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Este trabajo analiza la política educativa intercultural dirigida a las niñas y niños indígenas
en México desde el enfoque de desarrollo propuesto por Amartya Sen. En él se reflexiona
en torno a la génesis y características del concepto de desarrollo humano, su vinculación
con la educación y el respeto de la diversidad cultural como vías para su logro. Desde esta
perspectiva se presenta una análisis de la política educativa a nivel discursivo identificando
el carácter asimilacionista y compensatorio de los diversos enfoques de interculturalidad en
ella subyacentes, y a nivel de resultados, a partir del contraste de los objetivos en ella
planteados y los indicadores educativos encontrando en ellos la persistencia de inequidades
que limitan el desarrollo humano de las niñas y niños indígenas en edad escolar.
A partir del advenimiento de los estados modernos y en particular desde la segunda mitad
del siglo XX, el logro de un mayor bienestar individual y colectivo ha representado una
inquietud constante para los diversos grupos humanos. Es por ello que distintas disciplinas
científicas han establecido planteamientos para su abordaje, siendo la economía, la que
desde el concepto de desarrollo ha brindado a lo largo del tiempo múltiples perspectivas
para su comprensión. El concepto de desarrollo como lo indican London y Formichella
(2006) resulta necesario pero a la vez impreciso a la hora de dimensionar la compleja y
dinámica situación socioeconómica de un país o un grupo social.
En los últimos años ambas posturas han coexistido. No obstante ante el aumento de las
brechas de desigualdad y la incapacidad del logro de un desarrollo equitativo, que se viera
reflejado como lo señalara Gore (2000) en el mejoramiento de la naturaleza de las múltiples
vidas humanas. El modelo económico y sociopolítico neoliberal imperante, promovido
desde las instituciones financieras internacionales y elites políticas y económicas, ha
recibido múltiples críticas (UNICEF, 1987; Sen 1999a; Gore, 2000) generando un viraje de
instancias internacionales hacia perspectivas de desarrollo, distintas a las sustentadas
únicamente en el libre mercado sin restricciones.
La perspectiva del desarrollo como libertad propuesta como Amartya Sen surge en este
contexto, como una alternativa a los modelos hegemónicos al centrarse en lo humano del
desarrollo. Sen (1999b) señala, visualizando la necesaria relación entre lo económico y lo
social, que el análisis del desarrollo de una sociedad implica el de la vida de las personas
que la integran, es por ello que para Sen, a diferencia de los autores clásicos, el éxito
económico implica necesariamente la dimensión de la vida individual y por lo tanto el
desarrollo es primordialmente el desarrollo de las personas. En estos términos es que Sen
(1999a) visualiza al desarrollo como un proceso de expansión de las capacidades de que
disfrutan los individuos.
A partir de lo señalado el presente trabajo tiene como objetivo el analizar las políticas
educativas mexicanas actuales dirigidas a la población indígena desde la perspectiva de
desarrollo propuesta por Amartya Sen. Para ello en primer término se analizan los
conceptos de: capacidad, función y libertad, propuestos por Sen y su vinculación con la
educación. Seguidamente, se examinan las concepciones respecto a la interculturalidad en
la normatividad educativa vigente y sus implicaciones con respecto al desarrollo de
capacidades como vía hacia la ampliación libertades. Posteriormente, se contrastaran los
objetivos de la política educativa intercultural con diversos indicadores respecto a la
educación dirigida a la población indígena y no indígena. Por último se presentan unas
conclusiones preliminares entorno a las limitantes que constituyen las políticas educativas
actuales para el desarrollo de las niñas y niños indígenas y las posibles alternativas para su
atención.
“…la preocupación hasta ese momento centrada en torno al crecimiento hacia una
preocupación hacia los objetivos del desarrollo mismo, centrando la atención en los fines
(mejora de la calidad de vida de los individuos) y no tanto por los medios (la expansión de
la renta per cápita)” (Bustelo, 1998: 143 en Boni-Aristizábal, 2005: 42).
