Número 22

Sábado, 4
de diciembre
de 2010
El perseguidor
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JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO EL BUEY SOBRE EL TEJADO
“Tenemos un discurso político Notas sobre
más anticuado que el que la Nick Drake
sociedad se merece”
por por
EDUARDO GARCÍA ROJAS TEÓFILO RAMÍREZ

FELIPE GONZÁLEZ VICÉN,

UN MAESTRO DEL
PENSAMIENTO EN EL EXILIO
4/5/6
2 El perseguidor Sábado, 4
de diciembre de 2010

JOSÉ ÁLVAREZ JUNCO/ catedrático de Historia

José Álvarez Junco (Viella, Lérida, 1942) es catedrático de Historia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad
Complutense de Madrid y entre 1992 y 2000 ocupó la cátedra Príncipe de Asturias del Departamento de Historia de la Universidad de Tufts,
en Boston, y dirigió el seminario de Estudios Ibéricos del Centro de Estudios Europeos de la Universidad de Harvard. Fue también director del
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Entre sus publicaciones destacan La ideología política del anarquismo español (1868-1910); El
Emperador del Paralelo. Alejandro Lerroux y la demagogia populista y Máter dolorosa. La idea de España en el siglo XIX por el que obtuvo el
Premio Nacional de Ensayo en 2002 y el Premio Fastenrath de la Real Academia Española en 2003. Junco participó con el ex presidente de la
Junta de Extremadura y profesor universitario Juan Carlos Rodríguez Ibarra, en la primera sesión del ciclo El mundo que queremos que
organizó la semana pasada CajaCanarias dedicado a El valor de la memoria.

“TENEMOS UN DISCURSO
POLÍTICO MÁS ANTICUADO QUE
EL QUE LA SOCIEDAD MERECE”
EDUARDO GARCÍA ROJAS
-¿Es correcto hablar de Ley de Memoria
Histórica?
- No es correcto porque la Ley no se
llama así y no cuenta con artículos que
establezca nada de memoria histórica. Es
una Ley de víctimas, de reparación de
daños materiales y morales a personas que
sufrieron persecución o violencia física
durante la Guerra Civil y el franquismo.
-¿Por qué se la conoce entonces como Ley
de Memoria Histórica?
- Probablemente porque los periodistas
se inventaron el nombre de Ley de Memo-
ria Histórica y el Gobierno acabó por acep-
tarla hasta el punto que el Centro de Sala-
manca ha terminado por llamarse Centro
de Memoria Histórica cuando es un cen-
tro de la Guerra Civil. El término de
Memoria Histórica tiene un contenido
intelectual discutible porque no sé lo que
quiere decir eso de memoria e historia
porque son términos repetitivos e incom-
patibles.
- Usted participó en el borrador de la Ley,
¿qué opinión tiene de ella?
- La Ley intentó en su origen cerrar una
herida y para ello elaborar una Ley mode-
rada que fuera pactada por todas las fuer-
zas políticas, incluso la del PP. Ese fue el
primer intento. Yo estuve en la comisión
por casualidad porque por aquel entonces
dirigía el Centro de Estudios Políticos
Constitucionales y como alto cargo del
Ministerio de Presidencia formé parte de
la comisión como historiador asumiendo
tareas del tipo de justificaciones teóricas.
La Ley nació como un intento de cerrar
una herida y que fuera pactada mediante
acuerdo pero se vio que fue imposible tras
el clima de crispación que se estableció
tras las elecciones de 2004. Al final se
acabó por hacer una ley tímida, con medi-
das que no llegan al final en casi ninguno
de los casos y que no estoy seguro que
haya tenido una eficacia muy grande.
- Entonces ¿es necesario reformularla o
dejarla como está?
- Pues no lo sé pero no reformularla.
Simplemente aplicaría el desarrollo por
decreto y que se haga más radical en algu-
nos terrenos porque lo más importante y
urgente y que la sociedad española exige
es que se haga algo. Algo como las exhu-
mación de fosas y las reparaciones simbó-
licas. Instalar esos restos en algún lugar
adecuado y ponerles las lápidas con las
inscripciones necesarias. En ese terreno
creo necesaria una intervención del
Gobierno más generalizada y eficaz.
- ¿Considera, no obstante, que con la Ley
se ha logrado por fin cicatrizar las heridas de
la Guerra Civil?
- Esas heridas están cada vez más cerra-
das porque pasa el tiempo y apenas que-
dan entre nosotros supervivientes de la
Guerra Civil, y si quedan rondan ya los 90
años y no desempeñan papeles políticos
relevantes. No son ellos, además, los que
impulsan esta medida sino más bien sus
herederos. Y entre sus herederos ni
siquiera sus hijos sino sus nietos. Y los nie-
tos, en el terreno en el que me muevo, que
es el académico, los historiadores que
están surgiendo quieren investigar fre-
cuentemente sobre la Guerra Civil y la
represión durante el primer franquismo y
parece que hay una generación treinta
años más joven que la mía --que pertenece
a la de los hijos de la Guerra, en la que
nuestros padres nos enseñaron que aque-
llo fue una brutalidad que no podía volver
a repetirse-- que parece que ahora no tiene
esa sensación y desea sacar a la luz y saber
cosas y si bien ya sabemos casi todo de
aquel período porque no se puede decir
que haya un olvido, una política de des-
memoria sobre la Guerra Civil, es cierto manejaron fueron encuestas hechas entre
que no hay políticas públicas de compen- la opinión pública en la que más del 70
sación moral hacia quienes lo sufrieron por ciento de las personas consultadas
por lo menos en algunos aspectos, en algu- decía que dejaran el monumento y el
nos espacios. cuerpo de Franco en paz. Es decir, que la
- ¿Qué le parece esa iniciativa que quiere inmensa mayoría dijo no. No remuevan
hacer desaparecer el monumento del Valle eso y déjenlo en paz. Por eso la idea de la
de los Caídos? comisión fue que se mantuviera como
- Eso se planteó ante la comisión y de está, que fuera una iglesia y un cemente-
hecho hay un artículo en la Ley que versa rio, que es lo que es, pero que no se permi-
sobre ese asunto y una de las cosas que se tiera que acogiera actos de carácter polí-
tico y se estableciera en el edificio de al
lado --donde se encuentran creo que los
dominicos que hacen misas por el alma de
Franco-- un centro de estudios sobre dic-
taduras y Guerra Civil. Al mismo tiempo
Encuestas realizadas se reclamó la instalación de lápidas expli-
cativas y fotografías donde se informara
entre la opinión de cómo se construyó el Valle de los Caí-
dos con el objetivo de que cuando se visi-
pública demuestran tara se visitase como Auschwitz: un lugar
de horror y no como se visita ahora, como
que más del 70 por un lugar de asepsia. Así salió al menos
aquel artículo de la comisión pero en la
ciento de las personas negociación parlamentaria cayeron las
dos disposiciones así que no se hizo un
consultadas quiere centro de estudios sobre las dictaduras y
la Guerra Civil ni se colocaron lápidas
que se deje al Valle de que explicaran lo que realmente fue el
Valle de los Caídos. Al final el artículo
los Caídos y al cuerpo quedó bastante descafeinado.
de Franco en paz. Es - ¿Usted obtuvo en 2002 el Premio Nacio-
nal de Ensayo por Mater dolorosa. La idea de
decir, que la inmensa España en el siglo XIX. ¿Cómo entiende a los
nacionalismos de este país en pleno siglo
mayoría está en XXI?
- Los nacionalismos son un problema
contra de que se haga sin terminar de resolverse en España. En
el estado español, la estructura política
algo ahí. Ha dicho que controla el territorio y a los habitantes
del territorio, se ha producido una remo-
no. No remuevan eso delación importante en los últimos treinta
años desde la Constitución hasta los esta-
y déjenlo en paz tutos de autonomía. Hemos pasado de un

