones
personales, molestia, desagrado, disgusto,
hacer críticas y recibirlas. Asimismo, María
refiere sentir angustia, y activación
fisiológica elevada (sudoración y
palpitación). Comenta que estos problemas
se dan ante distintas situaciones cotidianas,
tanto en el ámbito laboral, académico y en
otras situaciones de interacción social.
Historia del problema
María refiere que durante varios años ha
estado teniendo dificultades en la
interacción social. Comenta que creció en
una familia en donde primaba practicar los
valores cristianos, sus padres han sido parte
importante de su historia de aprendizaje,
teniendo en cuenta, aspectos como evitar
confrontaciones, evitar expresar desagrado,
disgusto y opiniones personales. María
refiere que de esta manera, se lograba el
objetivo de “vivir la vida en paz, sin tener
por qué discutir, y perdonar todos los
agravios que otros cometen”, agrega además
que ante alguna injusticia, su primera
reacción es evitar, no confrontar, y evadir, y
eso muchas veces le produce ansiedad y
angustia.
Evaluación del caso
La estrategia de evaluación llevada a
cabo fue una evaluación multimétodo, se
utilizaron entrevistas, escalas, auto-registro,
y observación. La evaluación inicial del
problema consistió en una entrevista abierta
para recabar la información necesaria para
establecer el análisis funcional. Requirió
tres sesiones, en las que se evaluaron sus
preocupaciones principales sobre distintos
ámbitos de su vida. Se trató de conocer qué
pensamientos existían detrás de esas
preocupaciones y qué hacía para afrontarlas.
Se evaluó en qué medida el déficit de
asertividad interfería en su día a día y si
3
estaba afectando a su trabajo, familia,
pareja, ocio y amigos. En primer lugar, se
pidió un autoregistro semanal que recogía
situaciones de interacción social
problemáticas. Para evaluar la conducta
asertiva se administró el Inventario de
Asertividad de Rathus (RAS, Rathus, 1973;
Caballo, 1987), es una escala para medir la
habilidad social (asertividad) de una manera
sistemática. Consta de 30 ítems, pudiendo
puntuar cada uno de ellos desde +3 <muy
característico de mí, muy descriptivo>,
hasta -3 <muy poco característico de mí>,
sin incluir el 0. Hay 17 ítems en los que se
invierte el signo y luego se suman las
puntuaciones de todos los ítems. Una
puntuación positiva alta indica una alta
habilidad social, mientras que una
puntuación negativa alta indica una baja
habilidad social. Presenta buena fiabilidad
test-retest (de 0,76 a 0,80) y una alta
consistencia interna (de 0,73 a 0,86). Sus
creencias y actitudes, se evaluaron con la
Escala de Actitudes y Creencias (ABI,
Burgess, 1990), versión de Lega et al.
(2002), es un cuestionario de 48 ítems de los
cuales únicamente 24 se utilizan para
evaluar las 7 escalas: 3 escalas de creencias
irracionales y 4 escalas de actitudes
disfuncionales. Cada una de tales creencias
irracionales y actitudes perturbadoras se
puntúa en una escala de Likert de 5 puntos
(escala ordinal) cuyos rangos van de 1 a 5
(1: Muy en desacuerdo; 2: Moderadamente
en desacuerdo;3:Neutral; 4: Moderadamente
de acuerdo; 5: Muy de acuerdo). El rango de
puntuaciones de las escalas de creencias
irracionales oscila entre 8 y 40 puntos,
mientras que el rango de puntuaciones de
las actitudes disfuncionales oscila entre 6 y
30 puntos. Además, se evaluaron las
creencias, con el Cuestionario de Creencias
Irracionales de Ellis. Se evaluó, asimismo,
los pensamientos automáticos de la
consultante, por medio del Inventario de
Pensamientos Automáticos (Ruiz y Luján,
1991), el cual permite identificar los
principales tipos de pensamientos
automáticos presentes en las personas. Por
último, para evaluar el nivel de ansiedad se
administró el inventario de Ansiedad (IAB,
Burns, 1999).
Análisis topográfico y funcional
Los resultados obtenidos en los distintos
instrumentos de evaluación indican que
María presenta un déficit en habilidades
sociales, un estado de ansiedad, y una
activación fisiológica elevada (sudoración y
palpitaciones). Estos problemas se presentan
ante distintas situaciones cotidianas, tanto
4
en el ámbito laboral, académico y en otras
situaciones de interacción social.
En primer lugar, se pidió un auto-
registro semanal que recogía situaciones de
interacción social problemáticas, qué sentía
en esas situaciones, qué pensaba y que hacía
la consultante, junto con el nivel de malestar
(0-10). Con intención de evaluar la conducta
asertiva se administró el Inventario de
Asertividad de Rathus (Rathus, 1973;
Caballo, 1987), en el que obtuvo una
puntuación global de -28 en una escala de
-90 a 90 y puso de manifiesto dificultades
específicas, que corroboraron lo observado
en la entrevista, en hacer y rechazar
peticiones, expresión de opiniones
personales, molestia, desagrado, disgusto,
hacer críticas y recibirlas.
Sus creencias y actitudes, se evaluaron
con la Escala de Actitudes y Creencias
(ABI, Burgess, 1990), versión de Lega et al.
(2002), que arrojó puntuaciones altas en
actitudes generales perturbadoras de
E x i g e n c i a y B a j a To l e r a n c i a a l a
Frustración. Además se evaluaron las
creencias, con el Cuestionario de Creencias
