Convencido de que lo esencial en el teatro es la emoción, Jacobo Lansgner
(Rumania, 1927) es uno de los autores nacionales y rioplatenses que mejor ha mostrado a través de personajes que surgen espontáneos como sus diálogos: “a la virtud sus propios rasgos, al vicio su verdadera imagen, y a cada edad y generación su fisonomía y sello característico” al decir de Hamlet. Evitando limitantes localismos en su búsqueda de un teatro universal, con una profusa y diversa obra en la que conviven teatro, cine y televisión, estrenando en Montevideo, Madrid o Brujas, este dialoguista consigue que las situaciones y personajes de La gotera, Esperando la carroza o Pater Noster, entre tantas, trasciendan lo regional volviéndose alegorías en las que pueden reflejarse otros públicos. Langsner inicia su producción teatral en la década del 50 y ya lo hace con la peculiaridad de estrenar en ambas márgenes del Plata, rasgo que lo une a autores rioplatenses como Florencio Sánchez, Ernesto Herrera o José Pedro Bellan. Es época de consolidación del teatro uruguayo a partir de la incidencia de la Comedia Nacional y el Teatro Independiente. Mayor frecuencia de estrenos y funciones junto a mejor calidad de espectáculos contribuyeron a la formación de espectadores. Pero es también el fin del “Uruguay feliz” y cuando desde el ámbito político no se planteen mejoras ni soluciones la crisis golpeará duramente al país, lo que lleva a varios dramaturgos a orientar críticamente su mirada hacia la sociedad uruguaya, cuestionando sus valores morales y sociales, representados en la familia típica de clase media. La realidad nacional sostenida en el imaginario del “país modelo” se ha erosionado en los 60, lo que no es indiferente a los teatristas de este período –caracterizado por Mirza como de un teatro militante y combativo– que buscarán desenmascarar la hipocresía y el conservadurismo a través de mecanismos tales como la sátira, el humor, el grotesco. Paradigmática en esta línea, Esperando la carroza, estrenada en octubre del 62 en la Sala Verdi por el elenco de la Comedia Nacional y dirigida por Sergio Otermin, será considerada por algunos críticos de teatro como un ataque a los pilares de la sociedad calificándola de irreverente y vulgar. Cuando la violencia dictatorial y represora alcancen al teatro desmantelándolo (cerrando salas, prohibiendo autores y actores) y los mecanismos de resistencia aún no estén elaborados, en 1974 –año de mayor retracción de actividad teatral– en el Teatro Circular se producirá un acontecimiento excepcional en la dramaturgia nacional, Esperando la carroza dirigida por Jorge Curi será, siguiendo a Dubatti: “la institución ancestral del convivio, […] encuentro de presencias en una encrucijada espacio- temporal cotidiana” sin los cuales el teatro y la comunidad no existen. Años en cartel y miles de espectadores dan cuenta de que ante el discurso monológico y alienante del poder los mordaces diálogos langsnerianos permitieron al público pensarse y reírse sabiéndose muchos; entonces el teatro devino espacio de resistencia. Patricia Núñez Bonifacino