Sunteți pe pagina 1din 20

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CONFLICTO LABORAL A

PROPÓSITO DE LA NEGOCIACIÓN COLECTIVA

Sebastián Pizarro Contreras

Un verdadero liberal se distingue no tanto por lo que


defiende sino por el talante con que lo defiende: la
tolerancia antidogmática, la búsqueda del consenso, el
diálogo como esencia democrática.

Bertrand Arthur William Russell

Resumen: El conflicto laboral resulta ser un elemento relegado en la legislación chilena y


consecuentemente, en la conformación de los vínculos entre sus participantes. La ideología
que se encuentra tras esta forma de concebir las relaciones laborales olvida que para
obtener los resultados económicos que el mismo derecho del trabajo tutela, es preciso
considerar todas las voces que tienen relevancia en los procesos de producción corporativa.
El mayor instrumento de coordinación de intereses en vistas a conseguir dichas resultas, es
la negociación colectiva. En estas líneas, se propone un modelo político gramatical de las
relaciones de trabajo centrado en el conflicto, que propicie la reconstrucción de la
negociación colectiva en nuestro país como un derecho.

Palabras clave: Derecho colectivo del trabajo, conflicto, orden público laboral.

1. Nociones sobre el conflicto laboral: de univocidades y exclusiones

El mundo del trabajo en el contexto económico imperante se compone por actores que
indudablemente no comparten finalidades comunes. De forma muy sencilla, se puede decir
que lo perseguido por el empleador es la obtención de satisfactorios niveles de
productividad y competitividad a un costo lo más bajo posible, en tanto que el trabajador
busca mantener su trabajo, siendo eficaz y obediente en las labores que realiza, al amparo
de una relación jerárquica respecto de su empleador, a cambio de una remuneración. En
esta relación, la finalidad del empleador se antepone a la del trabajador, argumentando que,

1
teóricamente, el bienestar general de quienes laboran en la empresa, se sujeta a la eficiencia
que la misma pueda demostrar en orden a ser competitiva. La precedencia de la finalidad
empresarial dista en los hechos de ser una que conlleve un real y universal bienestar de
quienes conforman la relación de trabajo a partir de la desigualdad de fuerzas de estos
actores. Ello es una cuestión socio-estructural inherente a lo laboral, reflejada en el firme
posicionamiento histórico de la mencionada ideología economicista del sector empresarial1.
El derecho del trabajo nació como una respuesta colectiva a las injusticias sociales
derivadas de lo anterior. Cuando esta rama jurídica cimentaba sus bases, encontró en la
negociación colectiva y en la huelga de los trabajadores, instituciones que ya habían forjado
sus propios mecanismos y lógicas, en virtud de una ausencia de medios jurisdiccionales
para poder defenderse, buscando mejorar las condiciones de vida y de trabajo de sus
afiliados. La incorporación de estas instituciones a la lógica jurídica, pretendía y en realidad
aun pretende, una sujeción de la política del derecho, argumentando ello en el control de
una política que sería tan sólo un reflejo descontrolado de intereses e ideologías,
procurando el derecho lograr objetividad y neutralidad, siendo esta la postura que ha
primado en nuestro país, destacado por su idiosincrasia eminentemente legalista2.
Esta desacertada perspectiva que asumió el derecho del trabajo al constituirse,
descartando su clara conformación política, implicó desconocer que para la resolución y
comprensión de los conflictos entre sus partes, la política es el único medio capaz de
canalizar lo político, entendiendo lo político como aquello que diferencia a sus actores
antagónicamente, permitiendo que autocompositivamente resuelvan sus diferencias. No se
tiene en cuenta que el elemento mesiánico del derecho, traducido en la especie en aquella

1
La tradición histórica nos habla de un permanente desencuentro entre los actores y aún el retorno a la
democracia en 1990, no fue una oportunidad suficiente para que ambos sujetos se miraran y reconocieran la
necesidad de la mutua colaboración. Ambas partes tienden a defender y/o reivindicar las prerrogativas
preexistentes o aquellas a las cuales se aspira. A un empresariado ciego ante su responsabilidad social al
interior de la comunidad, le es correlativo a nivel de empresas uno autoritario, que visualiza en el sindicalismo
una amenaza antes que una oportunidad. A un movimiento obrero ideologizado a nivel nacional, le es
tributario un sindicalismo a nivel de empresa débil, que hace de la queja estatal su principal bandera de
acción. Ausencia de dialogo, mutua descalificación, concepciones fundamentalistas que llevan a uno y otro
desde su propia perspectiva a visualizar a la contraparte como una amenaza, suerte de contrincante al que hay
que vencer; en donde toda negociación es concebida como una suma a cero, en VARAS CASTILLO, Mario,
Mediación laboral en la Dirección del Trabajo: entre la búsqueda de la identidad y la necesaria autocrítica,
disponible en www.dt.gob.cl/1601/articles-73772_recurso_1.doc.
2
SHKLAR, Judith, “Legalism”, Harvard University Press, Edición revisada, 1986, p. 111.

2
aproximación ascética de lo jurídico-laboral a los conflictos suscitados en su seno, es lo que
discordantemente impide que el mismo observe la debilidad misma de esta sujeción: el
derecho no protege lo socialmente importante, sino lo que puede ser efectivamente
protegido por el derecho, provocándose consiguientemente que la conflictividad generada
en sus cotos venga a resolverse con mecanismos prepotentemente económicos que poco
tienen que ver con la lógica y fines propuestos por el derecho 3.
No ha de resultar extraña la existencia de un ambiente propenso para que el sector
empresarial se defienda prepotentemente de un entorno laboral-económico que desde su
perspectiva, resulta complejo para sus propios intereses4. La ciencia jurídica acusa
persistentemente recibo de las conductas empresariales, determinando progresiva pero muy
maleablemente sus fronteras laborales, esta vez de acuerdo a los requerimientos de la
empresa. Elementos de esta concepción son el fortalecimiento y protección que alcanzan en
nuestra constitución y su derivada normativa, la economía de mercado, la propiedad y la
posibilidad de desarrollar cualquier actividad económica, con ciertas restricciones. En esta
senda, se establecen claramente como objetivos centrales el desarrollo económico, la
estabilidad financiera, con un mercado como instrumento primordial a la hora de
redistribuir y asignar recursos y un Estado con una participación netamente subsidiaria en
materia económica5. En virtud de este eje, el empresario esencialmente reafirma aquella
preeminencia que tradicionalmente ya habían alcanzado sus requerimientos por sobre los de
otra índole, como muestra evidente no tan sólo del modelo económico por el cual nuestra
constitución toma partido, sino de una desarrollada corriente normativa partidaria de la
propiedad y el capitalismo incorregido.
Nos encontramos así ante un contexto laboral en el cual sus participantes se
encuentran claramente polarizados, en el cual el Estado no tan solo en lo laboral de

3
En este sentido, ATRIA LEMAITRE, Fernando, “Ubi Ius, Ubi Remedium, la relevancia jurídica de los
derechos humanos”, en Revista de Estudios de la Justicia, Nº 3, 2003, p. 43.
4
Hubo quienes, desde la década del setenta, pronosticaban por estas razones un complejo escenario para el
derecho del trabajo. Véase a propósito de este tema UGARTE CATALDO, José Luis, El nuevo derecho del
trabajo, Editorial Universitaria, 2004, p. 13 y ss. Con todo, también otros autores plantean en la actualidad
una seria crisis en el derecho del trabajo. En este sentido, CARRETERO MIRAMAR, José Luis, “La
imparable crisis del derecho del trabajo”, en Nómadas, Revista crítica de ciencias sociales y jurídicas,
Universidad Complutense de Madrid, 2008, Nº 3.
5
Al respecto FERRADA BÓRQUEZ, Juan Carlos, “Los órganos reguladores de actividades económicas
relevantes en Chile: una visión panorámica”, en Revista Chilena de Derecho, Vol. 30 N 2, 2003, p. 271 y ss.

