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Parte primera.
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AUTORES.
D. Alfredo Adolfo Camus. D. José Maria Huet.
I\ Fausto de la Vega. D. Fernando Alvarez.
D. Agustín Pascual. D. Vicente Manuel delà Rua.
D. Joaquin Aguirre. D. Manuel Gallardo.
D. Fermín Caballero. D. Gerónimo de la Escosura.
B. Venancio Valledor. D. Rarnon de Navarrete.
I). Francisco de Cardenas, D. Antonio Ferrer del Rio.
D. José Lopez Uribe. 1). Francisco Perez de Anaya.
D. Pficomedes Pastor Diaz. D, Pedro Higinio Barinaga.
D. Joaquin Francisco Pacheco. D, Antonio Rosales.
D. Juan Diaz Baeza.

MADRID.
Imprenta j librería da E)„ n©íO,(S2© S©E, editor.
calle de Carretas, nun. 8,
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Esta obra es propiedad
: < ¡ras de su Editor D. Ignacio
Boix, quien perseguirá sV v. <mv‘: 'tfe wi'rr
ante la ley al que la reim­ tt'Vin; , ov ' \s switv xw /.■ \\ y .. • .... j ■/ AsvrvA'b
prima sin su consenti­
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miento.

Poco nuevo se puede decir ya acerca del


asunto, de que es objeto este escrito: infinitos
<?3flGTUA autores , muchos de gran nombradla, han es-
puesto, con mas ó menos eslension , las reglas
del buen decir: los principios que deben guiar
en la composición de las obras literarias han
sido repetidas veces discutidos, y la materia se,
encuentra agolada. No nos proponemos , por lo
tanto , ser originales: el nombre mismo de Ma-
nual escto?/e esto pretensión; y nuestro objeto
no ha sido nías que reunir en corto volumen lo
mejor y mas útil que hemos encontrado en otras
obras.
Fernanes cu¡¿' y i iartfcu rail
No seremos sin embargo , tan serviles co­
» piantes, .que dejemos de desviarnos con fre­
cuencia de las opiniones admitidas,. Creemos
que conviene dar un nuevo giro á la enseñanza
A« i de los preceptos literarios; y esto que hubié ■
4 MANUAL DE LITERATURA.
ramos querido hacer en una obra de mas alíenlo
y meditación , que nuestras ocupaciones ordi­
narias no nos permiten emprender, lo hemos pro­
curado indicar en algunas partes de esta. Asi
es que en medio de lo mucho ajeno que hay en
ella, no dejará de ofrecer bastantes cosas de
nuestra propia cosecha.
Hemos procurado reducir la estension de Principios generales de retórica y poética.
este tratado á los limites que requiere pin libra
elemental para las escuelas', pero tampoco he­
. i. ~-
mos querido hacerla ‘tan diminuto, que se con­
ó» v i ,«j, Bao«!;: ,
virtiese en un mero puntuario de escasa utili­ '!«; ¡ .- í'i.; r"?! y " ¡ (i:■ *•
dad. Fácil nos hubiera sido dar en pocas páginas
los nombres, y definiciones de las figuras retó­
ricas , de las pa rtes de un discurso , y de las INTRODUCCION.
diferentes composiciones en prosa y verso , pero
opinamos que poco se consigue cargando la. me­ • iti'iiCíí ' - '■‘■l 20Í fu
■ d'.-'i ■■ -.r; rúfbnn bnfcrtQ L
moria de los principiantes con semejantes cosas,
si no se les enseña al propio tiempo á discurrir
iniciándoles en los misterios de mas altas doctri­
nas ; por esta razón, pasando rápidamente sobre
ciertos puntos, nos detenemos c,lgo en los que
creemos mas importantes, ya porque encierran wwri en alguna cosa , dice Quintiliano , nos ha
principios sobre los cuales conviene fijar la aten­ distinguidoel Hacedor de los animales, ha sido en
ción , ya porque dan á conocer mejor la índole el don de la palabra. Ellos nos vencen en fuerza,
de nuestra literatura. Esta última considera­ paciencia y velocidad; guiados por la sola natura­
ción nos ha hecho añadir la segunda parte leza, aprenden luego por sí mismos á correr, na­
que se reduce á un resúmen breve, pero cri­ dar y alimentarse: hállanse resguardados del frió,
tico y razonado de nuestra historia literaria: poseen armas naturales con que defenderse, y
ae suerte que con esta obrita tendrán los princi­ dondequiera encuentran sus alimentos; mientras
piantes lo que no hallarán en ninguna otra, nada de esto consigue el hombre sino á costa de
á saber: los principios y reglas generales para inmensos trabajos, ha razón es, en verdad, uno
la composición; y una guia que los conduzca de nuestros mas bellos atributos; pero ¡cuán es­
por el inmenso campo de nuestra literatura, caso seria su poder sin la facultad de espresar
para saberla apreciar suficientemente, y co—¡ nuestros pensamientos por medio del lenguaje!
nócer ¿o que deben huir ó estudiar en ella. Luego si no poseemos cosa mejor que la palabra
manual de literatura. 7
6 MANUAL DE LITERATURA.
llegado á tiempos en que se ha dado en despre­
¿cuál deberemos cultivar con mas esmero? Y ciar las reglas como rémoras déla imaginación
¿qué objeto mas digno de nuestro anhelo que el que coartan y deslucen sus mas nobles deste-
hacernos por medio de ella tan superioresá nues­
tros semejantes, como estos, por la misma cau­ ll0SEn primer lugar ¿es cosa fácil, esdado á to­
sa, lo son ya á tos demas séres de la creación?» dos los hombres el escribir bien en cualquier
Si la palabra por sí sola es ya tan eficaz, su género? No por cierto, y la esperiencia nos dice
poder creció sobremanera cuando se inventó todos los dias que, aun con talento, con Instruc­
el medio de fijarla con signos escritos: y ción, sugetos hay que escriben péximamente.
ha llegado á su colmo desde que la imprenta la Luego existen escritores buenos y escritores
multiplica indefinidamente. Sus efectos antes malos, como existen médicos, abogados y pinto­
eran solo momentáneos, reducidos al acto de res con ambas cualidades. Esdecir, que elescri—;
pronunciarla : ahora, salva ya los tiempos y las bir es como todas las cosas que se pueden hacer
distancias; y los hombres, por decirlo así, pue­ bien y hacer mal; lo primero cuando se ha apren­
den hacer oir su voz en las partes mas recóndi­ dido á hacerlo, y lo segundo cuando no. Pero
tas del globo, y hgsta los. siglqs Jftas remotos. aprender á1 hacer bien una cosa, es estudiar los
Asi, la palabéa es una potencia qüe'conmueve á médioá qué deben emplearse para lograr este
los hombres, trastorna los gobiernos y manda intento , y tales medios no son otra cosa mas
al universo; y cuando menos ambiciosas se limi­ que las reglas. ¿Qué hay en el arte de escribir
ta áfines mas humanos, procura una instrucción que le diferencie de las demas àrles, para exi­
provechosa,ó recrea los ánimos agradablemente. mirle de la pensión cotniin á todas. ¿Porqué se
El arte, pues, de hablar y escribir con perfec­ necesitarán reglas y estudios para ser un buen
ción, es un arte que deben los hombres poseer pintor, y no se habrán menester para ser orador
como indispensable, no solo para los altos fines ó poeta? Lós estudios serán distintos, pero al
de la sociedad, sino también para los usos .mas cabo tendrán que hacerse los necesarios en-uno
comunes de la vida. Pero este arte, ¿lo puede y otro caso.
adquirir el individuo por sísolo, en virtud de Cierto es que, aun déspues de estos estudios-
sus propios recursos, sin mas esfuerzos que los aun conociendo todas las reglas1 del arte, se po­
de su ingenio;, ó necesita preceptos,, reglas que drá ser un'pobre escritor ; mas lo propio les
le señalen el sendero que ha de seguir para no sucederá'en su caso respectivo al pintor, al mé­
perderse? ¿Deberá el hombre entregarse á sus dico, al abogado. ¿Por qué razón? Por una que
propias inspiraciones', ó convendrá cortar el nodependedel hombre: porqué existe'cierta co­
vuelo ú estas para corregir sus estravíosy dar­ sa que, á pesar de sus esfuerzos, no logra nun­
les la dirección oportuna? En suma, el arte do ca adquirir, cierta'cosa que no le dan ni los es­
hablar y escribir, ¿necesita ó no rogÍas? .Esta es tudios ni las reglas; esta» cosa es él'ingeniOi
la primera.cuestión que se nos ofrece, cuestión Si es asi, nos dirán, qbeda en el hecho mismo
mas interesante ahora que nunca, pues hemos
8 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA, ,9,

probada la inutilidad de las reglas. Desde el mo­ lo tras de él ha venido el hombre observador
mento en que por ellas no se forman los grandes, qué, analizando sus obras, ha descubierto sus
escritores, está demas su estudio., No; porque­ secretos y ha formado el arte. ¿Luego el prime­
de no bastar las reglas, no se deduce que sean ro ha escrito hasta llegar á la perfección sin co­
inútiles. Serán insuficientes, pero sí necesarias. nocimiento del arte? ¿Luego este arte, ó no exis­
Un hombre sin la disposición natural no logrará, te, ó lo poseen instintivamente los grandes, es­
ser con reglas buen poeta: pero, aun con los mas critores? Esto merece esplicacion. Los primeros
bellos dotes de la naturaleza, podrá ser por fal­ ensayos en lodo género han debido ser, y han
ta de ellas un perverso escritor. Ademas,su es­ sido en realidad muy imperfectos. El arte de
tudio, si no da el ingenio, suple por él hasta escribir, como todas, se ha formado mediante,
cierto punto. Sin este requisito, concedido á una serie de ideas que, comparadas entre sí, han
pocos hombres, se forman todos los dias, me­ ido en progresiva mejora; es fruto de la esperien-
diante el estudio délas reglas, buenos abogados, cia, déla imitación, de la emulación entre los
apreciables médicos, regulares escritores. Un ingenios. ¡Cuántos poetas se conocieron antes de
hombre estraordinario en todas las carreras es- que escribiese Homero! ¡Cuantos oradores pri­
una escepcion, y por esta escepcion no se deben mero que Demóstenes y Cicerón produjesen sus
medir todos los demas que comunmente no pa­ admirables arengas! Los defectos de los que
san de la medianía, y que sin el apoyo de las abren la carrera, son siempre la escuela de sus
reglas quedarían reducidos á una ignominiosa sucesores.
nulidad. Fuera de esto, mas hombres grandesse Los grandes hombres que se citan son ellos
cuentan estraviados por el desprecio de las re­ mismos una prueba délo que sostenemos. Gón­
glas, que perdidos por su observancia. gora, aquel de nuestros poetas que tal vez na­
Esgrande error creer que coartan la imagi­ ció con mas brillantes dotes, no tuvo rival mien­
nación y el ingenio: jamás ha suced ido esto, asi tras observó las reglas de la buena composi­
como jamás las trabas de la versificación han ción; y decayó lastimosamente, se convirtió en
impedido que hubiese grandes poetas. Solo la una especie de delirante, cuando se empeñó en
debilidad se asusta de tales estorbos: la fortale­ quebrantarlas, haciendo alarde de estraviarse
za no los teme: antesbien, se complace enmar­ por nuevas y estrañas sendas. Lope de Vega, poí­
char sujeta á ellos con tanto desembarazo como no refrenar su imaginacipn, produjo mucho,
si no existiesen; y hasta saca nuevos bríos de es cierto, asombró con su maravillosa fecundi­
la lucha que necesita emprender para vencerlos. dad; mas no dejó ninguna obra perfecta, ningu­
Pero se dice: grandes poetas han existido que na que no esté deslucida con defectos de gran
sin conocer esas reglas han hecho obras inmor­ cuenta. Flojo, desmayado, incorrecto, prosáico
tales. Es cierto. Los modelos en todo género muchas veces, sus eminentes cualidades, que
han precedido á los preceptos. El hombre de dirigidas por el arte, se hubieran fortalecido pa­
grande ingenio ha creado aquellos modelos, y so­ ra mostrarse en todo su esplendor, dejeneraron
10 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA,
en los vicios á que está siempre toda virtud cer­ blamos, han quebrantado muchas de las antiguas
cada. Lo mismo podría decirse de otros inge­ re"las porque han debido hacerlo, y porque
nios que ó bien se han malogrado, ó bien no el arte en su época ha tenido que variar hasta
han alcanzado la perfección que con más arte cierto punto de objeto y de forma. Este es pun­
consiguieran. to en cuyoexámen se entrará á su tiempo;pero
Se añade todavía; muchos de estos escrito­ aun entonces veremos que si hay reglas que
res no ignoraban las reglas, sino que las han vio­ por razones que no son de este lugar han podido
lado á sabiendas, sacando grandes bellezas de su modificarse , existen otras que están fundadas
violación misma. Es verdad; pero si han que­ en ios principios eternos de la razón, y por lo
brantado algunos preceptos, ha sido para Seguir Unto, nunca se infringirán impunemente.
la primera de todas las reglas: la de sacrificar
lo menos para obtener lo mas. Cuando existe SECCION PRIMÉRA.
cierta cláse de bellezas que no es dable alcanzar píiit ‘ *■. • •
sino cometiendo una falta. ¿Cuáles entonces la
REGLAS COMUNES A TODA CLASE DE ESCRITOS.
regla dé la razón y del buen gusto? Examinar
si las bellezas son tales qne hagan olvidar la fal­
té , y en semejante caso no hay que titubear. CAPITULO 1.
Esto es tan conforme á los buenos principios,
que los mas rigurosos preceptistas lo han pres­ De las partes constitutivas de un escrito. -
crito, y el mismo Boileau, el más severo de
todos, dicé: «A veces un ingenio robusto, dema­ Pos cosas esenciales constituyen todo escri­
siado contenido en su carrera por el rigor del to ya sea en verso, ya en prosa: los pensa­
arte, quebranta las reglas prescritas, y elar- mientos y las palabras con que estos pensamien­
te mismo le enseña á traspasar sus propios lí­ tos están espresados, es decir, el lenguaje. Para
mites.» Mas para hacer esto, es preciso sentir­ que un escrito sea perfecto, es preciso que a la
se con grandes fuerzas. El rápido alazan atra­ par lo sean también ambas cosas: en vano se
viesa victoriosamente de un salto el anchó pre­ engalanará un pensamiento necio con todos
cipicio donde sé estrella el pesado é incauto los atavíos del lenguaje; en vano asimismo,
jumento; y cuando se ven tales medios emplea­ será el pensamiento bueno si está espresado de.
dos por I,os grandes hombres, se debe recordar un modo confuso ó desaliñado; en los dos casos
ásus débiles imitadores aquel,v'erso dé Ariostó el escrito deberá tenerse por defectuoso, y me­
al hablar de las armáá de Orláhdó. recerá desprecio. . ,
El pensamiento constituye la bondad intrínse­
Nadie las mueva. ca de un escrito;'el lenguaje su belleza este ñor.
Que estar no pueda con Orlando á prueba. Puede haber quien crea mas esencial lo primero;
Aun hay mas:1 los grandes ingenios de que ha- quien ceda mas á lose acantos de lo segundo, en
'12 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 13

realidad existen hombres, existen naciones á que el hombre quiere comunicar cuando habla
quienes lo uno y lo otro sucede; en esto mismo ó cuando escribe. El pensamiento nace, pues,
suele estribar la diferencia esencial entre varias del objetó que se propone el escritor, de la ins­
literaturas; pero nadie habrá quedé su aprecio trucción que tiene, y del ingenio con que le ha
a obras donde esté totalmente desatendida cual­ dotado el cielo. Para hallar los pensamientos no
quiera de estas dos partes; y si logran tales existen por consiguiente reglas; pero como los
obras una aura momentánea , la posteridad las pensamientos que ocurran sobre cualquier asun-
dejará hundirse en el olvido que merecen. to pueden ser muchos y varios, como no todos
Lo primero que al componer un escrito se deben adoptarse, ya por no ser necesarios, ya por
necesita hacer, es hallar el pensamiento, ó la vicios que tengan, se hace indispensable la elec­
serie de pensamientos que deben constituirle; ción, y para esta elección sí que se puede dai
sigue después la elección y colocación de las pa­ algunas reglas.
labras con que ha de sfer espresado. Estas dos La primera virtud que debe tener todo pen­
operaciones, sin embargo, son en la práctica ca­ samiento es la de su conformidad con la natu­
si simultáneas, pues por lo regular salé 'ya el raleza de las cosas á que se refiere, es decir, que
pensamiento de la cabeza del escritor con la debe ser verdadero. Si falta este requisito, el pen­
correspondiente frase que le espresa. Asi debe­ samiento es falso. Ningún pensamiento falso debe
ría ser siempre; porque el pensamiento y la es- admitirse por brillante que parezca, sobre todo
presion tienen que estar, por decirlo así, vacia­ en escritos serios y dirigidos á la instrucción:
dos en un mismo molde, si han de correspon­ pero en los que solo tienen por objeto deleitar­
der exactamente el uno al .otro. No obstante nos, basta á veces la verdad relativa, ó la con­
como en realidad la creación del pensamiento es formidad con las cosas cuales deberían ser, ad­
siempre en algo anterior á la espresion , cómo mitidas ciertas suposiciones.
esta admite con frecuencia modificaciones v en­ Nace elvalor, no se adquiere’, este pensamien­
miendas posteriores, trataremos primero de lo to de Saavedra Fajardo, es falso tomado de un
relativo al pensamiento, y luego de lo que per­ modo absoluto; pero podrá tener una verdad
tenece al lenguaje; siendo de advertir que todo relativa si se admite que existen clases en que
cuanto digamos acerca de estos dos puntos es el valor es mas natural que en otras, llevándolo
común á los escritos en prosa y á las composi ­ por decirlo así, en la sangre.
ciones en verso. Los pensamientos falsos se permiten no obs­
tante en los escritos jocosos, porque entonces
CAPITULO II. producen un contraste, que por lo ingenioso
igrada •; pero se necesita mucho tino en el uso de
De los pensamientos. 3sta licencia arriesgada.
El pensamiento ha de ser también claro, de
En literatura se llama pensamiento á todo lo ■uerte que á primera vista y siu esfueizo algu-

d
MANUAL DE LITERATURA. 15
14 MANUAL DE LITERATURA,
conexión con el asunto, que se deduzca de
no se entienda. Esta es circunstancia indispen­ él naturalmente : es entonces natural. Guan­
sable en todo escrito: solo en obras de cierta do Garcilaso hace decir á un pastor que su
clase, y para pocas personas, está bien que querida es mas, blanca gue la leche y mas be­
el. pensamiento requiera alguna ligera medita­ lla que el prado por abril de flores lleno, es­
ción, es decir que sea profundo] pero en nin­ te pensamiento es natural, atendida la clase
gún caso debe pasar á ser obscuro, ni menos dél sugeto que lo emplea , y no lo seria ya
confuso ó embrollado, y lo es cuando se necesi­ en un potentado cuya idèa de la belleza ha
ta pensar mucho para adivinar su sentido, ó de cifrarse en otros objetos que los campes­
cuando aun así, no es posible descifrarlo. tres. Cuando el mismo pastor dice que su
A. veces halla el escritor algún pensamiento querida es dulce y sabrosa mas que la fruta
que anadie hast3 él habia ocurrido; entonces del cercado ajeno] hay y.a cierta violencia en
este pensamiento es nuevo, y se tiene por un fe él pensamiento, porque para comprenderlo
liz hallazgo, reputándose como belleza . porque bien, se necesita agregar á él otras ideas que
sobrecoge nuestro ánimo contra toda especta- no se deducen naturalmente del aspecto del
cion, pero esto es raro, y con mas frecuencia se campo: este pensamiento deja, pues, de ser
emplean pensamientos que por lo conocidos y natural y pasa á ser ingenioso.
repetidos son comunes y aun tnbiales. En este Aun puede suceder mas; y es que el pen­
caso, la habilidad del escritor consiste en aña­ samiento se cubra con un ligero velo, como pa­
dirles algunas circunstancias que los presenten ra dejar ,el placer de adivinarlo ó completarlo,
con cierto aire de novedad. Por ejemplo, el de­ añadiendo el oyente alguna ligera circunstan­
cir: fulano nació en tal parte, nada tiene de nue­ cia que le falla. Los emperadoresTomanos to­
vo; pero si se dice Como Rioja: Allí rodaron de maban el dictado de. padres de la patria des­
marfil y oro las cunas ] Sé dará á aquel pensa­ de el momento en que ascendían al .trono. Trar
miento tan trivial una novedad que sorprende jano lo rehusó durante mucho tiempo,>,y no lo
y agrada.
admitió sino cuando creyó haberlo merecido.
Es preciso, sin embargo, mucho tacto en es­ Plinio, su panegirista, le dijo con este motivo:
ta clase de adornos, porque pueden degenerar Sois el único á quien ha sido dado ser padre de
en.ridículos cuando no están en su lugar. ¡Mu­ la patria sin serlo totovía, Este es un pensa­
rió mi amigo y aun vivo yo! Es una espresion miento. delicado.
sencilla pero sentida. Si en su lugar se dice: Pero si pasa adelante el pensamiento, des­
Mi amigo ha bajado al sombrío imperio de los cubriendo el estudio y trabajo del escritor, de­
muertos, y yo todavía gozo de la pura luz del genera en sutil, y por último llegará á ser alam­
radiante astro del dial se cometerá una estra— bicado cuando apenas se descubra una ligerí—
vagancia que haría reir á los oyentes. sima relación entre las ideas de que consta.
Para evitar esta eslravagancia, es indispen­ En toda composición los pensamientos de-
sable que el pensamiento tenga tan íntima
MANUAL DE LITERATURA. 17
16 MANUAL DE LITERATURA,
y nada disgusta tanto como el desacuerdo en­
ben ser naturales , no violentos. Los ingenio­ tre dos cosas que deben caminar perfectamen­
sos y delicados se admiten con economía : los te unidas. Si por ejemplo se queja una mujer
sutiles no deben ser sino muy raros y en oca­ del desvío de su amante, ¿qué diferentes pen­
sión oportuna; pero sobre todo se han de des­ samientos deberán ocurrírsele atendida su edad,
echar los alambicados. su estado, su clase, sus riquezas, las circuns­
Por último, un pensamiento prueba lo que
tancias que hayan acompañado al abandono,
el escritor intenta probar : ó no lo prueba. En y también las que concurran en el amante ol­
él primer casó es solidó, en el segundo esftiUl. vidadizo? La atenta observación de la natura­
Admítase aquel, deséchese este. Los pensa­
mientos fútiles suelen presentarse , no obstan­ leza, el estudio del corazón humano y de los
te, con cierta brillantez, y deslumbran: poHo diferentes caractéres de los hombres, pueden
solamente dar este tacto difícil que forma á
tanto es necesario mucha precaución en esta veces el mérito esencial de los grandes escri­
parte. tores. La continua lectura de estos y el análisis
Las cualidades que acabamos de manifestar
son las que deben siempre acompañar al pen­ de sus obras, enseñan también mas que cuan­
samiento, porque este en ningún caso puede tas reglas pudieran darse.
dispensarse de ser verdadero, claro, natural,
sólido y presentado con cierta novedad. Hay CAPITULO III.
otras que también puede tener, pero que va­
rían con la naturaleza del asunto de que se Del lenguaje.
trata. Este puede ser bello, magestuoso, su­
blime , gracioso, jocoso, burlesco; y los pensa­ El lenguaje, ó la espresion de los pensa­
mientos á su vez han de tener respectiva­ mientos por medio de la palabra, consta de
mente las mismas cualidades; quiere decir, que dos parles principales. Las voces y las cláu­
los pensamientos, ademas de las dotes ya cita­ sulas. Cada una de estas dos partes merece
das , deben ser acomodados al tono general y ser considerada separadamente.
dominante de la obra en que se quiere em­
plearlos. Para esto no hay ni puede haber re­ ARTICULO I.
gla alguna. En primer lugar, la idea de lo be­
llo , de lo grande, de lo gracioso, etc., es una idea De las voces.
simple, de pura sensación; y en segundo lu­
gar, el gusto, el tacto, el talento de cada escri­ Las voces deben ser puras, correctas^ claras,
tor, es el que únicamente puede juzgar de la propias, exactas, naturales, decentes y opor­
conveniencia del pensamiento con el asunto. tunas.
Esto requiere un particular cuidado, porque Se entiende por pureza la conformidad de
constituye gran parte dél mérito de las obras, una voz con el uso, árbitro y legislador del len-
2
18 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 19
guaje. Pero este uso ha de ser legitimado por admitir innovaciones no necesarias, sino en es­
un largo transcurso de tiempo, y ha de apoyar­ tudiar bien la lengua y buscar los recursos que
se , si puede ser, en la autoridad de escrito­ ofrece. Las innovaciones son menos peligrosas
res de nota: pues en el lenguaje común, y aun cuando no existe literatura nacional: pero ha­
en muchos escritos modernos, se emplean vo­ biéndola, se corre riesgo de inutilizarla si las
ces tomadas de idiomas estraños, sin haber re­ frecuentes variaciones del idioma llegan á for­
cibido todavía carta de naturaleza. Solo se de­ mar de él un idioma nuevo. En breve no se en­
ben usar palabras realmente castizas, y aun es­ tenderían nuestros buenos escritores, quedan­
tas tomadas en el sentido que tienen en caste­ do muchos olvidados. Ademas, es preciso ad­
llano, de ningún modo en el que les da otra vertir que mientras una lengua está en mantillas,
lengua. Esta regla es tanto mas necesaria aho­ no produce autores de nota, sino escritores
ra , cuanto que la lectura de libros estranjeros, cuyos esfuerzos se pierden en perfeccionarla.
principalmente franceses, hace faltar áella con Luego que lo han conseguido, luego que el
lastimosa frecuencia. Es cierto que los progre­ idioma se ha lincho capaz de espresar toda
sos de la civilización suelen exigir la admisión clase de ideas, de acomodarse á toda especie de
de voces nuevas que no tienen correspondencia asuntos, es cuando casi por encanto nacen mul­
castellana; mas esto no es siempre tan necesa­ titud de hombres que se apoderan de aquel ins­
rio como muchos creen, y antes de hacerlo, con­ trumento nuevo y producen obras inmortales.
viene examinar si existe alguna palabra que se La creación de una literatura nacional varia y
pueda emplear con oportunidad y sin menos­ estensa , es un fenómeno que prueba que la len­
cabo de la lengua. Las voces nuevas no han de gua ha llegado á su perfección.* Mas allá, solo
admitirse sino cuando lo exija imperiosamente consiste ya tal cual modificación de poca mon­
la necesidad, es decir, cuando no haya otro me­ ta en casos especiales Q pero toda innovación
dio de espresar la idea, y en tal caso se debe substancial la lanza en úna senda de ruina que
cuidar de que su terminación sea la que prescri­ acabaría con ella.
be el carácter de nuestro idioma. La corrección de las palabras consiste en usar­
Algunos, por huir del estranjerismo, incur­ las tales cuales son, sin acortarlas ni alargarlos.
ren en otro defecto contrario, empleando pala­ Nuestra lengua no tiene en esto la latitud que
bras anticuadas ó arcaísmos. El uso de ellas, la italiana; donde casi todas las voces admiten
cuando es moderado, suele dar realce al lengua­ supresión de vocales; solo en un corlo número
je; pero este uso es mas permitido en verso que de palabras nos es permitida esta licencia.
en prosa ; porque la prosa entonces adquiere un Las voces de un escrito deben ser claras pa­
aire afectado que la desluce. ra todo aquel á quien va dirigido. Esta claridad
Algunos condenan el rigorismo en la pureza puede faltar.
de las voces, como opuesto á la perfección del 1.° Por el empleo de voces técnicas, es de­
lenguaje; mas esta perfección no consiste en cir , pertenecientes á ciencias ó arles. Este de-
20 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 21
fccto se ha hecho en el día bastante general. Se puede enunciar, ñola idea que queremos, sino
dice le aberración de las opiniones, el apogeo otra distinta: entonces se falta á la propiedad
de la fortuna de un hombre, un discurso satu­ de los voces. Es, por ejemplo, muy común em­
rado etc., etc.: voces todas tomadas de las plear indistintamente las palabras lloro y llanto:
ciencias naturales,y que no muchos entienden. sin embargo lloro es la acción de llorar, y llan­
2. ° Por el uso de voces cultas ó tomadas to se entiende solo por las lágrimas. Asi es im­
de lenguas sábias. Algunos de nuestros poe­ propio decir: enjugar el lloro. Aun sin llegar á
tas pecaron tanto en este punto que se dio á este punto, puede enunciarse la palabra con al­
este modo de hablar el nombre de culteranismo. guna circunstancia que no convenga al caso:
Semejante defecto tiene por fortuna ahora pocos entonces peca por falta de exactitud. Por ejem­
partidarios. plo, se dice : romper ó quebrar un plato; pero
3. ° Ilay palabras que tienen doble sentido, no se dirá quebrar un papel sino romperlo; la
y cuya significación puede ser equivoca. El em­ primera espresion es inexacta ; porque la voz
pleo de estas voces suele ser agradable en los quebrar no se aplica sino á las cosas frágiles,
escritos festivos, porque da lugar á chistes lle­ que se rompen con la percusión, y esta circuns­
nos de gracia, pero está enteramente fuera de tancia no existe en el papel. Puede decirse aban­
lugar en las obras serias, de las que debe ser dono ó sacrifico mi reposo por servir á mi patria:
del todo desterrado. las dos espresionesdieen una misma cosa, aun­
Quevedo puede muy bien decir en un ro­ que la segunda con mas energía; pero si digo
mance jocoso: abandono mi patria por huir de mis enemigos,
no podré sustituir la voz sacrifico á la de aban­
Jilas Alcaides he tenido dono; porque entonces diría otra cosa distin­
Que el castillo de Milán, ta de la que quiero decir, y la voz sacrifico no
mas guardas que el munumento, seria propia. La propiedad de las voces estri­
mas hierros que el Alcorán, ba en el acertado uso de lo que se llama sinó­
mas sentencias que el derecho, nimos.
mas causas que el no pagar, Como siempre agrada todo cuanto se presen­
mas autos que el dia del Corpus, ta fácil y llano , disgustando por el contrario lo
mas registros que el misal. que descubre artificio, resulta que las mejores
voces son aquellas que el lector se imagina que
Pero ¿quién no reprueba á Lope cuando en to­ él mismo hubiera empleado, y que por consi­
do un poema épico dice, hablando de una yegua: guiente se le presentan como las mas naturales.
Subió veloz en Rasador mas pia En cuanto á la decencia de las espresiones,
Que su dueño el rendido castellano. nada hay que decir: esta es una cualidad que
no necesita esplicacion, y que no debe faltará
Una palabra, aun siendo pura y correcta. ningún escrito, ya serio, ya jocoso.
r

22 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 28 '

Finalmente, las voces deben ser oportunas, es El período se divide en miembros, y el miembro
decir, estar en conformidad con el tono gene­ en incisos ó colones. Hay períodos bimembres,
ral de la obra : elevadas, si el escrito es grave, trimembres, etc.; y los retóricos suelen dar mu­
humildes, si este es jocoso. Nada disgusta tan­ chas reglas para su formación, reglas que cree­
to como las variaciones inesperadas , ó salidas mos completamente inútiles. En este punto el
de tono, que chocan con la situación de áni­ oido y el buen juicio del escritor son la única
mo en que se ha puesto al lector, y le hacen norma. Solo diremos que la belleza del período
pasar sin preparación alguna de una sensación consiste en el número ó cadencia que tiene cada
á otra. Si en una frase de estilo elevado, in­ miembro, y ha de hacerse notar en el último
troduzco una palabra baja , destruyo todo el sobre lodo. Procede esta armonía de la feliz
efecto. El estilo burlesco admite mejor una elección y acertada distribución de las espresio-
palabra seria ó altisonante, en medio de otras nes, las cuales deben presentar una série de
de mas baja alcurnia ; pero es cuando se quiere ideas cuya marcha sostenida tienda en sus diver­
producir un efecto mayor con el contraste, y sas gradaciones á la caida común y final. El pe­
aun asi se necesita mucho talento para hacerlo riodi no ha de ser ni demasiado corto , porque
oportunamente. entonces no tendría la suficiente consistencia
para ofrecer todas las gracias déla armonía ; ni
demasiado largo porque se haría lánguido, tal
ARTICULO II. vez oscuro, y cansaría la atención del lector
ú oyente. Hé aquí un ejemplo de un período de
mediana estension. Si el vicio están halagüeño,
• De las cláusulas ó sentencias si el corazón humano busca siempre lo que le li­
■ ' ‘ ;- sonjea , si la virtud es mirada por los sensuales
Llámase cláusula ó sentencia, á un conjunto como cosa áspera y desabrida, ¿por qué tantos
de palabras formando un todo para espresar un esforzados varones se despojaron de la riqueza,
is pensamiento. del poder y del nombre, para abrazarse con ella?
La sentencia puede ser corla ó larga, senci­ De esta diferencia de cláusulas cortas y lar­
lla ó complicada. Sentencia corta ó sencilla , es gas, nace la división que hacen los retóricos del
aquella que no puede dividirse en varias partes lenguaje, en cortado y periódico. El lenguaje
como el hombre es mortal. El hombre, de valor cortado se compone íle cláusulas breves que no
arrastra la muerte con serenidad. Sentencia lar­ tienen enlace entre sí y forman cada cual un
ga ó complicada , es aquella que está compues­ sentido perfecto. Esta forma del lenguaje sien­
ta de varias y distintas partes, pero unidas en­ ta bien á los escritos festivos, y es necesaria en
tre sí tan estrechamente, que hasta el lin per­ los doctrinales; pero carece de sonoridad y pom­
manece el sentido suspenso. A esta clase de pa. El lenguaje periódico es mas propio de los
cláusulas se dá también el nombre de periodo. escritos serios, sobre todo , cuando se quiere

í jí!
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MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 25
ostentar en ellos todas las galas del idioma;pe­ gor las reglas de la gramática, pero no basta;
ro suele degenerar en difuso y cansado, así co­ pues bien puede una sentencia estar perfecta­
mo el cortado afecta á veces un laconismo des­ mente ajustada á ellas, y ser no obstante de
agradable. Por esta razón, los buenos escrito­ sentido ambiguo. Se debe ademas poner cuidado
res, cuidan de emplearlos alternativamente, á en dar á las palabras y á los miembros, cuando
fin dedar soltura y amenidad á sus obras, y pro­ están estrechamente conexionados entre sí, el
ducir el oportuno efecto, según la clase de pen­ lugar mas cercano posible. Igual atención me­
samientos que ofrecen, y el tono que quieren rece la colocación de las circunstancias pecu­
dar á la composición. Nuestra lengua, sin embar­ liares á cada sentencia , para desnudar á esta
go, se complace mucho en el lenguaje, periódi­ de toda ambigüedad ; pero sobre lodo hay-que
co, al que le inclina sobre manera su índole atender á la disposición propia de los pronom­
peculiar ; y nuestros prosistas antiguos ofrecen bres relativos que, cual, quien, cuyo, y demas
á cada paso bellísimos ejemplos de este modo semejantes. Un error ligero puede obscurecer el
de escribir que deberán estudiar con grande es­ sentido de una sentencia ; y aun siendo inteli­
mero los principiantes. gible, si dichas partículas relativas están fuera
Otras dotes debe tener la sentencia para de su lugar, habrá siempre descuido y desaliño
ser perfecta; y presentaremos brevemente al­ en el lenguaje.
gunas reglas que conviene observar en su com­ Para que se vea cuán espuesto se está
posición. á faltar á la claridad sin este escesivo cui­
Las propiedades mas esenciales de la sen­ dado , citaremos un ejemplo sacado precisa­
tencia se pueden reducir á seis, á saber : pu­ mente de uno de nuestros mas puros y correc­
reza , claridad, precisión, unidad , fuerza y tos escritores, el eminente poeta Rioja. Dice en
armonía. su admirable epístola moral:
Pureza. Es pura la frase que marcha arre­
glada á las reglas gramaticales, y tiene ademas
un giro castizo propio de la índole particular Mas precia el ruiseñor su pobre nido
de nuestra lengua. El faltar á la pureza en la De pluma y leves pajas mas sus quejas
cláusula, es hoy defecto mas común todavía En el bosque repuesto y escondido;
que el pecar contra la de las voces; y merece Que agradar lisonjero las orejas
menos disculpa , porque una voz nueva suele De algún príncipe insigne aprisionado
En el metal de las doradas rejas.
ser precisa, un giro estranjero no lo es nunca;
y se debe estar tanto mas alerta contra esta fal­
ta, cuanto que altera el idioma en su esencia. La palabra aprisionado se refiere , según la
Claridad. Una sentencia es clara, cuando es- intención del poeta, al ruiseñor; mas hallán­
presa perfecta y distintamente el pensamiento. dose inmediata á príncipe, parece indicar que
También para esto conviene observar con ri­ este es el aprisionado. Con un poco mas do
26 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 27
atención, hubiera Rioja evitado este defecto, sentencia cosas que , mal conexionadas; irian
sin destruir la armonía del verso : por ejem­ mejor separadamente. La violación de esta re­
plo : gla nunca deja de disgustar al lector, siendo
preferible que las cláusulas pequen por dema­
Que de un príncipe insigne las orejas siado breves. Los paréntesis, mayormente los
Lisonjero agradar, aprisionado' muy largos, se deben evitar, y solo pueden
En el metal de las doradas rejas. usarse en ciertas ocasiones, cuando por la vi­
vacidad del pensamiento se toca una cosa ajena
Precisión.Lna sentencia tiene precisión cuan­ de la sentencia, como encontrada al paso. Final­
do consta solo de las palabras necesarias. Esta mente, para que la sentencia aparezca con toda
cualidad está íntimamente unida á la anterior, la unidad y limpieza que se requiere, se ha de
ó por mejor decir, es una de sus Condiciones: cerrar de una manera completa y rotunda, sin
porque para ser clara una frase ha de ser pre­ que le sobren ni falten palabras para la con­
cisa; y al efecto, es necesario examinar bien clusión del sentido.
todas las palabras que entran en la claúsula, ver Fuerza. La fqerza ó energia de las cláusulas
si hay dos ó mas que espresen la misma idea, consiste en que sus diversas partes se coordi­
y en tal caso; elegir la mas propia ó enérjica, nen de modo que representen el pensamiento
y separar la otra. total lo mas ventajosamente posible para que
Unidad. En toda composición, es preciso produzca la impresión que se desea. La clari­
que haya siempre alguna especie de unidad, á dad, la precisión y la unidad contribuyen mu­
mayor abundamiento en las cláusulas que son cho á la energía de la frase, pero aun hay otras
composiciones cortas. Hemos dicho que el pe­ condiciones que la aumentan y que convendrá
riodo puede componerse de muchos miembros; tener presentes.
y como cada uno de estos espresa una idea, si Las partículas copulativas, disyuntivas,
todos no tienen entre sí estrecha conexión , si relativas, y todas las demas usadas para las
no se encaminan á ún mismo fin, resultará con­ transiciones y conexiones, deben ocupar su
fusión y embrollo. propio lugar , y se observará cuidadosamente
Para conservar la unidad de un periodo, se’ cuando viene bien omitirlas ó multiplicarlas.
observará, en primer lugar, que en el curso Su supresión hace un bellísimo efecto, siempre
de él se cambie la escena lo menos posible. No que se pretende pasar rápidamente la imagina­
se nos debe llevar precipitadamente, pasando ción por diferentes objetos, abrazándolos todos
de pronto de un lugar á otro, ni de una ó otra como con una sola ojeada. Por el contrario,
persona. Por lo común hay en toda sentencia cuando se desea parar la atención en cada uno
alguna cosa ó persona dominante, y esta debe de ellos, la misma partícula puede servir para
regir, si es posible , desde el principio hasta el presentarlos mas desunidos y especificados.
fin. Debe huirse también de acumular en una
28 MANUAL DE LITERATURA. manual de literatura. 29
Ejemplo de lo primero: Pueblo , Senado, Cónsules, lodos Debe también cuidarse de que, cuando el pe­
se reunieron en el Foro. ríodo se componga de varios miembros, se con­
cluya casi siempre con el mas largo: lo pri­
Ejemplo délo segundo: Iré, y le buscaré, y le hablaré mero, porque los períodos divididos de esta
y le dispondré á favor vuestro. suerte se pronuncian con mas facilidad ; y lo
segundo, porque colocado antes el miembro
Toda espresion que sea la capital en la sen­ mas corto, se percibe mas pronto la conexión
tencia y deba por consiguiente llevar la primera que entre los dos existe. Es también regla ge­
atención, se colocará en el mejor lugar de ella. neral que el período concluya con palabra de
Por lo general, las palabras mas importantes alguna importancia. Por buena que sea la cons­
deben ocupar el principio , porque él orden mas trucción de una sentencia, perderá mucho de
natural y sencillo es colocar al frente el objeto su. vigor y hermosura, si finaliza con un adver­
principal de la proposición; pero algunas veces bio ó alguna circunstancia de poco momento. No
estarán mejor colocadas en el medio, y toda­ obstante, cuando la mayor fuerza de la cláusula
vía mejor al fin, porque asi se quedan mas se funda en una de estas palabras, como sucede
fijas en el ánimo, no habiendo nada después algunas veces , tendrá buen lugar en la con­
que destruya su efecto. En todo caso es preciso clusion, porque el adverbio es entonces el tér­
atender á que estas palabras, donde quiera mino capital.
que se coloquen, esten limpias y desembara­ Finalmente, la regla fundamental, com­
zadas de cualesquiera otras que puedan retar­ prensiva de todas las demas, para una cons­
dar su marcha; que nunca su colocación oca­ trucción hermosa y enérgica, es dar el orden
sione inversiones violentas, y finalmente que mas claro y natural á las ideas que intentamos
por ningún título dañen á la claridad. trasladar á los ánimos de otros. Esto será muy
Una regla general y muy importante para fácil á los que tienen bien dirigidas las ¡deas
construir las sentencias con energía, es hacer que van á espresar, y poseen con perfección el
que sus miembros tengan á lo menos el mismo idioma en que hablan. >
grado de importancia desde el primero hasta el Armonía. El hombre es naturalmente sensi­
último. Bellísimo será , si se puede conseguir ble á la armonía, la cual ejerce tal imperio en
sin afectación, el que la importancia de las su alma, que solo por medio de sonidos opor­
palabras ó de los miembros de la cláusula vaya tunamente combinados, y sin que palabra al­
en aumento; pero nunca será tolerable el or­ guna ayude al efecto , se puede escitar en él
den retrógrado, porque en todas las cosas gus­ •alternativamente la alegría, el pesar, la sere­
ta naturalmente ir ascendiendo á lo que es mas nidad, el furor y todas las pasiones. Esta cua­
y mas bello, siéndonos enojoso, después de lidad del lenguaje que algunos afectan despre­
haber puesto la vista en un objeto considerable, ciar para atender únicamenteal pensamiento,
pasarla sucesivamente á otros de menor valía. como la parte mas digna de los escritos, es sin
30 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 31
embargo de tal importancia, que basta su mas bien á una disposición natural que á los
ausencia para condenar una obra al desprecio afanes del estudio. Oídos nacen tan sensibles,
y olvido, sobre todo si es de aquellas que no se que perciben al momento hasta las, menores
limitan á la instrucción, sino que aspiran faltas en este punto, y no se satisfacen sino
también á deleitarnos. Particularmente las na­ cuando la frase ha llegado á ser completamente
ciones que tienen la fortuna de poseer una cadenciosa y sonora: otroS son tan desgracia­
lengua sonora , capaz de prestarse á todos los dos que los sonidos mas ásperos no les chocan:
efectos de la armonía, no pueden prescindir de poetas.hay á quienes ocurren sin esfuerzo las
su encanto, ni perdonan la falta de una prenda voces y frases mas suaves ; y otros que inútil­
tan necesaria á sus oidos y también á su cora­ mente se afanan por buscarlas , estando des-
zón ; porque si el pensamiento se dirige al en­ tinados á usar siempre de un lenguaje duro y
tendimiento para ilustrarle, el sonido va de­ desapacible. No obstante, el estudio puede en­
recho al corazón, comunicándole sus vibra­ mendar mucho este defecto natural, y contri­
ciones con las que le conmueve y exalta. De buye en gran manera á formar un lenguaje
aquí el error de los que juzgan solo del mérito terso y agradable. Sobretodo, hasta á los na­
de una obra por el fondo, y pretenden que para cidos con las mas felices disposiciones los con­
apreciarla es fuerza ver si traducida á otro viene ejercitarse mucho en perfeccionar tan
idioma conserva para los estrauos el mismo va­ buenas cualidades, porque el descuido puede
lor que en el original tenia. Indudablemente las malograrlas, y suele la falta de esmero ha­
hay que con semejante transformación quedan cer que escriba con desaliño y rudeza el
reducidas á muy poco, porque despojadas de su que á poca costa hubiera llegado á ser un
gala y principal encanto; se presentan sin uno modelo de elegancia y armonía.
de los mas poderosos medios que el Criador ha Consiste la armonía en cierta elección y co­
concedido al hombre para mover á sus seme­ locación de las palabras de que consta la sen­
jantes. Ese aroma , ese perfume encantador tencia , de forma que resulte grata al oido y
que presta la armonía á ciertas composiciones, fácil á la pronunciación. De tres causas puede
y embriaga de placer á los que le aspiran, des­ por lo tanto, provenir la armonía de un perío­
aparece en la traducción, y queda la original do. 1 .a De que las palabras de que consta sean
como la flor en un herbario, que siendo.la mis­ por sí mismas y por su combinación fáciles de
ma , no conserva sin embargo ni su elegante pronunciar, en cuyo caso se puede llamar á la
forma, ni sus vivos colores; ni menos su fra­ frase melodiosa ó suave. 2.a De que sus dife­
gancia. rentes parles eslen distribuidas con cierta pro­
La armonía es, pues, uno de los puntos á porción musical que se llama ritmo ó número.
que mas debe atenderse en toda composición 3.a De que las palabras, por la naturaleza de los
sobre todo si es poética ú oratoria. Pero esta sonidos , ó por la cantidad de las sílabas , ten­
armonía la deben generalmente los escritores gan cierta analogía con los objetos que repre­
32 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 33
sentan. A esto se llama Armonía imitativa. prosistas y poetas, entre los cuales los hay que
Para alcanzar puramente la suavidad de la sobresalen en esta parte, como Cervantes,
frase, se elegirán palabras de sonido agradable Fray Luis de Granada, Fray Luis de León,
y fácil pronunciación. Guando sean ásperas y Herrera y Riojn.
por la mala coordinación de sus vocales y con­ En cuanto á la cadencia final, que por serla
sonantes, difíciles dé pronunciar, serán tam­ parte mas sensible al oido, es la que pide
bién penosas al oido, y se deberán sustituir con mayor cuidado, la única regla importante que
otras que espresen la misma idea ó se le acer­ puede darse es; que el sonido vaya creciendo
quen. Pero aun mayor cuidado habrá de po­ hasta el fin; que en general, asi como deben
nerse en la colocación de las palabras, pues reservarse para los últimos los miembros mas
aunque sean blandas y agradables, jamás se largos, asi también deben estos terminarse con
formará con ellas un período que también lo las palabras mas llenas y sonoras; y que aun
sea , si no se le da una colocación desembara­ en los escritos que exigen menos armonía, no
zada y sonora. Debe, pues, evitarse cuanto sea se coloquen los monosílabos en el final de las
posible la concurrencia de dos palabras, tales cláusulas.
que acabe la primera y comience la segunda Nuestra lengua que, aunque no tan flexible
con una consonante de pronunciación fuerte, como la latina, admite giros muy variados, se
como error remoto, pues se hace muy duro presta mucho por esta causa á la formación de
el paso de una á otra. Se cuidará de que no períodos rotundos y numerosos. Por desgracia
sean idénticas las sílabas respectivamente final la continua lectura de libros franceses, cuya
y primera, como consentir tiranos. El en­ lengua tiene que sujetarse á un orden grama­
cuentro de muchas vocales, como iba á Ara­ tical mas riguroso, ha contaminado en este
gón, es igualmente desagradable por lo difícil punto también el habla castellana, que ha per­
«de pronunciar; y finalmente chocan las pala­ dido gran parte del atrevido vuelo que en otro
bras que á muy corta distancia terminan en una tiempo ostentaba. La poesía se ha resistido
misma consonancia ó asonancia. en verdad, á esta esclavitud, y campea todavía
El ritmo ó número del período se consigue mas libre y animosa en sus giros; pero la pro­
procurando que asi sus miembros, como los sa no ha podido resistir, se ha hecho mas hu­
respectivos incisos de estos, estén distribuidos milde y rastrera , y convendría que sin rayar
de modo que la respiración no se fatigue para en la afectación, se le restituyese alguna parte
recitarlos, y que las pausas de sentido mayores de lo que ha perdido.
y menores caigan á tales distancias, que estas La armonía imitativa tiene dos grados. Pri­
tengan entre sí cierta proporción musical. A a mero; cierta conveniencia vaga y genérica del
se deja conocer que el buen oido del escritor sonido dominante en una composición , con la
entra por mucho en esto, y que no existe mas naturaleza de los pensamientos que encierra
regla que leer constantemente nuestros buenos con el objeto general de la obra. Segundo: la
3
34 MANUAL DE LITERATURA, manual DE LITERATURA. 35
analogía particular que tienen con algún objeto nidos. 2.° El movimiento físico y sensible de los
los sonidos empleados para describirle. Ambos cuerpos. 3.°, Las conmociones y pasiones del
grados, y particularmente el primero, pueden ánimo.
convenir hasta cierto punto á la prosa mas hu­ Con respecto á lo primero, sabido es que en
milde; pero en general, y sobre todo el último, todas las lenguas hay palabras que tienen algu­
son mas propios de la poesía. na semejanza con el sonido que significan. En
Es evidente que se debe adoptar al tenor de la nuestra, por ejemplo, hay el susurro de las
la composición cierta cuerda ó tono particular. fuentes, el bramido de los vientos, el zumbido
A un discurso magnífico, importante ó senten­ de los insectos, el estampido del trueno , etc.
cioso, pertenece un tono grave y reposado, y á A esta semejanza se llama onomatopeya, Pues
este corresponden cláusulas llenas y numero­ bien, cuando se trata de espresar un ruido
sas. Los discursos violentos, los raciocinios cualquiera, fácil es reunir voces que le imiten
acalorados, piden un tono mas subido, y de hasta cierto punto como :
consiguiente las medidas de sus cláusulas debe­
rán ser mas cortas, vivas y fáciles. Tan absur­ El ronco son de la tartárea trompa.
do seria escribir en una misma cadencia un Retumba en torno el cóneabo sonoro.
panegírico y una invectiva, como poner una En seco son de su furor quejarse.
letra amorosa en el aire y tono de una marcha
guerrera. Por tanto, es necesario que nos for­
memos de antemano una idea cabal del tono y otras mil frases que pudiéramos citar; sin que
que corresponde al asunto; esto es, de aquel se requiera mucho arte en el poeta para lograr
tono que toman naturalmente los sentimientos esta imitación.
que vamos á espresar, y en el cual suelen ma­ Menos fácil es imitar el movimiento, y aun
nifestarse ellos mismos, ya sean rotundos y á primera vista parece que no hay ninguna co­
blandos, ya graves y majestuosos, ya brillan­ nexión entre él y el sonido. La música está
tes y vivos, ya interrumpidos y variados. Esta sujeta al compás, el cual siendo mas lento ó
idea general debe dirigir el tenor de nuestra mas vivo. hace que los sonidos lleguen á nos­
composición , y darnos la clave para hablar en otros tardos ó apresurados , siguiendo igual mo­
estilo musical; formando el cuerpo de la melo­ vimiento. Asi, pues, como hay voces que por
día, que ha de ser varia y diversificada según la colocación de sus acentos son largas ó bre­
varien nuestros sentimientos, y según sea nece­ ves, como unas por su composición son mas
sario para causar una variedad que halague y li­ fáciles de pronunciar que otras, podemos de
sonjee el oido. este modo apresurar á retardar la pronuncia­
En cuanto á la imitación de algún objeto por ción de una cláusula , y recordar á la mente un
medio de los sonidos, tres son las clases de movimiento lento ó apresurado.
objetos que pueden ser imitados. 1.° Otros so­ Dice Rioja:
MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 37
36

Las torres que desprecio al aire fueron Que descansada vida


A su gran pesadumbre se rindieron. La del que huye el mundan al ruido
Y sigue la escondida
El segundo verso, por lo que tarda en pro­ Senda por donde han ido
Los pocos sabios que en el mundo han sido.
nunciarse y por su armonía, imita muy bien
el movimiento de una gran masa que se va der­
La suavidad de las palabras, lo sencillo de la
rumbando á impulsos del tiempo. .
Fray Luis de León, en la profecía del lajo espresion, la lentitud con que es preciso leer
imita perfectamente el ondear de una bandera esa estrofa, inspiran luego la paz y la tem­
planza que acompañaban sin duda á su autor
Que al aire desplegada va ligera. cuando lo escribía.

