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Servicio Bíblico Latinoamericano

Semana del 1 al 7 de Marzo de 2020 – Ciclo A

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Domingo 1 de Marzo
1º de Cuaresma
40 Mártires de Sebaste (320)

Génesis 2,7-9; 3,1-7: Dios creó a Adán y a Eva


Salmo 50: Misericordia Señor, hemos pecado
Romanos 5,12-19: Si creció el pecado, abundó la gracia
Mateo 4,1-11: Está escrito: Al Señor tu Dios, adorarás.

L os comentarios bíblico-litúrgicos para ayudar a la elaboración de


las homilías dominicales de este típico “domingo de las tentaciones”,
el primero de cuaresma, suelen presentar en esta ocasión un
sencillo paralelismo antagónico: la primera tentación fue la que se
le presentó a Eva, que acabó en el pecado; pero ha habido otra
tentación, la que sufrió Jesús en el desierto, que acabó en victoria,
de la que podemos tomar ejemplo. En esta línea es muy fácil
encontrar comentarios en la red. Por eso mismo quisiéramos
nosotros hacer esta vez una aportación diferente, en sentido más
bien crítico. Obviamente, este aspecto no será apropiado en
cualquier caso para convertirlo sin más en una homilía, pero
creemos que tampoco sería bueno que una homilía olvide estos
elementos. En todo caso, cada agente de pastoral sabrá lo que su
comunidad necesita, y sabrá encontrarlo en otros puntos de servicio
bíblico-litúrgico de la red.
En la primera lectura de este domingo se implican dos
importantes temas bíblicos: el de la creación del ser humano y el del
pecado original. Son verdaderamente significativos, muy
importantes, y hoy en día, también muy problemáticos.
Es importante hacer recordar a los oyentes que estos textos
concretos, y todos los que forman el grupo de los once primeros
capítulos del Génesis, que se refieren a los inicios de la «historia de
la Salvación», han sido entendidos desde siempre de un modo
literal. Todas las generaciones que nos precedieron en la fe los
entendieron así. Seguramente que nuestros padres -y ciertamente
nuestros abuelos- nunca pensaron otra cosa, y muchos cristianos
mayores todavía lo piensan hoy día. Desde tiempo inmemorial, estos
textos han fungido para muchísimas generaciones, como una fuente
capital de su comprensión del mundo y de la historia. Las
“coordenadas generales” que estos mitos trazan (Dios arriba,
naturaleza abajo, un acto divino de creación que pone en marcha el
cosmos, una creación del ser humano distinta a la creación de todos
los demás seres, Dios que prohíbe comer el fruto del árbol, la
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desobediencia del ser humano que se convierte en el «pecado
original» que transformará la suerte de toda la humanidad posterior
–¡y del cosmos!–, el protagonismo principal de la mujer en este
pecado, el enfado de Dios, su consecuente ruptura de relaciones con
la Humanidad por haber comido ésta el fruto prohibido...), han sido
para toda esa humanidad judeocristiana de los tres mil últimos años,
el “paradigma” desde el que han entendido tanto el mundo, como a
Dios, como a sí mismos y sus deberes frente a Dios... es decir, partir
de ahí es como han entendido toda la realidad. Estamos ante unos
mitos religiosos ante los que hay que descubrirse y descalzarse,
como quien se adentra en tierra sagrada; se trata sin duda
probablemente de los textos antiguos que han marcado una porción
más grande de humanidad –el Occidente llamado cristiano, y a
través suyo, todos los pueblos y culturas que Occidente ha invadido
y colonizado.
Hace apenas cien años, en 1906, la Pontificia Comisión Bíblica –
respaldada obviamente por la Inquisición romana, la actual
