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Dentro de las muchas cosas que hoy nos unen, podemos decir que todos aquí hemos
sido jóvenes, somos jóvenes, o bien, que aún nos consideramos jóvenes. [Dicen que lo
importa es el espíritu joven, y no tanto la edad]. Y si quizás olvidan todo lo que hoy
digo, hay una cosa que espero que nunca olviden: que la juventud importa.
La mayor parte de nuestra población tiene menos de 29 años de edad. Y todos aquí
sabemos que la juventud tiene un enorme potencial social, político, económico,
mediático y creativo, pero al mismo tiempo, es el sector poblacional que sufre los
mayores retos e innumerables desafíos.
Es quizás la juventud la estación más compleja a lo largo de este viaje que es la vida. En
los años de la juventud se toman decisiones como: ¿con quién viviré el resto de mi
vida? ¿qué metas me voy a proponer? ¿Quién quiero ser en un futuro? Preguntas que
definitivamente no son fáciles de responder y para las cuales nadie tiene un manual,
para las cuáles nadie tiene una constitución.
«¿Qué problemas enfrenta nuestra juventud en Guatemala y cuáles serán los retos
después de las metas del milenio?»
Estando a tan sólo 1.39 años de llegar a la fecha límite de los objetivos de desarrollo
para el 2015, no hemos logrado como Estado completar dichos objetivos o dichas
metas. Tan sólo voy a enumerar unos ejemplos:
Trasladándonos a un plano más local, ayer por la noche pregunté en las redes sociales,
¿cuáles son los retos que tienen que vivir los jóvenes día a día en Guatemala? Estas
fueron las respuestas que recibimos:
- Asimetría de la información;
- Centralización administrativa,
- Impunidad que supera el 90% de los casos que llegan a las cortes de justicia;
- El estigma social – la falsa idea que para ser importante en este país se tiene que
haber pasado los 40 años;
- Una falta de visión a largo plazo: la juventud de Guatemala tiene que enfocar su
atención no en cómo vivir cada día, sino en cómo sobrevivir día a día.
Sin embargo para mí, de forma muy personal, el desafío más importante que atraviesan
los jóvenes guatemaltecos es la falta de esperanza; esa noción que el mañana será
mejor que el ayer se ha esfumado.
Los jóvenes guatemaltecos – al menos los que he conocido a mis 23 años, a lo largo y
año del país- son visionarios y soñadores, pero les falta la esperanza para cumplir esos
sueños y esas visiones. La esperanza es ese combustible que convierte un sueño en una
realidad.
¿Cómo vamos a darle esperanza a los jóvenes guatemaltecos? Desde las oficinas de
gobierno, desde la sociedad civil, las familias, las iglesias, los colegios, los institutos,
las escuelas, las universidades, ¿cómo vamos a darle esa esperanza a los jóvenes
guatemaltecos?
Como lo dice el fundador de Jóvenes por Guatemala, Pedro Cruz:
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