Las pasiones parecen todavía mas difíciles de Cuando con resonante


imitar que el movimiento; pero como el sonido Trueno y furor del rayo impetuoso
ejerce tal poder en nuestra alma; como la mu- A Encelado arrogante
sica según ya queda indicado; mueve a cal­ Júpiter poderoso
Despechó airado en Etna cavernoso.
ma nuestras pasiones, fácil es que nuestra ima­
ginación se exalte, y encuentre en cierta coor­
dinación de sonidos la imitación do aquellas La combinación métrica es la misma, y sin
pasiones que estos suelen escitar. Asi, pues, embargo ¡qué diferente sensación producen las
una composición, en la cual las palabras y su palabras sonoras de esta estrofa, sus esdrúju­
colocación ofrezcan una série de sonidos tem­ los que obligan á leerla rápidamente, y la ru­
plados. fuertes, blandos ó arrebatados, hara deza de su último verso! En la primera parece
que nuestro ánimo tome á poco tiempo una dis­ gozarse de un viento suave y apacible; en la
posición semejante, y de esta magia la mayor segunda se cree ya oir la trompa guerrera.
que puede ofrecer el poeta , la mas difícil de
alcanzar, la que suele ser un don privilegiado CAPITULO IV.
del cielo, pudiéramos ofrecer numerosos ejem­
plos, tomados de nuestra propia literatura De las figuras.
Léanselas odas ó la vida del campo por Fray
Luis de León, y á Don Juan de Austria por No basta que el pensamiento de una senten­
Herrera, y se verá que desde la primera estro­ cia tenga todas las cualidades que hemos ma­
fa siente el lector, ya la dulce calma, ya el nifestado ; no basta que el período esté cons­
entusiasmo guerrero que han tratado de inspi­ truido con arte y sea grato al oido ; aun asi po­
rar sus autores. drá la composición á que pertenezcan cláusulas
MANUAL DE LITERATURA. 39
38 MANUAL DE LITERATURA,
semejantes carecer de aquella animación, de consiguiente distinta intención en el que es­
aquel colorido que deben tener las obras poéti­ cribe ó habla. Vino Pedro (afirmativo) y ¿ Vino
cas y oratorias para agradar y conmover. Exis­ Pedro ? (interrogativo), son dos formas distin­
ten otros adornos, otras prendas que añaden tas de un mismo pensamiento, espresado del
gran valor á los escritos , y en las cuales es­ mismo modo. &Amas á Juan^l Es una mera pre­
triba á veces su principal efecto, adornos de gunta , \Amas aJuanl Puede ser hasta una re­
que no pueden desentenderse la elocuencia y convención, una amenaza. Desde luego se ve
la poesía, porque serian entonces como el bos­ que estas diferentes formas que toma el pen­
quejo de un cuadro: estarían señalados los con­ samiento pueden ser un poderoso recurso pa­
tornos de las figuras, se conocería el objeto ra la manifestación de las pasiones.
del pintor; pero sin sombras ni colorido, no Otras veces no existen palabras paraespre-
ofrecerían tales figuras relieve alguno, no ha­ saruna idea, y echamos mano de alguna que
bría en ellas la espresion, la vida que se re­ tiene con esta cierta semejanza; ó bien buscamos
quiere para que la ilusión sea completa , y los relaciones entre las palabras para sustituir las
ojos se apartarían sin interés de aquel cuadro mas débiles con las de mas efecto; ó damos á
inanimado. una espresion diferente sentido del que en rea­
Estos adornos son los que los retóricos han lidad tiene: y entonces, sin variar el pensa­
llamado figuras, nombre que sin embargo no miento, le presentamos con distintos signos.
les cuadra bien á todos. Ocurre también que sin variar ni el pensa­
Grande asunto ha sido siempre este de las miento ni las palabras, damos á estas una co­
figuras; y sobre él se han escrito volúmenes locación particular, alterando el orden natural,
enteros; pero tanto afan ha venido solo á parar y dando asi, ó mas energía ó mas elegancia á
en rebutir la memoria délos jóvenes con nom­ la frase.
bres exósticos, difíciles de pronunciár y de re­ Por último, hay palabras cuya repetición ó
tenerse, sin que al cabo enseñen á escribir con supresión produce escelente efecto , y en tal
caso gana también el discurso, como ya en otra
mas acierto. Son únicamente útiles á los que
gustan analizar las diferentes formas del len­ parte hemos visto, en energía ó elegancia.
guaje, ora procedan de la necesidad ó de la co­ De todos estos diversos casos, el único en
modidad del que habla, ora nazcan del de­ que se comete realmente una figura, es el pri­
seo de agradar, ora en fin sean recursos de que mero; porque el pensamiento entonces toma
la imaginación y las pasiones echan mano para en realidad una forma nueva. El segundo no
es mas que una licencia que nos tomamos de
dar mas fuerza al discurso. variar la acepción usual de alguuas palabras;
A veces un mismo pensamiento, sin variar y los otros se reducen á ciertas maneras ele­
la idea que contiene, sin alterar las palabras
que le espresan, puede tomar diferentes for­ gantes de combinar las espresiones.
A lo primero llamamos Figuras de pensa-
mas, distintas unas de otras, manifestando por
40 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 41

miento-, á lo segundo Tropos, de un nombre receria sin ellas; nos proporcionan el placer de
griego que significa volver; y á lo tercero Ele­ contemplar sin confusión dos objetos que se pre­
gancias. sentan juntos, á saber, la idea principal y la es­
Todos estos adornos del lenguaje son debi­ presion figurada que le sirve de adorno: en su­
dos, unas veces á la necesidad, por falta de tér­ ma , procuran á la par claridad y hermosura.
mino propio que esprese nuestra idea; otras al Mas ni el orador, ni el poeta esperen encon­
deseo de embellecer la espresion y dar mas trar en los libros ni en las reglas, esos modos
realce al concepto; otras á que las pasiones y de hablar bellos y enérgicos. Las reglas útilí­
la situación del ánimo los inspiran. En el simas para procurar al pensamiento y á la cláu­
origen de las sociedades, cuando las lenguas sula las calidades indispensables que mas arri­
eran todavía pobres, la imaginación mas viva ba hemos esplicado, son totalmente nulas para
y lozana, las pasiones mas vehementes, han inspirar al escritor esta clase de adornos que dan,
debido ser de mas frecuente uso estos modos como ya hemos dicho, color y vida á los escri­
de espresarse nuevos, elegantes, figurados y tos. Si el orador, si el poeta, saben sentir, si tie­
enérgicos. La templanza que en los ánimos y nen pasiones, si el cielo les formó tales, los ha­
la fantasía produce la civilización, ha ido cal­ llarán sin buscarlos, en su corazón y fantasía.
mando después aquel ardor primitivo, pero Nunca dirán: aquí conviene usar de esta figura,
los modos de espresarse que entonces se in­ allá sienta bien este tropo; sino que les ocurri­
ventaron permanecen, ya porque á veces el sen­ rán naturalmente y los escribirán sin acordar­
tido figurado ha quedado como sentido recto; se de que son tropos ni figuras. No obstante,
ya porque los hombres acostumbrados á su her­ conviene mucho leer atentamente los buenos es­
mosura , no han querido desprenderse de esta critores que supieron observar y pintar la na­
fuente de placer; ya porque así se añade no turaleza , para pintarla también nosotros con
pocas veces claridad y energía al discurso; y acierto; y de igual modo conviene estudiar á los
si la filosofía usa con parsimonia de semejan­ que han’sabido analizar el lenguaje figurado de
tes recursos, la oratoria y sobre todo la poesía la imaginación y de las pasiones con crítica y fi­
han hecho de ellos su patrimonio, y se com­ losofía, para evitar los estravíos á que puede
place con su frecuente uso, aunque este em­ inducir el mal gusto.
pleo debe ser siempre dirigido por la sana ra­ Haremos por consiguiente una ligera reseña
zón y el buen gusto. de las principales figuras y adornos retóricos,
Las figuras y demas exornaciones del discur­ omitiendo muchos nombres, seguros de que aun
so, enriquecen la lengua haciéndola mas abun­ la mayor parte de los que escribamos no que­
dante y armoniosa; ponen á la vista las ideas darán por mucho tiempo gravados en la memo­
mas abstractas ; espresan las mas delicadas gra­ ria de los jóvenes; á pesar de lo cual, si han
daciones del pensamiento; conservan al lengua­ nacido con talento, no dejarán de usar en sus
je la dignidad,gracia y magnificencia de que ca- escritos délas figuras que espresan.
MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 43
Para ejemplo de descripciones, trasladaremos
ARTICULO I. aquí la bellísima que del águila hace Melendez
en su oda á las artes.
Figuras de pensamiento.
Cual el ave de Jove que saliendo
Inesperta del nido, en la vacía
Las figuras que ponemos en primera línea, Región desplegar osa
son lasque hemos dicho que únicamente deben Las alas voladoras, no sabiendo
llamarse tales, y son las relativas á las diferen­ La fuerza que la guia:
tes formas que puede tomar el pensamiento. ¥ ora vaga atrevida, ora medrosa;
Estas, si queremos proceder con algún orden, Ora mas orgullosa
se pueden dividir en cuatro clases. Sobre las altas cimas se levanta;
1 .a Figuras para dar á conocer los objetos Tronar siente á sus pies la nube oscura;
en sí mismos. Y el rayo abrasador ya no la espanta;
Al cielo remontándose segura:
2. a Figuras para comunicar simples racio­ Entonces el pecho generoso, herido
cinios. De miedo y alborozo, ufano late;
3. a Figuras que sirven para espresar las Riza su cuello el viento
pasiones. Que en csmbiantes de luzbrilla encendido;
4. a Figuras para presentar los pensamien­ El ojo audaz combate
tos con cierto disfraz y disimulo. Derecho el claro sol, le mira atento;
Y en su heroico ardimiento
PRIMERA CLASE.
La vista vuelve, á contemplarse para
La baja tierra; y con acentos graves
Su triunfo engrandeciendo, se declara
Descripción. Sirve para hacer visible un ob­ Reina del vago viento y de las aves.
jeto , individualizando sus propiedades y cir­
cunstancias. No hay objeto en el mundo mate­ Enumeración Esta figura se confunde con
rial ó abstracto que no pueda pintarse y hacerse la descripción, cuando se reduce á enumerar ó
sensible á nuestra mente con rasgos propios y á hacer reseña de las partes de que consta un
enérgicos. Semejantes pinturas deben ser siem­ objeto cualquiera; mas hay enumeraciones que
pre verdaderas, y lo mas concisas posibles: si el no son rasgos descriptivos; y entonces son sim­
objeto es material, ha de parecer que le esta­ ples ó con distribución, es decir, cuando se aña­
mos viendo; si es abstracto se le dará una forma de alguna circunstancia á cada una délas cosas
haciéndolo perceptible á nuestro entendimiento que se citan.
con rasgos que, por decirlo asi, lo materialicen. Ejemplo de enumeración simple.
También la concisión es prenda indispensable,
porque las descripciones largas cansan y fati­ «El sosiego {dice Cervantes en el prologo del
gan por buenas que sean. Quijote), el lugar apacible , la amenidad de los
44 MANUAL DE LITERATURA.
MANUAL DE LITERATURA 45
campos, la serenidad de los cielos , el murmurar Concesión. En esta figura se concede una
de las fuentes , la quietud del espíritu-, son gran­ cosa que parece ser contraria al que habla, para
de parte para que las musas mas estériles se rebatirla en seguida. Tiene cierta analogía con
muestren fecundas. ]a permisión, por la cual se invita á alguien á co­
Ejemplo de enumeración con distribución, del meter un daño ó un crimen, con el objeto de
mismo autor apartarle de él por el horror que ha de causarle.
«Hechas, pues , estas prevenciones, no quiso Ejemplo. ,
(Don Quijote) aguardar mas tiempo á poner «El oro decís vosotros, alienta a los ingenios
en efecto su pensamiento, apretándole á ello la lo concedo-, mas ¿cuántos corazones corrompe
falla que él pensaba hacia en el mundo su tar­ antes? . , , •
Epifonema. Es una especie de esclamacion o
danza, según eran los agravios que pensaba des­
hacer , tuertos que enderezar , sinrazones que reflexión breve al final de un período. Ejemplo.
«Cayó Rocinante y fué rodando su amo una
enmendar, abusos que mejorar y deudas que sa­ buena pieza por el campo-, y queriéndose levan­
tisfacer.
tar , jamás pudo. ¡Tal embarazo le causaba la
lanza, adarga, espuelas y celada con el peso de
SEGUNDA CLASE.
las antiguas armas'.
Amplificación. Consiste en presentar un pen­
Antítesis. Es una figura por la cual se tras­ samiento bajo diferentes fases, ya enumeran­
ponen unos pensamientos á otros, para dar­ do las partes de que consta el objeto que se
les mayor desenvolvimiento. Debe usarse de intenta describir , ya acumulando circunstan­
ella con mucha parsimonia, sobre todo si la obra cias que le dan mejor á conocer. Si se dice:
es seria.
que una ciudad ha sido tomada por asalto , ar­
Ejemplo. «l o velo cuando tú duermes-, yo llo­ rasada y pasados á cuchillo sus habitantes, se
ro cuando tú cantas; yo me desmayo de ayuno pondrá en pocas palabras este hecho en cono­
cuando tú estás perezoso y desalentado de puro cimiento del oyente, pero si se quiere darle una
harto.» (Quijote.)
idea mas cabal de semejante desastre, á fin de
La antítesis llevada al estremo, suele degene­ producir mayor sensación en su ánimo, se ha­
rar en ridicula, por mas que tenga cierto brillo rá una pintura circunstanciada, manifestando
y ofusque con su forma aguda y sentenciosa. el furor de los soldados, los edificios entre­
Nuestros autores son muy dados á esta figura y gados á las llamas , los habitantes pereciendo
deslucen á veces sus obras con su inmoderado por el fuego, ó bañados en su sangre, etc. Es­
uso. Sirva el siguiente ejemplo para muestra de ta figura empleada con oportunidad y cordu­
antitesis exageradas y de mal gusto. ra es de sumo efecto ; pero la amplificación
«¿Pueden por ventura buscar la paz en la tiene un grande escollo, y es que el escritor,
guerra los que siempre desean la guerra en la dejándose llevar de su fantasía, no sepa con­
paz?»
MANUAL DE LITERATURA. 47
46 MANUAL DE LITERATURA,
tenerse en los límites debidos. Entonces se Mas por lo mismo que el símil es una figu­
hace difusa, lánguida, pesada, y llega á cansar ra tan hermosa, se cae con frecuencia en su
por su escesiva estension ó el superfluo orna­ abuso é inoportuno empleo: necesita pues el
to. En estos casos es siempre mejor quedar­ escritor mucha precaución y acierto para que
no se trueque en defecto lo que piensa ser una
se corto. belleza: por esta razón no estarán demas aquí
Gradación. Consiste en presentar una sèrie
de ideas que vayan constantemente de menor algunas advertencias.
á mayor. Llámase también Climax. Ejemplo. El símil se emplea con masnaturalidad cuan­
«Asi como suele decirse, el gato al rato, el do el ánimo se halla tranquilo, que cuando
rato á la cuerda, la cuerda al palo: daba el ar­ está agitado por una pasión fogosa. El buscar
riero á Sancho , Sancho a la moza, y todos me­ relaciones entre objetos diferentes, es propio
nudeaban con tanta prisa, que no se daban pun­ de la reflexión, y por lo tanto no acertarán los
que, por ejemplo, en un drama, introduzcan in­
to de reposo.^ oportunamente este adorno en diálogos vivos y
Paradoja. Consiste en ofrecer reunidas en
un mismo objeto cualidades que á primera animados, ó en soliloquios donde deben campear
vista parecen contradictorias. Ejemplo. únicamente los arrebatos de las pasiones.
La semejanza entre los objetos que se com­
¿Qué vale el no tocado paran no debe ser demasiado cercana y obvia;
Tesoro, si corrompe el dulce sueño, ni tampoco muy remota: en el primer caso
Si estrecha el nudo dado, se hace trivial: en el segundo se convierte en
Si mas enturbia el ceño,
Y deja en la riqueza pobre al dueño? un enigma. Por esta misma razón nunca ha
de ser desconocido el objeto de donde se to­
Semejanza, símil ó comparación, lió aquí una me el símil, pues entonces no se percibe la
figura usada con frecuencia, sobre todo en la verdad de la semejanza.
poesía, y que empleada con oportunidad es Por último, en las composiciones serias y
siempre de bellísimo efecto. Consiste en hallar magestuosas no se tomen nunca por térmi­
semejanza entre dos objetos y esplicar el uno no de comparación objetos bajos é innobles; y
por el otro. Uno de los mas agradables ejer­ aun siendo los símiles claros, oportunos y bien
cicios déla imaginación es el de comparar dis­ escogidos, no se prodiguen con demasía, ni se
tintas ideas, descubriendo sus semejanzas; y acumulen para ilustrar un mismo objeto.
en la novedad y la variedad de relaciones ines­
peradas, es en lo que principalmente se osten­
ta el ingenio del escritor. Ejemplo: TERCERA CLASE.

Como los rios que en veloz corrida Apostrofe. Consiste en dirigir la palabra á
Se llevan á la mar, tal soy llevado
A último suspiro de mi vida, (ñioj.) algún objeto, sea ó no animado. Ejemplo:

I
48 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 49
pérbole ni por aWévida, ni por exagerada. La
¿Y dejas, pastor santo, prudencia, tan recomendada en las demas figu­
Tu grey en este valle hondo, oscuro ras, conviene sobre todo á esta; pues de lo
Con soledad y llanto? contrarió, cansa y degenera en ridicula. Dé
¿Y tú rompiendo el puro esta clase es la de Calderón cúando' hablando
Aire te vas al inmortal seguro? de un 'caballo dice, y esto en boca de una
(Fr. Luis de León.)
dama:
Comunicación. Sirve para intimidar á uno
eon la amenaza de castigos ó males terribles. Hipógriío violento,
Corrección. Consiste en retractar ó esplicar Que corriste parejas con el viento ,
de algún modo lo mismo que se acaba de decir. ¿Donde, rayo sin llama ,
Pájaro sin matiz, pez sin escama ,
Ejemplo: Y bruto sin instinto
«Intrépido y constante guerrero: mal digo; Natural, al confuso laberinto
temerario y obstinado te llamara la poste­ De estas desnudaS'peñas ,
ridad. » Te désbocásí te arrastras y deSpeñaS?
Esclamacion. Es un grito que se lanza cuan­
do se está poseído de un afecto vivo de dolor Prosopopeya ó personificación. Esta es una
alegría, temor, etc. de las mas vehementes y brillantes figuras.
Imprecación. Deprecación. Con la primera Consiste en atribuir cualidades propias de los
figura se desea que acaezcan males á alguna séres animados, particularmente del hombre,
persona, á impulso de la ira, venganza, ó á seres inanimados, incorpóreos y abstractos.
desesperación. Con la segunda, al contrario, Es muy común su uso en los violentos accesos
se recurre á los ruegos y aun á las lágrimas de algunas pasiones; cuando nos vemos sumer­
para obtener alguna cosa. gidos en una profunda tristeza, ó nos sobre­
Hipérbole. Consiste en exagerar las cosas ya viene alguna desgracia. Entonces creemos que
en mas, ya en menos; pero cíe suerte que las aquellos"séres, aun los mas insensibles, son
espresiones queden reducidas á su justo valor capaces de comprender nuestro dolor y de
por el que sabe apreciarlas. La pasión es la que compadecernos. Ejemplo:
con mas frecuencia hace cometer esta figura. «Dan voces contra mi las criaturas.... La
Su uso es muy común, y hasta muchas espre­ tierra dice: ¿por qué le sustento ? El agua dice:
siones hiperbólicas han pasado al lenguaje fa­ ¿porqué no le ahogo? El aire dice: ¡.por qué
miliar : como mas ligero que el viento, tan blan­ le doy huelgo? El fuego dice: ¿por qué no le
co como la nieve. Cuando tiende á disminuir se o&ruso? (Fray Luis de Granada.)
emplea mas bien en composiciones jocosas que
en las serias. -De todos modos, y particular­ Cuatro son los modos mas generales dó esta
mente en estas últimas, no debe pecar la hi­ figura. ' ¡"1'
4
30 MAHUAL DE LITERATURA.
1.» Cuando simplemente se dan á objetos- una muy enérgica en boca de Neptuno, cuan­
inanimados ó incorpóreos epítetos que solo do este reconviene á los vientos por haber mo­
convienen á. los animados ó incorpóreos, como vido sin su licencia una tempestad contra los
cuando- se dice: la avaricia . es insaciable, la Tróvanos.
ignorancia es atrevida. Voos juro... Mas los mares removidos con­
viene sosegar.
2’.° Cuando se introducen los seres inanima­ Interrogación. Consiste en hablar pregun­
dos, obrando como si tuviesen vida. Ejemplo. tando, no para que nos respondan, sino para
1.a codicia, en las manos de la suerte ,,
dar mas fuerza á lo que decimos. Ejemplo :
Se arroja al mar, la ira á las espaldas, «¿Qué inteligencia sondeará la profundidad de
Y la ambicion.se rie de la muerte. este abismo? ¿ Qué pensamientos nos representará
(RiojaJ. el poder que llama las cosas que no son como si
3. ° Cuando se les dirige la palabra como si fuesen? ¿Admiraremos bastantemente á un Dios que
manda que haya luz y luz hay? » 1
pudiesen entender lo que decimos. Ejemplo:
CUARTA CLASE.
Morada de grandeza,
Templo de claridad y hermosura ,
El alma que á tu alteza Alegoría. Considerada esta figura como una
Nació ¿qué desventura metáfora continuada, pertenece á la clase de
La tiene en esta cárcel baja, oscura? os tropos, pero también corresponde á las
(Fray Luis de LeonJ. formas del pensamiento cuando su objeto es
presentar una idea con cierto disfraz y disimu-
4. ° Cuando los introducimos hablando ellos o- Sin embargo,- háblarémos de ella cuando
mismos. tratemos de la metáfora.
Dubitación. Consiste en deliberar acerca de
El rio sacó fuera forlUni ha de,hacerse; y sirve Para espresar la
El pecho-, y le habló de esta manera: irresolución de uoa persona que violentas pa­
En mal punto te goces siones agitan. 1
Injusto forzador, etc. Au,^lOÍ,'Sm0' Su,Pone un discurso en boca de
(Fray Luis de' León).
« Sama * 6818 1"« habl“-
Reticencia. En esta figura interrumpe el que buenÍT'^ Reba,íaI Oficiosamente las
habla su discurso para pasar á otro objeto, pero uenas o malas cualidades de algún objeto
debe decir lo bastante para que se pueda adivi­ sívSTr ,ntTCÍOn de <1- - se le aprecien’
nan fácilmente lo q¡ue se quería y aun algo npl rdadero,valot'- N° aborrezco, en ciertas-
mas de lo que se quería añadir. Virgilio pone a.iones, vale tanto como yo te amo.
55 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 53
52
Perífrasis. Si no. se cita un objeto con stí importantes, y acaso la que con mas frecuen­
propio nombre; si se emplea para elle. algún cia se usa en toda clase de escritos. Hasta el
rodeo, citando solo circunstancias cualidades, lenguaje familiar se sirve de ella, pues una infi­
ó usos del mismo objeto, se cometerá esta fi­ nidad de pspresiones que corren en boca del
gura. Es una especie de enigma. Fias Luis , mismo vulgo no son ipas que metáforas con­
de León dice: vertidas en locuciones familiares: como: es una
- 'in trJ’ ’ ií,: Oíl.fOíjfTB' fiera, para calificar á un hombre feroz; el bá­
La luna... mueve , culo de su vejez, para señalar á un hijo que sos­
La plateada rueda, y va en pos de ella. tiene á su padre anciano; la flor de los años,
La luz do el saber llueve, ■ en vezde la juventud, etc. Hasta la voz metá­
Y la graciosa estrella fora es el único nombre de figura retórica que
De amor la sigue rehaciente y bella. despojándose del aire pedantesco, ha logrado pa­
sar al lenguaje común, aunque de origen griego.
Estos dos últimos astros son Mercurio y Es la metáfora la espresion de una idea por
V'pnns medip de una palabra ó palabras, cuya signifi­
Preterición. Con esta figúrense finge pasar en cación propia es diferente, pero que tiene al­
silencio cosas sobre las cuales se i guna analogía con la idea que se va á espresai-
obstante con fuerza. Ejemplo. es v,oz que vale tanto como traslación. Por
ejemplo: la palabra columna significa solo en
«Nada diré de su lujuria, nada de su su acepción propia, el pilar que sostiene un
nada de sus maldades y torpezas: solo hablare de
.edificio: y como un buen ministro sirve tam­
sus usuras y concusiones.» . bién para sostener un estado, se dice por tras­
Ironía. En la ironía se dice lo cont^"°D^ lación ó metáfora que un buen Ministro es la
columna dd Estado.
^qU¿veenPainSiSéndoUserá la"superstición de Nos valemos' casi por necesidad de esta figu­
los Scios: «¡0 santas gentes \ les naeen ra para tratar de las ideas abstractas y cosas
espirituales, haciéndolas palpables á los oyen­
dioses'hasla en sus AMe/ZoV difer^íes nom- tes por medio de objetos corporales. Asi deci-
diferenles especies, y se les dan di erenuj no mos ;,,/» luz del entendimiento, la llave de las
bres: pero esta nopaenclatura no conduce ancua ciencias, para denotar la facultad de pensar,
ó los estudios preparatorios de las ciencias.
ARTICULO IL La oratoria y la poesía son las que hacen mas
oopni frecuente uso de la metáfora, debiéndole una
Woptis. ¿bao? ufe y otra gran parte de su gracia, magestad y be-
lleza.
Metáfora'- Esta es uña do las figuras ma:, La metáfora saca su origen de la compara-
54 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 55
cion y no es en realidad mas que un símil Prado de bienandanza , que ni al hielo,
abreviado. Guando queremos manifestar que Ni con el rayo ardiente
■Fallece, fértil suelo,
un hombre es muy valiente, decimos: es va­ Producidor eterno de consuelo:
liente como un león , comparándole con este De púrpura y de nieve
animal cuyo atribúto es la valentía; pero si Florida la cabeza coronado,
para mayor brevedad decimos solo: ese hombre A dulces pastos mueve,
es un león, entonces la comparación se convierte Sin honda ni cayado,
en metáfora. Por esta razón conviene observar El buen pastor en tí su hato amado.
para el empleo de este tropo las mismas reglas El va, y en pos dichosas
que hemos dado para las comparaciones o Le siguen sus ovejas, do las pace
Con inmortales rosas,
símiles. , . Con ílor que siempre nace,
La metáfora es simple, cuando en la Trase no Y cuanto mas se goza, mas renace.
hav mas que un solo término metafórico, como ¥ dentro á la montaña
en’la frase ya citada de: wn buen Ministro es la Del alto bien las guia, y en la vena
columna del Estado. Si hubiera mas términos, Del gozo fiel las baña
con otros de significación literal, como en esta. Y les dá mesa llena,
Un buen ministro es la columna que sostiene el Pastor y pastor él solo, y suerte buena.
Y de su esfera cuando
edificio del Estado; pasa entonces á ser una me­ A cumbre toca altísimo subido
táfora continuada. Si todos los términos son El sol, él sesteando,
metafóricos, como: cayó la columna que sostenía De su hato ceñido,
el edificio de la prosperidad públicu; se tiene una Con dulce son deleita el santo oido.
verdadera alegoría. En la alegoría, pues, se ne­ Toca el rabel sonoro,
cesita que todas las espresiones estén tomadas Y el inmortal dulzor al alma pasa,
en sentido metafórico, de suerte , que el verda­ Con que envilece el oro,
dero no se conozca sino por el contesto y de­ Y ardiendo se traspasa;
mas circunstancias de la composición , resultan­ Y lanza en aquél bien libre de tasa.
¡Oh son, oh voz! siquiera
do una especie de enigma, pero enigma agi'áda- Pequeña parte alguna decendiese
ble cuando la oscuridad no se aumenta de in­ En mi sentido, y fuera
tento, y se ve el objeto á que se alude como at De sí el alma pusiese,
través de un velo que á lo transparente reúno Y toda en tí, ¡ oh amor, la convirtiese!
brillantes adornos de oro y sedas matizadas. Conocería donde
Si se quiere un bellísimo ejemplo de alego­ Sesteas, dulce esposo, y desatada
rías, véase la siguiente, en la que Fr. Luis de De esta prisión, á donde’
Padece, á tu manada
León alude á la vida del cielo. Vi/iera junta, sin vagar errada.
Alma región luciente, ’
jaAWUAL DE LITERATURA. £7'
q6 MASUAL DE LITERATURA.
Sinécdoque. Esta. palabra griega significa com­
prensión y se designa con ella este tropo, por­ ARTICULO 111.
que entonces el nombre de un objeto que com- jl • ájaíiiu . i-- le i’-:
¡A sói!sil oqff-ú‘
prende otro se emplea por el de alguno de es­ Elegancias.
tos. En la sinécdoque sé toma.—El todo por al­
guna parte, ó esta por9 aquél; como relucían las . ,.i etqnoq tobi>.v>cl /cu r.<;.¡f¡ .■•.■nzdaw we >
nicas por los hierros dé ellas: cien velas, poi
cien navios.—El género por la especie ; los Hipérbaton. /Consiste en invertir el orden
moríales, por los hogibres.—L»a especie; por e natural dé Iás palabras que componen el perio­
género: no tener pan, por no tener alimento. do para darle mas sonoridad y elegancia. Al
_La materia por la obra ; el acero, por la espa­ hablar de las cualidades que debe tener la cláu­
da — El continente por el p.ontenido; como be­ sula ó sentencia, hemos manifestado el modo de
berse una botella de vino.—VA signo por la cosa construirlas con número y armonía; y cuan­
significada; como Néptuno por el mar, las qui­ to dejamos dicho allí entra en las reglas de un
nas por el reino der Portugáp-7.pi abstracto por bien entendido hipérbaton, á tomo otros dicen,
el concreto: la ignorancia os atrevida, en vez inversión ó> transposimacion. Lo demas depende
de los hombre ignorantes son atrevidos. siempre del oido mas ó menos delicado, y buen
Metonimia. Sigo'ifiga transnominacwn, es de­ gusto del quq escribe.
cir la acción de nombrar una cosa que es an­ ■Es muy corto el uso que no sea vicioso de
tes con el nombre de otra que es después, y vi- esta figura en las lenguas vivas, respecto al
ce-versa; como el antecedente por e) consiguien­ que hicieron de ella la griega y lá>latina; pues
te • la causa por el efecto; el inventor por la cosa como en los nombres carecen aquellas de lás
inventada: el a.uto'r por sus obras; el instru­ diferentes terminaciones que estas tenían , no
mento por el qué lo maneja. Ejemplos: vivir de pueden las voces colocarse tan arbitrariamen­
su trabajo; Baco, en lugar del vino; Cicerón, te, sin incurrir en giros forzados , y ambigüe­
por sus obras, una pluma elocuente por un es­ dad de sentido. No obstante, siempre que es­
te quede claro, es lícito trastornar el órdep na­
critor elocuente; s" , ., , ' tural de las palabras, según convenga á la ma­
De otros tropos suelen hablar los retóricos,
como la Metalepsis, la Hypalage, la Catacresis, yor elegancia y buen sonido de la cláusula.
la Silepsis, el Eufonismo , cV: i pero los princi­ Nuestra lengua consiente por fortuna bastante
pales Son los tres citados ; estos últimos se re­ amplitud y libertad en este, punto, dejando cam­
ducen en gpan parte g lo.s anterioras , Y cree­ po al escritor para alterar el orden que debe­
mos inútil el cansar con ellos á los jóvenes. rían tener lag palabras, según, su clasificación
rigurosa y gramatical. Ejemplo notable de esta
libertad somlps siguientes yepsps cpn que Rioja
empieza su canción á Itálica. • "i.
SS MANUAL DE LITERATURA. MANÜAL DE LITERATURA. fifi
A cuya inversión forzada se añade la ridi­
Estos, Fabio, ¡hay dolor! que ves ahora cula metáfora de llamar á Ulises agrícola de
Campos de soledad , mústio collado, mares por decir navegante.
Fueron un tiempo Itálica famosa. Lope ridiculizó el vicioso uso que se solia
Lacer en su tiempo de esta figura , en los si­
Difícil es llevar mas adelante la transposición, guientes versos de la Gatomaquia.
y sin embargo nada hay forzado, porque las pa­
labras están colocadas según el orden de la im­ En una de fregar cayó caldera;
presión que deben hacer en el ánimo del oyen­ Transposición se llama esta figura.
te ; y dan ademas una elegancia suma á una fra­
se que de otro modo seria hasta trivial de puro Y sin embargo, el mismo Lope cayó algu­
común.
na vez en este defecto como en el siguiente
A veces sirve el hipérbaton para evitar el
verso..
encuentro de sonidos semejantes, con lo cual
se haría el periodo desagradable. Con los primeros de la mar embates.
Con enroscadas sierpes espantoso.
Lo que prueba cuanto tiene que estar el es­
En este verso desagrada el choque ingrato critor sobre sí, cuando poetas tan eminentes
de sonidos semejantes, como con en y erpes es- incurren en los mismos vicios que reprueban.
pan. Herrera corr.igió esta falta: y dió al mis­ Repetición. Consiste en empezar todos los
mo tiempo un giro mas poético al verso di­ miembros y cláusulas de la oración con una
ciendo. misma palabra, la cual puede ser nombre, ver­
bo, pronombre, ú otra parte cualquiera de la
Con sierpes enroscadas espantoso. oración gramatical. Sirve para llamar mas la
atención sobre las diferentes ideas de una fra­
No obstante, no debe perderse de vista que se, separándolas de este modo unas de otras.
en traspasando los justos límites, se convierte Ejemplo:
la inversión en el abuso mas dañoso, pues que
se opone al principal objeto de toda compo­ «Esto cantan los salmos, esto dicen los profetas,
sición, que es el darse á entender, llegando el esto anuncian los apóstoles, esto predican los evan­
giro hasta convertirse en desagradable por el gelistas.»
[Fray Luis de Granada.}
estudio y afectación que descubre. Esto les su­
cede á los siguientes versos de Villegas:
La repetición de la conjunción y, sirve mu­
¿Agrícola de mares no fue Clises? chas veces para dar gran fuerza al discurso.
¿Pues cómo de Calipso gozó Dea? Ejemplo:
60 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 61
«Sp degüella á un tiempo mismo á los niños, y á Adjunción. Se comete cuando el verbo que
los .ancianos, y á, la hermana, y al hermano, y á la se pone al principio ó al fin, ó al medio de la
hija, y á la madre, y al hijo abrazado con su pgdre.» oración , rige en común muchas sentencias ,' y
convierte á todas con igual significado ; de suer­
Conversion. Se comete esta figura cuando te que cada una de ellas separada no podría
una palabra misma se repite muchas veces en formar sentido sin repetir en todas aquél ver­
el final de los miembros ó periodo de la oración. bo. Ejemplo:
Ejemplo:
« ¿Lloráis la pérdida de tres ejércitos del pueblo? «Caballeros produjo Córdoba: Jaratoa toros fero­
los perdió Antonio. ¿Sentís la muerte de nuestros ma.s ces: insignes capitanes Castilla : Aragón' ihsigneti
¡lustresconciudadanos? Os los robó Antonio. ¿Veis Reyes.»
hóliadala autoridad deesteórden.?Hollóla Antonio.»
Relación. Consiste en una coordinación de
Complexion. Abraza las dos anteriores, por­ palabras que, colocadas con cierta simetría, se
que hace repetición, no solo al principio, sino* corresponde entre sí y forman una especie de
al fin de los miembros. Ejemplo: armonía y cadencia^ muy necesaria á la elegan­
cia del lenguaje. Ejemplo:
«¿Quién quitó la vida á su propia madre?’ ¿Ntr
■fué Nerón? ¿Quién hizo espirar con veneno á su «Os convidadlos con la corona de vuestros padre»
maestro? ^¡1 .mismo Nerón. ¿Quién hizo llorar á la v abuelos: resoluéion cumplidera para vos, honrosa
humanidad..,? Solo Nerón.» fiara el reino y saludable para todos.» [Mariana.)
• .i Conduplicacion. Se verifica cuando en él
principio del periodo se duplica una palabra Otros muchos modos de dar elegancia á la
misma para esforzar mas la espresion. Ejemplo: frase pudiéranse añadir ' pero seria. molèsto;
6Í' 86ÍÍ1 tRÍHidl (!',« •! ,'■'1 d jBOlj.C' y el mejor medio de perfeccionar el lengua­
«¿Osas aun presentarte hoy á su vista, traidor á je en este punto, es el’leer con frecuencia los
la patria? ¡Traidor á la patrial ¿Te atreves hoyó buenos autores en lo® que sé encuentran á ca­
ponerte delante de ellos?» da paso formas muy variadas y armoniosas
Disolución. Consiste en quitar los vínculos que se deben estudiar para imitarlas. Mejor
que unen las palabras de un periodo para dar­ será términar esta parte relativa á la exorna­
le mas rapidez. Ejemplo: ción del discurso, señalando algunos defectos
que conviene evitar con esmero.
Acude, corre, vuela, Aunque la repetición de las palabraá da ele­
No perdones la espuela, gancia , es preciso cuidar de' que tales repeti­
No des paz á la mano-, ciones no sean inútiles: á cuyo defecto se lla­
Menea fulminante el hierro insano. ma Batología.
[Fray Luis de León.)
6Í MANUAL DE LITERATURA. MANUAL. DE LITERATURA. 63-

Se debe también evitar que haya en la cláu­ á- un escrito dan los pensamientos que contie­
sula palabras en que se repita mucho una mis­ ne, las formas bajo-las cuales están presenta­
ma letra; á lo que se llama aliteración; que das, las espresiones- que los enuncian, y hasta-
los incisos terminen con voces cuyas últimas el modo con que estas se hallan combinadas y
sílabas sean idénticas , es decir que haya eu­ coordinadas en sus respectivas cláusulas. Eli
fonía; que se cometan equívocos con el empleo lenguaje es, pues, una parte del estilo;, uno de
de las palabras homónimas , ó con el. de una sus componentes;, y como el lenguaje es bueno,,
misma en diferentes acepciones; que aun sin si las espresiones son puras, correctas y pro­
ser dos palabras-equívocas, suenen casi lo mis­ pias, síguese de aqui que un escrito puede te­
mo, como amigo, amago-, á lo que se da el nom­ ner muy buen lenguaje y un malísimo estilo,
bre de paronomasia ; que se eviten las voces si los pensamientos son malos ó embrollados,,
derivadas de una misma laiz, y por consiguien­ las espresiones bajas aunque castizas, los pe­
te el defecto de este verso de Lope ; la fama ríodos débiles, obscuros ó redundantes. Guando
infame del famoso atrida; que no haya caco­ se juzga el estilo de un autor, es preciso te­
fonía, es decir, el choque de-sílabas ¡guales ner en cuenta todas las cualidades, ya intrínse­
como en los ejemplos ya citados de error cas, ya esteriones, que constituyen todo escrito.
remoto consentir tiranos; que no se encuen­ Los antiguos que no poseían los medios-
tren palabras sinónimas puestas unas tras otras materiales que nosotros tenemos para escri­
como para esplanar una idea, ó no ser que en bir, lo solian hacer sobre unas tablitas cubier­
estos sinónimos haya un verdadero climax, es tas de cera., con un instrumento agudo por
decir, que vayan añadiendo fuerza á la. espre- un lado para trazar las letras, y chato por el otro
sion. Será, pues, un defecto decir; me alegro, me para borrarlas. A este instrumento ó punzón
regocijo, estoy- contento ; pero se añadirá ener­ llamaban estilo,. y por estension dieron este
gía si para manifestar una firme voluntad, se di­ nombre al carácter de un escrito..
ce-- no lo sufriré, no lo toleraré, no lo permitiré. Los antiguos, y aun casi todos los- retóricos
hasta el dia han dividido el estilo en tres gé­
CAPITULO V.. neros ; el simple ó llano ; el medio, templado ó
florido, y el sublime. Detiénense los que con­
Bel estilo. servan esta división en enumerar las cualidades
propias de cada estilo, y hasta en-señalar las fi­
Suelen: confundirse generalmente las dos guras y adornes que á cada cual.convienen. Pe­
palabras lenguaje y estilo: sin embargo, hay ro partiendo de la definición que mas arriba
entre ellas notable diferencia, é importa mu­ hemos dado de la- palabra estilo, claro es que
cho distinguirlas. Lenguaje es la colección de esta división es inútil. El estilo tendrá el tono
espresiones con que un autor enuncia sus que le imprima la clase de pensamientos que
pensamiento?. Estilo es el carácter general que en él campeen, y la manera deespresarlos. Se­
64 MANUAL DE LITERATURA,
MANUAL DE LITERATURA. 65
rá claro ú obscaro, puro ó incorrecto: natural dote esencial es la suma sencillez, no están re­
ó afectado, etc., según lo sean los pensamientos ñidas con cierto estilo florido y patético que les
y el lenguaje. Podrá llamársele sencillo, flori­ sienta bien á veces. Pero esta variedad tan pre­
do ó sublime; noble, familiar ó bajo; conciso ó cisa requiere mucho tino y oportunidad en el
difuso, suave ó duré; fuerte, templado ó flojo: que escribe, y un talento privilegiado para
y cuantas denominaciones se quieran inventar, pasar de un estilo á otro sin violencia ni afec­
porque todos los grados caben en las cualida­ tación; para ello no existen reglas: es una dote
des de las partes que le constituyen. El tono que nace con el escritor y que el cielo conduce
dominante de la obra, el género de las compo­ á pocos.
siciones , la imitación de ciertos autores céle­
bres , el gusto vinculado en ciertas naciones, SECCION SEGUNDA.
estas v otras mileausas dan igualmente ori­
gen á otras tantas calificaciones en las cuales REGLAS PARTICULARES DE LOS ESCRITOS EN
seria ocioso el detenernos. Por lo demas, VERSO.
aunque en rigor, todas esas clasificaciones se
pueden reducir ,á las tres generales de llano, CAPITULO I.
florido y sublime, aunque cada una de estas tres
elases conviene mejor que las otrás á ciertos Origen de la poesía.
géneros de escritos; lo cierto eS que no hay obra
que no participe mas ó menos'de todas. Y así
debe ser; porque lo contrario introduciría en Al hablar de la formación de las cláusulas ó
lá’s composiciones una monotonía fastidiosa é sentencias de un escrito, hemos dado reglas pa­
insufrible. El talento jdel buen escritor consiste ra la perfecta construcción del periodo, mani­
en dar á sus obras áquella variedad que resulta festando que una de las cualidades principales
del uso alternado v oportuno de las varias cla­ de este es la armonía, para la cual se necesita
ses de estilos, en pasar de lo grave á lo risueño, que haya en él, así en su totalidad, como en sus
de lo elevado á lo familiar, de lo magestuoso á miembros, lo que se llama número ó cadencia.
lo listero: todd en proporcionadas dosis y en los Este número, sin embargo , no sujetaba las di­
lügarfes convenientes, para despertad á cadains- ferentes partes del período á tener todas igual
taiité’la atención del lector ú oyente, aviv-arsu estensionj ó á recitarse cada una de ellas en un
desdo, empeñarle mas y mas, y variar sus pia- tiempo dado; sino que se consentía cuanta va­
eeVfes. No hay peroración, por elevada que sea-, riedad cupiese en la distribución de los miem­
que no consiénta momentos de agradable sen­ bros, siempre que resultase una combinación
cillez y aun dé-amena festividad, como descarta agradable al oido. Concíbese, no obstante, que
sos ‘necesarios para lomar de nuevo un vuelo se lleve el arte hasta el punto de exigir mas re­
mas sublime : hasta las cartas familiares cuya gularidad y simetría en estas construcciones;
66 MANUAL DE LITERATURA,
MANUAL DE LITERATURA. 67
sujetándoselos períodos y sus miembros ¿divi­
dirse en porciones iguales, simétricas, cuyo nú­ cion y el colorido propios de esta clase de com­
mero ó cadencia venga á ser la misma; é igual­ posiciones. Poetas son los que las ejecutan; v
mente se deja comprender que esta nueva y ar­ esta palabra procede de otra griega que vale
tificiosa construcción de los períodos adquirió tanto como hacedor ó inventor, á causa de que
un grado mayor de armonía, en la cual se com­ en tales obras tiene gran parte la fantasía é in­
placerá sobre manera el oido, porque este, como ventiva del que escribe.
la vista , se recrea en todo aquello que ofrece- El número ó cadencia en la poesía es como el
proporciones regulares y simétricas , por ser compásen la música; y.en efecto, la música y
uno de los atributos esenciales de la belleza. la poesia han nacido junras. El hombre ha sido
Así ha sucedido con efecto, desde los tiem­ siempre poeta á par que músico y cantor. Desde
pos mas remotos: el hombre no tardó en for­ el origen de las sociedades, sin conocer la teo­
mar ese lenguaje particular, en el cual las cláu­ ría de la versificación ni del canto, hubo de en­
sulas se presentan unas tras otras sujetas todas tonar himnos en alabanza de sus dioses, desús
á una eslension igual, escogiendo para pronun­ héroes, de las personas que le eran afectas; y
ciarse un mismo espacio de tiempo, y reprodu­ del mismo modo celebró sus placeres, sus di­
ciéndose en cada una, con corta variedad, el chas y sus amores. Hallándose dotado por la
mismo número ó cadencia: cláusulas que por naturaleza de una voz pura y sonora, capaz de
esta construcción particular parecen todas suje­ prestarse á toda clase de entonaciones, posee­
tas á una idéntica medida. A este lenguaje se dor de la facultad de espresar por medio de
ha dado por esta razón el nombre de lenguaje la palabra todos los afectos posibles, debió des­
métrico, de metro, voz griega que significa me­ de luego emplear simultáneamente a6tos dos
dida; llámase también, y con mas generalidad, medios de manifestar el entusiasmo que le ins­
versificación, y á cada una de estas cláusulas” piraban las bellezas del universo, y de des­
sujetas así á la espresada medida, se le da el ahogar las pasiones que agitaban su corazón.
nombre de verso. La palabra tuvo entonces que sujetarse á la ca­
La versificación es, pues, la artificiosa y dencia del canto y de aquí nacerían los prime­
constante distribución de una obra en porcio­ ros versos, y las primeras poesías; rudos y tos­
nes simétricas de determinadas dimensiones ; y cos ensayos que no tardaron, sin embargo, en
verso es cada una de estas mismas porciones su­ perfeccionarse. Así es que, consultando la his­
jetas á ciertas medidas. toria, no hallamos pueblo en la antigüedad que
A toda composición en verso se le da el nom­ no haya tenido sus poetas. Los bardos de los
bre de composición poética, ó simplemente de celtas, los escáldeos de los eescitas y godos, los
poesía. Entiéndese asimismo por poesía el ar­ primeros filósofos de la Grecia, todos eran poe­
te, ciencia ó facultad de hacer composiciones en tas, y al propio tiempo cantores; y la música v
verso, y también el estro ó fuego, la anima- la poesía caminaron por mucho tiempo juntas,
como dos hermanas inseparables. Los progresos
MA NUAL DE LITERATURA. 69
68 MANUAL DE LITERATURA,
realmente estos pies eran los que constituían la
de la civilización, los diferentes asuntos á qne medida del verso: de tal suerte que al recitar
la forma métrica de los versos se ha aplicado, sus poesías llevaban el compás con el pié ó con
han hecho que posteriormente la poesía se ha­
ya emancipado, creyéndose por sí sola con en­ la mano, y su declamación se acompañaba con
cantos suficientes para embelesar á los hombres la lira , pareciéndose mucho al recitado de
viviendo independientes*, pero siempre conserva nuestras óperas.
Las lenguas modernas no participan de igual
el sello de su origen en sus mesuradas caden­ ventaja, su prosodia no es tan fija y determi­
cias, con las cuales parece que, aun apartada nada como la de las lenguas griega y latina,
de su hermana la música, le está continua­ y aunque se tarde realmente mas tiempo en
mente abriendo los brazos, como para convi­ pronunciar unas sílabas que otras, ni es tan
darla á que se precipite en ellos. perceptible la diferencia, ni está sujeta á re­
glas tan exactas como en aquellos idiomas.
CAPITULO II. Asi , pues, habiéndose de buscar por otro ca­
mino la igualdad ó simetría de los periodos mu­
De la medida del verso. sicales, que distingue la poesía de la pro­
j sa , han tenido los modernos que acudir al nu­
Este origen de la poesía, el haber nacido y mero de sílabas como medida aproximativa,
crecido juntamente con la música, persuade no pudiendo lograr el mismo fin con la igual
desde luego que toda versificación se funda en duración de los tiempos en la pronunciación,
la medida del tiempo que se gasta al pronunciar como hacían los antiguos. De donde se infie­
las porciones simétricas de sonidos en que es­ re que el medir los versos modernos por el nú­
tá dividida la composición. Así sucedió con mero de sílabas no ha sido una mudanza ca­
efecto en las antiguas lenguas, y entre ellas la sual ni arbitraria, sino precisa, indispensable,

I
"riega y latina. Distinguíanse las sílabas de sus nacida de no estar bien determinado en nues­
voces en largas y breves, exigiéndose para pro­ tras lenguas el valor respectivo de las silabas,
nunciar las primeras un tiempo y espacio do­ ó sea su cantidad: en términos de que muchas
bles del que 6e empleaba en las segundas, y pa­ veces apenas podemos distinguir las sílabas lar­
ra conseguir la igualdad ó simetría de periodos
musicales, lo cual constituye tel verso, tenían gas de las breves.
Sin embargo, no poreso se crea que las len­
«riegos y latinos que medir los tiempos y el com­ guas modernas no conservan ningún resto de
pás que empleaban ensu pronunciación, calcu­ la prosodia de los antiguos, ni que enteramente
lando para ello el número y la combinación se separen de las reglas que observaban en la
de sílabas largas ó breves que entraban en ca­ métrica griegos y latinos; esto se puede pro­
da especie de verso. El diferente número y las bar en breves razones, tomando por ejemplo
varias combinaciones de dichas sílabas consti­
tuían lo que llamaban pies métricos, porque nuestra lengua propia.