El concepto de desarrollo propuesto por Sen (1995) surge a partir de la crítica que realiza a
la economía de bienestar convencional, de corte utilitarista, la cual considera muy pocos
aspectos de la vida humana en la construcción de su noción de bienestar y calidad de vida,
dejando fuera aspectos como igualdad y libertad, generando reduccionismos en dichas
nociones las cuales permiten vislumbrar a una sociedad, a partir de indicadores de
crecimiento económico, como en estado de bienestar aun cuando existan miembros de ella
que no alcancen los mínimos exigibles de bienestar (Sen, 1997). Otra crítica realizada por
Sen a este enfoque es a la equiparación que realiza de bienestar con utilitarismo, este último
particularmente vinculado a la noción de capital humano, el cual enfatiza el rol del ser
humano como útil a partir de su capacidad productiva y la producción como el fin principal
en el desarrollo de sus capacidades. En contraposición Sen propone el concepto de
capacidad humana como vía para ampliar las posibilidades en los individuos para vivir la
vida que valoran y eligen por cuenta propia.
Para Sen la libertad es la capacidad básica para poder funcionar y desarrollar las demás
capacidades que nos permitan elegir la vida deseada. Es por ello que para Sen (1999a) el
desarrollo es un proceso de expansión de las libertades reales que disfrutan los individuos y
que se traduce en la libertad general que deberían tener los individuos para vivir como les
gustaría, de poder llevar adelante sus propios planes de vida. En contraposición la ausencia
de desarrollo representaría para el ser humano y los colectivos no únicamente la falta de
ciertos bienes de consumo sino la falta de oportunidad de desarrollar sus capacidades. Bajo
estos planteamientos la libertad jugaría un doble rol: el primero de carácter instrumental al
ser el medio necesario para alcanzar el desarrollo y el segundo como objetivo final del
proceso mismo de desarrollo.
El enfoque propuesto por Sen le otorga a la libertad dos rasgos que la caracterizan: la
libertad como proceso, en tanto vía para su ampliación, y la libertad como las
oportunidades reales con las que cuenta un individuo, para desarrollar sus capacidades y
por ende su libertad. Sen (1999a) profundiza en esta idea al señalar el carácter autonómico
e individual del proceso de desarrollo y de la libertad como su elemento constitutivo. Dado
el carácter central de la libertad en el proceso de desarrollo Sen propone un conjunto de
libertades de carácter instrumental que contribuyen al desarrollo de la libertad general
requerida para la elección y ejecución del proyecto de vida personal, por parte de cada
individuo. Estas son: “1) las libertades políticas, 2) los servicios económicos, 3) las
oportunidades sociales, 4) las garantías de transparencia y 5) la seguridad protectora”
(Sen, 1999a: 57-59). En contraste a los procesos de ampliación de libertades que el
desarrollo genera, Sen (1997) señalo que existen condiciones como la pobreza, la tiranía, la
escasez de oportunidades económicas y privaciones sociales sistemáticas que coartan las
libertades de los individuo generando una “privación relativa” de las mismas, al disminuir o
limitar su desarrollo a ciertos miembros de la sociedad en relación a otros miembros de la
misma.