Sábado, 4
de diciembre de 2010
Estado altamente centralizado a un
Estado altamente descentralizado, a una
estructura digamos que prácticamente
federal aunque no se use el término fede-
ral en la Constitución. Y si embargo hay
problemas pendientes pese a que la satis-
facción de la gente, de la mayoría de los
ciudadanos por el estado de las autono-
mías, es alta aunque los nacionalistas más
radicales, vascos y catalanes, quieran ir
más lejos y reclamen más descentraliza-
ción e incluso independencia. O la sece-
sión y la reorganización de las fronteras y
la creación de estados nuevos en Europa.
Y eso es una solución en mi opinión bas-
tante mala no desde un sentido moral del
término sino político ya que podría llevar
a un enfrentamiento armado, a una inter-
vención del ejército ante posibles opera-
ciones de depuración étnica que preten-
dieran políticas de homogeneización y dis-
criminación de los castellanos parlantes
en estos territorios, lo que forzaría a una
intervención militar del Estado español y
eso degeneraría en una solución a la bal-
cánica que no es la mejor de las solucio-
nes.
- ¿Ve factible que se produjera en España
esta situación que describe?
- No, no lo veo cercano ni factible, sólo
me he puesto a pensar en la peor de las
eventualidades. Lo mejor y más razonable
y sensato sería rescribir la Constitución.
Ponerse de acuerdo sobre una reforma
constitucional en la que ese estado federal
que tenemos de hecho se plasmara en el
papel y estableciera con toda claridad cua-
les son las competencias y recursos que
corresponden a los estados federados
(comunidades autónomas) y al Estado
central y que nos dejáramos de debatir
para cerrar de una vez el proceso. Eso es lo
mejor desde un punto de vista racional
pero desde un punto de vista práctico
ningún anarquista español que fuera un
gran teórico. Proudhon, Bakunin, Kropot-
kin y seguiría dando nombres hasta llegar
a un español que pasaría del número cien.
Además, el anarquismo en España tam-
poco duró tanto, penetra en el país en
1870 a través de la I Internacional y en
1890 hay episodios de terrorismo anar-
quista sobre todo en Cataluña, pero tam-
bién los hubo en Italia y en Francia, donde
asesinaron a un presidente de la república.
Y en Rusia y en Austria, donde mataron a
una emperatriz, e incluso en los Estados
Unidos donde acabaron con la vida de un
presidente. En España los anarquistas ase-
sinaron a un presidente de Gobierno,
como fue Cánovas. El anarquismo sufre a
principios del siglo XX cierto retroceso en
España aunque reaparece en los años pos-
teriores a la I Guerra Mundial y más tarde
durante la II República para práctica-
mente desaparecer tras la Guerra Civil. Lo
que queda hoy de anarquismo en España
son restos, y ya no se trata de un anar-
quismo obrero exactamente sino más bien
intelectual y hedonista, más relacionado
con hacer lo que se quiere sin respetar las
normas. Y éste no es un pensamiento que
postularan los antiguos anarquistas. No,
no creo que haya sido un fenómeno que
haya marcado tanto a la cultura española.
El anarquismo que se produce en España
cuenta con ciertos rasgos que lo hacen
especial. Fue un movimiento comunitario,
austero y muy puritano. Eso de Pedro
Vallina recorriendo los cortijos de Cádiz
enseñando a leer a los campesinos mien-
tras se alimenta de pan y queso lo con-
vierte en una especie de apóstol puritano
que podía llegar a veces a actos de violen-
quién sabe. Una tercera solución es conti- cia radicales pero que a la vez tenía algo
nuar como estamos, seguir en la confu- muy comunitario, fraternal y populista.
sión y en un discurso un poquito ambiva- - En su libro El emperador del Paralelo
lente y negociar, que seguramente es lo aborda la figura de un político español muy
que va a ocurrir, y quizá sea lo mejor. controvertido, Alejandro Lerroux. ¿Qué le
- Es autor de La ideología política del anar- llamó la atención de este personaje?
quismo español (1870-1910). Quisiera pre- - Es un hombre que me interesa mucho
guntarle ¿cree que España ha sido un país porque es el mejor ejemplo de política
próximo al pensamiento anarquista? populista en la historia contemporánea
- No, no creo que sea así porque no hubo española. Lerroux es un hábil utilizador
de la retórica, de la demagogia revolucio-
naria cuando lo que quiere es no hacer la
revolución sino que la gente vote al Par-
tido Republicano, y eso incluye a los obre-
No sabría distinguir ros que no solían votar y especialmente a
los obreros anarquistas de Barcelona y él
entre nacionalismo consigue que voten. Cuando Lerroux sale
diputado por Barcelona con 5.000 votos,
de izquierda o de cuatro años después son necesarios
35.000 votos porque ha subido la partici-
derecha. El pación de la gente en las elecciones y esto
quiere decir que su demagogia contribuyó
nacionalismo es la al proceso de modernización de la política
española empleando un discurso relativa-
afirmación de los mente arcaico, violento en algunas de sus
expresiones, aunque Lerroux no dirige
derechos colectivos ninguna insurrección violenta pero usa
términos violentos como el famoso: levan-
por encima del temos el velo de las novicias y elevémoslas a
la categoría de madres, frase con la que
individuo para la estaba incitando a la violación de monjas
liberación de “nuestro cuando lo que pretendía, sin embargo, era
animar a que la gente votara. Producto de
pueblo”. Tiende a ser aquella cultura y de la agitación lerrou-
xista, aunque en ese momento no se
más bien una encontraba en España sino en Argentina,
estalla la insurrección de la Semana Trá-
doctrina gica y eso en cierto modo lo desprestigia
pero cuando regresa logra calmar los áni-
conservadora porque mos. Es un político muy interesante para
estudiar la seducción del político. Y si bien
quiere mantener una se trata de un político corrupto y bastante
irracional también fue un hombre que
identidad cultural cumplió funciones racionales como hacer
El perseguidor 3
que la gente votara y abrir el aparato polí-
tico a una mayor participación, a una
democratización. A mi me parece que no
hay un ejemplo mejor en la historia de
España para estudiar a un político de estas
características.
-¿No cree que es imagen seductora del
político corrupto se reproduce en la España
de hoy con demasiada frecuencia?
- Pero nadie con tanto éxito como
Lerroux. Al menos no se me ocurre nadie
en la política española actual que se
parezca a Lerroux en seducción, demago-
gia y corrupción y que la gente le perdone,
como le perdonaron a él la corrupción por-
que resultaba simpático y parecía “uno de
los nuestros”.
-¿Pensaba, salvando las distancias, en
personajes como Jesús Gil?
- Es una buena comparación porque Gil
tenía la virtud de no resultar indiferente.
Tenías una pésima opinión de él pero lo
escuchabas para oír que barbaridad iba a
soltar. Y Lerroux, más o o menos, era eso.
-¿Los mitos nacionalistas se inspiran en
falsedades?
- Los mitos nacionalistas se basan en
leyendas no fundamentadas.
- En ese caso, los nacionalismos se apo-
yan en mentiras.
- Todos, y el primero de todos el espa-
ñol.
-¿Qué es entonces el nacionalismo?
- El nacionalismo son muchas cosas. Un
sentimiento de lealtad, de integración, de
pertenencia a un grupo, de exaltación de
ese mismo grupo que dota de una autoes-
tima necesaria al ser humano pero que lle-
vado a un grado exagerado puede condu-
cir a despreciar a los demás porque “somos
mejores y por lo tanto merecemos domi-
nar a los demás”. El nacionalismo también
es una doctrina política, una visión de la
realidad dividida en pueblos, naciones,
comunidades con rasgos culturales homo-
géneos y una doctrina política según la
cual a esas comunidades les corresponde
una estructura política propia. Y esas
comunidades que llamamos naciones tie-
nen que tener un Estados.
- ¿Qué diferencia encuentra entre nacio-
nalismo de izquierda y de derecha?
- No sabría distinguir nacionalismo de
izquierda o derecha. El nacionalismo es la
afirmación de los derechos colectivos por
encima del individuo y si es necesario,
capaz de sacrificar al individuo para la
liberación de “nuestro pueblo”. Tiende a
ser más bien una doctrina conservadora
porque quiere mantener una identidad
cultural: tú niño te tienes que poner la
boina como se la ponía tu abuelo cuando
la postura libre e inteligente es decirle al
niño que se acostumbre a vivir en un
mundo que va a ser diferente y no obsti-
narse a mantener formas de vida porque
el mundo cambia. Y más en esta época,
donde todo transcurre aceleradamente.
- ¿Cree que esa visión ha llegado a
España?
- Creo que España cuenta con hoy día
con una sociedad avanzada, moderna,
individualista y dinámica pero que aún
tiene un discurso político bastante anqui-
losado y colectivista. Y que en este dis-
curso es muy complejo afirmar que eres
un individualista. Al menos nadie se
atreve a decirlo. Se habla mucho de soli-
daridad, pero todavía hay mucho que
decir de la solidaridad porque a veces es
impuesta y una forma de opresión. Me
parece que tenemos un discurso político
más anticuado que el que la sociedad se
merece.
4 El perseguidor Sábado, 4
de diciembre de 2010

