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Puede que el concepto de "aprendiz" pueda parecer plano y sin matices, pero lo cierto es que ha evolucionado
mucho a lo largo del tiempo. Al fin y al cabo, si nos ponemos filosóficos, no existen respuestas fáciles para
ninguna pregunta. ¿De qué hablamos cuando hablamos de aprender? ¿El hecho de llegar a dominar una
habilidad o tema es un mérito únicamente nuestro? ¿Cuál es la naturaleza del proceso de aprendizaje y qué
agentes intervienen en este?
En occidente, lo habitual era considerar al hombre como el único motor de su proceso de aprendizaje: la
idea del hombre en busca de la virtud (con permiso de la deidad correspondiente). Luego, llegaron los
psicólogos conductistas y revolucionaron el panorama: el ser humano pasaba de ser el único responsable de
su propio desarrollo personal para pasar a ser un trozo de carne esclavo de las presiones externas y los
procesos de condicionamiento.
Se había pasado en pocos años de creer en un libre albedrío ingenuo a sostener un determinismo feroz. Entre
estos dos polos opuestos apareció un psicólogo canadiense que hablaría del aprendizaje en términos más
moderados: Albert Bandura, la mente pensante que hay detrás de la moderna Teoría del Aprendizaje
Social (TAS).
Tal y como hizo Lev Vygotsky, Albert Bandura también centra el foco de su estudio sobre los procesos de
aprendizaje en la interacción entre el aprendiz y el entorno. Y, más concretamente, entre el aprendiz y el
entorno social. Mientras que los psicólogos conductistas explicaban la adquisición de nuevas habilidades y
conocimientos mediante una aproximación gradual basada en varios ensayos con reforzamiento, Bandura
intentó explicar por qué los sujetos que aprenden unos de otros pueden ver cómo su nivel de conocimiento da
un salto cualitativo importante de una sola vez, sin necesidad de muchos ensayos. La clave la encontramos
en la palabra "social" que está incluida en la TAS.
Los conductistas, dice Bandura, subestiman la dimensión social del comportamiento reduciéndola a un
esquema según el cual una persona influye sobre otra y hace que se desencadenen mecanismos de asociación
en la segunda. Ese proceso no es interacción, sino más bien un envío de paquetes de información de un
organismo a otro. Por eso, la Teoría del Aprendizaje Social propuesta por Bandura incluye el factor conductual
y el factor cognitivo, dos componentes sin los cuales no pueden entenderse las relaciones sociales.
Aprendizaje y refuerzo
Por un lado, Bandura admite que cuando aprendemos estamos ligados a ciertos procesos de condicionamiento
y refuerzo positivo o negativo. Del mismo modo, reconoce que no puede entenderse nuestro comportamiento
si no tomamos en consideración los aspectos de nuestro entorno que nos están influyendo a modo de presiones
externas, tal y como dirían los conductistas.
Ambiente
Ciertamente, para que exista una sociedad, por pequeña que esta sea, tiene que haber un contexto, un espacio
en el que existan todos sus miembros. A su vez, ese espacio nos condiciona en mayor o menor grado por el
simple hecho de que nosotros estamos insertados en él.
Es difícil no estar de acuerdo con esto: resulta imposible imaginar a un jugador de fútbol aprendiendo a jugar
por sí sólo, en un gran vacío. El jugador refinará su técnica viendo no sólo cuál es la mejor manera de marcar
goles, sino también leyendo las reacciones de sus compañeros de equipo, el árbitro e incluso el público. De
hecho, muy probablemente ni siquiera habría empezado a interesarse por este deporte si no le hubiera
empujado a ello una cierta presión social. Muchas veces son los demás quienes fijan parte de nuestros objetivos
de aprendizaje.
El factor cognitivo
Sin embargo, nos recuerda Bandura, también hay que tener en cuenta la otra cara de la moneda de la Teoría
del Aprendizaje Social: el factor cognitivo. El aprendiz no es un sujeto pasivo que asiste desapasionadamente
a la ceremonia de su aprendizaje, sino que participa activamente en el proceso e incluso espera cosas de esta
etapa de formación: tiene expectativas. En un contexto de aprendizaje interpersonal somos capaces de prever
los resultados novedosos de nuestras acciones (de manera acertada o equivocada), y por lo tanto no
dependemos totalmente del condicionamiento, que se basa en la repetición. Es decir: somos capaces de
transformar nuestras experiencias en actos originales en previsión de una situación futura que nunca antes se
había producido.
Gracias a los procesos psicológicos que los conductistas no se han molestado en estudiar, utilizamos nuestra
continua entrada de datos de todos los tipos para dar un salto cualitativo hacia adelante e imaginar situaciones
futuras que aún no se han dado.
