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Educación en derechos humanos

Educación en Derechos Humanos.


¿Una utopía ? 1

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se


aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre
diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la
alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para
caminar.

Eduardo Galeano, Las palabras andantes.

Introducción

La idea de que cada ser humano tiene derechos que deben ser respetados en
cualquier momento y en cualquier lugar por el simple hecho de ser persona es
muy reciente. En el curso de la historia el hombre más bien ha tenido una
capacidad asombrosa para dividir y crear fronteras entre sus pares. Incluso la
famosa declaración de la Revolución Francesa (1789) excluye a las mujeres y a
l@s pobres.

Las frágiles democracias de la primera mitad del siglo XX difícilmente resistieron


los encantos de una doctrina oficial de racismo y odio al diferente. Y sólamente
después de las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial la comunidad
mundial se animó a unir los criterios en búsqueda de la paz y de los derechos
humanos.

Ya no habrá gente de segunda, se dijo, ni maltrato para nadie. Habrá justicia,


trabajo satisfactorio y un nivel de vida digno para tod@s. Cada quien podrá
pensar, hablar, y hasta cambiar de opinión. Ningún(a) niñ@ morirá de pobreza.
Pronto se abolirá la pena de muerte en todos los países y l@s refugiad@s
regresarán a sus hogares. La comunidad internacional vigilará el progreso
vigoroso en todos estos aspectos.

Las frecuentes crisis de las democracias en América Latina, el resurgimiento de


nacionalismos extremistas y de violencia racista en toda Europa, la caída en pico
hacia la pobreza extrema de Africa y Asia oriental frente a la indiferencia del
mundo industrializado, la pulverización sangriente del ex bloque socialista, el
renacimiento de fundamentalismos intolerantes, el poder de los cárteles de la
droga, la impotencia de foros internacionales frente al deterioro del medio
ambiente, ... son nada más unos cuantos ejemplos de una realidad francamente
distinta al ideal trazado en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

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Este artículo retoma, con pequeñas modificaciones, muchas partes de Limpens, Frans (Ed.),
La Zanahoria. Manual de educación en derechos humanos para maestras y maestros de
preescolar y primaria. Madrid, Ediciones de Amnistía Internacional, 1998, 337 pp.
Afortunadamente, en la década de los noventa (Década de las Naciones Unidas
para la Educación en Derechos Humanos) los derechos humanos reciben un
nuevo aliento. En pocos años se celebran el Cumbre de la Niñez (Nueva York),
el Cumbre de la Tierra (Rio de Janeiro), el Cumbre Social (Copenhague), las
Conferencias Mundiales de Derechos Humanos (Viena), de la Mujer (Bejing),
sobre Población (Cairo) y Habitat (Istanbul) con una importante participación de
organizaciones no-gubernamentales (ONG's).

En este contexto quedó claro que la defensa, la promoción y la educación de los


derechos humanos son demasiado urgentes e importantes para dejarlas
únicamente en manos de l@s gobernantes del mundo. La construcción de un
mundo más fraterno es asunto de tod@s nosotr@s, sociedad civil, partidos
políticos y gobierno. L@s maestr@s tienen una responsabilidad fundamental en
esta tarea. 'La lucha por establecer los Derechos Humanos firmemente en la
conciencia de los individuos y de los pueblos pasa obligatoriamente por el
proceso educativo' (Mosca - Pérez Aguirre, 1985).

En este artículo ofrecemos algunas ideas sobre una posible pedagogía de los
derechos humanos para construir un nuevo camino (metodología) hacia
relaciones educativas más humanas. Al final presentamos una serie de retos
para México que seguramente podrán traducirse hacía otros países
latinoamericanos.

¿Un tren sin conductor?

Nuestra sociedad (¿o será nuestra soledad?) se mueve con una doble velocidad.
Por un lado están los enormes progresos en cuanto a la resolución de muchos
problemas materiales. El hombre conquista el espacio en todas sus
dimensiones, hace retroceder a la muerte y modela el mundo a su gusto. En
enorme contraste con estos logros, por otro lado, el hombre no se entiende a sí
mismo, parece menos capaz de convivir con sus pares y pierde espiritualidad y
sentido de vida.

En un afán de autodestrucción sin precedentes en la historia el hombre moderno


(el hombre unidimensional) parece no saber utilizar sus vastos conocimientos
técnicos y positivos para vivir en comunidad, construir la paz y sobrevivir en un
medio ambiente sano. El hombre 'todopoderoso' más y más se siente inútil y no
ve como puede influir en las decisiones cotidianas de su propia vida. ¿Para qué
sirven tantos conocimientos? ¿Qué tipos de hombre y mujer se han ido
preparando en la educación de hoy?

Educación

La educación es un proceso por medio del cual el individuo va formando y


desarrollando al máximo todas sus potencialidades, conocimientos,
capacidades, emociones y sentimientos para cada día ser un mejor ser humano.

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Es un proceso que dura toda la vida, en el cual el individuo está aprendiendo a
enfrentarse a la vida a través de experiencias autodirigidas y dirigidas por otr@s.
Aunque se acepte generalmente que la educación más importante y perdurable
es la que se adquiere con la experiencia cotidiana, es común que se
menosprecie a quienes no tienen experiencia escolar (educación formal), y
carecen de diplomas que certifiquen que han cumplido las exigencias necesarias
para ser adult@s y participar plenamente en el mundo del trabajo y la sociedad.

Existe también educación no-formal. En América Latina generalmente esto tipo


de educación se dirige a adult@s y jóvenes, que socioeconómicamente se
califican como pobres, e incluye la extensión agrícola, el desarrollo de la
comunidad, la concientización, la capacitación técnico-vocacional, la
alfabetización y educación primaria, la planificación familiar y otros programas
del mismo tipo. Idealmente, aquí se busca reforzar el poder de l@s participantes
y mejorar su status, ya sea ampliando sus capacidades y conocimientos, ya sea
modificando sus actitudes y valores básicos respecto al trabajo y a la vida. (La
Belle, 1988)

Ya sea que se considere a la educación como escolarización o como experiencia


vital, el proceso y los fines nunca son neutrales. Mucho menos en una educación
en, sobre y para los derechos humanos que pretende lograr un cambio
profundo en la persona, sus conocimientos, actitudes y habilidades, y en la
sociedad.