Congregación para la Doctrina de la Fe–, reafirmaba solemnemente,
y bajo pena de excomunión a los cristianos que no lo aceptaran, que
el contenido de los once primeros capítulos del Génesis es histórico,
no mitológico.
Es importante recordar a los oyentes que hoy no creemos que
estos relatos haya que entenderlos así, literalmente. Es decir: que
hoy sabemos que la Biblia no puede decirnos cómo fue el origen del
cosmos, ni el origen del ser humano. Que de los textos bíblicos no
podemos deducir informaciones sobre geología, física, química,
biología evolutiva... que nos informen sobre todos esos campos. La
Biblia no es un libro de ciencia, ni los que la escribieron tenían
conocimientos científicos. Los mensajes que podamos captar en la
Biblia están en otro ámbito, el ámbito religioso. Y que por tanto los
cristianos aceptamos hoy lo que la ciencia dice, incluidas las
informaciones contrarias a tantas afirmaciones y supuestos acríticos
incluidos en esos relatos bíblicos.
Es importante también hacer caer en la cuenta de que esta
nueva manera de entender los textos bíblicos no fue fruto de un
descubrimiento fácil e ingenuo, sino una intuición laboriosamente
trabajada por los biblistas y teólogos, que durante varios siglos han
tenido que enfrentarse a la oposición y a la condena de las
autoridades de sus respectivas Iglesias. Todavía hace muy pocos
años, en tiempo de Benedicto XVI, el biblista argentino Ariel Álvarez
Valdés, doctor en teología bíblica por la universidad de Salamanca,
fue públicamente adversado y perseguido por la Secretaría de
Estado del Vaticano por no sostener de la historicidad de Adán y Eva
y su pretendido pecado original (véase su propio testimonio en
Youtube [http://www.youtube.com/watch?
v=2Ys3kcwjbSY&list=PL84001F9AB27C6E32]. Con estupor fuimos
testigos de que el Secretario de Estado arremetía contra un biblista
que decía simplemente lo que ya estaba aceptado por la Iglesia, lo
que todos los biblistas estaban diciendo. Afortunadamente en agosto
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de 2016, queriendo hacer el menor ruido posible, el Vaticano dio a
entender públicamente que Ariel estaba en lo correcto y que le
retiraba la sanción impuesta.
Todo cristiano medianamente culto puede tener su opinión
sobre el origen del mundo, igual que puede tener sus opiniones en
medicina, en astronomía o en psicología, libremente, sin coacción, y
sin que haya ninguna opinión «oficial» de la Iglesia en esos campos
que pudiera ser «obligatoria». Los relatos bíblicos están en otro
plano, un plano religioso-simbólico, que no afecta al campo
autónomo de la ciencia.
Esto es al menos lo que solemos decir hoy día, después del
Vaticano II, pero sería más correcto reconocer que aquellos relatos
no fueron concebidos, como decimos, meramente en un plano
simbólico; para nuestros ancestros religiosos-y-culturales, esos
relatos eran históricos, y con esa historia inventada, sin ningún
fundamento científico, trataron de encontrar respuestas a
problemas profundos (el mal, la felicidad, la vida, nuestro origen,
nuestro futuro...). Es ahora, sólo ahora, cuando nosotros, al ver que
sus creencias expresadas en esos mitos estaban profundamente
equivocadas –como hoy sabemos por la ciencia– sostenemos que
esos mitos sólo podemos interpretarlos de un modo puramente
simbólico. Nuestros antepasados –hasta nosotros mismos hace 50
años entre los católicos– los hemos considerado obligadamente
históricos, literales, contados directamente por la misma boca
reveladora de Dios. Aunque nos dé pena decirlo, la Biblia ha
mantenido a una inmensa parte de la humanidad en una visión
histórica equivocada de los orígenes de la humanidad.

