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Editoras
Clara Solano G.
Pontificia Universidad Nancy Vargas T.
JAVERIANA
Bogotá
M E M O R I A S
I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias 1
Memorias del I Seminario Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados
Clara Solano G.
Coordinadora Programa Andes Tropicales
Nancy Vargas T.
Coordinadora Programa Conservación de Fauna Colombiana
ISBN: 978-958-98040-1-8
Cítese como: Solano, C. y Vargas, N. (editoras). Memorias del I Simposio Internacional de Robles
y Ecosistemas Asociados. Bogotá: Fundación Natura-Pontificia Universidad Javeriana, 2006
Agradecimientos 7
Presentación 9
Primera parte
Avances en la investigación biológica de los robles
y ecosistemas asociados 25
Introducción 27
Clara Solano G.
Segunda parte
Estrategias de uso y manejo
de los robles y su biodiversidad asociada 179
Introducción 181
Nancy Vargas-T.
Tercera parte
Procesos de gestión institucional
asociados con el roble y sus ecosistemas 271
Introducción 273
Nancy Vargas T., Clara Solano G.
A las instituciones cooperantes que nos aportaron los recursos para el desarrollo del
evento; a la John D. and Catherine T. MacArthur Foundation, en el marco del proyecto
Estrategia de conservación y desarrollo sostenible de los bosques de roble (Quercus humboldtii)
y la fauna asociada en la vertiente occidental de la cordillera Oriental en Santander y Boyacá,
Colombia; a Rainforest Alliance, que a través de la campaña Adopte un Acre ha sido el
aportante principal para el manejo de la Reserva Biológica Cachalú y el desarrollo de
algunas de las investigaciones presentadas, y a The Nature Conservancy, por la finan-
ciación de esta publicación.
Desde hace mucho tiempo, la Fundación Natura ha estado interesada en los bosques (su
misión lo establece): en su biodiversidad, en lo que representan para la vida de las per-
sonas, así como en su conservación, uso sostenible y su magia. Todo lo anterior siempre
ha sido motivo de interés y alegría para las personas que trabajamos en la Fundación.
Los bosques han estado presentes en el desarrollo del ser humano, a quien le han brin-
dado su protección y energía. En contraprestación, numerosas culturas y tradiciones los
han venerado y respetado. Desafortunadamente, hoy sólo parecen interesar a las gran-
des industrias madereras, empeñadas en explotarlos. En nuestro trabajo, estamos con-
vencidos de que un árbol es mucho más que una planta que tiene tronco leñoso, ramas
y hojas; es un ser vivo, totalmente interrelacionado tanto con los otros árboles, plantas y
animales que tiene a su alrededor como con los seres humanos.
Para muchas culturas, los bosques forman parte directa de sus mitos y ritos, de sus cultos
y prácticas mágicas, de su vida cotidiana y sus usos medicinales; saben para qué sirve
cada árbol, cuáles pueden curar las enfermedades, cuáles quitan la sed, cuáles
sirven para elaborar artículos cotidianos y ceremoniales, cuáles protegen y de cuáles
hay que alejarse, cuáles atraen los animales (base de su alimentación). Saben que cada
árbol aloja un espíritu que confiere una fuerza determinada, un “alma” que da un poder
específico. Muchas comunidades han establecido una relación estrecha con los bosques
y con sus habitantes; hablan con ellos y les piden permiso cuando van a utilizar
sus elementos.
Desde el punto de vista de la conservación, los bosques guardan relación con todo tipo de
problemas y oportunidades en el contexto del medio ambiente y el desarrollo sostenible.
Específicamente, los bosques de roble y las especies asociadas con ellos nos han acompa-
ñado a lo largo de nuestro trabajo en los Andes. Nuestros objetivos en esos bosques están
centrados en contribuir a la ordenación, a la conservación y al manejo para el desarrollo
sostenible de la región y del país en general, y ayudar así a la toma de disposiciones y
decisiones respecto de los usos múltiples y sus funciones complementarias.
Estamos convencidos de que las posibles medidas para el manejo de estos bosques pue-
den convertirse en una gran oportunidad para ahondar en el conocimiento de su dinámi-
ca ecológica, para lograr que sus múltiples posibilidades no maderables sean proveedoras
de materias primas y para convertirlos en albergue de la fauna silvestre —mucha de ella
en peligro de extinción—. Sabemos que los bosques son indispensables para el desarrollo
económico y para el sustento y mantenimiento de todas las formas de vida, por eso nos
empeñamos en su uso sostenible y presentamos propuestas que permitan la doble fun-
ción de proveer recursos y mantener la integralidad ecológica, no sólo de ellos, sino de
todas las especies asociadas.
Con esta publicación esperamos contribuir tanto a la sociedad científica y a los tomadores
de decisiones sobre el conocimiento de estos importantes ecosistemas como con informa-
ción especializada acerca del debate nacional sobre su permanencia y aprovechamiento.
1. Conservar los bosques andinos, las especies de flora y fauna que allí se encuentran y
los servicios ambientales que allí se producen.
Esta Reserva cuenta con un área de 1.200 hectáreas, y está cubierta casi en su totalidad
por bosques andinos con presencia de roble (Quercus humboldtii). Colinda con el San-
tuario de Fauna y Flora Guanentá Alto Río Fonce, área protegida y constituida en 1993
* Coordinadora del Programa Andes Tropicales, en la Fundación Natura. Correo electrónico: csolano@natura.org.co
Posteriormente, entre 1999 y 2000, se compró una nueva área de la Hacienda Cachalú,
correspondiente al predio Tierra Fría, con una extensión de 200 hectáreas y una hectá-
rea del predio sabana, que incluyó la casa principal de la antigua hacienda. Hoy en día
la Reserva cuenta con un área de 1.200 hectáreas y la casa es conocida como el Centro de
Investigaciones y Desarrollo Sostenible de la Zona Andina.
Contexto regional
de la Reserva Biológica Cachalú
La Reserva Biológica Cachalú hace parte de una región que incluye los departamentos
de Santander, Boyacá y parte de Cundinamarca, denominada Corredor de Conserva-
ción Guantiva-La Rusia-Iguaque, o corredor de robles, localizado hacia la vertiente oc-
cidental de la cordillera Oriental colombiana. Esta región abarca 67 municipios y ocupa
un área de más de 1.100.000 hectáreas, donde las grandes cuencas circundantes son los
ríos Chicamocha, al oriente, y Suárez, al occidente. La vegetación del eje central del
corredor está representada por bosques andinos y robledales, que rodean un eje princi-
pal de páramos.
Hasta épocas recientes, la cordillera Oriental estaba cubierta casi en su totalidad por
extensos bosques de roble. Las especiales características topográficas de esta cordillera
(pendientes, exposición, vientos y temperaturas) crean las condiciones microclimáticas
específicas que llevan a que se den los robledales, en asocio con encenillo (Weinmania
sp.). En Santander, sector suroriental, se encuentran los robledales relictuales más ex-
tensos de Colombia. Allí es factible encontrar esta especie desde los 1.700 msnm, hasta
los 3.200 msnm aproximadamente, en masas boscosas con dos estratos: uno dominante,
hasta de 30 metros de altura y otro entre los 15 y 18 metros.
Entre las especies de aves se hallan (1) las endémicas, dentro de las cuales se cuentan la
perdiz de monte (Odontophorus strophium), el colibrí negro (Coeligena prunellei), la
gurupéndola negra (Macroagelaius subalaris); (2) aquellas aves con categorías de amena-
za para la región andina: el gallito de roca (Rupicola peruviana), el periquito de montaña
(pyrrhura Calliptera), el tucán (Andigena nigrirostris), entre otros, y (3) algunas especies
de aves migratorias del norte, que también llegan a la Reserva, como la reinita cerúlea
(Dendroica cerulea).
Ancízar tomó pequeñas descripciones de Oviedo, para contar que la región producía
“mucho algodón, maíz, turmas, yucas plátano auyamas y frutas, tiene montañas de
diversas maderas y en particular cedros” (Oviedo, citado en Ancízar, 1942: 12.). Sin
embargo, posteriormente, Ancízar encontró que el algodón es una empresa decadente
en la región y se había remplazado por el establecimiento de trapiches para la produc-
ción de panela, además de que se habían comenzado a ver establecidos cultivos de café
de buena calidad. También describió que los rasgos indígenas no eran predominantes
entre la población, lo que puede ser interpretado como un casi desaparecimiento o mer-
ma importante a esa fecha de los pobladores indígenas.
Otro aspecto que se destaca de las descripciones históricas de la región fue el permanen-
te escenario de guerras no sólo de la Independencia, hacia 1819, sino de posteriores
guerras civiles, donde los pobladores sostuvieron guerrillas contra las fuerzas de los
dominantes del país, y que posteriormente derivaría en la lucha de partidos
(“Apuntamientos de los hechos ocurridos en Charalá”, citado en Ancízar, 1942).
Durante la Guerra de los Mil Días (1903), la región fue escenario de batallas importan-
tes, por esta razón una gran cantidad de área fue adjudicada a altos oficiales del ejército
vencedor. Hacia el costado del municipio de Encino, las tierras fueron entregadas al
general Santos, mientras que hacia Charalá fueron entregadas al general Torres. Este
último inició la construcción del camino de Torres (1908), que posteriormente se consti-
tuyó en la carretera de Torres o carretera que comunica a Charalá con Duitama, y ésta a
la vez se volvió la principal vía de comunicación entre el centro del país y el centro de
Santander.
A principios del siglo XX, el área alrededor de la Reserva estaba afectada por dos gran-
des predios: la primera llamada Santa Helena, propiedad del general Manuel José San-
tos, cuya casa principal se encontraba en el punto denominado Plan del Oso. Hacia
mediados de los años cuarenta, la hacienda se subdividió en dos fincas, por lo menos: la
primera, San Ignacio de la Compañía de Jesús, en el sector del Alto Río de La Rusia, y La
Sierra, propiedad de Acerías Paz del Río. La segunda gran propiedad se denominó
Los procesos recientes de transformación en esta región están claramente marcados por el
desarrollo vial de principio de siglo y el surgimiento de la industria en Boyacá. El primero
está asociado con el perfeccionamiento de la vía Bogotá-Sogamoso, hacia los años veinte,
y la construcción del ferrocarril Bogotá–Duitama, en la década de los treinta. Tales obras
viales impulsaron el mejoramiento de la carretera de Torres (Duitama-Charalá), principal
vía de comunicación entre Bogotá y Bucaramanga, para esta fecha. La carretera de Torres
impulsó los procesos de colonización y tumba de los bosques andinos y de roble que
circundaban el páramo de La Rusia, principalmente hacia la cuenca del río Surba, en Boyacá,
como hacia la cuenca de los ríos Virolín, Oibita, Chontales, Guillermo, entre otros, hacia
Santander.
Los principales usos de los bosques andinos fueron la extracción selectiva de maderas
finas como el cedro, el punte o comino, el pino de montaña o colombiano, entre otros, y la
madera de roble tuvo una fuerte demanda para la construcción de la línea férrea en Boyacá,
la cual se cree fue de gran magnitud, lo cual incidió en la tumba y el asierro de los bosques
del corredor de robles, que principalmente surtieron tal demanda. También se requirió
madera de roble en grandes proporciones para el balance y sostenimiento de los socavo-
nes de las minas de carbón mineral de municipios como Tópaga y Samacá. Estas minas de
carbón abastecían las calderas de Paz del Río para la fundición del hierro.
Según don Álvaro Caicedo, “hasta 600 cabezas de ganado engordábamos en Cachalú,
luego las sacábamos por Tierra Fría a Virolín, y de allí por la carretera de Torres, el
Sin embargo, la historia no ha cambiado mucho desde los relatos de Manuel Ancízar; la
región de Cachalú y sus alrededores continúan aislados, con pocas vías de comunica-
ción y procesos económicos campesinos de subsistencia. Tal vez estas condiciones han
sido las apropiadas para que las grandes extensiones de bosque que hoy existen se man-
tengan; no obstante, las condiciones de uso de los recursos naturales están cambiando
rápidamente y las políticas ambientales del país se han debilitado, razón por la cual se
prevén cambios en la estructura actual del paisaje. El gran valor actual de la región
radica en que se considera una de las regiones más importantes de Santander, por sus
bosques, su riqueza y los servicios ambientales, como regulador de agua que nutre las
principales cabeceras del río Fonce.
Esta singular especie motivó la formulación de un proyecto que permitió tener apoyo
financiero para adelantar estudios con el fin de proteger esta área. La Fundación Natura,
el Inderena y el Instituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional formularon
una primera iniciativa presentada al Consejo Internacional para la Preservación de las
Aves (CIPA), con sede en Cambridge, Reino Unido, y posteriormente al Fondo FEN
Colombia. Las anteriores iniciativas fueron el capital semilla para fortalecer los estudios
socioeconómicos y biofísicos base para la posterior declaratoria del Santuario de Fauna
Flora de Guanentá-Alto Río Fonce.
Los estudios adelantados previa declaración del Santuario, llevado a cabo entre 1990 y
1993, se enfocaron en un estudio sobre la tenencia de la tierra, el cual requería precisar
los límites de un predio de gran extensión de propiedad de la nación y producir tanto
una cartografía base con una propuesta de límites de un área protegida como una carac-
terización general de la biodiversidad con énfasis en especies clave.
Tras haber sido declarado Santuario de Flora y Fauna de Guanentá-Alto Río Fonce, en
1993, considerado uno de los principales resultados de la Fundación Natura en la re-
gión, esta intervención lleva a que se compre y constituya posteriormente la Reserva
Biológica Cachalú.
Las universidades con las cuales se han realizado alianzas para la capacitación de estu-
diantes a través del desarrollo de sus proyectos de grado, pasantías y voluntariados son
la UIS, la UPTC, la Universidad del Tolima, la Pontificia Universidad Javeriana, la Uni-
versidad de los Andes, la Universidad Nacional de Colombia, la Universidad Pedagógi-
ca de Colombia y la Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Es de especial significado el apoyo dado por el municipio de Encino, pues todos sus
alcaldes, sin distingo, han apoyado el trabajo de la Fundación Natura en la Reserva; así
como por las comunidades campesinas, en especial los habitantes de las veredas colin-
dantes de Chapa y Rionegro.
Carolina Roa. Línea base de las especies de aves en Listado de especies de aves
la RBC, Fundación Natura (2000-2005).
Adriana Daza y Shirley Villamarín. Estado poblacional: Información sobre uso de hábitat.
Recusros florales y hábitat del colibrí Coeligena
Aves prunellei, Universidad Distrital Francisco José de Fuente de alimentación.
Caldas (2004-2005).
Estado poblacional de esta especie evaluada.
Viviana del Rocío Beltrán y Soraya Angélica Buitrago. Información sobre uso de hábitat
Ecología poblacional de Odontophorus strophium,
Pontificia Universidad Javeriana (2004-2005). Caracterización de la vegetación en las áreas donde se registró la
especie.
Ángela María Cortez y Elkin Tovar Figueroa. Listado e identificación de especies endémicas, amenazadas e
Caracterización fauna anfibia (2003), Universidad indicadoras.
del Tolima (Pasantía).
Anfibios y
reptiles Ángela María Cortez y Elkin Tovar Figueroa. Efecto Especies indicadoras asociadas con condiciones de hábitat en
de borde sobre los anuros en fragmentos de bosque bosque, pastizales.
de la RBC, Universidad del Tolima (2004).
Laura Castellanos. Diagnóstico del uso de la fauna Listado preliminar de mamíferos, relaciones de uso de la fauna
silvestre y la cacería en algunos sectores pertenecientes silvestre, artes de caza, lugares de caza, preferencias de uso.
a la zona de influencia del Santuario de Fauna y Flora de
Guanentá Alto Río Fonce, Pontificia Universidad
Javeriana (1999-2000).
Aída Otálora. Relación de las características del Reemplazamiento de especies en gradiente vertical y horizontal.
paisaje con la comunidad de murciélagos en
fragmentos de bosque andino, Encino, Santander, Relación de riqueza asociada a tamaño/matriz de fragmentos.
Universidad Nacional de Colombia (2004).
Alejandro Cujar. Caracterización y uso del hábitat del Primeros datos de la especie sobre alimentación y uso de hábitad.
Venado Mazama rufina en la reserva Biológica Cachalú
Mamíferos y su área de influencia en los municipios de Encino y
Charalá Santander, Pontificia Universidad Javeriana
(2005).
Nicolás Vargas. Densidad poblacional de crácidos de Indicadores sociales y biológicos que permiten evaluar el impacto de la
montaña en la cordillera Oriental, Reserva Biológica actividad de caza.
Cachalú Encino-Charalá, Santander, Pontificia Universi-
dad Javeriana, en proceso
Continúa
Jairo Augusto Caro. Agaricales del bosque de roble Listado preliminar de especies de hongos, potenciales usos.
Quercus humboldtii en la R B C, Pontificia Universi-
dad Javeriana (1999).
Carolina Sorzano. Regeneración reproductiva Pteridium Listado de especies pioneras, tardías con potencial para la
aquilinum, implicaciones para la regeneración en la R B restauración.
C, Pontificia Universidad Javeriana (1999). Técnicas para el control del helecho marranero.
Jaime Ricardo García. Estudio del proceso de transforma- Tendencias de transformación de la cobertura vegetal en un período
ción y fragmentación de la R B C, Fundación Natura (2003- de 26 años.
2004).
Tamaños de parches.
Posibles corredores para conexión de áreas importantes.
Zonificación de la Reserva.
Caracterización geoformas y unidades de paisaje.
Carolina Roa. Plan de restauración ecológica en el Reserva Biológica Cachalú como piloto en investigación en restauración
corredor de bosques altoandinos de roble, Encino- de bosque subandino.
Santander, Fundación Natura (2003).
Estudio de suelos por levantamiento.
Levantamiento de vegetación en parcelas de 250 y 500 m2,
estudio fitosociológico.
Identificación de especies pioneras leñosas y tardías en pie.
Fotografías e identificación de plántulas.
Determinación del volumen de suelo para estudios de bancos de semillas
en bosque subandino.
Restauración Listado de especies de bosque primario y secundario presentes en
ecológica bancos de semillas.
Métodos de propagación para siete especies pioneras leñosas (tratamien-
tos pregerminativos).
Montaje de cuatro parcelas piloto de experimentación para la siembra de
tres especies pioneras.
Estudios de capacidad de retención de agua y compactación para las
parcelas.
Caracterización cualitativa de fenología y distribución de siete especies
pioneras leñosas: ahuyamo (Clethra fagifolia), sietecapas (Tibouchina
lepidota), algodón (Croton magdalenensis), granizo (Hedyosmum
bonplandianum), yarumo (Cecropia), cucharo (Viburnum tinoides) y
manchador (Vismia laevis).
Principales especies de plantas dispersadas por aves de zonas abiertas.
Especies de aves de zonas abiertas/generalistas en uso de hábitat que
participan en la dispersión; relación dispersor- planta.
Uso de las perchas por aves en zonas donde la matriz dominante es
abierta, no así donde la matriz es bosque.
Fenología de catorce especies de plantas. Algunas de éstas dispersadas
por aves seguida a lo largo de un año.
Continúa
Diego Armando Rincón. Perchas artificiales en potreros Especies que usan perchas y depositan semillas en espacios abiertos.
abandonados como estrategia para la restauración del
bosque andino R B C, Universidad Industrial de Especies de flora dispersadas usando perchas artificiales.
Santander (2005).
Adriana Romero. Utilización del Croton magdalenensis y Comportamiento de las dos especies en procesos de restauración.
Vismia laveis en la recuperación de potreros abandona-
dos dentro de la R B C, Universidad Distrital Francisco
José de Caldas (2005).
Angélica María Pinzón. Fenología de algunas especies Especies dispersadas y sus características fenológicas.
heliófilas dispersadas por avifauna en la R B C, Universidad
Distrital Francisco José de Caldas (2004-2005).
Norma Constanza Camargo y Sandra Carolina Vargas. Especies dispersadas por aves en zonas abiertas.
Evaluación de la relación dispersor-planta de aves frugívoras
en zonas sucesionales tempranas en la R B C, Universidad
Distrital Francisco José de Caldas (2004-2005).
Estefani Castaño y Luz Mari Palacios. Comparación de arreglos Comparaciones de comunidad florística en estados
espaciales de especies nativas apropiadas para la restauración sucesionales.
ecológica en pastizales abandonados. R B C, Universidad
Distrital Francisco José de Caldas (2004-2005).
Bibliografía
Ancízar. M. 1942. Peregrinación al Alpha, Viajes (vol. II). Bogotá: Panamericana.
Devia y Arenas. 2000. Evaluación del estatus ecosistémico y de manejo de los bosques
de fagaceas (Quercus humboldtii y Trigonobalanus excelsus) en el norte de la cordillera
oriental (Cundinamarca, Santander y Boyacá). Desarrollo sostenible en los Andes de
Colombia (Provincias del Norte, Gutiérrez y Valderrama) Boyacá, Colombia. IDEADE,
Pontificia Universidad Javeriana.
Hooghiemstra, H., T. van der Hammen y A. Cleef. 2002. Paleoecología de la flora boscosa.
En: M. Guariguata y G. Kattan (comps.), Ecología y conservación de bosques neotropicales
(p. 47). Editorial tecnológica de Costa Rica.
Romero, H. 1983. Metodología para el diseño de un área de conservación estudio de caso del
área de Virolín, informe. Bogotá: Fundación Natura.
Avances en la investigación
biológica de los robles
y ecosistemas asociados
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 25
26 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Introducción
Clara Solano G.
Existe un amplio conocimiento de los robles del género Quercus, sobre todo de las espe-
cies del continente europeo y de Norteamérica. Para el caso de los robles de zonas tropi-
cales, existen estudios avanzados sobre ecología de poblaciones y ecología de comuni-
dades asociadas, principalmente en países como México y Centroamérica. Sin embargo,
para las regiones con la distribución más sur, como el caso de Colombia, el conocimien-
to sobre la ecología del roble tiene diversos vacíos y aún es necesario hacer un esfuerzo
para conocer su comportamiento y respuesta a las presiones generadas por su uso y
pérdida significativa de sus coberturas originales.
En este capítulo se recogen algunos de los estudios que se han realizado o se encuentran
en desarrollo, en diversos temas asociados con la genética de poblaciones, los aspectos
estructurales y de composición del bosque en la vertiente occidental de la cordillera
Oriental, el proceso evolutivo y ocupación de las cordilleras colombianas por parte del
género Quercus, el efecto de la fragmentación en ecosistemas de bosques andinos con
presencia de roble, la especies asociadas con los bosques de roble y el énfasis en avifauna
y murciélagos, los patrones de crecimiento y su relación con el grado de exposición a la
luz, los ensayos de propagación del roble en condiciones de invernadero y la distribu-
ción actual de las especies Quercus humboldtii y Colombobalanus excelsa.
Aparte de lo anterior, se deben conocer los ciclos de restauración que incluyan no sólo la
revegetalización, sino la restauración de suelos; adelantar estudios sobre las relaciones
ecológicas de la fauna y el roble, concretamente sobre la dispersión, predación de semi-
En consecuencia, ¿hoy en día existen los dispersores indispensables para continuar con
este proceso de migración?, ¿cuáles son las implicaciones funcionales de los cambios en
composición y estructura de los bosques? Es urgente continuar revisando la sistemática,
conocer más sobre la demografía y técnicas de aprovechamiento forestal y silvicultural
en diferentes gradientes altitudinales.
Todo el conocimiento generado debe estar enfocado en tener mayor claridad para valo-
rar los bosques en pie y para definir criterios de uso y aprovechamiento de los bosques
de roble, a la luz de las nuevas normas ambientales del país, como la Ley General Fores-
tal y la resolución que modifica las condiciones de veda para la especie.
Introducción
Los bosques del norte de los Andes guardan gran biodiversidad y endemismo; sin em-
bargo, una de las grandes amenazas para la biodiversidad en la zona andina es la pérdi-
da de hábitat. Se considera que el área original del bosque andino fue de 170.000 km2, de
los cuales en la actualidad quedan alrededor de 45.000 km2, que representan sólo el 27%
de área original (Humboldt, 1998). Esta realidad espacial tiene graves consecuencias en
las especies que conforman este bosque, particularmente en aquellas que tienen impor-
tancia económica y que su aprovechamiento ha sido mantenido por la oferta natural,
sin existir un plan de manejo, ni mucho menos una estrategia de conservación, debido a
la escasa disponibilidad de información existente. Uno de estos casos de especies “huér-
fanas” de planes actualizados de manejo es el roble común (Q. humboldtii Bonpl.).
Este es un árbol representativo de los Andes colombianos, apreciado por la alta calidad
de su madera y por sus servicios ambientales. La continuidad de este aporte de bienes y
servicios en un ambiente de conservación de la especie depende de la información que
se disponga de ella y que, a su vez, permita tomar acciones que mitiguen el impacto
que hasta ahora se viene haciendo sobre las poblaciones naturales de esta especie.
Por su importancia en el hemisferio norte, las especies del género Quercus han sido muy
estudiadas, sobre todo en Europa y Norteamérica. Esta situación permite disponer de
* Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Correo electrónico: yovana511@yahoo.com
** Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Correo electrónico: wgvargas@humboldt.org.co
*** Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Correo electrónico: fhlozano@humboldt.org.co
**** Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Correo electrónico: jdpalacio@humboldt.org.co
Q. humboldtii es un árbol nativo de América tropical, el cual sólo se conoce en las mon-
tañas de Colombia y Panamá. En Colombia presenta una amplia distribución en la zona
andina, de donde es originario. Se encuentra en las tres cordilleras y en la serranía de
San Lucas, entre los 1.200 y los 3.200 msnm (González, 2003; Calderón, 2001; Pacheco y
Pinzón, 1997; Espinal, 1964, 1992 y 1993; Cuatrecasas, 1958).
Los principales factores de amenaza que tiene Q. humboldtii son la explotación ilegal
desmedida para la utilización de su madera, la producción de carbón y el consumo de
su corteza para la curtimbre de cueros. La deforestación y la ampliación de la frontera
agrícola han traído como consecuencia que la especie esté desapareciendo de forma
gradual por la acción del hombre. Como medidas para prevenir su explotación
indiscriminada se han establecido vedas a su explotación en algunas regiones (Calde-
rón, 2001; Fernández, 1977).
En los últimos años, los programas de conservación en todo el mundo han integrado los
datos genéticos, principalmente por su potencialidad de identificar diferencias entre
poblaciones, detectar flujo génico entre éstas y revelar las bajas de variabilidad genética
producidas por eventos tanto demográficos como evolutivos (Hansson y Westerberg,
2002).
Las técnicas moleculares utilizadas para obtener datos genéticos pueden ser muy pode-
rosas si se usan de manera adecuada; además, pueden aumentar su nivel de resolución
si se complementan con información ecológica y demográfica obtenida en campo (Haig,
1998). Por este motivo se han utilizado diferentes técnicas de biología molecular para
esclarecer la distribución de la diversidad genética de esta especie, lo cual contribuye a
establecer planes de manejo y conservación.
Por otro lado, y en una escala evolutiva más extensa, las poblaciones de C. excelsa divergen
más que las de Q. humboldtii. Estos resultados sugieren establecer medidas de conserva-
ción independientes para cada especie en cada población por los niveles altos de diver-
sidad genética local y estructura genética que aún mantienen. Q. humboldtii presentó
niveles altos de estructura genética, comparados con los obtenidos para otras especies
de Quercus. Esto sugiere abrir de nuevo la posibilidad que exista más de una especie de
Quercus para Colombia, tal como fue considerado en el pasado.
En este orden de ideas y con el propósito de estimar con precisión los procesos genéticos
y demográficos representados en la diversidad y flujo de genes Q. humboldtii, se em-
plearon marcadores microsatélites diseñados para los robles rojos de Norteamérica
(Aldrich et al., 2002 y 2003), que por su mayor variabilidad, sensibilidad a los cambios
en la dimensión o estructura de la población y a los cambios de los niveles de dispersión
(Slatkin, 1995) serían los más apropiados.
Las muestras fueron tomadas de la lámina de una hoja madura (usualmente del tercer o
cuarto primordio foliar), en buen estado (evitando la presencia de patógenos, hongos y
líquenes) y sin incluir el ápice y la nervadura central. Se tomaron cuatro muestras de
cuatro hojas de un mismo individuo (5 g aproximadamente), que se depositaron en
bolsas plásticas con cierre hermético con 50 g sílica gel para lograr una relación de 10:1
(sílica:tejido) que ha sido reportada como óptima para la colección de tejido vegetal
para fines moleculares (Adams et al., 1999; Adams y Do, 1991; Chase y Hills, 1991).
Técnicas moleculares
Las técnicas moleculares y el análisis de los datos se desarrollaron en el Laboratorio de
Biología Molecular del Instituto de Investigaciones Biológicas Alexander von Humboldt
en Palmira, Valle.
Extracción de ADN
El ADN fue extraído utilizando el kit de extracción de ADN para plantas de Qiagen®
(DNeasy® Plant Mini Kit, Cat. No. 69104), siguiendo las instrucciones suministradas con
algunas modificaciones. Para la evaluación del ADN se utilizaron geles de agarosa al
0,8% y fluorescencia de luz ultravioleta; se verificó su calidad por la presencia de una
banda única y sin barrido.
Reacción de PCR
Según el protocolo de Aldrich et al. (2002 y 2003), las concentraciones utilizadas fueron: 72
nm de cada primer, 0,01 u/µl Taq polimerasa, 100 µM de cada dNTP, solución tampón
1X, 2 µM MgCl2, 3 ng/µl de ADN y H2O (bidestilada, esterilizada y filtrada) para un total
de reacción de 25 µl. El proceso de amplificación del ADN mediante la reacción en cadena
de la polimerasa (PCR) se realizó usando un MJ Research PTC-100 Programmable Thermal
Controller y las condiciones siguientes: 94º C por 1 minuto, 94º C por 30 segundos, Taº C
por 45 segundos y 72º C por 30 segundos. Luego se repitió el ciclo 35 veces, terminando
con 10 minutos a 72º C y enfriando a 4º C.
Matrices de datos
Para el registro de los datos obtenidos en los geles de poliacrilamida, se analizaron to-
das las bandas por diferencia de peso para cada microsatélite evaluado. Se generaron
dos tipos de matrices según los análisis que se iban a desarrollar: en la primera matriz a
cada alelo se le asignó una letra diferente, para definir el genotipo y, posteriormente, a
partir de esta matriz se elaboró una de presencia (1) o ausencia (0) de cada alelo.
Análisis de datos
Todas las estimaciones de diversidad genética se obtuvieron utilizando el programa
estadístico PopGene (Population Genetic Analyses) (Yeh et al., 1997) y están basadas en
ocho loci microsatélites. El análisis estima valores como el número total de alelos, el
número efectivo de alelos, que se refiere al número de alelos en estado heterocigoto
(Kimura and Crow 1964), las frecuencias alélicas, la heterocigosidad observada (Ho) y la
heterocigosidad esperada o índice de diversidad genética (He) (Nei, 1973).
Otras estimaciones dadas por el programa estadístico PopGene (Yeh et al., 1997) son el
Fis o coeficiente de endogamia, medida como deficiencia o exceso de heterocigotos; el
Fit, y el Fst, también llamado índice de fijación. Este estimativo también se conoce como
el equivalente multialélico Gst de Nei (1973). El Fst (o el Gst) puede interpretarse como la
varianza estandarizada en la frecuencia alélica entre subpoblaciones en relación con
la varianza total de todas las poblaciones combinadas.
Resultados
Descripción general de los microsatélites
Se evaluaron doce loci microsatélites (Aldrich et al., 2002 y 2003), de los cuales se selec-
cionaron ocho, para los que fue posible estandarizar sus condiciones óptimas de PCR,
como la cantidad de cloruro de magnesio (MgCl2) y la temperatura de anidamiento (Ta)
para obtener un producto de PCR con bandas específicas y legibles.
Los ocho microsatélites evaluados presentan una media de 12,625 alelos observados,
mientras que el número efectivo de alelos presenta una media de 6,50 para las cinco
poblaciones analizadas. Esta última estimación resulta ser más informativa y portante a
la diversidad genética, ya que este conjunto de alelos, efectivamente, se encuentra en
estado heterocigoto.
El locus más polimórfico fue el IJ11, que presenta 18 alelos observados y 12,11 alelos
efectivos; por lo tanto, es el que más aporta a la diversidad genética de las cinco pobla-
ciones con una heterocigosidad esperada (Nei, 1973) de 0,9174. El locus que menos apor-
ta a la diversidad genética es el OMO5, con un número de alelos observados de 6 y
número efectivo alelos de 2,92 y una heterocigosidad esperada de 0,66 (Tabla 1).
Tabla 1. Estimaciones de diversidad genética general para las cinco poblaciones de Quercus
humboldtii con ocho loci microsatélites
Tabla 2. Distancia genética no sesgada de Nei (1973) para las cinco poblaciones de Q. humboldtii (parte inferior de la
diagonal) e identidad genética no sesgada de Nei (1973) (parte superior de la diagonal)
Otras estimaciones dadas por el programa estadístico PopGene (Yeh et al., 1997) son el
Fis, el Fst o Gst de Nei y el Nm para las cinco poblaciones en total (Tabla 3).
Tabla 3. Valores de Fis, Fit, Fst y el Nm para los ocho loci evaluados en las cinco poblaciones
Además, se obtuvo el dendrograma que muestra una representación gráfica del análisis
de distancia no sesgada de Nei (1973), a través del método de UPGMA, con una modi-
ficación de NEIGHBOR, utilizando el programa PHYLIP Version 3.5 (Figura 1).
Análisis de similitud
El análisis de similitud genética para las cinco poblaciones de Quercus humboldti, utili-
zando 8 loci microsatélites y el índice de similitud de Jaccard (1948), con el programa
NTSYS-PC, no presentó ninguna agrupación en particular para las poblaciones analiza-
das (Figura 2).
Aun con algunas modificaciones, cabe resaltar que los marcadores microsatélites dise-
ñados para Q. rubra (roble rojo de Norteamérica) (Aldrich et al., 2002 y 2003) son ópti-
mamente más transferibles a la especie tropical Q. humboldtii que los marcadores
microsatélites diseñados para robles europeos (Fernández et al., 2000). Estos microsatélites
presentaron una transferencia del 67% (8 de 12) en Q. humboldtii.
Los marcadores genéticos (en este caso microsatélites) normalmente utilizados en los
estudios ecológicos parecen ser neutrales a la selección natural, permitiendo observar
de manera sistemática en los distintos loci las fuerzas diferenciales de la deriva genética
y del flujo genético (Nason, 2002). En teoría una de las fuerzas evolutivas que dan ori-
gen a la diferenciación genética que se puede observar de una población a otra es la tasa
de la deriva genética, una función inversa de la tasa de flujo genético, que por el contra-
rio tiene un efecto homogeneizante entre las poblaciones. A partir de este supuesto se
podría explicar que la alta diversidad genética encontrada en Q. humboldtii obedece a
Uno de los factores que más influye en el aumento del flujo genético es el sistema de
apareamiento, que no es más que la relación entre los frutos o semillas producido por
autogamia o polinización cruzada, los cuales se vinculan mediante factores determina-
dos genética y ambientalmente específicos para cada especie.
Según Nason (2002), la mayoría de los árboles tropicales presenta una polinización cru-
zada, es decir, son básicamente exogámicos, lo que implica una diversidad genética alta
y una diferenciación interpoblacional baja.
Sin embargo, el que un sistema sea exogámico puede deberse a diferentes procesos fi-
siológicos y ecológicos que llegan a ser efectivos para mantener los altos niveles de
diferenciación intrapoblacional. Entre algunos procesos estaría la producción asincrónica
del polen en las diferentes flores del mismo árbol, así como la maduración diferencial de
los órganos sexuales, además de una alta dispersión de semillas por factores bióticos.