3
antemano determina lo que es fundamental para todos6, y sobretodo, en el cual el
empresariado goza de una legitimidad tanto social como legal en sus requerimientos. Este
doble sustento sobre el cual puede fundar su discurso, le permite imponer sus términos,
restringir la conflictividad e imponer la lógica de la unidad sin consensos, pues previamente
ha excluido a quienes en su concepto, no deben ni pueden acceder a la conformación de las
políticas corporativas o al debate de sus propias condiciones laborales, aun cuando tengan
participación en el proceso productivo.
El derecho es empleado dentro de esta racionalidad como una regla técnica en orden
a conseguir tales finalidades empresariales sustentadas por el ordenamiento público,
legitimando tales esquemas, propiciando gratuitamente univocidades y las ya insinuadas
exclusiones que decantan en la invisibilidad política de los trabajadores. Promover una
convivencia laboral que suponga la sumisión irrestricta de este actor laboral a las
prioridades y decisiones empresariales, sin ninguna posibilidad de desacuerdo, debate,
transacción y cumplimiento de lo acordado, es proponer la reducción definitiva de la
sociedad a los objetivos empresariales expuestos así como única y deseable meta de toda la
comunidad7. Pretender que el derecho venga a juridificar a la política, sujetándola a límites
que dirijan prejuiciosamente intereses corporativos sectoriales a la objetividad de los
comunes, puede resultar contraproducente para un sector que debiese, al amparo del respeto
de los derechos, perseguir eficiencia y eficacia en el uso de todos sus recursos8.
En efecto: desde el momento en que se pretende juridificar y llevar a la lógica del
derecho al conflicto laboral, se olvida que el contenido presente en este, es uno
esencialmente político. Cuando el propio ordenamiento jurídico estatal viene a imponer a
los actores del mercado una aproximación en sus términos a los fenómenos laborales,
efectúa una juridificación de su natural lógica política, lo que ocasiona que el desarrollo del

6
El 21 de mayo de 2009 la entonces ministra del Trabajo Claudia Serrano, manifestó que mantenía la
“confianza en que los temas de negociación colectiva siguen siendo parte de los intereses y las prioridades
gubernamentales, pero no son prioridades inminentes”. Días antes, refiriéndose al tercer plan económico
lanzado por la Presidenta, la prensa informaba que “para evitar un foco innecesario de conflictos, en el
Gobierno resolvieron excluir de los anuncios de hoy algún proyecto que modifique los términos de la
negociación colectiva en Chile”, en UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES, “Informe anual sobre Derechos
Humanos en Chile 2009”, disponible en http://www.derechoshumanos.udp.cl/wp-
content/uploads/2009/12/ddhh2.pdf, p. 421.
7
LÓPEZ FERNANDEZ, Diego, Derechos, trabajo y empleo, Ediciones LOM, p. 148.
8
A propósito de la vinculación entre derecho y política, ATRIA LEMAITRE, Fernando, Op.Cit, p. 37.

4
conflicto se comprenda de manera especialmente procedimental, con plazos, fechas,
oportunidades, mediaciones, etc. No se ha pensado en alguna configuración que difiera de
la descrita, en una que reconozca la naturaleza política de lo laboral. Cabe bien entonces
preguntarse en relación a la temática que titula este ensayo, ¿es realmente fundamental
proteger y desarrollar las relaciones colectivas laborales? Desde ya, no cabe duda de ello,
pero ¿acaso esta labor debiese ser efectuada efectiva y puramente por el derecho y sus
concepciones?
Si bien las respuestas a estas interrogantes se deducirán a lo largo de este ensayo, ha
de considerarse como primordial la existencia de un abierto choque de derechos y
libertades fundamentales de trabajadores y empleadores, y en cómo ha sido resuelta esta
confrontación: por una clara sujeción del derecho a las maleables fronteras del poder y la
coyuntura económica. Se ha tomado e impuesto el criterio de la eficiencia económica como
un fin en si mismo que se superpone a otros y que permite evaluar la eficacia del derecho,
aun cuando su costo sea la restricción de los derechos políticos de la ciudadanía. En este
sentido, si el derecho implica que no se alcance en circunstancias económicas definidas la
eficiencia económica, dicha norma es ineficaz y por ende, no debe ser tenida en cuenta, o
derechamente ser derogada, aun cuando en su esencia porte lo que el Estado ha
determinado lo que es fundamental para todos. La eficiencia económica ha pasado a definir
la subsistencia de los derechos laborales de las personas, su desarrollo y definición, más
allá de cualquier otro plan empresarial de reestructuración posible, resolviendo
irreductiblemente la contingencia a favor del empleador, damnificando el capital humano y
considerando la normativa jurídica tan sólo cuando juega un rol instrumental para el logro
de sus intereses. Los conflictos, como ya es dable deducir, se encuentran dentro de las
circunstancias que deben ser evitadas dentro de los márgenes productivos, pues impiden
precisamente que la productividad empresarial marche correctamente, corolario
supuestamente empírico de los argumentos de la empresa, que ciertamente, nunca ha
demostrado su certeza constante9. De ahí que cuando se trata de ganarse la vida y proveerse
9
Al respecto WELLER, Jürgen, Los mercados laborales en América Latina: su evolución en largo plazo y
sus tendencias recientes, Serie Reformas económicas N 11, CEPAL, 1998, p. 11 y ss, AGACINO ROJAS,
Rafael, “Todo lo flexible se desvanece, El caso chileno”, en Flexibilidad y Condiciones de Trabajo Precarias,
Programa de Economía del Trabajo, Santiago de Chile, 1995, y MELIS VALENCIA, Christian, “Derechos
Fundamentales y Empresas: Apuntes para una Configuración Dogmática Jurídica”, en Derechos

