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(Grabado m madera por Norah Borges.

)
AÑO! Madrid 10 de Febrero de 1921 Núm. 2

Redacción: Monteieón, 7, 3.

R O E S Í A
TR A- C R Í T I C A -
Numero suelto: 30 céntimos

A R T E

VLTRA no tiene director. Se rige por TEOREMA DE LA BELLEZA DINÁMICA


un comité directivo anónimo.
MUJERES V LOCOMOTORAS
¿Porqué esa mirada romántica con que, hombres solitaiios, reclinados sobre un pretil, ve-
Nuestra velada mos alejarse a las locomotoras?¿ Es porque presentimos tesulta en ella, en una fórmula puta,
la fuerza con que nos anastra la belleza dinámica de las mujeres? Sin duda es asi, pues mu-
A pesar de las intrigas de los que se confabula- chas veces hemos presentido a la locomotora en esa mujer que tan latgo itinerario nos trazó
ron para malograr nuestros propósitos, la velada en los mapas urbanos, con una belleza, vencedora de nuestra laxitud. Presentimos que en su
de Paiisiana colmó nuestras más fervientes aspira- belleza al fin solo habla una fórmula dinámica, que ella era la locomotora viva, rodando por
ciones. La calidad y el número de las personas que los carriles del sexo y que su belleza podía expresarse en kilómetros perfectamente en una ci-
acudieron a oírnos, hubieran sido suficiente ga- fra marcada con yeso en su costado. Mas si es así, ¿por qué no amar a la locomotora, bella
rantía de nuestro triunfo. Pero hubo más, algo también a su modo, con su hogar rojo, parecido a una entraña? Como una desconocida que
que nos enorgulleció más todavía: las pretestai y se aleja, y nos lleva detrás, en el hechizo de su grupa—tal esa locomotora que pasa, dejándo-
la rabia impotente de unos cuantos fracasados, al nos su cimera de humo, como una dádiva exorable, cabellera desganada en el trance román-
frente de los cuales se destacaban Joaquín Dicen- tico y ese gran pito sofocado de un rapto a su pesar en biazas del movimiento. Pero más pia-
ta y Juan José Llovet, sepultados, más que por
dosa que esa mujer, cuyo dinamismo representa—belleza cambiada en movimiento—la loco-
nosotros, por su propia obra.
Hemos conseguido todo lo que nos proponía- motora nos lleva en sus espaldas, tal una nodriza de cuentos orientales...
mos. Nuestra velada despertó enorme expectación R. CANSINOS-ASSENS
en todas partes. Hacia tiempo que no se discutía
un tema literario con tanto interés, tan apasiona-
«¿os muertos que vos matais...> tá hecho y no debe continuarse. De Machado res-
damente. Aunque sólo fuera por eso, estaríamos petamos las 5o/edflá« y desdeñamos su última for-
satisfechos. Se nos niega, se nos combate, pero se ma, la de las coplas para ciego. Juan Ramón Jimé-
nos discute y nosotros somos y seremos el motivo Aunque parezca mentiía, nosotros también co-
nez se ha renovado. Antonio Machado ha muerto,
de todas las conversaciones, porque estamos re- nocemos a nuestros clásicos, tal vez un poco mejor a pesar de la influencia ultraista que se advierte en
sueltos a no dejar en paz a los sordos y a los cie- que los redactores de Hoy. Uno de ellos ha dicho
gos. que en Parisiana murió el ultraísmo. Eso es lo que una imagen sorprendida precisamente por nosotros
en las páginas de El retablo. ¡SI es inevitable! Lo
Desde Humberto Rivas, que habló en nombre el quisiera, pero se equivoca. Lo que ha muerto son que nos tiene sin cuidado son los señores que re-
de todos, hasta Mauricio Bacarisse, que hizo el re- los fabricantes de aleluyas como Miguel de Castro. dactan esa revista. Perdonadlos, Señor, que no
sumen de la velada, nuestros compañeros y ami- Eso si que está muerto y enterrado y lo ha matado saben lo que dicenl
