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LOS SIGNOS DEL REINO

 En un mundo donde impera la violencia, la amenaza, el temor y la muerte,


Jesús ofrece la vida en abundancia y trae la verdadera paz: “Yo he venido para
que tengan vida y la tengan en abundancia” (Jn 10,10). A los fariseos y
herodianos que estaban al acecho para ver si curaba en sábado al hombre que
tenía la mano paralizada, les pregunta: “¿Es lícito en sábado hacer el bien en
vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla?” y lo cura de su enfermedad.
(Mc 3,4); y al enviar a sus discípulos a proclamar el Buena Nueva por todo el
mundo les da como don y confía como tarea construir la verdadera paz: “Les
dejo mi paz, les doy mi paz; no se la doy como la da el mundo Jn 14,27).
Evangelio de la vida y de la paz.

 En una sociedad con múltiples formas de esclavitud y empobrecimiento, Jesús


proclama la Buena Noticia de la liberación de todas las servidumbres. En la
sinagoga de Nazareth, al inaugurar su misión, Jesús proclama: “El Espíritu del
Señor sobre mí, porque me ha ungido, me ha enviado a anunciar a los pobres
la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos, para dar la libertad a
los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.” La escritura que acaban
de oír se ha cumplido hoy.” (Lc 4,18-21). Evangelio de la liberación.

 En un mundo estructurado según la ley de la competitividad y la exclusión, en el


que pre-dominan relaciones de dominio y opresión, Jesús afirma la igualdad y
la solidaridad de hermanos y hermanas. Al percatarse que dos discípulos
estaban tramando cómo ocupar los primeros puestos en el Reino mesiánico
nacionalista que ellos creían que Jesús iba a fundar, les dice: “Ustedes saben
que los jefes de las naciones las gobiernan como señores absolutos, y los
grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre ustedes, sino
que el que quiera llegar a ser grande entre ustedes, será su servidor, y el que
quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo suyo; de la misma manera
que el Hijo del hom¬bre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida
como rescate por muchos.” (Mt 20,20-28; 18,1-6.10). Evangelio de la
solidaridad.

 Frente a la acumulación excluyente y egoísta de la riqueza, Jesús propone la


necesidad de compartir los bienes de la creación. A un joven que quería
seguirlo y que desde su juven¬tud había observado los mandamientos, Jesús
le dice: “Aún te falta una cosa. Vende todo cuanto tienes y repártelo entre los
pobres, y tendrás un tesoro en los cielos; luego ven y sígueme.” Pero el joven,
oyendo esto, se puso muy triste, porque era muy rico y se alejó.” (18,18-27; Lc
12, 33-34; Lc 14,33; 12,33-34). Evangelio de la fraternidad.

 Frente a la búsqueda de prestigio y privilegios, Jesús defiende el valor y la


dignidad de toda persona como hijo e hija de Dios y la igualdad de todos los
seres humanos en la fraternidad. Mientras que los escribas y fariseos, obran
para ser vistos por los hombres y van buscando los primeros puestos en los
banquetes y las sinagogas y que la gente los llame “Rabbí”, Jesús advierte a
sus discípulos: “Ustedes en cambio no se dejen llamar "Rabbi", porque uno solo
es su Maestro; y ustedes todos son hermanos... El mayor entre ustedes sea su
servidor: pues el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será
ensalzado.” (Mt 23,1-12; cf. Mt 20,20-28; 11,25-27; Lc 14,7-11). Evangelio de
la dignidad humana.

 Ante las estructuras aplastantes y totalitarias del poder, Jesús contrapone la


actitud del servicio a la comunidad (Mt 23,11-12). Cuando los discípulos le
preguntan: "¿Quién es el más importante en el Reino de los cielos? Él llamó a
un niño, lo puso en medio de ellos y dijo: “Les aseguro que, si no cambian, y se
hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. El que se haga
pequeño como este niño, ése es el mayor en el Reino de los Cielos.” (Mt 18,1-
4). Evangelio del servicio.

 Contra la absolutización de la ley, Jesús afirma que ésta debe estar a servicio
de las personas y no lo contrario, y proclama como código que regula la vida
humana: el mandamiento nuevo del amor. En su testamento Jesús dice a sus
discípulos: “Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros.
Que, como yo os he amado, así se amen también los unos a los otros. En esto
conocerán todos que son discípulos míos; si se tienen amor los unos a los
otros.” (Jn 13,34-35; 15,12-13; Lc 10,25-37). Evangelio del amor.

 Ante el fariseísmo legalista y ritualista, Jesús afirma que el culto en espíritu y en


verdad, agradable a Dios, es el amor al prójimo y la práctica de la justicia.
Cuando los fariseos cri-ticaban a Jesús porque compartía la mesa con
publicanos y pecadores, Jesús les replicó: “Vayan a aprender qué significa
aquello de: Misericordia quiero, y no sacrificios. Porque no he venido a llamar a
justos sino a pecadores (Mt 9,10-13; 12,1-8; 23,23). Evangelio de la justicia y
de la misericordia.

 En oposición a la hipocresía y la mentira, Jesús proclama la verdad que nos


hace libres. Interrogado por Pilato, si era Rey, Jesús contestó “Sí, como dices
soy Rey. Para esto he nacido yo y para esto he venido al mundo; para dar
testimonio de la verdad.” (Jn 8,31-32;18,37). Evangelio de la verdad.

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