UN MAESTRO DEL PENSAMIENTO

MI PADRE, DON FELIPE

El pasado 28 de septiembre el Ayuntamiento de La Laguna rindió homenaje a la figura del profesor Felipe González Vicén (Santoña, Santader,
1908-Tenerife, 1991) con una calle situada junto al parque de la Vega. El próximo año, concretamente en febrero, se producirá el 20
aniversario de su fallecimiento. El Perseguidor quiere con este número y a través de las voces de personajes que lo conocieron, sus hijos,
amigos y alumnos, recordar al celebrado catedrático de Filosofía de la Universidad de Derecho de la Universidad de La Laguna. Un hombre
que en los años difíciles mantuvo correspondencia con grandes pensadores de su tiempo como Bobbio, Guardini y Gadamer, entre otros, que
lo convirtieron en un “maestro del pensamiento en el exilio interior”.

FERNANDO GONZÁLEZ DÖRNER (*) Institución de Libre Enseñanza, de sus

maestros y del privilegio que suponía per-

N
o poco ha costado decidirme
a escribir unas líneas sobre
mi padre cuando está a
punto de cumplirse el vigé-
simo aniversario de su falle-
cimiento. O quizá, precisamente por eso,
me he lanzado a ello. Su inmediata pre-
sencia hasta hace bien poco, me lo impe-
día. Seguía, como no, siendo mi padre. O
mejor, sólo mi padre. En los últimos años
he tenido la suerte de irme distanciando
de mi progenitor e ir conociendo mejor a
don Felipe, el maestro, en palabras de no
pocos filósofos, discípulos y amigos.
Resulta sumamente complicado escribir
sobre un padre. Hoy lo he descubierto. No
se puede hacer un panegírico. De ninguna
manera. Tampoco puedes desvelar trapos
sucios, si los hubiere, ni intimidades, por
supuesto. Se puede hacer con los padres
normales, pero no con aquellos que, con
el paso del tiempo, pasan a ser “don feli-
pes” y dejan de ser “papá”. Ya pertenecen
a la comunidad. En éste caso, a la acadé-
mica. Decía mi madre, no sin razón, que
hubiese preferido estar casada con un
hombre corriente y moliente y no con un
“genio”. Porque ello implica, para los más
allegados, vivir una cadena de servidum-
bres no estipuladas previamente. Sobre
todo para los hijos. Eso, seguro.
Cuando nos ponemos a escarbar en la
memoria, generalmente, sólo encontra-
mos objetos suaves. El tiempo, en la
memoria, descompone lo duro, lo rígido,
y deja en perfecto estado de conservación
lo blando. Por eso la gente sólo tiene bue-
nos recuerdos de la mili, de su infancia o
de su profesor de matemáticas, aunque
fuera un hueso. Ahora bien, de las partes
blandas también es muy difícil deducir
cómo fueron las duras. Es por ello, quizá,
por lo que conservo tan grato recuerdo
suyo. El tiempo me ha confirmado la gran-
deza de su cerebro, pero también de su
corazón.
Dejó mi padre un importante legado en
materia filosófica, algo ampliamente reco-
nocido en el año 2010, que no en 1990,
cuando el interesado realmente lo hubiera
Felipe González Vicén (1908-1991). / CARLOS A. SCHWARTZ
necesitado. Pero esto ya es algo sabido en
nuestro país por la trágica frecuencia con
la que se produce. Pero ¿cuál es el legado
que dejó a sus hijos, caso de dejar alguno?
Aunque éste parezca el menos importante,
voy a tratar de aprovechar la ocasión que
se me brinda para trazar algunas pincela-
das de lo heredado.
Siempre me he sentido muy identifi-
cado con mi admirado Javier Marías por
la similitud de nuestros trayectos de infan-
cia y adolescencia. No sabría precisar en
qué artículo relataba una entrañable his-
toria vivida junto a sus padres en Nueva
York. Detectaba el lector, que quien aque-
llo escribía, se dirigía en tono ciertamente
distante y respetuoso hacia su progenitor.
Y es que en éste caso, se trataba de don
Julián.
Mentiría si asegurase que mi padre era
persona entregada al cuidado de sus hijos
con quienes jugaba, bañaba o hacía los
deberes. En ello, estaban siempre mi
madre y nuestra abuela alemana, la Oma.
Mis recuerdos de infancia para con mi
padre se reducen al trato con alguien
importante pero, en ocasiones, muy cer-
cano. Lejano, pero bromista. Severo, pero
entrañable. Es decir, un inmenso abanico
de cualidades y defectos. Para los cinéfilos
estableceré un símil con aquel Agustín de
la maravillosa El Sur de Víctor Erice. Aún
hoy, cuando visito los viejos álbumes de
familia, gusto de examinar las fotos en las
que aparecemos juntos y trato de descifrar
sus pensamientos.
No voy a detenerme aquí en su biografía
ni en su obra. Respecto de ambas, todo
está dicho y, en cualquier caso, siempre
habrá alguien más versado para desarro-
llar la segunda. Pero sí quiero incidir en
algunos aspectos y matices. Gustaba mi
padre de pasear por el barrio tras sus fru-
gales cenas. Lo hacía tras permanecer
hasta siete horas seguidas estudiando en
su despacho, fortaleza inexpugnable para
sus hijos. Generalmente sólo le distraían a
media tarde dos tazas de té bien cargadas
y un buen whisky al caer el sol. Algunos de
mis hermanos ya habían abandonado
nuestra casa de Delgado Barreto en La
Laguna y mi relación con él se iba huma-
nizando. Aprovechaba aquellos paseos,
que él llamaba familiarmente “pasos mil”,
para relatarme sus avatares y sinsabores
durante su exilio forzado en la Alemania
de finales de los años 30. Me hablaba don
Felipe en un tono seguro y reposado y
siempre insistía en la importancia de las
formas. Pero no por ello evitaba algún
improperio contra Franco y el fascismo
que tan de cerca había vivido. No se que-
jaba de haberse visto obligado a recalar en
La Laguna a finales de los años cuarenta.
Todo lo contrario. Solía señalar durante
aquellos paseos nocturnos hacia el edifi-
cio central de la Universidad para
hablarme con sumo respeto de ella. De la
tenecer a su comunidad. Había desechado
más de una jugosa oferta en otras univer-
sidades españolas y extranjeras. Se sentía
cómodo a pesar de algunos “rebenques”,
según sus propias palabras. También repe-
tía con frecuencia una frase que aún
retumba en mis oídos: “Cuando ya no esté,
hijo mío, acudirán los chacales. Convén-
cete de ello. Has de estar preparado para
ello”. Y así ha venido sucediendo. Regu-
larmente aparecen publicadas injurias y
tergiversaciones acerca de su biografía,
que no de su obra, afortunadamente. La
familia ha observado el fenómeno desde
la atalaya con dolor, pero con una sonrisa
en los labios.
Tras la muerte de mi madre, acaecida
en 1972, nos vimos ambos obligados a
remar en la misma barca. La relación se
intensificó hasta lo inimaginable. Busca-
mos refugio en el otro y ello nos condujo a
una perfecta simbiosis. Pasábamos noches
enteras en vela, hablando de lo divino y de
lo humano. Aunque, por aquel entonces,
lo hacíamos más sobre Franco y sus últi-
mos coletazos. Comenzó a interesarse,
como nunca, por los problemas de los
jóvenes universitarios y sus aspiraciones,
siempre a través mío, naturalmente.
Aparecieron nuevos profesores, nueva
generación y nueva savia en nuestra Uni-
versidad. Entre ellos destacaba Javier
Muguerza, catedrático de filosofía y que
pronto congenió plenamente con mi
padre. Conclusión: las noches en blanco
admitieron a un nuevo miembro, esplén-
dido e ingenioso conversador. Nos acom-
pañaba fielmente, Joan Baez y su We shall
overcome que sonaba una y otra vez en el
tocadiscos. Y, cómo no, a la par se iba des-
granando alguna que otra botella de
whisky.
Mi padre desapareció un día de febrero
de 1991, pero don Felipe continúa entre
nosotros. Como hijo tengo que agrade-
cerle mucho pero, sobre todo, su inmensa
herencia humanista. De él aprendí lo que
sé.
(*) Periodista