i
¡
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Id MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 71
En primer lugar, á pesar de los cortos tra­ tar completas las once sílabas , no existe ya
bajos que se han hecho para connaturalizar el verso ; lo que prueba que se neeesíta
entre nosotros los metros latinos, vemos una algo mas que aquel número. Este algo es el
vislumbre de estos en las muestras que han acento que, en el caso presénte, se ha qui­
ofrecido algunos poetas, procurando colocar sí­ tado de la sesta sílaba para trasladarle á la
labas largas y breves en los mismos lugares quinta; ó en otros términos, que siendo bre­
del verso en que los latinos colocaban las su­ ve la quinta, y larga la sesta, se ha trastor­
yas. Los sálicos adónicos han sido tan perfec­ nado esto orden, haciendo aquella larga y es­
tamente imitados por Villegas, que se han ta breve. Y con efecto , entre nosotros los
aclimatado en nuestra poesía, ofreciendo al acentos establecen una diferencia entre las
oido una armonía muy parecida á la de la sílabas, haciéndolas largas ó breves, si no tan
misma especie de versos latinos. marcadamente como entre griegos y latinos,
al menos lo bastante para ser perceptible di­
Dulce vecino de la verde selva, cha diferencia á nuestros oidos, é influir de
Huésped eterno del abril florido, un modo decisivo en el mecanismo de los
Vital aliento de la madre Yenus, versos. Cuando pronunciamos árbol, nadie du­
Céfiro blando. da de que la primera sílaba es mayor que
■la segunda, y al contrario cuando decimos
El mismo Villegas imitó con bastante felici­ amé, amemos, amémonos, tenemos tres pa­
dad los exámetros latinos en los siguientes: labras, que, aunque tienen dos sílabas la pri­
mera, tres ¡asegunda, cuatro la tercera , con­
Seis veces el verde soto coronó la cabeza tarán todas por tres sílabas si van colocadas al
De nardo, de amarillo trébol, de morada viola. fin de un verso, de tal suerte que amé gana una
sílaba , y amémonos pierde otra. v. gr.
Si en castellano bastase el número de síla­
bas para formar un verso, en habiendo once, Siempre mi Filis te amé
or ejemplo , se tendria un perfecto endeca- W
Íllabo; pero hágase una leve variación en
Dios manda que nos amemos.
Cesen los odios y amémonos.
este verso:
Estos tres versos serán cada uno contados'
El dulce lamentar de dos pastores; por de ocho sílabas, á pesar de que en rea­
y dígase lidad el primero solo tiene siete, y el terce­
El lamentar dulce de dos pastores; ro nueve. Y es porque el acento carga en
la segunda : este acento la hace no solamente
al punto el oido no encuentra ya la armonía mas larga, sino valer solo ella por dos de
á que está acostumbrado, y á pesar de es­ las otras: de suerte que en el primer caso
72 MANUAL DE LITERATURA,
MANUAL DE LITERATURA. 73
suple por la que falta, y en el segundo hace Requiere indudablemente mas tiempo para
desaparecer ó embebe en sí la que sobra. pronunciarse que
La mayor perfección prosódica de los anti­
guos , les hacia fundar sus versos en cuatro Al aire desplegada va ligera.
cosas distintas. 1.a La cantidad de las síla­ Que nosotros tenemos los pies latinos es
bas. 2.a El número de ellas. 3.a Los tiem­
pos en que las pronunciaban. 4.a Los grupos indudable; y se prueba examinando un cor­
de sílabas á que hemos llamado pies métricos, to número de palabras, v. gr.
en los cuales dividían sus versos. A las ve­ Obstar. Consta de dos largas , y es un es­
ces fundaban estos en todas estas cosas jun­ pondeo.
tas ; otras en alguna ó algunas de ellas: y Plácido. Consta de una larga y dos breves,
de esto resultaban cuatro clases de versos. y es un dáctilo.
Arbol. Consta de una larga y una breve y
1. a En la que el número de pies, sílabas
y tiempos era fijo y constante. es un yambo.
Razón. Consta de una breve y una larga, y
2. a En la que el número de los pies y
de los tiempos era constante, pero no el de es un coreo.
Sinceridad. Las dos sílabas de en medio
las sílabas.
3. a En la que el número de los pies y ceri son dos breves, y forman un pirriquio.
de las sílahas estaba determinado, pero no el Ahora bien, este verso:
de los tiempos. El dulce lamentar de dos pastores.
4. a En la que era fijo el número de los
pies, pero no el de las sílabas ni el de los Se puede dividiren pies de este modo.
tiempos.
Ahora bien, si comparamos nuestros ver­
El dul-ceja-mentar-de dos-pasto-res.
sos con los griegos y latinos, se verá que los
nuestros corresponden á la tercera elase, en Y consta de un espondeo, un pirriquio,
1& cual, pudiendo variar el número de los otro espondeo, un yambo, otro espondeo, y
tiempos, está fijo y determinado el de las sí­
labas y los pies. ademas una sílaba breve,
Que es indeterminado el de los tiempos, Pues póngase
se ve por lo que se tarda en pronunciar di­
ferentes versos de un mismo número de sí­ El la-mentar-dulce-de dos-pasto-res,
labas. Esta diferencia se nota fácilmente al
oido, v. gr. en que está alterado el orden de los pies y ya
no existe el verso.
Calma un momento tus soberbias dndas. Queda pues probada que nuestros versos tie-
7í MANUAL BE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA 75
•nen analogía con cierta clase de versos latinos, El acento en esta clase de verso ha de cargar
y que por consiguiente, aunque tal vez de un constantemente en la 1.a y la 2.a sílaba, si se
modo menos sensible, tenemos en cuenta la quiere que corra con la soltura y ligereza que
cantidad de las silabas; no siendo por consi­ le son propias.
guiente nuestro ritmo poético tan imperfecto El verso de cinco sílabas ó adónico, suele
como generalmente se ha creído. Entrar en emplearse con el sálico para terminar las es­
mas pormenores acerca de este punto seria ya trofas.
impropio en una obra de esta especie; y el que
quiera profundizar mas la materia, puede acu­ Si de mis ansias el amor supiste,
dir á otras en que se trata con la debida esten- Tú, que las quejas de mi voz llevaste,
sion, principalmente la del señor Hermosilla. Oye, no temas, y á mi ninfa dile ,
Nosotros pasaremos ahora á dar á conocer las " Dile que muero.
diferentes especies de versos que se usan en
castellano. Sin embargo se usa también solo para letri­
llas, v. gr.
CAPITULO III.
A la mas dulce
De las diversas especies de versos castellanos. De cuantas niñas
Del feliz Turia
La margen pisan;
A dos cosas principales hay que atender en la A la preciosa
construcción de los versos castellanos Al núme­ Y amable Silvia,
ro de las sílabas de que deben constar, y á los Un dulce mimo
acentos. Déla colocación de estos depende que Mi afecto envia.
el verso sea mas ó menos rápido, y que por
consiguiente sea mayor ó menor el tiempo que Este verso para ser perfecto debe tener la
se tarda en pronunciarlo. primera sílaba larga, sobre todo si acompaña á
El verso menor es el de cuatro sílabas; pues los sálicos.
Jos de menos, y aun este mismo, rara vez so De seis sílabas, se emplea generalmente en
usan. Ejemplo. letrillas. Ejemplo.
Tantas idas La niña morena
Y venidas, Que yendo á la fuente
Tantas vueltas Perdió sus zarcillos,
Y revueltas, Gran pena merece.
Quiero , amiga,
Que me diga El acento debe cargar constantemente en la
¿Son de alguna utilidad? - segunda y quinta.
MANUAL DE LITERATURA. 77
76 manual de literatura.
De siete sílabas. Este verso susceptible de iguales ó hemistiquios: equivalen á dos versos
gran suavidad, ha sido adoptado para las ana­ cíe cinco sílabas. Ejemplo:
creónticas por tener una cadencia muy seme­ Dia terrible, dia de espanto,
jante á la de los versqs que usaba Anacreonte. Lleno de gloria, lleno de horror,
Ejemplo:
2.a Los que están divididos en dos hemis­
Pensaba cuando niño tiquios desiguales, el primero de cuatro sílabas
Que era tener amores
Vivir en mil delicias y el segundo de seis: v. gr.
Morar entre los dioses.
A ti, pues, ó Señor, suplicamos
Aunque en este verso no se suele guardar Que benigno á tus siervos socorras ;
A los mismos que ya redimiste,
rigurosamente el orden de los acentos, no obs­ Derramando tu sangre preciosa.
tante, suena mejor cuando cargan estos en las
sílabas pares. El verso de once sílabas ó endecasílabo. Este
De ocho sílabas ú octosílabo: es el verso pro­ es el verso por escelencia, y en el cual osten­
pio de los romances, y uno de los mas usados y ta todas sus galas la poesía española: el que se
gratos al oido español. Ejemplo: presta á los asuntos mas elevados y sublimes,
sin desdeñar tampoco los festivos y familiares;
Si tienes el corazón, ue espresa mejor que ninguno el movimiento
Zayde,comola arrogancia,
Y á medida de las manos 3 e las pasiones, la contraposición de afectos
Dejas volar las palabras, etc. que embelesa el oido con una armonía mas dul­
ce y variada; y en fin, aquel donde el poeta
Tampoco es de rigor en este verso el orden tiene mas campo para lucir su vivaz fantasía.
constante de los acentos, á no ser que se hagan En el verso endecasílabo es mas indispensa­
con él estrofas para cantar. Sin embargo un ble que en otro alguno la buena colocación de los
buen poeta, dotado de escelente oido, sabrá acentos. Estos sin embargo no tienen un puesto
colocarlos del modo que resulten siempre los fijo; varia su lugar, lo cual sirve para dar mu­
versos llenos y numerosos, evitando la floje­ cha flexibilidad al verso, y hacerle caminar con
dad á que suelen ser propensos por la suma fa­ mas rapidez ó lentitud, según convenga.
cilidad que ofrece su composición. Tiene también una cesura cuyo lugar varia,
De diez sílabas. Estos no se usan general­ pudiendo caer después de la cuarta, quinta,
mente sino para el canto ; y son de dos espe­ sesta ó séptima sílabas, alejándose de él de es­
cies. te modo la monotonía que se achaca justamen­
1.« Los que en medio tienen una pausa lla­ te á otros.
mada cesura, la cual los divide en dos partes El verso endecasílabo exige, cual ninguno,
¡3 78 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 79
oido delicado, y la constante lectura de nuestros mas en uso; y aun las dos últimas clases de
buenos poetas para acostumbrarse bien á su verso, el de arte mayor ó el Alejandrino se em­
armonía. Esta lectura enseñará mas en esta plean muy rara vez, habiendo estado del todo
! parte que todas las reglas que pudieran darse. abandonados durante muchos años. Unicamen­
I Ejemplo: te de algún tiempo á esta parte lian vuelto á
ser empleados en composiciones corlas, y el
Corrientes aguas, puras, cristalinas, de arte mayor en escenas de dramas; pero siem­
Arboles que os estáis mirando en ellas, pre con'parsimonia , porqueta constante uni­
Verde prado de fresca sombra lleno , formidad de su ritmo ó cadencia ofrece un mar­
Aves que aquí sembráis vuestras querellas, tilleo poco grato á los oidos españoles.
Yedra que por los árboles caminas Hemos dicho que la cesura es un descanso
Torciendo el paso por su verde seno, etc. sensible que se hace en medio del verso y en
el cual carga la pronunciación.
El verso de doce sílabas ó de arte mayor Este descanso ó apoyo no puede por lo tanto
tiene una cesura en medio y viene á ser como hacerse en ninguna sílaba conocidamente bre­
la reunión de dos versos de seis sílabas. ve, porque entonces se variaría su naturaleza,
y resultaría en la pronunciación como si fuese
A vos el apuesto complido garzón, larga. Así, pues, Garcilaso faltó á esta regla
Armándovos grato la péñola mia, cuando dijo:
Vos face omildosa la su cortesía
Con metros polidos vulgares en son; Juntándolos con un cordon los ato.
Ca non era suyo latino sermón
Trovar, e con ese cfecirvos loores:
Calonges ó prestes que son sabidores la última sílaba de Juntándolos es breve, y
La perla vos fa-blen de Tubo é Marón. para que el verso fuese bueno seria preciso
hacerla larga y pronunciar esa palabra como
En fin, el verso de catorces sílabas ó Alejan­ si hubiese Juntándolos.
drino, con una cesura en medio y que equivale Aunque esa pausa peculiar del Versó, sea
á dos de siete sílabas. distinta de las que exige el sentido y son co­
munes á la prosa, debe procurarse, en cuanto
sea posible, que concurran unas y olías en el
!¡ Yo Maestro Gonzalo de Berceo nomnado, mismo punto, pues nada produce efecto mas
Yendo en romería caescí en un prado
Verde é bien sencido , de flores bien poblado,. ingrato que haber de hacer un descanso nota­
Logar cobdiciadero para un lióme cansado. ble para que el verso sea numeroso, y hacerlo
► ■ precisamente donde el sentido no lo tolera. Es­
Pueden formarse otras combinaciones mé­ te otro verso de Garcilaso peca también contra
tricas; pero las anteriores son las que están esta regla.
80 MANUAL DE LITERATURA.
MANUAL DE LITERATURA. 81
¿Tus claros ojos á quién los volviste? vocales que según la pronunciación ordinaria
forman dos sílabas, porque asi, al recitar el ver­
El sentido exige que la pausa se haga en ojos, so, se pronuncian con una sola emisión de voz,
y la armonía en á. Leído del primer modo no y tan rápidamente que no forman mas que una
hay verso, y leido del segundo ya no hay sen­ sílaba : por ejemplo : cruel, leal, ahora. Esta
tido. licencia debe emplearse rara vez porque hace
Por lo que hace al modo de contarlas síla­ el verso duro, si bien hay parajes que lo con­
bas hay tres licencias que pueden tomarse, y sienten mejor que otros.
son las que se llaman sinalefa, sinéresis y dié­
resis. Le impele su lealtad á defenderle,
La sinalefa consiste en que cuando una pa­ Y le aconsejo leal cuanto hacer debe.
labra acaba por vocal y la siguiente empieza
también con vocal, se pronuncia la primera tan En el primer verso pudiera pasar la sinére­
rápidamente que casi se confunde con la se­ sis de leal; mas no en el segundo.
gunda , y por eso no se cuenta en el número La diéresis, al contrario, consiste en pro­
de las sílabas que debe tener el verso. Ejemplo: nunciar con bastante separación, de modo que
constituyan sílabas distintas, dos vocales que
Se despedaza en hórrido estampido. según la pronunciación ordinaria no forman
mas que una, como ruido, viuda. Dice Fray
En realidad este verso tiene trece sílabas Luis de León :
pero la sinalefa hace que las últimas de despe­
daza y hórrido se confundan con las primeras Con un manso ruido
de las' palabras que siguen, y por lo tanto des­ Que del oro y del cetro pone olvido.
aparezcan.
Se debe cuidar sin embargo de que el en­ También esta licencia se debe usar pocas ve­
cuentro de las vocales no sea tal que haga dura ces. En general, el buen oido del poeta es el
y desagradable la sinalefa: sucede esto si la juez de estas licencias; y el que le tiene deli­
primera sílaba es acentuada ó larga, v. gr. cado las evita, á fin de que sus versos salgan
fluidos y fáciles de pronunciar.
Y fui ambicioso donde hallé mi ruina. Finalmente, es de advertir que toda palabra
que acaba con sílaba en que carga el acento, se
La sinalefa fui arn , es demasiado difícil de llama aguda-, y toda aquella en que después
pronunciar para que se puedan contar las dos del acento hay todavía dos sílabas breves, tie­
sílabas por una sola. ne el nombre de esdrújulo. Corazón , es pues,
La sinéresis consiste en hacer diptongo dos agudo: cándido, esdrújulo. Por estension se
llaman agudos y esdrújulos los versos que
82 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 83
concluyen con una de ambas palabras, y llanos cundo, profundo, amor, ardor, dramático, en­
á los que no terminan ni.con esdrújulo ni con fático. Los antiguos no conocieron la rima* sus
lenguas armoniosas y eminentemente prosódi­
Todo verso agudo tiene una sílaba menos, cas no necesitaban en la poesía de mas encanto
porque la última en que carga el acento, vale, que el que resulta de la cadencia métrica del
verso; pero como las lenguas modernas les son
' Todo verso esdrújulo tiene una sílaba mas tan inferiores en punto á dotes musicales, se
porque la última no cuenta. ha querido suplir lo que Ies falta en melodía
El verso octosílabo es el que mas diferen­ con otro requisito que también fuese grato al
temente admite cualquiera de estas tres clases oido; y halagándole en estremo la repetición pe­
de terminaciones: sin embargo, la esdrujula no riódica de ciertos sonidos, se imaginó concluir
se debe prodigar. , , . los versos con palabras cuyas terminaciones
Los de menos sílabas no admiten la termi fuesen idénticas, á lo que se llamó rima, nom­
nación aguda ó esdrújula, sino en ciertas com­ bre derivado de la palabra griega rithmo.
posiciones donde se colocan periódicamente, y Los eruditos no están muy "acordes acerca
que se destinan al canto. del origen de la rima. Ilay quien la deriva de
El endecasílabo resiste toda otra terminación ios hebreos, y el Petrarca que atribuye su críaen
que no sea llana. La aguda se usa algunas á los sicilianos, cree que los áticos y los roma­
veces en composiciones jocosas , pero en se­ nos antiguos usaron ya del verso rimado como
rias no suenan bien, á no ser que, como ahora nosotros. No quedan de ello sin embargo mo­
suele hacerse, se le introduzca en estrofas don­ numentos, como no sea en algunos himnos re­
de vuelve periódicamente. El empleo del es­ ligiosos, compuestos ya en tiempo de la deca­
drújulo es muy raro y debe evitarse. dencia del imperio ó en la edad media. Otros
piensan que la rima fue traída por los pueblos
CAPITULO IV. septentrionales que destruyeron el imperio ro­
mano, pero es mas probable que se imitára de
De la rima ij del asonante. los árabes, y esta opinión debe tal vez prevale­
cer entre nosotros. Ya en el poema del Cid se
Réstanos hablar de uno de los adornos mas advierte un conato de imitar el monorrimo de
notables del verso, adorno peculiar de la poe­ aquel pueblo echándose mano á veces de ri­
sía moderna, y que contribuye sobremanera a mas inperfectas, por^t escasez de otras mejo­
distinguirla de la antigua. Es este adorno res, o por la rudezá^R Ja lengua, y el conso­
que se llama rima ó consonante. Se tienen dos nante prevaleció después ó tal punto , que las
palabras por consonantes cuando todas las le composiciones en alejandrinos conservaban la
tras, desele aquella inclusive en que carga el misma rima de cuatro en cuatro versos: hasta
acento, son enteramente iguales, como: na que la monotonía de este método hizo adoptar
MANUAL DE LITERATURA. 83
84 MANUAL DE LITERATURA, por salir del apuro emplee el poeta un conso­
la mezcla de consonantes, cruzándolos de dife­ nante cualquiera, ya sea una palabra ociosa, ya
rentes modos, lo cual dió origen á infinidad de una voz impropia ó absurda. La rima debe su­
combinaciones. . jetarse siempre á la razón; nunca esta puede
Gomo quiera que sea, la rima es un adorno sujetarse á la rima. Pero la razón y la rima,
del verso que agrada en estremo á nuestros aunque al principio parezcan enemigas, acaban
oidos y ayuda mucho la memoria para retener­ por hermanarse; y el poeta que se acostumbra
los. Suele ser, á la verdad, una traba incómo­ á ponerlas siempre acordes, lo consigue por
da pero la misma dificultad de hallarla sirve fin á tal punto, que ya lo hace sin esfuerzo.
tal vez al poeta. Por lo mismo que cuesta, se La rima es de un uso común á todas las na­
opone á la flojedad y descuido del escritor, ciones modernas; pero la lengua castellana tie­
porque obliga al ingenio á replegarse sobre si ne ademas otra especie de rima imperfecta, lla­
mismo para doblar sus fuerzas, y haciéndole mada asonante , tan propia y peculiar suya,
considerar bajo varios aspectos una misma idea, que la distingue en esta parte de todos los de­
le proporciona muchas veces espresiones mas mas idiomas. Consiste la diferencia entre el
acertadas y enérjicas que si no hubiese tenido consonante y el üsonante, en que el primero
aquel estímulo. exige que sean precisamente idénticas todas las
La rima debe variarse oportunamente para letras desde la vocal acentuada hasta el fin de
evitar el fastidio y cansancio que de otra suerte la palabra; y el segundo se contenta con que
resultaría: se ha de cuidar que sea tan fácil y sean iguales las vocales, prohibiendo que lo
natural, que no descubra estudio ni esfuerzo en sean también las consonantes. Asi, recio, nue­
el poeta, antes bien debe creerse que halló sin vo, feo, tormento son asonantes, pues son
trabajo la palabra que necesitaba; huyase con idénticas las vocales e, o, y distintas las demas
todo de ciertos consonantes harto comunes y letras.
triviales como los acabados en ado y ente-, y pro­ Los estrangeros perciben difícilmente la ar­
cúrese que la rima sea de aquellas que se lla­ monía que resulta del asonante; pero es tan
man ricas, es decir, formadas por terminaciones perceptible para oidos castellanos, que aun el
sonoras y no muy numerosas. Sin embargo, en hombre mas rudo , sin necesidad de estudio, la
esto debe evitarse la afectación, pues si bien el conoce al momento y se complace en ella. Lle­
uso de un consonante raro, suele dar al verso ga esto á tal punto, que, en los diptongos, solo
un giro notable y epigramático, esto suena bien se cuenta la vocal principal, desapareciendo
en el estilo jocoso, pecaren escritos senos des­ la otra para el uso del asonante, de suerte que,
luce la composición. ÉWnaturalidad ha de ser recio, fuero, viento son asonantes, y no hay es­
la prenda mas estimable y en caso de duda, pañol que al oirlos dude un solo ’ instante de
mas vale sacrificarle algo de la riqueza de la que lo sean. Usase el asonante en los versos pa­
rima. res de las composiciones, quedando libres de
Pero lo que nunca se permite, es que
MANUAL DE LITERATURA. 87
86 MANUAL DE LITERATURA,
producto tan espontáneo de ella, que se halla
toda asonancia ó consonancia los versos impares. en la conversación á cada paso, percibe el pue­
El asonante no varia como el consonante, sino blo fácilmente su armonía y hasta las gentes
que es el mismo desde el principio hasta el fin menos doctas le componen sin esfuerzo. Dió-
de toda composición en que se usa. Ejemplo: se á esta especie de composición el nombre de
romance, nombre que siendo el propio que el
El tronco de ovas vestido que se daba á la lengua, prueba su antiguo ori­
De un álamo verde y blanco gen y su popularidad, indicando que él y ella
Entre espadañas y juncos
Bañaba el agua del Tajo, nacieron juntos. Pero los romances mas anti­
Y las puntas de su altura guos noestaban en asonante como lo estuvieron
Del ardiente sol los rayos, después; sino que por el contrario, todos esta­
Y todo el árbol dos vides ban rimados, «yendo, como dice Juan de la En­
Entre racimos y lazos; cina, de cuatro en cuatro pies aunque no sea
Y al son del agua y las ramas en consonante sino el segundo y cuarto pie, y
Hería el céfiro manso aun los del tiempo viejo no van por verdaderos
En las plateadas hojas
Tronco, puntas, vides y árbol. consonantes.»
Las gentes toscas que componían y cantaban
estos romances eran, pues, poco escrupulosas
No se está tampoco muy acorde acerca del en la elección del consonante; teniendo tanta
origen del asonante y su introducción en nues­ mas razón para serlo, cuanto que por ser tan
tra poesía. Ya hemos dicho que en las obras claro y distinto el sonido de las vocales en cas­
correspondientes á su primera época , se en­ tellano, tiene tal vez mas valor que en otras
cuentran frecuentemente rimas imperfectas, lenguas, y el eco que dejan es naturalmente
porque el poco esmero, y lo tosco de la lengua muy perceptible á los oidos españoles, quedan­
no dejaban atinar con la rima exacta. Enton­ do en ellos una especie de armonía, que basta
ces , y aun muchos años después, el asonante á deleitarlos. Esto unido á la facilidad de hallar
solo se consideraba como un defecto de la ri­ tales asonantes, seria causa de que su uso se
ma; y hasta fines del siglo décimocuarto no multiplicase, halagando cada vez mas su pe­
estuvo autorizado su uso, ni menos regulari­ riódica repetición; y como inslintamente el
zado, como uno de los adornos de nuestra ver­ ingenio humano tiende á perfeccionar lo que
sificación. nos deleita, se hallaría por fin placer en re­
Sin embargo, desde tiempos muy antiguos, petir durante todo un romance , composición
habia nacido una poesía popular que se ocupa­ por lo regular corta, el mismo eco periódico, sin
ba especialmente en cantar y trasladar á las ge­ cuidar de que este eco fuese rima perfecta ó
neraciones futuras los hechos mas notables de imperfecta. Asi vemos que sucede en nues­
nuestra historia. Empleábase en ella el verso tros romances mas antiguos, en los cuales
octosílabo, el mas natural de nuestra lengua, y
SS&S
88 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 89

hasta se solia añadir una letra á las terminacio­ que resulta de su acertada combinación, for­
nes para lograr dicho eco. Por ejemplo: mando, por medio de cortes oportunos, perio­
dos mas ó menos largos, variados y numero­
Estábase el conde Dirlos, sos, todo da á esta clase de composiciones una
Sobrino de don Beltrane; belleza particular que las hace sobre todo muy
Asentado en las sus tierras, propias para asuntos graves y elevados, cam­
Deleitándose en cazare, peando en ellas, cual en ninguna, la pompa ó
Cuando le vinieron cartas sonoridad del lenguaje. Véase con qué arte es­
De Carlos el Emperante.
De las cartas placer hubo, tán hechos estos cortes en la siguiente epísto­
De las palabras pesare, la de Melendez:
Que lo que las cartas dicen
A él le parece male. En fin voy á partir, bárbara amiga;
Voy á partir y me abandono ciego
A tu imperiosa voluntad. Lo mandas:
Gomo quiera que sea, entrado el siglo dé- Ni sé ni puedo resistir: adoro
cimosesto, ingenios mas altos se apoderaron La mano que me hiere, y beso humilde
del romance, le perfeccionaron, y se intro­ El dogal inhumano que me ahoga. ,
dujo el uso'legítimo del asonante que por mu­ No temas ya las sombras que te asustan,
chos años quedó vinculado en esta clase de Las vanas sombras que te abulta el miedo
composiciones, hasta que desde el tiempo de Cual fantasmas horribles, á la clara
Lope de Vega se aplicó á composiciones de Luz de tu honor y tu virtud opuestas.
versos mas cortos, y en el siglo pasado se es-
tendió al verso endecasílabo. No obstante, el verso suelto no debe em­
A pesar del uso general de la rima en las plearse sino en casos raros y por poetas emi­
naciones modernas, algunas hay que con mas ó nentes. Su aparente facilidad engaña, dando
menos éxito han usado el verso suelto ó libre motivo á que la composición salga desaliñada,
de aquella traba. La española, una de las mas floja y lánguida; y decimos que es aparente,
sonoras, no podía menos de acometer esta porque en realidad ninguna clase de.verso pre­
empresa, y lo ha hecho con felicidad pero limi­ senta mas dificultades sino se quiere incur­
tando solo esta libertad al verso endecasílabo, rir en aquellas faltas. Es preciso que todos los
pues las demas clases de verso no la admiten versos sean sonoros, robustos y perfectos; que
de ningún modo. se ponga mayor esmero en la elección de las
La armoniosa cadencia del endecasílabo, la palabras, que se emplee mucho arte en los cor­
variedad de sus cesuras, la diferente coloca­ tes para que resulten periodos variados y nu­
ción de sus acentos que le hacen mas lento ó merosos; que las ideas, las imágenes sean tnas
mas ligero; la facilidad, en fin, de unir á la escogidas , mas grandes , mas sorprendentes;
armonía particular de cada verso, la general que haya en fin, mas poesía, y que el númen
90 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 91
del escritor preste tanta mas vida á la compo­ Es apenas un breve y veloz vuelo?
sición, cuanto menos apoyo encuentra en el Y no valdrán las puntas de tu rama,
ficticio pero hechicero halago de la rima. Ni tu púrpura hermosa,
Estas cualidades imprescindibles del verso A detener un punto
suelto hacen punto menos que imposible el em­ La ejecución del ado presurosa, etc.
plearle con feliz éxito en composiciones largas,
como son los poemas; y por lo mismo aconseja­ Los versos de silva, cuando están reunidos
remos siempre que se deje para composiciones en grupos iguales, volviendo periódicamente
que no pasen de dos ó trescientos versos. Aun los mismos metros y la misma combinación
así pocos son los poetas que le hacen tolerable. de consonantes, forman las estrofas de las odas
y canciones. No entramos en pormenores acerca
CAPITULO V. de las diferentes clases de estrofas que pueden
usarse , porque su número es infinito, y su
Principales combinaciones métricas composición está al arbitrio del poeta. Las mas
graciosas ó usuales se deben aprender en la
castellanas. lectura de los buenos autores.
La octava real se compone de ocho versos
Del empleo de las varias especies de metro endecasílabos: en los seis primeros los pares
y déla combinación de consonantes, han naci­ riman entre sí y también los impares, y los
do multitud de composiciones que seria pro­ dos últimos son pareados. Sirve especialmente
lijo y molesto enumerar en este sitio. Las prin­ para las composiciones heroicas y poemas épi­
cipales son.
La silva. Es una mezcla de endecasílabos cos. Ejemplo:
y versos de siete sílabas que se consideran co­
mo versos quebrados de aquellos. Esta compo­ ¿Yes el furor del animoso viento
Embravecido en la fragosa sierra,
sición emplea los consonantes alternados al ar­ Que los antiguos robles ciento á ciento
bitrio del poeta y aun admite versos sueltos Y los pinos altísimos atierra;
mezclados con los que llevan rima. Es suscep­ Y de tanto destrozo aun no contento,
tible de mucha gala y soltura, y nuestros me­ Al espantoso mar mueve la guerra?
jores poetas han sacado gran partido de ella. Pequeña es esta furia comparada
Sirva de ejemplo la siguiente de Rioja á la rosa: A la de- Filis con Alcino airada.

Pura encendida rosa, El terceto, se forma con el verso endecasí­


, Emula de la llama labo; y los diferentes tercetos se enlazan unos
Que sale con el dia, con otros, rimando el primero y tercero de
¿Cómo naces tan llena de alegría, cada uno con el seguudo del que le sigue. Sir­
Si sabes que la edad que leda el cielo ve para epístolas y sátiras. Ejemplo:
92 MANUAL DE LITERATURA.
MANUAL DE LITERATURA. 93

Fabio las esperanzas cortesanas Romper con furia las erradas puertas,
Prisiones son do el ambicioso muere O al sobornado siervo el hierro oculto.
Y donde al mas astuto nacen canas; El otro sus riquezas descubiertas
Y el que no las limare ó las rompiere Con falsa llave ó con violento insulto;
Ni el nombre de varón ha merecido, Y déjale al amor sus glorias ciertas.
Ni subir al honor que pretendiere.
El ánimo plebeyo y abatido Décima ó espinela. Inventada por Vicente
Elija en sus intentos’ temeroso Espinel, se compone de diez versos octosíla­
Primero estar suspenso que caído: bos, con una combinación de consonantes
Que el corazón entero y generoso siempre fija. En la buena décima, el sentido
Al caso adverso inclinará la frente debe quedar suspenso al fin del cuarto verso.
Antes que la rodilla al poderoso,
(Rioja.} Ejemplo:
Soneto. Es una composición en estremo Cuentan de un sabio, que un dia
artificiosa que' solo consta de catorce versos Tan pobre y mísero estaba,
endecasílabos divididos en dos cuartetos y dos Que solo se sustentaba
tercetos. En el segundo cuarteto se repite la De unas yerbas que cogía.
misma rima del primero, y esta en los terce­ ¿Habrá otro (entre si decia)
tos se combina de diferentes modos. Ademas Mas pobre y triste que yo?
Y cuando el rostro volvió
de esta dificultad material, tiene la de que solo Halló la respuesta, viendo
ha de contener un solo pensamiento conve­ Que iba otro sabio cogiendo
nientemente desarrollado , y terminando en el Las hojas que él arrojó.
último verso con un rasgo notable. Nuestros [Calderón.}
antiguos poetas le usaban mucho, y aun en el Quintilla. Se compone de cinco versos oc­
dia conserva grande estima. Muy pocos son los tosílabos, de los cuales tres riman entre sí, y
buenos, y uno de los mejores es el siguiente de los otros dos también; los consonantes alternan
Argensola:
al arbitrio del poeta, con tal de que los dos
Imágen espantosa de la muerte , últimos no sean pareados. Ejemplo:
Sueño cruel, no turbes mas mi pecho,
Mostrándome cortado el nudo estrecho, Galatea desdeñosa
Consuelo siempre de mi adversa suerte: Del dolor que á Licio daña,
Busca de algún tirano el muro fuerte, Iba alegre y bulliciosa
De jaspe las paredes, de oro'el techo; Por la ribera arenosa
O al rico avaro en el angosto lecho Que el mar con sus hondas baña.
Haz que temblando con sudor despierte. ” Entre la arena cogiendo
El uno vea el popular tumulto Conchas y piedras pintadas,
Muchos cantares diciendo
94 MANUAL DE LITERATURA. MANÜAL DE LITERATURA. 93
Con el son del ronco estruendo tos se deben terminar las menos veces que sea
De las ondas alteradas: posible en adjetivos; porque, entre otras ra­
Junto al agua se ponia, zones , el sentido de una cláusula no reposa
Y las ondas aguardaba,
Y en verlas llegar huia; también en un adjetivo, como en un sustanti­
Pero á veces no podia vo; y los mejores poetas han puesto en esto
y el blanco pie se mojaba. particular esmero.
[Gil Polo.) Se cuidará mucho de que no vayan seguidos
dos ó mas versos asonantados , ó que tengan
Redondilla. Se compone de cuatro versos consonantes poco deferentes, por el mal efecto
octosílabos , de los cuales riman el primero con que hacen en el oido. Así Baltasar del Alcá­
el cuarto y segundo con tercero. Ejemple; zar deslució la siguiente redondilla, bellísima
por otra parte, en la que hablando de la ta­
Pobre Geroncio, á mi ver berna dice:
Tu locura es singular.
¿Quién te mete á censurar Porque allí llego sediento,
Lo que no sabes leer? Pido vino de lo nuevo,
Mídenlo dánmelo, bebo,
Seguidilla. Composición corta de siete ver­ Págolo, y voime contento.
sos , de siete y cinco sílabas, dividida en dos
estrofitas asonantadas. Por la misma razón se evitará eh un mismo
verso la concurrencia de dos ó mas vocablos
El amor es un pleito asonantados, y mucho mas consonantados, por­
Pero en su audiencia, que su inmediación los hace monótonos y des­
Las mujeres son parte
Y ellas sentencian. truye la armonía.
Y aunque le ganen, §obre todo conviene desechar las voces in­
Condenados en costas útiles que suelen embutirse en el verso para
Los hombres salen. completarle ó concordar la rima, y á las que
se dá el nombre de ripio; pues no hay cosa
CAPITULO VI. que desluzca mas la versificación; y entiéndase
que no solamente es ripio una palabra, sino
Observaciones sobre la versificación. también en verso entero, y á veces hasta un
pensamiento. Cuanto no contribuye directa­
Concluiremos lo perteneciente al mecanismo mente al fin que se propone el poeta, ya para
del verso con algunas observaciones conducen­ espresar bien sus ideas, ya para dar belleza á
tes á su construcción mas perfecta. la composición, es fuerza suprimirlo sin mi­
Así los endecasílabos, como los versos cor- sericordia, por mas trabajo que cueste la en-
96 manual de literatura. MANUAL DE LITERATURA. 97

mienda. Este trabajo nunca le debe escasear el sus obras aquella espontaneidad, aquella loza­
poeta á fin de dar á sus escritos toda la per­ nía que debe reinar en ellas. Pero guárdense
fección posible. Sobre todo, los principiantes de adoptar semejante doctrina. El ingenio ja-
necesitan emplear mas esmero en la composi­ másse arredra con las trabas: al contrario, cre­
ción de sus ensayos, precaviéndose contra la ce y se fortalece con ellas, porque la misma
funesta facilidad que suelen encontrar á im­ lucha le obliga á desplegar todos sus recursos:
pulsos de su arrebatada fantasía, y del inmo­ si se le hace andar por un camino llano y fá­
derado afan de ver concluidas sus obras. Esta cil , Se adormece; cuanto produce es lánguido,
facilidad es bija por lo común del poco saber desaliñado, y lleva el sello de esa especie
y del mal formado gusto, que admiten como de sopor en que se encuentra. Fuera de esto,
de buena ley el oro falso, y dan paso sin discer­ jamás pretenderemos que el poeta, una vez
nimiento á cuanto engendra una imaginación perfeccionadas sus facultades, una vez dueño
fogosa que ignora todavía el camino del acier­ de cuantos medios guian al acierto, camine
to. La juventud es la edad del estudio, no la con paso lento y cobarde, arredrándose ante
de dar obras al público: no es entonces cuan­ los obstáculos, y perdiendo con vanas quis­
do se alcanza la gloria, salvas muy cortas es- quillas los momentos preciosos de la inspira­
cepciones, sino cuando se prepara uno para ción y los mas nobles destellos de la fantasía.
merecerla; el que se deja arrebatar por la im­ No por cierto; pero antes de llegar á este pun­
paciencia, tras de ver malogrado su deseo, to, necesita un largo trabajo preparatorio; y
suele inhabilitarse para lo sucesivo; y los solo cuando por medio de él ha perfeccionado
aplausos efímeros dados á obras de poca valía, su estilo, cuando se ha formado el gusto,
hechas sin la debida conciencia, son seguidos cuando ha contraido la costumbre de hacer
tal vez de un eterno olvido. En la juventud es bien, solo entonces puede correr, entregarse
cuando se forma el estilo , cuando el escritor á las inspiraciones; ser tan espontáneo como
adquiere, tanto las buenas prendas que, han quiera; porque ya instintivamente encuentra
de distinguirle, como los defectos que deslu­ lo bueno, desecha lo malo, y alcanza la per­
cirán sus obras. Si no se aplica á consolidar­ fección sin esfuerzo. En una palabra ; el que
se en aquellas y á evitar estos, en breve tales se acostumbra á hacer las cosas bien desde un
defectos se harán en él una segunda naturale­ principio, llega á hacerlas con tanta prontitud
za, y vendrán á ser el carácter dominante de como otros hacen las malas, pero el que des­
cuanto salga de su pluma. de un principio no teme ser chapucero , y
Sabemos muy bien que no faltará quien di­ perdónese lo bajo de la espresíon, chapucero
ga á los jóvenes en contra de estos consejos, será toda su vida.
que el poeta debe entregarse á la inspiración;
que cuanto contribuye a enfrenarla, no hace
mas que cortar las alas al ingenio, y quitar á
!
MANUAL DE LITERATURA. 99
98 MANUAL DE LITERATURA.
con las mismas palabras, y sin mas que algu­
nas ligeras alteraciones en la inversión.
CAPITULO VIL
Diferencia entre el estilo poético y el de la En el prolijo término del dia
Con paz inalterable y alegría,
prosa. Algunos ratos leo, otros escribe;
Así ocupado vivo;
Hemos manifestado con la estension que en Y sin otros afanes, de este modo
nna obra de esta clase es posible, las diferen­ Me sobra mucho tiempo para todo.
tes reglas que sirven para llegar á la perfec­ Esta es, amigo atento,
ción del lenguaje, ya en prosa, ya en verso; La deliciosa vida que te cuento:
y por lo dicho se na debido conocer la gran Si te agrada por quieta y por sencilla,
diferencia que existe entre estos dos modos de Vente á vivir conmigo á aquesta villa.
espresar nuestros pensamientos. Pero esta di­
ferencia no aparece hasta ahora, sino en la Estos versos con que termina don Gregorio
material construcción de la frase, siendo la de Salas su observatorio rústico, en nada se
prosa una série de periodos de distinta esten­ diferencian de la prosa anterior, y no mere­
sion y medida ; y distinguiéndose de ella úni­ cen el trabajo que habrán costado, pues no
camente el verso en que tales períodos se su­ añaden belleza alguna.
jetan á una medida, y se dividen en porciones Lo contrario sucede con los siguientes ver­
simétricas de determinadas dimensiones. sos, lomados, sin embargo, de uno de nuestros
Pero mezquina é incompleta seria la idea mas sencillos poetas, Fray Luis de León.
que se diese de la poesía, si á esto solo se re­
dujera su definición, y no merecería tan ma­ Entonces veré cómo
terial diferencia el trabajo mayor que cuesta La soberana mano echó el cimiento
el escribir en verso. Pondremos un ejemplo. Tan á nivel y plomo,
Supóngase que un amigo residente en el cam­ Do estable y firme asento
Posee el pesadísimo elemento.
po, escribe á otro: Veré las inmortales
«Durante el término prolijo del dia, con Columnas do la tierra está fundada,
alegría y paz inalterable leo algunos ratos y Las lindes y señales
otros escribo; asi vivo ocupado; y sin otros Con que á la mar hinchada
afanes, me sobra mucho tiempo para todo. La Providencia tiene aprisionada.
Esta, atento amigo, es la vida deliciosa que te
cuento; si por quieta y sencilla te agrada, ven­ Si se ponen en prosa, tendremos:
te á esta villa á vivir conmigo.v «Entonces veré como la mano soberana
Este trozo de prosa, en que nada hay de echó tan á nivel y plomo el cimiento do el ele-
notable, puede sin embargo ponerse en verso
í*-
1 00 MANUAL DE LITERATURA
MANUAL DE LITERATURA. <01
mentó pesadísimo posee estable y firme asien­
to. Veré las columnas inmortales do está fun­ Sin salir del ejemplo anterior, vemos que
dada la tierra: las lindes y señales con que la esta diferencia ha consistido:
Providencia tiene aprisionada á la mar hin­ En el uso de inversiones lícitas en el verso
chada » y no consentidas en la prosa.
Aquí ya no sucede lo mismo que antes : es­ En el de imágenes y figuras que en prosa
te trozo de prosa parecería mal por su falta de serian exageradas.
naturalidad, por la introducción dé algunas En el de voces esclusivamente propias de la
voces nunca usadas, por ciertas perífrasis poesía.
ajenas de la claridad, y por epítetos que dan En dar á ciertas espresiones un sentido ó sig­
á la frase un aire afectado y pedantesco. En nificación que en el lenguaje común no tienen.
prosa debería decirse : en vez de mano sobera­ En dar á los nombres epítetos mas atrevi­
na , Dios ó el Ser supremo en vez de pesadí­ dos y con mas profusión que en la prosa.
simo elemento, el mar: en lugar dedo, donde-, Finalmente en ciertas licencias permitidas
y columna, por colana No se daría á la mar en el verso y no en la prosa, como quitar
él epíteto de hinchada, niá columnas el de ó añadir letras á algunas palabras, variar los
inmortales; tampoco se diría poseer firme ci­ artículos, etc.
miento, sino tener firme cimiento. Hay mas: Daremos ejemplos de todos estos casos.
las imágenes que pintan á la tierra sosteni­ Inversiones. En la poesía se invierte con
da por columnas, y el mar aprisionado , y mucha mas libertad que en la prosa el orden
con asiento, son demasiado atrevidos para la lógico y gramatical de las palabras, como cuan­
prosa que se contiene siempre dentro de lími­ do se separan los pronombres de los sustanti­
tes mas estrechos. Todo esto prueba que in­ vos á que se refieren, los adjetivos de las pa­
dependientemente de la versificación , prescin­ labras que califican, los artículos de los nom­
diendo también de la mayor inversión en el or­ bres á que van unidos. Ejemplos:
den de las palabras, hay en aquel trozo de *' »
poesía algo que le distí&gue de la mera prosa. Estos, Fabio; ¡ay tm(rr que ves ahora
Por consiguiente, la buena prosa puesta en Campos de soledad. (Bi'ojo).
verso puede no ser poesía por faltarles ciertas Por aquel de los miseros gemido. [Herrera],
circunstancias propias de esta; y vice-versa, la O ya sus alas sacudiendo negras. [L. Moratin],
buena poesía hace también mala prosa , por el En la que va á crecer floresta umbria. [Id].
defecto contrario, por tener ciertas cualidades
que no convienen á la prosa. En otros térmi­
nos : la poesía prosáica es mala , y también lo Ninguna de estas separaciones de palabras
es la prosa poética. Luego hay gran diferencia se permitiría en la prosa.
entre el lenguaje de la prosa y el de la poesía. Imágenes. Existen muchas ideas abstractas
cuya sencilla espresion, ó bien seria ohscura
103 MANUAL DE LITERATURA.
102 MANUAL DE LITERATURA,
y poco inteligible para el lector, ó bien se pre­ El corazón entero y generoso
sentaria bajo una forma vulgar y poco grata á la Al caso adverso inclinará la frente
poesía. Entonces conviene buscar algun objeto Antes que la rodilla al poderoso.
en la naturaleza que pueda representarlas,
á esta representación de las operaciones inte­ Figuras. Las comparaciones , las metáfo­
riores del ánimo con palabras que espresan ac­ ras, las perífrasis, las prosopopeyas, son mas
ciones esteriores y visibles, es á lo que se da frecuentes, mas brillantes y atrevidas en le
el nombre de imágen; y si en la prosa es un poesía. El prodigarlas en la prosa suele ser una
adorno agradable que siempre tiene mérito em­ afectación ridicula; pero la poesía las busca
pleado con tino y mesura, en la poesía es un y se complace con ellas. Inútil es añadir
requisito indispensable; pues la poesía, por de­ aquí mas ejemplos á los que hemos presenta­
cirlo así, vive de imágenes, y saca de ellas su do al tratar de este asunto. Solo diremos que
mayor gala y hermosura. El mérito de la imá- en poesía son mas comunes las perífrasis, y
gen estriba principalmente en presentar al que en vez de citar á una persona, ó á un ob­
entendimiento un cuadro que pudiera trasladar jeto muy conocido, por su nombre propio , se
fácilmente al lienzo el pincel de un pintor: suele usar de cierto rodeo, v. g., el cantor de
cuando falta este requisito la imágen es defec­ Tracia, por Orfeo; el hijo de Peleo, por Aquiles;
tuosa. el conquistador del Asia, por Alejandro.
Los ambiciosos desprecian la muerte: hé aquí Pero aunque las imágenes y figuras son
una sentencia que nada tiene de particular , y esenciales en la poesía, conviene no hacerlas
un moralista no la presentaria de otro modo; tan artificiosas, que se conviertan en una espe-
pero en boca de un poeta seria vulgar, y asi pecie de enigma, ó degeneren en ridiculas. No
Rioja le da una novedad y una viveza estraor- se diga con Lope, hablando de rosas:
dinarias cuando dice;
Las hijas de los pies de Venus bellas;
Y la ambición ¡JhBicfde la muerte.
ni para mencionar las trompetas:
El mismo Rioja para encarecer el poderío Tantas lenguas de bronce hablando el viento.
de Trajano, dice de él:
Tampoco es bella la comparación de Ville­
Ante quien muda se postró la tierra. gas cuando refiriéndose á la hermosura de Ve­
nus, pregunta.
Y para representar esta máxima: «El varón
justo quiere mas sufrir los infortunios que adu­ ¿Quién es el hortelano de sus lises?
lar al poderoso;» dice el propio poeta:
404 MANUAL RE LITERATURA. MANUAL D>E LITERATURA. 1 OS
Y Balbuena se esprésa con trivialidad er¿ la poesía que á la prosa; y algunos hay que
este verso: desterrados de esta, son sin embargo ya fami­
liares á aquella. Ufanía , relazar, abastar,
En la incierta baraja de los- dias. desamorado, encruelecerse, enseñorearse , cui­
ta, anhélito , graveza, aquejar, braveza, por-
Voces poéticas. La poesía es mas atrevida fioso, retejer, viente, esplendor, enseña, es­
que la prosa en adoptar voces peregrinas; combrar , repastar, descreído, rebramar, con­
pues que esta se contenta con tener una pala­ cento , desplader , reluchar, cuidoso, boscaje,
bra exacta para espresar cada idea; y aquella sombroso, rimbombe, retumbo, y otros muchos,
apetece muchas mas cualidades. habían desaparecido de nuestra lengua; pero
Sin embargo, en punto á voces técnicas y han sido rehabilitados por Melendez y demas
otras que el uso toma de lenguas eslrañas para restauradores del buen gusto.
espresar objetos ó ideas nuevas, es la poesía También es muy frecuente entre los poetas
mucho mas cauta que la prosa, la cual puede dar á pueblos, sitios, rios, los nombres que
tener á veces esta necesidad para darse á en­ antiguamente tenian, en vez de los actuales,
tender; pero la poesía respeta infinitamente la como Ibero por Ebro, Betis por Guadalquivir,
lengua, y repele tanto mas las voces exóticas Gades por Cádiz, el mar Herciíleo por el estre­
cuanto que tiene mayor licencia para usar de cho de Gibraltar, la Bética por Andalucía, etc.
perífrasis y metáforas. Finalmente, asi como hay voces propias de
Las voces compuestas son de mas uso en la poesía, hay otras que disuenan en ella, y
poesía que en prosa; y hacen un bellísimo efec­ que es preciso, ó no emplear nunca, ó evitar
to en aquella , muchas que en esta serian afec­ cuanto se pueda; de este modo son aunque, sin
tadas. Lope pinta con gran belleza el undísono embargo, por eso, por tanto, en cuanto, sien­
mar. Garcilaso dice: do asi, por consiguiente, por lo mismo, etc.,
y los adverbios en mente, los superlativos, y
Mas mortífero siempre y ponzoñoso. otras muchas que hacen el lenguaje en estre-
mo prosáico.
Ercilla: Acepción diversa de las voces. Ya hemos
Y las aves aligeras del cielo. visto el ejemplo de poseer por tener-. Rioja po­
ne pesadumbre por peso:
Herrera:
El flamigerorayo se desata. Las torres que desprecio al aire fueron
A su gran pesadumbre se rindieron.
Voces todas á un tiempo espresivasy armo­
niosas. Remitir por deponer:
Los arcaísmos sientan igualmente mejor á
4 06 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 407

por siquiera, entonce por entonces, mientra,


Remite al aire el desabrido ceño.
por mientras, etc.
La de aumentar alguna sílaba ó letra al fin
Proceder por adelantarse: de ciertas palabras: como felice por feliz, pece
El oro, la maldad , la tiranía por pez, feroce por feroz.
Del inicuo procede y pe sa al bueno. La de juntar el artículo masculino con nom­
bre femenino. Ejemplos:
Epítetos. En la prosa se debe usar con mu­
cha economía de los epítetos: el lenguaje poé­ Rayaba de los montes el altura.
(Garcilaso. j
tico admite algunos que en aquella sobrarían. Traspasa el alta sierra, ocupa el llano.
Ejemplo: (Fr. Luis de León. |
Sale de la sagrada La de suprimir á veces el artículo. Ejemplo:
Cipro la soberana ninfa Flora ,
Vestida y adornada
Del color de la aurora A Encélado arrogante
Con que pinta la tierra, el cielo dora. Júpiter poderoso
De la nevada y llana Despeñó airado en Etna cavernoso.
Frente del levantado monte arroja
La cabellera cana La de faltar en algunas ocasiones á la cons­
Del viejo invierno, y moja trucción gramatical de los verbos, como cuan­
El nuevo fruto en esperanza y hoja. do Fr. Luis de León dice:
[ Francisco de la Torre.)
Y mis ojos pasmaron.
Licencias. Hemos ya hablado de las que se por se pasmaron.
suelen tomar algunos poetas en el modo de La de admitir ó variar algunas letras en las
contar las sílabas por medio de la sinalefa , dié­ últimas sílabas, como insine por insigne, con­
resis y sinéresis. Hay ademas alguna? otras tino por continuo, respetoso por respetuoso.
que aquí diremos. Todas estas licencias se deben usar sin em­
La de suprimir alguna letra ó sílaba al prin­ bargo con grandísima economía, porque sue­
cipio ó en medio de las palabras; como crueza len ser el recurso de los malos poetas para sa­
por crudeza, espirtu por espíritu, ruga por lir del apuro en que les ponen lastrabas de la
arruga, desparecer por desaparecer, despiadado versificación.
por desapiadado. Se ve, pues, cuán grande es la diferencia
La de suprimir alguna letra ó sílaba al fin que existe entre el lenguaje poético y el de la
de las palabras: como do por donde, siquier prosa. Esta diferencia no estriba solo en la ver-

4
MANUAL DE LITERATURA. 109
108 MANUAL DE LITERATURA, prosa, y este instrumento es el verso que todo
sificacion: depende de otras cualidades todavía lo puede, y solo él lo puede todo. La audacia es
mas esenciales, peculiares de la poesía. No es en él naturaleza, y le está bien como sienta
solo la forma eslerior la que distingue estas bien al fuerte.
dos especies del lenguaje, sino también las cua­
lidades intrínsecas, aquellas que forman el alma SECCION TERCERA.
de un escrito, y le dan la vida que tiene. La
prosa no puede en esto elevarse nunca á la altura PRINCIPIOS FILOSÓFICOS COMUNES A TODAS LAS
de la poesía; y cuando lo intenta se hace enfática COMPOSICIONES LITERARIAS.
y ridicula. Los adornos poéticos son como cier­
tas galas que sientan bien á los reyes y á los Sabemos ya escribir en prosa y verso; résta­
altos personajes; pero que deslucen aun mas á nos aplicar estos conocimientos á la compo­
las gentes bajas, toscas y groseias. En esto nos sición de los diferentes géneros de obras lite­
fundamos para desqchar lo que se llama prosa rarias que pueden ocurrir, manifestando al
poética, la cual, en su género, nos parece tan propio tiempo las reglas particulares de cada
mala como el verso prosáico. La prosa poética uno. Pero antes de emprender esta tarea, cree­
es mala porque aspira á lo que no puede alcan­ mos oportuno presentar algunas consideracio­
zar, porque es un niño que toma los aires de nes acerca de ciertos principios generales que
gigante; porque se asemeja á la rana de la fá­ no es posible desatender cuando se trata de be­
bula, reventando por querer hincharse hasta llas artes y literatura. La belleza, la imitación,
igualar al buey en su tamaño. La prosa puede el gusto, ofrecen varias cuestiones interesan­
elevarse indudablemente á una grande altura, tes que, á la verdad, no haremos mas que to­
y pruebas de ello nos suministra el estilo ora­ car, por no consentir otra cosa la naturaleza
torio; pero este es el punto mayor á que debe de este manual, pero sobre las cuales es pre­
llegar: mas allá traspasa sus límites. Y ¿por ciso decir algo. Ademas, como hasta ahora los
qué? Porque la prosa está destinada á conte­ modelos principales en literatura y bellas ar­
nerse en la esfera de la realidad, mientras la tes han sido las obras que nos han dejado la an­
poesía vive en las regiones de la imaginación. tigüedad, como de ellas están sacadas todas las
Así como su forma esterior, el verso, es una reglas retóricas y poéticas, y como en estos
cosa que no existe en la naturaleza, del mis­ últimos tiempos se ha puesto en duda la legi­
mo modo su objeto va también mas allá, y su timidad de tales reglas, conviene examinar la
vuelo sube á donde no existen séres creados. índole de aquellas obras, hasta qué punto in­
La imaginación del hombre, su pensamiento, fluyó en ellas el espíritu de los pueblos y épo-
penetran donde el lenguaje usual no puede se­ cas para que se hicieron; y si las revoluciones
guirlo; para trasladar lo que allí vemos, lo posteriores han ocasionado mudanzas necesa­
que allí sentimos, necesitamos de un ins­ rias en el sistema literario. Esto nos dará la
trumento mas poderoso, mas eficaz que la
110 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. lll
solución de la tan debatida cuestión entre clá­ al artista, todos, para alcanzarlos conocimien­
sicos y románticos. tos que necesitan, practican dos operaciones
indispensables y diferentes: observan y me­
CAPITULO I. ditan.
La observación, la meditación, hé aquí las
De la belleza, de la creación de lo bello, y del dos fuentes de nuestros conocimientos. La pri­
buen gusto. mera pertenece á los sentidos; la segunda cor­
responde al entendimiento.
Instruir persuadir, deleitar : estos tres fines, Si el hombre se limitase á observar, conoce­
va unidos, ya separados, puede proponerse el ría hechos, pero hechos aislados, sin enlace
escritor. El primero es mas propio del filosofo, unos, con otros: no formaría de ellos una teoría
el segundo del orador, el tercero del poeta acomodada á sus necesidades, á sus usos, se­
El filósofo instruye enseñando la verdad; el gún los casos y los tiempos.
orador persuade mostrando el bien; el poeta Si al contrario, no hiciese mas que meditar,
deleita manifestando la belleza: el uno se dirige se perdería en vanas abstracciones, en sueños
al entendimiento, el otro al corazón, y el ul­ quiméricos, estaría en un continuo delirio, y
timo á la imaginación. careciendo de base sólida, nada le daría tam­
El filósofo, para hallar la verdad, observa los poco la reflexión acomodada á sus necesidades.
fenómenos del mundo, ya material, ya inte­ Pero la meditación sobre los hechos obser­
lectual, ya moral, ya político: recoge ciertos vados, requiere que estos se hallen presentes
hechos, y luego los compara y combina paia al entendimiento. El hombre no observa los he­
sacar de ellos deducciones y doctrinas. chos sino unos después de otros, no todos á la
El orador, para conocer lo que al hombre le vez: luego para verlos á la vez, es preciso que
parece bien, examina sus pasiones, sus afec­ hava en él una facultad que los deje impresos
tos, sus hábitos, cuanto ejerce influencia en en’su mente. Esta facultad es la memoria que
su corazón; y deduciendo igualmente ciertos conserva los hechos y los presenta juntos á la
principios, 'medita los medios de aplicarlos meditación.
La memoria es pues el receptáculo de todos
°P°ElUpo?ta”lpara conocer la belleza, observa los hechos recogidos, y también de todas las
todos los objetos de la naturaleza y la sensa­ deducciones producto de la meditación sobre
ción grata ó desagradable que producen; y del estos hechos : es un almacén donde existe cuan­
examen de estas bellezas particulares, se ele­ to necesitan el filósofo, el orador, el poeta,
va, discurriendo, al tipo de otra belleza supe­ el artista, cuanto van á buscar para sus obras.
rior á todas. , ■i Pero cuando alguno de estos saca de semejante
Vemos, pues, que, así el filosofo, como el fondo esos preciosos materiales, cuando con
orador, como el poeta, y lo mismo le sucede ellos labra el objeto que se propone, se dice
z

