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¿Cuando surge el concepto de posesión demonológica para las personas con trastornos

mentales y asociado a que hechos en la historia de la humanidad?

Surge en los primeros tiempos de la cultura griega. Según dicha cultura, la locura era el

resultado de la posesión de los espíritus malignos personificados por dos diosas: Manía y Lisa,

de quienes se afirmaba que eran enviadas por los dioses en estado de cólera (Mora, 1982). A

veces la diferencia entre la posesión demoniaca y la locura era confusa. Según el profeta

Mahoma, el hombre que había perdido la razón había sido escogido por Dios para decir la

verdad, así que no era extraño que a dichas personas en estado de locura se les rindiera

adoración. Posteriormente, en la Europa cristiana, la iglesia se convirtió en la institución social y

legal más importante de la Edad Media. Durante este periodo, el trastorno mental desconcertaba

a las primeras autoridades cristianas. La Iglesia tuvo que hacer frente al dilema de determinar si

la persona que mostraba una conducta desviada era un santo o un aliado del diablo. Ahora bien,

fue a principios del siglo VII que la noción de posesión demoniaca se consolidó cabalmente. La

conducta desviada se veía como perversa, suponía una acción contra Dios provocada por el

demonio (Belloch, 1993). Los poseídos debía ser puestos bajo el control de las autoridades

religiosas porque solo ellas estaban legitimadas para luchar contra el mal.

¿Qué incidencia tiene la filosofía en el estudio de los trastornos mentales?

El filósofo griego Platón, contemporáneo de Hipócrates, Sócrates y Pericles, defendió el

elemento místico en la explicación del comportamiento y el modo de ser de las personas. Creía

en la existencia de dos principios, la materia y el espíritu, a su vez, planteó la dualidad de la

naturaleza humana y distinguió entre el alma racional y el alma irracional. Para él, un trastorno

mental se producía cuando el alma irracional se enfermaba al romper su débil conexión con el
alma racional. Platón señalaba dos clases de locura: una resultaba de la enfermedad, mientras que

la otra era de inspiración divina y proporcionaba a su poseedor cualidades proféticas. La obra de

Platón, debilitó considerablemente el punto de vista hipocrático respecto a los trastornos

mentales (Zilboorg y Henry, 1941).

Por otra parte, Aristóteles, a diferencia de Platón, sostenía que el alma irracional no puede ser

atacada por enfermedad alguna a causa de su naturaleza inmaterial e inmortal. De este modo,

negó la existencia de enfermedades puramente psicológicas e insistió en que toda enfermedad

tiene origen en la estructura física (Zilboorg y Henry, 1941). También son de gran relevancia los

aportes del filósofo y jurista Cicerón y el filósofo Plutarco. El primero habló de dos categorías: la

insania, que es la ausencia de calma y equilibrio; y el furor, este denotaba un colapso completo

de la capacidad intelectual del individuo que lo hacía legalmente irresponsable. El segundo,

Plutarco, hizo aportes importantes en cuanto al interés humanitario por el enfermo mental y la

agudeza de sus descripciones clínicas (Ullman y Krasner, 1975).

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