Aprendizaje

Cada ser humano normalmente posee una potencialidad natural para el


aprendizaje, tiene una curiosidad innata por el mundo, a menos que esta
curiosidad se ahogue con experiencias muy traumatizantes. Siente una
necesidad ambivalente por aprender y evolucionar. La razón de esta
ambivalencia es que todo aprendizaje significativo implica un cierto grado de
disgusto, de dolor, de intranquilidad o de inseguridad. Sea por las dificultades
inherentes al aprendizaje mismo o por la resistencia protectora a dejar de lado
los aprendizajes anteriores.

El aprendizaje significativo tendrá lugar sobre todo cuando el individuo percibe el


tema como importante para sus propios objetivos y necesidades. Una persona
aprende realmente - y a un ritmo mucho más elevado - cuando nota que el
estudio está relacionado con el mantenimiento o el enriquecimiento de sí mismo.

El tipo de aprendizaje que implica un cambio (o la percepción de un cambio) en


la organización de su vida y de su persona es amenazador para el(la) alumn@.
Normalmente existe tendencia a rechazarlo, porque implica reconocer que
opiniones, hábitos pueden cambiar. Algunas veces estos aprendizajes dolorosos
y amenazadores están relacionados con contradicciones dentro de uno mismo.

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Estos aprendizajes se perciben y asimilan con mayor facilidad si las amenazas
externas son reducidas. Un ambiente comprensivo y de apoyo, tolerante y
respetuoso permitirá más facilmente progresos y ensayos riesgosos porque
el(la) aprendiz ya no está paralizad@ por el miedo, por las calificaciones, por la
competencia ciega. Cuando no existe una amenaza al sí mismo, la experiencia
se percibe totalmente de otra manera y resulta más fácil el aprendizaje.
La mayor parte del aprendizaje significativo se logra mediante la práctica y se
facilita cuando el(la) alumn@ participa de manera responsable en el proceso. El
aprendizaje autoiniciado que abarca la totalidad de la persona - su corporalidad,
su afectividad, su capacidad y su intelecto - es el más profundo y perdurable.

La creatividad, la independencia, el autoestima y la confianza en sí mismo


florecen en una atmósfera de libertad, endonde la autoevaluación y la autocrítica
son básicas y la crítica y evaluación de l@s demás se queda en segundo plan.
(Rogers, 1978)

¿Qué pretende lograr la Educación en Derechos Humanos? (Objetivos)

El Dr. Ian Lister, asesor del Consejo de Europa en cuestiones de Educación en


Derechos Humanos (EDH), suele decir que la EDH es 'rica en objetivos, pobre
en contenidos' (Lister, 1981). Decenas de documentos nacionales, regionales e
internacionales mencionan un sinfin de objetivos para la EDH. Tratamos de
ofrecer un resumen de los objetivos más relevantes que utilizamos en nuestro
manual La Zanahoria:

1. Formación de una noción básica en l@s alumn@s de sus derechos y


obligaciones, de la historia y del contexto nacional, regional e
internacional de los derechos humanos y de historias de éxito en la lucha
por los derechos.
2. Desarrollo de la capacidad en l@s alumn@s de identificar problemáticas
relativos a los Derechos Humanos (de las tres generaciones).
3. Apreciación de la dignidad de la persona humana. Aprecio de las
diferencias.
4. Desarrollo de una autoimagen positiva, necesaria para la confianza en
un@ mism@ y en l@s demás.
5. Clarificación de los propios valores y entendimiento de valores similares
o diferentes en otra gente.
6. Tolerancia hacia las propias debilidades y las de l@s demás. Desarrollo
del espíritu constructivo para vencer las limitaciones con actitudes de
respeto y solidaridad.
7. Responsabilización del bienestar propio y ajeno.
8. Capacidad de establecer relaciones de cooperación con otras personas,
aún cuando sean de ideología o cultura diferente.
9. Comprensión de que el cambio y el conflicto son parte de la experiencia
humana y enfrentarlos de manera positiva y noviolenta. Conocimiento de
los efectos de la violencia.

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10. Desarrollo de la capacidad de discutir, escuchar y defender opiniones en
formas oral y escrita.
11. Desarrollo de la capacidad de participación en la toma de decisiones.
12. Compromiso de tomar como criterio para la toma de decisiones, la
justicia y la imparcialidad.
13. Favorecer la libertad con responsabilidad.
14. Transmitir la esperanza en que la realidad puede ser transformada por
nosotr@s mism@s defendiendo y promoviendo los Derechos Humanos
en forma pacífica.

Contenidos de la EDH

No siempre hace falta referirse explícitamente a las palabras derechos humanos


para cumplir con una educación para la paz y los derechos humanos. De
ninguna manera promovemos el uso de la versión original de documentos
legales o jurídicos (Declaración Universal de Derechos Humanos, Convención
de los Derechos del Niño) en la enseñanza básica.

Para llevar la enseñanza sobre los derechos humanos a los polos de interés de
l@s níñ@s y adolescentes se propone dividir el concepto complejo de los
derechos humanos, con todas sus generaciones y significaciones, en ocho
derechos básicos, que manejamos como conceptos fundamentales en nuestros
cursos: igualdad, solidaridad, justicia, vida digna, salud, libertad, participación y
paz.

En las siguientes páginas analizaremos cada idea en su relación con los


derechos humanos y la educación. Finalmente, daremos unos ejemplos
concretos de su aplicación en la enseñanza diaria. Retomamos y completamos
algunas ideas de la Carpeta del Centro de Recursos Educativos en los temas de
Igualdad, Libertad, Solidaridad y Participación

1. DERECHO A LA IGUALDAD.

La igualdad es el principio que reconoce a tod@s l@s ciudadan@s la capacidad


para los mismos derechos. Entendido en todo su alcance, el concepto de
igualdad unifica a la raza humana. Todos los seres humanos, por el solo hecho
de serlo, contamos con los mismos derechos a la vida, la libertad, la paz, etc.,
independientemente de nuestro origen étnico o social, nacionalidad, sexo,
religión o la posición política o filosófica que tengamos.
L@s luchadore(a)s por los derechos humanos plantean una definición de
igualdad que comprende la igualdad legal más la igualdad social. Esta última
significa que todas las personas y grupos humanos tienen las mismas
oportunidades para acceder a los bienes culturales, materiales y espirituales, así
como participar en la toma de decisiones y en la administración de una

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comunidad. El principio de igualdad contempla todos los ámbitos de la vida
cotidiana: la familia, la pareja, la escuela, el trabajo, la comunidad, el país.