Sábado, 4
de diciembre de 2010
EN EL EXILIO INTERIOR
JOSÉ Mª GARCÍA GÓMEZ (*)
E
n una entrevista de 1986 Felipe
González Vicén reconocía que
su trabajo intelectual estaba
vinculado fundamentalmente
al pensamiento alemán, que
casi toda su obra estaba “orientada o
basada en fuentes alemanas”. Según
comentaba retrospectivamente, “lo cierto
es que sólo en Alemania encontré res-
puesta a las inquietudes y problemas que
me aquejaban”. Este hecho, fácil de corro-
borar ojeando sólo sus escritos, vino nece-
sariamente determinado por su propia tra-
yectoria vital: a principios de los años 30
realiza varias estancias de ampliación de
estudios en importantes universidades ale-
manas; tras el estallido de la Guerra Civil
emigra a Alemania, donde le acogen fami-
liares y amigos, y donde permanecerá
hasta mediados de los años 40. Tras ser
readmitido como catedrático de filosofía
del derecho y enviado a la Universidad de
La Laguna, volverá a Alemania como pro-
fesor invitado a partir de la década de los
50.
Sus primeras estancias en Alemania las
relata en la introducción a sus ejercicios de
oposición a cátedra de 1934. Se dirige en
primer lugar a Colonia, en 1932. Allí es tes-
tigo de la polémica entre H. Kelsen y C.
Schmitt, y queda impresionado por el
novedoso tratamiento de los problemas
jurídicos de Schmitt, que reivindica para el
conocimiento del derecho una mediación
de lo histórico y lo sistemático desde un
punto de vista decisionista alejado del for-
malismo de la época. Posteriormente estu-
diará en Francfort, Marburgo y Berlín,
donde profundizará en el pensamiento de
Kant y del Idealismo alemán. En esas uni-
versidades, además, y de la mano de sus
estudios de la filosofía clásica alemana,
entra en contacto con las corrientes filosó-
ficas más relevantes de la época: el neo-
kantismo en los cursos de discípulos direc-
tos de H. Cohen y E. Cassirer, la ontología
fundamental de M. Heidegger a través de
la interpretación de la filosofía moral kan-
tiana por parte de G. Krüger, o la ontología
de N. Hartmann, siguiendo su lectura de
Hegel y la filosofía del Romanticismo ale-
mán. De este modo, según comenta el pro-
pio González Vicén, consiguió huir «del
FELIPE GONZÁLEZ
VICÉN
EN ALEMANIA
peligro de la unilateralidad». Y, de hecho,
En 1937 ofrece un la reivindicación del carácter central de los
problemas éticos y jurídicos en el pensa-
ciclo de conferencias miento de Kant, tanto en su trabajo de cáte-
dra de 1934 como en su obra Kant y la filo-
en las Universidades sofía del Estado, depende en buena medida
de su toma de contacto con tan diferentes
de Marburgo y acercamientos a la filosofía kantiana
Berlín, que será la durante estos primeros años en Alemania,
en la medida en que se articula contra una
base de un libro sobre orientación exclusivamente epistemoló-
gica y como ensayo de superación de la lec-
filosofía del derecho tura típicamente neokantiana.
En esta época traba amistad con impor-
española y alemana, tantes intelectuales alemanes, aunque
también es consciente de las sombras que
publicado en alemán se ciernen sobre Alemania con la llegada al
poder de los nazis, una situación que des-
por la editorial Mohr cribe como «de crisis profunda en todos los
aspectos, de quiebra en muchos conceptos
de Tubinga. En esa que nosotros hemos convenido a identifi-
car con la concepción occidental de lo jurí-
época era dico». Y es en este sentido que tras su estan-
considerado ya en cia en Berlín en 1934 declara: «he visto las
universidades desoladas y la consciencia
círculos académicos docente y profesional de los maestros rotas
en mil pedazos». Esta lucidez ante la irrup-
como “un ción del nazismo en el mundo universita-
rio y cultural germano, hace si cabe más
extraordinario paradójico que, huyendo de la persecución
de los fascistas españoles, pudiera encon-
conocedor de la trar refugio en la Alemania nazi, es decir,
que, expulsado de su cátedra en la Univer-
filosofía alemana” sidad de Sevilla e inhabilitado además para
cualquier cargo docente por defender los
(W. Krauss) valores democráticos y humanistas de la
El perseguidor 5
cultura europea, tuviera que presenciar la
movilización total y la asimilación de la
sociedad y la academia alemana bajo el
nazismo.
En 1937 ofrece un ciclo de conferencias
en las Universidades de Marburgo y Berlín,
que será la base de un libro sobre filosofía
del derecho española y alemana, publi-
cado en alemán por la editorial Mohr de
Tubinga. En esa época era considerado ya
en círculos académicos como “un extraor-
dinario conocedor de la filosofía alemana”
(W. Krauss). Trabaja como docente en la
facultad de lenguas románicas de Berlín y
publica en años siguientes artículos y
recensiones en prestigiosas revistas alema-
nas que se centran fundamentalmente en
problemas de la cultura y la literatura espa-
ñola. Sin embargo, en estos estudios litera-
rios se hace notar el bagaje filosófico
adquirido en los años de formación en Ale-
mania: en la presencia de Hegel y Kierke-
gaard en su confrontación con Unamuno,
en la altura conceptual con que expone el
problema de la figura de Don Quijote y el
complejo cultural de la generación del 98,
por ejemplo, o en el uso que hace de la ana-
lítica existencial de Heidegger para situar
el pensamiento de Donoso Cortés. Su vin-
culación con Alemania, con su cultura y su
literatura, con la teoría del derecho y la
filosofía clásica alemana, tuvo continuidad
tras su vuelta del exilio con estancias como
profesor invitado, pero, sobre todo, con
sus rigurosos estudios y sus magníficas tra-
ducciones. Vertió al español obras de Kant,
Hegel y Nietzsche, textos literarios y de
teoría del derecho, estudios históricos y
filológicos. Podría decirse que, con ello
consiguió acercarnos, al menos un poco, a
ese mundo que despertó sus «primeros
entusiasmos» filosóficos y en el cual encon-
tró respuesta a sus inquietudes, el de las
universidades alemanas concebidas aún
según el modelo de W. v. Humboldt (un
mundo perdido, al menos en su propia
motivación fundacional, y tan alejado de
la frivolidad y el mercantilismo que en
toda Europa se erige en norma para nues-
tros actuales centros superiores de ense-
ñanza).
*Jose Mª García Gómez del Valle realizó
su tesis doctoral en la Universidad de Frei-
burg. Es coeditor de Felipe González Vicén.
Escritos (1931-1949)
6 El perseguidor Sábado, 4
de diciembre de 2010