Aunque es necesario hacer estudios de investigación básica para determinar las caracte-
rísticas reproductivas de Q. humboldtii, podríamos sustentar que una de las causas de la
diversidad genética local encontrada y los valores bajos de endogamia se deben a una
sistema exogámico.Aun cuando los valores de diversidad genética encontrados en las
cinco poblaciones de Q. humboldtti son alentadores, debemos ser prudentes frente a las
decisiones que se tomen para su conservación, ya que la posibilidad de estimar los efec-
tos demográficos y genéticos de las especies potencialmente amenazadas, se ve compli-
cado porque los procesos genéticos pueden tardar numerosas generaciones en hacerse
evidentes, aún más si se trata de especies que pueden tener ciclos de vida de aproxima-
damente ochenta años. Además, la intervención del hábitat en los Andes colombianos
ha sido más drástica en las últimas décadas.
En cuanto a la estructura poblacional encontrada, debemos tener en cuenta que las cau-
sas que operan tras un determinado valor de Fst son difíciles de identificar, puesto que
en diferentes poblaciones las frecuencias alélicas suelen variar, debido a procesos
El valor de Nm encontrado para el total de las poblaciones es de 2,49 (Tabla 3), lo que
indica un valor de flujo genético suficiente como para mantener la cohesión genética
entre las poblaciones analizadas y un Fst total de 0,0911 (Tabla 3), lo que indica una
diferenciación genética moderada entre las poblaciones de Q. humboldtii analizadas.
Nason (2002) plantea que, en términos generales, los árboles de los bosques neotropicales
muestran valores de He altos y valores de Fst relativamente bajos, como se está presen-
tando en Q. humboldtii.
Finalmente, estas poblaciones, con respecto a la población Playas Verdes y entre cada
una de ellas, muestran valores de Nm y Fst (Tabla 4) suficientes para mantener la cohe-
sión genética entre las cinco poblaciones.
Q. humboldtii presenta una polinización 100% anemófila, como todas las especies del
género Quercus; sin embargo, las condiciones medioambientales del trópico dificultan
el transporte del polen a través del viento, lo que como consecuencia podría generar
una estructura alta de las poblaciones. No obstante, nuestros resultados sugieren lo con-
trario.
Existen varias causas que podrían explicar la escasa estructura interpoblacional y la alta
diversidad genética, teniendo en cuenta la supuesta ineficacia de la polinización por
viento y un sistema exogámico:
3. También factores como el estado sucesional tardío y el ciclo de vida largo de la especie
pueden influir en la alta diversidad genética (heterocigosidad) dentro de las poblacio-
nes y la baja diferenciación entre ellas. Además, una distribución espacial de la pobla-
ción uniforme puede promover la migración y la homogeneidad.
4. Otro factor importante que debe considerarse es la escala geográfica a la que se reali-
zó el muestreo de las poblaciones analizadas, ya que se encuentran en un rango de 15
km y estuvo restringido a dos municipios (Salento y Filandia).
Recomendaciones
Es recomendable para la conservación de esta especie realizar muestreos de poblaciones
con distancias geográficas mayores, así como el muestreo en la regeneración o un estu-
dio en diferentes estados generacionales donde los efectos de la fragmentación y la des-
trucción del hábitat sería más notario. También se podría analizar los factores que afec-
tan de manera directa o indirecta el sistema de apareamiento y la dispersión de polen,
ya que estos factores suelen ser más sensibles a corto plazo.
Por otro lado, además de la importancia económica que tiene el roble, es necesario tener
en cuenta que la conservación de los robledales no sólo asegura la conservación de Q.
humboldtii, sino de la fauna y la flora asociadas (diferentes especies de aves, ardillas,
osos perezosos y muchos insectos). Buena parte de la fauna andina encuentra refugio en
el robledal. Podemos encontrar también gran diversidad de flores: más de 207 especies
de dicotiledóneas, 22 especies de monocotiledóneas, 59 clases de helechos, 140 clases de
musgos, 3 tipos de “cola de caballo” y más de 37 tipos de líquenes.
Por esto, las medidas de conservación tienen que ser inmediatas y conservar todas las
poblaciones de robles que aún existen, ya que la alta presión humana sobre esta especie,
Bibliografía
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Introducción
El Macizo Colombiano es una extensa región en el suroccidente de Colombia, donde
nacen las tres cordilleras que conforman la cadena montañosa en el norte de los Andes.
Esta región se constituye en un sitio importante para estudiar una de las especies endé-
micas de Colombia, el Quercus humboldtii. En esta región, el uso permanente del roble y
la transformación de su hábitat para actividades agrícolas ha llevado a la deforestación
continua y a la fragmentación de los bosques naturales; por lo tanto, es urgente desarro-
llar programas de uso y conservación argumentados con estudios técnicos.
Q. humboldtii es una especie nativa de las montañas de Colombia. Presenta una amplia
distribución en la zona andina, donde dominan las vertientes internas de las tres cordi-
lleras, entre los 1.600 y los 3.000 msnm (Cuatrecasas, 1958; Espinal, 1964, 1992 y 1993;
Pacheco y Pinzón, 1997; Rangel, 2000; Calderón, 2001). Se desarrolla a una temperatura
entre 10º y 17° C, con una precipitación de 1.300 a 3.000 mm/año. Su amplia distribu-
ción altitudinal trae como consecuencia que la especie muestre evidentes cambios
morfológicos. Esta gran variabilidad morfológica es responsable de que en el pasado se
hayan descrito 7 especies del género Quercus en Colombia (Q. humboldtii H & B; Q.
tolimensis H & B; Q. almaguerensis H & B; Q. lindenii De Candolle; Eritrobalanus [Quercus]
duqueana Schwartz; Q. colombiana Cuatrecasas y Q. boyacensis Cuatrecasas). Sin embar-
go, Müller (1942), en la revisión del género Quercus, reconoce para Colombia sólo la
especie Quercus humboldtii, al agrupar en ésta las anteriormente descritas; posterior-
mente esta agrupación fue ratificada por estudios morfológicos y moleculares (Müller,
1942; Cavelier et al., 1995).
Los principales factores de amenaza que tiene Q. humboldtii son la explotación desmedi-
da para la utilización de su madera, la producción de carbón y el consumo de su corteza
para la curtimbre de cueros; así mismo, la deforestación y la ampliación de la frontera
agrícola, que han traído como consecuencia que la especie esté desapareciendo de for-
ma gradual por la acción del hombre. Como medidas para prevenir su explotación
indiscriminada se han establecido vedas a su explotación en algunas regiones (Fernández,
1977; Calderón, 2001).
Materiales y métodos
Muestreo
Se muestrearon cuatro poblaciones de Q. humboldtii, en nueve veredas de los munici-
pios de Almaguer y La Vega. De cada población se seleccionaron 40 árboles, los cuales
La calidad y cantidad del ADN se observó en un gel al 0,8% de azarosa, teñido con
bromuro de etidio y se prepararon diluciones a una concentración final de 5 ng/µl para
la reacción de PCR-RAPD.
Técnica RAPD
Las reacciones de PCR (reacción en cadena de la polimerasa) fueron hechas según las
siguientes condiciones: un volumen final de 25 µl, que contenía 2,5 µl de buffer para PCR
10X, que a la vez contenía 2 µM de MgCl2, 0,25 µM de dNTP, 0,8 µM de cebador, 1 U de
Taq polimerasa y 5 µl de ADN.
Resultados
Se utilizaron 8 iniciadores, reportados como polimorfitos para Q. humboldtii (Palacio-
Mejía, 2005), de los cuales se obtuvieron 122 loci con un rango de tamaños entre 300 a
3.000 pb y un número promedio de bandas por cebador de de 20,5. El porcentaje pro-
medio de loci polimórficos para las cuatro poblaciones de Q. humboldtii fue de 99,18%
(Tabla 1).
El coeficiente de diferenciación genética entre poblaciones GST fue de 0,1185 para las
cuatro poblaciones, y el número estimado migrantes efectivos por generación (Nm) fue
de 3,7196.
La similaridad genética fue estimada entre las poblaciones usando la identidad genética
no sesgada de Nei (1978). Se encontró una similaridad entre las poblaciones de La Mina
y Buenavista de 0,9637, en contraste con las poblaciones de La Zanja y Buenavista, con
un índice de 0,9528 (Tabla 2).
Tabla 2. Distancia genética no sesgada de Nei (parte inferior de la diagonal) e identidad genética no sesgada de Nei
(parte superior de la diagonal)
SFF Guanentá
0,4333 (±0,2169)
PNN Farallones
0,4148 (±0,2305)
PNN Guácharos
0,4578 ±0,2185
Diversidad total
0,5128 (±0,1506)
Fuente: Palacio-Mejía, J. D. 2005. Estudio comparativo de la diversidad genética y divergencia evolutiva entre la especie vulnerable
Colombobalanus excelsa (Lozano et al.) Nixon & Crepet y el roble común Quercus humboldtii Bondpl.: implicaciones para la biología de la
conservación. Palmira: Escuela de Posgrados, Universidad Nacional de Colombia.
Conclusión
En conclusión, este estudio indicó que las poblaciones de Q. humboldtii muestreadas de
la región del Macizo tienen valores de diversidad y estructura genética similares a los
encontrados en otras poblaciones fragmentadas de robles del país, y valores inferiores a
los encontradas en poblaciones naturales que poseen un grado de fragmentación relati-
vamente alto, lo que ha llevado a una pérdida en la diversidad genética, comparada con
otras poblaciones de roble en el país. Se deben realizar, por lo tanto, programas de con-
servación in situ de la especie y preservar los hábitats naturales, ampliando las áreas de
protección actuales y creando conectividad entre ellas, para favorecer el flujo de semilla
y así generar las condiciones para que la diversidad genética actual se conserve a través
de las generaciones.
Bibliografía
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Yeh, F. C. et al. 1997. PopGene. Alberta (Canadá): University of Alberta and Center for
International Forestry Research.
Introducción
Los robles son árboles característicos de las zonas templadas del hemisferio norte, don-
de se conocen alrededor de 450 especies sólo para el género Quercus, algunas de ellas de
gran importancia económica. A través del tiempo estas especies fueron descendiendo
desde Norteamérica, donde son más abundantes. México es el país con mayor cantidad
de especies del género Quercus en el mundo, con alrededor de 130-140 especies. El nú-
mero va descendiendo a través de Centroamérica hasta llegar a Colombia, donde sólo
existen dos especies: Colombobalanus excelsa (roble negro) y Quercus humboldtii (roble
común), y que son las dos únicas representantes de la familia fagácea en Suramérica.
Una de las grandes amenazas que tienen estas poblaciones es la pérdida de hábitat, ya
que se considera que sólo queda el 27% del área original de los bosques andinos. Esta
realidad espacial tiene serias consecuencias en las especies que conforman este bosque,
particularmente en aquellas que tienen importancia económica y en las cuales su apro-
vechamiento ha sido mantenido por la oferta natural, sin existir un plan de manejo, ni
mucho menos una estrategia de conservación, debido a la escasa información existente.
La conservación de estas especies no sólo tiene impacto, en términos de la conservación
de este recursos forestal, sino que tiene importancia al conservar el ecosistema relacio-
nado con éste, ya que estos árboles crecen en asociaciones que permiten el desarrollo de
gran cantidad de especies que han hecho del ecosistema de roble su nicho.
* Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt (Cali-Palmira) y CIAT, Cali. Correo electrónico:
jdpalacio@humboldt.org.co
** Universidad de Paris XI. Laboratorio de Ecología, Sistemática y Evolución. Correo electrónico: Juan.Fernandez@ese.u-psud.fr
Los principales factores que afectan a las poblaciones naturales de C. excelsa son la tala
comercial clandestina y la apertura de la frontera agrícola (observación personal). En
plena zona de amortiguación del PNN Farallones de Cali, los robledales negros están
siendo objeto de fragmentación y reducción lenta, pero paulatina, aunque se presenta
buena regeneración natural en la vecindad de los progenitores (Calderón, 2001). Las
tres o cuatro poblaciones de esta especie se encuentran categorizadas como vulnerables
(Vu) (Cárdenas, 2006, comunicación personal).
Q. humboldtii es un árbol nativo de América tropical, el cual sólo se conoce en las mon-
tañas de Colombia y Panamá. En Colombia presenta una amplia distribución en la zona
andina, de donde es originario. Se encuentra en las tres cordilleras y en la serranía de
San Lucas, entre los 1.200 y los 3.200 msnm (Cuatrecasas, 1958; Espinal, 1964, 1992, y
1993; Pacheco y Pinzón, 1997; Calderón, 2001; González, 2003). Su amplia distribución
altitudinal y latitudinal trae como consecuencia que la especie muestre evidentes cam-
bios morfológicos, hecho que se relaciona con la adaptación al medio donde se desarro-
lla. Los principales factores de amenaza que tiene Q. humboldtii son la explotación ilegal
desmedida para la utilización de su madera, la producción de carbón y el consumo de
su corteza para la curtimbre de cueros. La deforestación y la ampliación de la frontera
agrícola han traído como consecuencia que la especie esté desapareciendo de forma
Esta Resolución obliga a las autoridades ambientales regionales a llevar a cabo estudios
técnicos, dentro de los que se incluyen los genéticos, para efectos de establecer áreas
susceptibles de aprovechamiento forestal persistente de impacto reducido para la espe-
cie. Las poblaciones de Q. humboldtii están categorizadas como vulnerables (Cárdenas,
2006: comunicación personal).
Genética de la conservación
de los robles colombianos
Las investigaciones sobre genética de la conservación de los robles buscan una compren-
sión general de los procesos contemporáneos e históricos que han producido los patrones
genéticos que hoy observamos. Así es como se creó una línea de investigación en genética
de la conservación de los robles colombianos en el Laboratorio de Biología Molecular del
Instituto Alexander von Humboldt, que inició actividades en 1998. A continuación se des-
criben los resultados más significativos de esta línea de investigación.
Figura 1. Valores de diversidad y estructura genética para Colombobalanus excelsa estimados con marcadores
microsatélites y RAPD
Estructura genética
R 0,0660
ST
G 0,1301
ST SFF Guanentá Alto Río Fonce
F 0,085
ST • 10 alelos
• 2 alelos únicos
• H 0,486
• I 0,423
PNN Farallones de Cali
• 13 alelos
• 5 alelos únicos
• H 0,483
• I 0,404
En este trabajo se encontraron niveles similares de diversidad genética para las tres
poblaciones y niveles similares de diversidad genética (sensu Nei) para las tres poblacio-
nes. No se hallaron medidas de endogamia (f) que evidencien procesos diferentes para
cada una de las poblaciones. De acuerdo con estos valores, la población del PNN
Farallones de Cali es la más estable, en relación con las proporciones esperadas en un
equilibrio Hardy-Weimberg; la población del PNN Cueva de los Guácharos presenta
un proceso de endogamia, lo que la convierte en la más amenazada, y la población del
SFF de Guanentá Alto Río Fonce evidencia un exceso de heterocigotos, que están en un
estado intermedio de riesgo (González, 2001).
Luego, en un estudio comparativo de los robles colombianos representados por las es-
pecies C. excelsa (roble negro) y Q. humboldtii (roble común) se evaluó la diversidad
genética utilizando la técnica de RAPD, con la que se obtuvo un total de 181 loci
Esta situación puede ser interpretada desde el punto de vista demográfico, que indica que
las poblaciones actuales de C. excelsa son los suficientemente grandes para mantener di-
versidades genéticas locales comparables con los de su especie hermana ampliamente
distribuida. Esta situación puede explicarse porque en árboles las generaciones son lar-
gas, y a pesar de los efectos antrópicos, no han pasado suficientes generaciones para que
los efectos de la deriva genética y la endogamia sean más evidentes en una especie que en
la otra, y ambas siguen guardando altos grados de diversidad genética.
En este punto del análisis es necesario reconocer que las poblaciones de C. excelsa aún
poseen grados altos de diversidad genética local, lo cual, para una especie de distribu-
ción tan restringida, es alentador. Esto evidencia la necesidad de conservar los tamaños
poblacionales grandes para que esta diversidad se mantenga.
Estructura genética
Para el análisis de la estructura genética se han utilizado tres métodos moleculares,
RAPD y dos de ellos con marcadores microsatélites, los primeros diseñados para Q.
petraea y Q. robur; sin embrago, en esta evaluación se observó que estos microsatélites
Aunque el valor obtenido con la técnica de RAPD (Palacio Mejía, 2005) superó los valo-
res obtenidos con los microsatélites, tal como lo señala la Figura 1 (González, 2001;
Arroyave-Montes, 2005), los tres valores muestran una tendencia alta de estructura genética,
comparados con estudios en otras especies de robles de las zonas templadas. Esta tenden-
cia era de esperarse para poblaciones que han estado aisladas entres sí y han tomado
caminos evolutivos independientes en respuesta a la adaptación local, sin el efecto
homogeneizador del flujo de genes de una población a otra. Este alto grado de
estructuración genética exige que en cada población se establezcan programas de manejo
independientes, que respeten los procesos de adaptación local.
Divergencia evolutiva
La divergencia evolutiva fue evaluada en el cloroplasto, pues se considera que este
genoma, heredado por vía materna en robles y muchas angiospermas, refleja mejor los
procesos divergentes de las poblaciones de C. excelsa producto del aislamiento, ya que
según Corre et al. (1997) los datos originados del ADN del cloroplasto proporcionan
más información sobre el origen evolutivo que los datos paleobotánicos.
Estos resultados sugieren el aislamiento histórico de estas tres poblaciones, pero no pro-
porcionan información acerca de cómo ha sido el proceso de reducción, por el cual se
puedan explicar las distancias genéticas encontradas. Por lo tanto, es necesario hacer
estudios que permitan entender cómo ha sido este proceso y la relación histórico-geo-
gráfica de estas poblaciones para entender mejor los eventos genéticos que en ellas
subyacen actualmente. Según estos índices de variabilidad y los valores de estructura
Diversidad genética
Para conocer la diversidad genética de las poblaciones se emplearon dos juegos de mar-
cadores microsatélites y la técnica de RAPD. Los resultados de estas evaluaciones loca-
les de la diversidad genética del roble común pueden ser observados en la Figura 2. Estos
resultados son el resumen de la evaluación de poblaciones en el municipio de Arcabuco,
Santander, en un estudio local donde se utilizaron microsatélites desarrollados para ro-
bles de zonas templadas (Fernández-Manjarrés, 2002), un estudio comparativo entre las
Figura 2. Valores de diversidad y estructura genética para Quercus humboldtii estimados con marcadores
microsatélites y RAPD
Fst 0,0875
H 0,8072
I 0,423
Φst 0,128
Gst 0,1552 H 0,78
I 0,404
H 0,80
• I 0,3482 Fst 0,0911
• Gst 0,1185
I 0,5116
Estructura genética
La estructura genética fue evaluada con las mismas técnicas moleculares descritas para la
diversidad genética, y utilizando las mismas poblaciones. En términos generales, los valo-
res de estructura genética para las poblaciones de robles son altos si se comparan con
niveles de estructura genética encontrados en robles del hemisferio norte y con C. excel-
sa (Figura 1).
Las especies que conforman el género Quercus presentan diversos valores de estructura
genética (Fst, Gst y Φst), según su historia poblacional y la escala a la cual se realizan los
muestreos. Por ejemplo, en las especies europeas Q. petraea y Q. robur, con un muestreo
realizado desde España hasta Polonia con marcadores microsatélites, se encontraron
niveles de estructura genética (Gst) de 0,124 y 0,129, respectivamente (Bodenes et al.,
1997), valores que fue posible encontrar en los Andes colombianos en un rango geográ-
fico inferior.
Dos razones pueden dilucidar la alta estructura genética. Una posible explicación de la
alta estructura presentada por Q. humboldtii, comparable a una especie de poblaciones
relictuales, es la existencia procesos de divergencia evolutiva muy fuertes entre las dife-
rentes poblaciones muestreadas debido a procesos de adaptación local. Sin embargo, las
poblaciones de Q. humboldtii son geológicamente recientes, ya que se presume que el
género Quercus ingresó a los Andes, por la vía del puente terrestre de Panamá, durante
el Plioceno superior y el Cuaternario (Van der Hammen, 1974; Van der Hammen y
Cleef 1983) y los registros más viejos de polen de Quercus en los Andes datan de hace
480.000 años en la cordillera Oriental (Hooghiemstra y Van der Hammen, 2004). Por
otro lado, las poblaciones están más o menos conectadas entre sí a lo largo de su distri-
bución, y considerando que las generaciones en árboles son muy largas, es posible que
no haya transcurrido tiempo suficiente para acumular tal nivel de estructura. Por esta
razón, una explicación alternativa es que lo que hoy llamamos Q. humboldtii sea el pro-
ducto de múltiples colonizaciones del género Quercus durante las glaciaciones, y por
esta razón tenga una adaptación altitudinal tan grande (desde 1.100 hasta 3.200 msnm),
y en el pasado se hayan reconocido siete especies para el género, descritas todas por
prestigiosos botánicos. Esto se ampliará más adelante cuando se trate del tema de la
divergencia evolutiva.
Figura 3. Mapa de distribución de los cinco haplotipos obtenidos con la técnica de PCR-RFLP de cpADN de las tres
poblaciones de Quercus humboldtii muestreadas
Q
1y5
1, 2, 3 y 4
QF
Q
1y4
QF: para individuos de la población del PNN Farallones de Cali; QG: para individuos de la población del PNN de la Cueva de los Guácharos;
QV: para individuos del SFF Guanentá Alto Río Fonce.
Los altos valores de estructura genética de Q. humboldtii en los genes nucleares, compa-
rados con los de otras especies del género y la alta divergencia evolutiva presente en el
cloroplasto, se convierten en otro argumento a la polémica sobre la existencia de más
especies de Quercus en Colombia. En un trabajo reciente, Hooghiemstra y Van der
Hammen (2004) aseguran que, desde el primer reporte de polen, en la cordillera Orien-
tal, hace 478.000 años, esta especie tuvo que entrar por el istmo de Panamá como un
elemento del cinturón de flora de baja altura (1.100 msnm) y que para presentar su
actual distribución, durante más de 200.000 años, tuvo que competir con elementos
florísticos existentes y, probablemente, alcanzar mayores alturas; además, durante este
período se han presentado descensos y ascensos de la línea máxima de vegetación en los
Andes. Estos autores reconocen la posibilidad de que en Colombia exista más de una
especie de roble, al argumentar que en este período, la especie ha duplicado su rango
ecológico.
Colombobalanus, por ser género monotípico, representa una rama evolutiva única en con-
traste con el género Quercus, que posee alrededor de 500 especies. Este hecho, asociado
Ambas especies parecen tener bastante variabilidad genética a pesar de sus reducidas
poblaciones actuales. El interés ahora es procurar las condiciones para que estos altos
valores de diversidad genética se conserven. La alternativa más eficaz para la conserva-
ción de estas especies forestales son los métodos de conservación in situ, mediante la
protección global de los ecosistemas de los que forman parte, lo que asegura la conser-
vación de los complejos genéticos que constituyen las poblaciones y su coevolución a
largo plazo. Con los resultados obtenidos por esta línea de investigación se pueden
hacer recomendaciones a los habitantes y funcionarios de las áreas protegidas, en las
que se llevó a cabo este proyecto, para que tomen medidas que permitan la perpetuidad
de las condiciones de diversidad, estructura genética y divergencia evolutiva, que pre-
sentan las especies a fin de garantizar su viabilidad a largo plazo.
Bibliografía
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Introducción
Todos los estudios que se han realizado en el Santuario de Fauna y Flora de Iguaque
(SFFI) y su área de amortiguación tratan temas relacionados con estructura y composi-
ción florística, entre otros, pero ninguno había evaluado el estado de madurez de los
bosques de roble desde ningún enfoque. Este trabajo tiene por objeto evaluar el estado
de madurez de tres bosques de roble ubicados en el área de amortiguación de SFFI
desde el enfoque de la estructura, con el fin de aportar más información de éstos, para
que se puedan generar estrategias para su conservación y manejo.
** Msc. Director de herbario. Investigador de Unesis, Departamento de Biología, Facultad de Ciencias, Pontificia
Universidad Javeriana. Correo electrónico: mauricio.diazgranados@javeriana.edu.co
Figura 1. Localización de los bosques de roble estudiados en el área de amortiguación del SFFI
Fuente: Unidad Administrativa Especial de Parques Naturales Nacionales (UAESPNN). Modificado por el geógrafo Óscar Cuevas.
Materiales y métodos
El muestreo se realizó entre los meses de julio y septiembre de 2004, tomando como área
mínima de muestreo 0,1 ha, propuesto por Gentry (1982), aunque no se hicieron diez
subtransectos, sino parcelas de 50×20 m.
Resultados
La ecuación de Sturges se calculó para determinar los rangos de los tres sitios y sólo se
tuvieron en cuenta los individuos de la especie dominante (Quercus humboldtii). El re-
sultado fue de 10 intervalos de distribución de Ht para los tres bosques (Rangel y
Velásquez, 1997).
La distribución de alturas para el bosque de Río abajo (Figura 3) sólo muestra la presen-
cia de individuos en los primeros seis intervalos, ya que en este bosque el individuo más
alto fue de 8,5 m. El promedio de altura para este bosque es de 5,1 m, por lo que es el
bosque más bajo de los tres estudiados, debido a las condiciones climáticas del lugar,
pues se encuentra ubicado en una zona seca y con una pendiente muy pronunciada.
La distribución de las clases diamétricas del DAP en el bosque de Río Abajo (Figura 6)
presentó un comportamiento en forma de J invertida, donde la mayor parte de los indi-
viduos se encuentran concentrados en el primer rango 0-10 cm. No se presentan indivi-
duos en los rangos de 55-66, 88-98 y 99-109 cm. El área basal de este bosque es de 15,4
m2/ha y el área basal del roble es de 14,8 m2/ha, lo que equivale al 96,6% del área basal
del bosque.
Se calculó el valor del índice de valor de importancia (IVI) para cada una de las especies,
en cada uno de los sitios, y se encontró que la que presenta el mayor IVI en los tres sitios
es el roble, con valores de 241,56 para Capilla 2, 232,75 para Arcabuco y 254,27 para Río
Abajo. Ésta fue la otra razón por la que las demás especies no se tomaron en cuenta para
el cálculo de la distribución de clases de DAP y Ht. Se señala que las especies con un IVI
relativamente alto (valores mayores o iguales a 100) lo deben a la frecuencia relativa.
Esta última hizo que los valores se incrementaran, por lo cual se les dio mayor peso al
área basal y a la densidad relativa.
Los resultados obtenidos con el cálculo del índice de densidad rodal (IDR) se muestran
en la Tabla 1. Según lo propuesto por Vélez (1994), el bosque de Capilla 2 se encuentra
entre ocupado y sobreocupado; el bosque de Río Abajo, entre subocupado y ocupado, y
el bosque de Arcabuco, entre subocupado y ocupado.
El DAP promedio y el número de individuos por hectárea son los valores que se usan
para el cálculo del IDR. La distancia media entre árboles se utiliza para la interpretación
de este índice y no es más que la raíz cuadrada del área sobre el número de individuos.
Discusión
La distribución de clases de DAP para los tres bosques se presentó en forma de J inver-
tida, lo cual indicaría que los tres bosques presentan una estructura muy similar. No
obstante, al observar las figuras de Ht, los resultados de área basal y el IDR, se pueden
establecer las diferencias entre los tres bosques.
Los bosques de Capilla 2 y Río Abajo presentan condiciones muy diferentes en cuanto a
clima, humedad, pendiente y tipo de suelo; pero son bosques viejos, que se encuentran
en un proceso de sucesión. Tienen un gran número de individuos jóvenes y, al tiempo,
un gran número de individuos degradados o viejos, y eso se ve en el porcentaje de área
basal y en la distribución de clases de Ht.
El bosque de Río Abajo no tiene la “calidad de sitio” que tienen los bosques de Capilla 2
y Arcabuco, por estar en una zona seca. Los árboles son de menor tamaño y su DAP
promedio es más bajo que el de los otros dos bosques; por esta razón, probablemente,
no pueda llegar a presentar árboles tan altos como los de Capilla 2 y Arcabuco. Este
bosque se puede considerar un bosque viejo, que se presenta en un estado de sucesión,
al igual que el bosque de Capilla 2. Al observar la distribución de frecuencias de Ht de
este bosque (Figura 6), se nota que el rango de 2,7-4 m presenta 114 individuos, lo que
indicaría el estado de sucesión en el que se encontraría este bosque; entre tanto, los
rangos de 5,5-6,8 m y 6,9-8,2 m tienen entre los dos 170 individuos, esto si se tiene en
cuenta que el promedio de Ht de este bosque es de 5,1 m (la altura máxima presentada
es de 8,5 m), lo cual respaldaría lo mencionado.
En Arcabuco, el IDR indica que este bosque está entre subocupado y ocupado. Luego, al
observar la distribución de clases de DAP junto con la de Ht y la tabla de porcentaje de
área basal por clase diamétrica (Tabla 2), se puede decir que este bosque está en un
estado de regeneración temprana, ya que presenta un gran número de individuos en los
dos primeros rangos de Ht 1,3-2,6 y 2,7-4 m con un total de 102 individuos y el resto se
encuentra distribuido uniformemente por los demás rangos. A su vez, en la distribu-
ción de clases de DAP tiene un gran número de individuos en el primer rango, aunque
esto se presenta en los tres bosques.
El valor del área basal en los tres bosques es bajo cuando se compara con el área basal de
otros estudios en zonas diferentes. Esto podría estar indicando que los robles de esta
zona están presentando algún tipo de daño, ya sea por enfermedad o algún tipo de
parásito, que está degenerando a estos bosques de manera temprana.
Conclusiones
· La distribución de clases de DAP presenta en todos los bosques una distribución en
forma de J invertida, lo cual es característico de áreas que se encuentran bien desarro-
lladas.
· Según la estructura los bosques de Capilla 2 y Río Abajo, son bosques viejos o del
pasado, que se encuentran en estado de sucesión. Entre tanto, el bosque de Arcabuco
es un bosque joven o del futuro.
· El IDR indica que el bosque de Capilla 2 es un bosque que está entre ocupado y
sobreocupado; el bosque de Río Abajo, uno que está entre subocupado y ocupado, y el
bosque de Arcabuco, un bosque entre subocupado y ocupado.
· El área basal de Capilla es de 33,7 m2/ha, y la de Arcabuco, de 22,3 m2/ha. Estos bosques
presentan condiciones climáticas similares, por lo que el bosque de Arcabuco es un bos-
que joven que todavía puede seguir creciendo sin presentar problemas de deterioro.
Recomendaciones
· Hacer un seguimiento con parcelas permanentes a los tres bosques, con el fin de eva-
luarlos más detalladamente, y de esta forma formular planes de manejo silvicultural.
Bibliografía
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y crecimiento inicial de un bosque secundario y un bosque de roble en el Santuario de Fauna y
Flora de Iguaque, Boyacá (informe final). Bogotá: Facultad del Medio Ambiente y Recur-
sos Naturales, Universidad Distrital Francisco José de Caldas.
Aída Otálora-Ardila*
Hugo F. López-Arévalo* *
Introducción
Entre los biomas colombianos más afectados por los impactos antrópicos se encuentran
los bosques montanos, que representan el 27% de su cobertura original en el país (Etter,
1993) y el 37% en la cordillera Oriental (Armenteras et al., 2003). Algunas localidades
como Encino (Santander) aún albergan bosques montanos con predominancia de roble,
considerados ecosistemas amenazados, porque la deforestación y la fragmentación los
está afectando (Fundación Natura, 2000).
Materiales y métodos
Área de estudio
Encino está ubicado en el suroriente del departamento de Santander y alberga bosques
subandinos, andinos y páramo (Figura 1). La selva subandina está ubicada al noreste
del área de estudio, ocupa aproximadamente el 20% del municipio y presenta bajas
alturas (1.600-2.200 msnm) (Fundación Natura, 2000).
Se determinaron algunas propiedades del paisaje como área total, número y densidad
de parches, y se establecieron dos clases de bosques correspondientes a bosque subandino
(altitudes <2.300 m) y bosque andino (2.300-3.300 m), de acuerdo con los límites
altitudinales propuestos por Cavelier (1997). Para estos dos tipos de bosque se estima-
ron el área actual ocupada y el área de su distribución original, distancia promedio al
vecino más cercano y el índice de proximidad promedio. Se hizo un estimativo de la
proporción de área transformada restando de la extensión total del municipio la canti-
dad de área cubierta por bosques y páramo.
Los índices y medidas fueron estimados con las extensiones Patch Analyst Grid y Spatial
Analyst del software ArcView 3.2 (Copyright 1992-1999), procesando la información de
la imagen en formato raster.
Muestreo de murciélagos
Se hicieron muestreos en cuatro fragmentos de bosque subandino (1.600-2.300 m) con
áreas mayores o iguales a 7,06 ha, considerada como el área mínima para encontrar
condiciones de interior en un radio de 150 m. Se emplearon 16 redes de niebla ubicadas
en tres líneas de muestreo en cada parche, que cubrían un gradiente desde el interior del
fragmento hacia el borde y hasta 75 m de la matriz contigua. En cada una de éstas se
establecieron 4 estaciones a una distancia de 75 m entre ellas, y en cada una se ubicaron
cuatro redes.
En cuanto a las áreas, el 90,4% de todos los fragmentos tienen un tamaño menor a 50 ha,
donde el parche más pequeño alcanza 0,63 ha y sólo el 2,4% del total alcanzan tamaños
mayores de 300 ha (Figura 2).
Figura 2. Distribución de frecuencias de las áreas de los fragmentos
de bosque andino y subandino de Encino (Santander)
Con respecto al índice de forma, todos los parches presentaron valores mayores a 1,0 y
el 75,3% de los fragmentos se consideran regulares pues obtuvieron valores entre 1,0 y
2,0 (Figura 3).
Figura 3. Distribución de frecuencias del índice de forma de los fragmentos de bosque andino y subandino de
Encino (Santander)
Tabla 1. Métricas de paisaje estimadas para los bosques subandinos y andinos del municipio de Encino (Santander,
Colombia)
Fragmentos de bosque andino 111 3.039,3 19.941,0 7,1 15,2 215,3 130,5
NP: Número de parches, DPV: Distancia promedio al vecino más cercano, IPP: Índice de proximidad promedio.
Fuente: Tomado de Otálora (2004).
Muestreo de murciélagos
En total, se capturaron 709 individuos de 24 especies pertenecientes a las familias
Phyllostomidae y Vespertilionidae (Tabla 2). Las especies más abundantes fueron Carollia
brevicauda, Artibeus lituratus, Desmodus rotundus, A. glaucus y Platyrrhinus dorsalis.
Fragmento
Especie C T SB P Total Gremio
Micronycteris megalotis … 1 … … 1 Ins-Foll
Myotis sp 1 … … … 1 Ins-Aer
Total especies 17 18 10 16 24
C: Cachalú; T: Tapias; SB: San Benito; P: Pericos; Ins-Foll: insectívoro follaje; Nec-Pol:
nectarívoro-polinívoro; Fru-sot: frugívoro sotobosque; fru-dos: frugívoro dosel; Hem:
hemátofago, Ins-Aer: insectívoro aéreo.
Fuente: Tomado de Otálora (2004).
Así mismo, se observa que la riqueza es mayor en los fragmentos que tienen otros ele-
mentos del paisaje cercanos, como en Cachalú o Tapias, donde la distancia al vecino es
más corta (figuras 4 y 5 y Tabla 3).
Tabla 3. Atributos de los parches de bosque donde se realizó el muestreo en Encino (Santander)
Tapias 15,7 94
El bosque andino se ve menos afectado por estas amenazas y aún existen zonas conti-
nuas de bosque andino que cubren el 27,1% del área de estudio y se extienden hacia los
municipios vecinos. Han podido mantenerse debido a que están ubicadas en los lugares
de mayor altitud y con las mayores pendientes, donde estas severas condiciones
topográficas dificultan el acceso y es casi imposible establecer cultivos y pastizales para
ganadería. Además, una de estas zonas está protegida de la intervención antrópica, pues
hace parte del Santuario de Fauna y Flora Guanentá Alto Río Fonce y la Reserva
Biológica Cachalú.
Estas zonas continuas de bosque andino sustentan la alta conectividad de este ecosistema,
donde curiosamente la matriz no está formada por ambientes transformados, sino por
el bosque en sí mismo. Igualmente, debido a su gran tamaño, en relación con los otros
parches presentes, podrían funcionar como el “continente” y ser fuente de especies que
migren y colonicen los parches pequeños, obedeciendo al modelo de biogeografía de
islas (Harris, 1984).
