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Por qué es importante que el directivo este motivado

La motivación es un factor clave en el trabajo, pero para generarla se precisa una


labor constante.

Motivar es mover a una persona a realizar algo que deseamos que realice, es generar
en otros una energía conducente al logro de un fin, es dar o tener un motivo para la
acción. Automotivarse es “moverse a sí mismo” a hacer aquello que corresponde
hacer, es generar en nosotros mismos la energía necesaria para hacer algo que
deseamos realizar o consideramos que debemos realizar.

La motivación empieza en uno mismo. Los factores externos contribuyen a facilitar o


estropear nuestra propia motivación, pero no hasta el grado de anularla totalmente.
Lo de fuera no debe poder con lo de dentro. Si a lo de fuera le damos el poder de
motivarnos también le damos el de desmotivarnos. Por ello, tenemos que tomar
conciencia de que cada uno de nosotros somos los responsables de nuestra propia
motivación. Lo fácil y cómodo es echar la culpa de nuestras desgracias a algo o
alguien.

Entonces podríamos decir que los trabajadores motivados y entusiasmados con su


trabajo constituyen en los momentos actuales una rara especie que es necesario
proteger.

Es cierto debido a que a las personas no se les presta la debida atención, a que sólo
se quiere de ellas su esfuerzo físico, apenas se utiliza su inteligencia, su entusiasmo,
su creatividad, y se cuenta muy poco con ellas... Independientemente de que eso
sea un gran despilfarro lleva a que el trabajador pierda su entusiasmo y se encuentre
muy alejado de la deseada integración.

Cuando sucede esto, Qué se puede hacer para motivar a un desmotivado? ¿Es todo
el mundo recuperable?

A un desmotivado lo primero que hay que hacer, si se puede, es arreglarle su


desmotivación. Un desmotivado es como un balde con un agujero en la base: por
mucha agua que le echemos se escapará toda ella. A un desmotivado por mucho que
tratemos de motivarle de nada valdrá si no arreglamos su desmotivación. Otra
cuestión más compleja es cómo arreglar la desmotivación. Hay casos solucionables
y casos irrecuperables.

Lo fácil y cómodo es echar la culpa de nuestras desgracias a los demás. Es preciso


tener muy claro que tanto si estamos motivados como desmotivados el principal
mérito o culpa nos corresponde a nosotros. Hay que huir del victimismo ya que ello
sitúa el problema fuera de nosotros, arruina nuestro futuro y pone nuestra vida
emocional en manos de un tercero.

A todo el mundo no le motivan las mismas cosas, ¿cómo se averigua lo que prefiere
cada uno?

Hablando con las personas, escuchándolas, conociéndolas en profundidad. Cada ser


humano es un mundo y no motiva a todos lo mismo. Lo que me motiva a mí puede
que no motive a los demás. Para motivar a otros hay que conocer sus necesidades
y preferencias.
Verdaderamente motivar no es una cuestión fácil ni a veces posible, pero puede
aprenderse lo que procede hacer y lo que no procede. Hay muchas veces acciones
que realizamos con la mejor voluntad de motivar que a la larga son más
desmotivadoras que motivadoras.

Los directivos para motivar a otros en el ámbito laboral tienen que empezar por una
retribución justa y adecuada al trabajo que se realiza; hay que tratar a las personas
con el máximo respeto; hay que proponerles retos atractivos; hay que ofrecerles el
debido reconocimiento por el trabajo bien hecho y hay que crear marcos de relación
donde el trabajador pueda desempeñar su labor con satisfacción.

Los primeros que tienen que estar “super” motivados son los Directivos y Jefes, que
son las personas clave de la empresa, ya que si ellos no están motivados no van a
poder motivar a sus colaboradores. Para motivar a los demás hay que estar motivado
uno mismo.

Leal, J. (2002). La mirada del otro: la relación asesor-asesorados. Ámbitos de Psicopedagogía, 5.

Chiavenato, I. (2009). Gestión del Talento Humano. México D.F.: McGraw Hill/Interamericana
Editores S.A.

Familia, S. d. (18 de Junio de 2011). Motivación Personal. Prensa Libre.

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