gos estuvieron a la altura del noble apostolado el ultraísmo. Sí, señor redactor de Hoy:
que defendemos. J. Rivas Panedas, Jorge Luis Bor- «Los muertos que vos matáis
ges, Pedro Garfias, Eugenio iVlontes, César A. gozan de buena salud.» El bastón luminoso del Sr. Moya.
Comet, Gerardo Diego, Lasso de la Vega, To-
más Luque, López-Parra, Ciria Escalante y los her- Don Miguel Moya y Gastón no será un genio,
manos Relio, leyeron hermosos poemas que tu. Perdonadlos, Señor,... pero se divierte. Fué a Parisiana con un bastón
vieron la virtud incomparable de indignar a los que tenía el puño luminaso y empezó a derrochar
cretinos que nos hacen el honor de no compren-
Los señores que escriben El Retablo son unos en contra de los ultraistas todo el ingenio que fal-
dernos. Nuestro movimiento es superior a la men-
hombres ternbles. Ellos hubieran querido que hu- ta en las páginas de El Liberal. Estaba convertido
talidad de hoy y esa incomprensión es nuestro
biéramos salido al escenario como perros hidrófo- en un verdadero director de periódico. jLástima
mayor orgullo.
bos, mordiendo a todo bicho viviente. Toda la re- que el señor Moya no tenga una cabeza como el
beldía está en nuestra obra y con eso nos basta. puño de su bastón!
La Prensa y nosotros. Claro que también iremos realizando esa labor
de revisién crítica que ellos han echado de menos.
La próxima velada.
Únicamente tres diarios, «La Libertad», «El Pero eso ya vendrá poco a poco. Tenemos mucho
País» y «El Día», han tenido para nosotros un ges- que hacer y que decir. En Parisiana sólo quisimos
to digno y fraternal. Únicamente los nombres de realizar un acto de presencia y lo conseguimos. Lo sentimos por el disgusto que le vamos a dar
Ezequiel Endériz, Roberto Castrovido y Rodríguez ¿Qué nuestra velada se pareció a unos juegos flo- a D. W. Fernández Florez, otio que tiene telarañas
de la Peña, merecen nuestro respeto. Ellos son los rales o a una recepción académica?.., Sería por la en el entendimiento. ¿Conque el ultraísmo no tiene
únicos que han sabido verlo que significamos y presencia de los señores que escriben el Retablo, importancia, eh? Ya nos veremos en el Atenee y
los únicos que han comentado nuestro acto con una de las revistas más viejas, más mediocres y ya hablaremos dentro de poco. Lo que no tiene
pílabra limpia y decorosa. Todo lo demás que se más soporíferas que se publican actualmente. Lo importancia son las crónicas que D. Wenceslao es-
ha publicado en la Prensa acerca de él, es plebeyo, que ocurre es que esos señores no entienden nada cribe y los periódicos donde las publica. Esos son
chabacano y mezquino. Nada tan lastimoso' como de lo que nosotros hacemos y eso nos regocija. los pulpos qne quisieran ahogarnos, pero nosotros
el espectáculo de incapacidad y de incultura que ¡Pues no faltaba más! Ellos sólo han visto en nues- sabemos nadar muy bien y llegaremos a la orilla.
ofrece la mayoría de los periódicos siempre que se tros versos una técnica rara. iPobrecilios! ¿Qué en- LA REDACCIÓN
trata de juzgar cosas ajenas a los toros o a la polí- tenderán esos infelices por irreverencia? Nosotros
tica. La ignorancia de esc pobre Bedoya y otros estamos dispuestos a enseñarles a leer gratuita.
gacetilleros por el estilo, nos causa verdadera lás- mente. Por lo pronto les diremos que Rubén Da- Hemos abierto una suscripción para
tima. ¿Por qué tendrán una pluma en la mano? río, Enrique de Mesa, Unamuno, Pérez de Ayala y
¿No estarían mejor manejando un arado o un aza- Ortega y Qasset, merecen todos nuestros respetos. comprarle unos anteojos al señor Be-
dón? Pero lo de Rubén Darlo y Enrique de Mesa ya es- doya.
VLTRA

