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Universidad Autónoma Chapingo

Manejo Integrado de Plagas Forestales


Francisco Javier Arjona Gómez

Bosques Urbanos

La vegetación urbana cada día cobra más importancia debido a la situación ambiental de las
ciudades y a la naciente toma de conciencia de los habitantes; sin embargo, su estudio y protección
se enfrenta con distintos problemas, pues existen distintos conceptos que son muy similares pero
que tienen diferencias entre ellos.

Encontramos que la Ley Ambiental de Protección a la Tierra en el Distrito Federal (2017) define las
áreas verdes como:

Toda superficie cubierta de vegetación, natural o inducida; estas incluyen los parques y jardines;
plazas jardinadas o arboladas; jardineras; zonas con cualquier cubierta vegetal en la vía pública;
alamedas y arboledas; promontorios, cerros, colinas, elevaciones y depresiones orográficas,
pastizales naturales y áreas rurales de producción forestal, agroindustrial o que presten servicios
ecoturísticos, zonas de recarga de mantos acuíferos; y las demás áreas análogas.

Sin embargo, este concepto se refiere al espacio y no a la vegetación que la conforma.

El concepto de “bosque urbano” también presenta distintas complicaciones que habría que precisar.
Se podría pensar que un bosque urbano se refiere a parques que por su extensión son denominados
bosques, como el Bosque de Chapultepec, el Bosque de Aragón o el Bosque de Tlalpan en la Ciudad
de México. También la idea común de bosque tiende a centrarse en el arbolado urbano, dejando de
lado los arbustos y otro tipo de vegetación no leñosa. En una visión más global, los bosques urbanos
pueden ser definidos como la suma de toda la vegetación arbórea y asociada, dentro y alrededor de
establecimientos urbanos, variando desde comunidades rurales hasta grandes áreas metropolitanas
(Martínez-Trinidad).

El bosque urbano brinda servicios ambientales que cada vez son más relevantes debido al
crecimiento de las zonas urbanas. El arbolado urbano mejora la calidad del aire al ser capaz de
capturar contaminantes y retener partículas suspendidas; controlan la infiltración y las escorrentías
del agua de lluvia; proveen hábitat para la fauna urbana; regulan la temperatura, mejorando el
efecto denominado isla de calor; ayudan a ahorrar energía; y funcionan como barreras contra el
ruido o contra el viento. También proporcionan servicios que no se pueden considerar precisamente
ambientales, pero que son de suma importancia en las dinámicas urbanas, pues las zonas arboladas
proveen de valor estético, refuerzan la calidad del lugar y mejoran la economía local; funcionan
como áreas de recreación, a la par que refuerzan las conexiones sociales; y tienen impactos positivos
en la salud física y mental.

Normativa

A diferencia de otros escenarios forestales en los que se tiene una normativa general para el país
independientemente de la zona geográfica, en los bosques urbanos, por sus características, se
suelen utilizar leyes o normas estatales que no contemplan todo lo necesario para la conservación
y mejoramiento de estos espacios. La zona urbana más estudiada y regulada en el país es la Ciudad
de México, donde podemos encontrar la Ley Ambiental de Protección a la Tierra en el Distrito
Federal que define las áreas verdes y establece el marco legal en el que se va a desarrollar cualquier
actividad que las contemple; también encontramos la norma ambiental sobre poda, derribo,
transplante y restitución de árboles (NADF-001-RNAT-2015) que establece las técnicas adecuadas
para trabajar con árboles urbanos. En los otros estados, existen normas parecidas con el mismo
objetivo.

Extensión

Debido a las características del bosque urbano, a la dificultad que presenta su medición y a las
diferentes metodologías para medir su extensión, es difícil conocer la cantidad total de bosque
urbano que existe en el país. Incluso dentro de una misma ciudad la extensión puede variar
dependiendo de qué se considere parte del bosque urbano. La Organización Mundial de la Salud
recomienda que haya de 9 a 12 m2 de áreas verdes por habitante en las zonas urbanas y que estén
distribuidas de tal forma que no sea necesario desplazarse largas distancias para acceder a ellas. En
la Ciudad de México se tiene en promedio 2.6 m2 por habitante, sin embargo, la distribución es
desigual, pues en alcaldías con más recursos económicos hay mayor disponibilidad de espacios
verdes que en alcaldías más pobladas, pero con menos recursos; por ejemplo, en Miguel Hidalgo,
gracias a la presencia del Bosque de Chapultepec, se tienen 12.5 m2, mientras que en Iztapalapa hay
0.6 m2. Por otra parte, hay alcaldías que parecen tener más áreas verdes por habitante, pero que se
encuentran sobre suelo de conservación, por lo que la cantidad total es imprecisa.

Conformación del bosque urbano


La vegetación utilizada es muy variada, ya que depende de la zona geográfica en la que se encuentre
el espacio urbano y de las decisiones de reforestación que se hayan tomado en el pasado. En
general, en las ciudades se pueden encontrar árboles nativos que tengan importancia para las
poblaciones o como remanentes de bosques absorbidos por la ciudad. También existen en gran
cantidad árboles exóticos de valor ornamental que dependen del gusto de la persona encargada de
las reforestaciones y del momento en que se hicieron, pues hay especies que fueron populares en
algún momento, pero que han sido sustituidas por otras, por ejemplo, las jacarandas (Jacaranda
mimosifolia) y los ficus (Ficus benjamina, principalmente, aunque hay otras especies que también
son comunes), árboles plantados en la mayor parte de las ciudades mexicanas. Por último, también
es posible encontrar especies que han sido plantadas por su utilidad (árboles frutales) o por el gusto
de una persona en particular.

Salud forestal

En los espacios urbanos, los árboles están sometidos a mayores agentes de perturbación que
impactan en su condición de salud. Estos árboles se ven sometidos a mayor estrés debido a la
contaminación del aire, del agua y del suelo; las condiciones del suelo están modificadas, ya sea por
falta de nutrientes o compactación; suelen sufrir daños mecánicos debido al vandalismo o al mal
manejo (desmoches, malas podas, daños por podadores eléctricas); usualmente no disponen del
suficiente espacio para desarrollar correctamente su sistema radical o sus ramas; y la disponibilidad
de agua varía, pues en las zonas urbanas se han eliminado los espacios para la infiltración.

Con respecto a los insectos fitófagos, los árboles urbanos son más susceptibles de ser plagados por
insectos que en condiciones normales serían consideradas “secundarias”, puesto que algunas
especies se desarrollan mejor en ambiente urbanos y se pueden volverse más agresivas debido a las
condiciones no óptimas del hospedante. También cabe mencionar que las ciudades están más
expuestas a la introducción de especies exóticas, ya que estas pueden llegar más fácilmente a través
de los aeropuertos, centrales de abasto o terminales de autobuses. Entre los tipos de insectos que
afectan el bosque urbano, encontramos descortezadores, chupadores de savia, barrenadores,
defoliadores e inductores de agallas, siendo unas especies de árboles más susceptibles a ciertos
tipos de insectos.

Sin embargo, el muérdago es la plaga más extendida que afecta el arbolado urbano y que por sus
características de planta hemiparásita es más difícil de controlar. Su combate se realiza mediante
podas, las cuales
Referencias bibliográficas

Checa-Artasu, M. (2016). Las áreas verdes de la Ciudad de México. Las diversas escalas de una
geografía urbana. Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales. Vol. XXI (1).

Martínez-Trinidad, T. (s.f.) Bosques urbanos. Los pulmones de la ciudad. Urbanatura.

PAOT (2010). Presente y futuro de las áreas verdes y del arbolado de la Ciudad de México.

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