UN MAESTRO DEL PENSAMIENTO

EN EL EXILIO INTERIOR
CARLOS MARZÁN (*)
UN PROFESOR A trado que guiaba su vida y su trabajo. Se
definía a sí mismo como un “desobediente

E
ste verano el Ayuntamiento de
La Laguna rotulaba una de sus
calles con el nombre de Felipe
González Vicén. En 1935
obtuvo la Cátedra de Filosofía
del Derecho en la Universidad de Sevilla.
Pero el gobierno que surge tras el alza-
miento militar de 1936 le impide dedi-
carse a la docencia, por eso en 1937 tra-
tará de rehacer su vida y su trabajo en
Francia, aunque se decide a hacerlo final-
mente en Alemania, pues su mujer, Ruth
Dörner, era alemana. En Berlín, en plena
boca del lobo, trabaja como traductor y
como lector de español en la Facultad de
Románicas y establece estrechos vínculos
con destacados intelectuales alemanes
como H.-G. Gadamer, M. Kommerell,
K.Vossler, W. Krauss o C. Schmitt. A fina-
les de la Segunda Guerra Mundial, regresa
a España y, en 1946, es rehabilitado en la
Cátedra, pero destinado a La Laguna. Se
cuenta que, antes de marchar a su nuevo
destino, y haciendo gala de su aguda iro-
nía, envió al Ministerio de Educación el
preceptivo telegrama de aceptación de la
plaza con el añadido de: “a efectos de
nómina, me adhiero al Movimiento”.
A su llegada a La Laguna, pronunció el
CONTRACORRIENTE:
FELIPE GONZÁLEZ VICÉN
discurso inaugural del curso académico
1947-48 sobre la filosofía del Estado en
Kant. En esa lección no sólo se muestra un
quehacer intelectual que difiere de la esco-
lástica imperante, sino una crítica encu-
bierta a sus fundamentos, pues a partir de
la filosofía kantiana pone en entredicho la
idea de la existencia de un Estado tutelar
como el franquista. Desde La Laguna, y
alejado de los grandes centros académi-
cos, elaboró una obra rigurosa cuyo inte-
rés traspasaría el ámbito de las Universi-
dades españolas. Escribió diversos ensa-
yos sobre el pensamiento jurídico y filosó-
fico en los que se presta especial atención
al período de tiempo que va desde la Ilus-
tración al neokantismo (algunos de los
cuales se recogen en sus Estudios de Filoso-
fía del Derecho o en su De Kant a Marx). En
esos trabajos hay dos ideas que destacan
sobre las demás: la defensa de la autono-
mía ética del individuo y la idea del carác-
ter histórico y condicionado del Derecho.
Había asumido, como decía a menudo,
que “la soledad era el precio de la liber-
tad”. Y desde el aislamiento y la soledad
lagunera no sólo mantuvo un productivo
diálogo con la tradición filosófica, sino
con la cultura europea de su época y con
algunos de sus más destacados represen-
tantes. Desde esa soledad, y en medio de
la penuria intelectual, trató de construir
algo así como un oasis de pensamiento.
Sus conferencias, recién llegado a Cana-
rias, sobre Rilke, Fausto o Don Quijote,
dan buena cuenta de ello. Por eso a sus
clases no sólo asistían alumnos de Dere-
cho, sino de otras Facultades deseosos de
escuchar ideas diferentes a las dominan-
tes. Tanto en el aula, como en las conver-
saciones que mantenía con sus amigos,
dejaba ver el empuje humanista e ilus-
ético”. Y un desobediente ético, afirmaba,
“no es un predicador político… Lo único
que pretende es la paz consigo mismo y
por eso está dispuesto a sufrir la pena que
lleva aparejada la infracción jurídica”
cuando considera necesario no acatar el
Derecho establecido. Su defensa -que no
se anclaba en un plano meramente teó-
rico- de la autonomía y de los derechos de
los individuos frente a cualquier tipo de
poder, hacía de D. Felipe un individuo
honesto que nadaba a contracorriente de
lo dado en un momento y en un país en el
que, como afirmaba, a “la honestidad la
llaman un lujo”.
Tras jubilarse, en 1978, y hasta su
muerte, en 1991, seguirá manteniendo el
mismo ímpetu en su trabajo. En sus últi-
mos años realizó una magnífica traduc-
ción de El principio esperanza de Bloch y
escribió algunos ensayos sobre la desobe-
diencia al Derecho, sobre Kant o sobre
Bayle.
(*) Carlos Marzán es profesor de Filoso-
fía en la Universidad de La Laguna y coedi-
tor del libro Felipe González Vicén. Escri-
tos (1931-1949)

FELIPE Fue un decidido crítico del ius-

naturalismo y del formalismo jurí-
dico. Su propia perspectiva del
GONZÁLEZ Derecho era de corte positivista e
historicista, considerando que el
VICÉN Derecho siempre existe en un
momento y en una situación con-
creta. Su filosofía moral y ética es
KAY GONZÁLEZ VILBAZO (*) de un marcado carácter individua-
lista. Sostiene que la tarea del
LA FACETA tante para él, con los que quizás pasaba menos
tiempo, pero con los que le gustaba conversar de
la situación de la Universidad, del país, etc.
LAGUNERA DE frente a un vaso de whisky, una copa de ginebra
o una copa de jerez. Ese era su principal con-
DON FELIPE tacto con el mundo real y, sobre todo, con el
mundo lagunero por el que se sentía muy atra-
ído.
ALBERTO GONZÁLEZ DÖRNER (*) Todo esto lo cuento para decir que, aparte de
haberse dedicado a la enseñanza y a la investi-