Estas grandes masas de bosque se conectan con otros grandes fragmentos y hacen parte
de un corredor de bosques de robles, que promueve la conectividad de estos ecosistemas
a escala regional. Así mismo, constituyen zonas de interconexión para especies que rea-
lizan migraciones a lo largo del gradiente altitudinal y que usan tanto los bosques como
las zonas paramunas, pues estos bosques conectarían los ambientes subandinos con los
paramunos tal y como lo sugiere Otálora (2003) para algunas especies de la región.
Esta baja contigüidad de los parches de bosque subandino podría tener efectos en las
abundancias y movimientos de los organismos asociados con éstos y llevar a procesos
La mayor riqueza y diversidad en la matriz puede seguir el patrón sugerido por Estrada
et al. (1993), donde estas zonas abiertas pueden constituirse en espacios de gran tránsito
entre los parches y bosques continuos vecinos, más que en un hábitat de uso potencial,
pues se constituye de potreros, y en estos ambientes la oferta de recursos alimenticios y
refugio para los murciélagos son escasos.
Conclusiones
Encino presenta ecosistemas naturales correspondientes a bosques subandinos, andinos
y páramos, donde el 53,3% del total del área ha sido transformada y los parches de
bosque que aún existen tienen una baja densidad (0,39).
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Robinson Galindo-T.**
Julio Betancur***
Humberto Mendoza-C.****
Introducción
Los estudios se realizaron en el Santuario de Fauna y Flora (SFF) Guanentá-Alto Río
Fonce, Santuario de Fauna y el Área Natural Única Los Estoraques, que hacen parte del
Sistema de Parques Nacionales Naturales, adscrito al Ministerio de Medio Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial, y está localizado en la cordillera Oriental.
El SFF de Guanentá está situado dentro del corredor de páramos conocido como el
cinturón de páramos de La Rusia y Guantiva. Ahí se originan importantes fuentes
hídricas, como los ríos Guillermo, Negro, La Rusia y Virolín. Este Santuario se conoce
como Virolín, hacia el sur del departamento de Santander (municipios de Encino, Charalá
y Gámbita) y el norte del departamento de Boyacá (municipio de Duitama). Cubre una
extensión de 10.344,5 ha, con altitudes entre 2.150 y 4.000 m, comprendidas entre 5° 57’
y 6° 04’ de latitud norte y 73° 04’ y 73°11’ de longitud oeste. La temperatura media anual
es de 12,1º C; la humedad relativa, de 84%, y la precipitación media anual, de 1.926 mm.
Hay dos períodos de lluvia bien definidos, uno entre febrero y junio, y otro entre sep-
tiembre y diciembre. El sitio de trabajo se denomina La Sierra, ubicado en el departa-
mento de Santander, municipio de Charalá. Antiguamente este sitio estuvo bastante
afectado por la extracción de maderas, principalmente de roble (Quercus humboldtii),
por parte de la Compañía Acerías Paz del Río, ubicado sobre los 2.500 m.
** Parques Nacionales Naturales de Colombia, Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial. Bucaramanga, Colombia. Correo
electrónico: rgtgalindo@gmail.com
*** Instituto de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Colombia. Correo electrónico: jcbetancurb@unal.edu.co
Métodos
Muestreo
El muestreo se realizó en el SFF Guanentá Alto Río Fonce, en octubre de 1997, y para
Los Estoraques, en julio de 2002. En los dos sitios se utilizó la Metodología de Inventario
Rápido. En cada bosque se hizo un muestreo un área de 0,1 ha, subdividida en diez
transectos de 50 x 2 m (100 m2) cada uno. Dentro de cada transecto se censaron todos los
individuos con diámetro a la altura del pecho (DAP) mayor o igual a 1 cm. A cada
individuo se le registró la altura (m) y el perímetro o circunferencia a la altura del pecho
(CAP), por debajo de la altura del pecho (ca. 1,3 m).
Tratamiento de la información
El perímetro medido (CAP) se transformó a DAP, según la ecuación DAP = CAP/π. Los
DAP se transformaron a área basal a través de la ecuación AB = π/4(DAP)2. Para cada
bosque se calculó:
Para evaluar la importancia ecológica de las familias en cada bosque se calculó el índice
de valor de importancia para familias (VIF).
Resultados parciales
Dentro de riqueza florística, el bosque de La Sierra presentó 40 familias, distribuidas en
66 géneros y 93 especies; mientras que Los Estoraques reportó 44 familias, distribuidas
en 68 géneros y 88 especies (Tabla 1).
No. Familias 44 40
No. Géneros 68 66
Densidad
Las especies más abundantes en el bosque de La Sierra fueron Centronia haemantha y Quercus
humboldtii, y en Los Estoraques, Tapirira guianensis y Quercus humboldtii (Tabla 2).
Especie (La Sierra) No. ind. Den. rel. (%) Especie (Los Estoraques) No. ind. Den. rel. (%)
Dominancia
Para los dos bosques estudiados, el Quercus humboldtii es la especie más importante. En
La Sierra lo sigue Billia rosea; mientras que para Los Estoraques, Clusia schomburgkiana
(Tabla 3).
Especie (La Sierra) Área basal Dom. rel. (%) Especie (Los Estoraques) Área basal Dom. rel. (%)
Especie (La Sierra) IVI (%) Especie (Los Estoraques) IVI (%)
Familia (La Sierra) No. Sp. IVF Familia (Los Estoraques) No. Sp. IVF
Fagaceae 1 42,95 Fagaceae 1 36,13
Melastomataceae 14 32,53 Clusiaceae 4 31,65
Rubiaceae 14 29,61 Lauraceae 12 23,34
Myrsinaceae 8 15,76 Moraceae 7 20,97
Clusiaceae 3 15,44 Rubiaceae 6 16,11
Hippocastanaceae 1 15,31 Myrsinaceae 3 15,92
Lauraceae 5 12,02 Anacardiaceae 2 14,77
Podocarpaceae 1 10,96 Myrtaceae 2 12,00
Araliaceae 4 10,09 Melastomataceae 5 10,58
Sabiaceae 4 9,52 Meliaceae 2 9,92
Ericaceae 3 7,32 Asteraceae 4 8,88
Algunas consideraciones
1. A pesar de que los bosques ubicados en el interior de las áreas protegidas se encuen-
tran en alturas distintas, presentan una gran similaridad en la riqueza de especies.
Esto puede ser como producto de la recuperación que han tenido, pues ambos, en
décadas anteriores, eran destinados para la extracción de madera.
2. Las familias de plantas con más especies en los bosques estudiados corresponden a
las mismas encontradas en otros bosques andinos ubicados a altitudes similares, como
Melastomataceae, Rubiaceae y Lauraceae, seguidas en importancia por otras familias
como Asteraceae, Myrsinaceae y Ericaceae.
8. Los Estoraques tiene similitud con los bosques de Braulio Carrillo, en Costa Rica; pero
a su vez una riqueza baja con relación a la reportada en los Farallones, de Cali, y La
Planada, Nariño (Tabla 6).
Introducción
En Colombia, la fauna silvestre se ve afectada directa e indirectamente debido a diferen-
tes presiones que se ejercen sobre ella, entre las que se encuentran el acelerado deterioro
de su hábitat natural, por causa de la deforestación y la expansión de la frontera
agropecuaria; los aprovechamientos forestales; el establecimiento de cultivos ilícitos; la
presión por la caza y el comercio ilegal; entre otros, que provocan la disminución de las
poblaciones y la extinción local en muchas regiones del país.
Este estudio se generó a partir del interés de la Fundación Natura por plantear
concertadamente acciones sostenibles de uso de la fauna de algunas especies de mamí-
feros con gran presión de caza en el Corredor de Conservación Guantiva-La Rusia-
Iguaque. La investigación se realizó en el marco del proyecto Estrategia de conservación y
uso sostenible de los bosques de roble y la fauna asociada de la vertiente occidental de la cordille-
ra Oriental, departamentos de Boyacá y Santander, Colombia (Fundación Natura, 2003), fi-
nanciado por The John D. and Catherine T. MacArthur Foundation.
* Estudiante Carrera de Biología Pontificia Universidad Javeriana. Tesista Programa Conservación de Fauna Colombiana
de la Fundación Natura, Colombia. Correo electrónico: alejocujar@gmail.com
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 101
bajo la categoría de especie vulnerable (Rodríguez, 1998) y, además, es un taxón que
tiene veda de caza (Resolución 574 de 1969). Adicionalmente, el desconocimiento gene-
ral de esta especie, tal vez la menos estudiada del género (Weber, comunicación perso-
nal) justifica el inicio investigaciones encaminadas a conocer el uso de hábitat, su distri-
bución regional, su ecología, las principales presiones sobre sus poblaciones, las relacio-
nes culturales que con ella establecen los habitantes del corredor, las estrategias de uso
y manejo de los pobladores locales y la generación de estrategias de conservación para
ésta y otras especies o poblaciones de especies que requieren medidas adicionales a la
protección de su hábitat, con el fin de garantizar su permanencia.
Materiales y métodos
Área de estudio
El estudio se llevó a cabo en la Reserva Biológica Cachalú, situada en la cordillera Orien-
tal colombiana, dentro del área de amortiguación del Santuario de Fauna y Flora
Guanentá-Alto Río Fonce, en los municipios de Encino y Charalá (Santander, Colom-
bia). La cabecera municipal del municipio de Encino está situada a 06°08’27” de latitud
norte y a 73°06’07” longitud oeste, a una altura de 1.820 msnm (Figura 1). La precipita-
ción media anual es superior a los 3.000 mm/año, con distribución bimodal, enero-
febrero y junio-agosto —que corresponden al período seco— y abril-mayo y octubre-
noviembre —que corresponden al período de lluvias— (Romero, 1998). La altitud de la
Reserva está entre los 1.800 m y los 2.600 m.
De acuerdo con los datos del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, las unidades
climáticas predominantes son templado muy húmedo (Mh) y frío húmedo (Fh), con
pendientes de 25%-75% (Romero, 1998).
El área de la Reserva comprende un total de 1.302,21 ha, de las cuales 926,35 ha son
bosque maduro; 261,15 ha, bosque secundario, y 217 ha, pastizales y potreros. Debido a
las condiciones climáticas y a las características generales, la cobertura vegetal potencial
de Encino está constituida por bosque subandino y altoandino de robledal y páramo
andino abierto, con una franja de subpáramo (Romero, 1998).
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 103
Métodos
El rastreo de indicios se realizó durante noventa días, entre los meses de agosto a octu-
bre de 2005, período que correspondió a la transición entre la época seca y la de lluvias.
Los muestreos se realizaron en tres coberturas que comprendían el bosque maduro de
robledal, el bosque secundario y el pastizal. Se emplearon transectos de franja y tram-
pas de huellas con estaciones olfativas. La búsqueda se realizó con la ayuda de cazado-
res de la región y de los coinvestigadores de la Fundación Natura.
Para determinar el uso de hábitat en cada una de las tres diferentes coberturas se usó un
transecto de banda de 1.500 m y 3 m de ancho, para realizar los muestreos, basados en
las trochas de la zona y en los transectos utilizados por el proyecto de la Fundación
Natura (2003). A cada lado de los transectos, intercalados, se ubicaron 10 trampas de
huellas circulares de 0,5 m de diámetro, distanciadas entre ellas cada 150 m, para un
total de 30 trampas de huellas distribuidas en todas las coberturas. Las trampas se fabri-
caron con tierra cernida y en el centro se ubicó un atrayente (Aranda, 2000), fabricado a
partir de una pastilla de yeso odontológico impregnado con esencias florales y frutales
(Guzmán y Camargo, 2004) de vainilla, coco, eucalipto y banano. Cada cuatro días,
entre las 4:00 y las 13:00 horas, se realizaron los muestreos sobre el transecto y la limpie-
za de cada trampa con el objetivo de que ésta quedara activada para la toma de datos
posteriores (Aranda, 1990), completándose un esfuerzo muestral de 810 horas.
Los indicios que se tomaron en cuenta fueron huellas, fecas, pelos, dormideros, senderos,
parches de ramoneo y restos del venado soche (M. rufina). En cada muestreo del transecto
y de las trampas se registró, por ejemplo, para las huellas encontradas (si era posible) una
impresión con yeso (Aranda, 2000) y se tomaron las medidas morfométricas de ancho y
largo (en centímetros) de cada huella con un calibrador. Estos moldes en yeso fueron
confrontados en la consulta hecha a expertos y con una colección de referencia de las
huellas de mamíferos de Colombia establecida en el Museo Javeriano de Historia Natural,
de la Pontificia Universidad Javeriana, y con otra colección existente en el museo del Ins-
tituto de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Colombia.
A los indicios que no pudieron ser recolectados (por ejemplo, senderos, dormideros,
etc.), se les tomaron medidas descriptivas. En los dormideros se midió la distancia al
trayecto, las dimensiones, la profundidad, el número de entradas adicionales, la textura
del suelo, las coberturas de dosel, el escape y la hojarasca (tomadas con un densiómetro
esférico), el número de árboles y arbustos en un radio de 5 m y la presencia de huellas u
otros rastros y comederos cercanos. En los comederos se registraron la altura mínima y
El uso de hábitat se evaluó a partir de los transectos de franja, utilizando el número total
de rastros por cobertura. Para establecer el uso por alguno de las coberturas se procuró
realizar una prueba de Ji cuadrado (χ2) para probar la hipótesis nula de que el venado
usa los recursos en proporción a su disponibilidad (Neu et al., 1974; Byers y Steinhorst,
1984). Sin embargo, la insuficiencia en la cantidad de datos obtenidos no permitió la
ejecución de esta prueba; por esto, con la información obtenida, se hizo directamente un
análisis netamente cualitativo, que describe de manera profusa los resultados logrados.
N° indicios
I=
Unidad_esfuerzos
Resultados
Utilización de las coberturas vegetales muestreadas
El venado soche utilizó todas las zonas de muestro. De los 25 rastros encontrados en los
3 transectos muestreados durante la fase de campo (Figura 2), 12 rastros, es decir, el 48%
fueron hallados en el bosque maduro de robledales, de los cuales 7 se encontraron en las
trampas de huellas, y el resto, a lo largo de la trocha.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 105
Figura 2. Fotos de los rastros del venado M. rufina
a b c d
e f g h
i j k l
(a) dormidero, (b) huellas, (c) caminadero, (d) fecas, (e) venado en cautiverio, (f) venado cazado, (g) pelos, (h) restos, (i) escarbadero, (j)
corteza de árbol desgarrado, (k) comedero y (l) ramoneo.
Fotos: Alejandro Cújar-Tovar.
Figura 3. Cantidad de tipos de rastros de venado soche por coberturas muestreadas en la Reserva Biológica Cachalú
durante el período de transición entre la época seca y la de lluvias
Específicamente, de todas las coberturas muestreadas, a pesar del bajo número de ras-
tros encontrados durante los meses de muestreo, cabe anotar que en el bosque maduro
de robledales sólo se hallaron 9 huellas, un grupo de fecas, un indicio de ramoneo y un
rastro de pelos; en el bosque secundario solamente se presenciaron 2 huellas, y en el
pastizal se encontraron la mayor parte de los rastros, a excepción de las fecas. Así, se
hallaron 3 huellas, 1 dormidero, 2 caminaderos, 3 parches de ramoneo, 1 rastro de pelos
y los restos de un venado fenecido.
De igual forma, para los rastros registrados a lo largo del transecto, los valores del índi-
ce de abundancia relativa fueron: 0,19 y 0,43, para el bosque maduro y pastizal, respec-
tivamente. En el bosque secundario no se hallaron datos.
Discusión
El entendimiento de la relación que existe entre la oferta de hábitat (diferentes tipos de
cobertura) y el uso que el venado hace de éste facilita la comprensión de aspectos que
son parte de la autoecología del venado y de las dinámicas ecológicas que se presentan
en estas matrices de hábitat.
Esta relación fue abordada estudiando el uso del hábitat y analizando todos los rastros
encontrados que, según la metodología aplicada, expresaron las abundancias relativas
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 107
en las zonas de muestreo. Así, este conjunto de datos generó un panorama que permitió
aproximarse a la caracterización y determinación del uso de estas coberturas por parte
del venado, aun cuando se debe aclarar que este análisis se puntualiza dentro de una
época climática específica, correspondiente al período de transición entre la época seca
y la de lluvias.
Adicionalmente, los mismos autores exponen que esta especie prefiere zonas apartadas y
de difícil acceso, aunque ocasionalmente el venado se acerca a los salados del ganado
bovino; mientras Eisenberg (1989) y Emmons (1990) mencionan que la preferencia es ha-
cia zonas húmedas y forestadas. Esto se reitera con la información obtenida y se aclara que
no sólo hace uso de áreas de difícil acceso, sino que, por el contrario, el venado también
utiliza notablemente coberturas en las que predominan claros, como el pastizal.
Los datos obtenidos mostraron que el venado usó las tres coberturas muestreadas. Así,
el uso de hábitat parece estar influenciado por las características de cada hábitat, parti-
cularmente las diferencias que ofrecen en cuanto a alimento, sombra y protección
(Daniela, 1991, citado en Garavito, 2004). Estas diferencias se atribuyen a la distribución
heterogénea de los recursos en el espacio, lo que implica que no todos los hábitats sean
seleccionados y usados en igual manera (Ojasti, 2000). Esto podría ser el reflejo de los
resultados obtenidos para la zona de muestreo en la Reserva Biológica Cachalú para el
venado soche, como se expone a continuación.
La disposición espacial de las coberturas parece favorecer el uso de éstas por parte del
venado. Con base en la información adicional obtenida en los recorridos, puede suceder
que, dada la matriz del paisaje, el animal para desplazarse desde el bosque maduro de
robledales al pastizal; previamente debe atravesar el bosque secundario que se halla cir-
cundando el bosque maduro y la reserva como tal, para encontrar también terrenos
enrastrojados en los que también dispone de refugio y alimentación.
Es preciso aclarar que los índices de abundancia relativa expresaron cambios o tenden-
cias poblacionales en el sitio de muestreo, mas no generaron información del tamaño
efectivo de las poblaciones silvestres (Crawford, 1991). Por lo tanto, los resultados mues-
tran que los ambientes, como el bosque maduro, indican una mayor abundancia relati-
va de venados soche para las trampas; en cambio, para los transectos la presentan los
pastizales, lo cual, probablemente, se encuentre relacionado con las épocas climáticas
que se registraron en el momento, debido a que el verano se prolongó por un mes más,
es decir, hasta el mes de septiembre, lo cual no estuvo modulado con el comportamiento
promedio de precipitación de la zona de estudio (Martínez y Paredes, 2004). De cual-
quier modo, el período de muestreo de este estudio tuvo una duración de tres meses y
faltaron por muestrear los restantes meses del año, que pueden generar variaciones en
los resultados.
Además de esto, los datos obtenidos a partir de la utilización de estas dos metodologías
fueron muy escasos. Las trampas de huellas tuvieron un éxito mayor para la captura de
los datos en el los bosques; pero ocurrió lo contrario para el pastizal, por causa de los
aspectos que se discuten a continuación.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 109
El suelo de los bosques durante el período de estudio se encontraba cubierto de abun-
dante hojarasca, circunstancia que dificultó el hallazgo de algunos rastros como la im-
presión de las huellas. Para zonas abiertas, como los pastizales, se sugiere la búsqueda
de los rastros a través del transecto de franja, pues con las trampas se presentaron des-
ventajas como la imposibilidad de homogeneizar el material utilizado, motivo que pudo
influir en su impresión e identificación, aunado a la desventaja de la labilidad de las
trampas, por un lado, por efecto de la lluvia y, por el otro, demasiada radiación solar,
es decir, los resultados obtenidos estuvieron supeditados en gran parte a las condi-
ciones climatológicas presentes en la zona.
Otro acontecimiento que pudo incidir en la estimación de los resultados fue la pérdida
de grupos fecales generada por la actividad de insectos coprófagos (orden Coleóptera)
o por el lavado de la lluvia, factores que aceleraron la descomposición de las fecas.
Por otra parte, la presencia humana podría estar modificando levemente las condicio-
nes del hábitat en la región, y es posible que este factor afecte la eficiencia de las
metodologías utilizadas. Concretamente, los valores de los índices de abundancia en
todas las coberturas también podrían estar afectándose por algunos procesos que se
están dando en la zona, como la alta presión por cacería como componente cultural
Como menciona Glanz (1990 en Sánchez et al., 2004), las áreas sometidas a presión
de cacería presentan tasas de avistamiento mucho menores que las encontradas en
sitios libres de influencia humana. Adicionalmente, la zona boscosa del área de in-
fluencia tanto de la Reserva Biológica Cachalú como del Santuario de Flora y Fauna
de Guanentá Alto Río Fonce se están viendo sometidas al proceso de tala y quema,
aunado a que la mayoría del área está dedicada a la agricultura, lo cual posiblemen-
te esté afectando la presencia y con ello, los valores de abundancia de la especie.
Pese a esto, los transectos sobre los que se realizaron los censos se localizaron en zonas
sin alteraciones, como el bosque maduro de robledales; sin embargo, el transecto ubica-
do en el bosque secundario estaba constituido por bosques en regeneración, durante
más de 20 años, luego de intervención por entresaca selectiva de maderas finas y tumba
para establecimiento de potreros para pastoreo bovino. El ubicado en el pastizal com-
prendía, en su mayoría, zonas previamente entresacadas que forman pastizales en rege-
neración (Martínez y Paredes, 2004), lo que origina un mosaico de vegetación en proce-
so de sucesión.
Los rastros encontrados durante esta época en estos lugares de muestreo indican que el
venado soche permanece en los bosques o cerca de éstos, de los cuales dependen en
parte para refugiarse, pero se encuentran aún en áreas previamente intervenidas.
Como se evidenció en este estudio, el uso de rastros, como las huellas, para la construc-
ción del índice de abundancia ha sido limitado en los bosques tropicales (Aranda, 1990;
Escamilla et al., 2000). A pesar de esto, esta metodología presentó ventajas puntuales
para el estudio, como fueron: primero, se obtuvieron registros de la presencia de la
especie, por lo cual el registro del animal no dependió de su detectabilidad o
capturabilidad; segundo, las observaciones fueron hechas independientemente de los
horarios de actividad de la especie; tercero, en ningún momento se puso en riesgo la
salud de los animales, lo cual redujo la posibilidad de transmisión de enfermedades,
al no existir contacto con ellos, y cuarto, el estudio tuvo bajos costos.
Concluyendo esta parte, el presente estudio reitera la concepción de que el uso de tram-
pas de huellas es una alternativa importante para estudiar mamíferos medianos y gran-
des en zonas montañosas. Se debe tener en cuenta que en algunos casos la determina-
ción de los rastros es difícil, debido a las condiciones del sustrato utilizado, la superpo-
sición de pisadas, la velocidad en el desplazamiento, el peso del animal, las condiciones
climatológicas de la zona, entre otros.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 111
Haciendo referencia a las observaciones directas del venado, se comprobó que son ani-
males muy difíciles de ver —permanentemente huyen ante un perseguidor— y que
conforman una especie amilanada, sutil y sagaz, pues está adaptada a la vida del bos-
que, debido a su bajo cuarto delantero, dado que las astas les permiten desplazarse
fácilmente a través de la densa vegetación (Emmons, 1990, citado en Bisbal, 1991). Esto,
sumado a los hábitos de vida solitarios, su patrón de actividad y la posible utilización de
grandes extensiones por individuo, originan inconvenientes para observarlos, lo cual
hace que sea una tarea casi imposible, a no ser que se cuente con la ayuda de perros
adiestrados (como lo hacen los cazadores) o la aplicación de otras metodologías como
pueden ser las trampas cámara. Aparte, factores como el viento y el crujir de las hojas
durante el desplazamiento del investigador perjudicaron dichas observaciones
(Mandujano, 2005). Por lo tanto, aspectos como éstos influyeron también en la estima-
ción de la abundancia de la población.
Un problema que debió atenderse fue la representatividad de las muestras. Una sola
por tipo de cobertura puede generar sesgos en la metodología, pues el comportamiento
de los venados no es constante, sino que varía según diversos factores (por ejemplo, el
estado del tiempo). Una forma de resolver el problema era realizar una serie de repeti-
ciones del transecto pero en este tipo de bosques no es simple, ni tampoco, económico
debido a la topografía abrupta y a la densa vegetación; hecho reafirmado por Mandujano
(2005). Finalmente, de acuerdo con Mandujano y Aranda (1993) esto se pudo resolver
recorriendo el mismo transecto la mayor cantidad de veces posible durante el período
de muestreo.
Aun así, se considera que el esfuerzo de muestreo no fue suficiente para detectar valores
mayores en la abundancia relativa de esta especie; por ello, en futuros estudios debe
aumentarse la representatividad de las muestras a un 10% del área total de cada tipo de
cobertura (Mandujano y Gallina, 1994), incrementando tanto el número de hombres
como el de transectos para así poder cubrir en principio la totalidad del área de la Reser-
va Biológica Cachalú.
Al ampliar los estudios sobre la historia de vida del venado, quizás, a mediano o largo
plazo sea posible realizar una recopilación de datos sostenible. De esta manera, si en la
zona se logra este propósito, el plan de manejo tanto para el venado como para la Reser-
va Biológica Cachalú y su área de influencia permitirá la conservación de la especie y
eventualmente la ampliación del grupo.
Conclusiones
El venado soche utiliza todas las coberturas presentes en la Reserva Biológica Cachalú.
Aun así, de los tres tipos de coberturas estudiados, el pastizal fue el más utilizado, auna-
do a que en el transecto ubicado en esta cobertura se presentó la mayor abundancia
relativa para la especie.
Las metodologías utilizadas y el corto tiempo empleado para este estudio reflejaron
inconvenientes expresados por el bajo número de rastros registrados, lo que impidió
realizar comparaciones estadísticas de las tres coberturas estudiadas y así lograr deter-
minar con mayor especificidad el uso que el venado hace del hábitat.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 113
resultados no se puede llegar a planificar la intervención que se debe llevar a cabo sobre
la(s) población(es) de venados soche, en términos de aumentarla, estabilizarla o redu-
cirla. Sin esta información todavía no se tienen criterios para evaluar sus poblaciones y
relacionarlas con la capacidad de carga; sin embargo, de antemano se sabe que por cau-
sa de la presión cinegética de la que es objeto esta especie de venado en la zona de
estudio, en principio y de manera preventiva como objetivo pasivo, se debe impulsar su
preservación o protección.
Finalmente, toda la información reportada en este estudio es una novedad, ya que Mazama
rufina es una especie de la que sólo se hallan registros publicados de avistamientos, más
no de investigaciones aplicadas. Por consiguiente, el presente estudio generó las prime-
ras aproximaciones para contribuir al conocimiento del uso de hábitat del venado en
una de las tantas distribuciones geográficas en las que se halla (Reserva Biológica Cachalú)
y que, además, fue realizada durante un corto período, correspondiente a la transición
entre la época seca y la de lluvias.
Agradecimientos
Quiero expresar mi agradecimiento a la John D. and Catherine T. MacArthur Foundation,
entidad que, a través de la Fundación Natura, financió y promovió la realización de este
trabajo. De igual forma, a Nancy Vargas (coordinadora del Programa de Fauna Colom-
bia), por sus valiosos aportes y por impulsar la ejecución de este proyecto. A Carolina
Rojas, por su apoyo en campo durante el desarrollo de este trabajo. Finalmente, al equipo
de investigadores y coinvestigadores de la Fundación Natura, por el respaldo bibliográfi-
co y apertura de algunos espacios durante el trabajo.
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Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 117
118 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Diversidad de aves de los bosques mixtos
y de roble del Santuario de Flora y Fauna
de Iguaque, Boyacá*
Sergio Córdoba-Córdoba**
María Ángela Echeverry-Galvis***
Introducción
Los bosques y selvas montanos son uno de los ecosistemas más amenazados en Colom-
bia, pues más del 70% de su cobertura original en las tres cordilleras ha sido transforma-
do (Cavalier y Etter, 1995). En la cordillera Oriental, remanentes de estos bosques se
encuentran protegidos en parques naturales como el Santuario de Fauna y Flora de
Iguaque (SFFI), el cual forma parte de la ecorregión estratégica (andina oriental); igual-
mente, el macizo de Iguaque corresponde a la parte más sur del corredor de roble
Guantiva-La Rusia-Iguaque (Solano et al., 2005).
El SFFI está ubicado en los municipios de Tunja, Villa de Leyva y Arcabuco, en el depar-
tamento de Boyacá. Cubre desde los 2.400 hasta los 3.750 m de altitud. En éste se en-
cuentran bosques mixtos y de roble (parte media y norte), bosques de subpáramo y
páramo con extensas lagunas, que abarcan en total 6.750 hectáreas. A lo largo del San-
tuario existe un gradiente de humedad, aunque es más seco en el sur, con vegetación
rala y características casi subxerofíticas, que paulatinamente aumenta a condiciones de
mayor humedad ambiental e incidencia menor de vientos hacia el norte. Esta mayor
humedad permite el desarrollo de vegetación de mayor porte hacia el norte y, por ende,
de bosques.
* Estas caracterizaciones fueron realizadas en el marco del proyecto Conservación y uso sostenible de la biodiversidad de los andes
colombianos, financiado por GEF, la Real Embajada de los Países Bajos y el Banco Mundial.
** Grupo de Exploración y Monitoreo Ambiental (GEMA), Instituto Alexander von Humboldt. Correo electrónico:
sergcordoba@yahoo.com
*** Grupo de Exploración y Monitoreo Ambiental (GEMA), Instituto Alexander von Humboldt. Correo electrónico:
mayayito@yahoo.com
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 119
completos y su caracterización facilitan el describir y conocer la estructura de las comu-
nidades; sin embargo, su realización requiere gran cantidad de tiempo y dinero, por lo
que grupos indicadores de biodiversidad brindan una opción viable para obtener en
poco tiempo información completa y representativa (Noss, 1990). Las aves se constitu-
yen en uno de estos grupos indicadores al cumplir con varias de las características pro-
puestas para éstos (Halffter et al., 2001). La presencia de determinadas especies en una
cierta localidad puede igualmente dar indicios sobre el estado de conservación del área,
ya que el número total de especies de una zona por sí solo, no siempre es un buen
indicador del estado de conservación. Ciertas especies de aves presentan distinto grado
de sensibilidad a las perturbaciones antrópicas como la tala, la caza, la extracción selec-
tiva, entre otras actividades, lo cual modifica la dinámica de las comunidades de aves
que dependen de ciertas áreas, en especial bosques.
Métodos
Realizamos inventarios de aves en cuatro zonas del SFFI y su área de amortiguación con
bosques mixtos o de robles en los años 2002 y 2003 (Figura 1). Los bosques evaluados se
encuentran entre los 2.700 y 3.250 m de altitud. La zona 1 corresponde al sector de
Carrizal, entre los 2.700 y los 3.200 m de altitud (05° 41’ N, 73° 27’ W); la zona 2, a la
Cuchilla de Morronegro (05° 38’ N, 73° 29’ W), entre los 3.220 y los 3.250 m; la zona 3, al
sector de Chorrera, vereda La Capilla (05° 41’ N, 73° 28’ W), entre los 2.600 y los 2.700 m.
—estas tres zonas en el municipio de Villa de Leyva—, y la zona 4, que corresponde a La
Colorada u Ortigal, en el municipio de Arcabuco (05° 43’ N, 73° 27’ W) a 2.700 m de
altitud.
Se emplearon redes de niebla y registros por observación visual y auditiva para el regis-
tro de aves. Esta última acompañada de grabaciones de vocalizaciones como apoyo de
identificación (Villarreal et al., 2004; O’Dea et al., 2004). La captura de aves se hizo en
cada zona en dos subestaciones de muestreo cada una con ca. 400 metros de redes, los
cuales permanecieron abiertos por ca. de 6 horas diarias en dos días consecutivos para
cada subestación. Las observaciones visuales y auditivas con grabaciones se realizaron
por 1 o 2 km diarios en la zona, durante cuatro días consecutivos. La taxonomía de las
especies registradas sigue la propuesta por Remsen et al. (2006).
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 121
Resultados
En total, entre las cuatro áreas estudiadas dentro del SFF de Iguaque y su zona de amor-
tiguación, se registraron 92 especies, de las cuales 85 son consideradas de interior de
bosques. Los emberizidos fueron la familia mejor representada en la totalidad del estu-
dio, y los grupos de las tangaras (Thraupidae) y de las reinitas (Parulidae), los de mayor
representatividad con 14 y 7 especies, respectivamente. Además, los atrapamoscas
(Tyrannidae) y colibríes (Trochilidae) presentaron una gran cantidad de especies.
Siguiendo los lineamientos generales de hábitats propuestos por Parker et al. (1996),
cerca del 80% de las especies encontradas durante los muestreos utilizan alguno de los
tipos de bosque hallados en la zona, por lo que, se deduce, este es un tipo de formación
vegetación primordial para todas las especies, así no lo usen de manera exclusiva. Den-
tro de estos bosques, el 38% de las especies utilizan el bosque montano perennifolio princi-
palmente (Figura 2) y el 24% se encuentran restringidas exclusivamente a éste. Es de
resaltar que cerca de un 30% de las especies registradas utilizan de manera exclusiva un
solo hábitat (Figura 3).
Figura 2. Porcentaje de uso de tipos de hábitats por parte de las aves en el SFFI
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 123
En Carrizal, se registró la única especie casi amenazada: el colibrí (Eriocnemis
cupreoventris), cuya principal amenaza es la pérdida de hábitat (Renjifo et al., 2002). Sin
embargo, se registraron tres especies consideradas como casi endémicas para Colombia
(Stiles, 1998), cuya distribución principal se encuentra en Colombia, pero una porción es
compartida con otros países: Chlorostilbon poortmanni, Atlapetes albofrenatus y Myioborus
ornatus.
Discusión
En este estudio se registraron el 40% de las especies conocidas a altitudes similares para
del corredor de Roble (Solano et al., 2005), teniendo en cuenta principalmente que las
especies que se estudiaron son de bosque y que la diversidad de aves en el corredor
aumenta hacia el norte. El corredor de conservación está centrado alrededor de los bos-
ques de robles (incluidos los mixtos), lo cual ayuda al mantenimiento de especies, con
una distribución más amplia, muchas veces de zona andina; no obstante, al tiempo, con-
serva especies y ensambles de aves específicos a estos bosques y a la cordillera Oriental.
Los diferentes ensambles registrados en cada lugar estudiado dentro del SFFI se com-
plementan entre ellos, sin que uno solo logre abarcar la totalidad de las especies. Es
interesante resaltar que el bosque de La Colorada, el cual es un remanente de bosque
que se encuentra en regeneración sucesional donde predomina el bosque mixto con
algunos árboles de roble de gran porte fue donde se registró un número alto de especies
y el que presentó el mayor número de especies con sensibilidad alta.
La representatividad del muestreo fue alta y varió entre 73,5%, según el estimador Chao2,
y 95,1%, de acuerdo con MMMean, para las diferentes áreas muestreadas. Al realizar
un análisis conjunto, en el cual podría sugerirse que se incluyeron diferentes comunida-
des heterogéneas (Magurran, 2004) por ser cuatro áreas muestreadas y donde los valo-
res de los estimadores tienden a ser mucho menores a 60% o alcanzan valores máximos
de 60% o 70%, en algunos casos (O’Dea et al. 2004), los valores obtenidos al agrupar
todos los muestreos son también altos y similares a los encontrados para cada zona por
aparte, lo cual indica que las comunidades encontradas en este estudio son bastante
homogéneas. El mejor estimador fue MMMean, mientras que Chao2 fue el más bajo,
este último se ha considerado el más acertado (Feinsinger, 2003; Magurran, 2004; Chazdon
et al.. 1998) y por lo tanto siguiéndolo, esperaríamos con los métodos de muestreo utili-
zados detectar 27 especies más de bosque.
Aun así, es importante recordar que más de la mitad de las especies registradas presen-
tan sensibilidad alta o media a perturbaciones humanas, por lo que todas las acciones
encaminadas a la conservación y mantenimiento de estas especies y sus hábitats redun-
darían en un mantenimiento de procesos ecológicos y biológicos importantes para la
región en general.
