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Era una risa [la de Maquiavelo] que enmascaraba, sin resolver, el desdén contra la
injusticia y el absurdo de un mundo donde quien manda no sabe proteger a los
hombres y mujeres que están bajo su gobierno, en tanto que quien sabría gobernar
y frenar la ambición y la crueldad de los hombres mediante buenas instituciones,
buenas leyes y bien disciplinados ejércitos, no es tenido en cuenta porque es pobre,
o porque no proviene de una familia noble, o porque no tiene amistades influyen-
tes. Ésta fue la condición de Maquiavelo: "Nací pobre y aprendí antes a pasar dificul-
tades que a gozar".
Mauizio Viroli.
§ 3. EL PRÍNCIPE REPUBLICANO
[...] vemos que las ciudades donde gobierna el pueblo hacen en breve tiempo ex-
traordinarios progresos, mucho mayores que los de aquellas que han vivido siempre
bajo un príncipe, como sucedió en Roma tras la expulsión de los reyes y en Atenas
después de liberarse de Pisístrato, lo que no puede proceder de otra causa sino de
que el gobierno del pueblo es mejor que el de los príncipes.'
[...] lo que hace grandes las ciudades no es el bien particular, sino el bien común. Y
sin duda este bien común no se logra más que en las repúblicas, porque éstas ponen
en ejecución todo lo que se encamine a tal propósito, y si alguna vez esto supone un
perjuicio para este o aquel particular, son tantos los que se beneficiarán con ello que
se puede llevar adelante el proyecto pese a la oposición de aquellos pocos que resul-
tan dañados. Lo contrario sucede con los príncipes, pues la mayoría de las veces lo
que hacen para sí mismos perjudica a la ciudad, y lo que hacen para la ciudad les
perjudica a ellos.'
' Vid. Nicolás Maquiavelo. Discursos sobre la primera década de Tito Livio, Alianza Edito-
rial, Madrid, 1987, p. 170, tr. Ana Martínez Arancón.
2 [bid., p. 79.
3Ibid., p. 186.
LA POLÍTICA COMO TÉCNICA: MAQUIAVELO 143
Se ve fácilmente, si se consideran las cosas presentes y las antiguas, que todas las
ciudades y todos los pueblos tienen los mismos deseos y los mismos humores, y así
ha sido siempre. De modo que, a quien examina diligentemente las cosas pasadas, le
es fácil prever las futuras en cualquier república, y aplicar los remedios empleados
por los antiguos, o, si no encuentra ninguno usado por ellos, pensar unos nuevos
teniendo en cuenta la similitud de las circunstancias.7
Ahora bien, para la técnica política representa una mayor utilidad saber cómo son
las cosas realmente y no basarse en buenos deseos acerca de cómo deberían ser.
Siendo mi propósito -dice Maquiavelo- escribir algo útil para quien lo lea, me
ha parecido más conveniente ir directamente a la verdad real de la cosa que a la
4Ibid., 37.
' Ibid., p. 67.
6 Ibid., p. 361.
' Ibid., p. 127.
144 EL MONARCA, EL CIUDADANO Y EL EXCLUIDO
Y éste es el círculo en que giran todas las repúblicas, se gobiernen o sean goberna-
das; pero raras veces retornan a las mismas formas políticas, porque casi ninguna re-
pública puede tener una vida tan larga como para pasar muchas veces esta serie de
mutaciones y permanecer en pie. Más bien suele acaecer que, en uno de esos cam-
bios, una república, falta de prudencia y de fuerza, se vuelva súbdita de algún Esta-
do próximo mejor organizado, pero si no sucediera esto, un país podría dar vueltas
por tiempo indefinido en la rueda de las formas de gobierno.'0
s Vid. Nicolás Maquiavelo. El príncipe, Alianza, México, 1989, p. 83, tr. Miguel Ángel
Granada.
v Se trata de la famosa anaciclosis. Vid. Polibio. Historias, libros V-XV, Gredos, España,
1996, pp. 154 y ss. (libro VI), la riemp., tr. Manuel Balasch Recort. Sobre el tema vid.
Norberto Bobbio. La teoría de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político,
Fondo de Cultura Económica, México, 1987, pp. 44 y ss., tr. José F. Fernández Santillán.
1 ' Vid. Nicolás Maquiavelo. Discursos..., op. cit., p. 35.
LA POLÍTICA COMO TÉCNICA: MAQUIAVELO 145
La religión antigua [...] no beatificaba más que a hombres llenos de gloria mundana,
como los capitanes de los ejércitos o los jefes de las repúblicas. Nuestra religión ha
glorificado más a los hombres contemplativos que a los activos. A esto se añade que
" Vid. José Luis Romero. Maquiavelo historiador, Siglo XXI Editores, México, 1986, pp.
63 y ss., 3a edición.
12 Vid. Friedrich Meinecke. La idea de la razón de Estado en la edad moderna, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1983, pp. 34-35, tr. Felipe González Vicén.
146 EL MONARCA, EL CIUDADANO Y EL EXCLUIDO
príncipe o los gobernantes y todos los demás. Así, todos se dejarían conducir
por sus impulsos naturales, pero el conspicuo gobernante actuaría recon-
duciendo, a veces con buenas armas, a veces con buenas leyes, las acciones de
los gobernados. El juego medios-fines se cumple; igualmente, se hace efectivo
el juego estratégico de la conciliación de intereses dispares. No es casual que
Maquiavelo se pronuncie por un gobierno mixto que articule las distintas par-
tes de las que se compone un Estado. En eso también consistirá la técnica de la
política, que se acerca mucho, curiosamente, a la imagen del gobernante teje-
dor que Platón nos regaló en su diálogo sobre El político.
En ese contexto general deben ubicarse las afirmaciones de Maquiavelo en
el sentido de que el príncipe tiene que aprender a ser no bueno para conquis-
tar y conservar el poder. Los medios pueden ser moralmente malos, incluso
abiertamente reprobables desde una moralidad de la convicción. El poder se
rige, antes bien, por los criterios de efectividad. Pero incluso así el poder no es
un fin per se, su conquista y conservación, de fin pasa a ser un medio para los
fines de la grandeza de la comunidad política.