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Mariano Aguas

Clarín.com
 Opinión

El 22 de febrero, la República Argentina conmemora 116 años de presencia ininterrumpida en

suelo antártico. Dicho evento es motivo de júbilo por la continuidad de una acertada política

nacional que comienza con el presidente Julio A. Roca en 1904, y que fuera sostenida y fortalecida

por presidencias tan variadas como las de Ortiz, Perón y Frondizi hasta nuestros días.

Ya entrada la tercera década del siglo XXI el desempeño argentino en Antártida enfrenta nuevos

desafíos de la mano de un proceso de cambio climático a escala planetaria que asoma inexorable en

el horizonte, y que significa un aumento de la temperatura en la región de la Península Antártica en

proporciones nunca vistas en más de 100 años de mediciones constantes.

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Muchos se preguntan con cierto escepticismo qué puede hacer un país con su poder disminuido

respecto de sus propios estándares históricos para incidir positivamente en términos

ambientales….pues bastante.
No olvidemos que Argentina es miembro fundador y activo participante del exclusivo “club

antártico” internacional. En términos de competencias y habilidades diplomáticas nuestra

Cancillería posee una experiencia y capacidad poco común en la región, y ese es un gran activo del

que hace uso en las complejas negociaciones en el seno el Sistema del Tratado Antártico, por

ejemplo presentando junto Chile la propuesta para la creación de un Área Marina Protegida

precisamente en la zona de la Península Antártica, lugar que concentra el mayor impacto de las

actividades humanas en el continente a través de la pesca del kril antártico, el turismo y el aumento

de las temperaturas medias producto del cambio climático como ya se dijo.

Por otro lado, la actividad diplomática antártica que desarrolla Argentina cuenta con el apoyo en el

terreno del sistema logístico que proveen nuestras Fuerzas Armadas y el Ministerio de Defensa a

través del COCOANTAR (Comando Conjunto Antártico), columna vertebral del esfuerzo material

argentino en el sexto continente.

Sin embargo, todos esos esfuerzos serían parciales en sus alcances y logros si la meta no fuese el

progreso del conocimiento científico.

Desarrollar y expandir el conocimiento científico de la Antártida no sólo es una tarea importante en

términos académicos, en términos políticos es un vector primordial para aumentar el poder y

prestigio relativo de nuestro país en el concierto de las naciones con intereses antárticos.

La comprensión del funcionamiento de los ecosistemas antárticos es el paso previo necesario para

su conservación; y para poder comprenderlos Argentina cuenta con el trabajo del Instituto

Antártico Argentino y de otras instituciones afines.

Resulta entonces prioritario para la conservación del ecosistema antártico y de nuestra presencia

antártica futura que la ciencia argentina cuente con un presupuesto adecuado que le permita en un
futuro contar con un desarrollo de sus mejores posibilidades en las bases, en los laboratorios y en

los medios logísticos asociados a la investigación antártica.

Mariano Aguas es politólogo. Miembro de la Fundación Vida Silvestre Argentina

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