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TAFONOMÍA APLICADA
A ZOOARQUEOLOGÍA
www.uned.es/publicaciones
Prólogo ...................................................................................... 11
Introducción.............................................................................. 15
CAPÍTULO 1. LOS ESTUDIOS DE FAUNA. SUS COMIENZOS .......... 19
1.1. La fauna en contextos arqueológicos ....................... 21
1.2. Arqueozoología y zooarqueología ............................ 23
1.3. Importancia de la zooarqueología. Historiografía y
analogía ...................................................................... 25
CAPÍTULO 2. EL DEBATE DE LA CAZA Y EL CARROÑEO. AÑOS
80 Y 90 ................................................................................. 37
2.1. Estrategias de subsistencia. Debate e impulso de la
zooarqueología .......................................................... 39
2.2. Años 80 y 90 el debate se intensifica........................ 46
CAPÍTULO 3. NUEVOS TIPOS DE ARGUMENTOS: LOS ANÁLISIS
PALEOECOLÓGICOS Y LOS ESTUDIOS CON CARNÍVOROS ....... 61
3.1. (1) Los estudios paleoecológicos .............................. 63
3.2. (2) Los estudios con carnívoros................................ 72
CAPÍTULO 4. REFLEXIÓN SOBRE LOS PATRONES UTILIZADOS EN
LA ARGUMENTACIÓN DE LA CAZA Y EL CARROÑEO ............. 95
4.1. Argumentos utilizados en la defensa del carroñeo y
la caza......................................................................... 97
8 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
... los animales de los yacimientos nos interesan desde dos pun-
tos de vista. 1 los que fueron aportados (usos económicos,
acción de otros animales, condicionantes paleoambientales), 2
los que viven allí (paleoambiente, tafonomía, cronología).
(Marshall, 1993, 1994); los Kung (Lee, 1972; Jones & Konner,
1876; Patou Mathis 2000 b), los aborígenes (White, 1952, 1953,
1954, 1955; Gould, 1978, 1980; Binford, 1987 b; Witter, 1990), los
Alyawara (O’Connell & Marshall, 1989), los Nunamiut (Binford &
Bartram, 1977; Spiess, 1979; Enloe, 1993), los esquimales y todos
los pueblos desde el norte de Europa hasta Alaska y Canadá
(Spiess, 1979), los Inuit, los Navajo y otras sociedades (Binford
1981, 1988; Witter, 1990), los Masay (Gifford, 1977; Domínguez
Rodrigo & Marti, 1996; Milo, 1999), los Hotentotes (Poots, 1973),
los Aka (Hudson, 1990, 1991), los Bisa (Crader, 1983), los Dasse-
netuh (Gifford, 1980) los Hadza (Bunn & Blumenschine, 1987;
Bunn et al., 1988, 1991; O’Conell et al., 1990, 1991, 1992; Oliver,
1993; Monahan, 1998; Rogers, 2000; Rogers & Broughton, 2000;
Lupo, 2001; Lupo & O’Conell 2002), los pueblos americanos
(Bichieri, 1972; Clastres, 1972), etc.
Junto a este tipo de estudios etnoarqueológicos basados en las
sociedades humanas, se han producido otros centrados en los car-
nívoros cuya finalidad es estudiar el comportamiento de estos ani-
males para explicar su incidencia y repercusión en el registro
arqueológico. Dentro de este tipo de trabajos destacan sobre todo
el análisis de las alteraciones óseas que producen. Respecto a los
leones destacan las observaciones de Eloff (1964), Sadek Koros
(1975), Curio (1976), Margaret (1977), Bertram (1978), Brain,
(1981), Blumenschine (1986), Van Orsdol (1991), Stiner (1991,
1992), Domínguez-Rodrigo (1994 a, b, 1996 b, 1999 b). para los
lobos destaca el de Mech (1970), Binford (1978, 1981) y Haynes
(1983), el de Johnsinghz (1991) para cuón, el de Solomon & David
(1990), para dingo, el de Schmitt & Juel (1994) para coyote, el de
Fox (1975) y Bekoff (1978) y Scott (1992) para licaón o los de
Scott (1985), Sanchis (2000), Estévez & Mameli (2000), Mondini
(1999; 2000) para zorro. Para los leopardos están los de Simons
(1966), Kruuk & Turner (1967), Smith (1977), Brain, (1981) y
Cavallo & Blumenschine (1989) y para guepardo el de Eaton
(1974). Para los osos no se han hecho demasiados trabajos, pero
destaca el de Haynes (1980, 1981). En el caso de las hienas las citas
se multiplican (Buckland, 1822; Dawkins & Boyd, 1863, 1874;
Fraiport, 1896; Eloff, 1964, 1975; Sutcliffe, 1970 a; Kruuk 1972,
34 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
1976; Mils, 1973, 1974, 1976, 1989; Skiner, 1976; Bearder, 1977;
Henschel & Blotnitz, 1979; Brain, 1981; Vrba, 1980; Bunn, 1983
b; Crader, 1983; Hill, 1980 b, 1983, 1984 a, b, 1989; Potts, 1983; Blu-
menschine, 1986; Richardson et al., 1986; Horwith & Smith, 1988;
Fosse, 1989, 1994 a, b, 1995 a, b, 1996, 1997; Cooper, 1990; Richard
& Berde, 1991; Skiner & Van Aerle, 1991; Cruz Uribe, 1991; Blu-
menschine & Selvaggio, 1991; Marean & Spencer, 1991; Marean et
al., 1992; Kerbis-Peterssen & Horwittz 1992; Lam 1992; Bec-
ker & Read, 1993; Domínguez Rodrigo, 1993 a, b, 1994 a, c, 1996
a, c; Arribas 1995, 1997; Brugal et al., 1997; Horwitz, 1997; Enloe
et al., 2000, etc.). Hay que decir que las investigaciones centradas
en los grupos humanos actuales buscan responder cuestiones que
expliquen determinados aspectos de las sociedades del pasado,
como patrones de captura, formas de caza, pautas de consumo,
aprovechamiento, transporte del animal etc. Por el contrario, los
análisis centrados en los carnívoros se fijan más en procesos de for-
mación y destrucción, ya que la alteración que producen de los
restos óseos puede ser un agente deposicional muy importante.
Todo este tipo de trabajos pueden englobarse en lo que Hill
(1978) ha llamado tafonomía actualista o neotafonomía que impli-
ca la experimentación y observación sobre eventos actuales para
probar las hipótesis empleadas en la interpretación de los registros
arqueológicos.
Tras la «revolución» que supuso la «Nueva Arqueología» en
los estudios zooarqueológicos han surgido multitud de nuevas
corrientes que resumen el panorama actual. Todas estas modernas
corrientes zooarqueológicas se pueden resumir en tres tipos según
Reitz & Wing (1999).
La primera es de tipo más metodológico y, reclama que las
intervenciones arqueológicas sean interdisciplinares y de buena
calidad, para poder contextualizar mejor los restos óseos. Persigue
también, una identificación ósea más exhaustiva y comprender
mejor los procesos de formación, buscando, por tanto, una valo-
ración de los restos óseos más exhaustiva. Nosotros prestamos
especial atención a esta primera corriente.