El derecho de igualdad no ignora las diferencias legítimas y características


propias de cada individuo o grupo social. Tod@s nacemos en un grupo étnico
particular y en un lugar geográfico específico donde se tiene cierta lengua,
costumbres, creencias y organización que influirán en nuestro desarrollo,
nuestra forma de ser, actuar y pensar. Estas diferencias que conforman nuestra
identidad como individuos y grupos dan variedad a la vida humana y a la
sociedad, las enriquece.

Al respecto la Declaración de las Naciones Unidas sobre la raza y los prejuicios


raciales de 1978, señala: Todos los pueblos del mundo están dotados de las
mismas facultades que les permiten alcanzar la plenitud del desarrollo
intelectual, técnico, social, económico, cultural y político. Las diferencias entre
las realizaciones de los diferentes pueblos se explican enteramente por factores
geográficos, históricos políticos, económicos sociales y culturales. Estas
diferencias no pueden en ningún caso servir de pretexto a cualquier clasificación
jerarquizada de las naciones y de los pueblos.

Consideramos como ilegítimas e injustas las diferencias que no se derivan de las


peculiaridades propias de la especie humana, ni de la libre elección de los
individuos. Son las que niegan la existencia digna e iguales derechos para
tod@s. Para ejemplificar este tipo de diferencias podemos mencionar la
discriminación negativa, sea del tipo que sea: por origen étnico o cultural
(racismo, xenofobia), género (sexismo, machismo), nacionalidad, credo religioso
(fundamentalismos exacerbados), en contra de grupos minoritarios, por su
capacidad física, edad (niñ@s, ancian@s). Para contrarrester los efectos de
discriminación racial o sexista algunos gobiernos utilizan formas de
'discriminación positiva' (p.ej. obligar a l@s industriales de su país a contratar
también a gente de color, mujeres, etc.)

Una forma en que mucha gente cotidianamente discrimina es alimentando


prejuicios y estereotipos. El prejuicio es una opinión que se emite
anticipadamente, sin tener la información suficiente como para emitir un juicio
fundado y razonado. Los prejuicios son opiniones antojadizas, arbitrarias. Por lo
general nacen de repetir irreflexivamente oraciones que hemos oído una y otra
vez. Al final y a fuerza de repetirlos terminamos por aceptarlos como verdaderos,
sin molestarnos por verificar cuánto tienen de cierto. El prejuicio contra ciertas
grupos y personas nace del estereotipo.

Un estereotipo puede definirse como 'un conjunto de rasgos que supuestamente


caracterizan a un grupo, en su aspecto físico y mental y en su comportamiento'.
De esta forma la realidad es restringida, se la mutila y deforma, lo que lleva a
hacer una caricatura de la misma: primero se simplifica (se seleccionan uno o
dos elementos o rasgos, mientras los demás se ignoran) y después, se

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generaliza (esos rasgos y elementos son asignados a todos los miembros que
conforman el grupo).

Es importante distinguir las diferencias legítimas de las que no lo son. Queremos


estimular a l@s niñ@s a conocer mejor las primeras, apreciarlas y respetarlas
en si mism@s y en otras personas. Buscaremos no repetir las diferencias
ilegítimas y contribuiremos a eliminarlas. Al señalar el aprecio a las diferencias
étnicas, culturales, de pensamiento, sexo y religión, entre otras, nos adentramos
al tema de la tolerancia, entendida ésta como respeto a la diversidad a fin de
construir una convivencia humana solidaria.

Una educación que contemple y se guíe por la idea de la igualdad deberá


fomentar en l@s alumn@s ideas fundamentales de respeto y aceptación del(a)
otr@ como un(a) igual, y al mismo tiempo la comprensión de que esta igualdad
no implica que debamos ser o seamos absolutamente idéntic@s. La Educación
en Derechos Humanos fomenta el sentido de igualdad en tanto seres humanos,
en sentido genérico, pero también reconoce y respeta las diferencias entre cada
un@: las diferentes necesidades, expectativas, deseos, etc.

Basándose en la igualdad de cada individuo único se fortalecerá el aprecio y el


goce de las diferencias en cada persona. Un punto de énfasis y de mayor
cuidado será evitar que la idea de las diferencias legítimas nos lleve al terreno
de los prejuicios y las discriminaciones raciales. Muchos prejuicios nacen de un
complejo de inferioridad: es importante trabajar el autoestima en tod@s
nuestr@s alumn@s.

En el ámbito de la escuela el concepto de la igualdad significa, entre otras


cosas, evitar abiertamente la invisibilidad de opiniones y culturas minorizadas en
nuestro plan de trabajo, los contenidos y las metodologías aplicadas. Se
estimulará el conocimiento y aprecio de la gran diversidad de culturas e
ideologías que existen en el mundo, buscando intereses y necesidades comunes
entre todas ellas, evitando prejuicios y empezando la enseñanza en el mundo
diario de l@s jóvenes. Concretamente tocará problemas como sexismo,
machismo, elitismo, eurocentrismo, racismo, xenofobia y cualquier tipo de
discriminación injusta.

2. DERECHO A LA SOLIDARIDAD.

Durante mucho tiempo la doctrina de los derechos humanos privilegió a los


derechos civiles y políticos, a las garantías individuales. El concepto moderno de
los derechos humanos considera todas las necesidades reales del ser humano e
insista en la urgencia de la solidaridad a nivel comunitario (seguro social para
enferm@s y discapacitad@s, desemplead@s, jubilación digna, protección a las
mujeres embarazadas y a l@s niñ@s, etc.) y a nivel internacional (el derecho de
los pueblos al desarrollo). Los derechos humanos son ningún privilegio, hay que

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exigir su pleno respeto para tod@s. Su violación en cualquier lado del mundo
lastima profundamente mi propia dignidad humana.

La solidaridad no trata de inculcar miedo o precaución egocéntricos ('un día me


puede tocar a mi') pero toca el fondo de la idea de derechos humanos. Cada ser
humano es esencialmente un ser social con las mismas necesidades. La
realización de sus necesidades, desde el primer día de su concepción, implican
la ayuda, la preocupación, el cariño, el amor, la labor y la organización de
muchas otras personas. Los derechos humanos son impensables sin
solidaridad.