MANUAL DE LITERATURA. 113


11 2 MANUAL ve literatura .
buscarán en el mundo real objetos que se les
que pone en juego su imaginación. La imagi­ parezcan. A manera de las operaciones quími­
nación no es, pues, mas que un vivo recuerdo cas, los diferentes elementos arrebatados por
de cuanto hemos visto y observado, y de las la imaginación á la memoria se han combina­
deducciones que hemos hecho meditando acer­
ca de ello. Combinamos estos elementos; y do, asimilado, y sin perder su naturaleza, se
presentan sin embargo bajo una forma parti­
muy á menudo el resultado de esta operación,
cular que en la naturaleza no existe. Semejan­
es crear un objeto que tal vez en nada se pa­ te operación es tan importante, que á ella sola
rece á lo que existe. se debe el que á las obras de literatos y artis­
La imaginación es por consiguiente el patri­
monio de todos los hombres, así del filósofo tas se les pueda dar el nombre de creaciones.
De otro modo no serian mas que copias, y co­
como del poeta: aquel la ejerce sobre cosas pias insípidas, sin entusiasmo y sin alma.
que atañen al mundo intelectual; este se en­ Para no divagar, nos contraeremos aquí á lo
cierra en el mundo material y visible. A nos­ bello: cuanto se diga acerca de él puede luego
otros nos corresponde solo tratar de la imagina­ por estension aplicarse á lo bueno y aun a lo
ción en el orador y el poeta. verdadero. Lo bello, siendo el objeto princi­
La memoria, cargada de hechos, imágenes y pal de la poesía y bellas artes, merece por esto
representaciones diferentes, engendra, pues, nuestra preferencia.
la imaginación. La edad, madre de la esperien- Lo bello tiene su origen en el mundo material,
cia, la fortalece, los libros la escitan, los pro­ en la naturaleza esterior; y por lo dicho resul­
ductos de las artes la encienden , la vista del ta , que para crear lq&ello, la imaginación , por
mundo las engrandece, el clima y suelo nativo medio de la memoria, saca de ese mundo ma­
la exaltan y le dan una dirección determinada. terial una infinidad de objetos bellos: sigue
De todas estas circunstancias nace necesaria­ luego la operación de compararlos, combinar­
mente la diversidad que se nota entre las artes los; y el ingenio saca de esto deducciones, en­
y las literaturas de diferentes épocas y países. trando en una série de abstracciones, median­
Pero, como hemos dicho, la memoria no te las cuales se eleva á la creación de este ti­
presta á la imaginación del orador y del poeta po ideal, que en nada se parece á aquellas be­
mas que los materiales para lo bueno y lo bello: llezas elementales, pero que tiene su germen
para llegar á estas dos cualidades, se necesita en ellas, como la planta florida y hermosa tie­
la otra operación que es obra de la inteligen­ ne su gérmen en la semilla que se arrojó á la
cia, del ingenio, operación de la mayor im­ tierra.
portancia, puesto que realmente da él sér al Estas dos operaciones distintas, la material
tipo que de uno y otro nos formamos. Cuan­ de recoger los elementos de la belleza, la in­
do este tipo existe en la mente del orador y telectual de elevarse la mente á la creación del
del poeta , y con referencia á él han dado estos tipo ideal, conviene mucho distinguirlas; por-
á luz algunas de sus creaciones, en vano se *
114 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 113

que estriba en estola gran diferencia que reina modelos tenia, copiándolo en seguida , en vez
entre nuestro modo de considerar la belleza de de lograr su objeto, hubiera formado un sér
las creaciones artísticas, y el que han tenido monstruoso , cuyas diferentes partes, por be­
hasta aquí la mayor parte de los teóricos. llas que fuesen separadamente, carecerían de
Partiendo estos del principio de que nada la necesaria proporción y armonía. Luego ne­
existe en el entendimiento que no sea obra de cesitó hacer la operación difícil y delicada de
los sentidos, han dado á la belleza y á las crea­ dar unidad á tantas partes distintas , para que
ciones de las artes que la reproducen, un ori­ el todo saliese perfecto; y esto no le era po­
gen puramente sensual, según ellos, la perfec­ sible sin referirlas todas á un tipo ideal que
ción de las obras del artista consiste en que éste ya existiría en su mente, como producto de
observando las formas mas acabadas de la natu­ reflexiones y estudios anteriores. Aun hay mas:
raleza física, y las cualidades que sobresalen con esa elección de lo mas bello y perfecto que ca­
mayor brillo en la intelectual y moral, llega da joven tenia , ¿era en él posible sin que tam­
á formar tipos que, por la reunión de mil bién existiese aquel mismo tipo ideal para ser­
bellezas repartidas en diversos séres, esceden virle de punto de comparación y advertirle dp
á la de cada uno de ellos en particular. Sobre si la elección estaba bien ó mal hecha? Pero
esto asentaron el principio de la imitación, no es esto solo: aun después de pintada la imá­
principio , en su entender , fundamental y es— gen con la artificiosa reunión de todas aquellas
elusivo de las bellas artes; pero al hacerlo in­ bellezas particulares, tendría la copia de una
currieron en una petición de principio: pues mujer bellísima , pero no la Venus que se le
¿cómo habría ocurrido a$ll artista esa idea de pedía. Esta Venuá^no era una mortal, sino
reunir las cualidades bellas esparcidas entre una Diosa : era preciso dar á la pintura aquel
varios séres, si no hubiera existido en su mente aire celestial propio del sér divino á quien re­
la concepción de un tipo mas acabado que los presentaba; y ¿en qué parte de la naturaleza
que le presentaban los sentidos? Si al obser­ podía hallarlo para trasladarlo á la copia? Ni
var lo bueno, no se le ofreciese la idea de lo en las jóvenes que le presentaron, ni en to­
mejor , ¿fuera tal cosa concebible? das las mujeres del mundo lo encontraria. Esa
' Cítase el ejemplo de Zeuxis que habiendo re­ fisonomía divina, ese sér de una naturaleza
cibido de los atenienses el encargo de pintar desconocida, inaccesible á las miradas del hom­
una Venus perpétua , pidió que se le presenta­ bre , nopodia existir sino en la mente de Zeu­
se cierto número de jóvenes escogidas entre las xis , como productos de sus meditaciones, de
mas bellas de Atenas, para elegir de entre sus ideas acerca de la divinidad, sus atributos
ellas las facciones mas perfectas, con cuyo con­ y perfecciones; y como tal, era una creación
junto pudiese ofrecer la imágen de la Diosa. puramente suya, en la cual no había tenido
Pero si Zeuxis se hubiese limitado á recono­ parte alguna la imitación de la naturaleza. V
cer lo mas bello que cada uno de aquellos esto no es una vana suposición. Todos los an-
MANUAL DE LITERATURA. 117
116 MANUAL DE LITERATURA,
tiguos hablan del carácter divino dado por Fi- placer que resulta 'de ella no es solo material,
dias á su Júpiter Olímpico, en cuya frente sino que tiene en él gran parte el entendimien­
había dejado el artista grabado el sello de su to. Por esta razón pueden ser bellos, conside­
omnipotencia sobre el mundo y sobre los dio­ rados bajo este punto de vista, objetos que en
ses. Esta misma’naturaleza divina se advierte la realidad serian horribles ó asquerosos. La
en el Apolo del Belvedére, en la Venus de parte que tiene en ellos el entendimiento les
Médicis. ¿Dónde halló Rafael la admirable es- quita toda su fealdad, convirtiéndolos en obje­
presion de la figura del Salvador en el Pasmo tos de placer. Asi vemos con gusto en el cua­
de Sicilia? ¿De qué mujeres sacaba Murillo la dro de Santa Isabel, de Murillo, lo que en la
fisonomía celestial de sus vírgenes? Y contra realidad nos daria náuseas: asi el grupo de
vendónos á la literatura, ¿dónde estaba el mo­ Laoconte despedazado á par con sus hijos por
delo del Aquiles de Hornero? ¿Dónde fué á bus­ las serpientes, no nos inspira el espanto que
car el Taso su Armida? ¿Quién ofreció á Mil­ tan horrible eseena nos causaría si fuese cier­
lón el tipo de Eva? ¿De qué mujer sacó Lope ta : así las lágrimas que vertemos en una tra­
de Vega la esclava de su galan? ¿De qué hom­ gedia son dulces y nos complacen.
bres Calderón galanes tan enamorados, pun­ Y deaqui resulta ademas que la sensación que
donorosos y valientes? Algunos rasgos halla­ nos inspiran las obras del arte, es un amor pu­
rían de ciertas cualidades esparcidos aquí y ro y desinteresado hácia ellas. Si fuesen solo
allí; pero aquel conjunto tan acabado, tan per­ una mera copia de objetos terrestres, la idea de
fecto, tan admirable, no lo han hallado, sino que se hallan estosó nuestro alcance nos inspi­
en su mente: es una creación de su portentoso raría el deseo de poseerlos; mas siendo la belle­
ingenio. za que encierran, una cosa ideal, que no existe,
La teoría, pues, de la imitación pura en lite­ no anhelamos poseerla, porque esta posesión es
ratura y bellas artes, es mezquina , incomple­ imposible. Antes bien, al contemplarla, se en­
ta, poco digna de la naturaleza elevada del grandece nuestra alma, y nos persuadimos que
hombre; y si se quiere dar una verdadera idea semejante belleza no puede ser otra cosa mas
de las creaciones de la imaginación , es preciso que un destello de la divinidad, una de sus
decir que hay en ellas dos elementos: í.° Las fases que nos presenta para que la adoremos;
impresiones de los sentidos con los recuerdos y así le rendimos una especie de culto, y con
que de ellas conserva la memoria. 2.° La con­ ella nuestra alma se purifica.
cepción racional de la belleza. Pero esa concepción racional, ese ente de ra­
Queda, pues, sentado que la belleza en lite­ zón, cuando le tenemos en la mente, si que­
ratura y bellas ajtes es una concepción racio­ remos comunicarle á los demas, es preciso que
nal que sugiere a la mente la idea de una for­ echemos mano de medios materiales, que lo
ma mas cercana á la perfección que la que per­ presentemos bajo una forma sensible: por ejem­
ciben los sentidos ; y que por consiguiente , el plo , el literato de la prosa ó verso, el escul-
MANUAL DE LITERATURA. H9
118 MANUAL DE LITERATURA,
Esta teoría, entendida del modo que acaba­
tor del mármol, el pintor de los colores. De rnos de manifestar, puede dar márgen á con­
aquí pueden resultar dos cosas: ó esta for­ sideraciones de la mayor importancia.
ma alcanza á reproducir la idea que tene­ Ahora bien, si existe en la mente del ai -
mos en la mente , ó no alcanza, quedándose lista un tipo ideal de la belleza , ¿existirá
inferior. En el primer caso el objeto que se también un criterio que dé á conocer si los
ofrece á nuestros ojos es bello; en el segundo objetos se acercan mas ó menos á aquel mode­
caso es sublime. Lo sublime no es mas que lo? En otros términos: ¿existirá un buen gusto.
una belleza que no podemos espresar. Esta Esto no nos parece indudable.
imposibilidad en que se encuentra la mente de La palabra gusto significa en su acepción li­
reducir á imágen sensible lo que concibe, le teral y primitiva, uno de los cinco sentidos
da á conocer al propio tiempo su pequenez y corporales por el cual percibimos y distingui­
su grandeza, hace que el alma pierda de su mos las varias impresiones que hacen en nues­
energía, y venga á quedar sumida en el abati­ tro paladar ciertos cuerpos: y por estension y
miento. Asi, lo infinito, no teniendo forma metafóricamente, se ha dado este nombre á la
que lo esprese, es sublime, y lo es por consi­ capacidad que tenemos para percibir, conocer
guiente todo lo que tiene algún punto de con­ y apreciar aquellas cosas que al oir las com­
tacto con lo infinito , como el mar, una mon­ posiciones literarias, ó al ver cualquier produc­
taña cuya frente se pierde en las nubes, un to de las artes, hacen en nosotros una impre­
precipicio sin fondo , la rapidez del huracán, sión placentera ó desagradable: llamándose por
el poder de las tempestades. Un rio cuyas dos lo mismo también gusto á la mayor ó menor
orillas abarca nuestra vista, pudiendo contem­ aptitud que tiene cada individuo para distin­
plar su9 márgenes floridas y risueñas, sus guir lo que es bueno ó malo, bello ó deforme
aguas que plácidas se deslizan, es un objeto en dichas composiciones.
bello, porque fácilmente hallamos medios de El gusto existe en el literato para dar a sus
representarlo; pero conforme se aleja de su obras aquellas cualidades que las hacen bue­
origen, y sus márgenes se van apartando, ca­ nas; y existe en los lectores para conocer si
recemos de términos de comparación, la idea dichas obras tienen estas cualidades. Pero en
se engrandece, y se convierte por fin en subli­ ambos casos los fundamentos del gusto son los
me, cuando ya no vemos las orillas y va ¿per­ mismos. En ambos conserva la mente del es­
derse en el Océano. critor ó del lector un tipo ideal al que se refie­
Basta lo dicho para conocer lo que se debe re la obra y con el cual se la compara , á
entender por belleza en literatura. Entrar en fin de conocer la distancia que hay de aquel á
mas pormenores seria ya ajeno de este lugar; esta. Los grados de proximidad á aquel tipo
solo hemos querido rectificar un principio er­ marcan los grados de belleza en la obra i es­
róneo en nuestro concepto, y que ha servido pecio del escritor ó del oyente: pero no se de-
de fundamento á la teoría de las bellas artes.
120 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 121
duce de aquí que la conformidad de la obra con te, un solo buen gusto en todos los géneros.
el modelo sea prueba de buen gusto, mientras Pero ¿quién enseña al escritor á conocer
este modelo no sea también perfecto. Buen aquellos elementos? ¿Cómo logra su inteligen­
gusto no le tendrá sino aquel que logre for­ cia combinarlos del mejor modo posible y ele­
mar en su mente el tipo de la mas acabada be­ varse á la concepción del verdadero modelo9
lleza en cada género. Esto supone dos facultades: una natural, otra
Para la formación de ese tipo, hemos di­ adquirida. La natural es aquella con que Dios
cho que la imaginación saca de la memoria los ha dotado al escritor al criarle, es un don es­
elementos de belleza que le convienen, y que pecial que recibe al entrar en este mundo; y
luego el entendimiento los combina de modo por lo tanto, no es igual en todos los hombres.
que llega por último á concebir aquella belle­ Esta facultad natural tiene ella misma dos orí­
za especial que no existe en la naturaleza. Pero genes. El uno sensual, el otro intelectual. Si
la imaginación, al sacar de la memoria dichos ios elementos de la belleza se los suministra
elementos, no puede hacerlo desacordadamen­ al escritor el mundo material, esta percepción
te, sino que es preciso que elija lo que mas le entra , como lo hemos dicho ya, por los sen­
hace al caso; no entra con la hoz en aquel vasto tidos: y el efecto que en estos hagan aquellas
campo á cortar las mieses sin distinción algu­ bellezas naturales, determinará su elección:
na, sino que á manera del que se halla en un el hombre, pues, que tenga mas esquisita sen­
jardín, elije las flores mas bellas para formar sibilidad , ese elegirá los elementos que mas
un ramo; y asi también como este ramo no le convenga a! tipo que debe formarse.
hace amontonando las flores cogidas sin orden La segunda facultad , que corresponde á la
ni concierto, sino que los va dándola coloca­ combinación de dichos elementos, es puramen­
ción conveniente para que aquel aparezca vis­ te intelectual, obra de la inteligencia, y por
toso , así el entendimiento necesita de un ar­ consiguiente estriba en que esta sea mas ó me­
te y un esmero particular para combinar de­ nos perfecta.
bidamente los elementos de belleza que le han Luego la concepción del tipo ideal déla be­
suministrado sus recuerdos. lleza depende de la sensibilidad y de la inteli­
Si, pues, debe haber elección en los ele­ gencia del escritor. Para que ese tipo sea per­
mentos de belleza que suministra la memoria, fecto, es preciso que la sensibilidad sea esqui­
por no ser todos igualmente aplicables ; si en sita, y la inteligencia suma; y el modelo que
los varios modos de combinarlos hay también aquel se forme no será completo, si falta en él
mas ó menos acierto, resultará que algunos la sensibilidad ó la inteligencia, ó si alguna de
de aquellos serán los mejores, y solo una estas dos cualidades se halla en un grado infe­
combinación será la mas acertada; es de­ rior á la otra.
cir, que habrá en todo caso un modelo úni­ La sensibilidad y la inteligencia son cualida­
co, perfecto, de la belleza; y por consiguien- des naturales; pero son también susceptibles
122 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 123

de perfección, yen esto estriba la facultad de que ha visto; y asi, los elementos de belleza que
perfeccionar el gusto y adquirirlo bueno. Fácil­ sacamos de ella no pueden ser otros que los
mente nos podemos convencer de esta verdad que nos han rodeado desde nuestra infancia.
con solo reflexionar acerca de la inmensa su­ La inteligencia se ejercitará sobre ellos con la
perioridad que la educación y el cultivo de las misma eficacia en todas partes; pero si en todas
arles dan á las naciones civilizadas sobre las partes no son igualmente bellos, el resultado
bárbaras, y también acerca de la que en una tampoco lo seré. De aquí nacen las diferencias
misma nación tienen los que han estudiado so­ de gustos que se notan en diversos paises y
bre los hombres rudos é ignorantes. La sensi­ en distintas épocas. El habitante del Norte, el
bilidad natural se embota ó se perfecciona, se­ del Mediodía, el que reside en Europa ó Asia,
gún son groseros ó delicados los objetos que ven continuamente al rededor suyo una natu­
afectan continuamente los sentidos. El que á raleza distinta; luego los elementos de Delleza
todas horas está rodeado de olores desagrada­ que sacan de estas distintas naturalezas son
bles, se acostumbra á ellos, mientras provocan también diversos; y aunque la capacidad inte­
náuseas en aquel que aspira sin cesar perfumes lectual sea la misma, tiene que ser otro el tipo
deliciosos: el tacto adquiere con el uso una de­ ideal déla belleza. Asi lo bello para el que vi­
licadeza suma, como sucede á los ciegos en ve en medio de los floridos campos andaluces,
quienes muv á menudo hace veces de la vista: no es lo bello para el habitante de las nevadas
el ejercicio, en fin , y la costumbre de recibir montañas de Suiza; y el que vive bajo un go­
sensaciones placenteras, perfeccionan indefi­ bierno pacífico, alejado de los negocios, no
nidamente los sentidos. En cuanto á la in­ puede tener ciertos gustos que son naturales
teligencia , está fuera de toda duda su perfec­ al que se agita continuamente en medio de las
ción por el ejercicio y el estudio, y de ello es­ tormentas políticas, propias de los estados li­
tamos viendo mi! ejemplos diarios. Luego si la bres. Luego el clima , la naturaleza esterior,
sensibilidad y la inteligencia son perfectibles, la religión, el gobierno, las costumbres, son
también debe serlo el gusto. otras tantas causas que influyen en la variedad
Peró hay una gran diferencia entre la per­ de gustos.
fectibilidad debida á la sensibilidad y la que De aquí podemos decir que existe en el hom­
tiene su origen á la inteligencia. Esta se bas­ bre su origen variable del gusto, y otro perma­
ta á sí propia, dependiendo únicamente su ma­ nente. El variable es el que proviene de los
yor ó menor eficacia del grado de la misma sentidos: el permanente es el debido á la inte­
con que Dios ha dotado al individuo. Pero la ligencia. Aquel origen tiende muchas veces á
perfectibilidad debida á la sensibilidad, depen­ pervertirlo, porque depende de causas transi­
de de la naturaleza visible tal como la presen­ torias, no siempre favorables al buen gusto: el
cian nuestros ojos. Nuestra memoria no puede segundo origen, por el contrario, tiende conti­
ofrecer á la imaginación sino recuerdos de lo nuamente á rectificarlo, porque la razón le ilu-
124 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 125

mina. Esta, á la verdad, será insuficiente, mien­ meras indicaciones, sin perjuicio de que cuan­
tras sean desfavorables las circunstancias que tío se ofrezca señalemos su influencia en los
rodean al hombre; pero varíen estas, ó ensán­ diferentes géneros de literatura. Desde luego,
chese la esfera de los hechos materiales; ten­ V sin que entremos en muchos pormenores, po­
ga la inteligencia mayor campo para la compa­ demos hacerlo respecto de la literatura anti­
ración; pueda verificar sus combinaciones en gua y de la moderna.
mas estensa escala; y no pasará mucho tiem­
po sin que se sienta su benéfica influencia en CAPITULO IV.
la mejora del gusto. Así se ha visto repetidas
veces, no solamente en los individuos, sino tam­ Diferencias esenciales entre la literatura antigua
bién en las naciones. y la moderna. Clasicismo. Romanticismo.
Resulta, pues, de todo lo dicho, que existe
un buen gusto, porque puede existir en la men­ Cuando atendemos á la enorme diferencia
te del hombre un modelo perfecto de la belle­ que existe entre la civilización antigua y la ci­
za que sirva de punto de comparación al gus­ vilización moderna; á la revolución tan porten­
to; que la formación de semejante-tipo depende tosa y completa que ha tenido lugar desde unos
de dos facultades: la sensibilidad y la inteligen­ tiempos á otros en religión, gobiernos, usos é
cia ; que estas facultades, siéndonos concedi­ ideas, podemos asegurar que los antiguos y mo­
das por Dios en diferente grado , darán á cada dernos han vivido en dos mundos enteramen­
individuo mas ó menos aptitud para concebir te distintos. Los hechos recogidos por la ob­
el referido tipo; que sin embargo, la sensibili­ servación en ambos mundos han debido ser por
dad y la inteligencia son susceptibles de per­ consiguiente de todo punto diversos, y la me­
fección , y por consiguiente lo es también el moria de unos y otros pueblos se ha poblado de
gusto; que la sensibilidad es una causa varia­ recuerdos que por la mayor parte no tenían en­
ble, y de ella dependen las variedades del gus­ tre sí relación alguna. La imaginación, pues,
to en los individuos y en las naciones; y que la al sacar de la memoria semejantes recuerdos
inteligencia es una causa permanente, que para crear sus concepciones, ha debido produ­
tiende por lo tanto á la rectificación del gusto. cir obras de naturaleza totalmente distintas; y
Esta teoría del gusto, y la que hemos esta­ la parte variable del gusto dependiente de es­
blecido acerca de la belleza, unidas ambas, co­ tos recuerdos, de estos elementos contrarios
mo se vé, con tan estrecho víneulo, y deduci­ de belleza, ha tenido que dar al gusto de los
das una de otra, pueden servir para la esplica- pueblos, bajo ambas civilizaciones, un carácter
cion de multitud de fenómenos literarios. En especial con notables diferencias.
un curso completo de literatura se les daría El olvido casi absoluto en que durante mu­
mayor estension, y se harian esplicacioues. En chos siglos estuvieron la mayor parte de las
un manual como este hay que limitarse á estas obras de la antigüedad, arraigó fuertemente el
126 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 147

nuevo gusto en Europa, y creó una literatu­ mos entrar en algunos pormenores sobre la
ra. Guando,aquellas obras se desenterraron , y civilización anligua y moderna, y dar una idea
esparciéndose por todas partes, fueron estu­ de las causas que establecen entre ellas tan pro­
diadas y comprendidas, las bellezas que encer­ funda diferencia. Al hablar de los antiguos,
raban, unidas al peso de la autoridad que lle­ nos referiremos solo á los griegos, porque su li­
vaba consigo todo cuanto procedía de una era teratura es la que mas conocemos, fuera de la
de esplendor y gloria , hubieron de dar origen á latina, la cual no es mas que un reflejo de
una reacción; y el entendimiento vacilante entre aquella, y por decirlo así, una misma literatu­
los hechos antiguos y los modernos, dudó ra traducida á distinta lengua.
en conceder la victoria á uno de los dos gustos, Los griegos vivían en medio de una socie­
emprendiendo una obra larga de comparacio­ dad primitiva, y eran por consiguiente muy
nes y combinaciones nuevas, para fijar defini­ poco varios los elementos de su civilización: así
tivamente el tipo de la belleza. Hubo pueblos es que la sencillez fue el carácter predominan­
é individuos que se decidieron por las formas te en todas sus obras. Cercanos todavía á la
de la literatura antigua, aunque cediendo siem­ naturaleza, se hallaban identificados con ella,
pre en algo al influjo de las modernas ideas: y la reproducían con una verdad admirable.
hubo otros que persistieron en el camino nue­ Presentándose á sus ojos en toda su hermo­
vamente abierto, y se lanzaron de un modo re­ sura, sin que los caprichos del hombre la hu­
suelto en él para crear con fecundidad porten­ biesen desfigurado, tenían la mas perfecta idea
tosas obras que en nada se parecían á las que los de la belleza esterior y de las formas; pero es­
primeros admiraban: hubo en fin luchas entre ta idea jamás se separó de la sencillez: antes
ambos sistemas en los cuales alternativamente bien, se consideraban las dos tan íntimamente
llevaron uno y otro lo mejor de la batalla; mas unidas, que lo sencillo era requisito indispen­
por último, reconocidos todos los campos, ana­ sable de lo bello. Por lo mismo que eran los
lizadas las causas y los efectos, el entendimien­ primeros observadores de la naturaleza, se pa­
to ha venido á decidir que ambos sistemas pue­ raron solo en las formas esteriores, reprodu­
den ser legítimos; que, producto de diferentes ciendo los fenómenos visibles sin indagar sus
civilizaciones, los elementos de belleza que causas. En su pintura se proponían únicamen­
cada una de estas ha suministrado, aunque de te imitar sus galas; y cuando retrataban al hom­
diversa naturaleza, son igualmente aceptables, bre, tampoco cuidaban mas que del hombre es­
porque los últimos, por nuevos, no eran malos; terior, sin profundizaren sus afectos interiores.
resultando de aquí dos géneros de belleza á la Cierto es también que estos se limitaban á los
par admirables, y que no se escluyen el uno al ímpetus naturales del cirazon humano, no mo­
otro : así como el que sea una rosa bella, no se derados todavía por una civilización avanzada,
opone á que un clavel también lo parezca. y sin mas freno que la fuerza. En presencia
Para aclarar nuestro pensamiento, necesita- dol individuo, solo el temor los contenía; en
128 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 129
presencia de la sociedad solo una ley opresora muladas en los códigos que al efecto nos ha
los hacia enmudecer; en presencia de la divi­ dejado la antigüedad; pero que por lo mismo
nidad, solo un destino inflexible determinaba no han podido ser todos aplicables á otros sis­
su curso. Fatalismo en la religión , abnegación temas nacidos en medio de civilizaciones muy
de sí propio en política, materialismo en las distintas.
ideas; amor de lo bello, y sencillez en todo; Con efecto: si de los pueblos antiguos pasa­
tales fueron los caractéres del pueblo griego, mos á los modernos, advertimos desde luego
tales los que se reprodujeron en su literatura, entre ellos una diferencia esencialísima, cual
particularmente en la dramática que es siem­ es la diversidad de elementos que han entrado
pre el reflejo mas fiel de la civilización de un á componer la sociedad de unos y otros. Pocos
pueblo. Su fatalismo hacia que los dioses in­ y uniformes en los primeros, son muchos y con­
tervinieran en la trama y desenlace de los dra­ tradictorios en los segundos. Por esta razón la
mas, hasta en las pasiones que animaban á los sociedad antigua llegó en breve á su mayor
personajes, y en el lenguaje con que se pro­ perfección, y la moderna ha tardado muchos
ducían. Como esclavos de la sociedad, casi to­ siglos en organizarse, no pudiendo decirse aun
das las tragedias y comedias tenían un fin polí­ que haya llegado al resultado final que prome­
tico. Por el materialismo que los dominaba, te la combinación de aquellos elementos. De
jamás habia lucha de afectos , sino la espresion aquí mayor complicación en las relaciones so­
sin rebozo de pasiones vehementes. Su senci­ ciales, mas variedad en los afectos y caractéres,
llez les hacia huir de toda complicación en los mas obscuridad en los hechos, mas dificultad
argumentos; y su pasión por lo bello no permi­ en conocerlos y esplicarlos. De aquí desterrada
tía sino formas regulares, aunque se pecase la sencillez primitiva para dar lugar á la con­
por frialdad y monotonía. Todo su sistema li­ fusión intrincada. De aquí la necesidad de mas
terario está, por decirlo así, personificado en la tiempo y mas espacio para desarrollarse los he­
estatua griega. Desnuda de adornos supértluos, chos y darse á conocer los hombres. Pocas pa­
y aislada, buscaba solo la sencillez y la regula­ labras bastaban para pintar al impetuoso Aqui-
ridad en las formas; y así como en un princi­ les, al soberbio Agamenón: acaso es preciso un
pio no se esculpían grupos, los cuales solo fue­ libro entero para revelar los arcanos del cora?,
ron ya conocidos tarde, así puede decirse que zon de un Cromwell ó un Felipe II.
en literatura y en todas las artes no se conocían El primer elemento que entró á combatir y
tampoco, presentándose los objetos como en modificar la sociedad antigua, fué la substi­
los bajos relieves, sin combinación, sin com­ tución del cristianismo á la religión anterior­
plicación de ninguna especie. De estas condi­ mente establecida; novedad que solo ella de­
ciones indispensables de aquella civilización bía ser causa de una revolución asombrosa en
especial, se llegaron á deducir todas las reglas todas las cosas, y principalmente en la litera­
de su sistema literario ; reglas que fueron for- tura. Con la religión cristiana quedó destruido
9
130 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 131
el materialismo que predominaba en todas las do para el amor , sino desde el momento en que
obras antiguas, reemplazándole aquel esplri­ ha sido emancipada. Para hacer otra cosa mas
tualismo que, sin cuidarse de las formas este- que desearla, para amarla realmente, era pre­
riores, penetra en las causas de los fenómenos, ciso ennoblecerla, hacerla igual al hombre: y
las estudia y las esplica; y despreciador de la Ja mujer entre los antiguos fué siempre un sér
belleza corporal, solo estima la del alma. Con muy próximo al esclavo. No les inspiraba mas
ella dejó de ser el fatalismo la única norma de afecto que el que produce la contemplación de
las acciones humanas; el libre albedrío permi­ la belleza: la amaban como la mas bella entre
tió que estas fuesen buenas ó malas , según la las cosas bellas; pero la amaban como amaban
intención que las ocasionaba, y admitido el fre­ una bella estatua, como amaban un hermoso
no de la voluntad propia, hubo lucha y contras­ templo, como amaban un pensil ameno, cual
te de afectos, y diversidad de la conducta de un objeto destinado solo á procurar deleites.
los hombres. Gon ella, en fin, se ennoblecieron La emancipación de la mujer es debida al cris­
ciertas pasiones; y adquiriendo una importan­ tianismo: de esclava pasó á ser igual al hombre;
cia que antes no tenían, crearon situaciones, en­ después por una especie de reacción sublime’
gendraron vicios y virtudes que no se conocían, llegó hasta ser objeto de adoraciones; y á par
y que contribuyeron á la complicación asom­ de la mas ardiente devoción, se vió la mas no­
brosa del nuevo estado del hombre. ble galantería y la cortesanía mas refinada.
Entre estas pasiones nuevas, aunque parezca Otra emancipación que verificó el cristianis­
paradoja el decirlo, fué la principal el amoi. mo, fué la de los esclavos. ¿Sobre qué bases
El amor que tanto papel hace en la literatura estaba fundada esta religión divina? Sobre la
moderna, se muestra apenas en la griega, ni fraternidad de todos los hombres en la fé de
aun en el teatro donde mas papel ha hecho Jesucristo, y sobre la igualdad de todos los hom­
siempre. Solo una tragedia griega, Fedra, se bres ante Dios. Jesucristo vino al mundo para
funda en él; y aun allí no se presenta como todos los hombres, se ha dirigido á todos, se ha
una pasión natural, propia del hombre, sino sacrificado por todos; luego todos tienen igual
como un castigo impuesto por el cielo. Mas derecho á sus ojos para salvarse y ser admi­
¿cómo era posible que el amor se presentase en tidos en su seno. De aquí nació el dogma de
la literatura, cuando no existia en la sociedad"? la fraternidad y de la igualdad , aun en este
Para que haya amor en la sociedad, es preciso mundo, que los primeros cristianos empeza­
que haya objeto en quien recaiga; y entonces, ron á poner en práctica. La esclavitud quedó
por decirlo asi, la mujer no existia. Los grie­ poco á poco abolida, y se establecieron nuevas
gos pusieron, á la verdad, entre sus dioses á relaciones sociales y nuevos hábitos en el
Cupido; pero Cupido no es el amor verdadero; pueblo.
es solo el deseo, el apetito, única cosa que En el orden moral, contribuyó el cristia­
los antiguos conocían. La mujer no ha existi- nismo del modo mas eficaz á la mejora de las
MANUAL DE LITERATURA. 133
132 MANUAL DE LITERATURA,
Trajeron ademas nuevos principios de go­
costumbres: procuraba inspirar á los magnates bierno , nuevos gérmenes de movimiento y vi­
de la tierra sentimientos mas suaves, mas jus­ da á naciones degeneradas. Al ponerse en con­
ticia en sus relaciones con los débiles; y en es­ tacto dos civilizaciones tan opuestas, la una ru­
tos infundió sentimientos y esperanzas supe­ da , áspera , violenta y salvaje , pero enérgica
riores á aquellas á que su destino diario les y llena de vida y porvenir; culta la otra , ade­
condenaba. lantada , pero muelle en su refinamiento, y
En el orden intelectual comunicó una acti­ sin vigor por su misma vetustez; al tenerse
vidad asombrosa á los espíritus, promoviendo que combinar, por la fuerza de los aconteci­
cuestiones, sembrando doctrinas'y preceptos mientos , tan opuestos principios, tan encontra­
mucho mas sublimes que cuanto la antigüedad dos intereses, el estremecimiento fué terrible; y
babia conocido, y dando al desarrollo del en­ el resultado de tan tremendo choque fué pro­
tendimiento humano una estension, una varie­ porcionado á su magnitud. La Europa cambió
dad hasta entonces ignoradas. de faz, de leyes, de costumbres de organiza­
Por consiguiente, mientras el politeísmo de ción política y social; y en medio de estos
los griegos era favorable álos vuelos de la ima­ trastornos; y por el efecto del roce continuo
ginación, la cual se espaciaba con deleite en el de vencedores y vencidos, el estado intelectual
campo de la naturaleza , poblando la tierra, y moral de unos y otros padeció necesariamen­
el cielo, el mar, el aire mismo, de mil séres te profundas y notables alteraciones. Los ger­
fantásticos que animaban el universo; los rí­ manos perdieron parte de su barbarie: y del
gidos y severos principios del cristianismo ale­ modo que fué posible, adoptaron la lengua,
jaban al hombre de la tierra , le reconcentra­ las arles y las instituciones de los vencidos:
ban mas y mas dentro de sí mismo , le hacían los habitantes antiguos se contagiaron con la
mas grave , mas melancólico, mas inclinado á rudeza de los conquistadores, adquirieron su­
sondear su propio corazón, como quien tiene cesivamente parte de su energía y fiereza, y
que dar cuenta algún dia de sus acciones, de adoptaron muchos de sus hábitos, leyes y cos­
sus palabras, hasta del mas leve pensamiento. tumbres. Los dos pueblos se fueron de esta
Otro elemento poderoso de revolución en la manera lentamente aproximando, hasta i que
sociedad y por lo mismo en la literatura, fué borrada la línea divisoria que los separaba, lle­
la invasión de los pueblos septentrionales que garon á formar una sola nación , una sola raza,
destruyeron el imperio romano. Trajeron aque­ en cada una de las monarquías que brotaron
llos pueblos un carácter enérgico que contrasta­ cuando la destrucción del imperio.
ba con la indiferencia y apatía á que habían El cristianismo, que sirvió maravillosamente
llegado las caducas razas del vasto coloso que para verificar esta fusión, adquirió por lo tanto
se desmoronaba por todos lados, mas bien en una influencia inmensa, y sus principios se
fuerza de la disolución interior que le corroía, desarrollaron con mas vigor por donde quiera.
que á les golpes de los bárbaros conquistadores.
134 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 133

Con la mezcla del heroísmo grosero, pero consagrado principios absolutos, haciéndolos
fiel, de los conquistadores septentrionales, y superiores á todos los embates y argumentos
los sentimientos del cristianismo, nació la ca­ de la razón calculadora.
ballería , aquella hermosa institución que tenia La caballería, el amor y el honor, lié aquí,
por objeto encadenar con votos sagrados á unos pues, los objetos de la poesía que naturalmen­
guerreros todavía feroces, alejando asi del es­ te brotó entre las nuevas naciones á principios
píritu militar el bárbaro abuso de la fuerza, de la edad media , derramando por Europa sus
á que por desgracia se siente demasiado pro­ producciones con increíble abundancia. Aque­
penso. Bajo la salvaguardia de la virtud caba­ lla época tiene también su mitología fundada
lleresca, el amor, como ya hemos dicho, to­ en las leyendas y la caballería; pero el heroís­
mó otro carácter mas puro y sagrado; y llegó mo y lo maravilloso de ella son de un géne­
á ser un sublime homenaje hacia séres que, en ro totalmente opuesto al heroísmo y maravi­
la naturaleza humana, parecían destinados á lloso de la antigua mitología. Esta, conser­
acercarse mas que ninguno á la naturaleza de vando eterna juventud y lozania, sonríe á la
los ángeles. La misma religión consagraba, imaginación , y no tiene rival cuando trata de
por decirlo así, semejante culto, presentando materializarlo todo: la de los siglos medios,
bajo una forma divina á la veneración de los melancólica y fantástica, que lodo lo espiritua­
mortales, lo mas puro y tierno que existe en liza , templa algún tanto su lloroso semblante
la tierra, que son la inocencia de una virgen ó la intensidad de su pasión con ficciones orien­
y el amor de una madre. tales. Aquella tiene sus dioses, sus faunos,
Como el cristianismo no se contentaba, cusí sus ninfas, su jardin de las Hespérides: esta
le sucedía al culto de los falsos dioses, con ce­ presenta los mal intencionados gigantes, los
remonias vanas, sino que se dirigía al corazón generosos caballeros, los magos favorables y
del hombre y á sus mas ocultos afectos , para adversos , las cuevas encantadas. y los pala­
enseñorearse de ellos; el sentimiento enérgico cios de Alcina. La religión sensual de los grie­
de la libertad interior, la noble independencia gos no prometía sino bienes esteriores y tem­
del alma que se niega á doblar la rodilla ante porales; la inmortalidad , aun cuando llegaron
el yugo de las leyes positivas, se refugiaron á creer en ella, no se presentaba ásus ojos sino
en los dominios del honor. La moral que re­ en lontananza, como una sombra, como un sue­
sulta del honor, aunqne mundana, pretende ño ligero, reflejo de la vida ante cuya luz bri­
marchar de frente con la moral religiosa , y llante desaparecía. La mira del cristiano es
aun se atreve algunas veces á ponerse en con­ precisamente inversa : la contemplación de lo
tradicción con ella ; sin embargo reúnelas un infinito ha revelado la nada de cuantas cosas
rasgo de semejanza muy pronunciado. La reli­ tienen límites: la vida presente se sepulta en
gión, lo mismo que el honor, jamás calcula la noche, y no brilla con una existencia real
las consecuencias de las acciones; y ambas han sino mas allá de la tumba. Semejante reli-
•136 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 1 37
gion despierta todos los presentimientos que predispone mas á la melancolía, donde en lar­
dormitan en el fondo del alma y los pone en gas horas de aislamiento , el hombre busca en
evidencia; confirmando aquella voz secreta la meditación y el estudio los placeres que le
que nos dice que aspiramos á una felicidad in­ niega la vista de la naturaleza. Otras naciones,
asequible en este mundo , donde ningún objeto ya por efecto de su clima, ya por la influencia
perecedero puede llenar el vacío de nuestro de estrañas literaturas, como la antigua y la orien­
corazón, y donde todo goce no es mas que una tal, según diremos en su lugar, participan de
ilusión fugitiva. Asi es como la poesía de los otros caractères que las distinguen.
antiguos era la de los goces, y la nuestra es la Gomo quiera que sea , y tomados en consi­
del deseo: aquella se fijaba en lo presente; la deración únicamente los caractères generales
otra se mece entre los recuerdos de lo pasado, y mas distintivos de las dos literaturas, los
y los presentimientos del porvenir, antiguos veian lo ideal de la naturaleza huma­
j Y no se crea que la melancolía de que está na en la feliz proporción desús facultades, y
mpregnada la literatura moderna, se exhala • en su armónica concordancia : los modernos
siempre en quejas monótonas. Asi como la tra­ al contrarío, tienen el sentimiento profundo
gedia griega ha sido con frecuencia enérgica y de una desunión interior , de una doble natu­
terrible á pesar del aspecto sereno bajo el raleza en el hombre, que hace aquel ideal im­
cual aquellos pueblos contemplaban la vida, posible de realización. Su literatura aspira sin
así la poesía moderna, tal cual acabamos de cesar á conciliar, á unir íntimamente los dos
pintarla , puede recorrer todos los tonos, des­ mundos entre los cuales nos sentimos dividi­
de la tristeza hasta la alegría; pero algo se en­ dos, el de los sentidos y el del alma. Se com­
cuentra siempre en ella de vago que descubre place igualmente en santificar las impresiones
su origen; los afectos son mas íntimos, la ima­ sensuales con la idea del lazo misterioso que
ginación menos sensual, el pensamiento mas las adhiere á sentimientos mas elevados, y en
reflexivo. Sin embargo, en la realidad los lí­ manifestar á los sentidos los movimientos mas
mites se confunden algunas veces, y los obje­ inesplicables de nuestro corazón. En una pa­
tos no se muestran siempre enteramente des­ labra , da un alma á las sensaciones, y un
prendidos unos de otros, y cual necesitamos cuerpo al pensamiento.
verlos para formar de ellos una idea clara y No debe estrañarse, por último, que los
distinta. griegos nos hayan dejado en todos los géneros
Este baño de melancolía, esta vaguedad in­ modelos mas acabados. Tendían hacia una per­
definible, no se muestra, á la verdad, en igual fección determinada , y hallaron la solución
grado en todas las modernas literaturas euro­ del problema que se propusieron: al contrario,
peas. Predomina mas en las naciones del nor­ los modernos, cuyo pensamiento se pierde en
te donde el hombre es mas inclinado á la con­ las inmensidades de lo infinito, no pueden
templación , donde el aspecto de la naturaleza nunca quedar satisfechos de sí propios, y á
438 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 439

sus obras mas sublimes les queda siempre al­ un nuevo análisis, para ver cuáles son ó no
guna imperfección que las espone á que su mé­ aplicables ahora, y hacer la separación conve­
rito real no sea bien conocido. niente. Asimismo, el análisis de las obras que
Confesamos que en las reflexiones anteriores ha producido el sistema moderno deberia su­
hay bastante de abstracto y metafísioo; pero gerir preceptos nuevos , que unidos á los anti­
asi era preciso, porque no de otro modo se guos subsistentes, formarían la nueva teoría
puede esplicar la diferencia entre dos sistemas, literaria adaptable á las naciones modernas.
de los cuales, el uno es todo material, y el otro Desde luego y aplicando á ellas nuestra teo­
espiritual en sumo grado. Era forzoso ademas ría del gusto, se vé que quedarían desechadas
entrar en estos pormenores, porque tampoco de muchas de las que proceden de los elementos
otro modo se puede resolver la tan debatida variables suministrados por la civilización, y
cuestión entre clásicos y románticos; cuestión subsistirían las que se apoyan en las faculta­
que por la importancia que se le ha dado, no po­ des eternas é inmutables de nuestra inteligen­
díamos pasar en silencio. Por lo dicho se cono­ cia. Este trabajo prolijo y difícil no es en una
cerá que nosotros entendemos por clásicas la obra de esta clase donde conviene intentarlo:
literatura de los tiempos antiguos y las que tie­ bástanos con estas indicaciones.
nen pretensiones de modelarse por ella; y es ro­ Hemos dicho mas arriba que la literatura
mántica la que nació en la edad media como antigua quedó olvidada en los siglos medios;
producto de la nueva civilización que brotó y pero esto debe entenderse solo respecto del
se arraigó en Europa después de la caída del pueblo; porque al contrario, aquella literatu­
imperio romano : siendo asimismo románti­ ra , sobre todo la latina, aun existia y se cul­
cas cuantas se fundan en los mismos princi­ tivaba entre cierta clase de gentes, casi todas
pios. Conoceráse igualmente que no damos la monges, los cuales en el fondo de sus claustros
preferencia á ninguno de los dos sistemas, conservaban algunos restos de la luz que ha­
teniéndolos entrambos por buenos, siempre bía alumbrado al mundo. Para estos lo verda­
que sean espontáneos y naturales. Como tan deramente desconocido era lo que pasaba al re­
distintos uno de otro, no pueden sujetarse á dedor suyo: vivían con los padres de la iglesia
las mismas reglas ; fuera de aquellas que dic­ cuya educación habia sido antigua, y con los
ta el buen sentido y la sana razón para to­ grandes autores latinos que conservaban y
dos tiempos y todas naciones; y siendo las leían cuidadosamente: de suerte que un mon-
reglas que generalmente se han dado para ge de la edad media se parecía mas en sus ideas
los diferentes géneros de composiciones li­ á Cicerón y Séneca que á los guerreros cubier­
terarias sacadas del análisis de las obras de­ tos de hierro que las mas veces no sabían ni
bidas al primer sistema, no pueden aplicar­ leer siquiera.
se todas ciegamente á las composiciones del Así, pues, en la edad media existían á la
sesundo. Estas reglas tienen que sujetarse á par dos lenguas en Europa: la una vulgar,
140 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 141

hablaba por el común de las gentes, la cual lenguas primitivas; pero la transición no dejó
áspera é informe todavia ora despreciada de de ser bastante rápida , cuando por el siglo X
la gente culta: la otra sabia , que conservaba ya existía en el mediodía de Europa una lengua
parte del depósito del antiguo saber, aunque rica, sonora, flexible, capaz de acomodarse á
degenerada de su primitiva pureza: hablábase todas las inspiraciones poéticas, y que en bre­
esta en el fondo de los conventos, cual lengua ve se hizo célebre por el abundante torrente
usual y corriente, en las escuelas, con fre­ de poesía que produjo. Esta fué la lengua pro-
cuencia en el púlpito, y era la que servia para venzal y de los trovadores , que se hablaba en
los documentos públicos y transaciones diplo­ el vasto país comprendido entre el Loira, el
máticas. Este fenómeno se observaba en todos Pó y el Ebro.
los países de Europa sin escepcion alguna. Los trovadores eran ya príncipes sobera­
De aqui resultaron dos clases de literaturas: nos que se sentaban en un trono, ya podero­
la primera erudita, que bebia en las fuentes sos señores, ya meros caballeros y aun obs­
antiguas, que tomaba por modelos los autores curos vasallos servidores de aquellos. Muchos
latinos, procurando imitarlos; y que por lo de ellos no sabian ni siquiera leer, y sin embar­
tanto , falta de inspiración y espontaneidad, se go componían trovas y las cantaban ellos mis­
distinguía por su carácter pedantesco é intole­ mos. Ignorantes de la literatura antigua, na­
rante. La otra literatura era la popular que na­ da tenían que ver sus composiciones con los
cía espontáneamente entre las clases no ilus­ poemas latinos , y no llevaban mas objeto que
tradas, sin lazo alguno con la antigüedad, sin cantar sus amores ó los hechos guerreros. Esta
ser imitadora de nada mas que de lo que veia literatura fué, pues, totalmente original y la pri­
en torno suyo, reproduciendo los hechos, las mera en que se reflejaron las ideas y senti­
ideas, las costumbres contemporáneas, aco­ mientos modernos.
modada en fin á las necesidades de la época. En Sin embargo, su originalidad no llegó á tal
todos tiempos , aun en los mas bárbaros , han punto, que no bebiese algo en dos fuentes es-
existido canciones populares. Todo pueblo, así trañas. Fué la primera la misma poesía latina
que posee un idioma cualquiera, por rústico y que aunque ignorada de la generalidad de los
grosero que sea, lo emplea en cantar sus alegrías trovadores, no lo era de todos; y que al cabo,
ó sus pesares, en conservar la memoria de los como literatura que existía simultáneamente
hechos mas notables, y en celebrar sus prohom­ en cierta clase de la sociedad , á la sazón muy
bres, si quier sean ilustres guerreros ó fora- influyente, no podía menos de infiltrarse en la
gidos, y esto sucedió con efecto desde que cor­ nueva y dejar algunos rastros. No obstante,
rompiéndose el latin, y dejando de ser la len­ estos fueron escasos, y mas debe la poe­
gua del pueblo, aparecieron, toscos todavia, sía provenzal ála literatura de los árabes, que
los idiomas modernos. entonces gozaban de gran poder y esplendor,
No quedan sino muy pocos restos de estas y cuyos conocimientos penetraron en Europa,
MANUAL DE LITERATURA. 143
i 42 MANUAL DE LITERATURA,
ya por España donde dominaban, ya por me­ debió conservar mayores restos de ella, y que­
dio de las Cruzadas. La poesía de estos pue­ dar mas que otro pais alguno sujeto á su in­
blos era apasionada, guerrera y galante; ene­ fluencia.
Asi sucedió; pero no tanto, que el espíritu
miga de largas relaciones, se mostraba esclusi-
vamente lírica : usando poco del diálogo , el moderno dejase de modificar en gran manera
drama le era desconocido . y se complacía so­ algunos ramos de la literatura. El poema épico
bre todo en las ficciones, en la alegoría y en lo tuvo esta suerte, y la Italia produjo en esta
maravilloso. Tal fué también la poesía proven- parte obras admirables. El teatro fué el que
se empeñó en seguir las huellas de los antiguos;
zal; la cual tomó acaso de la árabe la rima y
lo artificioso de las diferentes combinaciones y como el teatro vive de actualidad mas que
otro género de poesía, permaneció infecundo
métricas que empleaba.
No correspondiéndonos entraren mas deta­ en Italia.
Francia que empezó mas tarde á tener una
lles, diremos solo que el espíritu de esta poesía
se generalizó en Francia, en España, en Italia, y literatura, se sujetó aun mas , quizá por esta
en esta inspiró y dió origen á los dos grandes razón , á seguir los modelos antiguos.
La poesía allí no fué popular sino erudita, y
poetas Dante y Petrarca, si bien ya en estos ha conservado constantemente este carácter.
se conoce el influjo de la literatura antigua Venció completamente la literatura exótica , y
que por entonces revivía nuevamente, y sa­
liendo de los conventos, se vulgarizaba mas la del pais careció de originalidad.
En España existieron también los dos siste­
aspirando otra vez á un dominio esclusivo. La mas. Hubo poesía erudita y poesía popular; las
fundación de infinitas universidades, el des­ dos han producido igualmente obras de gran
cubrimiento de muchas obras perdidas, la caí­ valor, según se verá en el resúmende la litera­
da del imperio griego que trajo á Europa gran tura española, que comprenderá la segunda par­
copia de sabios y de obras desconocidas, el
prodigioso movimiento intelectual que se des­ te de esta obra.
arrolló por todas partes, todo contribuyó al
triunfo de una literatura ya muerta, y al des­ SECCION CUARTA.
precio de la moderna, particularmente entre
REGLAS PARTICULARES DE LAS COMPOSICIONES
las gentes doctas é ilustradas.
Pero el pueblo no abandonaba ni podia aban­ EN PROSA.
donar sus trovas, ni era dable que se apasiona­
se por cosas que no entendía. Continuó pues Antes de presentar las reglas que se han de
la división entre poesía sábia y poesía popular, observar en cada uno de los diferentes géneros
y se entabló una lucha sobre cual de las dos que puede haber de composiciones literarias,
había de quedar dueña del campo. lo primero que deberíamos hacer es clasificar
La Italia, que era la cuna de la poesía latina,
K'

4 44 MANUAL DE LITERATURA MANUAL DE LITERATURA. 1 45

estos géneros. Varios son los sistemas que po­ Y al talento ó disposición, ya natural, ya ad­
dríamos seguir en esta clasificación, mas como quirida, para conseguir este objeto, es á lo que
no ofrecen utilidad alguna, nos contentaremos se llama generalmente elocuencia.
con la mas general de escritos que solo admi­ La elocuencia no es sin embargo tan peculiar
j; ten la prosa , escritos que deben estar en verso, de las composiciones oratorias, que no se pue­
y escritos que usan indiferentemente la prosa da aplicar á toda clase de escritos, aun los de
ó el verso; y como el género en que esto últi­ mas distinta naturaleza. Elocuencia puede ha­
mo sucede es principalmente el dramático , no ber en cualquier materia, ora se trate de ins­
habiendo otro notable que merezca por esta ra­ truir , ora de mover, ora de agradar; pero como
zón clasificación particular, dividiremos todas el objeto mas importante del discurso es la ac­
las composiciones literarias en composiciones ción ó la conducta, por eso el poder de la elo­
en prosa, composiciones en verso y composicio­ cuencia se ve principalmente cuando se emplea
nes dramáticas. para influir en la conducta ó para persuadir á
Las composiciones en prosa pueden tener la acción. Siendo este fin el principal objeto del
por objeto: primero, persuadir á una ó mas arte, la elocuencia, bajo este punto de vista, se
personas á quienes se dirige la palabra : enton­ puede definir el arte de la persuasión.
ces son oratorias: 2.° Contar hechos verdade­
ros ó fingidos: en el primer caso son históri­ ARTICULO I.
cas , y en el segundo se llaman novelas y cuen­
tos : 3.° instruir en algún objeto de ciencias ó De los diferentes géneros de oratoria.
artes, toman entonces el nombre de didácticas:
4.° Hablar por escrito con alguna persona au­ La elocuencia propiamente dicha es como
sente : y entonces son epistolares. el verdadero sublime: entrambos son de una
naturaleza estraordinaria. Así como lo sublime
CAPITULO I. es un rasgo de una nobleza, de una magnitud
fuera de lo común, que eleva y engrandece el
Composiciones oratorias. alma, así la elocuencia es una série de rasgos
de tal viveza y energía, que se apoderan del
Bajo este nombre se comprenden todos los alma y la dirijen á donde quieren. Una alma
razonamientos pronunciados de viva voz de­ realmente grande tiene ideas sublimes: un co­
lante de un auditorio mas ó menos numeroso: razón sensible produce sensaciones vivas y pro­
razonamientos llamados comunmente oraciones, fundas. Esta prenda feliz no es fruto del estudio.
arengas ó discursos. La elocuencia, como la poesía, es un don de la
El objeto principal de la oratoria es influir naturaleza: nacemos elocuentes como nacemos
en aquel á quien se dirige la palabra, persua­ poetas; y el arte solo no nos puede hacer ni poe­
diéndole á que obre de este ó del otro modo. tas. ni elocuentes.
10


146 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 1 47
No obstante, son necesarias también aquí Iás Por ejemplo, los antiguos distribuyeron todos
reglas. Sin el socorro de ellas puede un hombre los discursos públicos en tres géneros que llama­
ser á veces elocuente ; es decir, tener alguno ron judicial, deliberativo y demostrativo. Al ju­
de aquellos rasgos fuertes y rápidos que carac­ dicial pertenecían aquellos en que se acusa ó
terizan la elocuencia; mas no por eso podrá defiende; al deliberativo aquellos en que se
componer un discurso que sea bello en su con­ aconseja ó disuade; y al demostrativo aquellos
junto, v que no peque ni por la disposición, ni en que se alaba ó vitupera. División natural y
por el estilo. El orador necesita una guia segura filosófica; pero que no puede servir para esta­
que le impida estraviarse: un apoyo firme y blecer una clasificación bien marcada y distin­
sólido que no le deje caer. Esta guia , este apo­ ta, puesto que no hay discurso en el que mas
yo, son las reglas que enseñan á elegir y coor­ ó menos no estén mezclados esos diferentes
dinar lo que debemos decir, á deleitar con una géneros.
elocución hermosa y sostenida, y á abrirnos Con efecto, es muy difícil tratar de un ob­
suavemente la entrada de los corazones, dispo­ jeto perteneciente al género judicial, sin tener
niéndolos á sentir los afectos de la verdadera que alabar ó vituperar, ora se acuse ó se de­
elocuencia. fienda ; y entonces se cae en el demostrativo.
Pero si las reglas son necesarias, es preciso El mismo género llegará también á ser delibe­
no llevarlas hasta un esceso inútil. Los anti­ rativo cuando se trate de averiguar si una per­
guos , entre los cuales la elocuencia era un po­ sona es ó no culpable; si tal delito, si tal he­
der, como lo es en todos los países en que el cho ha acontecido en este ú otro lugar; si se
sistema de gobierno permite asambleas delibe­ le puede aplicar tal ó cual principio; si hay que
rantes, pusieron particular esmero en perfec­ considerarlo bajo determinado punto de vista,
cionar el arte de hablar en público; y como ó bajo otro diferente.
los primeros retóricos fueron los sofistas, lle­ Otra división hacían ademas los antiguos que
varon á estas materias toda la sutileza que los uos parece todavía menos útil y aplicable. Era
caracterizaba. Establecieron divisiones y sub­ la de género llano, templado y sublime. Gé­
divisiones de todo género: crearon preceptos nero llano era aquel que convenia á los asun­
numerosos, que adoptados y coordinados des­ tos humildes y vulgares; templado, ó mas bien
pues por grandes hombres como Aristóteles, misto, el susceptible á un tiempo de sen­
Cicerón, Quintiliano, han seguido sirviendo de cillez y adorno; sublime el que se reserva­
norma hasta el día. Pero el conformarnos ahora ba para los grandes asuntos. Pero como ya he­
con cuanto dejaron establecido, seria, no solo mos observado en otras ocasiones, todos estos
inútil, sino también fuera del caso: porque con géneros se mezclan y deben mezclarse en la
la diferencia de civilizaciones ha variado en práctica. Un discurso siempre sencillo no ten­
gran parte el objeto y aun la esencia de la dría valor ninguno, dejaría de ser una compo­
oratoria. sición oratoria; y el hombre que quisiera mos-
MANUAL DE LITERATURA. 149
U8 MANUAL BE LITERATURA,
y por lo tanto, los oradores no podían limitarse
trarse en una arenga siempre sublime, no se­ á una sencilla y metódica esposicion del dere­
ria sino insensato y ridículo. cho que asistía á las partes, no les bastaba ci­
Otra tercera clasificación de los antiguos te­ tar las leyes y apoyar su justicia en ellas; te­
nia un fin mas directo y real, pues se aplicaba nían ademas que apelar á las pasiones, conmo­
á las partes de la composición. Estas partes ver la imaginación, y producir grandes efectos,
eran tres: invención, disposición y elocución: para lo cual no se contentaban con el poder de
división buena y admisible; puesto que siem­ la palabra, sino que acudían á otros medios aje­
pre se necesita empezar por concebir el asunto nos de la oratoria, medios dramáticos, como el
y reunir los materiales de que es susceptible; de presentar ante el tribunal á huérfanos des­
entra después el coordinar las partes del dis­ validos y viudas desconsoladas. Los oradores
curso en el orden natural y conveniente; y en antiguos se esforzaban, pues, en conmover á sus
fin, es preciso emplear el estilo propio del mis­ oyentes, mas bien que en persuadirlos con las
mo asunto. Adoptaremos, por lo tanto, esta dis­ armas de la razón; y muchos de sus movimien­
tribución de la que mas adelante hablaremos. tos oratorios serian hoy declamaciones ridicu­
La elocuencia de los antiguos, en virtud del las , y sin fruto alguno.
estado de la sociedad, no pudo menos de tener Guando cayó la república romana, con el es­
un carácter poético en que abundaban mas las tablecimiento del imperio y el despotismo mi­
imágenes que el raciocinio, al modo que los litar, cesaron las asambleas públicas, y la elo­
salvajes, y aun los orientales, usan todavía del cuencia dejó de tener aquel carácter popular.
estilo figurado en las arengas dirigidas á con­ La elocuencia del foro se contrajo mas á la apli­
vencer y persuadir. En aquella época solo dos cación délas leyes,separándose de la política;
terrenos tenia la elocuencia, los tribunales y y esta, reducida á las vanas deliberaciones de
el foro ó asambleas públicas: los tribunales pa­ un senado esclavo, casi no daba mas pruebas
ra hacer triunfar la justicia; las asambleas pú­ de existencia que serviles panegíricos de los
blicas para influir en los negocios del estado; emperadores; pero en breve apareció otro gé­
pero aun así, estos dos géneros de oratoria se nero de elocuencia que, nuevo enteramente, te­
confundían muchas veces en uno solo por la nia un objeto mas grande y sublime: esta fué
naturaleza particular de aquellos gobiernos. la elocuencia sagrada.
Los oyentes, en uno y otro caso, solian ser los No hay noticia de que los antiguos ejercie­
mismos. El pueblo era , ya juez, ya cuerpo po­ sen sus talentos oratorios en materias religio­
lítico; ora adjudicaba por sí propio la justicia, sas. El paganismo se limitaba á sacrificios y
ó influía en el fallo con su presencia; ora deli­ ceremonias, y no conocía la predicación ; pero
beraba y votaba como parte integrante de la la religión cristiana fundaba al contrario todo
soberanía. Hasta las causas particulares se con­ su poder en ella: por la predicación estendia
vertían con frecuencia en asuntos políticos que sus dominios; era la única arma que oponía á
influían poderosamente en la suerte del pais;