F F
ilósofo del Derecho e histo-
riador del pensamiento (San-
toña, Santander, 1908, La
Laguna, 1991), defendió y promo-
vió el positivismo, el historicismo y
el individualismo. Estudió Dere-
cho y Filosofía en Madrid y en
Valladolid, donde se doctoró con
una tesis sobre el concepto de
Revolución. En esta época tuvo
contactos con Ortega y Gasset y
con L. Recasens Siches, entre otros.
Tras varias estancias en Italia,
Inglaterra y Alemania, obtuvo en
1935 la cátedra de Filosofía del
Derecho de Sevilla. González
Vicén fue un erudito conocedor de
la filosofía alemana de los siglos
XVIII y XIX. Realizó estudios sobre
Kant, J.J. Bachofen, R. Ihering, L.
Feuerbach, K. Marx o F. Nietzsche,
entre otros, así como numerosas
traducciones. Entre los más de
treinta libros traducidos cabe
resaltar las traducciones del ale-
mán de obras de G.W.F. Hegel, J.
Burckhardt, H.von Kleist, F. Nietzs-
che, I. Kant y las de E. Bloch. Del
inglés tradujo a autores como N.
Hawthorne, G. Berkeley o J. Aus-
tin, y del italiano a G. Vico.
Estado no es lograr la felicidad del
individuo sino sólo el manteni-
miento de la forma legal de la
sociedad civil. Su aislamiento inte-
lectual impidió la formación de
una escuela propiamente dicha,
pero su influencia a partir de los
años setenta en las siguientes
generaciones filosóficas es muy
importante. Elías Díaz es quien
más contribuye a darlo a conocer
al público filosófico hispano, pero
también otros filósofos y iusfilóso-
fos comenzaron a interesarse por
su obra. En treinta años de docen-
cia y otra década larga como emé-
rito de la Universidad tuvo una
gran influencia académica y reu-
nió una extraordinaria biblioteca
(adquirida por la Universidad de
La Laguna). Obtuvo la medalla de
Alfonso X y el premio Canarias de
Investigación y tras su muerte se
inició la concesión del premio
“González Vicén” por la Universi-
dad de La Laguna.
(*) Kay González Vilbazo es nieto
de Felipe González Vicén y profesor
de Lingüística en Chicago
elipe González Vicén obtuvo la cátedra de
Filosofía del Derecho de la Universidad de
Sevilla en 1935, cátedra que le fue arreba-
tada en 1937. Tras un periplo de casi diez años
por el extranjero, por países como Francia o Ale-
mania, es restituido en su cargo, pero esta vez
en la Universidad de San Fernando en La Laguna
en 1946. Toma posesión de esta cátedra en 1947.
Durante los treinta y dos años que estuvo de pro-
fesor en esta Universidad opositó varias veces a
otras Universidades (a la de Madrid o a la de
Barcelona, entre otras). Siempre ganó esas opo-
siciones, pero renunció a ellas para quedarse en
La Laguna, pues sentía que aquí, junto a otros
compañeros, incluso de la Facultad de Ciencias,
habían logrado crear algo que para ellos era muy
parecido a la Universidad libre, a una “Universi-
dad Ideal” y sin casi influencias políticas.
Por una parte, su labor de enseñanza así como
su labor universitaria tenían para él una impor-
tancia enorme, pero también la de investigador
y pensador. Podríamos casi decir que su vida
cotidiana transcurría de tal manera, que por las
tardes, después de sus clases y de la comida y de
la sobremesa con la familia, se reunía en “tertu-
lia” con sus más íntimos, como Kant o Hegel con
los que pasaba muchas horas y de los que decía
que siempre le enseñaban algo. Estas tertulias
filosóficas, que se prolongaron durante todo su
vida, son sólo una de sus facetas, pero la otra ter-
tulia, la de los amigos, que no era menos impor-
gación, le gustaba practicar el “lagunerismo” y
encontrarse con los amigos y colegas en los bares
de La Laguna. Se sintió siempre muy lagunero y
decía que La Laguna se había convertido en su
“patria chica”. La colección de anécdotas al res-
pecto es enorme, como aquella que cuentan que
estando una vez en el Bar Alemán le dieron una
ginebra, que no debió de gustarle, y pidió que le
abrieran una botella nueva, que tampoco le
gustó. Al final, el camarero le explica que la gine-
bra no puede ser falsificada, porque acababa de
abrir una caja nueva, a lo que mi padre le res-
pondió: “Daniel, de filosofía del derecho, me
puedes enseñar mucho, pero de ginebra nada”.
Y cortó la conversación tomando otra bebida. O
aquella frase que dicen que acostumbraba a usar
cuando se iban de “Guachinches” y éstos cerra-
ban, según su concepto de trasnochador, dema-
siado temprano, y eso le llevaba a decir: “volva-
mos al Bar Mariano de donde nunca debimos
haber salido”. O aquella otra que le decía a sus
amigos cuando salía de juerga: “¡hoy vamos a
perder la dignidad!”. No siempre son ciertas
todas las anécdotas que se le achacan, pero dan
colorido a la personalidad de mi padre, muy
seria por una parte, pero también muy humana.
(*) Alberto González Dörner es doctor en Quí-
micas. Ha trabajado en Bayern (Alemania), de la
que fue director para Europa y América.