El ser humano es un ser social por naturaleza, nadie es ni puede ser una isla.
Las personas no pueden vivir sin la mutua cooperación. Desde siempre los
hombres y las mujeres han necesitado estar en comunidad para ser y sobrevivir.
De ahí que la unión y la cooperación constituyan para los seres humanos una
necesidad vital -física y psicológica- tanto para su supervivencia material:
protegerse, trabajar, producir y reproducirse; como para su supervivencia
espiritual: reconocerse como miembro de una especie, como parte de una
comunidad a fin de comunicarse y desarrollar sus potencialidades. La relación
con las demás personas es lo que da significado y dirección a la vida humana.

¿Cómo se expresa esa solidaridad con las personas? Ser solidario es estar
ligado por una comunidad de intereses y responsabilidades. Por encima de
cualquier diversidad, tod@s l@s hombres y mujeres compartimos una misma
aspiración: alcanzar una existencia digna y felíz. Esta aspiración nos lleva a
cada un@ a reconocer y ejercitar nuestros derechos, al tiempo que nos impone
la responsabilidad de reconocer y respetar esos mismos derechos a las demás
personas.

Tod@s ejercitamos nuestra libertad en una colectividad, así, el vínculo solidario


hace contrapeso a la libertad individual y le pone límites, mismos que se derivan
del respeto a la libertad de l@s otr@s y de la búsqueda de un bien común. El
principio de solidaridad equilibra al de la libertad y complementa al de igualdad.
Ningún principio, valor o derecho adquiere pleno sentido si se le ve separado de
los demás derechos.

Hoy en día vivimos a escala mundial. Los alimentos que ingerimos, la ropa, los
objetos que utilizamos son resultado de un proceso de producción muy complejo
que involucra a muchos países. Las canciones, la moda, l@s artistas, las
expresiones y noticias nos llegan rápidamente a través de la televisión, la radio,
la prensa, internet o una llamada telefónica. De ahí que Marshall McLuhan diga
que habitamos en la 'aldea global'. El mundo se hace cada vez más pequeño al
estar estrechamente conectado por los avances en las telecomunicaciones y los
transportes. Lo que acontece en cualquier lugar proyecta sus efectos a todo el
planeta.

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Todo esto contribuye a difundir un sentido de pertenencia mundial, de
ciudadanía planetaria. Estamos en el mismo barco y lo que en el sucede a
tod@s impacta y concierne: marginación y/o desarrollo, medio ambiente, salud,
conflictos y paz, racismo; de ahí la famosa frase de Terencio 'nada de lo que es
humano me es ajeno'. En nosotr@s está la capacidad de estremecernos de ser
sensibles a lo que suceda a cualquier persona o comunidad.

Cierto es que las fuerzas de la economía, la tecnología y las relaciones


internacionales que han 'empequeñecido' al planeta son también las
responsables de varios de los problemas que lo aquejan. En este proceso de
acercamiento, de globalización, un sinfin de culturas han sido reducidas o
aniquiladas a una monótona uniformidad. Los medios de comunicación suelen
desfigurar la realidad y confundir intencionalmente al público. Estas fuerzas
acompañan un proceso de dependencia económica de muchos países respecto
de otros (los más ricos) así como de algunas grandes empresas (con
presupuestos más grandes que muchos países), al tiempo que aceleran el
deterioro y destrucción de la naturaleza.

La pobreza divide al mundo. Parece que hasta ahora se ha entendido que el


desarrollo es sólo posible para una parte de la población mundial, a costa de la
marginación y el atraso de la mayoría de las personas. Es urgente que
comprendamos que desarrollo no es opulencia sino equidad. No estamos
hablando de que cada nación se encierre en si misma, al contrario, nuestros
países necesitan de los demás, pero también necesitan de nuevas y justas
relaciones comerciales; de una adecuada transferencia de tecnología; de
capitales destinados a la producción -no a la especulación- creadoras de
empleos y obras de infraestructura necesarias.

Los países industrializados deberán aprender a vivir su prosperidad de una


forma más solidaria porque es la única vía para reducir las tensiones y con ello
garantizar la paz mundial. La opción no puede ser que continúe el crecimiento
desmedido de una parte del mundo a costa de otra o que el planeta estalle. La
alternativa es el crecimiento repartido y armónico de toda la humanidad. Que la
opulencia no conviva con la miseria, sino que tod@s podamos vivir dignamente.

Esta convivencia más plena implicará el reconocimiento y aprecio a las


diferencias de cada pueblo, sus formas de expresión cultural, de organización,
convivencia, religión, etc. No se trata de uniformar sino de dialogar y abrirnos a
l@s demás, a la diversidad.

La autodeterminación de los pueblos ya no consiste tanto en liberarse de un


estatuto formal de colonialismo. Trata más bien del derecho de cada comunidad
nacional y de los pueblos indígenas a decidir sobre si mism@s. Muchos países,
a pesar de estar representados en algunos foros mundiales, continúan
amarrados al imperio del dinero, a los poderíos financieros y militares. Por eso
se hace presente el clamor por un nuevo orden internacional basado en la

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solidaridad y la paz. Sólo una reestructuración de las relaciones internacionales
que contemple estos principios, nos llevará a poseer una auténtica ciudadanía
planetaria. Las personas y los pueblos viven en dignidad cuando no son
sometid@s ni someten a otr@s.

La solidaridad no se enseña en un sólo día. Por medio de juegos cooperativos,


trabajo en equipos, acciones concretas para la comunidad escolar o para la
colonia, se pueden inculcar valores sociales como la cooperación, ayuda mutua,
empatía y compromiso, todos los elementos de una solidaridad viva. Más que
con palabras y discursos, estos valores se enseñan con el ejemplo y la acción.
Es muy importante buscar actividades que resulten en pequeños logros, éxitos
para l@s alumn@s más que tratar de realizar las doce obras de Hércules. El
sentimiento de orgullo, alegría, satisfacción, unión en el grupo al alcanzar una
meta concreta puede ser algo inolvidable en el(a) pequeñ@ y forjar la certeza
que puede cambiar su destino.

3. DERECHO A LA JUSTICIA.

La justicia es la rectitud de proceder en las relaciones con el(la) otr@. No


consiste en dar a cada un@ lo mismo, ni dar a cada un@ lo que le pertenece. Es
la virtud de dar a cada un@ lo que necesita, lo que debe hacerse según derecho
o razón.

