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HISTORIA DE ''LA C R U Z DE L S U R"

E1te artículo fué escrito a principios a odios, rivalidades y disputas de comadres


del presente año para "La Gaceta Lite· de bajo fondo.
raria" de Madrid, en cuyo número 59,
recién llegado, acaba de aparecer. He- A pesar de todo, «La O'ruz del SUl·» apa~
mos creído oportuna su transcripción m reció, se ha sostenido hasta ahora. a. través
nuestras páginas con alguna corrección y de todas las vicisitudes, y parece dotada de
ampliación inevitables, ya que habiendo
transcurrido unos meses más, nuestra hi~­
larga vida. Fueron mis principales colabo-
toria se ha enriquecido con nuevos epi- radores al principio, Jaime L. M01·enza, Ma-
sodios. rio Esteban Clres:¡:ii que fué el primer secreta-
rio de redacción, y Juan Mario Magallanes,
Pundé <<La Cruz del Sur», revista de. arte en lo literario, y Fernández y González, Fe~
e ideas, a mediados de 1924. l\Iuy pronto van derico Lanau y Adolfo Pastor, en lo artís-
a cumplir cinco años, especie de mayoría de tico. Sin interrupción salieron hasta seis
edad a la que no han alcanzado sino un re- números en aquel primer período de 1924,
ducidísimo número de publicaciones de esa modestos cuadernos de, diez y seis páginas
espMie. Sin anuncios previos, sin exposi- en papel pluma. En ellos figura con cola-
ción de motivos, sin manifestaciones y hasta boraciones inéditas lo más destacado de la
sin saludar a los «colegas», un buen día sur- joven inte•lectualidad uruguaya: Fernán Sil~
gió, luciendo en su primera página un her- va Yaldés, E'milio Frugoni, Federico Mora-
ntoso poema breve de Silva Valdés. Eran dor, Orosmán l\!Iora.torio, Humberto Zarrilli,
~iempos un poco oscuros aquellos. La ju- Montiel Ballesteros, Juana de Ibarbourou,
ventud literaria y artística de Montevideo Justino Zavala lVIuniz, Valeriana Magri, Ca-
no acertaba a plasmar ningún afán colectivo saravilla Lemos, Emilio Oribe, José Pedro
ni siquiera en nombre de perRonales intere- Bellán, Julio J. Casal, lldefonso Pereda. Val-
ses. De todas partes nos llegaba el eco múl- dés, Pedro Leandro Ipuche, Parra. del Rie~
tiple de iniciati vas ajenas, más o menos bri- go, Juan :1\f. Filartigas, Fusco Sansone, etc.
llantes y efímeras, que comprobaban la exis- Al llegar al sexto número enfermé, y no pu-
tencia de una conciencia artística y de una diendo proseguir tal esfuerzo, hube de reti-
energía gregaria. En Europa y en A;mérica, rarme a descansar. Pocos meses después, en
:!:os muchachos se agrupaban para abrirse¡ 1925, volvía a resucitar «La Cruz del Sur»,.
paso en ruidosos e indisciplinados batallones, duplicando el número de sus páginas y mejo-
fundaban cenáculos, editaban revistas, daban rando su presentación tipográfica. Maga.lla-
conferencias, escandalizaban, epataban. En- nes asumió la secretaría de· redacción ; Lanau
tre nosotros, absolutamente nada. Sólo un la dirección artística, y los herm¡anos Alvaro
grupo de artistas, casi todos pintores, se. reu- y Gervasio Guillot Muñoz, organizaron y di-
nían nocl1é a noche bajo el lema de «Teseo», rigieron desde entonces una. original e inte-
enredor de las mesas del «Tupí- Namhá», y resantísima sección francesa, escrita por ellos
de vez en cuando, Eduardo Dieste nos rega- mismos y por otros uruguayos y franceses
laba algún «Boletín» prieto, denso, p~:sado. residentes en el país; l\11le. Christiane Four-
Fué entonces que, juzgando que en el U¡ru- nier, Edouard Dutreil, etc., amén de algunas
guay existía un núcleo selectísimo de escri- colaboraciones especiales enviadas desde Fran-
tores jóvenes capaces de prestigiar el nombre eia. l\fi viaje a Europa, en 1926, impuso un
del país bajo cualquier latitud, y deseando nuevo intervalo, menos prolongado que fll
dar una impresión de ese conjunto anarqui- anterior. Estando en el viejo· mundo tuve
zado, disgregado, me lancé sin saber hasta la alegría de recibir varios números de mi
dónde podía llegar, a la penosa aventura de l'evista, al frente de la cual figuraban como
fundar una revl.sta que pudiera dar idea de directores literarios Jaime Morenza y los her-
lo que nuestro país posee dentro de las más manos Guillot Muñoz, y como director artís~