El desarrollo de la libertad encuentra su vinculación con el concepto de capacidad al
representar un tipo de libertad. Para Sen (1999a) capacidad representa el conjunto de
disposiciones personales, materiales y sociales que le otorgan a los individuos la opción de
elegir entre distintas funciones es decir de formas ser y hacer de acuerdo con sus propios
fines y acorde a los estilos de vida que valora y desea. De acuerdo con ello las funciones
representan las formas en que un individuo vive, es decir su ser y hacer. Estas funciones
representan los logros hasta ahora obtenidos por un individuo en su trayecto de alcanzar la
vida que desea vivir. En el proceso de expansión de libertades Sen (1998) encuentra en la
educación una capacidad esencial ya que proporciona las bases para actuar con autonomía y
aumentar las oportunidades para ejercerla. Al ser la educación:
La educación representa la vía para desarrollar valores, conocer y adquirir habilidades que
amplíen las opciones de vida las personas y disminuyan las fuentes de privación de la
libertad como la pobreza y la desigualdad. La educación resulta relevante como estrategia
para atender la pobreza y desigualdad ya se encuentra vinculada en el ámbito individual, al
mejoramiento de la salud y la nutrición, la productividad y los ingresos. En el ámbito
social, a una mayor competitividad económica, contribuye a la democratización y
promueve la paz y la preocupación por el medio ambiente. Dichos aspectos favorecen a
partir de su interrelación la ampliación de libertades individuales y el desarrollo de una
sociedad. La educación en cuanto a medio representa una capacidad fundamental para el
desarrollo humano como ejercicio de la libertad ya que como lo señala la Declaración
Universal de Derechos Humanos en su Art. 26:
“La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la persona humana y el
fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales;
favorecerá la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los
grupos étnicos o religiosos, y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones
Unidas para el mantenimiento de la paz” (ONU, 1948: 54).
No obstante el papel que representa como gran potenciador de las libertades humanas, la
educación es una actividad social por lo cual como señala Valladares (2010) esta deberá
desarrollarse en un entorno social que haga posible ese incremento de las capacidades y que
asegure la libertad efectiva de elegir, para lograr sus finalidades. En los contextos
multiculturales como en el caso de México, el logro del desarrollo humano se encuentra
estrechamente vinculado con las libertades reales que el estado garantiza de manera
equitativa o no a todos sus miembros. El derecho a la libre elección y expresión de una
cultura e identidad propia y su garantía son condiciones esenciales, a las cuales la
educación coadyuva, para el desarrollo individual y el enriquecimiento social. De acuerdo
con Monterrubio (2013) la diversidad cultural es un factor de desarrollo humano ya que
amplía las posibilidades de elección, pues es fuente de intercambios, de innovación y de
creatividad; y es, además, un medio de acceso a una “existencia intelectual, afectiva, moral
y espiritual satisfactoria” (UNESCO, 2001: 4).
Sin embargo, la diversidad cultural requiere de elementos que garanticen su preservación y
desarrollo en la sociedad, siendo estos de acuerdo con la UNESCO son:
“la libertad de expresión, el pluralismo de los medios de comunicación, el multilingüismo, la
igualdad de acceso a las expresiones artísticas, al saber científico y tecnológico –
comprendida su forma electrónica– y la posibilidad, para todas las culturas, de estar
presentes en los medios de expresión y de difusión” (UNESCO, 2001: 5).
Las políticas públicas representan acciones a través de las cuales en este caso el estado
mexicano promueve o no el mantenimiento y desarrollo de la diversidad cultural
repercutiendo en la libertad de los miembros de grupos culturalmente minoritarios para
desarrollar sus capacidades y en la forma en que se establecen las relaciones sociales entre
los grupos culturales que conforman la sociedad mexicana.
El reconocimiento constitucional del carácter multicultural de la nación por parte del estado
en 1992 generó la implementación de diversas políticas de corte “intercultural” cuyo
objetivo ha sido garantizar la libre determinación de los pueblos indígenas así como la
preservación y enriquecimiento de su lengua, conocimientos y cultura propia a través de
mecanismos e instituciones que garanticen la igualdad de oportunidades, eliminen la
discriminación y el desarrollo integral de los pueblos indígenas a partir de la participación
activa de sus miembros (CGEIB, 2004).