Sábado, 4
de diciembre de 2010
EL BUEY SOBRE EL TEJADO/
CARTAS A OFELIA:
NOTAS SOBRE
NICK DRAKE
TEÓFILO RAMÍREZ
Dedicado a Ofelia Quaintrelle
Vivimos como soñamos: Solos.
Joseph Conrad. La línea de sombra.
E
n palabras de Joseph Conrad, la
línea de sombra representa el
momento en que, enfrentado a
ciertas experiencias vitales, un
ser humano deja atrás el estado
de juventud despreocupada para tomar
plena conciencia de sus circunstancias y
alcanzar una madurez completa. La línea
de sombra me parece también una deno-
minación idónea para determinados esta-
dos emocionales, Ofelia, estados tal vez
crepusculares e inquietantes, pero no por
ello incapaz de sostener sugerentes
momentos de creatividad y belleza. La des-
agradable sucesión de días soleados ha
entristecido notablemente mis paseos dia-
rios, ya lo habrás supuesto, me ha provo-
cado recuerdos de personajes con miradas
que siempre me parecieron veladas por
sombras y, no sé exactamente cómo, reavi-
vado mi interés por las canciones de Nick
Drake.
Un dos de diciembre de 1974 se celebró
el funeral por Nicholas Rodney Drake en
Tanworth-in-Arden (Inglaterra), muerto a
los veintiséis años; sus cenizas fueron ente-
rradas en el cementerio de Saint Mary en
Solihull. Había nacido en Birmania en
1948 –su padre trabajaba para una multi-
nacional-,aunque cuando cumplió dos
años la familia regresó a su país, concreta-
mente al condado de Warwickshire, una
zona rural al suroeste de Birmingham. De
posición económica acomodada, los Drake
apoyaron desde el principio las inclinacio-
nes artísticas de sus hijos –la hermana
mayor de Nick, Gabrielle, se convirtió en
una conocida actriz de teatro y televisión,
apareciendo en series de culto como Los
Vengadores, El Santo y, sobre todo, U.F.O.,
donde interpretaba a una de las protago-
nistas: La teniente Ellis de la base lunar-, y
de hecho Molly Drake, su madre, compo-
nía melancólicas canciones que, como
demuestran algunas grabaciones salidas
recientemente a la luz, poseen una estética
en algunos aspectos similar a la de las escri-
tas por su hijo años después.
En sus años de instituto Nick, que había
estudiado piano, clarinete, saxofón y gui-
tarra, mostró interés por los deportes. Fue
capitán del equipo de rugby, y todavía per-
manece vigente su récord en la carrera de
cien yardas para estudiantes de secunda-
ria. Sin embargo, pronto abandonó esas
aficiones para ir desarrollando un carácter
sombrío, una incapacidad progresiva para
relacionarse de manera eficiente con el
entorno cotidiano. Habiendo obtenido una
beca para estudiar Literatura en Cam-
bridge, retrasó seis meses su ingreso via-
jando a Francia –cursó un seminario en la
Universidad de Aix y Marsella- y Marrue-
cos, entrando en contacto con músicos de
jazz y con sustancias como la marihuana y
el L.S.D. Cuando por fin ingresó en Cam-
bridge, sus profesores lo encontraron un
alumno brillante pero desinteresado.
Abandonó sus estudios en el último curso.
Cuando el día ha terminado, /muerto del
todo sobre la tierra, /se pone el sol /junto
con todo lo perdido y ganado, /cuando el día
ha terminado. //Cuando el día ha termi-
nado, / si has afrontado tus riesgos de hoy /y
saltado sobre vagas amenazas, /vuelves al
lugar de partida, /cuando el día ha termi-
nado.
En 1969 grabó su primer disco, Five lea-
ves left (Quedan cinco hojas). El título hace
alusión a la nota que aparecía en los paque-
tes de papel de liar cuando estaban a punto
de acabarse. A posteriori resulta casi
cómico el desdén con el que fue recibido
por la crítica especializada del momento
–en los mismos medios que ahora conside-
ran que es una obra de referencia-. No sé
cómo expresarte, Ofelia, la profunda con-
moción que provocan la música y los ver-
sos que contiene esta colección de cancio-
nes. La voz apagada, las sorprendentes
modulaciones, las melodías sugerentes,
una producción minimalista absoluta-
mente acertada. Mi vehemencia expresiva
te hará sonreír, pero realmente creo que es
como si empaparas una esponja en la esen-
cia de la tristeza y te refrescaras con ella.
Te imaginarás que el escaso sentido del
marketing de Drake no ayudó a la promo-
ción del disco. Las presentaciones en
directo quedaban lastradas por su cada vez
mayor introversión, y los encuentros con
los representantes de los medios rozaban
la catástrofe. Los responsables de la disco-
gráfica, Island Records, acabaron sustitu-
yendo las actuaciones por reuniones con la
prensa especializada en las que se les ponía
la grabación y se mostraba una imagen de
cartón a tamaño natural de su autor.
Coordinación: Pompeyo Pérez Díaz
Nick Drake. / DA
En 1969 grabó su
primer disco, Five
leaves left (Quedan
cinco hojas). El título
hace alusión a la
nota que aparecía en
los paquetes de papel
de liar cuando
estaban a punto de
acabarse. A posteriori
resulta casi cómico el
desdén con el que fue
recibido por la crítica
especializada del
momento –en los
mismos medios que
ahora consideran que
es una obra de
referencia-
El perseguidor 7
En 1970 se fue a vivir a Londres. Escribía
largas cartas a sus padres en las que expli-
caba por qué había abandonado sus estu-
dios justo antes de terminarlos, se sentía
absolutamente sólo en una metrópolis
llena de vida, componía nuevo material.
Su segundo disco, Bryter Layter, quedó
mediatizado por un exceso de producción
fruto del deseo de los ejecutivos de Island
Records de volver más asequible el pro-
ducto. Se precisa una escucha atenta para
descubrir la esencia de estas canciones
bajo el recargado filtro de unos arreglos
instrumentales muy poco empáticos con la
idiosincrasia del artista. En octubre de
1971 grabó durante dos noches su último
álbum, Pink Moon; sólo él y el ingeniero de
sonido John Wood estaban en el estudio.
En el disco suenan únicamente su voz y su
guitarra, salvo un poco de piano en el tema
que le da título. Tras terminar la grabación
dejó la cinta en el mostrador de recepción
de la compañía sin hablar con nadie. Se
percataron de que estaba allí una semana
después y fue editada con la mínima pro-
moción. Pese a que apenas se vendió, algu-
nos críticos comenzaron a escribir comen-
tarios elogiosos hacia su música.
Llevando la máscara de un payaso/ sin-
tiéndome miserable/ mirando la luz en el
bar de la estación/ y llegando lejos en el
pecado./ Bajando las escaleras del metro,
linea Norte,/ veo el brillo de los zapatos de la
gente./ ¿A quién le importa si son unos per-
dedores?/ Échame una mirada,/ el parásito
de esta ciudad.
Drake regresó a casa de sus padres y
decidió retirarse de la música. Emocional-
mente crepuscular, abusó a conciencia del
consumo de ansiolíticos, antidepresivos y
marihuana, a menudo combinados de la
peor manera posible. Su madre lo encon-
tró muerto la mañana del veinticinco de
noviembre de 1974 por sobredosis de anti-
depresivos. Nunca se aclaró si fue un acci-
dente o un suicidio. Al comienzo te hablé
de la soledad y de la sombra, Ofelia, de esa
sensación de pérdida difusa que a veces
atormenta a algunos espíritus sutiles. En la
música de Nick Drake parece latir, molde-
ando desconcertantes momentos de
belleza, todo el desconsuelo de una sensi-
bilidad privilegiada incapaz de manejar las
contradicciones del mundo real. Me des-
pido con una frase de Scott Fitzgerald que
he recordado de pronto: Lo que le devoraba
era el turbio polvo flotando en la estela de
sus sueños.
8 El perseguidor Sábado, 4
de diciembre de 2010

EL ESCRITOR ANTONIO ÁLVAREZ

DE LA ROSA

Álvarez de la Rosa,
Premio Rafael
Cansino Assens de
Traducción
E.G.R.
El catedrático de Filología Fran-
cesa de la Universidad de La
Laguna, Antonio Álvarez de la
Rosa y la editorial cordobesa El
Olivo Azul han obtenido el Pre-
mio Rafael Cansinos Assens de
Traducción 2010 por la obra
Querida maestra, de Gustave
Flaubert.
El galardón, que anualmente
concede la Consejería de Cultura
andaluza, está dotado con
16.000 euros que serán reparti-
dos entre el traductor y la edito-
rial.
El jurado de esta edición estuvo
presidido por Bernd Dietz Gue-
rrero, quien destacó de la tra-
ducción ganadora “la impecable
factura literaria y estilo, nove-
dosa y con textos inéditos en cas-
tellano”.
Querida maestra reúne una
selección de cartas --casi todas
ellas inéditas en español-- inter-
cambiadas entre Gustave Flau-
bert y George Sand, además de
todas las que aquel escribió a
Leroyer de Chantepie.
“Flaubert derrama en sus cartas
una cascada de ideas en torno a
la escritura, la vida, la religión,
la literatura y otros muchos
temas, artillería escrita que Flau-
bert utiliza para defenderse de la
estupidez, la mediocridad, la
hipocresía social e individual y el
hastío de la vida”, escribe Álva-
rez de la Rosa en el prólogo de la
obra.
A la edición 2010 del Premio
Rafael Cansino Assens concu-
rrieron diez obras de siete edito-
riales y traductores andaluces.
Como finalistas llegaron El
cuerno y la espada de Jack Ran-
dolph Conrad, editada por la
Universidad de Sevilla y tradu-
cida por Rafael Matarrasa Mar-
tín-Artajo, y El mejor de su
tiempo, de Mubarak Rabi, tradu-
cida por Francisco Rodríguez
Sierra y editada por Alcalá
Grupo Editorial.
El acta del jurado resaltó tam-
bién la labor de Alcalá Grupo
Editorial, que ha presentado al
premio tres libros de su colec-
ción Arabía, por su aportación al
conocimiento y difusión de la
literatura árabe.
El Premio de Traducción se creó
en 2005 y su primer ganador fue
Antonio Rivero Taravillo por su
traducción del libro Poemas del
inglés John Keats. En 2006 el
premio fue para Mario Jurado
Bonilla por El circo del Dr. Lao, de
Charles G. Finney, mientras que
en 2007 recayó en Carmen
Vilela por su traducción del
griego de La papisa Juana, de
Emanuil Roídis. En el año 2008
resultó ganador José Miguel
Puertas Vílchez con La luna cua-
drada de la autora sirio-libanesa
Ghada Sam. El premio se declaró
desierto en la pasada edición de
2009.
Antonio Álvarez de la Rosa ha
traducido también para El olivo
azul una selección de artículos
de prensa del escritor francés
Guy de Maupassant con el título
de El derecho del escritor a cani-
balizar la vida de los demás.