I
i'
MANUAL DE LITERATURA. 151
150 MANUAL DE LITERATURA,
vieron á renacer en algunas de las primeras, y
las persecuciones de sus contrarios; con ella los hoy es el dia en que, establecidas las formas
convertía, y con ella mantenía perenne y viva del gobierno representativo en muchos países
la fé de los fieles. Mientras la elocuencia pro­ de Europa, las asambleas populares han vuel­
fana enmudecía, la sagrada se alzaba á su ma­ to á ser influyentes y poderosas, y la elocuen­
yor prosperidad, y los padres de la iglesia ha- cia política ha recobrado su brillantez é im­
cian con ella prodigios: habiendo continuado portancia.
desde entonces hasta nuestros dias en grande Tres son , por lo tanto, los géneros de elo­
honor entre las naciones cristianas, y siendo cuencia que están en uso entre las naciones
de un uso general y diario. modernas, y conforme á ellos se divide la ora­
Pero si la elocuencia política enmudeció ca­ toria 6n sagrada, forense , y parlamentaria ó
si del todo durante el imperio romano, volvió política. Cada cual tiene sus caractéres pecu­
á revivir con la caida de este imperio y el esta­ liares que conviene conocer para dar á cada
blecimiento de las nuevas monarquías. Las na­ una el tono que le corresponde. Pero antes de
ciones septentrionales tenían en sus institucio­ manifestarlos, espondremes las reglas comu­
nes asambleas públicas, no en verdad del nes á todos los géneros de la oratoria, es
mismo género que las antiguas, pero también decir, las relativas á la composición y conducta
numerosas, y en las cuales se debatían los in­ de un discurso, prescindiendo del objeto par­
tereses del Estado ó de las clases que las com • ticular á que se dirige.
ponían. La elocuencia en ellas estaría lejos de
tener la perfección que llegó á adquirir en las
asambleas griegas y romanas. Compuestas por ARTICULO II.
la mayor parte de guerreros ignorantes y gro­
seros, no habría mas elocuencia que la facun­ De la composición del discurso.
dia natural de cada orador, sin arte ninguno,
y apelando á las pasiones mas bien que al ra­
ciocinio ó á las galas del buen decir. No obs­ liemos dicho mas arriba que los antiguos
tante, asistían con frecuencia á ellas obispos dividieron la oratoria en tres partes, relativa­
ilustrados, formados por los escritos de los San­ mente á la composición de las arengas: inven­
tos Padres, y aun de los oradores antiguos, y ción, disposición y elocución. Adoptamos esta
en estos casos se oirian oraciones de mas arti­ distribución por tener un objeto práctico, y
ficiosa elocuencia, lo cual se deduce del grande diremos acerca de cada uno de estos tres pun­
ascendiente que en algunas partes llegaron á tos lo que merece saberse.
ejercer aquellos prelados en semejantes asam­
bleas.
Como quiera que sea , estas reuniones cesa­
ron en unas partes, subsistieron en oirás, vol-
152 manual de literatura. MANUAL DE LITERATURA. 153

peso; pero esta definición no ha de ser pareci­


S- I- da á las definiciones filosóficas ó matemáticas;
la sequedad de estas enfriaría al oyente, y
INVENCION. aunque le convenciera no le persuadiría; es
decir, no movería su1,corazón ni arrastraría
La invención oratoria es la que reúne todos su ánimo. La definición oratoria necesita ser
los datos, todas las ideas, todos los argumen­ una pintura animada de los objetos, la cual pre­
tos , en una palabra , todos los materiales de sentándolos á la imaginación con colores vi­
que se ha de componer el discurso. De aquí vos, entusiasme y arrebate. Así Fr. Luis en
se deduce que esta parte no depende del arte, Granada, definiendo al hombre, dice:
sino del talento y de la instrucción del orador. «¿Qué es de si el hombre, sino un vaso de cor­
La naturaleza del objeto, las circunstancias rupción , y una criatura inhábil para todo lo
presentes, el conocimiento del corazón hu­ bueno, y poderosa para lodo lo malo? ¿Qué es
mano, las ciencias relacionadas con el asun­ el hombre, sino una ánima en todo miserable,
to principal, en suma , cuantos recursos pue­ en sus consejos ciego, en sus obras vano, en
da sacar el orador de su entendimiento, de sus apetitos sucio, y en sus deseos desvariado;
su memoria, de su fantasía, de su corazón, y finalmente , en todas sus cosas pequeño y en
otros tantos pondrá enjuego para lograr la per­ sola su estima grande?»
suasión que se propone; pero estos recursos 2. ° La enumeración de partes: sirve para
habrá de elegirlos con tino, oportunidad y me­ las pruebas desmenuzando, por decirlo asi,
sura , para lo que le servirán el juicio y el las cualidades de un objeto ó de una perso­
buen gusto. Dar reglas para esto es imposible: na. Asi, tratándose de alabar á un héroe, se
sin embargo, los retóricos lo han intentado, y habla de las virtudes que ha puesto en prác­
diremos aquí algo de lo que enseñan para guiar tica , de la justicia que ha dirigido sus empre­
al orador en la indagación de aquellas ideas ge­ sas, de su valor en los combates, de su mo­
nerales que á veces se necesitan emplearen cier­ deración en la victoria; en fin, de cuanto puede
tos asuntos. A estos puntos capitales y de uso realzar el esplendor de su vida á los ojos de
común, han dado el nombre de Lugares orato­ los oyentes.
rios , dividiéndolos en esteriores é interiores. 3. ° La semejanza ó símil: es la correspon­
Los esteriores son los que nacen del mismo fon­ dencia que se halla entre dos objetos. El
do del asunto: los interiores le son estraños y orador la emplea para dar mas claridad á
no tienen con él sino una relación indirecta. sus ideas, á fin de que lo dicho por él esté mas
En el número de los lugares esteriores co­ al alcance de todos los oyentes. Hablando Cer­
locan; vantes de las condiciones del amor, dice:
l.° La definición', sirve á esplicar lo que »En la pintura con que figuraban los gen­
se dice, dándole al propio tiempo mas valor y tiles á este su vano Dios, puede verse cuán va-
154 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 155
nos ellos andaban. Pintábanle niño, desnudo y En el número de los lugares oratorios es­
alado, vendados los ojos, con arco y saetas en tertores , colocan los retóricos la imitación, las
las manos, para darnos á entender, entre otras costumbres y las pasiones.
cosas, que el enamorado se vuelve de la condi­ La imitación consiste en lomar de otros au­
ción de un niño simple y antojadizo, que es tores algunos pensamientos; y presentarlos
ciego en las pretensiones, ligero en los pensa­ bajo nueva forma, revistiéndolos con el estilo
mientos , cruel en las obras, desnudo y pobre propio del orador que los usa, y dándoles
de las riquezas del entendimiento.» por decirlo así, otra vida mediante los nue­
4. ° Los contrarios: son de grande uso en vos giros que se emplean. Pero es preciso no
el discurso oratorio, y hacen el efecto de las confundir esta imitación con lo que se llama
sombras en un cuadro. El orador se sirve de nlaqio , el cual consiste en presentar, como de
ellos cuando, queriendo caracterizar alguna co­ propia cosecha, trozos enteros de otros autores.
sa, da de ella dos definiciones contrarias, á fin Si la imitación es permitida empleada con par
de que se perciba mejor el aspecto bajo el cual simonía y talento , el plagio se condena siem­
intenta presentarla. Por ejemplo: pre como vergonzoso.
«El sufrir la muerte cuando conviene es la Las costumbres ofrecen al orador grandes
mayor fortaleza; provocarla y ejecutarla en recursos cuando conoce á fondo las que con­
sí la mayor flaqueza y cobardía. Matarse á si vienen á cada edad , á cada profesión , á cada
es pusilanimidad y gran miedo de cosa tan in­ situación de la vida. Aprovechando las de sus
cierta como la fortuna; pues por no sufrirla oyentes, se vale de este arbitrio para escitar
muchos amancillaron con su sangre sus manos. en ellos simpatías favorables á las personas
¿Qué era esto sino huir lo dificultoso^ El mis­ que apoya, ó antipatías contrarias á las que
mo Bruto cuando se mató, confesó que huía; y combate, preparando los ánimos para las im­
á falta de buenos pies, por las manos se esca­ presiones que intenta escitar en ellos.
pó, ó de sus enemigos ó de su fortuna también Pero nada causa tan favorable disposición
enemiga. >> como las costumbres propias del orador, cuan­
5. ° Las circunstancias. Las circunstancias do el auditorio está persuadido de que son pu­
nacen del mismo asunto. Comprenden el he­ ras é intachables. Entonces cuanto sale de su
cho, la persona que lo ha ejeeutado, el lugar boca adquiere con este solo hecho un peso irre­
donde ha acontecido, la causa que lo ha mo­ sistible, y lleva ya consigo la persuasión.
tivado , etc.; y ofrecen grandes recursos para Las pasiones se encuentran en el mismo ca­
las pruebas. El orador emplea también este so que las costumbres: es preciso que el ora­
medio cuando, queriendo hacer que resalte el dor las estudie, conozca á fondo hasta sus
mérito de una acción, cita los obstáculos que mas ocultos resortes, y los medios de escitar-
su héroe ha vencido, y los medios que ha em­ los oportunamente. Jamás el que habla persua­
pleado para lograrlo. dirá al que sus palabras dejen frió: necesi-
4 56 MANUAL de literatura.
MANUAL DE LITERATURA. 157
ta engendrar en el amor, odio, desprecio, la confirmación, sin la cual el discurso no
compasión, esperanza, según convenga á sus
intentos: entonces los oyentes se dejan arreba­ existiría.
tar como por un torrente. Mas para hacer sen­
EXORDIO.
tir , es preciso que el orador sienta; y si quiere
escitar en los demas las pasiones, ha de ma­
nifestar que es el primero en dejarse arrebatar Sirve el exordio, como queda dicho para
por ellas. Si se muestra frió , no enardecerá; preparar el ánimo de los oyentes y hacer que
el fuego que intenta comunicar á otros, tiene escuchen al orador con atención y benevolencia.
que sacarlo de su propio pecho. Debe por lo tanto ser sencillo .corto y claro,
evitando la afectación y las fighras pomposas
§ H. para no prometer mas de lo que se puede ofre­
cer y no chocar con aire de jactancia. Un ora­
DISPOSICION.
dor modesto, que empieza á hablar sin preten­
siones , logra insinuarse en el ánimo de los
Siempre que un orador se propone hacer oyentes y hacérselos favorables.
un discurso, sea cual fuere el objeto de este, La sencillez y la modestia no deben degene -
necesita empezar por captarse la atención de rar sin embargo, en bajeza y timidez, porque
los oyentes y prevenirlos á favor suyo : hecho entonces dan mala idea del que habla; fuera
esto, deberá manifestar el asunto de que va á de que sienta muy bien siempre en el que de­
tratar, esplicándolo con la claridad debida: fiende una causa, mostrar desde luego entereza
después le corresponde probar lo que se ha y confianza en la justicia que le asiste.
propuesto; y una vez conseguido, conviene Como el oyente está al principio sereno y
que haga un resúmen de lo dicho, añadiendo percibe fácilmente todos los defectos de estilo
algunos rasgos vivos y enérgicos que dejen y de dicción , el exordio debe trabajarse con
una impresión profunda en el auditorio, para esmero, porque de lo contrario se formaría
que la persuasión sea completa. Este orden na— desde luego una mala idea de los talentos del
tural divide, pues, el discurso en cuatro par­ orador.
tes principales, á las que se han dado los Hallándose siempre el auditorio impaciente
nombres de Exordio, Proposición, Confirma­ por ver entrar al orador en materia, se cansa
ción y Peroración. No son, sin embargo, estas pronto de toda tardanza inútil, y por esta ra­
cuatro partes tan necesarias al discurso, que zón el exordio no ha de ser largo; pero tam­
hayan de existir precisamente en todos. Á ve­ poco tan breve que la atención del que escu­
ces , ya sea por lo corto de la oración , ya por cha esté todavía sin fijar. La magnitud del exor­
la naturaleza del asunto, puede faltar alguna dio debe estar en proporción con las demas
ó varias de ellas. La indispensable siempre, es partes del discurso, como la cabeza coa lo res­
tante del cuerpo.
158 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 159

Como conviene no divagar, el exordio debe y debe aparecer como involuntario en boca del
nacer del mismo asunto, ó de circunstancias que la usa: si se descubriese en él preparación
que tengan relación con el orador, el lugar de perdería todo el efecto de que es susceptible.
la escena, la ocasión con que se habla , ó el
auditorio mismo: tales, en fin, que puedan PROPOSICION.
interesar á este y ser favorables al que lleva la
palabra. Si conviene anticipar alguno de los
puntos que se han de tratar con estension en La proposición, que también se suele lla­
el cuerpo del discurso,,se hará para avivar la mar narj’acíon, sirve para instruir á los oyen­
curiosidad, p(#o siempre con la brevedad po­ tes del objeto del discurso, y del estado en que
sible. se encuentra la cuestión que va á tratarse. Es-
Si acaso existiese alguna prevención desfa­ cluye cuanto puede tener visos de afectación,
vorable contra el orador, este es el lugar de y se contenta con adornos sencillos, aunque
desvanecerla; pero en esto conviene proceder no repugna aquellos que pueden prestar á las
con sumo tino y maestría. Si la prevención palabras una gracia seductora. Si se trata de
se ha manifestado ya por algún preopinante, ó un hecho, el orador debe presentarlo con to­
por el mismo auditorio , estará bien que se das sus circunstancias, evitando lomar las co­
principie á combatirla con energía y hasta con sas de muy atrás y hacer reflexiones inúti­
cierta indignación ; pero si asi no fuere, creyen­ les. Si se intenta sostener una opinión, con­
do sin embargo oportuno el orador tomar esta viene presentarla bajo todos los puntos de vis­
precaución, entonces la prudencia aconseja ta de que es susceptible, para que resalte mas
usar de rodeos, y combatir poco á poco y con la verdad de lo que se refiere, y se ponga mas
disimulo al enemigo que se teme. Lo mismo en claro la parte débil del adversario. El ora­
sucederá cuando la prevención exista , no con­ dor no trata todavía de probar nada en la pro­
tra ol orador, sino contra la causa ú opinión posición : no hace mas que referir: por consi­
que intenta sostener. guiente , cuando mas, debe dejar entrever las
Aunque el orador debe en el exordio afectar pruebas de que piensa servirse.
calma y serenidad, dejando para lugar oportu­ Por lo tanto, conviene omitir en la confirma­
no los rasgos apasionados y brillando, con to­ ción toda circunstancia inútil y todo hecho
do , hay ocasiones en que conviene el ímpetu que no sea realmente preciso: la exactitud
y todo el fuego de la peroración mas animada. es necesaria, y ademas cierto aire de candor y
Esto sucede cuando algún objeto, algún acon­ buena fé; y aunque no es lícito desfigurar los
tecimiento inesperado ó estraordinario, le mue­ hechos, se puede presentarlos por el lado mas
ve á tomar la palabra, haciendo legítima la favorable: el orden, la claridad, la puntuali­
indignación ó cualquier otro afecto de ira ó pa­ dad en las citas, nombres, épocas, lugares y
sión fogosa. Este exordio se llama ex abrupto, demas circunstancias , son requisitos indispon-
4 60 manual de literatura. MANÜAL DE LITERATURA. 461
sables: finalmente debe cuidarse mucho de la
sentarse tan naturalmente, que quien oiga el
verosimilitud en todo.
argumento piense que á él le hubiera ocurrido;
y en este caso se añade al convencimiento la
CONFIRMACION. lisonja del amor propio.
Si el argumento es estraño al asunto; prue­
Esta parte del discurso es sin duda la mas ba poco acierto en el orador , por consiguiente,
esencial, y de consiguiente, aquella en que el la propiedad é íntima conexión con el objeto
orador ha de poner mayor esmero. Aquí es principal del discurso es cualidad indispensa­
donde debe acumular todas las pruebas, todos ble. La divagación es el resultado de aquel de­
los argumentos, todos los medios de alcanzar fecto : al contrario, el discurso adquiere preci­
la persuasión y el triunfo; y en vano consegui­ sión y energía cuando una série de argumentos
rá agradar con oxordios bien hablados, con pe­ propios contrae mas y mas la atención del oyen­
roraciones brillantes, si en esta parte se mues­ te al fin que se propone el que perora.
tra débil ó poco diestro en aprovecharse de los Los argumentos personales tienen mas fuer­
recursos que el asunto ofrece. za que los comunes: por consiguiente, si el
El medio principal y mas poderoso de pro­ contrario nos ofrece la Ocasión de emplear los
ducir la persuasión en‘los hombres, es el pro­ primeros, debemos aprovecharla.
bar con argumentos sólidos y claros la verdad Finalmente, es bueno argüir en puntos de
de lo que se dice. No entraremos aquí en una mera especulación; pero á veces el argumento
larga esplicacion de lo que es argumento, de por sí solo es demasiado abstracto y no ofrece
sus especies, de sus diversos fines, del modo bastante asidero á la imaginación de los oyen­
de hallarlos, y otras cosas de las cuales unas tes: por lo tanto, en estos casos, conviene
pertenecen á un tratado de lógica, y otras de- echar mano de los ejemplos , de los símiles
penden del talento del orador. Unicamente, que dan cuerpo al pensamiento y le hacen mas
suponiendo hallados los varios argumentos que perceptible; ademas, estos medios procuran
puede ofrecer un asunto, diremos lo que se de­ mucho adorno al discurso, agradan sobrema­
be hacer para elegir los mejores y mas opor­ nera.
tunos , y para colocarlos en el orden mas con­ En punto á la colocación de los argumentos,
veniente. se necesita presentarlos con la conveniente se­
Todo argumento ha de ser tal que pueda en­ paración , sin confundirlos entre sí para que
tenderlo el auditorio entero sin esfuerzo algu­ no se perjudiquen unos á otros : es ademas in­
no: por consiguiente, no debe tomarse de artes dispensable que vayan en gradación , princi­
ó ciencias que no conozca , ni de objetos que piando por los mas débiles, y acabando por los
estén fuera de su compresión. mas fuertes; porque ademas de que este orden
La novedad en el argumento leda una luer- agrada al entendimiento , los últimos son siem­
za asombrosa ; pero esta novedad ha de pre- pre los que quedan mas impresos en el ánimo
41
MANUAL DE LITERATURA. 463
162 MANUAL DE LITERATURA.
Si las pruebas son débiles ó dudosas-, convien® pueda sufrir una sensación fuerte y prolonga­
reunirlas, aglomerarlas, para, que se presten da ; pues ó bien se abale, ó bien se embota su
inútuo apoyo , no insistiendo en especial sobre sensibilidad. El artificio está en dejar algún
ninguna para no dejar ver su poca fuerza; pe­ respiro después de sensaciones fuertes, para
co si son concluyentes, entonces viene bien el volver luego á la carga y dar otro nuevo golpe
presentarlas separadamente, espionarlas, ador­ todavía mas contundente.
narlas para que hieran, mas la imaginación y
adquieran mayor peso todavía.. Sin embargo, PERORACION.
esto debe tener su límite: porque si el orador
se detiene demasiado en una prueba y apura Siendo la peroración la última parte del dis­
cuanto se puede decir acerca de ella , llega á curso, en ella es donde conviene desplegar
ser molesto, descubre el artificio , y hace quo todos los recursos de la elocuencia para escital­
desconfíe al oyente , ó le distrae. las pasiones y persuadir á los oyentes. Allí
En la confirmación es ademas donde tienen puede el orador emplear las figuras mas bri­
su colocación oportuna los diferentes lugares llantes y mas propias para escitar movimientos
oratorios de que hemos hablado al tratar de la violentos, como la interrogación, el apostrofe,
invención: las definiciones, ¡as enumeracio^- la prosopopeya. Lo sublime y lo patético están
nes de partes, los contrastes, las circunstan­ allí en su lugar, como asimismo una recapitu­
cias, los símiles brillantes, el conocimiento lación brillante de cuanto ha ofrecido de mas
de las costumbres , el arle de mover las pa­ notable el discurso, recordando los argumentos
siones. Pero todos estos adornos y recursos mas poderosos, y las imágenes que lian de de­
se deben usar con oportunidad y distribuir con jar mas profunda impresión en el auditorio para
economia. Sobre todo, el empleo de las pa­ acabar de decirle á nuestro favor.
siones suele ser muy arriesgado. Aunque he­
mos recomendado su uso , no todos los asun­ §n.
tos las admiten, ni están bien en. todos los
ELOCUCION.
casos: empeñarse en inflamar á los oyentes
á todo.trance, es hacerse ridículo; y aun sien­
do la ocasión o-portuna , no conviene hacer de Cuando el orador ha encontrado las cosas
ello capítulo separado, como diciendo á los que quiere decir, cuando, las ha colocado en
oyentes que se preparen á sentir: en esta par­ el orden conveniente, solo le resta embelle­
te el golpe ha de ser inesperado, porque es cerlas. En esto consiste la elocución para lo
tanto mas eficaz cuanto mas sorprendente. cual no hay mas reglas que las que llevamos
Por último, los pasajes patéticos y apasiona­ dadas al principi-o de este tratado sobre los
dos tampoco deben prolongarse demasiado, medios de dar número, cadencia y armonía á
porque el hombre no es de naturaleza tal que la frase. No volveremos , pues, sobre este
MANUAL DE LITERATURA. 165
164 MANUAL DE LITERATURA,
asunto , limitándonos á decir: que todo discur­
so se compone de cosas y de palabras; que las CAPITULO IV.
palabras de nada sirven si no van apoyadas
por las cosas; y que estas á su vez carecen de Oratoria forense.
belleza, no consiguen agradar, si no les pres­
tan su adorno las palabras. La oratoria forense comprende todos los dis­
cursos que pronuncian delante de los tribuna­
CAPITULO III. les con el objeto de que se absuelva ó se condene
á una ó mas personas en una demanda civil ó
Cualidades del orador. criminal, de cualquier especie que sea.
El objeto de la oratoria forense es mas bien
Poco nos detendremos en las cualidades que convencer de lo justo y verdadero , que persua­
deben adornar al orador. Hemos ya hablad» dir de lo bueno y útil. Ademas, es preciso te­
del prestigio y autoridad que le presta su bue­ ner presente que el orador en estos casos no
na fama. La instrucción es en él indispensable; se dirige á una asamblea numerosa y compues­
y no una instrucción somera, sino profunda, ta de personas muchas de ellas ignorantes, co­
vasta. El talento y disposición natural lo son mo sucede en las juntas populares; sino á uno
igualmente; pues como hemos dicho, la elo­ ó pocos jueces que son por lo regular personas
cuencia es un don del cielo. Por lo que hace de edad, gravedad y carácter, y ademas ins­
á la pronunciación y dotes físicos, la primera truidas. De aquí se deben deducir los caractéres
no debe ser nunca defectuosa, y los otros distintos de esta especie de elocuencia.
nunca dañan, aunque en el grande orador Los jueces escuchan con frialdad al orador,
desaparecen los defectos personales ante la le observan con severidad, y por lo tanto se
ilusión que producen sus palabras; mas para ve éste en la precisión de ser mas circunspecto,
que estas causen todo el efecto posible, han parco en sus adornos, claro y preciso en su
de ser proferidas por una voz pura y sonora. argumentación , metódico en la distribución de
La voz tiene tanto poder en la elocuencia y las pruebas, desapasionado en el ataque y la
la declamación, que sin ella los mas bellos defensa, templado en el tono, y sencillo en el
rasgos del ingenio y del estudio se pierden: lenguaje; si desbarra en declamaciones vehe­
con ella, al contrario , adquieren un valor sin mentes , tras de caer en ridículo indispone con­
igual hasta las cosas mas comunes, bastando tra sí al severo tribunal.
su sonido solo para conmover y arrastrar á En el foro el campo del orador está redu­
los oventes. cido al rigor de las leyes, siendo su principal
Róstanos solo presentar algunas ideas acer­ oficio el hacer continua aplicación de ellas
ca de los tres géneros de oratoria forense , sa­ al asunto de que trata; por lo tanto, le que­
grada y política. da muy poco lugar á la imaginación y no pue-
MANUAL DE LITERATURA. W
<66 manual de literatura. común suficiente paTa interesar al auditorio;
deesla espaciarse, entregándose á su arreba­ ñero la aridez de los asuntos que generalmente
tado vuelo para producir imágenes y figuras se ventilan en el foro, pide mas que otro alguno
sorprendentes. cierto género de elocuencia para granjearse la
Ya hemos manifestado la diferencia que atención, para dar el peso competente a las
existe entre la moderna elocuencia del foro y la pruebas , y para impedir que se oiga con indife­
antigua: esta tenia mucho mas de popular y se rencia , y acaso con desprecio , al abogado.
confundía asi con la política : por esta razón Aunque el estilo ha de ser templado y sin
los modelos que nos han quedado de las repú­ pasión, no obstante , se debe dar á la imagina
blicas griegas y romana, son poco aplicables clon un poco de soltura , para animar un asun-
á la oratoria moderna. No obstante, siempre to árido v aliviar algo la atención fatigada.
se podrá estudiar con provecho aquellos famo­ Pero esta libertad se debe tomar siempre con
sos modelos, por la destreza con que suelen sobriedad, porque un estilo demasiado brillan­
entrar en materia , la facilidad con que se in­ te y una manera florida, harían que el orador
sinúan para granjearse el favor de los jueces, ‘fuese escuchado por los jueces con sospecha de
la buena coordinación de los hechos, lo agrada­ que no hubiese solidez y fuerza en sus pruebas.
ble de la narración, y por el plan y ejposicion Se ha de buscar con esmero, la pureza y lim­
de las pruebas. Pero seria ahora ridículo imitar pieza de la espresion en un razonamiento pre­
á Demóstenes y Cicerón en sus exageraciones ciso que no esté inútilmente cargado de tér­
y amplificaciones, en su difusa y vehemente minos legales, pero sin que se eche de ver la
declamación , en su empeño de escitar las pa­
siones, y mucho mas en los insultos y denues­ sean necesarios.
tos qne se permitían contra sus adversarios. El exordio , en los discursos forenses , tiene
Sin embargo, las oraciones de Demóstenes, es­ que dirigirse mas que en otro alguno á captar­
critas con mayor sencillez, se acercan mas en se la benevolencia de los jueces y desvanecer
su tono y estilo á la manera de abogar en nues­ toda prevención contra la causa que se de­
tros tribunales, que las de Cicerón, las cuales fiende; siendo ademas muy conveniente el
pomposas y elegantes, descubren el artificio. aprovechar para interesarlos cuantos recursos
Mas de que sea poco á propósito la antigua favorables ofrezca el asunto, el lugar, el
y vehemente manera de perorar, no se debo tiempo y demás circunstancias que rodean al
inferir que la noble y elevada elocuencia no abogado. ,.
tenga ya lugar en el foro. Aunque se ha mu­ La proposición debe hacerse con mucha dis­
dado la manera, hay siempre una propia y tinción é individualidad, fijando con precisión
conveniente que se debe estudiar cuanto se y exactitud el verdadero punto de la cuestión,
pueda; y acaso no exista escena pública donde y tirando, por decirlo asi, una línea divisoria
sea mas necesaria la elocuencia. En otras oca­ entre las partes contrarias.
I I
siones, la materia sobre que se habla es por lo
i
168 MANUAL DE LITERATURA.
MANUAL DE LITERATURA. 169
La confirmación tiene por lo regular dos
partes que son prueba y refutación. Prueba es ARTICULO V.
aquella en que se proponen las razones que
confirman directamente la propuesta; y refu­ Oratoria sagrada.
tación aquella en que se combaten las’del con­
trario. Unas y otras razones se dividen en ló­ Este género de elocuencia, como ya hemos
gicas y legales : lógicas, las que con solo el auxi­ dicho, fue desconocido en la antigüedad: em­
lio de la razón se sacan de la naturaleza de la pezó con el cristianismo, y tiene por objeto,
cosa , sus causas, efectos, etc.; legales , las que ora esplicar los misterios de la religión, ora
se toman de las leyes de las declaraciones y hacer el panegírico de algún santo ó el elogio
documentos. En las pruebas se deben seguir fúnebre de los grandes hombres, ora recomen­
las reglas que ya se han dado; en la refuta­ dar el ejercicio de ciertas virtudes y cualida­
ción no hay mas que decir sino que conviene des morales. Puede dirigirse á personas eleva­
hacerla con verdad y franqueza , sin desfigurar das é instruidas; pero lo regular es tener por
las pruebas del contrario, ni suponer en él auditorio una reunión numerosa de gentes per­
cosas que no haya dicho : lo contrario , argu­ tenecientes á todas las clases de la sociedad, y
yendo mala fé predispone contra el que usa de en especial de las ínfimas, de ambos sexos y
tan reprobados medios. diferentes edades, debiéndose suponer en ellas
La peroración debe ser, en lo judicial mas poca instrucción ; aunque gran fé y venera­
que en otro discurso alguno, la recapitulación ción hacia el que habla. De aquí resulta que
de todo lo dicho, de cuanto ha ocurrido duran­ por la naturaleza délos asuntos, el estilo del
te el curso de la causa, á fin de presentar los orador deberá ser grave y elevado, y por la na­
argumentos de una y otra parte como dos ejér­ turaleza de los oyentes, sencillo, natural y
citos en batalla; pero con tal arle que aparez­ claro.
ca siempre inferior en número, fuerzas y armas La oratoria del púlpito tiene ventajas y des­
el ejército de los contrarios. ventajas; las primeras provienen de que sien­
Las mejores muestras de elocuencia forense do las materias de que generalmente tratan
que se han publicado en castellano, son las los sermones, altas y de la mayor importancia,
acusaciones fiscales de D. luán Melendez Val- en ninguna puede brillar é interesar tanto el
dés. No citaremos trozos de ellas, como tampo­ orador; pero siendo las mismas materias tri­
co lo haremos en adelante de ninguno de nues­ lladas y repetidas á lo sumo durante tantos si­
tros autores, porque dejamos esto para cuando glos, el público está acostumbrado á oirlas, y
en la segunda parte hablemos de cada uno de el predicador necesita para agradar hacer es­
ellos en particular, hagamos el juicio crítico fuerzos estraordinarios.
de sus obras, y presentemos muestras de su Si las cualidades morales son necesarias á to­
estilo. do orador, con mas razón se hacen indispen-
170 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 171
sables de un predicador cuya misión principal, ha de olvidar que habla á gentes sencillas ó
siendo enseñar la virtud, requiere en él esta iliteratas; pero que al propio tiempo trata de
misma virtud en el mas alto grado, sin lo cual las materias mas altas y sublimes, de las que
los preceptos por él dados-carecerían de auto­ exigen mas dignidad y respeto
ridad, y no se inculcarían en el corazón de En cuanto á la disposición del discurso, el
los oyentes. Ademas, las verdades religiosas exordio no ha de ser demasiado largo ni con­
y morales necesitan unción en quien las dice; tener vagas generalidades. La esplicacion del
y esta unción falta cuando no existe el con­ texto que se adopta, la narración de algún he­
vencimiento, cuando no se habla con el cora­ cho de historia sagrada que tenga conexión con
zón, y no se cree firmemente ni se practica lo el asunto y que abra camino al discurso, son
que se aconseja. generalmente los exordios mas oportunos; y
Los asuntos elegidos para los sermones han en su defecto, bastan unas pocas sentencias no
de tener relación con el género de vida y las largas. Enseguida se hace la división del ser­
demas circunstancias de los oyentes, para que món en partes que no deben pasar de tres,
los puedan comprender; se debe cuidar de que práctica autorizada ya por la costumbre; y en
no sean muy vagos y generales, porque en­ vez de proposición, se hace la esplicacion con­
tonces no se fija en ellos la atención; y es preci­ cisa clara y sencilla de algún punto doctri­
so que las instrucciones que se den se hagan in­ nal.’En la confirmación no hay parte conten­
teresantes, á fin de que la doctrina sacada de ciosa, porque nadie disputa al orador los he­
ellos se grabe profundamente en el corazón de chos y doctrinas que establece; pero muchas
los fieles. veces se hace á sí propio las objeciones que su­
En orden al estilo, si bien se debe atender pone pudieran presentársele, á fin de dar la
eon especialidad á la claridad y sencillez, con­ respuesta; y cuando no; entiende y amplifica
viene no descuidar ninguna de las cualidades los principios que trata de inculcar para que
generales; mas procurando evitar los pensa­ queden mejor impresos. Por último , una fer­
mientos sutiles, los términos anticuados, poé­ vorosa y patética exhortación suele ser el tema
ticos, filosóficos, las espresiones hinchadas, de las peroraciones. ,
estudiadas y altisonantes. El pùlpito requiere En castellano tenemos gran número de pre­
mucha dignidad y nobleza en el estilo; siendo dicadores y escritores ascéticos. Los principa­
intolerables las espresiones débiles y los mo­ les son- El V. Maestro Juan de Avila, Fr. Luis
dos de hahlar bajos ó vulgares; pero esta ele­ de Granada, S. Juan de la Cruz, Santa Teresa
vación en el lenguaje es muy compatible con la de Jesús, Fr. Diego de Estella, Fr. Luis de
claridad y sencillez. Las palabras pueden y León, Fr. Pedro Malón de Chaide , Fr. Juan
deben ser usuales para que todo el mundo las de Márquez, el P. Juan Eusebio Nieremberg.
entienda: sin embargo, es menester que el es­
tilo no decaiga. En suma: el predicador nunca
472 MARUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 473
rano ó subdito; y su vida es un continuo
ARTICULO VI. combate.
A pesar de esto la oratoria política moder­
Oratoria política ó parlamentaria. na no puede igualar á la antigua en vehemen­
cia y movimientos apasionados. Los griegos
Este género es el que admite mas movi­ y romanos se dirigían á un auditorio de muy
miento, mas calor, mas osadía en los ideas, diferente naturaleza. Componíase por la ma­
mas fantasía en las imágenes, mas galas en el yor parte de plebe ignorante y ruda, y tenían
lenguaje. Puede mejor que ninguno dirigirse por- consiguiente los oradores que dirigirse á
á las pasiones, y este recurso es el que muchas las pasiones mas bien que á la razón y al en­
veces le procura sus mayores triunfos. tendimiento , acomodándose á la rudeza de
Si la elocuencia del foro tiene el útil obje­ sus oyentes y proponiendo las pruebas con al­
to de sostener los derechos civiles de los ciu­ guna prolijidad. Ademas, hablaban en la pla­
dadanos, si la del pulpito se encarga especial­ za pública, siéndoles forzoso alzar la voz y
mente de sus intereses morales; la parlamen abultar las cosas en proporción del espacioso
taria se dirige á los intereses políticos, y estos terreno á que habían de alcanzar sus palabras.
en el dia son los que conmueven mas fuei- Esto casi nunca acontece en las naciones mo­
temente el corazón de los hombres y los arras­ dernas, á no ser en conmociones populares; y
tran á la mayor parle desús acciones buenas ó aun en estas la imprenta suple por los discursos
malas. Por eso tiene ahora esta clase de orato­ hablados. El orador político se dirige hoy dia
ria tanta importancia, siendo el regulador del á una asamblea de hombres escogidos en quie­
destino de las naciones. El abogado habla á nes se debe suponer mucha mas inteligencia,
jueces severos y desapasionados que atienden y encerrados en un estrecho recinto donde la
á la razón y á la ley para pronunciar sus fallos, voz no necesita esforzarse. Por lo tanto, están
fallos que las mas veces interesan solo á un fuera de su lugar las exageraciones de los an­
corto número de personas; el predicador tra­ tiguos: las arengas de estos no son para nos­
ta de materias acerca de las cuales nadie le otros unos verdaderos modelos de elocuencia
contradice, ante un auditorio no solo amigo, política, aunque siempre es bueno estudiar­
sino hasta sumiso y obediente á sus palabras; las para imitar de ellas otras bellezas que en­
pero el orador político ve delante de sí á oyen­ cierran y son aplicables también ahora , según
tes agitados casi siempre de mil pasiones con­ hemos manifestado al tratar de la elocuencia
trarias, muchos de ellos enemigos, y sus dis­ del foro; y porque en muchas ocasiones apro­
cursos versan con frecuencia sobre cuestiones vecharán ciertas imágenes y movimientos ora­
de poder y predominio. Hallándose como en torios que en ellos se encuentran.
un campo de batalla, para él se trata nada me­ Es cierto que en nuestras asambleas políti­
nos que de vencer ó ser vencido, de ser sobe- cas se da entrada al pueblo: pero aun en los
17Í MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 17S

salones mas espaciosos, asiste un corto núme­ tacho ignorante ó apasionado, pero que el hom­
ro, como mero espectador , y le está prohibida bre entendido escuchará con risa y desprecio.
toda demostración; mientras en las repúbli­ Insistimos en esto, porque tal defecto es
cas antiguas el pueblo formaba la misma asam­ el que mas se alucina á los jóvenes, los cuales
blea, era parte activa , se agitaba manifestan­ por su fogosidad están dispuestos ó gustar de
do con sus aclamaciones el efecto que le causa­ semejante hojarasca, no conociendo todavía
ban los discursos, en fin, deliberaba y votaba; todo lo que tiene de fútil y despreciable. Aca­
y aunque nuestro público espectador no guar­ bando de soltar de las manos á Demóstenes y
da siempre la impasibilidad que se exige de él, Cicerón, están aun apasionados de aquellas
aunque algunos oradores suelen, tenerle pre­ arengas vehementes y pomposas: por otra pai te
sente en sus arrebatadas arengas mas bien que les es mas fácil componer un discurso florido,
á su verdadero auditorio, estos son escesos brillante de imágenes y figuras retóricas, para
reprensibles que procuran refrenarse. lo cual les basta la imaginación ; y hasta el
Asi, pues , el orador debe tener entendido ejemplo de algunos oradores modernos los en­
que desbarrará siempre que eche mano de aren­ gaña. Pero tengan entendido que son la soli­
gas hinchadas y pomposas, escasas de buen dez , la instrucción y el juicio, las prendas
sentido y fallas de razones sólidas, En el dia únicas que arrebatan boy d'a las palmas par-
no basta tener verbosidad y facundia; no bas­ lamentarías, y que los mas célebies oradores
ta prodigar las imágenes, los epítetos, los de Francia é Inglaterra desdeñan aquella ho­
adornos retóricos; lodo esto se tiene como va­ jarasca , habiendo abandonado del todo el es­
no follaje; y se prefiere la sólida instrucción, tilo enfático y rimbombante que algún tiempo
el exacto raciocinio y el sano juicio en los ora­ reinó también en sus asambleas, á a no produ­
dores. Por esta razón el que aspire á brillar ciría efecto en aquellos parlamentos niel mo­
en los parlamentos debe prepararse á desem­ vimiento de lord Chattan mostrando las figu­
peñar tan difícil encargo haciendo un estudio ras representadas en los lapices de la cámara,
profundo de las leyes, la economía política , la ni el de Mirabeau señalando la ventana por
estadística, la ciencia administrativa, la diplo­ donde se suponía que Carlos IX había hecho
macia , la teoría de los gobiernos, y también fuego contra sus súbditos hugonotes. Iláse co .
de cuanto tiene relación con las materias ecle­ nocido que hay mucha bambolla y farándu­
siásticas. Sin estos estudios preparatorios, sin la en lo que se llama pasión, y la elocuen­
el tino conveniente para tomar el tono y esti­ cia parlamentaria va tomando un carácter mas
lo que requiere la cuestión de que se trata, templado y disculidor , proponiéndose los ora­
el lugar en que se toma la palabra, y hasta dores convertir las discusiones políticas en
las circunstancias presentes, no será nunca una especie de conversación, en la que abun­
mas que un hueco y vano declamador, que de dan mas los raciocinios y la esposicion de prin­
vea en cuando se hará aplaudir por un popu- cipios que las flores retóricas , sin descuidar
176 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 477

con todo las galas de la dicción . y elevándo­ migo. El orador puede ser miembro de un
se también cuando conviene y lo pide la na­ consejo privado que celebra sus sesiones á puer­
turaleza del asunto, aunque sin caer jamás en ta cerrada, de un senado, de una cámara
vanas declamaciones. popular; y cada uno de estos cuerpos requie­
Verdad es que nosotros, habitantes de un re igualmente un tono distinto. Aun debe­
pais meridional de un clima ardiente, con mas rá variar mucho mas este tono, si pasa á
imaginación, y con ese daño oriental que hay tomar la palabra en otras reuniones en que
en nuestras costumbres y producciones litera­ se traten intereses menos vitales, y se ven­
rias, no podemos ni debemos sujetarnos siem­ tilen cuestiones que por su naturaleza re­
pre a, prosaísmo de algunas naciones septen­ quieren calma y templanza. En el dia, el es­
trionales. Nunca dejaremos de ser sensibles píritu de asociación se ha generalizado, y
or donde quiera se forman corporaciones
al poder de las imágenes y á los encantos del
lenguaje; pero si nos es permitido alguna mas S asta para objetos puramente literarios y ar­
poesía y animación en nuestros discursos, de­ tísticos. Estas reuniones son siempre amis­
bemos estar precavidos contra la exageración tosas; y por lo tanto, las conferencias en ellas
de esta natural tendencia; emplear solo nues­ deben distar muy poco de meras conversa­
tra imaginación en adornar pensamientos só ­ ciones en que se diserta y no se discute.
lidos, argumentos fuertes; y no olvidar nun­ Alzar en ellas el tono, declamar, enfurecer­
ca que el efecto mas común de las peroracio­ se, hacer alarde de intempestiva elocuencia,
nes que brillan mas por la apariencia que por es deslucir las mas bellas disposiciones , y
el fondo, es dar contra la razón el triunfo á pasar plaza de loco mas bien que de hombre
las malas pasiones. elocuente. Con mas razón aun, el lenguaje
Gomo son tantas y tan diversas las mate­ de la cátedra debe apartarse de esa vana pom­
rias sobre las que puede tener que hablar el pa, preciarse mas bien de claro, metódico y
orador, tantas y tan diversas las circuns­ preciso, que de elevado y patético, y contentán­
tancias en que se suele hallar ; se necesita en dose con una amable elegancia, fundar su méri­
él un gran tino y sumo discernimiento para to principal en la sana y bien espuesla doctrina.
acomodar su estilo y el tono de su discurso El orador parlamentario debe evitar tam­
al asunto , al lugar y á la ocasión en que le bién otro defecto capital , cual es la mono­
pronuncia. No es este un pequeño talento, y tonía en el estilo. Como se ve precisado
pocos hay que logren poseerle. Cuando se muchas veces á hablar largamente , esta mo­
discute una ley, no conviene hablar como notonía llega a hacerse insufrible y á adorme­
cuando se agita una cuestión de gabinete; aun cer al auditorio. En ningún género de orato­
en este caso ha de ser diferente el tono que ria conviene tanto variar el tono y pasar
cuando se trata de la paz y de la guerra, ó sucesivamente da lo patético á lo humilde,
de alzar la nación contra algún poderoso ene- de lo florido á lo sencillo, de lo sério á lo
42
178 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. <79

festivo. Esto último, que taras veces se per­ la jocosidad puede ser intempestiva; y en es­
mite al. abogado, que es un defecto capital to como en todo se necesita cordura y buen
en el predicador, suele ser una belleza gran­ sentido.
de en el orador político, y producir prodigio­ En cuanto á la distribución del discurso el
sos efectos. La ironía es en las discusiones exordio se suele tomar de lo que han dicho
parlamentarias una arma tan poderosa, que los preopinantes; la proposición falta muya me­
basta á veces para arrebatar la palma. Por nudo, pues sabido es ya el asunto sobre que
medio de ella se apodera el orador de su con­ se va á hablar; la confirmación es la parte
trario , le desconcierta, le anonada, y le pone mas larga é importante; y la peroración de­
fuera de combate; pero esta ironía ha de ser be hacerse corta y brillante.
fina, urbana, ha de punzar, no herir, y de Los debates parlamentarios dan pocas ve­
ningún modo debe convertirse en chanza gro­ ces lugar á que el orador prepare y compon­
sera ó en insultante agravio. ga su discurso de antemano. En la tribuna
Si el orador se hace ridículo cuando em­ francesa ha sido muy común subir los ora­
plea la vehemencia en un asunto de poca im­ dores de diferentes bandos á leer sus discur­
portancia , lo es tamban cuando finge un ca­ sos escritos, lo cual es impropio del luear
lor que no siente. h£ muy difícil aparentar y de una verdadera discusión. Esta entonces
una pasión de que no estamos revestidos, y no existe: se reduce á una vana ostentación
nunca puede ser tan perfecto el disfraz, que de ingenio; y los oradores opuestos son co­
no se descubra, dejando.entonces este calor mo dos ejércitos enemigos que desfilan en
aparente mas frió al auditorio. Aun sien­ presencia uno de otro haciendo inútil alarde
do el calor verdadero r y justificándolo la ma­ de sus armas, pero sin combatirse. Ademas
teria de que se trata, debemos cuidar de que la lectura no produce nunca el efecto de la
la impetuosidad no llegue al punto de arreba­ improvisación : aquella es tan monótona y
tarnos demasiado lejos; pues si el orador cansada, cuanto esta variada y llena de ani­
pierde el dominio de sí mismo, bien presto mación. Un discurso improvisa’do hará siem­
perderá también el de su auditorio. Este le pre mas impresión en el auditorio que otro
ha de acompañar en el camino de la pasión; y leído, aunque sea de mérito inferior. Lo que
si se precipita ó corre demasiadamente apre­ respecto de esto se puede aconsejar al orador
surado, sucederá que el auditorio se queda es que estudie á fondo la materia, que sé
atrás sin poder seguirle, apoderándose de familiarice con ella y se haga dueño del asun­
él la mayor indiferencia. Por último se de­ to ; que lleve apuntes bastantes estensos y
be dar la, mayor atención al decoro, lugar y coordinados, de modo que pueda hallar en
earácter. La vehemencia que sienta bien á ellos fácilmente cuanto necesite; que si es po­
una persona autorizada , seria impropia da sible , tenga dispuesto en su mente el órden
la. modestia que se espera en un jóvea: de su discurso, y preparados los principales
180 MANUAL DE LITERATURA, MANÜAL DE LITERATURA. 181
argumentos: tampoco daña que algunos tro­ ca de sus personajes, discursos y arengas, de
zos estén compuestos y aprendidos de memo­ los cuales pueden muchos servir de modelos.
ria para decirlos en el lugar oportuno; pero En cuanto á elocuencia parlamentaria no
ni aquel orden, ni estos trozos, deben ser tan hemos tenido los españoles ocasión de osten­
invariables que no pueda verificarlos según tar nuestras felices disposiciones hasta el si­
lo vaya requiriendo el orden de la discusión. glo actual; pero en lo que llevamos de go­
Entonces, si te loca hablar, puede seguir el bierno representativo, han aparecido ora­
hilo de sus ideas, intercalando las nuevas, dores que en nada ceden á los de otras na­
y presentarlas con el lenguaje propio de la oca­ ciones.
sión, dejando que el calor de la improvisa­ Ramo, y no poco importante, de la elo­
ción le sugiera las locuciones convenientes. cuencia política moderna, son los periódicos,
La improvisación suele incurrir en el defec­ cuyos artículos llamados de foDdo, no son en
to de los giros largos y viciosos, de las re­ realidad mas que unas arengas que un par­
peticiones molestas, dando al lenguaje cier­ ticular dirige todos los dias á una multitud de
ta flojedad y languidez que le hacen arrastrado personas esparcidas en toda la superficie de
y molesto. Es preciso estar muy alerta con­ un estado. Los periódicos han reemplazado
tra este defecto: acostumbrarse á ser breve y la antigua elocuencia popular, y heredado
preciso, á cuidar mucho de la elegancia en toda su pasión, vehemencia y acrimonia. Aquí
el estilo. Para esto conviene que los princi­ se permite un escritor, lo que como orador
piantes se contenten con discursos cortos y no se atrevería á decir en el parlamento:
bien meditados, hasta que adquieran aquella aquí se entrega á toda la fogosidad de sus
firmeza, aquella presteza de ánimo y pose­ pasiones, á lo avieso de sus rencores, á las
sión del buen lenguaje que únicamente pue­ malas instigaciones del espíritu de partido, á
den dar el hábito y la práctica de recitar dis­ las acriminaciones mas sangrientas, y aun á los
cursos bien preparados. Aunque la elocuen­ insultos mas groseros. Sin embargo , en los
cia es un don natural, la práctica influye tam­ escritores que se respetan, en tiempos y na­
bién mucho, dando una facilidad y soltura ciones donde los odios políticos no están en­
que sin ella no suelen tenerse. conados ni se muestran sangrientos, el pe­
Entre los escritores políticos y moralistas riodismo va adoptando las formas de la bue­
castellanos se cuentan principalmente el infan­ na discusión parlamentaria, aunque siempre
te D. Juan Manuel, Alfonso de la Torre, Fer­ con mas calor y vehemencia. Para esto no
nán Perez de Oliva, D. Antonio de Guevara, hay mas reglas que recomendar que las que
Luis Mejía, Francisco Cervantes de Salazar, convienen á una polémica urbana y decorosa,
Francisco de Villalobos, Antonio Perez, D. Die­ fundada en la solidez de las doctrinas, en lo
go de Saavedra Fajardo. profundo y escogido de los argumentos, en
Nuestros historiadores suelen poner en bo- la templanza del estilo, y en el respeto que
MANUAL DE LITERATURA. 183
182 MANUAL DE LITERATURA,
ce mucho á un poema en que los hechos
se deben guardar los hombres de educación verdaderos están confundidos con las fábulas
unos á otros, ora se hablen cara á cara, ora se v sucesos maravillosos.
oculten bajo el nombre de un editor respon­ Si ademas de estar la sociedad poco ade­
sable. lantada , viven los hombres aislados, si la
patria existe apenas para ellos, la historia pier­
CAPITULO II. de su generalidad , y solo presenta crónicas
sencillas mezcladas con fábulas y leyendas, «pero
Composiciones históricas. señaladas siempre con aquel carácter poético
que en semejante época es una necesidad de en­
Entiéndese por historia la narración de su­ tendimiento humano el hallar por dondequiera.
cesos pasados, hecha para la instrucción de Si mas tarde , la civilización se va desar­
los hombres actuales y venideros. Son tantas rollando en un pais, sin que la libertad se
tlas diferentes maneras de escribir la historia, establezca en él, sin que la política adquiera
antos los sistemas que se han seguido res­ estension v energía; cuando llega el tiempo
pecto de esto, tal la variedad que existe en­ de las luces, déla riqueza y del reposo, los
tre los mas célebres historiadores, que no hombres buscan en la historia un interés fi­
es posible fijar reglas generales, y por lo tan­ lósofo. Abandonando el campo de la poesía,
to nos contentaremos con algunas reflexiones é pierde su sencillez, y ya no ofrece aquella
indicaciones históricas. fisonomía llena de verdad y de vida que un
En la primera edad de las sociedades, cuan­ tiempo la distinguía. Los caractéres indivi­
do todo es nuevo para el hombre, cuando duales ocupan poco lugar ; y dan menos seña­
todo se presenta lleno de atractivos á su flo­ les de vida ; los nombres propios se hacen
rida imaginación, exige en la historia un in­ mas escasos; y la narración de los hechos,
terés poético. Los hechos de sus antepasa­ como igualmente la pintura de los hombres,
dos se conservan y transmiten de padres á es mas bien el preteslo que el asunto pecu­
hijos en canciones guerreras que se entonan al liar da los escritos. Todo se generaliza; los
entrar en los combates, ó en romances que lectores quieren hallar un cuadro de la mar­
son el embeleso de un pueblo sencillo y po­ cha seguida por la civilización, una especie
co escrupuloso, con tal de que se hable á de teoría de los pueblos y de los hechos mis­
sus pasiones fáciles de enardecerse. Si la vi­ mos. La historia es entonces una serie de
da social ha recibido ya cierto desenvolvi­ disertaciones sobre los progresos del género
miento , si se poseen los medios de dar mas humano, y no parece sino que el historia­
estension á las narraciones, y de perpetuar­ dor anhela solo resucitar el esqueleto del tiem­
las , entonces los romances y canciones se po pasado para revestirle eoa ideas generales
convierten en libros, y la historia, conservan­ v -consideraciones filosóficas.
do su carácter poético y patriótico, se pare-
MANUAL DE LITERATURA. <85
<8i MANUAL DE LITERATURA.
Si una civilización avanzada , ó un gran dei- das unas de otras. La afición á las narraciones
arrollo del entendimiento humano, coinci­ sencillas y poéticas , la propensión á las ge­
de en un pueblo con una vida política ani­ neralizaciones filosóficas, la necesidad de ins­
mada y fuerte; si los afanes de la libertad, trucción política , se suceden casi siempre en
exaltando los ánimos, dan energía á los ca­ tiempos y- en estados de civilización muy
ractères: si la actividad de la vida pública se diferentes. .. , „
une á las necesidades generosas-del pensa­ El primer historiador que conocio la Grecia
miento, la hislsria se presenta con otra for­ fué Herodoto. Antes de él los hechos notables
ma, y por decirlo así , se hace práctica. Ya se habían ido transmitiendo verbalmente en
no se exige de ella que encante con sus bri­ himnos v poemas cortos que se conservaban
llantes narraciones á hombres fáciles de con­ en la memoria. Su obra donde reunió cuantos
mover, ni que satisfaga con sus meditaciones hechos verdaderos y fabulosos pudo recoger
á entendimientos activos, reducidos á ejerci­ en sus viajes, presenta todo el interes de un
tarse solo en ideas generales: se espera de ella poema, y los griegos congregados en los juegos
instrucciones análogas á las necesidades que olímpicos veian sus descripciones patrióticas
as esperimenlan y á la vida que nos anima; se con el mismo placer que sentían al escuchar
quiere conocer la verdadera naturaleza y el los cantos de Homero. .
mecanismo interior de las instituciones, se Este carácter conservaron casi todos los
desea presentar el movimiento de los parti­ historiadores de la antigüedad , los cuales , con
dos, seguirlos en sus combinaciones, estudiar descripciones pomposas, con arengas estudia­
los secretos de la intluencia de las masas y das , procuraban dar á la historia un carácter
de la acción de los individuos; es preciso que poético de que en estos últimos tiempos se ha
los hombres y los acontecimientos resalten á despojado. Pero como la vida pública era tan
los ojos del entendimiento, no solo para in­ activa entre aquellos pueblos, como los aíanes
teresarle y divertirle, sino para revelarle co­ de la libertad llenaban lodos sus dias y domi­
mo se adquieren , se ejercen y se defienden naban sus pensamientos, las historias no po­
sus derechos, la libertad y el poder, cómo dían menos de tomar esta tendencia; y Pucy-
se combinan las opiniones, los intereses, las dides, Genofonte, Saluslio, Tácito, Polibio,
pasiones, las necesidades de las circunstan­ son también escritores políticos , no porque se
cias, lodos los elementos de la política activa. sujetasen á un sistema determinado, sino por­
Esto es lo que viene á ser la historia para los que obedecían al espíritu de su época. Sobre
pueblos libres. todo, en lo que sobresalieron todos, fue en la
Por lo regular, y conforme á la naturaleza dicción y bellezas del estilo.
misma de las cosas, la historia se reviste, con Después de la caida del imperio romano,
respecto á un pueblo, de estos diferentes ca­ cuando Europa retrocedió al estado de barba
ractères, sucesivamente, y en épocas aparta­ rie, en la infancia de las naciones modernas,
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{a historia volvió á ser el patrimonio de las tóficas son largas disertaciones sobre cuantos
canciones y romances. Escribiéronse, es ver­ objetos constituyen la civilización de los
dad, al propio tiempo historias; pero como la
vida pública había dejado de existir, como los PUeEn° el siglo actual, habiendo adquirido los
pueblos, las provincias, las clases y hasta los estados políticos un alto grado de importancia
individuos vivían aislados y sin casi tener la­ por efecto de las revoluciones y de la índole de
zo alguno que los uniese; siendo ademas ta­ los nuevos gobiernos, la historia ha tomado
les escritos obras de monges retirados en sus igualmente la misma tendencia, y se procura
monasterios, la historia se redujo á crónicas con ahinco estudiar la naturaleza de los gobier­
sencillas, en las que con rudeza y desaliño, se nos , su organización , sus leyes, cuanto puede
reducían sus autores á la indigesta narración suministrar documentos para guiarnos en la vi­
de los sucesos que veían ó llegaban á su noti­ da pública á que estamos entregados.
cia de un modo confuso, limitándose tal vez á Con todo, á pesar de esto, en algunos escri­
leyendas de santos, ó anales de algún órden tores, cansados de disertaciones políticas y filo­
monástico. sóficas, se ha verificado una especie de reacción
Pero aquellos escritos áridos y toscos no pretendiendo que la historia se debe red"°ir a
podían satisfacer el ansia de los que, al tiem­ la mera narración de los hechos, presentan
po del renacimiento de las letras, leian con los con el colorido propio de la época que se
avidez las obras de la antigüedad que se iban describe, y haciendo mover á los personajes
descubriendo y natural fué que procurasen de modo que aparezca bien en claro su carac
imitar estos modelos que admiraban. La his­ ter y verdadera fisonomia. El objeto de este
toria, pues, volvió á ser clásica en los siglos sistema es dar á la historia todo el interés do
XV y XVI; y en nuestra nación sobre todo, la novela, reduciéndola á un cuadro dramático
tomó la forma poética y galana de los historia­ en el que todo presente movimiento Y™
dores griegos y romanos, particularmente de De lo dicho resulta que todos los métodos de
iito-Livio, porque en cuanto á la profundi­ escribir la historia se reducen en último análi­
dad de Tácito y demas historiadores políticos, sis á dos sistemas principales. El uno que se
ó no estaba al alcance de aquellos escritores, llama adnarrandum, que tiene solo por objeto
ó no se lo consentía la índole del gobierno en referir los hechos, con mas o menos bellezas
que vivían. poéticas , absteniéndose de observaciones , o
En los siglos XVII y XVIII tomó la historia siendo estas muy escasas y rápidas: el otro
el carácter filosófico propio de la era. Voltaire ad probandum, en el cual los ac,onlec,in‘®“J®®
fué el primero que en Francia le dió esta di­ se relatan sumariamente , tomando solo ocas
rección : y á su ejemplo Millot, Rainal en aque­ de ello para discurrir acerca de la organización
lla nación , Hume, Robertson , Gibbon en Ingla­ política de los pueblos , de sus leyes, de s
terra , escribieron obras que mas bien que his- progresos en las artes , ciencias y letras, en s
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ma , acerca de cuanto constituye su civilización. de hábitos envejecidos y de costumbres ficti­