La segunda es más interpretativa y pretende una mayor rela-
ción de la fauna con las sociedades humanas, así se entiende que
LOS ESTUDIOS DE FAUNA. SUS COMIENZOS 35
y en (1961, p. 297)
The former theory does not necessarily imply that the splen-
didly built Australopithecus was capable of killing the largest as
well as the smallest beasts. It is much more probable that when
it came to a meat diet he was a great extent a scavenger who
collected the remains left over from some carnivore’s kill, or the
body of a beast that had died, and carried selected parts sack to
his dent site to eat at his leisure.
de confrontación (Bunn & Kroll, 1986; Bunn & Eso, 1993), carro-
ñeo ocasional (Klein, 1989, 1994, 1995; Klein & Cruz Uribe,
1996), carroñeo mixto de caza oportunista esporádica (Straus,
1986) o de una situación en la que prima el carroñeo y la recolec-
ción de vegetales y otros recursos secundarios junto a una caza en
los momentos de escasez (Speth, 1987, 1989; Trinkaus 1987;
Marean, 1989; Peters & Blumenschine 1995; Blumenschine &
Peters, 1998; Villaverde et al., 1998; Lupo, 1998).
También hay quienes sugieren un carroñeo estacional en fun-
ción de las migraciones animales y las mayor mortalidad natural
durante determinados momentos del año (Speth, 1987, Capaldo &
Peters, 1995). En casos concretos, Díez et al. (1999 a) hablan de
una caza de animales de pequeño tamaño y un «carroñeo prima-
rio» de las especies de talla media y grande para el estrato Aurora
de Gran Dolina de Atapuerca. Aunque para otros yacimientos del
Paleolítico Inferior español sigue defendiendo un carroñeo antró-
pico marginal (Díez, 1992, 1995; Díez et al., 1996).
Junto a éstos, una gran diversidad de autores también hablan de
estrategias oportunistas entre los primeros homínidos africanos y
europeos (Vrba, 1980; Lewin, 1981; Blumenschine, 1986 a, 1988,
1989, 1995; Shipman, 1983, 1984 a, 1990; Marean, 1989; Turner,
1984 a, 1989, 1991, 1992, 1995; Bar Yosef, 1994; Selvaggio, 1994,
1998 a, b; Capaldo, 1995, 1997; Martínez Navarro & Palmquist,
1996; Arribas & Palmquist 1999; Selvaggio & Wilder, 2001 etc.).
Así, Lupo (1998) habla de un carroñeo oportunista condicionado
por el gasto de procesamiento, Tunnell (1990), Blumenschine
(1995), Selvaggio (1994, 1998) y Capaldo (1995, 1997, 1998)
comentan, que el carroñeo humano debió producirse y especializar-
se sobre las presas de leones o leopardos según propone Selvaggio
& Wilder (2001). Otros como Blumenschine & Madrigal (1993) y
Blumenschine (1995) sugieren la posibilidad de un carroñeo medu-
lar basado en la abundancia de huesos largos dejados por félidos.
Turner (1984 a, 1991, 1992, 1995) propone que la ocupación
de Europa fue ligada a la expansión de los grandes félidos que al
producir carcasas aumentaban las posibilidades de carroñear y,
Gamble (1983) sugiere que las áreas europeas con mayor concen-
tración de restos humanos están en las zonas con menor cantidad
48 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
estrategia entre los Hadza y Patou Mathis (2000 b) entre los Kung,
de esta forma, se describe que en ocasiones cuando se ve a un león
solitario se le acercan sigilosamente y cuando lo tienen acosado el
león huye, o bien encienden un fuego cercano a favor del viento
provocando el mismo efecto. En cualquier caso nos trasmite la
autora que no es una estrategia muy usada y económicamente no
es rentable cuando se trata de presas pequeñas.
Los partidarios de las tesis cinegéticas defienden sus postulados
con la misma metodología utilizada por los partidarios del carro-
ñeo. Es decir, por medio de los patrones de representación taxo-
nómica, los de edad, los de representación esquelética y los de dis-
tribución y cuantificación de marcas de corte y diente. Pero
también completan sus argumentos con otro tipo de datos proce-
dentes de la traceología, la deposición de útiles y la nutrición.
Lalueza & Pérez (1993) muestra como la dieta de los neandertales
de Gibraltar debió ser principalmente carnívora, igual que Boche-
res (1997), Bocherens & Druxler (2003) y Druxler & Bocherens
(2004) entre neandertales y Geigl (1996) en Homo erectus. Walker
(1981) dice que los australopitecos tenían una dieta más frugívora
frente al Homo erectus que según indican los restos de Koobi Fora
que analiza Walker et al. (1982) padeció un trastorno crónico típico
de una dieta excesivamente rica en vitamina A (Hipervitaminosis),
algo que sólo se produce cuando se consume una excesiva cantidad
de hígado, especialmente hígado de carnívoro, o en una dieta espe-
cializada en larvas como propone Skiner (1991). Keeley & Toth
(1981) sugiere que las marcas de desgaste de la industria lítica de
Koobi Fora es indicativa de un consumo cárnico y Clark & Haynes
(1970) muestran como en determinadas acumulaciones la cantidad
de industria asociada a fauna puede indicar consumo cárnico.
Los ejemplos sobre los defensores de estrategias cinegéticas
son muy numerosos por lo que es imposible comentar todos los
casos, pero a continuación se mostraran algunas interpretaciones
basadas en una serie de criterios similares a los que manejan los
defensores del carroñeo.
En función de los patrones de representación anatómica Bunn
(1983 b) habla de la caza de seis individuos, al predominar las
extremidades acompañadas de una alta proporción de vértebras y
EL DEBATE DE LA CAZA Y EL CARROÑEO. AÑOS 80 Y 90 57
1987; Grayson & Delpech, 1994), Mauran (Girad & David, 1982),
la Quina (Chase et al., 1994), Il Skaya (Hoffecker et al., 1991), Mez-
maieskaya (Barysnikov et al., 1996) o Swascombe la alta presencia
de elementos apendiculares superiores y su asociación con marcas
de corte seria sintomático de estrategias cinegéticas. Además, el
patrón atricional con predominio de juveniles en Il Skaya muestra
una estrategia cinegética diferente de la que propone Klein (1982).
En la Quina, la presencia de marcas de corte en distintos ele-
mentos axiales se asocia al consumo cárnico y, por tanto, a un pro-
tagonismo antrópico anterior al de los carnívoros, cuya acción ha
quedado atestiguada a través de multitud de marcas de diente que
indican su intervención en el yacimiento (Chase et al., 1994).
Para otros lugares musterienses, Chase (1986, 1987, 1988,
1989 y 1991) interpreta una estrategia cinegética dependiente del
medio, que ha propiciado que en determinados yacimientos se die-
ran patrones especializados sobre especies migratorias. Este autor
frente a Klein no ve diferencias entre la subsistencia del Paleolíti-
co Medio y el Paleolítico Superior. Sus argumentos se basan en la
abundancia de marcas de corte y de elementos apendiculares
superiores. Para el Paleolítico Medio alemán, Gaudzinski (1996,
1999, 2000) y Roebroks (2000), también han documentado estra-
tegias cinegéticas para este periodo en función de los patrones
esqueléticos, los de edades y los de alteración ósea.
En otros sitios como en Kobeh Cave y Die Kelders Cave,
Marean (1998) interpreta un comportamiento cinegético antrópi-
co al presentar una representación anatómica bastante compensa-
da con abundancia de elementos apendiculares y reducidos por-
centajes de marcas de diente en torno al 16-20%, frente aquellas
acumulaciones en las que intervienen primero los carnívoros con
valores superiores al 80 % de marcas de diente. Destaca también
la mayor proporción de marcas de corte, que especialmente se
producen sobre las cañas. Lo que para este autor es sintomático de
un rico acceso cárnico igual que para Bunn & Krull (1986) y
Domínguez (1997 a, b, c, 1999, 2002) lo es en otros yacimientos.