Aprendizaje vicario
El pináculo del aspecto social es el aprendizaje vicario remarcado por Bandura, en el que un organismo es
capaz de extraer enseñanzas a partir de la observación de lo que hace otro. Así, somos capaces de aprender
haciendo algo difícilmente medible en un laboratorio: la observación (y atención) con la que seguimos las
aventuras de alguien. ¿Recuerdas las polémicas que se desatan periódicamente sobre la conveniencia o no de
que los niños y niñas vean ciertas películas o series de televisión? No son un caso aislado: muchos adultos
encuentran tentador participar en Reality Shows al ponderar los pros y los contras de lo que les pasa a los
concursantes de la última edición.
Nota: un truco mnemotécnico para recordar el aprendizaje vicario del que habla Bandura es frijarse en las
serpientes o "proyecciones" que le salen por los ojos al señor del videoclip Vicarious, en el que también
aparecen muchos ojos y muchas cosas extrañas.
Un término medio
En definitiva, Bandura utiliza su modelo de la Teoría del Aprendizaje Social para recordarnos que, como
aprendices en continua formación, nuestros procesos psicológicos privados e impredecibles son importantes.
Sin embargo, a pesar de que son secretos y nos pertenecen sólo a nosotros, estos procesos psicológicos tienen
un origen que, en parte, es social. Es precisamente gracias a nuestra capacidad de vernos a nosotros mismos
en la conducta de los demás por lo que podemos decidir qué funciona y qué no funciona.
Además, estos elementos del aprendizaje sirven para construir la personalidad de cada individuo:
"La Teoría de la Personalidad de Albert Bandura"
Somos capaces de prever cosas a partir de lo que les pasa a otros, del mismo modo en el que el hecho de vivir
en un medio social nos hace plantearnos ciertos objetivos de aprendizaje y no otros.
Por lo que respecta a nuestro papel como aprendices, está claro: no somos ni dioses autosuficientes ni
autómatas.
SEGUNDO ARTÍCULO
¿Qué es el feminismo?
La maternidad adolescente
Racismo y racialismo
¿Cómo aprendemos las personas? Comprender qué mecanismos, engranajes y complejas
sutilezas ponen en marcha un comportamiento o habilidad ha sido siempre uno de los objetivos de
la psicología. Albert Bandura fue quien introdujo la teoría del aprendizaje social en este campo,
dando así un salto cualitativo para hablarnos por primera vez de esa interacción entre la mente del
aprendiz y su entorno.
Hemos de admitirlo, a la mayoría de nosotros se nos escapa cómo y de qué manera aprenden
nuestros niños determinadas cosas. Hay quien sigue viendo la enseñanza o la adquisición de
una determinada habilidad como el resultado del clásico enfoque conductista, algo a base
imitaciones, de condicionamientos y refuerzos positivos o negativos que asientan o corrigen un
concepto o una conducta.
«El aprendizaje es bidireccional: nosotros aprendemos del entorno, y el entorno aprende y se
modifica gracias a nuestras acciones»
-Albert Bandura-
Sin embargo, nada es tan intrincado, complejo y a la vez fascinante que la mente de un aprendiz,
que el cerebro de un niño o la propia disposición de un adulto a la hora de generar un
comportamiento o de adquirir un aprendizaje determinado. Porque ninguno de nosotros somos
una simple caja vacía que llenar a base de presiones externas y condicionamientos.
Las personas observamos, imitamos, nos desenvolvemos en un medio social concreto y a su vez
disponemos de determinados estados mentales que propician o dificultan el aprendizaje. Albert
Bandura, psicólogo canadiense y profesor de la Universidad Stanford, abordó todas estas
cuestiones para formular la que hoy conocemos como Teoría del Aprendizaje Social.
Así, y dentro de este enfoque, se evidenció además cómo la imitación de un modelo -un adulto-,
tiene en los pequeños mucha más relevancia que el simple hecho de ofrecer o quitar un refuerzo
para asentar una conducta, un aprendizaje.
En el experimento participaron niños de entre 3 y 6 años que asistían a la guardería de la Universidad
de Stanford. La escena en sí no podía ser más impactante. En una sala repleta de juguetes, un
adulto golpeaba con un mazo a un muñeco de grandes dimensiones ante la mirada de un
grupo de niños. En otro grupo experimental, el adulto representaba a un modelo no agresivo y para
un tercer grupo la agresividad iba acompañada también con insultos hacia el muñeco Bodo.
Los resultados no pudieron ser más claros: la mayoría de los pequeños expuestos al modelo
agresivo eran más propensos a actuar de manera físicamente agresiva que aquellos que no estaban
expuestos a dicho modelo.
