La problemática que se pretende atender en este caso no es de carácter unívoca, la ausencia de deseo por la lectura es una situación que está atravesada por un sinfín de elementos que hacen de la misma una cuestión bastante intrincada, por lo que se requiere de sensibilidad para afrontarla. Más allá de preguntarse por los resultados en las pruebas de Estado, basta con ver nuestra biblioteca vacía de personas, pero repleta de libros que no son abiertos. La problemática aquí es intentar poner en cuestión una sociedad que no lee, que no encuentra utilidad ni placer en ello, y esto incluye al cuerpo docente. La dificultad es que nuestra comunidad educativa no ha logrado ver en la lectura una manera de universalizar el espíritu, y claro, de fortalecerse académicamente. Para tal efecto resulta pertinente consignar la experiencia de la profesora Yolanda López quien argumenta que lo que ha tratado de hacer con los estudiantes es que ellos vivan el placer de la lectura y la escritura, las valoren desde su propia experiencia como piezas fundamentales en su formación personal y en su formación para la vida social y ciudadana (López, 2013, pág. 18) Objetivo: Desarrollar en nuestros y nuestras estudiantes el hábito de la lectura como una práctica central en su quehacer académico y como elemento fundante de su existencia. Justificación El acercarse a las letras es una experiencia que pareciera no necesitar ser justificada, sino más bien explicada, en el universo educativo la lectura es una práctica inobjetable al pensar el proceso de enseñanza y aprendizaje más aún si se tiene en cuenta que nuestros y nuestras estudiantes aparecieron en un mundo en donde la internet y las redes sociales han posibilitado la circulación de un volumen de información hasta hace pocos años impensado para nosotros y con una velocidad inédita. La lectura es una experiencia que no solo enriquece la vida, sino que la torna más compleja, más profunda puesto que permite establecer conversaciones con personas, e ir a lugares que ya no existen o que de momento no están a nuestro alcance. A diferencia de lo que se piensa habitualmente, la lectura no es una fuente de respuestas, Javier Cercas advierte que es necesario proteger a la literatura de las mismas, por el contrario, es el lugar inagotable del cuestionamiento. Si nos permitimos parafrasear a Fernando Savater, podría decirse que profundizar preguntas y no proveer respuestas ha de ser el objeto de la lectura. Este pequeñísimo proyecto no está enfocado en preparar mecánicamente a los y las jóvenes para que desarrollen competencias y obtengan resultados satisfactorios en las pruebas de Estado, eso vendría a ser apenas una consecuencia en cierto modo tangencial, una victoria pírrica. La justificación más sincera que puede plantearse es el deseo de invitar a la juventud a adentrarse en el universo de las letras por puro placer, y de propiciarles la comprensión de la lectura como un elemento que ha de ser constitutivo de su naturaleza y no como otra tarea más, nunca como un castigo, lo que pase después estará en sus manos. Marco Teórico la promoción de la lectura desde la escuela debe hacerse a partir de una experiencia personal, es decir, quien promocione la lectura, quien sea mediador entre el texto y el lector en estos espacios debe ser alguien que tenga una experiencia de lectura enriquecedora con la que pueda contagiar a sus estudiantes (López, 2013, pág. 16) Que leer es trabajar, quiere decir ante todo que no hay un tal código común al que hayan sido “traducidas” las significaciones que luego vamos a descifrar. El texto produce su propio código por las relaciones que establece entre sus signos; genera, por decirlo así, un lenguaje interior en relación de afinidad, contradicción y diferencia con otros “lenguajes”, el trabajo consiste pues en determinar el valor que el texto asigna a cada uno de sus términos, valor que puede estar en contradicción con el que posee el mismo término en otros textos (Estanislao Zuleta, Sobre la Lectura, Medellín, junio 8 de 1982)1 Lo que necesitamos son libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queríamos más que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a los bosques más remotos, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros. Eso es lo que creo (Franz Kafka, carta a Oskar Pollak, 1907)2 Tentando a ciegas: Un posible cronograma