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Beatriz Hernández

CAP. 2 DE "EL INTERACCIONISMO SIMBÓLICO" (H.Blumer)

Resumen
Herbert Blumer realiza un análisis del pensamiento de H. Mead con el que pone de manifiesto cuáles serían
las consecuencias sociológicas si al analizar la sociedad se parte desde su punto de vista.

A lo contrario que las posiciones tradicionales de pensamiento filosófico y sociológico, Mead considera al
agente como principal autor de su propia conducta, y no únicamente estar sujeto a unos factores psicológicos
y sociales que expliquen su comportamiento, tal y como lo consideran estas posiciones anteriormente
mencionadas. No es que rechace la influencia de estos factores, sino que considera que entre dichos factores
y la conducta resultante, existe un proceso de interacción del ser humano consigo mismo, lo cual le permite
orientar su propia conducta en base a una elaboración propia. Mead dota al ser humano de un "sí mismo", lo
que significa que la propia persona es un objeto para sí misma: puede percibirse, tener conceptos, actuar y
comunicar consigo misma. La posesión de un "sí mismo" implica que éste pueda interactuar consigo mismo
para afrontar el mundo. Es decir, el ser humano lleva a cabo una acción reflexiva; posee una intencionalidad
variable que lo hace ser independiente, por lo tanto, de los llamados factores determinantes. Así, el ser
humano pasa a ser actor de su propia conducta. Si por el contrario, sólo analizáramos la vida humana a partir
de únicamente aquellos factores, estaríamos prescindiendo de la propia intencionalidad de los actos
humanos. Por eso Mead le da tanta importancia al proceso de autointeracción ya que a partir de dicho
proceso se forma la acción humana. En este proceso, el ser humano interpreta y define el acto en sí mismo
antes de llevarlo a cabo. Este proceso de definición e interpretación es lo que conferirá un determinado
significado al acto en sí y conducirá a su línea de acción; por ello Mead piensa que es tan relevante esta
cuestión, ya que según él, el significado otorgado por los que realizan la acción será un indicio que nos
permitirá entender con mayor profundidad los motivos de su comportamiento. Según Mead, la acción
humana se forma a través de este proceso de interacción del ser humano consigo mismo y se configura en el
enfrentamiento con el mundo, en lugar de elaborarse a partir de unos factores que influyen en una estructura
psicológica preexistente. Es por esto que el ser humano no se limita a adoptar una mera actitud receptiva de
respuesta, sino que se enfrenta a tales cuestiones y las asume. En función de su manera de asumirlas,
seleccionará unas u otras líneas de conducta. Por lo tanto, el comportamiento del ser humano desde el punto
de vista de Mead es una elaboración propia fruto de su proceso de interacción consigo mismo y no una
simple respuesta inconsciente a estímulos externos. En el mismo sentido, la interacción social está dividida
en dos formas o niveles: una es la simbólica y otra es la no simbólica. La primera implica interpretación y
definición. A partir de los gestos ajenos, el ser humano los interpreta y les otorga un significado; por lo tanto
la interpretación de las acciones ajenas son definidas por quien las interpreta y, por ello, su definición se basa
en la forma de interpretar dichas acciones. La segunda, por el contrario, no implica interpretación ni
definición; ya que no lleva implícita un significado o código; sino que es una simple respuesta instintiva
antes situaciones, como pueden ser los propios reflejos.
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Mead se centra, por lo tanto, en la interacción simbólica y considera que ésta confiera a la vida de grupo el
carácter de un proceso en desarrollo; no un mero resultado o producto de estructuras sociales o psicológicas.
Ésta abarca toda la gama de formas genéricas de asociación. Dentro del mundo de las relaciones humanas, se
producen confrontaciones entre individuos en el marco de los procesos de interpretación y definición de la
interacción social. Los participantes en cada una de estas relaciones comparten la tarea común de elaborar
sus actos mediante la interpretación y definición de los demás, contrario de lo que se explica desde las
perspectivas sociológicas y psicológicas tradicionales, las cuales basan las relaciones humanas de la vida de
grupo en un determinado tipo de relación social; ya sea que las sociedades se rigen por consenso o por
conflicto, lo cual significa que imponen a la amplitud de la interacción humana una imagen derivada del
estudio de una sola forma de interacción.