ILUMINACIÓN DIURNA INTERMITENTE Y CONMOVIDA


Rápidamente ¡Cuántos jueces han perdido El reparto
se formó el núcleo gigantesco seminal su tensa serenidad es arbitario
de contrarias fecundaciones creyéndose juzgados expuesto
estruendosas y controversas por sus espaldas! a perjuicio de tercer©
justo o ridículo
El pródromo de la parturición Las llamas y siempre sabroso
se inicia ostensivo de aquel incendio ambulante Cada uno
reclamando una atención todo personal inválido o extenso
predominante e inquieta se han incorporado se lo asimila
Si los tocólogos ociosos fingidas diferenciado
no esiuviesen seguros de su ciencia y las altas venas Así se trasiega
y no poseyesen iienchidas de sustancias lo Tnanifiesto
la presencia de ánimo indispensable caras y luminosas que no se elabora
como consecuencia sobre lo piel velluda Y esto que nos exalta
de haber logrado ya el descubrimiento se truecan ostensibles lo venios entre paréntesis
del secreto engañoso grabados en seco recordatorios
¿no se atribularían y es un tónico indescifrable
ante lo inesperado y lo desconocido? Las lancetas como dinamos útiles
buscan inyecciones incomprensibles y familiares
Este proceso es corto y complicado para sus enfermedades secretas CESAR A. COMET
y el reo absuelto y sus grandes quejidos
incurso en los delitos son regocijados Los inteligentes hermanos Relio han heoho examen de
que marca el código severo por el posible recubro conciencia y «e dlspenen a ofioiar en •! tagraao altar
de las compensaciones por estafa total y perfecto. del VLTRA, por lo que les felloltamee.

TU y YO EN LH NOGHE LEJANÍAS
El pastor
Nuestro esquife parado apacienta
navega con las velas del Ensueño las lejanías
Sobre la tersa espuma
flota el temblor desnudo de tu cuerpo Mi boca ha hablado todo el arco-iris
Una espada de luz corta la noche
y se rompe en los vidrios empañados Duermen sobre tus ojos
El silencio despierta silbidos de locomotivas
en el clave encendido de tus labios
El crepúsculo peina los rayos del sol.
De nuestras almas mudas
solo tú y yo oimos el canto luminoso
Y una llama crepita LAS HORAS POR T U AIRE
entre los paréntesis de tus ojos
Las horas por tu aire
YO SOLO ENTRE LOS MUROS anocheciendo
Yo solo entre los muros Las nubes sonámbulas
de este templo
Yo el único creyente Recuerdos secos caen sobre mi pecho
me arrodillo y rezo
Nadie bajo su bóveda Dentro de la bola del silencio
profana su misterio.
tiendo mi caña a las sinestesias nómadas
Yo solo entre estas naves El silencio es el campo
donde ensartan sus ecos del revés de mis ojos.
las c'üuipanas
y el órgano del pensamiento \ J. RivAS PANEDAS
HUMBERTO FHVAS Grabado de Barradas
)
EIS LA TARDE
TRIUNFO En la quietud de mi silencio TREN
Sí siento el gemido
El mar alborotado velas verdes y azules
Del oriente al ocaso de una rosa Túnel girón de sombra prendido de una rama
estalla un arco de triunfo Es entonces cuando coche sin cielo ni estrellas
Elefantes atónitos debajo de las alas y el tren
de los pájaros que agujerea el sol
pastan en los oasis de mis ojos imantado
Y el viento se ilumina vienen besos dormidos huye
en el fondo del mar que se agitan apartando los árboles del paso.
al despertar
Mi pecho no se cansa de disparar en la quietud de nuestras horas Los ríos llueven sobre las nubes
La vida Es la tarde Bandadas de palomas por cl pentagrama
ciudad maldita
empieza a arder Y el sol quema
en mis manos clamatorias En cada estación he ido dejanda un grado
Hagamos de todos los gritos aquella oración todos los grados que me dio en sus manos
nna sola mujer que las colmaba colmadas.
GERARDO DIEGO. TOMAS L U Q U E PtiDRo GARFIAS
V L T R A