En el caso de la educación que el estado mexicano propone a los pueblos indígenas nutre su
perspectiva de interculturalidad desde las vertientes anglosajona (multicultural) y europea
1
Cruz-Rodríguez (2015) identifica que no todos los modelos educativos autodenominados interculturales
responden a los criterios para tal definición. Al encontrarse en su mayoría conformados por un conjunto de
acciones de corte multicultural dirigidas a grupos étnicos minoritarios como la “acción afirmativa” y “la
discriminación positiva”.
(intercultural) de lo que se ha denominado los discursos de la multi-interculturalidad (Dietz
y Matos, 2011). En el caso de la vertiente anglosajona concibe a la educación como una
acción que garantice el derecho de igualdad en la diferencia a partir de mecanismos de
“acción afirmativa” y “discriminación positiva” dirigidos a minorías étnicas
“desfavorecidas”. En el sistema educativo mexicano esta perspectiva se encuentra
evidenciada en el modelo diferencial y compensatorio de educación dirigido a la población
indígena. La vertiente europea retoma su carácter de intercultural a partir del
reconocimiento que hace de la diversidad cultural de las sociedades y la necesidad del
desarrollo de competencias interculturales para todos (Dietz y Matos, 2011), en el caso
mexicano esta perspectiva únicamente se considera en el modelo educativo indígena
(CGEIB, 2014), lo cual condiciona su carácter de intercultural al dejar de lado la inclusión
de la población mayoritaria dominante en los procesos de conocimiento de la diversidad de
lenguas y elementos culturales de las poblaciones indígenas y la posibilidad de una genuina
interacción positiva entre ambos grupos culturales (UNESCO, 2006; Cruz-Rodríguez,
2015).
De acuerdo con las proyecciones del censo de población y vivienda 2010 en el 2014 la
población indígena del país era de 11.9 millones representando el 10% de la población
nacional de los cuales 3.9 millones se encontraban entre los 3 y 17 años. En relación a su
perfil lingüístico 1.8 millones de ellos hablaban alguna lengua indígena y 121,000 eran
monolingües (INEE-UNICEF, 2016). En relación a los índices de pobreza realizados por el
CONEVAL en 2012 estos indicaban que el 73% de la población indígena se localizaba en
situación de pobreza en contraste con el 43% de población no indígena. En el caso de la
población infantil de 0 a 17 años el 53.9% de la población no indígena se encontraba en
condición de pobreza mientras que en el caso de la población indígena era de 78.5% índice
se agravaba en el caso de los hablantes de alguna lengua indígena incrementándose a 90.8%
(CONEVAL, 2014).
2
Ante la inexistencia de una secundaria modalidad indígena se considera a la modalidad telesecundaria al ser
la que presenta más alumnos hablantes de lengua indígena en este nivel (INEE-UNICEF, 2016).
CUADRO 1
Condiciones infraestructura escuelas indígenas y no indígenas
Variables Preescolar Preescolar Primaria Primaria Telesecundaria Secundaria
Indígena General Indígena General general
% Abs. % Abs. % Abs. % Abs. % Abs. % Abs.
Sin baño 22.7 2194 5 2292 24.7 2491 4.3 2971 7.3 1352 1.0 75
Techo de 26.4 2548 16.5 7505 18.1 1833 13.1 9055 8.4 1547 4.0 292
materiales
no durables
Sin agua 6.1 585 1.1 492 6.1 613 1.0 714 2.1 386 0.3 25
Sin 12.2 1174 4.5 2069 9.7 983 1.9 1336 2.8 513 1.2 86
electricidad
Sin 20.1 1942 12.3 5594 21.1 2144 17.2 11906 20.7 3818 18.9 1367
mobiliario
para al
menos un
alumno
Elaboración propia con base a la información de INEE-UNICEF (2016).
3
La organización multigrado se caracteriza por la presencia simultánea de alumnos de dos o más grados
escolares en una misma aula y coordinados por un mismo profesor (Estrada Rebull, 2015).