Conclusiones
El SFFI presenta, en general, una comunidad de aves de bosque importante para las
alturas muestreadas en la cordillera Oriental y dentro del corredor de robles. Es necesa-
rio recalcar que algunas de las zonas muestreadas en el presente estudio no constituyen
parte del SFFI, sino zona de amortiguamiento, por lo que el manejo de estas áreas debe
ser de vital importancia dentro de los planes de conservación regionales y locales.
Cerca de un 80% de las especies registradas habitan en bosque y alrededor del 76%
están asociadas casi exclusivamente con éste, por lo cual es importante continuar con la
conservación y vigilancia constante a los bosques que se encuentran en el área, teniendo
en cuenta tanto los dominados por roble, como aquellos mixtos, enanos o incluso las
zonas que han sido dejadas a regeneración natural y que hoy día presentan bosques
secundarios, para así favorecer los mosaicos de vegetación.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 125
Recomendaciones
Es importante desarrollar investigaciones que aporten información sobre los requeri-
mientos específicos de las aves (biología y ecología) dentro de estos bosques y sus
interacciones con los recursos ofrecidos. No hay estudios recientes sobre polinización o
sobre frugivoría y dispersión de semillas, al igual que de los insectívoros y los recursos
de los cuales dependen. No se conocen los períodos reproductivos de las aves que se
reproducen y crían allí. Igualmente, es necesario identificar la dinámica de estas aves
dentro del SFFI y sus posibles movimientos a lo largo de los bosques existentes y el
corredor.
Es necesario realizar censos periódicos y seguimiento en las áreas estudiadas, con el fin
de determinar la dinámica de los ensambles a lo largo del año, tanto de las aves residen-
tes como de las migratorias que los utilizan.
Se vuelve cada vez más importante vincular a la sociedad civil circundante a las áreas
protegidas, y el SFFI es un lugar propicio para esto, en programas conjuntos de conser-
vación activa a largo plazo que incluyan el conocimiento de la fauna y flora de la región,
sobre una mayor área, como la Fundación Natura, el Instituto Humboldt, entre otros,
han venido realizando.
Agradecimientos
Al Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, por el
apoyo logístico y financiero; a funcionarios del SFFI, y a todos los miembros del GEMA,
especialmente a Socorro Sierra y Fernando Forero.
Bibliografía
Acevedo-Bueno, C. I. 1987. Contribución al conocimiento de las relaciones entre colibríes
(Trochilidae) y flores, con observaciones de sus ciclos anuales en el bosque Alto Andino de
Iguaque. Trabajo de Grado de la Carrera de Biología. Bogotá: Pontificia Universidad
Javeriana.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 127
Solano, C., C. Roa, y Z. Calle (eds.). 2005. Estrategias de desarrollo sostenible: Corredor de
Conservación Guantiva-La Rusia-Iguaque. Bogotá: Fundación Natura.
Introducción
La distribución actual de las angiospermas andinas está dada por factores ecológicos y
climáticos superpuestos a factores históricos, orogénicos y paleoclimáticos (Gentry, 1995).
Estudios palinológicos demuestran que el género Quercus ha migrado desde la región
holártica hasta llegar a las montañas de Centroamérica y el noroeste de Sudamérica
(Van der Hammen, 1989, citado por Kappelle, 1996). Hoy es notable la presencia de
Quercus en picos aislados, como en el cerro Tacarcuna (1900 msnm), en la frontera pana-
meña-colombiana (Gentry, 1985, citado por Kappelle, 1996), y en Colombia hasta el sur
de Popayán, donde se ha observado la especie Quercus humboldtii como elemento domi-
nante entre los 1.800 y 2.900 msnm (Becking, 1994, citado por Kappelle, 1996). Aunque
México cuenta con casi 150 especies de fagáceas, y Costa Rica, con 12, en Colombia
aparentemente hay una sola especie, Q. humboldtii (Cuatrecasas, 1934; Vega, 1964;
Cavelier et al., 1994, citados por Kappelle, 1996), lo cual muestra una notable reducción
de la diversidad de fagáceas desde el holártico subtropical hasta el neotrópico ecuato-
rial (Kappelle, 1996). En Colombia el Q. humboldtii es más abundante en las laderas
secas de las cordilleras, especialmente en la ladera occidental de la cordillera Oriental
(Cavelier et al., 2001, citado por Galindo-T. et al., 2003).
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 129
Colombia se conocen muy pocos trabajos que se refieran a la riqueza e importancia de
este tipo de bosques, los que además han sido fuertemente intervenidos a través del
tiempo (Galindo-T. et al., 2003). Se han hecho algunos inventarios florísticos, de vegeta-
ción y estructura, de morfología y distribución o de manejo de robledales colombianos
(citados por Marín-Corba y Betancur, 1997).
Materiales y métodos
Área de estudio
El bosque está ubicado en una colina con pendiente moderada (30º-45º), rodeado por
bosques secundarios, cultivos de papa y potreros. El tamaño aproximado del relicto es
de una hectárea. Se encuentra al occidente de la bocatoma del acueducto de la vereda El
Ocaso (2.200-2.600 msnm), municipio de Bojacá (04º 44’ 04’’ N, 74º 25’ 07’’ O), departa-
mento de Cundinamarca, 38 km al occidente de la ciudad de Bogotá. La precipitación
media anual del municipio es de 740 mm y la temperatura media de 13º C (Instituto
Geográfico Agustín Codazzi [IGAC], 1996).
Métodos
Se seleccionaron dos transectos de 50×4 m cada uno, trazados en el sentido de la pen-
diente, para un total de 400 m2. Se censaron los individuos con diámetro a la altura del
pecho (DAP) > 1 cm. Para el cálculo del DAP de arbustos, en los cuales cada individuo
puede tener a la altura del pecho varios brotes basales o ramificaciones, se midió cada
uno de éstos independientemente. Para calcular el DAP total se sumaron las áreas indi-
viduales según la ecuación: Dt = (4At/π)×0,5, donde At es la sumatoria de Ai, y Ai =
[π(DAP)2]/4. El DAP de los árboles con tronco único a la altura del pecho fue calculado
con base en la fórmula DAP = CAP/π. Se hicieron las colectas de cada morfotipo encon-
trado, registrando los valores de altura para cada individuo.
Cada morfotipo fue determinado en el Herbario Nacional Colombiano (COL) hasta gé-
nero y especie cuando el material lo permitió, con claves taxonómicas (Judd et al., 1999;
Vargas, 2002) y asistencia de especialistas. En algunas muestras sólo fue posible deter-
minar la familia.
Se calculó el índice de valor de importancia de cada especia (IVI) para cada taxón, con
base en la fórmula propuesta por Finol (en Rangel y Velásquez, 1997):
Resultados
En 400 m2 se encontraron 46 individuos y 14 morfotipos distintos distribuidos en ocho
familias, diez de los cuales se determinaron en género, dos en especie y dos en familia.
La familia con mayor número de morfotipos fue Asteraceae, con un total de cuatro
morfotipos, dos de los cuales fueron determinados en género: Verbesina y Mikania, se-
guida por Melastomataceae, Myrsinaceae y Rubiaceae, cada una con dos morfotipos (Tabla
1). El 28,57% de las familias sólo presentaron un género: Aquifoliaceae, Fagaceae,
Euphorbiaceae y Araliaceae.
*Se indica la familia y los casos en los que fue posible determinar los morfotipos en cuanto a género y especie. El porcentaje se da sobre
el total de individuos encontrados en los transectos (46).
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 131
Los mayores valores de parámetros ecológicos, resumidos en el IVI, lo presentaron Q.
humboldtii, con un valor de 151,7% (correspondiente al 50,6% del IVI total), seguido por
el género Miconia sp2 (familia Melastomataceae) con un valor de 47,6% y el género
Psychotria (familia Rubiaceae), con un valor de 37,8%. Q. humboldtii presentó los máxi-
mos valores de densidad relativa (52,2%) y de dominancia relativa (66,2%). Los mayo-
res valores de frecuencia relativa están compartidos para Q. humboldtii, Miconia sp2 y
Psychotria (33,3% cada uno). El 64,28% de los morfotipos fueron árboles; el 28,57%, ar-
bustos, y el 7,14%, bejucos (Tabla 2).
Tabla 2. Valores de densidad relativa (DR), frecuencia (F), frecuencia relativa (FR), dominancia (Dom) e índice de valor
de importancia (IVI) para cada morfotipo encontrado
El índice de Shannon (H) fue 1,8, y el índice de predominio de Simpson (c), 3,32.
Los plantas trepadoras leñosas y herbáceas son poco comunes en los robledales, en rela-
ción con los bosques tropicales de tierras bajas (Kapelle, 1996), lo cual concuerda con el
único individuo trepador encontrado perteneciente al género Mikania (Astereaceae).
Las diferencias en composición de familias pueden estar dadas por trastornos antrópicos.
Los encenillos (Weinmania) se han asociado con robledales no intervenidos en Colombia
(Galindo-T. et al. 2003), dados los bajos valores de importancia relativa del género en
bosques en recuperación; entre tanto, la alta densidad relativa del género Miconia
(Melastomataceae) y géneros de la familia Astereaceae se relaciona con estadios
sucesionales tempranos de robledales costarricenses (Kapelle, 1996). Por lo tanto, se su-
giere que nos encontramos ante un bosque bastante intervenido, como resultado de la
ausencia de encenillos, y a la alta densidad relativa del género Miconia (17,3%) y de los
géneros de la familia Asteraceae (13,1%).
Estructura horizontal
La dominancia relativa de Q. humboldtii (66,2%) es mayor que la densidad relativa (52,2%),
como resultado del gran diámetro de los pocos troncos encontrados. Se puede inferir
que el relicto estudiado corresponde a un bosque maduro, lo cual concuerda con la
mayor dominancia de los robles en bosques maduros costarricenses de Q. costaricensis y
Q. copeyensis (Kapelle, 1996). Sin embargo, en el estudio realizado por Marín-Corba y
Betancur (1997) en un robledal de Iguaque se obtuvieron valores para Q. humboldtii de
71,1% para dominancia relativa y 22,7% para densidad relativa; por lo tanto, el bosque
se encuentra en un estado sucesional más avanzado que el relicto del presente estudio.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 133
El elevado valor de frecuencia relativa para Q. humboldtii se relaciona también con la
reducida área de muestreo, dado que hay un menor número de submuestras en que hay
correspondencias para morfotipos encontrados.
Estructura vertical
La estratificación en el bosque estudiado no es tan marcada; sólo se encontró un estrato
bien definido correspondiente al arbustivo de Kapelle (1996) con la mayor cantidad de
individuos, lo que concuerda con los resultados de Galindo-T. et al. (2003), en que la
mayor concentración de individuos se encuentra entre 3 y 9 metros de altura, y con los
resultados de Marín-Corba y Betancur (1997), en que la mayor concentración de indivi-
duos se encuentra entre 5,6 y 8,2 m de altura. Esto puede relacionarse con el hecho de
que en los robledales pocas especies arbóreas diferentes pueden alcanzar alturas consi-
derables, debido al grueso tapete de hojas secas adyacente a los árboles, que no permite
el desarrollo radicular de éstas (Lozano-Contreras y Torres-Romero, 1974). La poca al-
tura de los árboles más altos encontrados en el relicto (36,2 m) puede relacionarse con la
tala selectiva de especímenes apropiados en el pasado.
IVI
El mayor valor obtenido para Q. humboldtii muestra alta homogeneidad del levanta-
miento, relacionado con la poca área de muestreo y con las características de predomi-
nio fisionómico de los robledales. En levantamientos realizados en otras localidades con
mayores áreas de muestreo sobre los Andes tropicales, la homogeneidad disminuye, y
por lo tanto el IVI de todas las especies se hace más bajo, como ocurrió en el estudio de
Galindo-T. et al. (2003) y de Marín-Corba y Betancur (1997), donde el IVI para Q.
humboldtii fue del 49%-69% y del 34%, respectivamente.
Diversidad
El índice de Simpson es alto, el de Shannon es bajo. Se puede comprobar la dominancia
de una sola especie y la baja diversidad general. Ecológicamente es congruente con la
alelopatía en las comunidades donde predomina el roble (Lozano-Contreras y Torres-
Romero,1974), factor que representa una ventaja competitiva de esta especie sobre otras.
Conclusiones y recomendaciones
· La representatividad de las familias encontradas, a excepción de Euphorbiaceae, con-
cuerda con otros estudios realizados sobre robledales de las tres cordilleras colombia-
nas.
· Se recomienda hacer este tipo de estudios en otros robledales de la región para tener
una base sobre la cual tomar decisiones de estrategias de manejo, conservación y apro-
vechamiento de recursos.
Agradecimientos
Al profesor Diego Giraldo Cañas, por su orientación y ayuda en la determinación de las
muestras, y al profesor Julio Betancur, por su ayuda con el préstamo de artículos y
resultados de sus trabajos en bosques de roble.
Bibliografía
Galindo-T., R., J. Betancur y J. J. Cadena-M. 2003. Estructura y composición florística de
cuatro bosques andinos del Santuario de Fauna y Flora Guanentá-Alto Río Fonce, cor-
dillera Oriental colombiana. Caldasia, 25: 313-335.
Kapelle, M. 1996. Los bosques de roble (Quercus) de la cordillera de Talamanca, Costa Rica.
Santo Domingo de Heredia: Universidad de Amsterdam-Instituto Nacional de
Biodiversidad.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 135
Lozano-Contreras, G. y J. H. Torres-Romero. 1974. Aspectos generales sobre la distribu-
ción, sistemática fitosociológica y clasificación ecológica de los bosques de roble (Quercus)
en Colombia. Ecología Tropical, 1: 45-79.
Vargas, W. 2002. Guía ilustrada de las plantas de las montañas del Quindío y los Andes cen-
trales. Manizales: Universidad de Caldas.
Introducción
La flora y fauna de Colombia son diferentes de las otras regiones biogeográficas
neotropicales, por ello se ha considerado como el país que alberga la avifauna más di-
versa del mundo; sin embargo, se estima que alrededor de 163 especies, es decir, un 9%
de la avifauna presenta algún grado de amenaza en el ámbito nacional (Renjifo, 1998),
donde la fragmentación es una de las primeras amenazas de las poblaciones de aves y
tiene varios efectos causantes de extinción, como la reducción del área, la disminución
de la heterogeneidad de hábitats y el empequeñecimiento de poblaciones, lo que las
hace más vulnerables (Kattan, 1992), sobre todo en las regiones montañosas del país
en los pisos subandino y andino (Renjifo, 2002). Esto también ha llevado a un grado
de amenaza a especies endémicas o casi endémicas, que se encuentran especialmente
en la sierra nevada de Santa Marta y la cordillera Oriental (Stiles, 1998), por lo que es
urgente la necesidad de información sobre reproducción, comportamiento, localiza-
ciones, estatus y hábitat de éstas.
Aunque las especies más resistentes a la fragmentación son los nectarívoros y pequeños
insectívoros de todo el bosque (Renjifo, 1999), el inca negro (Coeligena prunellei), por ser
una especie endémica, posee una alta probabilidad de vulnerabilidad, debido a que se
ubica en una de las zonas más afectadas por la intervención antropogénica, como es la
cordillera Oriental, donde se encuentra el corredor norandino.
* Proyecto Curricular de Biología, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia. Correo electrónico:
adrinadpa@yahoo.com
** Proyecto Curricular de Biología, Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia. Correo electrónico:
colibrinca@yahoo.com
*** Coordinador Área de Administración y Gestión Ambiental, Proyecto Curricular de Biología, Universidad Distrital Francisco José de
Caldas, Bogotá, Colombia. Correo electrónico: jecelyfajardo@udistrital.edu.co
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 137
Esta distribución geográfica determina la vulnerabilidad global de la especie; además,
la especificidad de hábitat y el tamaño poblacional fijan la vulnerabilidad local, lo cual
proporciona los patrones para categorizar a la especie como EN (en peligro) (Renjifo,
2002). Sobre estos dos aspectos no existen estudios para Coeligena prunellei, por lo que
este se convierte en el primer trabajo en aportar información sobre esta especie, que se
encuentra en peligro de extinción.
Por esta razón se realizó este estudio, para conocer cómo es el hábitat en el que se en-
cuentra y qué características influyen en la permanencia de la especie en determinada
zona. Además, aporta información sobre estos lugares tanto respecto a su composición
florística como respecto a su estructura, sin querer llegar a una descripción detallada de
la vegetación del área donde estaba. Se identificaron los recursos florales que explota
como alimento, qué características presentan esos recursos que son tan necesarias para
la especie y cuáles usó con más frecuencia.
Por último, teniendo en cuenta que es una especie amenazada, se realizó un estimativo
del tamaño poblacional de ésta y una aproximación de la densidad para evaluar su
estado actual en la zona de estudio. A partir de estos resultados fue importante saber
si el inca negro permanecía en un solo hábitat y cómo influía la oferta floral en la
densidad de la especie dentro del área de estudio; además, se buscó identificar el tipo
de actividad antropogénica que ha venido afectando sus poblaciones, a tal punto de
tenerla categorizada como EN.
Por otro lado, se buscó incentivar la participación de los habitantes de la región, princi-
palmente de los niños de las escuelas aledañas a la Reserva, siguiendo un plan de edu-
cación y sensibilización ambiental, para crear una conciencia de preservación en torno a
la especie y de su hábitat natural.
Materiales y métodos
Área de estudio
El estudio se realizó en la Reserva Biológica Cachalú, localizada en los municipios de
Encino y Charalá (Figura 1), a los 06° 04’ N, 73° 07’ W. Posee 1.300 ha que limitan al
occidente con el SFF Guanentá Alto Río Fonce, de los cuales un 95% son bosques andinos
en un rango altitudinal entre de 1.800 y 2.780 m. La topografía es empinada, con una
cobertura vegetal representada en su mayoría por bosques maduros y bosques en proceso
* El verde corresponde a las áreas con bosque de roble en el municipio; el gris representa la topografía (curvas
de nivel cada 500 m, siendo más alto lo más oscuro).
La identificación de las zonas de estudio se realizó tomando como base los elementos
dominantes de la vegetación establecidos en el mapa de unidades de paisaje de la Reser-
va Biológica Cachalú (1996), y posteriormente la ubicación de las zonas se llevó a cabo
en agosto de 2004, mediante el reconocimiento en campo.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 139
Bosques secundarios de edad avanzada
Correspondientes a este tipo de bosque se encontró el bosque El Helechal (BH) y el
bosque La Quinta (BQ), en zonas montañosas diferentes, caracterizados por poseer mayor
área basal, mayor altura y buenas condiciones de humedad, asociados con un grado de
disturbio en el pasado. El bosque El Helechal se encuentra entre los 1.880 y los 2.100
msnm, con coordenadas N 06º 07’ 93’’, W 73º 13’ 05’’. El bosque La Quinta está entre los
2.100 y los 2.300 msnm con coordenadas N 06º 08’ 06’’, W 73º 13’ 96’’, y es un fragmento
de bosque con amplios pastizales y rastrojos a su alrededor. Este bosque presenta ma-
yor incidencia de neblinas
Rastrojos
Se trabajaron dos rastrojos El rastrojo de La Torre a una altura de 1.900 msnm con coor-
denadas N 06º 08’ 39’’, W 73º 12’ 81’’. Es una zona que mostró alta densidad arbustiva y
está próxima al bosque El Helechal y camino al bosque La Torre. El rastrojo de Galilea,
ubicado a 2.200 msnm con coordenadas N 06º 08’ 35’’, W 73º 14’ 41’’, presenta suelos
pantanosos y menos densidad de arbustos, donde se hace más frecuente la presencia de
neblinas; se encuentra próximo al bosque Galilea y cercano al bosque La Quinta.
Fase de campo
En cada zona de estudio se tomaron muestras vegetales en 10 parcelas aleatorias de
10×10 metros c/u, donde se censaron los individuos de estrato arbóreo con diámetro a
la altura del pecho (DAP) mayor de 10 cm y altura mayor a 3 m. Dentro de cada parcela
se demarcó una de 5×5 m, en la cual se censaron los individuos de estrato arbustivo con
DAP menor de 10 cm y una altura entre 1 y 3 m. Por último, otra parcela de 2×2 m,
donde se censaron los individuos del estrato herbáceo menores de 50 cm de altura. Para
cada muestra se registró su hábito de crecimiento y todas las características que permi-
tieron su identificación. Finalmente, se procesaron hasta constituir un ejemplar de her-
bario identificándolas hasta género. En cada parcela se tomó el porcentaje de cobertura
de epífitas pertenecientes a la familia Bromeliaceae. Las plantas que fueron de impor-
tancia alimenticia para Coeligena prunellei se identificaron hasta especie.
Análisis de datos
Para el análisis de las diferentes variables se utilizaron métodos estadísticos paramétricos
y no paramétricos (Steel y Torrie, 1985). Con ayuda de los programas Statgraphics Plus y
KyPlot, aplicando la prueba de homogeneidad de varianzas con el test C de Cochran y si
los datos no cumplían con los supuestos para esta homogeneidad, se llevaba a cabo una
transformación de datos logarítmica, raíz cuadrada o arcsen, de acuerdo con la naturaleza
de las variables. Luego se aplicaron pruebas paramétricas como t de Student, para compa-
rar entre dos conjuntos de datos, y análisis de varianza (Anova, por su acrónimo en in-
glés), para comparar más de dos variables; de lo contrario, se realizaron pruebas no
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 141
paramétricas como Kruskal-Wallis y pruebas de comparación múltiple a posteriori, para
determinar cuál grupo o cuáles diferían de los otros, usando las pruebas Tukey-Kramer
(para Anova) y Steel-Dwass (para Kruskal-Wallis). También se empleó la correlación de
rangos de Spearman (Rs), a efectos de evaluar la relación existente entre dos variables.
Con los datos obtenidos de cada sesión de redes se realizó la corrección de esfuerzo de
muestreo, y así con el tamaño poblacional, asumiendo que en el área y tiempo de muestreo
los efectos de inmigración, emigración, natalidad y mortalidad son despreciables sobre
las dinámicas de la población. Esta se modeló a una población cerrada, por lo tanto,
la estimación del tamaño poblacional se realizó aplicando el método Schnabel para
poblaciones cerradas (Krebs, 1999). Por otro lado, al considerar la población como
una población abierta, se aplicó otra metodología para estimar el tamaño y dinámica
poblacional con el modelo de Jolly-Seber para poblaciones abiertas (Krebs, 1999).
Resultados
Descripción del hábitat
Se encontró que no hay diferencias estadísticamente significativas en el área basal de
árboles entre los cuatro bosques (n=6,144; p=0,104 p>0,05). A pesar de este resultado, se
calculó el valor promedio de área basal por árbol y la altura para identificar qué bosque
presentaba árboles de mayor tamaño, donde se encontró que el bosque El Helechal te-
nía los árboles con la mayor área basal promedio y mayor altura (Tabla 1), seguido del
bosque La Quinta.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 143
Figura 2. Seguimiento fenológico en los diferentes hábitats*
* La Línea gruesa indica presencia del recurso; la línea delgada, ausencia, y los asteriscos rojos (*), muy buena floración es ese mes.
BQ: bosque La Quinta; BT: bosque de La Torre; BH: bosque El Helechal; BG: bosque Galilea; RT: rastrojo de La Torre; RG: rastrojo Galilea.
Fuente: Aspectos ecológicos del inca negro en la Reserva Biológica Cachalú. Santander, Colombia. 2004-2005.
· De la familia Rubiaceae: Palicourea vaginata, también con floración masiva; las especies
de las familias Gentianaceae: Lehmanniella acuminata y Symbolanthus sp 500.
Así, a partir del porcentaje de floración obtenido en cada sesión de muestreo por hábitat,
se encontraron diferencias estadísticamente significativas (Anova F=4,05; p=0,008 p<0,05),
donde algunas especies tuvieron su pico de floración en épocas diferentes, es decir,
asincrónicas; pero otras especies sí fueron sincrónicas con un pico de floración igual, esto
es, a la misma época, así estuvieran en distintos hábitats (Figura 2).
De las plantas a las que se les realizó seguimiento fenológico en toda el área estudio, 13 de
ellas presentaron diferencias estadísticamente significativas (Anova F=2,18; p=0,03), en
cuanto al número de eventos de forrajeo por parte del inca negro, lo cual indica mayor
promedio en número de visitas la especie Psammisia penduliflora (Ericaceae): 5,16±12,17;
seguida por Satirya sp 372 (Ericaceae): 3,16±7,75; Fuchsia venusta (Onagraceae): 2,5±3,72;
Cavendishia sp 378 (Ericaceae): 2±3,09, y Palicourea vaginata: 1,16±2,85. Éstas mostraron
diferencias significativas con respecto a las plantas con bajos registros de forrajeo como
Bomarea diffracta, Cavendishia pubescens, Lehmanniella acuminata, Symbolanthus sp 500 y
Tillandsia sp 5.
Al registrar las visitas de forrajeo, se tuvo en cuenta el horario en que Coeligena prunellei
realizaba dicho evento, que mostró diferencias significativas en cuanto al número de re-
gistros de la especie en una hora específica (Anova F=4,38; p=0,002), donde el mayor pro-
medio de actividad fue hacia a las horas de la mañana, entre las 7:00 y las 8:00 a. m. (6,16
visitas±4,62) y entre 9:00 y 10:00 a. m. (2,5 visitas±2,25), que disminuyeron de 8:00 a 9:00 a. m.
(2,16 visitas±2,4) y de 10:00 a. m. a 11:00 a. m. (1,8 visitas±2,3) con algunos registros de 1:00
a 2:00 p. m. (1,16 visitas±1,1), que mostraron notable disminución hacia el medio día.
Según el número de registros del inca negro, la especie independientemente del hábitat sí
mostró diferencias estadísticamente significativas en el uso de estratos (Anova F=7,5;
p=0,01), por lo tanto, C. prunellei no usó en igual proporción los estratos establecidos y
mostró diferencias significativas entre el estrato medio (15,5 registros ±12,95), con el estra-
to bajo (3,16 registros±3,43) y en menor proporción el estrato alto (1,83 registros±1,60).
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 145
Tabla 3. Densidad relativa de Coeligena prunellei para los diferentes tipos de hábitat
Fuente: Aspectos ecológicos del inca negro en la Reserva Biológica Cachalú. Santander, Colombia. 2004-2005
Fuente: Aspectos ecológicos del inca negro en la Reserva Biológica Cachalú. Santander, Colombia. 2004-2005.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 147
en el área de estudio, con límites de confianza de 169 y 350. Con el tamaño poblacional
de 234 individuos y el área de la Reserva 13 km2 (1.300 ha) se obtuvo una densidad de 18
individuos/km2, que es una estimación sesgada, por asumir que se trabajó en toda el
área de la Reserva. Así, para corregir este sesgo se calculó el rango ocupado por la espe-
cie, dividiendo el área total de la Reserva por el área trabajada para las 6 zonas de estu-
dio, que fue de 0,062 km2 (6,2 ha), y el resultado fue un rango de 1,14 km2. De esta forma,
la densidad estimada para el total de la reserva (18 individuos/km2) es dividida por el
valor del rango ocupado y se obtiene una aproximación de la estimación de la densidad,
equivalente a 15 individuos/km2 para el área de estudio. Por lo tanto, infiriendo este
valor al hábitat remanente (700 km2), la densidad estimada de la especie sería de 10.500
individuos.
Tabla 6. Tamaño poblacional estimado por el método Schnabel para cada sesión de muestreo
2 150 63 439
3 151 89 271
5 245 62 401
Por otro lado, con el método de Jolly-Seber para poblaciones abiertas se realizó la Tabla 7
(Krebs, 1999), a partir de los datos de capturas y recapturas, lo cual evidencia la dinámica
poblacional con la alta tasa de inmigración y emigración durante el período de estudio del
inca negro, en cada sesión de muestreo. Para los dos métodos los límites de confianza son
bastante amplios (incluso son un poco más amplios para el método Jolly-Seber).
Tabla 7. Estimación del tamaño poblacional para cada sesión de muestreo, aplicando el método Jolly-Seber
6 0,5 … … … … … … …
Fuente: Aspectos ecológicos del inca negro en la Reserva Biológica Cachalú. Santander, Colombia. 2004-
2005.
La riqueza en cuanto al estrato arbustivo de los bosques trabajados fue similar, porque
todos son secundarios y se caracterizan por ser más ricos en este estrato que los bosques
maduros (Ollgaard, 1999). Esto se debe a la colonización masiva de unas cuantas espe-
cies propias de bosques secundarios (Guariguata y Ostertag, 2002) y a que esta caracte-
rística se hizo más evidente en el bosque La Torre, con la gran cantidad de plantas en-
contradas de la familia Melastomataceae y Rubiaceae, típicas de bosques secundarios y
en regeneración.
Disponibilidad de recursos
Las especies florales se distribuyeron de manera diferente entre los hábitats y no siem-
pre presentaron el mismo patrón de floración, el cual pudo diferir entre las especies, en
individuos y en poblaciones, tanto en la duración de la floración como en la sincronía
entre individuos coespecíficos (Williams y Meave, 2002).
Por lo tanto, dentro de las especies que presentaron floración masiva, el género
Cavendishia se destacó por tener una corta duración en su floración; además, se encontró
que las especies pertenecientes a este género alternaron la temporalidad de su floración
(meses), es decir, fueron asincrónicas, y se presentaron en hábitats diferentes. Por otro
lado, los individuos pertenecientes a cada una de las especies sí presentaron cierto sin-
cronismo de florecimiento entre ellos, aunque estuvieran en diferentes hábitats —esto
también se observó en el género Satyria sp 372—. Es importante resaltar que la floración
de dos especies del mismo género no se superpone en el mismo tiempo y lugar, como se
vio entre Cavendishia pubescens y Cavendishia sp.378, que mostraron un espaciamiento
temporal en la floración, ya que esto ayuda a minimizar el traslape y maximizar la efica-
cia de la polinización que en este caso es llevada a cabo por los colibríes (Stiles, 1978,
citado en Williams y Meave, 2002).
Entre especies de géneros diferentes se vio que la floración se puede presentar de mane-
ra sincrónica y en el mismo lugar, como la Cavendishia compacta y la Thibaudia sp 8, en el
bosque La Torre. Estos sucesos de diferencias en la disponibilidad de flores se deben
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 149
probablemente a que la reproducción de las plantas tropicales, como las presentes en el
área de estudio, está limitada por la disponibilidad de polen —que podría obedecer a la
competencia que se establece entre ellas por los polinizadores— y, por lo tanto, las plan-
tas de las diferentes zonas presentaron estrategias para minimizar la competencia (Mur-
cia, 2002), como puede ser el desplazamiento de fenologías observado; por ello, al eva-
luar el porcentaje de floración entre hábitats, se encontraron diferencias significativas.
La especie más visitada fue Psammisia penduliflora, que por su disponibilidad relativa, su
posible retorno energético y la capacidad de Coeligena prunellei de obtenerlo se constituyó
en un recurso importante de néctar, ya que este colibrí, por la fuerza que ejerce con su pico
al libar en sus flores, es capaz de separar las anteras que están fuertemente unidas y así
alcanzar el néctar (Snow y Snow, 1980; Murcia, 1987), por esto se creó una aparente rela-
ción entre corola larga y pico largo, donde la especie es recompensada con néctar.
A pesar de ser considerada como una especie rutera, C. prunellei ocasionalmente esta-
bleció un comportamiento de defensa de recursos donde Psammisia penduliflora era una
especie dominante, como en el rastrojo de La Torre, cuando C. prunellei persiguió a un
Colibrí coruscans hasta alejarlo de la planta. Esta defensa de recursos es una conducta
con la cual las especies buscan reducir los costos de tiempo y de energía que les genera
la búsqueda de alimento (Murcia, 2002); pero así hayan plantas con menos flores, éstas
pueden tener una mejor producción de néctar que provocan reacciones de apropiación
y defensa (Ayala, 1986), como se observó en Cavendishia sp 378, en el rastrojo Galilea
hacia la tercera sesión, cuando la planta estaba finalizando su etapa de floración, y por
esto C. prunellei se estableció en algunas flores defendiéndolas de la presencia de una
Diglossa albilatera. Este comportamiento es facultativo y la especie puede asumirlo o
dejarlo según sea el balance costo-beneficio (Murcia, 2002).
Por otro lado, las actividades de forrajeo por parte de la especie en los recursos florales
disponibles durante el período de estudio estuvieron concentradas hacia las horas de la
mañana, y disminuyeron notablemente hacia el mediodía y la tarde, lo cual está relacio-
nado con la producción de néctar de las plantas, que es mayor en las horas de la maña-
na, con tendencia a disminuir en el transcurso del día (Snow y Snow, 1980), lo cual
influye en la actividad de la especie. La tendencia al uso del estrato medio por parte de
Coeligena prunellei se debió a que a esta altura estuvieron presentes la mayoría de recur-
sos florales que él utilizó como alimento, los cuales se distribuyeron en el estrato arbus-
tivo y claros de los bosques secundarios estudiados, además por ser el estrato dominan-
te en los rastrojos donde se presentó buena oferta floral.
En cuanto a la muda, se observó que cuando los individuos presentaron dicho evento,
ya fuera en el hábitat de captura o recaptura, se encontraba buena disposición de oferta
Debido a que los recursos florales no son los mismos para cada hábitat, la densidad de la
especie no se correlacionó con la floración en toda el área de estudio; sin embargo, de-
pendiendo de la distribución de esa oferta floral, en cada zona se encontró que la densi-
dad sí estuvo relacionada con la floración en sitios como el bosque La Quinta y el rastro-
jo de La Torre. De esta forma, la densidad de la especie se ve influenciada por la oferta
floral presente; pero en el bosque Galilea, aunque la densidad no se relacionó con la
estructura de la vegetación ni con la floración, se presentó el mayor valor de densidad
relativa, lo cual indica que aunque no existió una relación directa con la flora del bos-
que, sí puede ser utilizado para la nidificación por la protección que éste le puede brin-
dar, dado que ninguna de las poblaciones encontradas de C. prunellei habita en sitios
desprovistos de cobertura boscosa (Velásquez et al., 2005).
En cuanto a la abundancia relativa obtenida con las capturas, ésta fue diferente entre los
hábitats y varió principalmente por la topografía del hábitat muestreado. Así, en el bos-
que La Torre, a pesar de presentar una densidad relativa menor, la captura de indivi-
duos por hora/red fue mayor a comparación de los otros hábitat, debido a la ubicación
de las redes en un filo de montaña, que se constituye en un sitio de paso de las aves, por
estar ubicado a el mismo nivel del dosel del bosque.
Los machos C. prunellei no se ven muy afectados por la fragmentación, porque pueden
encontrar sus recursos alimenticios fuera del bosque, moviéndose con facilidad entre los
hábitats trabajados (Renjifo, 1999), característica que no fue observada en las hembras
durante el estudio, ya que siempre se encontraron en el interior del bosque. Por ello, las
hembras, aunque no se correlacionaron con el área basal y la altura de los bosques que
fueron el hábitat donde se capturaron, sí se correlacionaron con la diversidad del estrato
arbóreo, tal vez porque esta diversidad pueda ser un indicativo de un hábitat más conser-
vado, el cual sería un factor importante para su permanencia en estos lugares.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 151
De esta forma, se considera que ellas sí son susceptibles a la fragmentación, debido a
que la transformación del hábitat afecta la disponibilidad de recursos en el bosque y las
condiciones naturales de éste, que son primordiales para su viabilidad y, por ende, para
la nidificación. Esta condición afecta tanto a machos como a hembras, ya que las zonas
boscosas son necesarias para la actividad reproductiva de la especie, factor principal
que al ser alterado la hace más propensa a la extinción.