M Hltraismú no tieno ilirectores, rtpresentantes ni definidores, ni en España ni en el extranjero. El ultraisno Sordos, estanque;— espuma, rueda sobre el
puente y pasa por encima de los bosques;— paños
no tiene más que poetas, y a' margen de su grupo, literatos que simpatizan más o menos COR SU labor negros y órganos, relámpagos y truenos, subid y
rogar;—aguas y tristezas, subid y relevar les di-
luvios.
Poemas auíomátlcos general, está lleno de hombres fuertes como gim-
nastas de cirro que tienen grandes ambiciones y
Porque desde que se disiparon,—¡oh las piedras
preciosas marchándose, y las flores, abiertasl—es
esto un fastidio! Y la Reina, la hechicera que en-
que aun siendo «chauffers», tienen una amante
(Poémes automatiques) ciende u brasa, en el tiesto de tierra, no querrá
con sombrero y píeles. Todos estudian la manera
contarnos jamás lo que ella sabe y nosotros no ig-
PERPENDICULAR de robar más a sus dueños y se malean unos a noramos.
otros como las criadas que van a la compra y se JEAN-ARTHUR R I M B A U D
Des arbres de íréteaux eí des lamieres reúnen bajo los grandes «garages» de los merca-
brisées. dos. (R. Lass» de la Vega, tradujo).
Arboles de escenarios y luces heridas No sabemos apenas de esa vida y sólo vemos la
la encrucijada inmóvil reposa para sí sombra antipática que hay allí, sombra de cochera El ultraísmo es el verso que se recit»
ios interiores encerrailos al crepúsculo sin los nobles caballos y como, el perfume de ga- sin mover la lengua. La canción que se
desfilan por los patios a lo largo de los ele- lantería y de riqueza que sale de los «autos», se es-
vadores canta a un niño dormido sin desper-
capa a los coches, con pungencias para los cria-
cuando la rosa eléctrica inciensa los espejos dos. tarlo.
la mujer en silencio pasa por la alfombra
vacia Esa cosa, húmeda de cubos y cubos de agua ti-
escaleras profusas hacia todos los pisos rados contra el esmalte y por entre las ruedas,
en lo más alto de la casa sobre la calle incli- desflecándose el agua como se desfleca en las rue- ^ " ^ IHHM \mj EMM r^^

