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Luis de Rivera
Universidad Autónoma de Madrid
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All content following this page was uploaded by Luis de Rivera on 09 February 2017.
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organism”(cualquier estímulo, como miedo o dolor, que altera o interfiere con el
equilibrio fisiológico normal de un organismo)
Es curioso que la lengua castellana, a pesar de estar más próxima al latín que la
inglesa, no recoja el término “estrés” hasta mediados del siglo XX. Una explicación es
que, al ser más rica en matices, posee vocablos específicos para casi todas las
acepciones inglesas de stress. En verdad, y sin gran pérdida de significado, puede
traducirse, según el contexto, por tensión, énfasis, presión o sobrecarga. Sin embargo, el
anglicismo se ha ido introduciendo en el idioma español hasta tal punto que ha
terminado por tener que ser aceptado de manera oficial. El Catedrático de Historia de la
Medicina D. Pedro Laín Entralgo fue quien propuso la castellanización de stress como
“estrés”, formulando la definición que aparece, por primera vez, en la vigésima edición
del Diccionario de la Lengua de la Real Academia Española (DRAE 1984):
“Estrés (Med.): Situación de un individuo o de alguno de sus órganos o
aparatos que, por exigir de ellos un rendimiento superior al normal, les pone en riesgo
próximo a enfermar”.
Técnicamente correcta, la definición de Laín-Entralgo no sigue el proceso
habitual de absorción de barbarismos, que consiste en aceptar sin más discusión los
significados de uso más corriente. Por el contrario, en este caso, la Real Academia
Española ha optado por recoger un significado minoritario, procedente del ámbito
científico-médico, directamente derivado de la teoría del estrés de Hans Selye. La
alternativa de recoger las acepciones inglesas vulgares que, de todas formas, ya estaban
muy introducidas en nuestro idioma, no se tuvo en consideración hasta la XXII edición
del DRAE (2001). En ella se modifica la definición anterior para hacerla más acorde
con el uso popular, aunque todavía sigue considerándose como un tecnicismo médico.
Estrés (Med.): Tensión provocada por situaciones agobiantes que originan
reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
El resultado logrado con la segunda definición de la Real Academia Española
no es totalmente satisfactorio. Es cierto que la definición de Lain Entralgo, aun siendo
correcta, no alcanzaba a cubrir todo el campo semántico. Pero la nueva definición del
DRAE en 2001, aunque es más amplia, resulta engolada para su uso popular y es
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incompleta e imprecisa para el uso científico. Nótese, además, que ha cambiado el
sujeto al que se refiere la definición. Ya no es “un individuo o alguno de sus órganos”
sino “situaciones agobiantes”. Esta variabilidad del sujeto pervade toda la literatura del
estrés, tanto en inglés, como en español como en los demás idiomas europeos, y es una
de las causas de la ambigüedad del término. En efecto, cabe siempre preguntarse si, al
hablar de estrés, nos estamos refiriendo a una condición ambiental, a la respuesta del
organismo a esa condición o a las dos cosas. Esta confusión es particularmente
inadecuada para el uso científico del término, que es en el que resulta más importante
ser precisos. Como parece inevitable tener que aceptarla en el lenguaje ordinario, es
conveniente formular la definición de manera que clarifique y resuelva la ambigüedad
del significado.
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podemos ahora pretender que es una reunión científica seria, es porque ya no quedan
juerguistas de la Grecia Clásica que puedan discutírnoslo. Lo mismo ocurre con
Syndrome, “recorridos o caminos diferentes que confluyen o se juntan”, que viene
siendo utilizado desde hace siglos con un significado médico muy preciso, sin que
ningún arriero heleno pudiera oponerse. Si por una milagrosa colisión de épocas nos
encontráramos ahora con Ulises y sus esforzados compañeros, tendríamos que
aclararles, cada vez que digamos “síndrome”, si estamos dándoles una lección de
medicina o si queremos que nos cuenten sus viajes. Igualmente, cada vez que digamos
“simposio”, tendríamos que precisar si vamos a seguir con las lecciones o si les estamos
invitando a una fiesta.
En consecuencia, y ateniéndonos al uso vulgar cotidiano, se propone la siguiente
definición notarial de estrés para su aplicación no científica ni especializada:
“Estrés: Cualquier estímulo o situación que altere o interfiera con el equilibrio
fisiológico normal de un organismo, así como los estados de ese organismo que
implican sobresfuerzo o tensión, física, mental o emocional”.