El estimativo de la densidad dado a partir del tamaño poblacional obtenido con la cap-
tura-recaptura proporcionó resultados más apropiados para especies ruteras como
Coeligena prunellei, ya que esta especie tiene una probabilidad alta de reconteo en los
puntos, al realizar censos (Velásquez et al., 2005). Estudios recientes del hábitat rema-
nente de la especie (Velásquez et al., 2005) indican que, por su situación actual, C. prunellei
sigue ubicada como una especie en peligro de extinción, en vista de la reducción de su
hábitat (Renjifo et al., 2002). Además, por la densidad de la población calculada para
estas zonas donde se encuentra, la especie no entraría a ser ubicada en la categoría C de
vulnerable (<10.000 individuos), debido a que el estudio fue realizado en una área
de protección para la especie, donde ésta es abundante. Por lo tanto, al asumir que esa
densidad se mantiene constante para el resto de hábitat remanente, la población no
llegaría a esta categoría, pero considerando la situación actual de estos lugares y la falta
de protección de la mayoría de ellos, la población de la especie está en la categoría de
vulnerable, de acuerdo con las evaluaciones de BirdLife International (2000) y Renjifo et
al. (2002).
Sin embargo, estos resultados deben interpretarse con precaución, debido a los métodos
utilizados. Se requiere una investigación más detallada para llegar a estimativos que se
aproximen mejor a la realidad, ya que con el tamaño poblacional estimado a partir del
método Schnabel para poblaciones cerradas —del cual se hizo la inferencia para la den-
sidad—, se asumió que la población siempre fue la misma en el área de estudio, es decir,
que no se movía y siempre era constante. Este supuesto se podría basar en que en el
último muestreo el tamaño poblacional bajó, y a pesar de no obtener un número alto de
recapturas para esta sesión al compararla con las otras, sí fue mayor. Así, se podría decir
que gran parte de la población fue censada en esa zona y que en ese muestreo ya se
estarían volviendo a recapturar los individuos marcados anteriormente; no obstante,
sólo en ese muestreo la población disminuyó un poco, porque para los demás siempre
estuvo aumentando, entonces se asumiría que individuos nuevos estaban llegando al
área de estudio.
La presencia de sesgo en el cálculo pudo ser debida también a una discrepancia entre el
mundo real y la supuesta forma en que se comportó la población en la aplicación de los
modelos para estimar el tamaño poblacional; por esto el componente estadístico no siem-
pre es el más exacto, también influye el componente biológico (Krebs, 1999).
Por otro lado, aunque la abundancia encontrada para Coeligena prunellei en el área de
estudio fue mayor a comparación de la obtenida para otras especies, no es un buen
indicativo para asegurar que la especie no esté propensa a la extinción, sino que esa
abundancia fue debida a que los hábitats hallados en la Reserva pues, además de encon-
trarse en su rango de distribución, poseen las características que la especie necesita para
mantener viables sus poblaciones.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 153
Fue frecuente encontrar quemas en el bosque La Quinta y en el rastrojo de La Torre,
llevadas a cabo con bastante regularidad para limpieza de helecho marranero y prepa-
ración de pastizales para la ganadería. Esto genera más pobreza, en cuanto a nutrientes
del suelo, pues inhibe la rápida regeneración de plantas pioneras. Adicionalmente, esta
alteración contribuye también a la fragmentación con el consecuente desplazamiento
de muchas poblaciones, lo que ocasiona la disminución de su tamaño poblacional. Los
pastizales generados por las quemas ya tienen gran influencia hacia los bordes del bos-
que La Quinta, que van originando pérdidas de hábitat para la fauna silvestre.
Agradecimientos
A la Fundación Natura, a la Fundación ProAves, a la Universidad Distrital Francisco
José de Caldas, a Birder’s Exchange, a Gary Stiles, a Sergio Córdoba, a Aquiles Gutiérrez,
a Jorge Morales, al personal administrativo de la Reserva Biológica Cachalú y a la co-
munidad de Encino, Santander.
Bibliografía
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Constanza Camargo*
Sonia Vargas**
Introducción
En Colombia, los bosques se ven amenazados por diversos factores, entre ellos las acti-
vidades antrópicas. En la región andina se estima que se ha perdido más del 74% de la
cobertura forestal, lo que constituye un problema para la biodiversidad presente. Al
estudiar fragmentos en un ecosistema que presenta diferentes grados de conectividad o
aislamiento, que afectan los procesos ecológicos clave, como la frugivoría (Thebaud y
Strasberg, 1997), y teniendo en cuenta que los mayores dispersores de semillas en estas
zonas son las aves frugívoras, se pretende conocer a fondo la relación mutualista plan-
ta-animal y el papel que desempeñan en la reconstrucción de un ecosistema fragmenta-
do. Esto permite, por un lado, caracterizar componentes de la dinámica ecológica en los
sistemas bióticos y, por el otro, facilitar la predicción del efecto en la composición de la
vegetación, eslabón básico en los ecosistemas. Sin embargo, es poco lo que se conoce
de la dispersión de semillas por aves frugívoras en paisajes que se han transformado
en pastizales.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 157
aves el consumo de semillas en las zonas evaluadas? (4) ¿Como varía la dispersión de
semillas según la época climática y la zona?
Metodología
Captura con redes de niebla
Se ubicaron seis redes de niebla en tres zonas PA y dos en zonas PRB, en regeneración.
Las redes se ubicaron en el PA cerca de la quebrada, localizada en un borde de la hectá-
rea que contiene al Centro de Investigaciones de la reserva, entre islas de arbustos, her-
báceas y helechos. En los PRB, en el borde del bosque, los puntos de ubicación de cada
una de las redes fueron tomados con GPS. Las redes se abrieron en cada zona tres días
consecutivos, alternándose en cada una de las zonas durante los nueve meses de muestreo
(julio de 2004-marzo de 2005). Se consideraron como meses de invierno los períodos de
septiembre-octubre y noviembre–diciembre, y como meses de verano, los períodos
de julio-agosto y enero-marzo. El registro de precipitación fue distribuido de manera
bimodal. En el transcurso de las ocho horas diarias de captura, se revisaron las redes
cada 45 minutos, durante las horas de operación.
Las aves capturadas se identificaron con la ayuda de la Guía de aves de Colombia (Hilty y
Brown, 1986) y la Guía de aves de Norteamérica. Se tomaron los siguientes datos: hora de
captura, número de malla de cada ave extraída, rictus, culmen expuesto, alto del pico,
tarso, longitud de ala y cola, muda del cuerpo y peso. Las aves capturadas pertenecientes
al gremio frugívoro se colocaron en bolsas de tela individuales para la colecta de fecas.
Toma de fecas
Las aves se colocaron, entre 15 y 20 minutos, dentro de bolsas de tela que contenían
papel filtro, donde se colectaron las fecas para su posterior análisis. A partir de fecas
obtenidas en el papel filtro, se separaron las semillas; posteriormente, fueron lavadas,
contadas y caracterizadas. Adicionalmente, se rotuló el papel filtro con indicativos nu-
méricos y se almacenaron en bolsas de papel para el posterior análisis.
Las semillas encontradas en las fecas fueron comparadas con ejemplares de las mues-
tras botánicas colectadas en las zonas de estudio, con las carpotecas de las instituciones
Jardín Botánico de Bogotá José Celestino Mutis y la Universidad Javeriana (HPUJ) y con
las semillas recolectadas en el estudio realizado en la Reserva Biológica Cachalú, por
Rincón (2003). El apoyo bibliográfico para la identificación de semillas se tomó de la
Guía de frutos y semillas de la cuenca media del río Otún y de Frutos y semillas de un bosque
subandino en Cundinamarca, Colombia.
Análisis estadístico
Los datos se analizaron por medio de un análisis de la varianza (Anova, por su acrónimo
en inglés), previa verificación de la normalidad de éstos, mediante el uso de la prueba
de Shapiro-Wilk. Los datos no presentaron distribución normal, por lo que se analiza-
ron mediante el uso de la prueba no paramétrica de Kruskall-Wallis. Para la realización
de estos análisis se utilizó el programa STATISTIX para Windows, versión 7.0.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 159
de presencia/ausencia en este estudio se usó el índice de Sorensen, mediante el
programa SIMIL.EXE. Por último, para analizar los datos también se empleó la
estadística descriptiva.
Resultados
Durante los meses de muestreo se registraron 111 especies de aves, de las cuales 53 se
consideraron integrantes del gremio frugívoro, y 46 especies de plantas que realizaron
197 diferentes interacciones planta-animal.
Avifauna
En los pastizales de la Reserva, Natural Cachalú se, realizó, durante nueve meses, un
esfuerzo de muestreo de 4.626 repartidos en 4.114 horas-red y 512 horas de observa-
ción. Se registraron un total de 1.644 individuos pertenecientes a 111 especies de 25
familias, de acuerdo con la clasificación planteada por Hilty y Brown (1986). Del total de
los individuos registrados, el 71,7% hace parte del gremio frugívoro presente en estas
zonas, pertenecientes a 55 especies (49,5% del total de frugívoros), a su vez correspon-
dientes a 16 familias.
Del total de las especies de aves frugívoras, durante el estudio fueron observadas 42,
pertenecientes a 14 familias, en 589 individuos, y fueron capturadas un total de 43 espe-
cies pertenecientes a 10 familias, en 590 individuos, en los PRB y el PA. En el hábitat
fueron registradas, entre capturas y observaciones en el PRB, un total de 46 especies, y
en el PA, 34 especies.
El total de aves en el PRB representa el 86,79% del total de las especies de aves captura-
das, y el PA, el 64,15%. Del total de las especies de este estudio, el 83,33% fueron obser-
vadas consumiendo frutos. En el PRB, el 84,21% fueron observadas consumiendo fru-
tos, y en el PA, 79,16%. Se observó mayor consumo en el PRB, a diferencia de las aves
capturadas en ambos sitios, donde el 93% de las aves dispersaron semillas
Las especies de aves frugívoras registradas durante el estudio fueron: Coereba flaveola,
Diglossa albilatera, Diglossa cyanea, Diglossa sittoides, Columba fascista, Cyanocorax incas,
Ortalis momot colombiana, Crotophaga ani, Piaya cayana, Atlapetes albofrenatus, Atlapetes
brunneinucha, Atlapetes ruffnucha simplex, Emberizoides herbicola, Saltator albicollis, Saltator
atripennis, Zonitrichia capensis, Icterus chrysater, Mimus gilvus, Vermivora peregrina (M)2 ,
Colinus cristatus, Pionus chalcopterus, Aulacorhynchus prasinus, Chlorospingus canigularis,
Chlorospingus opthalmicus, Euphonia xanthogaster, Pipracidae melanonota, Pipreola riefferi,
iPiranga rubra, Schistochlamys melanopis, Tachyphonus luctuosus, Tachyphonus rufus, Tangara
arthus, Tangara cyanicollis, Tangara guttata, Tangara heinei, Tangara nigroviridis, Tangara
vitriolina, Thraupis cyanocephala, Thraupis episcopus, Thraupis palmarum, Catharus ustulatus
(M), Myadestes ralloides, Platycichla flavipes, Pltaycichla leucops, Turdus fuscater, Turdus
ignobilis, Turdus serranus, Elaenia flavogaster, Elaenia frantzii, Mionectes olivaceus, Myiarchus
tuberculifer, Tyrannus melancholicus, Zimmerius viridiflavus.
Las especies de aves frugívoras que se destacaron con los mayores registros durante
todo el muestreo fueron Zonotrichia capensis y Elaenia frantzii. En una menor proporción
se encontraron Elaenia flavogaster, Tangara vitriolina, Turdus ignobilis, Chlorospingus
canigularis, Diglossa albilatera y Mimus gilvus. Las especies raramente registradas fueron
Diglossa sittoides, Vermivora peregrina (M), Colinus cristatus, Schistochlamys melanosis,
Tachyphonus luctuosus, Tangara arthus, Myiarchus tuberculifer, Piaya cayana, Emberizoides
herbicola, Saltator atripennis (Figura 1).
Figura 1. Relación existente entre el número de especies y el número de individuos de los pastizales evaluados*
2. M: especie migratoria.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 161
El PRB mostró mayor abundancia en cuanto al número de registros de especies diferen-
tes de aves en las que sobresalen: Chlorospingus canigularis, Elaenia frantzii, Diglosa
albilatera, Zonitrichia capensis, Zimmerius viridiflavus. En el pastizal abierto se registraron
12 especies menos que en el PRB, y en esta zona sobresalen Zonitrichia capensis (que
predomina notablemente), Elaenia frantzii, Elaenia flavogaster, Turdus ignobilis y Tangara
vitriolina.
Las especies con mayores registros en invierno fueron: Chlorospingus canigularis Diglosa
albilatera, Diglossa cyanea, Zonitrichia capensis, Elaenia frantzii, y en verano fueron
Chlorospingus canigularis, Elaenia frantzii, Diglosa albilatera, Zimmerius viridiflavus,
Zonitrichia capensis.
Las especies de aves con mayores registros en invierno fuero: Zonitrichia capensis, Elaenia
frantzii, Elaenia flavogaster, Turdus ignobilis, Mimus gilvus, Coereba flaveola, y en verano
fueron Elaenia frantzii, Zonitrichia capensis, Elaenia flavogaster, Tangara vitriolina y Turdus
ignobilis.
Especies vegetales
Se recolectaron un total de 511 fecas, de las cuales 297 (58,12%) tenían muestras de semi-
llas consumidas por aves. En época de invierno, 34 muestras en el PRB, y 58 en el PA. En
época de verano se recogieron 58 en el PRB y 110 en el PA. La temporada de verano
registró mayor cantidad de muestras recolectadas en las dos zonas (56,5%), mientras
que el en el PA se acopiaron más fecas con muestras de semillas (60,8%).
Tras la comparación de cantidad de muestras con semillas por zonas y épocas con can-
tidad de especies de semillas, se puede determinar que las muestras con semillas fueron
mayores en el PA, que muestra el mayor índice de dominancia de Simpson (PAinv 0,25
y PAver 0,22); sin embargo, se encontró mayor diversidad de especies de semillas en las
muestras recolectadas en el PRB, que presenta la mayor diversidad de especies vegeta-
les en las dos épocas, según el índice de Shannon-Wiener (PRB ver D=2,73 y PRBinv
D=2,32).
· Myrcine coriacea (21 especies consumidoras): Elaenia frantzii, Elaenia flavogaster, Tangara
vitriolina, Turdus ignobilis, Tangara cyanicollis, Catharus ustulatus, Turdus fuscater, Mimus
gilvus, Cyanocorax incas, Myadestes ralloides, Zonitrichia capensis, Aulacorhynchus prasinus,
Coereba flaveola, Piranga rubra, Platycichla leucops, Saltator albicollis, Zimmerius viridiflavus,
Tangara nigroviridis, Turdus serranus, Icterus chrysater, Platycichla flavipes.
· Rubus sp (21 especies consumidoras): Elaenia frantzii, Zonitrichia capensis, Turdus fuscater,
Turdus ignobilis, Elaenia flavogaster, Mimus gilvus, Tangara vitriolina, Atlapetes albofrenatus,
Catharus ustulatus, Chlorospingus canigularis, Piranga rubra, Saltator albicollis, Tachyphonus
rufus, Thraupis episcopus, Myadestes ralloides, Pipreola riefferii, Platycichla flavipes,
Schistochlamys melanopis, Tachyphonus luctuosus, Tangara guttata, Zimmerius viridiflavus.
Las aves con mayores consumos de especies ornitocoras fueron Elaenia flavogaster, Tangara
vitriolina y Zonitrichia capensis, que suelen destacarse por sus abundantes registros en
los pastizales. Entre tanto, Coereba flaveola, Diglossa cyanea, Turdus serranus, Schistochlamys
melanopis, Tachyphonus luctuosus, Tangara heinei, Tangara nigroviridis, Thraupis
cyanocephala, Turdus fuscater sólo registraron dos especies vegetales, entre las cuales se
destacan Sheflera cf. uribei y Atlapetes rufinucha simples, Diglosa albilatera, Myiarchus
tuberculifer, Piaya cayana, Pipracidae melanonota., Pipreola riefferii, Tangara arthus y Thraupis
episcopus. Las especies de plantas asociadas con las tres principales especies de aves se
enuncian a continuación (Figura 2):
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 163
rivinoides, Gallium hyporcarpium, Palicourea sp 1, Solanum sp 3, Morfo 1, Morfo 3, Morfo
4 y Morfo 6.
· Tangara vitriolina: Cordia cylindrostachia, Viburnum cornifolium, Cecropia sp, Clusia sp,
Henrietella cf. trachifila, Miconia theaezans, Miconia sp 1, Miconia sp 2, Myrcine coriacea,
piper sp 1, Rubus sp, Coccocyselum hirsutum, Morfo 3, Morfo 6 y Morfo 16,
· Zonitrichia capensis: Psammisia sp, Miconia theaezans, Miconia sp 1, Ficus sp, Myrcine
coriacea, Piper sp 1, Piper sp 2, Rubus sp, Coccocyselum hirsutum, Gallium hyporcarpium,
Morfo 4, Morfo 5, Morfo 6, Morfo 11 y Morfo 12.
Figura 2. Relación existente entre la acumulación de especies vegetales en el consumo por parte de las aves en los
pastizales evaluados
El índice de Sorensen para la comparación entre zonas y épocas revela que el PA, en las
dos épocas, presenta la mayor similitud, con un índice de (Ss=0,66), esto si se tiene en
cuenta la igualdad de registros de especies vegetales en el PA. No obstante, el índice
de Sorensen, que muestra el PRB en invierno y el mismo PRB en verano (Ss=0,59), no
tiene una diferencia muy marcada con el PA, y gracias a su mayor diversidad en esta
zona se presentan mayor número de especies comunes de semillas. El resultado del
índice para la relación entre el PRB y el PA en verano (Ss=0,51) muestra que esta fue la
época donde se encontraron el mayor número de especies comunes en las dos zonas.
Las especies vegetales dispersadas en los sitios de estudio, tanto en los registros de ob-
servación como en las semillas colectadas en las fecas, fueron Sheflera cf. uribei, Cordia
Las semillas dispersadas en el PRB fueron, en invierno (22 especies vegetales), pertene-
cientes a las familias Araliaceae, Clusiaceae, Ericaceae, Lauraceae, Melastomataceae,
Moraceae, Myrsinaceae, Piperacea, Rosacea, Rubiaceae, Solanaceae, y siete morfoespecies.
En verano (31 especies), pertenecientes a las familias Caprifoliaceae, Cecropiaceae,
Clusiaceae, Ericaceae, Lauraceae, Melastomataceae, Moraceae, Myrsinaceae, Piperacea.
Rosacea, Rubiaceae, Solanaceae, y diez morfoespecies.
Las semillas que fueron dispersadas en los dos pastizales fueron Viburnum cornifolium,
Clusia schomburgkiana, Psammisia sp, Miconia theaezans, Miconia sp 1, Miconia sp 2, Ficus
sp, Myrcine coriacea, Piper sp 1, Piper sp 2, Rubus cf. urtidaefolius, Coccocyselum hirsutum,
Solanum sp 1, Morfo 5, Morfo 6 y Morfo 12. Mientras que Sheflera cf. uribei, Cecropia sp,
Cavendishia sp, Sphyrospermun sp., Lauraceae, henrietella cf. trachifila, Miconia cf. annulata,
Miconisa lehmsnnii I, Palicourea sp 1, Palicourea sp 2, Solanum sp 2, Antidaphne viscoidea,
Morfo 2, Morfo 7, Morfo 8, Morfo 9, Morfo 10, Morfo 11, Morfo 13, Morfo 14, Morfo 15
y Morfo 16 fueron dispersadas en el PBR, y Cordia cylindrostachia, Cissampelos pareira,
Phytolacca rivinoides, Gallium hyporcarpium, Solanum sp 3, Morfo 3 y Morfo 4 fueron dis-
persadas sólo en el PA.
Las relaciones que sobresalen en cuanto número especies comunes de aves para las
especies vegetales más consumidas fueron: Miconia theaezans y Miconia sp 1, que son
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 165
consumidas por trece especies de aves en común (Elaenia flavogaster, Tangara vitriolina,
Zonitrichia capensis, Chlorospingus canigularis, Elaenia frantzii, Catharus ustulatus, Icterus
chrysater, Mimus gilvus, Myadestes ralloides, Tangara cyanicollis, Atlapetes albofrenatus,
Aulacorhynchus prasinus y Tachyphonus rufus).
Miconia theaezans y Rubus son consumidas por doce especies de aves en común (Elaenia
flavogaster, Tangara vitriolina, Zonitrichia capensis, Chlorospingus canigulars, Elaenia frantzii,
Catharus ustulatus, Mimus gilvus, Myadestes ralloides, Turdus ignobilis, Atlapetes albofrenatus,
Saltator albicolis, Tachyphonus rufus).
Miconia theaezans y Miconia sp 1 son las especies que tienen el índice más alto de simila-
ridad de Sorensen, con un coeficiente de 0,839, seguidas de las siguientes relaciones con
coeficientes entre 0,815 y 0,8: Miconia sp 1 y Rubus sp, Miconia theaezans y Rubus, Viburnum
cornifolium y Morfo 6.
Discusión
Según estudios realizados en pastizales (Guevara y Laborde, 1993), las aves son gran-
des dispersoras de semillas; sin embargo, al evaluar dos zonas de pastizal con una
matriz diferente, se pueden observar diferencias en la dispersión.
Aunque las aves son dispersoras de especies de plantas en estados sucesionales, tanto
tempranos como tardíos, en una proporción ligeramente mayor dispersan plantas de
estados sucesionales tempranos (plantas pioneras) (Galindo et al., 2000).
Las especies vegetales que fueron más dispersadas en este estudio en los dos tipos de
pastizales evaluados son plantas que crecen en suelos degradados —con lo que regene-
ran potreros abandonados— y que se desarrollan bien en bordes de bosque —con lo
cual contribuyen a la sucesión natural— (Fundación Natura, s. f.: cuadro de árboles):
Miconia theaezans, Mircine coriaceae y Rubus sp (Rincón, 2003). Estas especies son preferi-
das por el gremio frugívoro, de acuerdo con algunas variables morfológicas, como el
peso del fruto, número de semillas por fruto, forma del fruto y variables de color e
intensidad, así como por ser plantas con una gran cantidad de frutos de pequeño tama-
ño, a diferencia de otras morfoespecies, que por el gran tamaño del fruto no son muy
dispersados, por la dificultad de ser consumido por aves con apertura bucal más peque-
ña (Wheelwrigh, 1985; Renner, 1987, y Snow, 1971, en Pavajeau, 1990).
Algunas representantes de las miconias son de gran interés ecológico, por ser plantacio-
nes protectoras de bosques, por restaurar nacimientos de agua, por formar corredores y
Así mismo, la familia Thraupidae es la que presenta más especies que contribuyen con
la dispersión, pues se caracteriza por tener un hábitat arborícola, alimentarse de frutos y
semillas, que pueden llegar a constituir el 50% de su dieta; pero que la hacen pertenecer
al grupo de frugívoros no especializados o generalistas. Esta clasificación fue ideada
por Snow (1981) y aplicada colectivamente por los ornitólogos, ya que se refiere a un
grupo de frutos poco nutritivos consumidos por una gran variedad de aves oportunis-
tas (Pavajeau, 1990).
Para esta categoría, se coincide con el concepto que indica que los pájaros frugívoros y
las plantas en los trópicos han coevolucionado. El resultado de esta operación son las
adaptaciones mutuas, las cuales, en áreas perturbadas, hacen que las especies de plan-
tas creen estrategias de selección reproductiva y produzcan muchos frutos, menos nu-
tritivos, que proporcionan generalmente carbohidratos, más pequeños (Dorp, 1985). Sin
embargo, en 1975, un autor opinaba que la dispersión se optimiza atrayendo muchos
frugívoros oportunistas no especializados, como muchas de las especies capturadas que
aunque no son especialistas, hacen parte de la dispersión.
Las especies dispersadas por el gremio de aves frugívoro son plantas que no superan los
tres metros de altura y que son dispersadas ampliamente por aves de las familias
Tyrannidae, Thraupidae, Fringilidae y Turdidae, que utilizan estas plantas aisladas en
las zonas de pastizal, no sólo como alimento, sino también naturalmente como percha.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 167
De allí que el aumento en el número de semillas dispersadas en la zona de pastizal
abierto sea mayor, ya que las aves, al encontrar sitios abiertos, buscan perchas, lo que
facilita la dispersión de semillas en estas zonas degradas (MacArthur y McArthur, 1961,
en Andrade, 1997).
El aumento en la dispersión, como es el caso que se encuentra con Rubus sp. y Myrcine
coriacea, puede deberse al mayor número de individuos por especies vegetales en el PA,
mientras que Miconia theaezans mantiene el número similar de especies en las dos zonas.
La especie que más contribuyó con la dispersión fue Elaenia flavogaster, que dispersa 17
especies vegetales y muestra que es una dispersora eficiente. Aunque su abundancia
aumenta en el PA, se encuentra en las dos zonas. No se observan diferencias entre los
datos de captura y especies con su relación de dispersores entre el PA y el PRB, pues aun
cuando la zona presenta precipitación bimodal (Fundación Natura, s. f.), no es muy
marcada la diferencia entre éstos; además, las especies de plantas más representativas
evidencian un largo período de fructificación.
La zona con mayor diversidad y riqueza de especies de aves fue el PRB, donde se obtu-
vieron 38 especies vegetales dispersadas. Las semillas más dispersadas son similares a
lo encontrado por Rincón (2005), aunque los porcentajes varían. Las especies Viburnum
cornifolium y Cordia cylindrostachya también son relevantes en este estudio.
La especie que más compartieron las diferentes especies de aves, en términos de recurso
alimenticio, fue Miconia theaezans, de la familia Melastomataceae, que es dispersada por
26 especies de aves; seguida por Myrcine coriacea, dispersada por 21 especies, y Rubus sp,
dispersada por 21. Estas especies pioneras clave permiten llevar a cabo el proceso de rege-
neración natural, al proveer a los PA de aves que consuman frutos y que eventualmente se
convierten en un punto focal de regeneración; sin embargo, este estudio no provee con
certeza la eficacia del establecimiento de la semilla.
El porcentaje de aves que considera a Miconia theaezans dentro de sus hábitos alimenti-
cios es de 47,16%. Esta especie forma el componente principal de la dieta de la mayoría
de las especies frugívoras. Los mayores porcentajes de frutos maduros se registraron en
invierno y se relacionan directamente con un mayor número de especies registradas
que consumieron Miconia theaezans en los dos pastizales frente a la temporada de vera-
no. Miconia sp 1 y Miconia sp 2 también hacen parte en gran proporción de especies
consumidas por las aves.
La especie Myrcine coriaceae posee un fruto pequeño con una única semilla envuelta
por un pericarpo fino. Este fruto se consume entero, lo cual puede representar una
mayor tasa de germinación, al pasar por el tubo digestivo de las aves consumidoras,
incluidos los Thraupidos (Pineschi, 1990, citado en Manhães, 2003), por lo que es de
gran importancia para la rápida y efectiva restauración del pastizal.
Con el propósito de conocer las especies vegetales compartidas por las aves se utilizó
el índice de Sorensen, el cual es el más apropiado, ya que los datos de ausencia no se
deben en realidad a la no presencia, sino a que no ha sido posible encontrarlos. Cobra
importancia que una especie vegetal sólo comprenda una especie consumidora, por
eso el hecho de que estas aves sean las que reportaron pocos individuos pone en alerta
el estado de estas comunidades, como ocurre con Sheflera cf. uribei=Tachyphonus rufus;
Lauraceae=Aulachoryncus prassinus; Morfo 7=Miadestes ralloidesy, y Morfo 15=Pipreola
riefferii.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 169
Conclusiones
La zona con mayor diversidad y riqueza de especies de aves fue el PRB, donde se obtu-
vo el mayor número de especies vegetales dispersadas; sin embargo, el PA presenta
mayor cantidad de registros de dispersión. Las melastomatáceas se posicionan como la
principal familia de plantas que aprovechan la mayoría de las aves frugívoras en los
pastizales. Estas plantas dependen de este gremio para su dispersión. Además, han sido
reportadas en Costa Rica, en la Reserva Carpanta (Colombia), en Trinidad, en Tucumán,
en San Carlos de Antioquia (Colombia), lugares donde se han destacado las familias
Tyrannidae, Thraupidae, Turdidae, Fringillidae, Coerebidae, las cuales en Cachalú son
representadas por Elaenia flavogaster, Tangara vitriolina, Zonitrichia capensis, Chlorospingus
canigularis, Elaenia frantzi y Catharus ustulatus.
Las especies de plantas más dispersadas en los dos pastizales por el gremio frugívoro
son Miconia theaezans, Myrcine coriacea y Rubus sp, especies clave por ser pioneras y con
propiedades adecuadas que permiten llevar a cabo el proceso de regeneración natural
en zonas degradas. Las plantas más dispersadas se encuentran a lo largo de las dos
épocas climáticas, lo que permite una amplia disponibilidad del recurso a lo largo de
los meses, al inducir a que un mayor número de aves las consuman. La especie Elaenia
flavogaster, Tangara vitriolina y Zonitrichia capensis dispersan el mayor número de espe-
cies de plantas. Chlorospingus canigularis, individuo que sólo se encontró en el PRB, tam-
bién tiene una alta tasa de especies para su dieta y el migrante septentrional Catharus
ustulatus fue considerado entre los más frugívoros (Rouges y Blake, 2001).
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Introducción
Debido a la alta calidad de la madera del roble n. v. (Quercus humboldtii, entre otros), la
presión antrópica sobre estos bosques ha sido el factor históricamente preponderante
respecto a la disminución de la vegetación nativa y el empobrecimiento en la riqueza de
especies y en la diversidad (Walter y Gillett, 1998).
Es muy conocida la relación entre riqueza de especies y altitud (Gentry, 1995); sin em-
bargo, se ha encontrado que los bosques sobre 1.500 msnm, donde es típico el roble, e
incluso algunos por encima de 2.900 msnm, tienen abundancias específicas y por fami-
lias mayores a lo esperado (Robinson et al., 2003). Dado lo anterior, la conservación del
roble no sólo protege a la especie de la extinción, sino que protege sistemas completos
asociados con el crecimiento de este árbol.
* Biólogo del Invernadero Universidad El Bosque, Carrera de Biología, Bogotá, Colombia. Correo electrónico:
hernandezadolfo@unbosque.edu.co
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 173
No obstante, a través de ensayos de germinación, se han encontrado tiempos tan cortos
como 15 días en semillas recolectadas en la zona rural de Concepción, Santander. Este tipo
de comportamiento es el resultado de un tratamiento de imbibición combinado con expo-
sición periódica a la radiación solar, sin el uso de ningún otro agente físico o químico.
Los períodos de germinación del roble para el primer grupo estuvieron entre 60 y 75
días, bastante de acuerdo con lo reportado en la literatura sobre el tema. Se realizó una
prueba de flotabilidad de otra reserva de 294 semillas de morfotipo grande, recolectada
en el Club Los Arrayanes. De éstas, 230 (78,23%) semillas pasaron la prueba de flotabilidad
y, de ésas, 193 germinaron (64%).
De las semillas sembradas sólo el 50% (75) superaron la etapa inicial de la germinación
y mostraron formación de plúmula. De este material hay un grupo de 48 arbolitos de
30-50 cm de altura, obtenidos de 75 semillas que prevalecieron. De un total de 311 semi-
llas, de las cuales el 48,23% presentó actividad embrionaria, finalmente sólo 24,11% se
sembraron y únicamente el 15,43% llegó a plántula. Para este grupo los tiempos de
germinación estuvieron entre 30 y 40 días.
El uso de aserrín saturado de agua ha resultado ser uno de los tratamientos más efecti-
vos para propiciar la germinación; sin embargo, los montajes requieren vigilancia cons-
tante por la tendencia del aserrín a descomponerse rápidamente, con lo cual se detienen
los procesos germinativos en las semillas.
Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 175
Contrario a lo esperado, la tasa de crecimiento y la vitalidad de las plantas propagadas
a partir de semillas obtenidas de árboles en la ciudad han sido mayores, en forma cons-
tante, en comparación con las semillas traídas de Arcabuco-Villa de Leyva. De las 311
semillas colectadas en este sitio sólo se obtuvieron 48 plántulas, y el crecimiento de éstas
ha sido muy lento y han llegado a una etapa de estancamiento, que no se ha visto en los
demás lotes.
Por otra parte, las semillas traídas de Concepción (Santander) han mostrado los mejores
tiempos (15 a 30 días) y tasas de germinación y formación de plántula (70,45%), así
como las mejores tasas de crecimiento (datos en proceso).
Cada grupo de plántulas tiene como fin nutrir programas de resiembra en los mismos
sitios de origen, con el fin de evitar al máximo la intromisión con los procesos evolutivos
naturales de las formaciones vegetales.
Agradecimientos
Al biólogo Édgar Palacios, a la bióloga Mónica Castillo, a los alumnos de segundo se-
mestre de la Carrera de Biología-Botánica (segundo período de 2004 a primer período
de 2006), de la Universidad El Bosque.
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Primera Parte. Avances en la investigación biológica de los robles y ecosistemas asociados 177
178 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Segunda Parte
Segunda Parte
Estrategias de uso y
manejo de los robles y su
biodiversidad asociada
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 179
180 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Introducción
Nancy Vargas t.
El roble es una especie que ofrece un gran potencial de uso no sólo respecto al empleo
directo que hacen de éste los grupos humanos, representado en obtención de leña y
postes para cerca, entre otros, sino porque la diversidad de flora y fauna asociada con él
se constituyen en elementos con valor de uso directo, indirecto, incluso de no uso, para
los grupos humanos que conviven con él y, que como plantean algunos de los trabajos
presentados en esta sección constituyen una oportunidad única y novedosa en la for-
mulación de estrategias de manejo de la especie. Es importante considerar también su
gran potencial para la promoción de sistemas de restauración de áreas degradadas, como
ha sido documentado en Centroamérica.
Esta sección también plantea la necesidad de entender ese ámbito micro de decisiones
que puede afectar la cooperación entre usuarios para un aprovechamiento sostenible, o
la relación entre usuarios del roble y otros actores externos a los usuarios directos. Con
la nueva resolución que reglamenta el aprovechamiento del roble, se evidencia en la
lectura de algunos de los artículos presentados la necesidad de disminuir las diferen-
cias de información entre los usuarios del roble y las autoridades encargadas del ma-
nejo, especialmente las relacionadas con las formas de control y vigilancia en el cum-
plimiento de las normas, y se menciona que el control social podría constituirse en
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 181
una estrategia compartida de vigilancia a los planes de aprovechamiento que el país
debería reconocer y considerar con mayor seriedad.
Introducción
La perspectiva conceptual desde la cual se desarrolla este documento responde a una
visión integradora de aspectos poblacionales, culturales, biológicos, institucionales y
legales relacionados con las especies clave que, junto con el entendimiento de las redes
sociales y los conflictos asociados al aprovechamiento de la fauna en la región, pretende
proponer nuevos esquemas de manejo y gestión.
La idea que se pretende desarrollar en este documento alrededor del manejo y gestión
de la fauna se fundamenta en crear nuevos esquemas de interacción entre los diferen-
tes grupos sociales (instituciones comunitarias) y las organizaciones (instituciones
privadas y públicas) para definir acuerdos1 alrededor de la conservación y manejo de la
biodiversidad, los cuales, según la Constitución Nacional de 1991 y la Ley 99 de 1993,
son responsabilidad compartida entre el Estado y la sociedad civil (Guerrero, 2005).
* Coordinadora del Programa Conservación de Fauna Colombiana en la Fundación Natura. Correo electrónico:
nvargas@natura.org.co, nancyvargas_tovar@hotmail.com
1. Son una herramienta de negociación entre dos o más actores, alrededor del ordenamiento de actividades relacionadas con la
conservación (preservación, uso y manejo) dado a determinado recurso.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 183
En este orden de ideas, el esquema que se quiere proponer es el que se ha llamado
manejo colectivo, es decir, la definición de acuerdos conjuntos entre diferentes actores
(privados/públicos) para establecer normas de uso y manejo de las poblaciones silves-
tres, donde se definan colectivamente los mecanismos de control y el sistema de sancio-
nes respecto al incumplimiento de los acuerdos, que se fundamentan en una visión
integradora de la información biológica, sociocultural, institucional y legal (Vargas et
al., 2004).