¿Cuál es, pues, el método preferible? Los cias. Prodigiosos’ acontecimientos han renovado
dos son buenos, y la elección depende solo de esta misma sociedad, destruyendo aquellas for­
la naturaleza del asunto. Si se trata, por ejem­ mas y costumbres. Las ideas sencillas, los sen­
plo, de referir la conquista de Granada la cual timientos naturales han recobrado su imperio:
duró diez años, y fue el teatro en que brillaron los entendimientos , por decirlo asi, se han re­
tantos grandes caractères y se verificaron tan juvenecido , y se han hecho capaces de com­
heroicas hazañas, será tal vez mas acertado prender al hombre en todos los grados de
servirse del primero que, por Jo descriptivo y civilización, recreándose también con las nar­
pintoresco, es grato á la imaginación; pero sise raciones sencillas y poéticas de la sociedad na­
traza la historia de una revolución como la de ciente. En nuestros dias es cuanto se ha cono­
Inglaterra ó Francia, entonces la mera descrip­ cido que los tiempos bárbaros merecían tam­
ción de los hechos no suministraría las altas bién, bajo ciertos aspectos, el nombre de tiem­
lecciones de moral y de política que deben sa­ pos heroicos; en nuestros dias es cuando se ha
carse de tan grandiosos acontecimientos. adquirido la facultad, y conocido la precisión
Como quiera que sea , poruña reunión ad­ de estudiar en su genuina verdad las ideas,
mirable de circunstancias, todos los métodos de instituciones y costumbres de los pueblos al dar
escribir la historia son admisibles en el dia, los primeros pasos en la vida social. Afi es que
porque todos son susceptibles de interés en las se ha dado á esta parte importante de la histo­
circunstancias presentes para los pueblos euro­ ria un interés de que antes carecía, dejando de
peos , los cuales sienten y anhelan satisfacer ser patrimonio esclusivo de las gentes eruditas:
necesidades de todas especies. hasta los escritores de novelas se han apodera­
Si nos refiere la historia con verdad y senci­ do de ella , procurando á sus lectores nuevos
llez los primeros ensayos de la vida social, las recreos y singular deleite.
costumbres de los pueblos en su origen, aquel Al propio tiempo, la necesidad de grandes
estado singular en que las ideas son pocas pero consideraciones filosóficas sobre los aconteci­
fuertes, las necesidades reducidas pero enér­ mientos humanos y la marcha progresiva de
gicas , en que todas las pretensiones de la vida las sociedades, se ha fortificado en vez de es-
brutal luchan con los hábitos de la libertad sel­ tinguirse. No hemos dejado de buscar en la his­
vática , nos hallará capaces de comprender se­ toria algo mas que un mero relato de los hechos
mejantes narraciones, y muy inclinados á com­ y siempre exigimos de ella que los enlace
placernos en ellas. Cincuenta años atrás, el con ideas generales, y nos presente los gran­
cuadro de aquella edad nos hubiera parecido des resultados que ilustran las ciencias de la
grosero y repugnante; y su parle poética no legislación y de la economía, como también el
luera ni comprendida ni gastada : la sociedad vasto estudio de los destinos del género huma­
toda se hallaba bajo el yugo de añejas formas, no. Tan lejos, pues, de que nos hallemos me-
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nos inclinados á considerar la historia bajo nn gencia de la historia, hemos comprendido cuan­
punto de vista filosófico, no parece sino que tos consejos y lecciones podia darnos : su utili­
con respecto á esto ha adquirido mayor interés dad no es ya, como en otro tiempo ,. una idea
todavía; sentimos mas que nunca la necesidad general, una especie de dogma literario y mo­
de ascender á las mas remotas causas de los ral profesado por los escritores, mas bien que
acontecimientos de reducirlos á su mas sencilla adoptado y practicado por el público. Actual­
esp resion, de penetrar en sus mas lejanos efec­ mente el conocimiento mas ó menos profundo
tos; y si las antiguas crónicas han recobrado á de la historia, y sobre todo la de los pueblos
nuestros ojos su encanto, las grandes combina­ libres, no es ya solo un placer para los enten­
ciones de la filosofía histórica son para nues­ dimientos cultivados, es también una necesidad
tro entendimiento una necesidad indispen­ para el ciudadano que quiere tomar parte en
sable. los negocios de su patria, ó cuando menos, juz-
En fin, la resurrección de los pueblos mo­ oar de ellos con acierto. Asi es que este grande
dernos á la vida política , las nuevas institucio­ estudio se presenta ahora á nosotros con todo el
nes que poseen, esa aurora de libertad que se interés que le es dado ofrecer, porque tenemos
ha presentado en medio de tantas borrascas, el en nosotros la facultad de examinarlo bajo todos
tiempo pasado de que acabamos de salir, el sus aspectos, y descubrir en él cuanto encierran.
tiempo presente que nos ocupa, el porvenir que Si . pues, todos los sistemas de escribir la
nos inquieta , nuestra situación entera, todo historia pueden ser agradables y útiles en el dia
esto dá á la historia, considerada con respecto si la elección depende solo de,1a naturaleza del
á la política, el mas grandioso interés.. Antes asunto y de la inclinación del escritor, no es
de ahora, el movimiento de la vida pública,, la posible dar reglas fijas para esta clase de obras.
acción de los partidos, las guerras de las fac­ Solo se pueden indicar algunos consejos.
ciones, la lucha de las asambleas, todas las En primer lugar, se necesita en el historia­
agitaciones del poder y la libertad, eran cosas dor ciertas cualidades indispensables. La que va
de que habíamos oido hablar, pero que no ha­ al frente de todas es la instrucción, que debe
bíamos vislo; que leíamos en los libros, pero ser vasta y profunda, en muchas lenguas y cien­
que no sucedían al rededor nuestro. Ahora han cias; y con ella un conocimiento exacto del co­
pasado y están pasando á nuestros ojos; y todo razón humano. Necesita luego veracidad y
nos mueve á estudiarlas ; así como todo nos fa­ exactitud en el relato de los hechos ; imparcia­
cilita su inteligencia. lidad en el modo de juzgarlos; libertad para de­
La vida política no nos ha sido restituida á cir francamente lo que conviene, discernimien­
nosotros solos, sino que también ha penetrado to para escoger los hechos que deben referirse y
en la historia, fría y sin objeto para hombres separar los falsos de los ciertos; moralidad, en
estraños al verdadero espectáculo délas escenas fin, para ensalzar la virtud y anatematizar el
cuya memoria conserva. Al recobrar la inteli- vicio.
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Aunque una historia suele abrazar mucho» ■cuanto escriba, por ser esta cualidad esencial en
siglos, reinos enteros y aun el mundo todo, semejantes obras.
aunque son innumerables los hechos que tie­ Guando se retrata á algún personaje, con­
nen que referir, no debe carecer de plan , nece­ viene huir de antítesis, de distinciones sutiles,
sitando conservar cierta unidad en su conjunto. de contrasíes chocantes, lo cual hace la pintura
Esta parte es una de las mas difíciles, y requie­ amanerada, descubriendo á las claras su falta
re sumo ingenio en el escritor: porque solo un de exactitud. Una pincelada vigorosa y dada
talento vasto, profundo, una cabeza fuerte y como al paso, pinta mejor que el cuadro en que
perfectamente organizada, pueden abarcar á la se hallan amontonadas en larga letanía las cua­
vez tal multitud de especies, coordinarlas, me­ lidades políticas y morales de un personaje.
todizarlas y dirigirlas todas á un fin único. Si Este se debe conocer por lo que hace mas bien
los hechos no se han de presentar desunidos, que por estudiadas descripciones.
si conviene dejar ver la trabazón que entre sí Si á veces se introducen arengas en boca de
tienen, si han de presentar un cuadro completo los personajes, se debe procurar que sean cier­
y acabado, la tarea es árdua y de difícil eje­ tas, eslractadas de los discursos que realmente
cución ; y solo se consigue proponiéndose un pronunciaron para presentar su espíritu y
fin que sirva como de centro de reunión á cuan­ esencia; no falsas declamaciones que el histo­
to se refiera y diga. riador inventa á placer, y en las que se le vé
En la narración debe haber claridad para re­ mas á él que á su héroe. Hay historias en que
ferir los hechos con orden y de modo que sin las arengas son mas naturales ’y oportunas que
esfuerzo se entiendan ; brevedad para pasar rá­ en otras, porque tratan de naciones sujetas á
pidamente por lis sucesos poco interesantes, gobiernos populares en los que la palabra diri­
omitir en los mas notables las circunstancias ge el Estado; pero en los pueblos sujetos á un
inútiles, y no hacerlos pesados con la manera régimen despótico, donde no existe mas voz que
lenta de contarlos. El ornato y elegancia , que una sola , los discursos llegan á ser hasta un
la narración histórica admite en grado bastante anacronismo.
elevado, debe ser siempre de buen gusto, y Por último , las reflexienes que se ingieren
nunca recargado con falsos relumbrones ni va­ en la historia, dependen en gran parle del sis­
na hojarasca; todas las gracias de la elocución, tema que el autor ha adoptado. Si su obra tie­
todas las formas oratorias , un lenguaje figura­ ne un carácter filosófico, si se propone por ob­
do hasta cierto punto , y un estito armonioso, jeto principal examinar la constitución, las le­
pueden encontrar su lugar en la historia , si se yes, los progresos intelectuales de un pueblo,
sabe distribuir todo esto con oportunidad y siendo esta la parte principal, las reflexiones
economía , y si estos atavíos son naturales, no tomarán el carácter y la forma de disertacio-
buscados con demasiado estudio. Por fin, el aes mas ó menos largas ; pero si el objeto del
historiador debe ostentar siempre dignidad en aistoriador es puramente referir los hechos,
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toda reflexión demasiado larga que interrumpa asi como suele ser malo y nada provechoso,
el hilo del discurso y distraiga al lector del in­ puede también ser, y ha sido con efecto muy
terés que deben inspirarle los acontecimientos, á menudo, un medio eficaz de inculcar en el
será un defecto digno de reprobación; mas no corazón de los lectores las mas sanas doctri­
por eso se habrán de desechar aquellas reflexio­ nas. Fuera de esto, la afición á las novelas no
nes breves y oportunas que ocurran al paso y es un gusto facticio, pasajero, que-puede des­
puede decir el autor sin detenerse en su mar­ aparecer para ser reemplazado con otro mas
cha; estas , al contrario, dan mucha gracia y provechoso; es una inclinación natural del en­
energía á la narración, avivando la atención de tendimiento humano que se recrea siempre
los lectores, procurándoles un descanso pro­ con la narración de ficciones agradables y en­
vechoso, y hasta sirven para dejar mas pro­ tretenidas, ya porque le plazca lo estraordi-
fundamente gravados en su memoria los acon­ nario y maravilloso, ya porque necesite, co­
tecimientos. mo descanso de tareas mas sérias, el grato
Tenemos también en España gran número de esparcimiento que tales escritos proporcionan.
cronistas é historiadores: los principales son: Y no podia ser de otra suerte. Dotado el
D. Pedro López de Ayalla , Gutierre Díaz de hombre de imaginación viva y ardiente, en
Gamez, el autor desconocido de la crónica de vano se querrá que no la ejercite, renunciando
D. Alvaro de Luna, Fernán Perez de Guzman, al placer que le causan sus producciones. Es­
Fernando del Pulgar, D. Luis de Avila y Zu- te placer es en él una necesidad que le es pre­
ñiga, Pedro Mej.ía, Florian de Ocampo y su con­ ciso satisfacer en todas las edades, en todas las
tinuador Ambrosio de Morales Zurita, D. Diego condiciones de la vida. Es ademas un ejercicio
Hurtado de Mendoza, el P. Juan de Mariana, noble que le engrandece y le acerca á la divini­
Bartolomé de Argensola, D. Fernando de Mon­ dad, por lo que la imaginación tiene de creado­
eada , D. Carlos Coloma , D. Francisco de Me­ ra; y como en este mundo real se ve rodeado
ló, D. Antonio Solis; y como historiadores sa­ de tantos males y miserias, le es lícito buscar
grados, Fr. José Sigüenza, Fr. Diego de Yepes la distracción de sus penas en otro mundo que,
y el P. Martin de Roa. aunque ficticio, se presente á lo menos á sus
ojos con la perfección que él desea. No tiene
CAPITULO IIÍ. otro origen esa propensión del hombre á em­
belesarse en el dulce arrobamiento que á ve­
Composiciones novelescas. ces le hace creer mejoras imaginarias en su
existencia, figurándose cercado de soñados
Mucho se ha dicho contra este género de li­ bienes y ansiadas felicidades, y á lo que se ha
teratura, tachándole de inmoral y corruptor de llamado hacer castillos en el aire. Las novelas
las costumbres; pero la inmoralidad no está en no son mas que castillos en el aire que otros se
el género, sino en el uso que de él se hace; y toman el trabajo de hacer para nuestro recreo.
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Por esta razón, ha dicho Bacon muy acerta­ solo á la memoria, ó no se apreciaban como
damente, que el gusto que tenemos por las género de literatura digno de conservarse y
novelas es una prueba de la grandeza y digni­ transmitirse á la posteridad. Tampoco se ha de­
dad del entendimiento humano , porque los jado de estrañar que entre tantas obras de diver­
objetos del mundo real no llenan el ánimo ni sos géneros como nos han legado griegos y la­
le satisfacen enteramente; ansiamos, pues, al­ tinos, no se encuentre una sola novela perte­
guna cosa que ensanche mas el corazón ; ape­ neciente á los siglos de oro de su literatura: las
tecemos hechos mas heroicos y brillantes, pocas que existen, como el Asno de oro, Teáge-
acontecimientos mas variados y maravillosos, nes y Glariclea, Dafnis y Cloe, son ya délos si­
un orden de cosas mas espléndido, una distri­ glos de la decadencia ; y esto hace creer que
bución mas general y justa de premios y cas­ nunca pasarían de cuentos cortos, no ocupándo­
tigos que la que estamos viendo; y no hallan­ se en componer novelas de larga estension, las
do esto en. las historias , recurrimos á las no­ cuales se tuviesen ya por obras dignas de con­
velas. servarse y de figurar en las bibliotecas.
Es tal la inclinación natural del hombre a En la edad media existieron con mucha boga
las ficciones, que apenas llega un niño á en­ dos géneros de historia ficticia bastante distin­
tender el lenguaje de sus padres no encuen­ tos uno de otro. Era el uno imitación de los
tra mayor entretenimiento, ni cosa que le ha­ árabes, cuya afición á fábulas y consejas es un
lague mas, que los cuentos con que estos pro­ rasgo nacional característico; y consistía en
curan distraerle, y su ansia por oirlos suele cuentos cortos, la mayor parte sobre asuntos
llegar hasta la importunidad. Asimismo, en amorosos, y en estilo picaresco ó con licencio­
los pueblos mas remotos, en los mas salvajes, sa sencillez: los trovadores y mas tarde los
se ha encontrado esta ficción; y congregados poetas del norte de Francia , fueron los que
por la tarde á la puerta de sus chozas ó á la mas crédito le dieron, y existen hoy dia colec­
sombra de los árboles, se les ha visto siempre ciones de infinitos fabliaux (fablas), como
escuchar con interés sumo las consejas de la los llamaban. El otro género fué el de las no­
gente anciana, ó las aventuras que inventa el velas caballerescas que empezaron también en
mas locuaz de la reunión. Esta costumbre que el norte de Francia y se estendieron con pro­
aun subsiste en Asia, se encuentra allí desde digiosa rapidez por toda Europa. Hallábase este
los primitivos tiempos del mundo. Famosos se género muy en armonía con las costumbres de
hicieron los indios y los persas por sus Cuentos; la época; representaba aquel espíritu aventu­
y los antiguos griegos ponderaban mucho los rero de que estaban las gentes poseídas; y las
ílamados jónicos y milesios. Nada nos ha que­ proezas estraordinarias, los encantamientos
dado de estas fábulas que, según noticias, gira­ maravillosos, los amores platónicos, no po­
ban sobre aventuras amorosas, y cuyo lengua­ dían menos de agradar á los armados guerre­
je era harto libre. Sin duda se encomendaban ros que iban en busca de aventuras semejan-
MANUAL DE LITERATURA. 4 99
498 MANUAL DE LITERATURA, mente tal clase de talento en nuestro país; con­
tes. Cuando la decadencia del espíritu caballe­ tentándonos con traducir las novelas que se es­
resco y la obra inmortal de Cervantes acabaron criben en otras naciones donde la fecundidad
con esta clase de novelas, les sucedió otro gé­ en este punto ha llegado ya á rayar en una es­
nero que tuvo un tiempo gran boga, aunque de pecie de calamidad. ' ...
carácter, á la verdad, bien opuestos. La vida Trasladóse en primer lugar á Francia el in­
pacífica del campo reemplazó el estruendo de genio novelesco; y después de traducir ó imi­
los combates; y tanto en España como fuera tar nuestras obras, se compusie on allí nove­
de ella, se multiplicaron las novelas pastora­ las que , con personajes históricos , no eran
les. Dejaron fama, entre otras, la Arcadia otra cosa mas que una pintura d'e las costum­
deSannázaro, las dos Dianas de Gil Polo y bres galantes de la época. La Cleha, el Giro,
Montemayor , la Galatea de Cervantes, el la Cleópatra transformaban á los personajes de
Pastor de Fiiida de Luis Galvez de Montalvo, la antigüedad en almibarados galanes y damas
la Constante Amarilis de Cristóbal Suarez de remiradas que se enamoraban entre sí al es­
Figueroa. Mas esta clase de novelas no con­ tilo de la córte de Luis XIV, y adormecían
tentaba , no satisfacía enteramente la curiosi­ suavemente al lector en largos y pesados to­
dad. Pintaba costumbres ideales, no represen­ mos de aventuras inverosímiles. Poco duro es­
taba la sociedad, y buscándose otro género te gusto; y el abate Prevost introdujo las nove­
mas análogo á la época, mas popular se creó las familiares, al mismo tiempo que Ana Rad­
el género truhanesco que fué cultivado princi­ cliffe daba boga en Inglaterra á las novelas
palmente en España, y produjo el Lazarillo espantosas de "castillos, cuevas y fantasmas.
de Tormes de Mendoza , el Guzman de Alfara- Por fin el inglés Richardson trató de dar a esta
che de Mateo Alemán, Rinconete y Cortadillo de clase de composiciones una tendencia moral }
Cervantes, el Gran Tacaño de Quevedo, y otras cierto grado de utilidad que antes no tema,
muchas que han corrido toda Europa. presentando personajes de la clase media que
Pero la novela por escelencia , la única en colocados en situaciones naturales, pero intere­
su género, la que ha merecido colocarse aun santes, manifestasen sus virtudes y sus vicios
al lado de los mas famosos poemas épicos, la para hacer amar aquellas y detestar los últi­
que existirá siempre cuando todas las demas mos. Clara Harlowé, Pamela , Grandison,
novelas, obras que nacen y mueren con tanta obras de aquel ingenio, son todavía, á pesar
profusión como facilidad, hayan desaparecido, de su desmedida estension, los modelos en es-
es el inmortal Quijote de Cervantes; mas con te género; el cual ha prevalecido durante mu­
esta producción estraordinaria parece que que­ cho tiempo, hasta que en este siglo Walter-
dó como agotado el caudal novelesco de Espa­ Scott en Inglaterra, y en Francia multitud de
ña pues desde entonces, ó poco después, no autores han dado á la novela un rumbo dife­
solo no se ha dado á luz obra notable en este rente. ,
género, sino que parece haber muerto entera-
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Walter-Scott, es en nuestro juicio, el que mas torpes é inmundos de la sociedad, desen­
ha llevado esta clase de composiciones á su cantando el corazón de todas las ilusiones, y
mayor perfección, dándoles toda la utilidad de persuadiendo que no existen en el mundo vir­
que son susceptibles. Sus novelas son históri­ tudes ; pues hasta estas se reputan en aquellos
cas, pero noá la manera de las Glebas y Gleó- libros inmorales como infame hipocresía ó co­
patas, sino reproduciendo los personajes y mo viles juguetes de la perversidad triunfante.
las épocas con admirable exactitud, y con tal ♦ Esta escuela que representa á la humanidad
talento, que parece revivir y creemos verlos aun mucho peor de lo que es , solo sirve para
obrar y hablar como si realmente existieran. desmoralizar al hombre ó desconsolarle.
Este modo de escribir la novela, difícil por Vemos, pues, que la novela ha seguido, co­
los profundos conocimientos que exige, puede mo la historia, el espíritu de su siglo; y con
considerarse como un suplemento útilísimo á efecto, no hay género de composición mas oca­
la historia. En la historia no conocemos sino sionado á contagiarse con él, puesto qne sir­
los hechos en grande, no vemos á los persona­ viendo especialmente para el recreo de las gen­
jes sino en su vida pública , en aquellas situa­ tes, este solaz faltaría donde el lector no hallase
ciones estraordinarias en que el hombre reúne reproducidas sus ideas, donde los sentimientos
todas sus fuerzas para producir grandes accio­ no estuviesen en conformidad con los suyos.
nes, y aparecer quizá lo que no es; pero la Asi, pues, en los pueblos primitivos, donde el
novela tal como la ha concebido Walter-Scott, narrar es un recreo diario, un placer de socie­
nos muestra esos mismos personajes en su vi­ dad , no una distracción solitaria, donde la
da privada, en el interior de su casa , en el imaginación es viva, pronta, impaciente , don­
trato familiar lo mismo que en la escena polí­ de se escucha y no se lee, la novela está redu­
tica; con todos sus vicios y virtudes, y por lo cida á cuentos y alegorías de corta estension,
tanto nos los dá mejor á conocer; enseñándo­ que se refieren en pocos minutos, y que encan­
nos á la par mil usos y particularidades de los ta por lo maravilloso ó por la gracia del que
tiempos pasados que ¡a historia tiene que ca­ los relata. Esto sucedió en la antigüedad.
llar necesariamente, y que de este modo no Cuando la sociedad se perfeccionó corrom­
quedarán perdidos para los siglos futuros, co­ piéndose , y se perdieron las costumbres pa­
mo lo han sido para nosotros la mayor parte de triarcales , cuando otros espectáculos se ofre­
los usos antiguos. cieron á la ardiente curiosidad de hombres an­
Los franceses, por su lado, cultivando en siosos de sensaciones, cuando la novela pasó de
estos últimos tiempos la novela con una espe­ la sociedad al retiro para ser un remedio con­
cie de furor, le han dado sin embargo, una ten­ tra el fastidio del solitario, hízose mas estensa,
dencia funestísima. Escepluándose unas cuan­ mas variada , y vino á ser, de mero cuento,
tas obras de indisputable mérito, la mayor un libro: tal la vemos ya en tiempo de los em­
parte tienen por objeto presentar los vicios peradores romanos.
202 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 203
Luego que las sociedades europeas retroce­ quisita, conocimiento profundo del corazón y
dieron á la barbarie, volvieron los cuentos bre­ de las costumbres; pide fuerza , vigor, y al pro­
ves en fablas y leyendas; mas asi que nació en pio tiempo flexibilidad de ingenio, exige un gran
Europa una institución general, cual fué la ca­ caudal de erudición para delinear con exacti­
ballería , que daba á todos los espíritus una mi­ tud el carácter de los hombres célebres , y ha­
ma tendencia, la novela se conformó con ella ce ademas indispensables las galas del lenguaje,
y fué por todas partes caballeresca. exigiendo facilidad en el manejo de toda clase
Cesó el espíritu de caballería , cobraron vi­ de estilos. Instruir y deleitar debe ser su lema:
gor los gobiernos monárquicos, estos cuidaron instruir y deleitar el fin que se proponga en
de apagar toda idea de libertad , de independen­ todas sus producciones.
cia, procuraron crear un espíritu servil y cor­ Por consiguiente , es necesario que ante to­
tesanos; y la novela se contentó con amores das cosas reine en la novela la moral mas pura,
pastoriles , ó con la pintura y crítica de la gente y que sus autores no se permitan la menor li­
baja y truhanesca, mas no se atrevió á atacar viandad , ni siembren máximas opuestas á las
los grandes vicios de la sociedad. buenas costumbres: se requiere ademas en ella
Llegó el siglo filosófico, y la novela fué tam­ una série de sucesos tales, que por su novedad,
bién filosófica, ora moralizando acerca de las por lo variado de los acontecimientos y lo sor­
virtudes y vicios de los hombres , ora llevando prendente de las situaciones, interese del mo­
mas arriba su atrevido vuelo, y atacando las do mas vivo álos lectores; pero estos lances no
instituciones sociales y religiosas que la filosofía han de ser increíbles , ni los sucesos estravagan-
se proponía destruir. tes, ni las situaciones violentas. Como la mono­
Logró su intento la filosofía: las antiguas ins­ tonía es la muerte de toda obra literaria,
tituciones cayeron á su impulso, y acontecieron conviene variar y diversificar mucho los ca—
espantosas revoluciones. La novela entonces ractéres, dibujarlos con suma exactitud, con­
tenia dos rumbos que tomar: ó hacerse polí­ trastarlos debidamente, y sobre todo sostener­
tica, ó representarla anarquía moral y religiosa, los ; y por medio de una sensibilidad esquisila,
producto de aquellos trastornos. Uno y otro pintar toda suerte de escenas patéticas, ya tier­
camino ha seguido, siendo política en Walter- nas, ya horrorosas, ya tristes, conmoviendo por
Scott, anárquica en los novelistas franceses. este medio el corazón de los lectores. Finalmen­
La novela es un género fácil cuando se trata te, el conjunto de los sucesos debe disponerse
solo de contentar el gusto poco delicado del co­ de tal suerte, que haya en el todo unidad, y cier­
mún de los lectores; pero ofrece sumas dificul­ ta combinación tan bien entendida, que cami­
tades cuando ha de cumplir con su objeto y de ne la acción desembarazadamente , sin tropie­
satisfacer á las gentes morigeradas y enten­ zos, sin confusión, interesando cada vez mas,
didas. En la obra donde mas trabaja la imagi­ complicándose si se quiere, pero sin embrollo,
nación: supone originalidad, sensibilidad es- y desenlazándose naturalmente aunquesorpren-
204 MANUAL DE LITERATURA, UANUAL DE LITERATURA. 205
da. Todo esto acompañado de un estilo acomo ­ blimes teorías; ó disertaciones sobre cualquier
dado á la índole general de la obra, y que varié, punto de los conocimientos humanos.
oportunamente según lo exijan las situaciones, Todos estos escritos piden un estilo puro,
los lances y los caractéres ; pero siempre puro, correcto , preciso y claro: los correspondientes
elegante , correcto, aun en los pasajes mas sen­ á las dos primeras clases deben estar ademas
cillos y familiares; pues como la novela es una limpios de toda superfluidad y ornato : las di­
obra de mera imaginación, son mas imperdo­ sertaciones admiten menos sencillez, y pueden,
nables en ella que en otra obra alguna, las fal­ hasta cierto punto, engalanarse con todas las
tas de lenguaje. bellezas del lenguaje.
Lo que sobre todo se requiere en los elemen­
II Por lo general, se ha adoptado para la no­
vela la forma narrativa , dándose mas ó menos tos V tratados magistrales, es el orden y enca­
denamiento de las ideas , la claridad del plan,
ensanche á la parte dialogada , la cual se pro­
cura presentar en el dia con un carácter dra­ la buena distribución de todas las partes, y el
mático; pero algunos, y Richardson fué quien cuidado de no confundir bajo un mismo título
dió el ejemplo , han adoptado la forma epistolar cosas que sean realmente distintas.
en la cual los personajes se refieren, escribién­ En los elementos es preciso no omitir nin­
dose unos á otros , los sucesos que acontecen. guna de aquellas ideas intermedias que condu­
Esta forma tiene la ventaja de poder describir cen de uno proposición á otra y hacen que se
los sucesos con mas individualidad, y dar á deduzca esta de aquella: porque la escasa inte­
conocer mas á fondo el carácter y los senti­ ligencia de los lectores en la materia de que se
mientos de los mismos personajes; pero es mi­ trata, exige que se les vayan suministrando los
nuciosa, difusa, llega á cansar y debilita el in­ nuevos conocimientos por medio de impercepti­
terés en sumo grado. bles transiciones : los tratados magistrales de­
ben dispensarse de este trabajo, porque ya se
CAPITULO IV. supone al lector iniciado en aquellos conoci­
mientos preliminares.
Composiciones didácticas. Siempre se deben emplear con parsimonia
los términos técnicos: pero en los elementos
Son didácticas aquellas composiciones en que conviene escasearlos mas todavía; porque asus­
el autor se propone instruir á sus lectores sobre tan á los principiantes y los retraen tal vez de
objetos de ciencias, artes ó literatura. un estudio que de otro modo pueden hacer con
Las composiciones didácticas pueden ser: ó facilidad.
meros elementos que solo tienen por objeto ini­ En unos y otros escritos se cuidará con el
ciar en los principios de las ciencias á los que mayor esmero de las definiciones, no dándolas
empiezan á estudiarlas: ó tratados magistrales nunca sino cuando puedan ser bien entendidas
en los que ya se asciende á sus mas su- ó apoyadas con las suficientes esplicaciones.
MANUAL DE LITERATURA. 207
206 MANUAL DE LITERATURA.
En las disertaciones ya hemos dicho que pue­
de el escritor elevarse mas y embellecer su CAPITULO V.
obra con todas las galas del lenguaje. Lo pro­
pio se permite en ciertas obras donde la cien­
cia se ostenta ya en toda su grandeza y subli­ Composiciones epistolares
midad : las gracias del estilo contribuyen mu­
cho á vulgarizar ciertos conocimientos, alejando
de ellos el aspecto pedantesco y repugnante, Las cualidades que distinguen el estilo epis­
y hacen un servicio importantísimo , á la civi­ tolar , son la naturalidad y sencillez en el mas
lización los que emplean su pluma en tan lau­ alto grado: toda afección es un vicio que se de­
dable objeto: pero es preciso cuidar mucho be evitar; porque, al fin , una carta no es mas
de no dar en el esceso, presentando las verda­ que parte de una conversación que se tiene
des científicas con el ridículo aparato de figu­ con otra persona. Sin embargo, estas cualida­
ras, imágenes y altisonante estilo; porque en­ des no escluyen los pensamientos ingeniosos y
tonces semejantes escritos causan la misma risa profundos siempre que se empleen con econo­
que una fea que1 se esfuerza en parecer bonita mía y oportunidad , especialmente si se trata
con estravagantes adornos. de algún asunto grave, ó se refieren sucesos:
Son los mejores modelos de esta clase, mu­ tampoco la sencillez autoriza el descuido y des­
chos discursos de Jovellanos á quien conviene aliño en el lenguaje, el cual debe correr suel­
estudiar particularmente. tamente , las mas veces en períodos cortos,
También en el número de escritos didácti­ porque los largos ó demasiadamente musicales
cos se pueden comprender los artículos de pe­ descubren la afectación. Sobretodo, lo que se
riódicos sobre ciencias, artes y literatura. Estos reprueba en las cartas es el empleo de símiles,
admiten todavía mas amenidad, porque se di­ metáforas, apostrofes, esclamaciones, y todos
rigen por lo regular, mas bien que á las perso­ los demas adornos que corresponden solamente
nas inteligentes, agente lega en la materia,de á la mas alta elocuencia.
escasa instrucción , y que dedican poco tiempo Modelo de cartas son entre nosotros las del
á la lectura de semejantes artículos, ó los de­ Bachiller Fernán Gómez de Gibdareal, médico
jan luego si encuentran obscuridad ó poco agra­ del rey D. Juan II, cuya colección corre con
do. Por esta razón, máxime si el artículo es de el título de Centón epistolario. Merecen estu­
crítica ó destinado á alguna polémica intere­ diarse igualmente las de Fernando del Pulgar,
sante, conviene usar del estilo satírico y pun­ del Bachiller Pedro de Roa , de Santa Teresa
zante, siempre que no degenere en bajo y cho- de Jesús, de Don Antonio de Solis y del Padre
carrero, ó hiera demasiado. Feijoo.
MANUAL DE LITERATURA. 209
HKj
208 MANUAL DE LITERATURA. to, mas instrucción, mas entusiasmo: reúne
todas las dotes de los otros géneros de poeía;
Hi* SECCION QUINTA. y en lin , un poema épico es una obra tan
grande, que basta por si sola para ¡lustrar una
nación. Pero este fenómeno raro , pocos son los
REGLAS PARTICULARES DE LAS COMPOSICIONES pueblos que le poseen, porque no solamente
EN VERSO. concede Dios con escasez los grandes ingenios
capaces de producirlo, sino que ademas no son
No pretendemos tratar aquí de todas las es­ todas las épocas favorables á !a creación de una
pecies de composiciones en verso que se han ieya ; y si bien apenas existe nación en la
inventado con diferentes objetos, y cuyas for­ a no se havan dado á luz algunas, la mayor
mas son muy á menudo caprichosas y hasta parte han cai’do en el olvido, ni aun los eru­
estravagantes. Hablaremos solo de las princi­ ditos las conocen , porque es difícil sostener su
pales, de las que tienen un carácter esencial­ indigesta y fastidiosa lectura.
,|ì mente distinto , y han ocupado á los mas gran­ Un poema épico , para vivir, necesita ser
des poetas : las demas no suelen ser sino juegos una obra esencialmente popular , qne interese
del ingenio que ocupan á los copleros, pero que á todas las clases de la nación cuyo nombre
no merecen el nombre de poesías. conozcan todos, cuyos trozos mas notables
Nos limitaremos, pues , á hablar de la epo­ corran de boca en boca, y se repitan y se can­
peya , de la poesía lírica , de la bucólica ó pas­ ten por donde quiera: no puede este poema
toral , de la didáctica , y de algunos otros poe­ permanecer en la clase de obra erudita, leída
mas cortos. solo por los sabios é inteligentes: entonces
pierde su verdadera naturaleza , porque deja
CAPITULO I. de ser la obra de la nación, la obra predilecta
la que concentra en sí todas las miradas, todas
DEL POEMA EPICO Ó EPOPEYA. las simpatías, todos los afectos, todos los in­
tereses. Asi sucedió en Grecia con los poemas
de Homero . asi sucede en la moderna Italia
ARTICULO 1. con los de Dante, Tasso y Ariosto.
Si el poema épico ha de ser eminentemente
popular, y sin embargo también obra de la
Origen y naturaleza del poema épico. ciencia, resulta que su dificultad es inmensa,
y esta diticultad aumentará conforme vaya cre­
Es el poema épico la mas escelente y noble, ciendo el saber y la civilización de las nacio­
y al mismo tiempo la mas difícil de todas las nes. Un poema épico es en resúmen el monu­
composiciones poética«; es la que requiere mento mas completo de la imaginación y de
mas sublime ingenio en su autor, mas talen-
210 MANUAL DE LITERATURA,
MANUAL DE LITERATURA. 211
las creencias de un pueblo, creencias no solo
y por lo tanto, la Eneida se quedó atrás desús
religiosas , sino también políticas , morales, modelos, y careciendo de originalidad, fué
científicas , literarias. Es la verdadera enci­ un reflejo de aquellos primitivos poemas. Cuan­
clopedia de aquel pueblo y de su siglo. Por lo do Europa , vuelta á la barbarie , tuvo nuevos
tanfo, semejante obra uo es posible sino en tiempos heroicos, al salir de ellos, al despun­
los tiempos en que se saben pocas cosas y en tar la aurora de otra civilización , hallóse de
que se imagina y piensa mucho. Hoy día es­ nuevo en circunstancias algo parecidas á las
tas condiciones de la epopeya han desapare-
cido en medio de tantas ciencias, de sus in- del tiempo de Homero, y pudo otra vez te­
ner poemas épicos; túvolos en efecto, pero
finitas clasificaciones, y déla inmesa varie­ desde entonces el progreso de las luces, los re­
dad de trabajos que produce esta sociedad tan finamientos de la civilización , han puesto tal
complicada. ¿Cómo crear ahora una ficción que, vez término á la creación de este género de
sea una verdadera creencia? ¿Cómo reasumir obras. En la actualidad, la civilización esta­
en corlo espacio tantos hechos y tal multitud blece una distinción mucho mas señalada entre
de ideas? Imposible seria encerrar en un poe­ las diferentes clases de la sociedad que la que
ma por largo que fuese, una parte de los necesariamente debia existir en los tiempos
pensamientos, de las artes, de las ciencias con­ heroicos y los inmediatos á ellos. Producían
temporáneas. Imposible corresponder cual con­
entonces esta distinción el poder y las rique­
viene á esa gran curiosidad que debe satisfacer zas; pero las ideas, los pensamientos, las
el poeta. La epopeya abarca todo el mundo, creencias, eran casi iguales: en saber se di­
ñero solo puede hacerlo cuando este mun­ ferenciaban muy poco las clases; existiendo
do es reducido. Por esta razón los mas per­ en todas iguales preocupaciones y un mismo
fectos poemas épicos que se conocen, los que modo de ver las cosas : hasta eran idénticos la
meior merecen este título, son los poemas de mayor parte de los usos. Hoy mas separadas
Homero: entonces se presentaron en Grecia las todavía por su instrucion y sus ideas que por
verdaderas condiciones de esta clase de obras, su fortuna, apenas tienen puntos de contacto
condiciones que no lian vuelto á presentarse en en cuanto á sensaciones, costumbres y pensa-
otra época alguna de un modo tan completo.
Cuantas ideas existían en la Grecia, desde su samientos; é incapaces de interesarse todas á la
vez por un mismo objeto, falta este elemento
mas alta teogonia, hasta las arles mas humil­ principalísimo para que un poema adquiérala
des desde la moral mas sublime hasta la máxi­ necesaria popularidad.
ma roas común, todo se encuentra en la Il.ada A estas dificultades háse añadido en todos
“en la Odisea. En la Eneida ya no existían es- tiempos la de hallar un argumento tal que
L condiciones: la Eneida no podía contener
pueda interesar á una nación entera. No basta
tas, el saber del siglo de Augusto, todas las para el poema épico que el hecho contado sea
eencias y pensamientos del pueblo romano grande, heroico: es preciso que sea uno de
MANUAL DE LITERATURA. 2l3
212 NANUAL BE LITERATURA, loora interesar , a pesar de haber elegido las
aquellos que han dejado profunda sensación mas oscuras de esas hazañas, y no obstante
en todo el pueblo: es indispensable que el hé­ los grandf s defectos de su poema.
roe principal sea ya de antemano conocido, Véiise, pues, cómo debiendo concurrir ta­
respetado, querido de todos; que su nombre les y tan poco comunes circunstancias p ira la
corra de boca en boca, y que sus hazañas se formación de un poema épico, circunstancias
repitan hasta en las cabañas con nacional or­ que el hombre no puede crear , sino que son
gullo. ¿Qué hubiera sido de la lliada , si en obra de los tiempos, solo existen algunas épo­
vez de celebrar á Aquiles, hubiese cantado Ho­ cas distantes, únicas tal vez, en la vida de los
mero á algún guerrero del Asia, desconocido pueblos, en que ese poema sea posible; y
de los griegos? Aun con el mismo mérito li­ véase porqué acaso para las naciones actuales
terario, su poema no le sobreviviera. Esta hava pasado va enteramente esta época, siendo
misma razón, tanto como la hermosura de la'epopeva un fenómeno cuya aparición no
sus versos, hizo la fortuna de la Eneida, pues volverá á‘ realizarse en Europa , á no ocurrir
cantaba Virgilio en ella los orígenes de su pa­ en ella tales trastornos que cambien la esencia
tria siempre gratos al pueblo. Cuando falla se­ de su civilización. Los poemas que en estos
mejante héroe , es preciso un asunto que ten­ últimos tiempos se han ensayado no pueden
ga profundas raíces en las creencias del pueblo: llamarse épicos. No cantan acciones que in­
asi Dante se apoderó de los sublimes misterios teresan á uno ó muchos pueblos: llevan si el
de la religión, y reprodujo en su poema todos carácter del sislo; pero como en este carác­
los afectos de religión, de libertad, de odio y ter reina sobre todo un escepticismo desconso­
de amor que hervían en los pechos de sus con­ lador, una falta absoluta de le en todo, dis­
tení »oráticos; así el Tasso cantó el gran suce­ gusto de lo presente, mofa de lo pasado, nin­
so de la edad media , las Cruzadas, que ha­ guna esperanza para el porvenir; campean tam­
bían conmovido á toda Europa é inspiraban bién cu tales obras tan tristes cualidades, y
todavía profundas sensaciones; así Ariosto se ja amarga ironia que respiran sus versos contrae
apoderó de todas las creencias caballerescas de el corazón sin halagar la fantasía. D. Juan y
su tiempo y trasladó , embelleciéndolas, á su Chihl-Harold, á pesar del sublime ingenio de
obra, todas las fábulas que sobre héroes popu­ su autor, podrán ser la admiración de algunos,
lares, aunque fabulosos corrían por el vulgo, pero no serán nunca los poemas del pueblo.
así Milton, al concluirse las guerras religio­ Si, pues, no solo creemos imposible en el
sas de Inglaterra, canta las guerras de los an­ día el poema épico, sino que no esperamos lo
geles y la lucha del genio del mal contra el vuelva á ser en muchos siglos, dispensados
dispensador de todos los bienes; así en fin, tr­ estaríamos de dar las reglas de este género
eílla celebra nuestras hazañas en América, ha­ de composición; y tanto mas autorizados
zañas que habían llenado de asombro a toda nos creeríamos á guardar silencio en este
Europa , que eran populares en España, y
214 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 215

punto, cuanto que en nuestro concepto ningún en esta parte, y como al fin, sin llegar a la
género de poesía está menos sujeto á reglas altura del poema épico , pueden muchos inBe-
ni puede mejor prescindir de eJIas. En pri­ nios querer engalanar con las bellezas poéticas
mer lugar, un poema épico no puede ser sino algunos sucesos notables, y trazarlos imagi­
la obra de uno de aquellos pocos grandes poe­ narios para el recreo de los lectores pondre­
tas que concede Dios de vez en cuando á las mos aquí un resúmen de las principales reglas
naciones; y sabido es que tales genios domi­ que dan los retóricos acerca de esta clase de
nan las reglas, las siguen ó Jas quebrantan
según su beneplácito, ó mas bien se abren nue­ C0ITEslas reglas tienen por objeto: la acción épi­
vas vías por donde marchan atrevidamente ca, los personajes, sus caractères ycostumbres,
sin cuidarse de lo que hicieron sus antece­ el plan del poema; el verso y el estilo.
sores. En segundo lugar, en ningún géne­
ro seria tan absurdo como en este el quererse ARTICULO 11.
sujetar á una pauta determinada. La natura­
leza del asunto, el orden de ¡deas dominante De la acción épica.
en toda la composición , hasta la índole del
pueblo para quien se escribe, requieren sus­ La acción del poema épico debe ser una.
tanciales variaciones, tanto en el cuerpo total El objeto del poeta en esta composición es
de la obra como en sus diferentes parles. El escitar nuestra admiración con los ejemplos
ingenio del poeta le guiará; yen medio tal vez qué Sesenta de valor y virtud. Para esto de­
de estravíos, acertará con las grandes bellezas be fijar poderosamente nuestra atención, ha
que han de inmortalizar su obra. En nadase cernos sentir las impresiones mas vivas¡y'es-
parecen la Iliada de Homero, la divina come­ citar nuestro interés cuanto sea posible, y
dia del Dante, El Orlando furioso de Ariosto sabido es que la relación de hechos, por heroi­
el paraíso perdido de Millón , los Lusitanos de cos que sean, si están inconexos , nunca pue­
Camoens; y sin embargo son todos grandes de interesar tanto como sí se presentan en­
poemas. Las reglas son buenas para las obras lazados y dependientes unos de otros, de
que pueden componerse diariamente, y hasta manera que todos nazcan de un principio,
por hombres de mediano ingenio; mas para Y todos conspiren á un mismo fin. No solo,
aquellas que son producto de los siglos, de pues, debe ser uno el héroe del poema épico,
épocas especiales , y de genios sublimes y es- sino una también la empresa que en el se ce­
cepcionales, creados , por decirlo así, á propó­ lebre, y debiendo ser una , debe ser por con
sito para este objeto, y que íal vez espían esta siguiente entera y completa , de manera que
gloria con grandes desgraciasen su vida, las en el discurso del poema se vea
reglas son enteramente inútiles. su principio el medio y el fin. J1 P0®1®
No obstante , para conformarnos con el uso be satisfacer nuestra curiosidad, debe de una
216 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 217
manera ú oirá darnos á conocer todo el asun­ escenas que, aunque finjidas, sean ya tiernas,
to , y conducirnos hasta e¡ punto en que ya terribles, ya nobles, ja sencillas, ya pa­
im téticas, á fin de esparcir por él una variedad
acabe la empresa, que ha de ser también el
fin del poema. Todo esto requiere la unidad encantadora.
de acción tan indispensable en la epopeja.
La acción ha de ser ademas grande, im­ ARTICULO III.
portante y maravillosa ; debe con su esplen­
dor juslificar plenamente la importancia que De los personajes y sus caracteres.
le da el poeta, debe aparacer siempro digna
de la trompa épica , y digna de ser presen­ Aunque pudieran muy bien acometer una
tada como un objeto de admiración , pues lo empresa heroica digna d”e la epopeya muchos
común, lo trivial, no conmueve ni admira. Con­ personajes unidos, igualmente interesados en
viene ademas que la época de la acción no sea el éxito, no obstante la práctica mas segui­
muy reciente, y este algo envuelta en oscuridad da es elegir un personaje principal para hé­
y Tabulas ó leyendas: una época poco distan­ roe de la acción y del poema. No es decir que
te y cuyas circunstancias son todas muy co­ esto sea esencial y necesario; pero contribuye
nocidas , impide que el poeta se entregue á mucho al interés y ofrece grandes ventajas
toda su fantasía, le hace encerrarse demasiado al poeta. En primer lugar siendo uno el hé­
en la verdad histórica ó cometer absurdos que roe principal de la acción , refiriéndose á él
lodo lector reprueba. Sin embargo, como ya como á un centro todos los sucesos del poema,
hemos dicho en otro lugar, no es bueno tam­ la unidad que queda recomendada se consi­
poco que el asunto sea tan remoto ó desco­ gue fácilmente haciéndose mas sensible; y
nocido, que el pueblo haya perdido del todo en segundo lugar, tiene mas oportunidad el
su memoria y no pueda interesarse en él. poeta para interesarnos en la empresa, desen­
Ó Por esta razón son las mejores para la epope­ volviendo y adornando con singular esplendor
ya aquellas épocas semi-fabulosas en que algún el carácter particular de su héroe, hasta pre­
héroe célebre ha dejado un gran nombre gra­ sentarle como objeto dignodeque lodos leamen
to al pueb'o, y cuyas hazañas, ciertas unas, y le admiren.
otras finjidas, permiten que la imaginación Pero este héroe principal debe estar rodea­
ejerza en ellas lodo su poder y lozanía. La da de otros personajes mas ó menos impor­
principal cualidad de una acción épica ha de tantes, sobre ¡os cuales se observarán tres co­
ser la de iuteresar, y solo así puede hacerlo. sas. La primera que no sean mas ni menos
Solo así puede el poeta cautivar la atención del que los que precisamente se requieran para la
pueblo, halagar su orgullo nacional, ó con­ acción; porque si faltan, no podrá esta des­
mover su corazón , y sembrar su poema de envolverse; si sobran y son inútiles, no pue­
encantos, introduciendo en él, sin escrúpulo, den interesar, y embarazan la raarcha del poe-

¡tíyi:
l'll
218 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 2 19

ma. La segunda que sean generalmente bue­ mo, y á la par los magos , hadas y hechizos
nos , porque los vicios y los malvados tam­ que se creian en la edad media ; y no falta
poco interesan , y que si conviene introducir tampoco quien considera su empleo como pro­
algún personaje positivamente malo, para que fano ó ridículo. Nuestra opinión acerca de es­
á su lado resalle mas la virtud de los bue­ te punto, es que no está en la mano del poe­
nos, debe presentársele como enemigo del hé­ ta admitir ó desechar á su arbitrio tal ó cual
roe , opuesto á sus designios, y al éxito fe­ especie de maquinaria. Esta depende, no solo
liz de la empresa; y debe también procurar­ del argumento, sino también délas creen­
se que su maldad tenga algo de heroica, por cias de los lectores: los cuales admitirán cuanto
que los vicios viles y bajos son indignos de maravilloso estén dispuestos á creer en vir­
la epopeya; asi Milton logró engrandecer á tud de sus ideas y del grado de civilización
tal punto en muchos pasajes de su poema el en que se hallen; mirando como absurdo y
personaje de Satanás que casi llegó á hacerle ridículo, todo lo que se halle en oposición
interesante. La tercera cosa de que hay que con sus antiguas creencias. Homero hizo per­
cuidar en los personajes secundarios, es el fectamente en servirse de los dioses del pa­
caracterizarlos bien, diversificándolos de ma­ ganismo: para él no había otra especie de
nera que cada uno tenga su carácter particu­ máquina; y era ademas tan natural, que
lar, su fisonomía propia y distinta de la de to­ no hizo en ello ningún grande esfuerzo de ima­
dos los otros. Esto requiere sumo talento en ginación ó ingenio, sino que repitió únicamen­
el-poeta, y es una de las cosas que mas real­ te lo que todos sus contemporáneos tenían
zan la lliada de Homero y la de Jerusalen del por cosa cierta; y felizmente para él aque­
Tasso. lla mitología era de suyo eminentemente poé­
A mas de los personajes humanos, suelen tica y propia de la epopeya. El Tasso á quien
también introducirse en los poemas épicos un tiempo se culpó de haber introducido en su
dioses y séres sobrenaturales , ya favorecien­ > poema á Dios, al diablo , á magos y encanta­
do, ya oponiéndose á la empresa del héroe. dores, hizo en ello perfectamente, porque en
Esto es lo que se llama la máquina ó lo ma­ su tiempo nadie se reia de aquellas ficciones que
ravilloso de la epopeya. Muchos son los pa­ después han parecido absurdas.
receres- acerca de este punto. Consideran los Lo que si nos parece ridículo es el empleo
unos la máquina como indispensable al poe­ de personajes alegóricos, porque desde luego
ma épico ; otros no la creen tan necesaria; i el poeta y el lector saben que esto es una
otros no admiten la máquina sino con las dei­ omentira, y nada hay mas absurdo que el su­
dades del paganismo; aquellos las quieren poner un gran poder en lo que sabemos que
reemplazar con figuras alegóricas, vicios y vir­ ni siquiera existencia tiene. Esto no obsta para
tudes personificadas; finalmente, hay quien que á veces se hagan descripciones de estos per­
cree de buen uso los misterios del cristianis- sonajes alegóricos, pero como puras creaciones
220 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 221
de la fantasía, como adornos muy bellos cuan­ renunciar del todo á esta especie de adorno
do están puestos en ocasión oportuna; mas nun­ que siempre da á la obra un realce no pe­
ca como seres influyentes en las acciones de los queño. En la suposición de que el asunto que
personajes humanos del poema. Suponer, por escogiese Labia de ser cristiano, que elegir­
ejemplo, que un héroe cristiano es guiado por le pagano ó musulmán seria un error por
Cupido ó por el valor personificado, debe pa­ cuanto no interesaría ya á los lectores, bien
recer absurdo, y mas vale suponerle instiga­ podria poner en juego las creencias de nues­
do por los ángeles buenos ó malos que admite tra religión manejadas con oportunid.-id y des­
nuestra religión. treza. No es esto una profanación, porque la
Pero si en la antigüedad, si en la edad bella poesía nada profana: ni es tampoco un
media, se ha podido echar mano de cierta cla­ absurdoporque las creencias religiosas y la
se de maravilloso sin inconveniente alguno, fé no están tan muertas en el pueblo que no
y antes bien consiguiéndose grandes efectos, conserven todavía á sus ojos gran prestigio,
hoy dia que el número de creencias se ha li­ ni ejerzan suma influencia en su corazón. De­
mitado en esfremo, reinando en la sociedad berá, sí, huirse de hechizos, duendes, rasgos
un escepticismo contrario á todo cuanto se y fantasmas en quienes nadie cree; pero cuan­
presenta con caractéres sobre naturales , seria tío el pueblo tiene todavía fé en los misterios
ya arriesgado ó imposible imitar aquellas agra­ de ia religiou, cuando muchos de ellos con­
dables ficciones. Este es, ademas de los ya suelan y sostienen en las miserias de la vida;
mencionados, otro de los obstáculos que ofre­ bien puede el poeta hallar simpatías en los
ce en la actualidad la composición de los lectores si les habla un lenguaje que no se ha
poemas épicos. Por fortuna, no creemos tan dejado de entender, si apela á medios que to­
necesaria la máquina en esta clase de obras davía conmueven profundamente. Ademas, es
que no puedan pasarse sin ella. No es lo ma- un error creer que la religión cristiana no es
ravil'oso lo que constituye el mérito prii ci- poética : ninguna acaso se presta tanto á los
pal de los poemas conocidos. La despedida de sublimes acordes de la lira; si habla menos
Hedor y Andró maca en la lliada , el episo­ á los sentidos que I.» pagana, ensalza mas el
dio de Dido de la Eneida, Tancredo y Cío» animo, y penetra mas en el fondo de los cora­
rinda en la de Jerusalen, estos y otros muchos zones.
episodios interesantes, forman el principal en­
canto de aquellas obras inmortales; y en otras CAPITULO 17.
de igual naturaleza, podría ahora un poeta
hallar fondo bastante, sin máquinas inverosí­ Del plan del poema.
miles, para dar interés á una epopeya.
No creemos, sin embargo , que el que se Los poetas épicos han solido empezar sus
aventurase ó semejante empresa necesitaría obras por lo que se llama proposición o in-
222 MANUAL DE LITERATURA.
MANUAL DE LITERATURA. 223
vocación. Sirve la proposición para indicar el talento poético al que no le ha recibido de la
asunto de que se vá á tratar; y es la invoca­ naturaleza , todo lo que puede prescribirse es
ción un apostrofe á la musa ó á alguna dei­ que los acontecimientos que formen el nudo ó
dad cuya asistencia solicita el poeta, pidién­ enredo del poema sean tales que el lector tema
dole que le inspire y le sosténga en su empre­ que la empresa se malogre, atendidos los obs­
sa. Sobre esto nada hay que decir sino que táculos que se presentan, que tiemble por el
el poeta es libre de hacer la proposición é héroe viendo los peligros que le amenazan , y
invocación del modo que mejor le parezca, y que las dificultades que este tenga que supe­
aun prescindir de ellas si le acomoda. De cual­ rar vayan creciendo por grados, hasta que ha­
quier modo , y sea cual fuere el medio que biéndonos tenido por algún tiempo suspensos
adopte para empezar, es de rigor que se anun­ y agitados , se vaya allanando el camino y
cie con modestia , pues el orgullo y altanería desenredando el nudo de una manera natu­
indispondrían contra él á los lectores. ral y probable, á no intervenir la máquina.
La escena debe abrirse en el punto crítico En cuanto al desenlace, se disputa sobre si
en que la acción empieza; no se han de tomar la naturaleza del poema épico requiere que
las cosas do muy alto; aunque conviene siem­ la acción tenga siempre éxito feliz. Nosotros
pre dar .á conocer el origen de la misma ac­ nos inclinamos á esto; porque siendo la admi­
ción y los principales sucesos que la han pre­ ración el principal sentimiento que debe ins­
cedido. Si estos sucesos son cortos, pueden pirar la epopeya, faltaría donde el héroe tu­
referirse desde luego; pero si exijen una lar­ viese un fin desgraciado y se malograse su
ga relación, conviene al contrario que el poe­ empresa, pues entonces se habría mostrado
ta comience su obra en el momento en que inferior á ella. La compasión se debe reser­
ya están cerca los últimos y mas importantes, var para la tragedia: fuera de que si el poe- -
y que en paraje oportuno ponga aquella rela­ ma , para hacerse popular, necesita presentar
ción en boca de alguno de los personajos. un hecho grande y glorioso en los anales del
Abierto ya el poema, é instruido el lector pueblo para quien se escribe, esa gloria no
en todos los antecedentes , cuya parte corres­ existirá nunca cuando el resultado haya sido
ponde á lo que hemos llamado principio de la desgraciado.
acción, se sigue el medio, es decir, toda la
série de hechos ó incidentes que aceleran ó ARTICULO V.
retardan su progreso, y preparan su desen­
lace ó éxito. Esta segunda parte se llama nudo, De los episodios.
y es siempre la parte principal; la mas esten-
sa del poema, la que por consiguiente pidt Llámanse episodios en un poema las accio­
masetencion, talento y habilidad. Pero co­ nes subalternas que suelen introducirse en
mo no hay reglas en el mundo capaces de dar la narración para darle variedad, mayor inte-