Son muchas las formas de definir un término tan complejo como la justicia, pero
como quiera que se le defina, la justicia implicará siempre un respeto y un
debido trato hacia l@s demás: implica vivir con seguridad, gozando de derechos,
respaldados por leyes que nos aseguren la existenica de la justicia.

De todos los ideales de la teoría de los derechos humanos tal vez el derecho a la
justicia (el derecho a un trato justo y apropiado) es el más universal y se
(re)siente más profundamente. Casi todo el mundo siente una fuerte reacción de
repugnancia ante las violaciones de derechos humanos. Hasta niñ@s
pequeñ@s reclaman con vigor su derecho cuando se sienten agredid@s (tener
que acostarse antes de la hermanita) con un resentido '¡No es justo!'

Es curioso que - a pesar de su enorme complejidad - el fundamento y la


credibilidad de las leyes en una sociedad democrática se basen en un sentido
común que es ampliamente compartido. Sin embargo 'legal' y 'justo' no son
sinónimos. Existen muchos ejemplos de leyes injustas (el sistema racista de
Apartheid en Sudáfrica, por ejemplo) y muchas luchas (noviolentas) para causas
justas se han visto obligadas a cometer actividades ilegales (desobediencia
civil). La justicia es la norma de la legalidad, leyes injustas pierden fundamento y
tienden a desaparecer.

Básicamente la justicia contiene tres conceptos sencillos en búsqueda de un


equilibrio: el trato igual ante la ley, la vigencia de la ley y la satisfacción de las

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necesidades individuales. Una sociedad ciegamente igualitaria difícilmente
puede ser justa. Un estado que aplica la ley con mano demasiado dura no
siempre se considera un estado de derecho. Leyes que niegan las necesidades
fundamentales de cierto grupo de personas son injustas.

Nadie puede estar por encima de la ley. La aplicación justa en un sistema de


derecho impide los favoritismos y la negligencia. Para jueces 'just@s' no existen
reyes ni molineros, tod@s son sujetos de la misma ley y la jurisprudencia ('la
prudencia de jueces sabi@s') trata de interpretar las leyes independientemente
del individuo en caso. Circunstancias atenuantes o agraviantes deben
considerarse de una manera sistemática, no pueden depender del humor del(a)
juez o de la posición socioeconómica de la persona acusada. Los delitos y
crimenes deben ser tipificados (descritos con claridad en el código penal), un@
no puede ser castigad@ por una actividad u omisión que no era considerada
crimen o delito en el momento de su realización. Las leyes no deben cambiarse
en función de una sola persona (por ejemplo: considerar la introducción de la
pena de muerte en el Perú para castigar al líder histórico del Sendero
Luminoso).

Las leyes en sí son letra muerta y no significan nada sin implementación de su


normatividad. Las leyes deben ser reglas: regulan de una manera u otra,
controlan, se imponen ... o desaparecen. Este control no necesariamente es
violento. La mayoría de las personas interiorizamos muchas reglas, normas de
conductas y códigos sociales sin mayor presión externa. Las reglas justas, como
mínimo, serán públicas y conocidas, coherentes y aplicadas con imparcialidad,
emanarán de la voluntad de la gran mayoría de las personas y seguirán el
sentido común. Generalmente se considera más justo aplicar la fuerza de la ley
con medida, buscando remediar en lugar de aplastar, tratando de (re)educar y
no brutalizar a las personas.

Lo que es justo para mí (adult@, san@, profesionalista, ...) tal vez no lo sea para
otra persona (niñ@, enferm@, con fuertes problemas de aprendizaje). Un
sistema de justicia tomará en cuenta las necesidades fundamentales de muchos
sectores de la sociedad, sin recaer en privilegios. Hoy en día se acepta
mundialmente la Declaración Universal de Derechos Humanos como un catálogo
vigente de las principales necesidades humanas. Leyes que violan estas
necesidades se consideran injustas.

Implementar medidas especiales de protección para niñ@s, mujeres,


refugiad@s, víctimas de racismo (discriminación positiva), no es ninguna
negación del principio de la igualdad antes de la ley. Es la consecuencia y
explicitación del mismo principio que debería leerse: igualdad de oportunidades
antes de la ley. Posibilitar a un paralítico, una niña o un refugiado a disfrutar del
sistema de justicia y de la igualdad en la sociedad, implica 'hacerle igual' a las
demás personas que enfrentan la vida sin obstáculos notorios.

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La escuela intentará lograr relaciones humanas justas, sobre todo en relación
con la disciplina y el orden, la autoridad, los reglamentos internos. La EDH
enseñará que la autoridad debe de tomar en cuenta las necesidades y opiniones
de todo(a)s en búsqueda de una toma de decisiones entre tod@s. Por otro lado,
se esperará un equilibrio justo: la responsabilidad y participación madura de l@s
alumn@s en la implementación de los acuerdos y en la vida en el aula en
general.

4. DERECHO A LA LIBERTAD

Tener libertad no significa hacer o decir indiscriminadamente lo que un@ quiera,


pero si es contar con la capacidad de decisión y acción, poder pensar, creer,
actuar, con la confianza y seguridad de estar protegid@ por las leyes y la
sociedad sin sufrir represión o limitación por parte de ella. La libertad es un
principio ligado a la dignidad humana: 'La libertad, la justicia y la paz en el
mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad (...) de todos los
miembros de la familia humana'

En otras palabras significa que sólo habremos de lograr una verdadera armonía
en el mundo cuando tod@s reconozcamos y respetemos la dignidad de las
demás personas. La dignidad es una cualidad de la persona humana por la cual
ella es merecedora de algo considerado valioso - como un elogio - o actitudes
fraternas y siempre va unida a la idea de valor.

A esos valores muy especiales y decisivos que están en la realidad íntima y


profunda de las personas y que las hacen ser seres humanos los llamamos
'derechos y deberes humanos'. Cada un@ de nosotr@s está llamad@ a
descubrir, a reconocer y respetar esos valores. 'Sólo cuando una persona decide
: 'soy alguien, soy alguien digno de vivir, estoy comprometido a ser yo mismo', el
cambio se vuelve posible.'