5
de medios para subsistir y prosperar, la protección legal a todo evento de algunas libertades
y derechos por sobre cualquier otro consigue que quienes ejercen esas libertades y derechos
valorados prioritariamente logren someter, con el apoyo de la ley, a sus contrapartes
sociales o contractuales sin compatibilización justa entre los intereses en juego10.
El derecho del trabajo debe comprender la existencia del conflicto, no dando por
resueltos de buenas a primeras los agonismos que le son propios. Debe brindar a sus
participantes en vistas a esta finalidad, las herramientas que posibiliten la canalización de
los intereses de cada uno de sus integrantes, viabilizando de esta forma el proceso político
laboral. En otras palabras, ofrecer una gramática para el conflicto, reivindicando el rol
político y de los consensos en sede laboral, dándose pie de esta forma, a una tolerancia
entre dos dominios disímiles de expectativas laborales, que sin embargo abogan por lo
mismo: márgenes de seguridad. El primero de dichos campos es el de los empleadores, el
cual consiste en la seguridad que la proyección económica de su giro no se vea
obstaculizada por una estructura jurídica-laboral de lenta reacción frente a la movilidad y
globalidad de los mercados. Y la segunda de estas parcelas es la de los trabajadores,
quienes ansían que los éxitos y los fracasos del empleador, así como la necesidad de una
gestión dinámica, no sean asumidas por estos al no contar con una protección laboral
mínima. En la elaboración de los márgenes de seguridad es donde se juega tanto la
independencia y coherencia del derecho del trabajo, como la subsistencia del sistema
económico imperante11. Algo no menor, si consideramos que la respuesta que damos como
sociedad en un conflicto de derechos revela qué es lo que más valoramos de la vida en
común12.
Siendo sinceros, dicha contestación dista de ser alentadora. Los elementos que
identifican esta estructuración apuntan a una evidente supresión, no tan solo de los actores
en juego, sino que también de las temáticas que pueden ser objeto del ejercicio de este
Fundamentales, Anuario de Derecho del Trabajo y Seguridad Social Nº 3, Sociedad Chilena de Derecho de
Autor, Santiago, 2004, p.105.
10
LÓPEZ FERNÁNDEZ, Diego, Los derechos de las personas: la fuerza de la democracia, Ediciones
Universidad Alberto Hurtado, 2009, p. 73 y ss.
11
Sobre la coherencia del derecho del trabajo, se recomienda LÓPEZ ONETO, Marcos, Flexibilidad Laboral
Chilena y Principio de Protección de la Fuente de Empleo. Algunas Hipótesis, Tesis para optar al grado de
Magíster en Derecho de la Universidad de Chile, Santiago, Chile, 1999, p. 10 y ss.
12
LÓPEZ FERNÁNDEZ, Diego, Los derechos de las personas: la fuerza de la democracia, Ediciones
Universidad Alberto Hurtado, 2009, p.73.

6
derecho procedimentalizado. Se forja una rígida reglamentación, propiciando que ambas
partes tiendan tan solo a proteger y reivindicar las propias prerrogativas existentes o
aquellas a las cuales se aspira, pues en este esquema, los actores se miran como enemigos a
los cuales se les debe derrotar, renegando una conformación sistémica de la cual todos
puedan obtener y conciliar sus intereses13. Lo que virtualmente y a la fuerza valoramos de
nuestra vida en común, y en la especie, de nuestro trabajo, no son sino principios que
nosotros mismos no hemos siquiera planteado, discutido o aceptado. Pero si participado y
generado, empero, escasamente disfrutado: la generación de productividad, competitividad,
bienestar y riqueza para unos pocos, con una pobre redistribución de esta última14. Una
revisión a como precisamente vemos y configuramos el conflicto colectivo en el ámbito del
derecho y de la política puede darnos luces sobre cómo superar estas problemáticas.
Un área especialmente sensible e idónea para la aplicación de esta teoría resulta la
curiosa regulación de negociación colectiva en Chile, que a todas luces implica visiones
restrictivas y erróneas, tanto de la libertad sindical, como del conflicto laboral 15. El
economicismo y el individualismo, principios inspiradores del texto constitucional actual,
han bañado las ideas laborales que originalmente deben dar sustento a esta norma jurídica,
desatendiéndose las problemáticas político-sociales propias del mundo del trabajo. Son
estos los factores que han primado luego del conflicto de libertades y derechos que en
líneas previas se aludía.
En esta investigación, se pretende desarrollar, en primer término, la idea de la
gramática para el conflicto, puntualizando algunas temáticas y propuestas que debiesen ser
tenidas en cuenta, para reconfigurar de esta manera como un derecho, el tristemente

13
La conformación política “amigos-enemigos” se observa en SCHMITT, Carl, El concepto de lo político,
Alianza Editorial, Barcelona, 1999. El antagonismo se ha planteada en contextos internacionales. El
pretendido “dialogo social” que propone la OIT se transforma en una quimera, desde el momento en que la
exclusión legalizada dirige el conflicto juridificado hacia profundos antagonismos. En detalle OIT, El
consenso de Mar del Plata, IV Cumbre de las Américas. Análisis y perspectivas. Mar del Plata, OIT, 2006.
14
En relación a la redistribución de la riqueza, el rol de las políticas sociales y el estado de bienestar, se
destaca a AGUIRRE BRIONES, Andrés, “Política social e indicadores distributivos. Elementos para una
caracterización de la política social en Chile”, Revista Polis, Universidad Bolivariana, Volumen 8, N° 22,
2009, p. 231 y ss, disponible en http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-
65682009000100014 y ESPING-ANDERSEN, Gosta, Los tres mundos del estado de bienestar, Edicions
Alfons el Magnànim, 1993.
15
Con la misma opinión ROJAS MIÑO, Irene, “Las reformas laborales al modelo normativo de negociación
colectiva del Plan Laboral”, en Revista Ius et Praxis, Universidad de Talca, año 13, N° 2, p. 196.

7
llamado “procedimiento” de negociación colectiva. Así también, en segundo lugar, se
proyecta develar algunos aspectos que se estiman claves en orden a comprender las
diversas aristas del acallamiento del conflicto colectivo de trabajo en nuestro país.

2. La lógica de una gramática para el conflicto colectivo laboral: consensos e inclusiones

Aplacar los conflictos y las pasiones comprendidas en el sistema laboral acarrea a su


