Editorial
Implicaciones para la salud de los alimentos
transgénicos
Pere Puigdomènech
Centre de Recerca en Agrigenòmica, CSIC-IRTA-UAB. Barcelona. España.
C uando en el año 1983 se afirmaba en una publicación que
era posible introducir en plantas genes que previamente
habían sido aislados en el laboratorio, se abría un gran número
de nuevas posibilidades en diferentes direcciones. Por una
parte, se posibilitaba una herramienta importantísima para la
investigación. Sería posible desde aquel momento observar
cómo afectaba a una planta que se le introdujera o sustrajera
un gen determinado, y ello abría una vía esencial para el estu-
dio de las funciones de los genes en las plantas. De hecho,
gracias a las aproximaciones moleculares, grandes capítulos
de la biología vegetal están siendo escritos de nuevo. Por otra
parte, se abría una nueva vía para la mejora genética.
Toda nuestra alimentación está basada, de forma directa o
indirecta, en un reducido número de especies que han sido
identificadas y ampliamente mejoradas en el decurso de la
historia. Durante el siglo pasado la mejora se ha convertido en
una ciencia avanzada que utiliza herramientas moleculares y
que ha tenido un éxito notable en el objetivo de buscar varie-
dades productivas y resistentes a las enfermedades. Pero la
mejora genética está limitada por la variabilidad de cada espe-
cie. Si para la mejora se desea un carácter que no existe en la
especie, la genética clásica no lo puede conseguir. Las técni-
cas de transformación abrían la puerta a buscar en cualquier
especie un gen que proporcionara a una planta una caracterís-
tica nueva y fuera interesante para la agricultura.
Marco regulatorio
Sin embargo, al mismo tiempo que se utilizaba la produc-
ción de plantas modificadas genéticamente para la investiga-
ción y para la mejora genética, aparecían voces que llamaban
la atención sobre los riesgos que se planteaban por la aplica-
ción de tales metodologías. Estos riesgos podían repercutir
en la salud, sobre todo si se trata de plantas que se usan para
la alimentación o para el medio ambiente. Por esta razón, in-
mediatamente se comenzó a pensar en definir, sobre todo en
Europa y Estados Unidos, las condiciones bajo las cuales se
permitiría la experimentación y la introducción de las plan-
tas modificadas genéticamente en el mercado. En Estados
Unidos se publicaron en 1986 unas guías orientativas, según
las cuales la Food and Drug Administration se encargaría de
evaluar los posibles riesgos para la salud en el consumo de
los alimentos que contengan algún componente modificado
genéticamente, la Environmental Protection Agency aborda-
ría los aspectos medioambientales y el Departamento de
Agricultura ejercitaría sus funciones de seguimiento de las
semillas disponibles para los agricultores. En Europa la dis-
cusión fue más compleja, pero en el año 1990 se publicó una
directiva que regulaba diferentes aspectos de la liberación de
los organismos modificados genéticamente (OGM), tanto en
su experimentación como en su introducción en el mercado.
Las diferentes regulaciones abordan aspectos distintos, pero
todas ellas tratan de asegurar que no se libere al medio ambiente
y no se introduzca en el mercado ningún producto que tenga
efectos sobre la salud o el medio ambiente que presente algún
riesgo distinto de los presentados por los no modificados. Tam-
bién tienen en común una aproximación caso por caso, es decir,
que según las especies, los usos o la modificación de que se tra-
te, la información que se solicita puede ser diferente. Hay tam-
bién unos requerimientos similares de análisis de la composi-
ción del producto, análisis molecular y comportamiento en el
campo. En Europa se aprobó una nueva Directiva en 2001
(2001/18) con algunas modificaciones respecto a la de 1990, y
en 2003 una Regulación sobre los alimentos basados en OGM
(1829/2003). Hay diferencias entre la aproximación europea y
las de otros países. Quizá las diferencias más importantes atañen
a la necesidad en Europa de etiquetar los alimentos que contie-
nen algún componente procedente de una planta modificada ge-
néticamente en más de un 0,9% y en los requerimientos para el
análisis de la posible toxicidad en los alimentos. Para encontrar
datos sobre la situación de las plantas modificadas genéticamen-
te en Europa se puede consultar, por ejemplo, la dirección web
de GMO Compass1 (http://www.gmo-compass.org).
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Puigdomènec P. Implicaciones para la salud de los alimentos transgénicos
Sistema regulatorio europeo
En la actualidad, la aprobación de un OGM para experimen-
tación, cultivo o importación para su uso como alimento o
pienso está regido esencialmente por dos textos europeos: la
Directiva 2001/18 sobre liberación al medio ambiente de or-
ganismos modificados genéticamente o la Regulación
1829/2003 sobre alimentos o piensos modificados. Estos
textos contemplan un complejo proceso de aprobación, en
cuyo centro está la evaluación científica que se lleva a cabo
por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA),
que dispone de un panel (GMO Panel) que analiza los datos
que se presentan en relación con su aprobación. El GMO Pa-
nel redactó un documento de orientación en el que se descri-
be los requerimientos necesarios para poder efectuar el aná-
lisis. Los trabajos del panel se pueden consultar en la direc-
ción web de la EFSA2 (http://www.efsa.eu.int).
