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ENSAYO SOBRE LA UNIDAD TEOLOGICA Y LITERARIA DE LOS

EVANGELIOS SINOPTICOS

La discusión acerca de la autoría y unidad de los evangelios sinópticos no es ni

pequeña ni irrelevante. Tomando en cuenta que son parte integrante de las Sagradas

Escrituras, son Palabra de Dios y, en consecuencia, nuestra norma de fe y conducta; por

lo tanto, se requiere una respuesta sólida, honesta y creíble.

Los estudiosos dialogan el tema a través de tres hilos conductores: (a) la crítica

formal, (b) la crítica de las fuentes, y (c) la crítica de la composición final. Estos aspectos

buscan explicar cómo se fueron “construyendo” los evangelios hasta la versión canónica

presente. Hay un amplio consenso en que el primer evangelio en ser escrito fue Marcos,

luego, Mateo y Lucas nutrieron sus evangelios a partir de éste y de una fuente adicional

denominada “Q” compuesta por una amplia tradición oral acerca del ministerio de Jesús.

Tanto Mateo como Lucas habrían sido escritos tomando en cuenta las necesidades

pastorales de sus destinatarios.

Nuestro especial interés es la unidad de los evangelios sinópticos, es evidente su

énfasis en la persona de Jesús de Nazareth y, aunque la secuencia de algunos relatos

varía; la narrativa inicia con el ministerio de Juan el Bautista, el bautismo de Jesús, su

ministerio (enseñanzas, milagros, llamado de discípulos, etc)., y oposición. El clímax

tiene lugar en Jerusalén donde es arrestado y condenado a muerte por las autoridades

romanas, resucita, asciende al cielo y es confirmado como el Cristo por sus discípulos.

Presentado en los evangelios como el Cristo, desarrolla su ministerio mesiánico en

la Palestina del siglo I; los relatos se llevan a cabo en lugares reales (Capernaún,

Betsaida, Jerusalén, etc), impregnados de la cultura de su tiempo. Así, Jesús no es un


personaje imaginario sino histórico de carne y hueso. Teológicamente, Él es el

cumplimiento de las promesas reveladas en el AT y que continúan en una proyección

escatológica redentora consistente en el establecimiento del reino de Dios. Esta incursión

del reino de Dios en la historia a través de la persona de Cristo, queda evidenciada por su

victoria sobre todo tipo de mal sanando enfermedades, liberando endemoniados, obrando

señales y prodigios.

Cristo demuestra su autoridad perdonando pecados y en sus enseñanzas desafía a

los maestros y autoridades religiosas, éstos le acusan de error y blasfemia mientras que él

considera sus críticas como ceguera a la voluntad de Dios.

A este nivel, es necesario aclarar que la palabra “Evangelio” (gr. Ευαγγέλιʋ ó

evangelion) se toma prestada del lenguaje llano para referirse a una noticia importante.

En el NT se usa el término para referirse a la obra redentora de Dios a través de Cristo.

Habría sido probablemente hasta el siglo II d.C., en que se utilizara para identificarlos

con los libros. Así, tenemos por ejemplo el “Evangelio según [la versión de] Marcos”.

Los estudiosos han llegado a la conclusión que también “Evangelio” ha llegado a ser un

género literario puesto que no se puede catalogar dentro de otros géneros. A diferencia de

muchas obras literarias, los evangelios son anónimos y su interés es mostrar las

enseñanzas y acciones de Jesús de Nazaret, el Cristo.

En mi perspectiva, los evangelios sinópticos, responden a la intención del Espíritu

Santo que guío el proceso de redacción para que los lectores de todos los tiempos

tuviéramos el suficiente provecho de ver a Cristo revelado a partir del testimonio de los

testigos oculares, la tradición oral y las inquietudes pastorales tanto de los redactores

como de la audiencia. Su aporte es inestimable.

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