El esquema parte del reconocimiento de que la gente local conoce más su realidad, así
como percibe y maneja su entorno de acuerdo con sus propias maneras y sistemas de
reglas y de control para el manejo de los recursos; pero también parte de que las comu-
nidades tienen sus propias debilidades frente a la participación y toma de decisiones
relacionadas con la conservación y manejo de su biodiversidad.
Por otro lado, el esquema también reconoce que las organizaciones ambientales presen-
tes en la región adelantan diversas acciones alrededor del manejo de la fauna, como
educación, control y vigilancia (Vargas, 2003), las cuales la mayoría de las veces son
insuficientes, debido a la falta de información técnica sobre la fauna, sumado a la caren-
cia de recursos económicos y humanos, que impiden un control efectivo.
Es necesario que los técnicos de las organizaciones ambientales asuman sus competen-
cias, responsabilidades, debilidades y fortalezas, así como las potencialidades y oportu-
nidades que existen desde el conocimiento y las experiencias locales de manejo de la
fauna y la necesidad de entablar un diálogo sincero, sin temores, prevenciones o des-
confianzas con los cazadores y otros actores relevantes en el tema. Todo esto para per-
mitir que tomen decisiones conjuntamente y elaboren, modifiquen o propongan políti-
cas, acordes con las realidades particulares de la zona.
De igual manera, es importante que los pobladores locales reconozcan sus propias debi-
lidades y necesidades frente al manejo de la fauna y las oportunidades que se les pre-
sentan con las organizaciones ambientales y la legislación vigente de llegar a acuerdos,
claridades, discusiones y decisiones conjuntas que puedan incidir en la legalidad o ile-
galidad del uso de la fauna.
Métodos
La información que se presenta en este trabajo recopila los resultados obtenidos a partir de
diferentes investigaciones desarrolladas en los municipios de Encino, Mogotes y Onzaga,
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 185
El estudio de los aspectos socioculturales, normativos e institucionales se realizó a par-
tir de herramientas de trabajo participativo: técnicas de dinámica de grupos (mesas de
trabajo), técnicas de visualización (matrices, mapas y diagramas temporales), técnicas
de entrevista oral (entrevistas a informantes clave) y técnicas de observación en campo
(observación participante) (Geilfus, 1997). Igualmente, se utilizó el análisis documental,
la investigación etnográfica y la investigación histórica, y se aplicó la metodología de
análisis de redes sociales (Faust et al. 2002; Palacio et al., 2003).
Se identificaron nueve especies clave a partir del análisis de criterios ecológicos (espe-
cies soporte en las redes tróficas, con influencia en la estructura del ecosistema,
indicadoras del estado de los ecosistemas, de distribución amplia), criterios metodológicos
(especies con posibilidad de hacerles seguimiento con metodologías indirectas), crite-
rios socioculturales (especies de alto valor cultural, de importancia para la seguridad
alimentaria, asociadas con creencias y celebraciones, de uso tradicional), criterios eco-
nómicos (con potencial económico, de importancia para la economía familiar) y crite-
rios institucionales (especies amenazadas, vedadas, con alguna restricción) (Gómez,
2004).
Resultados
De acuerdo con los criterios de selección de especies, se identificaron diez: el báquiro
(Pecari tajacu), el venado soche (Mazama rufina), el tinajo peñero (Cuniculus taczanowskii),
el tinajo aguatero (Cuniculus paca), el picur (Dasyprocta punctata), el armadillo (Dasypus
novemcinctus), el gualilo (Aburria aburri), la pava (Penelope montagnii), la guacharaca
(Ortalis motmot) y la torcaza (Columba fasciata), las cuales, de acuerdo con sus caracterís-
ticas de abundancia, uso y estado de conservación, se agrupan de la siguiente manera:
Tabla 1. Abundancia relativa de las especies clave de aves en las tres coberturas
seleccionadas en RBC y Vegas (Santander, Colombia)
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 187
Tabla 2. Abundancia relativa de las especies clave de mamíferos obtenida a partir los recorridos de búsqueda de
rastros en las tres coberturas muestreadas en RBC y en Vegas (Santander, Colombia)
En este grupo están las especies con alta preferencia para los cazadores, como es el caso
del venado, el tinajo y la pava. Son cazados principalmente por deporte y por control.
En el caso del báquiro, como forma de minimizar los daños que causa a los maizales, y
en el del tinajo, para reducir su impacto en los sembrados de yuca. En el caso particular
de Onzaga, algunas especies como el venado, el tinajo y la pava son utilizadas princi-
palmente como alimento.
Las especies de este grupo son cazadas principalmente por control, como es el caso del
picur, que causa daños a los cultivos de yuca. Investigaciones preliminares en los siste-
mas productivos revelan que esta especie afecta cultivos como el de yuca en un alto
porcentaje (80%), pero también cultivos como el del maíz (15%) y la ahuyama (5%). Es el
picur el que más visita los cultivos y la intensidad de afectación por visita es aproxima-
damente del 5%. No se encuentran bajo ninguna categoría de amenaza ni veda en cuan-
to a especie, pero están cobijadas por la veda de caza deportiva en todo el país.
Las razones por las cuales se realiza la cacería son principalmente gusto, afición, depor-
te o, algunas veces, por herencia. En otros casos es evidente que se realiza para el consu-
mo de carne, por ejemplo, en aquellas comunidades más alejadas y marginales de un
comercio local, como es Onzaga, o a veces para obtener ingresos económicos adiciona-
les, como en Mogotes. Es una actividad que proporciona prestigio y reconocimiento
frente a su hombría y valentía, importante en un marco social tan patriarcalista como es
el santandereano.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 189
ción de la escopeta y de los perros de raza cazadora; pero la principal evolución de las
artes se evidencia en la existencia del churupe o churupo, un arte de caza ideado por los
cazadores de Mogotes para la captura de animales vivos, especialmente tinajos. Este
arte consiste en una malla cerrada que se asegura a una caña flecha y que se utiliza
especialmente para capturar al tinajo cuando se arroja al agua como estrategia de huida.
No obstante, la principal prueba de la relación cultural entre los campesinos andinos
con la fauna se estableció a través del corpus Christi, una celebración de la Iglesia cató-
lica que se realiza como ofrenda a la eucaristía, al cuerpo de Cristo (Vargas, 2003). Ésta
se instauró desde el siglo XVIII y se caracteriza por que en ella se fabrican arcos que se
ubican en la plaza principal de los pueblos. En estos arcos se exhiben las principales
riquezas de la tierra. La celebración se caracterizó por la exhibición de animales silves-
tres, y en Mogotes, particularmente, es reconocida nacional y regionalmente por esta
característica.
La fiesta significó no sólo el mantenimiento de la fe en Cristo, sino que trajo consigo los
beneficios derivados de la venta de animales silvestres a los visitantes de diferentes
regiones, que venían especialmente a Mogotes a comprar los animales que eran exhibi-
dos, y que los compradores preferían adquirir vivos. Por esta razón aparece el churupo.
Considerando que el Acuerdo mencionado hace más rigurosas y estrictas normas de ca-
rácter nacional, la CAS sometió a consideración del Ministerio de Ambiente el Acuerdo,
que inicialmente tenía, de conformidad con el artículo 63 de la Ley 99 de 19932 , una vigen-
cia de sesenta días, vigencia que por decisión del Ministerio no fue ampliada ni se adqui-
rió el carácter de norma permanente3 ; por esta razón, esta norma perdió su vigencia
transcurridos sesenta días a partir de su promulgación (Guerrero, 2005).
Los Actos Administrativos así expedidos deberán ser motivados, serán por su naturaleza apelables ante la autoridad superior, dentro del
Sistema Nacional Ambiental (SINA), y tendrán una vigencia transitoria no superior a 60 días mientras el MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE
decide sobre la conveniencia de prorrogar su vigencia o de darle a la medida carácter permanente.
Los Actos Administrativos expedidos por las Corporaciones Autónomas Regionales que otorguen o nieguen licencias ambientales, serán
apelables ante el MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE, en los términos y condiciones establecidos por el Código Contencioso Administrativo.”
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 191
En el ámbito municipal, según información suministrada por el Concejo Municipal del
municipio de Mogotes, no existen a la fecha acuerdos municipales relativos al tema de
fauna silvestre; sin embargo, existe el Decreto Municipal 002 de 2005, en el cual se dictan
las disposiciones necesarias para el control, la preservación y la defensa del patrimonio
ecológico del municipio de Mogotes.
En el artículo 1 de tal decreto se prohíbe la tala y el tráfico ilícito de los productos fores-
tales y de la fauna silvestre. Así mismo, el Decreto Municipal 035A de 2004 (del munici-
pio de Mogotes), en el cual se crea la Junta Municipal Defensora de Animales, tiene el
objetivo de proteger, cuidar y conservar todas las especies de animales de la región.
Para el municipio de Onzaga existe el Decreto 051 de 2004, en el cual se prohíbe la pesca,
la caza y la tala y la quema de bosques. Mediante este decreto se prohíbe de manera
expresa la caza de todo tipo de animales no domésticos.
Lo mismo podría predicarse del Decreto 02 de 2005, expedido por la Alcaldía Municipal
de Mogotes, en cuanto fija una cuantía para multas cuya imposición compete a la CAS
y no al municipio, puesto que la titularidad de la facultad sancionatoria ambiental repo-
sa en cabeza del Ministerio, de las Corporaciones Autónomas Regionales (CAR) y de los
grandes centros urbanos y autoridades ambientales distritales (Guerrero, 2005).
A pesar de la existencia de las normas, la evidencia en campo nos demuestra que existen
aparentes contracciones entre éstas y su aplicación por parte de los cazadores, incluso
de los funcionarios públicos, como se resume en la Tabla 3.
4. Constitución Nacional, artículo 313. “Corresponde a los concejos: […] 9. Dictar las normas necesarias para el
control, la preservación y defensa del patrimonio ecológico y cultural del municipio.”
Como ciudadanos no conocen sus Muchas veces no conocen sus competencias, ni responsabilidades en el
derechos ni sus responsabilidades tema ambiental
ambientales
No tienen suficiente conocimiento No tienen suficiente información, ni de calidad, sobre lo que deben
sobre las normas: que está y no proteger: no saben qué está amenazado y qué no (ruptura con los
está permitido técnicos)
Se “saltan” las normas; tal vez los Mecanismos de control débiles. Es demasiado costoso, no hay suficien-
incentivos de incumplirlas son te recurso humano. De todas maneras “prefieren mantener buenas
mayores que cumplirlas relaciones con la comunidad”
Discusión
La nueva Constitución Política de 1991 modificó el esquema de tratamiento de las res-
ponsabilidades, del Estado y de la sociedad civil frente a la conservación de los recursos
naturales renovables, ya que la protección del patrimonio natural del país se convirtió
en una responsabilidad compartida entre Estado y particulares.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 193
A partir de nuestra experiencia investigativa y de gestión comunitaria e institucional, se
considera que factores como los que presentamos a continuación dificultan, en el corto
plazo, una propuesta de manejo colectivo que involucre a los usuarios del recurso y a
las instituciones ambientales alrededor de un nuevo esquema de gestión compartida,
que disminuya las presiones sobre la fauna y que facilite la implementación de mecanis-
mos de control socialmente más aceptados y que reflexionen sobre los costos para la
sociedad el uso inadecuado de la fauna.
Tal vez el primer punto que debe considerarse es el distanciamiento en la relación usua-
rios-autoridades, el cual se caracteriza por la desinformación, de parte y parte, en la ma-
yoría de los casos frente a las responsabilidades, las competencias y, en el caso de los
usuarios, los derechos en materia de protección y gestión ambiental.
Por otro lado, surge el problema económico, evidente en cuanto a que las acciones desa-
rrolladas por los usuarios de la fauna no las observa la autoridad ambiental (relación
principal-agente) y, por lo tanto, es difícil que se suscriba un contrato donde usuarios y
autoridades acuerden un esfuerzo óptimo en pro de esas acciones (Cárdenas, 2001).
Existen instrumentos desde el marco legal que podrían ser elementos para considerar
la construcción de esa confianza y que, además, estarían en capacidad de promover la
participación de todos en la construcción de escenarios de gestión conjunta.
Ahora bien, la propia Ley 489 de 1998 establece en su artículo 96 dos mecanismos de
asociación entre los particulares y el Estado para el mejor logro de los fines de este
último: la constitución de personas jurídicas sin ánimo de lucro de composición mixta y
la celebración de convenios de asociación (Guerrero, 2005).
Desde una segunda perspectiva, podría evidenciar otro tipo de necesidades que la gen-
te prioriza como más importante resolver antes que la conservación de la naturaleza,
como las posibilidades de mejoramiento de sus recursos económicos o simplemente sus
posibilidades de subsistencia, especialmente cuando habitan lugares que tienen mu-
chas necesidades fundamentales insatisfechas.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 195
La experiencia a través de este estudio ha demostrado que existen serias limitaciones a
la participación en las comunidades campesinas, que se reflejan, de acuerdo con Bello
(2006), en un escaso desarrollo individual, en la poca capacidad de discusión y de mane-
jo y resolución de conflictos o en la historia de intervenciones fallidas de parte de enti-
dades externas a la comunidad, que adicionalmente se ven agravadas con la migración
juvenil, el desarraigo de la tierra, las disputas políticas y el conflicto armado, situaciones
todas que, en conjunto, hacen más demorada una gestión compartida de los recursos
naturales.
El segundo punto es el de las normas, que —de acuerdo con la idea de Ostrom (1997 y
2000; Ostrom et al., 1994)— contienen prescripciones que prohíben, permiten o requie-
ren alguna acción o resultado. Para hablar de una norma se debe considerar que la
mayoría de la gente, cuyas estrategias se verán afectadas por la existencia de estas re-
glas, conozca de su existencia y suponga que existen mecanismos capaces de supervisar
el comportamiento y de sancionar el incumplimiento. Las reglas son del conocimiento
común, se supervisan y se aplican.
Esta situación, en la práctica, no se da, pues las normas no son del conocimiento de
todos, y aun cuando existen mecanismos de supervisión y control, éstos son bastante
débiles y costosos. El régimen de sanciones no es claro ni para los usuarios y, en algunos
casos, ni siquiera para los funcionarios públicos.
Las normas no cumplen con principios de sostenibilidad (Secretaría del Convenio sobre la
Diversidad Biológica, 2004), que proponen la consideración, en su elaboración, de los con-
textos locales y las valoraciones y tradiciones culturales de las comunidades. Éstas siguen
elaborándose desde el centro y se siguen enfocando en la prohibición, limitando cualquier
posibilidad de uso por parte de las comunidades.
Tal vez la primera oportunidad para mejorar esta situación, a pesar del extenso marco
normativo vigente para el país, sea la expedición de la Resolución 584 de 2002, que
establece que el Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial efectuará la
revisión y ajuste de las vedas, prohibiciones y restricciones existentes en el territorio
El otro punto para destacar es el de la información sobre especies andinas, que se convierte
en una limitante en la medida en que no existen registros sistemáticos y de largo tiempo
sobre las poblaciones silvestres en comunidades andinas, que permitan tomar decisio-
nes confiables a partir de las abundancias, así como sugerir posibilidades de aprovecha-
miento desde la información técnica.
El manejo colectivo se entiende como los acuerdos (normas, controles y sanciones) que
se definen conjuntamente entre diferentes actores (privados/públicos) para ejecutar
acciones directas o indirectas sobre las poblaciones silvestres y que se fundamentan en
una visión integradora entre los procesos biológicos, socioculturales, institucionales y
legales (Vargas et al., 2004).
Es bien conocido por todos que la estrategia dominante frente al control de los recur-
sos es la de comando y control, es decir, un regulador que otorga a un agente regula-
do permisos de aprovechamiento y derechos de acceso, de acuerdo con normas esta-
blecidas. En el caso de la fauna silvestre, esto no se cumple. Los permisos de aprovecha-
miento no se tramitan, los mecanismos de control son deficientes, los procedimientos
son confusos y casi desconocidos por todos, y en la medida en que dependen de funcio-
narios que deben recorrer o visitar áreas enormes en sus respectivas jurisdicciones ejer-
ciendo el control, es más fácil que los usuarios no cumplan las normas.
Se plantea entonces el mecanismo del control social como una alternativa para reducir
los costos del control por parte del Estado, y la asimetría de la información entre los
agentes, pero también podría vislumbrarse como una estrategia para generar confianza
y responsabilidad frente a la gestión compartida.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 197
El control social, de acuerdo con Bello (comunicación personal), es una forma de parti-
cipación, de manera grupal o individual, en los asuntos de interés general que produce
bienestar colectivo, que se aplica en la medida que se determinen claramente las condi-
ciones (cómo, cuándo, dónde, quién), por las cuales se puede hacer seguimiento al desa-
rrollo de un asunto de interés público. Las medidas del control social están generalmen-
te asociadas con un sistema de sanciones graduadas, que se implementa a través de
observaciones, sugerencias y, llegado el caso, denuncias, las que también —como lo
demuestran experiencias similares— contemplan y necesitan del marco normativo for-
mal (Ostrom, 2000).
Si bien el marco normativo vigente alrededor de la fauna restringe casi toda posibilidad
de uso, existen algunas figuras de ordenamiento de la caza de manera regulada, en espe-
cial, los territorios faunísticos, las reservas de caza y los cotos de caza (Guerrero, 2005) que
podrían y deberían tratar de implementarse en esa idea de gestión compartida.
Después del análisis normativo elaborado en este trabajo, se considera que la figura que
más podría adaptarse a una posible idea de uso que respete la tradición local, que no
vaya contra la normatividad y que resuelva problemas como el de los daños a cultivos,
los costos del control y el incumplimiento, serían las reservas de caza, que de acuerdo
con el artículo 171 del Decreto 1608 de 1978, se definen como:
Conclusiones
La gestión centrada en la prohibición y las vedas como estrategias efectivas de manejo y
conservación de la biodiversidad andina es cuestionable, en cuanto éstas no son del
conocimiento de todos, no se respetan y los mecanismos de control y vigilancia son
ineficientes y demasiado costosos.
Para finalizar, la principal reflexión alrededor del manejo de la biodiversidad es que las
estrategias de restricción o prohibición tal vez no son las más adecuadas para garantizar
la conservación de la diversidad biológica. La modificación de la veda del roble, con la
posibilidad de aprovechamiento, pone en el tapete una discusión a la que tal vez los
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 199
técnicos y los funcionarios deben ceder: la posibilidad de uso se convierte en una estra-
tegia tal vez más efectiva socialmente de conservar la biodiversidad.
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Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 201
202 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Ecología y restauración de los bosques
de Quercus de Chiapas, sur de México
Mario González-Espinosa*
Neptalí Ramírez-Marcial* *
Introducción
Las especies de Quercus (Fagaceae), los llamados robles —o encinos en México—, son
elementos comunes de los bosques de las regiones montañosas neotropicales hasta Co-
lombia. La frecuente presencia de los robles determina varios aspectos de importancia
local y regional. Por una parte, constituyen una de las mayores y mejores fuentes de
energía en las comunidades rurales. En áreas cercanas a las grandes ciudades de las
regiones montañosas esto puede no ser ya evidente, pero lo fue durante varios siglos
hasta fechas recientes. Con todo lo que son y han sido los robles, su importancia econó-
mica puede aún ser incrementada en esquemas modernos de aprovechamiento de su
madera, hojarasca y frutos y contribuir de manera más efectiva al desarrollo de las co-
munidades rurales. Más recientemente se reconoce la necesidad de revalorar las espe-
cies de roble de frente a nuevos esquemas de productos y servicios implicados en el
desarrollo sustentable.
En esta presentación abordaremos preguntas que hemos definido desde el caso de Los
Altos del centro de Chiapas, una de las regiones con mayor riqueza de especies de ro-
bles en el mundo. Dadas sus condiciones de marginación social y económica, esta re-
gión no ha sido la excepción en el tratamiento que se ha dado a los bosques con robles.
De manera similar a lo ocurrido siglos atrás en el Viejo Mundo y en otras regiones de
México y Norteamérica, las necesidades del modelo de desarrollo predominante han
priorizado el cambio de uso del suelo, por lo que las áreas boscosas con robles se
han dedicado a paisajes de agricultura y ganadería permanentes.
* Departamento de Ecología y Sistemática Terrestres, División de Conservación de la Biodiversidad, El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur),
San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. Correo electrónico: mgonzale@sclc.ecosur.mx
** Departamento de Ecología y Sistemática Terrestres, División de Conservación de la Biodiversidad, El Colegio de la Frontera Sur
(Ecosur), San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 203
Aun si se opta por que la cubierta forestal sea un importante eje del desarrollo regional
—que se justifica con base en escasos elementos técnicos y con el ánimo excesivo de
ofrecer soluciones de corto plazo—, la substitución de los robles por especies de pinos
de rápido crecimiento y demanda en el mercado conlleva altos costos ambientales que
pueden revertir los beneficios y desperdiciar los recursos. Las siguientes preguntas pue-
den guiar esta presentación y ofrecer elementos valiosos para valorar las experiencias
en otras regiones donde los robles constituyen un recurso natural:
2. ¿Cuáles son los procesos ecológicos más relevantes para su conservación y restaura-
ción en las montañas del sur de México y Mesoamérica?
4. ¿Qué perspectivas se plantean desde una región que por su grado de desarrollo permite
ver el problema con anticipación de posibles efectos negativos y potencialidades?
Los robles forman parte del dosel de una amplia variedad de formaciones vegetales. De
acuerdo con los diferentes sistemas propuestos para la clasificación de la vegetación
de Chiapas, las especies de Quercus forman parte del bosque lluvioso de montaña, el
bosque perennifolio de neblina, el bosque de pino-encino-liquidámbar, el bosque de
pino-encino, el bosque deciduo (bosque caducifolio) y el encinar (Miranda, 1952;
Las asociaciones de estos tipos de bosques todavía albergan una enorme diversidad
florística, solamente sobrepasada por las del bosque tropical lluvioso (Breedlove, 1981;
González-Espinosa et al., 2004 y 2005). En diferentes pisos de elevación, de 500 m cada
uno entre los 500 y 2.500 m, hemos registrado la presencia de un total de 249-388 espe-
cies arbóreas asociadas con especies de Quercus. Como mínimo, solamente entre esta
última cota y los 3.000 m se asocian 105 especies de árboles (González-Espinosa et al.,
2006). En una parcela de 1 ha en la que se efectuara un inventario florístico sería común
encontrar 3-4 especies de Quercus junto con 1-3 especies de Pinus y 1-3 decenas de otras
especies arbóreas latifoliadas (González-Espinosa et al., 1991; Ramírez-Marcial et al., 2001;
Galindo-Jaimes et al., 2002; Alba-López et al., 2003).
Los bosques de roble han sido la principal fuente de combustible para las comunidades
rurales, en forma de leña o carbón (Torrez-Pérez, 2004). Recientemente, algunas comu-
nidades con acceso a carreteras principales se han especializado en la producción, venta
y transporte de carbón para abastecer mercados regionales. Sólo en ocasiones se talan
árboles de roble de talla maderable para aprovechar tablas y vigas labradas en el campo.
Los robles han sido desdeñados durante mucho tiempo, tanto por los profesionales fores-
tales como por los industriales mexicanos. Por lo tanto, sólo se dispone de información
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 205
escasa para sustentar extracciones silvícolas sustentables o acerca de las propiedades me-
cánicas de su madera, que permita diseñar un esquema de aprovechamiento industrial.
El valor de los bosques con robles no radica en que a través de su destrucción se pueda
sustentar la producción agrícola. La fertilidad del suelo y los rendimientos se pueden
reducir debido a períodos de barbecho más breves, en los que ocurre una menor acu-
mulación de hojarasca (Figura 1). Sin embargo, los cambios en la composición florística
y en la estructura forestal, inducidos por tala selectiva en los bosques secundarios, pue-
den reducir la fertilidad del sustrato a través de su composición (directamente propor-
cional a la mezcla de hojarasca de robles respecto a pinos) y, en consecuencia, los rendi-
mientos agrícolas hasta en un 50% (García-Barrios y González-Espinosa, 2004).
Figura 1. Modelo de relaciones entre la agricultura tradicional y los bosques maduros con dominancia de robles
(ruta vertical a la derecha) con población humana poco densa
Dado lo anterior, es escasa la información sobre otros servicios ecosistémicos que los
bosques con robles pueden aportar. Se ha registrado un acentuado efecto de amortigua-
miento de las variaciones de temperatura y humedad en el piso forestal y el interior en
bosques maduros con dominancia de robles, en comparación con bosques secundarios
con creciente dominancia de pinos y áreas abiertas de pastizal (Romero-Nájera, 2000).
Esto sugiere diferentes capacidades de captura de agua y regulación climática local en
función de la extensión de los diferentes tipos de cobertura boscosa, pero no se dispone
de evaluaciones directas sobre el particular.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 207
Este proceso alternativo de desarrollo truncado de la vegetación afecta de manera nega-
tiva a las especies latifoliadas, en especial las especies de Quercus (González-Espinosa et
al., 1995 y 2006; Ramírez-Marcial et al., 2001; Galindo-Jaimes et al., 2002). En la actuali-
dad, los depauperados pinares inducidos representan el tipo de bosque más frecuente-
mente ligado a la agricultura tradicional en Los Altos de Chiapas, en áreas que antes
pudieron mantener bosques maduros con robles y con una alta diversidad florística
—3 o 4 veces mayor— (González-Espinosa et al., 1995 y 2006).
Finalmente, aunque no se han estudiado de manera directa las modificaciones del am-
biente local de los distintos tipos de cobertura en el paisaje regional, el deterioro de los
bosques con predominio de latifoliadas hacia pinares se puede relacionar con factores
sociales y con mayores riesgos de incendios extensos en años muy secos, como se ha
observado en otros tipos de bosques de Chiapas (Román-Cuesta et al., 2003)
La restauración de los bosques con dominancia de Quercus sólo puede aspirar a ser
integral si incluye los aspectos biofísicos a la par de los aspectos económicos, sociales,
políticos y culturales. En el caso de la restauración de los bosques con Quercus en terri-
torios indígenas de Chiapas, en particular, el proceso se enfrenta con una serie de ele-
mentos que le confiere una extremada complejidad. La restauración es sólo una opción
más para el uso sustentable del suelo, que debe conciliarse con otras demandas sociales,
con frecuencia conflictivas, como los sistemas productivos para el autoconsumo y el
mercado y la asignación de territorios extensos para la conservación.
Por ahora no parece posible que se disponga, en un plazo breve, de la información deta-
llada acerca de los atributos biológicos, industriales y consideraciones sociales y econó-
micas para guiar siempre con alto tino las prácticas de restauración de bosques con
dominancia de Quercus en Chiapas. Esperamos que el futuro nos dé experiencias de las
cuales podremos aprender con las comunidades, sus organizaciones y las entidades
gubernamentales.
Agradecimientos
Agradecemos los comentarios de Magala Alcázar Gómez, Luis Cayuela Delgado, Luis
Galindo Jaimes, Luis E. García Barrios, Duncan Golicher, Silvia Holz, Fabiola López Ba-
rrera, Liliana Mascarúa López, Guadalupe Méndez Dewar, Agustín Montes Aguilar, Da-
niel Ortiz Aguilar, Beatriz A. Pérez Espinosa, Pedro F. Quintana-Ascencio, Ana Rocha
Loredo, Irene Romero Nájera y David Torrez Pérez. Hemos contado con el apoyo Pedro
Girón Hernández, Mario Guillén Bautista, Alfonso Luna Gómez y Miguel Martínez
Icó. Este trabajo ha sido apoyado por la Comisión Nacional para el Conocimiento y
Uso de la Biodiversidad (Conabio; F-019 y L-031), el Fondo Mexicano para la Conser-
vación de la Naturaleza (A2-99), el Consejo de Ciencia y Tecnología de Estado de
Chiapas (Fomix-Chis-2002-C01-4640 y Fomix-Chis-2005-C03-010), la Secretaría del
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 209
Medio Ambiente, Recursos Naturales y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(Semarnat-2002-01-C01-048), la Comisión de Comunidades Europeas a través de los
proyectos Biocores (Inco Programme Framework 5, contrato No. ICA4-CT-2001-10095),
y Alfa “Conservation and Restoration of Native Forests in Latin America”, y Ecosur.
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Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 213
214 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Investigación y gestión local de robledales
alrededor del uso tradicional
de macromicetos en la
cordillera Oriental colombiana
Introducción:
una sola identidad. Roble-hombre-hongos
El consumo de hongos silvestres con fines alimenticios, medicinales o mágicos-religio-
sos data de tiempos muy antiguos y ha sido la base para el desarrollo de diversas cultu-
ras (Samorini, 2001). El uso tradicional de hongos se remonta probablemente a etapas
prehomínidas en África, de donde partió el hombre hace 150.000 años para poblar el
resto del planeta.
Boa (2004) hizo una amplia revisión sobre el uso e importancia de hongos silvestres en
85 países del mundo y calculó que hay 2.300 especies de hongos usados como alimento
o medicina. Se considera que, en el mundo, hay aproximadamente 6.000 especies, entre
ellos los hongos sagrados.
** Microbióloga, especialista en macromicetos, magíster en Antropología, Universidad de los Andes. Correo electrónico: angélica.ruiz@gmx.net
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 215
En Colombia, el uso de hongos se remonta a tiempos precolombinos. Los habitantes de
Sinú elaboraron figuras votivas con representaciones de hongos, varias de las cuales se
conservan en el Museo del Oro. Grupos indígenas del Tairona, La Guajira, Chocó, Ama-
zonas y Putumayo actualmente conservan el uso tradicional como alimento, medicina,
parte de rituales y cultura (Cayón y Aristizábal, 1980; Sanjuán, 1999; Vasco-Palacio,
2002). Este hecho demuestra que el uso de hongos en Colombia es extendido. Esta in-
vestigación está dirigida a documentar y fortalecer la relación de los hongos con los
campesinos que habitan zonas aledañas a robledales en los Andes nororientales.
Métodos:
el monitoreo local de diversidad en Iguaque
El uso de hongos en la zona de Iguaque es extendido. Desde 1993, Luis Guillermo Henao
ha visitado la zona con el objeto de conocer sobre la costumbre de consumo de hongos
y sondear los orígenes de esta práctica.
Con respecto a los nombres recuperados, es difícil determinar una única raíz que permi-
ta definir su ancestro, ya que varían enormemente. Tres de los nombres parecen tener
raíces indígenas, entre los que se cuentan coca, otro nombre dado a las manitas (especies
del género Ramaria); guara o guarenga, dado a la Macrolepiota colombiana (en otras zonas,
cercanas a Zipaquirá, el nombre de guara se reserva para las Ramaria), y china, dado a la
especie Agaricus campestris. Sobre este último nombre, un agricultor la comparó con las
otras chinas, sus hijas: “al fin y al cabo chinitas tenían que ser, son rosaditas como ellas”.
Se encontró que para una especie del género Calvatia, se usa el mismo nombre muisca
asignado a la papa (turma), y para el resto de los hongos se observa que tienen nombres
en español como pie de rata, sombrilla, oreja. A otros hongos no se les tiene nombre y se
les refiere simplemente como hongo y se le suma alguna característica de color, forma o
sitio donde se encuentra, como hongo rojo de pino, de caca de vaca.
Los análisis de las colecciones muestran que probablemente se traten de especies nue-
vas para la ciencia, las cuales están en proceso de descripción.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 217
¿Dónde cosechan los hongos?
El robledal llamado por los pobladores roblegal o roblegada es el hábitat más reconocido
por los campesinos como fuente de hongos, como puede verse en la Figura 1. En este
hábitat las especies más recolectadas son las manitas (término que agrupa cinco especies
de Ramaria), las orejitas de roble y los hongos rojos (Russula spp.).
Figura 1. Hábitats reconocidos como fuente de hongos por los pobladores de Iguaque
El potrero es el segundo hábitat más reconocido junto con el monte. En el borde entre
los relictos de roble y pastizal se encuentran las sombrillas o caicas y los pedos de bruja, y
en la zona abierta de pastizal se encuentran las turmas o turmas de cordero, las chinas
y hongos de caca de vaca.
En los cultivos de papa hechos en melgas, donde se dejaban animales para abonar pre-
viamente la tierra con su excremento y luego se sembraba el tubérculo, se recogía una
especie no identificada (un agarical), que no ha vuelto a aparecer por el abandono de
esta práctica.
Es normal que los recolectores tengan sus ‘minas’ identificadas (lugar donde aparecen
determinadas especies), las cuales suelen ser los primeros sitios en visitar durante los
recorridos o los más frecuentemente visitados. Otros lugares de búsqueda incluyen
los caminos que los dirigen al trabajo, la escuela o la casa, y algunas veces se desvían
de los recorridos normales.
La observación detallada de los mayores conocedores ha mostrado que, lejos de ser una
actividad aleatoria, el monitoreo de hongos es una actividad que apareja un conoci-
miento complejo. La recolecta en pastizalesn es la primera y una de las últimas activida-
des en la época de lluvia: con los dos primeros aguaceros aparecen las chinas y las
turmas de cordero, que generalmente se esperan al final de la temporada. Para reco-
ger las cocas se debe esperar a que llueva con truenos. Al final de la época de lluvias
aparecen las panuchas.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 219
Etapas etáreas de la interacción hongo-roble-gente
La forma de adquirir el conocimiento está dividida en cuatro etapas etáreas: en una
primera etapa, los niños de hasta unos doce años de edad tienen un acceso restringido al
conocimiento, a través de su curiosidad alrededor de su hogar, el intercambio con otros
niños y la observación de las colectas de la gente mayor. Los adolescentes tienen mayor
radio de acción, ya que acceden a otros hábitats y especies. Los jóvenes de hasta unos 21
años de edad empiezan el reconocimiento de mayores áreas; pero son los adultos quie-
nes se adentran en los bosques más retirados de su casa, regresando a ella con las mayo-
res cosechas.
Los mayores son quienes saben “dónde ponen las garzas”. Son conocedores consuma-
dos que reconocen el territorio y conjugan conocimientos históricos, ecológicos, socia-
les, climáticos, entre otros, para continuar con esta costumbre tradicional. Los conoci-
mientos históricos incluyen aquellos heredados de quienes les enseñaron, padres o tíos,
sobre senderos, sitios originales de aparición de hongos, que aún existen o ya han des-
aparecido.
Tabla 2. Análisis proximal de tres especies seleccionadas consumidas tradicionalmente o con potencial en Iguaque
En la zona se encuentran cinco especies de hongos con potencial de consumo, que ac-
tualmente no son consumidos por los habitantes, entre las que se cuentan Lactarius
deceptivus, Lactarius indigo, Laccaria spp., Laetiporus sulphureus, Amanita brunneolocularis,
además de algunas especies del género Cortinarius y del grupo de boletales, especies
que merecen un análisis detallado.
· Los estribones de bosque antiguo son dejados porque allí es donde se encuentran las
‘minas’ de hongos preferidas por el dueño del predio, de las cuales no quiere despren-
derse cuando amplía su frontera agropecuaria. Partiendo de este manejo, se pueden for-
mar estribones de buen vecino, donde cada vecino siembra unos pocos robles en las esqui-
nas comunes. El estribón resultante acogería a muchas especies de fauna, a su paso entre
un fragmento de robledal y otro. Las semillas de roble se encuentran ya germinadas en el
suelo de los bosques de Iguaque durante la temporada de lluvia de diciembre. Su inocu-
lación con los hongos que deseen los vecinos aseguran que este tipo de manejo pueda ser
acogido con éxito.
· El camino de entrada a la vivienda, cuando está flanqueado de robles, a los cuales se les
hace seguimiento con solo ir hacia la casa. Por estética y gusto esta práctica es simple
de fomentar.
· Los márgenes irregulares de los bosques de galería en las quebradas, con múltiples entradas
y salidas hacen que haya una mayor longitud de borde, que es donde aparecen los
hongos favoritos (ramarias, caicas y truenos). Los programas de restauración deben
asesorarse de conocedores locales que les enseñen dónde crecerían aquellos hongos
que deseen los propietarios para formar el contorno de la galería.
