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EL DESARROLLO

DEL CAPITALISMO
EN AMNRICA LATINA

ensajo de interpretación
bistórica

pof
AGUSTIN CUEVA
6. LA ESTRUCTURACIÓN DESIGUAL DTiL
SIJBDESARROLLO

El esbozo de las líneas generales de desarrollo del ca-


pitalismo en América Latina, por la vía que hemos
denominado oligárquico-dependiente, constituye el hori-
zonte n€cesaúo para la comprensíón cabal de los rne-
canismos a través de los cuales se consolidó estructu-
ralmente el subdesarrollo de nuestros países. En ello
volveremos a insistir, por lo mismo, en posteriores ca.
pítulos. Entre tanto es necesario retomar la otra cata
del problema, recalcando no ya los elemento,s coíÍnu-
nes del proceso sino más bien sus disimilitudes.
En efecto, este desarrollo del capitalismo qo produio
homogeneización total de las áistintas fffis
Iaefì--ì=."--
socia,les latinoamãricanas, sino que por el confrario acen-
t"g:Jgs-dllçrq!çtas, generando situacioner qu.*õãG
de sus extremos podrían ejemplificarse con los casos de
Argentina y Uruguay, países que en este período tuvie-
ron un crecimiento económico nada desdefiable ( 450
dólares de ingreso percápita en el Unrguay de los afios
veinte y 700 dólares de prn por habitante en la Argen-
tina de 1929),r mientras el otro extremo podría ilus-
trarse con ejemplos como el de Haití o Bolivia, donde
el aüaso absoluto fue la regla. Resulta importante des-
r Alberto (huriel, "Uruguay: las causas c.conómicas de sus
trasformaciones políticas e ideológicas", en América Latina: eco-
yrr.t! ! pgpi,ca (compilador, James Petras), Buenos Áires, Ed.
Periferia, 1972, p. 403; y C. F. Díaz Áteiandio, Ensattos sobre la
brjt7ria económica argentìna, Buenos Aires, Amorrortu Editores,
1975, p. 65. La estimación de Dín Aiejandro para la Argentiná
es con precios de 1964; Coudel no da mayores precisiones sobre
su apreciación para el Uruguay.

[101]
lO2 ESTRUcTuRÂclóN DESIGUAL DEL suBDEsÂRRoLLo

tacâr que aún en la actualidad muchos países latino-


están lejos de igualar el nivel de desarrollo
"m.ricino,
que las naciones rioplatenses lograron hace medio
siglo.
Tal abanico de situaciones' qu€ no carece de signifi
cado, ha sido naturalmente objeto de múltiples ensayos

f,rï:'::;ffiïi't*"iffi
heredada áe h colonia según q,',. éiÈffiéÃ--g 6-las
";Aõ;ü;Aã;6m;ión", las "colonias de población"
o las "reservas territoriales prácticamente inexplota-
das", a la vez que para el período de "desarrollo hacia
afuera" establecen una marcada diferencia entre las
"economías de enclave" y las "economías nacionalmen-
te controladas",2
Por su parte, Celq-$rgqglo intenta. explicar la di
versidad dã nuesro pio."to en raz6n d{-tlgsJç-g-'
ducto exportable con que nos incorporamos al mercado
6üffi-ií:ËAd daría origen a una diferenciación en-
tre "países exportadores de productos agrícolas de clima
templado" ("simple frontera de la economía europea
fro.uro de industrializaciín" ), "países exportadores
"n
de productos agrícolas tropicales" ("tegiones incapa'
ces de crear nuevas tecnologías"), y "países exporta-
dores de productos minerales", con economías general-
rnente desnacionalizadas.s
En fin, Sunkel y Paz elaboran un modelo mucho más
complej o quããõ'mïõããil por dis tinguir cuatro situaciones
básicas en el punto de arranque: los "cenffos colonia-
les" que serían México y Perú; las "áreas de subsisten-

2 Fernando Henrique Catdoso y Enzo Faletto, Dep9nd97-c-1!


y desarrollo en Améìica Latina, 2a' ed', México, Siglo X
1970.
8 Celso Furtado, La economía latinoamericana desde la c
qaista ibérica hasta la rettolución cubana, 6a' ed., Méúco, Si
xxl, 1974.
ESTRUcruRAcróN nesrcuAl DEL suBDESARRoLLo 101
cia" que comprenderían regiones co'mo Chile, *t^uador,
el noroeste argentino y Centroamérica; las "áreâs va-
cías" constituidas por la Parnpa argentina y eI Uru-
guay; y las "áreas de subsistencia y plantación" que
englobarían a Brasi'l, Venezuela y el Caribe. Los autorcs
analizan luego la evolución de estas áreas típicas en
función de dos elementos: a] la índole del sector expor-
tador, medida por su desarrollo más temprano o más
tardío, su extensión en el espacio y en el tiempo, su
nivel tecnológico la comelativa posibilidad de utilízar
-v
o no insumos nacionales, la magnitud del empleo re-
querido, la propiedad extranjera o nacional, el destino
del excedente, etcétera; y b] la situación previa de la
formación social en la que aquel sector se desarrolla,
puesto que:

La flexibilidad de la oferta interna ptura suministrar


las materias primas, bienes de cons'umo y. de capi'tal,
recursos huúnos e inÍraestructura que el scçtor ex-
"quedependerá de la situación país.
Dortador exise, precxisten-
ie, es decir, eì períodos an-teriore-s cl haya
desarrollado d-eterminada capacidad y diversida<l pro-
ductiva. alcanzaÃo un ciertó nivel y calificaciírn de
sus recursos humanos, logrado alguna capacidad cm-
oresarial. creado determinada situación en matcria
ãe infraéstru ctura, otcéteta.a

Con ind,ependencia de las sugestivâs hipótesis par-


ciales que cada uno de estos acercamientos pueda con-
tener (y el de Sunkel y Paz es extremadamente rico en
este sentido), tdglçllSi"-po'seen a juicio 1-r1çg19r gn
deng4ninador común que constituye al nristno ticmpo
sì-sràí*fiìiÍàìión: omiten de mancra sistcmática cl
es fünã-amêntnl, ,l.cìr, .lc l,,i m<>
"ffiìUìõ-que
dos de producción articulados
",
en cada formación srcial,
baséìoËe-]ã--cu ãÌ-se dãf i ne n inìl u to s
Ia I rrocl,r I i d a <J cs

a Op. cit., p. 320.