Con el paso del tiempo y el avance del conocimiento, el concepto de estrés, que
parecía razonablemente simple al principio, ahora sólo lo es para su uso popular. En el
ámbito científico ha ido adquiriendo a lo largo de su evolución una creciente
complejidad, hasta el punto de que es difícil formular hoy en día una definición lo
bastante amplia y comprehensiva como para hacer justicia a todos sus aspectos
esenciales. Hace ya algún tiempo que Appley (1967) ha propuesto seriamente renunciar
al uso científico de la palabra “estrés” y utilizarla siempre en su acepción popular. Pero
en realidad, eso ya se está haciendo, en ocasiones de manera exagerada. Además de
servir para designar condiciones ambientales y psicosociales extremas, se usa también
como sustituto de ansiedad, conflicto, sufrimiento, alteración emocional, amenaza,
frustración, activación y de otros muchos términos. De acuerdo con este planteamiento,
sería razonable prescindir de la palabra por completo y volver a llamar a las cosas por su
nombre. Sin embargo, los intentos de definición científica continúan.
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El uso científico de un término ha de estar obligatoriamente restringido a sus
aplicaciones especializadas y requiere, por ello, de una definición técnica precisa y
estable. Las definiciones de Selye y las que se derivan de los trabajos de Cannon y de
Mason parecen cumplir estos requisitos. La segunda definición de Selye: “Estrés es la
respuesta inespecífica del organismo a toda demanda hecha sobre él”, (que no es sino
una variación elegante de la primera, “Estrés es la suma de todos los cambios no
específicos causados por hiperfunción o lesión”) formula las dos condiciones necesarias
y suficientes que debe satisfacer un proceso orgánico para ser estrés:
a) Producirse como respuesta a un estimulo, situación, exigencia o cambio que se
sale de lo habitual o que implica un esfuerzo o sobrecarga
b) Ser inespecífica, es decir, común a los más variados tipos de esfuerzo o
sobrecarga.
Treinta años anterior a Selye, Cannon nunca dio una definición expresa del estrés y
es probable que no fuera consciente de la importancia que sus trabajos iban a adquirir en
este campo, al complementarse tan perfectamente con los de Selye. Ha sido a posteriori
cuando se ha deducido de su obra las formulaciones que se revisan en el capitulo 2
“Teoría Clásica del Estrés”. Básicamente, el estrés es, para Cannon, toda circunstancia
capaz de alterar la homeostasis o de provocar la reacción de lucha-huida (ver también
tabla 1).
Otra alternativa es el recurso a definiciones ostensivas, es decir, aquellas que se
sirven de un ejemplo o que nos dirigen hacia una situación general en la que se da el
fenómeno, sin entrar en detalles sobre su esencia. Una de estas definiciones es la de
Levi (1971), que reformula a su manera los conceptos de Cannon:
El estrés tiene lugar cuando la estimulación externa incrementa la activación
del organismo más rápidamente que su capacidad homeostática para atenuarlo.
Esta formulación permite descubrir la presencia de estrés, aunque no aclara
mucho sobre lo que es. Otra solución es utilizar la palabra estrés como un comodín,
dejando que el contexto cualifique lo que el autor quiere decir. El término estrés se
comportaría, en este sentido, como una cobertura semántica, un descriptor general o un
sustantivo que debe ser cualificado mediante adjetivos, dando compuestos tales como
“estrés social”, “estrés laboral” “estrés celular” “estrés oxidativo”, “estrés quirúrgico”,
etc.
Este planteamiento implica la renuncia a definiciones unitarias, dividiendo los
fenómenos de estrés en distintas categorías y apartados y procediendo a continuación a
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definir de manera más precisa los distintos tipos de estrés. Hans Selye (1971) dio el
primer paso en esta dirección, cuando se encontró con los nuevos planteamientos que
insistían en la importancia de los aspectos psicosociales del estrés. Precisó entonces que
su definición se refería al “Estrés Biológico”, cualificación que, efectivamente, había
utilizado con anterioridad, junto con sus sinónimos “estrés fisiológico” y “estrés
sistémico”. Engel (1962) y Lazarus (1966) definieron, por la misma época y de manera
independiente, el “Estrés Psicológico”, con lo que esta división del estrés por
dicotomías cartesianas ha entrado ya en un curso imparable.