Seguramente debe haber más formas de manejo que pueden aplicarse en programas de
restauración. Lo más importante es que se hace una contribución a la cultura asocia-
da con el bosque. El sistema de manejo ngitili, que favorece la conservación de tie-
rras de praderas y barbecho, promoviendo la regeneración de la vegetación en Tanzania,
entre los sukuma, integra ahora experiencias tradicionales y científicas para facilitar la
restauración en regiones áridas. Así pueden tener pasturas y bienes y servicios del bos-
que (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales [WRM], 2004).
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 221
Discusión y conclusiones: sincretizando la interacción
roble-hongos-gente en Iguaque
Los resultados de esta investigación desbordaron las expectativas; seguramente, la lista
de especies consumidas crecerá a medida que se entreviste a más conocedores, se am-
plíe la zona de muestreo y se haga hincapié en la zona de monte (bosque altoandino).
Sin conocer aún los nutracéuticos, los hongos ya dan un aporte generoso de proteína a
los cosechadores y sus familias en Iguaque.
El uso de hongos ha establecido una conexión estrecha entre los pobladores y su am-
biente, probablemente desde los tiempos de los primitivos cazadores-recolectores. La
llegada posterior de otros pobladores, chibchas, españoles, italianos, alemanes y mesti-
zos han aportado a la actual cultura micetófila de la región, influyendo en el moldeado
de los relictos de bosque actuales con el objeto de obtener mayores cosechas. Las herra-
mientas de otras formas de acceder al conocimiento pronostican un sincretismo en las
nuevas generaciones.
El monitoreo local de los hongos es la forma como los pobladores de Iguaque mantie-
nen su relación con los robledales. La manera en que ‘leen’ el bosque es esencial para los
programas de restauración del socioecosistema. El monitoreo local es más eficiente y la
implantación de métodos alóctonos puede causar un proceso de evangelización (su-
plantación de prácticas, rituales y conocimiento por otros con bases ecológicas diferen-
tes). Este monitoreo debe ser utilizado para detectar variaciones en los hongos como
respuesta al cambio climático local.
Agradecimientos
Esta investigación fue financiada parcialmente por el Programa de Transferencia Tec-
nológica Agropecuaria (Pronatta), la Fundación Erigaie y el Instituto de Investigación
de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt. Queremos agradecer especialmente
a Eugenio Reina; a Germán y Natalia Borrás; a Vitelbina Espitia y su familia; a Edna
Rozo; a Marta Juliana Galvis; a Paola Rodríguez; a Anita Medina; a Mercy Cortés; a
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Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 223
224 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Expresiones culturales alrededor
del roble en el corredor
Guantiva-La Rusia-Iguaque
El manejo del roble en el país enfrenta grandes dilemas aún no resueltos. Como bien lo
dijo el Comité de Categorización de Especies Amenazadas, en el 2004: “aún falta mucha
información alrededor de la especie”, información de tipo biológico, pero también
sociocultural. En la posibilidad de tomar decisiones para un manejo adecuado frente a
un posible aprovechamiento del roble se encuentran cuestiones tan importantes y poco
estudiadas como: ¿qué representa el roble para las comunidades que le están asociadas?
¿Cuál es la cultura o culturas dadas alrededor de la especie de roble? ¿Cuál ha sido la
relación de la gente con el roble, que orienta unos determinados comportamientos y
representaciones que se deben considerar en su manejo? ¿Qué piensa la gente sobre la
evolución de leyes que prohíben y luego dan un aprovechamiento a este recurso?
Este estudio nace del convencimiento de que las estrategias efectivas del manejo de los
recursos naturales deben partir del entendimiento de las relaciones que las comunida-
des construyen con el territorio que habitan; por ello el propósito de conocer las expre-
siones culturales alrededor del roble fue interpretar las principales relaciones que se dan
entre las percepciones, los conocimientos y los principales usos que tienen algunas de
las comunidades del corredor de conservación Guantiva-La Rusia-Iguaque frente al roble
como insumo para la toma de decisiones en el tema de estrategias para su conservación.
* Trabajadora social, Universidad Nacional de Colombia. Investigadora social, Fundación Natura. Correo electrónico: rbello@natura.org.co
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 225
Por lo tanto, los resultados son un mapeo de relaciones históricas, institucionales, geo-
gráficas, sociales y económicas que han determinado la manera como la gente reconoce,
decide cuidar y ve posibilidades de aprovechamiento en la especie de roble, vitales para
entender el tema de vínculos y tensiones en la gestión del recurso en el ámbito regional.
Para realizar este trabajo se escogieron cinco lugares del corredor: los municipios de
Encino y Onzaga, del departamento de Santander, y los municipios de Belén y Arcabuco,
así como el corregimiento de Palermo (del municipio de Paipa), en el departamento de
Boyacá. Se usaron dos técnicas para recolectar la información: la entrevista estructurada,
la cual se aplicó a una pequeña muestra de hombres adultos y adultos mayores de cada
lugar principalmente, y la revisión de información secundaria, como investigaciones
realizadas por la Fundación Natura y algunos libros de historia municipal sobre el tema.
Las principales categorías de análisis fueron: momentos históricos asociados con el uso
del roble; percepción sobre el estado, geografía y ecología del roble; cuidado del roble;
usos del roble; posibilidades de aprovechamiento, al igual que conflictos y tensiones.
Como dato interesante se encontró que a principios del siglo XX el roble no tenía ningún
valor de uso para la comunidad. Las historias que se cuentan hablan de un primer mo-
mento cuando se adecuaron grandes terrenos en la región para que por allí cruzaran
carreteras, donde el roble se tumbaba, luego se quemaba y no se aprovechaba para nada.
La demanda por lo maderable de la especie se empieza a generar en la primera mitad
del siglo, por parte de empresas de depósitos de construcción (especialmente de Bogotá
y Duitama), que necesitaban palancas para las minas de carbón de Paz del Río y polines
para los ferrocarriles nacionales.
Aquí se encuentra una divergencia histórica, percibida por los entrevistados, entre las
posibilidades de aprovechamiento para grandes y pequeños propietarios: los principa-
Para los entrevistados, existe la percepción generalizada de que los lugares actuales con
mayor abundancia de roble son las partes altas y de pendiente. Los principales resulta-
dos frente a la relación agua-suelo-flora-roble muestran opiniones divididas entre los
entrevistados: para el 52%, los suelos asociados con el roble son estériles, por su contex-
tura arenosa o rocosa; así mismo, considera que la capa vegetal formada por las hojas
resulta “deficiente”, aparte de que invade el suelo y lo reseca, pues también se asocia
con que absorbe demasiada agua, por lo tanto, no deja crecer muchas plantas alrededor.
Sin embargo, para el 41%, los suelos asociados con el roble son fértiles, pues se conside-
ra que la almohada de hojas conserva la humedad, en especial en épocas de verano, y
que es un buen abono para la tierra. A esta percepción se asocian los espacios aptos para
el crecimiento de otros parches de árboles y plantas.
1. Es importante tener en cuenta que todas las especies nombradas en este artículo deben pasar por un proceso de corroboración biológica,
por cuanto la variedad de nombres puede significar distintos nombres comunes para una misma especie.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 227
En el tema de fauna silvestre, alrededor del bosque de roble se reconoce diversidad de
especies, especialmente aves, que han ido disminuyendo, según los entrevistados, más
por la presión de la tumba del bosque, que por la misma cacería. Dentro de las principa-
les aves identificadas se encontraron mirlas negras, carpinteros rojos, citaras, ciéntaros,
torcazas, pericos, guacharacas, yátaros, azulejos, guedes y gualilos (especie ésta que no
se volvió a ver). Los principales mamíferos asociados con el bosque de roble fueron
ardillas, tinajos, faras, comadrejas, armadillos, cajiringos (guaches), venado soche, y
dentro de los que no se han disminuido notablemente: osos y tigres.
Estas tendencias en los relatos evidencian que falta claridad respecto a las clases de
roble y la calidad de la madera; sin embargo, es interesante ver que la posible diversi-
dad de especies, percibida por los entrevistados, coincide con recientes estudios de
genética, que han encontrado una gran variabilidad en las características de los robles,
aún por estudiar.
Son diversos los usos que los entrevistados encontraron en el roble; obedecen principal-
mente a lo ergológico, lo medicinal, lo estético y, en algunos casos, asociados con valo-
raciones religiosas y mágicas:
· Valores ergológicos: algunas personas hablan de cómo la semilla del roble sirve para
hacer café. Además, el agua que sale cuando se corta es fermentada y es tomada como
guarapo. También ha sido utilizado en leña y carbón para uso doméstico. Algunos
pobladores trasformaban la madera en cucharones para la cocina y cabos para herra-
mientas.
· Valores estéticos: se encuentran dos usos especialmente “Pal’ lujo” (es decir, para apre-
ciarlo en el paisaje) y para favorecer el suelo y la sombra para el ganado.
· Valores medicinales: se encontró que la corteza de roble cocinada con encenillo y guaya-
bo es buena para la diarrea, tanto de animales como de humanos. También se dice que
la primera agua que brota en la tumba cura el asma y el reumatismo. Además, se cree
que el café hecho con el roble cura la anemia.
· Valores religiosos: sólo se encontró el roble asociado a la llamada Cruz del Roble, que se
encuentra en el alto del Manzano, entre Onzaga y Tipacoque, y representa un cruz
milagrosa, por lo que continuamente es visitada por romerías de los municipios veci-
nos.
· Valores mágicos: más allá de la especie como tal, la gente asocia el bosque de roble, en
general, con personajes míticos como la Llorona, la Mancarita (un animal salvaje pare-
cido a un mono que tiene manos y pies, pero en sentido contrario a los humanos) y las
brujas (las cuales son vistas como aves grandes de colores oscuros que se posan en los
árboles). Además, se tiene la creencia que cuando está muy floreado, anuncia buenas
cosechas para los campesinos. En Arcabuco, por ejemplo, se considera que el “toque
secreto” del horneado de almojábanas es la leña de roble.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 229
lo menos, ya no tanto, cuando éste era una de las principales presiones a la especie.
Ahora este uso es poco nombrado.
De acuerdo con los relatos sobre las relaciones mágico-narrativas asociadas al roble, se
encuentra que la especie como tal, al parecer, no tiene una dependencia fuerte como
elemento para articular la creencia o la fe; las relaciones mítico-religiosas se dan alrede-
dor del recurso bosque. Se podría pensar que estos aspectos pueden llegar a debilitar los
vínculos culturales relacionados con identidad y pertenencia de la especie como símbo-
lo de las expresiones culturales de la región.
· Talar los robles más viejos. Se cree que el árbol tiene un proceso de vida valioso; por
eso cuando entra en decadencia favorece el aprovechamiento de la especie sin causar
mayores presiones.
· No talarlo, e incluso sembrar otro tipo de árboles, como el aliso, para hacer cercas
vivas.
· Cuidar los árboles de roble, quitándoles continuamente la maleza o quitando los palos
que presenten signos de enfermedad.
· Podar los gajos más bajos, para facilitar el crecimiento y lo frondoso del árbol.
· En cuanto al asocio con sistemas ganaderos: por un lado, se afirma que se cuida de
estos árboles tratando de no dejar el ganado cerca; por el otro, hay quienes lo conser-
van en los potreros y lo podan para dejarlo como sombra del ganado. Lo interesante de
· Tierras que no se pueden aprovechar y, sin embargo, se les pagan unos impuestos que
no tienen de dónde salir. Se sugiere entonces que para impulsar la conservación de
estos espacios el gobierno debería promover subsidios o rebajas de impuestos por con-
servación.
· Restricción para el uso doméstico, en elementos como leña para la casa o postes para
cercar. Esto plantea dificultades a las familias más aisladas, pues difícilmente se en-
cuentran alternativas para surtir los servicios que el árbol ofrece. Se habla de que se
han promovido cambios a estufas de gas, por ejemplo, pero se denuncia la falta de
dinero o el acceso a éste para sostenerlas.
· Inconformismo frente al momento en que se da la veda. Se cree que es una ley que
perjudicó especialmente los recursos y economía de los hogares campesinos, pues se
considera que la prohibición llegó después de que los grandes explotadores acabaron
con todo lo maderable.
· Desvalorización de las tierras donde hay bosque de roble desde la prohibición. Para las
personas entrevistadas, el no uso de la especie implicó que estas tierras no fueran lla-
mativas para nadie y que sí proporcionen gastos en impuestos. Esta condición puede
ofrecer un escenario de vulnerabilidad, en cuanto a que ante cualquier posible com-
prador, la tierras tienden a ser vendidas a precios muy bajos.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 231
propio, especialmente cuando se dan cuenta de anomalías en la aplicación de la prohi-
bición. Por otro lado, las denuncias por el uso inadecuado del recurso tienden hacerse
no por una conciencia en las actividades que favorezcan la conservación, sino a la posi-
bilidad de “vengar” problemas vecinales.
También vale mencionar que pese a la prohibición y el control generado para la conser-
vación de la especie, se sigue usando para actividades domésticas. Sin embargo, aún no
se ha valorado este uso en la región.
· Tal vez la más común es que se permita utilizar sólo para uso doméstico (leña y pos-
tas), teniendo en cuenta el uso de árboles en ciertas condiciones.
· También se propone que deberían haber capacitaciones para ayudar a sembrar otros
árboles que sirvan de cercas vivas y para uso doméstico, mientras se conserva el roble
como un símbolo de la región.
Integrando las distintas características de la cultura del roble en la región, hay un im-
portante cuestionamiento que aún queda por descifrar frente al reciente tema de la po-
sibilidad de aprovechamiento de la especie de roble: si la situación de las comunidades
demuestra que se carecen de medios para aprovecharlo en grandes cantidades, si la
percepción generalizada es que el valor de la tierra con bosque de roble es muy bajo o no
vale nada, ¿podríamos estar ante un escenario donde se repite la historia de aprovecha-
miento del roble, favorable para los grandes empresarios explotadores y con muy pocos
beneficios para las comunidades locales?
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Introducción
Históricamente, para muchas comunidades rurales que viven en los bosques tropicales
o cerca de éstos, la fauna silvestre se ha constituido en un recurso importante, sobre
todo como fuente de alimento. De esta forma, la cacería de subsistencia cumple un pa-
pel como medio de obtención de proteína animal y, por lo tanto, está socialmente justi-
ficada y legalmente aceptada. A pesar de esto, la cacería de subsistencia se constituye en
una amenaza para las poblaciones de las especies presa y puede llevarlas a la extinción
local.
De acuerdo con Moure (2001), en general, la cacería es una actividad propia de áreas
poco intervenidas o en las primeras etapas de transformación, y su importancia como
proveedora de proteína animal es muy variable, desde muy alta, cuando es la única
fuente disponible, hasta complementaria, en los casos en que el consumo de carne de
animales silvestres es motivado sólo por razones culturales.
La mayoría de trabajos sobre cacería se han realizado en tierras bajas. En Colombia, los
estudios se han concentrado en la Amazonía y en la zona pacífica del Chocó, con comu-
nidades indígenas y afrocolombianas. En menor medida, se ha estudiado el tema en la
zona Andina de Colombia y con comunidades campesinas; sin embargo, cabe resaltar
los trabajos de Castellanos (1999), Moure (2001), Salinas et al. (2002), Vargas (2003) y
Montero (2004).
Gracias a estos estudios, hoy en día existe un mayor conocimiento acerca del uso de la
fauna silvestre por parte de comunidades campesinas de la zona Andina. No obstante,
aún es poco lo que se sabe acerca de la articulación de la práctica con las demás activida-
des de los sistemas productivos y el impacto potencial en diferentes escenarios.
Tanto para las autoridades ambientales encargadas de ejercer vigilancia, como para las
comunidades usuarias de fauna silvestre, es necesario contar con información que permita
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 235
hacer diagnósticos y seguimiento de la cacería con fines de subsistencia, para diseñar es-
trategias que garanticen la persistencia de las poblaciones y la satisfacción de las necesida-
des nutricionales y culturales de la población a largo plazo, es decir, el uso sostenible.
De cualquier manera, estas propuestas presentan algunas ideas en cuanto a las relacio-
nes inherentes a la producción y la extracción de fauna, cuyos fundamentos no se han
demostrado claramente con respecto a las comunidades en los neotrópicos; además,
estos índices, al medir solamente el componente biológico de la sostenibilidad, pueden
considerarse incompletos.
Por otro lado, una valoración cualitativa de la demanda y oferta de fauna silvestre,
donde se evalúen, además de los aspectos biológicos, los aspectos socioculturales, tam-
bién puede contribuir a establecer el estado de sostenibilidad de la actividad.
De manera general, los indicadores de oferta de fauna aportan información acerca del
estado de los sistemas ecológicos, mientras que los indicadores de demanda se relacio-
nan con la presión antrópica sobre las poblaciones animales.
La oferta de fauna silvestre depende del estado de las poblaciones animales y su entor-
no. La demanda, por su parte, es resultado de las necesidades, aspiraciones culturales y
posibilidades técnicas de la población humana que hace uso de la fauna.
Área de estudio
El municipio de Encino se encuentra situado en la cordillera Oriental de Colombia, en la
vertiente occidental de uno de sus ramales, llamado la cordillera de La Rusia, al sureste
del departamento de Santander. Está ubicado a los 6º 08´ 43´´ de latitud norte y a los 73º
06´ 12´´ sobre el meridiano de Greenwich.
En la jurisdicción del municipio se encuentra entre el 70% y el 80% del área declarada
Santuario de Flora y Fauna de Guanentá-Alto Río Fonce, que comparte su área con los
municipios de Charalá, Gámbita y Duitama, el cual posee páramos, selvas subandinas y
andinas (Colombia, Alcaldía de Encino, 1999). Dentro del área de influencia de dicho
santuario se encuentra la Reserva Biológica Cachalú, la cual es propiedad de la Funda-
ción Natura y cuenta con una extensión de bosques de 1.300 ha.
De acuerdo con los estudios de Bello (2004), se ha podido definir que la cuenca del río
Fonce fue lugar límite del establecimiento de dos culturas indígenas diferentes: los guanes
y los muiscas.
Materiales y métodos
De acuerdo con la propuesta de Moure (2001), para la evaluación de los factores que
inciden en la sostenibilidad de la cacería de subsistencia se identificaron las dos dimen-
siones básicas para el análisis: la oferta potencial de fauna silvestre (dimensión ecológica)
y la demanda potencial de fauna silvestre (dimensión antrópica). Para cada una de estas
dimensiones se consideraron aspectos indicativos, para los cuales se identificaron varia-
bles (a partir de literatura), y se utilizaron los indicadores propuestos por Moure (2001),
en su mayoría, y unos nuevos. Para la formulación de los indicadores se consideró su
nombre, definición, unidad de medida y escala de calificación. La escala de calificación
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 237
se construyó de tal forma que permitiera asignar un puntaje de 1, 2 o 3 a cada indicador,
correspondientes a una oferta o demanda baja, media o alta respectivamente.
Para la oferta potencial de fauna los aspectos indicativos seleccionados fueron la exten-
sión-configuración de la cobertura natural y boscosa y la presión histórica de cacería.
Las escalas de calificación se establecieron asumiendo que los puntajes altos correspon-
den a estados de los indicadores relacionados con situaciones que favorecen la presen-
cia de las especies de mamíferos exclusivas de bosque de mayor tamaño corporal. La
formulación de indicadores para el análisis de la oferta de fauna se centró en las espe-
cies de mamíferos con presencia potencial en la zona, dada su importancia para la cace-
ría practicada tanto por la población indígena como no indígena.
Para valorar la extensión-configuración de la cobertura natural y boscosa se utilizaron
seis indicadores, a los cuales se les asignó un puntaje de 1 en situaciones donde sólo
podrían estar presentes las especies generalistas, capaces de usar la matriz transforma-
da, con alta capacidad de movilización o con rangos de acción tan reducidos que po-
drían permanecer en parches de bosque pequeños sin necesidad de salir de ellos (Meffe
y Caroll, 1994). El máximo puntaje (3) corresponde a situaciones “óptimas”, que posibi-
litan la presencia de especies más exigentes (con rangos de acción amplios, exclusivas
de bosque), y por lo tanto también de las demás. Se le asignan 2 puntos a las situaciones
intermedias (Tabla 1).
Tabla 1. Indicadores para el análisis de la oferta potencial de fauna silvestre con fines de subsistencia en el
municipio de Encino (Santander)
*** V es el tamaño del área de vivienda individual de una especie exclusiva de bosque con
tamaño corporal medio.
Tabla 2. Indicadores para el análisis de la demanda potencial de fauna silvestre con fines de subsistencia en el
municipio de Encino (Santander)
* Los principios son claridad y aplicación, y hacen parte de la propuesta de Cifuentes et al. (2000)
para la calificación de la efectividad del manejo de áreas protegidas.
** Los ocho principios de Ostrom (2000, citado en Vargas, 2003) son: (1) límites y posibilidades de
acceso al recurso, (2) congruencia, (3) participación en la creación de reglas, (4) supervisión, (5)
sanciones graduales, (6) mecanismos de resolución de conflictos, (7) reconocimiento de las re-
glas por parte de las instituciones externas y (8) múltiples niveles de organización relacionados.
Éstos hacen parte de la propuesta para el diseño de instituciones autogestionarias de larga
duración.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 239
El valor correspondiente a cada aspecto indicativo se obtuvo a partir del promedio de
los puntajes de los indicadores considerados en cada caso, al asumir que todas las varia-
bles tienen el mismo peso dentro de cada aspecto indicativo. La sumatoria de los valores
de los aspectos indicativos corresponde al valor de la dimensión (oferta o demanda), a
la cual se le asignó un puntaje de 1, 2 o 3, de acuerdo con el rango de valores posibles
(Tabla 3).
Tabla 3. Características de las especies de mamíferos cazados para consumo de carne en el municipio de Encino
*
Fuentes: Harestad y Bunnell (1979), Eisenberg (1989), Emmons y Feer (1990), Reid (1997).
**
H: herbívoro; O: omnívoro; C: carnívoro.
***
Área de vivienda individual calculada a partir del peso corporal y dieta con el modelo de Harestad y
Bunnell (1979).
****
Estimaciones a partir de peso corporal y dieta con el modelo de Belovsky (1987) para una persistencia
de 100 años. Para las especies omnívoras se empleó el modelo de herbívoros, pues el modelo para
carnívoros puede sobreestimar los requerimientos de área, ya que está ajustado para animales
depredadores del tamaño de un puma o mayores.
Para el análisis de la oferta, se procesó la información del mapa de coberturas del muni-
cipio, desarrollado por el Instituto de Estudios Ambientales para el Desarrollo (Ideade),
(Puertas, 1998). Se discriminaron seis coberturas en la zona de estudio: (1) arbustales, (2)
bosques, (3) agroecosistemas, (4) lagunas, (5) áreas sin información y (6) páramos. La
cobertura de bosque corresponde a la fusión de las coberturas bosque denso, bosque
bajo y bosque entresacado, discriminadas en el mapa del Ideade. Los agroecosistemas
corresponden a todas las zonas de pastizales (naturales y cultivados) y los cultivos. Las
áreas sin información fueron zonas obstruidas por nubes en las fotografías aéreas inter-
pretadas por el Ideade. Una vez elaborado el nuevo mapa de coberturas se realizó la
métrica del paisaje con el programa Arcview. La información acerca de los cambios en
el paisaje y la presión histórica sobre la fauna se estableció a partir de la revisión de
documentos históricos, investigaciones biológicas, ecológicas, etnográficas y
Resultados
Extensión-configuración de la cobertura natural y boscosa
Las especies exclusivas de bosque, con mayor y menor tamaño corporal, consideradas
referencia para los indicadores son Mazama rufina y Sciurus granatensis, respectivamen-
te (Tabla 3). En el listado anterior no se encuentra ninguna especie exclusiva de bosque
que pueda considerarse de tamaño medio, por lo tanto, se definió una especie hipotética
(sp 2), la cual es herbívora, tiene un peso de 8.500 g y requiere un área de vivienda
individual de, al menos, 24 ha (Tabla 3).
La extensión de la cobertura vegetal natural es de 255,13 km2 (Tabla 4), lo cual corresponde
a un 60,75% de la extensión total del municipio. De acuerdo con esto, las condiciones en
el municipio estarían determinando la presencia especialmente de especies capaces de
hacer uso frecuente o esporádico de áreas transformadas (categoría de hábitat 3).
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 241
naturales no boscosas, del mismo rango de tamaño corporal de Sciurus granatensis y
más pequeñas.
Las condiciones del área de los parches de bosque estarían determinando la presencia
de individuos de especies exclusivas de bosque del mismo rango de tamaño de Sciurus
granatensis y más pequeñas, y presencia de individuos capaces de hacer uso de áreas
transformadas y áreas naturales no boscosas, del mismo rango de tamaño corporal de
sp 2 y más pequeñas.
La distancia entre los parches de bosque es intermedia, por lo tanto, sólo las especies
terrestres y escansoriales de tamaño medio (1.000-10.000 g) y grande pueden desplazar-
se entre parches.
Los parches de bosque en el municipio presentan una forma simple. Hay menor porcenta-
je de borde con relación al área; por lo tanto, se presentan condiciones favorables para la
presencia de mamíferos de interior de bosque y mamíferos que pueden hacer uso del
borde. No obstante, es importante observar que no ocurre lo mismo con relación al área,
que puede ser considerada hábitat para dichos mamíferos.
Los venados (Odocoileus virginianus y Mazama rufina) han sido especies importantes
para la cacería, bajo los diferentes patrones de uso de la fauna que se han dado históri-
camente en el municipio; por lo tanto, sus poblaciones pueden estar muy disminuidas
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 243
Hábito cultural de consumo
A partir de las fuentes consultadas (Castellanos, 1999; Vargas, 2003; Bello, 2004), se puede
definir que el municipio de Encino está principalmente conformado por campesinos, de-
dicados a un tipo de explotación tradicional y de subsistencia, con poca comercialización.
En este contexto, la práctica de la cacería es argumentada como una actividad comple-
mentaria con fines principalmente de subsistencia, pero también como forma de control
de especies que se alimentan regularmente de las cosechas o de especies que atacan al
ganado y a los animales domésticos, y que por lo tanto son cazados en las fincas. Estas
presas son utilizadas como proteína animal, lo cual se constituye en un beneficio adicio-
nal.
Un elemento cultural que estuvo relacionado con el reconocimiento social que se pudo
generar por medio de la práctica de la cacería fue la celebración del Corpus Christi. Según
los diferentes trabajos sobre la fauna silvestre desarrollados en esta zona de Santander
(Castellanos, 1999; Vargas, 2003; Bello, 2004; Montero, 2004), un elemento importante re-
lacionado con la práctica de la cacería en la zona ha sido dicha fiesta religiosa. En esta
celebración se acostumbraba realizar ofrendas en forma de coronas y altares con frutas,
hortalizas y animales silvestres, en acción de gracias por los beneficios obtenidos durante
el año. De esta forma, el reconocimiento derivado de la dificultad y la habilidad de captu-
rar un animal pasó de un ámbito familiar a un ámbito social. Desde hace unos 10 años,
está prohibida la cacería en la región para la celebración de esta fiesta; sin embargo, hoy en
día permanecen los elementos de reconocimiento y de obtención de un estatus derivados
de la práctica de la cacería.
Con respecto al tiempo de permanencia de las personas en la zona, se pudo establecer que un
considerable número de los pobladores ha vivido más de 20 años en el municipio. Existe
un amplio conocimiento del sistema biológico y de la historia de vida de los animales;
sin embargo, tal conocimiento se ha ido perdiendo en las nuevas generaciones, así como
lo planteó Montero (2004) en Mogotes, un municipio cercano a Encino.
La edad de los cazadores en el municipio oscila entre los 22 y los 54 años. Si tenemos en
cuenta que el tiempo de una generación es de aproximadamente 20 años, de acuerdo
con el rango de edad de los cazadores del municipio, se puede decir que se ha manifes-
tado una pérdida de la tradición de cacería, principalmente a partir de la última genera-
ción de campesinos (0 a 20 años).
Necesidad de consumo
La densidad poblacional en el municipio es de 5,94 habitantes/km2. Este valor es pequeño
en comparación con la densidad rural media de los Andes colombianos, que es de 21,2
habitantes/km2, por lo tanto, se esperaría una demanda potencial baja de fauna silvestre.
La mayor proporción de los bosques del municipio se encuentran en zonas con una
pendiente moderada (49,31%); no obstante, una proporción importante (39,4%) se en-
cuentra en zonas con una pendiente fuerte. Solamente un 11,28% de los bosques del
municipio se encuentran en zonas con pendiente suave (Tabla 6).
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 245
Tabla 6. Proporción de los bosques del municipio con relación a la inclinación del terreno
Más del 66% de los bosques de la zona se encuentran en tierras privadas o propiedades
del Estado, por lo tanto, hay una restricción para el acceso a la mayor parte de los bos-
ques y la fauna con relación al tipo de tenencia de la tierra.
Aunque en Colombia existe un complejo de leyes y normas sobre la cacería, éstas pre-
sentan algunas lagunas específicas y ligeras superposiciones entre leyes. Las leyes/nor-
mas institucionales con relación a la cacería son cumplidas con mucha dificultad por los
pobladores de Encino, y las autoridades ambientales se limitan a realizar algunos con-
troles y esporádicas divulgaciones para propiciar su cumplimiento. Es decir, la efectivi-
dad de las normas institucionales es baja, las restricciones sobre el recurso faunístico no
se cumplen y, por lo tanto, el acceso a la fauna silvestre es alto.
A partir del trabajo de Vargas (2003), se pudo definir que existen tres acuerdos no for-
males con respecto a la regulación de la práctica de la cacería. Éstos son: (1) rotación de
los lugares de cacería, (2) selección de animales de ciertas especies o en determinado
estado de madurez y (3) establecimiento de vedas de cacería durante determinados in-
tervalos de tiempo.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 247
Discusión
El conjunto de especies más importante para la cacería de subsistencia en el municipio
de Encino está conformado en su mayoría por especies no exclusivas de hábitats boscosos,
que pueden hacer uso de otras coberturas naturales como los arbustales, la vegetación
de páramo y las áreas transformadas.
Dentro del conjunto de animales cazados con fines de subsistencia en el municipio, los
mamíferos mejor representados son aquellos de tamaño más o menos pequeño, que
viven en rastrojos o en madrigueras, con frecuencia cerca de viviendas o campos des-
montados (Dasypus novemcinctus, Didelphis spp, Dasyprocta punctata, Agouti paca).
Con relación a esto, los bosques del municipio hacen parte del denominado corredor
Guantivá-Iguaque, que se constituye en los últimos bosques de roble de la vertiente
occidental de la cordillera Oriental. Este corredor tiene un área total de 10.330 km2 de los
cuales 3.050 km2 son bosques.
El hecho de que los venados (Odocoileus virginianus y Mazama rufina) han sido especies
importantes para la cacería bajo los diferentes patrones de uso de la fauna que se han
Aunque el consumo de fauna silvestre para grupos campesinos está más relacionado
con la disponibilidad de otras fuentes de proteína animal como el ganado y los animales
domésticos, es claro que en el caso de Encino el hábito del uso de la fauna silvestre no
responde únicamente a razones de subsistencia, sino también a motivos mágico-religio-
sos, sociales y recreativos. Lo anterior está en concordancia con lo encontrado por dife-
rentes autores que han trabajado el tema de la cacería en comunidades campesinas de la
zona andina como Vargas (2003), Montero (2004), Vélez (2004) y Lugo (2005), lo cual
permite evidenciar que la cacería practicada por los grupos campesinos de la zona andina
responde a fenómenos culturales complejos y se relaciona también con motivaciones y
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 249
expectativas ligadas a fenómenos sociales y simbólicos, y no únicamente con la disponi-
bilidad de fuentes de proteína animal diferentes a la carne de monte para la dieta, como
se ha descrito anteriormente (Polanco, 2000; Moure, 2001) para este grupo humano.
En este sentido, Cárdenas (1996) encontró en una comunidad cercana y similar al munici-
pio de Encino que en los jóvenes se percibe una fuerte atracción por la vida en la ciudad,
sobre todo a partir del hecho de que varios de los hermanos están situados y ubicados
laboralmente en zonas urbanas. La anterior situación se ha definido como un proceso de
homogeneización cultural que se viene dando principalmente entre los estratos bajos y medios
del habitante rural, que cada vez en mayor medida asume hábitos, actitudes y expectati-
vas de carácter urbano. En este sentido, Cárdenas (1996) habla de que se ha dado un
proceso denominado urbanización sociológica del campo.
Dicho fenómeno fue reportado como un factor que ha ocasionado la disminución del
hábito de consumo de fauna silvestre por Salinas et al. (2002), para varios municipios de
los alrededores de la serranía de Mamapacha (Boyacá), y por Vélez (2004), en el área
de influencia del Parque Nacional Natural Chingaza (Cundinamarca).
Con respecto a la necesidad de consumo, las difíciles condiciones para obtener ingresos
económicos pueden influir en que los animales domésticos sean destinados a la venta
más que al autoconsumo. Esta situación puede generar una fuga del capital que podría
ser invertido para la obtención de proteína animal, ya que el dinero adquirido por la
venta de animales domésticos o la comercialización de una parte de la producción agrí-
cola no es destinado únicamente para la obtención de carne, sino que también se utiliza
para la compra de víveres como granos, azúcar, sal y aceite, y para realizar mejoras en
las viviendas y en los cultivos.
En este sentido, el acceso a las zonas de bosque, de acuerdo con la distancia entre éstas
y los asentamientos humanos, es alto, pero es posible que la fauna de los bosques más
cercanos a los asentamientos se haya agotado o haya migrado a zonas más alejadas y
con menos intervención y, por lo tanto, exista una creciente dificultad para encontrar a
los animales, tal como reportaron Castellanos (1999) y Bello (2004).
Es importante resaltar que los lugares del municipio donde se encuentran los bosques
se relacionan más con que son las zonas más altas del municipio que con el grado de
inclinación del terreno. Esto es importante, ya que se ha argumentado que la conserva-
ción de las zonas boscosas en el municipio ha sido determinada de manera importante
por lo quebrado del relieve (Castellanos, 1999; Bello, 2004); no obstante, al parecer la
presencia de los bosques parece estar más relacionado con el grado de alejamiento con
respecto a los asentamientos humanos que con una topografía accidentada en sí.
Con respecto a la poca efectividad del acceso a la fauna silvestre por medio de las nor-
mas institucionales, la existencia de lagunas específicas en el interior de éstas se relacio-
na con la falta de definición de los criterios desde los cuales la cacería de subsistencia
puede ser permitida por parte de las autoridades ambientales. En este sentido, la legis-
lación (Ley 599 de 2000 del Código Penal) establece que se deben definir las especies que
pueden ser objeto de cacería en la jurisdicción de la autoridad correspondiente, y
que son aquellas que no están en riesgo y cuyos individuos pueden ser aprovechados
sin detrimento de las poblaciones actuales.
Por otro lado, los acuerdos no formales en relación con la fauna silvestre son conocidos
y aplicados dentro de cada grupo de cazadores y no existe una verdadera comunicación
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 251
con otros grupos debido a la competencia entre éstos, la cual determina que las estrate-
gias no quieran ser reveladas y también por el miedo a exponerse a sanciones, teniendo
en cuenta el marco de prohibición que existe en la zona. De acuerdo con Vargas (2003),
esta falta de comunicación entre los grupos ha determinado que las reglas antes men-
cionadas no puedan considerarse normas de elección colectiva, ya que faltan un conoci-
miento y un acuerdo general sobre éstas.
Es muy posible que las condiciones de oferta y demanda potencial y, por lo tanto, del
estado de sostenibilidad potencial varíen, si se tiene en cuenta una escala de análisis
más amplia. Esto es especialmente relevante para la extensión y configuración de la
cobertura boscosa, teniendo en cuenta que existe una conexión entre las zonas de bos-
que del municipio con amplias áreas de bosque por fuera del área de estudio, lo cual
determina condiciones diferentes para la presencia de las especies exclusivas de bosque,
ya que ni los animales ni los hábitats están restringidos por los límites político-adminis-
trativos.