La persona humana se define como un ser de valores, como un sujeto de


derechos y de deberes, es decir, como un ser digno. Esa dignidad implica:

9 el conocimiento de sí mism@ y de l@s demás;9 la valorización de un@


mism@; 9 un compromiso de querer realizarse;9 luchar honestamente por ser
alguien;9 creatividad para desarrollarse como persona;9 luchar mano a mano
con y por l@s demás;
9 promover el reconocimiento y el respeto de esos derechos y deberes
fundamentales, que nos constituyen en personas.

El reconocimiento de la dignidad de la persona humana, de sus derechos y sus


deberes fundamentales, es un principio básico en la comprensión y ejercicio de
la libertad y la autonomía de las personas. Las personas al ejercer su libertad no
sólo se descubren y reconocen como seres dignos, sino que ella les impulsa
constantemente a proyectar su propia vida y a crecer como personas en

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solidaridad con las demás. El ser humano crece en dignidad en la medida en
que se esfuerza por promover los valores y la originalidad de l@s otr@s. Negar
libertad a l@s demás más bien me quita humanidad.

La palabra libertad está demasiado gastada. En nuestros días se le menciona y


utiliza tanto que casi se ha convertido en una palabra vacía. No hay idea ni
palabra más universal, aunque por ella se entiendan cosas muy diferentes. Se le
emplea como supuesto, como medio y como fin. La invocan l@s que la limitan y
l@s que la promueven; l@s dominadore/as y l@s dominad@s: '¡Libertad,
cuántos crimenes se cometen en tu nombre!' La libertad entendemos como una
propiedad de la voluntad por medio de la cual las personas tienen la capacidad
de elegir y actuar. Existen cuatro clases de libertad.

1. Libertad física. Se trata de la simple posibilidad corporal de actuar. El/la


que no está atad@ puede caminar; el/la que no está encarcelad@ puede
desplazarse a donde quiera.

2. Libertad de coacción. Consiste en no sufrir una fuerza o presión de otra


persona para que yo haga y diga algo. La coacción o violencia puede ser
interna, como el miedo o las drogas, o externa, como fuerza física. Cuando
hay coacción no hay libertad.

3. Libertad de elección o psicológica. Consiste en que nuestras decisiones


pueden dirigirse a cualquier dirección. Es decir, podemos optar entre esto o
aquello, sin obligación de escoger algo determinado. La esencia de la
libertad está en la autodeterminación, en el dominio del acto propio. Es
necesario que la persona se determine por sí misma, que elija, que sea
autora de su acto, la causa de su actividad, que se dé a si misma los
motivos de su actuación.

4. Libertad ética o moral. Es la capacidad de elegir entre los distintos bienes


que se le presentan a la persona humana y hacerlo con plena conciencia.
Poder decidir entre lo que es mejor y lo que no lo es a pesar de las propias
conveniencias y de acuerdo con ciertos principios, es una señal de la
libertad como propiedad exclusiva del ser humano.

La libertad no es, ni puede ser, absoluta. El primer límite de la libertad es que es


humana. Tiene los mismos condicionamientos personales (físicos y psicológicos)
y circunstanciales (económicos, sociales, culturales, políticos, educativos,
religiosos, etc.) que tiene el ser humano. Una persona aprende a ejercitarse en
la libertad: a través del aprendizaje, de mi experiencia y de mis sucesivas
elecciones voluntarias, conscientes y responsables, es como me voy formando
en el ejercicio de la libertad.

La libertad es necesaria para la autorrealización personal. Sin embargo, esto no


basta. El hombre o la mujer es esencialmente un ser social: necesitamos de la

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convivencia y de la colaboración de l@s demás. Por eso la organización política,
los poderes democrática y legítimamente constituidos, como por ejemplo el
Estado, deben ordenar el ejercicio de la libertad con vistas a la realización del
bien común total. Este bien será el límite a la libertad de los individuos y el
Estado está obligado a reconocer, respetar y tutelar la libertad de las personas a
fin de que su ejercicio no lesione el disfrute de los derechos y el cumplimiento de
los deberes de las demás. La libertad se convierte así en un derecho. La libertad
es tarea de tod@s y consiste en: hacer reconocer, defender y promover la
libertad allí donde estemos y con los medios honestos que tengamos a mano.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos reconoce la libertad como
un derecho y también la explicita en varias libertades muy concretas y
particulares:

9 el derecho a la libertad: negación de la esclavitud y de la servidumbre.


9 el derecho a la protección de la libertad personal.
9 el derecho a la libertad de opinión y expresión.
9 el derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión.
9 el derecho a la libertad de residencia y circulación.
9 el derecho de rectificación y de respuesta.
9 el derecho a casarme con quien quiera.
9 el derecho a la libertad de asociación y manifestación pacífica.

Educar para la libertad es educar en relaciones libertadores, es formar hombres


y mujeres concientes del respeto a la dignidad humana, irreconciliable con la
represión y la esclavitud. Es formar un espíritu que sienta la necesidad de
libertad propia y de l@s demás, para tener una filosofía de vida y poder
expresarla, o simplemente, para poder viajar, escribir, estudiar, con absoluta
confianza. Es formar a gente que sepa pensar por sí misma, sin repetir
automáticamente las ideas de l@s demás, y que sepa expresar su opinión. Es
formar individuos forjadores de su propio destino.

5. DERECHO A UNA VIDA DIGNA

Vivir es mucho más que no morirse. La vida humana no se reduce a una sencilla
cadena de reacciones químicas y procesos físicos. Idealmente, una vida humano
es algo querido y esperado con anticipación, concebida en un momento de gran
amor y fé en el futuro. La vida humana, y por ende la vida como tal, es mucho
más que un simple hecho: es un valor sagrado en todas las culturas y
civilizaciones, no sustituible por valores económicos o bienes materiales. Perder
la vida es perder literalmente todo. Dañar la vida es cometer un error sin
remedio.

De todos los seres vivos, el ser humano nace más inepto e incapaz de
sobrevivir. Parece ser un error de la naturaleza. Un recién nacido necesita de
todo: alimentación, cuidados de todo tipo, amor y cariño. Se ha comprobado, en
experimentos crueles de la Edad Media, que bebés bien alimentados y limpios

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se mueren antes de cumplir un año por la falta de cariño y comunicación
humana. Para vivir bien, un ser humano necesita de cuidados biológicos y
emocionales de igual manera. Necesita un entorno social para aprender a vivir
como humano. Su idioma, sus costumbres, sus conocimientos del mundo y de si
mismo...todo esto recibe un@ de la gente a su alrededor.