En otro sentido, Blumer señala la importancia de la significación de las relaciones sociales propuesta por
Mead en el sentido de que el universo de las relaciones humanas está dotada de un mundo de objetos
significativos y no en un entorno de estímulos o entidades constituidas por sí mismas. Puesto que los
significados de dichos objetos se elaboran a través del proceso de interacción social, este mundo es un
producto social. Las personas actúan en función de los significados otorgados a los objetos, por lo que el
mundo de objetos representará la organización de sus acciones. Por ello es necesario conocer y determinar el
mundo de objetos de un grupo humano para comprender su comportamiento. Si precisamos cuál es el
significado que este grupo otorga a su mundo de objetos, podremos determinar con mayor precisión los
motivos de su conducta. Como todos los objetos son productos sociales, es decir, creaciones humanas, las
personas no son prisioneras de ellos, ya que pueden revisar su acción y trazar nuevas líneas de conducta con
respecto a ellos, lo cual conlleva a la posibilidad implícita de transformación social. No es prisionero porque
no responde directamente a su mundo de objetos, sino que se enfrenta a él organizando su acción con
respecto al significado que le ha conferido a dicho objeto. Por ello, su organización de sus acciones
dependerá de dichas definiciones otorgadas. Por lo tanto, al significado no es algo intrínseco del objeto, sino
que depende del modo en que una persona se dispone a actuar con respecto al mismo, por lo que el
significado de los objetos puede ser variable.

Para que los individuos puedan dar lugar a la acción social, primero han de ensamblar sus propios actos
individuales determinando el acto social en el que están a punto de comprometerse y, segundo, han de
interpretar y definir los actos ajenos. Al definir o reconocer el acto social o acción conjunta, el participante se
encuentra en una situación de orientarse a sí mismo; posee una clave para interpretar los actos ajenos y una
pauta para dirigir su propia acción con respecto a los demás.

Si analizamos la acción conjunta, veremos que ésta constituye la esencia de la sociedad en tanto que
constituye un proceso incesante de acción, al contrario de lo definido tradicionalmente como estructura de
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relaciones determinada. Sin acción, toda estructura de relaciones entre las personas carece de significado.
Para comprender a una sociedad, hay que considerarla y captarla en función de la acción que la configura. La
acción conjunta engloba las diferentes líneas de acción, a diferencia de la explicación de la acción social a
partir de las líneas de acción individuales de los participantes; pues ésta se elabora en el tiempo mediante el
ensamblamiento de actos, por lo que posee una trayectoria o historia y su curso y su destino dependen de lo
que suceda a lo largo de su formación. La acción conjunta es definida en común por lo que proporciona una
guía decisiva a cada uno de sus participantes, al dirigir éstos sus propios actos de forma que se ajusten a los
de los demás. Esta definición común, por tanto, constituye el origen de la conducta social, establecida y
regulada, lo cual lleva implícito el concepto de cultura. Como la trayectoria de dicha acción puede ser
variable, puede crear numerosas posibilidades de incertidumbre. La incertidumbre, la contingencia y la
transformación forman parte del proceso de acción conjunta. Según Mead, las personas se ven obligadas a
crear acciones conjuntas para resolver las situaciones que afrontan.

Para finalizar, el enfoque de Mead provoca consecuencias metodológicas para el estudio de la vida humana,
ya que pone de relieve la importancia de la significación de los actos sociales, cosa que antes no era así, ya
que éstos se explicaban únicamente a partir de los factores generales de la estructura social y psicológica,
como pueden ser el status, la cultura, los valores, el poder (sociología) o a través de las actitudes, como haría
la psicología. Por lo tanto, no ven al ser humano un organismo dotado de un "sí mismo", sino un mero
organismo respondiente a dichos factores. Según Mead, la naturaleza del ser humano y de su acción depende
de su interacción con él mismo y con los demás; previamente estando expuesto a estos factores. El ser
humano, por lo tanto, elabora y dirige sus actos. En los esquemas clásicos no se tiene en cuenta el proceso de
formación de la acción, que depende del medio en el cual ésta sucede y la impresión que dicho medio
provoque en el agente. En consecuencia, Blumer considera que el estudio de la acción debería hacerse desde
la perspectiva del propio agente, es decir, siguiendo la línea de conducta elaborada por él, al contrario del
enfoque objetivo que entraña el riesgo de que el observador evalúe la acción a partir de un punto de vista
diferente al del agente. En segundo lugar, Mead no ve a la sociedad humana como una estructura establecida,
sino que la acción social es creación de los agentes y se establece en función de lo que ellos toman en
consideración, independientemente de lo dictado por la estructura establecida. Sostiene que la interacción
humana es algo mediatizado por las interpretaciones que realizan las personas, y no fruto de la influencia de
una parte sobre otra. En consecuencia, aduce que la sociedad no es un sistema, sino un vasto número de
acciones conjuntas en curso con trayectorias variables y todas estas acciones están encaminadas al servicio
de los propósitos de los participantes y no de las exigencias del sistema. No es que Mead rechace la
existencia de una estructura social establecida, sino que, pese a existir ésta, los procesos de definición e
interpretación que forman las acciones conjuntas no emanan únicamente del sistema, sino principalmente por
los agentes; y tan sólo debe considerarse importante la estructura cuando ésta interviene en dichos procesos.
Por lo tanto, la interacción no se da entre papeles sociales, sino entre personas; tan sólo en las relaciones
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sumamente rituales debe tomarse en consideración los papeles sociales para explicar la conducta humana. En
general, la sociedad constituye un entrelazamiento de actos individuales del que nace la acción conjunta,
pero no necesariamente requiere que éstas compartan unos ciertos valores para llevarlas a cabo; más bien
emanan de la necesidad de ensamblar sus acciones para afrontar las situaciones vitales. Es por ello que Mead
define a la sociedad como una "formación de relaciones viables". Por último, la socialización es considerada
por Mead como una cultivada capacidad de asumir eficazmente los papeles de los demás, más que ser una
eficaz interiorización de normas y valores. Por ello, el control social se convierte en una cuestión de
autocontrol; y el cambio social se convierte en un proceso interno continuo de la vida de grupo, pues ésta
siempre permanece en un estado de desarrollo constante e incompleto, en lugar de pasar de un estado
completo a otro. Al mismo tiempo, la desorganización social antes de ser una crisis de la estructura existente
es más bien una incapacidad temporal de movilizar la acción conjunta de forma eficaz. La acción social, por
el hecho de seguir una trayectoria, posee una dimensión histórica que preciso tener en cuenta para poder
comprender su formación debidamente.

