Metamorfosis e identidad uru-aymara RAMIRO MOLINA RIVERO
El mito es una narración tradicional o colección de narraciones relacionadas entre sí sobre
hechos imaginarios considerados reales. El mito, a semejanza de la leyenda, hace que aquél sea también leído desde perspectivas muy particulares que le otorgan significado desde su propio contexto sociocultural. La palabra leyenda procede del latín medieval legenda y significa “lo que ha de ser leído”. Los mitos, las leyendas y los cuentos populares son por lo general objeto de estudio de la antropología de la religión. Estos estudios, sin embargo, no se limitan a los efectos sociales y simbólicos o simplemente a su expresión en ritos y ceremonias, sino también analizan los relatos populares cuasi-religiosos sobre entes sobrenaturales en su dimensión diacrónica: mitos, leyendas e historias de hace mucho tiempo en lugares familiares y distantes se vuelven a relatar en toda sociedad generación tras generación, transformándose en el presente a través de una forma particular de percibir el tiempo y los espacios. Los mitos suelen incluir el propio relato de un pueblo sobre su creación, sobre sus logros y los hechos extraordinarios que afectaron a sus antepasados. Los mitos, como cuentos tradicionales populares expresan creencias y valores culturales muy particulares de los lugares donde se generan dichas narraciones. Ofrecen no sólo formas de explicar el mundo que los rodea, sino también expresan esperanzas, emoción y evasión; En resumen, las narraciones populares enseñan lecciones que la sociedad quiere escuchar y recordar. En este sentido entonces se explica la antropomorfización de la naturaleza por parte de los seres humanos para ordenar las cosas y explicar a su semejanza complejos procesos de la naturaleza, explicables y no explicables como parte de su entorno vital. Como explicaba Ponce Sanjinés en su obra sobre “Tunupa y Ekako” (1969), la manera como se representaba a los dioses andinos en los escritos del siglo XVI: ¨Es frecuente la antropormofización, por la que se conoce a los dioses con características humanas, pero dotados de un poder sobrehumano¨. Para otros, por otra parte, todo mito o leyenda, aunque supraindividual o colectivo, no deja de ser un producto humano, pasible por lo tanto de ser interpretado psicológicamente a los efectos de encontrar en él los discursos no expresados, visibilizando el inconsciente hacia la luz de la conciencia. De manera coincidente en el mundo andino los personajes míticos se funden entre entes sobrenaturales y mortales, transcurriendo por ejemplo entre hechos trágicos, como los que se revelan en las narraciones del siglo XVI y los que generan sentimientos de esperanza en la versión contemporánea. Lo particular en el análisis comparativo entre ambas versiones, es que en la una se presenta una narrativa que se caracteriza por sentido trágico a través de la muerte del protagonista principal, mientras que en la segunda versión contemporánea, el mensaje está lleno de esperanza propio de las acciones del personaje central de la Tunupa que se reproduce a partir de una narración que le da vida a un presente. Esta oposición de sentidos, entre vida y muerte, masculino y femenino, se multiplica en la transición entre ambas narraciones coincidiendo con el típico modelo estructural que propone Lévi-Strauss (1979, 2004) en su obra sobre estructuras elementales.Tiempo y espacio son dos de los elementos esenciales que definen el escenario de cualquier hecho narrativo. Estos dos elementos se expresan de manera nítida y sorprendente en las dos versiones presentadas, de manera oportuna y excepcionalmente singular. La posibilidad de realizar un análisis comparativo entre las dos versiones del mismo personaje mítico es especial y nos permite entender mejor procesos de construcción del imaginario en tanto identidades fluidas complejas en el tiempo en un mismo paisaje altiplánico. Si bien, aparentemente son dos versiones distintas, los personajes son los mismos que se sitúan en dos momentos diferentes. En el caso del Mito de la Tunupa, el tiempo se establece por dos tipos de fuentes documentales que surgen en dos momentos muy distintos: la versión del siglo XVI y XVII (M1) a partir de las crónicas coloniales y la versión contemporánea que se basa en la memoria colectiva de comunarios del sur de Oruro y recogida a partir del año 1980 hasta 1990. Dos momentos separados por aproximadamente 450 años de historia colonial y republicana, donde transcurrieron cantidades de hechos significativos en la cotidianidad de la gente marcando continuidades y transformaciones que incidieron en la construcción de múltiples identidades y formas de ver el mundo. Nuestro propósito es mostrar algunos rasgos y elementos constitutivos de esa estructura narrativa que perdura con el tiempo en una región altiplánica esencialmente poblada por una población originaria uru aymara desde tiempos inmemoriales. Finalmente el mito de la Tunupa es tan evolutivo como todo lo andino. Probablemente se origina a partir de antiguas deidades como Chukila o Ekako respondiendo a viejos cultos del rayo o del agua como la sirena andina, incorporando poderes duales volcánicos y acuáticos. Después, al haber sido transformado en Wiracocha por los Incas para responder a los intereses imperiales, los cronistas lo harían aparecer como un hombre santo, predicador o apóstol, acorde al proceso cristianizador de los nuevos conquistadores (Bouysse-Cassagne, 1997; Gentile, 2003ms). En el presente, la Tunupa vuelve a sus raíces históricas volcánicas, conviertiéndose en la esperanza y elemento unificador de grupos fragamentados en un nuevo contexto moderno civilizador.
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