Hay que dar claramente al público cristiano la buena noticia de


que hoy no sostenemos que el símbolo judeo-cristiano del llamado
pecado original tenga fundamento histórico. No hay por qué
sostenerlo. Más bien resulta prácticamente imposible que lo tenga,
por cuanto lo más probable es que no hubo un solo filum biológico
evolutivo de surgimiento de nuestra especie, y el poligenismo es hoy
la opinión más común de la ciencia. La proclamación que la Iglesia
católica hizo del monogenismo en el siglo pasado se debió al
espejismo (que todavía sufría) de pensar que el significado del
símbolo del pecado original dependía efectivamente de un pecado
histórico real que habría cometido una primera pareja de la que
descenderíamos absolutamente todos los hombres y mujeres.
Resulta especialmente importante aclarar que hoy día resulta
del todo inverosímil -teológicamente hablando- todo el conjunto
simbólico de la tentación y el pecado original: pensar que toda la
humanidad esté en una situación de postración espiritual (que sea
una massa damnata, toda una «muchedumbre condenada», como
repetía san Agustín) a raíz de un supuesto primer pecado de una
inexistente primera pareja, y pensar que debido a ello Dios habría
roto sus relaciones con la Humanidad, y que esa ruptura no podría
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ser superada sino nada menos que con la sangre de la muerte en
cruz del Hijo de Dios, tal y como ha sido presentado por una
tradición del cristianismo, resulta hoy absolutamente inaceptable.
Deben por tanto sentirse aliviados todas las personas que se sienten
incómodas ante las acostumbradas explicaciones homiléticas al
respecto, tan parecidas a las catequesis infantiles que recibimos
cuando fuimos niños, y como nosotros, todas las generaciones
cristianas durante más de milenio y medio.
Otras comentarios críticos también muy importantes se podrían
hacer entre los temas implicados en esos dos grandes relatos
bíblicos que han sido juntados en la primera lectura de este
domingo (por ejemplo sobre la «transcendencia» de Dios, que ahí se
presenta como obvia, sobre la imagen misma de “theos”, la visión
negativa de la realidad que conlleva la creencia en un primer
«pecado primordial», la terrible inferiorización y culpabilización de
la mujer causada por ese texto, y la injusticia que seguimos
cometiendo contra la mujer cuando seguimos leyendo esos textos
dándolos por ciertos, sin el menor atisbo de crítica o de aclaración
de su falta absoluta de fundamento histórico). Ya hemos dicho que
no pretendemos que esta lista de advertencias críticas sea el
contenido de una homilía, sino simplemente el trasfondo crítico a
tener en cuenta a la hora de hablar de las “tentaciones” y del
“pecado”, para lo que sin duda se encontrará mucho material en los
numerosos portales de servicio bíblico de la red.
Es importante que digamos claramente y que insistamos en que
se puede ser cristiano y ser «persona de hoy» en las propias
opiniones científicas. Y que hay otras formas serias de hablar del la
realidad del mal y del pecado, que la de tomar como referencia
principal unos mitos religiosos elaborados hace dos milenios y
medio que contradicen las evidencias actuales de la ciencia.
Ya que, históricamente, tantas veces hemos insistido en el
pecado original y en sus horribles consecuencias para toda la
humanidad, sería bueno compensar esa actitud refiriéndonos a lo
que hoy intuye la teología de frontera: que, más bien, lo original no
fue un pecado, sino una bendición... Puede ayudar el libro de FOX,
Mathew, “Original Blessing”, Bear & Company 1983; traducido
como: La bendición original. Una nueva espiritualidad para el
hombre del siglo XXI, Obelisco, Barcelona 2002, 410 pp, fácilmente
localizable en la red.

Con el relato de las tentaciones de Jesús ocurre algo parecido:


no es la crónica o el reportaje periodístico de algo que le pasó a
Jesús, sino una composición simbólica que quiere darnos un mensaje
teológico. Es claro que no conocemos ningún fundamento histórico
para ese relato; muy probablemente, nadie lo tuvo, ni siquiera
quienes lo redactaron. El texto es, obviamente, una composición
literaria con intenciones teológicas. Las tres tentaciones que se dice
que sufre Jesús corresponden a tres grandes dimensiones de la
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respuesta de fe del pueblo de Israel (de ahí el paralelismo que
establece con el Primer [o Antiguo] Testamento) y de todo ser
humano (de ahí que pueda ser un modelo para nuestra vida).
¿Cuáles son esas grandes dimensiones? ¿Estamos de acuerdo con
esa teología? Veinte siglos más tarde, ¿lo expresaríamos nosotros
igualmente o con alguna variante añadida? En todo caso, se puede
hablar de que como ser humano Jesús no pudo dejar de
experimentar dificultades para encaminar su vida, como todos
nosotros, y que creemos que su comportamiento fue modélico para
nosotros. Nuestras tentaciones hoy son otras, y a nosotros sí que
Satanás no nos lleva de aquí para allá para probarnos, pero también
tenemos necesidad de chequear cuáles son nuestros puntos débiles.