EsrRUcruRAcIóN DEsIGUAL DEL SUBDESARRoLIo
específicas de vinculación de tales formaciones con el
sistema capitaüsta imperialista mundial, en una cadena
de recíprocas determinaciones claro está. Sin este ho-
o'situación pteexistente" a la
rizonte teórico la misma
que se rcfieren descriptivamente Sunlçel y Paz queda
huérfana de una explicación consistente, al igual que
la evolución poaterior de las distintas sociedades latino-
americânâs. En todo caso, las tipologías elaboradas pot
los autores que hemos mencionado no pârecen sustituir
con ventaja a una concleptualización basada en el ma'
teria,lismo histórico, como en seguida trataremos de
demostrar mediante el análisis comparativo de vadas
.^.situaciones naciona,les.
) por el áre| andina, sefialando que el
' Comencemos
.ontr"rt", que hacia fineídeì1filo-Ìrx y principioe del
xÍãiya notable, entre esas antig141_"á3%s dg grr-b-ds-
tengi{ ilug- sul'{3tãáõiàTuèIon Chile v
Slale5 de
nrnguÍìa manera r*ìúpÌõu'Éóì["-íáãfì*" incorpora-
ción de,l primero y Ia tarÃia incorporación del segundo
a la economía mundial. Cuando Sunkel y Paz afhman
que en el caso ecuatoriano "la expansión de su prin-
cipal producto de exportación es de reciente data",6
simplemente incurren en un error de hecho: enffe 1852
y 7922 Ecuador rcalizí exportaciones (básicamente de
cacao) por un valor aproximado de 500 millones
de dólares,8 suma equivalente al monto total de las
inversiones británicas y nortearnericanas en Chile en
l9L3-74. Cabe además aclanr que en Ecuador no hubo
"enclave" alguno en dicho período, si por ello se en-
tiende la propiedad exranjera de los centros producti-
vos más dinámicos. Tal sería mrís bien el caso de Chile,
a:l menos desde el momento en qÌre el capital imperia-
Iistâ pasa a controlar la explotación del sa,litre.
6 Op. cit., p. 118.
8 Cf. Lús Albetto Carbo, Hisíoria monetaria ! cambiaria ìlel
Ecaador, Qúto, Imprenta del Banco Crntral, t953.
ESTRUCTURACIóN DESIGUAL DEL SUBDESARROLLO 105

Así que la diferencia de desamollo de estas dos


formaciones no deriva de factores como los menciona-
dos, sino que tiene que ser rastreada en la mltqz
-'
econórÀíë-ffiial rqsÈti;a, ìaà- Io-cuãÏ es menester
urnÉãiòõìê{ì$e{õno_del_!J_e111-oç-o-nçp,!q{çliír€as
de subsistencia". En-'èíectò-lqué puede significat este
cônõptõSi-simultáneamente es aplicado a uno de los
países de estructura fzudal más acentuada de[ continen'
te, como lo fue el Ecuador deci-rnonónico, Y ã un país
como Chile que, tal como lo seialamos en ca,pítulos
anteriores, es el que mayores embriones de desartollo
capitalista pt€senta desde los albores misrnos de su
vida independiente?
Es cierto que el desarrollo de la economía agroer-
portadora en la costa ecuatoriana constituye la primera
etapa de uansición hacia el capitalismo, mas no cabe
olvidar que €sto ocurre en condiciones rilly específicas:
a] a partir de la hacienda sefrorial, en la que se man-
tienen relaciones semiserviles y técnicas rudimentarias
de cultivo durante todo el ciclo del cacao; b] con unâ
remuneración de la mano de obra que en última instan-
cia está determinada por el valor de la {uetza de rabajo
en las áreas feudatres de la sierta; y c] sin qu€ se pro-
duzca modificación alguna en la es-lg4gggqpgómico
social de estas áreas. que hasta la tercera década del
.'eq:t!ggç 'l
del país.7
En tales condiciones, la misma relación entre el sec-
tor exportador y el resto de la economía nacional debe
ser cornprendida alterando la primacía de las preguntas,
esto es, averiguando en pril4g1 luget qgÉ dg."-tg!"_ryjg-
datarios produio Ia gqt3-iz--p{9g4pll4lirt+-Çn el sector
-c.yç{só'.3-q"',íú68p"é;fr ãA..Gïãfi mìã-
7 CÍ.Agustín Cueva, E/ proceso de dominuión política ea
Ecaador, Mexico, Diógenes, 1974.
106 ESTRUCTURACIóN DESIGUAL DEL SUBDESARROLLO

dores" tuvo éste sobre la economía ecuatoriana en su


coniunto. No es del caso entrar aquí en el análisis mi
nucioso de esta articulación, que entÍe otras cosas se
radujo por la máxima estrechez del mercado interno
y un correlativo grado casi nulo de industrialización,
cuyas consecuencia,s son tangibles hasta hoy.
Tal situación contrasta notoriamente con la de Chi-
le, donde la misma actividad agropecr:aria experimenta
un sustantivo desarrollo en la segunda mnaÃ, del si-
glo xrx. La producción triguera, que en el decenio 1850-
60 no superaba el medio millón de quintales, a partir de
1870 se septuplica; la proCucción vitivinícola se du-
plica entre t875 y 1883; el hato de ganado vacuno se
triplica entre 1868 y 1875; las 300 wejas inmoducidas
en 1875 se multiplican hasta más de 400 000 en t893,
e incluso puede hablarse de un proceso embrionario de
mecanización del campo.s Todo ello, no porque los
terratenientes chilenos fuesen por naturaleza más em-
prendedores que sus homólogos ecuatorianos, sino
porque no se hallaban insertos, co,mo éstos, en unâ so-
ciedad cuya médula económica em la cuantiosa masa
de siervos indígenas.
Es verdad que durante este período no llegan a des-
aparecer en Chile los famosos "inquilinoe "; pe'ro "ya no
era el inquilino arrendatado de la época colonial que
pagaba un canon, sino un inquilinotrabajador que per-
cibía salario y regalías".e Además, es un hecho que en
la segunda mitad del siglo xrx el "inquilinaje" va p€r-
diendo peso en el conjunto de la economía rual chilena.
Vitale afirma que entre 1860 y 1890: "El desarrollo
de las modernas empresas agrícolas facilití un pro.
gresivo aumento del proletariado rural, especialmente
en los fundos de la zona central, en la industria moli-
8 Cf. Luis Yitale, Interpretación marxista de la bistoria de
Chile, t. w, ed. cit.
o Vitale, ibid., p. 68.
EsrRUcruRAcróN nrsrcuÂL DEL suBDEsÁRRoLLo 107
nera, en la colonización de la Araucanía y en las eÍnpre-
sas ganaderas de Magallanes", y hasta asegura que .,la
mayotia de los terratenientes prefirió aumentar los sala-
rios de los peones que trabajaban por temporada antes
que incorporar nuevos inquilinos porque les resultaba
más conveniente a sus intereses inmediatos".to
En todo caso el capitalismo chileno adqúrió tal
dinamismo en esta etaÍ)a, con raíces internas, que hasta
hrc capaz de generar Ia perspectiva nacionalista expresa-
da por Balmaceda. Como se vio en el capítulo 3,1a via
oligárquica y proimperialista sólo logró imponerse aquí
desaÍticulando con las armas un proyecto nacional bur-
gués; pero aun después de esta derrota de las fuezas
progresistas las condiciones estructurales del país permi-
tieron que la producción industrial siguiera creciendo
a un ritmo bastante acelerado: ente 190g y I92g, por
^
ejemplo, ella se incremenró en un g4Vo.11 Ademási

. . .en el.período alguna parte de los capitales generados


eJÌel satltre y el comercio se invierten en el agro, dán_
dose ongen a Íormas más desarrolladas de producción
lçraria. La viticulrura, por ejemplo, adquiere'amplia di-
ruslon; afgm.as, rnverslone-s en obras de regadío rnejo-
ran la calidad productiva de los fundos.r2

Es decir que, incluso con un ,,enclave" extfaniero


instalado en su seno, la economía chilena siguió te_
niendo más vigor que una economía ,,nacionalmente
controlada" como la ecuatoriana. Comparado cqn la
feudalidad empedernida del a,ltiplano, Chile hasta podía

ro lbid., pp. 72 y 75.