224 KANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 225
rés y hermosura; pero sin alterar por ellas la En cuanto á la versificación que conviene
unidad de la acción principal. En los episo­ emplear en los poemas castellanos, casi to­
dios es donde el poeta puede ostentar la ri­ dos los ingenios nuestros que se han ejerci­
queza de su fantasía y los recursos felices de tado en esta clase de composición, han em­
su talento. Las reglas principales que se de­ pleado la octava real. Esta nos parece con
ben observar en esta parte son: 1.a Que los efecto la combinación métrica mas propia en­
episodios aparezcan naturalmente unidos con tre nosotros para la poesía épica, por tener
el asunto del poema y se coloquen en lugar toda la pompa, magestad y armonía que el
oportuno. 2.a Que sean breves, y tanto mas género requiere. En vano se objeta su mono­
ó menos, cuanto mayor ó menor sea su cone­ tonía; esta desaparece cuando se sabe mane­
xión y enlace con el asunto principal. 3.a Que jarla, y se da al estilo toda la variedad con­
ofrezcan á nuestra imaginación objetos dife­ veniente. El verso suelto que algunos reco­
rentes de los que anteceden y siguen. 4.a Que miendan, se hace todavía mas monótono á la
estén trabajados con el mayor esmero. larga, y no se sostendrá nunca en composi­
ciones de mucha estension. La silva , mas
ARTICULO VI. flexible y variable, sienta bien en poemas cor­
tos , pero llega á ser igualmente floja y des­
Del estilo, del lenguaje y déla versificación. mayada. El endecasílabo asonantado es mas
* propio para el diálogo que para las grandes
No hay composición ninguna qué requiera narraciones. Lo que tal vez se podría adoptar
mas fuerza , elevación, dignidad y fuego con buen éxito, seria la oportuna mezcla de
que el poema épico. En él se busca cuan­ toda clase de metros, eligiéndose con acierto
to hay de mas sublime en la descripción, de aquellos que mas conviniesen al tono peculiar
mas iierno en los afectos, y de mas gran­ de cada parle de la obra : de esta suerte po­
dioso y animado en la espresion. Por tanto, drían alternar felizmente y con agrado del
aunque el plan de un autor no tenga el me­ lector, la octava, el endecasílabo libre, el
nor defecto, aunque la historia este bien ma­ asonanantado, la silva , las estrofas de diferen­
nejada, si el estilo es débil, si la locución no tes combinaciones y hasta el romance tan flexi­
es constantemente poética, y si los versos ble á toda clase de tonos.
son flojos, duros ó prosaicos, el poema no pa­
sará á la posteridad. Es de notar también que ARTICULO VIL
los adornos que admite y requiere la poesía
épica deben ser todos graves, nobles, sérios y Poemas épicos castellanos.
al mismo tiempo naturales. En ella no tiene
cabida nada de bajo, licencioso, burlesco, ni Tenemos en castellano muchos poemas épi­
afectado. cos pera ninguno perfecto, ó tan lleno debe-
MANUAL DE LITERATURA. 227
226 MANUAL DE LITERATURA. sado é inútil tratar con especialidad de cada
Rezas que pidamos honrarnos con él como uno de ellos, habiéndose hablado del poema
los portugueses con los Lusitanos, l.os mas épico, que es el principal de lodos, y el que
conocidos son la Araucana de Ercilla, y el sirve á los demas de modelo.
jfcrmrdo de Balbuena. Uno de los menos, y el
que sin duda lo merece mas, es la C/istiada CAPITULO II.
del P. Ojeda. El haberse publicado este poe­
ma en América sin que pasase á España mas Poesía lírica.
que un corto número de ejemplares, es la
causa de haber permanecido ignorado; hasta Este es el género mas antiguo de poesía; ó
que don Manuel Quintana ha dado á conocer por mejor decir, en un principio todos los gé­
muchos trozos de él, en su Musa épica caste­ neros de poesía eran líricos, porque todos se
llana. cantaban. Después dejó de aplicarse la música
á muchas composiciones poéticas, quedando
ARTICULO VIH. reservada para las que se llamaron canciones
ú odas, y ;C empleaban en la festividades re­
De algunos poemas parecidos en la forma á la ligiosas , en las civiles, y en cualquier caso
epopeya. en que era preciso celebrar dioses y héroes, ó
desahogar algún efecto de amor, ternura, pe­
Existe otra clase de poemas que por su olf- sar ó contento. Finalmente, aun muchas de
jeto y su estilo no pueden considerarse como estas composiciones se destinaron solo á la lec­
épicos, pero que adoptan las formas de la tura, eslendiéndolasá traíanle asuntos morales
ep»p*ya. A este genero pertenecen la Batra- políticos V filosóficos: de suerte que la oda en
comiom iquia atribuida á Homero, la Gatoma- el dia es una composición que puede tratar de
quia d¡ L»p; de Vega , la Mosquea de Virués, infinidad de asuntos, pero que requiere siem­
los parlantes de Casti. Suelen ser pre una grande exaltación de ánimo, consin­
to las estos poem is satíricos y burlescos, en tiendo por lo tanto los vuelos mas atrevidos de
los cueles los h-roes y personajes son anima­ la imaginación, los pensamientos mas sublimes,
les, y pueden considerarse como especies de las figuras mas grandiosas, y las galas mas es-
alegorías, ó como parodias de la verdadera epo- quisilas dtl lenguaje.
p ¡ya. Otras veces los personajes son hombres, Aunque no nos atrevemos á decir de la poe­
pero el poem i satírico, como en el Cubo ?o- sía lírica, como del poema épico, que su época
bvh de Tassoii, el Facistol de Boileuu, el haya pasado, todasía se puede asegurar que
Rizo robad» de Lope, y otros. Como son infi­ los tiempos actuales no son tan favorables á
nitos los objetos á que puede aplicarse la poe­ ella como los antiguos. La civilización hace
sía , lo son también los diferentes géneros de siempre degenerar la oda; le da mas variedad
poemas que de aquí resultan: fner» pan-
228 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 229
mas gracia, mas soltura, pero le quita mucho nueva religion , la religion cristiana suministró
de aquel arrebatado entusiasmo que forma su una abundante fuente de ideas sublimes, de
esencia. En ninguna parte se muestra la poesía afectos nobles y de inestinguible entusiasmo.
lírica tan grande como en los libros sagrados La religion cristiana es todavía el único ma­
de los hebreos. Reunidos estos en derredor del nantial en que la oda puede beber inspiracio­
arca , llenos de la grandeza de su Dios , re­ nes dignas de ella, y aunque ya muy apurado,
cordando las maravillas del Sinaí, presencian­ es sin embargo tan fecundo, que jamás deja de
do milagros portentosos, su poesía tomaba ofrecer caudal abundante al númen feliz que
un carácter de sublimidad á que ninguna le busca.
otra ha podido llegar. Los griegos mismos no Pocas son las reglas que se pueden dar para
se encontraban en tan felices circunstan­ la composición de las odas. La poesía lirica vi­
cias; aunque tenían simpre para inflamar su ve de entusiasmo ; y el entusiasmo no se sujeta
entusiasmo la presencia de todo un pueblo reu­ á reglas: por consiguiente, lo único que se
nido en los juegos olímpicos y escuchando ar­ puede decir es que donde este eutusiasmo fal­
rebatado los cantos de sus poetas; aun asilos te, donde se advierta la calma fria del que ra­
héroes del circo no eran asunto bastantegran- ciocina ó discute, en vez del fuego arrebatado
dioso para sublimes inspiraciones, teniendo el de una imaginación ardiente , ó de los apasio­
poeta que divagar y hacer esfuerzos para hallar nados acentos de un corazón sensible , allí no
en otra parte lo que no le ofrecía su argumento. existirá poesía lírica : por lo mismo , el método,
Por este lado flaquean todas las odas de Pín- las deducciones lógicas, las reflexiones sesudas
daro; y por lo tanto, mas carácter lírico debie­ no son de este lugar; y es preferible, como se
ron tener las composiciones de otros poetas; suele decir, en la oda, un hermoso desorden.
Safo, por ejemplo , en cuyos versos se advierte Por lo demas, los pensamientos bajos, los ver­
todo el fuego de la pasión, y el delirio de una sos prosáicos, las espresiones comunes, deben
alma arrebatada. Cuando los romanos cultiva­ desterrarse de ella , no dándose cabida sino al
ron la poesía, ya la civilización había llegado lenguaje mas noble y armonioso.
entre ellos á un alto grado de refinamiento, y Las odas pueden dividirse en cuatro clases.
no consentía el fogoso entusiasmo de la oda. 4.a Odas sagradas, himnos dirijidos á Dios
Horacio, único poeta latino que nos ha dejado ó sobre asuntos religiosos. De esta naturaleza
composiciones de este género, tiene cultura, son los salmos de David, que nos muestran es­
filosofía , elegancia , perorara vez se arrebata. ta clase de poesía en su mayor punto dé per­
Posteriormente, bajo el imperio, muerto en fección. Fray Luis de León, Herrera, Melen­
las almas todo sentimiento noble, elevado , la dez, entre nosotros, ofrecen también admira­
lira no podia hallar inspiraciones dignas deella; bles ejemplos de estas odas.
pero las encontró muy luego, y la oda volvió 2.a Odas sublimes y heroicas: se empleatí
á recobrar su esplendor primero cuando una en la alabanza de los héroes, de las accionés
MANUAL DE LITERATURA. 231
230 MANUAL DE LITERATURA, sos cada una. A estas composiciones se les dá
marciales, y <le los hechos distinguidos de toda el nombre de canciones, y á sus estrofas el
especie. Su carácter dominante es también la de estancias, terminando siempre por otra es­
sublimidad y la elevación. De esta especie son tancia mucho mas corta que sirve á manera
tas de Píndaro, algunas de Horacio, y los poe- de epílogo , Imitación es esta de italianos, y es
las españoles anteriormente citados las tienen el genero depoesia lírica que usaron mas nues­
también no inferiores en mérito. tros antiguos. En él no campea el entusiasmo
3. » Odas morales y filosóficas: donde los de la oda. pero reina un suave abandono y
sentimientos son principalmente inspirados por una melancolía que le prestan el mayor en­
la virtud y la humanidad. El carácter de estas canto. . , ,
odas es ya" mas templado que el de las anterio­ Alguno« autores modernos no han sujetaao
res, presentándose como un rio que corre sose­ la oda’á la división de estrofas sirviéndose úni­
gada pero magesluosamente. Horacio tiene mu­ camente de una silva en la que abundan mu­
chas de estas odas, y brillan particularmente cho los versos libres. Esta forma es bastante
en este género, en castellano, Rioja, Fray Luis apropiada al entusiasmo poético , y hay en ella
de l.eon y Fr. Diego González. escelentes composiciones.
4. a Olas festivas , amorosas, destinadas Finalmente, la cantata es otro género de
meramente al placer y entretenimiento. De es­ poesía tomado de los italianos. Está principal­
ta naturaleza son todas las de Anacreonte, al­ mente destinada al canto. Es una silva inter­
gunas de Horacio, y muchos cantos y compo­ rumpida por trozos de diferente metco. sirvien­
siciones de lo« modernos. E1 carácter dominan­ do aquella para el recitado y estos para las anas
te d i estas composiciones debe ser la elegancia, y coros.
la alegría, la blandura y jovialidad.
Las odas se suelen dividir en trozos de igual CAPITULO 111.
número de versos, igualmente combinados, á
los que se da el nombre de estrofas. Estas es­ Poesía pastoral ó bucólica.—Egloga.—Idilio.
trofas no son por lo general muy largas, y no
suelen pasar de seis ú ocho versos Las mas La vida del campo, las costumbres de los
largas quitan á la oda el fuego y movimiento pasión s , sus contiendas, sus amorosas inquie­
que le conviene; por lo mismo, esta composi­ tudes, sus inocentes placeres, la paz y segu­
ción no ha de pecar por muy estensa, porque ridad de que disfrutan cuidando de sus gana­
el entusiasmo no se sostiene mucho tiempo, ni dos sin conocer la ambición y los vicios de las
en el lector ni en el poeta. ciudades, aquellas escenas encantadoras que por
Sin embargo, hay en castellano un género donde quiera ofrece la naturaleza en la soledad
de composiciones líricas , que, no solamente envidiable de los montes : todo esto fué siempre
admite mas amplitud , sino que se forma para la imaginación de los poetas un objeto á la
siempre de es.rofas largas de hasta veinte ver-
232 MANUAL DE LITERATURA MANUAL DE LITERATURA. 233
par delicioso é interesante; y de aquí nació un cuadro que pudieran trasladar al lienzo los
la poesía pastoral, poesía tan grata al poeta co- pinceles del aitista. En cuanto á los caractéres,
mo á los lectores. Tal vez esa vida inocente, ^omo que los personajes son pastores, debe
esos placeres del campo son mas aparentes que procurarse que haya naturalidad y sencillez,
verdaderos; pero si miente la imaginación, pero sin degenerar en grosería ; el lenguaje con­
transformando á groseros pastores en cultos servará la misma índole , siendo ademas elegan­
personajes, y ponderando las delicias de una te sin afectación : las pasiones han de ser mo­
sucia é incómoda cabaña, la ilusión no deja por deradas sin furor ni delirio; las gracias senci­
esto de ser de las mas agradables , y es al pro­ llas, y los sentimientos tiernos y animados.
pio tiempo natural, puesto que nada es tan be­ Poca es la distancia que hay entre la Egloga ,
llo en realidad como la naturaleza campestre, y el -Idilio, y no están bien deslindados los li­
ó nada se presta tanto á la creación de una be­ mites que separan á estas dos clases de com­
lleza ideal y poética. posición. Antiguamente el Idilio no se limitaba
Mas por lo mismo que la imaginación tiene solo á la poesía bucólica y admitía asuntos de
tanta parte en este género de poesía , por lo distinta naturaleza , aunque siempre sencillos:
mismo que nos tiene que presentar cuadros tan hoy se ha contraido mas á las escenas campes­
distantes de la realidad , la dificultad de la tres. Sin embargo el Idilio se diferencia algo de
égloga es inmensa , y pocos son los que han so­ la égloga en que en él habla el poeta y cuenta
bresalido en ella. Teócrito entre los griegos, Vir­ un hecho ó historia, mientras la égloga es mas
gilio entre los romanos, Garcilaso entre nos­ dramática y aparecen mas personajes hablan­
otros, son los modelos mas acabados, y aun no do. También el idilio admite sentimientos mas
están exentos de defectos. La mayor parte de tiernos y delicados.
los demas están muy distantes, si se esceptúa La poesía bucólica ha caido en la actuali­
á Melendez en su égloga sobre la vida del cam­ dad jen gran descrédito. Parecen insípidas las
po; y aun.se puede decir que todos estos au­ escenas campestres á gentes acostumbradas á
tores no han hecho mas que imitarse ó copiar­ presenciar otras sangrientas y horriblés. La
se unos á otros ; pues á la verdad , este géne­ poesía bucólica es la delicia de almas tranqui­
ro es muy reducido, ofrece poca variedad, y las y felices: no puede satisfacer á pechos agi­
está muy espuesto á caer en la monotonía. tados por las tormentas revolucionarias; mas
Las reglas de la égloga se derivan de su de aquí no se sigue que deba despreciarse . cier­
objeto y de su propia naturaleza. Plan , pensa­ tos sabores agradables no son ingratos al hom­
mientos , locución, estilo, versos, todo tiene que bre sino cuando se halla en estado de enferme­
ser conforme al estado de inocencia y felici­ dad y dolencia j
dad en que se supone á los pastores. El lugar
de la escena será por lo regular el campo
dintado con verdaderos colores ,y presentando
234 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 235

Modelo de este género de poesía son y serán


CAPITULO IV. eternamente las Geórgicas de Virgilio.
Céspedes, entre nosotros, escribió un poema
sobre la pintura; mas por desgracia solo queda
Poesía Didáctica. dan de él algunos trozos que hacen sentir la
pérdida de los restantes. Ilay ademas en cas­
En las composiciones didácticas el poeta se tellano el Ejemplar poético de Juan de la Cue­
propone instruir á los lectores: pero ¡i diferen­ va el Arte nuevo de haecr comedias de Lope de
cia de la prosa , esta instrucción debe estar Ve"a, el Arle de la caza de D. Nicoles Mora-
siempre subordinada al enlrenimiento y placer tin” él poema de la música de Iría ríe: y otros
que son de la esencia de la poesía. lamavor parte de escaso mérito.
Estes poemas deben tener, como todos, prin­ Estos poemas que son verdaderos tratados
cipio , medio y fin; es decir que han de estar en verso sobre objetos de ciencias ó artes, lle­
sujetos á un plan bien ordenado . de suerte que van el nombre especial de didascalicos. Exis­
la idea del autor, después de haberse desarro­ ten ademas discursos y ep'slalus sobre puntos
llado suficientemente, no deja nada que desear. de moi al y de critica que son también poemas
El orden y el método dan claridad y aseguran didácticos, los cuales no piden un plan tan me­
la instrucción, y en ningún poema son tan ne­ tódico ni un orden tan riguroso como los ante­
cesarios como en el didáctico, aunque se le per­ riores. El poeta ne se propone en ellos tratar
mite al poeta ocultarlos , como de ella no re­ de una ciencia en toda su estension, sino de
sulte la menor confusión. algún punto determinado, ó hacer algunas ob­
Hecho esto, debe el poeta hermosear su servaciones sueltas. Tal es la Epístola a los
asunto con descripciones animadas, símiles Pisones, de Horacio.
oportunos, episodios interesantes y variados, y Las epístolas morales y críticas no pulen
con lodos los adornos de la poesía. Sin esto en mucha elevación; pero no por esto hade ser el
nada se diferenciaria un poema didáctico de un lenguaje prosáieo, siempre se ha de ver que es
tratado en prosa, pero importa sobremanera un poeta el que escribe y aunque de un modo
que el poeta enlace con delicado artificio sus templado, son de rigor las imágenes y figuras.
episodios y digresiones con el asunto principal No conocemos en este género modelo mas aca­
que no se aparte de este sin ocasión oportuna, bado por la epístola moral á Fubiode Rioja.
y que vuelva a él por medio de alguna circuns­ Las sátiras pueden contarse también entre
tancia felizmente introducida. Debe por último los poemas didácticos, puesto que se dirigen d
evitar la aridez dogmática, empleando los me­ censurar los \¡ci os debilidades y ridiculeces de
nos términos léemeos (pie le sea posible, y los hombres,dando por este medio lecciones de
procurando preservaren imágenes pintorescas moral, y hasta instrucciones en ciertas artes cuan­
hasta las ideas mas abstractas. do tienen por objeto criticar las obras del ingenio
236 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 237
La censura puede hacerse en tono sério, en es mas que un ramo de la poesía didáctica,
tono jocoso, y en un tono medio que participe estuvo en grande auge durante el siglo pasado;
de entrambos. El primero conviene cuando se pero ha caído también actualmente en descré­
levanta la voz contra crímenes atroces, y se dito. No se sufren fácilmente largos poemas
delatan á la execración pública grandes malda­ con el objeto esclusivo de describir las escenas
des, caractères perversos, altos criminales; el del campo y las bellezas de la naturaleza. Estas
segundo cuando no se quiere mas que ridicu­ descripciones que tanto agradan cuando sonde
lizar los caprichos, los ligeros defectos, las de­ dimensiones regulól es y están colocadas opor­
bilidades y miserias á que lodos estamos mas tunamente en otros poemas, causan y empala­
ó menos sujetos; el tercero cuando se censuran gan si se prolongan demasiado. Por esta razón
vicios que, sin ser atroces, son sin embargo el que haga un poema descriptivo debe cuidar
de alguna gravedad. El estilo requiere en la muy particularmente de darle variedad, pasan-
sátira la facilidad y franqueza de la conversa­ á menudo de un objeto á otro, é intercalando
ción , sobre todo en la jocosa : si fuere séria con destreza interesantes episodios.
puede levantar el tono un poco mas, pero nun­ Acerca de las cualidades que debe tener una
ca hasta la altura de la oda. buena descripción , puede aconsejarse que las
El epigrama es una especie de sátira muy circunstancias que se empleen para hacerlas no
corta , que encierra un pensamiento vivo y sean vulgares y comunes , sino enteramente
punzante. nuevas; particularizando y circunscribiendo el
También ciertas letrillas son otros tantos poe- objeto; y que ademas, conserven el carácter
mitas satíricos, ó por mejor decir, una série propio de este objeto, esplicándose con senci­
de epigramas que acaban todos con un mismo llez y concision; pero estas reglas no son esclu-
verso ó sentencia corta. sivas de esta clase de composición , sino que se
Hemos citado ya la hermosa epístola moral aplican también á cualquiera otra en que haya
deRioja. Los Argensolas, Melendez, Jovellanos, que hacer descripciones.
Cienfuegos, tienen escelentes epístolas: los
mismos Argensolas, Quevedos, Jovellanos, Mo- ARTICULO VI.
ratin y D. José Hervás, conocido por Jorge
Pitillas , han sobresalido en la sátira ; Iglesias Elegía.
ha dejado los mejores epigramas y letrillas sa­
tíricas. La elegia es: un poemita consegrado, á los
CAPITULO V: movimientos tiernos y dulces del. corazón. Es
menos elevado que la oda, pero admite, todos los
Poesía descriptiva. tonos de la.pasión, desde el mas sencillo y fa--
miliar, hasta llegar casi al mas arrebatado y
La poesía descriptiva que, en resúmen, no sublime. Se.acerca, mucho á la capción., y se di-
238 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERVIl'R'. 239
ferencia de ella especialmente en que no se es­ tan estraordinarias que degeneren en increíbles,
cribe en estancias,sino en tercetos, silva ó en­ á no ser que estén fundados en leyendas reli­
decasílabos sueltos. A no ser por esta diferen­ giosas : es preciso variarlas para que no canse
cia muchas de nuestras canciones no serian mas su monotonía: las descripciones han de ser
que unas verdaderas elegías. Las mejores ele­ exactas y concisas, huyendo de entrar en por­
gías ile la antigüedad son las de Propercio, Ovi­ menores enfadosos: los personajes se han de
dio y Tibulo: y en castellano las de Henera, pintar con pocos, pero enérgicos rasgos , dándo­
Rioja, Francisco de la Torre y Melendez. los á conocer mas por lo que hacen que por lo
que se dice de ellos- los diálogos que se ingie­
CAPITULO VIL ran deben ser rápidos , cortos y vivos: el estilo
necesita pasar, por medio de oportunas tran­
Cuentos y fábulas. sacciones , de lo grave á lo festivo , d.e lo enér­
gico á lo tierno: por fin la composición total
Ya hemos manifestado en otra parle cuán debe tener un plan bien arreglado, complicán­
propenso es el hombre á gustar de las ficciones dose sin embrollo , y desenlazándose natural­
ó cuentos que sirven á entretenerle con la re­ mente. A veces peí mito el cuento elevarse á
lación de aventuras estrenas y maravillosas. Si toda la altura de la epopeya ; á veces también
los cuentos en prosa tienen ya tal encanto, es­ entrar en digresiones filosóficas: pero esto ha de
te aumentará eslrordinariamenle cuando se ser como de paso; pues el tono que generalmente
hallen engalanados con todos los adornos de la le conviene es mas humilde y sencillo.
poesía. La literatura de la edad media, particu­ Entre los cuentos ó ficciones han merecido
larmente la provenzal, está llena deestos i tien­ siempre singular aprecio en todas las nacio­
tos, que por lo general tomaron un carácter hatto nes , unas composiciones cortas á las que sa
licencioso. Este mismo carácter han conservado ha «lado el nombre de fábulas, sin embargo da
en Francia donde son famosos los de La fontai - que este título conviene átoda historúi fingida.
ne. Entre nosotros se han multiplicado estraor- Desde muy antiguo se observó que ciertos pre­
dinariamente bajo la forma popular de jo/nun- ceptos de moral se grababan mejor en el cora­
ces, en los que el pueblo celebra las hazañas zón de los hombres y adquirían mas auto'idad
de mil héroes verdaderos ó fingidos, hasta los si en vez de presentarlos secamente, se les da­
patibularios: yen estos últimos tiempos se ha ba una forma alegórica, haciéndolos adivinar
dado al cuento mas variedad y lozanía, em­ al través de una ficción agradable, de suerte
pleando en él toda clase de metros, y convirtién­ que por via de entretenimiento, y casi sin ad­
dole á veces en un pequeño poema. Pocas reglas vertirlo, se recibiese la enseñanza que se (pie­
se pueden dar acerca de esta clase de composi­ ria dar: á este efecto se inventaron cuenleciloí
ciones, donde campea á sus anchuras la imagi­ cortos, sencillos . en los cuales eran actores in­
nación del poeta. Las aventuras no han de ser distintamente hombres, animales y aun séres na-
MANUAL DE LITERATURA. 241
240 . MANUAL DE LITERATURA, especie de fábula de que aqui tratamos, á fin
nimados. Pilpay en la India, Esopo en Grecia, de distinguirla de las demas.
se hicieron célebres por esta especie de fábulas
ó consejas, y luego los imitaron Fedro en Ro­ CAPITULO VIII.
ma, y Lafontaine en Francia. Entre nosotros
han sobresalido en esto género Samaniego ó De otras composiciones poéticas.
Iriarte, cuyas fábulas corren en manos de
todos. Son innumerables las composiciones poéti­
Noesla fábula una composición fácil de ha­ cas que se conocen con diferentes nombres, mu­
cer como á primera vista parece : es al contra­ chas estrambóticas; pero la mayor parte no
rio un género sumamente árduo y en el cual po­ se diferencian entre si mas que en el objeto
cos salen lucidos. Su misma sencillez es su prin­ de que tratan, y no merecen que se hable de
cipal escollo. La acción que exige la mas rigu­ ellas separadamente; así un canto cualquiera
rosa unidad , debe ser ademas entretenida , in­ dedicado á celebrar una boda, se llama epita­
teresante y bien imaginada; á los actores,que lamio; si se dirige á dar gracias por un benefi­
en ella intervengan, sean hombres ó animales, cio recibido, se llamará cucar ístico; si se ce­
■ se les ha de dar un carácter que los distinga lebra una victoria, epinicio, etc.
entre sí, y que convenga con la idea que de Solo haremos especial mención del madrigal,
ellos se tiene formada de antemano: asi el lobo muy en uso antiguamente, y que ahora lo tie­
ha de ser ladrón , el león valiente i la zorra as­ ne poco. Es una composición sumamente cor­
tuta, etc. : la moralidad ha de resaltar de la ta , parecida al epigrama , pero que en vez do
acción misma, y no debe deducirse con vio­ ser satírica , contiene un pensamiento delicado
lencia, siendo ademas pura : el estilo debe ser y sencillo, aunque ingenioso y breve. Como ten­
la naturalidad misma, sin el menor resabio de dremos en adelante poca ocasión de citar com­
afectación, ni agudezas epigramáticas; y al posiciones de esta clase; pondremos aquí el si­
propio tiempo no ha dé tener nada de bajo ó guiente bellísimo de Gutierre de Cetina.
chavacano : la versificación , por consiguiente,
tiene que mostrarse fácil yflúida, y con aquel Ojos claros, serenos,
•grado de armonía que corresponde al asunto y Si de dulce mirar sois alabados,
pidan losobjetos mismos: finalmente la narra­ ¿Por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuanto mas piadosos
ción necesita ser breve, y por asta razón, mas Mas bellos parecéis á quien os mira ,
que en cualquier otro género , se.ha .de omitir ¿Por qué á mi solo me miráis con ira?
toda circunstancia inútil. Ojos claros, serenos,
La palabra fábula tiene en poesía una acep­ Ya que así me miréis, miradme al menos.
ción mas lata, llamándose asi el argumento y
disposición de. toda ficción poética : y por esta Ya hemos hablado de la letrilla satírica.
razan; se da también nombre de apólogo á la 16
<jj& MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 243
también hay letrillas sobre otros muchos asun­ Y no puede menos de ser asi, puesto que la
tos, principalmente amorosos. Se hacen siem­ epopeya no hace mas que referir las hazañas
pre en versos cortos, dividiéndolos en estrofas de los héroes, y el drama nos representa á es­
que concluyen todas con un mismo verso. Los tos mismos héroes obrando y hablando cual si
pensamientos de las letrillas deben ser delica­ realmente existieran: nos creemos trasladados
dos , sencillos; las espresiones fáciles , y la á su época; los vemos con su propios trajes,
versificación fluida, ligera y propia para el su misma fisonomía : asistimos á sus empre­
canto. sas, siguiéndolas hasta en los mas pequeños
Juan de la Encina, Mendoza, Gongora, Ca­ pormenores, penetramos en sus mas ocultos
dalso, Iglesias y Melendez ofrecen muchas be­ pensamientos; toda su alma se revela á nues­
llísimas letrillas. tra vista ; y larilusion es tal, que por un mo­
No hablamos aquí especialmente del roman­ mento olvidamos que existimos para identifi­
ce, porque no es mas que un género de versifi­ carnos con los personajes que estamos contem­
cación , que lejos de limitarse á una clase de plando.
asuntos, se aplica á casi todos , desde el mas Guanta diferencia existe entre el mero rela­
ligero hasta el mas elevado, con admirable fle­ to de un suceso y la realización de este mis­
xibilidad. Es el género de poesía mas nacional, mo suceso, otra tanta hay entre el drama y los
y de él trataremos especialmente en la segun­ demas géneros de poesía; aquel tiene mas mo­
da parte. vimiento , mas vida, mas verdad que ningu­
no: es el suceso mismo , embellecido con nue­
SECCION SESTA. vas y brillantes galas. Fuera de esto, los demas
géneros están casi todos destinados á los pla­
ceres templados de la soledad ó de un estrecho
COMPOSICIONES DRAMATICAS.
círculo de oyentes; el dramático brilla ante un
numeroso concurso ,>t.y las sensaciones parecen
Si el poema épico es la mas grande y su­ redoblar la intensidad cuando son muchos los
blime de todas las composiciones poéticas, el que sienten á la vez, como si por medio délas
dramático es el mas interesante, el que produ­ manifestaciones de placer ó de disgusto, se
ce mas profundas impresiones. La epopeya ad­ comunicasen de unos á otros para multiplicar­
mira, eleva, pero el drama se apodera fuerte­ se. Por esta razón, ningunos laureles son mas
mente del corazón , y con magia encantadora, preciosos que los que adquiere el poeta cómi­
arranca lágrimas á nuestros ojos, ó bien nos co; pero tampoco ningunos son mas difíciles
mueve á la risa , haciéndonos pasar alternati­ de arrancar, ni se pueden trocar con mas pres­
vamente de la alegría á la tristeza, del odio al teza en amargos desengaños.
amor, y de los afectos mas terribles á los mas Este sumo interés que acompaña á las pro­
suaves sentimientos. ducciones dramáticas, este carácter público,
244 MANUAL DE LITERATURA MANUAL DE LITERATURA. 245
popular, que las distingue, ha dado á este gé­ tratado como este donde se puede entrar en
nero de poesía la mayor importancia , llegan­ largas discusiones acerca de este punto para
do á ser el verdadero campo de batalla en que fijar definitivamente la cuestión, adoptaremos
se han peleado las diferentes doctrinas litera­ de las poéticas anteriores lo que creamos con­
rias y donde han mostrado mayor encarni­ veniente; y haremos las variaciones que nos pa­
zamiento clásicos y románticos. Ningún otro rezcan oportunas. A este efecto, tomaremos, en
«enero es, en efecto, tan susceptible como es­ primer lugar, la cuestión en abstracto, habla­
te de las modificaciones que la diferente civi­ remos del drama en general, y luego pasare­
lización puede comunicar á las obras litera­ mos á sus diferentes géneros.
rias: verdadero trasunto de la sociedad, tiene
que caminar á par con ella„ que recibir todas ARTICULO 1.
sus impresiones, v ostentar por donde quiera
el espíritu del siglo. De otra suerte no sena Del drama en general y de la acción dramática.
entendido de los espectadores. Los demas gé­
neros pueden sin tanto inconveniente ceder al­
go á las exigencias eruditas, confiar mas en el Drama es la representación poética de una
saber de los lectores, pedir galas á literaturas acción humana: representación que tiene por
exóticas; el poema dramático vive de actuali­ objeto interesar y complacer á los espectado­
dad, necesita el favor popular, tiene que aco­ res, produciendo en ellos una ilusión tal, que
modarse á la inteligencia, al modo de sentir parezca que están realmente presenciando la
del gran número de personas de todas clases, acción que se finge á su vista.
sexos y edades que asisten á las representacio­ Por representación se entiende que solo han
nes y que exigen todas placeres proporcionados de aparecer los personajes que componen la
á su gusto, sin que puedan tener hecho el pa­ acción , pero jamás el poeta; si este se deja
ladar á los gustos djkotros tiempos y de otros ver, ora dirigiéndose al público por medio de
países. Por este motivo, raro es el sistema dra­ los actores, ora poniendo en boca de los per­
mático de una nación que ha podido ser en su sonajes un lenguaje que solo á él le conviene,
integridad trasladado á otra, y los gustos en es­ el drama deja de ser una verdadera represen­
ta parte son tan varios como los pueblos. tación, y la ilusión desaparece.
Por lo dicho se vendrá en conocimiento de La acción que se representa ha de ser hu­
que, al dar las reglas de la poesía dramática, mana ; mas no por eso quedan escluidos del
no pretendemos ser tan esclusiyos como lo han teatro dioses y seres sobrenaturales; pues el
sido hasta aquí los retóricos, ni sujetarnos en­ espectador lo cree todo con tal de que se le di­
teramente á sus preceptos. Sacados estos de la vierta, tanto mas, cuanto que semejantes se­
literatura griega; no son del lodo aplicables a res, tomando el cuerpo y carácter que le aco­
los tiempos actuales; y aunque no es en un moda al poeta, se parecen en sus acciones á
246 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 247
los hombres. Sin embargo, debe haber en esto objeto fuera halagar la vista con variadas y her­
su medida, y se necesita proceder con un arte mosas trasformaciones , como sucede en una
infinito; pues nada hay tan espuesto á caer en comedia de mágia, falsearía del todo su ver­
ridículo , como el sacar á la escena diablos, dadero objeto que consiste, no en deleitar la
brujas y sombras. Regularmente solo se sufren vista, sino el entendimiento, la fantasía y el
estas licencias en comedias de mágia ó dramas corazón. El placer que el drama procura al en­
alegóricos; y aunque algunos autores célebres tendimiento , no es el mismo que resulta del
han usado con buen éxito de semejantes me­ estudio y conocimiento de las verdades cientí­
dios, solo su talento y el efecto estraordinario y ficas: al teatro no se va á trabajar, sino á go­
sublime que producen los disculpa. zar; pero este placer es aquel de que ya he­
Hemos dicho que la representación dramá­ mos hablado al esplicarla teoría de la belleza,
tica debe ser poética. Esto quiere decir que es placer que acompaña á todas las obras litera­
lícito al poeta finjir sucesos que nunca han rias y artísticas, y que resultan de ser la belle­
existido, y quitar ó añadir á los hechos histó­ za en ellas una concepción racional, que su­
ricos lo que le haga al caso; mas con todo, es giere á la mente la idea de una forma mas cer­
preciso no falsear de tal modo la historia, que cana á la perfección que la que perciben los
se alteren los hechos generalmente admitidos. sentidos. Cuando asistimos á la representación
Hoy particularmente, el auditorio se compone de un drama , presenciamos una acción que,
en gran parte de personas instruidas; y la con­ aunque natural y verosímil, ofrece una forma
ciencia de esta clase distinguida de espectado­ mas perfecta que la que tendría en la realidad:
res se revela contra la osadía del poeta, cuan­ nos complacemos en los esfuerzos del poeta
do se atreve á faltar de todo punto y descara­ para darje esa perfección; vemos en ella la
damente á la verdad histórica. En otro tiempo Creación del entendimiento, el poder de la in­
pudieron impunemente nuestros dramáticos teligencia , y esta consideración eleva nuestro
desconocer esta regla , porque se las habían ánimo , nos ennoblece á nuestros propios ojos,
con un público menos ilustrado ó exigente: y nos hace ver con agrado cosas que si fuesen
ahora no seria tolerable semejante falta, que reales nos causarían horror ó disgusto. Y esto
en gran parle es la causa de que muchas co­ es tan cierto, que si advertimos el poco inge­
medias hayan desaparecido de la escena. nio del poeta, si este no ha sabido dar la de­
Nuestra definición añade que la acción del bida perfección al hecho quQi intenta reprodu­
drama ha de interesar y complacer al especta­ cir; en una palabra, si no acierta á satisfacer
dor. Esto nos conduce á hablar de lo que se nuestro entendimiento, al punto cesa el placer
entiende por placer dramático. Este placer no y reprobamos su obra.
es sensual. Enhorabuena que las decoraciones El poeta dramático debe ademas procurar
sean magníficas, que se apele á toda la pompa goces á la fantasía y al corazón. Es preciso
del espectáculo; pero un drama cuyo único que en el teatro se nos haga sentir, aue núes—

i
manual de literatura. 249
248 MANUAL DE LITERATURA,
tra alma se interese y conmueva, que la ima­ vierta en escuela del vicio. Las verdades mo­
ginación se exalte con lo que está presen­ rales son de un orden muy superior á los pla­
ciando , que el oido quede halagado con los ceres de cualquier género que sean - y si del
encantos de la versificación y de la armonía. que recibimos en la representación dramática
Sin todos estos requisitos, las reprensentacio- ha de resultar el desconocimiento , la mfrac
nes teatrales podrán ser unos espectáculos vis­ cion, ó la sola atenuación de un principio mo­
tosos y entretenidos, pero no el recreo de hom ral, aquel placer es pernicioso, y debe pros­
bres entendidos y sensibles. cribíase. La representación de cualquier ac­
ción humana ha de tener forzosamente un elec­
El interés teatral es de dos maneras- ó rela­
tivo á la acción, ó á los personajes. La acción to moral, aunque el poeta no lo solicite, y si el
nos interesa como una novela bien escrita, cu­ efecto no es bueno, si no contribuye a afian­
yo desenlace deseamos conocer: los personajes zar en el espectador los sentimientos de rec­
como hombres partícipes de nuestros afectos, titud innatos en todos los hombres, ha de ser
vicios y virtudes. El primer interés nace de la forzosamente malo; y todo el genio poético
novedad de la acción, verosimilitud de los in­ del autor no salvará su pieza de la prosciip
cidentes, y recta conducción de ella hasta la cion de los hombres de bien. Ademas, aun ha­
blando literariamente, no puede ser bello lo
catástrofe: el segundo de la naturaleza misma
del hombre , para el cual nada de lo que per­ que no es moral. La virtud y la belleza tienen
tenece á otro hombre, verdadero ó represen­ entre sí una unión mas íntima de la que mu­
tado, puede ser indiferente. De aquí es que el chos creen; y este sentimiento es tan natural
en el hombre, que siempre se inclina a dar
principal interés dramático, fuente de los mas formas feas y desagradables á cuantos seres
grandes placeres que proporciona la represen­
tación, es el personal; es decir, el que se toma tienen en su concepto la fama de perversos.
Si la acción dramática ha de interesarnos y
por la persona ó personas á cuyo favor ha que­ complacernos, es forzoso que sea vei osímil,
rido el poeta oscilar nuestras simpatías. Este
interés es la primera de todas las reglas dra­ es decir que esté dispuesta de tal modo, que
máticas; á ella están subordinadas todas las nos cause completa ilusión , y la creamos ver­
dadera. En la poesia dramática hay que distin­
demas. El poeta que sepa observarla, está se­ guir dos clases de verosimilitudes: la una ma­
guro de la inmortalidad, á pesar de los defec­
tos en que por otra parte incurra. terial n la otra moral. La verosimilitud mate­
Sin embargo, hay un defecto que jamás se rial es la que resulta de hacerla representa­
le perdona , y es el quebrantar los precep­ ción teatral lo mas parecida que sea posible a
la verificación natural del suceso; y verosimili­
tos de la sana moral. No diremos, como mu­ tud moral es la que resulta de estar unos in­
chos, que el teatro sea la escuela de las cos­ cidentes sostenidos y enlazados con los otros
tumbres: es solo un recreo, una diversión;
pero es preciso que esta diversión no se con- hasta la catástrofe, y deducidos de los carac-
250 ; MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 251

teres de los personajes. Esta es la verosimili­ nes, que igualen casi á las que tendríamos con
tud principal del drama, porque de ella depen­ la presencia real del mismo objeto, de suerte
de el interés que hemos llamado personal de la que nuestra imaginación nos le llegue á repre­
representación. La primera es muy subordi­ sentar clara y distintamente. Asi la narración
nada. Esto exige alguna esplicacion. de un suceso puede ser tal, que creamos oir
El drama, hemos dicho, es la representa­ hasta los gritos délos que en él tienen parte,
ción de una acción humana, pero representación y presenciar sus acciones todas; y la ilusión
poética. Esto quiere decir que.en el teatro lo será entonces grande, porque las sensaciones
que se hace es imitar aquella acción; pero que esperimenlemos serán casi las mismas que
imitarla, no como ha pasado realmente, sino produciría el suceso real: esta ilusión se au­
embellecida, de suerte que sin dejar de pare­ mentará, si en vez de leer la. narración, es
cemos cierta, está despojada de cuanto pudiera otro el que la refiere con voz sonora, acento
disgustarnos, ó aumentada con todo aquello apasionado y gestos espresivos; pero la ilusión
que sea capaz de inspirarnos mas placeres. llegará al último grado , si como sucede en el
Pero toda acción ú objeto real y efectivo pro­ teatro , creemos ver el lugar de la escena , y
duce en nosotros cierto número de sensaciones obrar ,á los personajes mismos, escuchando en
<jue le son peculiares; y por consiguiente, toda ellos el lenguaje propio de sus afectos é inte­
imitación desemejante objeto, no consiste en reses. El drama , como imitación , escede á las
otra cosa que en reproducir, respecto de nos­ creaciones de las demas arles, casi tanto como
otros, por los medios queleson propios, las la naturaleza al mismo drama.
mismas sensaciones. Cuanto mas se aproxime Pero aunque la imitación dramática se
el número de estas sensaciones reproducidas á aproxima mas que otra alguna á la verdad,no
las que escita el original, cuanta mas analogía se confunde con ella , porque nunca podrá el
y semejanza tengan con ellas, tanto mas per­ artista producir en nosotros sensaciones igua­
fecta y acabada será la imitación. les en número y viveza á las del original; y
Pero los,medios de imitación que poseemos sin embargo, en esta diferencia entre la ver­
no alcanzan todos á la reproducion completa dad y la imitación, entre la escena natural y la
del objeto imitado;, y esta reproducción es escena artística, está gran parte del placer que
imposible en casi todas las artes. La pintura en nosotros producen las artes. El artista oje­
no puede imitar los sonidos; la música no al­ ja de nosotros las sensaciones que en la realidad
canza á. representarlas formas; la misma poe­ nos desagradarían, escita al propio tiempo otras
sía tiene medios limitados; pero si la imita­ que tal vez no tendríamos con la presencia del
i ción no es directa, puede ser indirecta; es de­
cir , escitar en nosotros tales sensaciones, que
original, y encamina nuestra imaginación ha­
cia' la contemplación de aquella belleza ideal,
estas despierten otras análogas al objeto imi­ que, como hemos dicho ya, debe ser el blanco
tado, y formen juntas tal número de sensacio- de todas las producciones artísticas y literarias.
i
232 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 253
Por lo tanto, aunque el poeta dramático propiedades necesarias, no se debe inferir que
tiene en sus manos mas medios que otro algu­ tolere las que no lo sean. El espectador , he­
no de causar una completa ilusión, ni estos chas ya una vez las concesiones indispensa­
medios son del todo perfectos, ni aunque lo bles, y conocidos los medios de imitación que
fueran, debería aspirar á conseguirlo. Sin em­ tiene el artista, exige, y exige con justicia,
bargo, ha de tener presente que no se le disi­ ue no se abuse innecesariamente de su con-
mula esto, sino en gracia de los mayores pla­ 3 escendencia; que se haga un uso prudente y
ceres que proporciona, los cuales compensan adecuado de semejantes medios. Tolera, por
el disgusto que siempre causa la impropiedad ejemplo, que los actores hablen en verso; pero
de una mala imitación. Asi, impropio es el que exige que este sea natural y propio de la situa­
los personajes de un drama hablen en verso: ción del personaje: en una palabra, tolera la
pero el encanto de la armonía poética nos lo inverosimilitud material de las formas del len­
hace ver sin disgusto. guaje; pero no sufre la moral que resulta de
Llegamos, pues , á una regla esencialísima las ideas, acciones y sentimientos.
de la poesía dramática. Toda impropiedad que Mas adelante aplicaremos esta teoría á las
se pueda cubrir con una belleza, con un pla­ unidades dramáticas, grande asunto de discu­
cer verdadero, será tolerada , permitida: toda sión y controversia.
aquella que no se llegue á paliar de este modo,
merece reprobación, y desfigura la obra. En CAPITULO II.
esto estriba la diferencia que hemos estableci­
do antes entre la verosimilitud material y la De la elección del argumento.
verosimilitud moral: la primera es susceptible
de estos paliativos, de estas Concesiones respec­ Lo primero que tiene que hacer un poeta
to del auditorio: la segunda no loes, al menos dramático es elegir el argumento que ha de
en presencia de un auditorio ilustrado. servir de base á su obra; asunto de no poca
Con efecto: el espectador va siempre al tea­ importancia, puesto que de él depende acaso
tro dispuesto á hacer ciertas concesiones que el éxito del drama. Verdad es que un gran
son para él como los supuestos de la verosi­ poeta encuentra en su imaginación recursos
militud material. Concede sin repugnancia y con que sacar partido del asunto mas esca­
sin disgusto que griegos y romanos hablen en broso; pero con todo, argumentos hay tan des­
verso, y en veso español; que bastidores de nudos de interés, tan viciosos en su fondo,
lienzo representen edificios y árboles; que las que tienen que estrellarse en ellos hasta los
heridas y muertes que presencia sean conoci­ mas felices ingenios. Acerca de esto, la única
damente fingidas: todo esto lo concede y tole­ regla que puede darse, es que el argumento
ra , porque sin ello no habría teatro, ño ha­ que se elija sea rico en contrastes de afectos,
bría imitación. Pero de que tolere estas im- y ofrezca vasto campo á la lucha de las pasio-
MANUAL DE LITERATURA. 255
254 MANUAL DE LITERATURA,
nes. El interés teatral se sostiene principal­ tisfacton del auditorio. Esto se llama plan ó
mente con sensaciones, y estas no existen sino disposición de la fábula, y tiene que ser obje­
cuando los afectos mas íntimos del corazón se to de las mas profundas meditaciones del poe­
exaltan y combaten entre sí. Hechos hay que ta porque del plan nacen luego la mayor parte
deslumbran á primera vista por su heroicidad; de las bellezas ó defectos que hermosean ó des­
otros que parecen trágicos por lo atroces, y lucen su obra. Para esto no existen reglas, pues
sin embargo, ni aquellos ni estos son propios todo depende de la imaginación y del buen
para el teatro. Vencer á un enemigo poderoso, juicio del escritor.
aunque acción heroica, no será dramática, Forma parte del plan el dividir la acción en
cuando la victoria se reduzca al triunfo de las actos, y estos en escenas. Actos son las partes
armas; pero si este triunfo ha costado el sa­ del drama en que todos los actores salen de
crificio de intereses grandes y preciosos, si ha la escena , ó cae el telón , y la acción se sus­
sido preciso vencer al propio tiempo afectos pende: por escenas se entienden las parte de
tiernos ó agradables, entonces adquiere ya la un acto, señaladas por la salida de uno ó mas
acción el carácter quenecesita para ser presen­ personajes de los que estaban en el teatro, ó
tada con buen éxito en la escena. Matar á un la entrada de otros nuevos. Ninguna regla fun­
hijo es hecho abominable, que solo causa hor­ dada en razón existe para que los actos de un
ror; pero si la patria ó el honor lo han exigi­ drama se limiten á cierto número, debiéndose
do, hay ya materia para una obra eminente­ considerar como absolutamente arbitraria la
mente dramática. Los asuntos nacionales lle­ que exigia que fuesen tres ó cinco. El poeta no
van siempre gran ventaja ; mas no por eso se debe nunca empeñarse en dar á su composi­
han de desterrar los estranjeros, y en todos se ción un número fijo de actos: estos han de ser
debe dirigir el poeta á aquellos afectos de que los que naturalmente suministre la acción, sin
son sus espectadores mas susceptibles, presen­ alargarla ni acortarla mas de lo justo , y que
tando acciones que estén en armonía con sus ademas la dividan sin esfuerzo; no existiendo
ideas, sus gustos y creencias. tampoco inconveniente en que sean los unos
mas largos que los otros. Tiempo hubo en que
CAPITULO III. se miraba con prevención la división en cuatro
actos; y sin embargo en ellos se hán hecho
Del plan del drama. después escelentes dramas, pudiéndose hasta
probar que es una división que tiene grandes
Elegido el argumento del drama, es preciso ventajas. Hacer mas de cinco es espuesto por
disponer todas sus partes de suerte que la ac­ lo que se alarga la obra.
ción marche del modo mas natural, verosímil La división en actos es necesaria para pro­
é interesante, empezando oportunamente, des­ curar algún descanso , no solo á los actores,
envolviéndose con arte, y concluyendo á sa-
sino también á los espectadores^ á quienes lie—
256 MANUAL DE LITERATURA MANUAL DE LITERATURA. 257
garia á fatigar la sucesión no interrumpida de pronto los acontecimientos principales, inge­
sensaciones fuerte durante el curso de una niosa por que la ilusión teatral exige que el
acción larga. De esta interrupción se aprove­ poeta no parezca siquiera acordarse del audi­
chan ademas los poetas para diferentes obje­ torio. Las buenas esposiciones son tan difíciles
tos, principalmente para alejar de la escena la que pocos autores han dejado de pecar en esta
parte de la acción que no creen conveniente parte. Los griegos y romanos solian hacer apa­
presentar á los ojos de los espectadores, dan­ recer nada menos que un Dios para enterar al
do solo después noticia de ella, si necesario espectador del asunto, ó bien salía un perso­
fuese por medio de relaciones. Esto, sin em­ naje á referir su historia. Otras veces se valían
bargo , no deja de ofrecer sus dificultades, de prólogos separados del drama, y aun pre­
porque el drama es por su propia índole acti­ sentaron, como mejora notable, el introducir
vo, y causa mas impresión en el ánimo de los una especie de personajes llamados proláticos,
espectadores lo que ven, que lo que oyen. Es porque solo servían para este objeto, no vol­
por consiguiente necesario que haya causas po­ viendo después á presentarse en la escena.
derosas para ocultar los hechos. Una de estas Nuestros dramáticos antiguos acostumbraban
causas es que lo limitado del titmpo no permite poner en boca de los galanes largas y pomposas
trasladar todos los hechos al teatro: hay por lo relaciones que recitaban á sus eriados ó ami­
tanto que dividirlos en hechos interesantes y en gos. Los franceses han introducido los confiden­
hechos que no lo son ó lo son menos; y eligiendo tes , á los cuales un actor principal refiere los
los primeros para ofrecerlos únicamente al es­ sucesos que necesita saber el espectador. Al-
pectador , los demas se omiten ó se refieren. fieri, en fin, se ha servido con frecuencia de
Otra causa es lo horrible del hecho, el cual, tal monólogos impropios siempre al principio de
puede ser, que su viva representación no se su­ una acción , en que el personaje no está
fra, como seria el ver á Aledéa destrozando á todavia bastante apasionado para hablar á so­
sus hijos. las y á gritos. Todos estos diferentes medios
La acción de todo drama se divide siempre de esposicion son defectuosos ; y la mejor es
entres partes principales: la esposicion, el nudo aquella que está tan naturalmente entretejida
ó trama y el desenluce. _ . . con la acción misma, que al paso que se va esta
La esposicion que ha de ser el principio del desenvolviendo, suministra sucesivrmente las
drama, está destinada á indicar á los especta­ noticias que exije la inteligencia del argumen­
dores cuál es el argumento. Debe hacerse cuan­ to: entonces el espectador se instruye insen­
to antes, porque estos están impacientes por siblemente sin notar el designio del poeta, y
enterarse de todas las circunstancias necesarias ocultando este el arte, logra su mayor triunfo.
para tomar interés en la acción. Ha de ser ade­ Después de la esposicion sigue el nudo del
mas clara, pues tiene por objeto facilitar la in­ drama, y aqui es donde principalmente debe
teligencia del drama: breve para que lleguen ostentar el poeta su inventiva. Su arle consis-
47
258 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 259
te en avivar el interés de la acción por medio pasiones ; la impresión mas fuerte se dis­
de incidentes que la compliquen, y oculten el minuye si es duradera; tal es el corazón hu­
resultado á los ojos de los espectadores. Nada mano; y es una de las mayores dificultades el
disgusta tanto como preveér desde luego lo que disponer de tal suerte la acción dramática, que
va á suceder: divisándose el término, se an­ vaya subiendo como por una especie de escala,
hela llegar é él, y todo cuanto retarda este sin descender nunca, y sin descansar siquiera en
momento impacienta. Agrégase á esto que es el mismo punto.
entonces imposible que sienta el ánimo fuertes Debemos, sin embargo, prevenir aqui uner-
conmociones: estas nacen de la incerlidumbre, ror en que suelen incurrir muchos poetas dra­
de la alternativa de temor y esperanza, del flu­ máticos. Esta complicación que se exige en la
jo y reflujo de sentimientos encontrados na­ disposición del drama , no ha de llegar á tal
cidos de situaciones opuestas, y que sacudien­ punto que se amontonen los incidentes, y se
do reciamente al alma, producen el placer pro­ entorpezca la acción con episodios inconexos ó
pio de las composiciones dramáticas. Por esta estraños. A este efecto recordaremos la distin­
razón se prefieren las fábulas compuestas, es ción hecha en el artículo anterior entre el
decir, los dramas en que los personages quenos interés de la acción y el que resulta de los per­
interesan mudan de estado-, pasando, por ejem­ sonages, y la preferencia que dimos á este so­
plo, de la felicidad al infortunio, que es lo que bre el primero. Aun suponiendo que el plan
se llama peripecia-, ó en que se aviva el inte­ no peque por embrollado y poco inteligible,
rés y se despiertan los afectos por medio de dando por de barato que el enredo sea inge­
reconocimientos inesperados, ó anagnorisis, que nioso y divertido , el interés que resulte se­
varían la situación respectiva délos personajes. rá pasejero, interés de curiosidadquedesaparece
El mayor mérito de un poeta dramático con­ luego que esa curiosidad se encuentra satis­
siste en procurar por estos ú otros medios se­ fecha. El interés que se une á los personages
mejantes , que nunca esté tranquilo el ánimo es mucho mas duradero, porque nace de sen­
de los espectadores, sino siempre incierto y timientos profundamente arraigados en el co­
turbado : siendo esto tan exacto, que áun razón, y que responden siempre que se toca su
cuando se elija una situación bella é intere­ cuerda ; pues la ternura , la compasión , es-
sante , si permanece igual por largo tiempo, y citadas .por medio de situaciones patéticas , de
no presenta esos vaivenes continuos que tanto pensamientos propios, de un lenguaje natural,
agradan , corre gran riesgo de ver menguar su no se embotan fácilmente, y el espectador que
efecto. ha derramado lágrimas en una escena , vol­
También es necesario que el interés vaya verá á llorar siempre que la vea repetida. Es­
aumentando sensiblemente, y que al paso que ta , en verdad , es la parte mas difícil del
en cada escena se estrecha mas el nudo dra­ arte dramático. Un ingenio mediano puede llegar
mático crezca el contraste y la lucha de á complicar, en fuerza de muchas vigilias , ue
260 MANUAL DE LITERATURA, manual de literatura. 261
argumento, eon multitud de lances que ten­ nir ya insensiblemente preparado de antemano,
gan suspenso al espectador hasta el fin del dra­ y debe verificarse por medios probables y na­
ma ; pero no alcanzará , por mas que se es­ turales: ha de ser, ademas, sencillo, pendien­
fuerce, ese interés personal que, prescindiendo te de pocos sucesos, y tal que entren en él muy
de la vasta instrucion, exige en el poeta suma pocos personajes; por último, en él se deben
sensibilidad , alma ardiente, profundo conoci­ escilar al inas alto punto las pasiones, ó reunir
miento del corazón humano, é inmenso caudal el mayor interés de toda la pieza. Por consi­
de poesía. Así, pues, aunque recomendamos guiente, en el desenlace es donde la acción de­
que se complique la trama, se necesita en esto be caminar lo mas rápidamente posible: los
cierta medida , á fin de no amontonar tanto los largos razonamientos, permitidos en otros lu­
incidentes, que no quede trecho para desen­ gares del drama, están aqui enteramente fue­
volver debidamente los caractéres y poner en ra de sn lugar, y mas aun las frases estudia­
juego las diferentes pasiones que han de agitar das, las vanas sutilezas: todo ha de ser sencillo,
á los personages. El aglomeramianto de lances natural y apasionado.
no dá mas movimiento ó la acción : este movi­ Se ha disputado mucho sobre sí la catástrofe
miento consiste en pocas, pero bien elegidas si­ ha de ser feliz ó desdichada. Esto depende de
tuaciones , graduadas convenientemente, de­ la naturaleza del asunto; en los cómicos, la
sempeñadas con maestría, en las cuales haya catástrofe desdichada no parece nunca bien,
pasión, poesía , y que apoderándose del cora­ porque el ánimo no está suficientemente pre­
zón de los espectadores, le tengan embargado, parado para recibir impresiones tristes; pero
suspenso, sin dejarle pensar en otra cosa , ni en los asuntos serios y trágicos suelen ser de
contar los instantes que corren. Eu fin , el pu­ muy buen efecto. Sin embargo, aun en estos,
ro interés de acción es el patrimonio de esas aconsejaremos que, entre nosotros, siempre
obras que nacen y mueren todos los dias con que se pueda, el desenlace sea feliz: el especta­
cansada profusion : el interés personal es es- dor, después de haber sido conmovido fuerte­
clusivo de aquellas pocas que logran pasar á mente, anhela descansar, y su corazón seensan-
la posteridad. cha cuando la virtud triunfa, ó salen victo­
La cuestión que encierra todo drama y que riosos los personages por quienes se ha inte­
parece incierta durante su curso, queda al fi­ resado.
nal resuelta ; y esta solución, desenlace ó catás­ Hemos dicho que el autor supone siempre
trofe , exige aun mas arte en el poeta que la como pasados en los entreactos, ó fuera de la
formación del nudo mismo. Este nudo no ha de escena, los sucesos que no cree oportuno pre­
verse cortado por una causa sobrenatural ó por sentar á los ojos del espectador, refiriéndolos
máquina , ni por incidentes eslraños al argu­ luego por medio de relaciones. A este cuidado
mento : semejante conclusion arguiria poco in­ debe añadir el que las escenas de cada acto
genio en el poeta. El buen desenlace ha de ve- estén bien enlazadas unas con otras, para lo cual
262 Manual de literatura. MANUAL DE LITERATURA. 263
procurará: 1.° que no quede nunca vacio el economía en los monólogos deben estos evitarse
teatro durante dicho acto; es decir, que no se en lo posible, porque no es natural que una
marchen juntas todas las personas que están persona hable á solas y á voces, siendo sobre
en la escena, para entrar en seguida otras di­ todo un gravísimo defecto cuando su objeto es
ferentes : 2.° Que no salga al teatro ni se au­ solo enterar á los espectadores de alguna cir­
sente personage alguno sin que veamos la razón cunstancia que ignoran. Se necesita para jus­
que hay para lo uno y para lo otro. Todas es­ tificar los monólogos que el personage'se halle
tas precauciones se tienen que observar para agitado por una gran pasión, y como fuera de sf:
la verosimilitud de la acción , porque si igno­ entonces, ademas de naturales, son de muy
ramos los sucesos que no hemos visto, dejare­ buen efecto : fuera de esos castos, si el poeta
mos de entender el argumento; si el teatro no puede prescindir de ellos, debe hacerlos
queda vacío y se interrumpe la acción sin cau­ muy breves.
sa, el espectador se distrae, y deja de intere­
sarse , si los personages entran y salen sin mo­ CAPITULO IV.
tivo alguno y sin mas voluntad que la del poe­
ta, advertimos el apuro de este y nos disgusta Unidades dramáticas.
su poco ingenio. Sin embargo, la observación
de estas reglas llevada hasta una escrupulosa La perfección del plan de un drama exige
nimiedad, seria también reprensible. Al espec­ la observancia de otras reglas que contribuyen
tador le basta saber lo quó necesita para la en gran manera á la verosimilitud; reglas sin
inteligencia de la acción , y no se cuida de por­ embargo, que han sido el principal objeto
menores poco interesantes. Si se le quiere dar de las controversias entre clásicos y román­
la razón de todo, se cansa y fastidia, hallán­ ticos. Por esta razón nos vemos precisados
dose por el contrario dispuesto á perdonar le­ á entrar en algunos pormenores acerca de este
ves omisiones, con tal de que se le interese, sin punto.
adquirir la cáusa de las sensaciones que espe- Son estas reglas relativas á las tres unida-
rimenta con tal de que sean agradables. Si los pos ue acción de tiempo y de lagar. Los pre­
sucesos son estraños, si la presentación de un ceptistas rigurosos exigen que la acción del
personage puede parecer improbable, es enton­ drama sea una sola, que no haya de pasar su
ces preciso entrar en breves esplicaciones; mas duración de veinticuatro horas, y que el lugar
fuera de estos casos, como al mismo especta­ de la escena quede siempre el mismo. Sus an­
dor le pueden ocurrir desde luego mil razones tagonistas han clamado contra la escesiva estre­
para ello , encuentra hasta molesto que se pre­ chez de estas leyes, pretendiendo que con ellas
suma tan poco de su inteligencia que hayan de se corlan los vuelos al ingenio.-
esplicárselo todo. Si no hubiese mas razón que esta última
No dejaremos esta materia sin recomendarla para desechar ó modificar las reglas de las uni-
264 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 265
dades, nosotros estaríamos con los preceptis­ son preferibles las bellezas que resultan de las
tas. La rigidez de las reglas no nos parece nun­ demas circunstancias opuestas, entonces sa­
ca motivo suficiente para quebrantarlas, por­ crifiqúense las unidades, pero solo en aquella
que no estorban sino á los talentos medianos; y parte que sea absolutamente necesaria.
el verdadero ingenio, lejos de desmayar con Ahora bien; hay asuntos en que la obser­
alias, adquiere nuevos brios y se engrandece vancia de las tres unidades se consigue sin es­
con su rigurosa observancia. A los que se que­ fuerzo alguno y sin detrimento de todo linaje
jan de ellas les opondremos siempre las trabas de bellezas dramáticas: y hay oíros que sin
de la versificación; no se pueden imaginar ma­ grave perjuicio no se pueden encerrar en el
yores en el arte de escribir; y sin embargo, con cuadro estrecho de las unidades: en unos y
estas trabas es con las que mas se eleva el es­ otros el camino queda trazado por la regla an­
critor y ostenta mas eminentes dotes. O las terior; y como los asuntos que ponían los grie­
reglas son conducentes á la mayor perfección gos en escena pertenecían por lo general á la
del objeto á que se aplican , ó no. Si lo son, no primera clase; como los que podemos ahora
hay mas remedio que observarlas , mal que les manejar corresponden mas comunmente á la
pese á sus detractores y á los que no pueden segunda; como la sencillez y simetría en todo
vencerlas. Con las unidades se han compuesto era un carácter distintivo de las obras artísti­
obras admirables, pero no es para todos el ha­ cas y literarias de aquel pueblo, carácter que,
cer buenos dramas. según hemos visto ya, no existe ni puede exis­
¿Sirve el precepto de lastres unidades para tir en tan alto grado en las obras modernas, de
hacer mejores dramas, ó hay en él algo que sea aqui se deduce que la observancia de las tres
contrario ála esencia de esta clase de obras, al­ unidades no es tan de rigor en los dramas mo­
go que se oponga á la perfección del arte?Este dernos como en los antiguos. No por esto de­
es el verdadero punto de la cuestión. saparece, sin embargo, el precepto: como regla
Las tres unidades contribuyen indudable­ que contribuye eficazmente á la verosimilitud,
mente á la mayor verosimilitud del drama, á la es preciso conservarlo. El precepto existe, pues,
mas completa ilusión ; y la obra que las obser­ escepto que en vez de ser inflexible como antes,
ve rigurosamente, si cumple ademas con tadas se ha hecho elástico. Es una red, dentro de la
las otras condiciones del buen drama, esa será cual debe encerrarse el drama: esta redse en­
la mas perfecta. sancha á medida de las necesidades del poeta;
Pero ¿son compatibles las unidades con es­ pero no se debe quererla ensanchar tanto, que
tas otras condiciones? Si lo son, las unidades por último se rompa.
deben siempre observarse con todo rigor : si no Esta licencia tiene su fundamento en la
lo son, hay que ver cuál pesa mas en la balan­ misma ley de la verosimilitud y de la ilusión
za. Si produce mas bellezas la observancia de teatral. Dígase lo que se quiera, si se que­
las unidades, guárdense : si, por el contrario, branta la verosimilitud, si se falla á la ilusión,
266 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 267
la obra será mala, y el espectador no podrá baten fuera de nosotros mismos, sin detenerse
sufrirla. Alas por fortuna la ilusión teatral no en vanos cálculos de probabilidades. Nos indu­
es una ley tan estrecha, y puede conservarse cen á error, es cierto , pero este error es grato;
aun con grandes licencias dentro de una es­ y si hubiésemos de renunciar á él no habría
fera bastante ancha, siempre que el poeta em­ espectador que pudiese interesarse por los hé­
plee los medios convenientes , y el arte necesa­ roes teatrales. La,dulce actividad del placer
rio para que semejantes licencias no choquen. nos hace pasar las horas y salvar sin sentir
Vuélvase á leér todo lo que hemos dicbo las distancias ; así como el tédio alarga el tiem­
acerca de la ilusión teatral, y se verá que tie­ po y señala todas las faltas una á una- Conta­
ne aplicación á este medio de observar el pre­ mos las horas del tiempo presente, porque
cepto de las unidades. Conservándose lo que vivimos en ellas: las distancias que recorre­
hemos llamado verosimilitud moral, la verosi- mos nos parecen largas, porque las medimos
mditud material puede sufrir modificaciones con nuestros pasos, y nos cuestan trabajo;
am esPec',a(l°1’ está dispuesto á conceder. pero la estéril uniformidad de los años pasados
Allí demostramos que la verosimilitud no sola­ se sepulta en el olvido; las distancias recor­
mente no puede ser completa, sino que tam­ ridas por los otros desaparecen; y solo vemos
poco conviene que lo sea; y que si la repre­ los estremos, solo estos nos causan sensación,
sentación teatral no produce en nosotros sen­ desapareciendo los intermedios con las sensa­
saciones en igual número y tan vivas como el ciones rápidas que recibimos cuando se nos
hecho real, despierta en su lugar otras análo­ retratan los sucesos ajenos. Asi como, al des­
gas que casi igualan á aquellas, y aun escita pertarnos , nuestro primer pensamiento se en­
otras que contribuyen á dar al objeto una be­ laza con el último que tuvimos la víspera, que­
lleza ideal que ne tenia y que agrada mas que dando en la nada el tiempo en que dormimos, y
la realidad misma. no hemos tenido sensaciones ; del mismo modo,
Si la ilusión teatral fuese tan completa que en las ficciones dramáticas, nuestra imagina­
nos hiciese ver toda la realidad de los objetos ción pasa rápidamente sobre periodos de tiem­
y de las acciones, la representación llegaría á po y distancias insignificantes que se omiten
ser para nosotros muy amenudo un verdade­ y se suponen traspasados , fijándose únicamen­
ro suplicio, porque sufriríamos tanto como su­ te en los momentos y en los lugares elegidos
frimos cuando presenciamos escenas verdade­ por el poeta para llamar esclusivamente nues­
ras de asesinatos y horrores. Por fortuna no tra atención. .
es así: la ilusión teatral, como todas las ilusio­ Véase, pues, cómo el campo de la ilusión
nes poéticas, es un dulce arrobamiento á que es inmenso y permite numerosas licencias: mas
se entrega el espectador voluntariamente. Para estas licencias, para que se conserve aquella
colocarnos en semejante situación de ánimo, ilusión, necesitan quedar ocultas, y requieren
es preciso que el poeta y los actores nos arre- un arte infinito en el poeta. Desde el momento
“268 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 269
en que el espectador repara en ellas , asi que hasta la llegada de aquel príncipe á Micenas:
advierte la torpeza del escritor, la ilusión desa­ es decir, un número considerable de dias. Du­
parece, y solo le quedan sensaciones al audi­ rante la representación de las Iraquinianas de
torio para vituperar sus faltas. Sófocles, se hace tres veces el viaje de Tesalia
Tan cierto es lo que decimos , que las uni­ á Eubea. En las Suplicantes de Eurípides sale
dades dramáticas no han sido rigurosamente un ejército de Atenas, llega á Tebas , da la ba­
observadas, ni prescritas tampoco como pre­ talla y vuelve victorioso, todo esto mientras
ceptos inviolables, hasta tiempos muy moder­ está cantando el coro. La unidad de lugar se
nos, y en los cuales precisamente eran menos observaba mas; pero esto dependía de la cons­
admisibles bajo aquel concepto. Aristóteles, so­ trucción particular de los teatros, la cual im­
bre cuya autoridad se han querido apoyar los pedia los frecuentes cambios de escena. Aun
preceptistas, no habla, con alguna esténsion, así, en Sófocles y Eurípides se encuentran al­
mas que de una sola ; ni insiste tampoco mas gunos de estos cambios, como sucede en las
que en ella, la unidad de acción. No dice ni Euménides y en el Ayax : fuera de esto, hay que
una sola palabra de la unidad de lugar: v res­ observar que la escena griega , mucho mayor
pecto de la de tiempo, solo se espresa de este que las nuestras , estaba dividida en trozos que
modo: «La epopeya se diferencia también de la figuraban lugares distintos; y cuando no era
tragedia en cuanto á la estension ; la tragedia así, representaba la plaza pública, y se hacia
procura encerrarse en un periodo de sol, ó se avanzaren los casos necesarios el encic/ema,
estiende poco mas allá ; y la epopeya no tiene máquina que, abriéndose, ofrecía á la vista el
duración determinada ; aunque en'ios princi­ interior de un palacio.
pios sucedía lo mismo en la tragedia. » En es­ Los griegos , sin embargo , tenían muchos
ta frase, Aristóteles no establece ningún pre­ mas motivos que nosotros para observar riguro­
cepto de rigurosa observancia , pues se limita á samente las unidades dramáticas. En primer
señalar uno de los caractères distintivos de dos lugar , la ya manifestada de la inmovilidad de
géneros opuestos. Y no podía Aristóteles decir su escena, y poca felicidad para mudar las de­
otra cosa, puesto que los mismos ejemplos que coraciones: en segundo lugar la continua pre­
tenia á la vista y de los cuales deducía sus ob­ sencia del coro que no desamparaba la escena,
servaciones, le ofrecían, aun en los mejores y que cantaba cuando los actores no hablaban,
poetas, frecuentes casos en que se quebranta­ de suerte que en realidad no tenian división
ban los preceptos de las unidades. do actos. Los modernos tienen esta división,
Con efecto, á pesar del corto número de durante la cual la representación cesa del todo,
tragedias-que nos han quedado de los griegos, V semejante costumbre les suministra un me­
esos casos son frecuentes. Una de las tragedias dio cómodo de prolongar sin inconveniente
de Esquilo , Agamenón, comprende todo el alguno la duración ficticia de un drama; pues
tiempo corrido desde la destrucción de Troya bien se puede suponer bastante imaginación
270 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 274