Por otro lado, algo que también pudo demostrar Albert Bandura con este experimento es
que existen 3 formas básicas de aprendizaje observacional:
A través de un modelo en vivo, como es el caso de una persona real que realiza un comportamiento.
A través de una instrucción verbal, la cual implica contar detalles y descripciones de un
comportamiento.
El tercero hace referencia a un modo simbólico, como pueden ser los personajes ficticios de un libro,
un cómic, de una película o incluso de una persona real cuyo comportamiento trasciende a
través de los medios.
Procesos que median en el Aprendizaje Social
La Teoría del Aprendizaje social se describe a menudo como un «puente» entre la teoría del
aprendizaje tradicional (es decir, el conductismo) y el enfoque cognitivo.
Bandura, a diferencia de Skinner, siempre dio una importancia clave a los factores mentales
(cognitivos) en el aprendizaje, definiendo a los «aprendices»como sujetos activos a la hora de
procesar la información y de valorar la relación entre su comportamiento y las posibles
consecuencias.
«Las personas que tienen una baja autoconfianza piensan que sus logros son debidos a factores
externos, más que en sus propias competencias o habilidades»
-Albert Bandura-
Por tanto, no debemos caer en el error de pensar que las personas imitamos todo aquello que
vemos, y que absolutamente todos los niños van a llevar a cabo conductas agresivas por el simple
hecho de ver escenas violentas en casa o en la televisión.
Hay pensamientos antes de la imitación y hay mediadores que propiciarán la propia imitación o una
respuesta determinada alternativa. Estos serían algunos de esos mediadores:
El ambiente
Nuestra sociedad no es semejante, ni igualitaria ni homogénea, sino que está construida y produce
a su vez los más variados ambientes y escenarios. Los hay más propicios, más favorecedores y los
hay más opresivos. Pongamos un ejemplo. Carlos tiene 11 años y este año tiene un nuevo profesor
de música que les está enseñando a tocar el violín.
Durante los primeros días se sentía fascinado por ese instrumento, quería tener uno, aprender
mucho más… Sin embargo, cuando llegó a casa, a su hogar desestructurado y poco facilitador,
su padre le quitó rápidamente la idea de la cabeza. «Eso son tonterías», le gritó. Desde entonces,
Carlos ha dejado de tener interés por el violín.
Ahora bien, en este punto tenemos que hablar también del aprendizaje vicario. Porque según
Bandura, no basta solo con «observar» lo que otros hacen, sino ver también qué
recompensas o qué consecuencias obtienen los demás por ese comportamiento determinado.
Si las recompensas percibidas compensan los costos percibidos (si los hay) entonces el
comportamiento será imitado por el observador. En cambio, si el refuerzo vicario no es visto como
suficientemente importante para el observador, entonces no imitará ese comportamiento.
Asimismo y dentro de la motivación también es clave la propia autoeficacia. Tal y como demostró el
propio Bandura en un estudio, a la hora de realizar algo las personas valoramos si somos
capaces de llevar a cabo esa tarea con éxito. Si no hemos sufrido experiencias aversivas previas
y si nos sentimos competentes, la motivación será mayor.
Para concluir, la Teoría del Aprendizaje Social fue uno de los saltos cualitativos más
interesantes en el campo de la psicología. Tanto es así, que no nos equivocamos al decir que
Albert Bandura sigue siendo a sus 91 años, una de las personalidades de este campo más
apreciadas, valoradas y condecoradas.
Gracias a él, entendemos un poco más la manera en que adquirimos conocimientos y generamos
determinadas conductas, ahí donde lo externo, lo social, se relaciona con nuestros procesos
internos, lo cognitivo, y donde a su vez, también nosotros servimos de modelo para otras
personas de nuestro entorno, muchas veces sin darnos cuenta.
TERCER ARTÍCULO
Albert Bandura y su teoría de aprendizaje social (TAS). Implicaciones educativas
Teoría del aprendizaje social o aprendizaje vicario de Bandura: El aprendizaje por observación.
Según Albert Bandura: La mayoría de las imágenes de la realidad en la que basamos nuestras
acciones, están realmente inspiradas en la experiencia que adquirimos a través de otras personas
(experiencia vicaria).
Y es que nos pasamos muchas horas del día adquiriendo conocimientos a través de este tipo de
aprendizaje. Cada uno de nosotros tenemos un repertorio de personas a las que tomamos como
referencia en diferentes ámbitos de la vida: Nuestros padres, nuestros profesores, nuestros
compañeros del trabajo, nuestros amigos, personajes públicos que nos “inspiran”, etc.