Para otros asentamientos del Middle Stone Age, Klein (1979) y
Klein (1994 b, 1998) interpreta que los homínidos de aquel momen-
to eran unos cazadores menos eficaces que los del Upper Stonne
EL DEBATE DE LA CAZA Y EL CARROÑEO. AÑOS 80 Y 90 59
TABLA 3.1
Oportunidades de carroñeo principales tras la acción de los carnívoros
Posibilidades de carroñeo
Presas Presas Presas Presas
Animales
< 60 kg 6-100 kg 100-400 kg > 400 kg
Félidos Nada Médula Igual pero más Más carne
Medianos y cabeza carne en cabeza y
elementos distales
Leones Nada Nada Médula y cabeza Más carne
Hiena Nada Nada Nada Carne en función del
grupo
Cánidos Nada Nada Carne y huesos Carne y huesos
Buitre Médula Médula Médula y carne Médula y carne
Horas 30 min. <2 h 2-4 h 400-800 kg 8 h
ó más días
CARNÍVORO PRESA CARNE MÉDULA CONSU. DEJA
León Tipo 1-2 hasta 100 kg Todo Consume epif., axial Cabeza
León Tipo 3-4 hasta 400 kg Todo Epífisis y axial Cabeza, médula y
distales
León Tipo 5-6 > 800 kg Parte Carne, medula,
cabeza (según
Tamaño Grupo)
Hiena Tipo 1-2 hasta 100 kg Todo Todo Nada
Hiena Tipo 3-4 hasta 400 kg Todo Todo (según Tamaño del
Grupo)
Hiena Tipo 5-6 > 800 kg Parte Parte Carne, medula,
cabeza (según
Tamaño Grupo)
Leopardo Tipo 1-2 Todo A veces Medula y cabeza
Leopardo Tipo 3 Parte Medula, cabeza y
carne
Modificado a partir de Blumenschine (1986) y Blumenschine & Cávalo (1992).
NUEVOS TIPOS DE ARGUMENTOS: LOS ANÁLISIS PALEOECOLÓGICOS… 65
TABLA 3.2
Blumenschine (1986). Tiempo de consumo y tamaño de presa
TABLA 3.3
Correspondencia de talla de presas por tipo de carnívoro
TABLA 3.4
Diferencias anatómicas según Binford (1981) entre la acumulación de un
Kill site (matadero) y un Dents site (cubil)
TABLA 3.5
Diferentes grados de alteración ósea practicadas por lobo modificado
a partir de Haynes (1980 a y 1982), en Lyman (1994-148)
nes suelen ser los individuos más débiles como los infantiles, los
viejos o los solitarios. Así, para el caso de animales como el búfalo
suelen atacarse a los machos viejos, ya que cuando llegan a esta
edad se vuelven agresivos y son expulsados por la manada que-
dando aislados y más vulnerables frente a los grandes carnívoros.
Las únicas opciones que dejan los leones de carroñear son en las
sabanas húmedas de los hábitat abiertos con una marcada estacio-
nalidad y una amplia biomasa migratoria (Tappen, 1992), y en las
sabanas semiáridas de los hábitat cerrados de gran estacionalidad,
donde la biomasa esta sujeta a procesos migratorios (Blumenschine,
1986). En cualquier caso, las posibilidades de carroñeo dependen
de la cantidad de hienas, leones, la estación y la presión trófica.
En el trabajo de Domínguez (1999 b) sobre la sabana abierta
semiárida de Masai Mara se observan episodios cinegéticos de
varias presas al día tal y como documenta también Schaller (1972)
y Kruuk (1972) en lugares con una gran cantidad de biomasa. Se
aprecia que en ocasiones interrumpen el consumo de una de las
piezas, lo que es aprovechado por las hienas. Este abandono de
parte de la carcasa para un consumo pospuesto lo documenta tam-
bién Schaller (1972) y Domínguez (1996 c) y solo se produce cuan-
do hay una gran abundancia de recursos que permite cazar varias
piezas al día. Otra curiosidad de este estudio es que la mayor parte
de las carcasas se producen en medios abiertos, lo cual es normal
si se considera que es en este tipo de medio donde ocurre la mayo-
ría de los eventos cinegéticos.
Entre las alteraciones óseas que producen los leones hay scores,
punctures, pits y furrowing que luego se definirán con mayor preci-
sión. Los porcentajes de marcas de diente que suelen dejar están
próximos al 80% de los restos (Domínguez, 1999 b). Este autor ha
documentado que la cabeza tiene un 14-20% de marcas de diente,
el axial un 100%, los huesos superiores un 40%, los apendiculares
mediales un 30% y los apendiculares inferiores un 5%, los cuales se
distribuyen en un 16% sobre las diáfisis y un 50% sobre las epífisis.
El consumo de las presas suelen hacerlas en el mismo sitio de
muerte por lo que no producen una gran disgregación de los restos.
La dispersión de la carcasa como la intensidad del consumo depen-
de de la presión alimenticia, así hemos visto que en los momentos
90 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
deban a los osos. En referencia con esta discusión sobre los res-
ponsables de la mortalidad de los osos y su representación en las
cuevas, Patou Mathis (1988) contrapone los argumentos utilizados
por los defensores de la caza del oso y sus detractores. Destacan-
do los siguientes argumentos:
1989 b), pero según sea el medio en el que esta enterrado la con-
servación puede variar. Así, en lugares húmedos la perdida del con-
tenido orgánico e inorgánico del hueso es mayor que en los medios
secos (Dirrigl, 2001), por este motivo es importante conocer el
ambiente en que ha tenido lugar el enterramiento, ya que este tiene
una influencia crucial en la conservación.
La naturaleza de los sedimentos y el suelo son el elemento más
importante que intervienen en el potencial de preservación de los
restos óseos. Los factores pedogénicos son también muy influyen-
tes en la conservación, ya que en función de las características del
suelo la destrucción será mayor o menor. Hay tres factores que en
este sentido tienen un papel clave, la velocidad de sedimentación,
la naturaleza del suelo y la acción descomponedora de los micro-
organismos. Algunos depósitos favorables pueden ser los suelos
arcillosos de las cuevas que limitan la circulación de agua y la oxi-
dación siendo un gran protector contra los ataques ácidos. Las
terrazas fluviales, los medios margosos y los depósitos arcillosos
también son favorables frente a los arenosos de grano grueso que
por su acidez son menos favorables. Lo mismo ocurre con los
medios húmedos muy ácidos en los que solo es posible la conser-
vación si la sedimentación es muy rápida, ya que en estos medios
la acción descomponedora de microorganismos e insectos es muy
marcada, y la acción descalcificadora es mayor ya que los huesos
tras perder la estructura de su tejido protector se convierten en
entidades flexibles y deformables que si se impregnan de sales,
hierro o manganeso aceleran su desintegración (Villalain, 1992).
En la historia pedogénica de los suelos hay tres procesos claves.
La oxidación producida por el oxígeno, la hidrólisis producida por
la acción del agua y la disolución producida por los ácidos minera-
les y naturales. Igualmente el PH es un factor importante ya que si
es inferior a su valor óptimo (7), la solubilidad de los elementos
minerales aumenta afectando negativamente a la conservación y si es
superior la solubilidad de los elementos minerales Ca y Co3 y la
hydroxiopatita provocara una fuerte disolución sobre los restos
óseos que puede llegar hacerlos desaparecer (Auguste, 1994 b).
Dentro de la historia del suelo pueden darse procesos ocasionales de
reactivación del suelo en el que por diversas circunstancias unos
130 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 4.1
Diferencias interpretativas de Klasies River Mouth.