vez la restricción de variados y necesarios solares de democracia, que por su ausencia,
guían a un estancamiento de nuevas necesidades que precisan ser reconocidas y maduradas,
no censuradas. Una lectura política constitucional de los conflictos laborales en el marco de
la negociación colectiva debiese partir por hacer suya el contenido de esta afirmación.16
Una lectura política de este conflicto laboral no pretende en lo absoluto ser una
visión totalizadora del mismo, siendo precisamente este el error principal en la construcción
del derecho del trabajo. El constituir como hegemónico el punto de vista del obrero
industrial al cimentar el derecho del trabajo, en desmedro de un reconocimiento cabal de la
fragmentación social y moral que reina y aun se mantiene en la sociedad y el mercado
laboral contemporáneo, ocasionó que toda construcción legislativa cayera en un error
ontológico-político fundamental: la pretensión por la unidad, totalmente criticable al no
desarrollar mecanismos que articulen diversos intereses y visiones17. Se desconoce que la
articulación de los actores laborales dista mucho de tener como presupuesto la identidad
esencial de sus intereses, incluso dentro de cada sector en particular. Lo que se busca
descartar a partir de un ejercicio como este, es la pretensión de formular y argumentar
16
Visiones diversas han derivado a un omnicomprensivo proceso de constitucionalización del derecho. Si
bien en algún momento se observó a este proceso cómo un triunfo político de los sectores más excluidos en
busca de una emancipación, en la actualidad esos mismos derechos se transforman en un eficaz mecanismo
amparado por la norma fundamental, para obstruir demandas políticas más radicales. Aspecto que en las
relaciones de trabajo, resulta ciertamente sensible, dado no tan sólo por el cariz reivindicacionista de este
derecho, sino por las nefastas y discordantes consecuencias originadas por lecturas puramente jurídicas de lo
laboral. Con la misma opinión, se recomienda AROS CHIA, Rodrigo, “La constitucionalización del derecho
como un principio general de este”, disponible en http://www.jornadasderechopublico.ucv.cl/ponencias/LA
%20CONSTITUCIONALIZACION%20DEL%20DERECHO%20COMO%20UN%20PRINCIPIO
%20GENERAL%20DE%20ESTE.pdf, y DOMINGUEZ AGUILA, Ramón, “Aspectos de la
Constitucionalización del Derecho Civil Chileno”, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo XCII, Nº 3,
Año 1996, y BROWN, Wendy, La crítica de los derechos, Editorial Siglo del Hombre, Bogotá, 2003.
17
Considerar en la misma visión a LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal, Hegemony and socialist
strategy: towards a radical democratic politics, Editorial Verso, 2001.

8
discursos inequívocos, pretendidamente auténticos, al estilo del derecho del trabajo chileno,
el cual no rechaza ser consecuencialmente una herramienta meramente técnica al servicio
del poder del capital y de la tiranía de supuestas mayorías, aun cuando se presente una
estructura jurídica laboral principalmente pro-trabajador. Engañándose a sí mismo, en otras
palabras.
De lo dicho, se extrae lo necesaria que es una reestructuración del maridaje entre el
trabajo como derecho fundamental y la política, y como desemboca ello en la comprensión
de sus conflictos. Precisamente este ámbito, es particularmente sensible, puesto que el
nuevo derecho del trabajo ha tendido a judicializar cuestiones que nacieron y se
mantendrán como políticas, pretendiendo de esta manera moderarlas y solucionarlas,
fundando ello en el debilitamiento de la esfera política democrática pública18. No es menor
que todo conflicto social se defina sin más como un choque de derechos, caracterizados
estos últimos por una fuerte carga anti política. Por ende, no debe resultar ni contradictorio
ni extraño, que el cuerpo jurídico político por excelencia en occidente, la constitución,
reniegue a partir de este carácter absolutista tan propio del lenguaje de los derechos, a la
que es su objeto de regulación: la política. Contraproducentemente, en su afán de otorgar
una estructura jurídica a la política, cualquier constitución que reniegue el fenómeno
político está condenada al fracaso. Lo peligroso de todo esto, es que el daño es
relativamente invisible e intangible: el ciudadano (luego trabajador) no se percata de las
consecuencias que conlleva que los problemas sociales se enfoquen desde una óptica
eminentemente jurídica, hasta que percibe y nota en su cotidianeidad que el derecho le
impide participar, disentir y construir aquello estima como fundamental. El poco realismo
que destila la construcción jurídica intensifica los conflictos sociales e inhibe el dialogo que
podría conducir al consenso, al ajuste o al menos a encontrar un terreno común19. Lo laboral
también se ve imbuido por esta óptica, desarrollando un entramado fundamental tributario
de dichos conceptos, fomentándose ello por una constitución de verdades antedichas, que
reniega el conflicto, excluyente y plena en univocidades.

18
En este sentido DWORKIN, Ronald, El imperio de la ley, Editorial Gedisa, Barcelona, 1988.
19
GLENDON, Mary Ann, “El lenguaje de los derechos”, en Estudios Públicos, N° 70, 1998, p. 76 a 147.

9
Por ende, una lectura política del conflicto laboral en el contexto de la negociación
colectiva debe observar a la constitución como un barómetro que refleje la posibilidad
permanente de oponerse a las coyunturales circunstancias que definen los intereses
generales. En este sentido, la normativa constitucional, como ya se indicaba, no debe
inclinarse por alguno de los conceptos en juego. Pero además de ello, no debe privilegiar a
un determinado grupo o sector, ni mucho menos dar pie a que los grupos privilegiados en
un inicio fuercen a los más débiles a salir de los procesos políticos para guarecerse. En este
sentido, el que los derechos colectivos se vean morigerados por la fuerza de los hechos,
implica que tarde o temprano el gobierno termine inclinándose a favor de los intereses de
solo algunos actores sociales, pudiendo convertirse en una ficticia democracia obrera o en
una falsa democracia del gran empresariado, en las que intereses de grupos específicos se
identifican con el interés general, subordinando a los demás interlocutores sociales,
haciendo irrelevante la opinión de la mayoría y obteniendo el apoyo del Estado sin que se
compartan las decisiones20.
Estamos frente la re comprensión de un factor esencial para la sustentabilidad del
régimen democrático, traducido finalmente en como discurrir la política, a sus actores, en
como generar equilibrios al ponderar intereses colectivos, que es lo que esperamos de
nuestra vida en común e incluso, nuestra noción de justicia como sociedad. Si esperamos
que restringiendo derechos colectivos como la negociación colectiva, fundando exclusiones
temáticas y subjetivas para la mantención del poder económico de unos pocos, será posible
alcanzar el ansiado mote de “país desarrollado”, no sería contraproducente el demostrar
indiferencia hacia una dictadura o hacia una democracia. Esto, pues igualmente podríamos
ser vistos como desarrollados en el marco una dictadura que descarte a los derechos
fundamentales y su progreso, y que desconozca la relevancia de los mecanismos
distribuidores del poder y la riqueza.
Esta nueva lectura de los derechos colectivos radica en reconocer, por una parte, a
los mismos como derechos fundamentales en el contexto de una constitución, y por otra,
que el real objeto de su regulación es la política dirigida hacia una democracia consensuada

20
LÓPEZ FERNÁNDEZ, Diego, Los derechos de las personas: la fuerza de la democracia, Ediciones
Universidad Alberto Hurtado, 2009, p. 47.