Casi sin darnos cuenta, repetimos comportamientos que vemos en los demás. Sin embargo, no
somos autómatas. Elegimos el modelo, observamos atentamente, memorizamos y evaluamos si nos
compensa imitarle, o no.
Dentro del aprendizaje vicario, esta evaluación resulta muy importante. De hecho, es lo que
diferencia a la forma de ver el aprendizaje de Bandura respecto a otros modelos, y lo que hará que
más tarde, se reevalue la teoría denominándola aprendizaje cognitivo-social.
Cuando las personas ponemos a funcionar la memoria, ejecutamos imágenes mentales de lo que
hemos visto hacer a nuestro modelo. Utilizamos también, un discurso verbal interno, y recordamos
lo que sucedió en ese momento. A partir de ahí, tomamos decisiones: “si queremos reproducir el
comportamiento aprendido o no”; “si lo hacemos de forma exacta, si innovamos”… Incluso lo
podemos ir modificando en función de nuestro objetivo. Entra en juego la motivación de cada
persona y el interés que tiene en realizar la conducta.
De la teoría a la práctica
Para darle una base empírica a su teoría, Albert Bandura, desarrolló el experimento del muñeco
bobo. Trata de conciliar su teoría del aprendizaje por observación con la agresividad. El objetivo,
era llegar a una conclusión sobre la influencia que ejercía la violencia que observaban los niños en
modelos (más adelante se desarrollaría el experimento enfocado a conocer la influencia de la
agresividad observada en televisión).
En el vídeo que adjunto a continuación se ve de forma real, en qué consistió el experimento. Aviso
de antemano que los subtítulos no tienen “ñ”, pero es muy clarificador:
1. Atención
Resulta totalmente imprescindible que la atención del aprendiz esté focalizada hacia el modelo que
realiza la conducta. Cualquier distractor interrumpiría la tarea de aprendizaje.
2. Retención
La memoria juega un papel muy importante. La persona que está integrando un nuevo
comportamiento, debe almacenarlo en su memoria para reproducirlo a continuación.
3. Reproducción
En este punto, además de la puesta en marcha de la conducta, la persona debe ser capaz de
reproducir simbólicamente el comportamiento. Por ejemplo, por mucho que un niño vea a su tenista
preferido jugar, no quiere decir que vaya a golpear la pelota igual que él, primero tiene que tener
la capacidad motora para realizar esos movimientos. Se integrará el tipo de movimiento y la acción,
pero esto requiere de repetición para realizar la conducta correctamente.
Además, debe haber una capacidad cognitiva para poder poner en marcha todos los mecanismos
de recuperación simbólica. O sea, que el niño necesita obligatoriamente haber llegado a este nivel
de desarrollo cognitivo.
4. Motivación
Aún teniendo las imágenes mentales de la conducta observada, hace falta querer realizarla.
Podemos tener distintos motivos, por ejemplo:
Refuerzo/castigo pasado: Se basa en el conductismo tradicional. Cuando ya hemos realizado
una conducta y hemos obtenido algo bueno a cambio (un refuerzo). Esto hace que volvamos a
reproducirla si buscamos conseguir el mismo refuerzo.
Refuerzos/castigos prometidos: Expectativas de lo que se pretende conseguir. Imaginamos las
consecuencias.
Refuerzo/castigo vicario: Lo que hemos visto que consiguió el modelo del que aprendimos.
¿Cómo podemos utilizar las estrategias de aprendizaje de Bandura?: Implicaciones educativas del
aprendizaje vicario
Atención: Si vas a aprender algo, necesitas prestar atención. Si estamos nerviosos o distraídos,
el aprendizaje no será tan efectivo.
Retención: Debemos ser capaces de retener aquellos a lo que hemos prestado atención.
Normalmente lo guardamos a través de imágenes mentales o descripciones verbales.
Reproducción: En este punto es donde reproducimos el comportamiento.
Motivación: Realmente la acción de repetir no se llevará a cabo a menor que estemos
motivados para imitarlo.
Como podemos observar, Bandura a través de su teoría del aprendizaje social afirma que una
persona es capaz de aprender a través de la observación y de la imitación, aunque que
posteriormente las realice o no dependerá de sus características personales y de la motivación que
tenga.
QUINTO ARTÍCULO
Como incluye la atención, la memoria y la motivación, la teoría del aprendizaje social de Bandura
abarca los marcos cognitivos y conductuales y mejora la interpretación estrictamente conductual
de otros modelos anteriores, como por ejemplo el elaborado por Miller & Dollard en 1941. Además,
el trabajo de Bandura está relacionado con las teorías de Vygotsky y Lave, que también
enfatizaron en el papel central del aprendizaje social.