4
Aunque su número de servicios es más reducido, los cursos comunitarios del CONAFE son la segunda
modalidad con más alumnos indígenas al atender el 16.1% de esta población (INEE-UNICEF, 2016).
Al momento a excepción de los cursos comunitarios el resto del sistema educativo nacional
no cuenta con una metodología para la enseñanza multigrado vigente que permitiera
articular los contenidos de los distintos grados para su enseñanza (Estrada Rebull, 2015)
esta carencia impacta de manera importante en el porcentaje de cobertura de los contenidos
del currículo que logran los profesores. En el caso de los docentes de 6to año de escuelas de
organización multigrado el 60.5% de ellos señalo que logro abordar el 80% de los
contenidos del currículo en comparación con el 91.8% de los profesores de escuelas
públicas urbanas que lograron el mismo avance (INEE, 2013). La insuficiencia de personal
en las escuelas indígenas y comunitarias propicia una doble carga de trabajo ya que el
79.2% de los directores de las primarias de modalidad indígena cuentan con un grupo de
alumnos a su cargo, en el caso de los jóvenes que fungen como profesores en los cursos
comunitarios en su totalidad ejercen a la par la labor de directores en contraste con el
13.7% de los directores en escuelas primarias urbanas públicas que cumplen con esta doble
función. En lo referente a los servicios de telesecundaria el 17.9% de los directores cumple
a la par con la función docente en el caso de las secundarias generales solamente el 0.7% de
los directores son profesores frente a grupo. Esta carga administrativa extra reduce la
capacidad de los profesores para la adecuada ejecución de su labor educativa y por ende de
la enseñanza que brinda a sus alumnos (INEE-UNICEF, 2016).
La educación es una capacidad esencial ya que le proporciona a las personas las bases para
actuar con autonomía aumentando las oportunidades para ejercer la misma, esto a partir del
acceso que brinda a otras capacidades y la ampliación que imprime en las ya adquiridas
(Sen, 1998). No obstante una condición necesaria para ello es un entorno social que permita
su desarrollo, lo cual implica en los contextos multiculturales como en el caso de México el
reconocimiento y valoración de la diversidad cultural y la garantía de igualdad de
oportunidades para todos (Valladares, 2010).
En el análisis realizado de la educación dirigida a las niñas y niños indígenas por parte del
estado mexicano se identifica que esta presenta severas restricciones para el desarrollo
efectivo de sus capacidades y condiciona sus posibilidades para elegir las alternativas de
vida que ellos valoran. Desde sus planteamientos la educación “intercultural” dirigida a la
población indígena restringe la posibilidad de la equidad social a partir de su carácter
exclusivo y diferenciado el cual impide la construcción de procesos de diálogo y
reconocimiento entre los distintos grupos culturales (Cruz-Rodríguez, 2015). La ausencia
de una educación intercultural para todos ha propiciado el mantenimiento de estereotipos
culturales que favorecen condiciones sociales de exclusión y racismo, afectando a los
grupos indígenas en cuanto a su acceso a derechos y oportunidades a partir de su condición
de minoría en desventaja social (CGEIB, 2014).
En relación a sus principios la educación dirigida a las niñas y niños indígenas no cumple
con la garantía de acceso y calidad a partir de los siguientes elementos:
La vinculación de estos elementos con privaciones generadas por desigualdad social como
la falta de acceso al empleo digno, pobreza y su transmisión intergeneracional generan
serias restricciones en las alternativas de los individuos y por ende en sus proyectos de vida.
Las desigualdades sociales representan una limitante para el desarrollo de una sociedad en
su conjunto (PNUD, 2010). Es por ello que la atención de la problemática de la educación
dirigida a las niñas y niños indígenas aquí expuesta no solamente representa un imperativo
de justicia educativa que de suyo ya es relevante, también es la oportunidad de enriquecer
el desarrollo de la sociedad mexicana a través de la aportación que tanto jóvenes como
niñas y niños indígenas pueden brindar.
Referencias