10
ajena a las exclusiones y univocidades. Paralelamente esto significa ubicar al conflicto
encauzado como un elemento esencial de esta democracia, en que “el otro” es visto como
dialécticamente necesario, en una configuración sistémica agónica no antagónica. La
aceptación y visibilidad de los trabajadores que tradicionalmente habían sido excluidos en
procesos de negociación colectiva, resulta ser una de las saludables consecuencias de una
perspectiva política-social que más allá de administrar intereses, viene a reconocer la
importancia que todos y cada uno de los integrantes sociales tiene para la legitimidad de las
decisiones tomadas21. Una comprensión así ideada, erradica el componente procedimental
concebido por lecturas conservadoramente jurídicas de los conflictos, constriñendo el
avance de los derechos fundamentales y de la democracia. El derecho viene a ser en
definitiva una herramienta capaz de canalizar y no negar lo político laboral, al otorgar una
gramática para sus actores que revitaliza a la política, que precisamente no determina de
antemano ni canales de acción ni bienes privilegiados, actualizando y perfeccionando el
contenido e interpretación de los derechos fundamentales ejercidos y de nuestra
democracia.

3. Conclusiones: aplicación de esta lectura política del conflicto laboral en la normativa de


la negociación colectiva

Entender en un plano gramatical a la norma jurídica laboral implica comprender a la


política como una oportunidad clara para corregir los vicios de nuestra democracia y
sistema económico. Para luego comenzar a repensar la normativa y contenido de la
negociación colectiva, es esencial situar como centrales a los derechos políticos, al
conflicto como un legítimo valor central de las democracias y a la ciudadanía como
soberana. Si se atiende que la política democrática gira en torno a conflictos cuya
resolución ha de estar en manos de la ciudadanía, entonces queda claro que emplear la
estructura constitucional para intentar resolver de antemano dichos conflictos pasa a ser un
21
Un proyecto similar es el elaborado por POST, Robert C. y SIEGEL, Reva, “Constitutional Culture, Social
Movement Conflict and Constitutional Change: The Case of the de Facto ERA” en California Law Review,
Vol. 94, Número 5 (2006), p. 1323 y ss. Con todo, se observan construcciones que se diferencian de lo
descrito. Un buen exponente es RAWLS, John, Liberalismo Político, Fondo de Cultura Económica, 1997.

11
imperdonable vicio constitucional22. Cuestión que en el tema que nos convoca, se
manifiesta en que la actual constitución y su estructura jurídica complementaria perjudica la
viabilidad de las reivindicaciones y posiciones de los trabajadores, lo que a su vez se
exterioriza en la falta de visibilidad política de los mismos y su consecuencial exclusión.
Una perspectiva política-gramatical hace suyos valores centrales como la inclusión, una
mirada agónica de sus participantes, y la democracia consensuada como el resultado
tangible de este enfoque.
Como ya se aludía, la negociación colectiva en Chile es fruto de visiones que
observan al conflicto laboral como uno que debe ser judicializado para ser resuelto, en otras
palabras, imponiendo la gramática procedimental de los derechos que niega el valor de la
política. Esto se trasluce claramente al observar la normativa de este derecho colectivo en
nuestro país. Someramente, es posible insinuar algunas líneas de acción en orden a
reformar tal carácter.
La negociación colectiva es un derecho y no un procedimiento: De buenas a primeras, lo
primero a notar no debiese sorprender a la luz de todo lo explicitado en líneas previas. El
código del trabajo en su artículo 303, conceptúa la negociación colectiva como un
procedimiento y no como un derecho, a través del cual uno o más empleadores se
relacionan con una o más organizaciones sindicales o con trabajadores que se unan para tal
efecto, o con unos y otros. Más allá de esa ya clásica crítica que apela al equilibrio existente
entre uniones de hecho de trabajadores y sindicatos en orden a negociar colectivamente,
suficientemente desarrollada por la doctrina nacional23, vale bien preguntarse siendo
consecuentes con el prisma de esta investigación, que rol han de jugar los derechos en este
esquema. Si bien a primera vista pareciere ser que los derechos tienen poca justificación
para una teoría gramatical como la propuesta, la verdad sea dicha ello no es cuanto la teoría
gramatical menosprecie los derechos sino, por el contrario, pues ella considera que la
amplitud e intensidad de los derechos existentes en un ordenamiento concreto es, y debe
ser, materia de deliberación y de lucha política por parte de los ciudadanos de dicha
22
MUÑOZ LEÓN, Fernando, Lectura política de la constitución: conflicto, democracia y gramática,
material expuesto en el I Congreso Estudiantil de Derechos Humanos, Universidad de Chile, p. 12.
23
En otros, UGARTE CATALDO, José Luis, “La tutela de derechos fundamentales y el derecho del trabajo:
de erizo a zorro”, en Revista de Derecho de la Universidad Austral, Vol. XX, N 2, Diciembre de 2007, p. 49 y
ss.

12
sociedad, empoderados adecuadamente a través de sus derechos políticos24. En este sentido,
deben establecerse a nivel de la negociación colectiva como derecho, determinadas
garantías que no hagan fútil la participación política de los actores laborales. Y esto
derechamente no se logra ni necesaria ni únicamente a través del establecimiento de un
estado de bienestar más o menos coyuntural, más o menos robusto, o mediante medidas que
continúen procedimentalizando el ejercicio de este derecho político. Se logra cumpliendo
las exigencias básicas de un constitucionalismo democrático centrado en una ciudadanía
plena y derivadamente en un sector trabajador desprovisto de exclusiones y presunciones
que lo denigren en la toma de decisiones corporativas. De acceder a esto, el contenido del
derecho se conforma a partir de aquellos consensos que los mismos participantes de este
proceso político se han otorgado a sí mismos. En definitiva, el rol que juegan los derechos
en esta trama es el de reflejar los intereses verdaderamente comunes de quienes participan
en ella, sobre aquellos puntos que sin restricciones estos han determinado como
primordiales, actualizando el contenido y alcance de los derechos fundamentales.
No deben limitarse las materias a tratar en la negociación colectiva: Lo anterior se
complementa necesariamente con este punto. Se indica que el objeto de este procedimiento
es establecer condiciones comunes de trabajo y de remuneraciones por un tiempo
determinado, de acuerdo con las normas contenidas en los artículos siguientes. Se
circunscribe la razón de ser de la negociación colectiva a materias estrictamente
remuneracionales y pecuniarias25. Esto se ve claramente en el artículo 306 inciso primero
del código del trabajo, que señala que son materias de negociación colectiva todas aquellas
que se refieran a remuneraciones, u otros beneficios en especie o en dinero, y en general a
las condiciones comunes de trabajo. En este punto, es dable señalar que, más allá de los
análisis que aisladamente puedan hacerse sobre las restricciones temáticas, más relevante
resulta la existencia de una fuerte contradicción entre las finalidades perseguidas por la
economía y sustentadas por el derecho, con los resultados que finalmente pueden darse, al
denegar el conflicto.

24
MUÑOZ LEÓN, Fernando, Op.Cit., p. 11.
25
Entre otros, WALKER ERRÁZURIZ, Francisco, Derecho de las relaciones laborales, Editorial
Universitaria, Santiago, 2003, p. 559 y ss.