El evangelio de hoy (la escena de las tentaciones de Jesús) es


dramatizado en el capítulo 9 de la serie «Un tal Jesús», de los hnos.
LÓPEZ VIGIL, titulado «Bajo el sol del desierto». El guión, el audio y
su comentario pueden ser tomados de aquí: https://radialistas.net/9-
bajo-el-sol-del-desierto/

Para la revisión de vida


Comienza uno de los llamados «tiempos fuertes» del año
litúrgico, la cuaresma. No precisamente un tiempo «light», ni
siquiera un tiempo ordinario. ¿Qué voy a hacer para que esta
Cuaresma no se me pase sin darme cuenta, sino viviéndola a
fondo? La Cuaresma es una «cuenta regresiva» de 40 días
hasta la Pascua… El objetivo al que apuntamos desde el
principio de la Cuaresma es la Pascua misma…

Para la reunión de grupo


- El objetivo del relato del pecado de Adán y Eva no es
contar un pecado concreto, por muy importante que pudiera
ser; el texto es un «mito» bíblico que apunta a algo más
profundo: «explicar» la presencia del mal en el mundo. ¿Por
qué hay mal? ¿Por qué el dolor? ¿Por qué la muerte?... De eso
es de lo que el relato bíblico está hablando, a su manera
«mítica». ¿Podemos expresar nosotros su mensaje de una forma
más “racional” o “teológica”? O sea: ¿cuál es el mensaje
teológico del mito del pecado original?
- Hay que recordar que la teología de la redención, del
rescate, de la visión de que Jesús habría tenido que venir al
mundo para morir en expiación por aquel pecado original, para
reabrir las puertas del cielo a la «humanidad caída» es una
teología del siglo XI sistematizada principalmente por san
Anselmo de Canterbury, no es lo que podríamos llamar un
«relato bíblico»... El obispo Spong sostiene (en su libro Por qué
el cristianismo tiene que cambiar o morir) que se trata de una
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visión falsa que hay que erradicar. Véase y debátase su posición
en el artículo 380 de la RELaT
(http://servicioskoinonia.org/relat/380.htm).
- El teólogo Mathew Fox insiste en que el verdadero
principio de nuestra historia no es un pecado original, sino una
«bendición original»... Comentar.
- Para estudiar el tema de los «errores» a que la Biblia
nos puede inducir en materia de cosmología, véase y debátase
el artículo Errores sobre el mundo que redundan en errores
sobre Dios, en la RELaT 440.

Para la oración de los fieles


- Para que la Iglesia confíe siempre y por encima de todo
en la Palabra de Dios y en su fuerza liberadora. Roguemos al
Señor...
- Para que hagamos caso a las voces que nos llaman a
buscar una sociedad más justa y un ser humano más fraterno.
Roguemos...
- Para que nos reafirmemos cada día en nuestra fe en un
Dios de vida y de vivos. Roguemos...
- Para que, frente al individualismo y el egoísmo, nosotros
pongamos el valor de la solidaridad entre las personas.
Roguemos...
- Para que seamos conscientes de que Dios está siempre
a nuestro lado, aunque a veces no lo parezca, en la tentación y
en las dificultades. Roguemos...
- Para que la Eucaristía que celebra nuestra comunidad
nos anime a ser más consecuentes con nuestra fe y nuestra
esperanza. Roguemos...

Oración comunitaria
Oh Dios que sabes que nuestra vida humana está sometida a
tantos influjos, presiones, tentaciones, repulsiones… y también
a tantos estímulos, inspiraciones y buenos ejemplos; te pedimos
que la atracción y el influjo del bien sea mucho más fuerte en
nuestra vida que la tentación y la fuerza del mal, y que el
ejemplo modélico de Jesús nos ayude a seguirle por el camino
del amor y la entrega de la vida al servicio del bien. Te lo
pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.