Para sobrevivir los seres humanos dependemos de un entorno físico que nos
permita buscar alimentos, respirar aire limpio, disfrutar tranquilidad y descanso.
La vida humana es parte de un equilibrio complejo, que le asegura la
sobrevivencia. Romper este círculo -a la larga- significará limitar la vitalidad
humana.

Cuando hablamos de una vida digna, tomemos en cuenta todos estos aspectos:
los cuidados biológicos y emocionales para l@s débiles -niñ@s, enferm@s,
discapacitad@s y ancian@s-, posibilidades materiales, culturales y sociales para
vivir bien en los entornos social y ecológico. Para apreciar bien una sociedad o
civilización hay que fijarse en como trata a l@s más débiles.

a) El derecho a la vida

Toda actividad se fundamenta en la vida y en su protección. La conservación de


ésta es el deseo natural del ser humano: conservación de su propia vida y
conservación del mundo en el que vive, de la vida natural y animal que
representan el entorno y el sustento de la propia existencia humana. Por eso
luchar por la conservación de la vida en todas sus formas es un derecho y un
deber, pues finalmente significa luchar por el ser humano y por sus posibilidades
de realizarse plenamente.

El derecho a la propia vida es el derecho más importante y debe ser reconocido


y protegido ante cualquier situación que pueda perjudicarlo. Este derecho implica
la inviolabilidad, la integridad y la seguridad de la persona humana, así como la
valoración del propio cuerpo; por ello no se puede permitir que persona alguna
sea sometida a tratos crueles, degradantes e inhumanos tales como el
asesinato, el genocidio, desapariciones forzadas, la guerra, esclavitud, cualquier
tipo de discriminación, pena de muerte o maltrato físico. La violación sexual a
mujeres u hombres es un atentado a la integridad física y psicológica de la
persona. Así como otras formas de violación igualmente graves como el hambre
y la desnutrición, la falta de trabajo y escuelas, los bajos salarios - que no
permiten satisfacer nuestras necesidades fundamentales -, la falta de centros de
salud y vivienda adecuada para tod@s.

El derecho a la vida:
9 es el derecho más importante pues sin la vida todo lo demás no existiría,
9 es inseparable al ser humano y es reconocido universalmente en todas las
constituciones del mundo moderno.

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Es fundamental que tod@s:
a) tomemos conciencia del valor que tiene la vida en todas sus expresiones y
particularmente la vida humana para ser capaces de defenderla,
b) que desarrollemos actitudes de respeto en todo acto de interacción humana,
es decir en toda relación con otras personas,
c) que conozcamos y analicemos las normas -a nivel nacional e internacional-
que garantizan y protegen nuestro derecho a la vida, para exigir su respeto y
actuar en consecuencia.

Cuando hablamos de la vida decimos que toda persona por el hecho de serlo
tiene los siguientes derechos: a la vida, a un nombre propio (identidad), a la
integridad física y moral, al libre desenvolvimiento de su personalidad, es decir,
al pleno desarrollo de todas sus capacidades, habilidades, a condiciones que
contribuyan al cultivo de actitudes de respeto hacia las personas.

b) El derecho a una vida digna

Hemos visto algunas de las condiciones necesarias para el aseguramiento de la


vida como un derecho inalienable, y en ese sentido debiéramos entender vida en
toda su amplitud y profundidad, sin embargo es preciso decir que no sólo
tenemos derecho a la existencia sino también a una vida con dignidad.

La vida de todo hombre y toda mujer no puede concebirse sin la satisfacción de


una serie de requisitos indispensables que la hagan posible y que ya hemos
mencionado, tales como vivienda digna, alimentación, salud, empleo, educación,
cultura y recreación, un medio ambiente sano, servicios básicos para nuestro
barrio.

Por ello entendemos que la dignidad no es un bonito concepto abstracto. Al


contrario: la dignidad pasa por un conjunto de condiciones históricas y materiales
que posibilitan que el ser humano no simplemente sobreviva - llevando una vida
más cercana a la de un animal que a la de una persona - sino que cuente con el
bienestar y elementos suficientes para su crecimiento y desarrollo.

Cabe señalar que estos mínimos indispensables en la mayoría de las naciones


siguen sin ser satisfechos. Existen grandes sectores de la población mundial que
padecen hambre, que sufren privaciones derivadas de situaciones históricas y
de proyectos socioeconómicos injustos. Tenemos que hacer conciencia de ello y
defender la vida en todas sus manifestaciones, luchar para que nuestros
derechos sean cumplidos.

Los mínimos indispensables para contar con una vida digna se encuentran
contemplados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El artículo
25 dice que 'toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le
asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la
alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales

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necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes a su voluntad'. El artículo 26
indica que 'toda persona tiene derecho a la educación' y que ésta debe ser
gratuita al menos en el nivel básico.

Educar para la vida implica fomentar el pleno desarrollo de la vida en todos sus
aspectos. La educación tendrá un enfoque de esperanza en el futuro,
sabiendo que podemos influir en ello, inducirá a cuidar la propia salud y la de las
demás personas, tomará en cuenta al medio ambiente y las condiciones de una
vida sana en el campo y en las ciudades, las oficinas y las fábricas. Tratará el
derecho al trabajo y a la remuneración satisfactoria para el/la trabajador(a) y su
familia, el derecho a la seguridad social, a la educación y al cariño. Hablará
sobre el trato digno a la persona en general y a l@s más débiles, a l@s pres@s,
l@s refugiad@s, l@s extranjer@s, las minorías visibles en particular. (3)

6. DERECHO A LA SALUD

Íntimamente relacionado con el derecho a la vida. La práctica docente en zonas


rurales y suburbanas en México nos mostró la particular importancia del tema de
la salud. En México 20% de l@s niñ@s nacen desnutrid@s y la mitad de la
población infantil es pobre. Según UNICEF unas 12 millones de niñ@s trabajan
y/o viven en la calle en situaciones de explotación y muy dañinas para su salud
física y mental. Millones de personas no tienen acceso a agua potable. En las
grandes ciudades y las zonas fronterizas existen enormes problemas de
contaminación del medio ambiente. L@ niñ@s pasan un promedio de unas 1500
horas por año frente a la televisión, con una programación poca favorable para el
desarrollo de la creatividad y la salud mental. Más y más jóvenes consumen
alcohol, tabaco y otras drogas. L@s más pobres inhalan solventes tóxicos. Hace
mucho falta una educación sexual generalizada.