13
En efecto, al restringir materias que pueden potencialmente reducir complejidades y
elevar la productividad empresarial, tales como contratos de trabajo a tiempo parcial o
conciliación de trabajo y vida familiar26, lo cierto es que la empresa pierde importantes
posibilidades de adaptarse a las diversas circunstancias económicas actuales. Y además, de
discutir, más allá de los cotos legales, el tenor de políticas que transgredan lo meramente
asistencial o el contenido de nuevas formas de contratación, alejándolas de factores
precarios, con lo cual aumentan los índices de productividad27.
Súmese a lo anterior, el inciso segundo de este artículo 306, que señala que no serán
objeto de negociación colectiva aquellas materias que restrinjan o limiten la facultad del
empleador de organizar, dirigir y administrar la empresa y aquellas ajenas a la misma. Algo
que a su vez está en abierta antítesis con lo indicado en el artículo 220 Nº 7, también del
código del trabajo, el cual a propósito de los fines de los sindicatos, reza que dentro de
estos está el poder canalizar inquietudes y necesidades de integración respecto de la
empresa y de su trabajo28. Así es como el componente ideológico que apela a la eficiencia,
a la eficacia y a la competitividad, traiciona lo que el mismo que tanto persigue, dándose un
analfabetismo serio de parte del empresario acerca de la realidad intrínseca de la empresa,
denigrándose el conocimiento adquirido por los trabajadores en los procesos internos de
producción. Lo cierto es que de ser tomados en cuenta, estos podrían cooperar a la hora de
efectuar reconformaciones internas, al usar ese conocimiento en pro de la empresa misma,
para luego esta, basándose en dichos saberes, efectuar adecuaciones de mercado
consonantes con la realidad corporativa, en vistas a lograr una mayor productividad y
competitividad29.
26
En forma crítica PIZARRO CONTRERAS, Sebastián, “Prevenciones en torno a la Conciliación de Trabajo
y Vida Familiar desde el Contrato de Trabajo a Tiempo Parcial”, Revista Debates Jurídicos y Sociales,
Universidad de Concepción, 2008, Nº 1.
27
Al respecto CHACALTANA, Juan y GARCÍA, Norberto, “Estabilidad laboral, capacitación y
productividad”, disponible en http://www.consorcio.org/CIES/html/pdfs/R0006.pdf.
28
Por exceder el núcleo de este trabajo, no es tratado a fondo, pero debe sumarse al argumento expuesto la
fallida posibilidad que a través de los sindicatos se puedan prevenir vulneraciones a los derechos
fundamentales dentro de los reglamentos internos de las empresas, más allá de las factibles impugnaciones.
En relación a estos puntos, se recomienda UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES, Op.Cit.
29
Economías bastante más desarrolladas que la nuestra han comprendido que todo afán empresarial que
persiga ampliar su participación en el mercado, o en términos globales, ser más competitivo, debe partir por
considerar a los trabajadores. Hay ciertas propuestas que nacen fruto de esta concepción. O mejor dicho,
determinadas lecciones a partir de otros países que si han instalado la idea de la no exclusión en sus
legislaciones. Suecia, por ejemplo, posee una tasa de sindicalización cercana al 80%, cuyos trabajadores se

14
Sindicato como sujeto esencial de este derecho: Respecto a quienes pueden negociar
colectivamente, si bien el artículo 19 Nº 16 inciso 5 de la Constitución reconoce la
existencia de la negociación colectiva como un derecho fundamental de los trabajadores,
este solo se reconoce a nivel de la empresa, lo que desde ya, implica una restricción en la
practica de la libertad sindical. Podría decirse que bien este derecho se consagra a nivel de
la empresa, nada quita que los empleadores puedan otorgar en virtud de una facultad, la
posibilidad de poder negociar colectivamente en otros niveles. El punto radica en que se
estaría limitando el ejercicio de un derecho de naturaleza fundamental a la muy
condicionada voluntad de la empresa. Ello, resulta totalmente reafirmado al observar los
datos estadísticos ofrecidos por la ENCLA 2008, de los que se deduce que la tasa de
negociación colectiva ha sido en promedio un escuálido 10,7%, los últimos cinco años, lo
cual es particularmente complicado si lo que se quiere es alcanzar las metas de
productividad corporativa30. El constituyente limita de antemano el ejercicio de la libertad
sindical y asume un modelo específico, no consensuado democráticamente. Es dable
sostener que más allá de la visión política o económica que pueda tenerse acerca del nivel
en el que pueda desarrollarse la negociación colectiva, el constituyente debería limitarse a
reconocer ampliamente el derecho dejando entregado a la autonomía colectiva y a los
intereses de los propios actores sociales la determinación del ámbito en el que desean
negociar, asegurando una protección amplia del derecho fundamental, cualquiera sea la
forma u oportunidad en que se ejercite31.
encuentran organizados en torno a una gran Confederación. Los acuerdos colectivos se observan tanto a nivel
central como empresarial, mas, existe una potente jerarquización de los mismos: de existir concurrencia
respecto de determinados trabajadores, se prefieren los convenios centrales. Ciertamente los convenios
colectivos son por rama de la producción, en los cuales se establecen condiciones mínimas para las
negociaciones locales o empresariales de cada sector. Ahora bien, un punto muy interesante es el de la
legislación sueca semiobligatoria, la cual está conformada por un bloque normativo laboral en principio
obligatorio, pero que perfectamente puede ser rebajado o no aplicado, si ello está contemplado previo acuerdo
en un convenio colectivo. Suecia exhibe hoy por hoy, y en el pasado ciertamente, uno de los índices de
desarrollo y competitividad más altos del orbe, con extensos sistemas de negociación colectiva. ¿Es que acaso
nuestro modelo, caracterizado por una excesiva negociación individual, exigua sindicalización e idéntica
negociación colectiva, ha cooperado para ser una economía radiante en competitividad y desarrollo? A todas
luces, es evidente que el binomio “competitividad- sistema de relaciones laborales individuales” no ha podido
jamás alcanzar una demostración empírica.
30
Mayor información y profundización en las cifras, se encuentra en ENCLA 2008, disponible en
http://www.dt.gob.cl/documentacion/1612/articles-95958_archivo_fuente.pdf, p. 158 y ss.
31
CAAMAÑO ROJO, Eduardo, “Negociación colectiva en el Derecho del trabajo chileno. Un análisis en
ambiente comparado y según estándares OIT”, disponible en
http://www.iej.cl/archivos_descargas/INFORME_FINAL_OIT_NEGOCIACION_COLECTIVA.pdf, p. 29 y