(Klein, 1976 VS Binford, 1984)
TABLA 4.2
Porcentajes de marcas de diente en diferentes experimentos
a partir de Marean & Kim (1998)
partes cárnicas más importantes tal y como hacen los pueblos que
él analizó etnológicamente (Binford, 1978, 1981), por el contrario
una estrategia oportunista tendente al aprovechamiento de recur-
sos abandonados por otros predadores indicarían un patrón de
transporte caracterizado por elementos poco alimenticios, siempre
y cuando se transporten los elementos a un campamento base. Ya
que de consumirse el animal en el matadero en una economía caza-
dora, se obtendrán patrones de alteración ósea típicos de una
situación tal, como marcas de desmembración, fracturas de cierto
tipo etc. frente a un comportamiento secundario que mostraría un
importante consumo de médula. Siguiendo su planteamiento ana-
liza una muestra ósea bastante inferior a la de Bunn & Kroll (1986)
e indica que muchos restos presentan marcas de diente y pautas de
fracturación típicas de los modos producidos por carnívoros como
los llamados «cilindros» o la ausencia de epífisis frente a las diáfi-
sis. Lo que refleja la acción carnívora en el yacimiento.
La presencia antrópica viene atestiguada por la existencia de
marcas de percusión sobre huesos y, dados los perfiles esqueléti-
cos ricos en elementos de escaso valor alimenticio, Binford con-
cluye que los homínidos de Olduvai tuvieron una estrategia carro-
ñera marginal.
En este mismo año, los trabajos de Bunn (1981) y Bunn et al.
(1980) sobre FxJj 50 en Koobi Fora interpretaron estrategias cine-
géticas, al presentar trazas de descarnación y de desmembración,
frente a Binford que las interpretó estas marcas como poco diag-
nósticas. Posteriormente nuevos trabajos de Bunn (1982, 1983)
sobre Koobi Fora muestra que la situación anatómica de determi-
nadas marcas de corte sobre elementos diafisiarios son indicativas
de un alto acceso cárnico, de la misma forma dice que la alta pro-
porción de marcas de corte de FLK contrasta con las de los yaci-
mientos holocénicos de Prolonged Briff y Chencherene con pro-
porciones menores. Frente a esta postura Shipman (1983)
interpreta que las marcas de corte sobre diáfisis no son indicativas
de un alto acceso cárnico ya que en sus estudios sobre otros sitios
holocénicos, las epífisis contienen más marcas que las diáfisis.
Además, interpreta las marcas sobre diáfisis como la consecuencia
del aprovechamiento de residuos cárnicos marginales. Por lo que
LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)… 151
y falseada. Esto puede verse en las tablas (5.1-5.2) donde los datos
que presenta, Selvaggio son menores a los de los demás autores.
En otro trabajo posterior Selvaggio & Wilder (2001) trata de
demostrar como los homínidos se especializaron en carroñear car-
casas originadas por leopardo. Para ello se miden las marcas de los
dientes que presentan los huesos, diferenciando entre diáfisis,
metadiáfisis y epífisis, sin embargo, a pesar de sus conclusiones,
donde destaca la acción de hiena y leopardo sobre los huesos de
FLK, más bien parece que los datos se acercan más a los del león
y hiena en el tejido epifisiario y a hiena y leopardo en el diafisiario.
En el experimento de Capaldo (1995, 1997) se desarrolla una
metodología parecida a la de los dos estudios anteriores. En este
caso, no se cuentan las marcas de forma conjunta como hacía Sel-
vaggio, pero se descarnan los animales con utensilios de metal, lo
que puede aumentar la proporción de marcas de corte. La extrac-
ción del periostio también puede aumentar la representatividad de
las marcas de corte e infrarrepresentar las de diente, lo cual pude
verse claramente en la tabla (3.1). Así en el segundo tipo de expe-
rimento, en el que se exponen restos fracturados a los carnívoros,
las marcas de diente presentan unos valores menores que otros
estudios usando experimentos del mismo tipo, y la proporción de
marcas de corte en este experimento es ligeramente superior a la
de otros experimentos de similares características. Otro problema
que presenta el experimento de Capaldo, al igual que lo hace el de
Selvaggio y Blumenschine, es que cuando se encuentran un ele-
mento epifisiario junto a la metadiáfisis y la diáfisis es considerado
como un elemento epifisiario, lo que falsea la representación de las
marcas. Por ejemplo, estos autores a un hueso completo lo consi-
deran como dos secciones (epífisis proximal y epífisis distal), cuan-
do en realidad sería cinco (las epífisis aludidas, las metadiáfisis
proximal y distal, y la diáfisis). Al final, como Blumenschine y Sel-
vaggio, aplica los resultados de su experimento a FLK, llegando a
las mismas conclusiones que los otros autores. Definiendo así el
modo tripartito de félidos-homínidos y hiénidos y se critica el cine-
gético de Bunn & Kroll (1986).
Así dice que los argumentos de estos autores en referencia a los
patrones de transporte que explican la representación anatómica
TABLA 5.1
158
Presentan Domínguez (1997 a, b, c); Domínguez & De la Torre (1998) % Capaldo (1977) % Selvaggio (1998) % Selvaggio
Experimentos (1994)
% MC H. H. H. H. H. C-H C-H C-H C-H H. C-H H-C H-C rotos C-H C-H-C C-H
Elementos Total Total Total Total Total Total
Apendiculares H1S1 H1SI 2a H1S1 2b H1SI 2 c H1S1 2 d H2S1 2a H2S1 2b H2S1 2/3a H2S1 2/3B Total
Superior 45 50 77 62 50 3 17 0 8 60 (25-87) 8 (16-0)
Medial 36 36 23 38 43 27 42 40 70 30 (66-15) 20 (54-0)
Inferior 19 14 0 0 7 70 42 60 23 10 (35-0) 50 (70-30)
Limbs Total 58 55 54 42 29 24 29 7 20 45 (26-64) 12 (0-25) 25 (44-18) 18 (10-18) 4 (2-6,1) 9 (3-19) 34
NISP Total 73 40 24 31 48 123 42 67 66 216 298 148 96
Epíf Prox 50 (50-0) 32 (33-30)
Epíf Dist 50 (100-0 50 (25-63)
Epífi. Tot 46 (35-57) 16 (0-33) 5 (0-9) 2 (0-7) 37
Met. Prox. 29 18 7 23 7 53 8 40 15 7-30. (20) 8-50.
Met. Dist 29 27 38 23 21 23 50 40 46 20-40 30 (20-50)
Metadiaf. Tot. 45 (30-80) 16 (0-33) 47 (65-36) 25 (26-24)* 3 (0-6) 18 (0-42) 30
Diáfisis 43 55 54 54 71 23 42 20 38 50 (25-74) 8 (20-0) 22 (15-42) 13 (12-14) 2 (0-5) 3 (1-6) 17
Diferencias 1. No se extrae el Periostio. 2. Se cuentan sobre NR. 3. Se hace sobre animales de talla 3 y 4. Se descarna los animales con piezas líticas. 1. Se quita el periostio. 1. No se quita el perios-
entre estudios 5. Cada sección es tratado de forma individualizada igual que cada marca 2. Uso de metal. 2. Ani- tio. 2. Se usa lítica.
males talla media. 4. No 3. Aplicable a tax. Pe-
se separa diáfisis y meta- queños. 4. hace agrupa-
diáfisis. ciones por marcas.
TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 5.2
Modos experimentales marcas de diente. H: Hombre, C: Carnívoro
%MD Blumenschine 1988 Marean & Kim Domínguez Selvaggio (1998) Capaldo (1997) Selvaggio
*División Tax 1995 (1998), & De la (1994)
talla (3-4/1-2) Blumenschine Torre (1999)
& Marean (1993)
Elementos Apendiculares H-C C C H-C H-C C-H C-H-C H-C H-C C-H
sin romper pero rotos
Superior
Medial
Inferior
Limbs Total 20 (8-45) 84 (33-100) > 80 8-45 45 23 (17-30) 26 (15-37) 63 (86-56)* 21 (27-19)* 65
Ep. Total 80 (100-0) 100 40-100 66-21 80 (52-100) 23 (15-30) 19 (0-49) 100 (100-100)* 75
Metad. Prox.
