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La teología no puede olvidar que su punto de partida está en la iniciativa de Dios. “El
hombre dice teología porque, previamente, Dios ha tomado la Palabra y ha hablado”
(Wolfgang Beinert, Alemania). De manera que la teología tiene dos realidades previas:
1) la revelación de Dios que toma la iniciativa, 2) la Fe por la que el hombre se adhiere
a Dios que se revela.
1. La revelación: Dios se hace notar, actúa y habla: dice su Palabra que es Cristo
(resucitado y crucificado), es una acción de Dios Padre y de Cristo, que siempre
actúan (Jn. 5,17), llega a nosotros a través de la gran mediación divina que es la
donación del Espíritu Santo, y a través de las demás mediaciones visibles y
eclesiales: la palabra de la predicación, la celebración de los sacramentos y las
múltiples formas de la caridad de los cristianos. Son mediaciones visibles que
conducen hasta lo invisible de Dios. La acción de Dios es el acontecimiento de la fe
objetiva (fides quae) que despertará la fe subjetiva (fides qua) de las personas
creyentes.
2. La fe: que contempla y contextualiza por quien busca entender en el claroscuro su
inteligibilidad escondida.
Por eso, la teología es el intento humilde, arriesgado, siempre inacabado de
conceptualizar el misterio.
Es importante la imagen para poder concretar nuestras ideas
Es necesario contextualizar la teología en la historia de la Iglesia.
Catequesis de los miércoles del Papa Benedicto XVI, que presenta autores en la
historia de la teología. Audiencia general del 30 de diciembre de 2009: Pedro
Lombardo, Audiencia general del 16 de diciembre de 2009: Juan de Salisbury,
Audiencia general del 9 de diciembre de 2009: Ruperto di Deutz, Audiencia
general del 2 de diciembre de 2009: Guillermo de San Thierry, Audiencia general
del 25 de noviembre de 2009: Hugo y Ricardo de San Víctor, Audiencia general
del 4 de noviembre de 2009: Confrontación entre dos modelos teológicos:
Bernardo y Abelardo, Audiencia general del 10 de junio de 2009: Juan Escoto
Eriúgena. Audiencia general del 3 de junio de 2009: Rabano Mauro.
Es necesario contextualizar históricamente el pensamiento de la teología.
Creer Y Saber
Los teólogos del Siglo XII, Anselmo de Canterbury y Ricardo de San Víctor,
creyeron que la inteligencia que acompaña la fe podía descubrir las razones
necesarias que vertebran el misterio creído, y que se inscriben y se ocultan a él.
Intentar entender en lo posible razones eternas inscritas en el misterio, a la luz de la
fe o a la luz de la razón ilustrada por la fe, suponiendo la gratuita claridad de Dios
en la mente del teólogo.
Concilio vaticano I, llama ratio fides ilustrata e intelligentia fidei, a esa claridad
otorgada por Dios en la fe que ayuda a entender el misterio. El teólogo no sustituye
el creer por el saber, muestra las razones que en esa fe están inscritas, en cuanto
puedan llegar a entenderse.
Wolfhart Pannenberg cree que éste es el papel principal de la teología: explicar
racionalmente los contenidos de la fe en Dios a los creyentes de la comunidad y a
los increyentes del mundo.
El saber supone un conocimiento (conceptual, lógico, matemático o experimental)
de los datos analíticos de un todo o de un problema. El saber se puede exponer por
medio de un discurso conceptual o la narración. En cambio, el creer supone escucha
y recepción de la palabra, adhesión y entrega al amor de Dios, docilidad al Espíritu
e, incluso obediencia al Padre y con el Hijo en la misma claridad del Espíritu Santo.