11 Cf,. Ricardo Lagos, I^a industria
en Cltile: ofltecederrtes
estructarales, Instituto de Economía, Universidad d. Chit;,'-itáe,
p. 33.
.,r, .F\ Faletto y_Eduardo Ruiz, .,La cisis de la domina-
cron ougârqurcâ", en Faletto et al., Génesis bistórica ilel proccso
cbileno, ed. cit., p.14.
108 EsrRücruRÀcróN DESTGUAL DEL suBDEsÂRRoLLo

apÍuecer en la mitología burguesa como "la Inglatena


sudamericana", aun cuando ya sólo rq>resenta,ba un
grado de subdesanollo diferente del de sus vecinos más
atrasados.
Si por un lado no hay mz6n paru incluir en una
misma c tegorla los casos que acabamos de ana,lizat,
por el otro tampoco se j.ustifica que países estructural-
mente tân afines como Ecuador, Bolivia y Perú apa-
rscaÍÌ en categorías distintas, por más que este último
haya sido en su momento un centro virreinal.
Pese a que Ecuado,r inició su transición al capitalismo
pot la vía de ,la actividad agroexportadora, mientra,s
Bolivia Io hizo por medio de una actividad exclusiva.
mente mi,nera y Peú poÍ una vía mâs compleja que
combinó la recolección del guano con la actividad pro
piamente minera y agrícola de expotación, parece claro
gue en los tres países
)r la

r'^.í-ì*"1.'t,
b3útsq9-gy:ldç-{.grtt-tq4'*dts{,f ggz1,s*p:eduçuyas.
En condiciones como éstas, se dan a nuesffo juicio
dos situaciones que a la postre producen los efectos de
atraso más abeüantes: a] el mismo sector exportador
se impregna
-u., hata la médula de raìgos'-pi€èapìíá
.o-o ìl .oro'Ì=oàtoluniõ er deÏs ìii*èms
taciones de algodón y caía de azú,car en el Peú; o se
conÍigr-rra s,implemente una situación*de "gpçl-qye", aun
con independe'ncía del carácter nacional o extraniero d€l
sectof exportador, que en este caso es ìetarnente ca-
pitalista.
El ejemplo de Bolivia en la era del estafio es el más
iúustrativo al respecto. En efecto, resulta bastante difícil
afirmar que en este pâís y en estâ época no hubiera
habido aormulación de capital o que hiciera falta un
real "espíritu emptesarial": al momento de su muert
ESTRUcruRAcróN prsrcuAr, DEL suBDEsARRoLLo 109
Patifio había acumu[ado una de las fortunâs más cuan-
tiosas del mundo y era un verdadero pro{otipo del
"bourgeois conquérant". El secreto de su imesistible
ascenso no encierra, por lo demás, misterio a,lguno: Pa-
tifro su,po combinar adecuadamente los niveles más
avanzados de la tecnología de su tiempo con los niveles
más bajos de salarios, para lo cual ni siquiera necesitó
abatir el valor de la fuerza de trabajo: Ie bastó con
conservarlo en el nivel vegetativo en que "normalmen-
te" se reproduce el siervo de la gleba.
Sin embargo, las fabr.ilosas superganancias obtenidas
de esta manera distaron mucho de contribuir a la acumu-
lación interna en su pals; a la postre no hicieron más
qu€ engrosar la masa del capital monopó,lico interna-
cional, y no porque Patiõo estuviera dominado por
éste, sino porque se le incorporó en pie de igua,ldad,
âctuândo por 1o mismo conÍorme a sus leyes. Con lo
cual la minería del esrtaio par'ó a constituir en Bolivia
un típico islote de capital monopólico incrustado en una
formación económica de base precapitalista, que a caÍn-
bio de proporcionar mano de obta banta no recibía
el más mínimo impuilso "dinamizador" por parre del
sector minero. Y es que, al no encontrar algún produc-
to "colonia,l." que por sedo garantizara una inversión
rentable, ni Patião ni los otros dos magnates del
estafro veían ruz6n alguna para reinvertir en el binter-
land, baliviano, que en rigor comenzaba en las fronte-
ras mismas del enclave estafiífero. Fomentar el desa-
rrol,lo agrícola e industrial de este enorme anerpo fzudal
habría equivalido a incoar una revolución burguesa
profunda, que ciertamente no estaba en las miras de
esos magnates que habían acumulado su fortuna preci_
samente a costa de la miseria de las masas de su país.
Ellos prefirieron como es lógico, incorporarse al movi-
miento_ del capital imperialita en esca,la mundiaÍ, y no
por falta de "patriotismo", sino porque Ia patria del
110 EsTRUcTURAcIóN DESIGUAL DEL suBDEsÂRRoLLo

capital no es otra que el ámbito de su reproducción


ampliada, que en este caso estaba lefos de coincidit con
los límites de la fotmación social boliviana. En tales
circunstancias, era natural que las minas del boliviano
Patifio constituyerân un verdadero enclave imperialista
en su país, por la misma rzz6n que las propiedades del
extranjero Patiío en Inglaterra no pasaban de ser una
forma un tanto anecdótica de existencia del capital mo-
nopólico inglés. Observación con la oral queremos se-
-
\t fralar que el mismo corcepto de enclatte no puede ser
t
\J
9.r91*gu; :- ,,. _r

de modos de produccton: en su mas estrlcro rlgor tal


existencia de " islqtes" ì9 cgpj-
\ cffiFÍ6Y-ËìíÈiç
\ til5rg{99e€rlst"gy:g{"4q,jgtg'.*'r.precfque la P.,r-

w tallstas, con las que no guardan otra felaclon


dé*ïucción de excedente económico.
En cuanto al caso peruano, la situación pârece ser
más clara aún que la de Bolivia, puesto que allí el do-
minio del capital mono,pólico exraniero es mucho más
directo y desembozado. Sin embargo, quisiéramos re'
tomar algunas observaciones del historiador Heraclio
Bonilla, referentes a las sucesivas posibilidades de
acumulación en Peú en el siglo xrx.
Bonilla comienza por recondar un primer momento
de este proceso, qu€ se abre en 1850, orando los pro
pietarios localos pasân a su gobierno la planiila de la
Independencia, obteniendo una ley de indemnización
según la anal:

. . . se reconocían como créditos contra el Estado todos


los oréstamos. voluntarios o Íorzosos, en dineto o en
especies, levantados desde 1820 por cualquier autoridad
del sobierno. En virtud de esta decisión, por eiemplo,
fuerõn declarados con deJç{:blr.3t.-i2çbtúacign lqq-due-
fros de los esclavos enroìados en ê! 9!@!tó, Ìos proge-
tarioììísìodo-Y,-semè-[tìÉÍluãsirvieronparasoste-
nía las ìtóp"t, ios planìadgtr1-dq azúcar, prductores
orsrcuAr, DEL suBDESARRoLLo 111
Ir
de,chancaca y..aquellos productos destruidos o confis_
cados en benetlcro.de ía causa dela Independencia. así
como los propietarios.de fundos ú;iõ;ï bi;;;;iËj;:
nos a Ios que se infligió daõos. Esra ley .ornpr.nãú
también "tôdo lo grrjãdo;ã lori.nìrni.r,to de las
tfopas patríotas: sueldos, descuentos, pensiones, ur;*
naciones, crédj tos líquidoi, arr*drr"iËn["r,- ;l;;;"f.
cuentas, gratificaciones, biiletes, cédulas, reconocimien_
tos, parte ..de presas, acciones 'p.ndi.nàr,
cargos Dor
contrata, llbramielìtos no cubiertos por la Tesõrería
v
que gravaban t_anto el Ramo de Ãrbitros como
FâpltaÌes
Ìas Aduanas y Ia Casa de Moneda',.r3

De esta manerâ --de un notable ,,patriotismo', por lo


demás* la clase dominante p.*unã obtuvo alrededor
de 5 millones de libras esterlinas, a los que habría que
sumar la indemnización percibida por los propietarios
de esclavos en el momento de la manumisión (1Si4).
Tales sumas permitieron de una parte la adquísición de
coolíes para las plantaciones de algodón y cafra óe azú-
oar (manera apenas disf.razada de prolongar la esclavi-
tud), y de ora Ia conversión de cìertos sectores de la
clase dominant€ en concesíonarios del guano. Áhora
bien, el mismo Bonilla hace notar que estos concesiona-
rios y otros elementos locales ligados directa o indi_
rectamente al sector exportador, percibieron entre 1g40
y 1880 un porcentaje relativamente importante de las
ventas de aquel abono, comprobación q,r. lo lleva a
formular la siguiente reflexión:

Aun suponiendo que el consumo de estos gnroos


ruvo f undamen taimenre consri tuido p".- iu l"ï;;;:
es
ción de bienes exrranieros, es legíriÂò-
toncql, go-mo lo hace Hunt, que- el gu^no ^fi;ï.-;;_
g"n"ià
una liquidez basrante consideratle córriô para"in.r.-
mentâr la demanda interna.. pero pese a esìa punción
nronetaria, ni la productividad ni l. p.úu.iió" á;

73 Gaano y burguesia en el penl, ed. cit., p. e7.


ll2 EsrRucruR^cróNDESIGUÂL DEL SUBDESARR

la economía peruânâ aumentaron' Tercamerrte'


;Ë;;t*-dË "it. dinero optgQg--R-corrver
èn re,,ìtistas-y no en schumpetetianos de los rrn
a?õr ôúel'*

Ântes de sefralat la posible respuesta a esta int


gante, conviene retomar otra reflexión del mismo a
ão., o.upu.to al papel de los ferroca'rriles en Perú'
qu
interesa en la medida en que pone en evidencia
tos portâdores casi mitolígicos del "progreso"
,ünifi.u" en abstracto, es ãecir., si uno no anali
,rit,.rrul*r. de la formación social en que se ubican:

La construcción de los ferrocarriles ---escribe


;iX;;;; ú"n" ni mala -en sí; e.l problepre
t;;Ãt-.;ó" de los ferrocarriles no
"Jã""
ai ìtì.iú."to del capitalismo industrial. sino
Dara que su rol sea decisivo, res'ponde-a lâ clem
Ëil;;;"ú;;; *oúi'i*to' E1 el cas
Ëtf . . .;;; Ì#;airi'les no se articularon a l
sino que
it*ì"*'i"l"ild" i" economía perlìana,
desintegraclÓn
bien fueron los vehículos de-
;;;;á;;mpesina v los cana'les a uavés de los
bt ;-;;i*"ó'U a.Pênaencia del Peú'lt
Observación que se completa con la aseveraci
guiente, que a nuestro parec€r responde plen'a
a todas las interrogaciones del autor:

. . . desarrollar una economía sobre bases menos


torias supone pot ããii"i.i* desarrollar el mer
i;rc;;". V prtà "tto hrce falta-algo más que si
!íneas férreas' tanto más que el mercado tntern
iiËiï: áãtìÍï'ftreÃ.nitdo, era desde la primera
da posteriof a la Independencia cada vu men
;i"titi-É;" ..i."áo sèrvía sobre todo, para la
ã;;*;;;Ì"; uritã"icrt v El desarro
",ttop..t'
14 Ibid-, PP' 146'148.
Lo lbid., p. 61.
ESTRUcruRAcróNnr
un sólido mercado interno hubiera exieido. en defi-
nitiva, el incremento de la <íivisión sociã del trabajo,
el fortalecimiento del sistema económico. Ia elevación
de la productividad de los sectores económicos. pero
todo, esto, a su r/ez, exigía erradicar las bases colonia-
les de la econo'mía peruana del siglo xrx, ernancipar
a los siervos, romper el poder polÌtico de los eruDos
sefroriales traiiicionales y cortar los nexos dê ,_rr"
articulación asimérica de la economía Deruana con
el mercado ini;rnacional.l6

En otros térn inos, había que empezar por romper


la estructurâ todavía feudal de Perír. Como esro no
ocurrió, el mismo desarrollo del capitalismo adquirió
aquí la forma de un "enclave" o, para decirlo con pâ,
labras del investigador Ernesto Yepes, de una p€netra-
ción de fragmentos capitalistas que no implicó la liqui-
dación de las relaciones no capitalistas.l?
Ahora bien, la misma razón que torna imposible abo-
lir el r:égimen de servídunbre y sus consecuencias ob-
j,etivas con un simple acto de logomaquia (evitando
llamarlo feudal por ejemplo), impide también realizat
el morrimiento inverso que consiste en insraurar por
deceto político 18 el modo de producción fzuda,l allí
donde en realidad jamás existió, con un mínimo de
consistencia al menos. Tal es, a nuestro 1'uicio, el caso
dcl área rioplatense a Ia que ahora nos referiremos.
Si algín sentido teórico quiere c{arse a la socorrida
expresión "áreas vac1as", gue vaya más allá de la pura

18 lbid., p. 62.
17 Op. cit., p.208.
ls Quiero de1'ar en claro que esto alude a ciertas simoüfica-
ciones de dirigentes políticos que no han profunCizado en el
problema. Muy distinto es el caso de un Rodney Arismendi, por
ejenrplo, cuyos análisis del desanollo del capitalismo en el agto
uruÍluâyo son de una admirable riqueza. Cf., entre oüos, su tta-
trajo incluido en el libro La cuestión agraria y el moainiertto de
liberación nacional (varios autores), Praga, Editorial paz y So-
cialismo, 1964.
1I4 ESTRUCTURACIóN DESIGUAL DEL SUBDESARROL

descripción empírica, hay que insistir entonces en q


este 'ivacío" implica le lyq.-qqgjle y9239atyjV.g99
micasocií de caráct&- escÍãúìã-ç-fèglú hechs- q
tiéníq;--u;Ì;Èõìãn-ía'mçrlalidadst-caagçt4!-d
ertableã'íiìnõ-dãlos- ví"*l* 5!e {g1e$encia, y
r"frãìõãli-Iõíàféõtoí-ãffiifi.ot áe ésta en el de
rrollo interno de las sociedades respectivas. Como
gumenta un equipo de investigadores uruguayos p
explicar el desarollo partictilar de su país:

La dicotomía áreas dominanies-áreas-dependientes


pone una conceprualización qttizâ demasiado- gru
;;;; i;; cuenta'de una realidad compleia' I'a e
fËt". ASLyi{rEg-..apitalista en su coniunto dura
eI srgto xtx y comreì#ff&Ïïigl.o 1x abre rrn aban
ãïr,iú+brç!,.rosJç-j-- jrrry+çf 1ry1'^$1
póibilidades de dcrcrminación, que.se fel2'clonan
los recrtrsos naturalcs. la capacidad de respuesta
la sociedad. el modo tle producción preexistente
adelanto o retraso con que las distintas áreâs se ln
oornn al proceso, circunstancias todas eslas que
ciden en la forma y clinlmismo qtrc cl mocl
;;;;.;iãt capitalistá adquiere en cada árca' En
ãü;;;;';. iliu^-.ion.t el Uruguav. estabn situenJ
;;úú que las relaciones de dcpendencia
ã;b;; tnt Ío.-as más rigutosas' Esta situa
; È;"b^"n- en una estntct.rra éconómica diferent
í" ã. ià ptíses semicoloni-ales, que. inchría un c
d"t.ttttt"'úáustrial e implicaba'asimismo cietto
veles de autonomía'1e

En el área rioplatense esa estrlÌctura específic


conformándose, como es sabido, mediante la afltie
de sucesivas corrientes- migr-atorias, cuya significa
*cuest
socioì6ìiéã--nã ã.1 i ü en iones ét ni co-cu I tu

rs Julio Millot, Catlos Sitva y Lindor Silva, El des


nduçíial del [Jruguay tJe la crisis de 1929 a Ia posguerra' M
ti.i"ã. Úni""*idaidah República' Instituto cle Economía, D
tamento de Publicaciones, 197), pp' 3l-)2'
LLO ESTRUcTURÂcIóN trsrcuAI, DEL suBDESARRoLL
que mas en el hecho d" gne no se trata de una import
de esclavos o siervos sino de mano de obra asalaria
9!é-
qus que implica el establecimíento de relaciones social
pitalistas de producción. Aun las situaciones más
d9
por carias" que puedan cletectarse aquí, como ser
esa- aparceúa y algunas formas de arrendamiento, na
oar- nen que vet con instituciones como el ,,huasipu
para ecua.toriano o el "pongaje" boliviano o peruano,
c-tustve reprcsentân un momento más avanzado
del "inquilinaje" chileno.2o
s su- Y hay un hecho nrás, que merece destacar,se. E
uesa ceso migratorio determina que el nivel de los s
evo- no se establezca sobre la base del valor de la fuer
ante trabajo en las áreas precapitalistas cle América L
nico
sino a partir de su valor en los paíscs erÌropeos cl
1^1
con de se imporla mano dc obra. Pcr ello:
a de
y el Los salarios en la pam-pa eran, al parcccr, supe
ncof' e los dc nlgrrnrs.ciudldes curopeas. Urrr compar
e In- entre las tasas de salarios por hora correspondi
lo de aì. Iapso 1911-I4 cn Buenos Airc,s 1' París y Ma
estc respecto de_ siete ca.tegorías diferentes muestr
Jo n
Ìas tasas salariales c{e Buenos Aires eran supe
no se
a las de Marsella en todas las categoríar (alrerie
ación un.BjVo ), y superiores a casi todas las de París
te de dedor dcl 25Vo). Un informe de I92I del De
cierto
os ni-
20 Apenas si merece la pena detencrse
a refutar las fla
tesis ile Camragnani (op. cit.) sobre el .'fer-rdalismo', arg
del siglo xx. Á las reflexiones ya formuladas sobre las relâ
ca va sociales de producción en ei área en cuestión sólo conviene
encia estos datos referentes al desanollo de las {uerzas produ
ación en el campo argentino: "...la maquinaria, los velúculos y
bienes duraderos constituían sólo el 8% det stock de'
rales'
.yrg1 .! 1900, pero su participacitín se elevó aI 24o/o en l
al 40ok en 1929. El valor real de esos res rubros, conside
sanollo 1900:100, ascer.rtlió a 577 en 1914 y t 1400 cn 1929
Monte- 1929-30 la Argenti.na tenía más cle la mited del número d
Depar- doras-trilladoras exisrentes en Estados Unidos, donde la ca
de granjas era mayor". Alejandro Díaz, op. cit., p. l(.1.
IT6 ESTRUCTURACIóN DESIGUAL DEL SUBDESÀRROLLO

mento Británico de Comercio de Ulmamar afrmaba


ã". jãt td"rios argentinos antes de. la.los
primera gue-
iã *ì.aid eran òuperiores a los de países. eu-
ropeos, Íìunque no iiabírn ido creciendo al mismo
ril o.21

Ahora l'rien, no hace falta suscribir la totalic{acl


de

los razonamientos cle un Arghiri Emmanuel' por ejem-


cues-
p\o,22 para percibir la enorme importancia qÌre estâ
;ã tã;; d.ru.rollo económico de una sociedad'
Ën .l
No-*-puttimos su idea de considerar a los salarios
.o*o ,-rnu "variable independiente" y venimos esfor- de
zándonos, justamente, po' *otttu.r la det'erminación
eriot pot una articulación específica de modos de pro
que
ducción, en el seno de una constelación histórica
-1o rebasa Ios
desde luego cont€xtos estrictamente naciona-
les. Pero que sí quisiéramos reteneÍ de su reflexión
es el hecho d" q,r. ningún aspecto básico del desarrollo
de una formación socìul, comunzando por las condi
ciones de construcción de su mercado interno
y termi
nunà. p". el flujo de excedentes, puede plantearse a
margen de aquella cuestión.
Más aún, crecmos que ni siquiera es legítinro aÍirmar
como frecuentemente se hace en América Latina'
que
el principal mccanismo de articulación entre los "encla
ves;' capitalistas y las áreas precapitalistas consiste en
que éstâs se encârguen de reproducir a menor costo
iu Íurrr^ de trabajo de aquéllos: afirmación empírica
mente falsa, como lo prueban las "tiendas de raya
abastecidas con artículás importados en infinidad d
enclaves,z3 y adenás teóricamente absurda en la medid