Puntos a favor
El enfoque propuesto por Mead amplía el análisis de las relaciones humanas ya que no sólo toma en
consideración la propia estructura social, sino que al tomar en cuenta al agente como creador de su propia
acción, la sociedad pasa a ser analizada tanto desde la perspectiva estructural como de la individual, aunque
poniendo énfasis en la segunda; pues el método de análisis comienza por determinar qué significados otorgan
las personas a sus acciones y no explicarlas en función de dicha estructura. También el hecho de que Mead
dote al ser humano de un "sí mismo", hace que no sólo tengamos en cuenta el papel social que realiza el
agente, sino lo que éste interpreta a partir de su experiencia; algo que puede ser independiente del rol o status
al que pertenezca. Es importante analizar el proceso de interacción del ser humano consigo mismo para
comprender cómo organiza su acción y cómo interpreta el mundo que le rodea; más que estudiarla a partir de
su posición en la estructura o su caracterización psicológica; pues independientemente de ello él posee la
capacidad de reflexionar sobre sus propias acciones y no sólo responde directamente a dichos factores. Él
manipula y configura su mundo en función de lo que interpreta de él, por lo tanto estoy de acuerdo en
estudiar el significado que encierra su comportamiento, independientemente de su posición social o estado
psicológico. Para remarcar lo anterior, diré que todo el proceso de acción humana está dividido en tres fases:
la primera sería el reconocimiento de los propios objetos por parte de los individuos, seguidamente de su
interpretación la cual llevará a cabo su línea de acción y por último la acción resultante. Pues bien, Mead, al
contrario que los autores clásicos de sociología, pone de relieve esta parte intermedia ya que sin ésta el
mundo de las relaciones humanas no tendría significado; pues la vida humana se basa en un conjunto de
relaciones significativas que van derivando unas a otras en función de la perdurabilidad de los significados
tomados en consideración. Así, estoy de acuerdo en tener en cuenta antes más bien al agente que a la
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estructura, tal y como hace Mead, pues finalmente es éste quien ha de llevar a cabo su acción. Y, por tanto,
de tener en cuenta el punto de vista del agente o los agentes a analizar en el sentido de describir su
comportamiento para comprenderlo significativamente, aunque reconozco que entraña el riesgo de que el
observador resulte ser parcial y desvíe su atención únicamente hacia lo expresado por individuo o grupo a
analizar; por ello creo conveniente que el investigador utilice estas técnicas cuidadosamente y con límites.