15
Todos los trabajadores pueden negociar: Cabe entonces hacer una referencia en torno a
que trabajadores pueden negociar colectivamente. En principio, por interpretación conjunta
de los artículos 19 Nº 16 de la constitución y 304 inciso primero del código del trabajo,
todo trabajador puede negociar, en la medida que trabaje en empresas del sector privado y
en aquellas en que el Estado tenga aportes, participación o representación, con lo que se
excluye a los trabajadores del sector público. A continuación, en los incisos 2 y 3 de este
artículo 304 se indican excepciones a esta regla, enumerándose a las empresas del Estado
dependientes del Ministerio de Defensa Nacional o que se relacionen con el supremo
gobierno a través de este ministerio, empresas en que leyes especiales prohíban la
negociación colectiva y empresas o instituciones públicas o privadas cuyos presupuestos,
en cualquier de los 2 últimos años calendario, hayan sido financiados en más de un 50%
por el Estado, directamente, o a través de derechos o impuestos. Restricciones que reflejan,
además de una evidente restricción a la libertad sindical, un serio incumplimiento a las
obligaciones internacionales asumidas por Chile32.
Vale bien la pena detenerse en el caso de los trabajadores pertenecientes al sector
público, lo cual refleja con profunda y desafortunada naturalidad, como se calibran los
derechos políticos laborales en nuestro país. Los funcionarios públicos pueden constituir
asociaciones, las que si bien no podrían negociar colectivamente, en los hechos han llegado
a importante acuerdos con el gobierno, con lo cual ha validado esta atípica actuación33.
¿Cuál es entonces el sentido de mantener la prohibición a nivel legal, en el entendido que
las mismas autoridades gubernamentales aprueban tales tratativas? Pareciera ser que esta
actitud complaciente por parte de los gobiernos de turno se encuentra plenamente
justificada, ya sea en los supuestos intereses generales comprometidos en tales servicios o
en intereses políticos fortuitos, y no en el carácter esencial que tienen las tratativas

ss.
32
Chile ha ratificado los convenios 87, 98 y 151 de la OIT, de cuya lectura se deduce que no existirían trabas
para que estas empresas puedan negociar, pues más allá de su pertenencia a órganos que forman parte del
Estado y por ende, deben responder a los intereses generales de la nación, son trabajadores regidos por la
normativa del código del trabajo, no debiéndoseles restringir los derechos que poseen el resto de los
trabajadores sujetos a dicha regulación.
33
En relación a este tema GAMONAL CONTRERAS, Sergio, Derecho colectivo de trabajo, Editorial
LexisNexis, p. 300 y ss.

16
colectivas de los funcionarios públicos, al ser demostraciones de hecho de un derecho
fundamental.
Se esboza una poco feliz forma de canalización de los conflictos laborales al interior
del Estado tras esta noción gubernamental de negociación. Con estas tratativas no se busca
ni mejorar las condiciones laborales de los trabajadores del sector público, ni generar
canales de dialogo que permitan la participación de los trabajadores en una planificación de
modernización del Estado, ni mucho menos resolver las lacras de la carrera funcionaria
establecida en el estatuto administrativo. Lo que se hace derechamente es entrar en un
juego de poderes en el cual el derecho ya no tiene mucho que encauzar. Sencillamente,
pues ese conflicto de naturaleza laboral que debía dirigirse a mejorar las condiciones de los
trabajadores, se ha transformado en un contingencia que ojala no se de en el contexto de
una contienda electoral o en fechas cercanas a la rendición de cuenta presidencial, y que de
darse, que debe detenerse como sea, para reestablecer la atención de público en las
reparticiones estatales. Aun cuando ello se de fuera de la legalidad imperante, y
mediáticamente se de a conocer, de forma bastante ramplona, el bipolar e inconsecuente
discurso laboral de gobierno34. Se rompe, en definitiva, la verdadera razón de ser del
conflicto laboral. Si francamente importara dialogar con los trabajadores del sector público,
resolver la inestabilidad o precariedad del empleo en el sector público, o incluso una mejor
atención ciudadana, se establecería, entre otros aspectos, un marco regulatorio que
instaurare la negociación colectiva para este sector, y tutele los conflictos a buen puerto.
Cuestión que no sería sino una consecuencia lógica de un pleno reconocimiento a la

34
No son pocos quienes dicen que el Estado es el peor empleador. Argumentos de ello, sobran. Por ejemplo,
la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales indicó a través de su presidente Raúl de la Puente, que los
funcionarios a contrata, cuyo contrato de trabajo de ser no renovado culmina el 31 de Diciembre de cada año,
son despedidos prácticamente en Abril, en “El estado es el peor empleador de todos”, disponible en
http://www.anef.cl/noticias/4.htm. Otro punto es el poco consecuente hilo discursivo de gobierno. En plena
discusión de la ley de subcontratación, el Gobierno emplazaba a los empresarios a terminar los abusos
derivados de esta figura contractual. Sin embargo, ante el emplazamiento de la oposición en orden a que los
ministros, tanto de Trabajo como de Hacienda, reconocieran la precaria situación de un altísimo número de
trabajadores a contrata y a honorarios. Su reacción era de esperar: extrañados, se comprometieron a
regularizar esta situación. El escenario de ese entonces se resume en LaNación.cl, “El día decisivo del
proyecto de ley que regula el empleo de los trabajadores subcontratados”, disponible en
http://www.lanacion.cl/prontus_noticias/site/artic/20060109/pags/20060109215606.html. Las preguntas
surgen de forma casi espontanea, ¿por qué no se fiscaliza al estado empleador? ¿Qué ocurriría si la Dirección
del Trabajo se transformase en un órgano absolutamente autónomo y no dependiente de gobierno, con una
naturaleza similar a la Contraloría, que fiscalizare al Gobierno en su comportamiento como empleador?

17
libertad sindical, de un Gobierno respetuoso de la ley y de los derechos laborales por sobre
las contingencias de naturaleza política o económica35.
En definitiva, repensar instituciones como esta, es repensar la política. De mejorar
lo existente, de reformar instrumentalmente lo que tenemos. Esta lectura política gramatical
de las relaciones laborales en el marco de la negociación colectiva pretende que esta última
sea un instrumento que aproxime a todos sus actores a abrazar los consensos como factores
quintaesenciales de las democracias y sus economías. El debilitamiento político de la
ciudadanía ocasionó que las mismas instituciones que antaño eran el barómetro de sus
propios derechos, se refugiaran en el cómodo refugio de una legalidad represora de sus
finalidades y decisiones, confundiendo legitimidad con la mencionada legalidad. El
sindicato debe transformarse en un actor vivo, relevante e inclusivo a partir de un asentado
derecho a la negociación colectiva, que legitime las determinaciones corporativas,
alejándolas de homogeneidades preconcebidas y de la tendencia a la autoprogramación de
los poderes mercantiles36. Una opción como la propuesta representa una alternativa
garantista, posible y deseable, tanto al paternalismo distributivo sin autogestión como a la
infortunada participación individual del trabajador, totalmente estéril e incapaz de incidir en
las formas de producción y apropiación de la riqueza. El trabajo y la negociación colectiva
al amparo de los principios expuestos, permitirá se puedan conciliar sus funciones
esenciales a partir de un proceso político pluralista, inclusivo y consensuado, que sin lugar
a dudas pueden propiciar un desarrollo social y económico permanente y equitativo. Dentro
de una democracia, en fin, en que todos estemos y contemos por igual.