Metad. Dist.
Metad. 61 (29-92) 80 (0-100) 78-87 50-21 50 (22-77) 17 (32-68) 31 (9-53) 72 (88-64)* 39 (48-31)* 63
Ep. Prox. 100 (100-100)* 56 (72-46)*
Ep. Dist 100 (100-100)* 61 (67-57)*
LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)…
Diáfisis 10 (2-29) 83 (45-90) 68-76 10-7 39 (17-61) 22 (13-31) 23 (11-35) 57 (66-54)* 15 (16-14)* 47
159
160 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 5.3
Patrones de marcas en FLK Zinj 22
industria lítica, por lo que el autor concluye para este lugar y otro
GAJj5 que los homínidos debieron intervenir en el consumo de
dicho animal, trasladando después del consumo sus útiles para
aprovecharlos en otro lugar. También Brugal (1992) identifica en
Isenya una importante actividad antrópica, frente a los carnívoros
que debieron intervenir como carroñeros y Plummer et al. (1999)
muestra la presencia de marcas de corte en el yacimiento olduva-
yense de Kanhera.
Con relación al registro europeo también se ha comentado el
caso de algunos sitios que han estado rodeados de cierta discusión,
como Grotte Vaufrey, cuya interpretación en la monografía de
Rigaud (1988) presenta conclusiones diferentes según los análisis de
Binford (1988 b) y otro investigador, de la cual se hace eco en varias
publicaciones posteriores de Marean (1998), Marean & Kim (1998)
y Marean & Asefa (1999). Pero si el caso de este lugar ya se trato en
paginas anteriores, en esta ocasión nos vamos a referir muy breve-
mente al caso de Torralba y Ambrona, un lugar interpretado tradi-
cionalmente como un cazadero pero que en realidad encierra una
historia tafonómica mucho más compleja como han mostrado
numerosos autores (tabla 5.4). En esta ocasión y a diferencia de los
que se hizo con FLK Zinj no nos vamos a referirnos a todos los estu-
dios relacionados con este sitio, ya que es algo que se ha resumido
en la tabla 5.4 (Yravedra, 2001). En definitiva Torralba y Ambrona
son unos palimpsestos, en los que han intervenido diferentes agen-
tes tafonómicos, tanto antrópicos, como biológicos y abióticos.
Por último y tras haber visto la discusión interpretativa con-
cerniente a varios yacimientos y la problemática metodologíca que
les ha ido acompañando a lo largo de la investigación, nos referi-
remos a continuación a un yacimiento excavado en los años noven-
ta y que es un modelo de planteamiento metodológico tafonómico
ya que el análisis de sus materiales ha permitido construir una crí-
tica seria y razonable de los métodos de investigación e interpreta-
ción. A este lugar ya nos hemos referido anteriormente con los tra-
bajos de Marean (1998) y Marean & Kim (1998).
Las excavaciones de Die Kelders Cave comenzaron antes de los
años setenta, pero no se retomaron hasta el año 1992 (Avery et al.,
1997). Lo primero en reflejar el avance de Avery y sus colaboradores
TABLA 5.4
166
1. Yacimiento más anti- 1. Relación sincrónica 1. Se da todas las labo- 1. No puede haber 1. Mayor papel de epi- – Shipman & Rose 1. Torralba y Ambrona 1. Historia Tafonómica
guo de Europa. de ambos sitios. res de carnicería. conducción de mana- sodios naturales. (1987 b) coinciden en Son depósitos inde- compleja. Multitud de
2. Las materias primas 2. Datación en el ciclo 2. Representación Ana- das porque implicaría 2. Acción de carnívoros observar una gran alte- pendientes. episodios,
son de aporte antrópico. del Riss del 300.000. tómica diferencial se un patrón de mortali- importante con marcas ración de los restos 2. Historia Tafonómica 2. Las acumulaciones
3. Es un cazadero de- 3. Es un cazadero de debe al transporte de dad catastrófico y el de diente y coprolitos. (erosión, rodamiento y compleja. Multitud de no coinciden con las
bido a que no hay co- paquidermos y otros aquellas secciones ricas que aparece es atricio- 3. Papel humano mi- abrasión) Aunque la episodio. producidas por causas
nexión anatómicas. taxones. en carne. nal. noritario como carro- acción Humana y de 3. Mala conservación, naturales ni en NISP
4. No están rodados los 4. Presencia de Fuego 3. Uso de la analogía. 2. Presente acción de ñeo marginal. Carnívoros también es de corticales. ni en MNI, ni en
huesos, por lo que no (Biberson). 4. Acción de los carní- carnívoros. 4. Asociación de in- presente. 4. Evidencia de co- representación. Anató-
hay un aporte fluvial. 5. Se piensa en lagunas voros marginal y los 3. Representación Ta- dustria a ciervo, Equus – Haynes (1983). (ac- rrientes hídricas. mica.
5. Se caza por medio rodeada de vegetación coprolitos son sólo en xonómica difiere de la y Bos. tualismo). Acumula- 5. Ausencia de fuego 3. Las Marcas de Dien-
de la emboscada, ten- herbácea. el paso. de Aguirre. 5. Fuego es natural. ción de origen natural e industria ósea o de tes son Inferiores a las
diendo trampas en los 6.Hay evidencias de tra- 5. La acumulación res- 4. La representación 6. No cultura ósea ni en el que los elefantes madera. que se producen en una
lugares donde las pre- bajo de madera y hueso. ponde a un aporte an- anatómica es el resulta- de madera. de la sabana en época 6. Ambrona es lacustre acción primaria de féli-
sas beben. Las Puntas Freeman. trópico primario. do de muchos fenóme- 7. Distribución va- de sequía reexcavan y Torralba es fluvial. dos y équidos.
6. Imposibilidad de la 7. Achelense. 6. Industria ósea y de nos algunos de carácter riada. sobre las charcas, frac- 7. Amplio lapso de 4. El porcentaje de
muerte por causas na- 8. Asociación de Fauna madera. natural. 8. No conducción de turando los huesos y tiempo en la formación marcas antrópicas se
turales de las especies. e industria. 7. Uso de fuego. 5. Hay trampling. manada. rompiéndose las de- de los yacimientos. sitúa en un acceso pri-
(continúa)
TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 5.4 (CONTINUACIÓN)
Patrones de interpretación de Torralba y Ambrona (Yravedra, 2001). Referencias de equipo actual.
(Villa, 1990; Martínez et al., 1997; Pérez González & Santonja, 1997; A. Santonja et al., 1996)
7. Ausencia de eviden- 9. El Yacimiento es un 8. Define diferentes 6. Debió darse un im- 9. Edad indica muerte fensas, lo que contradi- 8. Hay microfallas. mario según otros yaci-
cias de fuego. depósito charca-tram- suelos de ocupación en portante rol post-mor- natural. ce el papel antrópico 9. Posición secunda- mientos.
pa. Torralba. ten. 10. Partes anatómicas de las puntas Freeman, ria de los restos como 5. Los perfiles de edad
10. Ausencia de altera- 9. Critica las precisio- 7. Importante conser- un consumo de recur- favorece el Trampling muestra la ausencia de de Equus y Bos no coin-
cicones Postsedimenta- nes de Haynes, Klein y vación diferencial. sos poco cárnicos. Marks y la fracturación restos de talla o de mi- ciden con los que se
reas. Binford y defiende el 8. Duda del exclusivo 11. Critica los su- de los restos. crofauna en posición producen en cánidos.