Con frecuencia decimos que estamos san@s cuando hay ausencia de


enfermedad. Es decir: no consideramos otros aspectos positivos. En algún
momento la Organización Mundial de la Salud difundió la siguiente definición: 'es
un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la
ausencia de afecciones o enfermedades'.

A la fecha se han hecho varias observaciones a esta definición: que ningún


individuo puede gozar de completo bienestar, que la salud no es un estado
definido, etc. Lo importante aquí es ubicar este tema como un derecho
fundamental y amplio que contempla entre otras cosas: atención médica
preventiva y curativa, general y universal, centros comunitarios, mejorar la
esperanza de vida, luchar contra la desnutrición, contra dietas desequilibradas,
contra enfermedades -curables e incurables (SIDA)-, drogadicción y alcoholismo,
cuidados especiales para l@s discapacitad@s, procurar un medio ambiente
sano; y que requiere de acciones sociales y de actitudes personales distintas:

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atención urgente, prevención, curación, aprecio y convivencia solidaria, cuidados
especiales, etc.

La salud de las personas está condicionada por la calidad y cantidad de los


alimentos que ingieren. Sin alimento el organismo carece de lo indispensable
para subsistir. Es por eso que todo país debe asegurar la suficiente producción
de alimentos que satisfaga las demandas de la población.

Lo que en realidad sucede es que en el mundo existen grupos poblacionales que


no sufren hambre, muchos incluso se alimentan en exceso; y hay otros grupos -
las tres cuartas de la población mundial- que padecen de hambre y están
subalimentados.

La esperanza de vida al nacer se encuentra íntimamente ligada a las


condiciones alimenticias de las personas y a las condiciones de vida en general.
La notoria desigualdad de ingresos existente entre grupos y países marca los
problemas de salud de una parte considerable de seres humanos, por lo que se
requieren de cambios profundos de las estructuras y relaciones económicas,
políticas y sociales a fin de asegurar condiciones de bienestar y desarrollo para
tod@s.

Existen varios organismos internacionales tales como UNICEF (Fondo de las


Naciones Unidas para la Infancia), la OMS (Organización Mundial de la Salud),
la FAO (Organización para la Alimentación y la Agricultura), la Cruz Roja
Internacional, encargados de dar seguimiento a una serie de condiciones
básicas de bienestar en las diferentes naciones que garanticen el cumplimiento
de los derechos humanos.

La salud es un derecho humano de la segunda generación por eso corresponde


a los gobiernos de cada nación procurar que tod@s l@s habitantes tengan
acceso a la alimentación y que ésta sea balanceada, atención médica preventiva
y curativa, al deporte, la recreación, campañas de vacunación, calidad ambiental
y todos aquellos servicios y actividades indispensables para una vida sana -
física y mental-. Toda persona que se enferma debe tener la posibilidad de
acudir a un médico y recibir medicinas así como un tratamiento adecuado para
su curación. La Constitución Mexicana en su artículo cuarto señala que toda
persona tiene derecho a la protección de la salud y que será la ley la que definirá
las bases y modalidades para el acceso a los servicios correspondientes.

Es muy importante no sólo conocer datos sobre la situación de la salud a nivel


mundial y nacional, sino promover el aprecio, cuidado y respeto de nuestro
cuerpo; defender nuestro derecho de atención médica y a un medio ambiente
sano; conocer las implicaciones de cualquier enfermedad física y social para no
fomentar discriminaciones absurdas o explicaciones simplistas que no dan
cuenta de fenómenos complejos como el caso del alcoholismo; incorporar en la

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dinámica diaria a l@s discapacitad@s y las personas de la tercera edad,
respetando su dignidad humana y promoviendo su derecho de participación.

7. DERECHO A LA PARTICIPACION

La sociedad la formamos tod@s. Las leyes e instituciones son expresiones


temporales de la voluntad del pueblo. La democracia efectiva dá más
oportunidades al respeto de los derechos de las minorías y de l@s más débiles,
vía el derecho universal al voto secreto y uniforme, el control diario de las
actividades de las autoridades y el acceso para todo mundo de las funciones
públicas. La participación de todas las personas en la vida privada y pública es
condición necesaria para el pleno respeto a sus derechos humanos. Tod@s
tenemos derecho a la información y de disfrutar de los progresos científicos,
culturales y sociales de nuestra sociedad.

Hablamos de que existe participación cuando se dá la acción de participar.


Quien participa 'forma parte' de algo mayor, que lo supera y lo trasciende. Los
seres humanos formamos parte de muchas agrupaciones: la familia, la
comunidad escolar, la colonia, grupos infantiles y juveniles, grupos religiosos,
políticos, etc. Pero participar no sólo es 'formar parte' de esos grupos de los
cuáles somos integrantes, también implica intervenir, opinar y decidir sobre las
cuestiones que tienen que ver con el grupo y que por lo tanto nos afectan. Así,
participar significa 'formar y tomar parte'. Sólo los seres humanos podemos
participar porque a diferencia de otros seres vivos tenemos la capacidad de
reflexionar, elegir y modificar lo que hayamos decidido.

Las personas desde muy pequeñas participamos en cuestiones que nos


interesan como una actividad vital. A medida que crecemos, esta actividad
aumenta y se hace más compleja conforme se desarrollan nuestra conciencia y
nuestra personalidad.

En la vida cotidiana hay distintos grados de participación. Integrar un grupo o


involucrarse en una actividad no siempre implica la misma intensidad de
involucramiento o compromiso con lo que hacemos y con quienes lo hacemos, ni
el mismo tipo de contribución efectiva e intelectual hacia la empresa común. Por
ejemplo, se puede compartir con parientes una misma casa sin actuar realmente
como miembro de una familia o ir a la escuela, responder preguntas en clase,
presentar examen, pero sin intervenir en la vida general del colegio. Esto puede
pasar en agrupaciones pequeñas o grandes, de trabajo, con un grupo de
amig@s, la comunidad o el país.

Cuando nosotr@s hablamos de participación como un valor humano tenemos


como ideal-meta la plena participación de las personas. Es decir, 'aquello que
permite en mayor medida que cada miembro del grupo despliegue sus atributos
y potencialidades individuales y haga aportes decisivos a la vida del conjunto'.
Cabe decir que para que la participación plena sea posible tienen que cumplirse

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