Señor, tú que animas nuestra fe, consolidas nuestra esperanza


y fortaleces nuestro amor, haz que apostemos siempre por el
bien, la justicia y la paz, de modo que tu Reino crezca siempre,
superando toda tentación de construir este mundo y esta
sociedad desde intereses egoístas y antropocéntricos. Te lo
pedimos por Jesús, hijo tuyo y hermano nuestro. Amén.
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Lunes 2 de Marzo
1a Semana de Cuaresma
Simplicio (483)

Lv 19,1-2.11-18: Juzga con justicia


Salmo 18: Tus palabras, Señor, son espíritu y vida
Mt 25,31-46: Vengan, benditos de mi Padre

L a experiencia de adhesión a la persona de Jesús y el


proseguimiento de su causa no se mide por el cumplimiento de
actos religiosos o litúrgicos. La experiencia de relación existencial
con él se expresa en una vida movida por la misericordia, en defensa
de la dignidad de la persona. Lo decisivo para Jesús es el amor
hecho realidad y concreción en la vida de los más pobres de la
historia. El cristianismo existe para declarar, con actos concretos de
vida, la “eminente dignidad de los pobres”. Dios mismo, en la
historia de la salvación, dejó claro su amor enloquecido por los más
vulnerables, los que no cuentan. El Profeta Isaías en 41,4 deja claro
de parte de quien está Dios. El texto dice: “Yo el señor, que soy el
primero, estoy con los últimos”. Esto es lo que Jesús hizo a lo largo
de toda su vida y es lo que exige a los que se deciden seguirle.
¿Estás dispuesto a amar y servir a Dios en los más pobres de la
historia?
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Martes 3 de Marzo
1a Semana de Cuaresma
Catarina Drexel (1955)

Is 55,10-11: Mi palabra hará mi voluntad


Salmo 33: El Señor libra de sus angustias a los justos
Mt 6,7-15: Ustedes oren así

L a oración que Jesús enseña a sus discípulos está curada de la


“charlatanería”, que era propia de los “modelos de rezos” que
practicaban algunos personajes de su epoca. Jesús entiende que la
oración no es un acto de religión, sino un acto de profunda
humanidad, donde el hombre y la mujer que oran crecen en bondad,
acrecientan su humanidad y tratan de vivir una relación tan íntima
con Dios, que terminan expresando con la manera de ser y proceder
a Dios mismo. La oración, tal como la propone Jesús en el Padre
Nuestro, es la humanización de Dios en la propia vida humana y en
la historia. La oración fue fundamental en la vida de Jesús. Lo es
también para la vida de cada cristiano. Pero la oración tiene que
expresarse en actos claros de profunda humanidad, de ética
elevada, de responsabilidad ciudadana. Este es, en resumen, la
intención del Padre Nuestro. No podemos seguir desacreditándola.
Es el Proyecto querido por Dios para nuestra vida personal y
comunitaria.
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Miércoles 4 de Marzo
1a Semana de Cuaresma
Juan Antonio Farina (1888)

Jon 3,1-10: Los Ninivitas se convirtieron


Salmo 50: Un corazón quebrantado y humillado, tú, Dios mío, no lo
desprecias
Lc 11,29-32: A esta generación no se le dará más signo

J esús ofrece una nueva lección. Esta vez rompe la lógica mesiánica
tradicional. Jesús no entra por la idea del mesianismo poderoso ni
habla de señales estrepitosas. Él renuncia a la idea del Dios
“todopoderoso” que la gente piensa que interviene en la historia de
manera arbitraria, sirviéndose de su poder para inmiscuirse de
manera atrevida en los asuntos humanos, haciendo lo que a él se le
antoje. Jesús da un anticipo de lo que es el verdadero mesianismo: el
fracaso del Hijo del Hombre, su muerte en cruz, en mano de los
detentores del poder y de los explotadores de la humanidad y de la
creación. En la señal de Jonás y en los ejemplos contundentes de
paganos: la Reina del Sur y los Ninivitas, Jesús indica que para
abrazar la propuesta de Dios que él trae, es necesario entrar en la
anti-lógica del Reino. Para captar lo que Dios quiere, es necesario
escuchar la sabiduría del Hombre, de Jesús, que es la voz autorizada
de Dios. Él es mayor que Jonás y que Salomón.
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Jueves 5 de Marzo
1a Semana de Cuaresma
José Oriol (1702)