11. Caza por conduc- protagonismo antrópi- protagonismo antrópi- puestos suelos de – Díez (1992-95) Clasi- secundaria. 6. Los elefantes no sue-
ción de manadas (Bús- co. co. Ambrona. ficación de nuevos sue- 10. La fragmentación len ser presas de leo-
ter). 9. Piensa en que las 12. Los materiales líti- los critic. el expuesto puede ser de origen nes.
acumulaciones tienen cos el resultado de una por Freeman, natural. 7. Los bóvidos no pre-
lugar en un lapso cro- reutilización en una Historia tafonómica 11. Se tiene en cuenta el sentan marcas de dien-
nológico corto y sin- escala temporal compleja. contexto de deposición. tes.
crónico. amplia. Conservación Diferen- 12. Importante acción
cial. hídrica.
Carroñeo. 13. Las acumulaciones
Especulación en reco- de Ambrona y Torral-
nocer los bordes de la ba. No son el resultado
LA CLAVE: LOS PATRONES DE ALTERACIÓN ÓSEA: FLK ZINJ 22 (OLDUVAY)…
INTRODUCCIÓN A LA TAFONOMÍA
Montelius (1888: 5)
...all the bones were gnawed and scored by teeth, the lower jaws
where without the angle and coronoid process (see fig. 92) and
the hallow bones witch contain marrow were broken, while
were sotd and marrowless were for the most part perfect,
TABLA 6.1
Mecanismos que operan en la historia tafonómica
... son surcos de forma lineal producida por presión con un filo
cortante, implica un movimiento direccional del útil sobre la
superficie ósea. Su longitud, profundidad y anchura es varia-
ble, tiene sección en V y microestriaciones finas, múltiples y
paralelas en su interior,
Tras ver los diferentes tipos de marcas hay que decir que cada
una suele estar relacionada con algún tipo de actividad. Por ejem-
plo, las marcas de percusión suelen estar asociadas a la extracción
198 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 7.1
Resumen de nomenclaturas para las marcas antrópicas
todos las secciones óseas tienen el mismo aporte calorífico, así las
epífisis y los elementos esponjosos son mejores combustibles que
las diáfisis. Se observa también como los huesos sólo pueden ser
utilizados como combustible una vez que el fuego ya se ha estabi-
lizado, por lo que necesita de la madera u otro combustible para
prender y poder liberar energía. Por otro lado a diferencia de la
madera, el hueso es menos sensible a la humedad y por tanto no
depende tanto de las condiciones climáticas externas (Perles,
1977). En el trabajo al que nos referíamos anteriormente de Cos-
tamagno et al. (en prensa) se trata de crear unos parámetros con
los que identificar la utilización de hueso como combustible. En
función de ellos, estos son que debe haber un alto porcentaje de
huesos calcinados, dentro de los restos quemados deberá haber
una gran proporción de elementos esponjosos, aunque se recono-
ce el problema de esto, dada su peor conservación frente a los ele-
mentos diafisiarios, y por último debe haber entre los restos que-
mados un alto porcentaje de fragmentos indeterminables.
Siguiendo este criterio, algún autor como Castel (1999) ha sugeri-
do usos óseos como combustible especializados de otros oportu-
nistas. Así en el estudio zooarqueológico de los yacimientos de
Combe Saunière y Couzoul de Vers (Francia) ve que en el primer
caso aparecen calcinados y carbonizados gran cantidad de restos
óseos procedentes de todas las secciones anatómica, lo que es
interpretado como una utilización ósea como combustible oportu-
nista poco selectiva, en la que se usa el hueso como combustible,
bien como medio para eliminar residuos o como medio de renta-
bilizar la durabilidad de las estructuras de combustión. Sin enbar-
go en Couzol de Vers, sólo aparecen calcinados y carbonizados
restos procedentes del esqueleto axial o de las epífisis del apendi-
cular, lo que es interpretado como un uso selectivo intencional.
En un último trabajo experimental desarrollado por Yravedra
et al. (en prensa) se han comprobado muchas de las observaciones
descritas por Costamagno y Thery-Parisot en sus experimentos, de
tal manera que se ha comprobado que el hueso funciona como un
correcto elemento auxiliar de la madera para la prolongación de la
durabilidad de los hogares, pero que es inservible para aumentar
la temperatura o iniciar un fuego. Al mismo tiempo, se ha visto
228 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 8.1
Resumen de los patrones de alteración ósea de carnívoros
FIGURAS 8.3 Y 8.4. Furrowing producido por cánidos, figura 8.4 muestra
además colapso total de la epífisis.
TABLA 8.2
Distancia en mm entre los caninos de diferentes carnívoros
(Brain, 1970; Guthie, 1990)
TABLA 8.3
Medidas en mm de carnívoros actuales a partir de Selvaggio & Wilder,
(2001) y Domínguez & Piqueras (2003)
TABLA 8.4
Alteraciones producidas por carnívoros según Domínguez (1994 b)
TABLA 8.5
Características de las alteraciones producidas por pequeños
mamíferos a partir de Andrews & Evans, (1983)
1985; Cáceres, 2002, fig. 3.2.4, Fernández Laso, 2002). Este tipo
de marcas las producen cuando sujetan el hueso longitudinalmen-
te respecto al eje mayor del hueso y realizan movimientos en zig-
zag con su mandíbula dejando superficies aplanadas y extremos
apuntados. Junto a los zigzag pueden ocasionar también aserra-
mientos y marcas en forma de horquilla (Cáceres, 2002, fig. 3.2.4).
En las observaciones de Greenfield (1988) sobre las alteracio-
nes producidas por suidos se ve que prefieren los huesos de ani-
males pequeños que grandes. Así de un conjunto original tras su
actuación solo se recogen el 10% de los huesos de oveja frente al
90% de los huesos de vaca. De todas maneras todos los huesos
son mordidos de forma extensiva y preferencialmente por las epí-
fisis y elementos ricos en grasa, de hecho el 10% de los huesos de
vaca que desaparecen son principalmente vértebras. En la morfo-
logía de sus marcas este autor destaca la ausencia de perforacio-
nes y la morfología de las marcas suelen ser largos surcos en forma
de pala, es lo que llama «Long Shovel-type Marks» que los produ-
cirían los incisivos.
TABLA 8.6
Patrones de Huesos sin fragmentar en acumulaciones actuales
a partir de Andrews (1983)
TABLA 9.1
Conclusiones Sobre Experimento de Trampling
TABLA 9.2
Behrensmeyer (1978) Weathering para animales
de peso superior a 5 kg
TABLA 9.3
Weathering para mamíferos pequeños (Andrews 1990)
Conard & Dennell (1995) y Conard (1999) han visto que los
huesos secos articulados son los más susceptibles de sufrir trans-
porte acuático, debido a que al estar articulados su superficie es
mayor. Por otra parte, Hanson (1980) dice que el transporte no
esta condicionado por la forma o las características del hueso, sino
por la fuerza de la corriente y la capacidad de rodamiento de los
huesos, lo cual según mi experiencia es mayor en elementos como
los metapodios o el radio y menor, en otros como la mandíbula o
las costillas. Por otro lado, según Hanson (1980) en los medios de
baja energía como los deltas, dice que habrá una representación de
todos los elementos incluidos los más proclives al transporte. Por
el contrario, en aquellos medios de alta energía como los canales
aparecerán sobrerrepresentados los elementos más resistentes al
transporte, algo que ha observado Badam et al. (1986) entre los
perfiles esqueléticos de una acumulación producida en este medio,
la cual no presenta elementos como falanges o ulnas de mayor flo-
tabilidad que los huesos largos, que sí aparecen.