21 Alei.rndro Díaz. oP. cit., P.52'


2 Ci.'ì"-ìiui" ri úitìitkli'o'disisual, México, Siglo XX
--'áá
197).
iHace falta recorCar que incluso Patiio importaba lata
d. .onJ"*n p.ra los mineros jel altiplano boliviano? No hay sin
que leer Metal rJel diablo.
ESTRUCTURÁcIóN DESIGUAL DEL sUBDESARRoLLo

en que el valor de cada bien producido en el se


precapitalista es más elevado que el del sector ca
lista (sobre todo extranjero), aun en el supuerto
la máxima "superexplotación" ds los rabajadores
primer sector. En nuestra opinión, la Íuncionalidad
e l?:_gt.o:-p-tg.g-plqu lls g s con respeco'ã-lãí-ãói toüó
- ue
igls-*$!ip;;dglrysa,:l-Í-,erlÚalordè_la.f
oe rranaJo re-ductdo â su lÍmtte estrlctamente vesetãti
-
cô'n*íõãã- lalcon sêõãniiàï q üè diello re' dciivan.
partit de ese dato uno puede discutir si ese valor
s
"justo" o ÍÌo, o si el que esté nacionalmente deter
-
e
nado tiene o no "sentido" en un contexto económ
caó,a vs. más internacionalizado. El hecho es que
o
sistema capitalista no se rige por las leyes de la j
e
ticia ni por el mayor o menor sentido teórico, sino q
-
en lo que a este punto concierne, se limita a estable
n
un régimen d,e salarios acorde con el valor local é,e
o
Íuetza de trabajo (en torno al cual tales salarios fl
i-
túan, como es natural ).
i-
al En el caso del área rioplatense, la peculiaridad e
en que ese valor local es un "vacío", que históric
r' mente será llenado, aqui sí, al nenos en e[ período q
e oenirnos examinando, por un valor de tipo internac
a-
nal, concretamente europeo. Es éste el elemento .,h
n
tórico-moral" que fija el nivel de salarios en un pun
incomparablemente superior al de otras áreas latin
o
atnericânas, marcando diferencias con el propio proce
a-
chileno.
a"
de A Ia luz de las reflexiones que hemos formulado
da
explica la relativamente precoz constitución d.- un m
cado inrerior de bastante amplirud en 7a zona riopl
tense, la úpiáa integración nacional que aquí se
XI' con contingentes humanos paradójicamente "exffanj
ros", la función integradora de las vías de comunic
as
no ción que en este caso cumplen un papel ba.stante di
tinto del que Bonilla indicaba para Peú:
118 ESTRUcTURAcIóN DESIGUÁL DEL SUBDESÁRRoL

Las obras de infraesrructura necesarias para la p


ducción y trasporte de los producos de expo
çifn Couriel sóio son apropiad
para esos Íínes sino que-no
-ss61ibe proporcionan al-Urugu
una mayoï integración espacial. La existencia de
ferrocarriles, si bien sus líneas se adecuan a las ne
sidades del comercio exterior, con.forman una ma
homogcneidacl del coniunto terirorial, que tambión
diÍereãcia de los paíics basados en'"ênclaves".
existen regiones de baja productividad y autosubs
tencia.2a

En estos casos resultaría además absurdo hablar


unâ econolría de "enclavc", por más que el cap
monopólico controle uniclades productivas tan imp
tantes como ios frigoríficos, por ejemplo.
Nos encontrâmos, en síntesis, ante efectos muy es
cíficos de la actividad primario-,exportadora, como
tos que sefralan Sunkel y Paz:

. . . en economías como Ia argentina, Ia activid


exportadora permitió monetizar la economía, c
una moderna agricultura cle tipo europeo, corì u
dotación de recúrsos humanos de relativa'caoacid
técnica, y con patrones de consunro correspondien
a los niveles de vida c{e los países del centro; s
estos factores se aõade el alto nivel inicial de ins
so y de salarios, una rápida urban.izzrción como io
secuencia del proceso inmigratorio, la integración
una pârte considerable del territorio nacìonal m
diante el sistema cle trasporte y comunicaciones,
'produóción
úpído crecimiento de la en la activid
exportaclora y la consiguiènre expansión clel ingre
nacio;r_aÌ, se verá que en este câso la ampliación de
"'JJldd;xqg rlqdqr t
{i Lq nrr,e{Lls-lg4"ffìa-1
c rD o,.l nÌ99jj3jr t e. La ct lv
un,-9le{93.9Q.19 a íìd cx p
I | |

tadora conSÌítuve, adëftãí, un mercndo de


sumos; la actividad agricola requiere herramienra
materíales y maquinarias no muy dífíciles

2a Couriel, op. cit.,p, 417,


LLo ESTRUCTURACIóN DESIGUÁL DEL
SUBDESÂRROLLO
pro- elaborar en el lusar; necesifa además una
orta- diveisidad de-serviôios, lo
,
gue..por otra parte esti
das
uay iffi l"x:'xï:uË"*"li:::*{;r:;"Ëc*/';'-'o*"'
e los
ece-
!,f ;ãli*i'à""I;:Ì;":i',1,'.ïi'1.1i;Hl,lt'.f ",
exporradora qu.
ayor cron cnreramenre onuesra a la que*,"piã
li_ulu.actividad r:na f
p";ã; atrib
n lo a Ìa de Ìos ,,enclaves"
extranjero, p,l.Jtïqu.
No un mercado interno r€lafivamente amplio y fo"
sis- pansión, con imporranres grupos- en
d. aI;;,
uxa gran concenrración..urbana, t"do ingre
I^_ç?,: que
racrlra se expanda Ia prcducció.r'internalt
lJ
r de
pital Esto, no hay
que olvidarlo, dentro de Ìos lími
,
determrnados por ia división internacional
por- capitali
imperialista de7 trabajo, que converr ía
también a
spe- ecorromía riopiatense erì una economía ,,complement
o és- ria" y por- ende dependiente de los centràs
metrop
tanos; y determ,inados, igualmente, por la estruct
agraria propia de la vía oligárquica
u lu qu" no es
paron estos países, como ya se
dad vio en el capítulo p
creó cedente. Son esios línrites
"onfigo""d;*, ãel .ubd.s
una nollo los que se nranifestarán ."ã tod" * fero , pu.
dad de..la. crisis del 29 que será t"
ntes *.r.urgudu ã.
oellnlttvamente el,,nrilegro', rioplatense. "lurrru.
si a
sre- Una somera revisión ãel caso brasileflo
vez comprender cómo las diferencin,
lrrmÌte a
on- d. â.rurrollo
de nuestros países no provienen del
carácter ,,templad
me- o "tropical" de la producción agrícola ni
, el de la proge
europea o no europea cle la mano
dad de obra, e inclu
eso examtnaÍ en un contexto harto complejo
los efectos
e Ia Ia articulación de varios modos a.'práãr"ia".
de El Br.asil, ya lo diiirr,?r, se caracteriza por
por-

as,
in-

de
;.ffi:ï,#Ëfh#ï:l
."|l'Ê
._ , , .,
Ã^-^--^tr_, más
desarrollos desígt '
'

rogenerdad hay s,in cmbargo un ..polo',


sv
',vr
urr.^s rl_
uno*de

!^!rvllt4u4
que se destac
rrçtg-

2n Op. cit., p. 324.