Est 14,1.3-5.12-14: Tú eres mi auxilio, Señor


Salmo 137: Cuando te invoqué, me escuchaste, Señor
Mt 7,7-12: Quien pide recibe

A l acercarnos al texto evangélico que propone la liturgia, caemos


en cuenta que el texto está en medio de dos propuestas tremendas
que hace Jesús: “no juzgar” y la invitación de “entren por la puerta
estrecha” para que los adheridos a él sean conocidos por “sus
frutos”. Esta ubicación de la perícopa, indica que la invitación de
Jesús a “pedir”, “buscar” y “encontrar” tienen una intención mucho
más fuerte, que fue debilitada por las interpretaciones simplistas
que hemos hecho de este texto. Hemos de pedir dos cosas a Dios:
primero, que “nos libre de nosotros mismos”, del egoísmo, de la
murmuración, de colocarnos como norma para los demás y,
segundo, que nos regale un “poco de su imaginación” a fin de vivir
un estilo de vida basado en el respeto fascinante por la diferencia de
los otros, convirtiéndonos en generadores de frutos de vida,
inclusión, respeto y solidaridad, para que se dé en plenitud el
proceso profundo de humanidad que Dios quiere para todas las
personas.
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Viernes 6 de Marzo
1a Semana de Cuaresma
María de la Providencia, fundadora (1871)

Ez 18,21-28: Que el malvado se convierta


Salmo 129: Si llevas cuenta de los delitos, Señor, ¿quién podrá resistir?
Mt 5,20-26: Reconcíliate con tu hermano

J esús exige a sus seguidores que su justicia sea mayor que la de


los letrados y fariseos. Es una dura exigencia. Es una propuesta
fuerte. La invitación, que hace el Maestro, es a vivir un estilo de
vida basado en principios de ética, que den razón humanamente de
la experiencia de Dios que tiene cada creyente. Dios no puede ser
cuestión de doctrina, liturgia o disciplina. La experiencia de Dios ha
de traducirse en actos concretos de humanidad, en exigencias éticas
profundas. El relato del Evangelio de hoy está estructurado sobre un
modelo que se denomina “antítesis”: se dijo a los antiguos/ pues yo
les digo. Todo lo que Jesús hace y propone es tener la vida de Dios
como lógica de la propia vida. Él coloca la base de toda relación
humana en la Bienaventuranzas, en el bien al que está invitado, todo
hombre y mujer, para hacer creíble la experiencia de Dios en la
historia. ¿Estamos dispuestos a hacer del perdón y de la
reconciliación la base de nuestra vida de creyentes?
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Sábado 7 de Marzo
1a Semana de Cuaresma
Perpetua y Felicidad, mártires (203)

Dt 26,16-19: Serás el pueblo del Señor


Salmo 118: Dichoso el que camina en la voluntad del Señor
Mt 5,43-48: Sean perfectos como el Padre

N os encontramos con otra exigencia del Evangelio: el amor al


prójimo, al hermano, que ya no sólo se limita a los de la propia
familia, a los del propio grupo, a los que piensan, creen y se
comportan igual, sino que va más allá: se extiende al diferente, al
que vive distinto. Incluso la exigencia es mucho mayor, el amor tiene
que alcanzar hasta los enemigos. Este obrar hace del creyente un
verdadero hijo en el Hijo. Jesús, el Hijo verdadero del Padre, actúa
así. Vive según una lógica que rompe los esquemas mezquinos de la
sociedad. Jesús invita a todos sus seguidores a ser perfectos como el
Padre del cielo. La perfección de Dios se expresa en su amor,
gratuito y sin medida. Esta experiencia ha de ser vivida por los
cristianos no como una Ley, sino como una nueva lógica, la del
Reino, que tiene su base en la libertad y en el amor. Así, de esa
forma se cumple toda la justicia. Solo el amor hace plenamente
libre. El que odia es esclavo de la deshumanización.
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