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Antoninna Consiglieri

Eva Berbakow

¿Qué ventajas y/o diferencias permite inteligir el trabajo con la estructura del toro para
comprender y dilucidar la frase: “El deseo del hombre es el deseo del Otro”.?

Eidelsztein propone, para la frase de Lacan expuesta, una relectura a propósito del estudio de la
estructura de la figura topológica del toro. Esta forma se convierte, para Lacan y las lecturas
posteriores de su planteamiento, en una manera de concebir las relaciones entre la demanda, el
deseo y el objeto causa del deseo. Con respecto a la introducción de la dimensión topológica,
Eidelsztein procura poner en entredicho preceptos que son asumidos desde ciertas lecturas
dentro del psicoanálisis lacaniano, que no tendrían en cuenta la dimensión topológica e incluso
que se remitirían a la interpretación meramente imaginaria de ciertos postulados.

Lo que plantea sería una rectificación del error en la articulación entre el objeto de deseo y el
deseo del Otro, partiendo del análisis de la estructura de los toros abrazados. A partir de la frase,
se habría planteado, insuficiente o erróneamente, que la relación entre el Otro y el sujeto se
produciría por una correspondencia entre dos deseos, como supondría una interpretación
descuidada de la frase. Es decir, que mi deseo sería fruto del deseo del otro y en consecuencia,
estaría determinado por este. El estudio de la figura del toro y la de los toros abrazados permitiría
interrogar esta interpretación en varios puntos fundamentales:

- Que el deseo, estructuralmente, es imposible de ser sabido. Esto queda ilustrado en la


constitución misma del toro, ya que las vueltas de la demanda constituyen, en la
trayectoria de repetición de los bucles y su cierre, un espacio (el interior del toro) vacío en
donde es posible inscribir el objeto de deseo en tanto falta.
- Que las relaciones no son entre deseo y deseo, sino entre el deseo y la demanda del Otro.
- Que las posiciones con respecto a ser el objeto de deseo del Otro, son una maniobra del
sujeto y no del Otro.

El primer punto deja en claro que el deseo en tanto deseo y por su función estructural, es
imposible de ser revelado en su completud y solamente puede ser dicho. Esto introduce la
articulación entre lo simbólico y lo real y pone en juego que lo que se desprende de ese núcleo
inaccesible o insimbolizable solamente puede ser la demanda. El toro nos ilustra este punto en su
constitución como fue explicado en el punteo. Es decir que lo que emerge del Otro, y que se va a
poner en relación con el sujeto, no va a ser el deseo, sino la demanda. Aquí, mediante los toros
anillados, llegamos al desarrollo del segundo punto. La generatriz, osea las vueltas de la demanda
de un toro corresponderán al interior del otro toro, osea a su directriz (que ilustra el deseo). El
análisis topológico lacaniano permitiría esta lectura y esta rectificación.

El tercer punto tiene que ver con la aseveración de Lacan sobre que el Otro no es responsable de
como se inscriba el deseo en el sujeto. La fijación del deseo en el sujeto, en este sentido, pasa por
un “más allá de la demanda”, es decir, que la demanda del Otro no agota las posibilidades de
inscripción del deseo del sujeto. El deseo queda fijado de esta manera a través de una marca del
Otro, que no es determinación. Los bucles de la demanda del otro permitirían inscribir una
trayectoria, unos significantes, a los cuales finalmente el sujeto se va a asir, y lo que el autor define
como el “abrazo” de un toro con otro toro no es otra cosa que el el abrazo del sujeto a la demanda
del Otro, un abrazo que implica algo distinto a esa demanda. La demanda lo que dejaría es un
marcaje, constituido por los significantes de los que se toma el sujeto para advenir, que lo
particularizan (y es por eso que no se puede, en definitiva, desear cualquier cosa). Si no se puede
desear cualquier cosa pero tampoco, en la neurosis, se da la posición del sujeto como puro objeto
de deseo del Otro, se explica la condición de la formación de un sujeto desde la relación entre el
deseo, el objeto de deseo y la demanda del Otro.

Topológicamente, entonces, y estudiando el toro, el camino de la cura se dibujaría en él en la


posibilidad de trazar una elipse, que en Lacan se ilustra mediante una suma entre la demanda más
el objeto de deseo. Esta elipse sería un decir, un decir que exprese, en conjunto, el objeto de
deseo y la demanda. D = D+a. Si el padecer neurótico tiene que ver con la yuxtaposición del objeto
de deseo con la demanda del Otro, en una coincidencia dolorosa, la dirección de la cura supondría
la posibilidad de abrir un espacio, un intervalo, inscribir una diferencia entre la demanda del Otro y
el propio deseo.

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