En función de la matriz sedimentaria y el tipo de depósito flu-
vial en el que se integran los restos óseos, Behrensmeyer (1988) ha
observado que en depósitos de canal de escasa y alta energía, el
transporte y las alteraciones óseas varían. Así, se observa que en
canales de agua de baja o reducida energía pueden formarse inter-
canales de pequeño tamaño o también restos de canales mayores
tipo abrevaderos. En dichos contextos se preservan más los hue-
sos largos y los dientes, se produce abrasión, rodamiento de los
ejes y la fragmentación puede variar pero con frecuencia es alta, no
suelen darse conexiones anatómicas y la orientación de los huesos
va en el sentido de la corriente. En yacimientos tipo canales de
mayor energía los huesos no suelen estar rodados y presentan bor-
des frescos, la fragmentación es variable y la orientación depende
de la matriz y la corriente, así en depósitos de barro carecen de
orientación clara.
Junto al transporte las corrientes hídricas también pueden oca-
sionar otro tipo de alteraciones. Como fuerza erosiva pueden pro-
ducir erosión física y disolución química (Behrensmeyer et al.,
1989). La acción física puede ocasionar pérdida de la superficie
externa, estriaciones (Behrensmeyer, 1991), pulidos, lustre (Brett,
LAS ALTERACIONES DE CARÁCTER NATURAL NO BIOLÓGICAS 277
9.7. MINERALIZACIONES
TABLA 9.4
Estados deposicionales y atribuciones de los sedimentos (Butzer, 1982)
PRIMERAS CONSIDERACIONES
Durante todo este trabajo se ha hecho un amplio recorrido
sobre la significación de los huesos en el registro, y en especial en
el arqueológico. Se ha empezado por definir las ciencias que afron-
tan el estudio de los restos óseos y como ha evolucionado su desa-
rrollo. Después se ha pasado a la pregunta central que implica el
conocimiento de la relación de los restos óseos con el ser humano
y para ello, una de los primeros interrogantes que podemos hacer-
nos, es saber como son adquiridos los animales que aparecen en
los yacimientos. Una vez que se le haya dado respuesta a esa pre-
gunta y hayamos confirmado el protagonismo antrópico y la mane-
ra de adquisición, podremos plantearnos otras cuestiones. Como,
pautas de trasporte seguidas, mecanismos de descarnación, tipo de
aprovechamiento, formas de fracturación, estacionalidad, especia-
lización, diversificación, uso como combustible etc. Sin embargo,
la respuesta a esta primera pregunta ha motivado un extenso deba-
te que al mismo tiempo ha impulsado el desarrollo metodológico
de la zooarqueología y la tafonomía, el cual ha podido seguirse
desde el capítulo 2 al 9.
En esta ocasión presentamos algunas reflexiones sobre las
implicaciones de las diferentes estrategias de adquisición.
Las interpretaciones tradicionales utilizadas por los distintos
autores para distinguir los patrones de subsistencia humana, par-
ten de argumentos discutibles tanto en favor de la caza como del
carroñeo, ya que son fruto de ideas preconcebidas y modas disci-
plinares sin contrastar. Sólo los análisis de los patrones de altera-
ción ósea de los últimos años se muestran algo más convincentes
296 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
PROPUESTA METODOLÓGICA
Para terminar se propone en este último capítulo una pro-
puesta metodológica cuya finalidad es su aplicación al estudio de
los restos óseos de los yacimientos arqueológicos.
El objetivo principal es obtener la mayor información posible
de los restos óseos, por ello debe analizarse todos los fragmentos
óseos incluidos los indeterminables, ya que cada resto por peque-
ño que sea es una pieza más del puzzle que debemos completar.
Un fragmento indeterminable, siempre puede aportar algún dato
nuevo, en primer lugar por pequeño que sea es un resto con unas
medidas determinadas que puede ofrecer pistas sobre los patrones
y la intensidad de la fragmentación. Puede o no estar quemado, o
tener cualquier tipo de alteración antrópica, biológica o abiótica
que explique el porque de su presencia en el yacimiento. A pesar
de su condición, podemos ver si es parte de tejido esponjoso (en
cuyo caso podría pertenecer a cualquier epífisis o hueso compac-
to), diafisiario, axial, craneal o dentario. Por lo tanto, los datos que
puede aportar cualquier resto puede que no sean útil taxonomica-
mente o anatómicamente, pero sí, lo son tafonomicamente, que en
suma es lo que nos va a permitir interpretar el conjunto óseo.
Con el modelo de análisis que se propone se pretende estudiar:
rin & Patou Mathis (1996), Lister (1996), Liessau (1998), Paleta
(2001), Weinstock (1999), En los casos de los grandes bóvidos des-
taca los de Lawrence (1951), Bibikova (1958), Olsen (1960),
Stampfli (1963), Radulesku & Herman (1971), Altuna (1972), Des-
cumbres (1980), Argant & Argant (1983), Delpech (1983), Brugal
(1983, 1984), Clot (1986), Moull-e (1992), Cardoso (1993), Card
(1993), Auguste (1994), Guadelli (1999), Buhainidze (2002), Kaci-
mi (2003), Paleta (2001) y Altuna & Mariezkurrena (en Arrizaba-
laga & Altuna, 2000). Para los équidos, hay una gran diversidad de
trabajos, entre los que destacan los de Eisman & Maskoue (2000)
y muchos otros de esta autora o los de Aouadi (2001) para los
équidos pleistocenos y para los suidos a Paine (1988). Por último,
en el caso de la megafauna se puede seguir a Guerin (1980) en el
caso de los rinocerontes, a Faure (1983) en el caso de los hipopó-
tamos y para los elefantes a Bedem (1979), Olsen (1981), Rousse-
lières (2001) o Aouadi & Bonifaz (2001). En el caso de los carní-
voros pueden seguirse los trabajos de Lolliot (2001), Argant (1991,
1999), Grégut-Bonnoure (1997), Fistani & Grégut-Bonnoure
(1993), Capaso et al. (1990), Tsoukala (1996), Fosse et al. (2001) o
Moulle (1992) para el caso de los diferentes tipos de osos, para el
de los felinos a Gerads (1980), Altuna (1980), Guerin & Patou
Mathis (1996), Kotsacki & Palombo (1979), y Boyeskorov & Laza-
rev (1997). Para el caso de las hienas a Gerads (1979) o Moulle
(1992) y para el de los cánidos a Altuna (1983), Moignhe (1983);
Barysnikov (1996) o Churcher (1993) entre otros.