Sin embargo, no hemos de olvidar que el estrés es un fenómeno unitario, y que
es sólo la incapacidad de abarcarlo de una simple mirada lo que obliga a recurrir a
varios puntos de vista. Por eso, es preciso tener en cuenta que lo que se clasifica en
“Biológico” o “Psicológico” son las definiciones, y no el estrés en si, que debe seguir
siendo conceptualizando de una manera unitaria, es decir, psicosomática. Como las
investigaciones sobre estrés se iniciaron desde la perspectiva fisiológica, las primeras
definiciones se formularon en términos fisiológicos. En ellas todavía se consideraba de
manera explicita el estrés como un fenómeno global. Cuando más tarde se consideraron
el punto de vista psicológico y el social aparecieron las dicotomías, que han encontrado
su camino en las nuevas definiciones.
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o atormentarse malinterpretando situaciones inofensivas, son estresantes en sí mismas,
independientemente de su correspondencia en el mundo exterior. Este tipo de
operaciones mentales ha sido denominado “Autoestrés” y se estudia en el capitulo 7. *
Richard Lazarus (1966), que inicialmente conceptualizó el estrés como un
conjunto de síntomas relacionados con la ansiedad, destacó la importancia de la
conducta como factor atenuador del estrés psicológico. Describió así las estrategias de
afrontamiento o “coping”, actividades dirigidas hacia la fuente de estrés, con valor
potencial para controlarlo o eliminarlo. La experiencia de dominio de la situación a
través de una conducta activa disminuye los efectos psicológicos del estrés, aunque no
siempre influye en los efectos endocrinos. Lazarus, como casi todos los autores
modernos, fluctuó entre considerar el estrés como un estimulo o como una respuesta,
hasta que, finalmente, acabó por definirlo en términos de la relación entre ambos:
Estrés Psicológico es una relación particular entre una persona y su ambiente,
que es evaluada por la persona como una imposición o exigencia o como algo que
excede sus recursos, poniendo en peligro su bienestar (Lazarus, 1984).
El núcleo central de la relación a que se refiere Lazarus son las estrategias de
afrontamiento o “ways of coping”, materializadas en la descripción operativa de 67
conductas utilizadas por distintas personas, en mayor o menor grado, para adaptarse,
eliminar o superar las exigencias del ambiente. Lazarus mantiene en toda su obra una
expresa y decidida adhesión al modelo cognitivo-conductual, con desinterés por los
procesos extraconscientes y, hasta cierto punto, por los fisiológicos. Aunque su teoría
deja sin atender aspectos importantes del procesamiento interno de información, que
van desde la percepción subliminal hasta la intuición, hay que reconocer que su
contribución es importante, sobre todo desde el punto de vista de sus implicaciones
terapéuticas en psicología clínica.
Continuando el imparable proceso de amplificación conceptual, Levi (1972) da
popularidad al concepto de estrés psicosocial, que define como el que se origina en
relaciones o ambientes sociales, que afecta al organismo a través de procesos del
sistema nervioso central, y que se sospecha que, en ciertos individuos y en ciertas
circunstancias, puede causar enfermedad.
El estrés es un fenómeno complejo, en el que intervienen unas exigencias o
demandas externas, una serie de procesos internos que perciben e integran esas
demandas y unas respuestas más o menos características. Conjugando todos estos
aspectos desde la investigación sobre estrés psicosocial y enfermedad, Gonzalez de
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Rivera (1989, 1991) denomina las distintas variables que operan en situaciones de estrés
factores de estrés y los clasifica en tres grandes grupos:
a) Factores externos de estrés: Engloban todas aquellas variables del ambiente
susceptibles de alterar el equilibrio del medio interno o sobrecargar los mecanismos de
adaptación, defensa y regulación del organismo. Los acontecimientos vitales son un
ejemplo de este grupo, tal como se objetivan, por ejemplo, en la escala de Holmes y
Rahe.
c) Factores moduladores, variables tanto del medio como del individuo, que no
están directamente relacionadas con la inducción ni con la respuesta de estrés, pero que
condicionan, modulan o modifican la interacción entre factores internos y externos.
Ejemplos de este grupo son el apoyo social, el locus de control y los estados afectivos,
entre otros muchos.
En resumen:
El estrés se produce por la conjunción de tres grandes grupos de variables: Las
propias del medio, o factores externos de estrés; las propios del individuo o factores
internos de estrés; y los factores moduladores, que no están directamente relacionados
ni con la inducción ni con la respuesta de estrés, pero que condicionan o modifican la
interacción entre factores internos y externos.
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Tabla 1. DEFINICIONES DE ESTRÉS
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2.1.8. Estrés es la respuesta de una célula u organismo a cualquier exigencia que
fuerce el estado fisiológico más allá de su estado normal de reposo. (Iwama,
1998)
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