Los datos que se analizan para la aprobación de un OGM
para su consumo como alimento o pienso tratan de asegurar
que el nuevo alimento no produzca ningún efecto negativo so-
bre la salud humana o animal distinto de los no modificados.
Ello tiene como consecuencia que los análisis son siempre
comparativos con el mismo tipo de producto no modificado.
En relación con los efectos sobre la salud se requiere un análi-
sis de composición del alimento y experimentos de toxicidad
aguda y crónica de la proteína o proteínas nuevas que se han
introducido en el organismo, así como pruebas de alimenta-
ción en animales. También se requiere un análisis de los posi-
bles efectos de alergias, que se realiza esencialmente por com-
paración de secuencias con alérgenos conocidos. Se lleva a
cabo también un estudio de la inserción molecular para tratar
de descubrir los efectos no deseados de la modificación. Du-
rante el proceso de análisis, las autoridades competentes en
los OGM de los países miembros de la Unión Europea y del
Área Económica Europea tienen acceso a los datos y pueden
formular preguntas sobre éstos y su interpretación. Por esta
razón, se puede decir que estos organismos antes de llegar al
mercado sufren un proceso muy detallado que trata de cubrir
la peor hipótesis posible que pudiera presentarse en relación
con sus efectos sobre la salud. La realidad es que se lleva ex-
perimentando desde hace más de 10 años con plantas modifi-
cadas genéticamente, se plantan al año más de 100 millones
de hectáreas, han entrado en el consumo humano y animal
centenares de millones de toneladas de sus derivados, y se ha
confirmado la falta de efectos negativos.
Situación actual
En el año 2008 hay esencialmente 4 especies vegetales que se
cultivan en superficies significativas en forma de variedades
modificadas genéticamente. Se trata de maíz, soja, algodón y
colza. En estas especies, las modificaciones genéticas más
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usuales son genes que producen proteínas tóxicas para insec-
tos e inofensivas para mamíferos, y proteínas que confieren
tolerancia a algún herbicida. Se conocen como plantas trans-
génicas de la primera generación. En investigación experi-
mental hay muchas otras posibilidades. Por una parte, se están
probando modificaciones en nuevas especies cultivadas. Ya
hay una pequeña producción de papaya resistente a virus en
Hawai, se dispone de un clavel con el color modificado, y se
ha aprobado una patata de almidón modificado para usos in-
dustriales. Quizás donde se esperan mayores novedades en el
futuro próximo es en el arroz. Desde hace tiempo se lleva a
cabo una experimentación intensa, en particular en los países
del este de Asia, sobre todo de arroz protegido contra insectos,
pero no hay todavía ninguna variedad aprobada en Europa.
Por otra parte, se está experimentando con nuevos tipos
de plantas que tienen que ver con aspectos más complejos,
como la resistencia a la sequía. Ya hace tiempo se desarrolla-
ron variedades de arroz capaces de producir provitamina A,
el llamado arroz dorado. Estas variedades tratan de solucio-
nar el problema de falta de vitamina A en poblaciones que se
alimentan principalmente de arroz. Es un ejemplo de una
planta transgénica que podría tener un impacto directo sobre
la salud. Hay otros ejemplos de ello, como las plantas que
acumulan una mayor cantidad de hierro en especies bajas en
este metal. Hay otro tipo de planta transgénica directamente
ligada a cuestiones relacionadas con la salud. Se ha demos-
trado que es posible producir en plantas proteínas de interés
farmacéutico, como antígenos de uso diagnóstico o enzimas
y hormonas de uso terapéutico. En algunos casos, estas pro-
teínas se hallan en fases avanzadas de validación.
Conclusiones
Se puede pensar en aspectos positivos y negativos relaciona-
dos con la salud de las plantas transgénicas. Los aspectos
negativos pueden surgir de efectos tóxicos o alergénicos de
algunas proteínas que se incorporen a una planta que nunca
las contuvieron. Se ha demostrado que esto es posible. Las
actuales regulaciones emitidas por la mayoría de los países
del mundo tratan de evitar que algo así ocurra, y han demos-
trado hasta el momento su utilidad en esta dirección. Por
otra parte, las plantas modificadas genéticamente pueden
servir para contribuir a resolver problemas nutricionales, o
para producir sustancias de interés terapéutico o diagnóstico.
Sin embargo, su mayor utilidad, demostrada por el momen-
to, es contribuir a una producción eficiente de alimentos, que
es la finalidad esencial de la agricultura desde el inicio mis-
mo de las sociedades neolíticas.
Bibliografía
1. GMO Compass. Disponible en: http://www.gmo-compass.org
2. European Food Safety Authority (EFSA). Disponible en: http://www.ef-
sa.europa.eu