EL PIE DE LA LETRA / Alfonso González Jerez

MIRAR CON ALAIN

H
ace unas semanas este rese-
ñista estampó un articulejo
sobre el último libro de Elías
Canetti. Lo leí un par de días
después y me entró una
desazón de la que todavía no me he recu-
perado. Y es que, verán, encontré el
último título de Canetti, El libro de los
muertos, tan inteligente como siempre,
pero profundamente antipático. Casi
nada de lo que dice Canetti carece de inte-
rés, pero en su actitud intelectual ante la
muerte, en su indignación sin tregua, en
su testarudo combate en pos de una
absurda inmortalidad, se me antoja
detectar un histronismo egomaníaco que
linda a veces con lo abyecto. A Canetti la
muerte, su pelea incisiva e incesante con
la muerte, le distraer tanto que es capaz
de escribir "morir es demasiado fácil". Sin
duda el escritor búlgaro se refería a que el
único requisito imprescindible para morir
es estar vivo. Pero ese aforismo es parti-
cularmente desgraciado. Solo hay que
recordar a familiares y amigos a los que
una prolongada agonía les llevó a atrave-
sar horrendos páramos de dolor y humi-
llación para maldecir en voz baja a un
hombre que murió octogenario, rico,
lúcido y en la cama. Con razón detestaba
Canetti a Borges (le llega a reprochar que
en una entrevista el maestro argentino
mostrase su melancólica serenidad des-
pués de que su madre muriera, tras innu-
merables sufrimientos, a los 99 años) y en
cambio le hicieran gracia las majaderías
energuménicas de Unanumo exigiendo a
gritos no palmarla nunca. Lo peor del
maldito artículo, sobre todo, era el final,
donde acudiendo a los tópicos más mefí-
ticos escribí que Canetti seguía en com-
bate contra la muerte. El mismo Canetti
me hubiera abofeteado. El no anhelaba la
supuesta inmortalidad de sus palabras en
los anaqueles de las bibliotecas. Él
ansiaba la perpetuidad de su carne, sus
huesos, su sangre; sus sueños y sus pesa-
dillas erizando su piel.
La editorial RBA acaba de publicar Mira
a lo lejos, una selecta colección de artícu-
los de Alain. Pocos en España conocen
hoy a Alain, que en cambio, en los años
cuarenta y cincuenta, fue muy leído por
la restringida minoría que sabía francés.
Un gran lector canario de Alain fue Ven-
tura Doreste, a su vez, uno de nuestros
escasos ensayistas dignos de tal nombre.
En el estilo discursivo de Doreste, sobre
todo en su fraseo, la huella de Alain es
evidente, aunque discreta. En todo caso
la prosa del escritor grancanario nunca
alcanzó la naturalidad, el desparpajo, la
limpieza y la elegancia aparentemente
elemental del escritor francés. Doreste
escribía bien, pero con una voluntad un
tanto aparatosa de escribir bien y cincelar
cada frase como si fuera un medallón. En
su país natal Alain nunca ha sido total-
mente olvidado, aunque en los años de
hegemonía existencialista y marxista no
se le ahorraron burlas, escarnios, despre-
cios. Muy recientemente este libro que
ahora se publica en español (la traduc-
ción es de Emilio Manzano) ha vendido
en Francia decenas de miles de ejempla-
res. Alain es un discreto y razonable ena-
morado de la vida. Un hombre que ha
sabido conciliar - no sin esfuerzo -- el pen-
samiento inteligente con la placidez de
los sentidos. Mira a lo lejos es una reivin-
dicación de la vida y, sobre todo, de la feli-
cidad frente a los prestigios de la desdi-
cha y las altas torres de la melancolía.
Alain fue el seudónimo que eligió
Émile-Auguste Chartier (1868-1951) que
se ganó la vida como profesor de Filoso-
fía en varios liceos franceses. Fue un mag-
nífico profesor apreciado, cuando no ado-
rado, por sus cientos alumnos, entre los
que figuraron André Maurois, Raymond
Arond o Simone Weill. Escribió obras lar-
gas, como Sistema de las Bellas Artes o Spi-
noza, pero su prestigio está ligado a sus
artículos y ensayos breves, por lo general
publicados en periódicos y revistas. En
realidad, como bien señala Manzano en
el prólogo, Alain creó un semigénero lite-
rario, el propos: comentarios breves de
asunto libérrimo y deliciosa expresión.
Fue un escritor deliberadamente menor y
perfectamente satisfecho de su exitosa,
sencilla y delicada medianía. Le gustaba
comer bien, los días soleados, el oporto,
la lluvia menuda cayendo sobre la cam-
piña verde y gris, la música, algunos filó-
sofos, el senderismo y el amor de las
mujeres. Después de leer con entusiasmo
y admiración a Canetti durante lustros
sería incapaz de redactar una lista seme-
jante sobre sus gustos. Es curioso: Canetti
resulta, sin ninguna duda, un escritor
muy superior -entre otras cosas, mucho
más culto e inteligente - que Alain. Y sin
embargo Alain, un senderista hechizado
por la vida a mitad de camino entre el
estoicismo y el epicureísmo, es capaz de
convencernos de que la dicha no puede ni
debe estar hipotecada por la muerte. La
muerte no es lo más importante de la vida
ni un altar desde el que se obtenga una
perspectiva privilegiada de la misma. Baja
de ahí, siéntate conmigo y tómate un vaso
de vino mientras disfrutamos del atarde-
cer, amigo mío. Este momento que ahora
vivimos no lo desbarata el pasado en el
que no existíamos ni es aniquilado por el
porvenir en el que estaremos ausentes.
Entonces, en medio de la risa de la reu-
nión, entre el repiqueteo de las copas y
los rostros sonrientes de los colegas, sopla
una tenue ráfaga que te mueve el cabello
y colocas en su sitio la guedeja: apenas lo
has sentido, pero es una pizca de eterni-
dad. Y esa es toda la eternidad a la que
podemos optar.
"Sentirse infeliz o descontento no es difí-
cil", escribe Alain, "basta con sentarse,
como hace un príncipe que espera que le
diviertan". Para Alain la felicidad es her-
mosa, es generosa, es un deber para con
los demás y para con uno mismo. La inno-
ble fama de la tristeza, la amargura y el
miedo tiene sus raíces en que estas pasio-
nes son más antiguas y charlatanas que la
felicidad, la alegría, el valor. Durante
muchos siglos la inmensa mayoría de los
hombres estuvo sometida al hambre, a la
esclavitud, a una crueldad desatada. La
felicidad es una vía reciente, la muerte
una vieja costumbre. Alain fue un devoto
de Spinoza y Spinoza dejó escrito que en
nada piensa menos el hombre libre que en
la muerte. La filosofía de Alain puede ser
ridiculizada - y así se ha hecho - como las
emanaciones mentales de un pequeño
burgués francés, satisfecho y encerrado
como un orondo galápago en su capara-
zón de certezas autorreferenciales. Ese
diagnóstico, tan somero, no está vacío de
razones, pero no explica la vitalidad de la
prosa de Alain, su seductora ligereza, la
sutileza de sus argumentos, la sosegada
credibilidad de sus opciones. ¿La muerte?
De acuerdo, parece decir, de acuerdo con
usted, la muerte es siempre una violencia
indebida, pero déjeme decirle, querido
amigo, que esa violencia no podrá nunca
destruir lo más luminoso de la vida.