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“YA HAY POLITICA Y ESTRATEGIA PARA LA PAZ EN INTERNET TRAS UNA

CIBERGUERRA”

Un equipo de ingenieros ha tratado de adaptar las pautas de Naciones Unidas para reestablecer la
paz tras un conflicto armado al nuevo contexto digital, sugiriendo medidas para garantizar el cese
de los ataques, la destrucción del malware y la prevención y protección después de una
ciberguerra.

Las ciberguerras, aunque aún a pequeña escala, han dejado de ser cosa de un futuro distópico
donde los robots gobiernan el mundo. Los políticos comienzan a plantearse que, más allá de
invertir en armas convencionales, es necesario que los Gobiernos se dejen los cuartos en un
arsenal tecnológico que les permita tanto protegerse como responder ante un conflicto digital.

Y si no que se lo digan a los rusos: de Estados Unidos a Australia acusan al Kremlin de estar detrás
del ataque NotPetya, que consideran una estrategia para desestabilizar a Ucrania. Según la
secretaria de prensa de la Casa Blanca, “es un ciberataque temerario e indiscriminado que tendrá
consecuencias internacionales”.

Pero además de plantar cara a esta moderna fórmula de delincuencia, desde Naciones Unidas
(ONU) advertían recientemente sobre la necesidad de elaborar un tratado internacional que
regule los enfrentamientos digitales, como una suerte de Convenios de Ginebra adaptados a las
tecnologías de la comunicación. El problema es que, por mucho que se alcen voces de alarma, “el
mundo todavía no ha visto una guerra donde los ciberconflictos hayan tenido un papel

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importante”, indican tres ingenieros de la Universidad De Montfort (Reino Unido) y Airbus que
intentan allanar el camino para cuando llegue ese momento. Por eso, después de definir el
concepto de ciberguerra, han ido un paso más allá para traducir otro concepto al lenguaje
tecnológico: el de la paz.

Porque, si en el mundo físico son necesarias medidas para restaurar la armonía una vez han
terminado las contiendas, ¿no tendría sentido considerar esta misma cuestión en el plano virtual?

LOS PELIGROS DE NO PREVER LAS CONSECUENCIAS

Por tratarse de un concepto aun en pañales, “las guerras cibernéticas todavía no se han sometido
a pruebas ni se han regulado”, dicen estos ingenieros, Michael Robinson, Kevin Jones y
HelgeJanicke. En su trabajo siguieren que esta falta de normativa “presentará amenazas para los
civiles”, como la ausencia de regulación sobre el uso minas antipersonas “ha producido un daño
indiscriminado y prolongado en conflictos anteriores”.

Otra razón que justifica la necesidad de diseñar medidas para mantener la armonía es que los
ciberataques perpetrados durante un conflicto pueden entenderse como una amenaza a la
seguridad y la paz internacional, una situación para la que la ONU prevé la ejecución
de operaciones pacificadoras.

Más allá de argumentar su ejecución, una cuestión importante para estos expertos en
ciberseguridad es describir qué significa exactamente mantener la ciberpaz. Tomando como
modelo el concepto que la ONU aplica en el mundo físico, la definición quedaría de la siguiente
manera: “La aplicación de cibercompetencias para preservar la paz, aunque frágil, cuando la lucha
se ha detenido y para ayudar a implementar los acuerdos conseguidos por los mediadores”.

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Para reestablecer la paz tras una ciberguerra es imprescinble la colaboración de los implicados

A esta definición suman tres factores que facilitan la aplicación de las medidas, también recogidos
por la ONU, que tienen que ver con su concordancia con el marco normativo actual, su
entendimiento por parte de las autoridades que tienen que ponerlas en marcha y su potencial
para formar parte de una operación pacificadora más grande.

Además, Robinson, Jones y Janicke hablan de las operaciones de observación, monitorización y


comunicación encaminadas a verificar e informar el cumplimiento de las medidas de alto el fuego.
Según estas últimas, las partes implicadas en el conflicto deberán detener los ciberataques y dar
cuenta de la información que hayan robado y los fallos y vulnerabilidades descubiertos en los
sistemas ajenos —que deberán, además, ayudar a resolver— y desmantelar losbots y
el malware usados en los ataques.

Los combatientes deberán abandonar sus armas (informáticas) para reintegrarse y realizar
actividades y profesiones que aboguen por la paz en internet.

Por otro lado, algunas webs serán declaradas zonas libres de ataques y quedarán bajo la
protección de las fuerzas que restablecen la ciberpaz, encargadas de detectar amenazas y rastrear
a los delincuentes. La máxima prioridad, sin embargo, será impulsar medidas para mejorar la
seguridad; desde las tecnológicas, como bloquear IP sospechosas e instalar programas y

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dispositivos adecuados, a las educativas, que doten de los conocimientos adecuados a personas
para que lleven a cabo todas estas medidas una vez termine la intervención externa.

LOS VESTIGIOS OCULTOS DE LA GUERRA

Volviendo al símil de las minas antipersona, los autores de esta hoja de ruta de la ciberpaz
aseguran que “al igual que un campo puede sembrarse de minas durante un conflicto, un sistema
informático puede quedar sembrado de malware”. Tanto los explosivos como los virus pueden
permanecer escondidos hasta que se activan o se detectan y sus efectos perjudiciales continúan
después de que el conflicto haya terminado.

La educación en seguridad son dos de los pilares básicos de este plan para restaurar la paz

Por esta razón, estos expertos describen una serie de objetivos que se aplican en el caso de las
minas, pero adaptados al ámbito de la ciberseguridad, como son la educación, la detección y
limpieza de sistemas infectados, el acceso de los afectados a servicios de protección y el desarrollo
de planes de acción y respuesta por parte de las autoridades.

Aunque consideran útiles las guías elaboradas por el Instituto de Estándares y Tecnología
estadounidense, estos ingenieros hacen especial hincapié en la necesidad de adaptar los
conceptos y medidas de la ONU al plano de la ciberseguridad. Concluyen que, aunque restaurar la
armonía tras un conflicto digital aún parece algo innecesario en el presente, “ será indispensable
en el futuro a medida que los ciberconflictos se extiendan cada vez más”. Así, según los autores,

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se acerca el día en que las “organizaciones como Naciones Unidas reconozcan la necesidad de
actuar en el ciberespacio para mantener la paz”.

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