Bibliografía
AGACINO ROJAS, Rafael, “Todo lo flexible se desvanece, El caso chileno”, en Flexibilidad y
Condiciones de Trabajo Precarias, Programa de Economía del Trabajo, Santiago de Chile, 1995.

35
Una aplicación integradora de la libertad sindical debería hacer posible que estos trabajadores puedan
acceder a un mejoramiento de sus condiciones de trabajo por la vía de la negociación colectiva, como de facto
ya se realiza en la Administración Civil del Estado, pudiendo buscarse, por otras vías, la armonización de los
intereses generales de la nación con los intereses colectivos de los trabajadores. Una opción más adecuada en
este sentido podría ser, prohibir la huelga y establecer mecanismos obligatorios de mediación o arbitraje, en
CAAMAÑO ROJO, Eduardo, Op.Cit., p. 32.
36
En este sentido, CAPELLA, Juan Ramón, Los ciudadanos siervos, Editorial Trotta, Madrid, 1993.

18
AGUIRRE BRIONES, Andrés, “Política social e indicadores distributivos. Elementos para una
caracterización de la política social en Chile”, Revista Polis, Universidad Bolivariana, Volumen 8,
N° 22, 2009.
AROS CHIA, Rodrigo, “La constitucionalización del derecho como un principio general de este”,
disponible http://www.jornadasderechopublico.ucv.cl/ponencias/LA
%20CONSTITUCIONALIZACION%20DEL%20DERECHO%20COMO%20UN%20PRINCIPIO
%20GENERAL%20DE%20ESTE.pdf.
ATRIA LEMAITRE, Fernando, “Ubi Ius, Ubi Remedium, la relevancia jurídica de los derechos
humanos”, en Revista de Estudios de la Justicia, Nº 3, 2003.
BROWN, Wendy, La crítica de los derechos, Editorial Siglo del Hombre, Bogotá, 2003.
CAAMAÑO ROJO, Eduardo, “Negociación colectiva en el Derecho del trabajo chileno. Un análisis
en ambiente comparado y según estándares OIT”, disponible en
http://www.iej.cl/archivos_descargas/INFORME_FINAL_OIT_NEGOCIACION_COLECTIVA.pd
f.
CAPELLA, Juan Ramón, Los ciudadanos siervos, Editorial Trotta, Madrid, 1993
CARRETERO MIRAMAR, José Luis, “La imparable crisis del derecho del trabajo”, en Nómadas,
Revista crítica de ciencias sociales y jurídicas, Universidad Complutense de Madrid, 2008.
CHACALTANA, Juan y GARCÍA, Norberto, “Estabilidad laboral, capacitación y productividad”,
disponible en http://www.consorcio.org/CIES/html/pdfs/R0006.pdf.
DOMINGUEZ AGUILA, Ramón, “Aspectos de la Constitucionalización del Derecho Civil
Chileno”, en Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo XCII, Nº 3, Año 1996.
DWORKIN, Ronald, El imperio de la ley, Editorial Gedisa, Barcelona, 1988.
ESPING-ANDERSEN, Gosta, Los tres mundos del estado de bienestar, Edicions Alfons el
Magnànim, 1993.
FERRADA BÓRQUEZ, Juan Carlos, “Los órganos reguladores de actividades económicas
relevantes en Chile: una visión panorámica”, en Revista Chilena de Derecho, Vol. 30 N 2, 2003.
GAMONAL CONTRERAS, Sergio, Derecho colectivo de trabajo, Editorial LexisNexis.
GLENDON, Mary Ann, “El lenguaje de los derechos”, en Estudios Públicos, N° 70, 1998.
LACLAU, Ernesto y MOUFFE, Chantal, Hegemony and socialist strategy: towards a radical
democratic politics, Editorial Verso, 2001.
LÓPEZ FERNANDEZ, Diego, Derechos, trabajo y empleo, Ediciones LOM.
LÓPEZ FERNÁNDEZ, Diego, Los derechos de las personas: la fuerza de la democracia,
Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2009.
LÓPEZ ONETO, Marcos, Flexibilidad Laboral Chilena y Principio de Protección de la Fuente de
Empleo. Algunas Hipótesis, Tesis para optar al grado de Magíster en Derecho de la Universidad de
Chile, Santiago, Chile, 1999.
MELIS VALENCIA, Christian, “Derechos Fundamentales y Empresas: Apuntes para una
Configuración Dogmática Jurídica”, en Derechos Fundamentales, Anuario de Derecho del Trabajo
y Seguridad Social Nº 3, Sociedad Chilena de Derecho de Autor, Santiago, 2004.
MUÑOZ LEÓN, Fernando, Lectura política de la constitución: conflicto, democracia y gramática,
material expuesto en el I Congreso Estudiantil de Derechos Humanos, Universidad de Chile.
OIT, El consenso de Mar del Plata, IV Cumbre de las Américas. Análisis y perspectivas. Mar del
Plata, OIT, 2006.
PIZARRO CONTRERAS, Sebastián, “Prevenciones en torno a la Conciliación de Trabajo y Vida
Familiar desde el Contrato de Trabajo a Tiempo Parcial”, Revista Debates Jurídicos y Sociales,
Universidad de Concepción, 2008, Nº 1.
POST, Robert C. y SIEGEL, Reva, “Constitutional Culture, Social Movement Conflict and
Constitutional Change: The Case of the de Facto ERA” en California Law Review, Vol. 94,
Número 5 (2006).

19
RAWLS, John, Liberalismo Político, Fondo de Cultura Económica, 1997.
ROJAS MIÑO, Irene, “Las reformas laborales al modelo normativo de negociación colectiva del
Plan Laboral”, en Revista Ius et Praxis, Universidad de Talca, año 13, N° 2.
UGARTE CATALDO, José Luis, El nuevo derecho del trabajo, Editorial Universitaria, 2004.
UGARTE CATALDO, José Luis, “La tutela de derechos fundamentales y el derecho del trabajo: de
erizo a zorro”, en Revista de Derecho de la Universidad Austral, Vol. XX, N 2, Diciembre de 2007.
SHKLAR, Judith, “Legalism”, Harvard University Press, Edición revisada, 1986.
SCHMITT, Carl, El concepto de lo político, Alianza Editorial, Barcelona, 1999.
UNIVERSIDAD DIEGO PORTALES, “Informe anual sobre Derechos Humanos en Chile 2009”,
disponible en http://www.derechoshumanos.udp.cl/wp-content/uploads/2009/12/ddhh2.pdf
VARAS CASTILLO, Mario, Mediación laboral en la Dirección del Trabajo: entre la búsqueda de
la identidad y la necesaria autocrítica, disponible en www.dt.gob.cl/1601/articles-
73772_recurso_1.doc.
WALKER ERRÁZURIZ, Francisco, Derecho de las relaciones laborales, Editorial Universitaria,
Santiago, 2003
WELLER, Jürgen, Los mercados laborales en América Latina: su evolución en largo plazo y sus
tendencias recientes, Serie Reformas económicas N 11, CEPAL, 1998.

20

S-ar putea să vă placă și