nada das de las norias, acaba de dar más ingratitud al


los tejados se ponen en plan de filosofar «¿•arage», en el que entran montones de tristes ca- Las esquilas reúnen la tristeza dispersa de los
hay estrellas sutiles para todos los gatos crepúsculos. El cielo está vacío.
charros de gasolina, y donde los mecánicos, en cu- Lápida de un silencio serlo sobra el nihilismo
y buhardillas agachadas bajo los hilos del te- clillas o debajo de los coches, con todos los sue- ecuánime de la jornada.
léfono fios de su profesión tirados por el suelo, curan Las fluviales lenguas frescas del viento lamen
el coche. mis manos y mejillas.
JORNADA En la barbería el reloj—sexagenario sistemáti-
Lo que yo veo es que se van a construir muchos co—sigue jugando al solitario con los minutos.
Avis serrare de sárete leftre recomman- y que se están construyendo demasiados. Lo que Ante la hipnosis rectilínea del caserío y ciirvill-
dée yo veo es que en el estudio del escultor Querol— nea del camino y los montes, Sureda y yo somos
Aviso cerradura de seguridad certificado ¡pobre artista mediocre!—resuenan los «piafidos» las dos pirámides del puebl». Culminantes sobre
la democracia geométrica y encarrilada.
ayuda de cámara propinas desayuno de los automóviles y al lado de mi casa es posible Apoyadas en la baranda nuestras manos tocan el
salón de fumar grill room brasserie que levanten uno ¡con lo que roncan! de noche. piano de colores del paisaje.
pasillo centrífugo cuartos de baño RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA En la caja del plano está enterrado Wagner. A
distribuidor general de las energías calculadas veces se despierta y canta en la tumba. En la caja
carruaje radiograma bolsa de cambio del cráneo saltan entonces crímenes crucifixiones
sleeping car oficina de correos aa revoir. golpes de estado pronunciamientos piras fornicios
RAFAEL L A S S O DE LA VEGA El ultraísmo es la rana que crió pelos. y pluralizados suicidios.
Hasta que nos estruja un flaco silencio sin en-
torchados ni estandartes.
(J. C. di SMva, tradujo).
Dn poema de Rlmbaud tias.
Los acordes histrionizan las acumuladas angus-
El aqueducto tiende su espinazo polvoiiento de
INÉDITO EN CASTELLANO sol.
RAMONISMO (Dt €Les ILluminations^-1873) El trasnochador dejó du: p.;!;!ng.inas llenas de
sueño.
Después del diluvio. Los badajos ultiman otrn jornada.
GARAGES Tan pronto como !a idea del diluvio se sosegó Los párpados picotean la madeja de vieii;o y
una liebre se detuvo en las es.oarcetas y las cam- polvo.
Por todos lados se hacen «garages», esas falsas panillas movibles, y dijo su oración al arco-iris, al El Sol que talaron los leñadores rueda a ras de
habitaciones, esas precarias estaciones que ocupan través de la tela de araña. los campos.
¡Oh; las piedras preciosas que se ocultaban,— Las noches náufragas han tapado el aljibe.
vanamente el espacio. Es gastar Inútilmente sitio Aguijoneando nuestro insomnio vuelan au: co-
flores que ya miraban!
y diezmar la capacidad de habitaciones de que dis- En la gran calle sucia, se levantaron los puestos las de nerviosos insectos.
pone la ciudad, el dejar que se inmiscuyan en el de los vendedores, y se tirab.m las barcas hacia el Los árboles donde se diluye la fiebre del farol
centro, en cualquier manzana de la ciudad como mar cortado arriba como ea los í^r.ibados. son árboles de teatro.
«gusanos de ia manzana». Son como casas hechas La sangre corrió, en casa de Barba-Azul, en los Durante la misa un perro menea la Ci la.
mataderos, en los circos, allí donde el sello de Incensario cuyo optimismo biológico ascii iide
por el embalador. Dios empalidecía las ventanas. La sangre y la le- —único—a esa altitud azul donde reposa Di^isy
Me parece una cosa fría, vacía, con pobre aire de che corrieron. cantan los pajaritos.
asilo el «garage». Donde cae deja una mancha ne- Los castores edificaron. Los «mazagrans» hu- JoRGE-Luis BORGLS
gra de un aceite espeso, que no habrá baldeador mearon en los fumaderos.
En la enorme casa de vidrios aún brillantes, los
que la logre limpiar. Ese solar tan ansioso de flo- niños apenados contemplaron las maravillosas SOI-EOAO
recer en forma de cordial casa llena de vecinos, se imágenes.
eterniza como «garage». Cruje una pueda; y, y en el recinto del caserío, Frente a la pared de la montaña
Quizás, las estaciones futuras sean numerosos el niño vuelve sus brazos, hasta las veletas y los lanzábamos las voces
gallos de los campanarios de todos los lugares, con respuesta pagada.
«garages» dispuestos a salir a hora fija por los nu- bajo el estrepitoso chaparrón.
merosos caminos que entonces surcarán e¡ mundo. Madame X establece un piano en los Alpes.
Con el arco de nuestra garganta
Los grandes «garages» serán especies de labe- La misa y las primeras comuniones se celebra- disparábamos las flechas
rintos superpuestos con ascensores para subir los ron en los cien mil altares de la Catedral. que rebotaban en su coraza.
Las caravanas partieron Y el Hotel — espléndi- El viento
automóviles y colocarlos en sus alcobas. El «gara- do fué contraído en el caos de hielo y de noche se llevó las palabras
ge» está llamado a ser una torre babilónica y asom- del polo. como papeles viejos
brosa. (Para ese mueble que parece que se ha es- Desde entonces la luna escuchó a los chacales Y todos los péndulos
capado, que es la motocicleta, y adherida a un co- piando por los desiertos de tomillo,-y las églogas seguían clavando en la pared del Silencio
en almadreñas gruñeron en el vergel. Después, el clavo sin fin del Tiempo
checito cubierto, también tendrá que haber rasca- en la oquedad violeta, Kucaris me dijo que era pri-
cíelos con habitaciones más chicas.) mavera. GUILLERMO Y FRANCISCO RELLO.
Pero se reducirán los «garages» entonces a las
cuadras y chamizos en las afueras, sin mezclarse
tan incongruentemente a las casas de la ciudad, No respondemos de ios poetas que posnyendo la habilidad de laborar en dos sentidos, acudan a nuestra*
como robando el espacio cordial de la ciudad. páginas atraídos por el éxito del ultraísmo ; su fuerza subyugadora. En nuestra ar.helo de amplitud aogemoe
El espíritu del «garage» no «s recomendable en todo lo que, «ienio nuevo, ettá bien. Sí deepués desertan, peor para ellos.
VLTR A

BARRADAS
Juego, la creación
Juego de dados: se agita el cubilete
saltan, los dados, brincan, se revuelven; y, al vol-
carse el cubilete, caen, se espareen, se agrupan.