Otro punto a favor es considerar la sociedad humana como un conjunto de personas que afrontan sus
condiciones de vida, independientemente de las influencias estructurales a las que pueda estar sometida la
sociedad. Pues finalmente la propia acción la desarrollarán los propios individuos, pese a que pueda ser
forzada por la estructura. Pues puede suceder que la estructura social dicte una serie de normas y que el
individuo las realice pero en el fondo no esté de acuerdo con ellas. En este sentido, el individuo posee la
característica principal de ser consciente de sus propios pensamientos y actos, lo cual permitirá que interprete
y defina sus líneas de conducta antes de llevarlos a cabo. Dicha conciencia es lo que permite a los individuos
relacionarse entre sí y crear el entrelazamiento de interpretaciones que dan lugar a una acción conjunta; si no
la poseyeran simplemente responderían a los requerimientos del llamado "sistema" sin pensar realmente por
qué lo hacen ni tampoco entendiendo lo que hacen, es decir, lo harían de manera inconsciente. Por ello
considero a favor la afirmación de Mead de que la sociedad no es un sistema, sino un conjunto de acciones
conjuntas en curso; pues unas pueden estar bien definidas y pueden llevarse a cabo y otras no; y la razón de
ello no emana de los dictados de la estructura, sino por la viabilidad de dichas acciones. Por ello, la sociedad
no puede entenderse como un sistema que funciona por sí mismo, sino que depende de la intervención de los
propios agentes ante las situaciones que se les planteen en la vida. También estoy de acuerdo en afirmar que
tan sólo es importante tomar en cuenta la estructura cuando ésta interviene en el proceso de definición e
interpretación de las acciones conjuntas; y esto sucede en los casos en las cuales están enormemente
ritualizadas y, por tanto, son ejercidas de forma mucho más mecánica, por lo tanto, se tomarían en cuenta los
roles que ejercen los actores en una estructura determinada; pero fuera de ella e independientemente de ella,
dichos actores son los últimos en decidir la forma en que llevan a cabo estos rituales, por lo tanto, tienen la
posibilidad de modificarse y, de hecho, esto suele ocurrir. En este caso, desde la perspectiva tradicional
dichos cambios se explican porque existe una crisis de valores que hacen desestabilizar a la estructura; no lo
niego, pero no es la única respuesta; ya que pueden haber otras relacionadas con otros aspectos, como la
aparición de un fenómeno imprevisto que haga cambiar el curso de dichas acciones; o la reinterpretación de
los significados anteriormente concedidos. Por ello, es muy importante tener en cuenta aquellos significados
que encierran toda acción humana y solamente puede saberse investigando a los propios agentes que las
elaboran.

Por último, estoy a favor en afirmar que el carácter de la socialización emana de la propia capacidad de los
agentes, pero matizo en un punto; y es que pienso que la socialización primaria sí que está principalmente
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influida por los factores sociales en el sentido de que los individuos aún no poseen de la capacidad necesaria
para reinterpretar los significados dados; en el caso de la socialización secundaria sí que pueden hacerlo, ya
que poseen las capacidades que lo permiten. Por ello pienso que quizás Mead se pueda referir más bien a la
socialización secundaria cuando habla de esa cultivada capacidad; y por tanto, el agente ya pasa a ser creador
de sus propios actos. En este sentido, pienso que el control social ejercido se convierte en autocontrol en la
segunda fase de socialización, pero en la primera debería de tenerse más en cuenta la influencia de la
estructura establecida.

Puntos en contra
Creo que el hecho de que el observador analice desde la perspectiva del agente pone en riesgo la propia
investigación y que, en todo caso, ésta debe de hacerse con bastante prudencia, pues en teoría debería de
proporcionar una visión imparcial libre de prejuicios e ideas preconcebidas, por lo que entraña el riesgo de
que los individuos a estudiar basen su conducta en este tipo de ideas, por ejemplo. En este sentido, pienso
que la investigación debería completarse con datos extraídos de manera más objetiva (como estadísticas),
para así contrastar la observación cualitativa con dichos datos.

Por otro lado, veo una contradicción cuando Mead señala que los valores no son lo que rige a las sociedades
humanas; pues antes él señala que la sociedad es un conjunto de relaciones significativas y, por lo tanto, en
teoría deberían de compartirse dichos significados para llevar a cabo una vida en común. Pues si dichos
significados no entrañan valores, me pregunto qué entiende Mead por valores.

En otro sentido, pienso que los objetos del mundo no son creaciones humanas o, más bien,
independientemente de que atorguemos un significado a ellos, los objetos existen por sí solos y tienen unas
características inherentes; pues los manipulamos en función de lo que queramos hacer, pero existen límites
materiales; por lo que en este sentido no estoy de acuerdo en que se considere el mundo social sólamente
fruto de relaciones humanas, ya que previamente al significado que interpretemos partimos de una base física
a la cual no nos podemos despegar. No niego la creatividad del ser humano para transformar la vida social,
pero pienso que ésta siempre se hace necesariamente desde nuestros propios límites (nuestras capacidades
biológicas y cognitivas).

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