I2O EsrRUcruRÂcróN npsrcuÂL DEL suBDËsÀRRoLL
de inmediato, constituido fundamentalmente por el ár
caf.etatera paulista que, no pot será también el
^zaÍ, Cabe entonces e
del posterior desamollo industrial.
prrui pr.guntríndose cuáles fueron las condiciones his
,i.*"rttu.t trales de conformasión de este polo de c
cimiento.
Una primera reflexión que se impone es la conc
niente a las distintas fases por las que anavesó
economía cafet.alera brasilefra, con efectos diferenciad
según las formas productivas imperantes en cada m
.ãn,o histórico. Así tenemos una fase inícial que Ce
Furtado describe en los términos siguientes:

En la nrimera fueron ocupadas


etapa., cuando
tierras del Estaclo Rio I'del sur de Minas Gera
d-e
Í" á.oÁrio" se benefició de la disponibii'idad
mano'de obra existente en este último Estado y q
resultaba de la dedinación de la producción de o
v diamantes en el período anterior' La abundan
á.;;À; dc obra pêrmitió que el crecímiento de
proa*.iAn de cafè se hiciese en el cuadro de
[à.i""aut ràdicional.t, en gue era mínimo el flu
monetario, a un nivel-de salarios reales extrema
mente baios.26

Los efectos "<linarnizadotes" de la economía caÍe


lera fueron en este caso muy limitados; insuÍicient
de todas manefas' pâra determinar una ampliación
mercado interno de envergadura.
Sin embargo, 1o más significarivo es que esto
ocurrió únicamente en situaciones como la descrita
Furtaclo, sino también, y a veces con p€ores resultad
en los casos en que se intentó desarrollar la econom
cafetalera a partir de "colonias de población" europ
insertas en una red de relaciones precapita'listas de p
ducción. En efecto, en los aíros cincuenta del s
pasado:
26 It economía latinoamericana,.., p' 63-
Lo ESTRUCTURÀcIóN DEsrcuAL DEL sUBDEsARRoLLo L2L

rea . . . el Irnperio consumió grandes sumas en financiar


eje la colonización. Introducidos los colonos. e instala-
em- dos, cesaba la acción oficial. Y las coloíias se de-
terioraban inevitablemerrte; cuando no se extingu.ían,
stó- declinaban hacia una situación veserativa quê'sólo
cre- se rnantenía en la medida en que los colonoj se coir-
vertían en "caboclos", incluso- por el emplrc de sus
cer- técnicas, reffocediendo a una economía dè subsisten-
cia. La solución colonizadora y su total fracaso ge-
ó la neró una amplia literatura en Europa, donde el Bia-
dos sil quedó desacreditado como meicado de trabaio.
mo-
Fn 1859, el gobierno alemán tomó la medida de pío
elso hibjr la emigración a nuesrro pais.r,
En 1867 un observador alemán presenró a la So
ciedad Internacional de Emisracióà de Berlín una
exposición en que pretendía ãemostrar que los ,,cG
las
lonos" emigrados para las haciendas del café del
ai-s, Brasil eran sometidos a un sistema de esclavitud
de
üsf.razada. Evidentemente el camino emprendido [en
que
Brasil, ec] estaba equivocado y era indisoens"ble
oro reconsiderar el problema en todos sus aspdtos.zE
ncia
e la
las Experiencia que rÌarestra, fehacientemente, cómo el
ujo mayor o menor desarrollo no depende de tras "pautâs
ada- cuLturales" de los inmigrantes, sino de la índole del
cuerpo social en el que ellos se inserta,rr. Lo que primó
en este caso es Ia enorme fuerza conservadora de la ma-
eta-
tes,
ffiz precapitalista, que tiende "naturalmente" a repro-
ducit ad inlinituru las relaciones sociales de producción
del
que le son propías. En Ia economía cafutalera bra-
silefia taü tendencia sólo se quebrará al entrar en corÌ-
o no
pot tradicción antagónica con la posibilidad de importar la
mano de obra necesaria para la expansión económica,
dos,
dando paso, entonces, a una segunda fase de caracterís-
mía
ticas netarnente distintas ;
peas
pro-
siglo
En la segunda fase, ocurrida en el alriplano paústa,

2? Ilerneck Sodré, op. cit., p. 250.


28 Furtado, Formación econúmica del Brasil,p. L33.

Fl
la Ëçeg%de.-rpêaedl$ra desempefió un papel fun-
drr".ããt-Ì-go6l.ittõ-titqmor4g11-!i44gciq.u1tm-
q o-r-t 3nI9. - Ílg q JgÊr4teIlg .daoflpp
e,ul:l:o, ex l s le n-
do desde ei comlenzo ef pago dcl salario en moneda
v-condi.iones de vida capaces de atraer poblaciones
á.i t.tt de Europa. Esas itasformaciones sociales son
ãI.*"ttt"t decisivos en la más úrpida -urbanización
-
í"í-;jì-iú"; paulista, en la formaiión de un núcleo
d,e mercado iuterno en esa región y en su postenor
desamollo.?e

A partir de ese momento el referido "polo" de desa-


rrollo estaba en marcha: en el seno del viejo Brasil
esclavista empezaba a constituirse wa árca capitalista
equiparable
-Sin a la de la zona rioplatense.
embargo, la situación global del Brasil üfetirá
notablemente de la de Uruguay y Argentina en virüud
de la acentuada heterogeneidad de la formación sociaÍ
brasilefia. El rnismo proceso de ransición del régimen
de esclavitud al de trabajo asalariado produce, aun en
el área centrosur, marcadas diferencias estructutales:

Âsí, las vieias zonas çafeteras de Río de* Janeiro,


Miías Gerais v aun ciertas partes de San Pablo, no
oudieron resísíir a las dificultades creadas por el nue--
vo résimen de trabaio libre. En muchos lugares tue
aniquìlada la producción agrícola y, en su lugar,
donde el latifundio consizuió mantenerse' se desa-
rrollará cuando mucho la ganadería, donde el proble-
ma de la mano de obra eia menos apremiante' Pero
será una sanadería extensiva, de nivel económico muy
bajo. En"suma, el estancamiento, la decadencia y .Ia
deipoblación. En otros lugares, ni esta gran propie-
dad semiimproductiva y espectro dc un p-asado bri
llant'e se consigue maÁtenèr. Es eliminada por un
nuevo tiDo de-explotación agraria basada en Ia pe-
Çueãa y mcdiana bropiedad, que la substituyó y fue
ásí desiruyendo ei antiguo sistema agrario del país'
Este procéso de sustituiión de la gtan propiedad por
2e Furtado, La econonía latinoameilcana. '., p. 6).
grandes fuerzas que
contó el Blasil para remodelar su estructufa econó-
mica 1' partir de otra base para una nueva etapa de
desarrollo de las fuerzas productivas.3o

Pero Ia subs,istencia de relaciones precapitaìistas


de producción en una enorlrìe porción del cuerpo social
brasileõo rcpercutió en e1 desarrollo de la propia zona
cafetalera paulista, estatrleciendo rura tenclcncia histó-
úca al abatimíento de los salarios:

Si el nivel de vida de la población del altiplano pau-


listâ no tuvo, en la fase siguiente, una evolución
similar a la dcl aumento de la productividad ocu-
rrido en la región, ello se <lebe al crladro general de
á la cconornía brasileãa, cuya integración, en ei siglo
actual, p'ermitía quc el exceclente de mano de obra
Í de las regiones menos desarrollaclas viniese a eietcer
presión sobre los salarios de la región de mayor
dcsarrolio.sl
n

A lo que habría que afraclir ios efectos directos de la


persistencia cle ftrrmas semiservile-q- dç--Bloducción en
, vastas reqrones como la del Nordestc, víviclamente cles-
o
- crita en obrou .o,rrn Catnbão, Ia cara oculta dcl Brasil.sz
e Regioncs cle este tipo se ascrnejan, como es natural,
, mucho más al átea anáina o centroamericana que a la
- del Río de la Plata o la del propio São Paulo, y explican
-
por qué el Brasil toclar'ía en 1960 registla un ingrc-
o
y 30 Caio Prr.d,o. Historìa económica. . ., pp. 244-245.
a 31 Furtado, La econontía laÍinoenzerìcana..., p. 63. En otra
- dc sus obras ci mismo afí'iu;n: "Si ia expansión de la economía
i c,lfctalera hubiese dependido exclusivamente de Ia mano de obra
n inmigtonte, los sulatios sc habrían cstablecido a niveles más altos,
- a semcjanza de 1o que ocurrió en Áustralia y aun en la Argentina.
e La mano de obra de reclutâmiento interno principal-
' nente en las obras de talrr, construccioiÌ'js -utikzada
y tareas auxiliares-
r eierció una presión permanente sobre el nivel medio de salarios."
Formación econónica. . ., p. I59.
32 Francisco
Julião, Méúco, Siglo XXI, 1969.