En los casos en que no puede precisarse con seguridad al taxón
al que pertenecen los restos, como por ejemplo, en la mayoría de
los fragmentos diafisiarios poco diagnósticos taxonomicamente se
puede asignar a diferentes categorías en función del tamaño del
hueso, la sección y el grosor de la cortical. Entre estas categorías se
suelen distinguir las de los animales de talla muy grande, grande,
grande-mediana, mediana y pequeña. Las especies de talla muy
grande están comprendidas por elefantes, rinocerontes, hipopóta-
mos o animales de ese tipo y, por tanto, superan los 800 kg. Los
animales los de talla grande con pesos entre 500 y 800 kg (Bos pri-
migenius, Bison, Megaceros), siguen después otras de tamaño
medio-grande con pesos oscilantes entre los 250 y 500 kg como el
304 TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 11.1
Grupos de Tamaño
11.1. CUANTIFICACIÓN
11.2. EDADES
Dientes Equus Bos Cerv Sus Sus SC Ovis Capra Rupic Felis Canis
a a
D I1 8.° día Nace 1-3 sem 1. sem 1. sem 3-4 sem 4-6 sem
PROPUESTA METODOLÓGICA
E I2 3-4 sem Nace 10-14 sem 1 sem 1 sem 3.4 sem 4-6 sem
C I3 5-10 mes Nace Nace 1-2 sem 1-2 sem 3-4 sem 4-6 sem
I C No Nace Nace 3 sem 3-4 sem 3-5 sem
D DP1 No No No No No No
U DP2 30-40 di Nace 7-10 sem Nace-5 sem 5-6 sem 3-5 sem
A DP3 30-40 di Nace 1-5 sem Nace-5 sem 5-6 sem 3-5 sem
L DP4 30-40 di Nace 1-7 sem Nace-5 sem 5-6 sem 3-5 sem
(Continúa)
317
TABLA 11.2.(CONTINUACIÓN)
318
Estado de emergencia de dientes se ha seguido a Silver en Higgs & Brothwell (1969), para Sus Scrofa se ha usado
Rolh & Chiu (1994), para cabra se ha completado con Coutourier (1962), para Rupicapra rupicapra
(Pailhau1que 1998), para caballo se ha completado con Guadelli (1998) y para Bos con Todd (1987),
para ciervo (Brown & Chapman (1991 a, b)
Dientes Equus Bos Cerv Sus Sus SC Ovis Capra Rupic Felis Canis
I1 2-3 año 14-25 m 12-17 mes 12-18 mes 15 mes 4-6 mes 3-5 mes
I2 3-4 año 17-36 m 12-20 mes 18-24 mes 4-6 mes 3-5 mes
P I3 4-5 año 22-40 m 9-12 mes 27-36 mes 31 mes 4-6 mes 3-5 mes
E C 4-5 año 32-48 m 8-12 mes 33-48 mes 48 mes 6-7 mes 5-7 mes
R P1 4-7 mes 4-5 mes
M P2 2-6 año 24-30 m 22-26 m 12-16 mes 21-24 mes 27-30 m 4-5 mes 5-6 mes
A P3 2-6 año 18-30 m 22-26 m 12-16 mes 21-24 mes 27-30 m 5-6 mes
M P4 3-6 año 28-36 m 22-26 m 12-16 mes 21-24 mes 36 mes 30-32 m 5-6 mes
E M1 7-14 mes 5-6 mes 5 mes 4-8 mes 5,3-6,4 3-5 mes 4 mes oct 6-12 mes 5-6 mes 4-5 mes
N M2 24-25 mes 15-18 m 13 mes 7-13 mes 12-14 9-12 mes 15 mes 16-20 m 5-6 mes
T M3 3,6-4,6 a 24-30 m 26 mes 17-22 mes 26-33 18-24 mes 27-30 m 6-7 mes
E M1sup 5-6 mes 5-6 mes 5 mes no 6-12 mes
M2sup 12-14 mes 12-14 m 17 mes 16-20 m
M3sup 3-4 año 23-26 mes 23-26 mes 27-30 mes
TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
TABLA 11.3
Edad y estacionalidad en función del grado de desgaste en varios taxones. En Mariezkurrena (1983) se hacen
observaciones sobre la edad en la que M3 erupciona, ya que los autores no se ponen de acuerdo. Lo normal es que
M3 erupcione entre 23 y 27 meses, aunque según los autores hay variabilidad. Para Gottschilch (1979) M3 emerge
al mes 21, para Habermehl lo hace entre el 23 y 27 mes y para eidmon (1949) lo hace entre el 24 y 30 mes.. A los
32 meses el desgaste es en M1 en estadio (D-E), para M2 de (C-D) y para M3 (A-B).
Edad Ciervo Caracteres Ciervo Brown & Cerdo Roth & Cabra Pérez Saiga Equus Guadelli 1998 Bos Todd 1987
Mariezkurrena 1983 y Chapman 1991 A, B Chiu 1994 Ripoll 2001, Costamagno 2001
PROPUESTA METODOLÓGICA
(Continúa)
319
TABLA 11.3 (CONTINUACIÓN)
320
Edad y estacionalidad en función del grado de desgaste en varios taxones. En Mariezkurrena (1983) se hacen
observaciones sobre la edad en la que M3 erupciona, ya que los autores no se ponen de acuerdo. Lo normal es que
M3 erupcione entre 23 y 27 meses, aunque según los autores hay variabilidad. Para Gottschilch (1979) M3 emerge
al mes 21, para Habermehl lo hace entre el 23 y 27 mes y para Eidmon (1949) lo hace entre el 24 y 30 mes.. A los
32 meses el desgaste es en M1 en estadio (D-E), para M2 de (C-D) y para M3 (A-B).
Edad Ciervo Caracteres Ciervo Brown & Cerdo Roth & Cabra Pérez Saiga Equus Guadelli 1998 Bos Todd
Mariezkurrena 1983 y Chapman 1991 A, B Chiu 1994 Ripoll 2001, Costamagno 2001 1987
Pérez Ripoll et al., 2001 1988
20 meses Sale M2 y el alveolo 18 mes esta M1-2 pero Nace M3 17-24 mes em- Estadio 2 sale
de M3 puede estar aflora alveolo M3 des- pieza desgaste M1 y empieza
abierto. Desgaste en gaste acusado de dp2- M1 erupción
Dp2-4 (F-E), M1 (c-d- 4 y algo en M1 empuja p2-3
e), M2 (b, c) P2-4 27 mes P2-4 sale
y M1 algo desgaste
32 meses Ya has salido M1-M3 Mayor desarrollo. Emerge M3 Sale M3 y son Est 3 M3
Desgaste en M1 (d, e) Dientes sustituidos los I y P y P4
M2 (c, d) y M3 (a, b) decide por los
4-6 años 50 mes p2-m2 algo I-M1 desgaste Viejo Comienza permanente
desgaste desgaste M2
7-9 años I-M1-2 desgaste Adulto Comienza Comienza desgaste
desgaste M3 de Dientes 9-12 año Estadio 4
10 años P2-4, M1 muy gastado I muy gastado y Viejo Molar inferior
y bastante M2-3 M1-3 también ausente
18-21 años Comienza el apla-
namiento de dientes
TAFONOMÍA APLICADA A ZOOARQUEOLOGÍA
PROPUESTA METODOLÓGICA 321
TABLA 11.4
Desgaste sobre dientes de mandíbula en Cabra (Pérez Ripoll, 1988)
TABLA 11.5
Medidas sobre dientes de mandíbula en Cabra según desgaste
(Pérez Ripoll, 1988). La Medida es H: de la escotadura del 2.° prisma
que separa la parte posterior de las aristas de la cara lingual
TABLA 11.6
Desgaste sobre dientes de maxilar en Cabra (Pérez Ripoll, 1988)
TABLA 11.7
Medidas sobre dientes de maxilar en Cabra según desgaste
(Pérez Ripoll, 1988). La Medida es H: de la escotadura del 2.° prisma
que separa la parte posterior de las aristas de la cara lingual
TABLA 11.8
Medidas de la corona en función del desgaste para ciervo
Klein & Cruz Uribe (1981)
TABLA 11.9
Fusión epifisiaria. A partir de Barone (1976) y de Reitz & Wing (1999)
que se basan en Noddle (1974) para Capra, Purdue (1983) para Cervus,
Schmid (1972) para Sus, Bos y Ovis, y Silver (1970) para Sus, Bos y
Ovis. Para Falanges se ha puesto Silver (1969) en Brothwell & Hights
(1969) y para Cervus se ha completado con las observaciones
de Mariezkurrena (1983). Y para Sus con las de Brithault et al. (2000)
TABLA 11.10
División por secciones de cada elemento anatómico. Se diferencia
en cada elemento, la parte medial, lateral, craneal y caudal
(palmar para los metacarpos y plantar para los metatarsos)
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