elevadas actividades literarias y artísticas. tico, Melchor Méndez Magariños. Casal,
No se me ocultaban los obstáculos :formidables vuelto al Uruguay después de una larga es-
que se opondrían a mi empresa, sobre todo tada en La R.ochelle, San Sebastián y La Co-
dos: la impermeabilidad de un ambiente ruña, y de adquirir justo renombre con su
semi- culto, incapaz de comprender, y la magnífica revista «Alfar», se incorporó tam-
mala voluntad empecinada y suicida de mu- bién a ·«La Cruz del Sur».
chos literatos y artistas extraviados en un l;)esde entonces, la dirección de la revista
inquebrantable individualismo o entregados no ha sufrido otro eambio que el recientísi-
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mo del alejamiento de Casal, que, ha logrado no podrán ser consideradas sino como catá-
editar nuevamente su «Alfar», después de logos promíscuos elaborados con materiales
un largo paréntesis de tres años. Parece usados o de segunda mano. También «La
ocioso decir que «.Alfar» y «La Cruz del Cruz del Sur» está abierta a las grandes dis-
Sur» son revistas unidas por estrechísimos y cusiones filosóficas, sociales, continentales y
fraternales lazos, y que ambas representan mundiales de. nuestro tiempo, profesando sus
el momento artístico y literario del Uruguay. directores la más avanzada religión democrá-
«La Oruz del Sur», de acuerdo con ei pro- tica, abominando todas las tii·anías, y sin-
pósito inicial que le dió vida, no ha sido tiéndose soldados de ese gran ejército qufl
nunca una revista de círculo o grupo, desti- prepara, con el leYantamiento de la nueva
nada a imponer determinado credo artístico ciudad fraternal, días mejores para la hu-
o literario. Han cabido r cabrán en sus pá- manidad.
ginas todas las tendencias auténticamente Finalmente, «La Cruz del Sur» se ha or-
modernas, y en ese sentido no ha perroanl."l- ganizado también en sociedad .editora, de
cido. cerrada sino para los retrasados e inac- modestísimos alcances y absoluta ausencia de
tuales, para los incapaces de percibir y sen- capital. Lleva ya publicados los sigruentes
tir la palpitación de la belleza de la época, libros: «La Salamandra» y «Don ,Juan, d~­
de vibrar sinceramente, ante los magníficos rrotado», comedias en tres actos, por Carlos
espectáculos que nos rodean, de crear nuevas Salvagno Campos; «Lejos», versos, por :María
armonías interiores, de señalar nuevas orien- Elena Muñoz; «l\Iisaine sur l'Estuaire»,
taciones plásticas. Su eclecticismo está per- Yersos, por Geryasio Guillot l\'Iuñoz;
fectamente delimitado dentro de las corrien- «El Rosal», cuentos, por Luis Giordano; «La
tes del siglo cuyo parentesco es innegable, a guitarra de los negros», y «Cinq poémes né-
pesar de dh<"ergencias aparentes que un se- gr-es», versos, por Ildefonso Pereda Valdés.
reno y desapasionado análisis es capaz de «Raza ciega», cuentos, por Francisco Espí-
descubrir sin demasiado esfuerzo. En · esa nola; «Odas vulgares», versos, por Enrique
forma ha asegurado la persistencia y la re- Bustamente y Ballivián; «El hombre que tu-
gularidad de ··su ritmo y la feeundidad de vo una idea», cuentos, por Alberto Laspla-
su influencia. Otra de nuestras preocupa- ces; «<nterpretaciones esquemáticas sobre, ia
ciones capitales ha sido la de ofrec-er una historia de la conquista. y la colonización es-
revista uruguaya, es decir, eu la cual .figuren pañola en América», por E. Pétit Muñoz.
lo menos posible transcripciones, traducciones «El hombre que se comió un autobns», versos
y hasta colaboraciones extranjeras. No nos por Alfredo M. Ferreiro, «Concreciones» por
guía en €Sto un estrecho criterio de naciona- Carlos Benyenuto, « Suicidio frustrado »,
lismo literario, sino e-J. deseo de constrrur una por Lrus Giordano. Alfredo M. Ferreiro, José
publicación que sea el exponente de nuestra M. Podestá y Luis Giordano se han incorpo-
capacidad ·artística literaria y cultural. Es rado recientemente al cuerpo de redacción de
relativamente fácil hacer revistas con recor- la revista.
tes de otras publicaciones; pero esas revistas

ALBERTO LASPLACES

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