Conclusiones
La caracterización de la extensión y configuración de la cobertura boscosa en función de
los requerimientos de las especies de mamíferos con hábitos total o parcialmente
silvícolas, permitió identificar que las condiciones de las zonas de bosque en el munici-
pio en una escala de paisaje estarían determinando principalmente la presencia de espe-
cies que pueden hacer uso de áreas transformadas y áreas naturales no boscosas. La
Por medio de la descripción del uso histórico de la fauna se pudo observar que los
procesos históricos de poblamiento de una región son determinantes de la abundancia
y composición de la oferta potencial de fauna silvestre. En el caso de Encino, la presen-
cia humana en la zona se remonta a la época prehispánica; en consecuencia, se puede
esperar que las presas de mayor tamaño con presencia en la zona se hayan extinguido
localmente o sean muy escasas.
De cualquier forma la presión histórica sobre la fauna no debe ser únicamente definida
a partir del tiempo de presencia humana en la zona ya que las condiciones de esta pre-
sión histórica hacen parte de fenómenos complejos que varían de acuerdo con las condi-
ciones particulares de cada lugar y se relacionan entre otras cosas con el tipo de grupo
humano involucrado, el contexto geográfico y la escala de análisis utilizada.
Las restricciones establecidas por medio de las normas institucionales y las normas
autogestionarias no son efectivas en el municipio. Este hecho, sumado a la cercanía de
las zonas de bosque con los asentamientos humanos y la disponibilidad de una tecnolo-
gía para la cacería ampliamente eficaz, está posibilitando hacer la demanda de fauna
silvestre efectiva.
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 253
Agradecimientos
Este trabajo fue financiado por la Fundación MacArthur a través del proyecto Estrategia
de conservación y uso sostenible de los bosques andinos de roble de la vertiente occidental de la
cordillera Oriental, departamentos de Boyacá y Santander, Colombia, ejecutado por la Fun-
dación Natura. Gracias a L. G. Baptiste y A. Moure, por sus comentarios y observacio-
nes, y a L. Gómez, de la comunidad de Encino, quien aportó información valiosa y
colaboró durante la fase de campo.
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Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 257
258 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Algunos referentes espaciales e históricos
en el territorio hídrico de Iguaque*
Este texto ilustra algunos referentes espaciales para los campesinos de Iguaque, apro-
piados como aporte en la lectura actual de la historia en su territorio. Se consideran dos
elementos básicos: por un lado, un mundo-lugar y, por el otro, la toponimia local y algu-
nas categorizaciones campesinas del paisaje, de manera que se contribuya al entendi-
miento de relaciones simbólicas existentes entre el campesinado y el entorno físico, rele-
vante no sólo en el ejercicio de su territorialidad, sino también en la construcción de
canales de comunicación entre iguaqueños y conservacionistas foráneos, todos interesa-
dos en el cuidado y protección de las fuentes de agua y los ecosistemas asociados.
De esta manera, tales lugares representan símbolos durables de sucesos distantes que
construyen el pasado y que recrean permanentemente la historia humana en el presente
(Basso, 1996: 5-7). En la existencia de estos referentes espaciales hay propósitos explíci-
tos, como el ilustrar cambios ocurridos en el paisaje y en los patrones climáticos entre la
apariencia original en los tiempos primigenios y la condición actual, o el exponer el
origen de los clanes sociales ligados a estos lugares o los mensajes instructivos de carác-
ter moral (Basso, 1996: 13, 19-24, 29-30).
* La información que se presenta en este documento forma parte de mi tesis de investigación titulada Elementos constitutivos de la cultura
hídrica en San Pedro de Iguaque (municipio de Chíquiza), trabajo que será puesto a consideración próximamente, para optar al título de
Magíster en Antropología.
**
Candidata a Magíster en Antropología, Universidad de los Andes. Correo electrónico: g-bravo@unianders.edu.co
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 259
Por otro lado, los topónimos o los nombres de los lugares revelan mecanismos de apro-
piación física del ambiente y, así mismo, una variedad de asociaciones emocionales y
mentales en tiempo y espacio, de historia y eventos, de actividades personales y socia-
les, es decir, presentan una capacidad para evocar diversas circunstancias (Basso, 1996:
75-77; Santos-Granero, 1998: 139-142; Gómez, 2000).
Igualmente, dentro del marco conceptual de este trabajo se considera valiosa la noción
de espacio, como la interacción de tres tipos de espacios construidos socialmente: el
pragmático, donde ocurren las actividades prácticas, como la rutina diaria, la agricultu-
ra o la ganadería; el mítico o representacional, relacionado con la forma como es vivido
a través de imágenes asociadas y símbolos, donde se localizan determinadas valoracio-
nes sociales, y el espacio conceptualizado, resultado de su concepción teórica a partir de
estudios académicos y de quienes planifican los ordenamientos ambientales y urbanos.
Se han integrado en este punto planteamientos de Henri Lefebvre (1992) y Yi-Fu Tuan
(1977). No se pretende promover la división del territorio en espacios claramente dife-
renciados, sino dimensionarlo como la interacción de espacios construidos socialmente
que se superponen unos con otros.
La unidad de análisis para este trabajo fueron los testimonios campesinos relacionados
con el territorio experimentado y vivido, procedentes de personas mayores, adultos,
jóvenes y niños, todos hombres y mujeres, quienes viven en cuatro veredas:
Patiecitos, Río Abajo, Cerro y Carrizal, en San Pedro de Iguaque (municipio de
Chíquiza, departamento de Boyacá). La información se generó en diálogos coloquiales
y entrevistas semiestructuradas en viviendas y/o parcelas, escuelas y/o colegios, así
como en recorridos por la zona.
La génesis y ocupación de los encantos tiene como epicentro la laguna de San Pedro,
como se expresa en las siguientes voces:
La historia de Bachué fue que, según me informan, ¿no? Que fue que Bachué
se casó, el marido se murió y que fue con el hijo y se botó a la laguna, se reunió
con el hijo y ahí fue pa’, mejor dicho se volvió como morraco o sea oro y eso
fue, me imagino que se botaron a la laguna. (Uriel Rivera. Las cursivas son
de la autora)
… la madre Bachué vivía aquí, que había tenido un hijo y que ellos vivían
los indios chichas todos aquí y que luego, que luego que, los llegaron a bau-
tizar los españoles, y qu’ellos no se dejaban bautizar y que tal vez la Madre
Bachué se volvió serpiente por no dejarse bautizar, porque los que trajeron la
religión fueron los españoles… (Belsamina Pineda. Las cursivas son de la
autora)
… por allá, esos tiempos no subía turismo y eso el agua pu’ allá en la lagu-
na, era una laguna encantada, una laguna brava, allá cuando subían de
paseo, tenían que no acercarse a la laguna ni mucho menos a botarle pie-
dras porque prontito se venía una borrasca de agua… (Joaquín Amado)
Se observa así que la laguna representa un lugar de sincretismos religiosos: por un lado, el
principio y fin de los seres primordiales indígenas y sus descendientes, así como su
transfiguración en encantos que le otorgan el carácter de braveza a la laguna. En conse-
cuencia se convierte en objeto de amansamiento por parte de extraños, bien sea católi-
cos y/o turistas. Es interesante resaltar que Bachué y su compañero, protagonistas de la
mitología que originó a la humanidad muisca, representan encantos para los campesi-
nos, quienes no se reconocen descendientes de dicho pueblo, antiguo poblador de las
mismas tierras.
Los encantos y la braveza constituyen elementos valiosos dentro de las relaciones simbó-
licas que establecen los campesinos iguaqueños con su entorno y demuestran la posible
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 261
persistencia de estructuras míticas relacionadas con los antiguos pobladores indígenas.
Esta historia se recrea permanentemente a través de los encantos, cuya presencia era
constante cuando llovía más y había mayor cantidad de agua en las corrientes y naci-
mientos de agua. Este vínculo directo entre presencia de encantos y abundancia de agua
constituye un aspecto relevante que incorpora información valiosa sobre anteriores con-
diciones del agua en el territorio de Iguaque:
Por otra parte, la laguna de San Pedro se encuentra conectada a diferentes lugares, de-
pendiendo del interlocutor: bien sea a las otras lagunas del cerro, a la laguna de Tota
(ubicada en Aquitania), al pozo de Hunzahúa o de Donato, localizado en Tunja (“… la
laguna [de San Pedro] va a totiar en el pozo de Donato en Tunja”), a la catedral de la
misma ciudad, a Chiquinquirá, o incluso a la laguna de Fúquene, en Cundinamarca:
…yo no sé bien la historia de la Bachué, pero una que se trajo una riqueza
por allá de una laguna que llamaban de Fúquene, por allá, y la Bachué se
trajo la riqueza se metió aquí en la laguna de San Pedro, la Bachué con esa
riqueza… Y que se había embocado ahí a la laguna. Y que siempre se alum-
braba una luz todas las noches de allá a allá, una comunicación [entre la
laguna de San Pedro y la de Fúquene] se veía la luz pero arriba pegada a la
laguna, y eso sí es cierto, yo alcancé a ver, yo alcancé a ver esa vaina sí,
como una lucecita, no se veía propiamente la luz, pero se veía una vainita
allá, de la laguna alumbraba allá, de la laguna de Fúquene a la de San
Pedro... (Joaquín Amado)
Los vínculos mencionados ocurren mediante vigas o barriles de oro que, según las ex-
plicaciones campesinas, se observan en la superficie de la laguna de San Pedro como
tres grandes círculos claramente diferenciados cuando se mira desde su borde, en un
día soleado. Estos barriles pudieron haberse formado a partir del oro lanzado por los
indígenas ante la llegada de los españoles:
Era que mi abuelito o sea hacía unas casas de barro, unas chozas y ahí
tienen un aljibe donde toda la familia o sea saca agua de ahí y nunca se ha
secado y de ahí salía un toro y todas las noches le rompía las chozas y al
otro día las paraban y volvía y las rompía y un día se fueron a cogerlo y se
metió al pozo y después salía era un gallo y todas las mañanas los desper-
taba. Y el pozo es un aljibe chiquito y lo cercaron y nunca se ha secado.
(Yohana Cárdenas)
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 263
Respecto a la laguna de San Pedro, se habla de la existencia actual de un pueblo indígena
en su interior, en el sector ubicado hacia el cerro de La Campana. Los pobladores pue-
den salir a la media noche o en el crepúsculo, incluso a celebrar las fiestas de San Pedro
cada año, a finales de junio. En 1995, algunos campesinos subieron expresamente para
presenciar el festejo de los indígenas en la noche de San Pedro.
La denominación como laguna de San Pedro por parte de los campesinos, y no de Iguaque
como es más conocida en el ámbito nacional, puede representar una manera de reafir-
mar su propiedad sobre la laguna: “La laguna es nuestra, no de Villa de Leyva”.
El pozo de la vieja, ubicado en la quebrada de San Pedro, está relacionado con un encanto
antropomorfo, una mujer sola quien sale de éste a asolearse. Este pozo se ha disminuido
notablemente, así como la presencia de la fémina:
… aquí abajo hay un pozo grande que llaman el pozo de la vieja… Qu’es
que salía una señora a calentarse ahí sobre la piedra, una señora grande,
que al lado había una piedra, abajo, es el pozo y arriba hay una piedra
grande, grandototota, bonita, como pa’ sentarse uno ahí sí, y abajo un pozo
grande. Y que ahí veían pero eso es antiguamente. Y que ahí veían una
señora que salía del río y se sentaba ahí un rato y se ponía a hablar un
poquito y volvía y se metía, eso hace mucho tiempo... (Joaquín Amado)
Este elemento orográfico también está relacionado con el castigo a uno de los primeros
terratenientes de la zona:
Este segundo testimonio permite conocer uno de los sitios más comunes en los relatos
de la gente: la iglesia, cuyos vestigios se encuentran actualmente en el espacio pragmá-
tico de los campesinos en el sector denominado El Molino. Un espacio caracterizado
actualmente por cultivos de papa y pastizales, otrora haciendas destinadas a la molien-
da de maíz y trigo.
Morro el Granadillo:
… antes se salían por allá a la lomita a mirar, que miraban p’al Granadillo,
qu’es que veían tres luces ques’que bailaban el tres, por la noche, qu’es que
ellos se subían yo no sé a dónde, pu’ allá a una loma a mirar, p’al Granadillo,
allá al lado de la laguna, qu’es que ellos se venían a mirar y qu’is que había
tres luces que bailaban el tres. [Esas luces eran] encantos, digo yo, de la
laguna misma, seguro era que se salían, digo yo. Porque ahora no, ahora
ya no [se] ve eso… (Diocelina de Amado)
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 265
una piedra blanca, pero de antes que la veían propiamente que era un cura
ahí… Eso era una piedra, parecía que se revelaba que parecía que fuera un
cura… (Joaquín Amado)
Otros como el cerro de la campana, donde se oía tocar su sonido los días viernes santo,
junto a todos los topónimos mencionados, ilustran formas de apropiación simbólica de
un territorio campesino con base en el reconocimiento tácito de una “memoria topológica”
(Gómez, 2000), que preserva una historia local a través de la tradición oral. Se establecen
asociaciones e historias que revelan elementos relevantes para el campesinado como
aquellos de procedencia católica relativos a la iglesia, el fraile y la campana, ligados a la
característica constante en el paisaje de ubicar imágenes de santos en los cerros. Ocurre
así una lectura de historias inscritas directamente en el paisaje.
Por otra parte, vale la pena contrastar la toponimia orográfica frente a la hidrológica.
Específicamente es frecuente escuchar la expresión simple como “el río” sin recibir una
denominación común. Generalmente se nombra así porque su curso pasa muy cerca del
espacio pragmático campesino y pareciera no existir la necesidad de nombrarlo. Está
“ahí” y es uno solo. Sin embargo, esto depende del sector, porque si su curso pasa por El
Molino, puede ser llamado con el mismo nombre del lugar. Igualmente, se oye como “el
río que viene del cerro”, como aquel que recoge las corrientes procedentes de las lagu-
nas y nacimientos en las veredas Cerro y Vergara, principalmente. Así que este “río”
corresponde al denominado por los geógrafos como el río Cane-Iguaque, apelativo que
no está presente en la territorialidad campesina.
Los que sí están presentes en el imaginario local son los ríos Yerbabuena, Carrizal y Turmal
como los tres más importantes, y cuyo reducido curso actual ha ocasionado que sean
considerados quebradas o, en casos extremos, “zanjitas”. Estos tres ríos se juntan en el
sector El Molino y constituyen un solo río corriente abajo, correspondiente al denominado
Cane-Iguaque. De acuerdo con el relato de Estela Díaz, por esta razón este río debería
contar entonces con múltiples nacimientos y no uno solo, como podría pensarse.
… todo esto, todas estas lomas son los páramos… Yo comprendo que un
páramo lo llaman es por lo helado, por lo frío, entonces se dice es paramoso,
sí…. [La papa] Aquí p’al páramo se demora hasta 6 meses. (Puno Amado)
… como allá arriba hay tierras buenas al lado del páramo… Aquí los pára-
mos son hacia arriba, la cabecera… Toa esa pileta que se llama Lomalta. La
papa es de bastante humedad, por eso es que en los páramos la papa se da
bastante porque allá no hace falta el agua, aunque sea la humedad, cae el
rocío, cae niebla, y el rocíito se mantiene y cuando llueve tons llueve más
durito por allá… Por el lado del páramo, sí todo esto de pa’ allá de para
arriba, Cerro y Vergara… Eso se cultiva la papa allí desde el lado del pue-
blo hasta dar la vuelta a Llano Grande, da la vuelta por allá por carrizal,
por el Turmal, por Vergara y vuelve a Cerro, todo eso es tierra de frescas…
(Joaquín Amado)
Segunda Parte. Estrategias de uso y manejo de los robles y su biodiversidad asociada 267
madera pero el arrabal es pequeño y el monte ya es un monte grande don-
de hay matas para aserrío, para edificaciones, y pa’ toa esa cosa claro… De
arrabal no se puede sacar leña porque es una madera muy pequeña… Sel-
va es donde hay bastante madera, donde hay monte grandísimo y enton-
ces esa es una selva.
… ese roble se amaña en lo seco y que llama el agua harto también, pero de
pronto no, casi no hay a la orilla del río, en la pendiente se amaña mucho…
… el monte sigue ahí, el bosque sirve, pero nosotros para sacar un peso de
ahí, no sacamos un peso… Ese es el problema que sin tener derecho a des-
truir nada, y pero eso sí no, ni suelo ni nada pu’ hay pa’ allá a tumbar un
palo pu hay. No sacamos sino, nada. Pagamos es impuesto.
Conclusiones
Iguaque, como serranía vigorosa o fuerte en su significado original chibcha (Acosta,
1938; González de Pérez, 1987), es testigo hoy del encuentro de múltiples territorialidades,
que se traducen en la construcción social de espacios superpuestos: un espacio mítico
donde deambulan los encantos, un espacio pragmático donde se ejercen las labores co-
tidianas y uno teórico como el “páramo”, incluido dentro del SFFI.
La laguna de San pedro, como mundo-lugar, es uno de los referentes espaciales más
importantes para los campesinos, el cual, junto a toponimia local, ilustra la existencia de
relaciones simbólicas con el agua y el entorno físico, cuya comprensión es necesaria
para entender la territorialidad campesina. Se evidencia alrededor de los lugares tanto
la ocurrencia de historias relacionadas con un pasado indígena como hechos significati-
vos para el campesinado, como es la tradición católica. Estos elementos constituyen el
imaginario campesino y se inscriben en su territorio.
Se evidencian así en los pobladores campesinos matices de una identidad cultural ins-
critos en su territorio, cuyo conocimiento podrá fortalecer procesos de manejo y ordena-
miento ambiental.
Agradecimientos
Quiero manifestar mi inmensa gratitud y aprecio a los campesinos iguaqueños, quienes
compartieron su palabra y alimento conmigo durante numerosos encuentros formativos.
Igualmente, expreso mis agradecimientos a la directora de la tesis, profesora María Cla-
ra van der Hammen, por sus valiosas orientaciones.
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Procesos de gestión
institucional asociados con
el roble y sus ecosistemas
Tercera Parte. Procesos de gestión institucional asociados con el roble y sus ecosistemas 271
272 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Introducción
Nancy Vargas T.
Clara Solano G.
Tercera Parte. Procesos de gestión institucional asociados con el roble y sus ecosistemas 273
274 I Simposio Internacional de Roble y Ecosistemas Asociados, Memorias
Los robles como objetos de conservación
del proyecto Corredor Biológico entre
los PNN Puracé-Cueva de los Guácharos
Introducción
En el sur del departamento del Huila existe una importante franja de ecosistemas naturales,
distribuidos por el costado occidental de la cordillera Oriental, sobre la cuenca alta del río
Magdalena, que ha sufrido procesos de intervención humana a través de muchos años, y
que, por ende, amenazan la persistencia de esta área natural, declarada reserva de la biosfera,
al conectar naturalmente los parques nacionales naturales (PNN) Puracé y Cueva de los
Guácharos.
Dada la importancia biológica y cultural de la zona, fue necesario plantear y desarrollar una
estrategia de intervención conjunta nacida de la comunidad y concretada con la puesta en
marcha del Proyecto Corredor Biológico PNN Puracé-Cueva de los Guácharos, con la
cofinanciación de instituciones, entes territoriales y sociedad civil.
Aunque la propuesta es mantener la conectividades naturales entre los dos PNN, a través
de la disminución de impactos en esta franja boscosa, el proceso ha evolucionado hacia la
definición de objetos de conservación que permitan, por un lado, generar valores de apro-
piación entre las comunidades y, por el otro, enriquecer los conceptos de conectividad,
corredor biológico, impactos de la fragmentación, etc. Se partió de la información arrojada por
los ejercicios de definición de objetos de conservación para los parques Puracé y Cueva
de los Guácharos y de la identificación de varios de ellos dentro del territorio de acción del
Proyecto, según los trabajos de poligrafía social.
Tercera Parte. Procesos de gestión institucional asociados con el roble y sus ecosistemas 275
área de corredor, y ocupa más del 50% de su territorio, en un área aproximada de 45.000 ha,
entre los municipios de Acevedo, Palestina y Pitalito.
Las acciones que generan vulnerabilidad a éstas y otras especies de importancia han sido
objeto de intervención por el proyecto, de manera que minimicen la acelerada pérdida de
los ecosistemas presentes y permitan generar oportunidades a partir de la conservación.
Proceso adelantado
El primer paso de avanzada del Proyecto lo constituyó la articulación interinstitucional. En
esta, los procesos adelantados por la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena
(CAM), gestora del proyecto, y por los entes cofinanciadores: el Fondo Francés para el Me-
dio Ambiente (FFEM) y la Corporación Autónoma Regional del Río Grande de la Magdale-
na (Cormagdalena), fueron enriquecidos con la experiencia y aportes técnicos y económi-
cos de los proyectos ejecutados por Promacizo y la Unidad de Parques Nacionales (Biomacizo
y Ecoandino), más la participación del Convenio Intercorporativo Macizo Colombiano y las
entidades territoriales, todas ellas que actuaron sobre el mismo territorio.
Las estrategias desarrolladas incluyeron aspectos clave como la concertación de los objetivos
del proceso y la definición de la complementariedad entre los componentes de los diferentes
proyectos, la suscripción de convenios que legitimaran y respaldaran la interacción, la defini-
ción de contrapartidas para la operativización de propuestas y la definición de un área de
trabajo común, de una metodología unificada y de una estructura operativa, así como la con-
formación de instancias de planificación y seguimiento.
Por otra parte, con los avances en el interior de los PNN en el ámbito de la planificación del
manejo, se contó con la información obtenida a partir del proceso de identificación y
priorización de objetos de conservación para los parques Cueva de los Guácharos y Puracé,
en los que la misma gente que participó en los procesos de poligrafía se vinculó a estas
actividades. Parte de los resultados fue la existencia de los objetos de conservación o su
relación muy estrecha con las áreas aledañas a los parques, en la que se incluían sus propios
predios.
Una vez reunidos todos los elementos anteriores, se cuenta con los insumos básicos para el
desarrollo de acciones de vigilancia de la biodiversidad, en particular de los objetos de con-
servación definidos, que han incluido procesos de sensibilización y formación, conforma-
ción de grupos de monitoreo, generación de indicadores, realización de expediciones, com-
pilación y sistematización de la información y disposición de la información en términos
accesibles a la comunidad. En este último aspecto, se avanza notablemente en la incorpora-
ción de los elementos de la biodiversidad en los planes de estudio formales de las institucio-
nes encargadas de formación de maestros (Normal Superior), las propias instituciones edu-
cativas rurales y los centros de formación técnica del Servicio Nacional de Aprendizaje (Sena).
Tercera Parte. Procesos de gestión institucional asociados con el roble y sus ecosistemas 277
con un fuerte componente de conservación, más la puesta en marcha de sistemas producti-
vos alternativos o la inclusión de tecnologías que reduzcan el impacto en los recursos.
Logros alcanzados
Los bosques de roble, como uno de los ejemplos más evidentes de los objetos de conserva-
ción identificados por el proceso, se distribuyen por toda la zona amortiguadora del PNN
Cueva de los Guácharos. Amplían su distribución hacia el norte, en especial la del roble
negro, por la región denominada por el Sistema Regional de Áreas Protegidas (Sirap) Huila
como serranía de Peñas Blancas o La Ceja, y ocupan un área mayor a 45 mil hectáreas,
correspondientes a más del 50% de la zona boscosa del área corredor.
Las especies de roble reportadas para el área corresponden a la especie roble blanco (Quercus
humboldtii) y roble negro, roble morado o robla (Colombobalanus excelsa), aunque en el campo
los reconocedores insisten en la existencia de otros robles comúnmente conocidos como
roble rosado, pero que en realidad parece ser en una variación del roble blanco.
Aunque el área de acción del Proyecto abarca altitudes que van desde los 1.600 a los 2.300
metros de altitud, los robles negros se localizan desde los 1.400 metros (vereda Tocora-
Acevedo), pero los grandes robledales se localizan alrededor de los 1.800 metros.
En términos generales, se identifican dos grandes tipos de bosque en el Corredor: (1) los
robledales, que distinguen asociaciones puras de roble negro, bosques que combinan las
dos especies de robles y bosques de roble blanco, con inclusión de otras especies arbóreas,
en especial de la familia Lauraceae y Arecaceae, que se distribuyen por los municipios de
Acevedo, Palestina y Pitalito, y (2) los bosques mixtos, distribuidos sobre las estribaciones
de la cordillera Central, en la zona amortiguadora del PNN Puracé, en el municipio de San
Agustín, donde dominan varias especies de lauráceas, que desplazanlos robles, hasta vol-
verse ausentes o esporádicos.
Por último, la creación de parques naturales municipales (en proceso de planificación por
parte de la CAM), junto con el seguimiento a la adquisición de predios para la conservación
de agua por parte de los municipios y la definición de criterios (varios de ellos relacionados
con la biodiversidad) para efectos de su compra.
Es claro que quien toma la decisión sobre su territorio es su gente; por ello, se incorporan los
robles como elementos valiosos de su biodiversidad y generadores de oportunidades, apar-
te de que se desarrollan trabajos de monitoreo de especies focales (como el oso de anteojos
y la danta de páramo) que utilizan los robledales como hábitat, más estrategias de motiva-
ción, como la selección de árboles padrones —cuyo propósito es hacer el seguimiento fono-
lógico y procurar su reproducción y restauración—. Estas iniciativas ya están previstas por
la misma comunidad en los procesos de planificación predial y veredal desarrollada por el
proceso.
Tercera Parte. Procesos de gestión institucional asociados con el roble y sus ecosistemas 279
técnica y económica, más búsqueda de alianzas que permitan institucionalizar la propuesta
de conservación, más allá de la existencia de un proyecto.
Se cuenta con las herramientas para la toma de decisiones (un SIG, inventarios de
biodiversidad, estructuras organizativas funcionando, etc.), que permitirán medir en el cor-
to plazo (2007), el impacto alcanzado sobre el territorio, frente a la conservación de sus
bosques.
Como es propio en este tipo de proyectos, los resultados se dilatan en un amplio espectro de
tiempo, por ello se apuesta a la formación de las generaciones nacientes, en procesos
estructurados de educación formal y no formal, que inicien desde los maestros, de manera
que se incorporen en su formación propuestas para el reconocimiento de su territorio y la
generación de iniciativas que minimicen las situaciones históricas que han medrado en
la conservación de los recursos existentes en corredor.
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Introducción
Como parte del desarrollo del Plan de Acción Trienal (PAT) 2004-2006 de la Corporación
Autónoma Regional de Boyacá (Corpoboyacá), se definieron cinco líneas de acción para el
proyecto Manejo integral de ecosistemas estratégicos: páramos, selvas tropicales, Sistema Regional
de Áreas Protegidas (Sirap), humedales y restauración ecológica. Estas líneas de trabajo se deter-
minaron con el objetivo de adelantar procesos de gestión y conservación en los ecosistemas
más afectados del departamento de Boyacá.
En el PAT no se incluye una línea específica para los ecosistemas de bosque andino y alto
andino; sin embargo, las estrategias definidas para el trabajo en páramos y en el Sirap con-
tienen metas que incluyen actividades hacia la conservación de estos ecosistemas, especial-
mente los bosques de roble.
* Biólogo del Proyecto Manejo Integral de Ecosistemas Estratégicos Corpoboyacá, Boyacá, Colombia. Correo
electrónico: fsaenz@corpoboyaca.gov.co
Tercera Parte. Procesos de gestión institucional asociados con el roble y sus ecosistemas 281
Figura 1. Distribución de las zonas de vida en los ramales oriental y occidental* de la cordillera Oriental en el
departamento de Boyacá
*Nótese que la distribución de los bosques de roble (Quercus humboldtii) se restringe a la vertiente exterior del ramal occidental.
Sin embargo, estos ecosistemas han sufrido una grave reducción en su extensión, debido a
que las tasas de deforestación de los bosques de la cordillera Oriental son más marcadas en
la vertiente occidental, especialmente en Boyacá y Santander (Fundación Natura, 2005).
Métodos
El trabajo realizado se ha concentrado en tres sectores de Boyacá, específicamente en la
Reserva Forestal El Peligro (Moniquirá, Arcabuco), el Parque Natural Municipal Ranchería
(Paipa) y en el municipio de Tipacoque. Por medio de la contratación de dos consultorías, se
desarrolló, entre los años 2004 y 2005, la concertación y la formulación de los planes de
manejo ambiental de la Reserva Forestal Protectora El Peligro y del Parque Natural Munici-
pal Ranchería, los cuales presentan bosques de roble en gran parte de su extensión. Actual-
mente se adelanta la implementación de las actividades definidas en estos planes conjunta-
mente con los municipios.
Resultados y discusión
Con el objetivo de vincular de forma directa en los procesos de conservación a las comunida-
des ubicadas en los sectores de influencia de los ecosistemas de roble, se realizó una labor de
concertación en las zonas de influencia de la Reserva Forestal Protectora El Peligro y el Parque
Natural Municipal Ranchería, mediante la cual se definieron varios acuerdos de manejo, pro-
gramas y proyectos de protección de los remanentes de bosque y de restauración de áreas
intervenidas dentro de las reservas.
Tercera Parte. Procesos de gestión institucional asociados con el roble y sus ecosistemas 283
Dentro de cada uno de estos planes se ha identificado el potencial ecoturístico de las reser-
vas, lo que ha dado pie para el desarrollo de una infraestructura básica, correspondiente a
senderos interpretativos, señalización y zonas de alojamiento de visitantes y guardabos-
ques, al igual que la elaboración de planes ecoturísticos de cada una de las áreas.
Recomendaciones
Es recomendable llevar a cabo estudios que permitan establecer la presencia y el estado
poblacional del perezoso de dos dedos (Choloepus hofmanii) en el corredor de robles, debido
a que los pobladores comentan que en años recientes las observaciones de la especie son
cada vez más escasas, probablemente por los efectos de la cacería (que hasta hace un tiempo
era muy común), en especial en el sector de la serranía de El Peligro, en Moniquirá
(Corpoboyacá y Herrera Martínez, 2005).
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Introducción
Una discusión sobre tres dimensiones fundamentales del problema del manejo del roble-
dal, enfrentado a un cambio en la legislación que mantenía su uso en total restricción (veda),
permite vislumbrar un conjunto de acciones y una agenda de trabajo que integre y aborde
las preocupaciones de los diferentes sectores relacionados con el bosque de Quercus en Co-
lombia. Los temas que se han considerado en este documento y sobre los cuales se manifes-
taron los participantes fueron: (i) el estado del conocimiento (biológico y social), (ii) la capa-
cidad institucional y (iii) las oportunidades reparticipación.
* Biólogo, MA. Profesor asistente, Departamento de Ecología y Territorio, Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá.
Correo electrónico: guillermo.baptiste@javeriana.edu.co
Desde el punto de vista social, la pregunta por la cultura del roble también permanece abierta,
dado el escaso número de estudios sociales sobre las comunidades usuarias o propietarias de
robledales. No hay una valoración económica del recurso para definir instrumentos económi-
cos ajustados, en particular que reconozcan su importancia en la prestación de servicios
ecosistémicos, de los cuales habría que subrayar la protección de suelos, la provisión de ali-
mento para la fauna de cacería, y la calidad escénica del paisaje, asociada con su potencial
aprovechamiento ecoturístico.
Esto no reemplaza el proceso de control al uso ilegal a través de los mecanismos ya institui-
dos como los comités contra el tráfico de fauna y flora o los programas de capacitación a las
autoridades ambientales; pero sí lo complementa para no basar la gestión exclusivamente
en medidas de comando y control costosas y de eficacia cuestionable, en gran medida debi-
do a problemas de privilegios, corrupción, contactos o parentesco directos de productores y
propietarios con funcionarios de alto nivel que fuerzan la letra de la Ley o se imponen a la
autoridad ambiental aprovechando su poder político. (Se reconoce que hay un cartel de
la madera incontrolable).
Respecto al tema de las áreas protegidas (AA. PP.), se anota que hay mucho bosque de
robles sin protección, de manera que el riesgo de destrucción es real. Sin embargo, no es
claro que expandir las AA. PP. sea la mejor opción para preservar el ecosistema, dado que
implican restricciones importantes al uso del suelo que normalmente no se pueden com-
pensar y generan altos costos financieros y sociales. Dado que las AA. PP. son sólo una
estrategia de implementación de una política, hay que considerar otros escenarios para con-
trastar, y articularlos primero al proceso de ordenamiento territorial que se adelanta en
estos momentos en Colombia, a diversas escalas.
Gestión participativa
En la medida en que las instituciones formales acogen procesos de participación y
concertación, se espera que los conflictos respecto al uso ilegal del roble disminuyan y que
· Adelantar acuerdos de manejo con las comunidades y que ellas mismas identifiquen y
definan vacíos de conocimiento y oportunidades de generarlo colectivamente.
· Utilizar los mecanismos y espacios del PAT de las CAR y de otras instituciones: integra-
ción, convenios y articulación.
En gran medida la vinculación efectiva de las comunidades rurales al manejo del robledal
depende de procesos claros y transparentes de comunicación, que permitan dar voz a los
actores locales, valorar e incorporar su conocimiento práctico, ancestral o empírico en el
manejo del bosque y que los reconozca como los agentes de decisión en el territorio. Igual-
mente, que permitan generar un nuevo conocimiento que supere la escala local, donde las
visiones regionales, nacional y eventualmente global se articulen para garantizar la persis-
tencia y aprovechamiento sostenible del ecosistema de roble.
Conclusiones
El manejo del robledal como ecosistema forestal andino con una identidad relativamente
clara, tanto en términos biológicos como culturales, constituye una oportunidad de aplicar
los principios de manejo ecosistémico y manejo adaptativo aceptados por Colombia como
fundamento de su gestión de biodiversidad en el contexto global. Sin embargo, las
implicaciones de esta perspectiva son complejas, ya que ella reconoce que ante la ausencia
de conocimiento para tomar decisiones, debe prevalecer la aplicación del principio de pre-
caución, a la vez que se debe “aprender haciendo”, es decir, generar pautas de manejo am-
biental del recurso a partir de acciones de manejo previamente definidas.
La aparente contradicción de esta perspectiva se manifestó entre los participantes del even-
to, que expresaron, unos, su temor de que reabrir el aprovechamiento del robledal puede
En esta situación, se enfrenta el problema de la gestión del robledal con un alto nivel de incer-
tidumbre y cualquier acción se plantea como riesgosa, algo que probablemente no cambie en
un futuro cercano, dados los pocos recursos con que se cuenta para resolver preguntas de
investigación aplicada al manejo. Desde un punto de vista institucional, en el sentido
antropológico de la palabra, no es clara la articulación de los diferentes actores e intereses que
se desenvuelven alrededor del robledal, ya que la expresión de los conflictos de preservación
y aprovechamiento se da a escala local y tiene ingredientes muy particulares en cada caso.
Por este motivo parece madura la oportunidad para construir una iniciativa de política
clara de manejo del robledal, basada en los principios y mecanismos constitucionales de la
participación, donde haya mecanismos de seguimiento y donde se articule una agenda de
investigación con la toma de decisiones y se pueda ajustar el modelo a medida que vayamos
aprendiendo del recurso y de sus formas de manejo tradicional o moderno.
Esta política claramente debe estar a cargo del Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarro-
llo Territorial, pero su fundamento debe construirse desde el Instituto de Investigación de
Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, por cuanto ello es precisamente su manda-
to. En este sentido, el evento es un mensaje claro para estas instituciones y para todos aque-
llos que reconocen su interés y derecho a participar en su formulación: una política nacional
sobre los ecosistemas de robledal, equiparable a las ya existentes sobre manglares, páramos,
fauna silvestre, que debe tener elementos y responsables claros en la gestión adaptativa del
bosque, particularmente en el contexto del ordenamiento territorial, la política nacional de
áreas protegidas, el ordenamiento forestal inminente y el ordenamiento de cuencas.
A todas las entidades y personas participantes del evento, les queda la reflexión de la per-
tinencia y prioridad para el abordaje de temas estratégicos tendientes a mejorar la gestión
del ecosistema de robledal, a fortalecer sus posiciones con información confiable, a cons-
truir discursos consistentes y responsables ante las urgencias que se plantearon y a contri-
buir generosamente en un proceso de cooperación que implica el desarrollo de una
institucionalidad más robusta en medio de intereses y visiones en conflicto.