-l
124 EsrRUcruRÁcróN DESIGUÂL DEL SUBDESARRoL

so por habitante que es apenas la tercela parte del de


Árgentina.33 En este mismo afio el porcentaje de as
riadcn sobre la población económicamente activâ
Brasil es de sólo un 48Vo (cifra reveladora de la sub
tencía abundante de relaciones precapitalista,s ), mient
que en la Ârgentina aquel sector representa el 69
en Urugrray se acerca al 70Vo y en Chile alcznza
73Vo.3a En Brasil habrá, sin enrbargo, una capaci
mayor de açumulación en términos absolutos que
estos dos últimos países, dado el tamafro mismo de
población y la consiguiente posibilidacl de concen
excedente âun a expensas de las zonas más deprimi
del país ("colonias interiores" como se les ha llamad
No es posible hacer aquí un examen exhaustivo
desarrollo paÍticular de cada uno de los países lati
americânos. así que a los ejemplos anteriores sólo a
'diremos algunos más, destinados a comprobar la
portancia que en este sentido tiene cacla articulac
concï€ta de modos de p'rsdr..i5r.
Nos referiremos, en primer término, aÍ caso de
lombia, sólo para observar que aquí también el p
de desarrollo estuvo constituido por la economía c
talera, que no surgió a partir de la hacienda feud
esclavista sino que se basó, en una importante med
en Ir p@a. Todavía en 19

. . . gtan parte de la producción colombiana p


veniá de un gÍan número de pequefias fincas
propiedad de campesinos. . . esta diÍerencia en la
ìruitura de la organizaciín productiva del café c
tituve una de las princiDales razones por las cu
el árltivo del grano tuvo un impacto- favorable
bre el desamollo colombiano.ss
93 Cf. Furtado, La economía latinoanericana'.,, p' 65.
8a CÍ. Sergio Bagú, "Las clases sociales del subdesaro
en Bagú et. al,,Problemas del subdesanollo latinoamerìcaao,
rico, Nuestro Tiempo, I97),p. 14.
86 McGreevey, op. cit., p. 201.
LLo ESTRUCTURACTóNPNSTCUÂLDEL SUBDESÂRROLLO 12'
e la En efecto, es en el área cafetalera de Ântioquia donde
sala- tiene origen el desarrol,lo industrial de Colombia, que
aún hoy está entre los más importanres de América
â de
bsis- del Sur.
tras En segundo lugar quisiéramos insistir en que no pue-
9Vo, de atribuirse al azat ni ala "blancura" de sus habitantes
a un el h€cho de que el país cenroamericano de mayor cle-
idad sarrollo sea Costa Rica, que fue ,una áfea "vaçía,' en el
e en sentido que nosotros atribuimos a ta,l exprcsión. Aun-
e su que en este caso, a diferencia de Uruguay pot ejemplo,
ntrar Ios niveles de salarios nunca tuvieron que determinar-
idas se con referencia a'l valor europeo de la fuerza de
do)' trabajo (amén de orras particularidades que no pode-
del mos entrar a considerar aquí).
ino- En tercer lugar, una bleve reflexión sobre el caso
acelerado desarrollo a partir de 1940
afra- T{cato,-ouyo
tiene un fundr.mento histórico bien conocido: la revo.
im'
ción lución democrático-burguesa iniciada en 1910 y que
culmina con el cardenismo. Lo único gue queremos
Co- poner de relicve es que incluso antes de este período,
polo es decir, durante el "porfiriato',, el capitâlismo se ha-
câfe- bía desanollad,o ya, aunque fuese por la vía oligárquica,
dal o gn una amplia extensión del cuerpo social, razón por
dida, la cual los mismos "enclaves" extranieros no €fan
932: meros islotes en utl cuerpo precapiralista. De ahí que
México aparezca, en esta reflexión de Vania Bambirra
pr9 por ejemplo, como una especie de excepción a la rcgla:
s de
a es-
cons'
La caracteústica fundamental de una oconomía de
uales
e!çlgg.egtriba en que, sea por-su vinculación íntima
e so-
con [a metróçroÌi, sea por su forma misma de fun-
Ci0tr11111iLlltO, ctì
_,gritìL.t';ll D(Ì l)taì\/(x.t ..lr.r.t,rs,lina-
mizadores Da lononua y ta socrêdaÌf en-sui,
. nrüÌGs
urq.)/ ôõffi ,-pG e i em-
pãèìãIe J- lull.
Lr|/Lvr4rvè
ollo", plo, lo han sido los enclaves en México.36
,Mé'
is m o d eP e ndi e nt e Ia t i n oam e r ic an o' México' siglo
xï", fir'í!'Jal
126 ESTRUCTURÀCIóN DESIGUAL DEL SUBDESARROL

En fin, concluiremos nì.restra reflexión con una r


rencia a $4ggi, donde aún la expresión "econo'mía
enclave" queãa corta para explicar la siruación r
Se trata de una sociedad fundamentalmente precap
lista, converrida affiìiitïí
uil ocupación mi-litar que estabÍõáG- sistema ini
de explotación sin siquiera extender mâs alIâ de
queíísimos islotes el modo capitalista de produc'ci
Como escribe Suzy Castor:

.. .es concluyente que Ia ocupación norteameric


no losró desárrollar-la agricultura capitalista, ni
, tar laï bases infraestructurales pare establecer la
dustria. Tampoco originó un mercado de consu
I que pudicra animar una indusüia manufacturera
siquiera logró impulsar, en términos- cr-rantitâtiv
las relacionés mercantiles con el capitalismo mund
El sector mercalìtil, aun absorbiendo una canti
importânte de beneficios comerciales, no lograba
puiar la cconctrría globd hacia unâ economía
mercado. Ha.ití segr-ría siendo un país precapitali
donde el raquítico sector capitalista venía supedit
a la economíâ norteamericana y las relaciones m
canti]es con el capitalismo mundial, dc reducido p
el conjunto de la sociedacl en que
específico, en
zuía imperando la economía de subsistencia y
relaciones feudales de iroclucción.37

En esas condiciones, es explicable que Haití sea


más atrasado qìle otras formaciones en donrle ha pe
fuertemente la matriz feudal por ejemp
pero que por lo rnenos no ban-Ecuador
sufrido de manera
directa y brutal la dominación impcrialista.

37 Op. cit., pp. 2o)-204.


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