Irracionales de Ellis, las ideas irracionales
predominantes, con mayor puntaje, fueron
cuatro: “es horrible y catastrófico cuando
las cosas no son de la manera en que nos
gustaría” (5 puntos), "Ciertas personas son
malas, viles y perversas y deberían ser
castigadas” (4 puntos), "Se debe sentir
miedo o ansiedad ante cualquier cosa
desconocida, incierta o potencialmente
peligrosa” (4 puntos), y "Es más fácil evitar
los problemas y responsabilidades de la vida
que hacerles frente” (4 puntos). Se evaluó,
así mismo, los pensamientos automáticos de
la consultante, por medio del Inventario de
Pensamientos Automáticos (Ruiz y Luján,
1991), los tipos de pensamientos
automáticos (distorsiones cognitivas) más
presentes en la interpretación de las
situaciones cotidianas de la consultante
fueron los siguientes: falacia de justicia y
los debería. La falacia de justicia consiste en
la costumbre de valorar como injusto todo
aquello que no coincide con nuestros
deseos; los debería se refiere a que la
persona mantiene reglas rígidas y exigentes
sobre cómo tienen que suceder las cosas,
cualquier desviación de estas, la considera
insoportable y puede generar una alteración
emocional.
Para evaluar su nivel de ansiedad se
administró el inventario de Ansiedad (IAB,
Burns, 1999), la consultante obtuvo una
puntuación de 6 puntos, considerada como
ansiedad límite. El problema de ansiedad se
veía facilitado por la existencia de
distorsiones cognitivas como los propuestos
5
por Beck, en concreto las distorsiones
conocidas como “los debería” y la “falacia
de justicia” y creencias irracionales. Esto se
hacía evidente en la entrevista por sus
verbalizaciones sobre cómo deben hacerse
las cosas y cómo deben comportarse los
demás o ella misma: “pienso que no todos
han recibido la educación de buenos
valores”, “me molesta que no sucedan las
cosas como deben ser”, “las palabras que se
prometen no se rompen a la ligera, pero a
ciertas personas ni les va ni les viene”.
Figura 1. Análisis funcional del caso
Figura 2. Mapa de alcance de metas
Tratamiento
Los objetivos de tratamiento fueron
reducir respuesta de ansiedad (activación
fisiológica y tensión muscular), sustituir sus
respuestas pasivas (realizar peticiones de
otros que no desea hacer, no expresar lo que
piensa y siente, etc.) por otras asertivas, y
modificar distorsiones cognitivas y
creencias irracionales: falacia de justicia y
los debería, exigencias sobre su propio
comportamiento y el de los demás. Se llevó
a cabo el plan de intervención de corte
cognitivo-conductual, el cual fue una
combinación de procedimientos
psicoeducativos, aspectos básicos de la
terapia cognitiva de Beck y la Terapia
Racional Emotiva Conductual de Ellis,
junto con entrenamiento en técnica de
respiración abdominal y entrenamiento en
habilidades sociales. La intervención
consistió en 15 sesiones (detalladas en la
Tabla 1) de aproximadamente una hora de
duración. En las tres primeras sesiones se
llevó a cabo la evaluación, entrevista clínica
inicial para la recogida de la información
necesaria para la contextualización y
análisis funcional del caso, también se
aplicaron las pruebas de evaluación
pertinentes. En la cuarta sesión se procedió
a explicar el Análisis Funcional, objetivos y
6
tratamiento. En la quinta sesión, se realizó Referencias
un proceso psicoeducativo sobre conducta APA. (2005) Manual de estilo de
asertiva y el modelo ABC de la Terapia publicaciones de la American
Racional Emotiva Conductual y se Psychological Association. México:
continuó, en la 6ta y el resto de sesiones, Manual Moderno.
con el entrenamiento propiamente dicho, Burns, D. (1999). The feeling good
exceptuando la última sesión que fue de handbook. New York: Plume.
cierre, revisión y refuerzo de logros. Caballo, V. (1997). Manual de evaluación y
Finalmente se realizaron dos sesiones más entrenamiento de las habilidades
de seguimiento. sociales. Madrid: Siglo XXI de
España Editores.
Tabla 1. Desarrollo y descripción de las sesiones
Caballo, V. (1986). Evaluación de las
de evaluación y tratamiento
habilidades sociales, en R. Fernández
Sesión Contenidos Tareas para la casa Ballesteros y J.A Carrobles (comps),
1,2,3 Entrevista inicial. Autoregistro. Evaluación conductual: metodología y
Evaluación y recogida de
información/ revisión de tarea. aplicaciones (3ª edición). Madrid:

4 Explicar Análisis Funcional,

Pirámide.
objetivos y tratamiento.
Labrador, F. (2008). Técnicas de
5 Psicoeducación. Devolución Práctica de la
resultados autoinformes. respiración.
modificación de conducta. España:
Entrenamiento en respiración
abdominal. Pirámide.
6 Reestructuración cognitiva (los Práctica de la
debería y falacia de justicia). Respiración.

7 Debate socrático de creencias

irracionales.
8 Entrenamiento en asertividad. Practicar conducta
asertiva.
9 Entrenamiento asertividad y Practicar conducta
reestructuración cognitiva. asertiva.
10 Reestructuración cognitiva.
11 Revisión registros y nueva
evaluación (post-test).
12 Reforzar estrategias aplicadas y
logros mantenidos. Resolver
dudas sobre interacciones
sociales.
13 Repasar y refuerzo de logros.
Cierre.
14 Seguimiento (1 mes).

15 Seguimiento (3 meses).