Barradas coje un dad*


y otro
y otro
y los examina por todas partes;
les busca la cabeza, los ojos,
y los mira por debajo,
como los niños que levantan las faldas a las mu
(ñecas
y los palpa, encantado de su cubicidad,
y los sopesa,
y los deja rodar por la mano,
y vuelve a sobetearlos,
gozoso y codicioso al verlos tan bUnquites,
tan amarillentos y bruñidos
y ver que tienen biselada la arista
y que están fresquitos y suaves
y suenan a fresco, al manejarlos juntos
como un puñado i* semillas.

No se cansa nunca: los mira, los remira; los so-


ba y los dá vueltas. Le maravilla aquello d« que
sea tan marfil el marfil y tan negro el negro de los
puntos; y de que haya en este lado tantos, seis,
y en este, la diagonal de tres . •' , en este.
I 1 I
sólo uno • ; en este nada
Y se los come con los ojos y con cl tacto de sus
dedos de espátula.
Asi, Barradas, va por la vida entera y cojt todo
lo que encuentra y lo palpa, lo rcquetemira y se lo
echa al saco.
CATALINA BARCENA Grabado de Barradas
Entonces, cuando está lleno, lo sacude todo, lo
revuelve, lo hace brincar de gozo, brincando él
mismo, y dando una voltereta se vuelca, de ca-
beza, sobre el papel. Barradas, el hombre dc¡las gafas, no veía, por VLTRA priMiará oon veintioinco pesita» «n metiüM
medio de la calle, a pesar de las gafas, ni los co- >l prianro que averigüe lo que tiene ea la oabfza
ches. Es que iba mirándose—con gafas y t o d o -
Barradas está seguro de que habiendo en el cu- el (eíior Astrana Marín.
para adentro. Es que iba palpándose el bolsillo,
bilete dados, muchos dados, y tirándolos a lo alto, donde llevaba guardados, avaramente, todos los
como si se brindara con el vaso de laca, los trozos pedazos de cosa que habla ido guardándose en el
de marfl acaban por encontrar su estabilidad en
blanco y negro.
camino. MARCHITARIO
Iba deprisa, esquivo, atolondrado, por miedo a
que le salieran los ladrones, antes de poder zam- Florecerán tus labios
parse todo aquello. sonrisas de crepúsculo.
Pero al fin sale un día gesticulante, barajando Y de los vidrios de tus ojos

U su manojo de dados, con aire de vacaciones, ¡ya


está!: tiene repleto el cubilete y va tirando a lo
alto, los cuadraditos, a puñados.
caerá la helada de la noche.

Copos de lágrimas de sombra


En todas partes,—en el café, o en la tertulia, o
Barradas se fué llevando a casa minutos de Ca-
en mitad de la calle,—puede ense.ñar, ufano, el
yo tendré entre las hojas de mis manos
talina Barcena. como una flor deshecha
nuevo juego de prestidigitación: —Miren, se les
Cada día se llevaba en el bolsillo del gabán un El árbol de los días
da las vueltas que se quiera, se tiran por doquiera
trozo nuevo. Tenia prisa de llegar a su casa para
los pedazo», caen—amaestrados—y dicen—por to- se irá quedando ciego
verlo bien y, sin paciencia para esperar, lo sacaba
a hurtadillas, en el tranvía o por la calle, para ase-
das partes—, duros y alegres: CATALINA,.. Repi- en el otoño de nuestro recuerdo.
ten siempre, de mil modos, una misma musicali- Y en el devocionario de tus lágrimas
gurarse que iba allf.
dad: Catalina, Catalina, Catalina... se dormirá la estampa de mi beso.
Hoy era una nuca; mañana el respingo irónico
de una nariz; el otro la curvatura de unos hombres; ERNESTO LÓPEZ PARRA.
MANUEL ABRIL
el otro la vaguedad de unos ojos ingenuos y cla-
ros. Tan pronto una picardia de chUuclo, tan pron-
to el cruce de brazos resignado de una mujer que
espera, o que despide, melancélica, qui está vien- Las poetas Lasao de la Vega y López-Parra, nueatroa quarida* osaipalieroa, tianen algunas oampotiolMlM
do marchar, más bien, a alguien que no vuelve la oompronatidas en diversaa Revistas espaSalaa, anterioraa a eata ••vimtanto. Pera de aquí en adelante todtt
cabea. laa poaaiaa qua puMiquan eataria inapiratea en tita tend«n«ia ranovadora.
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