en el espectador para figurarse que durante el pasiones fuertes y pronunciadas, menos sujetas
entreacto ha transcurrido mayor espacia de á contrastes y menos enfrenadas por el senti­
tiempo que el que ha tardado la orquesta en miento religioso; asi su espresion era mas pron­
tocar, ó que los personajes del drama han an­ ta, y necesitaban sus caracléres menos desen­
dado mas terreno que el que pudieran mientras volvimiento. Ahora, por el contrario, los pro­
ha estado suspensa la representación. gresos de la civilización y la lucha interior de
Pero la causa principal de esta diferencia afectos producen caractéres mas complicados,
consiste, según yá hemos indicado, en la natu­ que necesitan cuadros mas estensos, mas va­
raleza esencialmente diversa de las artes en­ riados , sin los cuales no se comprendería bien
tre los antiguos y los modernos. El genio esta­ el pensamiento del poeta , y que no pueden
tuario animaba á los poetas griegos; y el de la encerrarse en los estrechos límites de las tra­
pintura anima á los poetas modernos. La escul­ gedias antiguas.
tura dirige esclusivamente nuestra atención há- Queda, pues, á nuestro parecer suficiente­
cia el grupo que representa, y le destaca cuan­ mente demostrado que las unidades dramáti­
to es posible de los objetos que le rodean r la cas contribuyen poderosamente á la verosimi­
pintura , por la inversa , atiende mucho á los litud del drama , pero que no son siempre ne­
pormenores de sus cuadros, y aunque ponga cesarias para la ilusión teatral, la cual puede
grande esmero en las figuras principales, re­ verificarse en una esfera mas ancha que la que
reserva toques brillantes y armónicos parados consiente la estricta observancia de aquellos
fondos, ya sean países, salas ó celajes; sobre preceptos; que estas unidades no han sido
todo se complace en los efectos de la perspec­ exactamente seguidas ni aun por los griegos, á
tiva y en sus mágicas ilusiones. Asi, pues, pesar de que la construcción de sus teatros lo
el arte entre los antiguos, y particularmente exigía, y lo consentía mas la índole de los asun­
la tragedia , desechaba , como puramente ac­ tos que trataban y de su sistema literario: y
cidentales, las formas del espacio y del tiem­ que por último, los asuntos modernos;y el es­
po; mientras la poesía actual, variando in­ píritu del siglo hacen precisa mas amplitud en
cesantemente estas formas, las hace servir á esta parte, si bien el quebrantamiento de las
sus móviles cuadros. Fuera de esto, los asun­ unidades no debe ser arbitrario, haciéndose de
tos griegos eran mitológicos, y por lo mismo tal suerte, que las faltas se oculten cunarte in­
poéticos : los acontecimientos de los siglos he­ genioso para que la ilusión quede siempre viva.
roicos que presentaban, ofrecían á un tiempo Haremos ahora algunas observaciones acer­
costumbres sencillas y hechos maravillosos, y ca de cada una de las unidades en particular.
todo contribuía á que la acciou caminase á su La mas indispensable, la que difícilmente se
fin sin necesidad de grandes combinaciones puede quebrantar, es la unidad de acción, por­
dramáticas; A esto se añade que los héroes an­ que en ella estriba principalmente lo que he­
tiguos mas cercanos á la naturaleza, tenían mos llamado verosimilitud moral. Con efecto,
272 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 273
¿quién dosconoeerá que cierta uuidad es de máquina, que lejos de aumentar su movimiento
esencia en todas las creaciones del arte que as­ le retarda y debilita.
piran á la perfección y á la belleza? ¿Quién Por estas razones toda obra dramática pre­
negará que hay en el fondo de nuestra alma senta por lo regular un personaje principal, que
un profundo sentimiento, un íntimo deseo de es el que fija en sí todo el interés de la acción,
regularidad y de armonía que nos impele á contribuyendo únicame.nte los demas persona­
buscarlas en todos los objetos y escenas de la jes á darle mas brillo y realce. A este personaje
naturaleza? Ademas, ¿qué interesará mejor principal es a! que se llama protagonista.
en un drama, una sola acción ó varias? Cuan­ La unidad de tiempo, que pertenece ya ála
do todo concurre á un fin, resalla todo; mas verosimilitud material, no es tan necesaria.
todo se agrupa y se auxilia en la imaginación. Para entender bien esta unidad, se la debe defi­
El interés es también mas vivo cuando no se nir la igualdad de duración entre el tiempo fic­
divide entredós ó mas acciones que se destru­ ticio de-la representación y el tiempo real que
yen mùtuamente, ó por lo menos se perjudican; la acción ha debido durar. La verosimilitud
pero si se dirige á una sola acción ó persona, no exige, pues, en rigor, la identidad, sino
todo contribuye á aumentarlo, á fortificarlo y á respecto del tiempo en que se esté represen­
escitar en el ánimo del espectador las sensacio­ tando: así es que sí dos personas están en la es­
nes mas profundas. cena y después de hablar cuatro palabras dicen
La unidad de acción , sin embargo , no es- que su conversación ha durado cuatro horas,
cluye la variedad y multitud de incidentes ó necesariamente el espectador lo tendrá por in­
acciones secundarias y subalternas, necesarias verosímil; mas no así cuando concluido el
para que la principal se verifique. Al contra­ acto, se suponga transcurrido el mismo ó
rio. para que la atención se sostenga durante mas tiempo al principio del acto siguiente. Si
toda la represetacion, es menester que la ac­ se manda llamar á un personaje que está á
ción principal se componga de otras varias su­ una gran distancia, y debiendo tardar en lle­
bordinadas, y que encuentre en su progreso gar dos ó tres dias, aparece en seguida, la in­
ciertos obstáculos que la retarden y hagan du­ verosimilitud es todavía mas insufrible; pero
doso el éxito final; pero es preciso, como ya no lo será si entre la llamada y su presenta­
hemos dicho, no complicarla demasiado, y no ción media un entreacto. Por esta razón hemos
amontonar tantos sucesos que oscurezcan y dicho mas arriba, que el arte del poeta estriba
confundan el hecho capital. Si estos incidentes en dejar para los entreactos los espacios con­
ó lances no son necesarios para el progreso y siderables do tiempo que necesita el com­
conclusión final de la acción, si al contrario, plemento de la acción. El espectador cuenta
pudo y debió verificarse sin alguno de aquellos solo el tiempo de la representación que está
incidentes, esto, que en términos del arte se presenciando, porque entonces confunde su
llama episodio escomo una rueda inútil en una existencia con la de los personajes; y en este
274 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 275
caso es en el que importa hacer que el tiempo bastante amplitud en el tiempo concedemos
real y el ficticio sean tan iguales como se pue­ también que se mude la escena y distintos lu­
da, aunque también seria una ridiculez y alar­ gares. Pero en esta ponemos la misma corta­
garía en estremo los diálogos, el pretender la pisa que anteriormente; y es que se ha de ve­
absoluta identidad, basta que la diferencia no rificar sin que se desvanezca la ilusión, sin
llegue hasta el punto de chocar. En cuanto al que el espectador pueda estrañarlo. Por consi­
tiempo total déla acción, lomadas quesean guiente , sí los cambios de escena se hacen, á
las precauciones indicadas, puede haber bas­ la vista del espectador, si este vé volar las
tante amplitud. Los preceptistas rigurosos con­ casas, y venir á colocarse en su puesto árholes
ceden hasta veinticuatro horas; pero si se per­ ó rocas, no hay ilusión que resista á tanta inr
mite suponer que en dos horas han transcur­ verosimilitud. No sucederá lo mismo cuando
rido veinticuatro, ¿por qué no treinta, cua­ los cambios de decoración se verifiquen du-r
renta , sesenta, varios dias“? Tan inverosímil rante los entreactos: el espectador entonces
es lo uno como lo otro; si lo primero no lo es, no tiene en cuenta la distancia que se ha cor­
¿por qué no lo serán los demas períodos? Lo ver­ rido; y asi como se traslada su imaginación á
daderamente inverosímil es que en solo un dia siglos muy atrasados, se deja conducir tam­
ocurran sucesos que necesitan muchos en el bién del propio modo á sitios muy distantes.
orden natural, y en este defecto han incurrido Perdona siempre las inverosimilitudes que no
con frecuencia los que han pretendido obser­ presencia; y como el autor puede dividir su,
var con exactitud la regla de las veinticuatro obra hasta en cinco y aun mas actos si necesa­
horas. rio fuere, ha de tener muy poco ingenio, ó
Lo que debe hacer el peota es callar siempre mucha indolencia, para que no consiga disppr
que pueda el tiempo transcurrido, y no citar ner su fábula de suerte que las mudanzas de
horas ni dias. El espectador, á quien no se ad­ decoración se hagan entre los entreactos y no
vierte de este modo de la inverosimilitud, no á la vista. Los que se han empeñado en con>-
la echa de ver, y divertido con la acción, no servar una misma decoración durante toda la,
se detiene en averiguar el tiempo que ha representación, han incurrido en inverosímil
pasado. litudes mayores que lasque trataban de evi­
La unidad de lugar está intimamente unida tar, puesto que en un mismo sitio hacían,
á la de tiempo. En efecto , si la acción no ha pasar cosas y hablar personajes que natural­
de durar mas que lo que dura la representa­ mente debían pasar y hablar en parajes muy
ción, es forzoso que el lugar de esta sea siem­ distintos.
pre el mismo ; al contrario si se concede mas
tiempo, podrá el lugar de la acción trasladarse
á lodos aquellos puntos que el mismo tiempo
permita. Asi , pues , concediendo nosotros
276 MANUAL DE LITERATURA. MANUAL DE LITERATURA. 277
En cuanto á estos, sin embargo, la libertad
CAPITULO V. no es absoluta , pues hay también cierta pro­
piedad que guardar en ellos. El poeta ha de
Caracteres de los personajes. tener cuenta con el papel que representa el
personaje, la situación que ocupa, su nacimien­
Después de la disposición del plan, nada to, su educación, el siglo y la nación á que
hay tan difícil en un drama como el pintar los pertenece, su religión, y otras mil circunstan­
caractéres de los personajes que intervienen cias que contribuyen á que cada individuo
en la acción. Si cada uno de estos r.o tiene su tenga un aspecto moral tan propio y tan distinto
carácter particular, si no se observa entre como su rostro.
ellos alguna diferencia , si todos manifiestan Pero no basta variar los caractéres, no basta
las mismas opiniones y los mismos intereses; que sean propios, ni aun que se lleve la con­
en suma , si todos parecen vaciados en un cepción de ellos hasta aquella belleza ideal que
mismo molde, la monotonía en su modo de exige toda composición poética; es preciso ade­
hablar y en su conducta hará insípida la acción mas saber sostenerlos durante todo el curso
mas bien escogida. del drama, siendo siempre el ambicioso, am­
Los personajes que introduce el poeta en sus bicioso; el cruel, el pérfido, el iracundo, tam­
dramas pueden ser verdaderos ó fingidos. En el bién tales. Esto no quiere decir que la constan­
primer caso, no está en la mano del poeta el al­ cia del carácter se lleve hasta el punto de que
terar su carácter: tiene que darles el que les se­ los personajes no varíen jamás de opinión ni de
ñala la historia, y su habilidad estriba entonces conducta. Al contrario: el hombre, aunque
en que el retrato que hace de ellos sea tan pare­ consecuente en general con el carácter que tie­
cido y exacto que le reconozcan al punto todos ne, no lo es siempre en todos los casos parti­
cuantos tienen idea de aquellos personajes. Se­ culares. Los desengaños que recibe, las situa­
ria tan desacertado presentar en la escena á Cé­ ciones en que se encuentra, pueden hacerle
sar cual hombre débil y sin talento, como el variar de opinión en algún punto ú obrar de dis­
que Nerón se mostrase compasivo y humano. tinto modo; mas estas variaciones pasajeras
Esta sola falta bastaría para hacer silvar la obra, solo deben servir para hacer resaltar mas el
aunque por otra parte tuviese grandes bellezas. carácter verdadero, haciendo que se vuelva á
Pero esta identidad de caractéres no es tan él con mas fuerza. Una mujer enamorada, por
precisa respecto de aquellos personajes que, ejemplo, no ha de mostrarse en todas ocasio­
aunque históricos, no han dejado una idea ca­ nes tierna, sensible y sumisa, á la persona á
bal del carácter que tuvieron. Entonces el poe­ quien quiere: también se enfurecerá , también
ta se encuentra con mas libertad, y puede asig­ llenará á su amante de denuestos é imprecacio­
narles el que mejor le convenga, como si fuesen nes cuando sienta el furor de los celos; pero
personajes ficticios. luego volverá á su debilidad, y se mostrará to-
278 MANUAL DE LITERATURA.
MANUAL DE LITERATURA. 279
bien las dos únicas fuentes de la poesía dra­
* daviw mas rendida que antes. Estos vaivenes, mática.
•y diferentes matices de un carácter, requieren
en el poeta un talento particular, sensibilidad Los griegos, ora sea por el genio sutil y ana-
esquisita, y profundo conocimiento del corazón ,Utico quedos distinguía, ora por causa del orí-
.gen qne tuvo entre ellos cada género de poe­
humano. sia dramática , no conocieron mas que eslos
CAPITULO VI. aios , y los emplearon con toda la separación
de que son susceptibles. La tragedia, la co­
Di los diferentes géneros de poesía dramática. media fueron entre ellos dos géneros de dra­
mas de carácter tan distinto, que jamás se con­
Hasta ahora solo hemos hablado de las com­ fundieron: al menos asi sucede en todas las
posiciones dramáticas en general: considerán­ composiciones que nos han dejado; y aunque
dolas como la representación de una acción se cree que llegaron á componer algunas pie­
cualquiera sin distinguir el género á que esta zas en algo parecidas á lo que actualmente 11a-
acción pertenece : hemos querido dar las re­ jnamos propiamente drama, fue ya en la deca­
glas que son comunes á lodos los géneros de dencia del arte, y no nos ha quedado ninguna
dramas, porque estas reglas son lasescnciales, muestra.
y porque una vez manifestadas, ya nos queda .Las fiestas de Baco les dieron ocasión para
poco que decir acerca de cada géneto en par­ inventar el género trágico. El himno ú oda sa­
grada, que se solia entonar al rededor del ara
ticular. mientras se sacrificaba al Dios un macho cabrio,
La voz drama significa obrar; por esta razón
la hemos aplicado á la Clase en general, en vez se llamó por esta razón canción del macho, en
de repetir siempre poema dramático-, á pesar de .griego tragèdia, de cuya palabra se ha forma­
que la misma voz se suele usar ahora para tes- do la de trageaia. Para dar mayor eslension y
presar un género especial de esta clase de variedad á aquella ceremonia, introdujo Tespis
la novedad de presentar una persona, la cual
poesía. en las pausas que hacían los cantores entre las
Rigurosamente hablando, y queriendo redu­
cir los'géneros á los que solo tienen caractè­ diferentes partes del himno,, recitase en verso
res claros y distintos , no existen mas que dos una breve relación de algún suceso de la fábu­
géneros de poesía dramática: aquel que tiende la. Esta novedad agradó; y poco despees Es­
¿ conmover el alma y eseitar en ella las sensa­ quilo introdqjo ya dos ó mas actores que repre­
ciones de dolor, tristeza, compasión ó ternura, sentaban en los intervalos del coro alguna ac­
y aquel en que por el contrario se procura ins­ ción célebre, fabulosa ó histórica, cubrió sus
pirar el contento y la alegría. El llanto, la risa, r.ostroscon una máscara que imitaba el del per­
Ré aquí los fines principales que tienen todas sonaje cuyas veces hacían; los vistió con tra­
las acciones humanas: hé aquí, pues, tam- jes adecuados, y los presentó .sobre un tablado
280 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 281
ó teatro adornado con decoraciones análogas á satíricos. De consiguiente, la comedia grie­
la historia que debían representar. Vino des­ ga , por su propio origen , no podia tener nada
pués Sófocles, mejoró y perfeccionó esta inven­ de s'ério ni de noble; lodo en ella había de ser
ción , y la tragedia en pocos años pasó desde burla y risa; y aunque per los desmanes á que
los mas informes principios al mayor grado de dió lugar su forma primitiva, tuvieron al fin
regularidad y belleza. las leyes que enfrenarla, limitándola á presen­
Este origen de la tragedia griega, debió ne­ tar personajes finjidos, y criticar vicios ge­
cesariamente imprimirle un sello particular. nerales, conservó siempre su carácter distin­
Considerada como una festividad religiosa, co­ tivo y la profunda separación que la alejaba de
mo la representación de los hechos principa­ la tragedia.
les de la mitología y de la historia, sacando á Véase, pues, cual fué el origen y la causa
la escena los personajes mas célebres, y hasta de esa diferencia tan pronunciada que existió
los dioses, no podia ser sino esencialmente sé- entre los dos géneros de obras dramáticas que
ria , noble, elevada y magestuosa. Así fué: el conocieron los griegos, diferencia que en los
intentarle dar otro carácter, se hubiera consi­ tiempos modernos se han querido conservar y
derado como una profanación. sostener con todo rigor, considerándose como
La comedia tuvo entre los griegos otro ori­ género bastardo é indigno del teatro, todo el
gen y otro objeto. Si la tragedia se dirigía á que se alejaba en algo de esos dos tipos pri­
ensalzará los dioses y los héroes, la comedia mordiales,
se inventó para satirizar á los hombres. No fué, Si se atiende solo al fin ideal del arte, esa
en su principio, como llegó á ser después y distinción es muy exacta. Por una parte se
como es hoy , un retrato fiel de la sociedad busca el bello ideal de lo grande, de lo subli­
existente, en el cual se ridiculizan los vicios me; esta es la tragedia; por otra se trata de
y errores del género humano; pero tomando hallar el bello ideai de lo ridículo, esto es, el
estos vicios y estas virtudes en general, sin ridículo puesto en su forma mas picante y gra­
aplicación determinada; fué una verdadera ciosa; esta es la comedia. La tragedia repre­
sátira personal, en la que se criticaban los er­ senta la parte mas noble del hombre, aquella
rores del gobierno con toda la libertad demo­ que le acerca mas á los dioses; la comedia se
crática , y se escarnecía á los magistrados y adhiere á sus vicios, á sus ridiculeces, á su
aun á los hombres mas virtuosos de la república parte mas humana. La tragedia tiene por ob­
representándolos con sus propias facciones, jeto producir el terror y la compasión; la co­
sus propios nombres , y entregándolos á las media solo quiere promover la risa. ¿Qué co­
risotadas del populacho. Asi lo indica también sas mas opuestas? ¿Cómo pueden caber juntas
la etimología de la palabra comedia , de cornos en una misma composición? Si se presentan
que significa ronda nocturna ó cuadrilla de unidas, ¿no se perjudicarán launa á la otra?
mozos que por la noche van á decir cantares ¿Será posible que se eche á reir el hombre que
282 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 283
acaba de llorar? ¿Estará por el contrario dis­ Debemos añadir , que si los griegos por las
puesto á derramar lagrimas el que ha poco.se causas que hemos esplicado, escribieron la
entregaba á toda efusión de la alegría? Estas poesia dramática con esa división precisa y ne­
son las rizones que presentan los manlenedo- cesaria, los modernos en la mayor parle de los
i’es de la division de los dos géneros. países donde el drama no ha sido una imitación
Contra estas razones existen la naturaleza y de los antiguos, sino que ha nacido espontánea­
la esperiencia. La naturaleza no presenta en mente, lo han concebido del último modo,
ninguna parte la risa y el llanto con esa sepa­ con mezcla de lo serio y de lo alegre, aspiran­
ración tan absoluta; antes bien parece que se do á escitar en una misma representación toda
complace en hacer que alternen, y en que va­ clase de sensaciones. Esto previene, como ya
yan siempre juntos ó mezclados el dolor y la hemos dicho varias veces, de las diferencias
alegría, presentando por todas parles lo ridí­ esenciales que existen entre la civilización mo­
culo al lado de lo sublime. Lo esperiencia ade­ derna y la antigua, diferencias que exigen otras
mas prueba que el corazón del hombre tiene análogas en las composiciones literarias y prin­
bastante movilidad en sus sentimientos para cipalmente dramáticas: y tiene también su ori­
pasar con admirable prontitud en las repre­ gen en el distinto origen del teatro. El teatro en­
sentaciones teatrales del dolor á la alegría, del tre los modernos no ha nacido do una festividad
llanto á la risa. Como en último resultado es­ religiosa. Si bien empezó por misterios y repre­
tos afectos son ficticios, como no se busca en sentaciones de cosas sagradas; si bien, particu­
ellos, ora sean tristes, ora alegres, sino un pla­ larmente entre nosotros, siguió produciendo au­
cer, no pueden ser profundos ni duraderos.: el tos sacramentales que alternaban en ciertos dias
hombre en las representaciones teatrales se con las solemnidades del culto, el verdadero
asemeja al niño que se echa á reir cuando toda­ teatro se emancipó muy en breve, salió á las
vía tiene el rostro bañado en llanto. Toda la di­ plazas públicas, se instaló en los corrales, pre­
ficultad estriba en que el poeta sepa preparar con sentó escenas profanas á los ojos del pueblo
maestría las situaciones que,han de producir es­ que se apasionó por esta clase de espectáculos,
tos diferentes afectos. y hasta llegó bajo esta forma ó ser objeto de
Asi, pues, si no reprobamos la separación los anatemas de ¡a iglesia. Adquirió, pues, un
de los géneros, si la tragedia pura y la come­ carácter popular, y hubo para agradar al vul­
dia pura pueden existir como tipos ideales, co­ go de presentarle, no escenas de un bello ideal
mo entidades artísticas, tampoco podemos re­ y de perfección artística , sino tales como las
probar el drama en que estos dos géneros están veia en el mundo real y como las concebía: y
hábilmente combinados, porque vemos en él esto , particularmente en España y en Ingla­
una imitación mas exacta del mundo real, y terra, hizo tomar á las composiciones dramá­
'porque nada tiene que repugne á la naturale­ ticas distinto rumbo del que habían seguido en lo
za humana. antiguo. El pueblo no iba ú ellas como á una so-
i
284 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 285
lemnidad pública, de grande aparato, en que La tragedia y la comedia son los dos estre­
tomaba interés toda la república, según su­ naos opuestos: el drama es el género intermedio
cedía en Atenas respecto de la tragedia; no las que puede acercarse mas al uno ó a, otro de
miraba tampoco por el lado de grandes sátiras aquellos, y por lo tanto tomar un carácter mas
políticas como igualmente consideraban los trágico ó mas cómico: de suerte que muchas
griegos la comedia. Las representaciones tea­ composiciones que llevan el nombre de trage­
trales no eran para los pueblos modernos otra dias ó comedias , no son en realidad mas que
cosa mas que puras diversiones, sin objeto na­ verdaderos dramas.
cional ni político, escasas de aparato, y en las La tragedia requiere, como hemos dicho,
que á poca costase hallaba un solaz pasajero y una acción estraordinaria é interesante, por­
entretenido. Luego que los príncipes protegie­ que la atención del espectador no se llegará á
ron el teatro, luego que asistió á él un público empeñar lo suficiente si se le presenta un su­
mas ilustrado, luego en fin que el arte’de la ceso común y ordinario. Y como los sucesos
declamación y del aparato escénico se perfec­ menos comunes, los que causan menos terrible
cionaron, volvió la tragedia á presentarse con impresión, son las grandes revoluciones de los
nuevo brillo, pero ataviándose algo á la mo­ imperios, y las terribles calamidades en que
derna, pues la pura y severa tragedia griega algunas veces caen , ó á las cuales se ven es-
no ha podido hacerse popular en ninguna parte. puestos, aquellos personajes que por su eleva­
Distinguimos, pues, tres géneros de com­ ción estaban menos sujetos á ellas ; de aquí es
posiciones dramáticas. La tragedia, la comedia qué ordinariamente se toman para asunto de
y el drama propiamente dicho. las tragedias estos grandes é inesperados re­
La tragedia es la representación de una ac­ veses que alcanzan ó amenazan á aquellas per­
ción estraordinaria y grande, en la que intervie­ sonas que en el curso ordinario de la vida es-
nen altos personajes; y destinada á producir en los tan menos espueslas á los caprichos de la suer­
espectadores el terror, la compasión ó la ternura. te. Nos causa terror y conmiseración la des­
La comedia es la representación de una ac­ gracia sucedida á cualquier persona, pues
ción vulgar entre personas particulares, con naturalmente nos hace volver la vista á nues­
el objeto de ridiculizar los vicios y errores co­ tra propia debilidad y tomar parte en los ma­
munes en la sociedad, y destinada á promover les agenos por natural simpatía; pero estossen-
en los espectadores risa y alegría. timientosson todavía mucho mas vivos cuando
El drama es la representación de una ac­ la desgracia há sobrevenido á personas cuyo po­
ción ya estraordinaria, ya vulgar, en la que in­ der ó fama nos obliga á contemplarlas con
tervienen personajes de todas clases y catego­ cierto prestigio; porque haciendo involunta­
rías, y destinada á producir en los espectado­ riamente la comparación entre su antiguo es­
res toda clase de afectos, ya de terror, ya de tado próspero y su actual infortunio, nos pa­
alegria, ya de compasión, ya de risa. rece este mas grave, y nos fuerza á contem-
286 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 287
piar con mas desconfianza y temor nuestra pro­ quiere para esto en el autor una ardiente sen­
pia prosperidad. sibilidad, y que por un momento se convierta
EL alma de la tragedia es ademas la lucha y en el personaje mismo, apropiándose todos
contraste de pasiones, sin las cuales no pare­ sus afectos; y á la falta de esta conmoción ver­
cería sino un cuerpo muerto y helado : asi es dadera, debe atribuirse la de propiedad en la
que no hay belleza ninguna que pueda suplir espresion de las pasiones, falla en que á veces
esta falta ; porque las demas perfecciones del incurren trágicos de mucho mérito. Los sími­
arte podrán, si se quiere, recrear la razón, y les inoportunos ,, los hipérboles estravagantes,
halagar la imaginación ó el oido; pero el cora­ las estudiadas apostrofes, los antítesis compa­
zón necesita sentir, y las pasiones son las úni­ sados, deben quedar proscritos del estilo dra­
cas que le conmueven. mático; porque entonces no son los personajes
Conviene que el protagonista de una trage­ los que hablan, sino el poeta, que no acer­
dia sea virtuoso, honrado y estimable, mas es­ tando á penetrarse de los afectos que quiere
to noescluve que por error, por imprudencia,, espresar, sustituye al verdadero lenguage de
ó por efecto de una violenta pasión, cometa las pasiones, pensamientos forzados y estudia­
alguna falta que le precipite en grandes pe­ dos adornos. Observemos lo que diariamente
ligros, ó le acarree una suerte final desventu­ pasa á nuestra vista en la vida real, y veremos
rada ; y aun los mejores caracteres para las que el lenguaje de los que hablan conmovidos
tragedias son los caracteres mistos; es decir, de alguna pasión, es llano y sencillo; que
aquellos que con cierto fondo de virtud y hon- abunda de aquellas figuras que retratan la agi­
radez que los haga interesantes, se dejen aluci­ tación interior; pero desecha todas las que son
nar por un error ó arrastrarpor una pasión fu­ del mero ornato y puro raciocinio; que los pen­
nesta. Un héroe impecable no se presta en las samientos son naturales y obvios; y que no se
tragedias al movimiento de las grandes pasio­ esplican con discursos declamatorios y largos.
nes, ni puede producir situaciones fuertes: Por la misma razón se debe evitar el estilo sen­
un protagonista sin virtud alguna, causa hor­ tencioso; porque las pasiones no raciocinan,
ror, aleja lodo interés, y desagrada en breve y admiten á lo sumo alguna reflexión breve y
á los espectadores. rápida, sugerida por la situación.
En cuanto al plan de la tragedia y sus ca­ La versificación de la tragedia debe ser fácil,
ractères, nada hay que añadir á lo que ya va flúida y variada; pero sin ¡a constante y uni­
dicho hablando del drama en general. forme sonoridad de la lírica y con solo aquel
El estilo y el tono de la tragedia han de ser grado de armonía que sea compatible con la
elevados, nobles , magestuosos. Esta es otra de soltura y viveza que exige la libertad del diá­
las parles difíciles de esta composición y del logo. El verso que nos parece mas á propósito
drama en general; porque debiendo el lengua­ es el endecasílabo asonantado porque ó su ar­
je pintar las pasiones de los personajes, se re- monía reúne toda la flexibilidad necesaria para
288 Manual de literatura. MANUAL DE LITERATURA. 289
tomar cuantos diferentes tonos exige el estilo liemos dicho vicios ridículos, porque la co­
trágico; y los cortes variados de que es suscep­ media no se propone representar acciones cri­
tible, le dan animación, viveza, permitiéndole minales, cuya imágen produciría en el teatro
prestarse á todos los movimientos de las pasio­ aversión y disgusto, sino aquellos vicios comu­
nes. El endecasílabo libre no tiene esta flexi­ nes en la sociedad que sin llegar á ser puni­
bilidad tan necesaria; porque necesita siempre bles, suelen causar algún pequeño daño, al pa­
adoptar un tono elevado para sostenerse. Los so que por su aspecto ridiculo ofrece ancha
pareados son cansados por su monotonía; la materia á la burla. La comedia tiende á corre­
silva está espuesta á degenerar en floja; y los gir estos vicios; mas no lo hace por medio de
versos cortos , como el romance octosílabo , la consejos y amonestaciones severas sino valién­
redondilla, la quintilla, aunque se prestan á dose de fábulas ingeniosas, con las cuales nos
la buena espresion de muchos afectos, desdi­ presenta nuestros defectos como despreciables;
cen tal vez del aire de grandiosidad qne es de y á este fin, imita los cuadros ordinarios de
precisión en la tragedia. Sin embargo, con ar­ la vida. De aquí se deduce que en la comedia
te, en ciertas situaciones y en ciertos asuntos, hay mas verdad que en la tragedia : pero tam­
podrían emplearse con buen éxito, como asi­ bién menos idealismo , menos poesía : por con­
mismo otras combinaciones métricas á fin de siguiente está mas al alcance del pueblo, y
evitar la monotonía. Por decontado, repele­ debe ser gustada de mayor número de gentes,
mos enteramente el uso de la prosa en la tra­ aunque no raya tan alto, y no exige tantos
gedia, la cual por todos los caracteres que la esfuerzos por parte del poeta.
adornan es una composición enteramente poé­ Si la comedia debe censurar los vicios de
tica. la sociedad , para que esta censura sea enten­
Ya hemos visto cuál es el objeto de la co­ dida del publico y cause algún provecho, es
media en la rigurosa acepción de esta palabra: preciso que se dirija á los vicios contemporá­
no se trata ahora en ella de satirizar á una neos y propios de las personas que asisten á
persona ó á un gobierno , como al principio la representación. Por esta razón reprueban
sucedia en Atenas: al contrario, observando algunos que la comedia ponga en escena per­
los vicios ridículos de la sociedad, reúne de sonajes de otras naciones y edades; y en efec­
varias partes las facciones mas señaladas, y to , lo mejor será siempre evitarlo. Con todo
los colores mas propios, y forma con ellos un si los vicios ó defectos no son peculiares de
ser ficticio que presenta negó á la burla de los la época, sino propios de la naturaleza huma­
espectadores. De este modo no ofende directa­ na , puede admitir mas ensanche esta regla,
mente á nadie, y consigue que hasta seria y aun convendrá quebrantarla en ciertos casos
de sí propio, sin conocerlo, el que tal vez su­ para evitar aplicaciones. Diremos mas; y es
ministró rasgos al poeta para bosquejar sus per­ que el poeta que se limite en sus comedias á
sonajes. las ridiculeces del dia, podrá agradar mas á
19
290 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 291
sus contemporáneos , pero no pasará fácilmen­ El estilo de la comedia ha de ser puro y ele­
te á la posteridad , porque esta tampoco en­ gante, pero no admite la elevación que el de
tenderá sus producciones, sobre todo si fundan la tragedia , debiendo apenas levantarse del
su chiste principal en acontecimientos del dia. tono de una conversación familiar, pero ani­
De la multitud de comedias que se han es­ mada, entre personas bien educadas ; asi como
crito, las que no han perecido son las que ri­ tampoco debe descender á un lenguaje conoci­
diculizando Vicios generales, son de todos los damente trivial, bajo y chavacano. Esta es una
tiempos y para todos los hombres. Por consi­ de las mayares dificultades de la comedia. Aun­
guiente, aconsejamos á los poetas cómicos pro­ que el plan sea regular y los caracteres estén
curen dar á sus obras este carácter de gene­ bien dibujados, si el diálogo no es fácil y na­
ralidad , sin perjuicio de colocar la escena, tural , si carece de viveza, si el lenguaje no es
siempre que no haya inconveniente, en su pro­ puro y correcto, puede estar seguro el poeta
pio pais y en su tiempo. dé que si su comedia no es silvada tampoco se
Suele dividirse la comedia en dos especies: representará con frecuencia. Comedias hay que
comedia de carácter y comedia de enredo. Por solo se sostienen por el diálogo, y aunque se
lo que en otra parte hemos dicho, se deja co­ echen de menos en ellas otras dotes, agradan
nocer que preferimos la primera , la cual indu­ en estremo.
dablemente exige mas talento. El objeto prin­ Por lo mismo que la comedia se acerca mas
cipal del poeta cómico es pintar caractères, no al mundo real, y es un género menos poético
divertir con cuentos mas ó menos ingeniosos; que la tragedia, puede también escribirse en
y hasta nos parece una falta el complicar de­ prosa, V las hay escelentes en esta forma de
masiado el enredo, porq-ue entonces la aten­ lenguaje". No obstante, nosotros preferiremos
ción de los espectadores, en lugar de lijarse en siempre el verso , sobre todo en la comedia de
los caractères , se ocupa únicamente en lo ma­ carácter. El verso que parece mas propio de
ravilloso de los lances. No obstante, no debe esta clase de composiciones es el romance oc­
la comedia estarían escasa de enredo, que tosílabo, por ser tan flexible, tan acomodado á
camine lenta y perezosamente ó sin nada que todos los tonos j y en particular al de la con­
escile la curiosidad y el interés; para que los versación. Por esta razón algunos le prescriben
caractères se desenvuelvan convenientemente como el único admisible , desechando todas las
se necesita crear situaciones en que colocarlos, demas combinaciones métricas que algunos
y con dificultad habrá situaciones dramáticas emplean, y que se ven usadas por nuestros an­
donde el enredo sea nulo. Por lo tanto , la ha­ tiguos dramáticos. Pero los que tal prescriben
bilidad está en combinar con maestría las dos no tienen en cuenta el carácter poético de
cosas ; de suerte que la fábula no ahogue los nuestra nación y lo sensibles que somos á los
caractères, yestos deban áia fábula situaciones halagos de la armonía. Nosotros no concebimos
donde logren brillar y desenvolverse. las composiciones dramáticas sin un gran fon-
292 MANUAL DE LITERATURA, MANUAL DE LITERATURA. 293
do de poesía , aunque se falte algo en esto á la bajos les da también un lenguaje que esta-
verosimilitud; ó por mejor decir, puesto que ria mal en la comedia; pero esta variedad de
el hablar en verso en el teatro es ya cosa con­ tonos aumenta á tal punto la dificultad del gé­
venida , y no se opone á la verosimilitud tea­ nero , que solo hombres de mucho ingenio
tral, queremos que se saque todo el partido pueden vencerla felizmente , siendo muy po­
posible de esta forma de lenguaje, y que no se cos los que no caen en lastimosos estravios.
nos prive de ninguno de los encantos que legí­ La tragedia y la comedia tienen la ventaja de
timamente puede proporcionarnos. Tan invero­ que una vez templada el alma del poeta en el
símil es hablar en romonce octosílabo, como tono conveniente, permanece en él y no ne­
en variedad de metros; y si esto nos proporcio­ cesita hacer mas esfuerzos ; pero la movilidad
na mas placer, no hay razón para quitarlo. de afectos y de tonos que exige el drama, im­
Ademas , combinaciones métricas hay en nues­ pide que el alma tome el temple necesario, y
tra lengua que se prestan mejor que otras á la que sean siempre estos tonos y afectos los que
espresion de ciertos afectos y de ciertas ideas; la situación y el personaje requieren. Asi, pues,
la redondilla, por ejemplo, no tiene igual para el arte del poeta consistirá en combinar su plan
el lenguaje epigramático que en muchos casos de manera que las variaciones se hagan por
exige la comedia. grados insensibles, tanto para prepararse á sí
Poco diremos del drama después de lo ma­ propio debidamente, cuanto para que los es­
nifestado respecto de la tragedia y de la come­ pectadores se encuentren' también dispuestos
dia. Participando de ambos géneros, se suje­ á recibir las impresiones que quiere comuni­
tará mas á las reglas del uno ó del otro, se­ carles. Las variaciones súbitas é inesperadas
gún el género á que mas se acerque. Sin em­ causan siempre mal efecto, y jamás apro­
bargo, no deja de tener algunos caractéres que baremos que en una situación poética salga un
le son propios y peculiares. La doble natura­ gracioso con chocarrerías queno son del caso.
leza del drama exige en él mas estension, mas El drama tiene la ventaja de poder presen­
amplitud, y tienen que ser sus cuadros mas tar en la escena sucesos, personajes y caracté­
vastos y complicados. El drama se aleja mas res que no consiente la índole de la tragedia;
que la tragedia y la comedia de la sencillos mas no por esto le es lícito, como han hecho
antigua ; y destinado á trazar caractéres mas muchos dramaturgos modernos , trasladar al
profundos, afectos mas recónditos, contrastes teatro vicios, crímenes y escesos que repugnan
mas opuestos, necesita tal vez recorrer ma­ á la naturaleza humana, y que debieran que­
yor espacio, mas tiempo, y permitirse licen­ dar en un perpétuo olvido , cuando menos sa­
cias de que no han menester sus dos herma­ carlos á plaza en sitio donde todo ha de ser
nas. El drama hace hablar en ocasiones á moralidad y decoro. El poeta que esto hace se
los altos personajes en tono mas humilde degrada , y tiene pobre idea de lo que es el
que el que la tragedia consiente ; y á los drama.
294 MANUAL DE LITERATURA. 295
Nuestro teatro antiguo pertenece, como era
preciso, mas bien al género del drama, que al X3WIC22
de la tragedia ó comedia, por mas que todas
sus composiciones lleven este último nombre.
Son muchos los poetas dramáticos que posee­ DE LAS MATERIAS.
mos; pero su enumeración, su análisis y el
examen de su influencia en el teatro moderno,
serán objetos que nos ocupen en la segunda Pag-
parte de esta obra.
Prólogo. . . . 3
INTRODUCCION.. 5
Sección primera. Reglas comunes á to-
da clase de escritos. 11
CAPITULO I. De las partes constitu-
tivas de un escrito. id.
CAPITULO 11. De los pensamientos. . 12
CAPITULO III. Del lenguaje. . . . 17
ARTICULO i. De las voces. . . . id.
ART. II. De las cláusulas ó sen-
tencias....................... 22
CAPITULO IV. Délas figuras. . . . 37
ART. I. Figuras de pensamien-
to.............................. 42
1 ,a clase. . id.
2.a clase. . 44
3.a clase. . .................................... 47
-4.a clase. . 51
ART. 11. Tropos.......................... 52
ART. III. Elegancias.................... 57
CAPIULO V. Del estilo..................... 62
Sección segunda. Reglas particulares de
los escritos en verso. 65
CAPITULO I. Origen de la poesía. . id.
CAPITULO II. De ¡a medida del verso. 68
CAPITULO 111. De las diversas especies
de versos castellanos. 74
296 297
CAPITULO IV. De la rima y del aso- §• UI- Elocución. id.
na n le......................... 82 Art. iii. Cualidades del orador. 164
CAPITULO V. Principales combina­ Art. iv. Oratoria forense. . 165
ciones métricas cas- Art. v. Oratoria sagrada. . . 169
tellanas. . . 90 Art. vi. Oratoria política ó par-
CAPITULO VI. Observaciones sóbrela lamentaria. . 172
versificación. . 94 CAPITULO II. Composiciones histori-
CAPITULO VII. Diferencia entre el es­ cas............................. 182
tilo poético y el de la CAPITULO III. Composiciones noveles-
prosa......................... 98 cas. . . . 194
Sección tercera. Principios filosóficos co­ CAPITULO IV. Composiciones didácti-
munes á todas las cas............................ 204
composiciones litera- CAPITULO V. Composiciones episto­
rias................. 109 lares.............................. 207
CAPITULO I. De la belleza de la crea­ Sección quinta. Reglas particulares de
ción, de lo bello, y las composiciones en
del buen gusto. 110 verso......................... 208
CAP1LULO II. Diferencias esenciales CAPITULO I. Del poema épico ó epo-
entre la literatura peya......................... id.
antigua y la moder­ Art. i. Origen y naturaleza del
na. Clasicismo. Ro- poema épico. . id.
manticísrno. . . 125 Art. ii. De la acción épica. . 215
Sección cuarta. Reglas particulares de Art. iii. De los personajes y sus
las composiciones en caractéres. . . 217
prosa......................... 143 Art. iv. Del plan del poema. . 221
CAPITULO I. Composicionesoratorias. 144 Art. v. De los episodios. . . 223
Art. i. De los diferentes gene- Art. vi. Del estilo del lenguaje
ros de oratoria. 145 y de la vesificacion. 224
Art. ii. De la composición del Art. vii. Poemas épicos castella-
discurso. . . 151 nos............................ 225
§■ I- Invención. . . . 152 Art. viii. De algunos poemas pa­
§. H. Disposición................... 156 recidos en la forma á
Exordio......................... 157 la epopeya.................... 226
Proposición................... 159 CAPITULO II. Poesía lírica. 227
Confirmación. . . . 160 CAPITULO III. Poesía pastoral ó buco-
Peroración.................... 163 lica—Egloga—Idilio. 231
298
CAPITULO IV. Poesía didáctica. . . 234
CAPITULO V. Poesía descriptiva.. . 236
CAPITULO VI. Elegía........................... 237
CAPITULO VIL Cuentos y fábulas; . 238
CAPITULO VIII, De las otras composi­
ciones poéticas. . . 241
Sección sesta. Composiciones dramá­
ticas..........................242
Art. i. Del drama en general
y de la acción dra­
mática.......................245
CAPITULO II. De la elección del ar­
gumento................... 253
CAPITULO III. Del plan del drama. . 254
CAPITULO IV. Unidades dramáticas. 263
CAPITULO V. Caractéres de los per­
sonajes......................276
CAPITULO VI. Délos diferentes géne­
ros de poesía dramá­
tica. . ..... 278

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